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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
XVI
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SECCION DE PREHISTORIA EN VALENCIA
CONSL'O SUPERIOR DE INVESTIGACIONES
CIENTIFICAS
INSTITUCION «ALFONSO EL MAGNANIMO »
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VALENCIA
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ARCHIVO
DE
PREHISTORIA LEVANTINA
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
DE LA EXCELENTISIMA DIPUTACION
PROVINCIAL DE VALENCIA
VOL. XVI
VALENCIA MCMLXXXI
[page-n-6]
I .S.B.N.-84-00-04861-X
lS.S.N.-0210·3230
DEPOSITO LEGAL.-V. 1287-1981
EDITORIAL F. DOMENECH, S. A.-Pueo Alameda, 9 . Valencia-lO
IMPRESO RN ESPAAA
[page-n-7]
EN EL CINCUENTA ANIVERSARIO
DE LA
DECLARACION DE MONUMENTO IDSTORICO
ARTISTICO DEL POBLADO mERICO
DE LA BASTIDA DE LES ALCUSES
(MOIXENT)
JUNIO 1931 -JUNIO 1981
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia, 1981)
J . APARICIO PEREZ
(Valencia)
PRIMERAS DATACIONES DE C-14
PARA EL MUSTERIENSE VALENCIANO
Las primeras dataciones de C-14 obtenidas para el Musteriense
valenciano lo han sido en el yacimiento de Las Fuentes (Navarrés),
todavía en curso de excavaciones y de estudio no concluido, aunque
la dirección del S.I.P. ha considerado oportuno adelantar esta noticia
por lo importante que es hoy dfa disponer de fechas absolutas para la
prehistoria valenciana y peninsular, cuando tan escasos estamos de
ellas, máxime cuando en este yacimiento van íntimamente unidas a
restos vegetales con huellas evidentes de manipulación.
EL YACIMIENTO: SITUACION Y ESTADO ACTUAL
DE SU INVESTIGACION
El yacimiento de Las Fuentes se encuentra situado en término
municipal de Navarrés (Valencia), en las proximidades de la población, concretamente a 39° 04' 44" de latitud N. y 2° 59' 15" de longitud E. (meridiano de Madrid) (fig. 1, 2 y 3). Turisticamente se le conoce como Playa-monte, aunque nosotros preferimos utiliz·a r el topónimo original (Lám. I).
En anteriores ocasiones hemos dado noticias sobre el mismo, asi
como de los trabajos preliminares realizados (1).
En 1970 el ayuntamiento de la población efectuó trabajos en el lugar con el fin de construir un embalse artificial para solaz y recreo de
los vecinos de Navarrés, y también de los ocupantes de los vecinos
(1)
cLa labor del S.I.P. y su Museo en el pasado allo 1970., págs. 106-107. Valencia,
1971.
-92
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Fig. l . - Mapa de la Región con la situación de los yacimientos musterienses: 1, El Arenal
(Losa del ObiQo); 2, Laa Fuantea; 3, Cova Negra; 4, Petldna; 5, Abric de la Umbria de Carlas
(Corbera d' Aisiral; 8, Cova Bolomor ('l'avernea de Valldlgna); Peqja Roja (Róte~a)~ 8, Cova
Forada (Oliva); 9, Salt, Teular, Pastor, etc. (Alcoy); 10, Cueva del Cochino (Villana); 11, Cova
de le• Calaverea (Banidoleig)
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PRIMERAS DATACIONES DE C-14
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Flg. 2. - Mapa de la provincia de Valencia con la situación de NaviUTés
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J . APARICIO PBREZ
1: 25.000
P'ig. 3. - Plano de la MaJjal con la uhi~acl6n de Lu Fuentes
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12 -
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PRIMERAS DATACIONES DB C· l4
5
chalets que comenzaban a instalarse, y como centro de atracción para otras futuras construcciones. Al extraer las capas superficiales de
tierras arcillosas y turbas de la zona húmeda y semipantanosa que se
conocía con el nombre de «prado», se tropezó con un grueso y potente
nivel de arenas, que fueron inmediatamente aprovechadas para construir una playa alrededor del estanque o embalse actual.
Los trabsjos en cuestión .fueron vigilados, a iniciativa personal,
por Francisco Martinez Sanchis, quien observó que a notable profundidad, entre las arenas, las máquinas extraian maderos enteros y trozos de ellos, mientras que entre las mismas arena. esparcidas por la
s
artificial playa recogía sílex tallados.
Todo esto lo puso en conocimiento del S.I.P., lo que motivó nuestra inspección del lugar, aunque, desgraciadamente, no se pudo hacer
ya nada, puesto que el embalse, concluidos los trabsjos, había sido
llenado con agua de las vecinas fuentes de acuerdo con el fm perseguido. De ahi que nos limitáramos a recoger y guardar los restos vegetales que pudimos encontrar y sílex esparcidos por la superficie ;
numerosas visitas posteriores han permitido recoger otros muchos,
que, junto a los encontrados por F. Martinez, se hallan ahora en estudio.
El examen preliminar de los mismos reveló que se trataba de útiles líticos típicamente musterienses (figs. 4 y 5, Láms. II, m , IV),
mientras que dos piezas (fig. 5 y Lám. II), un trapecio y un gran borde
rebsjado con la misma pátina, significaban una anomalía, siendo indicios de la existencia de una amplia estratigrafia. La posibilidad de
relacionar los restos vegetales con los útiles musterienses, de lo que se
recogieron algunos testimonios, abrían sugestivas perspectivas que de
momento quedaban sin confirmación.
PROSPECCION EN 1979
Las necesidades econÓmicas, derivadas del turismo estiv~, impidieron que durante los años sucesivos al de su descubrimiento se pudieran realizar excavaciones arqueológicas en el lugar, al coincidir
las épocas factibles, siendo el estío el mejor momento para ellas.
Sin embargo, el dia 30 de mayo de 1979, trabsjos de limpieza del
interior, a donde se había vuelto a deslizar la arena esparcida por la
orilla, y de profundización aprovechando el vaciado, afectaron de
nuevo al yacimiento, y aunque se iniciaron sin nuestro conocimiento,
la oportuna intervención, otra vez, de F. Martinez Sanchis impidió el
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J. APARICIO PEREZ
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PRIMERAS DATACIONBS DB C-14
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Fig. 5. - Raederu, dorso reh&Jado y trapecio de Las Puentes
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8
J . APARICIO PBRBZ
destrozo de parte de los restos exhumados, que pudieron ser rescatados gracias a la rapidez con que actuó este Servicio.
Paralizadas las obras momentáneamente, se nos obligó a la rápida prospección del lugar donde se encontraban los restos, debido a la
necesidad que sentía la población de ver lleno el embalse, necesidad
compartida por las autoridades locales que nos aconsejaron la máxima rapidez, posponiendo trab~os más amplios y extensos para época
más factible.
Los restos arqueológicos localizados y rescatados estaban situados casi en el fondo del actual embalse, algo desviados hacia el N-W
del mismo (fig. 6). Debido al p~so de los tractores, a las remociones
manuales efectuadas con herramienta inapropiada y al descuido e
imprudencia, el aspecto era caótico al llegar nosotros, lo conservado
había sido maltratado y había sufrido duros golpes de azadón, mientras que otros restos habían sido desplazados de su lugar de origen,
siendo imposible, en la mayor parte de ellos, restituirlos al mismo, habiendo desaparecido algunos arrastrados por los aperos de la maquinaria en servicio. Todo lo expuesto son serios inconvenientes que indudablemente han de pesar sobre las conclusiones finales, especialmente en lo referente a la reconstrucción de las posibles estructuras.
El examen ocular de la zona en cuestión al comenzar los trabajos
nos permitió observar la existencia de un gran tronco en posición horizontal, y a su *ededor diversos manchones negruzcos en los que se
veían trozos de madera pertenecientes a otros troncos, todo ello entre
sedimentos arenosos calizos o arcillosos evidentemente removidos,
que contenían tro~os de sfiex blancuzcos deshidratados.
De acuerdo con lo observado, y actuando siempre bl\io el agobio
de las prisas, planteamos la prospección siguiente:
Establecimos un eje central paralelo y contiguo al gran tronco horizontal con el fin de que nos sirviese de eje de referencia para situar
otros restos que pudieran aparecer; a continuación trazamos dos ejes
perpendiculares al anterior y al tronco en cuestión, separados 1 m.
entre sí, con el fin de realizar un corte estratigráfico que nos orientase
acerca de la posición de las estructuras y su relación con el probable
nivel o niveles musterienses. Mientras tanto, procedimos a la limpieza
superficial d~ todos los sedimentos removidos con la fmalidad de localizar otros troncos o maderos, al mismo tiempo que limpiamos los
manchones negruzcos donde era casi segura su existencia (fig. 7 y
Lám. V).
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Fig. 6 . - Plano de l.as Fuentes, obra del ingeniero-topógrafo de la Diputación Provincial, Sr.
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J . APARICIO P.BRBZ
10
LA ESTRUCTURA
La primera impresión, provisional lógicamente como consecuencia del caos inicial, era que se trataba de los restos de un armazón horizontal de grandes troncos en zona pantanosa o semipantanosa, deducción sobre la que pesaba mucho la idea de la inmediata M&Ijal y el
que esto es extremadamente húmedo aún en la actualidad. A medida
que progresaba la excavación se fue viendo que junto al gran tronco
no aparecían otros en idéntica posición que justificasen la idea de una
plataforma o armazón de madera, a pesar de las remociones sufridas
y, en cambio, la aparición de varios pies derechos de base cónica hallados «in sitU» junto a aquél (fig. 7) permitieron concebir la idea de
que nos encontrábamos ante los restos de una cabafta, en la que los
postes verticales encontrarían justificación, aunque no el gran tronco
dada su actual forma.
La prosecución de los trab~os permitió exhumar los siguientes
restos vegetales:
- Un gran tronco en posición horizontal, de 3' 75 m. de longitud
máxima, 0'35 m . de anchura, y aproximadamente el mismo grosor
por ser sensiblemente cuadrangular la forma del perímetro en la
mitad no vaciada, vaciado que se debió realizar con fuego si nos
atenemos a las supuestas huellas del mismo que se observan en la
superficie regularmente cóncava; en una de las caras laterales
existe una profunda ranura a todo lo largo que parece ser también
artificial (Lám. VI).
- Junto al gran tronco, e «in sitw, se localizaron las bases de cinco
postes o pies derechos, evidentemente aguzadas para su fijación al
terreno (fig. 7 y Lám. Vll, A). Tres de ellas miden 0' 50 m . de longitud por 0'20, 0' 15 y 0'10 m. de anchura, respectivamente; la cuarta 0'75 por 0' 10 y la última 1'35 por 0'15; todas se encontraron en
posición horizontal u oblicua y cubiertas por arenas puras carbonatadas, no removidas y sin restos arqueológicos.
- Una pieza cuadrangular de madera y otra pieza plana, asf como un
potente amasijo de troncos y ram~es en la parte opuesta (Lám.
Vlll).
Una ve~ puesto al descubierto lo anteriormente escrito, se evidenció la imposibilidad de reconstruir·o de averiguar el tipo de estructura
ante el que nos encontrábamos, de tal manera que diversas probabilidades son factibles, y en tal sentido es posible hablar de trampa para
caza, empalizada, plataforma o cabafta, quedando la solución para
cuando se disponga de datos más amplios y seguros. En todo caso, lo
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LAS FUENTES .DISPOSICION DE LOS RESTOS DE PINUS NIGRA ARNOLD(Pino tarlcto)
1979
Fig. 7. - Disposición de los restos vegetales
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J . APARICIO PEREZ
que qúeda fli'IIlemente establecido es que el gran tronco y las bases de
postes o pies derechos habían sido intensamente manipulados para su
utilización en alguna estructura por el momento desconocida.
ESTRATIGRAFIA
El establecimiento de los dos ejes perpendiculares nos permitió la
cuadriculación del lugar y la delimitación de dos zonas, la A y la B; la
zona A englobaba al gran tronco por su parte media, correspondiéndose con un cuadrado de 1 m. de lado, mientras que la zona B se trazó
como un rectángulo de 1 m. por 1' 50 m. (fig. 7).
El sondeo lo realizamos en la zona B (Z-B), obteniendo un corte estratigráfico por C' -C hasta O' 80 m. de profundidad, lo que de acuerdo
con la posición del punto O sitúa el punto más bajo alcanzado por el
sondeo a 1 '45 m. A través de lo representado gráficamente (fig. 8) podemos observar lo siguiente:
1. Existencia de tres niveles, que hemos numerado de arriba abajo,
siendo el I y el III estériles, englobando ambos capas de coloración
y textura distintas.
2. El Nivel n, que es el que nos interesa, está constituido por arenas
blancas con abundantes elementos gruesos, siendo el que proporcionó los útiles liticos musterienses. Este nivel, de disposición sensiblemente horizontal, comienza a 39 cms. de profundidad con
respecto a la superficie enmarcada por los puntos C' -C, y a 1' 045
m. del punto O; calculando que el gran tronco, en su parte media,
se encontraba a 0 '637 m. aproximadamente, deduciremos que la
base sobre la que se apoyaba el tronco se encontraba a 0' 98 m. de
_
profundidad, por lo que únicamente una capa estéril de 0 '06 m. lo
separaba del nivel fértil musteriense, lo que concuerda con lo observado precipitadamente al extraer el gran tronco ante la urgencia que impuso la autoridad municipal y la nutrida concurrencia
que obligó a la inundación del embalse, pero, también con lo que
serenamente observamos en la Z-A, donde el primer día de trabajos encontramos ya el nivel musteriense debajo de una débil capa
estéril a ras de la base del gran tronco (Lám. VII, B).
3. Las capas arenosas estériles del Nivel I cubrían y envolvían los
restos vegetales, cuya estructura, por lo tanto, no sería de habitación, lo que habrá que tener en cuenta en futuras investigaciones,
ya que requiere precisa confirmación. Sin embargo, la extracción
de abundantes restos liticos musterienses durante los primeros
trabajos de construcción del embalse, que' afectaron a capas muy
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PRIMERAS DATACIONES DE C-14
LAS FUENT ES-1979
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Fig. 8. - Estratigratla de la zona B por
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J . APARICIO PBl\EZ
por encima de los restos vegetales, nos sugiere la creencia en la
existencia de niveles de habitación por encima de aquéllos, lo cual
también precisa confirmación.
4. De acuerdo con todo lo observado, expuesto anteriormente, para
nosotros era absolutamente seguro que el gran tronco, las bases de
los pies derechos, los otros troncos y los diversos restos vegetales
se encontraban «in situ», no pudiendo, por lo tanto, proceder de supuestos niveles eneolfticos de ocupación superpuestos a la capa de
turba superficial, como se nos argumentaba apoyados en la antigua recogida de útiles eneolfticos antes del vaciado del embalse.
INDUSTRIA LITIGA Y FAUNA
La industria lítica recogida lo ha sido sobre sílex y sobre cuarcita,
aunque dada la ex:igüedad del área excavada han sido pocas las piezas halladas, sobresaliendo varias raederas.
La fauna también ha sido escasa y , en general, sumamente desmenuzada, habiéndose distinguido ciervo, caballo y quizá rinoceronte, aunque lo último es más problemático.
SEDIMENTOLOGIA Y PALINOLOGIA
Se han recogido diversas muestras para análisis sedimentológicos
y palinológicos, por las especialistas Pilar Fumanal, sedimentóloga, y
Michéle Dupré, palinóloga, actualmente en proceso de elaboración.
Sobre la vegetación, a través del análisis polfnico, todavía no tenemos
ningún dato ; los análisis sedimentológicos, por el contrario, están sumamente adelantados, y a través de los informes preliminares que ha
tenido la amabilidad de facilitarnos la Sra. Fumanal conocemos que
las arenas de los niveles 1 y m se han sedimentado en un fondo de
aguas tranquilas, tipo laguna, mientras que las del nivel n lo han sido
en la orilla o ribera de una laguna, habiendo sido batidas y rodadas
por la acción de las aguas.
ANALISIS DE C-14
La naturaleza de los hallazgos del gran tronco, los pies derechos
contiguos y los restantes restos vegetales, ex:igfan un pronto y rápido
análisis de C-14, dada la trascendencia que podrfa tener el hallazgo,
de confirmarse a su través las dedu~ciones de orden estratigráfico y
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PRIMRRAS DATACIONES DE C-14
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arqueológico realizadas por nosotros, que nos permitieron suponer,
provisionalmente, una datación alrededor del 50.000 a. de C. para
ellos.
Merced a las gestiones de Alberto Sols García, director del Instituto de Enzimologfa y Patología Molecular del C.S.I.C., la dirección del
Instituto de Química Física «Rocasolano», así mismo del C.S.I.C., comprendió también el interés del asunto y el director del Laboratorio de
Geocronologfa, Dr. Fernán Alonso, aceptaba gustoso las muestras,
que fueron enviadas el 6 de julio de 1979.
Se remitieron las siguienteg:
La núm. 1 era un trozo de madera junto .al gran tronco.
La núm. 2 comprendía éarbones diseminados entre una capa de
arenas grises sobre el nivel con útiles musterienses
enlaZ-A.
La núm. 3 era de un tronco.
La núm. 4 ídem.
La núm. 5 de carbones recogidos debajo del gran tronco e inmediatamente encima del nivel musteriense.
Posteriormente, en distintas comunicaciones el Dr. Fernán Alonso
nos indicaría que todas las muestras estaban bastante carbonatadas,
de tal manera que la núm. 2 y la núm. 5 de carbón solamente dieron
ligeros indicios, por ser el resto carbón soluble; la núm. 1 se redlijo de
13 g. enviados a 5'05 g. al estar la madera muy descompuesta; mientras que la 3 y la 4 eran mejores y en ellas se confiaba.
El13 de febrero de 1980, el mismo Dr. Fernán Alonso nos enviaba
por fin el esperado resultado sobre los análisis efectuados a las muestras números 3 y 4. La núm. 3 procedía de la gran pieza plana de madera localizada junto al gran tronco (fig. 7) y la núm. 4 se obtuvo de
un grueso tronco situado, entre otros restos vegetales, en uno de los
extremos del denominado «gran tronco» (fig. 7 y Lám. VIII).
Los resultados de los análisis fueron los siguientes:
Análisis núm. 1
Nombre de la muestra: Las Fuentes. Navarrés. Valencia.
Muestra núm. 3
Material: 'Madera.
Presentada por: Dr. D. Fletcher. Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación Provincial. Valencia.
Edad Carbono-14: Más de 40.000 años.
Referencia del laboratorio de Geocronologfa: C.S.I.C. - 467.
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J . APARICIO PEREZ
Análisis núm. 2
Nombre de la muestra: Las Fuentes. Navarrés. Valencia.
Muestra núm. 4
Material: Madera.
Presentada por: Dr. D. Fletcher. Servicio de Investigación. Diputación Provincial. Valencia.
Edad Carbono-14: Más de 40.000 años.
Referencia del Laboratorio de Geocronologia: C.S.I.C. - 468.
Con respecto a ambas se nos aclaraba que la expresión mayor de
40.000 años significaba que la antigüedad de las muestras era superior al limite de las instalaciones de medida y que se aplicaba cuando
la actividad del Carbono-14 era inferior al doble de la desviación
standard del fondo del detector, siendo un término adoptado internacionalmente para fijar el máximo de edad que cada laboratorio puede
alcanzar. Siendo de interés añadir que las .muestras contenían una
muy pequeña cantidad residual de C-14, cuyo valor permitía intuir
más que deducir que sus edades oscilaban entre 40 y 50.000· años.
La analitica descrita confirmó tajantemente la edad aplicada por
nosotros a los restos estructurales descubiertos de acuerdo con su naturaleza y disposición estratigráfica, lo que los convierte en una de las
novedades más sobresalientes e importantes acaecidas a la prehistoria valenciana en la última década, y, por qué no decirlo, también a la
prehistoria europea, ya que las estructuras conocidas en yacimientos
del Paleolítico Medio son sumamente escasas.
ANALISIS BOTANICO
La probable trascendencia del hallazgo exigia ~gotar todas las posibilidades referentes al conocimiento de su naturaleza, y en este sentido consideramos sumamente importante conocer la éspecie o especies botánicas que integraban la gran masa de restos vegetales exhumados.
La dificultad se presentaba al no contar en Valencia con ningún
especialista; sin embargo, a través de los informes recibidos de Rafael
Ruano, ingeniero de !CONA en Valencia, nos pusimos en contacto con
el Departamento de .la Madera y Corcho del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias, cuyo ingeniero-jefe, César Peraza, aceptó
amablemente el análisis de las muestras, que nos fueron remitidos
con fecha 6 de junio de 1980, firmados por el mencionado Jefe del De- 24 -
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PRIMERAS DATACIONBS DE C- 14
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partamento y por V. López Fraile, encargado del Laboratorio de Anatomfa de Maderas, siendo el resultado el siguiente:
«Las muestras recibidas son 20, de aspecto leftoso y numeradas
del 1 al18, y con números romanos 1 y n. El estado de conservación
de su estructura anatómica, en general, es muy malo, por haber perdido o modificado las células ~us componentes químicos, como consecuencia del tiempo transcurrido.
El contenido· de la muestra núm. 2 es arena, con algunas partículas de origen vegetal en forma de escamas sin aspecto aparente leñoso.
Una vez analizado el material origen de este informe, parte quedará depositado en este Departamento, devolviéndose el resto al Servicio solicitante.
Estudio macro y microscópico
Por considerarlo indispensable para su análisis anatómico, previo
al estudio de identificación, se han hecho en el Laboratorio de Anatomfa de Maderas preparaciones macro y microscópicas de tres secciones de cada una de las muestras, según los planos transversal,
longitudinal, tangencial y longitudinal radial.
Analizadas macro y microscópicamente cada una de las muestras
de leño citadas, empleando para ello claves analfticas por una parte,
y, por otra, muestras patrones de nuestra xiloteca, comparando cada
uno de los elementos anatómicos que componen su estructura, según
los criterios citados, se ha llegado a las siguientes conclusiones:
Conclusiones
Las muestras núm. 1 y del 3 al 18 inclusive, junto a la 1 y 11, corresponden todas a la misma especie botánica, quedando identificada
las diecinueve como Pinus Nigra, Arnold.
El nombre comercial español, conforme a la Norma UNE núm.
56501, es el de Pino Laricio.
También se la identifica con otros nombres comerciales según su
origen, que son los siguientes:
Corsican pine (Inglaterra).
Pi bort (Catalufta).
Pi sarrut (Tarragona).
Pin laricio (Francia).
Pino albar (Huasca).
Pino ampudio (Jaén).
Pino blanco (La Sagra, Huasca).
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18
J . APARICIO PBREZ
Pino cascalbo (Avila).
Pino gargalla (Lérida).
Pino laricio (Italia).
Pino masano (Pirineo aragonés).
Pino mazarro (Pirineo aragonés).
Pino melis (Tarragona).
Pino nasarre (Pirineo aragonés).
Pino negral (Cuenca, Guadalajara, Teruel, Castellón).
Pino pudio (Jaén).
Las escamas de origen vegetal de la muestra núm. 2 se ha comprobado que pertenecen al floema (corteza) del género Pinus, y en
cuanto a la especie de Pinus se refiere, es de suponer que, al ser hallada en el mismo yacimiento que las anteriores, corresponde a corteza
de Pinus Nigra, Arnold».
EXCAVACION DE URGENCIA EN 1980
Teniendo en cuenta, sin einbargo, que la masa de sedimentos extraídos por la maquinaria excavadora sobrepasaba los cinco metros
en algunos puntos, y casi cuatro encima de las estructuras, era obligado pensar en la posibilidad de la existencia de otros niveles musterienses superpuestos al descrito y a los restos vegetales, así como,
también, niveles cie otros momentos culturales a juzgar por el·hallazgo del trapecio y del borde rebajado. De ahí que el S.I.P. decidiera la
realización de excavaciones en el momento oportuno.
Dicho momento se presentó en septiembre de 1980, debido a la
posibilida~ de efectuar el vaciado del embalse al final de la temporada turística y antes del comienzo de las lluvias otoñales, eligiéndose
para ello una zona de cuatro metros de longitud por un metro de anchura situada a unos 10m. al S.W. del lugar donde aparecieron los
restos vegetales, cuadriculándose con arreglo al sistema de las coordenadas cartesianas (fig. 6).
La fmalidad primordial era la obtención de una completa secuencia estratigráfica desde la superficie actual hasta la roca o piso estéril
basal, con el fin de conocer y estudiar la sedimentación que se encontraba encima de los restos vegetales exhumados anteriormente, sedimentación no conocida hasta el momento, debido al empleo de maquinaria en las anteriores ocasiones en que se vació el embalse·para su
limpieza.
Desgraciadamente, únicamente se pudo llegar hasta una profundidad total de tinos 3 metros, en cuyo momento comenzó !! inundar-se
el lugar debido a la invasión del agua desde el embalse, por lo que se
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FUENTES
LAS
( NAVARRES- VALENC lA)
EXCAVACION 1980
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PRIMERAS DATACIONBS DB <:-14
19
instaló un grupo de achique que comenzó a funcionar ; sin embargo, la
rotura de la maquinaria instalada, junto a las lluvias torrenciales cafdas que motivaron la paralización de los motores de riego, fueron
causa del ascenso del nivel de las aguas subálveas, por lo que éstas
comenzaron a inundar la excavación desde todos los puntos; de ahf
que nos viéramos obligados a suspender la excavación hasta ocasión
más favorable.
A través de lo excavado, sin embargo, se pudo colegir la extraordinaria importancia de la. secuencia estratigráfica del yacimiento.
Hasta los tres metros se pudieron distinguir ocho niveles diferentes
(fig. 9 y Láms. IX y X); el primero de ellos correspondiente a las arenas extrafdas desde el interior del embalse, afectando ya a los niveles
musterienses, por lo que proporcionaron numerosos restos liticos
musterienses, así como algo de fauna.
El segundo nivel, correspondiente a una capa de tierras oscuras
arcillosas con algo de arena fina en su composición, la cual iría aumentando en proporción a medida que se profundizaba, resultó estéril
por completo y procedía también del interior del embalse, siendo la
capa superficial del «prado» en la zona vaciada.
El nivel tercero era similar al anterior y correspondía a la primitiva superficie del «prado» en esta zona, antes de cubrirlo con los dos niveles anteriores. También resultó estéril.
El cuarto estaba formado por arenas oscuras, en las que se encontraron abundantes restos de materia orgánica, causa de su coloración , guardándose muestras de madera para análisis paleobotánicos
y radiocarbónicos. Se recogieron numerosos sílex diminutos y atípicos.
Los niveles quinto y sexto ofrecían claras anomalias, ya que el VI,
formado por arenas similares a las del IV, y en directo contacto con el
mismo, del cual era la continuación, buzaba violentamente de N-E a
S-W, de tal manera que en el talud a-b no aparecía, mientras que a las
tierras negras, con abundantísima materia orgánica, del nivel V, le
ocurría otro tanto, no encontrándose salvo en una reducida superficie
del talud b'-a'. La tierra negra del nivel V resultó también estéril industrialmente, recogiéndose únicamente restos vegetales, mientras que
las arenas del VI proporcionaron una industria similar a la del nivel
IV.
El nivel VII era auténtica turba, en disposición sensiblemente horizontal, resultando también estéril.
Debajo aparecieron arenas en capa de gran potencia, cuyo espesor no se pudo determinar, debido a que el agua comenzó a inundar la
zona excavada. Las arenas eran de tonalidad clara, de grano fmo, y
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20
J . APARICIO PBRBZ
exentas de materiales gruesos; contenía industria lítica (sílex) de
idénticas características que la de los niveles IV y VI.
La estratigra.fia descrita, que únicamente cubre tres metros de los
cinco calculados hasta alcanzar el nivel de los restos vegetales conocidos, aporta nuevos datos para confirmar los obtenidos por medios estratigráficos y analíticos anteriormente acere~ de la autenticidad de
los restos vegetales, cuya importancia se acrecienta (2).
BIBLIOGRAFIA
APARICIO PEREZ, J .: «Un nuevo yacimiento musterlense en la provincia de Valencia: "Las
Fuentes" (Navarrés)t. Zephyrus, XXV, págs. 43-51. Salamanca, 1974.
APARICIO PEREZ, J.: «El yacimiento de "Las Fuentes" IN avarrés, Valencia) y el Musterlense
en la Región Valenciana (España)». Quart4r, 25 Band. págs. 25-51. Bonn, 1974.
APARICIO PEREZ, J .: «Las Fuentes». Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, t. IV, pág.
308. Valencia, 1974.
«La labor del S.I.P. y su Museo en el pasado atio 1979», págs. 73-75. Valencia, 1980.
(2) Bl S.I.P . se complace en testimoniar su agradecimianto, por la colaboración recibida,
a loa Centros y especialistas citados en las anteriores páginas.
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APARICIO PEREZ.-Primeras dataciones
¡_ __ .
LAM. I
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APARICIO PEREZ.-Primeras dataciones
LAM. 11
Raederas, puntas, buril, trapecio y dorso rebajado de Las Fuentes
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APARICIO PEREZ.-Primeras dataciones
Raederas, núcleos y lasca de Las Fuentes
LAM. Ill
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APARICIO PEREZ.-Primeras datacíones
Raederas de Las Fuentes
LAM. IV
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APARICIO PBREZ.-Primeras dataciones
A.-Posición del gran tronco. B- Panorámica general
5
LAM. V
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APARICIO PEREZ.-Primeras dataciones
LAM. VI
Extremo vaciado del gran tronco
-
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APARICIO PERBZ.-Primeras dataciones
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LAM. Vil
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APARICIO PBREZ.-Primeras dataciones
LAM.
Amasüo de restos vegetales de donde ae tomó la muestra de Cl4 niun. 4
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vm
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APARICIO PEREZ.-Primeras datacion.es
LAM. IX
.Diversas perspectivas de las excavaciones de 1980
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APARICIO PEREZ.- Primeras dataciones
Detalle de la excavación de 1980
LAM. X
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ARCHIVO DB PREHISTORIA LEVANTINA
VOL. XVI (Valencia, 1981)
JOSE APARICIO PEREZ
(Valencia)
NUEVA PIEZA DE ARTE MOBILIAR
PARPALLENSE
El Arte del Parpalló o ARTE PARPALLENSE es lo suficientemente
conocido a escala mundial, así como el papel fundamental que ha representado en el mejor conocimiento y estructuración del arte paleolítico europeo, para que una nueva obra venga a tener especial signíficación o pueda introducir modificaciones esenciales o siquiera de matiz en los esquemas artísticos y evolutivos establecidos. Sin embargo,
la descubierta adquiere singular significación por la naturaleza del
soporte sobre el que se encuentra, de ahí que juzguemos oportuno dedicarle primordial atención, lo que motiva el presente trabajo.
CARACTERISTICAS Y HALLAZGO
El soporte de la nueva obra conocida de arte mueble procedente
del Parpalló (fig. 1), es una gran caña de hueso largo, posiblemente de
caballo, de 19 cm. de longitud, 3.5 cm. de anchura máxima y 1.8 cm.
de espesor en la parte proximal de la apófisis; presentando buena
conservación y gran solidez por intensa mineralización; con pátina
marrón oscura.
Se halló a una profundidad entre 4 y 4.50 m. (fig. 2), siendo recogido, pues, entre los días 4 y 6 de junio de 1930, cuando 1~ dirección
de los trabl:tios de excavación que realizaba el S.I.P. de la Diputación
de Valencia en la cueva ·gandiense era compartida yor Luis Pericot,
Mariano Jornet y Gonzalo Viñes.
A causa de que se trata de un gran fragmento de hueso largo, sin
preparación aparente a pesar de que se observa cierto pulido de algunas aristas, pasó desapercibido a los excavadores confundido con los
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J . APARICIO PBREZ
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Maravellet (4); Porca (5); Buraoc Blanc (8); Ratea Peoau y Peoya Roja (71
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(o)
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4
J . APARICIO PRREZ
otros restos de fauna, entre otras razones por la capa de .Qarro y tierra
que lo debía cubrir, enmascarando, por lo tanto, las incisiones.
Precisamente la capa donde apareció; especialmente «la parte occidental, estaba lleria de los restos óseos de los animales consumidos,
formando un inmenso osario»,· según nos relata Pericot (1), y como un
hueso más fue recogido y guardado en los almacenes del S.I.P:, donde
permanecía junto a otros muchos huelfos dentro de un gran cajón de
madera.
En 1972, el Dr. I. Davidson, arqueólogo-paleontólogo inglés, estudiaba la fauna del Parpalló y al examinar la del cajóri en cuestión
acertó a distinguir las incisiones figuradas, entregando la pieza a la
dirección del S.I.P., que de inmediato valoró su extraordinaria importancia, quedando expuesta en las vitrinas de su Museo, dándose noticia gráfica en el libro «Museo de Prehistoria... » (Valencia, 1974, ·
pág. 53.)
LAS FIGURACIONQS
La parte externa del hueso, sensiblemente incurvada, contiene
dos figuras enfr~ntadas (fig. 3 y láminas I a IV), la de la izquierda corresponde a un caballo y la de la derecha a un cérvido.
Ambas se han ejecutado mediante la técnica de la incisión, aplicada de dos maneras diferentes, parte de la crinera, oreja, cara, boca,
barba y belfos del caballo, así como de la cabeza y cuello del cérvido
se han ejecutado con incisión simple profunda de sección en uve; el
resto, en ambas figuras, por el contrario, se ha ejecutado mediante incisión muy somera, aunque ancha en relación con su poca profundidad, observándose wi doble surco paralelo que podría confundirse
con el «trazo repe'tido» descrito por Barandiarán (2), pero, al parecer,
se trata más bien de la doble huella de los extremos de la arista del
buril empleado, según nuestro criterio.
EL CABAL.l.O
El caballo, que mira a la derecha, se grabó con trazo firme y suave, figurándose únicamente la cabeza,' cuello, crinera, cruz, parte del
dorso, pecho y parte del vientre, no representándose, por lo tanto, ni
PEIUCOT GAl\CIA, L.: cLa Cova del Parpallót, pág. 65. Madrid, 1942.
(2) BARANDIARAN MABSTU, ~.: cArt8 Mueble del Paleolitico Cantábrico.» Monogratlas
Arqueológicas, XIV, pág. 256. Zaragoza, 1972.
(1)
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NUEVA PIEZA DE ARTE
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6
J. APARICIO PBREZ
la mitad trasera del mismo ni las extremidades (fig. 3 y láminas I a
ill). La crinera destaca perfectamente, cayendo abruptamente sobre
la frente (lám. ill), estando formada por dos lineas paralelas rellenas
de trazos oblicuos que sobrepasan su límite superior, lo que generalmente es interpretado como signo de hirsutismo (3). Solamente se representa una de las ·orejas mediante linea oblicua simple, pudiendo
confundirse la otra con la linea terminal de la crinera paralela a la
anterior.
La frente y la cara del mismo caball~ son sensiblemente convexas; el ojo se ha representado mediante una incisión corta oblicua,
cortada por otr~ transversal, quedando en el cruce una pequeña
oquedad; el hocico sufrió rectificación, acortándolo, lo que·parece ser
debido a que se alargó y levantó excesivamente el extremo del mismo,
lo que obligó a borrar, raspándolo, el ollar o narices iniciales, nítidamente representadas en el nuevo trazado. Por el contrario, la boca,
los belfos, la barba y el barboquejo no aparecen entre la confusión de
líneas, algunas de las cuales, por su oblicuidad, parecen querer representar, más bien, los pelos de la barba, y otra horizontal no guarda
posición en relación con las otras.
Sin emb~go, las fauces si quedan bien representadas, continuándose la figura a partir de aqui por el cuello, pecho y, quizá, parte del
vientre, donde ya acaba, siendo, en este último tramo descrito donde
una serie de numerosas incisiones cortas oblicuas rellenan toda la mitad inferior del cuello, pudiendo representar el abundante pelo que
poseen en esta parte determinadas especies (faballares, o bien ser un
recurso artístico en relación con el llamado claroscuro, utilizado para
dar relieve y volumen a la figura, inclinándonos nosotros por la primera opción. De las extremidades y de la parte trasera no hay ningún
detalle.
En general el caballo se representa de forma alargada en el sentido del soporte, y las partes señaladas son exactamente las que el autor debió querer plasmar, según la tendencia indicada por Pericot en
Parpalló: «Rarísima vez el animal aparece entero, a no ser en dibujos
de pequeño tamalio. En la mayoría de los casos vemos sólo la parte de
cabeza y cuello del caballo» (4). En la postura representada se podrla
intentar ver al caballo en actitud de salto, o bien en la posición tensa
que adoptan post-mortero, lo cual, sin dejar de ser viable, es excesiva·
mente subjetivo.
(3) MADARIAGA DE LA CAMPA, B.: «Las pinturas rupestres de animales en la Región
Franco-Cantábrica. Notas para su estudio e identificación., Instituto de Prehistoria y Arqueologia cSautuolaJ. Institüción cultural de Cantabria. Santander, 1969.
(4) Vid. PERICOT, opus cit. nota 1, pág. 125.
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NUEVA PIEZA DE· ARTE
7
Se encuentra atravesado por numerosas lineas incisas oblicuas,
de incisión ancha y poco profunda, que nada tienen que ver con el tema de los trazos pareados (5) (tampoco las numerosas incisiones señaladas en el vientre), sin que hayamos encontrado claros elementos
comparativos en otras representaciones lineales (6); en todo caso no
están dispuestas al azar, una de ellas cruza la cara por la parte más
convexa de la misma y modela las fauces, la siguiente arranca del
niismo ojo"' otra, a continuación, parece iniciarse en la base d& la oreja
separada de la crinera; otras lineas incisas interiores parecen querer
representar detalles del caballo o ser intentos fallidos del dibujo.
Es imposible calcular la superficie o realizar el diagrama zoométrico de esta figura caballar, tal y como propone Madariaga (7), ya
que lo único que podemos calcular es la longitud de la cabeza, 20
mm.; anchura corporal, una cabeza y dos partes y media; longitud del
cuello, 1 cabeza y dos partes y media; anchura del cuello, 7 partes y
media, y ello con reservas dada la deformación de la figura. Aparte
del cuello corto, lo más destacable es la convexidad de la cara y el hirsutismo de la crinera, que resalta notablemente.
Si atendemos a la convexidad del perfil de la cara, detalle significativo, estudiado especialmente por Ruy d' Andrade desde otro .ángulo
(8), y tenemos en cuenta el Trígamo Signaléptico de Baron, reproducido por Madariaga (9), nos encontraríamos ante un caballo longilineo e
hipermétrico; convexidad que, también según Madariaga (10), secorresponde con caras alargadas, nuca estrecha, ojos oblicuos y pequeños, ort-jas juntas, cuello convexo, cruz elevada, dorso y región del ri-
15) CORCHON, M.• SOLEDAD. : «El tema de los trazos pareados en el Arte Mueble del Solutrense Cantábrico.» Zephyrus, XXV, págs. 197-207. Salamanca, 1974.
l6f CASADO LOPEZ, P. : «Los signos en el arte paleolftico de la Peninsula Ibérica.» Monografias Arqueológicas, XX. Zaragoza, 1977.
BARANDIARAN MABSTU, l .: «Algunas convenciones de representación en las figuras
animales del Arte Paleolftico.» Santander Symposium. Actas del Symposium Internacional de
Arte Prehistórico. Santander, 1972, págs. 345-381. Santander-Madrid, 1972.
·
17J Vid. opus cit. nota 3.
(8) ANDRADB, RUY D'. : cO cavalo andaluz de perfil convexo.» Boletim Pecuário, n.o 1,
ano vm, págs. 5-32. IJsboa, 1941.
.
Otros estudios de este investigador dedicados al tema del caballo son:
rO cavalo andaluz de perfil recto e tipo oriental.» Boletim Pecuário, n.o 4 , ano vn, págs.
5-16. Lisboa, 1939.
«Apontamentos para um estudo sobre a origem e domestica't4o do cavalo na Peninsula ·
Hiberica. Apro~a'tOes.• IJsboa, 1926.
«Equideos do fim do paleolitico e inicio do neolitlco.» O instituto, vol. 94, págs. 5-31.
Coimbra, 1939.
(9) Vid. opus cit. nota 3, pág. 18.
(10) Ibídem, pág. 20.
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. 8
J . APARICIO PBREZ
ñón convexos, grupa inclinada y cola de inserción beja metida entre
los isquiones. En cuyo caso se trataría de su Morfotipo IV de la clasificación de los caballos de la Re~ón Cantábrica, con hábita~ en valles y
regiones costeras, ricas en pastos.
No es nuestro propósito, ni mucho menos, determinar la raza del
caballo aqui representado, lo que consideramos ciertamente imposible, aunque se han realizado intentos (11) ampliamente criticQdos
(12), afirmándose, incluso, runa no muy compleja diferenciación dentro de la especie caballar» (13); pero, siend·o la clasificación binaria,
Tarpán o Przewalsky, la más aceptada actualmente, seria interesante
poder definir la pertenencia de nuestro caballo a cualquiera de ambas.
La crinera enhiesta es rasgo propio del Morfotipo ir de Madariaga, lo cual abogaría por el Przewalsky, aunque entonces se trataría de
un caballo mediollneo que no encejarfa con su perfil convexo según lo
expuesto. Lión Valderrábano señala, no obstante, una población de
caballos brevillneos en el Solutrense, y en el Magdaleniense Inicial
Longillneos (14), es decir runa población caballar de tipo tarpánico en
Gravetiense-Solutrense Inicial, sobre la cual parece extenderse una
muy numerosá capa de caballos de tipo oriental, dolicocéfalos y de
formas más alargadas, eñ algún momento del interestadio de Lasca\ID (15), este último necesariamente tendría que ser el Frzewalsky, que
es por el que nos inclinamos nosotros.
CBRVIDO
Enfrentada al caballo y por lo tanto en la parte derecha, junto a la
apófisis, se encuentra una diminuta figura, tanto que pasó desapercibida en los primeros momentos, no ya sólo por su peque:Jiez y lo ténue
de su grabado, sino también por el estilo esquemático e incluso torpe
de algunos de sus trazos (fig. 3 y lám. IV), de tal manera que llegamos
a dudar sobre si se trataba de un clprido o un cérvido, inclinándonos
por lo últim!J al examinar con detalle el morro y la cornamenta, ya
que figuras similares del Parpalló (16) se han considerado así.
(11)' BLANCHARD, J.: clnformations recherchées d'aprés les équides européens figures.»
Prebistorlc Art of the. Western Mediterranean and the Sabara. Viking Pund Publlcations lD
ADthropology. Number Thrlrty-Nlne. Barcelona, 1964.
(12) Vid. opus cit. nota 6.
(13) LION VALDERRABANO,. R. : cBl caballo en el Arte cántabro-aquitano.ll Publicaciones del Patronato de las Cuevas Prehistóricas de la Provincia de Santander, vm. Santander,
1971.
(14) Ibidem, pág. 75.
(15) Ibfdem, pág. 46.
(16) Vid opus cil nota l,..ligs. 195, 289 y 471.
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NUEVA PIEZA DB ARTB
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Pai'a su representación se hizo uso de dos microfiSuras naturales
situadas pró¡dmas y convergentes, aprovechándose para figurar la
nuca, cara, p.a rte del.morro y ·la mandíbula, completándose el resto
mediante incisión .simple de sección en uve, o ancha y somera, delimitándose asi el fino morro y el cuello que dobla violentamente y se
al~ga con exageración; sobre la nuca dos lineas rectas incisas divergentes representan las orejas, por lo que hay que considerarla como
una cierva. Ningún otro detalle anatómico hemos podido distinguir,
puesto que lo descritq es todo lo representado.
También, como el caballo, se encuentra atravesado por lineas incisas -en aparente desorden, una de ellas arranca desde la oreja izquierda, corta el morro de .la misma y se pierde debfijo del hocico del
caballo; otras dos incisiones convergentes oblicuas descienden paralelas al cuerno ~erecho para juntarse en el inicio de la parte inferior
· del cuello, alli se cruzan y siguen dirección divergente, uniéndose la
izquierda con la linea oblicua que cruzaba el morro, siguiendo, esta
última, el recorrido de una vieja fisura.
Por último, queremos señalar que entre el morro de la cabra y la
cabeza del caballo hay una serie de numerosas y cortas incisiones en
anárquica disposición al parecer, de imposible interpretación.
POSICION ESTRATIGRAFICA Y CRONOLOGICA
Ya hemos indicado como el hueso grabado se encontró entre 4 y
4.50 m. de profundidad, bien en la capa 16 (4-4.25 m.), bien en la 17
(4.25-4.50 m.), en el nivel que Pericot denominó primeramente
Solútreo-Auriñaciense final, cuando el «apogeo de la técnica solutrense decaía después de los 4.75 m., empezando entonces el apogeo de la
punta de muesca de tradición auriñaciense. El predominio de ésta se
hace más evidente a partir de los 4.5 metros», según explica el mismo
Pericot (17); sin embargo, añade en la misma página: «Pero estamos en
un mmnento de transición entre dos culttn'as de caracteres radicalmente
opuestos, y por ello, faltando capas estériles, forzosamente ha de producirse alguna confusión y entrecruce. Especialmente en ·la capa de 4
a 4.25· metros aparecen piezas que corresponden al nivel superior,
· que hacemos empezar alrededor de los cuatro metros, de la misma
manera que de los 3.75 a los 4 metros nos encontraremos c.o n piezas,
puntas de muesca, por ejemplo, que deben colocarse aqub (18).
(17) Ibidem, pág. 65.
(18) Ibidem.
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10
J . APARICIO PEBBZ
Sin embargo, Fullola rechaza esta suposición de Pericot, ya que
considera que nos encontramos ante una fase transitoria, prueba de
una evolución «in sitU», de ahí que el primer tramo (4-4.25) no deba
ser incluido en el Magdaleniense como querfa Pericot al considerar
mezclados los niveles (19).
Fue Siret, por otra parte, quien primeramente empleó el término
Parp.allense con el fm de definir el conjunto industrial caracterfstico
de este nivel (20); más tarde seria Jiménez Navarro quien lo utilizarla
con ánimo de que se difundiera y utilizara entre el mundo cientifico
(21), aunque con escaso éxito, ya que hasta el mismo Periqot se mostró sumamente reticente en su empleo y difusión.
Mientras tanto otros nombres le fueron aplicados, asf Breuillo denominó Solutrense levantino final (22); Obermaier, Capsiense Medio
(23), aunque fue la denominación de Jordá, Solútreo-Gravetiense
(24), la que tuvo más adeptos, difundiéndose rápidamente y siendo
aceptada hasta por el mismo Pericot.
Pero, con motivo del I Congreso de Historia del País Valenciano,
celebrado en Valencia en 1971, Domingo Fletcher Valls y nosotros
presentamos una moción pidiendo la aceptación del término Parpallense para el mismo, término que ambos utilizarfamos regularmente
a partir de dicho momento (25).
En 1976, Jordá y Fortea hablan ya de Solutrense evolucionado,
insinuando la posibilidad de que se le llame Parpallense (26), término
(19) .FULLOLA PEJUCOT, J. M.•.: «Las industriaslftlcas del PaleoliUco Superior Ibérico.•
Serie de Trablijos Varios del S. I. P., n.o 60, pág. 84. Valencia,. 1979.
(20) Vid. opus cii. nota 1, pág. 41, nota a pie de página.
(21) JJloriBNBZ NAVAJU\0, E.: «Nueva estación Parpallense.t Anales del Centro de Cultura Valenciana. Ado vm, n.0 22, enero-marzo 1935. Nó.m. 23, págs. 144-153. Valencia,
1935.
(22) Vid. opus cit. nQta 19, pág. 84..
(23) OBERMAIBR, H.: cBl hombre prehJstórico y los origenes de la Humanidad», pág. 78.
Madrid, 1932.
(24) JORDA CERDA, F.: «Secuencia estratigráfica del Paleolitico levantino.• Crónica del
IV Congreso Arqueológico dal Sudeste EspaAol. Elche, 1948, pág. 108. Cartagena, 1949.
(25) PLETCHER VALLS, D.: «La Cova del Parpalló (Gandfa. Valencia).• Nota informativa
con motivo"del Cincuenta Aniversario dl!l inicio de sus excavaciones (1929-197.9), pág. 10.
Diputación Provincial. Valencia, 1979.
APARICIO PERBZ. J.: tBl Paleolitico.t Nuestra mstoria, págs. 21 y 42. Valencia, 1980.
(261 PORTEA PBRÉZ, J. y JORDA CERDA. F. : «La cueva de Les Mallaetes y 1os problemas del Paleolitico Superior del Mediterréneo espaAob Zephyrus, XXVI-xxvn, pág. 156. Salamanca, 1976.
- 48-
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NUEVA PIEZA DB ARTE
11
que taxativamente utiliza Fullola en 1977 y en 1979 (27), ·y encontrando ·paralelismos claros .Yevidentes entre las industrias contemp·oráneas más representativas del Midi (Salpétriére), Italia (PagUcci) y
Valencia (Parpalló), no duda en definirlo como industria propia y característica del arco mediterráneo que va desde Almena hasta la Puglia, caracterizándolo por el retorno a la idea del dorso reblijado, diversificación de tipos, «lo que desembocará en la variedad microlitica
magdaleniense», ascenso de los buriles y de un· 5/ 1O % se pasa a un
17/ 25% (28); paralelismo generalizado que le lleva a la reivindicación
del término (29) de esta manera: «el Solútreogravetiense puede transformarse incluso en Parpallen.Se. Util definidor es la punta y la hoja de
escotadura. Uso renovado del retoque abrupto en dorsos reblijados,
sustituyendo la moda del retoque plano solutrense» (30). Definitiva toma de posturas de los investigadores foráneos que llena de satisfacción a los valencianos que hemos sido pioneros en la reivindicación
del término.
Fullola data el nivel desde el15.900 hasta el13.000 a. de C., apoyado en las fechas radiocarbónicas obtenidas para el Parpalló (31) ; en
lo qu~ discrepamos dado el estado, prodedencia y vicisitudes sufridas
por las muestras, todo lo cual hemos comentado recientemente (32),
pareciéndonos especialmente anómala la del Magdaleniense Ill. Por
nuestra parte hemos propuesto su datación desde el16.000 al15.000
a. de C. como la más oportuna de acuerdo con las dataciones generales obtenidas tanto para las industrias.similares como para las anteriores y posteriores {33), en cuyo momento, por lo tanto, se debió grabar el hueso en cuestión.
(27) FULLOLA PERICOT, J . M.•.: cEl Solótreo-Gravetiense o Parpallense, industria mediterránea.• Zephyrus, XXVIII-XXIX, págs. 113-123. Salamanca, 1978.
·
Vid. opus cit. nota 19 págs. 84 f 101.
(28) Ibídem, 1979, pág. 98.
(29) Ibídem, pág. 101.
(30) Ibídem, Óá$1. 131.
(31) Ibídem, págs. 132-133.
(32) APARICIO PEREZ, J.: cEl MesoUtico en Valencia y an el Medfterrineo Occidental.»
·
Serie Trab~os Varios del S.I.P., n.o 59, pAga. 150-Uil . Valencia, 1979.
(33) Vid. APARICIO, op.us cit. nota 25, pág. .42.
SHOTTON, F. W., WILUAMS, R.E.G. and JHONSON, A.S.: cRadiocarbón 1975.t Birmingham University Radiocarbón Dates IX, págs. 272-273.
APARICIO PEREZ, J .: «La Gruta dal Hortus y el Musteriense en la Región Valencian.a.t
Archivo de Prehistoria Levantina, XIV, pág. 11. Valencia, 1975.
ALMAGRO GORBEA, M. : cC-14, 1976. Nuevas fechas para la Prehistoria y la Arqueologia de la PeniDBula.t Trab~os de Prehistoria, vol. 33, pág. 307. Madrid, 1976.
-497
[page-n-52]
12
J . APARICIO PRRBZ
VALORACION ESTILISTICA Y ARTISTICA
La obra descubierta es, paradójicamente, única por el soporte, ya
que no existe ninguna otra pieza de hueso con grabados figurativos
tan nftidos e identificables, ya que de las 434 piezas de hueso o asta
con algún grabado, «la inmensa mayoría de tales piezas presentan
únicamente lineas grabadas que no parecen formar motivo alguno y
carecen por tanto de valor documental o simbólico, teniendo sólo carácter utilitario o fin indeterminado» (34).
El arte sobre losetas calizas «sigue produciendo algunas de sus
mejores obras, pero en contraste con las losetas de gran tamafto de niveles anteriores, ahora (Parpallense) abundan1as pequeñas con dibujo de estilo movido» (35)..
·
Bajo nuestro punto de vista el caballo destaca por su realismo
frente al manifiesto esquematismo de las figuraciones caballares parpallenses, de tal manera que, si exceptuamos dos representaciones
del Magdaleniense IV, números 443 y 446 respectivamente, es para
nosotros la de.mejor estilo y mayor calidad artfstica, y en la que en~
contramos un mayor cuidado en la representación de ciertos detalles
anatómicos.
La cierva, por el contrario, ofrece características comunes a numerosas representaciones sobre piedra, destacando su manifiesto esquematismo, soslayándose cualquier detalle anatómico interior y representándqse precariamente los exteriores, de ahí la duda sobre su
interpretación, tal y como le ocurrió a Pericot (36) ; especialmente por
el modo de representar las orejas mediante dos lineas rectas oblicuas
divergentes o en V, la asemejan a la 130, 289 y 471 ; el tratamiento
general de la cabeza a la 195 y otras; a resaltar el tratamiento descuidado, incluso torpe y burdo diríamos, del cuello, que se interrumpe en
la arista de rotura.
A pesar de que las cifras estadísticas indican que fue durante el
«Magdaleniense la época en que se acostumbró a grabar el hueso,
mientras que en los periodos anteriores tal práctica fue muy poco frecuente» (37), la calidad de la obra supera con creces a todas las representaciones posteriores, ya que únicamente se han seftalado cinco posibles representaciones animales, y ello con fundadas dudas, creyén-
(34) Vid. opus cit. nota 1, pág. 105.
Ibfdem, pág. 72.
(361 lbfdem, pág. 118.
(371 lbfdem, pág. 105.
(35)
-50-
[page-n-53]
NUEVA PIEZA DE ARTE
13
dose distinguir un posible cáprido en el Magdaleniense I, asi como algo parecido a una cabeza d.e serpiente en el mismo nivel; sobre un
punzón del Magdaleniense II una cierva poco clara y un cuadrúpedo
sumamente esquemático; otra cabeza de cabra pertenece al Magdaleniense IV, sin que se pueda tomar en consideración un ciervo casual
del Magdaleniense I.
Hasta el momento de su descubrimiento el predominio absoluto
era de los motivos geométricos, con 38 ejemplares grabados a base de
líneas en zig-zag o cruzadas sobre útiles magdalenienses, lo que hizo
af'Irmar a Pericot que «ú.nicamente se decoran las piezas de hueso y
asta cuando éstas adquieren importancia y su labor merece más atención que la del sílex, o sea en los periodos magdalenienses (38); el hueso en estudio obliga, pues, a cambiar esta af'll'lllación, o por lo menos
a matizarla.
Estilisticamente su pertenencia al Parpallense es evidente y apropiada, y aunque estad.fsticamente haya un descenso de caras de losetas calizas grabadas y pintadas durante el Parpallense, hay, por el
contrario, un aumento considerable de las representaciones zoomorfas tanto grabadas como pintadas en el momento que se utiliza el hueso como soporte, lo que resulta, en este periodo, una novedad importante (39).
Los cérvidos son los animales más representados en el Parpalló,
especialmente las hembras, pudiendo «decirse que tenemos representaciones C!e ciervas en todos los estilos o maneras que en el arte del
Parpalló aparecen y en todos los niveles de esta cueva» (40), encontrándose sus mejores imágenes en el Solutrense» (41).
El caballo no se encuentra representado con tanta frecuencia como los cérvidos, sin que se adviertan diferencias numéricas o estillsticas entre el Magdaleniense o el Premagdaleniense, habiendo en ambas etapas excelentes dibujos al lado de esbozos de un primitivismo
ingénuo o inhábil y torpe. A pesar de todo Pericot también señala como en las «capas superiores se hallan las siluetas más f'Inas y hábiles,
con una fuerza expresiva que el artista clásico no superó, aún contando con medios más perfectos» (42).
(38) Ibídem, pAg. 106.
(39) LLONGUBRAS CAMP.d'A, 14. : tGréficos estadísticos sobre las placas de la Cueva
del Parpalló (Gand.la, Valencia).J Santander Symposium. Actas del Symposium IntemacJonal
de Arte PrehJstórlco, p6gs. 393-403 . .Santander-Madrid, 1972.
(40) Vid. opus cit. nota 1, pégs. 117 y 118.
(41) Ibídem, pég. 136.
(42) Ibídem, pég. 125.
- 61 . -
[page-n-54]
14
J . APARICIO PBBBZ
En el Artb Paleolitico Cantábrico la cierva se representa 17 veces,
siendo tema especialmente tratado en el ciclo Solútreo-magdaleniense
según Barandiarán (43), co~inando con el caballo (44)! Los caballos
aparecen en 22 objetos diferentes, representándose en 28 ocasiones;
aunque el mayor número de representaciones corresponde al Magdaleniense superior y. final (45). ·
La idea de que las obras del arte mueble, sobre plaquetas, losetas,
hueso, etc., eran los modelos transportables· en los que se inspirabJl o
guiaba er artista paleolitico para la realización de las obras parietales,
ha sido de'rmitivamente relegada y abandonada; sin embargo, por sus
mayores y mejores posibilida~es de. datación absoluta, han sido guia
para la ordenación estilis~co-cronológica del Arte parietal Hispanoaquitano (el mal llamado Franco-Cantábrico), a pes.ar de las objecione·s puestas al método por los evidentes «desfases temporales y faltas
de correspondencia en las .cartas de distribución geográfica de las
manifestaciones parietales y ·muebles» (46), puesto que «los casos de
obras realmenté iguales .en~ el arte mueble y el parietal son contadisimos, acaso no sea la misma 1~ finalidad de uno y otro arte, ni los
mismos los autores de ambas obras», señ.alándose da mayor homogeneidad y simplicismo del arte mueble (obra de un solo individuo, ejecutada en un solo momento) sobre el parietal» (47).
~i atendemos a la estructuración del Arte Hispano-Aquitano de
Leroi-Gourhan nuestrá obra artistica encajaría perfectamente dentro
del Estilo m de su l?erfodo Arcaico, cuando todavia subsiste la curva
cérvico-dorsal, aunqúe muy atenu~da, con crineras más perfectas,
desarrollándose durante el Solu~rise y Magdaleniense I y II (48). Sin
embargo, se advierten ciertas diferencias que marcan -el camino a seguir para la separación técnica, estilistica y temática del Arte Atlántico y del Mediterráneo durante el Paleolítico, así vemos como das pequeñ.as placas de hueso sólo son frecuentes a partir del Magdaleniense medio» (49); mientras que los cérvidos son los menos representados, no así el caballo, ·que junto al bisonte es el segundo más representado entre todos los temas .zoomorfos JSO).
(431
(44)
(45)
'(461
(471
(48)
(49)
(500
Vid. opus cit. nota 2, pég. 274.
Ibfdem, pég. 299.
Ibldem, pég. 269.
Ihfdem, pégs. 302-303.
Ibídem, pég. 303.
LBROI-GOURBAN, A. : cPrehiatorla del Arte Occidental» Barcelona, 1968.
Ibídem, pég. 45.
Ibfde~, pég. 59.
- 62-
[page-n-55]
NUEVA PIEZA DE ARTE
15
EL ARTE PARPALLENSE
El título que hemos dado a este trabajo es lo suficientemente
explicito para manifestar nuestra ~oma de postura acerca de la cuestión siempre esbozada y nunca planteada y discutida acerca de las diferencias y separación entre las dos tendencias artísticas, o mejor entre los dos artes peninsulares y extrapeninsulares que se desarrollan
durante el Paleolftico Superior, el Hispano-Aquitano y el Mediterráneo Oc.cidental o Arte Parpallense.
· Breuil, en 1962, no consideraba viable ;ni prudente la asociación
coJl).parativa entre el ~e del Parpalló y el Hispano-aquitano (51).
Fue, sin embargo, Graziosi quien llegó mucho más lejos, y ya desde 1933 acertó a ver las similitudes y paralelos de lo mediterráneo
(52), creando más tarde su Provincia Mediterránea (53), sobre lo que
hemos hablado exten~amente en fecha reciente (54), tratando ya del
Arte Parpallonés como arte djferenciado (55), idea que, en parte, también aceptó Pericot (56).
La justificación del término es obvia. La prelación del Parpalló sobre la totalidad, o por lo menos la mayor parte, de los yacimientos conocidos con muestras de este arte, y sobre todo, la abrumadora cantidad de piezas halladas en Parpalló, sin posibilidad comparativa, obligan a la utilización y aceptación del término derivado del nombre de
la cueva valenciana, de ahí lo de Arte Parpallense.
Aunque no hay posibilidad material para desarrollar y ampliar el
tema, nos limitarep¡os a indicar, a la espera de ocasión más propicia,
que cada vez y con mayor intensidad y frecuencia se señalan las dife-
(51) BREun., H.: cThéories et faits cantabriques relatifs su Paléolithique Supérieur et a
son art des cavemes.) Munibe, año XIV, cuaderno 1/2, pág. 356. San Sebastián, 1962.
152) GRAZIOSI, P.: «Nuovi Elementi perlo studio dei grafitti.di Grotta Romanelli. Le incisione della Cova del Parpalló (Valenza)». Archivio per 1'Antropologia e la Etnologia, LXII, pág.
142. Firenze, 1933.
(53) GRAZIOSI, P.: «L'Arte dell'AÍltica Etá della Pietra.» Firenze, 1956.
Ibfdem.: «L' Art paleolithique de la province méditeiTaneenne e.t ses influenpes .dans 1!'8
temps post·paléolithiqueu Preblstoric Art ofthe Westem Mediterranean and the Sabara. Vildng Fund Publication in Anthropology, number Thirty-Nine, págs. 35·44. Barcelona, 1964.
lbldem.: d.' Arte Preistorica in Italiu, Sánsoni editare. Firenze, 1973.
Ibfdem.: d.' Art paléo-épipaléolithique de la Province MéditeiTanéenne et ses nouveaux
documen~ d' Afri.que du Nord et du Procbe-Orlant.J Simposio de Arte Rupestre, Barcelma,
1966, págs. 265· 271. Barcelona, 1968.
(54) Vid. opus cit. nota 32, págs. 198·206.
(55) Vid. APARICIO, nota 25, págs. 69 a 74.
(56) PERICOT GARCIA, L.: cUn cuadrilátero artístico en al Paleolitico Superior: AfticaRomanelli-Perigord·Parpall6.» Ampurias, 5, pág. 295. Barcelona, 1943.
- 63 -
[page-n-56]
16
J . APARICIO PEREZ
rencias entre ambos, y así Beltrán no considera marginal o provincial
lo descubierto recientemente en Colungo (57), mientras que los nuevos grabados descubiertos en el Riparo Tagliente, de tema lineal,
geométrico y figurativo, co~binan rasgos Hispano-aquit~os y mediterráneos al decir del autor (58).
Las ideas más tajantes sobre el particular, sin embargo, han sido
formuladas por J. Fortea Pérez, para quien «A partir del Solutrense
Medio hay una evidente personalización del Mediterráneo español
con elementos progresivos en el Pleno, y diferenciadores y progresivos en el evolucionado que configuran un ciclo artístico coherente,
con sentido· estilístico propio y lejano al atlántico; sólo queda lo conceptual» (59); habiendo señalado ya en páginas anteriores como «los
ideomorfos rectangulares de Parpalló nos sirven para repetir otra vez
que el Arte Mediterráneo ·español es atlántico en lo conceptual y mediterráneo en lo estilístico)) (60).
Acerca de estos temas también P. Casado habla de fondo común,
aunque apuntando la existencia de diferencias sensibles entre ambos,
señalando en el Parpallense una mayor tendencia hacia lo esquemático, que es antiguo por otra parte (61).
En el futuro inmediato creemos que habrá que seguir esta línea y
estudiar el Arte Parpallense con plena autonomía y no en sentido sucursalista del Hispano-aquitano como se ha venido realizando hasta
el momento, siendo este breve apunte una primera llamada de atención sobre el problema.
(571 BELTRAN MARTINEZ, A. : «Sobre los nuevos descubrimientos de arte ruprestre en
Colungo (Huesca. España).» Travaux de l'Institut d'Art Prehistorique, xxn. págs. 149-156.
Toulouse, 1980.
(58) LEONARDI, P.: «A propos de quelques nouvelles gravures paleolithiques du Riparo
Tagliente dans les Monts Lessini pres de Verone (Itali.e). «Travaux d l'Institut d' Art Prehistorique, XXII, págs. 321-322. Toulouse, 1980.
(591 FORTEA PEREZ, J .: «Arte paleolítico del Mediterráneo español.• Trablijos de Prehistoria, vol. 35, págs. 148-149. Madrid, 1978.
(601 Ibídem, pág. 114.
(611 CASADO LOPEZ. P.: «Consideraciones sobre la distribución geográfica de algunos
elementos del arte paleolítico.» Caesaraugusta, 49-50, pág. 89. Zaragoza, 1979.
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APARICIO PEREZ.-Nueva pieza de arte
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APARICIO PEREZ.-Nueva pieza de arte
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ARClnVO DB P REHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia , 1981 )
JOAN BERNABEU
(Valencia)
LA COVA DEL OARROFER
(Ontlnyent, Valencia)
1
INTRODUCCION
La cava del Garrofer se encuentra situada en la Serra d'Ontinyent, limite meridional de los valles de Albaida y Bocairent, en un estrecho barranco conocido localmente con el nombre de Barranc deis
Tarongers, uno de los múltiples barrancos que abiertos hacia el S.O.,
comunican el valle de Bocairent con el barranco recorrido por el rfo
Clariano, principal vfa de acceso al primero desde esta parte del valle
de Albaida (fig. 1).
Hace algún tiempo, A. Ribera y J . Guerola, descubridores del yacimiento, encontraron superficialmente algunos materiales, entre
ellos un pequeño vasito muy bien conservado, cuya existencia fue comunicada al Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia. Posteriormente, a lo largo de algunas visitas efectuadas por nosotros al
yacimiento, pudimos observar la presencia de prospecciones clandestinas que, dada su continuidad, amenazaban seriamente al yacimiento. Notificado el Servicio sobre la existencia de estas violaciones sistemáticas, y ante el peligro de la destrucción total del yacimiento, nos
encargó la realización de una excavación de urgencia, excavación
que efectuamos entre los días 1 al 5 de mayo de 1980, y para la que
contamos con la colaboración de C. Mata y J . V. terma, asiduos colaboradores de este Servicio.
La cueva, separada de la vertiente montañosa, mide aproximadamente unos 14 m. de longitud; sus 2 m. de anchura en la entrada se
reducen casi inmediatamente a un estrecho pasillo de unos O' 50 m. de
ancho, en algunos tramos hasta 1m., que se continúa hasta el fmal de
la cavidad. Las remociones clandestinas afectaban irregularmente a
- 69 -
[page-n-62]
J . BERNA.BEU
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l'lg. l.-Situación del yacimiento
[page-n-63]
COVA DEL GARROFBR
3
la zona comprendida entre los 1Oy los 12 m. de longitud (sectores I y
J ), con una profundidad variable nunca superior a los 0'80 m. Aprovechando la configuración natural de la cueva, y a partir del punto O,
situado en la jamba izquierda de la boca de entrada, dividimos a ésta
en seis sectores de excavación de longitud y anchura variables (fig. 2).
El resultado de los trabf\ios nos permitió agrupar a los distintos
sectores señalados en un principio en tres grandes zonas aisladas
unas de otras, lo que facilita el tratamiento separado del col\iunto de
los hallazgos en cada una de ellas. Las profundidades indicadas están
tomadas a partir d~ un mismo punto de referencia situado en el sector
J , a unos 30 cm. del nivel del suelo. Los números con que se señalan
los materiales en el inventario, se corresponden con los de las figuras.
II
EL SECTOR K
LA EXCAVACION
Este sector, situado en la parte más profunda de la cueva, se encuentra aislado del resto por una pared de roca natural que se eleva
unos 15 cm. por encima del nivel del suelo, situado en éste a 31 cm.
desde el punto de referencia.
Excepción hecha de la primera capa (hasta 40 cm.), en la que la
tierra, de color grisáceo, presentaba una textura muy polvorienta, el
resto de las capas estaban formadas por una tierra fma y muy suelta,
de un color marrón claro bastante unifonÍle. Las piedras, de tamaño
medio o pequeño, fueron muy escasas a lo largo de toda la estratigrafia, no presentando nunca una ~stribución ordenada.
Los 85 cm. de profundidad máxima se excavaron en ocho capas
de espesor variable. Las dos primeras (hasta 47 cm.), presentaron escasos restos humanos, mientras que el material arqueológico se redujo a algunas puntas de flecha y fragmentos cerámicos. Hacia el fmal
de esta capa (45 cm.), apareció la parte inferior de un cráneo que, como pudimos comprobar posteriormente, reposaba con la calota hacia
abajo. Su excavación marcó la potencia de la siguiente capa (C.3 , hasta 52 cm.).
En la base de la C.3 aparecieron, junto al cráneo, un fragmento de
ídolo oculado, una punta de flecha y una gran lámina de sflex retocada, lo que indica claramente un nivel de enterramiento ; junto a ellos,
- 61 -
[page-n-64]
NM
J
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1
cova del garroter
Fig. 2. - PlaDt.a y secciones de la cueva
2
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3m.
1
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E
[page-n-65]
COVA DEL GAIU\OFBR
5
y esparcidos exclusivamente por la mitad E. del sector, aparecieron
algunos restos humanos, entre ellos varias falanges (fig. 3).
La capa cuatro (hasta 58 cm.), presentó una notable disminución
de los materiales, tanto arqueológicos como humanos, si bien se encontró en ella un pequeño fragmento de mandfbula humana con dos
dientes (fig. 3, X).
En las capas 5 y 6 (hasta 63 y.68 cm., respectivamente), los restos
humanos vuelven a ser más abundantes, siempre dispersos dentro de
la zona E. del sector, siendo de destacar la aparición de dos grandes
fragmentos de bóveda craneana en la base de la C.6, lo que podría tomarse como indicio de un segundo nivel de enterramiento (fig.. 4).
De la capa 7 (hasta 74 cm.), proceden solamente dos cuentas de
collar; mientras que la c.a (hasta 85 cm.) se presentó estéril.
En conclusión, puede afli'Illarse con cierta seguridad que fueron
dos los individuos cuyos restos más o menos fragmentados hemos encontrado en el sector. Al primero de ellos, representado por el cráneo
casi completo de la C.3, pertenecen, sin duda, el fragmento del ídolo
oculado, la punta de flecha y la lá,mina de sílex encontrados en el mismo nivel; al segundo, posiblemente materializado en los restos de las
capas 5 y 6, no se le puede asociar con seguridad más que la punta de
flecha encontrada en la C.6; ahora bien, entre los huesos encontrados
en la C.5, un fragmento, perteneciente a un hueso largo de la pierna o
el brazo, encaja con otro fragmento similar encontrado en la C.6, lo
que permite establecer una cierta relación entre las dos capas, interpretando sus restos como pertenecientes a un mismo enterramiento.
La C.4 quedaría como una capa de transición entre ambos; mientras
que las capas 1 y 2 deberían relacionarse con el enterramiento de la
C.3 ; la ausencta total de remociones posteriores comprobada en la excavación permite mantener, algo más sólidamente, las anteriores
conclusiones.
Cronológicamente, ambos enterramientos se presentan bastante
homogéneos. Así, aun admitiendo diferentes momentos para cada uno
de ellos, la evidente unidad de sus materiales hace prácticamente imposible una distinción significativa entre ambos.
INVENTARIO DE LOS MATERIALES
SUPBRPICIAL
X· ll Vaso de fondo ovoide, panza cflfndrica y labio recto con borde redondeado; posee
un mamelón perforado a unos 3/4 de su altura desde la base. Pasta no visible; desgruante pequeAo y no muy abundante; superficies alisadas y claras. (fig. 6).
- 83 -
[page-n-66]
J . BERNABEU
6
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3.
Jlg. 3. - Sector K. Dispersión de los materiales en la C.3. Los números de los materiales se corresponden con los del inventario. La X metica el frag. de mandfbala humana aparecida en la
C.4 ; el signo -~ indica la dispenión de loa restos humanoa; el t:::. ae refiere a las puntas de flecha
, ...b
--- -------- -----
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., -- NÑEL ROCA
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Jig. 4. - Sector K. Dispersión de materiales en las c. !5 y 6. Los números se corresponden con
los del inventario
= , fraga. de huesoa humanos.
e 1 fraga. de b6veda craneana.
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1 cuentas de coDar.
A puntas de flecha.
O , fraga. certmlcoa.
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[page-n-67]
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Y¡g. 5. - Sectores 1 y J . Diapeni6n de materiales en lu c . 12 y 13. Los números se corresponden coa los del inventario
- , frap de hunos humanos.
• .. cuentas de coUar.
+ , 1"81toa metAiicoa.
e • cobunhelu pedoradas.
A , puntu de Oecha.
o , frap. cerimicoa.
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8
J. BERNABEU
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41!11/11111lll! j[}]J
1/111
J-1
Fig. 6. - Material hallado en superficie
(T. n .)
- 66 -
[page-n-69]
COVA DEL GARROFBR
9
CAPA 1
K-21 Punta de flecha de aletas y pedánculo en sflex gris. Retoque plano, bifacial y cubriente. 5'2 mm. de sección biconvexa (fig. 71.
K-31 Blpunta follácea de bordes dentados en sflex melado. Retoque plano, bifacial y cubriente; 3'4 mm. de sección aplanada (fig. 71.
K-41 Punta de flecha losánglca en sflex gris. Retoque plano, bifacial y cubriente. 3'7
mm. de sección biconvexa (fig. 71.
K-5) Un pequedo fragmento de borde ·de cerámica lisa a mano, muy erosionada.
k-4
k -3
Fig. 7.-Sector K. Industria lltlca
(T. n .)
CAPA2
K-61 Bipunta follácea en sflex melado. Retoque plano, bifaclal y cubriente; 6'5 inm. de
sección biconvexa (fig. 71.
K-71 4 fragmentos de cerámica a mano, lisa, pertenecientes al mismo vaso.
X-8) Punta de flecha de aletas y pedánculo e.n silex gris. Retoque plano, bifacial y cubrlente; 3'8 mm. de sección aplanada (fig. 71.
- 67 -
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J. BBRNABEU
10
CAPA3
K-9) Gran Lámina apuntada en sílex melado ; retoques simples, directos, invasores, bilaterales y distales, que se prolongan sin solución de continuidad a lo largo del
borde izquierdo; talón liso; sección trapezoidal en la base y triangular en el extremo distal (ftg. 81.
Fig. S.-Sector K. Industria Utica
(1/2)
K- 10) Frag. de !dolo Oculado conservando sólo su parte inferior en la que se observa una
ancha frlll\la pintada compuesta por dos segmentos de circulo contrapuestos formando un vértice en el centro. La falta de otros motivos nos hace encuadrarlo
dentro de la variante A de los !dolos Simples: !dolos Oculados coJl' un sólo pa.r de
ojos representados y con ausencia de motivos secundarios (ftg. 9).
K- 111 Punta de flecha de aletas y pedñnculo; sílex gris; retoque plano, bifacial y cubrlente; 3'7 mm. de sección biconvexa (fig. 9).
- 68 -
[page-n-71]
11
COVA DEL GARROFER
k -12
k-15
k - 17
k -16
k-23
Fig. 9.-Sector K. Industria litica, cerámica e ldolo oculado.
(T.n.)
- 69 -
[page-n-72]
J.BBRNABEU
12
CAPA4
K- 12) Punta de flecha de aletas y pedt\nculo con los bordes dentados; sfiex gris; retoque
plano, bifacial y cubriente; 3' 4 mm. de sección biconvexa (flg. 91.
K - 131 Dos frags. de cerámica a mano pertenecientes al cuerpo del mismo vaso; pasta oscura; desgrasante pequeño y escaso; superficies groseras y oscuras.
K -141 Un pequeño frag. d. cerámica a mano de superficie alisada.
e
CAPA 8
K -151 Punta de flecha de aletas y pedúnculo con los bordes dentados; sJlex melado; retoque plano, bifacial y cubriente; 4 mm. de sección biconvexa (fig. 91.
K- 161 Punta de flecha de aletas y pedt\nculo en sfiex gris; retoque plano. bifacial y cubrlente; 4~4 mm. de sección aplanada lfig. 91.
K- 171 Punta de flecha losángica en sJlex gris; retoque plano, cubrlente, unifacial; 3'7
mm. de sección plano-convexa (tig. 91.
K- 181 Una cuenta discoidal sobre concha; perforación bicónica. 7 mm. diém. máx., por 5
mm. de grosor.
CAPA 6
K- 191 Punta foliácea en sfiex melado; retoque plano, bifacial y cubriente. 5'4 mm. de
sección biconvexa (fig. 91.
K- 201 Dos cuentas discoidales en caliza; perforación bicónica; 7'5 mm. de diém., por 10
mm. de grosor.
mm. de dié.m., por 7
mm. de grosor.
K -221 Dos pequeños frags. de cerámica lisa de superficies groseras.
K -231 Un frag. borde de cerámica lisa, a mano, con mamelón; superficies muy erosionadas (fig. 9 1.
K-2 11 Dos cuentas discoidales en concha; perforación bicónica; 8
CAPA7
K- 241 Dos cuentas discoidales en concha; perforación bicónica; 6'5
4 ' 5 mm. de grosor.
mm. de diém., por
CAPAS
Estéril.
III
LOS SECTORES I Y J
LA EXCAVACION
Los sectores 1 y J ocupan aproximadamente la parte media de la
cueva (fig. 2); en ellos se practicaron 21 capas de excavación, alcanzando la profundidad total de 203 cm. Constituyen, con mucho, lazona de mayor potencia de la cueva. A partir de la C.3 (58 cm.) apareció, a 1 m. desde el eje 1-1', un escalón rocoso que aislaba ambos sectores del H, confiriéndoles así una entidad propia. La excavación se
efectuó alternativamente en ambos sectores a la vez.
-
70-
[page-n-73]
COVA DEL GARROJIER
13
Si bien, como en el sector K, no es posible ninguna distinción estratigráfica, ya que la tierra presenta unas características uniformes
de principio a fin de la secuencia, no nos parece arriesgado el intentar
distinguir varios niveles teóricos a partir de los restos encontrados.
El primer nivel, que comprende las capas 1 a 5, alcanzaría los 71
cm. de profundidad; en él, el material, aunque abundante, aparece
mezclado con restos de cerámicas a torno medievales y modernas. Es
de destacar que a este nivel pertenecen los dos únicos fragmentos de
cerámica incisa encontrados en estos sectores.
Un segundo nivel, que alcanzaría hasta los llO cm., se caracteriza por la sucesión de una serie de capas (C. 6, 7, 8, 9, 1O y ll) con
muy escaso material, prácticamente reducido a algunos fragmentos
cerámicos, tres puntas de flecha, algunas cuentas, una Columbella
perforada y un fragmento de botón cónico en V, todo ello junto con escasos restos humanos.
El tercer nivel, que alcanzaría hasta los 120 cm. (C. 12 y 13), correspondería al único nivel de enterramiento posible a juzgar por el
estado y dispersión de los materiales encontrados, ya que los restos
humanos siguen siendo tan fragmentarios y escasos como en los niveles superiores. Según se desprende de la planimetría de estas capas en realidad una sola, ya que entre ambas cubren la profundidad del
cuenco J -3 2 que apareció en posición vertical, ocupando desde los
109 hasta los 120 cm.-, existen dos zonas claramente diferenciadas
en las que se concentran los materiales, distantes aproximadamente
unos 170 cm. y situadas una al extremo O. del sector I, y la otra hacia
la mitad del sector J; entre ambas, un espacio libre en el que sólo aparecen muy escasos restos humanos. Es posible considerar que se trate
de los restos de dos (\juares distintos, extremo este que podría apoyarse en la nula relación existente entre los restos arqueológicos y humanos de ambas zonas. Si bien es verdad que estos conjuntos pudieron
pertenecer a grupos de enterramientos distintos, la escasa diferenciación entre sus respectivos (\juares impide el considerar una distinción
cronológica significativa entre ellos (fig. 5).
A partir de los 120 cm. y hasta los 203 cm. en que aflora la roca,
se excavaron una serie de capas (C. 14 a C. 21) todas ellas estériles, a
excepción de las C. 16 y 17, en las que aparecieron una Columbella
perforada y una laminita de sflex sin retocar.
SUPERFICIAL
INVENTARIO DE MATERIALES
J -11 Azuela de piedra pulida marmórea; forma trapezoidal y fllo con un solo bisel. El talón presenta restos de martilleado. 67 mm. de largo, por 45 mm. ancho y 14'5 mm.
de grosor (flg. 6).
- 71 -
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J.BRRNABEU
14
CAPA 1
J -2 1 Cuenco de perfil exvasado en cerámica lisa, a mano; pasta negra; desgrasante calizo, pequeño y abundante; superficies erosionadas. Medidas: dié.m. boca 12 cm.;
Altura 7-8 cm. (fig. 11).
J-3) Un frag. de cuenta discoidal en piedra caliza; peñoración bicónica (Lé.m. ll).
J -41 Dos fraga. pertenecientes al cuerpo y al borde del vaso I-2 1.
J-51 Punta de flecha losángica en silex n. gruzco. Retoque plano, cubriente y bifacial.
e
3'3 mm. de sección plano-convexa (fig. 11).
I-11 Un frag. de cerámica a tomo con decoración en bandas concéntricas pintadas en
negro.
I-2) Dos fraga. de cerámica lisa, a mano; pasta negra; desgrasante pequeño y micáceo
y superficies alisadas.
Figura 10.- Sector J. Cerámica
(2/3}
1-3} Una lasca de sllax melado con restos ele córtex en su cara superior. Medidas: 22
mm. de largo, por 23 mm. de ancho y 9 mm. de grosor.
I -41 Una cuenta süscoidal en piedra caliza; peñoración bicónica. Medidas: 9' 5 cm. de
diámetro, por 3'6 mm. de grosor (Um. ll}.
CAPA 2
J-6) Ocho frags. pertenecientes al cuerpo y al borde de un vaso de cerámica a mano, lisa. Cuenco de paredes hemiesfé.ricas y borde ligeramente reentrante. Pasta oscura; desgrasante pequeño, calizo y escaso; superficies espatuladas. Medidas: Dié.m.
de boca, 14 cm. (fig. 10).
J-7} Un frag. cerámica lisa, a mano, perteneciente al vaso 1-21.
J -8} Cuenta discoidal en concha de peñoración bicónica . Medidas: 9'5 mm. de dié.m.,
por 5'3 mm. de grosor (Lám. ll}.
- 72 -
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COVA DEL GARROFER
15
CAPA 3
J -9) Ocho frags. pertenecientes al cuerpo y al borde de un vaso de cerámica lisa, amano. Cuenco globular de fondo redondeado, con tetón horizontal junto al borde aplanado. Pasta negra; desgrasante calizo, tino y abundante; superficies erosi. nadas.
o
Medidas: Diém. boca, 16 cm.; altura, 11-12 cm. (ftg. 10).
J -10) Cue.n ta discoidal en piedra caliza con perforación bicónica. Medidas: 9'7 mm. de
diém., por 4' 4 mm. de grosor (Lém. ll).
J -11) Punta de flecha pedunculada an silex gris. Retoque plano, bifacial y cubriente; 4'5
mm. de sección biconvexa (fig. 111.
CAPA 4
J - 121 Frag. distal de lámina de sfle:x transparente con fuerte pátina blanca; no presenta
seftales de retoque; su naturaleza contrasta fuertemente con el resto de los sfiex
aparecidos en la cueva. Medidas: 18 mm. de largo, por 17 mm. ancho y 6 mm. de
grosor.
J-131 Colgante de concha fragmentado, de sección aplanada y perforación bicónica (fig.
11) (Lém. lll.
I -51 Un .frag. de borde de cerámica a tomo,llsa y de superficies muy bruAidas y negras
(flg. 121.
I -61 Frag. distal de hoja de sfie:x melado aln retocar. Medidas: 20 mm. de largo, por 13
mm. ancho y 4'2 mm. de grosor.
CAPA !S
J -141 Punta de flecha de aletas y ped6nculo en sfle:x melado. Retociue plano, bifacial y
cubriente; 3'8 mm. de sección biconvexa (fig. 11).
J -151 Un .frag. de pie de copa ibérica.
J -161 Un .frag. de cerámica a mano, decorado con incisiones poco profundas y paralelas
verticalmente sobre otra horizontal. Pasta n.e gra; desgrasente micáceo, fino y
abundante; superficies alisadas (fig. 111.
J-171 Una cuenta discoidal de concha con perforación bicónica. Medidas: 9 mm. de
diém., por 3' 5 mm. de grosor (Lém. lll.
I-71 Un frag. de borde de cerémica a tomo aln decorar.
I-81 Un frag. de cerámica a man.o decorado con incisiones finas y poco profundas formando dos series distintas de motivos: el superior, constituido por una linea horizontal atravesada por series de trazos cortos dispuestos formando ángulos cuya bisectriz viene a coincidir con la linea horizontal; el inferior, fragmentado, parece
constituir una superficie de forma indeterminada rellena por series de lineas oblicuas paralelas que se cortan entre sl. Pasta media; desgrasante micáceo y escaso;
superficies espatuladas (flg. 121.
I-9) Frag. distal de una gran lámina de sfle:x grisáceo sin retocar. 5'1 mm. de sección
trapezoidal irregular (fig. 121.
I -10) Punta de flecha de aletas y ped6nculo en sfie:x negruzco. Retoque plano, bifacial y
cubrlente; 3'1 mm. de sección aplanada (fig. 12).
I -111 Frag. distal de hojita de sfle:x melado sin retocar (fig. 12).
CAPA6
J -181 Frag. de borde de cerámica lisa, a mano, de superficies erosionadas (fig. 131.
J -19) Dos pequeftos .fraga. de cerémica lisa, a mano, muy erosionados.
J -201 Una cuenta irregular en concha, con perforación bicónica. Medidas: 12'5 mm. de
largo, por 10 mm. de ancho y 7'3 mm. de grosor (Lém. lll.
- 7310
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16
J. BERNABBU
J-6
Fig. H .-Sector J . lndusbia litica; cerámica y adornos
(T.n.)
-
74 -
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COVA DEL GARROFER
17
CAPA 7
J -21) Cinco fraga. de cerámica lisa, a mano, con superficies muy erosionadas.
I-12) Un frag. perteneciente al vaso 1-21.
1- 5
1- 9
1- 8
1- 11
Fig. 12.-Sector l . Industria lítica y cerámica
CAPA 8
(T.n .)
J -22) Punta de flecha pedunculada en sílex grisáceo. Retoque plano, invasor total en
cara superior, y lateral diestro en la inferior. 3'7 mm. de sección plano-convexu
(flg. 13).
J -23) Cinco frags. de cerámica lisa, a mano, muy erosionados.
I-13) Dos frags. de cerá.m lca lisa, a mano de superficies alisadas.
I-14) Punta de flecha losángica en silex melado. Retoque plano, cubrlente y bifacial; 2'5
mm. de sección aplanada (tig. 13).
-
75
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J. BERNABEU
lA
J-18
~
J-42
J-41
J-28
J- 16
L-s
Flg. 13.-Sectores J, 1 y L. Induatrla Utica; cerámica y adornos
(T.n.)
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COVA DEL GARROPER
19
CAPA 9
J -241 Dos pequedos frags . de cerámica lisa, a mano, de superficie grosera.
J -25) Una cuenta discoidal en piedra caliza de perforación bicónica. Medidas: 12
de ditm., por 5 mm. de grosor (Lám. U ).
mm.
CAPA 10
J -26) Un frag. de hueso de form. semicireular con dos incisiones cruzadas en su centro.
a
Posible frag. de botón en V (fig. 13).
J -27) Una cuenta discoidal en concha con perforación bicónica. Medidas: 11 ' 8 mm. de
ditm., por 7' 6 mm. de grosor (Ltm. II).
J -28) Una Columbella perforada (fig. 13).
I- 15) Punta de flecha de aletas y pedúnculo en sUex gris. Retoque plano, bifacial y cubriente; borde dentado; 2' 6 mm. de sección aplanada (fig. 13).
CAPA 11
J -29) Dos pequedos frags. de cerámica lisa, a mano, con le superficie exterior brufUda.
J-32
Pig. 14. - Sector J . CerAmlca
(1 /2)
CAPA 12
J-30) Una cuenta discoidal en concha con perforación bicónica. Medidas: 10' 5 mm.
ditm., por 5' 7 mm. de grosor (Ltm. U).
J -3 1) Una cuenta rectangular en piedra blanca (fig. 15).
I- 161 Un pequel'lo frag. de cerámica lisa, a mano, de superficies alisadas.
I - 17) Una Columbella perforada (fig. 15) (Ltm. U).
I- 18) Colgante de concha realizado a imitación de un diente perforado (fig. 15) (Lám. U).
CAPA 13
J -32) Cuenco cillndrico con labio recto de borde redondeado y base convexa; posee un
mamelón horizontal, estrecho y saliente, situado debiÚO del borde; cerAmica ama-
no y Hsa. Pasta negra; desgrasante calizo y abundante; superficies de coloración
media alisadas. Apareció en posición vertical, reposando sobre su base y ocupándo
la totalidad de las capas 12 y 13, así como el final de la 11. Medidas: Diám. boca,
16 cm.; altura, 11 cm. (fig. 14).
- 77 -
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J. BBRNABBU
20
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J- 31
J- 35
1- 19
J- 39
J
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J-34
Pig. 1&
.-Sectore• J e I. Ind~atrla U ca y a domos
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-
78 -
(T .n .)
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COVA DEL GARROFER
21
J -331 Cuatro frags. de cerámica Usa, a mano y superficie alisada.
J -34) Punta de flecha losángica en sílex grisáceo. Retoque plano, bifacial, invasor en ca-
ra superior y cubriente en la inferior. 4 mm. de sección plano-convexa (flg. 15).
J -35) Un pequeño colgante de concha ovalado; perforación bicónica situada en uno de
sus extre.mos; 7 mm. de sección aplanada (fig. 15).
J -361 Una cuenta discoidal en concha con perforación bicónica. Medidas: 9 mm. diám.,
por 7'6 mm. de grosor ILám. lll.
Fig. 16. - Sector J. Cerámica
(T. n .)
J -371 Una cuenta discoidal en piedra caliza con perforación bicónica. Medidas: 9 mm.
diám., por 7'6 mm. de grosor (Lám. ll).
J -381 Una cuenta rectangular en piedra blanca con perforación bicónica. Similar a la J -
31. Medidas: 12'5 mm. largo. por 10'4 mm. de ancho y 7'7 mm. de grosor (Lám.
ll).
- 79-
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J. BBRNABEU
22
J-391 Colgante sobre canto rodado en piedra blanca; forina ovalada, ligeramente estrmgulado en uno de sus extremos sobre el que se sitúa la perforación bicónica perpen·
dicular al eje (fig. 15) (Lám. ll).
J-401 Idolo oculado sobre hueso largo cuya extremo superior ha sido aplanado. Decoración pintada. Composición:
- OJOS: Dos zonas rectangulares separadas y dentadas en sus partes superior e
inferior, dentro de cada una de las cuales se superponen dos circulos
concéntricos: el exterior en blanco y el interior pintado. Su mejor paralelo, en lo que a la representación de ojos se refiere, lo constituye el (dolo
simple de la Pastora publicado por Ballester (1946, Lám. 1, 3).
- Lineas de tatulije facial y motivos secundarios, ansentes.
- Clasificación: ldolo simple, variante A (flg. 15).
1-19) Pequedo frag. de lámina de cobre (ftg. 15).
1-201 Una Columbella perforada (Lám. n).
1-21) Gran trag. del cuerpo y borde de un vaso de cerámica a mano; panza globular, cuello reentrante y labio ligeramente exvasado; posee un asa horizontal situada aproximadamente al inicio del cuello; pasta negra; desgrasante micáceo, fino y no muy
abundante; superficies peinadas de coloración media. Medidas: Diám. de boca, 11
cm.; altura, 13-14 cm. (fig. 16).
I-221 Pequedo frag. parteneciente al vaso 1-21.
CAPAS 14 Y 15
Estériles.
CAPA 16
J -411 Una Columbella perforada (flg . 13) (Lém. n ).
CAPA 17
. J -42) Hojita de sflex melado sin retocar; talón liso: 1'7 mm. de sección triangular
(flg. 13).
CAPAS 18, 19, 20 Y 21
Estériles.
IV
SECTORES H, G-H Y G
LA EXCAVACION
Estos sectores ocupan desde la entrada de la cueva hasta el escalón rocoso que los separa del sector I. En esta zona, la roca que aflora
a la superficie a los escasos centímetros en el sector G, buza gradualmente hacia el inte~or alcanzando la máxima profundidad en el sector H (60 cm. desde el plano de referencia). Los restos encontrados
provienen todos del sector H, y aparecieron mezclados con restos de
- 80 -
[page-n-83]
COVA DBL GARROFBR
23
cerámicas a torno en todas las capas. Si bien se realizaron tres capas
de excavación, el material será presentado como perteneciente a un
mismo nivel, revuelto.
INVENTARIO DE MATERIAI.ES
H· l) Dos frags. de cerámica a tomo lisa. de pastas claras y superficies muy erosionadas.
H-2) Seis frags. de cerámica lisa, a mano, de superficies groseras.
H-3) Una cuenta discoidal en concha con perforación bicónica. Medidas: 9'9 mm. diám.,
por 4'2 mm. de grosor.
H-4) Una valva de Pectúnculus sin perforar.
H-5) Seis fraga. de cerámica lisa, a mano, de superficies alisadas.
H·6l Un frag. de cerámica a tomo con restos de pintura en rojo.
H· 7l Un frag. de cerámica a tomo con restos de pintura en rojo.
H· 8l Dos frags. de cerámica a tomo, lisa, muy concrecionadas.
V
EL SECTOR L
LA BXCAVACION
Situado en la parte superior derecha a la entrada de la cueva (fig.
2), el sector L está formado por un pequeño covacha de escasa profundidad (8 cm. de potencia total), en el que se encontraron algunos restos humanos (dos dientes de leche) junto a materiales de cronología
moderna y otros de posible ascendencia prehistórica.
INVENTARIO DE MATERIALES
L-11
L-2)
L·3l
L-4)
L-5)
Nueve fraga. de cerámica a tomo, lisa, de ionos rojizos.
Dos frags. de cerámica a mano y superficies groseras.
Un frag. de posible fondo aplanado. Cerámica a mano.
Dos frags. de cerámica a mano peinada.
Un frag. de cerámica a mano decorado con una banda de incisiones paralelas y verticales, muy finas y poco profundas, con muy escasa separación unas de otras; pasta oscura; desgrasante fino y abundante; superficie exterior bruiiida (fig. 13).
L-6) Una Columbella perforada.
11
81 -
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J. BBRNABBU
24
VI
ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL ESTUDIO
DE LOS MATERIALES
LA INDUSTRIA UTICA
Abstracción hecha de la laminita J-42 y de los fragmentos I-6 y
11, la industria lítica del yacimiento se reduce a las puntas de flecha y
los grandes cuchillos retocados o no. El sector K ha sido especialmen-
prolijo en este tipo de hallazgos; de él proceden las grandes puntas
de aletas y pedúnculo, las bellas bipuntas foliáceas y otras hasta un
total de once ejemplares. Este tipo de puntas, extraordinariúmente
realizadas, son perfectamente comparables a las encontradas en los
yacimientos de la Pastora (Alcoi, Alicante) (1 ), y la Barsella (Torre de
les Maqanes, Alicante) (2), situables ambos dentro del pleno Eneolítico. También el gran cuchillo apuntado (K- 10) relaciona esta necrópolis con las dos citadas, únicas en las que hasta el presente se han encontrado cuchillos similares al nuestro. Sin embargo, faltan enGarrofer los típicos elementos geométricos (trapecios y medias lunas), las
truncaduras y las láminas ampliamente retocadas presentes en aquellos.
Por lo que se refiere a la azuela pulida J -1, tan sólo cabe constatar
su presencia en la mayoría de las necrópolis valencianas del período.
te
LA CERAMICA
1) Cerámica lisa
Cuatro son las formas de cerámica lisa reconstruidas: un pequeño
vaso ovoide (K-1); dos cuencos, uno cilíndrico (J-32) y otro esférico (J9); y un pequeño cuenco hemiesférico (J-2). La escasez de restos cerámicos relacionados con los enterramientos impide una valoración
adecuada de éstos; sin embargo, puede decirse que las formas de los
cuencos son comunes a todo el Eneolítico, y sólo el pequeño vaso ovoide parece salirse de las formas hasta ahora conocidas.
(1 ) I . BALLESTER: «La labor del S.I.P. y su museo. Afias 1940 a 1948». Diputación Provincial de Valencia. Separata de la Secretaría. Valencia, 1949. Págs. 41 y ss.
(2) J . BELDA: «Excavaciones en el monte de la Barsella, término de Torremanzanas (Alicante)•. Mem. de la J .S.B.A., nt1ms. 100 y 112. Madrid, 1929 y 1931.
- 82-
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COVA DEL GARROFBR
25
2) Cerámica Peinada
La cerámica peinada, representada en nuestro yacimiento por el
vaso de perfil en S con asa de sección circular horizontal (1-21 ), y los
fragmentos inventariados en L-4, se suele relacionar, al menos en sus
inicios, con la fase de transición al Eneolftico; asf, su presencia en yacimientos como Barranc Fondo (Xátiva, Valencia) (3), Sarsa (Bocairent, ·valencia) (4), Emparetá (Bocairent, Valencia) (5) y En Pardo
(Planes, AÍ\cante) (6), donde aparece junto a cerámica grafitada, apoyarfa su inclusión dentro de un Neolftico fmal, si bien su presencia en
yacimientos como la Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia), y la cova de la Bernarda (Gandfa, Valencia), indicarfan, por otra parte, su
pervivencia durante el pleno Eneolítico (7), etapa esta con la que
habrfa que relacionar los hallazgos aquf mencionados.
3) Cerámica Incisa
Tres son los fragmentos cerámicos decorados con incisiones presentes en el yacimiento; de ellos, el J-16 y el L-5 parecen repetir formalmente el mismo motivo.
La presencia de la decoración incisa no es un hecho totalmente
extraño a las cuevas de enterramiento eneolfticas. Dejando a parte la
cerámica campaniforme, existen en algunas necrópolis cerámicas que
poseen con las nuestras, y pese a las diferencias formales, dos caracterlsticas comunes:
- el hecho de utilizar la incisión como técnica decorativa.
- su escasa o nula relación c~n el fenómeno campaniforme.
Tal es el caso, por ejemplo, de la cueva del Mal Paso (Castelnovo,
Castellón) {8), de la Solana de Almuixich (Oliva, Valencia) (9), o de la
(31 B. MARTI: «El Neolftico Valenciano». Tesis de Doctorado. Valencia, 1978. Inédita,
pág. 205.
(41 M. D. ASQUERINO: «Cova de la Saisa (Bocairente, Valencia). Análisis tipológico y estadistico de los materiales sin estratigrafla». Saguntum, Papeles del Lab. de Arqueología de ·
Valencia. 13. Valencia, 1978. Págs. 99 y ss.
(61 M. D. ASQUERINO : «Coveta Emparetá». Noticiario Arqueológico Hispánico, Prehistoria 3. Madrid, 1975. Págs. 111 y ss.
(6) Material depositado en el Museo Arqueológico Municipal de Alcoi.
(7) B. MARTI: «El Neolftico de la Penlnsula Ibérica». Saguntum, Papeles del Lab. de Arqueología de Valencia, 13. Valencia, 1978. Págs. 90 y 92.
B. MARTI et alii: cCova de l'Or (Beniarrés, Alicante)». Vol. n. Trab~os Varios del S.I.P.,
65. Valencia, 1980. Págs. 148-159.
(8) F. JORDA: «Enterramientos en la cueva de la Torre del Mal Paso». Archivo de Prehistoria Levantina, vn. Valencia, 1958. Lápls. ll y m .
(91 J . APARICIO y J . SAN VALERO: «Nuevas excavaciones y prospecciones en la provincia de Valencia». Dto. de Historia Antigua. Universidad de Valencia. Serie Arqueológica, 5.
Valencia, 1977, Págs. 35-39.
- 83 -
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26
J. BERNABBU
cova del Barranc del Castellet (Carrfcola, Valencia) (10), en la que,
además, está presente un motivo decorativo similar al aparecido en la
parte superior del fragmento I-8.
La posible valoración cronológica de estas cerámicas es, cuando
menos, dudosa. Sin embargo, conviene aclarar que la utilización de
las cuevas naturales como lugares de en.terramiento es un hecho documentado en el Pais Valenciano al menos desde el Neolítico Cardial
(11) y que, por tanto, es posible pensar en la utilización prolongada de
algunas cuevas durante el Neolítico y Eneolítico, bien sea como luga. res de habitat primero, y enterramiento posteriormente (como parece
ser el caso de En Pardo), bien como necrópolis exclusivamente, lo que
explicaría el hallazgo de cerámicas cardiales junto a materiales claramente posteriores, como el campaniforme - caso del Barranc del
Castellet-. Esta hipótesis proporcionaría una posibilidad de explicar
la presencia de cierta parte al menos de estas cerámicas incisas en las
necrópolis eneolíticas; así, por ejemplo, las ya citadas en la cueva del
Mal Paso, claramente relacionables con los típicos motivos de la Cova
Fosca (Ares del Mestre, Castellón) (12), podrían explicarse por la utilización de la cueva durante un momento encuadrable dentro del
Neolítico tipo Fosca (13).
Sin embargo, la anterior relación entre cerámicas incisas y Neolítico tipo Fosca no puede generalizarse a todos los casos; por otra parte, la decoración incisa no campaniforme está presente, aunque en
proporciones escasas, dentro de las culturas eneolíticas del SE. y Portugal, si bien dicha presencia no ha podido ser aislada convenientemente en el Pais Valenciano.
Por lo que a nuestro caso se refiere, sólo podemos decir que ni la
relación con el mundo campaniforme, ni con las cerámicas incisas
neolíticas parecen viables. Además, dada su aparición en niveles estratigráficos revueltos, resulta asf mismo problemática su relación
con la etapa del pleno Eneolítico, representada por los niveles inferiores de los que no procede ningún fragmento decorado.
(10) E. PLA: «La coveta del Barranc del Castellet (Carrfcola, Valencia)t. Archivo de Prehistoria Levantina V. Valencia, 1954. Lém. V, C y D.
(11) MARTI, op. cit. nota 7, pág. 91.
V. CASANOVA: cEl enterramiento doble de la cova de la Sarsa (Bocairente, Valenda)lt.
Archivo de Prehistoria Levantina XV. Valencia, 1978. Págs. 27 y ss.
(12) J . APARICIO y J . SAN VALERO: «La Cova Posca (Ares del Maestre, Castellón) y el
Neolftico Valenciano». Dto. Historia Antigua, Universidad de Valencia. Serie Arqueológica, 4.
Valencia, 1977. Léms. n , m . IX, X y XI.
(13) MARTI, op. cit. nota 3, pág. 150.
- 84 -
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COVA DEL GARROFER
27
LOS ADORNOS
Tanto las cuentas discoidales de piedra y concha, como las Columbellas perforadas, elementos que se remontan ampliamente al
Neolitico, aparecen en la gran mayoría de las necrópolis eneoliticas
valencianas, por lo que no pueden utilizarse como elementos cronológicos significativos.
Distintos se presentan los colgantes ovalados de concha J -35 e I18 ; ambos se pueden agrupar dentro del genérico «colgantes ovalados
de concha» correspondiente a los tipos A.3.1. y E.3 .1. de Taborín, encuadrados por esta autora dentro del pleno Eneolitico (14). Por otra
parte, es de destacar que las áreas que mejores paralelos ofrecen para
este tipo 4e colgantes son las del SE. de Francia, Catalunya y la Cultura de los Millares, mientras que en la zona portuguesa no parecen estar tan desarrollados.
Para el colgante de piedra J-39, no hemos podido encontrar
ningún paralelo; esta clase de objetos «Úllicos,., de origen estrictamente local, podrían utilizarse para definir el estilo propio de determinadas zonas, pero resultan inutilizables a la hora de establecer posibles
cronologías.
El fragmento de botón cónico en V, J-26, plantea una interesante
problemática en torno a la datación del nivel de enterramiento presente en los sectores I y J . Procedente de la C. 10, se encuentra bastante por debajo de la profundidad máxima alcanzada por los niveles
revueltos y, por tanto, puede considerarse como perteneciente al enterramiento .
• Siguiendo la cronología del Cerro los Castillejos de Montefrío
(Granada), la primera aparición de estos botones podría situarse perfectamente en una fase anterior a la aparición del campaniforme inciso, es decir, durante el horizonte cronológico Millares II-VNSP n (15),
cronología perfectamente aceptable para nuestro yacimiento.
LOS IDOLOS OCULADOS
Los dos ídolos oculados procedentes de los sectores K y J pertenecen, como ya se vio en el inventario, a los idolos simples (ídolos con un
1141 Y. TABORIN: cLa parure en coquillage de l'Epipaleolithique au Bronze en Francet.
Gallia Prehistoire, T. xvm, fase. 1 y 2. Parls, 1974, pé.gs. 358-361.
(15) A. ARRIBAS y F. MOLINA: «Nuevas aportaciones al inicio de la metalurgia en la
Peninsula Ibérica. Bl poblado de los Castillejos de Montefrfo (Granadal't. en The Origina of
Metallurgy in Atlantic Europe. Proceedings of the fifth atlantic colloquium. Dubl1n, 1978,
pégs. 22 y 27.
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28
J . BERNABBU
solo par de ojos representado), en su variante A, caracterizada por la
inexistencia en su composición temática de los llamados «Motivos Secundarios». La clasificación y estudio pormenorizado de estos ídolos
ya fue realizado por nosotros (16). Si bien no es este el lugar para reproducir las argumentaciones allí expuestas, sí creemos necesario,
dado que todavia pemánece inédito nuestro estudio el presentar algunas consideraciones generales en orden a esclarecer tanto la terminología empleada, como las distintas observaciones respecto de sus características cronológicas y culturales.
Ballester, en su ya clásico estudio, agrupó a todas las representaciones oculadas sobre cerámica, cilindros de piedra, falanges y huesos largos de animal dentro de un mismo tipo, el de los fdolos oculados
(17). Para ello tuvo en cuenta dos hechos fundamentales:
l. La evidente unidad de concepto de estos ídolos, generalmente
relacionados con las prácticas de carácter religioso-funerario.
2. La repetición en todos ellos de los llamados <
<
Motivos Primarios» (ojos y líneas de tatuaje facial)..
Es por ello que, aun mariteniendo una distinción tipológica entre
las diferentes representaciones oculadas, no podemos olvidar que todas ellas deben responder a un principio común, sólo presente en determinadas áreas culturales; a este respecto, cabe destacar la ausencia de representaciones oculadas dentro de la Cultura Megalítica Catalana, ausencia que puede llevarse, a juzgar por lo publicado, alazona del País Valenciano situada al norte del rio Xúquer; por otra parte,
resulta dificil encontrar este tipo de representaciones fuera de los dos
grandes círculos culturales de la Península en este período (portugués
y almeriense), y del País Valenciano hasta los límites fijados. En base
a ellos, nos ocuparemos exclusivamente de los !dolos Oculados sobre
huesos largos, tipo Vil de Almagro (18), único tipo aparecido hasta el
momento en esta zona, y cuyos paralelos se reducen al poblado almeriense de Almizaraque (fig. 17).
Tras el estudio de sus distintos caracteres, agrupamos a las 31
piezas analizadas en cuatro tipos (fig. 18):
l . Tipo IA. - !dolos Oculados Simples cuya composición se reduce a la presencia exclusiva de los motivos primarios.
1161 J . BERNABEU: «Los elementos de adorno en el Eneolítico ValencianoJt. Tesina de licenciatura. Valencia, inédita.
(17) l . BALLESTER: ddolos Oculados ValencianoSJt. Archivo de Prehistoria Levantina ll.
Valencia, 1946. págs. 115-124.
( 18) M. J . ALMAGRO: «Los !dolos del Bronce 1 HispánicoJt. Bibliotheca Praehistórica Hispana, XD. Madrid, 1973, pág. 169.
-
86 -
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COVA DEL GARROFER
29
2. Tipo lB. - !dolos Oculados Simples en cuya composición, además de los motivos primarios, aparecen ya los motivos secundarios, aunque muy escasos. (Entendemos por motivos secundarios todos aquellos que no pueden incluirse dentro de los primarios.)
/
Fig. J 7. - Dispersión de loa yacimientos con idolos oculadoa. J 1Ereta del Pedregal (Navarrés,
Valencia); 21 Cova de la Malla Venia (Corbera de Alsira, Valencia); 3) Cova del Garrofer (Ontinyent, Valencia); 4) Cova del Bolumlnl (Alfafara, Alicante); 51 Cova de la Paatora (Alcoi, Alicante); 8) Almizaraque (Almeria)
Ambos tipos se agrupan dentro de un conjunto mayor, el
de los !dolos Simples, caracterizados por poseer un solo par de
ojos en cada ejemplar.
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30
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COVA DBL GARROPER
31
3. Tipo IIA.- Son !dolos Oculados Compuestos en los que la presencia de motivos secundarios no es abundante.
4. Tipo liB. - Son !dolos Oculados ·compuestos en los que la presencia de motivos secundarios es abundante.
Ambos tipos se agrupan dentro de un conjunto mayor, el de los
!dolos Compuestos, caracterizados por poseer más de un par de ojos
representados en cada ejemplar.
La dificultad en la atribución cronológica de estos idolos reside,
fundamentalmente, en la imposibilidad de relacionarlos con contextos estratigráficos atribuibles a horizontes cronológicos y culturales
concretos. Así, los ejemplares de la Ereta del Pedregal, procedentes
todos de las campañas antiguas (19), aparte su dudosa posición estratigráfica dificilmente relacionable con las secuencias logradas en
campañas posteriores (20), se encuentran con el problema de la dudosa atribución de los distintos estratos del yacimiento con horizontes
culturales bien definidos.
Los otros ejemplares procedentes de un poblado, Almizaraque, no
son tampoco más explícitos en su atribución cronológica (21); por tanto, nos vemos obligados a basar nuestras conclusiones a partir de los
datos procedentes de las necrópolis, con los problemas que ello lleva
implícitos.
A través de los paralelos más frecuentes, tanto para éstas, como
para el resto de las representaciones o·c uladas, sobre todo las vasijas y
las falanges, podría plantearse la aparición y mayor difusión de estos
tipos durante los períodos pre-campaniforme y campaniforme del pleno Eneolitico, es decir, durante los horizontes Millares 1-VNSP 1 y Millares 11-VNSP II, fases estas que en el País Valenciano no aparecen
tan diferenciadas,,y que preferimos denominar, junto con otros autores (22), el Pleno Eneolítico.
Así, por ejemplo, las vasijas oculadas aparecidas en las tumbas
III, VII y XXI de Millares (23), y en la primera fase de la tumba de
Monte do Outeiro (24), indicarían claramente una relación con las fa( 19) D. FLETCHBR: «La Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia)•. Archivo de Prelústoria
Levantina, IX. Valencia, 1961. Lám. IV.
(201 D. FLETCHER, E. PLA y E. LL<;:IBREGAT: «La Ereta del Pedregál (Navarrés, Valencia)». Excavaciones Arqueológicas en España, 42. Madrid, 1964.
(21) ALMAGRO, op. cit. nota 18, pág. 179.
(22) E. LLOBRBGAT: «Estudio de los megalitos portugueses por los Leisner, y las cuevas
de enterramiento móltiple del país valenciano•. Archivo de Prehistoria Levantina, XI. Valencia, 1966. Págs. 88-90.
(23 ) M. ALMAGRO y A. ARRiliAS: cE1 Poblado y la Necrópolis Megalfúcos de los Millares (Santa Fe de Monddjar, Almerlalt. Bibliotheca Praehistórica Hispana, m. Madrid, 1963.
(24) H. SCHUBART: cAs duas fases de ocupa~ao do Tómulo do Monte do Outeiro, nos
arrededores de Aljustreb. Rev. de Guimaraes, vol. LXXV. Guimaraes, 1965, pág. 203.
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32
J. BBRNABBU
ses cronológica. antes citadas. Por otra parte, ya dentro del área vas
lenciana, los ídolos oculados aparecidos en la Pastora (25), enlaMalla Verda (26) y en este yacimiento., abundarían en esta atribución
cronológica.
La etapa siguiente, que denominamos para el País Valenciano
«Horizonte Campaniforme de Transición» (27), etapa paralela a la segunda fase campaniforme (28) - horizonte del reflujo según Sangmeister (29)-, verla la desaparición de estos ídolos, ya que no aparecen en ninguno de los ajuares claramente relacionables con ella.
EL METAL
Si bien el fragmento de lámina de cobre (sin analizar) 1-19, permite pocas consideraciones en cuanto al establecimiento de su tipología
y las comparaciones derivadas de ésta, aporta, sin embargo, un dato
interesante por cuanto posibilita su relación con un nivel -el formado
por las C. 12 y 13- cuyos materiales pueden situarse con bastante
precisión dentro del Pleno Eneolítico, en un horizonte paralelo al Millares ll-VNSP ll, apoyando así la hipótesis anteriormente establecida
(30) de que la presencia de instrumentos metálicos en el Eneolítico
Va:lenciano es anterior a la fase de transición a la Edad del Bronce (El
H. C. T.), tal como podía observarse a través de los inst:Pumentos metálicos presentes en las cuevas de Ribera (Cullera, Valencia) (31 ), la
ladera del Castillo (Chiva, Valencia) (32), la gruta de les Llometes (Alcoi, Alicante) (33), y en la Reliquia (Banyeres, Alicante) (34), todas
ellas sin ningún elemento del horizonte campaniforme en sus ajuares.
(25) BAU.ESTER, op. cit. nota 17.
(26) R. BNGUIX: «La cova de la MallJl Verda (Corbera de Alcira, Valencia)». Xlll. Congreso Nacional de Arqueologia, Huelva, 1973. Zaragoza, 1975. Págs. 333 y ss.
(27) J . BBRNABBU: «Los elementos de adorno en el Eneolftico Valenciano». Saguntum,
Papeles del Lab. de Arqueológia de Valencia, 14. Valencia, 1980. Págs. 122-124.
(28) R : J . HARRISON : cThe Bell Beaker Cultures of Spain and Portugal». American
School of Prehistoric Research, 35. Peabody Mseum, Harvard University, 1977.
(29) B. SANGMEISTER: «La Civillsation du Vas Campaniforme. Bxposé sur la Civilisation
du Vas Campaniforme». Les Civilisations Atlantique du Neolithique a l'Age du Fer. Actea du
Premier Colloque Atlantique. Rennes, 1963.
(30) J. V. LBRMA: «Los origenes de la metalurgia en el País Valenciano». Tesina de Licen.ciatura. Valencia, inédita.
(31) B. PLA: cLa covacha de Ribera (Cullera, Valencia)». Arclrl.vo de Prehistoria Levantina, Vll. Valencia, 1958. Lám. ll, 1, 2, 3 y 4.
(32) D. FLBTCHER: cLa Covaéba Sepulcral de la ladera del Castillo de Chiva•. Archivo de
Prehistoria Levantina, VI. Valencia, 1957. Lám. m , 6.
(33) V. PASCUAL: «Hallazgos Prehistóricos en les Llometes (Alcoi)». Archivo de Prehistoria Levantina, X. Valencia, 1963.
(34) Material depositado en el Museo de Banyeres.
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COVA DBL GARROPRR
33
Esta hipótesis entra en contradicción con la vigente interpretación de la estratigrafla de la Ereta del Pedregal (~avarrés, Valencia),
en la que d~ los cuatro niveles caracterizados como eneolíticos, sólo el
superior (estrato ll), clasificado como un Eneolítico final, poseerla algunos punzones metálicos (35). No cabe duda de que una revisión,
realizada sobre nuevas bases, de la estratigrafia de este importante
yacimiento resulta del todo necesaria si queremos eliminar las imprecisiones y contradicciones que, como la anterior, dificultan cualquier
intento dirigido a la comprensión de los problemas de nuestro Eneolítico.
vn
LOS RESTOS ANTROPOLOGICOS
El examen preliminar de las piezas dentarias realizado por el Dr.
don José Bonet, puso de relieve, a reservas de lo que en su dia pueda
concluir un exhaustivo estudio de la totalidad .los restos humanos encontrados, la existencia de cinco o seis individuos en la cueva, cuya
distribución por sectores seria la siguiente :
-SECTOR K.
Restos correspondientes a un individuo de edad adulta y un niño.
- SECTORES I-J.
Restos pertenecientes a un niño y un individuo de edad adulta.
Probable existencia de un segundo individuo adulto.
- SECTOR L.
Restos correspondientes a un niño de menos de cinco años.
Vil!
CONCLUSIONES
A través de las páginas anteriores hemos tenido ocasión de observar cómo el yacimiento de la cova del Garrofer se nos presentaba como un enterramiento de carácter múltiple y secundario, hecho común
(35) FLBTCHBR, PLAy LLOBRBGAT, op. cit. nota 20. Pégs. 19-21.
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34
J . BXRNABEU
a la mayoría de las necrópolis del periodo, y que ya fue puesto de manifiesto con la excavación de la cova del Canú Real (Albaida, Valencia) (36).
Dejando a parte los restos del sector L, demasiado fragmentarios,
a
el total de los inhumados podría reunirse en dos gr· ndes grupos: el
del sector K, y el de los sectores 1 y J; de tal modo que, si bien dentro
de cada uno de ellos era posible diferenciar momentos diferentes en
las inhumaciones, la homogeneidad de sus ajuares aconsejaba su unificación en los dos grupos citados. Ahora bien, las comparaciones entre los ajuares de los sectores K e 1-J, muestran ciertas diferencias
que podrían tomarse como datos significativos a la hora de valorar
sus respectivas posiciones cronológicas.
Así, ciertos materiales, como el botón cónico en «V», y el metal,
aparecen solamente en los sectores 1-J, en los que, además, hay que
hacer notar la ausencia de las grandes puntas de flecha finamente labradas y de los grandes cuchillos, que sin embargo aparecen en el sector K. Si aceptamos como válida la cronología de Millares II-VNSP Il,
propuesta en Montefrfo (37), para el botón cónico en «V» y consideramos, además, la ausencia de entre los materiales que nos ocupan de
aquellos que serán típicos en las fases posteriores (Campaniforme Inciso, Brazaletes de Arquero, etc.), no resultaría inverosimil el paralelizar este segundo grupo de enterramientos con la fase Millares IIVNSP II del Calcolitico peninsular; ello obligaría a replantearnos el
problema de la aparición de los primeros objetos metálicos en esta zona, tradicionalmente ligada al fmal de Eneolitico, ya en transición a
la Edad del Bronce (38), y que, a tenor de lo antes expuesto, deberla
situarse dentro del Pleno Eneolitico, si bien en un momento avanzado
de éste. Por el contrario, el grupo de enterramientos del sector K, en
cuyo ajuar no se encuentra ningún elemento de cronología avanzada,
se incluirla en una fase anterior, es decir, durante el horizonte Millares 1-VNSP l.
No obstante, las anteriores observaciones no pueden tomarse todavía mas que como indicios que apoyarían la división del Pleno
Eneolitico de esta zona, etapa a la que en conjunto pertenece el yacimiento, en dos fases, de modo similar a como ocurre en las culturas
eneoliticas del del SE. y Portugal. Futuros trabajos, apoyados sobre
bases más firmes, se encargarán de afirmar o rechazar tal posibilidad.
(36) l . BALLBSTER: d.a Covacha Sepulcral del Camf Reah. Archivo de Prehistoria Lev.antina, l . Valencia, 1929. Pág. 45.
(37) ARRIBAS y MOUNA, op. cit. nota 15.
(38) FLETCHER, PLA y LLOBREGAT, op. cit. nota 20.
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BERNABEU AUBAN.-Cova del Garrofer
LAM. 1
Situación del yacimiento y entrada al mismo
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BERNABEU AUBAN.-Cova del Garrofer
Adornos de los Sectores I y J.
LAM. ll
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTI NA
Vol. XVI (Valencia , 1981)
JOSE VTE. MARTINEZ PERONA
(Valencia)
LA COVACHA BOTIA
(Siete Aguas)
I
SITUACION, DESCRIPCION Y DESCUBRIMIENTO
La covacha Botia se encuentra situada dentro del término municipal de Siete Aguas (provincia de Valencia) (fig. 1), en la partida denominada El Atirador, al pie de la Peña Rubia, sobre un acantilado rocoso de la orilla derecha de la Rambla de La Vallesa, caserío éste que se
encuentra a pocos kilómetros de la covacha en cuestión, en dirección
Oeste (fig. 2).
Sus dimensiones son sumamente reducidas, tratándose de un pequeño corredor que no llega a los cuatro metros de longitud, de un
metro de anchura y escasamente alcanza esta medida de altura. La
sección transversal presenta forma ovalada, apuntada hacia el techo
y la longitudinal una ligera inclinación hacia la entrada, con estre~ha
fisura en la parte posterior. En la planta se observa la suave curvatura del fondo y la existencia en el tramo interior de un gourg que ya estaba inactivo cuando se efectuó el enterramiento, pero que, seguramente, en épocas húmedas posteriores a dicho momento, la covacha
debió tener alguna actividad hidrica, por las razones que luego apuntaremos (fig. 3) (Lám. I A y B).
El.descubrimiento se llevó a cabo en 1976 por Juan Botía Puerta,
que ha efectuado exploraciones sistemáticas del término municipal de
Siete Aguas para confeccionar la carta arqueológica de esta población, exploraciones que continúa en la actualidad. Púsose inmediatamente en contacto con el Servicio de Investigación Prehistórica de la
Diputación Provincial de Valencia, cuyo director comisionó al técnico
del servicio, José Aparicio Pérez, y el entonces colaborador del mismo, Bernardo Martí Oliver, para que, junto con el mencionado descubridor, procedieran al reconocimiento de la covacha en cuestión, ade- 96 -
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Fig. l. -Algunos yacimientos seml\iantes a la Covacha Botia: 1, Cueva Roca; 2, Necrópolis de
Algorfa; 3, Cueva de las Lechuzas; 4, Cova del Monte de la BarseUa; 5, Grieta de Les Llometes; 6, Cova de la Pastora; 7, Cuevas de los alrededores de Bañeras: Sol, Pedrera, Reliquia,
AneUs, Llarch, Serp, Bagases y Partidor; 8, Camf Real d'Alacant; 9, Barranc del CasteUet; 10,
Carassol del Vernisa; 11 , Solana del Almuixich; 12, Recambra; 13, Bernarda; 14, Covacha
de la Ladera del Castillo; 15, COVACHA BOTIA; 16, Cueva de la Torre del Mal Paso; 17, Can
Ballester; 18, Barranc de la Rabosa
[page-n-99]
3
COVACHA BOTIA
más de otros yacimientos sitos en el término municipal de Siete
Aguas. Como la cavidad no tenía un nombre conocido se le puso el de
covacha Botfa en honor de su descubridor. La prospección les permitió recoger un cráneo que afloraba en la parte más profunda de la covacha y, dado el ·hallazgo antropológico y 'lo reducido del lugar, supusieron que se tratarla de un enterramiento perteneciente a la Edad del
Bronce Valenciano, tal y como se desprende del informe que emitieron (1).
Posteriormente, el se:dor Juan Botfa Puerta comunicó al S.I.P. el
inminente peligro que conia el contenido de dicho enterramiento ante
e
Cov~ cha
-+-+- Corrl~nte
-
E. 1: 100.000
Bot i~
d~ ~gua
N.Jll
-+-f.F~rrocarri 1
fig. 2. - Mapa de los alrededores de Siete-Aguas
11) cLa labor del Servicio de Investigaci6.n Prehistórica y su Museo en el pasado aiio
1976». Tirada aparte de la Memoria presentada por la Secretaria General. Imprenta Provincial, 1977, págs. 71-72.
- 971
3
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J . V. MARTINEZ PERONA
4
A-
P t;ant;a
Perf 11
por A-8
e-o
Perf i tu por:
E-F
COVACHA BOTJA {SIETE-AGUAS)
llig. 3. - Planta y perftlea de la Covacha Botta
- 98 -
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COVACHA BOTIA
5
la constante visita y merodeo de perilonas aficionadas a la arqueologia por el lugar en donde se halla ubicada la covacha, lo cual motivó
que el director del Servicio decidiera su excavación inmediata en
calidad de urgencia, encargándonos la dirección de los trabajos de
campo (2).
II
LA EXCAVACION Y LA ESTRATIGRAFIA
Reálizamos la excavación los dias 6 de octubre y 3 de noviembre
de 1979, contando con la colaboración del mencionado descubridor,
señor Botia, de Norberto Hernández, estudiante de Biologfa y aficionado de Siete Aguas, y con los estudiantes de la Facultad de Geografla
e Historia de la Universidad de Valencia, Consuelo Debón Tarfn, Ernestina Badal Garcia, Adela Martfnez Medina y Francisco Blay
Garcia, a todos los cuales reiteramos nuestro agradecimiento por tan
valiosa colaboración, y muy especialmente a !CONA, al guarda forestal de este organismo destacado en Siete Aguas, que pacientemente
nos transportó al yacimiento, y no menos especialmente al ilustre alcalde de Siete Aguas, don Agapito Mas Tarin, que se interesó vivamente desde el primer momento por nuestro trabE\io, y corrió con todos los gastos referentes a la manutención del equipo excavador.
Dadas las reducidas dimensiones de la covacha, los momentos
iniciales de la excavación fueron muy dificultosos, empezando a extraer tierras superficiales de la parte interna, cuyo acceso se vio dificultado por un bloque pétreo que se encontraba a mitad de la cavidad, quizá resto de alguna pared de piedra en seco, protectora del enterramiento.
Empezamos por ir sacando 1a l .• capa, que estaba ·formada por
cantos angulosos de tamaño mediano y pequeño, entre los que salieron varias puntas de flecha y geométricas. Bajo estas piedras apareció el contorno ovalado del gourg mencionado y tierras que, al igual
(2) «La labor del Servicio de Investigación Prehiatórica y su Museo en el pasado año
1979.t. Tirada aparte de la Memoria presentada por la Secretaria General. Imprenta Provincial, 1980, págs. 80-81.
- 99 -
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6
J . V. MARTINEZ PBl\ONA
que los cantos de la capa t.•, poseían mucho carbonato cálcico, a juzgar por el color blanquecino que presentaban y por la capa calcárea
con que iban recubiertas las piezas arqueológicas, todo lo cual nos indicaba que, después de haberse realizado el enterramiento, la cueva
había tenido cierta actividad hldrica. Estas tierras ricas en carbonato
cálcico, constituyen la capa 2.•, que aportó muchos materiales arqueológicos, tales como puntas de flecha, la mayor parte de los
geométricos, la lezna entera y un fragmento de otra, de cobre ambas,
varias cuentas de collar en piedra verde, alguna de las bitroncocónicas y discoidales, el objeto óseo y muchos restos humanos, sobre todo
molares. Después empezaron a salir tierras rojizas que descansaban
directamente sobre el piso del gourg, mostrándose completamente
estériles (fig. 3 y Lám. 1, A).
El gourg dejaba entre sus paredes y las de la cueva espacios más
bien reducidos, pero que contenían bastantes sedimentos que procedimos a su extracción, estando formados por tierras negruzcas, ricas en
materia orgánica y que envolvían muchos restos recientes, tales como
bellotas, conchas de caracoles, huesos de animales, pajas, etc. En estos intersticios recogimos también materiales arqueológicos (cuentas
de collar, algún geométrico, muchos molares), destacando la aparición de una mandíbula humana de un nifto y el hacha (fig. 4) (Lám. II,
A), lugar este en donde, según nos indicó Botfa, descansaba el cráneo
recogido en la prospección que antecedió a la excavación. Como claramente puede verse, estos sedimentos marginales estaban completamente removidos, quizás por las alimañas y roedores.
Continuamos la excavación hacia la salida, en las tierras inmediatamente contiguas al gourg, retirando primeramente la piedra que estaba colocada junto al mismo, apareciendo una sendimentación formada por tierras negruzcas con cantos calizos que contenían materiales arqueológicos, como alguna punta de flecha, cuentas de collar, casi toda la cerámica hallada, molares humanos y restos de huesos largos muy deteriorados.
Conforme avanzábamos hacia la salida, las tierras se tomaron rojizas y completamente estériles que, no obstante, fueron agotadas
hasta el fmal.
Posteriormente, y con motivo de una exposición de materiales arqueológicos de Siete Aguas que se montó en agosto de 1980, en la que
también iban a figurar los materiales del enterramiento objeto de estudio, el señor Botfa procedió a la limpieza y extracción de algunos
restos terrosos que contenía en su interior el cráneo, entre los que halló un triángulo (núm. 21 bis del inventario) y un fragmento de lezna
en cobre (núm. 23 bis del inventario y Lám. IV, F).
-
100 -
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COVACHA BOTIA
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Fi¡. 4. - Hacha o asada en piedra verde osc;.ro
7
[page-n-104]
8
J. V. MARTINEZ PBRONA
m
LOS MATERIALES
Las medidas van expresadas en centímetros y el número de orden
del inventario se corresponde con el número que lleva la misma pieza
dibujada.
l . Hacha o azada en roca desconocida de color verde oliva; ejes convergentes, lados convexos, ceras convexas, bordes facetados en el extremo distal o del filo y en el resto redondeados, talón biselado algo deteriorado, ligeramente convexo; biseles convexos simétricos; filo
convexo algo deteriorado, recto; sección ovoide; pulimento en toda la pieza, excepto en los
bordes y cera ventral. 14 x 7,8 x 4,8 (fig. 4 y Lám. II, A).
2. Punta de flecha, en sflex gris claro con retoques blfaciales, totales, planos; lados rectos con aletas poco desarrolladas y pedúnculo lnclplente apuntado. Le falta el extremo distal
y la aleta derecha. 3,6 x 1,6 x 0,4 (fig. 5 y Lám. III, F).
3. Punta de flecha, en s1lex transparente, con retoques blfaciales, totales planos; 1!idos
rectos con aletas bien desarrolladas y pedúnculo Incipiente apuntado. 2,7 x 1,9 x 0,3 (fig. 5
yLám. m, Bl.
4. Punta de flecha romboidal muy irregular, en sllex gris veteado, con retoques planos
blfaciales totales; lados rectos con incipiente mu116n izquierdo y ped(lnculo de lados rectos
apuntado. 3,8 x 1,6 x 0,7 (fig. 5).
5. "Punta de flecha con aletas muy Incipientes, en sflex gris-rojizo veteado, con retoques
blfaciales totales planos; lados ligeramente convexos y pedllnculo de lados rectos redondeados. 3,4 x 1,6 x 0,6 (fig. 5).
6. Punta de flecha folié.cea, en sfiex gris, obtenida sobre hoja de sección triangular mediante retoques bifaciales, planos, totales en los extremos distal y proximal, quedando el lado
derecho, medial, dorsal y una zona ventral central, mesial-proximal sln retoques. Lados ligeramente convexos, tendiendo la pieza a la forma romboidal. 3,3 x 1,3 x 0,4 (fig. 5 y Lé.m.
m. Al.
7. Punta de flecha muy irregular, en sflex gris oscuro veteado, con retoques planos bifaciales totales; lados convexos dentados, el derecho con Incipiente muñón; y pedúnculo de lados rectos fracturado. 3 x 1,3 x 0,6 (fig. 6).
8. Punta de flecha asimétrica con aletas Incipientes, en sllex melado, con retoques bifaciales, planos. totales, ventrales y cubrientes, dorsales; lados ligeramente convexos con fino
dentado; y pedúnculo de lados ligeramente cóncavos de extremo romo. 2,6 x 1,6 x 0,3 (fig.
6 y .Lám. m , C).
9. Punta de flecha con aletas Incipientes, en sflex con pé.tlna blanca y retoques blfaciales, totales, planos; lados rectos y pedúnculo romo de lados rectos. 2,3 x 1,6 x 0,4 (fig. 5 y
Lám. III, DI.
10. Punta de flecha follácea en sflex gris claro, con retoques blfaciales, planos, cubrientes; lados ligeramente cóncavos e insinuación de pedúnculo de lados algo convexos, quedando en el centro de la pieza, en ambos costados, una zona de lados rectos paralelos. 2 x 1, 5 x
0,3 (flg. 6 y Lé.m. m, G).
11. Trapecio, en sflex gris claro algo patinado, sobre hoja de sección trapezoidal-triangular, con truncadura oblicua izquierda a base de retoques abruptos directos. 3,3 x 1,3 x 0,5
(flg . 6, Lé.m. II, C, y Lám. IV, H).
12. Trapecio, en sflex rosé.ceo, sobre boja de sección trapezoidal, con dos truncaduras,
una oblicua, izquierda, cóncava y la otra normal cóncava, ambas a base de retoques abrup·
tos directos. 2,1 x 1,5 x 0,4 (fig. 5 y Lé.m. n, e, y Lám. m , El.
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J . V. MARTINRZ PERONA
13. Trapecio, en sílex melado con ligera pátina dorsal, sobre hoja de sección trapezoidaltriangular con dos truncaduras, una oblicua, izquierda, cóncava y la otra normal cóncava,
ambas obtenidas mediante retoques abruptos directos. Le falta el extremo distal. 1,7 x 1,4 x
o,3 lfig. 5, Lám. n , e , y Lám. IV, 11.
14. Trapecio, en sflex con pátina blanca, sobre hoja de sección triangular, con truncadura oblicua, izquierda, cóncava, obtenida mediante retoques abruptos directos. 2, 1 x 1,3 x
o,4 lfig. 5 y Lám. n , eJ.
15. Trapecio, en silex gris oscuro, sobre hoja de sección trapezoidal con truncadura oblicua, izquierda algo cóncava, y truncadura normal ligeramente cóncava, ambas con retoques
abruptos directos. Retoques simples, continuos, marginales indirectos de uso. 1,9 x 1,4 x
0,2 (fig. 5, Lám. ll, C, y Lám. IV, K).
16. Trapecio, en silex con pátina blanca, sobre hoja de sección trapezoidal, con dos truncaduras, una oblicua, izquierda, recta y la otra, proximal, oblicua, cóncava, obtenidas ambas
mediante retoques abruptos directos. 2,1 x 1,2 x 0,4 (flg. 5, Lém. II, C, y Lém. IV, I).
17. Triángulo, en sflex con pátina blancuzca-amarlllenta, posiblemente sobre hoja-cresta, con dos truncaduras unidas, la una oblicua, izquierda, convexa, obtenida mediante retoques abruptos directos, y la otra normal, cóncava, obtenida mediante retoques abruptos, directos y simples, planos, indirectos. 2,3 x 1,2 x 0,6 (flg. 5, Lám. II, c. y Lám. m. H).
18. Trléngulo, en sllex con pátina blanca, sobre hoja de sección triangular con truncadura oblicua izquierda convexa a base de retoques abruptos directos. 1,9 x 1,3 x 0 ,4 (fig. 5 y
Lám. n, Cl.
19. Triángulo, en silex melado patinado en parte, sobre extremo distal de hoja de sección
trapezoidal, con truncadura oblicua izquierda convexa a base d~ retoques abruptos, directos,
faltándole el extremo distaL 1,4 x 1,5 x 0,3 Ulg. 5 y Lám. n, C).
20. Triángulo, en silex melado con pátina blancuzca-amarillenta en la parte dorsal, sobre extremo distal de hoja de sección triangular, con dos trunc aduras, la una izquierda, oblicua, convexa con retoques abruptos, directos, y la otra proximal, oblicua, izquierda, recta
con retoques abruptos, ind1rectos. 1,9 x 1 x 0 ,3 (fig. 5 y Lám. II, C).
21 . Tranchet, en sllex melado con manchas de pátina, sobre hoj a de sección trapezoidal
que presenta retoques planos dorsales y truncadura izquierda, oblicua, cóncava, con retoques abruptos directos. 1,7 X 1,2 X 0 ,4 (fig. 5 y Lám. n, C).
21 bis. Triángulo, en sflex melado, sobre hoja de sección posiblemente trapezoidal con
dos truncaduras, la una izquierda, oblicua, algo alnuosa, y la otra normal, cóncava, obtenidas ambas con retoques abruptos directos. 2 x 1,4 x 0,2 (fig. 5 y Um. n, C).
22. Lezna de cobre biapuntada de sección cuadrada. 6,8 x 0 ,3 x 0,3 (fig. 6 y
Lám. IV, E).
23. Extremo apuntado de lezn.a de cobre de sección cuadrada. 1,6 x 0 ,2 x 0,2 (fig. 6 y
Lám. IV, G).
23 bis. Idem. anterior. 3,6 x 0,3 x 0,3 (tlg. 6 y Lám. IV, Fl.
24. Uúl plano de hueso fragmentado, de lados convergentes, faltando el extremo que
dende a estrecharse; posible agt.úa o punzón. 7,8 x 1,3 x 0,4 (flg. 6 y Lám. IV, D).
25. Cuenta de collar, en piedra verde, tipo oliva, presentando en toda su superficie varias facetas de abrasión y perforación longitudinal. 1,3 X 0,9 X 0,8 (flg. 6 y Lám. ll, D).
26. Idem. 1,3 X 0 ,9 x 0 ,8 (fig. 6 y Lám. ll, D).
27. Idem. 1,3 X 0 ,9 x 0 ,8 (fig. 6 y Lám. II, D).
28. Idem. 1,3 x 0,8 x 0,8 (fig. 6 y Lám. II, D).
29. Idem. 1,1 x 0 ,9 x 0,7 (fig. 6 y Lám. II, D).
30. ldem. 1,2 X 0 ,9 x 0 ,7 (fig. 6 y Lám. ll, D).
31. ldem. 1,1 X 0 ,8 X 0,7 (fig. 6 y Lám. ll, D).
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J . V. MARTINEZ PERONA
32. Idem. 1 x 0,8 x 0,8 (fig. 6 y LAm. ll, D).
33. Idem. 1,2 X 0,8 X 0,7 (fig. 6 y LAm. n , D).
34. Idem. 1,2 x 0,8 x 0,8 (fig. 6 y Lám. n. Dl.
35. Idem., pero con una tercera perforación lateral, seguramente accidental. 1,2 x 0,8
x 0,6 (fig. 6 y LAm. ll, D).
36. Idem., pero ain·perforación lateral. 1, 1 X 0,8 X 0,7 (fig. 6 y Um. ll, D).
37. Idem. 1,1 X 0,8 X 0,6 (fig. 6 y LAm. ll, D).
38. ldem. 1 X 0,8 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, D).
39. Idem. 1 x O,7 x 0,6 (fig. 6 y LAm. ll, D).
40. Idem. 1, 1 X 0,8 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, D).
4 1. Idem. 1 x 0,8 x 0,6 (fig. 6 y Um. ll, DI.
42. Idem. 1 X 0,7 X 0,7 (tig. 6 V LAm. n. D).
43. Idam. 1 X 0,8 X 0,6 (fig. 6 y Um. ll, D).
44. Idem. 0,9 x 0,7 x 0,6 (fig. 6 .Y LAm. ll, D).
45. Idem., pero fragmen\ada. 1,2 x 0,9 x 0,8 (fig. 6).
46. Idem., pero fragmentada. 1,3 x 0,8 x 0,7 (fig. 6).
47. Idem., pero fragmentada. 1,2 x 0,8 x ? (fig. 6).
48. Idem., sin fragmentar. 1 x 0,8 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, D).
49. Idem., fragmentada. 1,2 x 0,8 x 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, D).
50. . Cuenta de collar bitroncocónica, en caliza bl anca, con ancho orificio, més estrecho
en el cantro de la pieza. 0,5 X 0,7 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, B).
51 . ldem. 0,15 X 0,7 X 0, 7 (ftg. 8 y Um. ll, B).
52. ldem. 0,5·0,4 X 0,7 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, B).
53. Idem. 0,5-0,4 X 0,7 x 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, B).
54. ldem. 0,4-0,3 X O,7 x O, 7 (fig. 6 y LAm. ll, B).
55. ldem. 0,3 x 0,7 x 0,7 (flg. 6 y Um. n, B).
56. Idem., de la que sólo se conservan treS fragmentos. 0,4 x ? x 7.
5 7. Cuenta de collar discoidal, en mérmol blanco, con fino orificio més estrecho en una
de las caras que en la otra. 0,2 x 0,6 x 0,6 (fig. 6 y Um. n , B).
58. Idam., pero con el orificio més estrecho en al cantro de la pi~tJB. 0,2 x 0,6 x 0,6 (fig.
s y LAm. n , Bl.
59. Idem., pero con el orificio més estrecho en una delaa caraa. 0,2 x 0,6 x 0,6 (flg. 6 y
LáJil. n , B).
60. Fragmento cerAmico a mano, del borde de un cuenquecito de puta negra con desgraaante grueso de calcita. Superficie interior marrón-rojiza alisada y exterior marrón alisada, atloren._do en embaa el grano del desgruante. 8,4 x 6,9 x 0,8. DiAmetro y altura supuestas del cuenco reconstruido. 14,5 x 11 (fig. 7 y,LAm. IV, A).
61. Fragmento cerAmico a mano del borde de un vaso de paredes rectas, de puta~.~-.
cea con grueso desgrasante calizo y calcitico; superficies marrones alisadila en laa que 8t1ora
el grano del deagruante. 4,2 x 3,5 x 0,8 (fig. 8 y LAm. IV, C). ·
62. Fragmento cerAmico a mano del borde de un vaso de paredes rectas, de puta marrón negrusca con grueso desgruante de calcita; superficies marrones alisadas en las que
aflora el desgruante 4,4 x 3,5 x 0,7 (fig. 8 y LAm. IV, B).
63. Fragmento cerAmico a mano del borde de un cuenco de labio reentrante de pasta
marrón oscura con desgruante grueso de calcita. Superficies marrones oscuras alisadas en
las que aflora el grano. 3,3 x 3 x 0,9 (ftg. 81.
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64. Fragmento cerámico a mano del cuerpo de pasta negra con desgrasante grueso de
calcita. Superficies marrones alisadas. 6,1 ·X 5,4 x l.
65. Fragmento cerámico a mano del cuerpo de pasta gris oscura con desgraaante grueso
de calcita. Superficies marrones allaadu en las que aflora el grano. 3 x 2,6 x 0,6.
66. Fragmento cerámico a mano del cuerpo de pasta negra con d.eagraaante medlanQde
calcita. Superficie interior negruzca_ alisada y exterior marrón alisada aflorando el gran.o. 4
X 3,8 X 0,8.
67. Fragmento cerámico a mano dal cuerpo de puta marrón oscura con j:leagrasante de
calcita muy grueso. Superficies butaa marrones como la pasta. 6 x 4,6 x l.
68-73. Pequedoa fragmentos cerémicoa a mano del cuerpo, de las miamas caracterlaticaa que loa descritos con anterioridad.
IV
PARALELOS Y PROBLEMATICA
Asf pues, nos encontramos ante un conjunto de materiales sumamente homogéneos, propio de los enterramientos colectivos eneolfticos valencianos, siendo de destacar la contemporaneidad cronológica
de cada uno de los objetos de los ajuares de este enterramiento, sobre
todo ante la ausencia de vaso campaniforme, determinados elementos de adomo, tales como cuentas de· collar tubulares (3), brazaletes
de arquero y botones con perforación en V, y piezas metálicas tan características como las puntas de flechas Palmela y los puñales de lengüeta.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que es sumamente dificil
encontrar absolutamente todos los materiales usuales en estos enterramientos, en cada uno de ellos, faltando siempre alguno o varios,
bien porque no se colocaran en principio, ya que no podemos suponer
que hubiera absoluta necesidad de ello en el posible ritual, o·en últinio
extremo también se puede suponer su pérdida debido a lo esquilmados que se suelen encontrar los depósitos funerarios como consecuencia de las diversas vicisitudes sufridas, lo cual nos permite afirmar
que los modelos «standard» de ajuar colectivo, correspondiente a los
enterramientos colectivos de la primera época del Eneolitico, son más
teóricos que reales, aunque aceptables a efectos descriptivos y metodológicos.
(3) J. V. LBRM.A y J . BBRNABEU: cLa coveta del Monte Picayo (Sagunto, Valencia)». Archivo de Prehlatoria Levantina, XV. Val~cla, 1978, pAga. 37-46.
J. BERNABBU AUBAN: cLoe elementos de adorno en el Bneolftico Valenciano». Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueologia de Valencia, 14. Valencia, 1979, péga. 109-126.
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64. Fragmento ceré.mico a mano del cuerpo de pasta negra con desgrasante grueso de
calcita. Superficies marrones alisadas. 6,1 ·X 5,4 x l.
65. Fragmento ceré.mico a mano del cuerpo de pasta gris oscura con desgrasante grueso
de calcita. Superficies marrones alisadas en las que aflora el grano. 3 x 2,6 x 0,6.
66. Fragmento ceré.mico a mano del cuerpo de pasta negra con desgrasante medianQ de
calcita. SuperfiCie interior negruzca. alisada y exterior marrón alisada aflorando el grano. 4
X 3,8 X 0,8.
67. Fragmento ceré.mico a mano del cuerpo de pasta marrón oscura con desgrasante de
calcita muy grueso. Superficies bastas marrones como la pasta. 6 x 4,6 x l.
68-73. Pequef'los fragmentos ceré.micos a mano del cuerpo, de las mismas caracteristicas que los descritos con anterioridad.
IV
PARALELOS Y PROBLEMATICA
Asi pues, nos encontramos ante un conjunto de materiales sumamente homogéneos, propio de los enterramientos colectivos eneolfticos valencianos, siendo de destacar la contemporaneidad cronológica
de cada uno de los objetos de los ¡ijuares de este enterramiento, sobre
todo ante la ausencia de vaso campanüorme, determinados elementos de adorno, tales como cuentas de· collar tubulares (3), brazaletes
de arquero y botones con perforación en V, y piezas metálicas tan caJ
racterlsticas como las puntas.de flechas Palmela y los puñales de lengüeta.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que es sumamente dificil
encontrar absolutamente todos los materiales usuales en estos enterramientos, en cada uno de ellos, faltando siempre alguno o varios,
bien porque no se colocaran en principio, ya que no podemos suponer
que hubiera absoluta necesidad de ello en el posible ritual, o·en últinio
extremo también se puede suponer su pérdida debido a lo esquilmados que se suelen encontrar los depósitos funerarios como consecuencia de las diversas vicisitudes sufridas, lo cual nos permite afirmar
que los modelos «standard» de ¡ijuar colectivo, correspondiente a los
enterramientos colectivos de la primera época del Eneolftico, son más
teóricos que reales, aunque aceptables a efectos descriptivos y metodológicos.
(3) J. V. LERMA y J. BERNABEU: «La coveta del Monte Picayo (Sagunto, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, XV. Val~ncia, 1978, pAga. 37-46.
J . BERNABEU AUBAN: «Los elementos de adomo en el Eneolltico Valenciano». Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueologia de Valencia, 14. Valencia, 1979, pégs. 109-126.
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Mola de Torre Am. dor (13), Casa de Lara y Arenal de la Virgen (14);
a
igualmente, es interesante la presencia de un «tranchea, conociéndose otro procedente del enterramiento del Carassol del Vernissa, en Xltiva (15).
La presencia de una lezna completa de cobre y dos fragmentos de
otras dos en el mismo metal, nos plantea ci.et:tos problemas si tenemos
en cuenta la valoración que se dan a los niveles profundos de la Ereta
del Pedregal (16), que por el momento no han proporcionado ningún
útil en cobre, valorando, por otro lado, el hecho de que las leznas aparezcan en conjuntos de materiales eneolíticos de enterramiento que
podemos considerar como del Eneolítico I o Antiguo, tales como La
Pastora, Ladera del Castillo de Chiva, Les Llometes de Alcoi (17) y Cova del Sol de Banyeres. Sin descartar totalmente la posibilidad de que
la presencia de estos objetos metálicos, las leznas de sección cuadrada, se deba a intrusiones posteriores, creemos que son sincrónicos con
el resto del ~uar, a juzgar por la antigüedad de la metalurgia en el
Mediterráneo Occidental (18), pudiéndose expliéar el caso de la Ereta
del Pedregal como un caso local anómalo, que por otra parte no· es el
único que presenta dicho yacimiento, ya que tampoco aparecen las
cuentas de collar tipo oliva, en piedra verde, ni en el estrato correspondiente, el vaso campaniforme, aunque sf botones con perforación
en V.
En cuanto a los elementos de adorno se refiere, llama la atención
la abundancia de cuentas de collar, tipo oliva, en piedra verde, las
cuales aparecen siempre en contextos pertenecientes al Eneolítico
precampaniforme. En tierras valencianas, y en cuevas de enterramiento colectivo las encontramos en La Pastora, Coveta del Barranc
del Castellet, Bernarda de Palma de Gandia y Cova de la Serp de Banyeres. Son múy frecuentes en los «Sepulcros de Fosa» catalanes (19) y
(13) A. GONZALBZ PRATS: cCarta Arqueológica del Alto Maestrazgo». Serie TraheJos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, nám. 63. Valencia, 1979, pág. 33.
(14} J : M.• SOLER GARCIA: cVUlena. Prehistoria-Bistoria-Monumentoo. Alicante, 1976.
(15) Rallado en las excavaciones que realizó J . Aparicio Pérez.
(16) B. MARTI OLIVBR y J . GIL SANCHO: «Perlas de aletas y glóbulos del Cau Raboser
(Carcalxent, Valencia) (Algunas consideraciones sobre el RneolJtlco Valenciano)». Archivo de
Prehistoria Levantina, XV. Valencia.• 1978, págs. 62-63.
B. MARTI OLIVBR: cBl RneolJtlco». Nuestra Historia. Valencia, 1980, pág. 133.
(17) V. PASCUAL PBRBZ: «Rallazgos prehistóricos de Les Llometes (Alcoy)». Archivo de
Prehistoria Levantina, X. Valencia, 1961, págs. 39·58.
(18) J . GUILAINB: eLes debuts du Chalcollthique en Méditerranee Occidentale». Serie
Arqueológica nám. 8, Varia U. Departamento de Rlstoria Antigua. Universidad de Valencia.
En prensa.
(19) A. M.• ~OZ AMIBILIA: cCultura NeolJtlca Catalana de los Sepulcroa de Fosu.
Instituto de Arqueologla y Prehistoria. Universidad de Barcelona, 1965.
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J . V. MÁRTINB2 PERONA
en los sepulcros .megalíticos andaluces y portugueses (20). Sin embargo, no aparecen en la Ereta del Pedregal y nunca en contextos campaniformes, por lo que no los hemos encontrado en el Puntal sobre la
Rambla Castellarda (21 ).
Los objetos fabricados en hueso son curiosamente raros en esta
covacha, limitándose solamente a un punzón o aglija fragmentad~.
Faltan los punzones sobre ca.fta de metapodio de ovicápridos o en huesos de conejo, tan frecuentes en la mayoría de las cuevas de enterramiento citadas.
Igualmen:te caen en falta, por aparecer en casi todos los enterramientos similares, las hojas-cuchillo y los no tan generalizados ídolos,
tanto los pintados sobre huesos de animales como los llamados de placa o violín.
La cerámica es escasa y fragmentada, en mal estado de conservación y sin decoración. Los pocos fragmentos recogidos pertenecen a
cuatro vasos de forma distinta: un cuenco, dos vasos de paredes rectas y un cuenco de labio reentrante, bastante plano. Cerámica que no
se sale de la propia de las cuevas de enterramientos colectivos.
V
VALORACION Y CRONOLOGIA
El estado en que hemos encontrado las inhumaciones de la Covacha Botf.a en. relación al que debieron tener en la época en que se llevaron a cabo es muy distinto. La actividad hf.drica de la cavidad, por
un lado, que debió ser intensa en épocas lluviosas, y la actuación de
animales depredadores, carro:deros o roedores, han motivado que el
tijuar y los restos óseos hayan sido desplazado~ de sus lugares de origen e incluso sacados al exterior, con lo que se han perdido para · iems
(20) G. y V. LEISNBR: IDie Megalithgriiber der Iberischen Balbinsel. Erster Tell: Der Südem, Romiach-Germanische Forschungen, 17, Berlin. 1943.
(211 J . V. MARTINBZ PBR'ONA: «Carta ArqueolósJca de Pedralba y Bugarra (Valencia)».
Archivo de Prehistoria Levantina, XIV. Valencia, 1975, pé¡. 173.
J . APAIUCIO PERBZ, J . V. MARTINBZ PBRONA y J . SAN VALBRO APAIUSI: «El Puntal
sobre la Rambla CuteDarda y el Poblamiento Eneolitico en la ResJón Valencianat. Saltahi
XXVU (1977). Valencia, 1978, pé¡s. 37-62.
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112 -
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COVACHA BOTIA
19
pre, dada la situación de la covacha que abre su entrada en un aca.iltilado del barranco de la Vallesa. No podemos descartar tampoco que
se trate de segundos enterramientos y, por lo tanto, que en el momento de trasladar los restos humanos y el ~uar ya no fueran depositados
en su totalidad, cosa bastante frecuente en segundos enterramientos.
De todas maneras, y por las razones indicadas, nos encontramos en la
imposibilidad de poder aclarar si se trata de primeros enterramientos
o de depósitos de huesos y ~uares después de la descarnación en otro
lugar.
Lo que sí es seguro. es que los enterramientos se realizaron dentro
de una estructura natural, en este caso un gourg de forma ovalada
y de reducidas dimensiones, y que luego, seguramente se protegió el depósito con bloques pétreos colocados en el borde del
gourg, hacia la salida, abogando en favor de esta interpretación la
piedra de medianas dimensiones que encontramos aún en el lugar indicado, al comenzar la excavación.
La primera prospección que realizara el S.I.P. proporcionó un cráneo, q)le unido a lo reducido del lugar hizo pensar en un enterramiento de la Edad del Bronce, posiblemente con un solo individuo. Luego,
cuando excavamos, encontramos más restos humanos y del examen a
simple vista sacamos la conclusión provisional de que había dos personas y que, pese a que el ~uar nos indicaba claramente que estábamos ante un enterramiento contemporáneo de los eneolfticos colectivos en cuevas naturales, el número de cadáveres no era ni mucho menos elevado. Finalmente, el estudio de los restos humanos por parte
de la especialista, María José Broseta, cuyo trab~o sigue al pre~ente,
nos ha permitido saber que, por lo menos, son cuatro los enterrados,
una chica de unos 16 años a la que pertenece el cráneo, un niño de alrededor de 6 años al que pertenece la mandíbula y otros huesos, y dos
adultos de los que solamente se conservan algunos molares, sin descartar la posibilidad de que algunos dientes pueden pertenecer a otro
individuo infantil, teniendo, por lo tanto, restos de cinco enterrados,
número que, aunque parezca b~o en relación con los normales para
las cuevas de enterramiento colectivas, está en consonancia con lo reducido de la covacha, máxime si pensamos que el lugar escogido para
depositar el enterramiento fue un diminuto gourg.
En cuanto al encuadre cronológico de este enterramiento, nos encontramos con la falta de fechas absolutas proporcionadas por el método del C14; pero disponemos de un interesante ~uar cuyas particularidades y problemática cFonológica ya han sido planteadas. Apoyándonos en tales planteamientos, creemos que el enterramiento de
la covacha Botía hay que situarlo entre el3000 y el2600-2500 a. de
15
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J . V. MARTINEZ PERONA
C., fechas que se corresponden con el Eneolitico I de la estructuración
de Aparicio (22).
.
No entramos en más consideraciones que podíamos·hacer en relación con los materiales arqueológicos de la covacha Botfa y los más
recientes trab(\jos de síntesis sobre el Eneol1tico, en tierras valencianas (23), ya que esta tarea la dejamos para un futuro muy próximo,
cuando publiquemos exhaustivamente los materiales de la Cova de la
Pastora de Alcoi, una de las cuevas de enterramientos colectivos más
significativas e importantes de las tierras baftadas por el Mediterráneo Occidental.
·
(221 J . APARICIO PEREZ: cSima de ...», op. cit. en la nota 7.
(23) Fundamentalmente los trabrijos de Harrlson, Guilaine, Mart.t y Aparicio.
-
114 -
[page-n-117]
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A.-Interior de la covacha mostrando el gourg después de excavado.
B.- Entrada de la covacha.
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A.- Hacha o azada en piedra verde oscuro.
B.- Cuentas de collar bitroncocónicas y discoidales.
C.- Coqjunto de geométricos.
D.-Cuentas de collar en piedra verde, tipo oüva.
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[page-n-119]
MARTJNEZ PERONA.-Covacha Botia
LAM.m
H
A, B, C, D, F y G.-Puntas de flech a.
E y H.-Geométricos.
[page-n-120]
MARTINEZ PERONA.-Covacha Botia
LAM. IV
D
G
F
J
K
A, B y C.- Fragmentos de bordes cerámicos, a mano.
D.-Objeto de hueso.
E, F y G.- Lezna y fragmentos de otras, en cobre.
H, I, J y R.-Geométricos.
E
[page-n-121]
ARCHIVO DB PRBBISTORIA LEVANTINA
VOL. XVI (Valencia, 19811
M. a JOSE BROSETA PRADES (*)
ANDRES MARTINEZ-ALMAGRO (**)
(Valencia)
ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
PROCEDENTES DE LA COVACHA
BOTIA
INTRODUCCION
Hemos estudiado (***), desde un punto de vista exclusivamente
morfológico, diversas piezas de esque~etos humanos pertenecientes al
periodo Eneolitico y que corresponden al hallazgo de la covacha
Botfa, en la zona de Siete Aguas, llevado a cabo por el equipo del pro-
fesor Fletcher, blijo la dirección del profesor Martinez Perona.
Se describe, a continuación, la relación detallada de dichas piezas
óseas y se estudia, de modo especial, un cráneo, una mandíbula y un
conjunto de unidades dentarias.
INVENTARIO DE PIEZAS OSEAS HUMANAS
1 Vértebra cervical de adulto.
1 Vértebra cervical de adulto joven.
1 Vértebra dorsal de adulto joven.
1 Vértebra cervical de nifto.
1 Fragmento de arco anterior de atlas, con tubérculo anterior, de
adulto.
1 Cuerpo vertebral cervical de nifto.
1 Clavícula de nifto de unos 2 años.
1 Clavícula de nifto de menor edad que el anterior.
(•) Profesor Ayudante de Anatomía de la Facultad de Medicina.
(•) Profesor Aqjunto de Anatomía de la-Facultad de Medicina.
.
(-) Trabl\Jo realizado en el Departamento Anatómico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia. Director: profesor doctor V. Smith-Agreda.
-
119 -
[page-n-122]
2
M. J . BROSETA Y A MARTINEZ
1 Primera costilla de niño.
1 Fragmento de coxal de niño.
1 Astrágalo de adulto.
1 Cuboides de adulto.
1 Escafoides de adulto.
1 Rótula de adulto.
2 Metatarsianos de adulto.
1 Falange proximal de adulto.
1 Falange distal de adulto.
2 Cúbitos de niño entre 6-7 años.
- Diversos fragmentos de huesos largos.
1 Tibia (fragmento proximal) de niño 6-7 aftos.
1 Tibia (fragmento distal) de niño 6-7 aftos.
1 Trapecio de adulto.
1 Piramidal de adulto.
2 Metacarpianos de adulto.
2 Metacarpianos de niño.
5 Falanges proximales de adulto.
7 Falanges proximales de niño.
1 Cráneo de adulto joven sin mandíbula.
1 Mandíbula de niño 1-2 años.
120 Piezas dentarias.
14 Incisivos.
12 Caninos.
18 Premolares.
1G Molares.
61 Fragmentos distintos.
GRANEO
MORFOLOGIA EXTERNA DEL NEUROCRANEO : CALOTA Y CONTORNO
Es un cráneo de reducidas dimensiones, alargado, de forma~ suaves y al que le falta gran parte del macizo facial, así como el maxilar
inferior.
El hueso frontal muestra los abultamientos correspondientes a las
eminencias frontales laterales, de considerable relieve, una suave. tuberosidad frontal, así como un reborde superciliar muy poco pronunciado y dirigido hacia abejo y atrás, observándose en el mismo la escotadura supraorbitaria. Están bien conservadas las apófisis orbitarias externas, así como la escotadura y espina nasal correspondiente.
Las láminas orbitarias están completas en ambas fosas, surcadas por
improntas vasculares y presentan una huella de considerable tamaño
-
120 -
[page-n-123]
RESTOS HUMANOS DE COVACHA BOTIA
3
a nivel de la fosa lacrimal. Se aprecia, asimismo, los agujeros orbitarios internos anterior y posterior y, de manera ténue, la fosita troclear.
En la zona superior, correspondiente a la calota, se observa nítidamente la sutura coronal sin solución de continuidad desde una a
otra ala mayor ae esfenoides. La mitad izquierda de esta sutura es
mucho más evidente que la derecha.
La sutura sagital o interparietal se presenta bien constituida y con
ciertos espacios entre los correspondientes dientes óseos, lo que
pondría de manifiesto la juventud del cráneo al no darse sinóstosis a
este nivel.
Los parietales, que presentan un considerable abombamiento lateral, aplanan su morfología a nivellambdoideo, observándose en esta zona los agujeros parietales, bastante más desarrollado el derecho.
En el lado izquierdo, se insinúan las rugosidades correspondientes a
las lineas temporales superior e inferior, detalle que no apreciamos en
el lado derecho.
La sutura parieto-occipital es muy manifiesta en el lado izquierdo,
presentando, además, pequeños espacios en el espesor de la misma.
En el lado derecho, la sutura se desdibuja hasta que llega, prácticamente, a perderse en las proximidades de la apófisis mastoides. Se observa un pequeño hueso wormiano.
La visión lateral del cráneo permite apreciar la escama del temporal, en cuya zona posterior se introduce la incisura parietal. La porción mastoidea presenta unós profundos surcos vasculares que son
más evidentes en el temporal izquierdo que en el derecho, y en cuyas
proximidades se sitúa el agujero mastoideo. Se observa la raíz de la
apófisis cigomática del temporal, con los tubérculos cigomáticos anterior y posterior, así como una bien conformada y amplia cavidad glenoidea en ambos lados. La espina suprameática de Henle se aprecia
en el lado izquierdo, mientras que en el derecho, al igual que ocurre
con otros accidentes óseos, no se manifiesta.
Desde una perspectiva posterior se aprecia. una concha occipital
que es considerablemente prominente, aunque de formas suaves y redondeadas. Las lineas curvas occipitales superiores no suponen un
verdadero accidente óseo a pesar de definirse netamente, lo que puede aplicarse también al inion. La protuberancia occipital externa es
muy prominente y abombada, aunque no brusca, mientras que la
cresta occipital externa, la linea curva inferior y las rugosidades debidas a inserciones musculares se perciben con nitidez. A este respecto,
16
121 -
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4
M . J . BROSETA Y A MARTINEZ
nos ha llamado la atención la importancia de la huella ósea que han
dejado los músculos trapecios al insertarse entre ambas líneas curvas
occipitales.
MORFOLOGIA EXTERNA: BASE DEL NBUROCRANEO
Sistematizaremos su estudio trazando las clásicas lfneas.bimastoidea y bicigomática, que dividen la base del cráneo en una zona posterior u occipital, media o yugular y anterior o facial.
Zona occipital. Llama la atención la apófisis mastoides del lado
derecho, que aparece parcialmente destruida, y que presenta profundos agujeros y hendiduras. Están muy marcados los surcos correspondientes a las ranw:as digástricas, más pronunciada en el lado izquierdo. La configuración de los rebordes posteriores del agujero occipital -ovoideo en la parte posterior y más o menos triangular en la
ánterior-, asf como la morfología de los cóndilos y los agujeros condfleos posteriores, no ofrecen, a nuestro juicio, datos dignos de mención
especial.
Zona yugular. Aparece nítidamente la articulación temporo -occi~
pital y la espina yugular del occipital. No hay apófosis estiloides, observándose bien el agujero estilomastoideo. El agujero rasgado posterior presenta, en ambos lados, un tabique óseo de separación entre el
agujero yugular y la fosita petrosa. La lámina basilar del occipital posee una serie de rugosidades, distinguiéndose en la zona media el
tubérculo. faríngeo, la fosa navicular por delante de aquél y una articulación muy evidente entre el cuerpo del esfenoides y la lámina basilar del occipital. Esta articulación es la basi-esfenoidal y evidencia la
corta edad de desarrollo de este cráneo.
. El conducto auditivo externo derecho es más amplio que el izquierdo, así como el hueso timpanal y la cavidad glenoidea del temporal. En este séntido, señalaremos que el cóndilo cigomático derecho
está parcialmente destruido y que la cavidad glenoidea del lado izquierdo es sensiblemente mayor que en el derecho.
La morfología del agujero inferior del conducto carotfdeo, así como de los agujeros redondo menor y oval, es clásica. Sin embargo, el
agujero condfieo anterior derecho presenta.una variación anatómica
al ser tm orificio doble.
Zona facial . Se aprecian las masas de las apófisis pterigoides,
prácticamente destruidas, los conductos pterigo-palatinos con unos
surcos perfectamente labrados en el hueso, la cresta media del esfe-
122 -
[page-n-125]
RESTOS HUMANOS DE COVACHA BOTIA
5
noides y las estructuras que configuran al resto de hueso esfenoida!.
Está bien marcada la espina del esfenoides -más en el lado derecho-,
y se delimita muy bien la articulación esfeno-temporal en ambos lados.
Las masas laterales del etmoides están parcialmente destruidas,
aunque se observan las celdillas anteriores, medias y posteriores, asi
como parte de la lámina vertical de dicho hueso.
ESPLACNOCRANEO O VISCEROCRANEO
Su estudio queda considerablemente reducido debido al hecho de
faltar ambos huesos malares, los huesos propios de la nariz, la mayor
parte de los maxilares superiores, los cometes, gran parte de los palatinos, el vómer y el maxilar inferior.
A nivel del paladar, de morfología parabólica, las apóflSís palatinas del maxilar superior están prácticamene completas, distinguiéndose perfectamente tanto la sutura intermaxilar como el torus palatinus, más marcado en el lado derecho. El agujero incisivo o bucal del
conducto palatino anterior es muy evidente, y tiene un tamaño considerable en relación con el total del paladar.
El palatino se distingue a nivel de su unión con las apófisis pterigoides, cuya articulación se destaca con nitidez. En su porción palatina se conservan las partes finales de los conductores palatinos posteriores.
La arcada dentaria del maxilar superior ofrece algunos detalles
que merecen nuestra consideración. En primer lugar, se conserva
parte del canino izquierdo, partido transversalmente y que presenta
en su ápex un gancho muy pronunciado. Es un diente de grandes dimensiones.
En la hemiarcada derecha se conservan en magnífico estado ~os
tres molares. No presentan caries y tienen un buen tamaño. Por otra
parte, es interesante señalar la presencia del tercer molar incluido en
su correspondiente apófisis alveolar, algo por deb~o de lo que seria la
superficie de la encia. Presenta cinco cúspides y el eje de la pieza en
sentido longitudinal está inclinado hacia atrás.
El molar 2.0 tiene seis cúspides redondeadas y sin muestras de
uso, al igual que el molar 1.0 , que aunque sólo tiene cuatro cúspides,
presentan también una morfología redondeada y sin huellas de uso.
E~tos datos h~lan a favor de la juventud del individuo cuyo cráneo estamos sometiendo a estudio.
-
123-
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14. J . BROSBTA Y A M.ARTINBZ
6
RESULTADO DE LAS MEDICIONES EFECTUADAS EN NEUROCRANBO
Longitud máxima del cráneo .... . . .. ......... .
165 mm.
Longitud-de la base ............ . . .. ......... .
89 mm.
Anchura máxima del cráneo ...... . . ......... .
128 mm.
Anchura frontal mfnima . . ...... ... . . ........ .
95 mm.
Anchura frontal máxima ........... . ........ .
110 mm.
Anchura biastérica . . ..... . ............... . . .
100 mm.
Altura basiobregmática . .- .. ............. .. .. .
118 mm.
Altura auricular ... . . . .. ... .. . .. ..... ... . . .. .
98 mm.
1,6 a 8 mm.
Grosor de los huesos del cráneo . ...... .... . .. . .
Grosor máximo de la calota . ... . ..... . ...... . .
5 mm.
Circunferencia horizontal máxima . . .. .. ..... . .
480 mm.
Hemicircunferencia horizontal derecha . .. . . . . . .
235 mm.
Hemicircunferencia horizontal izquierda ....... .
245 mm.
Arco transversal .... . . ..... . . ... . . .. . ...... .
295 mm.
Hemiarco transversal derecho . . .. . . . ......... .
145 mm.
Hemiarco transversal izquierdo ..... .... ..... .
150 mm.
Arco sagital ............................. : ..
350 mm.
Arco sagital frontal ..... . ........ . .. .. . . .... .
115 mm.
Arco sagital parietal . .................. ..... .
125 mm.
Arco sagital occipital ... , . . . . . ........ .. ..... .
110 mm.
Arco sagital de la escama . . . .. . . . . . ... . ...... .
83 mm.
Angulo frontal auriculo-craneal . .. . .......... .
59°
Angulo occipital de Broca .. . . .. . .. . .......... .
18°
Angulo basal . ..... .. ... . .................. .
20°
Capacidad craneal calculada .. .. . ............ . 1.405 ce.
RESULTADO DE LAS MEDICIONES EFECTUADAS EN BSPLACNOCRANBO
Altura de la cara superior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anchura de la cara superior . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anchura del paladar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Altura del paladar . . ........... .. .......... . 1
Angulo alveolo-subsana! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
59 mm.
90 mm.
29 mm.
11 mm.
80°
INDICES
Cefálico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vértico-longitudinal (Broca) . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vértico-transversal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Medio de altura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Medio de altura de la bóveda . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Fronto-parietal . .. ....... . . .. . , . . . . . . . . . . . . .
- 124 -
77.5
71 .5
92.1
81.8
59.4
74.3
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RESTOS HUMANOS DE COVACHA BOTJA
7
ESTUDIO DE UNA MANDIBULA INFANTIL
Presenta la morfología clásica, de formas suaves y redondeadas y
a la que falta el cóndilo izquierdo y la rama ascendente completa del
lado derecho. La rama izquierda ofrece una apófisis coronoides bastante puntiaguda, así como una bien constituida escotadura sigmoidea. El borde posterior, inclinado hacia atrás unos 45°, conforma un
ángulo mandibular o gonion muy evidente. El cuerpo mandibular es
robusto y presenta los orificios correspondientes a ambos agujeros
mentonianos. La linea oblicua externa de la mandíbula se insinúa,
mientras que el mentón está bien constituido.
Por su superficie interna se observa nítidamente las apófisis geni,
el canal milohioideo, la espina de Spix y el orificio superior del conducto dentario inferior. La linea oblicua interna está algo más marcada que su correspondiente externa.
Por lo que respecta a las piezas dentarias, los alveolos de incisivos
y caninos están 'bien constituidos y conservados, aunque vacíos. Los
primeros molares están bien enclavados en su apófisis alveolar, mientras que los seguri.dos son perfectamente visibles aunque no llegan a
rebasar el reborde óseo mandibular. Por detrás de ellos se observa, en
el lado izquierdo, un rudimento dentario que podría corresponder
a la primera pieza molar de la dentición permanente.
El estudio dentario que hemos realizado supone qúe, en la dentición temporal o de leche, el primer molar hace su erupción hacia los
12 meses, mientras que el segundo molar efectúa su erupción hacia
los 20 meses. Lo que nos lleva a deducir que la edad del individuo a
quien perteneció esta mandíbula no era superior a los 18 meses.
RESULTADO DE LAS MEDICIONES EFECTUADAS EN LA MANDIBULA INFANTIL
Grosor de la mandíbula ...... . . . ............. .
Altura del cuerpo ... .. . . . .. . . . .. . ............ .
Altura bigoniaca ....... .. .. . . . ... . . . . ... . ... .
Altura de la sinfisis ................. . . . .... . ·. .
Anchura de la rama mandibular .. . .. . ... . ... . . .
Longitud total de la mandíbula .... ......... . .. .
Angulo mandibular .......................... .
Angulo del mentón ......... . . ............... .
Indice de robustez de la mandíbula . . . .. .. . .. ... .
-
125 -
mm.
mm.
mm.
mm.
22 mm.
118 mm.
127°
10
16
58
19
o
80°
62 ,5
[page-n-128]
8
M. J . BROSETA Y A MARTINEZ
CONCLUSIONES
Tras el estudio detenido de las características de cada una de las
piezas óseas, hemos llegado a las siguientes conclusiones:
Número de individuos. Hay un mínimo de cuatro a cinco individuos, como queda demostrado por el número de piezas dentarias y
huesos de diversa localización.
Edades. Un individuo entre 1 y 2 años. Afirmación que se desprende del estudio de una clavícula, una mandíbula con sus piezas
dentarias, vértebra cervical, etc. Téngase presente que la clavicul~ de
un individuo de 18 meses mide 68 mm. por término medio, y la nuestra mide 79 mm.
Un individuo menor de un año, por el dato exclusivo de una clavícula, que, segúl). el esquema de Rambaud y Renault, tendría de 6 a 10
meses de edad. Sin embargo, no poseemos más huesos que puedan
aseverar esta hipótesis.
Un individuo entre 6 y 7 años, dadas las características de los cúbitos, fragmentos tibiales, primera costilla y piezas dentarias fundamentalmente. Las características de estas piezas dentarias son las siguientes: 3 molares de pequeño tamaño, con tres raíces muy cortas y
cuatro cúspides en dos de ellos y que corresponden a los segundos molares superiores. La tercera pieza es un molar biradicular en el que no
se diferencian bien las cúspides y que corresponde a la arcada dentaria inferior.
Un individuo adulto, del que sólo poseemos algunos huesos de carpo y tarso, up.a vértebra cervical y, fundamentalmente, dientes. Estos
aparecen muy grandes y gastados, con caries y mucha suciedad.
Un individuo adulto joven, cuya edad estarfa comprendida entre
los 14 y 18 años, y que corresponde al cráneo que, con mayor detalle,
hemos estudiado.
Las características craneanas son las siguientes:
Cráneo corto, estrecho, platicéfalo (clasificación de Broca) o bien
ortocéfalo (clasificación de Martín). El índice vértico-transversal señala un cráneo metriocéfalo (Broca), aunque raya en el límite de los
tapeinocéfalos. La cara superior tiene poca altura; es, en consecuencia, una cara corta. Por los restos de huesos faciales presentes en el
viscerocráneo, podemos adivinar una cara ancha y perteneciente a
un individuo platirrino, mientras que, por la forma de las cuencas orbitarias, sería un hipsiconco. El ángulo alveolo-subnasal nos orienta
hacia un individuo ortognato.
-
126 -
[page-n-129]
RESTOS HUMANOS DE COVACHA BOTIA
9
Pertenece al sexo femenino, por la gracilidad de sus formas, arcos
ciliares delgados, frente recta y elevada y prominencias frontales
acentuadas, así como por el escaso desarrollo de las apófisis mastoides que hacen que, sobre un plano horizontal, sea el occipital el que
apoye directamente. Además, las líneas curvas del occipital están
muy poco acentuadas así como el inion.
Aunque se trate de un valor relativo, el índice condfleo de Baudin
da una cifra de 55 o más para cráneos del sexo femenino y menor de
50 para el sexo masculino. Obtenido el índice del cráneo que nos ocupa, nos arroja un valor de 66, lo que, unido al resto de apreciaciones,
nos permite asegurar que se trata, efectivamente, de un cráneo de
mlijer.
La edad del mismo se sitúa entre los 14 y los 18 años, aunque debemos señalar que la muela del juicio aún no ha hecho erupción en su
arcada correspondiente, siendo normal que esto ocurra alrededor de
los 18-19 años de edad. Pero, por otra parte, las piezas molares 1.• y
2.• están magníficamente bien conservadas y no ofrecen tallamiento
de cúspides debido a uso excesivo o prolongado. Por último, y quizá
sea el dato más significativo, la articulación basi-esfenoidal está presente y no ha sido invadida por la sinóstosis, proceso que suele ocurrir
entre los 16 y 17 años. Estos datos nos orientan a fijar la edad de este
cráneo de mujer entre los 15- 16 años.
- 127 -
[page-n-130]
[page-n-131]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 1981)
J. V. LERMA ALEGRIA
(Valencia)
LOS ORIGENES DE LA METALURGIA
EN EL PAIS VALENCIANO
I
En el Pafs Valenciano el Eneolitico se ha caracterizado tradicionalmente por la aparición de los primeros poblados y la abundancia
de cuevas de enterramiento múltiple. La bibliografia ha reseñado convenientemente la particularidad de los materiales procedentes de estos poblados, así como los ri~os ajuares funerarios, aunque es necesario destacar el hecho de que esta caracterización de nuestro Eneolitico ha encontrado una enorme dificultad cuando se ha intentado establecer sus límites, en especial en lo que se refiere a su etapa inicial, la
transición Neolitico-Eneolitico. Por el contrario, los puntos fundamentales en la discusión del Eneolitico a nivel peninsular han sido el fenómeno megalítico, el desarrollo de la metalurgia y la cerámica campaniforme, por lo cual resulta lógico el partic~lar desarrollo de los estudios sobre el período que nos ocupa en l~s tierras valencianas donde
estos tres puntos tenían muy escasa incidencia hasta hace muy pocos
años. En efecto, por una parte, no existen aqui construcciones megaliticas y el rito funerario del enterramiento colectivo se realiza en cuevas naturales; por otra, los restos de útiles metálicos eran muy escasos y en lo que se refiere al vaso campaniforme, sólo en los últimos
años se han multiplicado los hallazgos, haciendo necesaria la revisión
de la idea tradicional de que .t al especie cerámica era muy rara en
nuestras tierras, pese a que, paradójicamente, éste fuera uno de los
posibles lugares de origen de acuerdo con el postulado de una relación
genética entre la cerámica cardial y el campaniforme.
Por todo ello, los estudios sobre los orígenes de la metalurgia en el
Pais Valenciano inciden, hasta el momento, en los planteamientos ·
más generales de la investigación a nivel nacional, y sólo a partir de
17
129 -
[page-n-132]
2
J . V. LBRMA
los años cincuenta formarán un cuerpo de conocimientos propios,
aunque referido no tanto a los orígenes de la metalurgia como a la sistematización de las abundantes cuevas-enterramiento eneolfticas, y a
la personalidad del Bronce Valenciano, en oposición a la cultura argárica.
Contrariamente, en este trabajo hemos incidido fundamentalmente en dicha problemática, que ha pasado por la escasez de objetos metálicos, la no existencia de una secuencia estratigráfica clara, en la
que situar los hallazgos metálicos y en la falta de conjuntos cerrados.
Lo que nos ha llevado a la elaboración de. una metodología consistente
en el examen del mayor número de piezas posible y en la valoración
de los contextos arqueológicos de los que proceden, con el fm de establecer en la medida de lo posible su posición cronológica. Todo lo cual
nos ha permitido establecer las siguientes apreciaciones:
II
A) El estudio de los conjuntos más significativos, documentados en
los yacimientos de Sima de la Pedrera (Polinya del Xúquer, Valencia)
(1), la Atalayuela (Losa del Obispo, Valencia) (2), Els Germanells (Rafelbunyol, Valencia) (3) y Mas de Menente (Alcoi, Alicante) (4), nos
permite ver cómo se asocian entre silos tipos metálicos, formando dos
grupos característicos, compuestos por puñal de lengüeta, punta de
::E_>almela y punzón; y por alabarda, puñal de remaches, hacha, punta
de flecha, cincel, punzón y sierra, respectivamente.
B) Una vez aislados éstos, procederemos a fijar su posición cronológica. El primero de ellos aparece asociado con cerámica campaniforme,
lo que permite situarlo en el Período de Transición al Bronce Valenciano. Mientras que el segundo ha de ser forzosamente posterior,
puesto que se documenta en contextos de la Edad del Bronce, Así podemos hablar de una metalurgia campaniforme y de otra de la Edad
del Bronce.
(1) J. APARICIO: cSima de la Pedrera (Benlcull, Poli:dé del Júcar) (Valencia)». Arébivo de
Prehistoria Levantina, XV. Valencia, 1978; pégs. 69-91.
(2) I . BALLESTBR TORMO: cB.xcavaciones en la Atalayuelu. La labor del SIP y su museo
en los aAos 1940-48. Valencia, 1949; pég. 101.
(3) J . APARICIO: cBstudio económico y social de la Edad del Bronce Valenciano•. Publicaciones del Archivo Municipal de Valencia. Serie tercera. Estudios monogréficos, núm. 8.
Valencia, 1976.
(4) L. PERICOT y F. PONSB.LL: cB1 poblado de Mas de Menente (Alcoylt. Archivo de Prehistoria Levantina, I . Valencia, 1929; pégs. 101-112.
- 130-
[page-n-133]
3
ORIGBNES DE LA METALURGIA
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Fig. 1.-Utiles y armas caracterútlcat del Pleno Eneolftico, Periodo de transición y
Bdad del Bronce Antipo y Medio
[page-n-134]
4
J. V. LBRMA
....
\
\ .........
Mapa l. - Distribución de yacimientos
[page-n-135]
ORIGENES DE LA METALURGIA
5
USTA DE YACIMIENTOS REPRESENTADOS EN EL MAPA NUM.
l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31 .
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
Cova de Les Bruixes.
Ereta del Castellar.
Forat de Cantallops.
Cingle de la Ermita.
Cova del Barranquet Fondo.
El Mortorum.
Covacha de les Forques.
El MoliDas.
Tossal del Castellet.
Coveta dels Castellets.
Cova de l'Oret.
Pedrizas del Cerro.
Cova del Tossal de la Botifarra.
Castillarejo de· los Moros.
La Atalayuela.
Les Rabosas.
Coveta del Picaio.
Els Germanells.
Coveta de Rocafort.
Castillarejo de Ches'te.
Covacha de la Ladera del Castillo.
Muntanyeta de Cabrera.
Contrafuerte Norte del Montrotón.
Cueva de la Cocina.
Barranc dels Calderera.
Cova de Ribera.
Cova de l'Arena.
Grieta del Asilo de Bou.
Sima de la Pedrera.
Coveta del Barranc de Xarta.
Ereta del Pedregal. ·
Altico de la Hoya.
Cova de Bolomor.
Cueva de Enguera.
Cova Bernarda.
Cova de la Recambra.
Castellet del Porquet.
Molió de les Mentidas.
Cova del Frontó.
Coveta del Barranc del Castellet.
41.
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- 133 -
Cabet;o Navarro.
Cova Santa.
El Cercat.
Enterrament de RMol d' Almunia.
Cova del Montgó.
Cova del Pou.
Cova del Conill.
Cova de les Aranyes.
Enterrament de Benissit.
Cova de la Penya Banyé.
Coveta del Frare.
Cova del Partidor.
Cabe~o de Mariola.
Cova del Sol.
Mola Alta de Serelles.
Cova de la Pastora.
Cova de la Reliquia.
Mas de Menente.
Gruta de les Llometes.
Cova del Pié Roig.
Cova deis Anells.
Mas Felip.
Partida del Rebolcat.
Necrópolis de U1l del Moro.
Casa de Lara.
Mas deis Dubots.
Cueva del Lagrimal.
Cabezo Redondo.
Terlinques.
Cova de la Barsella.
Peñón de la Zorra.
Puntal de los Carniceros.
Cabezo de la Escoba.
Cueva de la Casa Colorá.
llieta del Campello.
Serra Grossa.
Fonteta del Sarso.
Necrópolis de las Laderas del Castillo.
Necrópolis de San Antón.
[page-n-136]
6
J. V. LBRMA
Por otra parte, la existencia de punzones de sección cuadrada en
contextos pre-campanifornies nos proporciona una cronología del Pleno Eneolitico para estos primeros objetos ·metálicos documentados en
el País Valenciano.
Como se ha comprobado, se distinguen tres estadios en el desarrollo de nuestra metalurgia inicial (fig. 1), cuyas diferentes características serán analizadas seguidamente.
1.0 Pleno Eneol!tico (2500-2000 a.n .e.)
El hallazgo de punzones de cobre en la covacha de la Ladera del
Castillo (Chiva, Valencia) (5), gruta de Les Llometes (Alcoi, Alicante)
(6), covacha Ribera (Cullera, Valencia) (7) y cova de la Reliquia (Banyeres, Alicante) (inédita), en las que no aparecen materiales propios
del «9juan campaniforme, permite una datación en el Pleno Eneolitico. También algunos objetos de adorno metálico podrían tener una
datación s~ar, sobre todo la pieza procedente de la cova de laPastora (Alcoi, Alicante) (8).
Por todo ello creemos que los primeros objetos de metal se documentan ya en el Pleno Eneolftico, si bien su presencia no indica por si
misma la práctica de una actividad metalúrgica, de la que no tenemos
pruebas, interpretándose como resultado de los contactos con algún
foco metalúrgico próximo (Los Millares), desde el que llegarían los objetos ya elaborados. Así, no podemos definir el Eneolftico Valenciano
por una metalurgia del cobre, sino por unas características ergológicas y culturales de gran personalidad, ya establecidas por Plá en
1958 (9).
2.0 Periodo de transición (2000-1800 a.n.e.)
Este es uno de 'los momentos más interesantes de la Prehistoria
valenciana, ya que en él se dan una serie de complejas transformaciones. Ahora se inicia el rito de inhumación individual, que parece responder a una cierta jerarquización de la sociedad, aunque se mantienen los enterramientos múltiples.
(5) D. FLETCHER: «La covacha sepulcral de la Ladera del Castillo (Chiva)». Archivo de
Prehistoria Levantina. VI. Valencia, 1957; págs. 13-25.
(6) V. PASCUAL: «Hallazgos prehistóricos en Les IJometes (Alcoy)t. Archivo de Prehistoria Levantina, X. Valencia, 1963 ; págs. 39·58.
(7) E. PLA: «La Covacha Riberat. Archivo de Prehistoria Levantina, vn. Valencia, 1958;
págs. 23-54.
(81 I. BALLESTER TORMO: «El:cavaciones en la Cova de la Pastora (Alcoyl». La labor del
SIP y su museo en los años 1940-48. Valencia, 1949; págs. 4 1-65.
(91 PLA. op. cit. nota 7.
·
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134 -
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ORIGENES DE LA METALURGIA
Ma. a 2. - Dlltribuci6n de haUugos mettlico1 del Pleno EneoUtico
p
e
PUD.I6n
* Adomo
7
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8
J. V. LBRMA
El ntímero de objetos metálicos es mayor y algo más diversificado. Se conocen punzones, puntas tipo Palmela, puiiales de lengüeta,
ai:úllos, aretes, cuentas bitroncocónicas y arracadas, cuya tipología
está ligada al fenómeno campaniforme en otras áreas geográficas.
Por otra parte, las escorias de fundición procedentes de un posible
fondo de cabaña hallado en el Castillarejo de los Moros (Andilla, Valencia) (10), deben situarse en el período citado. Fechación apoyada
por la presencia ·de un cuenco cerámico con dientes horizontales alrededor del borde (11 ), motivo que aparece asociado al botón de perforación -en V y al puiial de lengüeta en otros yacimientos peninsulares
(12), como ha reseñado Llobregat (13). Con lo que nos encontraríamos
con las primeras experiencias de una incipiente metalurgia local, que
provocarán el declive de la talla del sílex. Durante este período nuestras primitivas comunidades debieron sustituir de forma gradual su
tradicional utillaje litico por el nuevo instrumental metálico, ya que
en el siguiente (Bronce Antiguo) la industria del sílex se reduce casi
exclusivamente a los ·«dientes de hoZ».
3.0 Edad del Bronce (Antiguo y Medio) (1800-1000 a.n .e.)
La actividad metalúrgica ya está plenamente confirmada por el
hallazgo de escorias, crisoles y moldes de fundición, cuya concentración en las comarcas de Alcoi y Villena apunta la existencia de unos
focos metalúrgicos locales, que implican la aparición de un artesanado.
Ahora, los utensilios de metal son más corrientes y obedecen a
una nueva tipología: puiial de remaches, alabarda, hacha, cincel y
sierra.
Por otra parte, el estudio de las hachas metálicas permite atribuir
algunas de ellas al Bronce Medio, lo que constituye un nuevo dato pa:.
ra la seriación interna de la Edad del Bronce en tierras valencianas,
tarea que ha preocupado frecuentemente a nuestra investigación. Así,
(l O) D. FLETCHER y J . ALCACER: cBl Castillarejo de los Moros (Andilla)». Archivo de
Prehistoria Levantina, Vll. Valencia, 1958; ptg. 99.
(ll) FLETCHER y ALCACER. op. cit. nota 10. Ltm. VII, ntún. 6.
(12) S. VILASBCA: cUn sepulcro prehistórico en Rocallaura y otros hallazgoS». Zephyrus.
IV. 1953; págs. 467-472. Ltm. I .
(1 3) E . LLOBREGAT: «Nuevos enfoques para el estudio del periodo del NeoUtico al Hierro
en la región vale.n cianu. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, XI. Valencia,
1975; pág. 130.
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136 -
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ORIGRNBS DE LA METALURGIA
9
Blance (14) señalaba la pieza de Mas de Menente (Alcoi, Alicante) (15)
como característica de los enterramientos en «pithos», lo· que en principio apunta. una posición cronológica similar alArgar B. Otras piezas semejantes proceden de los yacimientos de Cova Santa (Font de la
Figuera, Valencia) (16) y Els Germanells (Rafelbunyol, Valencia) (17).
Igualmente, Monteagudo sitúa las hachas metálicas del Castellet del
Parquet (L'Ollerfa, Valencia) (18), en el Argar B2 y en la transición
Bronce Antiguo/Bronce Medio, respectivamente.
En esta época conviven las culturas del Bronce Valenciano y El
Argar, como ya señalaron Fletcher (19), Plá (20) y Tarradell (21). Esta
última se extiende por las comarcas más meridionales del Pafs Valenciano (B~o Segura), localizándose en las necrópolis de San Antón
.(Orihuelá, Alicante) y Laderas del Castillo (Callosa de Segura, Alicante), mientras que el poblado del Cabezo Redondo (Villena, Alicante) es
atribuido a una u otra cultura según los autores.
Para nosotros el hallazgo de un colgante de plata en forma de media caña circular (22), auténtica obra de orfebrería argárica (23), refuerza la consideración de este yacimiento como argárico o bien como
muy influenciado por dicha cultura.
·
Este núcleo argárico en tierras valencianas se caracteriza, entre
otras cosas, por una actividad metalúrgica más intensa y desarrollada que en el Bronce Valenciano (24), lo que se refleja en un mayor nú mero de hallazgos metálicos.
(14) B. BLANCB: «Estudio espectrográfico de algunos objetos metálicos del Museo de
Prehistoria de la Diputación de Valencia». Archivo de Prehistoria Levantina, VIU. Valencia,
1959; págs. 1.63-173.
(1!)) PERICOT y PONSELL., -op. cit., nota 4, Lám. n , 2.
(16) J. APARICIO y J. SAN VALERO: «Nuevas excavaciones y prospecciones arqueológicas en la provincia de Valencia». Serie Arqueológica nóm. 5. Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Filosofta y Letras de la Universidad de Valencia. Valencia, 1977.
(17) APARICIO, op. cit., nota 3.
(18) L. MONTEAGUDO: cDie Beile auf der Iberischen Halbinseb. Praehistorlche Bronze.
funde Abteilung, IX. Band 6. Milnchen. 1977, núms. 522 y 788.
(19) D. FLETCHER: «Avances y problemas de la prehistoria valenciana en los últimos
veinticinco añoS». An.ales del Centro de Cultura Valenciana. Tomo XXI, año 1953. Valencia,
1954; págs. 8-36.
(20) PLA, op. cit., nota 7.
(21) M. TARRADELL: «El Pais Valenciano del Neolitico a la iberlzación. Ensayo de sintesiS». Anales de la Universidad de Valencia, núm. XXXVI. Curso 1962-1963, cuaderno n. Filosofta y Letras. Valencia, 1962.
(22) J. M.• SOLER: «El Tesoro de Villena». Excavaciones Arqueológicas en España, núm.
36. Madrid, 1965. Llun. LV, 2.
(23) H. .y L. SIRET: «Las primeras Edades del Metal en el Sudeste de España». Barcelona,
1890. Pág. 187. Lám. 44.
(24) TARRADELL op. cit., nota 21.
18
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J. V. tERMA
Mapa 3. - Distribudón de ballugo• metAUco• del Período de Transición
Y Pu.dal de lengüeta
• Punta de Palmeta
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ORIGENES DE LA METALURGIA
Mapa 4 . - Distribución de hallazgos metilicoa de la Edad del Bronce
• Hacha
Pudal de remaches
e PllDta de flecha
*
* Alabarda
11
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12
J. V. LERMA
· C) En este punto trataremos el problema de los posibles orígenes
de la metalurgia en el Pais Valenciano, para lo cual, desechada una
evolución autónoma, entre otras causas pór nuestra escasa riqueza
minera, hemos seguido una metodología consistente en determinar el
número de hallazgos de objetos de cobre por cada mil kilómetros cuadrados, en cada una de las provincias valencianas. Lo que nos ha permitido ver cómo éstos disminuyen de Sur a Norte. Así, Alicante presenta una densidad de 21,03, Valencia de 7,11 y Castellón de 3,9. Datos que hemos interpretado de acuerdo con la teoría del gradiente cultural, como el debilitamiento de los influjos del foco metalúrgico del
Sudeste de la Península Ibérica, representado sucesivamente por las
culturas de Los Millares y El Argar, del cual proceden los primeros
objetos metálicos elaborados y los estímulos necesarios que debieron
dar origen a la metalurgia local del País Valenciano durante el Período de Transición al Bronce Valenciano, como ya señalamos en las páginas anteriores. ·
La distribución espacial de los hallazgos metálicos (mapas 2, 3 y
4) muestra cómo, durante el Pleno Eneolítico y la Transición al Bronce Valenciano, éstos se concentran alrededor del límite provincial entre Valencia y Alicante, sobre todo en las comarcas de l'Alcoia y Alto
Vinalopó, mientras que por el contrario son poco frecuentes .a l Norte
del río Xúquer. Lo que incide nuevamente en el origen meridional de
nuestra primera metalurgia.
Por otra parte, los hallazgos metálicos de la Edad del Bronce presentan una distribución más regular por todo el País Valenciano, que
hay que poner en relación con la generalización de la actividad metalúrgica.
.
Todo lo cual ha de ser valorado como una hipótesis de trabajo, en
función de los datos que actualmente ofrece la investigación sobre este tema .
. D) Nuestra primitiva metalurgia se caracteriza por su funcionali~
dad (punzones y armas), frente a lo escaso del adorno metálico, y la
fálta de un instrumental agrícola que sólo encontraremos en la cultura ibérica, ya en hierro.
Nos encontramos ante un material metálico muy homogéneo y
monótono, pero no debemos olvidar que la decadencia de la talla del
silex, durante la Edad del Bronce, encuentra su explicación en la generalización del uso del metal.
No queremos terminar estas líneas sin indicar que el principal objetivo propuesto no ha sido otro sino establecer una mínima sistematización, que sirva de punto de partida a la discusión del fenómeno metalúrgico en las tierras valencianas.
- 140-
[page-n-143]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
A. GONZALEZ PRATS
(Alicante)
EL POBLADO CALCOLITICO DE LA FONT
DE LA CARRASCA
(Cuila, Caatellón)
INTRODUCCION
En el mes de julio de 1973, el subidrector del G.I.A.A.M., Alberto
Viciano, y el autor de estas lineas, examinábamos un pequeño e interesante lote de materiales Uticos procedente de los alrededores de La
Font de La Garrasca, en el término municipal de Cuila, que en sucesivas prospecciones oculares había ido recogiendo a lo largo del invierno de ese año.
La importancia de los mismos y el hecho de su semejanza con los
materiales anteriormente hallados en el altiplano de la Cova Roja, se
tradujo en una inmediata visita al yacimiento. Alli ambos pudimos
comprobar la extensión del área de hallazgos tomando las oportunas
fotografias a la par que recogíamos nuevos útiles de silex.
En un principio ligamos a este lote -que iba aumentando por las
repetidas visitas al sitio- los hallazgos de cerámica realizados en
gran parte en los cortados orientales del espolón superior en donde se
asienta ~ recinto fortificado. Hasta que no realizamos un pequeño
sondeo en·1974 en dicha ladera oriental y pudimos contar con alguna
tipología cerámica, no se llegó al establecimiento de las dos fases culturales que se desarrollaron en este sector oriental de la gran Mola de
la Torre Amador, como ya hemos indicado anteriormente (1).
(1 1 A. GONZ~Z PRATS: «Memoria de los trabajos realizados por el G.I.A.A.M. en la lo·
calidad de CullaJ. Boletin de la Sociedad Castellonense de Cultura, U , 2. Castellón, 1975,
págs. 165/ 167.
A. GONZALEZ PRATS: cCarta arqueológica del Alto Maestrazgo». Serie de Trabajos Va·
rios del S.I.P. núm. 63. Valencia, 1979, pág. 33.
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141 -
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2
A. GONZALEZ PRATS
Plg. 1
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3
FONT DE LA CARRASCA
"
ll\ yacimiento
1
Fig. 2
h UtoO
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4
A. GONZALEZ PRATS
n
SITUACION
La Font de la Carrasca se halla en la carretera de C'Ulla a Sant Pau
por Torre En Besora, recibiendo tal denominación por un centenario
ejemplar de encina que por su tamaño y proporciones es conocido en
todo el ámbito comarcal (figs. 1 y 2).
El yacimiento está situado por los bancales y predios superiores,
con una altitud de 840 m. sobre el nivel del mar.
Su orientación septentrional debe de haber estado en función de
la existencia de la fuente y otros pequeños manantiales que nacen en
esta vertiente de la Mola. El handicap que supone tal orientación para
el asentamiento humano es subsanado en gran parte por una serie .de
«corrales» naturales que, a modo de corredor NO-SE, existen en dicha
ladera. El interior de semejantes recintos ofrece abrigo frente a los
vientos y allf se refugian mayor número de especies vegetales que
conviven con las encinas.
Pequeños fragmentos cerámicos y abundantes lascas de sílex parecen indicar esta ocupación antigua que podria aprovechar, po·r otra
parte, los recintos para estabular el ganado doméstico.
Las coordenadas del centro aproximado del área del poblado son:
40° 20' 15" Latitud Norte
3° 34' 25" Longitud Oeste, según meridiano de Madrid (2) .
III
LOS MATERIALES
Damos a conocer aquí el lote completo de útiles de sílex recogidos
hasta el presente. Aparte de numerosos pequeftos fragmentos de cerámica que no dan forma alguna, los hallazgos líticos se presentan siempre en sílex de color blanco, al igual que ocurre con el poblado de la
Cova Roja de Benassal. Su descripción es la siguiente (figs. 3 a 9 y
Láms. 1 a IV):
1. Punta de flecha foliécea de sección oval, de 27 x 13 mm.
2. Punta de flecha foliácea de sección planoconvexa, con una de las caras sin trabajar en
su totalidad. 28 x 14 mm.
(2) Hoja núm. 593 (Coves de VinromAI del Instituto Geográfico y Catastral.
-
144 -
[page-n-147]
FONT DB LA CARRASCA
5
3. Punta de flecha follácea de se
4. Punta de flecha romboidal, de sección oval y con una aleta incipiente. 22 x 12 mp1.
5. Punta de flecha pedunculada, con aletas incipientes, de sección planoconvexa. 19 x 13
mm.
6. Fragmento de punta de flecha, con una aleta. 12 x8 mm.
7. Punta de flecha follácea con pedúnculo y aleta incipiente, de sección oval. 23 x 9 mm.
8. Punta de flecha foliácea de sección oval, con 22 x9 mm.
9. Gran parte de una punta de .flecha foliácea de sección oval. Conserva 15 x 10 mm.
10. Punta de flecha de tipo romboidal-cruciforme, de sección plano-convexa. La cara plana presenta retoque no cubriente, encontrándose lisa en gran parte. 19 x 11 mm.
11. Punta de flecha foliácea, de sección oval-romboidal, con 46 x 18 mm.
12. Punta de flecha folié.cea de sección oval. La mitad inferior conforma un pedúnculo.
29x13 mm.
13. Punta de flecha foliá.cea de sección triangular, con una de las caras sin retocar en su
totalidad. 25 x10 mm.
14. Frag. de grueso foliáceo de sección oval gruesa, con 37 x23 mm.
15. Punta de flecha foliácea de sección oval plan. . rota por su base. Mide 17 x 11 mm.
a
16. Geométrico de sección trapezoidal. Con retoque de tendencia al abrupto. Tal vez se
trate de un trapecio incompleto. Mide 20 x 1O mm.
17. Geométrico de sección triangular, con 20 x 11 mm.
18. Geométrico de sección trapezoidal, con· 21 x 16 mm.
19. Trapecio de sección triangular. Uno de los frentes trabajados lo ha sido con finos retoques simples. Mide 19 x 15 mm.
20. Pieza apuntada de sección trapezoidal, con retoque directo, plano y profundo. 19 x 10
mm.
21. Pequefta punta de sección triangular, con retoque en parte bifacial. Mide 18 x7 mm.
22. Pequeiia punta de sección triangular, con pequeiios retoques. Mide 15 x7 mm.
23. Frag. de pequeño raspador lateral en extremo de hoja, de sección trapezoidal. 11 x9
mm.
24. Laminilla de secciones triangular y trapezoidal, sin retoque. Con 16 x7 mm.
25. Frag. de hoja de sección trapezoidal, con retoques aislados. Mide 24 x 13 mm.
26. Cuchillito de sección triangular. Retoque inverso en la cara ventral y pequeños directos en la dorsal. Mide 23 x 9 mm.
27. Frag. de hoja de sección trapezoidal, con retoque inverso, simple y marginal (algunos
directos en el mismo filo). 26 x13 mm.
28. Frag. de hojita de sección triangular. 17 x10 mm.
29. Frag. de hoja de sección trapezoidal. 15 x21 mm.
30. Frag. de hojita de sección trapezoidal, sin retoque. 15 x8 mm.
31. Frag. de hoja de sección trapezoidal, sin retoque. 19 x22.
32. Frag. de hojita de sección subtriangular, con retoques directos en ambos filos. 10 x8
mm.
33. Frag. de laminita con retoque alterno, profundo. Sección ovalada. Mide 15 x7 mm.
34. Frag. de hoja de sección trapezoidal, con algunos retoques directos. Mide 16 x 13 mm.
35. Frag. de hoja de sección trapezoidal con rotura en el frente, que parece ser raspador.
Conserva 8 x14 mm.
36. Punta de sección planoconvexa. Cara ventral lisa, plana y sin retoques, siendo !amelares en la dorsal. 20 x 13 mm.
37. Frag. de hoja de sección trapezoidal, con algunos retoques directos. Mide 21 x 12 mm.
38. Hojita de sección trapezoidal, con retoques directos y simples tendentes a invadir.
22x8 mm.
39. Frag. de hoja de sección trapezoidal; con retoques directos y marginales. 13 x 11 mm.
40. Frag. de hoja de sección trapezoidal. Retoque directo profundo en ambos lados de la
cara d.orsal, e inverso a la vez en el IDo derecho resultando aqui bifaz. 11 x 13 mm.
41. Lasqwta de sección triangular, con pequeños-retoques de uso. Mide 16 x 10 mm.
42. Lasca de sección trapezoidal. En la parte izquierda de la cara dorsal, retoque directo,
simple y marginal. En el filo opuesto, alternante. Mide 15 x 12 mm.
19
145-
[page-n-148]
6
A. GONZA.LEZ PRA.TS
43. Hojita de sección tri.angular, con algunos retoques directos. Mide 18 x10 mm.
44. Frag. de hojita de sección trapezoidal con retoque directos. Mide 15 x 11 mm.
45. Hojita de sección trapezoidal, con la totalidad del filo cubierto de retoques directos
continuos y profundos. Mide 19 xlO mm.
46. Frag. de hojita de sección triangular, sin retoque. 20 x8 mm.
-.. . .
47. Frag. de laminita de sección triangular, denticulada. 14 x7 mm.
48. Raspador en extremo de lámina de sección trapezoidal. 10 x 11 mm.
49. Lasquita de sección subtriangular, truncada y con retoques d~ctos. Mide 13 x 10
mm.
50. Freg. de hojita de sección trapezoidal, con retoque directo. Mide 13 x8 mm.
51. Frag. de hojita de sección trapezoidal, sin re~que. 13 x9 mm.
52. Frag. de hojita de sección trapezoidal, con retoque directo. 16 x8 mm.
53. Frag. de .hojita de sección triangular, con ligeros retoques. Mide 13 x9 mm.
54. Lasca espesa con retoque directo y profundo, con una de las caras tandente a abrupto.
De sección triangul~, mide 25 x21 mm.
55. Frag. de lámina sc.>brepasada, sin retoques. 27 x13 min.
56. Frag. ·de hojita de sección subtriangular, coa retoque marginal directo e inverso.
11 x9 mm.
57. Raspador en extremo de hoja de sección triangular. 23 x 12 mm.
58. Espesa lasca circular con un filo retocado (directo y cubrientel para servir de parte
activa (raedera). 37 x36 mm.
59. Buril en extremo de lasca de sección trapezoidal, de un solo paño. Mide 19 x 13 mm.
60. Raedera con retoque directo y continuo en la parte activa, con tendencia al abrupto .
.Mide 46 x27 mm.
61. Pequeña lasca con retoques directos e invenos, con tendencia a inw.d ir la pieza (profundos). Mide 19 x 15 mm.
62. Geométrico de sección trapezoidal. 18 x 10 mm.
~3. Trapecio sobre hojita de sección oval. 23 x 14 mm.
64. Geométrico de sección trapezoidal. 12 x 11 mm.
65. Geométrico. incompleto, de sección oval. 8 x 11 mm.
66. Pequefto trapecio de sección triangular. 10 x 11 mm.
67. Cuchillito de sección triangular, sin retoque. 48 x 11 mm.
68. Raspador en extremo de lasca. 30 x24 mm.
69. Lasca aptintada con superficie dorsal trabajada y escasos retoques, de sección triangular. 36 x20 mm.
70. Foliáceo de sección ovaL 46 x23 mm.
71. Foliáceo de sección oval. 32 x 20 mm.
72. Frag. de punta de flecha foliácea. 12 x6'5 mm.
73. Punta de flecha foliácea de sección oval. 2:7 x 13'6 mm.
74. Frag. de punta de flecha cruciforme con aletas incipientes. Mide 14x1S.mm.
75. Punta de flecha triangular con pedó.nculo. Uno de los fllos es de dorso reb~ado.
18xll mm.
76. Punta follácea alargada de sección romboidal. 3'1: xlO mm.
77. Frag: de punta de flecha foliácea. 18 x9 mm.
.
78. Punta de flecha foliácea de sección oval y desviada, con pequetia aleta. 16 xlO mm.
79. Frag. de laminita de sección trapezoidli.l. 16 x7 mm.
80. Frag. de laminita de sección subtrapezoidal. 12 x 10 mm.
81. Pequefta hacha de piedra pulida, de sección rectangular, con el filo parcialmente roto . .
Mide 62 x43 mm.
146
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FONT DE LA CARRASCA
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A. GONZALBZ PRATS
IV
ALGUNAS CONSIDERACIONES
El inventario de las ·principales piezas de La Font de la CaiTasca
nos sitúa ante varios fenómenos tecnológicos. En primer lugar, la
existencia de gruesos foliáceos junto a las tipicas puntas de ·flecha de
cuidada factura (hecho que viene. a coincidir con el utillaje de Cova
. Roja), lo que parece indicar.claramente un predominio de la actividad
cazadora.
En segundo lugar, y en el mismo sentido, es notoria la presencia
de II).icrolitos geométricos, de honda tradición epipaleolítica, que confiere al conjunto un sabor arcaizante pero que no es nuevo en yacimientos calcolíticos, como en la Ereta del Pedregal, en NavaiTés.
A su lad~:?, siguen perviviendo los raspadores de pequeño porte en
extremo de hoja, un pequeño buril y dos piezas asimilables a las raederas (núm. 58 y 60).
Hay ausencia total de láminas de borde abatido (dorso rebajado),
al igual que acontece en el pobla$lo .vecino de Co\'a Roja, pero que no
ocurre en otros yacimientos incluso más tardios, como es el caso del
Maset Nou, en Ares del Maestre. Pero si hay un recuerdo del retoque
abrupto, que se muestra en algunos ejemplares.
El conjunto puede fecharse, proVisionalmente, entre finales del m
y comienzos del II milenio a. C., en consonancia con· la fecha absoluta
obtenida para el nivel VI de La Ereta ·del Pedregal.
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GONZALBZ PRATS.- Pont de la Carrasca
LAM. I
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GONZALEZ PRATS.-Font de la Carrasca
LAM. II
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GONZALEZ PRATS.-Font de la Carrasca
LAM. m
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GONZALBZ PRATS.-Font de la Carrasca
LAM. IV
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ARCHIVO DE PRBBlSTOlUA LEVANTINA
Vol. XVI !Valencia, 198 11
B. MARTI OLIVER
(Valencia)
LA COVA SANTA
(Vallada, Valencia)
A lo largo de los últimos años, el GRUP PARE PRESENTAT de Vallada ha desarrollado una intensa labor de prospección en las tierras
de su término municipal descubriendo numerosos e importantes yacimientos arqueológicos que comprenden desde el Paleolitico Superior
a la época medieval. Esta labor ha sido apoyada por el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación Provincial de Valencia, cuya colaboración y asesoramiento han estado presentes eri cuantas
ocasiones han sido solicitadas.
Ejemplo de ello es el yacimiento que ahora nos ocupa, la Cova
Santa de Vallada, a la que desde 1978 realizamos numerosas visitas
acompañando a los miembros del citado Grup Pare Presentat que por
entonces iniciaban su exploración. Poco después, ante los peligros de
destrucción que acechaban al yacimiento, procedimos a su excavación de urgencia durante 1979 y 1980 (1 ).
En estos trabajos hemos de destacar la colaboración y ayuda
prestada por los miembros del Grup Pare Presentat, muy especialmente por don Fernando Giner Giner, don Héctor Garrido Penadés y
don Francisco Campoamor Vila, así como por don Jpsé Pelejero Ferrer; la del doctor Francisco Ruiz Perales, que completó nuestros dibl\ios de las plantas, identificando los restos humanos en el transcurso de la excavación y procediendo después a su minucioso estudio, y a
quien se deben las observaciones que aquí se recogen sobre el número
y disposición de las inhumaciones; y, también,· a don Agustín Ferrer
(1) D. FLBTCHBR: cLa Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado año de 1979 y 1980..
Diputación Provincial, Valencia, 1980 y 1981.
- 169-
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2
B. MARTI OLlVER
Clari, que realizó la planimetría del yacimiento, y a don Manuel Pérez
Ripoll, y a don Inocencio Sarrión Montaftana, quienes .estudiaron la
fauna del mismo. A todos ellos expresamos nuestro agradecimiento
pC\I' su valiosa y desinteresada colaboración.
I
CARACTERISTICAS GENERALES Y TRABAJOS
REALIZADOS
La Cova Santa se encuentra en las inmediaciones de Vallada, al
SO. de la población, abriéndose en las estribaciones septentrionales
de la Serra G~ossa y, más concretamente, en la umbría de la Muntanya del Castell, j\mto a los últimos abancalamientos para el cultivo
(fig. 1).
La entrada de la cueva, de forma aproximadamente circular, es
una pequefta sima de fácil descenso, con una caida de 2'5 metros en
.la aqtualidad, si bien.antes de iniciar los trabajos de excavación no sobrepa.saba los 1'5 metros. La cavidad es una diaclasa de dirección
aproximada NE.-SO., con ligero descenso hacia el SO., en la que puede distinguirse una gran sala, que comprendería desde la vertical de
la entrada hasta su final en dirección SO., y otra más pequeña en la
parte nororiental cuyo acceso estaba obstruido por la tierra acumulada bajo la sima de entrada (fig. 2 y Lám. I).
Figura l. Yacimientos valencianos citados en el texto. l. CMig; 2. Cova del Barranquet
Pondo, La SeiTatella; 3. Sepulcres de La Joquera, Castelló; 4. Vil.la Filomena, Vila-real ; 5.
Peña de la Duefta, Teresa; 6. Cueva de la Torre del Mal Paso, Castelnovo; 7. Muntanya de les
Rabosas, Albalat deis Tarongers; 8. L' Aixebe, Sagunt; 9. La Atalayuela, Losa del Obispo; 10.
Rambla Castellarda, Llirla; 11. Cueva de la Ladera del Castillo, Chiva; 12. Muntanyeta de
Cabrera, Torrent; 13. Cova de Ribera, Cullera; 14. Cova de Giner, Cullera; 15. Sima de la Pedrera, Benicull; 16. Cueva del Palanqués, Navarrés; 17. Ereta del Pedregal, Navarrés; 18.
Alt:ico de la Hoya, Nav&ITés; 19. El Rincón, Anna; 20. Cova de la Recambra, Gandia; 21. Cova Bolta, Real de Gandia; 22. COVA SANTA, Vallada; 23. Cova del Cavall, Vallada; 24. Les
Covatxes, Vallada; 25. La Bastida de les Alcuses, Moixent; 26. Cabeqo del Nav&ITO, Ontlnyent; 27. Cova del Camf Real d'Alacant, Albaida; 28. Lloma de !'Atareó, Bélgida; 29. Cova de
l'Or, Beni&ITés; 30. Cova d'Bn Pardo, Planes; 31. Cova de la Sarsa, Bocairent; 32. Cova de
Bolumini, Alfafara; 33. Cova dal Sol, Banyeres; 34. Cova del Partidor, Banyeres; 35. Cova de
Les Llometes, Alcoi; 36. Barranc del Cinc, Alcoi; 37. Cova de la Pastora, Alcoi; 38, Ull del Moro, Alcoi; 39. Terlinques, Vlllena; 40. Cova de la Barcella, Torre de les Maqanes; 41. Benissit,
Vall d'Bbo; 42. SeiTa Grossa, Alacant; 43. Algorfa.
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COVA SANTA
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COVA SANTA
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La sala más occidental presenta numerosas piedras y bloques desprendidos del techo; tiene unos 18 metros de longitud por una anchura variable que no sobrepasa los 8 metros. Dividiéndola según el eje
longitudinal NE.-SO., su par.te septentrional es la más transitable y, a.
la vez, más seca, siguiendo el techo la inclinación·de la ladera de la
montaña. Por el contrario, en la parte meridional, las coladas. y columnas indican una mayor humedad y se generalizan al final de la
riúsma. A ambos lados de esta sala se abren pequeñas galenas de corto ·recorrido y escasa altura.
Bajo la entrada de la cavidad y en dirección NE. se abre otra sala,
de planta irregular y pequeñas dimensiones, 2 por 2 metros aproxi.madamente, arrancando de ella diversas galenas impracticables en
el momento presente. Coincidiendo con la vertical de la entrad~, y tal
como puede verse en el croquis de la figura 3, existía un cono de acumulación formado por el arrastre de los materiales de erosión de la
ladera de la montaña, es decir, por tierra roja y abundantes bloques y
cantos calizos de gran y pequeño tamaño, de gran desarrollo en dirección SO. y que, como hemos dicho, ocultaba el acceso a esta pequeña
sala.
·
Entre los bloques que cubren el suelo de la cavidad era conocida
desde hace años la existéncia de materiales de época ibérica, especialmente fragmentos cerámicos con decoración pintada de motivos
geométricos, algunas fusayolas y una fibula, etc.; asi como también
monedas y fragmentos de cerániicas medievales. Estos hallazgos y la
proximidad de la cueva a la población ocasionaron frecuentes visitas,
con las inevitables remociones; si a ello añadimos el desplazamiento
natural de materiales, de cuya importancia es testigo elocuente el cono de acumulación antes mencionado, comprenderemos el porqué de
la destrucción parcial del yacimiento, tal como pusieron de manifiesto
·
los trabajos de excavación llevados a cabo.
En efecto, en la exploración minuciosa de la cavidad re~ada
por el Grup Pare Presentat desde 1978, además de recuperarse un
conjunto notable de materiales ibéricos y medievales, ·destacaba la
existencia de restos humanos en las inmediaciones de la entrada, a
los que acompañaban fragmentos de cerámicas hechas a mano, algunas puntas de flecha de sílex, y diversos colgantes de hueso y concha.
Ello hizo suponer que esta parte de ~a entrada, cubierta por la tierra
desprendida de la ladera de la montaña, pudiera haber sido destinada
en época·prehistórica a lugar de e~terramiento, y que estos deberian
extenderse hacia el NE., donde al quitar la parte superior del cono de
·
acumulación se comprobó la ·continuación de la cavidád. ·
-
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6
B: MARTI OLIVER
Ello motivó la realización de los trabajos de excavación, llevados
a cabo con urgencia por el Servicio de Investigación Prehistórica, con
el fin de recuperar las mayores evidencias posibles. Tras el estudio
del yacimiento y teniendo en cuenta que los posibles enterramientos
prehistóricos parecian ubicarse exclusivamente en la parte de la entrada, la cueva fue dividida en tres sectores que denominamos A, B y
e, estSbleciendo un nivel cero con carácter general (fig. 3).
El Sector A comprende la pequeña sala nororiental. En .ella se encontraron la mayor parte de los restos humanos, restos de fauna y
ajuares. El Sector B corresponde al vestibulo de la entrada, entre el
Sector A y un gran bloque desprendido de la bóveda, lugar donde
también parece que se realizaron inhumaciones. Por último, el SectQr
e se refiere a la zona interior de la cavidad en la que predominaban
los hallazgos de época ibérica y medievales, junto a escasos materiales prehistóricos y restos humanos. Los trabajos de excavación se limitaron a los sectores A y B.
En el Sector A distinguimos tres niveles: el superior, revuelto,
comprendería la parte superior del cono de acumulación, hasta una
profundidad de 200 centúnetros respecto al plano de referencia, siendo destruido en gran parte por los visitantes. El segundo nivel comprende de los 200 a los 220 centúnetros de profundidad; su excava.:
ción puso de manifiesto la existencia de diversas inhumaciones, junto
a las que aparecieron numerosos restos de ovicápridos. Finalmente, el
tercer nivel de este Sector A, de los 220 a 230 centimetros, continuaba las características del nivel anterior, desapareciendo poco a poco
los restos humanos y siendo todavfa notables los de ovicápridos, hasta
finalizar ~odo vestigio en torno a los 230 centúnetros.
En el Sector B, que por corresponder al vestibulo de la entrada fue
la zona más afectada por los visitantes, se distinguieron dos niveles:
en el primero, hasta los 220 centimetros, el cribado de las tierras proporcionó restos humanos y materiales arqueológicos; y el segundo, de
220 a 250 ó 275 centímetros, según la inclinación del suelo, en el que
se pudo observar alguna articulación de huesos humanos junto a escasos materiales.
En ambos sectores no se apreciaron diferencias estratigráficas
por lo que hemos de suponer un estrato único para el conjunto de los
enterramientos.
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B. MARTI OLIVBR
8
II
LA EXCAVACION: RESTOS HUMANOS, RESTOS DE FAUNA
Y MATERIALES ARQUEOLOGICOS
EL SECTOR A
Restos humanos
Como hemos dicho fue en el Sector A donde aparecieron la mayor
parte de los restos humanos, tratándose con seguridad de un enterramiento múltiple que contendría un mínimo de cuatro individuos adultos y tres jóvenes o niños.
La diposición de los restos era aproximadamente la que señalamos en el croquis de la figura 4. En ella se numeran los cráneos, cuya
situación corr.esponde a lo~ círculos, y se indican las principales asociaciones de los huesos, que sólo en tres de los casos permiten .aventurar la disposición del inhumado.
Los individuos 1 y 2 aparecieron muy fragmentados y en pequeño
espacio, entre los bloques de la parte suroriental, como si se tratara
de un osario. Los números 3 y 4 eran los mejor·conservados, pudiendo
aventurarse con cierta precisión la disposición de los .inhumados. De
los individuos 5, 6 y 7 tenemos menos datos, porque en gran parte sus
restos fueron levantados antes de los trab~os de excavación; sólo para el caso del número 6, en razón de los restos aparecidos en el transcurso de la excavación, cabe plantear alguna hipótesis.
Números 1 y 2.
Estos individuos se encontt:aron amontonados en el hueco formado por los bloques de la parte suroriental. Entre los huesos se identifica un grupo que pertenece a un adulto y otro a un niño, con múltiples
fragmentos de vértebras, delgados restos de cráneo, dentadura de leche, fmos fragmentos de costillas, un húmero (longitud, 13 cms.), un
fémur (1. , 17 eros.), y una diáfisis posiblemente de peroné.
Algunos huesos encontrados fuera de este hueco, pero en sus inmediaciones, podrían corresponder al individuo adulto: dos fragine~
tos de mandíbula inferior, un fémur, un cúbito y una tibia, fragmentos
de clavícula, etc., que podrían haberse desprendido del depósito.
Número 3.
Es el individuo que mejor pudo ser estudiado por haber aparecido
íntegramente en los trabajos de excavación al igual que parte del individuo número 4. En la figura 5 puede observarse la situación de algu-
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B. MARTI OUVER
nos de sus restos, e.n concreto los córrespondientes al segundo nivel
de la excavación del Sector A (Lám. II).
Los restos del esqueleto ~e encuentran siguiendo una dirección
aproximada N .~ S . , a lo largo de unos 130 ó 135 centimetros. El cráneo
se hallaba en posición lateral derecha, fragmentado en su base pero
reconstruible. Las vértebras siguen en parte esta dirección, al igual
que las dos clavículas, gráciles como el resto del esqueleto y acordes
con el menor tamaño del cráneo en comparación con los otros adultos
inhumados. También se identificaron múltiples fragmentos de costillas y;_huesos de las manos en la región correspondiente a la cabeza y
el tór·ax, así como los omóplatos, el húmero derecho (1, 27 cms.) y un
fragmento de cúbito.
·
En la zona correspondiente, suponiendo una posición decúbito supino, aparecieron la pelvis y ambos fémures (1, 38 ·cms.), la tibia y el
peroné izquierdos (1, 31 cms.); la tibia estaba en sentido contrario al
fémur, lo que indicarla una·posible flexión, mientras el peroné presentaba una dirección normal. Se encontraron tres falanges junto al peroné, pero no aparecieron huesos del tarso.
La· vértebra quinta' lumbar pr~senta una osteófisis marginal mínima que denota una edad media entre 40 y 50 años. Estas alteraciones
de tipo artrósico se presentan también en. el fragmento de cuerpo de
otra· vértebra lumbar, pero no aparecen en las vértebras c.e rvicales ni
en las apófisis articulares.
Así, pues, el esqueleto se encontraba extendido en una longitud de
130 a 135 centimetros y, dado el tamaño de los huesos, su gracilidad
y los discretos signos de artrosis, se trataría de un individuo adulto de
edad media, en tomo .e: ios·40 años, probablemente una m~er de baja
estatura.
Número 4.
Parcialmente afectado por la remoción del nivel superior, el estudio de este individuo se ve dificultado, además, por la confluencia de
.. sus restos con los del número 3 ytambién por hallarse entremezclado
con numerosos restos de fauna, como puede observarse en la figura 5,
correspondiente al segundo nivel de la excavación, en donde los res-·
tos de fauna se señalan con un cuadrado.
El cráneo, con la base hacia arriba, coqesponde a una persona
adulta, robusta, probablemente varón. En el interior se encuentran
fragmentos de su base y del maxilar superior. En sus proximidades se
hallan un cúbito, un radio (1, 24 cms.) y un húmero (1, 28 cms.) ; también un axis, dos illacos, un fragmento de fémur y otro de tibia. Todos
ellos parecen orientados hacia el fondo de la cueva en dirección E. -0 .,
-
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12
B. MARTI OLIVER
situándose el fémur en .la parte más profunda, lp que guarda ·relación
con los fragmentos de pelvis, aunque no con el de la tibia que se le
asigna.
.
Con todas las ·r eservas cabe s~poner, pues, una orientación 0 .-E.
para este individuo de acuerdo con la disposición de los huesos del
brazo_ axis, pelvis y fémur, aunque la distancia total cubierta por lo·
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huesos, de 11 O a 120 centimetros, puesta en relación con su tamaño y
robustez, hacen suponer que se encontraría encogido, en posición fetal o, al menos, ligeramente flexionado.
Números 5 y 7.
El material correspondiente a estos dos individuos se encontró
muy fragmentado y en gran parte desplazado, por hállarse a mayor
altura que los situados más hacia el interior de la pequeña sala que
forma el Sector A. Dé ello no debemos inferir su correspondencia a un
nivel superior en sentido estratigráfico, sino más bien que en la época
en que se efectuaron estos enterramientos el suelo debía ofrecer ya
una cierta pendiente debida al cono de acumulación del .vestíbulo de
entrada a la cueva.
La existencia de dos individuos se desprende con claridad de los
dos tipos de fragmentos de cráneo y del estudio efe los dientes, siendo
ambos niños.
Número 6.
Al igual que en el caso de los dos individuos anteriores, tambi~n
aquí son pocos los indicios aunque permiten aventurar una disposición del inhumado paralela a la del númerQ 4.
El cráneo corresponde a un individuo adulto y aparece muy fragmentado. Por el escaso desgaste de los molares podría tratarse de un
adulto joven. Los restantes huesos están también muy fragmentados,
pudiéndose reéomponer un cúbito, un radio, un húmero (1, 27 cm.s.),
un fémur (1, 38 cm.s.), algunas vértebras y una clavícula.
Atendiendo a la dispersión de los huesos supone~os una disposi-.
ción 0 .-E., desde la posición del cráneo hacia el interior de la sala, en
donde aparecen dos tibias desiguales y un fragmento distal de fémur,
que no parece ser pareja del reconstruido, al igual que una de las dos
tibias. Huesos que habría que poner en relación, quizás, con el osario
de los individuos 1 y 2.
Restos de fauna
La abundancia de los restos de fauna resultó sorprendente en el
transcurso de la excavación, especialmente en los niveles segundo y
tercero. Como puede verse· en la figura 5•.en el segundo nivel se obser-
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COVA SANTA
13
vaba una especial concentración de restos de fauna en la parte más
profunda de la sala, juntos y entremezclados con los restos humanos,
reposando una cabeza de oveja junto al cráneo número 3.
El hecho de que no se tratara de hallazgos esporádicos; sino que
correspondieran a las diversas partes del esqueleto, y la imposibilidad
de atribuirles un origen casual, producto de la utilización de la cavidad como vertedero ocasional, daban un gra.ri interés asu presencia.
Los restos de fauna recuperados en el nivel segundo fueron clasificados de inmediato por Manuel Pérez Ripoll, correspondiendo en su
mayor parte a un individuo de Ovis aries y a partes de otros dos, encontrándose también una tibia de Oryctolagus cuniculus. Ello hizo
que se prestara gran atención a la situación y abundancia de los restos de fauna en la excavación del tercer nivel, comprobándose de nuevo su asociación con los restos humanos hasta la desaparición de estos.
Una vez finalizados los trabajos, el conjunto de los restos de fauna
fue clasificado por Inocencia Sarrión Montañana, pudiendo afirmarse
que en el Sector A se depositaron junto a los cadáveres humanos un
total de cinco individuos de Ovis aries y otros dos de Ovis aries o Capra hircus, teniendo en cuenta que sólo dos fragmentos distales de la
primera falange y dos restos de articulaciones distales de metapodios
nos hablan con seguridad de la existencia de Capra hircus. Por último
también se encontró una hemimandibula derechf\ de Bos taurus, así
como varios fragmentos de vértebras.
Materiales arqueológicos: los ajuares
SD.BX
l. Fragmento distal de hojita. Sin retocar.
2. Fragmento medial y distal de hojita. Sin retocar (flg. 6, nÚJJ1.. 4).
3. Lasca con retoque bifacial, invasor. Semejante a una punta de flecha en proceso de fabrloaci6n.
4-8. Cinco puntas de flecha con pedúnculo y aletaslnolpientes. Retoque plano, cubrlente,
bifacial (flg. 6, núms. 1, 2, 3, 5 y 6).
PIEDRA
l. Hacha pulida de color gris oscuro. Semejante al basalto Ulg. 7, núm. 11).
CONCHA
1-7. Siete Dentalium s.p. Cuantas de collar.
8. «PurpuND, Thals haemastoma, muy pulida. Presenta una perforación en su parte central y otra en el ápice. Colgante.
9-23. Quince colgantes hechos sobre fragmentos de Acanthocardia tuberculaú.l y de
Glycymeris gaditanus, oon una perforación en uno de sus extremos. Presentan formas variadas: ovalados, triangulares, segmentos de ~o. etc. (fig. 7, núms. 4, 5, 6 y 9).
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HUESO
l-2. Dos colgantes de forma rectangular con perforación an uno de sus e.xtremos (fig. 7,
náms. 7 y 10).
.
3. Gran colgante fabricado sobre un colmillo de Sus scrofa. Perforado en uno de sus extremos, ofrece una pequeda muesca en el opuesto lftg. 7, nám. 1).
4. Incisivo. Indeterminado. Roto en la parte superior donde se observa parte de una perforación. Colgante (ftg. 7, ntDn. 8).
5. Botón de forma piramidal con perforación an V. Por uso o rotura, las dos perforaciones afloran en la parte superior (ftg. 7., nám. 2).
6. Botón de forma cuadrada con dos perforaciones oblicuas. P-arece tratarse de un botón
semejante al anterior pero muy desgastado (tlg. 7, nám. 3).
OERAMICA
l. Peque1lo cuenco hemiesférico. Hecho a mano y sin decoración (ftg. 8, n{un. 1)•
.~ · Vaso globular con cuello corto y ligeramente exvasado. Hecho a mano y sin decoración (tlg. 8, nám. 2).
3. Cuenco de tendencia hemiesférica. Hecho a mano y sin decoración (ftg. 8, nám. 3).
4. Escasos fragmentos de cerámica, atípicos. Hechos a mano y sin decoración.
EL SECTOR B
Restos humanos
Fue esta parte de la cueva, correspondiente al vestíbulo de la entrada, la que sufrió mayor destr'\lCCión, aunque todo parece indicar
que los enterramientos del Sector A continuaban en esta zona.
Se recuperaron dos cráneos y multitud de fragmentos óseos. El
cráneo número 8 se hallaba empotrado en la pared sur, a unos 220
centímetros de profundidad respecto al plano de referencia, muy
fragmentado y rodeado de algunos huesos. El cráneo número 9 apareció en la parte norte, junto a otros restos entre los que se identificaron
varias costillas, una articulación del brazo, un húmero y otros.
Restos de fauna
Al igual que en el caso de los restos hull.lanos, fueron escasos y
muy fragmentados, correspondiendo a ovicápridos en los casos identificados y pudiendo relacionarse con los encontrados en el Sector A.
Materiales arqueológicos: los ajuares
SILEX
l . Fragmento medial y distal de hoja. Retoque directo, oblicuo, continuo, en el bor de izquierdo (tlg. 6, nám. 11).
2. Fragmento medial y distal de hoja. Retoque directo, oblicuo, invasor en el borde izquierdo y parte distal; bifacial, invasor en el borde derecho (ftg. 6, nám. 10).
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B. MARTI OLJVlUl
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3. Perforador sobre hoja con . retoque directo, abrupto y oblicuo, bilateral (fig. 6,
nó.m. 12).
4-6. Tres puntas de flecha de forma foliécea. Retoque plano, cubri.e nte, bifacial (fig. 6,
nó.ms. 7 a 9).
PIEDRA
l. Hacha pulida de color verde y gris, moteada de negro. Semejante al granito (fig. 9,
nó.m. 2).
·
·
2. Hacha pulida, parcialmente descompuesta, de col_ r negruzco. semejante al pórfido.
o
CONCHA
1-6. Seis Dentalium s.p. Cuentas de collar.
HUESO
l.
P~n. roto en la párte distal. Fabricado sobre metapoc:tlo de ovicéprido (fig. 9,
n~.4).
CBRAMICA
l. Vaso con asa anular vertical. Hecho a mano y sin decoración (flg. 10, núm. 1).
2. Pequeño cuenco hemiesférico. Hecho a m.ano y sin decoración (fig. 10, núm. 2).
3. Pequetio vaso carenado. Hecho a mano y sin decoración (fl.g. 10, nó.m. 3).
4. Cuenco en forma de casquete esférico. Hecho a mano y sin decoración (fig. 10,
nó.m. 4).
5. Diversos fragmentos atipicos, hechos a mano y sin decoración.
METAL
l. Punta de jabalina o punta del tipo Palmela, de hoja ovalada y largo pedó.nculo de sección rectangular. Posiblemente de cobl'!l (fig. 9, núm. 1).
EL SECTOR C
Restos humanos
En el interior de la cueva, donde no se efectuaron trabajos de excavación, se recogieron en superficie algunos restos ll;umanos, entre
los que se identifican un axis, una vértebra dorsal, dos pequeños fragmentos de cráneo, semilunar y metacarpiano, y algunas piezas dentarias.
Restos de fauna
Al.igual que en el caso anterior también se recogieron algunos
huesos de ovicápridos.
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COVA SANTA
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1
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Pg. 9 (T. n .)
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COVA SANTA
Fig. 11 (T. n .)
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B. MARTI OUVER
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Materiales arqueológicos
A diferencia de lo que sucede en los Sectores A y B, en el Sector e
los materiales recuperados cubren un amplio espectro cronológico,
desde una placa de sfiex tabular con retoques bifaciales continuos
(fig. 9, núm. 3), propia del Eneolitico, hasta cerámicas y monedas medievales.
Entre las cerámicas hechas a mano existe algún fragmento de
borde con incisiones transversales en el labio, un fragmento de cuerpo
decorado con ungulaciones, fragmentos de cuencos y vasos con cuello
exvasado, sin decoración, aunque en algún caso presentan mamelones como elementos de prehension. Destaca un fragmento de cuerpo y
base con ligero pie en el que se observan improntas de ceste:ría y, sobre todo, un fragmento de cuenco, del estilo del vaso campaniforme,
con decoración incisa y pseudoexcisa (fig. 11 ).
Especialmente abundantes fueron los fragmentos hechos a torno
con decoración de motivos geométricos, de época ibérica. Entre ellos
se observan fragmentos de vasos globulares, euellos y bordes de perfil en cabeza de ánade, platos hondos con pie anillado decorados con
bandas y filetes de color marrón y rojizo en ambas superficies (fig. 12,
núm. 3), platitos de ala y pie anillado decorados con bandas marrones
(fig. 12, núm. 1), partes del cuerpo decoradas con bandas y circunferencias, etc. En relación con ellas se encontraron también cuatro fusayolas, una con decoración puntillada en la mitad superior (fig. 12,
núm. 2), y una tlbula anular hispánica.
Lw
2
liCM
L.J
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COVA SANTA
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Aunque en me~or número también se recogieron cerámicas de
época medieval y moderna, así como algunas monedas y otros objetos
de atribución cultural y cron<~lógica imprecisa pero siempre posteriores a la Cultur.a Ibérica.
m
LAS INHUMACIONES Y LOS AJUARES DE LA COVA SANTA
La u~ación de las cuevas nat\U'ales como lugar de enterramiento es una práctica de amplio espe~tro cultural y cronológico en el País
Valenciano. Y asi, la Cava Santa fue el lugar elegido como necrópolis
por los habitantes <:fe un próximo poblado, tqdavfa no localizado debido a su probable situación en tierras blijas, al igual que sucede en la
mayor parte de estos casos.
·
La abundancia de cuevas sepulcrales no significa q~e conozcamos
con gran riqueza de detalles el ri~al de inhumación. Por el contrario,
en muchas de ellas apenas resulta posible aventurar la disposición de
los inhumados, que aparecieron removidos y muy incompletos. Las
causas de ello son en parte naturales, comprendiendo aquí desde la
acción del agua a la de los animales; correspondiendo otra parte importante a la profanación de estos lugares con motivo de su descubrimiento. A lo que hay que añadir la J>ropia utiliZación de la cavidad como lugar de enterramiento múltiple durante un cierto periodo de
tiempo, lo que implicaría con frecuencia una redistribución de los restos humanos ya depositados, motivada por la necesidad de ganar espacio para las sucesivas inhumaciones.
En el caso de la Cava Santa que ahora nos ocupa hemos de atribuir las mayores dificultades a causas naturales, a la situación de las
inhumaciones en los llamados Sectores A y B, donde la inclinación del
suelo a dos vertientes, en función de los arrastres provenientes de la
ladera de la montaña, provoca un desplazamiento de los restos óseos
·y de los ajuares. Con todo, las evidencias proporcionadas por la excavación permiten afirmar que se trata de una cueva sepulcral múltiple,
con un mínimo de cuatro individuos adultos y tres niños en el Sector
A, y dos individuos adultos en el Sector B, y también reconocer algunas particularidades del ritual de inhumación.
De la disposición de los restos humanos antes expuesta se deduce
la existencia de un osario o enterramiento secundario, mientras otros
esqueletos se encontraban extendidos o ligeramente flexionados. Los
enterramientos secundarios, agrupaciones de huesos desplazados de
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su lugar original para proceder a nuevos enterramientos, corresponden a los individuos señalados con los números 1 y 2, que verosfmilmente deben ser considerados como los depositados en primer lugar,
de acuerdo con esta circunstancia. En posición decúbito supino se encontrarfa·el individuo número 3, totalmente extendido; mientras al
número 4 puede suponérsele una ligera flexión de s~s piernas. Aunque muy hipotéticamente podemos imaginar una gradación cronológica de las inhumaciones de acuerdo con la posición que ocupan respecto a la entrada de la cavidad y que corresponderla aproximadamente a la numeración que les hemos atribuido en la breve descripción de sus restos. Sin embat:go, el hecho de que se trate de un estrato
único y de que los ajuares no ofrezcan asociaciones seguras y significativas conduce a postular un pe.quefto margen de tiempo eritre el primero y el último, pequeño margen al menos en relación con la gradación cronológica que los materiales permiten establecer según nuestro
conocimiento de su evolución tipológica.
Los materiales arqueológicos que componen el ajuar de los inhumados poseen amplios paralelos en el conjunto de las cuevas sepulcrales v~encianas, hecha excepción del gran colgante sobre un colmillo de jabalí cuya tipologfa, como sucede con muchos de estos adornos, responde a una idea general pero se manifiesta de muy diversas
maneras (Zl.
La industria de sílex entronca plenamente con el Eneolitico.
Las puntas de flecha de retoque bifacial son frecuentes en los enterramientos, incluyendo aquellos que se consideran como ligeramente posteriores al Eneolitico o de transición al Bronce Valenciano, tal
como fuera señalado por Pla en su estudio sobre la Cava de Ribera
(Cullera) (3), cuyas lineas generales continúan vigentes. Pero no sucede lo mismo con el resto de la industria lftica recuperada en la Cava
Santa: la presencia de hojas de sfiex, en especial aquella que presenta
un retoque continuo invasor y la que hemos clasificado como perforador, se identifican plenamente con los materiales eneolfticos, tal como
los vemos en la Ereta del Pedregal (Navarrés) y en las cuevas de enterramiento múltiple eneoliticas, pero no las encontramos en los poblados del Bronce Valenciano ni tampoco en lo que ha venido denomi(2) Para la valoración y paralelos de los elementos de adorno eneol!ticos puede consultarse el trabiÚO general de J . BERNABBU: «Los elementos de adorno en el BneoUtico Valencianot. Memoria de Licenciatura. Facultad de Geografla e Historia, Valencia, 1979. Manusciito en la Biblloteca del S.I.P.
Un resumen publicado con el mismo titulo en Papeles del Laboratorio de Arqueologfa-Saguntum, nóm. 14, Valencia, 1979, págs. 109-126.
(3) B. PLA: «La Covacha de Ribera (Cullera, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, VII, Valencia, 1958, págs._23-54.
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COVASANTA
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nándose necrópolis de transición. Ylo mismo cabe decir de la placa de
süex tabular procedente del Sector C.
Las hachas pulidas poseen una dilatada cronología, al igual que
los colgantes, incluyendo las conchas perforadas y los Dentalium. Todo ello puede encontrarse desde niveles plenamente neolfticos, como
sucede en la Cova de l'Or (Beniarrés), a poblados tfpicos del Bronce
Valenciano. En particular cabe destacar la similitud de los colgantes
arqueados de concha encontrados en la Cova Santa con los de la Cova
de l'Or y con el encontrado en .la covacha sepulcral de El Vedat, relacionada con el poblado del Bronce Valenciano de la Muntanyeta de
Cabrera (Torrent) (4), asi como con ejemplares de la Cova de la Barcella (Torre de les Maqanes), Cova de la l\ecambra (Gandia) y otros.
Los pequeños cuencos de tendencia hemiesférica y el vaso de
cuerpo globular con 9uello corto corresponden a formas comunes en
el Eneolftico y la Edad del Bronce, mientras el pequeño vaso carenado
se acerca más a las formas de este último. El ca.so de mayor interés es
el fragmento de cuenco del estilo del vaso campaniforme con decoración incisa y pseudoexcisa que forma bandas horizontales en la parte
superior y una cruz en la·inferior. Aunque proveniente del Sector e y,
por lo tanto, fuera de la zona donde se realizaron las inhumaciones,
los Sectores A y B, puede relacionarse estrechamente con ellas. En favor de esto anotaremos la existencia de algunos restos humanos también en el Sector e, que podrfan interpretarse como producto de la
destrucción de la parte superior del vestíbulo de entrada; y, sobre todo, su no extrañeza en un contexto de finales de la Edad del Cobre o
principios de la· Edad del Bronce, junto a los botones piramidales con
perforación en V y a la punta de cobre del tipo Palmela. Aunque desde
una perspectiva peninsular la cronología que podemos asignar a este
fragmento cerámico, encuadrable en el amplio conjunto del tipo
Ciempozuelos, permanece stúeta a discusión, al igual que sucede con
la mayor parte de los tipos del vaso campaniforme, creemos que en
este caso y en virtud de sus asociaciones, no hay objec~ones para cons.iderarlo propio de los primeros siglos del segundo milenio a. de C.
La punta de jabalina o punta del tipo Palmela ha sido considerada
tradicionalmente como una pieza tfpica del llamado ajuar campaniforme en la Península Ibérica, dada su constante asociación con este
tipo cerámico. Asi sucede en algunas cuevas sepulcrales valencianas
como, por ejemplo, la Sima de la Pedrera (Benicull). Aunque también
(4) M. FUSTE y D. FLBTCHER: cLa Covacha sepulcral del Vedat de Torrente.t. Archivo de
Prehistoria Levantina, IV, Valencia, 1953, págs. 169-166.
D. FLBTCHER y E. PLA: cEl poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera
(Vedat de TottP'lte, Valencia)t. Trab~os Varios del S.LP., nrun. 18, Valencia, 1956.
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B. MARTI OLIVER
la encontramos en la Cova de la Pastora (Alcoi), donde se desconoce el
campaniforme, en la Cova del Barranquet Fondo (Serratella) y en el
poblado del Cabeqo del Navarro (Ontinyent), perteneciente al Bronce
Valenciano (5).
Por último, los dos botones de hueso que hemos asimilado al tipo
de los botones piramidales con perforación en V, a pesar de su fuerte
desgaste, están bien representados también en el Pafs Valenciano. Los
encontramos en la Cova de Giner (Cullera), Cova de la Recambra
(Gandia), Cova Bolta (Gandia), Cova del Bolumini (Alfafara), Cova del
Sol (Banyeres), Cova del Partidor (Banyeres), Sepulcres de la Joquera
(Castelló), etc., y en algunos poblados eneoliticos como.la.Ereta del Pedregal (Navarrés) y posiblemente El Rincón (Anna).
Sin agotar los paralelos, resulta claro que este breve examen de
los principales elemento~ que componen el ajuar de la Cova Santa permite situarla entre los momentos fmales del Eneolitico y los principios
de la Edad del Bronce, cuestión sobre la que volveremos con posterioridad intentando precisar más esta atribución.
Terminaremos refiriéndonos al caso de los restos de fauna, cuya
abundancia, como antes se ha dicho, mereció una especial atención
en el transcurso de los trab~os y también la requiere ahora. La existencia de un mfnimo de cinco ovejas, dos ovejas o cabras, y algunos
restos de buey, todos ellos en intima unión con los restos humanos, ha
de interpretarse como parte del ritual funerario, muy probablemente
como ofrendas alimenticias, siendo esta quizá la particularidad más
notable que nos ha deparado la Cova Santa.
Ciertamente esta práctica debió ser más corriente de lo que podemos afrrmar a través de la bibliografia, ya que si bien con cierta frecuencia se mencionan restos de fauna en las necrópolis megaliticas y
·en las cuevas sepulcrales u otros tipos de enterramientos, muy raramente estos han sido estudiados con cierto detalle.
Entre los casos mejor conocidos podemos incluir algunos sepulcros de fosa en los que la presencia de restos de animales se une a
fragmentos de carbón y a la tierra endurecida por cocción, lo que
plantea la posibilidad, a juicio de Muñoz, de algún rito especial con
cremación, quizás un banquete funerario (6). También en el Pafs Vasco se señalan restos de fauna en las cuevas sepulcrales, habiendo sido
(51 J . V. LERMA: «Los orfgenes de la metalurgia en el Pafs Valenciano». Memoria de Licenciatura. Facultad de Geografla e Historia, Valencia, 1979. Manuscrito en la Biblioteca del
S.I.P.
(6) A. M. ~OZ: «La cultura neolitica catalana de los Sepulcros de Fosa». Instituto de
Arqueología y Prehistoria, Publicaciones eventuales, nllm. 9, Barcelona, 1965.
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estudiados por Altuna (7). Y lo mismo sucede en algunas necrópolis
megal1ticas, como en el Sepulcro Domingo 1 de Fonelas (Granada), en
su nivel inferior de enterramiento, estudiado por Ferrer (8); o en el
Tajillo del Moro (Casabermeja, Málaga), excavado recientemente por
Ferrer y Marqués {9).
_
Para el Pais Valenciano los ejemplos cubren desde cuevas sepulcrales eneolíticas como la de la Torre del Mal Paso (Castelnovo), al enterramiento en pozo de Benissit (Vall d'Ebo), y a los enterramientos en
el interior de·poblados del Bronce Valenciano como sucede en el Altico de la Hoya (Navarrés) (10).
IV
LA COVA SANTA: ATRIBUCION CULTURAL Y CRONOLOGICA
Al examinar los principales paralelos de los materiales encontrados en la Cava Santa, hemos indicado que pueden situarse en los momentos finales del Eneolítico y principios de la Edad del Bro_Jlce. Sin
embargo, aproximarse a lo que acontece en el Pais Valenciano durante tales momentos es tarea compleja que requiere estudiar no sólo las
necrópolis sino también los lugares de habitación.
Con regpecto a las necrópolis, en nuestro caso las cuevas sepulcrales múltiples, hay que recordar que no siempre pueden considetarse
como hallazgos cerrados. En realidad ello es poco frecuente ya que la
mayor parte estaban revueltas en el momento de su excavación y no
fue posible identificar ajuares; por lo que pueden aparecer como sincrónicos elementos separados por un periodo de tiempo considerable,
desde el inicio al fmal de los enterramientos, sin olvidar las intrusiones de cronología muy posterior. A pesar de ello, teniendo en cuenta
(71 J . ALTUNA: «Historia de la domesticación animal en el Pafs Vasco desde su orígenes
hasta la romanfzacióm. Munibe, año 32, fase. 1-2, San Sebastián, 1980.
.
(81 J . FERRER: «La necrópolis megalftica de F'onelas (Granada). El Sepulcro Domingo 1 y
sus niveles de enterramiento». Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, n,
1977, págs. 173·211.
(9) Agradecemos a J. FERRER e l. MARQUES su amable comunicación sobre estos trab~os, en proceso de publicación.
( 101 E. PLA: «Actividades d.el Servicio de Investigación Prehistórica (1946-1955)». Archivo de Prehistoria Levantina, VI, Valencia, 1957, pág. 199.
F'. JORDA: «Los enterramientos de la Cueva de la Torre del Mal Paso (Castelnovo, Castell6n)J. Archivo de Prehistoria Levantina, Vil, Valencia, 1958, págs. 55-92.
J . ALCACER: cEl Altico de la Hoya (Navarrés, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, IX, Valencia, 1961, p~gs. 101-113.
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B. MABTI OUVER
la notable evolución de las costumbres funerarias desde el Neolitico a
la Edad del Bronce, examinar las lineas generales de este proceso nos
ayudará a situar mejor en su contexto el ritual funerario de la Cova
Santa, refiriéndonos posteriormente a la problemática de los lugares
de habitación.
.Desde el Neolitico antiguo caracterizado por las cerámicas con
decoración impresa cardial encontramos enterramientos múltiples en
e
las cuevas del País Valenciano, siendo el ejemplo más r. presentativo
el de la Cova de la Sarsa (Bocairent). Pero no parece tratarse de cue~
vas exclusivamente sepulcrales, sino de una doble utilización como
habitat y lugar de enterramiento.
· Es en el Eneolitico cuando la utilización de las cuevas como lugar
de enterramiento deviene caracterfstica y a él corresponden un .g ran
número de las conocidas hasta ahora, continuando su vigencia hasta
los inicios del Bronce Valenciano.
Las cuevas sepulcrales eneoliticas y de transición al Bronce Va~
lenciano varfan desde aquellas de medianas dimensjones, c¡l:c en
algún caso pudieron se! ocupadas en épocas anteriores como lugar de
habitación y ahora, coincidiendo con la generalización de los pobla~
dos, pasan a ser necrópolis, como sucede en la Cova de En Pardo (Pla~
nes); hasta muy reducidas covachas o grietas, como la de Les Llametes (Alcoi). Por lo general contienen un número elevado de individuos
y de ahf su denominación de colectivas o múltiples: desde más de cincuenta, quizás del orden de setenta y cinco, en la Cova de la Pastora
(Alcoi), a los casos más frecuentes en los que sólo podemos indicar que
este número debía ser superior a seis u ocho, como en la Cova de Ribera (Cullera) o en la 'Cueva de la Ladera del Castillo (Chiva).
Son pocos los yacimientos en que se pudo estudiar la disposición·
de los esqueletos y ejuares, pero se puede hablar de tres tipos, atendiendo a la disposición en que se encontr'alian los restos humanos y
sin que, por el momento, ello permita establecer úna gradación cronológica dentro del Eneolitico.
En primer lugar tenemos los casos en que puede afirmarse que
los inhumados lo fueron en posición decúbito supina o bien en posición lateral y flexionados, como en la Cova de Les Llometes (Alcoi),
en la necrópolis de la Algorfa y en la propia Cova Santa; son los
llamados enterramientos primarios. En o~os casos comprobamos
que la disposición de los restos humanos no corresponde a la posición
normal del difunto en el momento de su enterramiento, sino que todos
ellos debieron sufrir un acomodo po.sterior a su descarnamiento; son
los enterramientos secundarios cuyo mejor ejemplo es el de la Cava de
la Pastora (Alcoi), donde se distinguieron cuarenta y nueve bolsadas o
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COVA SANTA
29
paquetes de huesos, algunos de los cuales comprendfan restos de diversos individuos. Lo que también se comprueba en la Cova del Cami
Real d' Alacant (Albaida) o en la Cueva de la Torre del Mal Paso (Castelnovo). Finalmente, el tercer tipo serian los yacimientos en los que o
bien nada puede afirmarse, o bien comprobamos que el depósito funerario no responde a ningún cuidado, habiéndose vertido desde la boca
de la cavidad, como sucede en el osario de la Cueva del Palanqués
(Navarrés) o en la Sima de la Pedrera ·(Benicull).
A estas cuevas sepulcrales, que con las variedades expuestas
constituyen el tipo general de enterramiento durante el Eneolitico,
liay que añadir ·algunos casos particulares, como el enterram1ento de
C~lig. Aunque de manera no muy precisa se conserva la noticia del
hallazgo en Calig de un pozo de tres metros de profundidad, con una
boca circular de un metro aproximadamente de diámetro, qlie se
agrandaba considerablemente en su fondo. Fueron encontrados en su
interior unos veinte esqueletos humanos con algunos objetos que apoyarían su adscripción eneolitica, como puntas de flecha de sílex y una
azuela de piedra pulida. Ello se apartaría de los casos antes expuestos, al no ser una cueva natural, y su único paralelo en nuestras tierras seria el enterramiento de Benissit (Vall d'Ebo), pozo casi cilíndrico con ensanchamiento lateral en su fondo en el que se distinguieron
un mínimo de veintitrés individuos. Pero en este último los materiales
arqueológicos incluían diversos adornos de cobre o bronce que por su
tipología inclinan a situarlo ya en plena Edad del Bronce.
La singularidad del caso representado por Calig plantea tanto la
posibilidad de que fuera un tipo más frecuente que no haya sido advertido en razón de su muy: dificil localización; o que, por el contrario,
y ante la imprecisión de los datos conservados, fuera en realidad una
cavidad natural recubierta por la sedimentación. Sin embargo, otros
yacimientos prueban que al menos desde los momentos fmales d~l
Eneolitico, aparecen en nuestras tierras nuevas formas de enterramiento que preludian los importantes cambios del ritual funerario en
la cultura del Bronce Valenciano.
Estos enterramientos son los que corresponden a los poblados situados en tierras b~ as que tienen la particularidad de poseer silos excavados en el suelo y que, ocasionalmente, fueron utilizados como sepulturas. Ello sucede en el poblado de Vil.la Filomena (Vila-real) donde se encontraron diversas fosas que pueden· ser consideradas como
silos, en número aproximado de treinta y cinco, con abundantes materiales arqueológicos y algunos restos humanos que incluían seis cráneos. También en la Lloma de 1'Atareó (Bélgida), con idénticos silos en
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B. MARTI OUVJm
números de doce, en uno de ellos de tamaño distinto a los demás se
encontraron restos humanos.
Estos poblados con silos recuerdan los casos de El Gárcel (Antas,
Almena) y los yacimientos del Bajo Guadalquivir representados por el
de Campo Real, cuyos silos también fueron utilizados ocasionalmente
como sepultarás. A ellos se han referido recientemente Arribas y Molina, situándolos entre el Neolitico final y el Cobre Antiguo, con una
cronología que estaría centrada en tomo al2500 antes de Cristo (11).
Sin embargo, en nuestro caso, el único elemento que tenemos para
abordar su posible cronología es la presencia de· cerámicas campaniformes en Atareó y Vil.la Filo:q1ena, especialmente en este último yacimiento donde aparecen los tipos con decoración de cuerdas y decoración mixta de cuerdas y puntillado, de modo que por el momento debemos centrarlos en los finales del tercero o principios del segundo
milenio a. de C.
Con la aparición de los poblados tipicos de la Cultura del Bronce
Valenciano, el ritual funerario sufre importantes modificacione. , tens
diéndose a una sustitución del enterramiento colectivo por: la sepultura individual. En algunos casos se siguen utilizando pequeñás cuevas
o grietas, como en el enterramiento de El Vedat de Torrent, pero se
trata de uno o pocos individuos y sus ajuares sufren una notable simplificación con respecto a los eneoliticos. Sin embargo, lo más destacable es la aparición de nuevos tipos de enterramiento, como manifiesta la fosa del Barranc del Cinc (Alcoi), los enterramientos en cistas
de U1l del Moro (Alcoi), de l'Aixebe (Sagunt), de la Muntanya de les
Raboses (Albalat deis Tarongers), y los enterramientos en el interior
de poblados como en la Peña de la Dueña (Teresa), en la Atalayuela
.(Losa del Obispo), en el Altico de la Hoya (Navarrés) y otros.
Estas huevas formas de enterramiento del Bronce Valenciano
coinciden con los cambios que ella representa respecto a los momentos anteriores en lo que se refiere al conjunto de la cultura material y
a sus ti,pos de habitats, y se corresponde con la tendencia general de las
culturas de la Edad del Bronce peninsular hacia la sepultura individual, como sucede con las cistas y los sepulcros de fosa del Argar A y
del Bronce del Suroeste, los enterramientos en el interior del habitat
de algunas motillas y aquellos sepulcros de fosa catalanes atribuibles
al Bronce Antiguo y Medio.
Asi pues, la Cova Santa, por las características que ofrece, se
acerca al conjunto de las necrópolis eneolfticas, no debiendo ir más
(11) A. AIUUBAS y F. MOLINA: «El poblado de los' Castillejos en las Peñas de los Gitanos
(Montefrlo, Granada)». Cuadernos de Pre.h istorla de la Universidad de Granada, Serie monográfica, núm. 3 , 1979.
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allá de la transición de este periodo a la Edad del Bronce, como antes
señalábamos. A ello conducen el ritual de enterramiento y los paralelos de sus ~uares·, ya que la presencia de cerámica campanüorme y
de elementos asociados a ella, como los botones piramidales con perforación en V y la punta del tipo Palmela se consideran característicos del «horizonte de transición» u «horizonte campaniforme de transición».
Pero esta atribución y la cronología que debe corresponderle no
está exenta de problemas si volvemos nuestra mirada a los poblados,
en los que se encuentra el lógico complemento de las necrópolis y donde hemos de buscar la secuencia evolutiva de los materiales que componen'los ~uares funerarios. Y ello porque este horizonte de transición, nacido del estudio de las cuevas sepulcrales, no encuentra su
adecuado reflejo en los poblados, que ofrecen grandes diferencias
según sea su attibución eneolitica o del Bronce Valenciano, resultando dificil precisar los horizontes intermedios. Además, en la mayor
parte de las necrópolis que se han considerado como propias de este
horizonte, el conjunto de sus materiales se acercarla más al Eneolitico
que 8.1 Bronce Valenciano típico, como puede ser el caso de la Sima de
la Pedrera (Benicull), por poner un ejemplo.
En cuanto a su cronología, hasta la aparición de las dataciones
absolutas los inicios del Bronce Valenciano se situaban entre los años
1700 a 1500 a. de C., considerándose ligeramente anterior en sus comienzos a la cultura argárica. Sin embargo, las dataciones de C.14
obtenidas en los poblados de Serra Grossa (Alacant) y de Terlinques
(Villena), 1865 ± 100 y 1850 ± 115 a. de C., respectivamente, al elevar esta cronología inicial dificultaban ·el encuadre de este horizonte
de transición cuya dataCión tradicional caería ahora dentro del Bronce Valenciano, de aceptarse estas fechas.
Lo cierto es que, aunque estas dataciones no están exentas de problemas dada su antigüedad, especialmente en el caso de Serra Grossa, la elevación de la cronología inicial del Bronce Valenciano ha sido
aceptada por la mayor parte de los investigadores y por nosotros mismos (12), al coincidir con las tendencias mostradas por lás fechas de
C.14 para el Bronce Antiguo peninsular, muy especialmente para los
inicios de la Cultura del Argar, con la que siempre se relacionó el
Bronce Valenciano, y que permitirían suponer en opinión de Arribas
(12) B. MARTI y J . Gn.: «Perlas de aletas y glóbulos del Cau Raboser (Carca.ixent, Valencia)J. 4rchivo de Prehistoria Levantin~, XV, Valencia, 1978, págs. 4 7-68.
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un margen de desarrollo para el Argar A entre el 1900/1800 y el 1650
a. de C. (13).
Ahora bien, sin querer cuestionar en profundidad esta elevación
de la cronología del Argar A, el hecho es que estas dataciones conducirían a situar dentro de la Edad del Bronce lo que con anterioridad se
consideraba horizonte de transición, y que este cambio descansaría
mucho más sobre las dataciones absolutas que sobre una clara estructur'ación de yacimientos y materiales. El problema radica, pues, en la
necesidad de referir esta transición a niveles de habitación y en que
ello no resulta posible en el caso de los poblados del Bronce Valenciano, como antes hemos indicado.
Es en estas cuestiones donde inciden los resultados de las recientes campañas de excavación en la Ereta del Pedregal (Navarrés), en
las que hemos colaborado bajo la dirección de Pla. En estos trabajos
se ha puesto de manifiesto la existencia de un nivel que ofrece la industria lítica característica del yacimiento, entre la que predominan
ampliamente las puntas de flecha, así como los restantes materiales,
y que incluye algunos fragmentos de cuencos campaniformes incisos,
un botón piramidal con perforación en V, y una hoja rota, posiblemente de un pequeño puñal, de cobre (?) .
De modo que tendríamos aquí convenientemente reflejados los
elementos que en los primeros siglos del segundo milenio a. de C. caracterizan los complejos de finales de la Edad del Cobre y del Bronce
Antiguo de la Península Ibérica. A los que se superpondría un último
nivel en la secuencia de la Ereta del Pedregal que incorpora elementos característicos del Bronce Valenciano, como los dientes de hoz y
los brazaletes de arquero.
La importancia que ello tiene para el problema del tránsito a la
Edad del Bronce, aunque se trata de resultados en estudio, no se nos
escapa; a lo que tal vez pueden añadirse otros indicios como el poblado del Puntal sobre la Rambla Castellarda (Lliria) que por su situación
elevada nos acerca al típico habitat del Bronce Valenciano, a la vez
que su industria lítica muestra un horizonte más próximo al Eneolítico con sus muy abundantes puntas de flecha de silex y la ausencia de
los dientes de hoz, además de algunos fragmentos de vaso campaniforme.
Ahora bien, aunque la Ereta del Pedregal probaría el contacto entre estos elementos de finales del Eneolítico y los típicos del Bronce
Valenciano, y aunque Castellarda anuncia el cambio hacia poblados
(13) A. ARRIBAS: cLas bases actuales para el estudio del Eneolitico y la Edad del Bronce
en el Sudeste de la Península Ibérica.t. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, I, 1976, págs. 139-155.
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190 -
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COVA SANTA
33
altos y fortificados, dejando las tierras bf:\jas características de los
eneolfticos, la diferencia entre el horizonte ejemplificado por estos yacimientos y los poblados típicos del Bronce Valenciano subsiste y por
ello hemos de pensar que una elevación de la cronolo~a hasta el
1900/1800 para el Bronce Valenciano típico resulta quizás excesiva,
ya que las fechas que podemos dar al nivel mencionado de la Ereta
del Pedregal han de ser próximas ·a estas, de acuerdo con los paralelos
de sus materiales. Y en este punto es preciso hacer un inciso para señalar que nada se opone a hacer retroceder en el tiempo el pleno y el
fmal del Eneolitico, dado que la fecha C.14 de la Ereta del Pedregal,
1980 ± 250 a. de C., carece de contexto arqueológico defmido y en
modo alguno puede considerarse referida a los momentos iniciales del
yacimiento.
Por todo ello, y con independencia del resultado fmal de los trabajos en curso, creemos que la fuerte y muy di~tinta personalidad del
Bronce· Valenciano respecto del Eneolftico implica ciertamente ese horizonte intermedio o de transición que ahora empieza a dibujarse en
los poblados y cuya cronología seria la de los primeros siglos del segundo milenio a. de C., mientras la cronología inicial del Bronce Valenciano centrada en torno al 1700 a. de C. explicarla mejor las diferencias y el hecho de que en estos poblados no tengamos evidencias
de momentos anteriores. No hemos de olvidar que, por poner un ejemplo significativo, en los poblados del Bronce Valenciano vemos.la sustitución casi total del utillaje lftico por el metálico, como se desprende
a
de la variad· tipología metálica que presentan (14) y del hecho de que
en estos poblados apenas encontremos restos de talla junto a los dientes de hoz de sflex, prácticamente el único útil de sflex que aparece.
En este complejo panorama, apenas esbozado, es donde adquiere
su significación la atribución de los enterramientos de la Cova Santa
al horizonte de transición del Eneolítico al Bronce Valenciano. Horizonte de dificil definición por el momento en lo que se refiere a los niveles de habitación pero asimilable o cercano a los niveles superiores
de la Ereta del Pedregal. En consecuencia, no debemos pensar tanto
en una inmediatez a los poblados típicos del Bronce Valenciano, como
en un horizonte que corresponderla a los primeros siglos del segundo
milenio, a caballo entre el final del Eneolftico y los inicios de la Edad
del Bronce, pero firmemente entroncado en la tradición eneolftica.
(1 4 ) LBRMA,
op. cit. nota
5.
-
191 -
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34
B. MARTI OUVER
V
LA COVA SANTA COMO CUEVA REFUGIO
O CUEVA SANTUARIO IBERICA
Hemos descrito en las páginas anteriores el hallazgo en la superficie del Sector C de numerosos fragmentos de cerámicas hechas a mano y a torno, así como fusayolas, una fibula anular hispánica, algunas
monedas y otros materiales que requieren un pequeño comentario.
Estos materiales atestiguan la continua frecuentación de la cavidad desde el momento en .que se realizaron las ~umaciones prehistóricas y recuerdan el conjunto de materiales recuperados en otras
dos cuevas muy próximas a la Cova Santa, en la misma Muntanya del
Castell, la Cova del Cavall y la de les Covatxes. De la Cova del Cav~ll
se conocen restos humanos, puntas de flecha de sílex, colgantes de
concha, pequeñas conchas perforadas, fragmentos de cerámicas hechas a mano y de época ibérica, lucernas tardo-romanas, puntas de
flecha y otros objetos metálicos medievales, asf como algunos fragmentos cerámicos de esta misma atribución. Es decir, un conjunto
que guarda gran similitud con el de la Cova Santa aquí estudiado. En
les Covatxes también se recogieron fragmentos cerámicos hechos a
mano correspondientes a vasos de perfil ovoide, posiblemente de la
Edad del Bronce, asf como fragmentos de época ibérica y romana.
Para parte de estos materiales, . aquellos que podrían corresponder al Bronce Valenciano y también los de época medieval, hay que
tenei: en cuenta la inmediatez de estas cuevas al asentamiento de El
Castell, donde a juzgar ppr 1~ prospecciones realizadas debió existir
un yacimiento del Bronce Valenciano bajo la fortificación medieval.
Para los hallazgos de época ibérica, los más importantes dentro de este conjunto, hemos de recordar la importancia del poblamiento ibérico en sus alrededores, entre el que destaca ei poblado de la Bastida de ·
les Alcuses (Moixent), así como los frecuentes hallazgos de época romana en una zona que constituye el camino naturalliacia el interior
de la Península Ibérica.
La presencia de materiales de época ibérica en las cuevas es un
fenómeno que se repite en numerosos casos del País Valenciano; sus
principales características, así como la división en cuevas refugio y en
cuevas santuario fueron analizadas por Gil-Mascarell, ofreciendo un
amplio repertorio de las mismas (15).
(15) M. GIL-MASCARELL: «Sobre las cuevas ibéricas del Pals Valenciano. Materiales y
problemas». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, mlm. 11. 1975, pégs. 281332.
- 192 -
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COVA SANTA
35
En la Cova Santa, la situación de los vasos ibéricos con preferencia e& la parte más interior de la cavidad y la presencia de las fusayolas, que no pueden considerarse aquf relacionadas con una habitación
de la cueva, parecen acercarnos a las llamadas cuevas santuario. Sin
embargo, el que entre los ma~eriales conocidos parezcan abundar
más los vasos de gran tamaño, desconociéndose hasta ahora los pequeños vasos caliciformes que siempre forman parte de los hallazgos
en este tipo de cuevas, nos impide decantarnos en uno u otro sentido.
25
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MABTI OLIVBR.-Cova Santa
Cova Santa (Vallada). Sima de entrada y vestlbuJo de la cavidad
LAM. 1
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MARTI OUVER.-Cova Santa
LAM. 11
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ARCHIVO DE PREHISTORIA .LEVANTINA
Vol XVI (Valencia, 19811
RAFAEL RAMOS FERNANDEZ
(Elche) .
EL PROMONTORIO DEL AIGUA DOLQA 1 SALA
DE ELCHE. AVANCE DE SU ESTUDIO
El lugar llamado «Promontorio», arenero del que se abastecían
buen número de constructores de viviendas, está situado en Elche, en
el cauce del Vinalopó, en el paraje denominado Aigua Dolcta i Salé, a
1 Km. al norte del puente del ferrocarril, y forma una pequeña meseta, recortada entre el propio río y una baiTanca, que se levanta unos
diez metros sobre el actual lecho de las aguas y que ofrece una superficie aproximada de 300 metros de Norte a Sur por 120 metros de Este a Oeste, en cuanto a ejes máximos (fig. 1).
.
Su construcción natural responde a una forma fluvial ocasionada
por el meandro que en este punto describe el Vinalopó, que da lugar a
que el agua del rio, lanzada de un lado a otro por la corriente , y llevando los derrubios delante de ella, tienda a excavar el borde contra
el que choca e inversamente aluviona en el borde del cual se aleja.
Además, las aguas cuando por esta causa pierden fuerza dejan depositarse los materiales que acarrean y las piedras quedan en forma de
acumulación. Las piedras más grandes son las primeras que abandonan su desplazamiento por las aguas, depositándose en la parte alta
de la acumulación, y los depósitos son cada vez más finos a medida
que el agua desciende. Cuando sobreviene una crecida, el agua adquiere bruscamente más fuerza y repite las sedimentaciones, configurando asi islotes de este tipo (fig. 2).
La localización arqueológica del yacimiento fue posible gracias a
los jóvenes estudiantes de bachillerato, José Antonio Sáez, Juan Jesús
Vallejo, Pascual Bolaños y José Manuel Boix, que acudieron a este
Museo a depositar· los materiales cerámicos que habían encontrado
en aquel lugar, procedentes del. corte dejado en el arenero por los ex-
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R. RAMOS FERNANDEZ
2
Flg. 1
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AIGUA
DO~A
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4
R. RAMOS FBRNANDEZ
tractores de gravas y de las remociones producidas al cimentar una
torre de tendido eléctrico. Nuestra prospección, tras un reconocimiento de la superficie del terreno, ratificó la autenticidad de la noticia y el gran interés que el posible yacimiento podfa ofrecer, por lo
que consideramos oportuno realizar una excavación alli.
Abordamos los trabajos materializando un sondeo de prospección
de 2 x 2 metros en el extremo N.E. del yacimiento, junto al lugar en el
que en el corte del terreno causado por las extracciones de arena se
apreciaba la presencia de vestigios materiale&. El resultado de este
sondeo fue muy positivo y de él pudimos extraer documentación suficiente para implantar la ouadrfcula que consideramos más conveniente, puesto que nos informó de la existencia de una capa de tierra
agrícola de 30 cms. de espesor, debajo de la cual apareCió una tierra
marrón arenosa que contenía material arqueológico; ante ello, comprobamos la realidad de un estrato arqueológico que alcanzaba una
potencia de 30 cms. y que contenía un nivel de pavimento de arcilla
marrón pisada y endurecida de 3 cms. de grosor. Este estrato, que supusimos último, lo designamos como A, y en él aparecieron: 56 fragmentas cerámicos de vasijas de paredes gruesas, de pasta amarillenta
y abundante desengrasante micáceo (1); 1 fragmento de cerámica d~
pasta gris, de superficie cuidada y lavada, y de buena calidad en su
pasta y modelado; 6 astillas de sílex; 1 fragmento cerámico de barro
poroso, amarillo claro, con decoración incisa (fig. 9-1); 2 fragmentos
de boca de vasija de pasta marrón rojizo oscuro, con mica, engobe negro y superficie exterior espatulada (fig. 9-2); una astilla de hueso (fig.
9-3); 1 hoj a de sílex y tres fragmentos similares (fig. 9-4).
Tras levantar el citado pavimento A de arcilla marrón pisada y
endurecida de 3 cms. de espesor, se penetra en un nuevo estrato, al
que designamos estrato B, de 37 cms. de potencia, sobre un pavimento de arcilla y arenisca amarillenta de 18 cms. de espesor. En este estrato B, y sobre el mencionado pavimento, aparecieron: 2 fragmentos
cerámicos de pasta amarillenta y superficie exterior espatulada (fig.
10-2 y 4); 6 fragmentos cerámicos de buenas pastas, de superficies
bruftidas, con decoración de tipo campaniforme (fig. 10-1, 3, 5 y 6).
Desmontado el pavimento B continuamos en profundidad practicando una trinchera E-0 de 0'50 metros de anchura, trinchera en pro-
( 1) La enumeración y descripción de las piezas halladas figura en la Memoria correspondiente a esta excavación remitida a la Subdirección General de Arqueologia para su publicación.
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AIGUA DO:tc;A I SALA
5
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5
Fig. 3
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6
R. RAMOS PERNANDRZ
fundidad de este sondeo de prospección, con la cual se penetró en otro
estrato, de tierra gris, que alcanza una potencia de 20 cms., y al que
denominamos C. En él aparecieron: 56 fragmentos de vasijas de pasta
amarillenta con esfumaturas negruzcas, superficies lavadas y provistas de mamelones; 31 fragmentos cerámicos de pastas negras, cuidadas, de ~uperficies interiores lavadas y exteriores bruñidas o espatuladas; 1 fragmento cerámico de pasta gris, dura, con engobe gris claro y excelente bruñido.
.... •
.
--····
Flg. 4
A 1'38 metros de profundidad con respecto a la supérficie del terreno, y bajo los 20 cms. de potencia fijados para el estr~to e, aparece
una bolsada de cenizas que ennegrecen todavía más la tierra gris y
que afecta a la parte central de la trinchera, de 21 O cms. de longitud
por 30 cms. de potencia, apreciándose en sus extremos un pavimento
de gravas que pertenece a dicho estrato C. En esta bolsada de tierra
negruzca, que posiblemente responda a un fondo de cabaña, aparecieron: 9 fragmentos cerámicos de vasijas grandes, de pasta marrón
clara, buena cocción y superficie exterior espatulada; 4 fragmentos
cerámicos de pasta gris y superficie lavada; y restos óseos de cérvido.
Continuamos la excavación de esta trinchera en profundidad, perforando un duro pavimento de arcilla quemada en la base de la bolsada.
Tal posible pavimento es de 3 cms. de espesor y bajo él sólo aparecen
arenas sin vestigio material alguno. Se profundiza hasta los 2 metros
y se comprueba que realmente, en ese punto, se ha llegado a la tierra
virgen.
La estratigratla y los materiales ofrecidos por el sondeo de prospección (fig. 6) inducen a suponer en primer lugar que nos encontramos ante un yacimiento Eneolitico que pervive durante la Edad del
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AIGUA I>OLC;:A 1 SALA
7
Bronce y responde a dos períodos en sus generalidades; y segundo,
que el Eneolitico se encuentra dividido en dos fases· que vienen caracterizadas por la ausencia y por la presencia de cerámicas de tipo c"ampaniforme, por lo qUe respectivamente opinamos que debemos tratar
de Eneolitico I y Eneolitico ll.
Atendiendo a ello podemos identificar el estrato que hemos denominado C con un Eneolitico I, caracterizado por cerámicas de buenas
pastas y buena cocción, marrones claras y negras, y exclusivamente
lisas; el estrato B se ha de relacionar con un Eneolitico n, con muy
abundante cerámica de excelente calidad y decoración de tipo campaniforme acompañada de .cerámicasJisas, de buena pasta y cocción
por lo general, tanto amarillentas como negras; el último período de
vida de este yacimiento, el perteneciente al estrato A, responde al
Bronce Valenciano y ofrece fundamentalmente cerámicas lisas de
pastas amarillentas, con abundante desengrasante micáceo y calidades deficientes, asociadas a alguna pervivencia de decoraciones incisas.
....
1
\
Fig. 5
En función de toda la documentación obtenida del sondeo de prospección, procedimos a implantar para la excavación de un sector de
este yacimiento, inmediato al punto donde practicamos el sondeo de
prospección, una cuadrícula de panal de orientación simple N-S,
puesto que no habíamos descubierto ninguna estructura o construcción que aconsejase su variación, con sondeos de cuatro metros de patrón divisibles en cuatro casillas en función de la estratigrafia del yacimiento, con muros testigo entre sondeos de 0'50 metros y de 0'25
entre casillas, lo que era factible atendiendo a la buena calidad del terreno (fig. 3).
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R. RAMOS
8
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c.agr!cola
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Estrato A
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Estrato B
Estrato C
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10
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liga. 11 y 12
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AIGUA
DO~A
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I SALA
Con estos criterios se excavaron tres sonaeos (Lám. I), en los que
se repitió la estratigrafia marcada por el sondeo de prospección (figs.
4, 5, 7 y 8), que aportaron los materiales siguientes:
1) Del estrato A proceden:
- 1.089 fragmentos de cerámica común de pasta amarillenta, calidad deficiente, de superficies lavadas y, por lo general, con desengrasante micáceo.
- 201 fragmentos cerámicos de pasta y superficies negruzcas, caras lavadas y desangrasanta micáceo.
.
- 218 fragmentos pertenecientes a grandes vasijas, de paredes gruesas y pastas marrones, con desengrasante micáceo grueso.
- 6 fragmentos cerámicos, de pastas marrones y amarillentas, con apéndice o mamelón.
- 5 fragmentos de un cuenco con decoración incisa, modelado con pasta de mala calidad, negruzca y rojiZa al exterior y riegra llitéiioimente', de cocclón"d"
et'ectüosa, con
abundante mica como desengrasante, y de superficie exterior lavada y porosa. Algo
muy distinto a las calidades de las piezas de tipo campaniforme que aparecen en el estrato B (fig. 12).
- Pequefla hoja l!tica.
- Recipiente cerámico Incompleto de pasta negra con orejeta aplanada horizontal. De 14 ·
cms. de diámetro de boca (fig. 11 ).
-Punzón metálico fusiforme de sección cuadrangular, de 40 mm. de longitud.
----- - - - - - --r--z::----=:---~
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Fig. 13
(1/2)
20927"
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R. RAMOS P'BRNANDBZ
2) Del estrato B proceden:
- .857 fragmentos de cerámica comlln, de pasta amarillenta, calidad deficiente, superficies lavadas y, por lo general, con desengrasante micáceo.
- 112 fragmentos cerámicos de pasta y superficies negruzcás, caras lavadas y desangrasanta micáceo.
- 110 fragmentos perteneci.e ntes a grandes vasijas de paredes gruesas y pastas marrones.
- 73 fragmentos cerámicos de pastas maiTOnes de buena calidad y superficie espatulada.
- 36 fragmentos cerámicos de pasta negra, buena calidad y superficie espatulada.
- 268 fragmentos cerámicos con. decoración de tipo campaniforme predominantemente
incisa, con· pastas de muy ·buena calidad, buena cocción y superficies ·bruflidas.
- 16 ·fragmentos cerámicos con apéndices o mamelones.
- 8 fragmentos cerámicos de la parte superior de una vasija de mamelones (fig. 13-1).
- 2 fragmentos de hojas de sflex (tig. 13-2).
- Fragmento de vasija de pasta negra, con abundante desengrasante micáceo, superficie
exterior espatulada y mamelón aplanado horizontal (flg. 13-3).
- Fragmento de vasija de pasta negra, con abundante desengrasante micáceo, superficie
.exterior espatulada y dos mamelones aplanados horizontales superpuestos (fig. 14-1).
-Fragmento cerámico de pasta marrón con mamelón troncocónico (fig. 14-2).
- Cuenco incompleto de pasta amarillenta y decoración incisa con una !)anda de puntos
impresos (fig. 14-3).
- Fragmento de un V&SO de tipo campaniforme con decoración a bandas y suave perfil en
S (tig. 15-1).
- Tres conchas con perforación.
- Fragmento cerámico de tipo campaniforme con decoración incisa y suave perfil en S
(fig. 15-2.).
- Fragmento cerámico de tipo campaniforme perteneciente al fondo de una cazuela decorada por incisión exterior e interiormente (fig. 15-3).
- Cuenco de pasta marrón oscura de muy buenas calidades en modelado, cocción y acabado, de superficies bruñidas, de 14 cms. de altura y 27 cms. de diámetro de boca, con
decoración incisa en tres bandas de lineas paral.e las sobre zonas triangulares reticuladas apuntadas hacia ablijo y cuatro bandas de punteados impresos sobre las de lineas
incisas lflg. 16 y Lám. ll-11.
- Vaso de suave perfil en S de 22 cms. de altura y 15 cms. de diámetro de boca de pasta
marrón oscura, de buen modelado y cocción, de superficie brudida y con una decoración de dos bandas de puntos impresos que separan tres reticulados incisos continuados en su parte inferior por zonas trl.a ngulares apuntadas hacia ab~o (fig. 17 y
Lám. ll-2).
- Cuenco de pasta marrón claro con desengrasante micáceo, de cocción irregular, con la
superficie exterior bruñida y' la interior espatulada. Su altura es de 14 cms. y el diámetro de su boca de 21' 5 cms. Está decorado por tres bandas de puntos impresos que separan cuatro zonas de reticulados incisos, la tercera de las cuales deja espacios verticales vacios que configuran la decoración (fig. 18 y Lém. Ill-1).
- Parte de un cuenco de pasta marrón amarillenta al exterior y grisécea interiormente,
de buena pasta y !)occión con esfumaturas. De 23'5 cms. de diámetro de boca y con decoración incisa formada por dos bandas compuestas por tres grupos de lineas paralelas
de las que las laterales son verticales y las centrales inclinadas, y continuada su decoración por otra banda del tipo citado a la que se ha sustituido el grupo de lineas inferior
por grupos de tres triéngulos adosados a ella con el vértice apuntado hacia abajo y separadas por zonas verticales de la misma composición que las bandas (tig. 19 y
Lám. IV).
-
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AIGUA DOLCfA 1 S.ALA
15
2
Fig. 14
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R. RAMOS FERNANDEZ
16
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P'ig. 15
(T. n.)
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AIGUA DOL<;A 1 SALA
Figt. 16 y 17
11/21
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18
R. RAMOS FERNANDBZ
------ -- ----
11
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- ,.........
Flgs. 18 y 19
(1/ 2)
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AlGUA DO~ 1 SALA
3) Del estrato
19
e proceden:
-
46 fragmentos cerámicos de pasta gris, buena cocción y superficie exterior espatulada.
7 fragmentos cerámicos de pasta marrón y superficie exterior rojiza.
32 fragmentos de vasijas de paredes gruesas, pastas marrones y superficies lavadas.
18 fragmentos cerámicos de pastas negras y superficie exterior espatulada.
Abundantes restos óseos de cérvido.
6 fragmentos de una vasija de pasta marrón claro y superficie lavada, de paredes verticales y 36 cms. de diémetro de boca.
- Fragmento cerámico de base de vasija de pasta marrón y superflcle exterior negra y
espatulada.
- 4 fragmentos cerámicos de pasta marrón y paredes verticales.
- Ft~gmento de cerámica ca la almagrm, de pasta marrón y.superficie interior negra con
el mismo engobe exterior, fruto de la cocción.
Con la excavación del estrato C en el sondeo 1-D y con el desmonte, mediante secuencia estratigráfica, de los muros testigo o ejes de
tierra existentes entre los sondeos 0.1-D y C.D-1, se observó la aparición de un suelo de pequeños cantOs rodados y arena que afecta a la
parte Norte de la trinchera en profundidad del sondeo de prospección.
Con su correspondiente limpieza aparece un arco o semicírculo bordeado de gravas y relleno de tierra gris negruzca que parece responder al posible fondo de cabaña que ya ·habíamos intuido. Se amplia la
zona a excavar hacia el Sur de la trinchera en profundidad practicada por el sondeo de prospección y queda confirmada la realidad de la
existencia del fondo de cabaña que responde a unas dimensiones de
2'30 metros de diámetro y 0'35 metros de potencia máxima en su
centro, con un pavimento de arcilla quemada de 3 cms. de espesor
que se asienta sobre arena de río totalmente limpia y sumamente fma.
En sus laterales aparecen pellas de barro alisado por una parte y con
huellas de haber estado adosadas a ramajes por la otra, lo que tal vez
indique su pertenencia a un enlucido de parte de las paredes de .la cabaiia.
La excavación de este fondo de cabaña proporcionó los siguientes
materiales:
- 29 fragmentos pertenecientes a una vasija de mamelones, de pasta gris porosa y superficie exterior espatulada (fig. 20).
- Una concha perforada.
- Una pieza de sílex adaptada a raedera.
- Fragmento de cuello de un posible recipiente tipo botella, de pasta gris y superficie exterior espatulada.
- Fragmento de cerámica «a la almagr8ll.
- Varios restos óseos y fragmento de arranque de asta de ciervo.
-
215 -
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20
R. RAMOS FERNANDEZ
-------------r------------
20
Flg. 20
(1/2)
CONCLUSIONES
Las opiniones que obtuvimos del sondeo de prospección han quedado plenamente ratificadas. Existe una superposición estratigráfica
que evoluciona de un Eneolitico 1 a un Bronce Valenciano.
Este Eneolitico 1 es la fase de enlace con el Neolitico evidenciada
por el fragmento de cuello de un recipiente tipo botella y por la presencia de dos fragmentos de cerámica «a la aln}agra)), con cerámicas
en general de buenas pastas y buena cocción, marrones y negras, con
formas de cuencos y de vasos de paredes verticales, y exclusivamente
lisas. Este estrato, que hemos denominado C, sin embargo, no cubre la
totálidad de la zona excavada, y además, hacia el Este, ha sido arrasado por los trabajos de extracción de arenas, y sólo se ha conservado
en los sondeos 0-D y 1-D , por lo que debemos suponer que el yaci- 216 -
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AIGUA DOL(fA I SALA
21
miento perteneciente a esta fase se extendía desde este punto indicado por los citados sondeos hacia el Este y que lamentablemente ha desaparecido.
El Eneolitico II, que responde al estrato B, se encuentra asociado
a abundancia de cerámica de tipo campaniforme, de excelente calidad, cuya decoración es predominantemente incisa con motivos de lf~eas, triángulos y reticulados, y con alternancias de impresiones, generalmente de puntos a punzón, y algunas bandas pseudoexcisas obtenidas con punzones triangulares, y con formas frecuentes de cuencos y, en menor proporción, de vasos acampanados o de perfil en S. A
estas cerámicas de tipo campaniforme las acompaftan cetá:rni<::as us·a s
de pastas negras y buena calidad, de superficies cuidadas, cerámicas
de pastas marrones y amarillentas con formas de cuencos, de vasijas
de mamelones y de recipientes grandes, y son relativamente frecuentes las conchas perforadas.
El Bronce Valenciano, perteneciente al estrato A, viene representado por la presencia de cerámicas lisas de pastas amarillentas y calidades deficientes asociadas a muy escasas decoraciones incisas en recipientes cerámicos de tipos no campaniformes, aunque conservando
reminiscencia de aquellos en motivos decorativos, pero con calidad·e s
diferentes.
La secuencia estratigráfica que nos ha proporcionado la excavación practicada supone una evidente aportación fundamentalmente
al conocimiento del desarrollo del Eneolftico en nuestra zona, puesto
que la ausencia de los tipos campanifor¡nes en el estrato C y su abundantfsima presencia.en el B evidencian la parcelación de este período
en dos fases que cronológicament~ podríamos relacionar con Los Millares y con Vilanova de San Pedro, por lo que la presentación en Elche de un Eneolftico I y II no vendría más que a confirmar algo todavía no evidenciado hasta ahora en el área valenciana, pero posible,
ya que es un hecho ratificado en otros puntos fundamentales de la mitad sur peninsular.
Desde el punto de vista cronológico opinamos, aunque sin base suficiente, que podemos abarcar para el Eneolftico un m milenio a.J.C.
partido por mitad, esto es: un Eneolftico I comprendido entre los años
3000-2500 a.J.C. y un Eneolftico II que se desarrollaría entre el 2500
y el 2000 a.J.C., año a partir del cual empieza a gestarse una fase
transicional, con pervivencia de tipos cerámicos incisos, que desemboca en el pleno Bronce Valenciano.
- 217 -
[page-n-220]
22
R. RAMOS PXRNANDBZ
Este avartce que ahora ofrecemos pretende únicamente informar
de las tareas de excavación realizadas en este yacimiento, asf como
de los materiales que han proporcionado. Realmente, los descubrimientos efectuados abren un campo interesante para el Eneolftico de
esta comarca ilicitana, y a partir de ellos será necesario realizar, como primer paso, un detallado estudio de los materiales cerámicos que
aquí sólo mencionamos, cuyo análisis y paralelismos tipológicos son
evidentemente necesarios.
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RAMOS FERNANDEZ.-Aigua Doll;a i Sala
Aspectos de la excavación
LAM. 1
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LAM. ll
RAMOS FERNANDEZ.-Aigua Dol~ta i Sala
2
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RAMOS FERNANDEZ.-Aigua
Dol~a
i Sal'
-
LAM. m
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RAMOS FERNANDEZ.-Aigua Doh;a i Sala
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LAM. IV
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ARCHIVO DE PREIDSTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia. 19811
ANTONIO MARTINEZ PEREZ
(Alzira)
LA COVA DE ALFONSO ·
(Aizlra, Valencia)
I
SITUACION Y DESCRIPCION DEL YACIMIENTO
En la hoja catastral 770 queda situado en las coordenadas Lambert X=885,80 e Y= 511,30, entre los términos de Alzira y Corbera,
partida del Plá de Corbera, siendo el dueño del terreno don Bernardo
Perepérez (fig. 1).
Aunque desde antiguo se denomina cueva, es en realidad una dolina o torca, semejante a la que contiene el próximo yacimiento del
Volcán de Cullera. El gran socavón, de unos 800 m.2 de superficie,
forma una especie de embudo, con poca pendiente, en cuyo centro
existe un sumidero, relleno de piedras y matorral, casi inaccesible. En
la parte SO. hay un escarpe de unos 30m. de altura, de paredes verticales, reentrante en su base y formando una serie de abrigos; está formado el escarpe por estratos de caliza compacta del Cretáceo Medio
comentes en esta zona, fragmentada en grandes bloques, que se han
ido desprendiendo a través de los años, empezando, como es lógico,
por las capas inferiores, de tal forma que, en la época de ocupación
por el hombr~. debió existir una gran visera, que posiblemente se cayó en fechas no muy lejanas y que ha dejado el yacimiento lleno de
grandes moles de piedra. Aún en las épocas actuales, según el dueño,
se suelen desprender. Parte del socavón - dolina o torca- se abancaló
para el cultivo de algarrobos y algunas higueras, que actualmente
perviven.
Agradecemos la desinteresada ayuda prestada en el estudio de este yacimiento a las personas siguientes: a don Bernardo Perepérez
(dueño de la finca) y su sobrino Agustín Perepérez por las atenciones
que han tenido al facilitarnos el rescate de los materiales; a los muchachos que nos ayudaron en las tareas de campo; a Eustaquio En- 223 -
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2
A. MARTINEZ PEREZ
' <:)
~~ ~UER4 A.
Af
()
Flg. 1. - Plano con la aituació.n de la C. de Alfonso y otros yácimientos de la zona: 1, Muntanyeta de Caries; 2, Abric de la Umbria de Caries; 3, Coveta del Gat; 4, Puntal del'Agüela; 5,
CasteU de Corbera; 6, Cova deles Ratetes; 7, Cova de la Mallá Varda; 8, Muntanya Assolá; 9,
Cova de Alfonso; 10, Cova deis Gata; 11, Cova deles Aranyes; 12, Cova del Barranc de Xarta;
13, Cova del Barranc del Xavegó
- 224 -
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COVA DE ALFONSO
3
guix e hijo, por la toma de fotografias, y por último, a mi entrañable
amigo Daniel Serrano por las tareas de recogida, clasificación de restos y asesoría técnica.
II
ANTECEDENTES
· Como yacimiento fue descubierto por el Grupo de Rescate 339, el
cual me honro· en dirigir, del C. N. Francisco ~ranco de Alzira, en el
curso ·escolar 1978-79. Anteriormente no se conocía tiihgún escrito
que diera referencia sobre él, por lo que, al presentarse al S.I.P., se
dio como inédito.
Entre los· restos superficiales que recogió el Grupo de Rescate,
destacaban, por su abundancia, lascas de silex y algunos nódulos,
unos con retoque apreciable, otros sin él; también aparecieron algunos fragmentos cerámicos hechos a mano , de paredes gruesas y toscamente labrados similares a los aparecidos en los niveles superficiales del hoyo, un fragmento de «terra sigillata» y otros medievales (fig.
2). En su día se clasificó el yacimiento como Eneolítico -atendiendo a
los restos líticos- y sin determinar los toscos fragmentos .cerámicos.
En visita realizada en abril de 1980, se apreció que, tras la publicación del hallazgo en la Memoria del Grupo de Rescate y en el periódico «Levante» del 1 y 27-7-1979, excavadores clandestinos habían
efectuado un gran hoyo, en cuyas tierras se distinguían restos óseos y
cerámicos. Puesto en conocimiento del Director del S.I.P. de Valencia,
éste nos comisionó para inspeccionar los desperfectos r·ealizados en el
yacimiento, así como para la limpieza y recogida de los materiales
abandonados por los aficionados. Dicha tarea se realizó durante los
días 2 al 8 de julio de 1980. Terminadas las tareas de campo se estu~
diaron los materiales y posteriormente se depositaron en el Museo del
S.I.P. de la Excma. Diputación Provincial de Valencia, siendo esta
memoria el reflejo de los trabajos realizados.
III
ESTRATIGRAFIA Y MATERIALES
La excavación realizada por los rebuscadores estaba en la zona
Oeste, junto al escarpe y bajo el mayor abrigo que se conserva -restos
de la antigua visera que debió desplomarse en épocas no muy
- 226 29
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A. MARTINBZ PBREZ
4
4
8
if
18
Fig. 2. - Materiales recogidos por el Grupo de Rescate 339 en la Cova de Alfonso: 1-17, sUex
retocado; 18, fragmento de cerámica hecho a mano; 19, fragmento de boca de vaso decterra
ligillatu
(T.
n.l
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COVA DE ALFONSO
15
lejanas-. Todo el suelo, junto a la escarpadura, presenta un relleno de
piedras de mediano tamaño, otras de tamaño apreciable.
La primera tarea consistió en extraer y cribar la tierra del hoyo,
así como las tierras amontonadas en el exterior. Limpio ya, se apreció
que se había excavado una z~a de unos dos metros de larga por 60
cm. de Q.Ilcha, y cuya profundidad oscilaba alrededor de los dos metros y medio en lo más hondo (Lám. I); se había re~zado perpendicularmente a la pared del escarpe.
Con el fin de estudiar el perfil estratigráfico, se limpió la pared derecha de la cata (mirando del escarpe hacia el exterior) y se dividió en
cuatro·cuadrículas, denominad·as A·¡ B; G yD· empezando desde el es;
carpe; ello nos sirvió también para clasificar el material dejado por
los excavadoz:es clandestinos.
Presenta el suelo un buzamiento en dirección NE., que alcanzaba
los 40 cm. de desnivel desde la cuadrícula A a la D. La limpieza de la
pared se hizo con sumo cuidado, intentando separar los distintos niveles, tanto en cuanto a tonalidades de la tierra como a los restos que
aparecían, dividiéndose el perfil en diez capas (fig. 3).
La secuencia e. tratigráfica es como s.igue:
s
CAPA 1.•, de O a 14 cm.- Tierra grisácea con un porcentaje muy
alto de cenizas, muy suelta, polvo, rellenando un lecho de piedras de
mediano tamaño. Aparecieron los siguientes materiales:
Cerimlco. - Treinta y cuatro fragmentos toscamente labrados, pasta poco depurada,
arena SUl cn.bar como desgrasante; cocción reductiva en el alma y con un leve recocido en
superficie, blen cocida ; el grosor de las paredes soclla entre los 1Omm. para unos fragmentos
y los 20 mm. para los més gruesos, por lo que corresponderlan a vasijas de gran tamado tipo
tln!Úas; algúnos fragmentos presentan incisiones debidas al frotado: 10 fragmentos pulidos,
pasta algo més depurada, sin tanto desgrasante, enmascarada, en algunos fragmentos, por el
e.ngobe y posterior bruiUdo, dando la sensación de pastas más depuradas, en otras el pulido
es directo sobre la misma arcilla que se utilizó en su confección; la cocción es netamente reductiva con algún levisimo recocido accidental, todas estén muy bien cocidas; algunos fragmentos·dan la sensación de estar hechos a molde.
Describimos aquellos fragmentos més interesantes a nuestro juicio:
.
l. Fragmento de boca con el borde plano, algo Inclinado hacia el Interior, correspondían·
te a una vasija de cuello recto y ancho; pasta con poco desgrasante ; cocción oxidante; bien
cocida; superficie frotada sln pulir con tonalidad siena.
2. Fragmento de boca con el borde ribeteado en su parte externa; caracterlstlcas similares al anterior.
3. Fragmento de base plana con ligera carena; pasta con desgrasante sillceo (arenal;
cocción reductlva con posterior recocido que afectó a la superficie externa, quedando negruzca la Interna, por 19 que se deduce que se coció boca abeJo; bien cocida; tonalidad siena
en la parte externa y negrti?:ca la intarna, frotada por ambas caras.
4. Fragmento de boca con el borde plano, con suave inclinación hacia el Interior, debe
corresponder a una vasija de ancha boca o escudilla; pasta con poco desgrasante sillceo, algo
de carbón triturado; cocción reductiva con ligero recocido en pequeAos puntos de la superfi-
-
- 227 -
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A. MARTINRZ PEUZ
6
ele; bruñida por ambas caras con tonalidad negra brillante gracias al engobe que enmascara
la pasta con que se confeccionó.
5. Fragmento carenado; pasta con poco desgrasante; cocción reducliva; superficie inte·
rior frotada y exterior muy pulida; engobada por ambas caras; tonalidad negro brillante.
6. Fragmento carenado; pasta con algo de desgrasan te calizo; cocción reductiva con pequeftos manchones oxidantes en la superficie externa; superficie externa pulida sin engobe,
la interna sin frotar ni pulir, con concreciones.
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Fig. 3. - Cova de Alfonso: estratigrafia
-
228 -
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COVA DE ALFONSO
7
7. Fragmento carenado; pasta con bastante desgrasante calizo; cocción reductiva; su·
perficie pulida externa e internamente, sin engobe (fig. 4-1J.
8. Fragmento de cuello con carena interna muy m!ttcada; pasta con desgrasante silfceo
(arena); cocción netamente reductiva; superficie bruñida externa e internamente, con finlsimo engobe; tonalidad negro brillante.
Concha y hueso. - Cinco fragmentos óseos, restos de comida, y un caracol común.
CAPA 2.•, de 14 a 33 cm.- Tierra siena tostada, con algunos carbones, un poco más compacta que en la capa anterior y sin tanta piedra. Los restos aparecidos fueron los siguientes:
.Cer~~~o. - Quinc~ fragm!!,n~s tQs.c.~.ept~.labradQ.s. c.on...las mismas.S:QI:a~
en la capa anterior. Un fragmento pulido y ocho bruñidos. i.os más interesantes aparecidos
son:
l. Fragmento de base plana con reborde saliente; pasta con desgrasante silfceo poco depurado y carbón; cocción reductiva en el alma con recocido final que ha oxidado ambas superficies; tonalidad anararijada en el exterior, tendiendo a marrón en la superficie interna;
presenta abultamientos y frotado por ambas caras (fig. 4, 2).
2. Fragmento de boca con inicio de la panza saliente; pasta igual que la anterior, asf comola cocción y la tonalidad; frotada por ambas caras; incisiones en el borde muy separados.
3. Fragmento de borde exvasado perteneciente a una olla; pasta con poco desgrasante,
depurado (carbón finamente triturado); cocción reductiva total; tonalidad negro brillante y
bien bruñido.
4. Fragmento carenado con !guaJes caracteristicas que el anterior; se aprecia el engobe
dado para el bruñido.
5. Fragmento carenado con iguales características que los anteriores, aunque con leve
recocido en la superficie interna que le da una tonalidad siena verdosa (fig. 4, 3).
Oseo. - Gran cantidad de fragmentos óseos, restos de comida, algunós animales grandes, tal vez de ovejas o cabras; los más abundantes de caza menor: conejos, péjaros, etc.
CAP A 3. a, de 33 a 80 cm. - Tierra gris amarronada, formando terrones entre los 33 y 50 cm., posteriormente se hace algo más suelta.
Se intentó nivelar toda la cata de la pared con el hogar que se apreciaba entre las cuadriculas C y D, alrededor de los 90 cm. Los materiales
encontrados son:
Cerámico. - Cincuenta y tres fragmentos de cerámica toscamente labrada, igual que en
las capas anteriores, algunos fragmentos son de grosor menor a los 10 mm. Cinco fragmentos
pulidos, algunos con el alma y la superficie oxidada. 26 fragmentos bruñidos con tonalidad
negro brillante; casi todos con cocción reductiva; engobados interna y externamente. Los
más interesantes son:
l . Fragmento de boca con el borde moderadamente exvasado, perteneciente, posiblemente, a una olla globular; pasta con poco desgrasante sllfceo y carbón bien triturado; coc·
ción reductiva con recocido final poco pronunciado, dando una tonalidad marrón negruzca
en superficie; decorada en el borde con digitaciones transversales ; frotada interna y externamente lfig. 4, 4).
2. Fragmento de boca con las mismas caracterfsticas que la anterior; en la parte interna
del borde lleva una decoración a base de incisiones transversales profundas en parte, para
continuar con reticulado de incisiones transversales opuestas lfig. 4, 5).
- 229 -
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8
A. MARTINEZ PERBZ
Flg. 4. -Estrato 1: 1, capa 1.•; 2 y 3, capa 2.•; 4, 5 y 6, capa 3.•; 7 y 8, capa 4.•.
(T. n .)
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COVA DE ALPONSO
9
3. Fragmento de boca de borde exvasado, perteneciente, probablemente, a una olla globular de-mediano tama1io; cocción semireductiva, reducción final que ha ennegrecido la superficie; pasta con (leagrasante calizo-siliceo; decorado en el cuello con digitaciones por presión con los dedos, m~ visible en la parte interna; frotación interna y externa (ftg. 4, 6).
ta
4. Fragmento de boca de paredes rectas; pas" con arena como desgrasante; cocción reductiva, el recocido ha afectado un poco a la superficie, dándole una tonalidad más clara; decorado en el borde con incisiones tmchas de punzón, aplicadas por presión y transversalmente; frotada toda ella.
5. Fragmento de boca de borde exvasado, correspondiente a una olla globular; pasta con
arena poco cribada; cocción reductiva, con recocido poco pronunciado que le ha afectado en
su parte. interna; frotada por ambas caras.
6. Fragmento de boca de borde exvasado; caracterlaticas similares a la anterior, pero
con cocción totalmente reductiva.
· 7: Fragmento carenado con arranque ..del-cuello exvasado; utiliza..arena·fina·como desgrasante; cocción reductiva; presenta engobe interna y externamente, pulida la superficie
externa y frotada la interna; tonalidad negro brillante acerado.
8. Fragmento carenado; pasta con desgrasante siliceo bien cribado; cocción reductiva;
bruftido en la superficie externa, frotado en la interna; tonalidad negro acerado brillante.
9. Fragmento carenado con arranqlle del cuello exvasado; pasta con desgrasante siliceo
bien cribado; cocción reductiv.a, engobada interiormente, !!1 cual presenta la superficie negra, y la delgada capa interna, tonalidad anaraqjada que contrasta con la negruzca de toda
la pieza; bruftido externamente, més ligero en el interior.
10. Fragmento carenado; cocción reductiva; pasta con desgrasante igual que la anterior; bruñido por ambas superficies; engobado como el anterior; tonalidad negro brillante.
11. Fragmento carenado; pasta igual que el9; cocción reductiva en el alDia, oxidante externamente; bruftido y engobado por ambas caras; tonalidad siena.
· 12. Fragmento carenado; pasta igual que el 9; cocción reductiva; finamente bruñido por
ambas caras, con engobe; tonalidad negro brillante.
13. Fragmento de boca de borde grueso y exvasado; pasta con arena regularmente crl·
bada; cocción reductiva; engobado y bruitido por ambas caras; tonalidad negro brlllante.
14. Fragmento de boca de borde ligeramente exvasado; igual caracterlaticas que la anterior.
15. Fragmento de boca de borde més delgado que el cuerpo y ligeramente exvasado;
Igual caracterlsticas que el anterior.
16. Pequeño fragmento de boca ancha; pasta con poco desgrasante siliceo; cocción oxidante; frotado sin bruñir; tonalidad anaraqjada.
17. Fragmento de boca de paredes rectas; pasta con desgrasante siliceo bien cribado;
cocción reductiva en el alma; el engobe, de gruesa capa, con tonalidad anaraqjado oxidante;
las superficies negro brillante en el interior, algo tostado y sin bruñir eri la parte externa.
18: Fragmento de boca de vaso de paredes rectas; pasta con desgrasante siliceo bien cribado; cocción reductiva en el alma, recocido final afectando a la capa de engobe; bruñido por
ambas caras; tonalidad siena claro con zonas negruzcas.
19. Fragmento de boca de borde ligeramtnte exvasado; pasta con desgrasante siliceo
bien cribado; cocción reductiva en el alma, recocido oxidante que ha afectado al engobe,
principalmente en la superficie interna, de color siena, mú negruzca la externa (el mismo caso que el 17); bl'll1iido por ambas caras.
Oseo. - Gran cantidad de huesos de pequeflo tama.J1o. Deben pertenecer a conejos•.p~a
ros y otros animales de pequeño tama.J1o. También han aparecido dientes de oveja y cabra.
Todo ello como restos de comida.
- 231 -
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A. MAl\TINEZ PBRBZ
CAPA 4 .•, de aó a 100 cm. - Sigue la tierra gris amarronada excepto en el hogar, el cual estaba formado por una capa de ceniza blanquecina apelmazada, suave al tacto, de unos 1O cm. de espesor, a
continuación otra capa de carbones sueltos con poca tierra, de unos
1O cm., que descansaba en un lecho de piedras. El hogar ocupaba todo el ancho de la zanja de prospección y continúa en ambas paredes.
El material recogido es el siguiente:
Certmlco.- Cuatro fragmentos de cerámica frotada o alisada; dieciséis fragmentos pulidos cuyas características empiezan a parecerse a las del Bronce Valenciano tardio; cuatro
fragmentos bruñidos. Podemos destacar:
l . Fragmento de boca de borde exvasado, perteneciente a una olla, posiblemente carenada·como la 3; pasta con desgrasante silfceo ·crlbado; cotclóll reductiVa eh ill'alma'cón recocido oxidante por toda la superficie; tonalidad siena tostada, algo más oscura en la superficie
interna; bien bruñida en ambas superficies.
2. Fragmento de borde de plato o tapadera, con el borde, en su parte interna, terminado
en arista; pasta con desgrasante sillceo poco cribada; cocción oxidante; tonalidad amarillo
p¡ija blanquecino; frotada por ambas caras.
3. Tres fragmentos de la misma vasija, dos enclijan, carenada con el borde exvasado,
entre los tres equivalen a un quinto de la pieza; pasta con poco desgrasante sillceo, mayor
cantidad de carbón triturado; cocción reductiva con leve recocido en su parte externa; tonalidad negruzca con aJgón manchón marrón en la superficie externa, desconchados en algunas zonas; bien pulida en su parte externa y ligeramente en la interna (se aprecia su confec··
ción en dos piezas, unidas por la carena) (fig. 4, 8).
4. Fragmento de boca de pared recta, presenta asa de cinta colocada verticalmente; pasta con poco desgrasante y sin depurar; cocción oxidante; tonalidad anar~ada ·con aJgón
manchón ceniciento; frotada por ambas superficies (flg. 4, 7).
Oseo.- Gran cantidad de huesos: vértebras, costilla, dientes... Predominan los pequeños,
de aves; algunos están quemados. Todos restos de comida.
Lfdco. - Un percutor de cuarcita y fragmento de otro.
CAPA 5.•, de 100 a 120 cm.- Se quitó alguna piedra del hogar, algunas de buenas dimensiones por el inminente peligro de desprendimiento. La tierra sigue igual que en la capa anterior. Los materiales
son:
Cerámico. -Siete fragmentos frotados, desgrasante más depurado, alma, en general, reductiva con recocido final; treinta fragmentos pulidos, alterna la netamente oxidante con la
semi-reductiva, en superficie; siete fragmentos bruiUdos, uno de ellos decorado. Los más sobresalientes son:
1. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco o cazuela del tipo campaniforme; pasta
con desgrasante sillceo, cribado y en poca cantidad; cocción reductiva, con suave recocido
que le ha afectado a la parte externa ; tonalidad negra en la superficie interna y parte del borde, el resto gris verdoso; bruñido por ambas caras, aunque no excesivamente; externamente
está decorado de la forma siguiente: una banda lisa; le slaue otra pseudo-excisa, por presión
con punzón de punta roma, formada por tres hiladas de puntos; a continuación serie
de triángulos, unidos pÓr la base a la linea circunvaJ.a r, rellenos con incisiones oblicuas, de
derecha a Izquierda, y paralelas a uno de los lados del trián,gulo; más ab¡ijo, por lo que se aprecia, sigue otra serie de triéngulos, cuyos vértices apuntan a las concavidades de la serie anterior, están rellenos con incisiones paralelas a la base (fig. 5, 1 y Lám. n, 4).
- 232 -
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COVA DE ALFONSO
11
3
8
Fig. 5. - Estrato n : 1 y 2, capa 5.•; 3, 4 , 5 y 61 capa 6.•; 7 y 8, capa 7.•; 9, capa a .•
(T. n .)
30
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12
A. MARTINXZ PERIZ
2. Fragmento de boca perteneciente a una olla globular de borde ligeramente saliente;
pasta con desgrasante silíceo; qobado para conseguir una superficie brwüda y una tonalidad rojiza decorativa (el engobe debe ser arcilla amarilla con gran porcenúije de 6xido férrico hidratado); la cocción es semi-reductiva; el borde está decorado con pequeiias incisiones
lfig. 5, 2 y Um. n, SI.
3. Pequeiio fragmento de boca perteneciente a un vaso de pequeiias dimensiones con el
borde exvasado; pasta depurada con fino brwüdo; cocción reductiva con recocido final; tonalidad interna negro brillante, la externa anar~ada, alg~ sie!la en el borde.
4. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de borde reentrante; pasta con desgrasante calizo finamente triturado; cocción oxidante con fuerte reducción final, posible solamente en hornos de doble cám.ara; superficie negro brillante, muy bien bruñida.
5. Fragmento de boca de un cuenco de paredes rectas y de buenas dimensiones; pasta
con desgrasante sillceo bien cribado; cocción reductiva con ligero recocido en la superficie
externa; ligeramente espatulado en la superficie interna, y frotado la externa.
Oseo. - Sigue la abundancia de huesos, restos de comida: vértebras, mandibulas, dientes, costillas, etc.
CAPA 6.•, de 120 a 155 cm.- Sigue la tierra igual que en las capas anteriores. A 130 cm. aparece la roca madre por la cuadricula A,
con pronunciado buzamiento hacia el exterior, que poco a poco reduce la zona prospectada a la mitad de la cuadricula B y a la C y D. Los
materiales aparecidos son:
Cer!mico. - Treinta y tres fragmentos de cerámica frotada o alisada, principalmente con
alma reductiva; treinta pulida, también predomina la de alma reductiva; tres fragmentos de
ceré.mica brutúda, que, como se aprecia, va en franco descenso. Describimos los siguientes: ·
l . Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de paredes rectas, borde ligeramente
entrante; pasta con desgrasante sillceo cribado; cocción oxidante en el alma, ligeramente reductiva en superficie (se hizo con horno de doble c.émara); tona.lidad marrón negruzca en toda su superficie; decorado por dos lineas hechas a puntos con punzón muy aguzado, debajo
aparecen dos incisiones convergentes, posible vértice de triángulo (fig. 5, 3 y Lám. II, 10).
2. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de paredes rectas y de grandes dimensiones; pasta con desgrasante a base de calcita finamente triturada; cocción oxidante en el
alma, reductiva externamente¡ tonalidad marrón negruzca con manchones negros; bruñido
interna y externamente; decorado junto al borde con incisiones verticales y paralelas, producidas. posiblemente, por una espátula de punta roma de caiia de hueso (fig. 6 y 4 ; Lám. Il, 9).
3. Fragmento de boca con el borde exvasado, perteneciente a una olla globular'; pasta
con desgrasante calizo poco profuso; la cocción es reduétiva con fuerte recocido final, al estar la pieza boca abajo durante la cocción, ha producido dos coloraciones, gris la parte interna y anar~ada la externa (tonalidad que recuerda las cocciones ibéricas); la tonalidad de la
superficie externa es marrón claro, internamente se sucede el color siena con manchones negruzcos; bien espatulada en ambas superficies.
4. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco globular de borde entrante; pasta con
arena cribada como desgrasante y carbón; coc~ón reductiva con ligero recocido final que le
ha afectado a la superficie externa; tonalidad negruzca toda ella, excepto algunos reflejos
marrones en la superficie externa; espatulada ligeramente por ambas caras.
5. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de borde reentrante; pasta con mucho
desgrasante calizo, poco triturado, y carbón; cocción reductiva con ligero recocido; tonalidad gris cenicienta en toda la superficie; espatulada ligeramente, algo mejor en la superficie
interna.
- 234 -
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COVA DE ALFONSO
13
6. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de borde entrante; pasta con desgrasillceo depurado; cocción oxidante con reducción final produciendo el clásico emparedado de la cerémica ibérica, pero a la inversa, es decir, marrón en el centro y gris ceniciento
en ambos lados; tonalidad gris ceniciento por ambas superficies con ligera oxidación en la
externa; espatulado poco profuso. por ambas caras.
7. Fragmento muy pequeño de boca, con la sección en forma de cuña; pasta muy depurada; cocción reductiva; tonalidad negro brillante debido al profundo bruñido.
8. Las mismas caracterfsticas que el anterior.
9. Pequeilo fragmento de boca de cuenco globular con borde entrante; pasta depurada
con poco desgrasante; cocción reductiva con suave recocido en la superficie externa; bien espatulada.
10. Las mismas caracterfsticas que el anterior.
11.,. Fl'ag:mento de·ouenco que·ebarca·desde el borde-ala base,-equivale a un·cuarto de la
pieza, destaca la concavidad de la base que, posiblemente, se formó accidentalmente cuando
la vasija estaba tierna; la pasta es poco depurada con desgrasante siliceo;.la cocción es reductiva con ligero recocido en la parte externa; se espatuló muy poco en el interior, la exterior frotada solamente lftg. 5, 5).
12. Fragmento de vaso de perfil en es• poco pronunciado, se conserva un quinto del mismo ; pasta depurada con desgrasante calizo bien triturado; cocción reductiva, recocido final
que le ha afectado a la superficie externa; tonalidad negruzca en el interior, manchones rojizos y siena en el exterior; pulido P<»r ambas caras, mejor en la externa (ftg. 5, 6).
~ante
Malacológico y óseo. - Siete fragmentos de un caparazón que bien pudiera ser d.e tortuga; caracolillos comunes; una vértebra de pescado; gran cantidad de huesos de animales pequeilos.
Lftico. - Un nócleo d.e sfiex melado, sección pentagonal irregular. s;on grandes retoques
por toda la pieza excepto en la cara básica; dos lascas de sil ex melado sin retoque apreciable.
CAPA 7.•, de 155 a 163 cm. - Al empezar a prospectar esta capa
aparecía, por las cuadriculas B y C, otra tonalidad de tierra más deslavazada, continuando en la D la gris amarronada, separadas ambas
por una hilada de piedras, por lo que se niveló el suelo con poca extracción de tierras. Los materiales aparecidos fueron:
Cerúúco. - Dos fragmentos de cerámica frotada. uno con alma reductiva y otro oxidada; nueve fragmentos pulida, predominando la de alma reductiva; cuatro bruAlda, todos con
alma reductiva. Los més interesantes son:
l. Sirve la descripción dada en ell de la capa 5.•, pues con toda seguridad son fragmentos del mismo cuenco (fig. 5 y 7 y Ltm. II, 3).
2. Fragmento de base, po!liblemente pertenece a la misma vasija que el anterior, las caracterfsticas son las mismas ; está decorado con dos bandas: incisiones transversales, formando un reticulado, la más externa, y lisa la inte.r na lfig. 5 y 8 y Ltm. II, 5).
3. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de paredes rectas y de buen tamailo, la
parte interna del borde está reblijado suavemente, quedando el borde más atllado; pasta con
desgrasante sillceo cribado; cocción oxidante en el alma (de color blanquecino), reducción intencionada al final de la cocción; superfiCie semi-negruzca; bruAlda interna y externamente
(Ltm. U, 1).
Oseo. - Gran cantidad de huesos pequeilos, exceptuando dos de mayor tamailo.
Lftico. - N6cleo pequeño de sflex melado sin retoques apreciables.
-
236 -
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A. MAl\TINEZ PBRKZ
14
CAPA s.•, de 163 a 207 cm. - La hilada de piedras resultó otro ho-
gar, pues al limpiar un poco apareció la tierra negruzca con carbones.
Fuera del hogar la tonalidad de la tierra es siena tostada. La roca madre avanza ocupando la cuadrícula B y un tercio de la e, quedando la
Zona a prospectar muy reducida. Los restos encontrados son:
Cerimlco. - Cuatro fragmentos ~e cerámica frotada; tres de cerámica pulida, y cuatro
de brudida, uno de ellos decorado. Describimos los siguientes:
l. Fragmento de boca perteneciente. posiblemente, a un vaso campaniforme; pasta depurada con desgrasante sillceo en poca cantidad; cocción reductlva en el alma y parte interna, recocido oxidante en la superficie externa; tonalidad ocre en la cara externa y la interna
cercana·al borde-, el resto·gris·negruzco: decoración a bandas, Usue incisas alternantes, las
incisiones son transversales a las lineas circunvalares, en ángulo agudo la primera y obtuso
la siguiente; la superficie exterior está muy brufrlda, la interna carcomida por el uso (fig. 5, 9
y Lám. n, 61.
2. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de tamaAo mediano, de paredes salientes; pasta depurada con desgrasante sillceo y engobado para el brufrldo; cocción reductiva
con leve recocido final; tonalidad achocolatada, más oscura en la cara interna; bruñido por
ambas caras, mejor en la externa.
3. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de pequedo tamaAo, borde suavemente
reentrante; pasta con arena como desgrasante y engobe el brufrldo; cocción reductiva con ligero recocido que le ha afectado a la superficie externa; tonalidad negro brillante en la parte
interna, gris negruzco en la externa; brudido por ambas caras.
Malacológico y óseo. - Un fragmento, posiblemente de tortuga pequeña; un caracolillo
com\1n alargado; algunos incisivos humanos; fragmentos de hueso de animales medianos.
Lltico. - Lasca de sflex lechoso sin retoques apreciables.
CAPA 9.•, de 207 a 227 cm. - Cambia de nuevo la tonalidad de la
tierra, siendo ahora gris amarronada. Aparecen piedras de gran tamaño adosadas a la roca madre, reduciendo todavía más el área de
excavación. Lo recogido es:
' Cerémlco.- Cuatro fragmentos frotados o alisados; un cuenco semientero; porción de. un
vaso; y cuatro fragmentos pulidos.
l. Seis fragmentos de cuenco que enci\Jan, equivalen a dos tercios de la pieza, paredes
gruesas, abultamientos pronunciados; pasta poco depurad~, con piedrecitas y calcitá mal triturada como desgrasante; espatulada ligeramente para alisar la superficie; cocción semi-reductiva con manchas oxidantes de tonalidad rojiza en algunos puntos del borde, el resto negro ceniciento (fig. 6, 1 y Lám. n, 21.
. 2. Tres fragmentos de vaso de paredes rectas que enci\Jan, se aprecia desde el borde hasta la iniciación de la base, representa un cuarto del vaso, se ha reconstruido en el dib\ijo, presenta abultamientos de la presión de los dedos; pasta poco depurada con gránulos de calcita;
cocción semi-reductiva con el alma negruzca; tonalidad ·siena verdoso externamente, negruzca la cara interna; frotada por fuera y sin alisar por dentro (.llg. 6, 2).
Oteo. - Un cuerno de cabra joven; media mandlbula inferior de carnivoro; algunos hue-
sos de
p~aros .
-
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16
COVA DE ALFONSO
CAPA 10.•, de 227 a 250 cm.- Se profundizó en el pequeño reducto que quedó, siendo la tierra gris amarronada. Por imposibilidad
de profundizar más se suspendió la limpieza de la pared. Los materiales fueron:
CerAmlco. - Dos fragmentos de cerémica frotada o alisada, uno con alma reductiva y el
otro oxidante, ambos con la superficie oxidada; dos pulidos con alma reductiva, uno con la
superficie oxidante y otro negruzca.
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Fig. 6. - Estrato m : 1 y 2, capa 9.•
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237 -
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16
A. MARTINEZ PERBZ
Oseo. - Un fragmento de espátula pulida; fragmento de hueso aplanado y pulido, tal vez
cabeza de un pequedo punzón; algunos dientes de buen tamado; gran cantidad de huesecillos
de p~aros Ulg. 7, 3 y 4 , y Lém. n, e y D).
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C'::·J 1
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Fig. 7. -Estrato m: 1, 2, 3 y 4 , capa 10.•
(T. n.)
Litlco . - 1. Punta de flecha triangular con aletas y peddncWo, de silex melado, tallada
bifacialmente, retoques precisos, aristas dentadas. Le falta, por rotura, un poco de la punta y
del extremo del pedúnculo (fig. 7, 1 y Lám. B).
2. Hoja de silex matado negruzco, con el dorso reb~ado, tallado en ambas aristas, uno
de los extremos también está retocado y, probablemente, tuviera un pedúnculo para enmangar, desaparecido por rotura lflg. 7, 2 y Lám. ll, A).
-
238 -
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COVA DE ALFONSO
17
IV
CONCLUSIONES
A) Técnica cerámica
El estudio del yacimiento se ha basado, fundamentalmente, en los
restos cerámicos, los materiales más abundantes aparecidos. Si bien
hay algunos estudios sobre tipología cerámica (véase bibliografta), las
caracteristicas de los materiales rescatados nos hizo pensar en estudiarlos bajo el ·amplio-punto·de-vista·técnico: arcillas.empleadas, desgrasantes, cocción, acabado de la superficie, engobe, decoración y
formas. Sobre todo se ha hecho hincapié en la forma de cocción y el
desgrasante utilizado, puesto que las otras características son parecidas durante toda la larga etapa del Eneolitico fmal al Bronce Valenciano final, y no nos servian para establecer unas conclusiones aceptables. Cerámicas pulidas, carenadas, ~ecoración incisa, etc., está
más o menos representada en toda esa larga época de más de mil
años y, por lo tanto, salvo raras excepciones, más que caracterfsticas
diferenciantes son de confusión.
Tras cuatro años largos de experiencias en el estudio de la confección de las cerámicas prehistóricas, probando diferentes tipos de arci- _..
llas (todas las que han llegado a mis manos), desgrasantes y hornos ·
(siempre utilizando leña como combustible), podemos adelantar algunas de las conclusiones a qúe hemos llegado esperando que, junto a
los trabajos de G. Antón y M. D. Gallart, pueda servir para un mejor
conocimiento de las cerámicas prehistóricas.
1. Hornos : El hombre ha utilizado, principalmente, dos tipos de
hornos, aunque con muchas variantes: una primera época con hornos
de cocción que denominamos «incontrolados» o «imprevisibles», época
que abarca desde los inicios de la industria cerámica hasta fmales del
Bronce Valenciano; y, hornos que denominamos «intencionales» o «de
doble cámara», desde finales del Bronce o transición al Hierro 1, hasta
nuestros dias.
En el primer tipo de horno el combustible se quema en contacto
con las vasijas; las cenizas y carbones producidos pueden tapar total
o parcialmente a éstas, lo que da lugar a una serie de tonalidades, en
superficie, que van desde el negro al gris-verdoso en las zonas en que
se ha producido una reducción, y tonalidades anarmijadas, marrones y
sienas en las zonas oxidadas. La buena o mala cocción depende, en
este tipo de hornos, de la cantidad de combustible empleado y del
- 239 -
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18
A. MA.l\TINEZ PBl\BZ
tiempo que se pueda mantener con el calor necesario para que éste
penetre en el alma de las paredes de la vasija. Con todo la cocción no
sobrepasa los 700 u 800 grados centígrados. Las tonalidades que pueda tener la pieza en la superficie son fortuitas, pudiendo hacer muy
poco el alfarero para que ello no ocurra.
En los hornos «de doble cámara» las piezas cerámicas se colocan
en la cámara de cocción y se quema el combustible en el hogar, por lo
tanto, no le afectan las cenizas y carbones que son las que en el tipo
anterior producfan tonalidades distintas en una misma vasija; aqui
puede haber una reducción total, semi-reducción u oxidación, a vo.luntad..del.ceramista que .cueza, produciendo tonalidades,.en la·superficie de las vasijas, negro, gris, anaranjado (marrón, siena, etc., dependiendo del tipo de arcilla empleada), respectivamente.
Resumimos las características observadas en ambos hornos:
Incontrolados o imprevisibles
- Una sola cámara de cocción.
- El combustible está e.n contacto con las vasijas.
- Las cenizas y carbones producen coloraciones dispares en la superficie de la vasija.
- La ceniza no reduce la zona de la vasija que cubre, l1>s carbones sí (zonas negruzcas).
- Si la vasija está boca arriba, el fondo interno de la misma est~. generalmente, reducida
por acumulaci~n de carbones; la zona de la boca oxidante.
- Si la vasija está boca ablijo, el borde de la misma presentará, casi siempre, reducción;
la superficie externa manchones reductivos donde se haya depositado alg6n carbón; el
interior puede presentar reducción pero sin manchones.
- En estos hornos no se puede aplicar una reducción total (toda la vasija negra), exceptuando si está totalmente cubierta de cenizas y carbones, en cuyo caso no estará bien
cocida (la vasija se fragmentará fácilmente).
Intencionales o de doble cémara
- Dos cámaras: hogar y cémara de cocción.
- El combustible no está en contacto con las vasijas.
- La llama puede producir distinta~ tonalidades en la superficie de la pieza (todas o.xidadas).
- Si la cocción es oxidante el color será de tonos claros (depende de la arcilla empleada),
más blanquecinos donde le dé directameqte la llama.
- Si la cocción es reductiva, ésta se realiza después de una cocción oxidante, que es la
que madura la arcilla, nunca antes, pues entonces no llega a cocerse.
- Toda reducción produce un descenso de la temperatura del horno.
- En una cocción reductiva, la tonalidad en superficie será negra, o gris si la pieza estaba
cerca del hogar (contra más lejos del hogar, más negruzca); en la fractura se apreciará
una pelicula negra en supe.rficie, dos capas grisáceas, y, en el centro, la tonalidad propia de la ar-::illa (rojo, blanco, ocre, etc.).
- La reducción nunca penetra hasta el alma, si el alma está negruzca es porque se le h!l
añadido carbón triturado a la arcilla.
2. Desgrasantes: Tres son los tipos de materiales que se han utilizado como desgrasantes en las cerámicas prehistóricas: carbón, calcita y mica trituradas y silice (arena). Los hemos colocado por ese
orden porque, parece ser, que el primero utilizado por el hombre fue
- 240 -
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COVA DB ALFONSO
19
el carbón (Neolitico pleno), luego se utilizó la calcita y mica más o
menos triturada (Neolitico final, Eneolitico y, apreciable también, en
los niveles más profundos de los poblados del Bronce Valenciano inicial), y, por último, la sillce (arena), más o menos cribada (poblados
del Bronce Valenciano pleno). También se observa que, una vez que se
iniciaba la utilización de cualquier tipo de desgrasante, lo alternaba
en la fabricación de sus cerámicas, así como los combinaba entre sf.
-Los efectos producidos, al agregarle desgrasante a la arcilla pura,
los resumimos así:
Carbón o hierba triturada
.. - Rl-carbón-ritUI'ado, aparte de evitar roturas por el choque:térmico (cambios bruscos de
t
temperatura), posiblemente, madura antes la cocclón de la arcllla.
- El carbón produce una reducción en el alma de las paredes de la vasija. Si la cocción es
semi-oxidante se apreciará el clásico «emparedado• (gris-negruzco en el centro y tonalidad clara a ambos lados). Contra más reductiva sea la cocclón más gruesa sérá la capa negruzca en el alma. Si la cocclón es muy oxidiU}te, el tono reductivo del alma llega
a desaparecer.
- El carbón retarda el secado de la vasija, produciendo menos contracción y evitando
que ésta se resquebrlije.
- Hace que la arcilla sea menos peglijosa (grasa) mejorando su mañipulación.
Calcita, mica y arena
- El fin principal, al agregar calcita y mica trituradas o sllice a la pasta, es evitar roturas
en el choque térmico de la cocclón y posterior utilización en la cocina.
-Es muy probable que la calcita ma~ure antes la cocclón de la arcilla ((alta comprobarlo), pues no se nos ocurre otra cosa para explicar su utilización en el Neolitico y etapas
sucesivas, ya que es más práctico utilizar arena; además, a altas temperaturas, produce desconchados en la supertlcie de la vasija.
- La silice y la calcita producen en las vasijas el efecto de peor cocldas, pues se fracturan
·
fácilmente.
3. Tratamiento de 'la superficie; Omito la explicación de la confección de los diferentes tipos de vasijas por tenerlo en fase experimental.
Confeccionada la vasija se tiende siempre a perleccionar la superficie y ello con dos fines bien distintos: bien para impermeabilizarla o
bien para embellecerla. Distinguimos tres formas de acabado: frotado
·.
o alisado, pulido o bruñido.
- El frotado o alisado se realiza con un trapo o estopa mojado, con una espátula, o simplemente con los dedos; siempre cuando la arcilla está ~mi-dura. La vasija asi tratada
tendrá, una vez coclcla, tonos mate y alg6n araftazo.producldo por el arrastre del desgrasante.
- El pulido se realiza, generalmente, con un canto rodado o espátula, siempre cuando la
arcllla está dura; si la arcllla está seca también se puede pulir mojando previamente la
pieza, ligeramente y a pequedas zonas.
- El brulúdo consiste en dar a la pieza un engobe (el cual se prepara con arcilla bien tamizada y sin desgrasantes) y luego proceder como el pulido, de esa forma se consigue
un brillo más uniforme de toda la pieza y sin araftazos por el desgrasante.
- 241 31
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20
A. MARTINEZ PIREZ
Hay que seiialar que el pulido y el bruiiido aumentan el riesgo de
desconcharse la vasija en el choque térmico, pues reducen la porosidad de ésta; de ahi se apreciará, en las cerámicas prehistóricas, que
las vasijas destinadas al fuego (cocer alimentos) solamente están frotadas o alisadas, y, las que van a contener liquidas, pulidas o bruiiid~ .
.
4. Arcillas: Las arcillas má.s empleadas, en las cerámicas prehistóricas, debían ser las residuales·(localizadas en el mismo lugar de la
descomposición de las rocas que las originan), con un~ cualidades
plástic~ muy buenas para poderles aiiad.ir luego desgrasantes sin
que·se·volvieran-magras {poco plásticas); aunque. en-el yacimiento que
nos ocupa han aparecido fragmentos en los que se utilizó arcilla aluvial (color gris-amarronado que una vez cocidas se vuelven amarilla
blanquecinas, muy utilizada por los ceramistas griegos). Todas las arcillas utilizadas contenían un alto porcentaje de óxido férrico (arcillas
rojas), óxido férrico hidratado (arcillas amarill~), o este últi,mo con
algo de calcita descompuesta (arcillas amarillo-verdosas); todas ellas,
una vez cocidas, dan tonalidades anaranjadas o amarronadas, según
la atmósfera del fuego.
5. Tipologta y decoración: En este apartado es en e~ que más se
extienden los estudiosos del tema, siempre atendiendo a la fórma, tamaiio, tipo de decoración, etc., pero nunca a la técnica utilizada en su
confección. Como ya he indicado antes, estoy experimentando y estudiando este punto, por lo que no voy a aventurar teorías que luego
tenga que desdecir, punto que creo muy importante para poder seguir
la evolución de los tipos cerámicos. Por todo ello, les remito a la bibliografia consignada al final.
B) Fundamentos para la división del perfil
Tres criterios hemos seguido para asignar, a 1~ diez capas de la
secuencia estratigráfica, un momento cultural distinto de ocupación:
a) el perfil estra~co, b) la frecuencia de los hallazgos, y e) las caracteristic~ de la cerámica.
a) El perfil estratigráfico: Si nos fijamos en el perfil estratigráfico
(fig. 3), vemos como la capa 2.• y a.• se corresponden en cuanto a la
tonalidad de la tierra; se trata de tierra deslavazada como consecuencia de una etapa sin habitar el yacimiento. La capa 2.• nos indica el
último momento de ocupación del abrigo; la a .•la separación de dos
momentos temporales distintos, por lo que tendríamos desde la capa
t.• a a.• un estrato, y de la 9.• a la 10.• otro. Pero en el estrato supe- 242 -
[page-n-245]
21
COVA DB ALFONSO
rior aparecen dos hogares que nos inducen a subdividirlo en otros
dQs, a pesar de que toda la tierra ofrece la misma tonalidad sin discontinuidad.
·
b) La frecuencia de los hallazgos:
E.n el cuadro adjunto (fig. 8), hemos computado el número de fragmentos cerámicos totales de cáda capa. Apreciamos que la máxima
frecuencia se da en las capas 1.•, 3.•, 5.• y 6.•. La primera se explica
por haber agrupado los fragmentos superficiales en ella. La 3. • nos
marca ~--C~ni,t 4e ~C\).pac~g~, ª§t CQ.mO. la.. 5. a Y a, lo. CUfU nos induce
a subdividirlo en dos estratos distintos.
e.
e) Las características de la cerámica: En el cuadro de la fig. 8 hemos resumido las características superficiales y en la fractur~ de todos los restos cerámicos. Vamos a intentQ.r explicar el mismo con un
ejemplo:
Fragmento de cerámica bruñida con engobe, alma reductiva, superficie reductiva: esta cerámica se confeccionó con arcilla mezclada
con carbón triturado (puede contener arena o no), cuando estaba a
la «dureza del cuero» (semi-seca) se le dio una capa de engobe, forma~
do con arcilla pura sin desgrasantes, posteriormente se pulió (con un
canto rodado o espfltula de madera o hueso) dándole el brillo característico; introducida en el horno, se coció en una atmósfera oxidante
durante 8 o 10 horas, y, finalmente, se cargó el horno con leña verde
o húmeda para que produzca mucho humo y se taparon todos los escapes posibles, produciéndose una reducción. En la linea de fractura
de la pieza observaremos: el alma gris-negruzco; emparedando el alma dos delgadas capas anaranjadas, y, en ambas superficies, una
pellcula negro brillante. Hay que aclarar que ésto sólo se puede realizar en hornos de doble cámara.
Hemos confeccionado tres gráficas de frecuencias de la.s cerámicas «frotadas», «pulidas.» y «bruñidas» (fig. 9). La primera (A) sólo ·nos
indica lo que ya hemos visto en el apartado «b», pero las·otras dos (By
C) nos confmnan la separación entre los estratos I (capas 1.• a 4 .•) y n
(Capas 5.• a a.•), ya que el estrato m venia bien diferenciado en el
perfil estratigráfico.
C) Caracterlsticas estratigréficas
Para terminar haremos un resumen de las características más sobresalientes de estos tres estratos:
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[page-n-248]
24
A. MARTINBZ PBREZ
Estrato I :
- Abundancia de cerámicas bruiiidas frente a otras toscamente
labradas.
-Reducción total en superficie, y, por lo tanto, utilización de hornos de «doble cámara».
-La cerámica bruñida utiliza carbón como desgrasante, arena
silícea en poca cantidad.
- La cerámica tosca utiliza· carbón y arena mal cribada.
- La cocción es muy buena.
Estrato II: ......
- Abundancia de cerámica pulida.
- Escasa la bruiiida.
·
- La mayor parte . e la cerámica pulida tiene arena cribada y
d
carbón como desgrasante.
- Algunos fragmentos, escasos, utilizan calcita triturada como
desgrasante.
- Buena cocción.
- !\parición de algunas esquirlas de sílex.
Estrato III:
- Cerámica más tosca que en el estrato II, pero no tanto como la
del I.
- Utiliza calcita y carbón triturados como desgrasante.
- Utiles }?ien tallados de sílex: punta de flecha y cuchillo.
- Escasa cantidad de restos por no haber llegado al nivel, que se
supone, más abundante.
- Cerámica peor cocida que en los estratos anteriores.
Dadas las características técnicas de las cerámicas del estrato I,
cuya utilización del horno de «doble cámara» queda comprobado, podemos asignarle una cronología relativa del Bronce Valenciano final
con influjos del Hierro I. Para el estrato II le asignamos una época del
Bronce Valenciano fmal, dados los paralelismos de sus cerámicas con
las de la «Lloma del Barranc de Camallos» (Catadau, Valencia) y algunas del de «La Terrerosa» (Barcheta, Valencia), ambos del Bronce Valenciano muy avanzado. La capa a.• nos indica una etapa en que el
abrigo no fue habitado, que suponemos que refiere al pleno Bronce
Valenciano, tal como aparece en el poblado de la «Muntanya Assolé»
(Alzira, Valencia) a «tiro de piedra» de este yacimiento. El estrato m
debe corresponder al Eneolítico final o de transición al Bronce, atestiguado, por una parte, con los restos líticos, y, por otra, por la utilización de calcita como desgrasante de la pasta, tfpiciJ en la base de cier- 246 -
[page-n-249]
COVA DB ALFONSO
25
tós yacimientos dados como del Bronce Valenciano - Les Oliverete::.
(Cullera, Valencia), Puntal de 1'Agiiela (Corbera, Valencia), B1 Castell
(Corbera, Valencia), La Muntanyeta de Carlos (Corbera, Valencia)-,
todos ellos no lejos de la Cova de Alfonso.
D) Cronología. - Hasta ahora sólo he nombrado la cerámica decorada en la descripción de los materiales, no incluyéndola en el estudjo de distinción de estratos.
Hemos visto que, atendiendo a la técnica cerámica, estratigrafla y
frecuencia de restos, quedaba, relativamente claro, la separación de
estratos y la cronología relativa. La cerámica incisa y pseudo-excisa,
aparecidá en el estrato rr,···no· eñ" 8ja ció"n ló"qüe hemo·s dichc); puesio
c
que la mayor parte de los arqueólogos no la sitúan más allá del 16001500 a. d. c., y dentro de la fase cultural denominada del «Vaso campaniforme». Yo no voy a entrar en conjeturas. El estudio dé los materiales se ha basado en la técnica cerámica -hasta ahora poco
aplicada-, y casi todos los estudios que se han realizado, de esa época, siempre ha sido teniendo en cuenta la tipología y la decoración,
por lo tanto, los caminos de investigación son distintos.
Sí que podría comparar estos fragmentos de cerámica decor~da
con los materiales de la «Cova deis Gats» (Alzira, Valencia). Los motivos decorativos aparecen en uno y otro yacimiento con las mismas caracterfsticas, y, viendo los dibujos, podríamos incluirlos en el mismo
momento cultural. Pero, si comparamos las cualidádes técnicas, nos
veremos en la necesidad de distanciar la cronología para ambos yacimientos.
Con todo, lo que aquí se ha dicho se ·h a basado en una simple prospección; una excavación más amplia, en su dia, nos sacará de dudas.
V
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1972.
- 248 -
[page-n-251]
MARTINEZ PEREZ.-Cueva de Alfonso
Lugar excavado
- 24932
LAM. I
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MARTINBZ PEREZ.-Cueva de Alfonao
LAM. ll
10
Materiales cerámicos, Uticoa y óseoa.-Nú.m. 1, 3 y 8, capa 7.-2, capa 9.-4 y 8, capa 5.-6,
capa 8.-7, 9 y 10, capa 6.-A, B, e , D, capa 10
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia, 1981)
ROSA ENGUIX ALEMANY
(Valencia)
QUESERAS ·H~&;LADAS EN LOS'YACIMIENTOS
DEL BRONCE VALENCIANO
1
En los yacimientos de la Cultura del Bronce Valenciano suelen
aparecer unos vasos cerámicos que por sus características han merecido, indistintamente, la denominación de vaso colador y de quesera.
Con el presente trabajo intentaremos tipificar las particularidades de
estos vasos, trataremos de averiguar el uso para el que creemos que
debieron de ser utilizados, hacer un esbozo de tipologia y precisar su
inserción cronológ}ca dentro de los amplios límites del Bronce Valenciano.
Estos vasos presentan una forma tronco-cónica, de lados ligeramente abombados, con las dos bases abiertas. Los bordes de las bases
son de dos tipos: reentrantes y exvasados. En los vasos de bordes exvasados suele aparecer, en la base menor, un estrangulamiento, a
modo de cuello, que luego vuelve a ensancharse y que en cierto modo
puede recordarnos la forma de una copa. Hechos a mano, su pasta
suele presentar una mejor calidad que la habitual en la cerámica de
los yacimientos del Bronce Valenciano, resultando menos quebradiza.
Toda la superficie está ocupada por pequeños orificios sin orden alguno, que parecen habitualmente hechos-mediante un punzón de sección circular, aunque también los hallamos realizados con un objeto
de sección cuadrangular; dichos orificios siguen direcciones distintas
sin que esto parezca obedecer a fmalidad alguna. La técnica utilizada
para obtener esta superficie agujereada es la siguiente: los agujeros,
distribuidos arbitrariamente, eran realizados antes de la cocción, por
lo que puede apreciarse en la superficie interna, en todos los casos, y
a veces en la externa, cuando no ha sido alisada, un aspecto rugoso
por la presencia de las rebabas de los orificios. Habría que señalar a
-
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2
R. BNGUIX ALBMANY
este respecto que si bien conocían la técnica dellaftado, la realización
de las perforaciones de estos vasos no presenta similitud con ella, ni
los orificios resultantes se asemejan a la limpieza y regularidad de los
obtenidos con el lañado, que es posterior a la cocción.
El tamaño de las queseras, al menos de las que hemos podido manejar, no excede de los 15 cm. de altura, ni son menores de los 8 cm.;
el resto de las ~edidas, grosor y diámetro de las bases, son más irregulares.
Respecto a la función para la que creemos debieron de ser utilizados, varias son las alternativas que la bibliografía nos presenta. Las
hemoa.enc.ontrado clasificadas como coladores y como.encellas o queseras.
Creemos poder desestimar la clasificación de vaso colador por
cuanto que sus características hacen dificil su uso como tal: el hecho
de tener las dos bases abiertas y el de carecer de un asa o apéndice
que hiciera más factible su uso, nos parecen argumentos suficientes
para ello. Nos inclinamos por considerarlos como encellas-queseras;
pudiendo haber servido como forma utilizada dentro del proceso de
fabricación del queso y requesón, en la operación de séparación del
suero de la leche, o en la última fase de la elaboración 'del queso, como
recipiente utilizado para dar forma a la masa resultante de todo el
proceso. Lo que sí hemos podido constatar es que actualmente en la
zona de Liria (Valencia), en la fabricación de queso, dentro de un marco estrictamente familiar, se utiliza un vaso para la operación del
prensado de similares características al hallado en la Ereta del Castellar de Villafranca del Cid (Castellón) (1) y que más tarde describiremos, puesto que es un tipo diferente del descrito con anterioridad. Vamos a aceptar, pues, que estos vasos tenían su fúnción dentro del proceso de elaboración del queso, por lo que les daremos la denominación de encellas-queseras, o simplemente QUESERAS.
El número de queseras procedentes de yacimientos de la cultura
del Bronce Valenciano que hemos podido inventariar es bastante considerable, sin olvidar que para la fabricación de queso, dentro de unos
límites de uso y consumo familiar, el uso de esparto o tela es suficiente, sin necesidad de recurrir a nada más.
Esto nos permite plantear una serie de consideraciones de tipo
económico relativas a esta cultura. Manteníamos en otra ocasión el
carácter agrícola de la Cultura del Bronce Valenciano, basándonos en
(1) J . ARNAL, B . PRADES y D. FLETCBER: cLa Ereta del Castellar, Villafi:anca del Cid
(Castellón}J. Serie de Trablijos Varios del SIP, nó.m. 35. Valencia, 1968.
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OUBSBRAS DBL BRONCE VALENCIANO
3
la abundancia de hallazgos de dientes-hoz de sílex y molinos de mano
(2). Aún cuando pocas novedades puedan aportarse, en relación a excavaciones exhaustivas y publicaciones de materiales de yacimientos
de esta etapa cul~al de nuestro país, parece que una serie de trabajos publicados con posterioridad permiten acepiar la existencia de un
sector ganadero, muy importante, para esta época, generalizado además para toda la Península Ibérica, que configura mejor la economía
de estas entidades de población del Bronce. A tal respecto. debemos
reseñar un trab(\jo de conjunto (3) que recoge el estado de la cuestión,
hasta el momento, de la cultura del Bronce Valenciano, con referen. 9~.~-~?.C.PrE!.$~.s.. ~Jº~ .r.~.sto~. d.e...fa\Ula y su.clasificación .enJos.:y.acimien.tos de esta etapa cultural en que .ha sido posible su análisis. T8IJ1}>ién
disponemos de un trabajo. monográfico sobre los análisis de la fauna
del Cabezo Redondo de Villena (Alicante) (4). En ambas publicaciones
se mantiene, como resultado de los análisis efectuados, el predominio
de especies domésticas sobre las de caza, y' entre estas un mayor número de cabra-oveja sobre las restantes. Otros estudios realizados sobre la fauna, en yacimientos del resto de la península de la misma etapa cultural y cronológica, dan resultados similares. Podemos mencionar, entre otros, los análisis de fauna realizados sobre los restos del
Cerro de la Virgen de Orce y Cerro del Real de Galera (5), así como los
resultados obtenidos del Cerro de la Encina de Monachil (6), todos
ellos en.la provinc~a de Granada; dan como resultado que más del
50% de los restos óseos pertenecen a ovi-cápridos. En Hornos de Segura (Jaén) también se constata un predominio de estas especies (7), como ocurre en ·los yacimientos del Grupo de los Husos en el País Vasco
(8), entre otros.
(2) R. ENGUIX: «Notas sobre economfa del Bronce Valenciano». Papeles del Laboratorio
de Arqueología, 11. Valencia, 1975, pags. 141-157.
{3) J . APARICIO PERBZ: «Estudio económico y social de la edad del Bronce Valenciano».
Publicaciones del Archivo Municipal. Valencia, 1976.
{4) A. VON DEN DRIESCH y J. BOESSNECK: «Die Fauna des " Cabezo Redondo" bai Vi_lena (prov. Alicante)». Studien über friihe Tierknochenfunde von der Íberischen Halbinsel,
l
l. München, 1969, págs. 43-89.
(51 J. BOESSNECK: «Restos óseos de animales del Cerro de la Virgen en Orce y del Cerro
del Real en Galera (Granada)». Noticiario Arqueológico Hispánico, X-XII (1966-68). Madrid,
1969, págs. 172-189.
(6) A. ARRIBAS: «Excavaciones en el poblado de la edad del Bronce del Cerro de la Encina, Monachil {Granada)». Excavaciones Arqueológicas en España, 81. Madrid, 1974.
A. ARRIBAS: «Las bases actuales para el estudio del Eneolitico y la Edad del Bronce en el
Sudeste de la Península Ibérica». Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, l.
Granada, 1976, págs. 139-155.
.
(7) J . MALUQUER DE MOTES: «La estratigratla prehistórica de Horno de Segura (Jaén)».
Pyrenae, 10. Barcelona, 1974, págs. 43-65.
. (8) J . M. APBLLANIZ: «El grupo de los Husos durante la prehistoria con cerámica en el
País Vasco». Estudios de Arqueología Alavesa, Vll. Vitoria, 1974.
-
253 -
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4
R. ENGUIX ALEMANY
Todo ello nos permite plantear que existe una actividad ganadera
de considerable importancia, pareja y complementaria de la agrícola,
y es dentro de ella donde cal:!e incluir el uso de las queseras. Ahora
bien, el hecho de que dispongamos de pocas queseras que inventariar
en el País Valei!.ciano, si se compara con el número de yacimientos del
Bronce que conocemos, nos puede hacer pensar en una actividad llevada a cabo esporádicamente. Creemos que esto no es cierto. Debemos insistir en que son muy pocos los yacimientos excavados exhaustivamente, con lo cual el material de que disponemos puede ser una
muestra ~an sólo del material real. Por otra parte ya hemos mencio·nado.. antes· que ..para·la· fabricación.. del queso;..·para· un·..uso-estrictamente familiar, no es necesario recurrir a ningún tipo de utensilio. Es
posible imaginar que el uso de las queseras supuso una técnica más
especializada para una mayor y más rápida producción.
II
INVENTARIO DE LAS QUESERAS
Los vasos que hemos inventariado proceden de yac;:imientos de la
cultura del Bronce Valenciano y de otros, de más amplia secuencia
cultural, con un nivel perteneciente a esta cultura. Algunos de estos
yacimientos están publicados, aunque no se mencione, en algunos
casos, el hallá.zgo de estos vasos objeto del' presente trabajo, bien porque la publicación es sólo un avance, bien porque se hallaran en prospecciones posteriores. Otros yacimientos son inéditos. Desde aquí
queremos agradecer a los directores de los museos donde están depositados los materiales utilizados, el habernos permitido su uso y habernos dado todas las facilidades para ello. Véase mapa.
Respecto a la bibliografia, solamente mencionaremos la fundamental de cada yacimiento, aquella que permita dar la idea más
exacta de su importancia.
Los vasos que hemos inventariado tienen la .siguiente procedencia: un fragmento de La Moleta deis Frares en Forcall (Castellón)' (inédito); un fragmento de la Ereta del Castellar en Villafranca del Cid
(Castellón) (9); un fragmento de Cova de Mas d'Abad en Coves de Vinromá (Castellón) (lO); un fragmento de Orpesa la Valla en Oí-pesa del
(9) Op. cit., n.ota l.
(10) F. MARTI et alii: «La Cueva
Ampuri.as, XXX. Barcelona, 1974, págs. 43-65.
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QUESERAS DEL BRONCE VALENCIANO
5
Yacimleotoa cltadoa eD el texto eD loa que hao aparecido vaaoa-qu11eraa: 1: Moleta dels Frarea (Forcall); 2 : Breta del CuteUar (VWafraoca del Cid); 3: Cova del Maa d'Abad (Coves de
ViDromA); 4 : Oropeaa la Vella (Oropeaa); 5 : Cova del Sou (VUavella); 6: Torre06 d'Onda (Onda); 7: Cutm~o de loa Moro• (ADdWa); 8: Pe6a Cortada (Chelval; 9 : La Atalayuela (Losa
del Oblapo); 10: Rambla CuteDarda (Lliria); ~ 1: Plcalo (RequeDa); 12: Cueva Soterraña del
ReboDar (Requeoa); 13: MoDtaoyeta de Cabrera (Vedat, Torreot); 14: Cueva de la CociDa
(Doa Aguaa); 15: Cueva de la Ara6a (Blc:orp); 16: Cova Moro (Agres); 17: Cova del Mootg6
(Jbea); 18: Sima Slmarro (lbl); 19: Puntal de loa Carnic:eroa (Villana)
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6
R. ENGUIX ALBMANY
Mar (Castellón) (11); uno· de la Cova del Sou en Vilavella (Castellón)
(12); tres procedentes del Torrelló d' Onda (Castellón) (13); dos vasos
de Castillarejo de los Moros en Andilla (Valencia) (14); un fragmento
de la Peña Cortada en Ghelva (Valencia) (inédito); dos de la Atalayuela en Losa del Obispo (Valencia} (15}; un fragmento de la Rambla Gastellarda en Liria (Valencia) (inédito); uno del Picaio de Requena (Valencia) (16); uno de la Cueva Soterraña del Rebollar de Requena (Valencia) (inédito); tres vasos de la Muntanyeta de Cabrera del Vedat de
Torrent .(Valencia) (17); una noticia refer~nte a un hallazgo en la
Cueva de la Cocina de Dos Aguas (Valencia) (18); y otra, verbal, en relación a la Cueva· de·la··Araña de··Bicorp·(Valencia). De la provincia de
Alicante conocemos un fragmento inédito procedente de Cova del Moro
en Agres; dos fragmentos de la Gova del Montgó en Javea (19) ; tres
fragmentos inéditos de Sima Simarro (Ibi) y un vaso completo del
Puntal de los Carniceros en Villena (20). Añadiremos a esta relación la
descripción de la taza hemisférica procedente de la. Ereta del Castellar y los procedentes de Frias de Albarracfn (Teruel) (21), por tratarse
de un yacimiento, publicado, que presenta una similitud completa con
los del Bronce Valenciano, aspecto en el que insistiremos más tarde.
1111 F. GUSI y C. OLARIA: lEl poblado de la Edad del Bronce de Orpesa la Vella (Orpesa
del Mar, Castellónl». Cuai:temos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 4. Castellón,
1977, págs. 79-1OO.
(12) J . A. VICENT y M . BARCELO: «La Vilavella. Estudio Arqueológico-Histórico». Valencia, 1977 .
( 131 F. GUSI: «Excavaciones del recinto fortificado del Torrelló d'Onda, Castellóm. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, l. Castellón, 1974, págs. 19-61 :
(14) D. FLETCHER y J. ALCACER: «El Castillarejo de los Moros (Andilla, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, VII. Valencia, 1958, págs. 93-11 O.
(15) J. ALCACER: cDos estaciones argáricas en la región valenci~a : Pei\a de la Dueña
(Teresa); la Atalayuela (Losa del Obispo)». Archivo de Prehistoria Levantina, 11. Valencia,
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(16) J. APARICIO y F. LATORRE: «Catálogo Gula del Museo Arqueológico de Requena
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de Valencia. Serie Arqueológica, l. Valencia, 1977.
(17) D. FLETCHER y E. PLA: lEl poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera (Vedat de Torrente, Valencia)». Trabajos Varios del SIP, 18. Valencia, 1956.
(18) D. FLETCHER: cLa labor del SIP y su Museo en 1976». Valencia, 1977, pág. 74.
(19) F. FIGUERAS: «Panorama Arqueológico de Jávea». Archivo Espado! de Arqueología,
xvm. Madrid, 1945, págs. 1-33.
(201 M. J. WALKER: cNeolithic and Calcolithic pottery ofSE Spain». Australian Studies
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(21) P. ATRIAN: cUn yacimiento de la Edad del Bronce en Frias de Albarraclll.l. Teruel,
52. Teruel, 1974, págs. 7-32.
- 266 -
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QUESERAS DBL BRONCB VALENCIANO
7
Descripción de los tipos:
1. Peque.fto fragmento de quesera procedente de la excavación de la Moleta deis Frares
de Forcall. Presenta toda la superficie ocupada por orificios sin disposición determi·
nada. La noticia procede de la Memoria de la l .• campaña de excavaciones, en agosto de 1960, de D. Enrique Plá (22).
'2. Fragmento muy pequel'lo, procedente de la Ereta del Castellar, que presenta toda la
superficie cubierta de orificios sin disposición especial; la superficie externa aparece
alisada y la interna rugosa, por la presencia de las rebabas de los orificios. Apareció
en el Depósito TS. Hecha a mano y con pasta de buena calidad. Depositada en el Museo del S.I.P. de Valencia.
3. Procedente de la Cova de Mas d' Abad, y con el n(Jme~ 38 del inventarlo de m.a teriales, loi autores escriben: «Fragmento de cerámica parda, espatulada por ambas caras, con varias· perforaciones ·realizadas. entes de. su 1:occión, J;'ertenece, ~~~ .~a
probabilidad, a un vaso colador o escurridera» (23).
4. Pequel'lo fragmento de borde procedente de Orpesa la Vella apa.recido en el Estrato
n de la excavación de este yacimiento, seg\\nla publicación del mismo, y que nos
presenta su diblijo en la flg. 4 co.n el n(Jmero 15.
5. Pequedo fragmento procedente de la Cova del Sou. Sólo se le describe como «fragmento de coladon. En la publicación, donde hemos recogido la noticia, presentan
una fotograffa, en la Lámina m, n6m. 4 (24).
6, 7 y 8. En el Torrelló d'Onda han aparecido dos fragmentos de vaso y uno casi completo, de las caracterlsúcas antes mencionadas. Bl autor de la publicación, de donde
hemos recogido la noticia, no los .describe; al vaso más completo lo llama, en pie de
lámina, colador. Los dos fragmentos pequedos proceden del Q-2 Nivel I y Q-2 Nivel
m y el mayor del Q-3 Nivel m, de la excavación. Fig. 4, n6m. 11.
9. Vaso procedente de Casúllarejo de los Moros. De forma tronco-cónica y paredes rectas, presenta el borde de la base menor ligeramente reentrante. La superficie exterior es negruzca y rugosa debido a la presencia de las rebabas de los orificios que la
cubren; la interior es similar. Hecho a mano y parcialmente reconstruido. Tiane una
altura de 10'5 cm., diámetro mayor 10'5 cm., dltmetro menor 5'5 cm., y.con un grosor que va de 1 a 0'7 ém. de la base menor a la mayor. Bn el Museo del S.I.P., n(Jm.
de inventarlo Ca.Mo 161. Fig. 2, n(Jm. 4.
10. Fragmento de borde de la misma procedencia que el anterior. La superficie e~rior
presenta una coloración entre marrón y grisácea, rugosa; la interior es similar. Pasta cuidada, co~ presencia de desengrasante de tamal'lo pequedo. Hecha a mano. Bn
el Museo del S.I.P. Fig. 2, 6; Lám. n.
11. Fragatento de borde procedente de la Pefla Cortada. Noticia facilitada por D. Inocencio Sarrlón. Segtm esta misma fuente, el fragmento apareció con m.ateriales propios
de los yacimientos de la cultura del Bronce Valenciano.
12. Vaso tronco-cónico procedente del poblado de La Atalayuela, con las paredes abombadas. La superficie exterior es de color marrón-rojizo y .e stá allsada; la interior presenta la .misma coloración, pero presenta un aspectp rugoso por co~rvar las rebabas de los o~cios. Hecho a mano y parcialmente reconstruido ; los orificios cubren
toda la superficie presentando la misma técnica y características anteriormente des-
(22) B. PLA: «Moleta dels Frareu, apud Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, VII.
Valencia, 1974, pág. 168.
(23) Op. cit., nota 10, pág. 202.
(24) Op. cit., nota 12.
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8
R. ENGUIX ALEMANY
-
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QtJESERAS DB.L BRONCE VALENCIANO
9
critas. Altura, 9'5 cm.; diámetro mayor, 10 cm.; menor, 3'5 cm.; y con un grosor de
paredes que va de 0'5 a 0'7 cm. desde la base menor a la mayor. En el Museo del
S.I.P. 'Fig. 3, nl1m. 6; Lám. m.
13. Vaso .tronco-cónico, de la misma proc8dencia que el anterior, con las paredes ligera·
mente abombadas y el borde de la base menor exvasado. Superficie exterior de color
rojizo con manchas grises, alisada; la interior es similar de color, pero presenta un
aspecto rugoso. Hecho a man.o y parcielmente reconstruido. Altura, 9 cm.; diámetro
mayor, 1O cm.; menor, 4 cm. ; y un grosor que va en aumento, de O' 4 a 0'7 cm.• de la
base menor a la mayor. En el Museo del S.I.P.·Fig. 3, nl1m. 7; Lám. m.
14. Fragmento de vaso-quesera procedente del yacimiento de la Rambla Castellarda,
segl1n noticia verbal facilitada por D. José Aparicio. Se encontró junto a otro mate·
rial superficial.
. 15. «Un fragmento de vasa.colador.o esqiu:ridt~r~,IJ.egl1n)os a~tores, hallado en el poblado del Bronce Valenciano de El Picaio de Requena y deP,Osltado en 'el múseo áe dicha
ciudad.
16. Fragmento de vaso-quesara hallado en superficie, en una de las galeriaa interiores
de la Cueva Sotettaiia del Rebollar en Requena. La noticia nos ha aldo facilitada por
D. Inocencio Sarrión, que, junto a este fragmento de vaso, halló otros materiales, tipicos de un yacimiento del Bronce.
17. Vaso tronco-cónico, procedente de la Muntanyeta de Cabrera, con las paredes abombadas. La superficie exterior es de color rojizo y está alisada; la interior es del mismo
color. pero presenta una textura rugosa, debida a las rebabas de los aglijeroll. Hecho
a mano y parcialmente reconstruido. Su altura es de 8 cm., diámetro mayor 8 cm. y
menor, 3 cm.; presenta un grosor irregular, que va de los 0 '5 a 0 '7 cm. En el Museo
del S.I.P. con el nl1m. de Inventario V.T. 235. Pig. 1, nl1m. 1; Lám. I.
18. Fragmento de borde de un vaso similar al anterior y de la misma procedencia. Superficie exterior gris, alisada; la Interior es del mismo color, pero muy rugosa. La
pasta presenta la misma coloración gris que la de la superficie, siendo apreciables
los restos de desengrasante de pequeiio tamaiio. Hallado en el Sector 4.• de la excavación; lleva el nl1m. de Inventario V.T. 236. En el Museo del S.I.P. Fig. 1, nl1m. 2;
Lám. l .
19. Vaso tronco-cónico, hallado en el mismo yacimiento que los dos anteriores, con las
paredes combadas y el borde de la base menor exvasado. La superficie exterior es de
coloración desigual, oscilando entre el gris y el rojizo; la Interior presenta la misma
característica, pero mantiene las rebabas de los agl.\}eros, que en el exterior están
alisadas. Hecho a mano y. reconstruido parcialmente. Tiene una altura de 8 cm., diá·
metro mayor de 8 '7 cm., diámetro menor de 4 cm. y un grosor aproximado de 0'5
cm. N11mero del inventario del Museo del S.I.P., V.T. 234. Plg. 1, nl1m. 3; Lám. I.
20. Con respecto al hallazgo en la Cueva de la Cocina, transcribimos la noticia: c...dentro
de una tónica de pobreza, las cerámicas lisas, peinadas, las formas de cuencos he·
mi esféricos y loa fragmentos con perforaciones ml1ltiples parecen con.ftnnar la pertenencia del 11ltlmo periodo de ocupación de la cueva al Bronce...» (25).
21. En la Cueva de la Are.Aa de Blcorp, en un nivel superficial, se han hallado tres pequedos fragmentos de un vaso con las caracteristicas de los que aquí nos ocupan. Segl1n
noticia facilltada por D. José Aparicio.
22. Fragmento de borde exvasado de Cova del Moro, inédito. La noticia y el dibl.\Jo nos
han sldo facilltados por D. José .M.• Segura. El fragmento está depositado en el Museo de Alcoy (Alicante). Pig. 4, nl1m. 10.
(25) Op. cit., nota 18, pág. 74.
- 259 -
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lO
R. ENGUIX AI.l!.MANY
rtg. 2.-Vuo-queeera de CUdJlanúo de loa llorol, AndWa (Valeoc:la), y frqmento de
otro
(T. n .)
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QUESERAS DEL BRONCE VALENCIANO
11
23. Pequeflo fragmento de borde procedente de la Cova del Montgó; la parte externa es. tá alisada y la interior rugosa por la presencia de las rebabas de los orificios. Hecho
a mano. Depositado en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante. Núm. de inventario CM 501. Fig. 4, núm. 8; Lám. IV.
24. Fragmento de vaso de la misma procedencia que el anterior y con las mismas caracteristicas. Núm. de inventario. CM 493. Fig. 4. n(un. 9.
25 a · 27. Tres pequedos fragmentos procedentes de Sima Simarro. Informes, pero con
la caracteristica común de presentar su superficie llena de orificios hechos antes de
su cocción.
28. Probable vaso completo procedente del Puntal de los Carniceros en Villana. pero que
no hemos podido ver personalmente.
29. Procedente de la Ereta del Castellar tenemos tin vaso con forma de taza hemiesférica
con asa de cinta que se inicia en el mismo borde y discurre transversal a él. Su altura
.. ...... es de 10. cm..y presenta.~W..r;!J~~er.:r9. ~~ 1.!? cm. El fopdo de,la.tjlza •.v.Jlarte_de.las P!i· ..
redes, están cubiertas de orificios realizados con técnica similar a la descnta en los
vasos-queseras anteriores. La superficie exterior, de color marrón-rojizo. está alisada, lo mismo que la interior. De forma distinta, a las hasta ahora descritas, la incluimos en esta relación por creer que su función pudiera ser aimilar a la de las restantes. Lám. IV.
30 a 39. Procedentes del Castillo de Frias de Albarrac1n. Es el yacimiento; de los conocidos. donde más queseras han aparecido y en bastante buen estado. Al parecer, y
según la publicación de Atrián, de donde hemos tomado la noticia, son un poco más
grandes que las descritas antes. En la descripción de estos vasos se seftala la buena
calidad de la pasta, asi como la cuidada superficie exterior al contrario de la interior. Aparecieron fragmentos de este tipo de vasos en todos los niveles de la excavación practicada en este poblado. Fig. 5.
m
TIPO LOGIA
Con los datos que nos han proporcionado los vasos inventariados,
hemos intentado realizar una tipologia de los mismos. Para ello, y
partiendo de su forma tronco-cónica, hemos atendido a tres criterios
en su realización: el perfil adoptado en los bordes de las dos bases, el
aspecto de la superficie exterior y las variantes de galbo.
No creemos que las diferencias observadas, y que ahora intentaremos sistematizar, obedezcan a alguna cuestión funcional, a excepción de las queseras con estrangulamiento, a modo de cuello, en el
borde de la base menor, ya que esto facilita su aprehensión. Más bien
estas diferencias parecen obedecer a una mejor o peor terminación
del vaso o, en general, a gustos ajenos a su uso.
Tenemos los siguientes tipos:
- Según los bordes:
A. Ambas bases reentrantes.
- 261 -
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6
1
Fig. 3. - Queseras halladas· en el poblado de La Atalayuela, Losa del Obispo (Valencia)
(T. D.)
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QUESERAS DEL BRONCE VAIJ!NCIANO
13
9
10
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1
1
Fig. 4. - Fragmentos de queaeru procedentes de la Cova del Montg6, Jbea (Alicante), o.• 8 y
9; de Cova Moro, A¡ret (Alicante), n.• 10; y de Tomdl6 d'Onda (Caall6n) (Mg{lD Gual), o.• 11
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R. ENGUIX ALBMANY
B. La base mayor reentrante y la menor exvasada con estrangulamiento.
C. Base mayor exvasada y la menor reentrante.
- Según la superficie exterior:
l. Alisada.
2. Rugosa al tacto por la presencia de las rebabas de los orificios practicados en su superficie.
-Según el galbo:
a. De paredes rectas .
.. · b :··~ · paredes cóncavas ·a···ac'ámpaiiadas:
Hemos prescindido del aspecto de la superficie interna porque en
todos los vasos, o fragmentos, que hemos podido manejar existen las
rebabas dejadas en la elaboración de los orificios. Tampoco hemos tenido en cuenta la sección del objeto utilizado para realizar los orificios, ya que, incluso en un mismo vaso, encontramos agujeros efectuados con punzones de secciones diferentes, de una forma arbitraria.
En todo caso es un intento tipológico, dado el escaso número de
vasos de que disponemos, que puede variar en función de nuevos hallazgos. Fig. 8.
IV
PARALELOS Y CRONOLOG,IA
Es casi imposible el pretender agotar las posibilidades de paralelos cuando de materiales arqueológicos se trata: continuamente se
realizan excavaciones que nos presentan una ampliación de los marcos culturales, pero no siempre aparecen publicados los resultados de
este proceso investigador por la falta de ese tiempo tan necesario y
tan dificil de obtener. Asi, los muséos presentan materiales muchas
veces sin publicar, que una ética profesional nos obliga a ignorar.
Afortunadamente en mi caso, debo precisar que he encontrado todas
las facilidades para utilizar materiales inéditos, y desde aqui quiero
agradecer la colaboración recibida por parte de los Directores de los
düerentes Museos a cuyos fondos he hecho referencia en el presente
trabajo.
- 264 -
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OUBSBBAS DEL BBONCI V.AL!NCIANO
15
.La relación de los paralelos que vamos a presentar no pretende
ser exhaustiva, pero si creemos que puede dar una visión bastante
completa de la difusión de estos vasos-queseras, que se repiten con las
mismas características que las descritas con anterioridad, a lo largo y
a lo ancho de toda la geografla peninsular y europea. Por otra parte,
la cronología de los paralelos, en la mayor parte de los casos, coincide
con la que nosotros consideramos válida para los hallados en los yacimientos de la cultura del Bronce Valenciano.
Entre los hallazgos de vasos-queseras en la Península Ibérica, flg. 6,
fuera del área de la CUltura del Bronce Valenciano, cabe destacar los
~:dos ~!1~ ... ~~~.....~ la. Gova .del .Janet (Ti~
... . ·-· ................. (26), los que se les·denomina escurrideras, haciéndose mención, en
la citada publicación, de la discordancia entre los investigadores respecto a la función de estos tipos cerámicos. A su vez paraleliza este tipo cerámico con unos fragmentos hallados en la cueva de Arboli, yacimiento que en una publicación posterior (27) se fecha hacia el Bronce Final. Procedente de Riner (28) se men'ciona el hallazgo de un «colador de terrisa polida» con dibujo del mismo y una cronología, para
el yacimiento, de «COJilen~tos de la Edat del Bronze». De la Cova de
Joan d'Os, en Tartareu (29), conocemos la existencia de un fragmento
de quesera, siendo clasificada esta cueva como propia de la cultura
Eneolitica por el citado autor. Procedente de la cueva sepulcral de Aigües Vives de Brics (30) se reproduce una taza hemiesférica con el
fondo cubierto de orificios, similar a la de Ereta del Castellar, descrita
en el inventario con el número 29.
De Solacueva, en Jócano (31 ), hemos podido comprobar la presencia de un fragmento de vaso y del Grupo de los Husos cinco fragmentos, de los cuales el autor describe tres: «uno con cuello recto, borde
a
(26) S. VILASECA: «Dos cuevas prehistóricas de Tivissa ITarragona)». Ampurfas, I . Barcelona, 1939, pégs. 160-185.
(27) S. VILASBCA: «Dos nuevas cuevas del bronce medio y final del macizo de Pradea».
Ampurfas, XXV. Barcelona, 1963, pégs. 105-136.
·
(28) J . SERRA VU.ARO: «Mina i fundició d'aram del primer perfode de l'edat del bronze
del Rinen. Anuarf del Instltut d'Bstudis Catalana, 6, 1915-1920. Barcelona, 1923, pégs. 536538.
(29) P. BOSCH GIMPBRA: cBtnologfa de la Peninsula Ibérico. Barcelona. 1932.
j30I A. del CASTÍLLO: ~ Neó-eneolftleot, apud Historia. de.BspaAa, d.lr$áa por R.
Menéndez Pidal. Madrid, 1947, tomo I, 1, pég. 543.
(31) J . M. APBLLANIZ: «Corpus de materiales de las culturas prehistóricas con cerámica
de la población de cavernas del País vasco .Meridionah. Munibe, suplemento l. vitorfa,
1973.
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lig. 5. - OueMI'u encontraclas en El Castillo de Frias de Albarracin (Teruel) (según Atrian)
8
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QUBSERAS DEL BRONCB VALENCIANO
17
afinado y gran densidad de orificios, de perfil tal vez ovoideo; otro
con cuello recto, grueso y escasa densidad de orificio~ ; y otro con cuello casi recto o poco vuelto». (32). Los fragmentos del Grupo de los Husos aparecieron en el nivel que el autor llama Eneolitico ¡¡ y al que da
una cronología, refrendada por el C14, I-3895, de 1970 + 100 a. de C.
Hemos encontrado, descritos y dibujados, dos fragmentos queparecen pertenecer a distintos vasos, procedentes de la Cueva de la Vaquera de Torreiglesias (33), que el autor data como yacimiento de
Bronce Pleno. También un vaso procedente de la necrópolis de Sabinar (34) y un fragmento del Cerro de Berrueco (35).
··· ·· · ····· ··· ··· ·· ·· ·· ·· De·· la-provincia· de Ciudad ·Real; en el-yacimiento··de la Motilla
del Azuer (36), aparece una encella con base mayor exvasada y menor reentrante, estableciendo los autores paralelos de esta pieza con
algunos de los encontrados en los yacimientos de la cultura del Bronce Valenciano. También en el Museo de Cuenca (37), en las vitrinas 5
y 6, con materiales de los yacimientos Parra de las Vegas y Carbone-.
ras, aparecen vasos de este tipo, datándose estos materiales entre el
Bronce Medio y Bronce Final, con una cronologia de 1800-1200 a. de
C. y 1200-800 a. de C., respectivaniente.
En la provincia de Teruel, además de los hallados en el Castillo de
Frias de Albarracfn (números 30 a 39 del inventario), conocemos la
existencia de un vaso-quesera completo y fragmentos de otro en Cabezo del Cuervo, en Alcañiz (38), yacimiento que, según los citados
autores, presenta restos arqueológicos desde una cultura neolitica a
un hierro pleno. También hemos podido recoger la noticia de un frag-
(32) Op cit., nota 8, pé.g. 84.
(33) A. ZAMORA: «Excavaciones en la Cueva de la Vaquera, Torreiglesias, Segovi&J. Publicaciones Históricas de.la Excma. Diputació~ Provincial de Segovia. Segovla. 1976.
1341 E. AGUILERA Y GAMBOA: cEl Alto Jalón. Descubrimientos arqueológico». Madrid,
1909, pé.gs. 89 a 94.
(36) C. MORAN: «Excavaciones arqueológicas en el cerro del Berrueco (Medinllla, Avila,
El Tejado y Puente de Congosto, Salamanca). Memoria de los trablijos realizados en 1923».
Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 66. Madrid, 1923-24.
(36) F. MOLINA y T. NAJERA: «Die Motillas von Azuer und Los Palacios (prov. Ciudad
• Real)J. Madrtder Mitteilungen. -19. Relldelberg, 1978, págs. 82-74. T. NAJERA, et alll: .cLa
Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real)». Noticiario Arqueológico Hispé.nJco, 6. Madrid,
1979, pé.gs. 21-50.
13'11 .M. OSUNA RUIZ: «Museo de Cuenca. Secciones de Arqueologfa y Bellas Artes». Museos de Espada, serie Guias, 15. Madrid, 1976.
(38) P. PARIS y V. BARDAVIU: «Excavaciones en el Cabezo del Cuervo, término de Alcaillz (Teruell». Junte Superior de Excavaciones y Antigüedades, memoria 66. Madrid, 1926.
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Flg. 8. - Fragmentos de queseras procedentes de la Peninaula Ibérica: 1 y 2, San Pedro
IBuelva) laeg6n Rul& Mata); 3 :y 4, del Cerro de la VIrgen de OrceiGranada) laeg6n Scbule-Pellicer); 5, del grupo de loa Husos laeg6n Apellanis); 8 y 7, de la Cova de Janet de Tivisaa
laeg6n VUaaeca)
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QUBSJUWI DEL Bl\OlfCB VALElfCIAlfO
19
mento de borde procedente de Cueva Negra en Albalate del Arzobispo (39).
En la zona geográfiéa que coiTesponde hoy a Portugal hemos recogido dos noticias: un vaso completo procedente de Pedra do Ouro
(40) y un fragmento deSerradas Baútas, en Carenque (41). Este último yacimiento ~resenta una cronología entre 3500..Y 2000 a. de C.
De Andalucía Occidental, según las noticias facilitadas por Ruiz
Mata, a qui"n agradecemos cordialmente la información, conocemos la existencia de cinco fragmentos hallados en San Pedro, Huelva,
en niveles coil$iderados como pertenecientes al Bronce Final .
podido .recoger bastantes notiGias,
. ......... P~l.. resto.. de. Andalucía hemos._
de las que cabe destacar los dos fragmentos inventariados por los hermanos Siret (42), en el poblado de La Gerundia, que son los más antiguos publicados de los que hemos encontrado; dichos autores no hacen mención de las características de esta cerémica; es más, hablan
de la técnica del lañado a continuación de nombrar estos fragmentos.
En la Pefta de Hierro, Málaga, hay un fragmento que en palabras del
autor (43) lo describe como perteneciente al tipo de «queseras o vasijas con perforaciones ampliamente conocidas durante la Edad del
Bronce peninsular, aunque también en estratos de la Edad del Cobre».
En la provincia de Granada hay fragmentos de vasos de este tipo en el
CeiTo de la Virgen de Orce (44) y en el poblado de m Malagón (45). En
otra publicación, uno de los autores citados mantiene que los coladores· aparecen en los niveles del Bronce Final 1 de la cultura del Sudeste
(46). En Jaén, en Hornos del Segura, también se han encontrado unos
fragmentos de vasos-queseras en el nivel A2/Bl (47).
(39) A. DOMINGUEZ ARRANZ: cUn nuevo hallazgo arqueológico en el BI\Jo Aragóm. Teruel, 6. Teruel, 1978, pégs. 29-32.
(40) V. LEISNER y H. SCHUBART: cDie Kupferzeitliche Befestigung von Pedra do Ouro,
Portugal». Madrider Mitteilungen, 7. Heildelberg, 1966, págs. 9-60.
(411 J . MORAIS y T. JUDICE: cO povoadofortiflcado neo-eneolitico da Serra dasBautas
(Carenque, Belas)t. O Arqueologo Portugues, serie m , vol. 6. IJsboa, 1972, págs. 119-161.
(42) E. y L . SIRET: cLas primeras edades del metal en el sureste de Espa1lu. Barcelona,
1890, Um. l .
(43) O. ARTEAGA: cUn yacimiento eneolitico en la Pafia de Hierro, Málagu. Pyrenae,
10. Barcelona, 1974, págs. 29-42.
(44) W . SCHULE y M. PELUCER: cEl Cerro de la Virgen, Orce (Granada)t ..Excavadones
Arqueológicas en Espada, 46. Madrid, 1966.
(45) A. ARRIBAS et alli: cEl poblado eneolítico de El Malagón de Cullar-Baza (Granada)».
XIV Congreso Arqueológico Nacional (Vitoria, 1975). Zaragoza, 1977, pégs. 319-324.
(46) F. MOLINA: cLa cultura del Bronce Final en el SE de la Peninsul.a Ibérico. Tesis
·Doctoral, Universiaad de Granada. Granada, 1977.
(47! Op. dt., nota 7.
- 269 -
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20
Procedentes de Mallorca, habría que señalar los doce fragmentos
procedentes de Puig d'en Canals reproducidos en la Lámina XLVII de
la publicación de este yacimiento (48), aunque en el texto no se hace
referencia a los mismos; según el autor, existe un poblado de la Edad
del Bronce en la vertiente sur del Puig d'en Canals.
Pero no sólo encontramos vasos de este tipo en nuestro ámbito
geográfico; también en el resto de Europa hallamos tipos cerámicos
similares, según puede apreciarse por los· dibujos y descripciones, v.
fig. 7. Como muestra de la difusión, podemos mencionar los siguientes: lós aparecidos en Fontbouisse (49), donde se menciona que, si
t
bien no son. muy abun.dan. es los hallazgOSJie ence~l~S por el momento, su número debía ser mayor por su importante papel económico; el
ejemplar hallado en Languedoc, con el borde de la base mayor ligeramente exvasado (50), entre los mater~ales de un Neolítico Final; los
2
1
Fig. 7.- Queseras procedentes de Europa: 1, de davelbert (aegún Ebertl; 2, de Nieder-Bielan
(según Ebert); 3, de Bradlachte In des Sarka (aeg(m Ebert)
(481 B.
ENS~AT:
cSoller (Mallorca)•. Noticiario Arqueológico Hispénico, m -IV. Ma-
drid, 1954-55, pégs. 37-50.
(49) J. GASCO : «La communauté paysanne de Fontboufsse•. Archives d'Ecologie prehis.
torique, l. Toulouse, 1976.
(50) J. VAOUER: «La céramique chasseénn.e du LanguedoCJ. Laboratoire de Préhistoire
et de Palethnologie. Carcassonne, 1975.
- 270 -
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QUESERAS DEL BRONCE VALENCIANO
~1
fragmentos de Arene-Candide (51) y de Lipari, con una cronología entre 1150 y 850 a. de C. (52); en Torrianaccio (53); en el articulo
«Sieb», del Reallexikon der Vorgeschichte (54), se reproducen una serie de vasos, de procedencia diferente, semejantes a los descritos, entre ellos uno similar a la taza hemiesférica de la Ereta del Castellar,
también similar al hallado en Vucedol (55); el hallado en MainzHechtsheim (56); y los de Spiss Ky Sturtok (57), entre otros.
Con respecto a la inserción cronológica de las queseras inventariadas en el pr. sente estudio es evidente que todas proceden de yacie
mientos perfectamente clasificables, los de la cultura del Bronce Va.. lenciano; e incluso .aquellos que. aparecen en yacimientos ·que ·corresponden a momentos culturales anteriores, caso de la Rambla Castellarda o Cocina, han sido hallados en niveles superficiales que perfectamente pueden pertenecer a un momento de transición o Bronce Antiguo.
Las características de esta cultura han sido perfectamente individualizadas (58), por lo que vamos a centrarnos en su aspecto cronológico.
Solamente en un aspecto quisiéramos insistir: la gran cantidad de
noticias que tenemos, de diferentes yacimientos del Bronce Valenciano, no creemos que responda a un gran aumento de densidad de población, sino más bien a una nueva forma de poblamiento que podríamos explicar por los cambios socio-económicos que la nueva cultura
comporta. Queremos insistir en que la proliferación de yacimientos a
la que asistimos, cuando del Bronce Valenciano se trata, más que obe-
(51 ) L. BERNABO BREA: cGU scavi nella caverna delle Arene Candide. I. GU stratti con
ceramich8ll. Collezlone di Monografie Preistorlche ed Archéologiche edita dall'Istituto di Studi Ligurl, l . Genova-Bordighera, 1946.
(52) L. BERNABO BREA y M. CAVALIER: cCiviltA preistoriche delle Isole Eolie e del territorio di Milazzo». BulletUno di Paletnologia Italiana, X. Roma, 1956, págs. 7-98.
(53) S. M. CASSANO et alli: «Torrianaccio (Viterbo). Scavo di un abitato protostorico».
Atti della Academia Nazionale dei Lince!. V. XXXII. Roma, 1979, págs. 159-382.
(54) M. EBBRT: cReallexikon der Vorgeschichte», s.u . Sieb, XII. Berlin, 1928, pág. 80.
(55) V. HOFFILLER: «Corpus Vasorum Antiquorum. Jougoslavia-. Zagreb, Musée Nationalt. Yugoslavia, l. Parla, 1933, Lám. 4.4.
netsheinu. Bonner
{56) K. DECKER: cvor und Frühgescliichtliche Funde aus Mainz-Hec
Jahrbücher, 178. Bonn, 1978, págs. 31-42.
(57) J . VLADAR: cUmene Davnovekého Spisu. Slovenskej ,Atademie, I. Bratislava.
1978.
(58) M. TARRADBLL: cBl Pais Valanciano, del Neolitico a la Iberización. Ensayo de sin·
tesis». Valencia, 1963.
B. PLA: cLa Covacha de Ribera». Archivo de Prehistoria Levantina, vtn. Valencia, 1958,
págs. 32-54.
- 271 -
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22
R. BNGUIX ALBMANY
A
8
e
lfl¡. 8. - Tipolosfa de lu queseras
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OURSERAS DEL BRONCB VALENCIANO
23
decer a un aumento especta~ar de población, se podría atribuir a
una diferente concepción de forma de vida. Una de las características
de esta cultura es ese poblamiento disperso (59), de caseríos y masías,
con poblados mayores situados en lugares estratégicos y que serian
punto de convergencia de los núcleos menores. Es la manera, por el
momento y con los datos de que disponemos, de explicar la existencia
de esos cientos de yacimientos conocidos que cubren el área geográfica de· esta cultura. Yacimientos, por otra parte, de gran pobreza, en
cantidad y calidad, respecto a sus materiales.
Las queseras aparecen indistintamente en los yacimientos que
consideramos más antiguos y también en los más recientes, sin que
.ieng'amo's"'evidendas;· po' " momento, ae-\18riaciones 'tipológicas' enr el
tre los hallados en unos y otros. En todo caso esto representaría otro
elemento más para inclinarnos a considerar que el conservadurismo
es una de las características de esta época. Debemos considerar que
este útil cerámico comenzó a utilizarse en un momento de transición
del Eneolitico al Bronce, pero lo que es más evidente, por ahora, es su
pervivencia durante toda la duración de la segunda y su desaparición
al flnalizar la misma. Quizá debamos considerar, pues, este tipo unido
a un aspecto socio-económico privativo de la cultura del Bronce, no
solamente en la del Bronce Valenciano, sino también en otras culturas
del Bronce de la Península Ibérica y fuera de ella.
Expuesta la hipótesis, basada en los hallazgos arqueológicos, de
que las queseras persisten durante todo el Bronce Valenciano, veamos
cuál es la cronología y la evolución de esta cultura. Sistemáticamente
se han aducido las dificultades de establecer una periodización de esta larga fase cultural en el País Valenciano; esto, por la monotonía de
sus materiales, por la falta de publicaciones exhaustivas, la de excavaciones sistemáticas y por la propia ubicación de los yacimientos
que los expone a la erosión fácilmente. Hoy creemos que estos inconvenientes están en vías de desaparecer, y no es poca la bibliografia
existente a este respecto; véase la bibliogra.fla recogida por Aparicio
(60). Ya existen sistematizaciones generales (61), siguiendo criterios
(59) E. PLA: cEdad del Broncell, apud Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, n. Valencia, 1973, págs. 236-237.
(60) Op. cit., nota 3.
(61) E. LLOBREGAT: «Nuevos enfoques para el estudio del periodo del Neolftico al Hierro
en la Región valencian8ll. Papeles del Laboratorl.o de Arqueologla de Valencia, 11 . Valencia,
1975, págs. 119-140.
E. LLOBREGAT: dniciación a la Arqueología Alicantin8ll. Publicaciones de la C~a de
Ahorros Provincial. Alicante, 1979 (2.• ed.).
- 273 3S
[page-n-276]
24
R. ENGUIX ALBMANY
tipológicos, que son los que nosotros vamos a seguir, y aún estos no
son los únicos (62), lo que prueba la inquietud que esta facies cultural
despierta.
Tres son las fases que hemos podido individualizar en el Bronce
Valenciano: Bronce Antiguo, Bronce Pleno y Bronce Final.
En el Bronce Antiguo vemos que coexisten caracteres propios del
estadio cultural anterior, junto a aspectos típicos del Bronce Valenciano. Así, en esta primera etapa, los yácimientos ya aparecen situados
e~ promontorios abruptos de fácil defensa y con restos de murallas en
el lugar más accesible. Es el caso de la Ereta del Castellar (63) y Casti.................... ·····-·· .. ___llarejo de los Moxos_..(64l. ...si~ndo_la excep~ióP.._l~ ~ta d~l fedregl;ll
·
(65), poblado en llano y en el que el registro arqueológico de los niveles superiores da un material característico de esta fase. Los materiales obtenidos muestran la presencia de elementos de sílex típicamente
eneoliticos junto a los habituales dientes de hoz del Bronce; el hallazgo de puntas de flecha, cuchillos y el aprovechamiento de estos últimos para la elaboración de las sierrecillas de hoz, son característicos
de este Bronce Antiguo. Las hachas planas metálicas de peñli rectan'gular, los puñales de lengüeta y las puntas tipo Palmela· serian otros
,
elementos que personalizarían esta primera fase de nuestro Bronce
Valenciano. Prescindiremos de las características tipológicas de la cerámica de este periodo, puesto que estamos trabajando dentro de esta
linea de investigación y no tenemos concluidos los resultados.
El Bronce Pleno lo tenemos ampliamente representado en toda
nuestra geografla. Como muestra representativa de este periodo podemos tomar dos yacimientos cuyas publicaciones nos parecen óptimas. Las de la Muntanyeta de Cabrera (66) y la de Serra Grossa (67).
En esta fase el sílex queda limitado a la presencia de dientes de h.oz y
lascas informes, sustituyéndose las elaboradas sobre hojas por las que
denominBip.os con perfil en D. De metal son novedosos los punzones
(621 F. GUSI: «Las dataciones de Cl4 en la Cueva de Mas d'Abad (Coves de Vinromá).
Campaña 1975. Ensayo cronológico para la periodización del Bronce Valenciano». Cuadernos
de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 2. Castellón, 1975, págs. 75-99.
·
(63) Op. cit., nota l.
(64) Op. cit., nota 14.
(65) D. FLETCHER et alii: cLa Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia)». Excavaciones
Arqueológicas en España; 42. Madrid, 1964.
(66) Op. cit., 'nota 17.
(67) E. LLOBREGAT: «El poblado de la cultura del Bronce Valenciano de la Serra Grossa,
Alicante». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 6. Valencia, 1969, págs. 3170.
- 274 -
[page-n-277]
QUESERAS DEL BRONCE VALENCIANO
25
de sección cuadrada, puñales con remaches y puntas de flecha. Las
otras características, como emplazamiento de poblados y técnicas
constructivas, persisten.
El Bronce Final nos presenta la perduración de elementos culturales del periodo anterior, pero al que deben añadirse unas influencias
nuevas: la primera, proveniente del Norte, de rafz indoeuropea, y la segunda, del Sur, de· tipo orientalizante. Los yacimientos que podemos
incluir en este periodo están, casi todos, en vias de excavación, por lo
que la tipificación del mismo queda a la espera de los resultados de
los trabajos iniciados. Es de destacar la aparición de cerámicas de
mejor calidad,· bruñidas;-· al· tiempo que ·comienzan·a ·mostrarse··cerámicas pintadas de tradición orientalizante y con dibujos excisos. En
metal se repiten los cuchillos y puñales de la fase anterior, apareciendo las puntas de lanza de cubo y las hachas de apéndice. Pero lo más
espectacular de este período es la aparición de objetos de orfebreria.
Quedan muchos aspectos por aclarar de nuestra cultura del Bronce Valenciano, pero creemos que los trabajos iniciados podrán permitirnos matizar los elementos que la constituyen. Y creemos poder
aportar nuestra pequeña contribución con la hipótesis de que los
vasos-queseras son un elemento típico de esta cultura.
-
275 -
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ENGUIX ALEMANY.- Oueseraa de la E. del Bronce
LAM. I
EnceUaa procedentes de la Muntanyeta de Cabrera (Vedat de Torre. t, Valencia)
n
-
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ENGUIX ALEMANY.-Oueseras de la E. del Bronce
LAM.ll
Materiales del Castlllarejo de los Moros (Andilla). La figura inferior es una quesera completa
-
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ENGUIX ALEMANY.-Queseras de la E. del Bronce
LAM.m
Encellas halladas en la Atalayuela (Losa del Obispo, Valencial, vistas de frente y desde arriba
- 279 -
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ENGUIX ALEMANY.-Oueseras de la E. del Bronce
LAM. IV
Taza bemiesférica, procedente de la Ereta del Castellar (Villafranca del Cid, Castellónl con el
fondo cubierto de orificios, y dos fragmentos procedentes de la Cova del Montgó (Jávez, Alicante)
- 280 -
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ARCHIVO DB PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia. 19811
NORBERTO MESADO OLIVER
(Burriana)
LA COVA DEL MAS D 'EN LLORENC
V EL ARTE PREHISTORICO DEL
BARRANCO DE LA GASULLA
I
A mediados del mes de enero del año 1978, recibíamos en el Museo Municipal de Burriana, la publicación de «Cova Fosca», gentileza
debida al Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Valencia, y en especial a don José
Aparicio, coautor de la obra (1).
En ella, y refiriéndose a la importante cavidad, se dice mo conocer su ubicación exacta», ya que sólo se interesan por el material que
llegara en 1971 a Valencia, el cual, en parte, sirve para reafirmar la
«existencia de una segunda fase neolftica, entre el antiguo neolftico
con cerámica cardial, y el eneolftico», fase que ya fue, en un primer
momento, J963, señalada por Fletcher, y que se apoyaba en las estratigrafias de los yacimientos valencianos -Or y En Pardo-, fase esta
que se desarrollaba «durante el IV milenio y primeros siglos del V como simple continuidad étnica y ergológica del Neolftico I «cardial» (2).
La Cova del Mas d'en Llorenq (3) serfa, por el momento, junto con
la cueva del Mal Paso (Castelnovo), la Seda (Castellón), Les Santes
(Cabanes), Tirao (Burriana), Can Ballester (Vall d'Uxó), y el diminuto
abrigo de l'Espinella (Villafranca), las escasas denuncias de habitats
neolfticos en la zona septentrional del Pafs Valencia.
(11 J . APARICIO PEREZ y J. SAN VALERO APA1USI: «La Cova Fosca lAres del Maestre,
Castellónl y el Neolftíco Valenciano». Departamento de Historia Antigua. Facultad de Filosofia y Letras. Universidad de Valencia, Serie Arqueológica 4. Valencia, 197,7.
121 Op. cit. nota anterior, págs. 36 y 52.
131 Seria muy conveniente, cuando un yacimiento tuviese más de un topó~o. adoptar
aquel que sea conocido en la bihliografla cientffica. Por este motivo, preferimos la denominación tradicional de COVA DEL MAS D'EN LLOREN<; sobre la COVA FOSCA. La denominación
de COVA GRAN, debida aPorcar lv. fig. 1."1 no es conocida por los masoveros delBarranc de
la Gasulla. El topónimo de Cova Fosca fue dado por don José Salvador apenas hace 20 años,
según nos ha confirmado su actual dueño, don Isidro Salvador. Por los motivos expuestos
preferimos, pues, la denominación de COVA DEL MAS D'EN LLORENC.
36
281 -
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N. MESADO OLIVER
2
.. . ................. ...
Visitamos la cavidad el dia 3 de agosto de 1975 acompañados del
espeleólogo castellonense don José Viciano, quedando sorprendidos
de las fuertes remociones que habían afectado a la casi totalidad del
manto superficial del yacimiento. En esta visita -que apenas rebasó
los 40 minutos- recogimos el material que va inventariado del núm. 1
al 15, incluyendo la fauna que remitimos al Instituto Arqueológico
Alemán para que sea analizada por el Prof. Boessneck y la seftora
Prof. von den Driesch. Este materi~, hoy en el Museo Municipal de
Burriana, fue recogido de la escombrera de una excavación anterior
que no rebasó los 60 cm. de profundidad, grosor efe la capa arcillosa
fértil.
. .. . .. ...
....
. ...............
Algún tiempo después volvíamos a la cueva acompañados por don
Alfredo González Prats (Director del Gabinete de Investigación Arqueológica del Alto Maestrazgo, en cuya demarcación se halla la Cova
del Mas d'en Lloren~t, al cual se debe su redescubrimiento arqueológico), don José Viciano, doña Amelia Cervera y don Federico Barreda
Tena, guarda de los yacimientos arqueológicos del barranco. En esta
nueva visita (primavera de 1975) habíanse yá realizado los sondeos
estratigráficos llevados a término por el Departamento de ArqlÍeología de la Excma. Diputación Provincial de Castellón, en compañía
de un centro universitario francés, según nos dijo don Federico Barreda.
En esta ocasión ya no pudimos recoger material arqueológico en
los detritus de las primeras excavaciones, ya que habían sido retirados o cubiertos por un gran amontonamiento de rocas que habianse
extraído de las recientes prospecciones, y cuyo vertido se realizó contra el potente muro que cierra la boca de la cavidad, lugar idóneo para futuros trabajos.
La tercera vi.sita a esta importantísima estación neolltica tuvo lugar el dia 27 de marzo de 1978, en compañia de la señorita Marta Huguet, don José Viciano y el propietario del yacimiento, don Isidro Salvador, quien nos confirmó, in situ, que nunca en sus trabajos había
rebasado el manto de tierra.s negras que cubría el lecho de rocas desprendidas de la bóveda. Don l. Salvador, al regalarle la publicación
de «Cova Fosca», nos hizo entrega de un pequeño lote de material recogido por él en unos bancales del «Planelb, sobre la cavidad, los cuales proceden del humus extraído del yacimiento y utilizado como fertilizante por sus mayores, material inventariado con los núms. 16 al
25. De un amontonamiento de piedras que había retirado don Isidro
Salvador del manto neolltico, recogimos el resto del material que aquí
presentamos (inventario núm. 26 al 32).
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-
282 -
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MAS D'B.N LLOREN!;
3
n
SITUACION DEL YACIMIENTO
Para llegar a la cavidad desde la Montalbana (masías ·del kilómetro 28 de la carretera de Villafranca, ubicadas a escasa distancia de
los inicios del puerto de montaña de Ares del Maestre, de 1.122
m.s.n.m.), hay que tomar la cómoda pista que nace a espaldas del caserlo (fig. 1). El tramo primero del camino forestal es dominio de garriga, entrando hacia su final en un degradado bosque autóctono de
carrascas y robles, hasta cerca de la confluencia de los barrancos de
Ckerai's y de Molero~ eii'"cüyo··punto.ñaceri Gasulla, Silu ente d· ·· la
e
Rambla Carbonera (fig. 2). Aquí la pista que primero corría paralela
al fondo del valle, hace un seftalado codo, para, en sentido inverso al
tramo transcurrido, ascender hasta el mas de Gasulla. De este ángulo
del camino, un sendero, tras vadear el barranco de Cirerals, gana altura zigzagueando hasta la copiosa fuente de La Castella, de la que se
domina Cueva Remigia y el Cingle. Siguiendo la ascensión alcanzaremos la Roqueta de la Trona, diminuto poblado del Bronce Valenciano
sobre el extremo de poniente de la gran plataforma caliza («planelli),
recortada po~ los barrancos de Cirerals y Molero. Su parte vulnerable
se halla defendida por una torre, probablemente de planta cuadrada,
de la que se conserva un paramento recto de buena técnica.
Por los pies de poniente de este pobladillo sigue el sendero - ahora
llamado de la «Font de la Castella»-, contiguo a la base del cingle,
donde una de sus principales balmas recibe el nombre de «La Cova
dels Carros» (con abundancia de sílex de desbaste en sus alrededores),
hasta el ya cercano Mas Nou, cuyo masovero, don Isidro Salvador,
propietario de la Cova del Mas d' en Lloren~;, venia utilizándola como
aprisco. La cueva, contigua ya a la masía, posee en su misma boca un
almez que la identifica. Su abertura llega a los 15 m. y su profundidad
(una gran sala semicircular) a los 17 ~ · (Lám. I).
liT
MATERIAL INVENTARIADO
Primera visita:
SILRX
1/4. Abundan los restos de desbastado, con un predominio del material negro-azabache. En menor proporción es~ presentes los silex melados, blancos y grises. Entre los recogidos destacan cuatro fragmentos de hojitas. sin retoque marginal (fig. 3, 1/4).
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283 -
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N. MESADO OLIVER
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de la COVA DEL MAS D'EN LLORENc;: y principales yacimientos prem.tóricos. (Según Eduardo Ripoll Perelló)
•
~m-
01
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N. MESADO OUVER
6
CALIZA
5. Loseta blancuzca con la cara superior llana y la opuesta con ligeras irregularidades.
Conserva su anverso totalmente recubierto de pintura rojo-oscuro. Sus roturas marginales
son viejas, pues llegó a chorrear por ellas el pigmento. Grosor máximo, 3,2 cm.; longitud central, 8,5 cm. (fig. 3, 61.
6. Fragmento de otra loseta de coloración grisácea, con la cara superior alisada y rebajada convenientemente para labrar en ella una ligera concavidad longitudinal, la cual aparece con restos de pintura rojiza. Creemos se trata de una simple cpaletaJ o, también, de un díminuto molino en el cual poder moler y amalgamar el color. La rotura de la pieza es reciente.
Longitud central, 17 cm.; grosor 2 ,1 cm., hondo de la cavidad, 5 mm. (fig. 3.51.
CERAMICA
7. Fragmento de borde liso, romo, perteneciente a un recipiente ovoide. Rotura negro...................... &ti.sác.ea. e.n su mitad lntema..:y,.beige.ell.la.exterior; con.desgrasante.calizo, fino. Superficies
alisadas, beige.
Diam. bucal, 28 cm. lfig. 4, 1).
8. Robusta asa de puente acintado y ojo circular. Pasta muy compacta de rotura grisácea con desgrasante de carbonato cálcico bien molido y coligado con la arcilla. La cara interior del vaso conserva un ligero bruDido, siendo mate la exterior. Diam. del recipiente. 45
cm. (fig. 4, 21.
9. Borde bucal liso, exvasado, con ligero resalte en el arranque interno. Rotura grisaceonegruzca. Pasta compacta. Superficies alisadas de coloración cuero.
·
Diam. aprox. 23 cm. (fig. 4, 3).
10. Fragmento de vaso hemiesférico con asa acintada, perdida. de perforación circular. Pasta muy negra con desgrasante calizo. Superficie exterior: gris en la zona seudoacanalada, beige en la basal. y negra en el nacimiento del asa y borde. La superfic~e interna, con fisuras, negra. Presenta una decoración formada por cinco soguillas paralelas horizontales,
dos verticales sobre su asa, y un semicirculo tangente a la soguilla inferior.
Diam. 23 cm. (fig. 5, 1 y Lám. n, 1).
11 . Fragmento de cuello vertical con el labio liso y tetón sustentante, plano en la cara
superior. Rotura uniforme amarillenta, con escaso desgrasante calizo. Superficies poco alisadas, presentando la exterior restos de una decoración plástica sobrepuesta.
Diam. aprox. 16 cm. (fig. 5, 21.
12. Asilla seudobffida con taladro circular. Pasta negruzca con desgrasante calizo. Superficie beige, ligeramente ennegrecida la interior, de alisado medio. Es interesante como la
moldura seudobffida del asa se pegó sobre una asilla acintada.
Altura del fragmento, 6,8 cm. (fig. 5, 3).
· 13. Fragmento decorado con suaves incisiones verticales(?) y puntos incisos. Rotura negruzca con desgrasante blanco muy visible en la cara extenia de coloración sienonegruzca.
Bje máx. 6'5 cm. (fig. 5, 4).
HUESO
14. Punzón labrado sobre cada de hueso con restos del conducto medular.
Longitud, 12' 8 c.:m. (fig. 5, 5 y Lám. ll, 3).
15. Espátula sobre cada de hueso.
Longitud, 10 cm. (fig. 5, 6 y Lám. n, 21.
Tercera visita:
SILEX
16. Media luna. RetoqUe alternante abrupto. Filo con dos muescas, la inferior de retoque
directo; la superior, inverso. Blanco-grisácea.
24'7 x13'9 x3' 8 mm. (ftg. 6, 1).
- 286 -
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7
MAS D'EN LLOREN<;
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llllllllll'llfiiiiiJIIIIIIIIIJ 1111111111
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color rojo
5
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N. MESADO OUVER
8
2
3
J''''l''''l''''l 1 " 1f 111 1'' 1 11111jllllllllljlllllllll jlll~l
Fig. 4
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MAS D'EN LLORENG
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J''''t'''!l' 1111'' ''J''' '1''' ~ 111 1l''''l '1''1''''1''''1'''1 t 1111''' J1111(111 'J
37
Fig. 5
9
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N. MBSADO OUVBR
10
17. Fragmento proximal de hoja. Filos brutos. Blanco.
30 x 18'1 x3'9 mm. (fig. 6, 21.
18. Fragmento medial de hoja con microrretoque büacial en el borde izquierdo. Bla.nco.
Requemado y con truncaduras recientes.
30 x 16 x-4'8 mm. (ftg. 6, 3}.
19. Fragmento distal de ccuchillo» grueso. Retoque irregular directo, escalonado, muy
abrupto (800). La pieza remata con un frente de raspador, de extracción laminar. Melado.
32 x16 x7'3 mm. (fig. 6, 4}.
20. Fragmento medial de hojita con truncaduras marginales recientes. Blanco.
· 22'5 x 11 x4 mm. (fig. 6, 5}.
21 . Fragmento proximal de hoja con retoque en ambos IDos. Blanco.
25 x 13'5 x5 mm. (fig. 6, 6).
22. Hojita con retoque directo, fino, en sus IDos. Extremo distal en raspador de retoque .
casi vertical. Negro-melado.
·· ....... · ............. · ·39' 8·x1·S xS'9 mm... (fig~ 6;·-7·): ....... - ...- ....- ................................. · ....... ·
CONCHA
23. Colgante con perforación central, circular.
32'5 x21'8 x9' 1 mm. (fig. 6, 8).
CERAMICA
24. Fragmento hemiesférico de borde seudobiselado. Presente una menuda asa vertical
perforada. Randa horizontal de doble hilada de puntos en la parte superior del vaso. Rotura
negra con diminuto desgrasante (¿espejuelo?). Superficie exterior negro-marrón.
Diém. bucal aprox. 9 cm. (fig. 6, 9).
25. Borde de cuenco hemi.e.sférico. Randa de hoyuelos impresos. Pasta gris claro con diminutos desgrasante calizo. Superficie exterior anara.tijada; interior, ocre claro.
Diém. aprox. 18 cm. (fig. 6, 10).
26. Borde de cuenco hemiesférico. Impresiones de hoyuelos ovales sobre el labio, y doble
linea de impresiones petaliformes cerca del plano bucal. Pasta ocre claro con desgrasante
calizo muy fino; superficie, ocre.
Diém. aprox. 44 cm. (fig. 6, 11).
27. Tiesto perteneciente a la panza de un gran vaso. Decoración hecha con un punzón de
punta roma (lineas paralelas curvas y motivo en.ccabeza de cayado•), y puntuaciones festoneando el tema segundo. Pasta grisaceonegruzca con desgrasante calizo, fino. Superficies
afinadas, negra la interior y beige la exterior.
Diém. del fragmento, 50 cm. (fig. 6, 12).
28. Fragmento de cuerpo de un gran recipiente. Un cordón horizontal con ungulaciones
d!vide la parte superior con incisiones acanaladas verticales, escoltadas por puntuaciones, de
la inferior, con lineas horizontales de puntos. Pasta siena clara con fino desgrasante calizo;
superficie exterior, sieno-grisácea.
lije máx. 10 cm. (fig. 6, 13).
29. Borde bucal perteneciente a un cuenco con labio biselado. Pasta negra con desgrasante de piedrecillas calizas y arenas. Superficie exterior ocre con zona 'bucal requemada.
Diém. aprox. 44 cm. (fig. 7, 1).
30. Fragmento de posible vaso colador o quesera, con algunas perforaciones que no llegan a atravesar totalmente la pared de la vasija. Pasta ocre con fino desgrasante.
Bje máx. 5'5 cm. (fig. 7, 2).
31 . Arranque de asa acintada y restos del tabique del recipiente. Pasta rojiza con des~
grasante calizo y rodeno.
Bje máx. 7'8 cm. (fig. 7, 3).
32. Solero perteneciente a un vaso apuntado (ovoide). Pasta anara.tijada con zonas requemadas; superficie exterior sienonara.tija, de alisado medio. ·
Bje máx. 9 cm. (fig. 7, 4).
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MÁS D'EN LLOREN<;
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N. MESADO OLIVER
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Fig. 7
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MAS D'EN LLORRN<;
13
PmDRA
33. Esquina de losa caliza con la superficie primigenia, meteorizada, blanca. Sobre su
cara superior, Usa, restos de pintura rojo oscuro fosillzada,la cual ha desaparecido en el centro de la loseta.
Longitud, 20 cm. (ftg. 7, 5 y Lám. n , 4).
LA FAUNA
En la osteología de la cueva, que tan amablemente nos ha realizado la doctora Angela von den Driesch, proveniente -al igual que todo
el material inventariado-, del horizonte Neolftico expoliado, habrfa
de advertirse la ligera preponderancia de las especies domésticas
frente a las salvajes, aunque por contra tenemos que de las 23 piezas
ós.e..as. e.scr.utadas, l.S.pertenecen..a..fauna-salvaje·, y -de-ellas-9 a cabra
montés, a cuyo biotopo responden bien los escarpes de esta elevada
orografia de Ares.
Es curiosa la inexistencia de ciervo, pese a estar bien representado en el arte parietal del barranco de Gasulla, anomalfa que se debe sin duda- al escaso número de piezas que recogimos de la superficie
del detritus de criba, procedente de la eX]>oliación. Los restos óseos,
según don Isidro Salvador, fueron abundantes, pero al parecer solamente se escogieron las dos testuces de cáprido, con restos de sus cornamentas.
Referente a la paleocobertura vegetal, de los animales conocidos
será el corzo quien denuncie mejor un medio ambiente forestal, hoy
extinguido.
Tabla de animales:
Corzo (Capreolus capreolus)
Cabra montés (Capra pyrenaica)
1 mandíbula, animal viejo
1 mandíbula, animal joven
adulto, 1 Costa (d' ), 1 Vertebra
cervicalis (~joven), 2 Scapulae,
1 Pelvis (d' ), 1 Pelvis(~), 1 Pelvis
de un animal joven, 1 Phalanx 1
(~)
Oveja (Ovis aries)
Ovis/Capra
Vaca (Bos taurus)
J~alf (Sus seroJa)
Cerdo (Sus domesticus)
Caballo (Equus spec.)
Tejón (Meles meles)
1 Pelvis (Q)
1 Mandíbula de un animal joven, 2 Molares del maxilar superior
1 Molar del maxilar inferior
2 Tali, 1 Costa
1 Vertebra thoracica
1 tercer molar del maxilar inferior, 1 Phalanx 2
2 Mandibulae
- 293 -
[page-n-296]
14
. N. MESADO OLIVBR
Su autora comenta al respecto: «La mayoria de los hallazgos procede de mamíferos salvajes. La determinación de los huesos pertenecientes a los équidos se presenta problemática. El molar del maxilar
inferior podria pertenecer por su forma y tamaño a un burro doméstico, Equus asinus. En tal caso procedería de una época mucho más
avanzada que es el neolitico. . falange es demasiado grande como paLa
ra pertenecer a un burro. Posiblemente procede de un pequeño y esbelto caballo doméstico - Equus caballus. No se debe excluir la posibilidad de que ambos hallazgos hayan pertenecido a un determinaoo tipo de burro salvaje -Equus (asinus) hydruntinus-, cuya existencia en
·· · ·· · ·-·· ·.... · ··· · - spaña está comprobada hasta .el neolitico, .siempr.~ qu.~.l~s_ ll.~~zg.os
E
se puedan fechar en el neolfti.co. Aparte de estos dos huesos, pertenecientes a équidos y de datación problemática, los demás huesos de la
peqÚeña colección tienen su origen con toda probabilidad en el neolftico.»
IV
EL BARRANC DE LA GASULLA Y SU POSIBLE RELACION
CON LA COVA DEL MAS D'EN LLORENC
Al gigantesco tajo que en el paisaje del N.O. de Castellón abre la
Rambla Carbonera desde su cabecera en las altas tierras de Ares, cuya Muela llega a los 1.321 m.s.n.m., confluyen, por su margen izquierda, en su tramo más elevado, los barrancos de Molins, Pinello,
Vilarrojes, Gasulla, Dogues, Pou d'en Traver y Horts. El de Gasulla se
adentra algo más de un km. para bifurcarse y formar los barrancos
deis Cirerals y Molero, cada uno de los cuales profundiza un km. más.
Queda, pues, una vaguada en forma de Y horizontal, de dirección
N.E.-S.O., de unos dos kms. de longitud. El valle de Gasulla comportó
un marco ecológico de gr~ importancia; la solana, favorecida por
abundantes cárcavas y fuentes, albergó uno de los más fecundos habitats prehistóricos del Pais Valenciano.
Fue Porcar quien mayor atención prestó al Barranc de la Gasulla
(4). A partir de 1934 dio noticia de buen número de ya<;imientos, tanto
con pinturas (Remigia, Cingle, Mas de Molero, Cirerals) como de habitación (Cova Gran, La Trona, Mas Nou, Mas de Modesto, Cova Fosca);
(4) J . B: PORCAR RIPOLLES: «Pinturas rupestres al Barranc de GÚUlla.. Boletín de la
Sociedad Castellonense de Cultura, XV. Castellón, 1934, págs. 343-347.
-
294 -
[page-n-297]
MAS D'EN LLOREN<;
15
8.1 referirse a ésta, escribía: «Un llit inmens de jaciments del neolitic
i eneolitic» (5), ubicando estos puntos en un esquemático plano
(fig. 1) (6).
En las pinturas del Barranc de la Gasulla, destacan Cova Remigia
y el abrigo del Cingle de la Mola Remigia, que, con ·Racó de Molero,
·son, a nuestro entender, manifestación directa del habitat de la Cova
del Mas d'en Lloren<;. Cova Remigia dista de la cueva algo menos de
un km. Por ello, tras el descubrimiento de ésta, su estudio tendrá que
ir ligado al de los abrigos. En nue~tra opinión, el horizonte neolítico de
cerámicas impresas y «p8.letas» con pintura roja, es el testimonio más
....fi.!w.~. de..c~~~os haf}t~..P.oy hª-.da~q eJ áJ::ea val~ncjan.~. para ~1 e~c_l~
recimiento de la cronología del arte rupestre del este peninsular.
Ya que en la monografía de esta cueva no se ha hecho relación a
esta problemática, volvemos sobre las fases estilísticas de Cova Remigia, pues los diversos estilos son alli bien claros.
Fase I . - Estática (se corresponde con la C de Ripoll y la II de Beltrán) (7), con grandes figuras inmóviles o a lo sumo de lento desplazamiento. Los animales se caracterizan por su gran tamaño (8) y la figura humana por su estilización (9).
Fase II. - Dinámica (se corresponde con la fase D de Ripoll y m
de Beltrán). Su característica viene dada por la gran reducción de las
figuras, así como por su abundancia, pues es el estilo más generalizado.
15) Op. cit. nota anterior, pág. 347.
16) Op. cit. nota 4, fig. l.
l7l E. RIPOLL PERELLO : «Pinturas rupestres de la Gasulla ICastellón)». Barcelona, 1963,
pág. 58.
A. BELTRAN MARTINEZ: «Arte rupestre levantin.o». Zaragoza, 1968, págs. 71·72.
18) Las grandes figuras de toros aislados dominando los coxijuntos (caso por ejemplo del
existente en el Abrigo IV del Cingle de la Mola Remigia, con 0'60 m. de longitud) parecen ser,
como se viene indicando en las cronologias de Rlpoll y Beltrán, la fase artistica más prlmiti·
va, lo cual habrla sido ya apuntado por PORCAR: «El trazo por impresión directa y el trazo
caligráfico en el arte rupestre de Ares del Maestre». Boletin de la Sociedad Castellonense de
Cultura, xvm. Castellón, 1943, págs. 262 y ss., donde escribe: «Entre las numerosas pinturas del gran ndcleo de Ares del Maestre~ existe un tipo de estas que, por su pátina y aspecto,
acusan una mayor antigiledad respecto a las restantes; las caracterlsticas de este tipo es como sigue: pertenecen a este grupo la mayor parte de las pinturas que tienen el tamailo más
grande y que represe.n tan solamente fauno.
1 En esta primera fase artistica de Cova Remigia irrumpe ya la figura humana, y lo ha9)
ce sin titubeos, llegando al máximo de su creatividad. Son formas bellas, con perflles puros estilizados al máximo, llegando incluso, para no interferir la silueta de unos cuerpos desnudos
idealizados, a despojarles de la superfluidad de los adornos y sac:rificar o minimizar, sus
miembros viriles.
- 296-
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16
N. MESADO OLIVER
Fase III. - Microfiguras (fase IV de Beltrán). Se generaliza una
nueva iconografía: «trepadores», «arboriformes», «brujos», «panoplias», tocados bicornes, etc. Con ello se cierra el ciclo artístico de Cova Remigia (10).
Con estas fases puede intentarse dar una cronología horizontal al
yacimiento. Si tenemos en cuenta que el primero en utilizar la cavidad elige, para la mejor conservación de su obra, la zona ocupada por
la Fase I; que para la Fase II los paneles son menos óptimos y los espacios que quedan son para los artífices de la Fase III, consideramos
lógica esta cronología horizontal relativa.
V
LOS «ENVASES» EN EL ARTE RUPESTRE LEVANTINO
Consideramos interesante referirnos a los «envases» representados en las pinturas, pues creemos que están en relación con las fases
estillsticas de aquéllas.
De Cova Remigia son «... un cesto redondo con asas» (fig. 8, 1) ( 11).
Corresponde a la Fase m , a la que también pertenece «... una cesta»
(fig. 8,2) (12).
Del Cingle, «...un recipiente de forma semiglobular con una raya
en su parte media» (fig. 8,4) (13). Es de la Fase III, así como «... grupo
pictórico con cinco flechas horizontales y encima de ellas una linea
transve~al, de la que pende un objeto globular sujeto por dos trazos
que interpretamos como un recipiente colgado de un palo» (14).
Porcar (15) señaló otra «panoplia» como procedente de Gasulla,
que no figura en la publicación que hizo con Obermaier y Breuil; tam(10) Coloca Beltrán en esta fase al polémico jinete con casco, del Cingle de la Mola Remigia, evidentemente fuera del contexto de todo el arte figurativo de la Gasulla. Culturalmente
podrfa relacionarse con el horizonte cultural de la Roqueta de La Tr cque el empleo del caballo como montura es un fenómeno cultural relativamente reciente y
que aparece solo al final de Jos Campos de Urnas, pues su generalización es una de las caracterlsticas del Hallstatt Cll, colocando su cronología ca partir del siglo vnr a. d. C. avanzado»
(M. ALMAGRO GORBEA: «El Pie deis Corbs, de Sagunto, y los campos de urnas del NE. de la
Peninsula Ibéric&ll. Saguntum, Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 12. Valencia, 1976, págs. 121).
(11) J . B. PORCAR, H. OBERMAIER y H. BREUll.: «Excavaciones en la Cueva Remigia (Castellón)». J .S.T.A. núm. gl. 136. Madrid, 1935, Láms. XXXIII y XXXIV.
(12) Op cit. nota 11. Láms. V y VI.
(13) RIPOLL, op. cit. nota 7, fig. 16.
(14) RIPOLL, op. cit. nota 7, Lám. XIII, 2 y 3.
(16) J . B. PORCAR: cSobre las pinturas rupestres de Ares del Maestre». Boletin de la
Sociedad Castellonense de Cultura, XVIII, Castellón, 1943, fig. 1O.
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MAS D'EN LLORBN(f
17
poco la reproduce Esteva Gálvez ( 16), aunque sí Almagro Basch, tomándola de Porcar (1 7).
Tampoco hemos dado con otra «panoplia» publicada por Porcar en
el mismo año (18), la que en otro de sus trabajos la vemos unida a un
. cazador muy esquemático. La novedad que aporta es su envase reticulado (19). Porcar y sus otros dos colaboradores señalan en la 5 .a cavidad de Cova Remigia, inmersos en conjuntos de la Fase m , «un
cuerpo redondo, con líneas entrecruzadas en el centro (¿tejido?), terniinando en un apéndice ondulado» (20) y run cesto tejido» (21). Ambos objetos, aunque fueron publicados como recipientes, son de problemática interpretación.
.. .. PorC"ar señala·«que el pm:tor'r üpesfre concede
fiiiportancia a
esta «cesta» o «bolsa» y en su composición trata de no separarla nunca
de las flechas indicando como que existe una estrecha relación entre
la efectividad de las flechas y el contenido de este cesto» (22). Incide
Esteve sobre el tema opinando que «son sencillamente las vasijas que
contenfan el veneno que debía emponzoñar las puntas de las saetas»
(23), coincidiendo con lo que, en 1919, escribieran Obermaier y Wernert (24). Beltrán describe asf el recipiente: «La bolsa o cesto, de piel o
trenzada con fibras vegetales, cañas o mimbres, los hallamos muchas
veces de diversos tamaños y formas, aunque casi siempre troncocónico o glubular, dotada de una amplia asa y ligadura; se lleva colgando
del hombro, a la espalda, y uno de los trepadores de la Araña, colgando de la mano, mientras otro le cae sobre la espalda, como una mochila» (25). Esteva nos dice que pudiera ser de cuero (fig. 8, 1) o de madera (fig. 8,2) (26).
·
De gran interés es el recipiente con asa representado junto a una
aljaba, en La Saltadora (fig. 8, 5), publicado por Obermaier como «cesta» (27) y reproducido por Esteva, quien dice seria de «fuerte cuero» o,
suma
(16) F. ESTEVE CALVEZ: «Probable significado de unas pinturas rupestres del Maestrazgo». Cuadernos de Prehistoria y Arqueologia Castellonense, l. Castellón, 1974, págs. 9-18.
( 17) M. ALMAGRO BASCH: «El covacho con pinturas rupestres de Cogul (Lérida)J. Instituto de Estudios nerdenses. Lérida, 1952, fig. 56 v.
(18) Op. cit. nota 15, fig. 2.
(19) Op. cit. nota 8, fig. 8.
(20) Op.'cit. nota 11 , pág: 33 y Lám. LIV, 56.
(21) Op. cit. nota 11 , pág. 34 y Lám. LIV, 64.
(22) Op. cit. nota 15, pág. 15 y 16.
(23) Op. cit. nota 16, pág. 16.
(24) H. OBERMAIER y P. WERNER'r: cLas pinturas rupestres del barranco de la Valltorta (Castellón)». Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Memoria núm.
23. Madrid, 1919, pág. 112.
(25) BELTRAN MARTINEZ, op. cit. nota 7, pág. 53.
(26) Op. cit. nota 16, pág. 11 .
(27) ,Op. cit. nota 24, fig. 63.
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N. MESADO OUVER
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19
mejor, «de tejido fino, a juzgar por el asa» (28), para seguir comentando que los recipientes «que raras veces figuran en el arte levantino,
fueran verdaderas piezas de cerámica como alguna vez se ha supuesto, pues nunca coinciden con los perfiles de los vasos que se han exhumado en las estaciones neolíticas de la misma regióiD (29). Sin embargo, creemos que podemos hallar paralelos cerámicos.
Advirtamos previamente que el objeto núm. 1 de la fig. 8 es de
galbo globular y cuello estrangulado, perfil impropio de una «cesta», y
que su boca no queda bien delimitada, sino que es dentada, como queriendo representar algo flexible -tejido vegetal o animal-, con borde
deshilvanado o roto por el uso, por lo que pudo ser una especie de fun·da parafesgüardar y ttartspoftar tiii recipiente. Stf asidero·pare·ce flexible, a modo de correas o cordeles, ya que de tratarse de asas de cesto no podrían colgar libremente del hombro de los cazadores de la fig.
8, 6 y 7, pues es muy verosímil que se trate de los mismos objetos. Si
acudimos al envase de la figura de Bicorp, apreciamos que el recipiente para contener la miel se coge por la boca para mayor seguridad
y no del asa, con lo que cabría interpretar que ésta era flexible. Con
ello queremos hacer notar que la mayoría de los objetos en, cuestión
pudieron reproducir solamente la silueta de sus cubiertas y no la de
su contenido.
Pese a tódo ello aún podríamos hallar paralelos cerámicos, y justamente en dos de ellos (fig. 8, 4 y 5) que I;tO parecen estar recubiertos,
pues no penden de cintas. En el primer caso su silueta dibuja un asa
bien propia de un recipiente cerámico, galbo que gráficamente hemos
cotejado con el recipiente de Cova de l'Or (fig. 8, 8) publicado por Bernardo Marti (30), al cual podríamos hallar otros paralelos en cualquier recipiente de asa vertical acintada. El otro recipiente del Cingle
de la Mola podríamos compararlo con el cuenco ·ovoide, ligeramente
apuntado, de la Cova del Mas d' en Llorenff, inventariado por Aparicio
con el núm. 5 (31), o con el de la Cova de l'Or (fig. 8, 9) de galbo similar (32). El que ostenta el cazador de la 5.1 Cavidad de la Cova Remigia (fig. 8, 7), pudiera tratarse de un tonelete, similar, también al del
famoso yacimiento de Beniarrés (33). En cuanto a las representacio-
(28) Op. cit. nota 16, pág. 11.
(29) Op. cit. nota 16, págs. 11-12.
(30) B. MARTI OUVBR: rCova de l'Or (Beniarrés, Alicante)J. Serie de Trabajos Varios
del S.I.P., núm. 51. Valencia, 1977, Lám. xx:m, l.
(31) Op. cit. nota 1, pág. 14, fig. 5.
(32) Op. cit. nota 30, Lám. XV, 2.
(33) Op. cit. nota 30, Lám. xxxm, 2.
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20
N. MESADO OUVRR
nes núms. 2 y 3 de la fig. 8, pudiéramos suponer que se quiso plasmar
los vasillos cerámicos geminados del neol1tico. En estos paralelos tenemos que tener presente que estamos cotejando algo bien concreto caso de.las cerámicas aludidas- y unos objetos «no del todo identificados», que nunca constituyeron para el artista prehistórico el tema
·principal de su obra, siendo, tan solo, un objeto bien secundario perteneciente al pertrecho del cazador, por lo que su presencia en estos panelés del Maestrazgo tienen por fin remarcar unas escenas cuyos temas básicos gravitan en torno a la silueta animal y humana. Pretendemos indicar, pues, que estos objeto~ aludidos pueden ser: a) «cestos»
-como tradicionalmente se les llamó- confeccionados con materia
·vegetal; b) ·recipientes·..d·e · cuero (odres), como·· nos dice··ObermaierWernert y Esteve Galvez; e) vasos cerámicos, como hemos propugnado; y d) que todos ellos, salvo el de la Cova Saltadora y el del abrigo V
del Cingle de la Mola (fig. 8, 4 y 5), que parecen estar desnudos, pudieran ir envueltos en alguna especie de bolsa de piel, esparto o lana.
Veamos ahora cómo estos recipientes hacen acto de presencia,
también, en la Fase I , estando ausentes en la n , tal vez por su propia
dinámica interna que obliga a sacrificar en sus composiciones los elementos estáticos, aunque no se nos escapa que la figura núm. 7 de la
5.• Cavidad de R~migia transporta un carcaj «con asa y cuatro flechas» (34). La Fase I denunciaba este envase en la escena de la caza
del ciervo, de la 5.• Cavidad, dada a conocer por Porcar recién descubierta la balma (35). En ella la figura que precede al gran cazador cestosomático sostiene, con su mano derecha, un objeto ovoide; sin embargo la misma figura se interpreta en la gran monografía publicada
por Porcar, Obermaier y Breuil, como portadora, tan solo, de arco. Es
de suponer, pues, que esta segunda interpretación -por la calidad de
los autores que en ella concurrieron-, sea la idónea. En el arte de los
canchales del Barranc de la Gasulla, tan sólo la Fase m denunciará la
«panoplia» de cazador: envase, bastón, flechas o arco.
Si observamos que, tanto Porcar como Esteve, relacionan los envases del círculo artístico de Gasulla, con los que aparecen en los
abrigos del Barranc de Valltorta, y más concretamente con la naturaleza muerta de la Cueva Saltadora (36), veremos que en este otro gran
círculo artístico castellonense, algo más cercano a la costa, y cuyo
abrigo principal, tanto geológicamente como por el arte que compor-
(34) Op. cit. nota 11, pág. 28.
(35) Op. cit. nota 4, tig. 4.
(36) Op. cit. nota 24, tig. 65.
- 300-
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MAS D'l!.N LLORBNC
21
ta, es el Abrigo 3.0 de las llamadas Cuevas del ~ivil, los envases que
perseguimos aparecen formando parte de las escenas con figuras cestosomáticas, o sea, las paralelizables con la única composición de tal
estilo del Barranc de la Gasulla, la de la caza del ciervo de la 5. 8 cavidad de la Cueva Remigia. Con este paralelo, pues, sabremos que el
«envase» de la Saltadora, o los del abrigo principal de las Cuevas del
Civil (37), debió estar presente, también, en el horizonte cultural
del Barranc de la Gasulla que plasmara la gran escena cinegética,
dada la cercania de ambos círculos artísticos del Maestrazgo Castellonense (38) .
.~l.p;r;.obl~ma estriba ~n. ~~-~:r...1'j Ja etnia Cfll~ . OCl:IP.~~J~.~. est~atos
con cerámica de la Cova del Mas d' en Llorenq fue la autora de las pinturas de Gasulla, o si no lo fue. A favor de la primera hipótesis
tendríamos las «paletas» recogidas en el yacimiento de habitación,
evidentemente sacadas de los estratos neolíticos, ya que las excavaciones de D. Isidro Salvador nunca rebasaron el potente canchal termoclástico, en el cual se han realizado las excavaciones actuales; a
favor del segundo supuesto -que la comunidad neolítica no fue la autora de las escenas cinegéticas-, estaría el que los estratos desmantelados comportan una verdadera cultura de economia neolítica, pue·s ta
en evidencia por una cerámica muy abundante. Las escenas reflejan
una comunidad eminentemente depredadora. Pero cabría preguntarse si esas escenas no son trasunto, tan sólo, de una parte de un
complejo de actividades de este singular horizonte n~olítico. Según esta idea la economía del habitat de Gasulla pudo tener dos raíces: una,
la tradicional, depredadora (y por lo tanto de raíz paleolítica); la otra,
p\Üante y prqgresiva («modern.a»), de módulos neolíticos, ya que las
aculturaciones siempre han sido lentas, debido al fuerte peso, en todo
tiempo, de la tradición.
Si no aceptamos la lógica convivencia de lo viejo con lo nuevo,
habría que ubicar en un horizonte cultural mesolítico la totalidad del
(37) Op. cit. nota 24, pég. 112.
(38) Pese a que no se ha publicado Dinguna monogratla de las pinturas de La Saltadora
(A.lbocésser), destruidas tras su descubrimiento; en marzo de 1'917, Obermaier y Wemert reproduclrfan dos altos después, la naturaleza muerta integrada por un ccarclij», un cbastóm y
una ccesta» (fig. 8, 5). Por lo dicho, es evidente que no conocemos el contexto artistico del
abrigo, pero podemos apreciar que los paralelos con el carcej de la fig. 26 y 46 de la Cova del
Civil (Tirlg), en el mismo barranco de la Valltorta, son firmes, como ya establecieron Obermaier y Wemert. Mientras no se publiquen los calcos que realizó Cabré de las pinturas de La
Saltadora, incluimos este recipiente en la Fase I, tan propia de las esbeltas figuras cestosométicas, dos de las cuales ccontiguas» a los portadores de carcej (fig. 25 y 48 de la publicación
de Obermaier y Wemert) (v. óp. cit. nota 16, pég. 9), son poseedoras de los conocidos envases.
-
301 -
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22
N. MESADO OLIVER
Arte Rupestre Levantino, etapa, al parecer, también denunciada en la
Cova del Mas d'en Llorenc;: (39), la cual tuvo y sigue teniendo sus defens!Jres (40). Con igual lógica cabria suponer que el arte rupestre
contiguo a la Cova del Mas d'en Llorenc;:, pertenece a un contexto
eneolítico, el cual hace acto de presencia en estaciones del entorno
(poblado de La Berola, descubierto por González Prats, en la margen
derecha de la Rambla Carbonera; Cova Roja, contiguo al yacimiento
anterior, o los enterramientos del Mas de Modesto), y cuyo fósil guia
-la punta de flecha- evidencia una economía depredadora q~e hermana con el mundo reflejado en los canchales del barranco.
VI
FINAL
El Arte Rupestre del este español, que como un péndulo viene oscilando del Paleolítico a la Edad del Hierro, pudo gestarse a fmes del
Mesolítico y tener su auge en el Neolítico, como ya en 1951 apuntaron
los valencianos Jordá y Alcácer (41) al estudiar las pinturas rupestres
de Dos Aguas; aunque·-como observamos en el contexto del presente
estudio- nos inclinamos por colocar la fase de las figuras cestosomáticas, en el horizonte neolítico de las cerámicas incisas de la Cova del
Mas d'en Llorenc;:.
Fortea, al estudiar la cronologfa relativa de la capa 6 de Cocina,
cuyo arte mueble tributara las tan conocidas p~aquetas grabadas (Cocina II), y cuyo arte lineal-geométrico paraleliza con el del mismo estilo existente en la Sarga, Araña y Cantos de la Visera (que a través
del análisis de estratigrafla cromática se da como la más antigua manifestación del arte de estos abrigos), llega a la conclusión de que la
«cronologfa de las plaquetas es inmediatamente precardial» y que «las
figuras naturalistas superpuestas en aquellos yacimientos (Sarga,
Araña y Cantos de la Visera), adscribibles a las fases más viejas del
arte levantino, no podrían ser anteriores a la recepción del Neolítico
en el litoral mediterráneo español», dando el5.000 «como gozne entre
(39) Op. cit. DOta l.
(40) J . APARICIO PEREZ: «Pinturas rupestres esquemáticas en los alrededores de Santo
Espíritu (Gilet, Albalat de Segart, Valencia) y la cronologfa del arte rupestre». Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueologfa de Valencia, 12. Valencia, 1976, págs. 31-67.
(41) F. JORDA CERDA y J . ALCACER GRAU: «Las pinturas rupestres de Dos Aguas (Valencia)». Serie de Trabajos Varios del S.LP. núm. 15. Valencia, 1951, pág. 38.
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[page-n-305]
MAS D'EN LLOREN<;
23
los dos conceptos artísticos», el lineal-geométrico y la fase figurativa
más arcaica, ya que, en el nivel cardial de la Coveta de l'Or, una de
las fechas de C-14 alcanza el 4.670 ± 160 B.C. (42).
La cronología que damos al arte rupestre de la Gasulla vendría
respaldada por:
a) Las «paletas» calizas con restos de pintura roja.
b) El espléndido horizonte neolítico de cerámicas incisas de la
Cova del Mas d'en Llorenff.
e) Por denuncias de recipientes, muy posiblemente cerámicos, en
las escenas de Remigiá y el Cincle de la Mola.
Es evidente, y somos bien conscientes de ello, que unas conclusiones sólcf'¡)ueden tener Visos de veracidad tras unos trab~os· de prospección serios y continuados. Por ello, las ideas aqui expuestas, con
las cuales hemos concluido, son provisionales, a la espera de los resultados a los que llegará el Departamento de Arqueología de la Excma.
Diputación Provincial de Castellón, tras varias campañas de exploración en esta estación neolítica de Ares del Maestre. Pese a ello pensamos haber contribuido con alguna de las ideas expuestas, a la dificil
problemática que sigue comportando el espléndido arte de nuestras
serranías.
(42) J . FORTEA: cEn torno a la cronología relativa del inicio del Arte Levantino». Papeles
del Laboratorio de Arqueologia de Valencia, 11. Valencia, 1975, págs. 185-197.
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MESADO OLIVER.-Cova del Mas d'En Llorenct
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Entrada de la Cova del Mas d'En Llorenct
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LAM. 1
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MESADO OLIVER.-Cova del Mas d'en
LAM.n
Lloren~
Materiales diversos de la Cova del Maa d'En
Lloren~
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ARCIUVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
VoL XVI (Valencia, 19811
VALENTIN VILLAVERDE BONILLA, JOSE L. PE&A SANCHEZ
y JOAN BERNABEU
(Valencia)
-· ........... ........................DOS NU'EVA8"E8T'AC'i 0.Ñ ES.. DE .ARTE R(n:li'i:STRE
LEVANTINO EN MILLARES
(Valencia)
El propósito del presente trabajo es, tan sólo, dar a conocer dos
estaciones de arte rupestre situadas en el término de Millares (fig. 1).
La primera de ellas, la Cueva del Cerro, fue descubierta en 1980
por don José Martfnez, quien nos comunicó la noticia y amablemente
colaboró en las tareas de campo que tuvieron por objeto la obtención
de los calcos y .fotograflas pertinentes para su estudio.
La segund'a , el Abrigo de las Cañas, fue descubierta en 1961 (1) y
posteriormente visitada por don Vicente Pascual, quien realizó los
calcos y planta del abrigo. Al permanecer, sin embargo, inédita, don
Domingo Fletcher, aprovechando nuestro desplazamiento, comisionados por el S.I.P., al término de Millares para realizar el estudio de la
primera, nos encomendó también la revisión de los trab~os realizados en la de las Cañas para incluirla en la presente publicación.
(1) J . SOLER CARNICER: «Espeleólogos de la Diputación localizan un abrigo con pinturas rupestreS». «Las ProvinciaS», Valencia, 15 de octubre de 1961.
D. FLETCHER VAI.LS: «Servicio de Investigación Prehistóric&J. Generalitat, l . Valencia,
1962, pág. 89.
J . DONAT ZOPO : cMill.ares, una localidad con pinturas rupestre8J. Almanaque de «Las
ProvinciaSJ. Valencia, 1963, pág. 77 y ss.
D. FLETCHER VAI.LS: «Actividades de la Delegación Provincial de Excavaciones Arqueológicas de Valencia en el primer semestre del ado 1962». Noticiario Arqueológico Nacional,
VI (1962). Madrid, 1964, págs. 379-381.
E. PLA BALLESTER: «Actividades del S.I.P. 1961-65». Archivo de Prehistoria Levantina,
XI. Vlll;encia, 1966, pág. 284.
- 307 -
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2
VILLAVRBDE, PÜA Y BERNABEU
Dos Aguas
~
Abrigo de las
canas
Fig. 1.-Locall&acl6n de loa yaclmlentoa
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ARTB RUPESTRE EN MILLARES
3
A pesar de que ambos conjuntos son pobres, en el caso concreto
del Cerro se encuentran muy deterioradas, su localización entre los
términos de Dos Aguas y Bicorp, donde existen otros importantes yacimientos, permite una mejor valoración de los mismos, a la vez que
llena el vacío existente entre ambas zonas.
CUEVA DEL CERRO
A unos 2 Km. de Millares, la cueva situada a 370m. sobre el nivel
del mar, se encuentra en el alto del mismo nombre, que forma parte
de una serie de elevaciones situadas en la vertiente meridional del no
Júc'a r a stl'paso por estalocalidad, en terrenos calizos del cretaceo dominados por las formaciones tabulares.
La cavidad, de unos 11m. de longitud por 2' 5 de ancho en la entrada, se abre a SW dando al barranco· de la Paridera. Las pinturas se
localizan en las dos paredes laterales, pudiendo agruparse según su
distribución en tres zonas, dos de las cuales se sitúan en su interior a
unos 5 metros de la boca; zonas que denominaremos interior izquierda (ll) e interior derecha (ill), mientras que el grupo de entrada recibirá la denominación de entrada izquierda (I) (fig . .2).
El grupo de la entrada (I), situado prácticamente en el techo de la
cueva, está formado por una serie de seis lineas de espesor variable
entre' 5 y 14 mm., de color rojo oscuro; aprovechando una pequeña
concavidad natural de superficie lisa, las lineas, que parecen configurar un semicirculo, se separan a medida que se alejan del supuesto
centro (fig. 3). Su conservación es muy deficiente, ya que esta parte de
la cueva se encuentra afectada por el humo.
El segundo conjunto (ll) está formado por un grupo de cuatro figuras humanas y, al menos, dos animales, hallándose muy alterado por
la formación de líquenes y coladas de carbonato cálcico, lo que afecta
de manera diferente al color rojizo de las figuras, dándoles diferentes
tonalidades.
El grup9 de las figuras humanas (fig. 4), situado a unos 70'cm. del
suelo, desarrolla una escena de dificil interpretación, ya que se encuentra bastante deteriorado. El tamaño de las figuras es de unos 5
cm. en tres de ellas y de 2,5 en la restante. La primera de la izquierda,
en la que se distinguen con claridad las diferentes partes del cuerpo,
parece llevar una falda corta de perfJ.l acampanado, estrecha en la
cintura y abierta hacia las piernas, por lo que bien pudiera tratarse de
una mujer, mientras que las tres restantes parecen ser hombres. La
cabeza de la figura femenina, de forma discoidal, difiere del tocado
triangular de las figuras segunda y cuarta; en la tercera no puede ob- 309-
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VJLLAVB.RDB, PÜA Y BBRNABBU
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ARTB RUPESTRE EN MII.LARES
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lltg. 3.-Caeva del Cerro. Grupo de la entrada (II
(T. D.)
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311 -
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6
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VILLAVERDB, PB8A Y BBRNABEU
SCm
Ji¡. 4.-Cueva del Cerro. Grupo D. Fl¡uru bumanu
-
312 -
[page-n-315]
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Fig. 5.-Cueva del Cerro. Grupo ll. Animales y restos pictóricos
5CM
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..:~. ~..
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Fig. S.-Cueva del Cerro. Grupo
m. Restos pictóricos indeterminados
5CM
[page-n-317]
ARTE RUPESTRE RN MILLARES
7
servarse ningún detalle debido al mal estado de conservación de la
parte superior de su cuerpo. En todas ellas, pero sobre todo en la tercera y cuarta, se observa una intención de movimiento a través del
arqu~amiento de su pierna izquierda. Ningún adorno corporal resalta
la silueta de estas figuras cuya disposición en diagonal ascendente, de
izquierda a derecha, da a la composición un carácter de «marcha», de
movimiento pausado, antes que de danza u otro tipo de acción más
violenta; la falta de detalle en los brazos de todas las figuras constituye, sin embargo, un obstáculo importante a la hora de interpretar el
sentido general de la escena.
A la derecha de estas figuras, y a un nivel algo más elevado, se
destacan.. con claridad las siluetas de·dos"animales,. de·los que· sólo·se
conserva la parte trasera del cuerpo y el inicio de las patas, por lo que
resultan de dificil identificación. La primera de ellas, más pequefia,
de unos 4,5 cm. de longitud, ofrece la particularidad de aprovechar
un accidente natural de la roca (lineas marcadas en trazo continuo de
la figura núm. 5) para desarrollar y enmarcar su parte posterior y
una pata, hecho poco corriente en el arte levantino (2). De la segunda
sólo se conservan unos 12 cm. de longitud.
Alrededor de ambos grupos se localizan una serie de trazos dispersos, posiblemente correspondientes a otras figuras destruidas en la
actualidad por las coladas.
En el grupo m, directamente enfrentado al anterior y en la pared
opuesta, s()lo pueden observarse una serie dispersa de trazos similares a los anteriormente descritos, por lo que poco o nada puede decirse de la configuración primitiva del grupo (fig. 6).
En conjunto, podemos sefialar la presencia en un mismo yacimiento de pinturas naturalistas (ll), y otras posiblemente esquemáticas (1), si bien no podrfa asegurarse la relación de unas con otras.
Lo fragmentario de los datos desaconseja cualquier precisión sobre la cronología relativa de ambos estilos.
ABRIGO DE LAS CANAS
El abrigo se h~a en la pared de un acantilado que da a la Rambla
de las Caftas, en la vertiente norte del lugar denominado La Hoya de
las Caftas (3). Se trata de una pequeña cavidad (fig. 7) en la que se lo121 A. BELTRAN MARTINBZ: cBl arte Rupestre Levantino. Cronología, significación.•
Calaarangrista, 31 -32. Zaragoza, 1968, pég. 9 .
(3) J . DONAT ZOPO: op. cit., nota l.
- 313 -
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VILLAVERDE, PERA Y 1tERNABBU
8
Planta
A
B
----..
1
4m
------~---
Pie. 7.-Plaota y aecc:I6D del abrigo de lu Ca6u
[page-n-319]
f
¡
~·
Flg. 8.-Abrlgo de las Cañas. Grupo l . Cérvidos y posible équido
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10
VILLAVERDE, PdA Y BBRNABBU
calizan dos grupos de figuras en mal estado de conservación. Aqui, a
las coladas estalagmiticas y a los hongos y liquenes se unen algunos
desconchados que afectan visiblemente a alguna de ellas.
El primer grupo, de izquierda a derecha, está formado por tres
animales (fig. 8). El único completo es un cérvido de unos 22 cm. de
longitud, de color rojo pálido, consecuencia de la capa calcárea que lo
cubre. Sus patas, con el par posterior extendido hacia atrás y el anterior en sentido opuesto, disposición típica en el arte levantino, denotan claramente una actitud de carrera.
En la parte superior derecha, y enfrentado casi cabeza con cabeza, s~ loc~~za_.~~ s.eg®q~: ñgwa !;~~ l.P qu~ .s.ólo s.e conserva con de.talle la parte delantera (cabeza y cuello), aprovechando un saliente natural para prefigurar las lineas del cuello. El fuerte ángulo formado
por la quijada y la linea inferior del cuello parece indicar que se trata
. de un équido, cuyo paralelismo formal podría encontrarse en la escena de caza a lazo de un équido del Abrigo de Selva Pascuala, en Villar
del Humo (Cuenca) (4). No obstante, la mala conservación de este
ejemplar nos hace dudar de su concreta atribución. Finalmente, la
tercera figura de la que faltan las partes anterior y posterior reproduce un ciervo, tal y como se puede deducir de la representación de parte de la cornamenta. Se trata de una figura de grandes dimensiones a
juzgar por la parte conservada, de color rojizo.
El segundo grupo, situado a 1,5 m. del anterior y, como él, a 1,7 5
m. del suelo, se compone a su vez de tres figuras (fig. 9). La primera
de ellas, situada por encima de las demás, es un c&prido de unos 1O
cm. de longitud. Su color es rojo ocre. Parece en reposo, conservándose malla parte correspondiente a la cabeza. Debajo de ésta se observan restos de una figura humana de la que sólo se conservan la parte
correspondiente a las piernas, una de las cuales se adorna con una jarretera. La apertura de las piernas indica el vivo movimiento que presumiblemente ejecuta la figura. Desgraciadamente el resto del cuerpo
ha desaparecido, por lo que no podemos saber si se trata de un arquero ni si forma escena con el resto de las figuras. La tercera figura del
grupo se puede interpretar con dudas como perteneciente a un bóvido. Su color es rojo descolorido y sólo conserva su parte anterior,
siendo su tamaño de unos 14 cm. Conviene señalar que el arquero se
superpone ligeramente a la cornamenta de dicho animal.
(41 A. BBLTRAN MARTINBZ: «Arte rupestre levantinot. Monografiaa arqueológicas, IV.
Zaragoza, 1968, pég. 155, flg. 104.
-
316 -
[page-n-321]
•
[page-n-322]
[page-n-323]
ARTE RUPBSTRB EN MILLARES
11
Debemos señalar, para finalizar, el gran tamaño de las figuras de
este abrigo, donde, además, y pese al reducido número de figuras representadas, aparecen cuatro especies de animales diferentes.
Por otra parte, en las tierras superficiales del relleno del abrigo
encontramos algunos fragmentos de sílex, de los que merecen ser destacados una punta de flecha (fig. 10), de retoque bifacial, rota, y una
lasca retocada. Materiales a tener en cuenta a la hora de plantear la
cronologia del abrigo.
A pesar de que son conocidas las discusiones y objecciones planteadas en torno al valor de los conjuntos industriales recogidos en las
~s.t~9i~ne~. con pinturas .(?)~ . cons~deramos la aparición d~. e~ta punt~
..···.
)'lg. 10.-Punta de ftecha del abrigo de lu Cañas
(T. D.)
(5) M. ALMAGRO BASCH: «Los problemas del Epipaleolftico y Mesolftico en Espaflu.
Ampurias, VI. Barcelona, 1944, pág. l.
M. ALMAGRO BASCH: «Arte rupestre naturalista del Levante españob, en Historia de España, de Menéndez Pidal, I, LIV. Madrid, 1947, pág. 443.
E. RIPOLL PERELLO: «Para una cronolog(a relativa del arte levantino españob. Prehistoric Art of the Westem Mediterranean and Sabara. Barcelona, 1965, págs. 167-174.
E. RIPOLL PERELLO : «Cuestiones en tomo a la cronolog(a del arte rupestre postpaleoUtico en la Penfnsula Ibéricu. Simposio de Arte Rupestre. Barcelona, 1966, págs. 165-192.
F. JORDA CERDA: cNotas para la revisión de la Cronolog(a del Arte Rupestre levantino•.
Zephyrus, xvn. Salamanca, 1966, págs. 47-76.
A. BELTRAN MARTINEZ: op. cit., nota 4.
J . PORTEA PEREZ: cEn tomo a la cronolog(a relativa del inicio del Arte levantino (Avance sobre las pinturas rupestres de La Cocina)». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 11. Valencia, 1975, págs. 185-197.
J . PORTEA PEREZ: «Algunas aportaciones a los problemas del Arte Levantino». Zephyrus, XXV. Salamanc.a , 1974, págs. 225-257.
J . APARICIO PEREZ: «Pinturas rupestres esquemática~ en los alrededores del Santo Espíritu (Gllet y Albalat de Segart, Valencia) y la cronolog(a del arte rupestrel. Saguntum, Papeles
del Laboratorio de Arqueolog(a de Valancia, 12. Valencia, 1977, pág. 31-73.
J . APARICIO PRRBZ: cE} MesoUtico en Valencia y en el Mediterráneo Occidentab. Serie
de Trab~os Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 59. Valencia, 1979, págs. 1992li2.
- 31 7 -
[page-n-324]
12
VILLAVERDE, Pd'A Y BBRNABBU
de flecha como significativa, ya que no son numerosos los hallazgos
de piezas de carácter tan tardío (6) en relación con éstas, y ello va, de
alguna manera, en favor de las cronologías bajas atribuidas por algunos autores a las fases naturalistas. .
Indicamos con anterioridad la superposición de la pierna posterior del arquero a uno de los cuernos del bóvido. Este aspecto es sumamente interesante, ya que la figura del arquero y la de la cabra, asi
como la serie de trazos irregulares y mal conservados que se sitúan
junto a las piernas del arquero son de un color rojo más intenso que el
de la figura del bóvido. De igual manera, e interrumpida también por
la .colada que s~ sob~ep.one . a ht parte tt:a!i~~~. cl.!!J p()~do, se obseJ;Va
otro trazo, de igual color que el de la cabra y el arquero, de dificil interpretación, pero indudablemente superpuesto al bóvido. Nos encontramos por ello con al menos dos fases dentro del con.junto, diflciles,
sin embargo, de relacionar con' las restantes figuras del abrigo, dado
su mal estado de conservación.
Así mismo es obligado recoger en estas lineas lo problemático de
la interpretación del bóvido. De hecho una serie de desconchados impiden interpretar con rigor si los trazos interrumpidos que se encuentran cercanos pero separados de las dos lineas interpretadas como los
cuernos del animal guardan relación con ellas. Caso de que así fuera,
lo cual en la actualidad es imposible de precissr, se podría pensar en
una cornamenta de ciervo. En su contra está, sin embargo, la extrema
longitud del trazo inferior y el fmal claro apuntado del superior. A su
vez podría considerarse que los trazos situados entre las piernas del
arquero pudieran guardar relación con los que se sitúan en la parte
superior de la cornamenta. Todo ello nos lleva a considerar con reparos a la figura como de bóvido, aún a sabiendas de la extraña disposición de los cuernos, y a no polemizar sobre su valor cronológico habida cuenta de las dificultades de interpretación que encierra.
(6) Conocemos la existencia de otras dos puntas de flecha en relación con uno de los abrigos del importante colijunto de pinturas rupestres, recientemente descubierto por el Centre
d'Bstudia ContestaDa en Castell de Castells (Alicante), actualmente en estudio por dicho Centre en colaboración con el Museo Arqueológico de Alicante. A través de la noticia facilltada
por los miembros del mismo, parece tratarse de un enterramiento Neo-Bneolitico localizado
en una pequeda grieta j unto al abrigo de uno de los colijuntos pintados.
- 318 -
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
J. CARRASCO RUS
P. CASTAimDA NAVARRO
(Granada)
LAS PINTURAS RUPESTRES ESOUEMATICAS
DEL ABRIGO DE « LA HIGUERA»
(Otilf\ar, Jaén)
1
INTRODUCCION
Damos noticias en este pequeño estudio de uno de los abrigos con
pinturas rupestres esquemáticas descubierto.en nuestras prospecciones arqueológicas por la provincia de Jaén (1).
En la investigación sistemática que se ha planteado sobre la Prehistoria del Alto Guadalquivir, la pintura rupestre esquemática ocupa
un lugar especial, derivado de su tradición y estudios peninsulares
dedicados a ella (2). Uno de nuestros fmes primordiales es la revisión
de estos estudios, comprobándolos sobre el terreno. En especial los
que se han dedicado a Sierra Morena y su entorno geográfico. Como
avance podemos indicar que se han obtenido cerca de un centenar de
nuevos calcos bien documentados, los cuales han puesto de manifiesto la poca veracidad de muchos de los conocidos por la bibliografía
clásica. Otro punto importante en esta investigación de conjunto era
la prospección de buena parte del Subbético jiennense, del cual sólo se
conocía desde antiguo la «Cueva de las Grajas» (Jimena) (3) y el «Collado del Guijarral» (Segura de la Sierra) (4), siendo lógica la existencia
lll En la actualidad se han revisado bastantes abrigos con pinturas conocido$ desde antiguo en Sierra Morena, habiéndose descubierto otros inéditos. En las Sierras Subbéticas, se
han localizado nuevas pinturas y abundantes yacimientos arqueológicos.
121 Es evidente que la provincia de Jaén en la bibliografla arqueológica antigua era cono~
cida principalmente por sus pinturas de Sierra Morena.
(3) F. VALLADAR: «La Cueva de la Grlij&J. Alhambra, Xlll, núm. 301, págs. 426-427. M.
GOMEZ MORENO : cPictograflas andaluzaS». An. Inst. Est. Cat. Barcelona, 1908, págs. 89102. H. BREUIL: eLes peintures rupestres schématiques de la PeninsuJe IbérlqueJ. Vol. IV,
pág. s , Lám. n. Lagny, 1933-35.
(4) J . SANCHEZ JIMENEZ: «Pinturas rupestres de "Collado de Guijarral", Segura de la
Sierra (Jaén)J. Not. Arq. Hisp., m y IV. Madrid, 1954-55, págs. 5-8.
- 319 -
[page-n-326]
2
CARRASCO Y CASTA.&BDA
de más abrigos con pinturas. Así nos lo hacia pensar la abundancia de
pinturas del Subbético en Granada (5) y Córdoba (6) y ser estas sierras
uno de los ejes de progresión de la pintura esquemática (7).
Las prospecciones en el Subbético, se han centrado en la transversal Frailes-Jaén, poniéndose al descubierto por lo menos cinco cuevas
con cerámicas impresas e incisas, varios yacimientos eneoliticos de
superficie, un megalito y más de una docena de abrigos con pinturas,
entre otros.
El abrigo del que a continuación damos cuenta, fue localizado estando realizando los calcos de la Cueva del Plato (8) e intentar descendex...al cal,lG!3. del. Q~e.J:lrru~q (fig . .1l y ;retp.on.~B!l~ rlo arrib~, para
comprobar algunos abrigos que se divisaban desde la carretera situada frente por frente.
II
DESCRIPCION
Se sitúa en el Cerro de la Pandera (fig. 2) a media altura y muy·
cerca de los tajos que se cortan a pico sobre el Quiebrajano (Lám. 1,
fig. 1), en up recodo de los afloramientos calizos y realizado posiblemente por una fuerte erosión eólica.
Sus dimensiones son las siguientes: altura máxima desde las cornisa hasta el escalón en donde se efectuaron las pinturas 6 metros;
longitud máxima 15'5 metros. Las pinturas se hallan a lo largo del estrecho banco que transcurre cerca de la base del abrigo, ocupando
una extensión de 1'5 x O' 80 metros.
(5) - Especialmente ver: M. GARCIA SANCHEZ, y J . CARRASCO RUS: «Las pinturas esquemáticas de la " Cal"'ada de Corcuela", en Moclúu. Cuadernos de Arte. Universidad de Granada, XII-24- 1975. Granada, 1975, págs. 183-208. M. GARCIA SANCHEZ y M. PELLICER CATALAN: «Nuevas pinturas esquemáticas en la provincia de Gran.ada». Ampurias, XXI. Barce·
lona, 1959, págs. 165- 182.
(6) J . BERNIER y J . FORTEA: «Nuevas pinturas rupestres esquemáticas en la provincia
de Córdoba. Avance a su estudio». Zephyrus, XIX-XX. Salamanca, 1968-69, págs. 143- 164. J .
FORTEA y J . BERNIER: «Las pinturas esquemáticas de la Cueva de Cholones, en Z8Rrilla
(Priego, Córdoba)t. XI Congreso Nacional de Arqueologfa (Mérida, 1969). Zaragoza, 1970,
págs. 298-301.
(7) P. ACOSTA: cLa pintura rupestre esquemática en Espal"'u. Mem. del Sem. Preh. y
Arq., Salamanca, 1968. Mapa 2.
(81 J . CARRASCO RUS y P. CASTAíffiDA NAVARRO: «Avance al estudio de las pinturas
esquemáticas de la Cueva del Plato. Panel cAt (Ot.iñar, Jaén}». Zephyrus (en prensa).
J. CARRASCO RUS et alll: «Las pinturas rupestres esquemáticas del Cerro del Panderón
(Ot.iñar, Jaén)». Boletin del Instituto de Estudios Jiennenses (en prensa).
- 320 -
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ABIUGO DE LA m GUERA
3
Garganta del Ouiebrajano
......................................... 8 ...852 W
o
1
·N 852· E
*""·
J •Dogger
1
L _ •Lias Medio Superior
3 4
L _ •L{as Inferior
1 2
:::Km .11, 5 de Jaén al Quiebrajano
Fig. 1. - Corte geol6gico del sector ele la CUeva del Plato y del Abrigo de la Higuera
41
321 -
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4
CARRASCO Y CASTA:&lmA
Fig. 2. - 1: Cueva del Plato; 2: Panel cnterion; 3: Abrigo de la Higuera; 4: Cueva de los Solea; 5 : Abrigo del Poyo de la Mina; 8: Abrigo de loa Berreroa; 7 : Megalito; 8: Poblado Neo-
eneolitico
- 322 -
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ABRIGO DB LA mGUltRA
5
No presenta ningún tipo de relleno, ni condiciones para haber sido
habitado temporalmente, estando todo él recubierto por una pátina
escurridiza (fig. 3).
III
LOCALIZACION GEOGRAFICA Y ACCESOS
El abrigo de «La Higuera» se ubica en el sur de Jaén, por la carrete~f:i..~~ trª~~qw.::r~ ~~ ~§tª..9.~P.Ual ~ ~~.~!)~ 4~. 9J~~~l>r.~j-ªp.Q_{Q J~é.P.l.
en la ladera este de los materiales que forman la garganta que da acceso al valle de Otiñar. Sus coordenadas U.T.M. son 30 SVG 332722,
del mapa 19-38-(947) (Jaén) a escala 1:50.000 del Servicio Geográfico
del Ejército (9).
Para llegar al mismo, el camino más sencillo es tomar desde la carretera del embalse y antes de llegar a la garganta, la pista que existe
a la casa de la <
la Guardia, ir a las proximidades del cortijo de la Vereda o al de la Encina, 1'5 Km. al N-NE de la cueva, y desde alli ascender a pie, hasta el
sur, evitando los cortados del borde del río para luego pasar por la
Cueva del Plato y descender ligeramente hacia él.
IV
SITUACION GEOLOGICA
Los materiales en los que está formado el abrigo de «La Higuera»,
pertenecen al Subbético Externo, en concreto a la unidad GrajalesPandera, así llamada por ser el nombre de los montes más altos que
existen en la misma. Esta unidad llega desde el Valle de Valdepeñas
de Jaén a las proximidades de la capital y está formada casi por completo por materiales del Secundario, fundamentalmente del Jurásico.
El espesor del conjunto de los materiales· jurásicos oscila entre
unos 1.000 m. y 1.400 m., según los distintos sectores que se consideren. Este espesor corresponde a distintos materiales. Así dentro del
(9) El informe geológico ha sido realizado por don Carlos Sanz. de Galdeano Equiza, profesor acljunto del Departamento de Geotectó.nica de. la Facultad de Ciencias de la Universidad
de Granada.
- 323-
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6
CARRASCO Y CAST~A
Cueva de la Hls!.!.!!!!
N
•
1
•
Fig. 3. - Planta y alzado del Abrigo de la Higuera
-
324 -
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ABRIGO DE LA MGUBBA
7
Jurásico siempre el Lías inferior está formado por dolomías y calizas
con un espesor variable de 600 a 1.000 m. El Lías medio y superior
está formado por margas y margocalizas (casi 200 m.).
El Dogger presenta i:nargocalizas y calizas beige y rojas en la base
y encima aparecen calizas ooliticas y pisoliticas blancas, localmente
con nódulos de sílex. Los estratos son de espesor variable, de más de 1
m. a casi tableados, o sea de pocos centímetros de espesor. Se puede
estimar una media de unos 40-50 cm. de espesor por banco. En el sector del abrigo estudiado, el conjunto de las del Dogger tiene un espesor de 200-240 m.
?
Encima del Dogger aparecen unas calizas rojas de .~~os . .O _m~---~~
·espesor·tcitíil, · üyá" a d"e· ·Marm, · uf rféas ·aii f'6si1es (ammonites).
c
ed'
s
m
Tanto en los materiales del Lías inferior, sobre todo las calizas del
techo, como en los del Dogger (calizas) se forman con facilidad cuevas, así como distintos rasgos propios del modelado kárstico. Por esta
razón son muy numerosas igual que las grietas y simas en los relieves
de la unidad de la Pandera, sobre todo si se tiene en cuenta, como ya
se ha indicado, que la mayor parte de los materiales corresponden a
calizas y dolomías. Estas son por otra parte, las que dan los más fuertes relieves en razón de su resistencia a la erosión fisica.
El «abrigo de la Higuer8lt se encuentra situado en las calizas ooliticas y pisoliticas del Dogger y su posición en la estructura 'de este sector puede verse en la fig. l . Es decir, en este sector la unidad forma un
sinclinal de dirección aproximada N20° W cuyo núcleo está ocupado
por las calizas del Dogger. Este núcleo es muy amplio y forma una flexura en rodilla.en su parte oriental próxima a la garganta del Ouiebrajano. El abrigo se encuentra a pocos metros de la charnela de esta
flexura, pero ya en su parte occidental como se indica en la fig. l.
En este mismo sector existen otras muchas cuevas, algunas de las
cuales se encuentran en el mismo paredón de la garganta del Ouiebrajano y son de muy dificil acceso, pues el rfo que circulaba por esta
artesa sinclinal cortó a pico esta ladera. En el caso del abrigo de la
«Higuera», se sitúa entre la repisa en donde está la «Cueva del Plato>>
(10) y el paredón propiamente dicho.
El abrigo se halla a unos 675 metros sobre el nivel del mar (fig. 2).
(10) Bn los abrigos y yacimientos que verem.os a continuación existen dos yacimientos
con el mismo nombre: Cueva del Plato. Uno se ubica en Castillo de Locubin y corresponde a
una cueva con materiales n.aol1ticos y el2.0 , que es al que estamos haciendo alusión, es una
reja con pinturas, situada por encima del rabrigo de la Biguer&J.
- 326 -
[page-n-332]
8
CARRASCO Y CASTABlmA
V
CONSERVACION DE LAS PINTURAS
Las pinturas en su mayoría se conservan perfectamente, habiéndose comprobado la existencia de dos tipos de coloraciones: negro y
rojo.
El negro solamente fue utilizado para algunos motivos de puntos
(parte inferior izquierda del panel fig. 4), no existiendo superposición
comprobada con los motivos en rojq que son la mayoría.
.. .. . Las_pin~w.~s-~P...~.ª~· c.~~~ !laz.i ~.~.4.~ .,eoco atacadas por los materiales ferruginosos que llevan en suspensión
a" iúís" c"omo"süele.. oeug ;·
rrir con la mayoría de las que están realizadas en los relieves calcáreos (11 ).
Para la obtención del calco, humedecimos las figuras ligeramente
con un atomizador fino. de agua, cuidando de no frotarlas, para luego
calcarlas directamente con papel transparente. Además el abrigo fue
documentado con fotografias de rayos infrarrojos y diapositivas.
Todas las figuras están efectuadas con la técnica del trazo uniforme y pintura regularmente absorbida. La tinta es plana y las pinceladas muy seguras, sólo alteradas por las rugosidades de. la roca.
las
VI
DESCRIPCION DE LAS PINTURAS
Por su situación en el abrigo se pueden distinguir tres conjuntos
en las pinturas reflejadas: «a», «b» y «C» (fig. 4).
En el grupo «a» compuesto por cuatro figuras y un conjunto de 20
trazos o puntos irregularmente dispuestos, alternando los de color negro y rojo oscuro. El tamaño de los motivos oscila entre los 18 cm. del
antropomorfo central y los apenas 8 cm. de algunos de los puntos.
El grupo m», está compuesto por tres grupos de puntos o trazos y
tres figuras claramente delimitadas. Todas en color rojo oscuro. Las
dimensiones oscilan entre los 15 cm. de uno de los antropomorfos y
los 7 cm. de uno de los puntos.
El grupo «C» lo componen cuatro antropomorfos, un pequeño círculo y dos grupos de puntos. Las dimensiones oscilan entre los 16 cm. de
uno de los antropomorfos y los 6 cm. de uno de los puntos (fig. 4).
(11) GAl\CIA y CARRASCO, op. cit. not. 5 , pág. 184 y es.
- 326 -
[page-n-333]
C UEVA Dt: LA HIG U ERA
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Fig. 4 . - Calco d e 1as pintur as
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[page-n-334]
[page-n-335]
ABRIGO DB LA mGUB.RA
a)
9
Figuraciones esquemáticas
En el repertorio iconográfico de las motivaciones circulares y junto a las que tienen un carácter eminentemente solar, son de destacar
estructuras con unos proyectos figurativos de otra índole.
En el caso de las pinturas esquemáticas del abrigo de «La Higuera», hay un patente predominio del esquema simbólico-antropomorfo,
en una particular forma de concepción redondeada donde el elemento
esencial es el tronco, rodeado circularmente por los brazos, pero, en
este caso destacando también otro esquema circular en relación a la
pelvis y a las piernas, ofreciéndose así una figura parecida a un ocho
·y ·a'travesa'd· pot un ·ejEr venic·aJ;-donde' se · ncluirfa la cabeza· ·et trona
t
;
co y a veces un pequeño apéndice, que algunos autores consideran un
símbolo fálico.
Esta forma de destacar determinadas partes como sfmbolos de la
estructura general va asociada a una concepción del pensamiento
«pars-pro-toto», por el que para un individuo en la fase abstracta o prelógica, una parte puede representar al todo. El culto al círculo y su
concepción como centro se inserta en la idea de lo sagrado como base
. de la religión comunitaria en la fase arcaica, siendo uno de los puntos
más interesantes del análisis del espíritu primitivo.
Uno de los signos.más corrientes en la evolución de los diversos
motivos esquemáticos, es sin lugar a dudas la figuración humana,
planteada en distintos niveles de abstracción y con un sentido progresivo de síntesis expresiva, proveniente de una mayor capacidad, en el
tiempo, de selección.
En las representaciones prehistóricas y primitivas, piensa Wernert,
que las figuras humanas son símbolos «convencionales», apareciendo
las figuras individualmente como es frecuente, y a veces por parejas,
como podemos observar en el conjunto «C» del abrigo que estamos
considerando y en otros abrigos del Subbético (12).
P. Acosta, respecto al posible significado del sfmbolo humano, dice que se trataba de elevar al hombre a su categorfa de protagonista y
en este sentido quizás tenga razón la teorfa que dice, que en las
interpretaciones primitivas, hay una clara identificación de la figura
masculina con el sol y de la femenina con la luna. La homologación
del «hombre con el astro, culmen de su adoración, puede efectivamente indicar un deseo de considerar al hombre como centro» (13).
!121 GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5. Ver cCuevas de las Vareas», fig. 8.
(13) P. CAST~EDA NAVARRO: cSemiosis y función simbólica en la pintura esquemática rupestre». (Memoria de Licenciatura. Facultad de Letras. Inédita). Granada, 1978.
- 327 -
[page-n-336]
10
CARRASCO Y CASTAiniDA
El esquema más usado de tipo antropomorfo en el abrigo de «La
Higuera» es ~1 de «Phb griega y «Brazos en Asas», con paralelos muy
claros. B. Brea ve en ellos una gran influencia micénica e incluso le
encuentra semejanzas con las grafías minóicas y micénicas del Palacio de Cnosos, Hagia Triada y Pylos (14). Esta posible asimilación de
las figuras en asa con determinadas grafías es una idea que se hace
cada vez más extensiva, indicando un posible origen de los signos de
la escritura, en la estilización de algunos iconos esquemáticos, que
fueron derivando a signos totalmente convencionalizados. Este es un
tema aún por estudiar y, a pesar de su invalidez cientffica actual, de
gran inter" _ ...............--··· ...... ............. ·-· ... .
és.
.................... .
En este sentido de las posibles analogías entre grafismos y analogismos hubo, entre los historiógrafos de fmales del siglo XIX y principios del XX, intuiciones de relación de los signos prehistóricos y los albores de la escritura primitiva.
Así mismo es interesante apuntar la posible y curiosa relación, al
mismo tiempo, de algunas figuraciones esquemáticas con caracteres
gráficos ibéricos (15).
Los tipos antropomórficos en general han sido interpretados de
una manera esencialmente especulativa, ofreciendo a veces teorías
hermenéuticas tan atractivas como acientificas. En el campo de las
interpretaciones psicoanalíticas -<> supuestamente psicoanalític~ se
han llegado a.explicar algunos dibujos como elementos míticos y relacionados con la fecundidad, a partir de concepciones sagradas de las
cavernas. Concretamente Gómez Tabanera, refiriéndose a un dibujo
esquemático, prácticamente igual a la figura inmediatamente inferior del conjunto «a» del abrigo de «La Higuera» (fig. 4), dice que «tiene
la ventaja de que quizás nos explica, de una vez para siempre, la existencia (... ) de esos extraños dibujos y grabados, conocidos bajo el
nombre de «Vulvas» (16). En realidad, esta suposición no deja de ser
una bella afirmación esotérica.
En lo que se refiere a la existencia de zonas de punteados, con frecuencia asociadas a figuras más claras, hemos de insistir que en el
presente, y en esto coincidimos con Hernández Pacheco y Cabré, no se
puede dar una explicación suficientemente documentada de lo que
(141 L. BERNABO BREA: cLa Sicilia prehistórica y sus relaciones con Oriente y con la
Penlnsula Ibérica~. Ampurias, XV-XVI. Barcelona, 1953-4, págs. 137-237.
(151 M. BELTRAN LLORlS: «Problemas en tomo al signo Ibérico Y». Mise. Arqueolog. 1.
Barcelona, 1974, págs. 141-151.
(161 J . M. GOMEZ TABANERA: cLa caverna como espacio sagrado en la Pehistoria humana~. Public. 1nst. Est. y Folk. «Hoyos Sainzt, V, Santander. 1973, págs. 111- 127.
- 328 -
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ABRIGO DE LA HIGUERA
11
representan tales signos. Lo que sí es evidente es que tales·manifestaciones pictóricas aparecen con enorme frecuencia, desde el auriñaciense hasta el comienzo de la Edad de los Metales.
Al respecto, analizando Hernández Pachecho las pinturas de la
Cueva de la Araña óbservó la existencia de un conjunto de puntos o
pequeñas manchas irregulares, de color rojo oscuro y con irregular
disposición: «... respecto a su significación, no tengo deducción alguna; no pueden considerarse como representaciones de constelaciones,
ni creo que signifiquen contabilidad alguna, pues no guardan unüormidad ni en la situación, forma, ni en el tamaño» (17).
E;~ t9~0. ~t~-qpp~~~Q. ~P.ªr~q~ ~ IJ\~qudo 1,1,1,1 tipQ _ ºg~ra~~on~s
c;le
icónicas, que generalmente no se han considerado o se han englobado
en los esquemas tipológicos de «peines» o similares. Reflriéndonos, en
concreto, al objeto iconográfico inmediatamente superior, del conjunto «h» de nuestro abrigo creemos que responde a un esquema animalfstico.
Esto reviste una cierta veracidad si pensamos en el sentido tetémico del culto a los animales, que en las fases primitivas, según apuntan algunos investigadores, suponen el culto a los antepasados en la
creencia de que el animal es el sim.il de la reencarnación de los antepasados.
K. Seeberger recoge esta misma idea del parentesco mítico del
animal y el hombre, y es competente la relación que podemos hacer
del concepto de participación mística de Levy-Bruhl, que se basa en la
existencia de una doble realidad anímica en el hombre: por un lado, el
alma salvaje de la naturaleza, identificada en un animal; por otro la
realidad antropomórfica. De ahí que en los esquemas rupestres estas
posibles figuraciones zoomórficas van siempre concatenadas con esquemas humanoides.
Esta proyección anímica-humana en los elementos animalísticos
vienen en cierto modo a demostrar el que los abrigos rupestres hayan
sido desde antaño ubicaciones de índole religiosa, con un evidente origen en las relaciones mítico-mágicas de los ámbitos del Paleolítico.
Las figuraciones zoomórficas del Neolftico y Edad de los Metales están completamente trasladadas a un plano de gran abstracción, con
unas referencias formales bastante diluidas. Las figuraciones más comunes al contexto del culto de lo animal son normalmente, ciervos,
cabras, etc., que suelen ir vinculados a símbolos solares, a símbolos
de la agricultura, o de la virilidad.
117) B. HBRNANDBZ PACHBCO: «Las pinturas prehistóricas de la Cueva de la Araña
IValencia}t. Com. Inv. Paleont. y Preh.• 'Mem. ntím. 34. Madrid, 1924, pág. 27.
- 329 42
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12
CARl\ASCO Y CASTASEDA
Leach refiriéndose al ámbito de los signos y símbolos y recogiendo
la tradicional idea dial~ctica entre cultura humana y naturaleza,
abunda en la doble sel~cción, en el primitivo, de lo~ mitos de los «ciclos» y las enearnaciones periódicas de la vida, asociadas al triple emblema humano-solar-animal.
VI
CONCLUSIONES
.. ..
...
. ............... ····-···.... ..
Vamos a analizar las pinturas del abrigo de «La Higuera» globalmente, junto con todas las conocidas hasta la fecha, en el Subbético
andaluz. Estudiarlas aisladamente, relacionándolas con otras similares peninsualres nos llevarían a conclusiones erróneas.
Ya decíamos en otro.lugar (18), que las manifestaciones esquemáticas una vez que son plasmadas consiguen tener una vida propia tan
significativa que serian retomadas por hombres y culturas más
tardías, cuando ya los comienzos de la realidad que les dio origen y
sus referencias originarias habrlan sido olvidadas y renovadas por
otras problemáticas. Además hay que tener en cuenta que hablar de
esquematismo es hablar de variaciones que pueden corresponder a
variantes cul~uraies y también a desfases cronológicos, a arcaísmos y
perduraciones (19).
Creemos que gran parte de la problemática cultural que envuelve
a la pintura esquemática se deriva en primer lugar de una falta de conexión con yacimientos arqueológicos propiamente dichos y a su vez
de un desconocimiento manifiesto de la región geográfica en donde
están enclavados los abrigos. A este primer problema habrla que añadir el hecho frecuente de realizarse estudios y síntesis en base a copias y fotograflas de segunda mano, es decir, obtenidas por terceros (20).
En nuestra opinión, consideramos que para estudiar o intentar
aproximarse al fenómeno esquemático, en principio hay que efectuar
una revisión de la gran mayoría de los abrigos conocidos desde anti-
(18) CARRASCO Y CASTAfnmA. op. cit. not. 8.
(19) J. PORTEA: «Grabados rupestres esquemáticos en la provincia de Jaém. Zepbyrus,
XXI-xxn. Salamanca, 1970-71, pág. 151.
(20) Al respecto ver: cDebat sur l'art rupestre de la Peninsule Iberiqu.e et de Francet.
cValcamonlca Symposiwm. Capo di Ponte (Edizione del Centro) 1970, pág. 106 (en especial
algunas observaciones del Dr. Ripoll).
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ABRIGO DB LA HIGUERA
13
guo y prospectar las regiones en donde se hallen de una forma sistemática. Por otra parte hay que desterrar la vieja idea de considerar el
arte esquemático como un producto residual y degenerado, sin conexión alguna con la realidad en el momento de tratar las figuras, y propio de gentes inhábiles. Múltiples textos, que abordan este tema, apelan a las decadencias artisticas y muchos investigadores caen en el
problema de las interpretaciones, es decir, en el de etiquetar los iconos pictóricos, para así poderlos relacionar incidiendo casi siempre en
lo que vulgarmente llamamos como de «ad usum privatum», para justificar diferencias estillsticas o geográficas. Es decir, en el momento
.de .encuadrar estilistiqan.umte_la~. p~tur~s , se.recurre a .~~r@nq~ personales y poco convincentes como por ej.: «semiesquemáticas», «seminaturalistas», «relativamente ... », «simbólicas~ , «abstractas», etc. calificativos que en la práctica no tienen una aplicación real.
Ultimamente algunos investigadores, considerando este problema
terminológico, han llegado a esta misma conclusión. Al respecto
habría que preguntarse con Jordá: ¿dónde empieza el semiesquematismo y dónde el seminaturalismo1 ¿Cuál es el punto de coincidencia o
modelo para que a lo que a ~osotros nos resulte seminaturalista a otro
investigador le resulte igualmente tal? (21). Es obvia la conclusión de
que estamos bar~ando apreciaciones muy subjetivas y ya va siendo
hora de ir desterrando definitivamente los conceptos vacíos, que vienen a complicar aún más el mundo de la pintura esquemática. Seria
conveniente, hasta que no se aislen sus procesos internos y etapas
evolutivas, seguir denominando a estas pinturas con la. clásica denominación de «esquemáticas» sin más detalles.
Aún hoy día, después de casi un centenar de años de conocerse
las pinturas, es totalmente arriesgado realizar síntesis sobre ellas. Es
necesario documentar perfectamente zonas geográficas bien delimitadas, analizando pinturas y yacimientos para poder relacionarlos en
su dinámica interna para así concatenar fenómenos y llegar al fondo
de la cuestión.
Siguiendo este proceso lógico, hace tiempo que estamos estudiando las pinturas esquemáticas en regiones restringidas de Andalucía
Oriental. Por el momento en Sierra Morena y en las Sierras Subbéticas.
Dentro del Subbético, al cual pertenecen las pinturas que estamos
viendo, hemos delimitado dos zonas geográficas claramente diferenciadas. Por un lado el Subbético Oriental, que comprendería desde sus
(211 F. JORDA CBRDA: «Problemas cronológicos en el arte rupestre del Levante espaAob. Congreso Internacional de Historia del Arte. Tomo I. Granada, 1976, págs. 155-163.
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14
CARRASCO Y CASTdBDA
comienzos en las Sierras de Cazorla y Segura hasta el Guadiana Menor, y por otro, el Subbético Central que iría desde este rfo hasta el
Genil. Por el nvrte esta región estarla delimitada por las campiñas
jiennenses y por el sur con los montes granadinos.
Es curioso el que se haya venido considerando al Subbético como
un «eje natural en la progresión de las pinturas rupestres esquemáticas» (22), cuando esta zona en la bibliografla antigua sólo· estaba documentada por la «Cueva de las Grajas» y «Collado del Guijarral», estando toda ella en blanco arqueológicamente. Tras los últimos hallazgos, si podemos considerarlo como tal (23).
.. . _ e .1~~.-~Q~ Pl!ñ~~..~~
D
considerar el Central, menos conocido bibliográficamente y «a priori»
con una problemática cultural sensiblemente diferente. Analizaremos
algunas de las investigaciones relacionadas con él, planteando el posible poblamiento prehistórico con el fm de poderlo relacionar con las
manifestaciones artísticas.
Dejando a un lado las poblaciones paleoliticas, las cuales creemos
se salen del ámbito de las pinturas y las epipaleoliticas, prácticamente
desconocidas por estas l~titudes, habrfa que comenzar por los vestigios neoliticos.
La denominada «Cultura de Cuevas» (24) con cerámicas decoradas impresas o incisas, está ampliamente documentada. De Oeste a
Este tendríamos que comenzar con la «Cueva de los Murciélagos» de
Zuheros (Córdoba), cuya secuencia estratigráfica abarcarla desde un
Neolitico Medio antiguo hasta un Neolitico Fina1/Eneolitico (25). En la
provincia de Jaén, procedentes de la «Cueva de la Chatarra» y «Cueva
del Plato» (Castillo de Locubin), se hallan depositadas en el Museo Arqueológico de Jaén una serie de vasijas con decoraciones incisas principalmente, relacionadas muy posiblemente con algunas cerámicas
del Estrato IV y V de la «Cueva de los Murciélagos» (26), geográfica-
(22) Pilar Acosta asilo recoge como tal. ACOSTA, op. cit. not. 7. FORTEA también lo considera as(, ver: FORTEA Y BRRNIER, op. cit. not. 6.
(23) Hoy día, si hay pinturas documentadas en todo el Suhbético, asi como gran cantidad
de yacimientos arqueológicos de diverso tipo.
(24) Segó.n la terminología propuesta por P. BOSCH GIMPRRA: «Problemas de las civilizaciones del Neo-RneoUtico Occidental y de su cronolog(u. IV Congre. Inter. Cienc. Preh. y
Protoh. Madrid, 1954. Zaragoza, 1956, pAga. 643-655.
(25) A. M. VICRNT ZARAGOZA y A. M. ~OZ AMn..IBIA: cSegunda Campaña de Excavaciones: La CUeva de los Murciélagos, Zuheros (Córdol)a), 1969». :Exc. Arq. en España, 77.
Madrid, 1973.
(26) VICRNT Y ~OZ, op. cit. not. 25. Ver fig. 19. Estrato IV, ftg. 25. Vaso de la forma
dob. fig. 27. Vaso de la forma c<ñ.
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ABRIGO DI LA HIGUBRA
16
mente cercana. Más hacia el Este está la «Cueva del Cazljorro» que se
sitúa en las estribaciones de la Sierra de Jabalcuz, prolongación de las
Peñas de Castro (término municipal de Jaén). ne· este yacimiento proceden algunas cerámicas con decoración impresa a peine o punzón,
representando principalmente «dientes de lobo» debajo de lineas paralelas también impresas (27). Cercano a esta cueva se ubica el «Cerro
Veleta», situado en la Sierra de los Propios, delimitado por el arroyo
de la Parrilla al Oeste y Norte, el río Ouiebrajano al Este y al Sur por
el Cerro Calar, del cual proceden gran cantidad de sílex y algunas cerámicas impresas e incisas con la técnica del «punto en raya» (28).
Más hacia el Este, en el Macizo de Sierra Mágina se h~l!ª- la «.Cu~:v.~
derGuadalijan (Hiielriial{2.9): d·e la ciúii pro.céde un vaso con decoración impresa (30).
En la provincia de Granada, en el limite meridional del Subbético,
habría que mencionar la «Cueva de la Carigüela» (Piñar) (31) conocida
sobradamente y la «Cueva del Agua» de Prado Negro (Iznalloz) (32) de
la cual proceden las cerámicas impresas con motivos antropomórficos.
Estas cuevas se hallan en los afloramientos calcáreos Secundarios
y Terciarios en altitudes medias que oscilan sobre los 1.000 m. sobre
el nivel del mar. El hecho de estar la mayoría de estos yacimientos sin
excavar nos restringen en gran parte la visión que pudiéramos tener
de estas primitivas poblaciones. Sin embargo, por sus habitats ciertamente similares, en lugares escarpados de dificil acceso se nos aparecen estos asentamientos humanos como formando parte de un mundo
bastante homogéneo.
Los únicos datos socioeconómicos que podemos obtener de estas
poblaciones ~ogloditas, además de los puramente geográficos y en
1
(27) Las cerémicas se hallan en poder de don José López Murillo, vecino de Jaén.
(28) GRUPO DE BSPELEOLOGIA MONT.AimROS DE JAEN: «
1974. Pág. 35 (en multicopia).
(29) En abril de 1977 realizamos una prospección a dicha cueva en compaiUa de nuestra
compaiiera M.• S. Navarrete Enciso, pudiéndose comprobar que toda ella está cubierta por
un venero de agua.
(30) Los fragm. ntos cerámicos se hallan depositados en el Museo Arqueológico de Jaén,
e
a cuyo director don Juan González Navarrete le debemos la noticia del hallazgo.
(31) M. PBLLICER CATALAN: «El Neolítico y el Bronce de la Cueva de la Carigüela de Pifiar (Granada)». Trablijos de Prehistoria. XV. Madrid, 1964.
(32) M. S. NAVARRETB ENCISO: «Avance al estudio del material de la Cueva del Agua
de Prado Negro (Iznalloz-Granada). Algunas cerémicas impresaS». XIV. C.N.A. (Vitorla,
1975). Zaragoza, 1977, págs. 367-376. Un estudio más completo sobre el mismo yacimiento
puede encontrarse an CUadernos de Prahistoria, nóm. 2 de la Universidad de Granada (en
prensa).
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16
CARRASCO Y CASTAREDA
cierto modo ecológicos, derivados de las prospecciones efectuadas y
de lo que se puede dilucidar de las propias pinturas, son los que nos
ofrecen las excavaciones realizadas en «La Carigüela» y «Cueva de los
Murciélagos», muy escasos ciertamente. El estudio de la fauna de la
primera de las citadas, no ha sido efectuado, siendo fundamental para una mejor comprensión del cardial en Andalucía Oriental. La fauna de la segunda cueva, estudiada muy escuetamente (33), nos indica
la existencia de especies domesticadas con un porcentaje relativo de
animales salvajes. Esta misma cueva ha proporcionado trigo (Tr. Dicoecum y Tr. aestivum) y cebada.
· · · · ........ - · · · · · · ... De-lo..anterior, p.odemos deP. 9ir:
U
economía basada en una agricultura rudimentaria " .e.species docon
mesticadas, completada é:on la carne que proporcionaba la caza, que
por estos lugares hubo~de ser muy abundante.
Hasta la fecha en esta región, los únicos niveles antiguos con cardial conocidos son los basales de la Carigüela, no conociéndose su posible entronque con un momento anterior epipaleolítico que muy fácilmente exista en ella. Pese a todo nos inclinamos a pensar que estas
poblaciones tuvieron una evolución «in sitw a partir de un Paleolítico
(ampliamente documentado) y Epipaleolitico (sin documentar) tomando del exterior ciertas adquisiciones neolíticas que acabarían por modificar más o menos profundamente su identidad cultural (34).
Gran parte de las cuevas que hemos visitado, son difíciles de estudiar, por haber sido afectadas por grandes cataclismos. Fruto de los
cuales, ha sido la desaparición de gran parte de ellas.
Muchas de estas cuevas pervivieron durante el Eneolitico, como
sucedió con la «Carigüela» (35), .«El Canjorro», «Cueva del Plato», «Cueva de la Chatarra», etc. A partir de estos momentos nuevas cuevas
son habitadas por primera vez, como pudo suceder con la «Cueva de
la Pintá» (Piñar) (36), «Cueva del Castellón» (Campotéjar) (37). Los habitats al aire libre empiezan a ser más frecuentes, como por ej.: el «Cerro de San José» (Alcalá la Real) (38), «Torre de Mingo Andrés»
(331 ytCBNT y MURoz. op. cit. not. 25, pág. 99 y ss.
(341 J . GUILAINB: ILa neolitizaci6n de las costas mediterráneas de Francia y Españu.
Cuadernos de Prehistoria y Arqueologfa Castellonenses, núm. 3. Castellón, 1976, pág. 40.
(35) PELLICBR, op. cit. not. 31.
(361 M. D. ASQUERINO: cCUeva de la Pintá (P.I.t1ar-Granada)J. Not. Arq. Hiap., núm. XVI.
Madrid, 1971, págs. 77-157.
·
(371 J. C. SPABNI: «La cueva sepulcral Neo-Eneolftica del Cerro del Castell6n, en Campotéjar (Granada)•. Speleon, año IX. núm. 34. Oviedo, 1958, págs 3-21.
(38) El yacimiento se halla en el cerro del mismo nombre, muy cercano al casco urbano
de Alcalá la Real. En superficie hay una abundante industria residual de sflexjunto con cerámicas de clara tlpologia eneol1tica.
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ABRIGO DE LA HIGUERA
17
(Moclín) (39), «Los Arenales» (Loja) (40) y «Sierra Martilla» (Loja) (41 ).
Problemas diferentes son los que ofrecen los yacimientos de las «Peftas de los Gitanos» (Montefrío) (42), en donde sobre un sustrato poblacional del Neolítico Final se va a desarrollar una población aculturizada hasta bien entrada la Edad del Bronce.
Algunas de estas cuevas a su vez fueron utilizadas para enterrar,
como sucedió en el «Cerro del Castellón» (Campotéjar) (43), «La Zorrera» (Moclín) (44). Otras sólo fueron utilizadas como sepulcros, por ej.
la «Cueva del Frage» (45) (Iznalloz).
Los monumentos funerarios megalíticos son frecuentes, especialmente.. en.J.a. región. g¡:anadina ...Recordemos..las ..necr.ópolis .de Mon= .
tefrfo (46) ampliamente conocidas y las aún inéditas de «Los Arenales»
y «Sierra Martilla» en Loja (47), además de los megalitos de Tozar
(48). En la provincia de Jaén, este tipo de enterramientos aparecen
aisladamente, no formando grandes conjuntos, estando en su mayoría ligados al círculo granadino como por ej. los de Alcalá la Real
(49), «La Guardia>) (50) y Cerro Veleta (51). En la vertiente jiennense
(39) El yacimiento se ubica en la parte alta de la denominada cTorre de Mingo Andrés».
En superficie aparece gran cantidad de.cerámica y silex. En él efectuaron algunas catas de
prospección Garcfa Sánchez y Pellicer, hallando gran cantidad de cerámicas principalmente
fragmentos de bordes de platos eneolíticos y hachas de piedra.
(40) En una prospección que efectuamos uno de nosotros (J. Carrasco) en el téimino de
Loja, se descubrió una necrópolis de cistas megaliticas en el lugar denominado «Los Arenales». Las tumbas en gran parte aparecen violadas desde antiguo. En superficie hay una gran
cantidad de sílex y algunos fragmentos cerámicos lisos.
(41) El yacimiento de Sierra Martilla, inédito totalmente, está compuesto por poblado y
ocho megalitos en gran parte violados.
(42) A. ARRIBAS PALAU y F. MOLINA GONZALEZ: «El poblado de Los Castillejos en las
Peñas de los Gitanos (Montefrio, Granada). Resultados de las campañas de 1971 y 1974•.
XVI C.N.A. (Vitoria, 1975). Zaragoza, 1977, pégs. 389-407.
(43) Según comunicación verbal de su óltimo excavador Federico MoliDa.
(44) GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5, pég. 168.
(45) M. GARCIA SANCHEZ y J. CARRASCO RUS: «Enterramiento de la E.dad del Bronce
de la Cueva de Frage, en el Cerro Oscuro (lznalloz, Granada)». Cuadernos de Prehistoria,
nóm. l. Granada, 1976, págs. 119- 124.
(46) C. MERGELINA: «La estación arqueológica de Montefrio (Granada): l. Los dólmenes». Boletin del Seminario de Arte y Arqueología, VIII. Valladolid, 1942, págs. 33- 106.
(47) Son especialmente interesantes los megalitos de «Sierra Martilla~t, entre los cuales
posiblemente haya alguno intacto. La tipología de estos sepulcros es bastante extraña, no conociéndose paralelos en la región.
(48) GARCIA y PE.LLICER, op. cit. not. 5, págg. 167.
(491 M. GONGORA MARTINEZ: «Antigüedades Prehistóricas de Andalucfa~t. Madrid,
1868. En el término de Alcalé la Real, Góngora señaló la existencia de varios dólmenes: «Dolmen del Hoyóm, del cHerradero• y de la cCorcojalt.
(50) GONGORA, op. cit. not. 49.
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18
CARRASCO Y CASTA:AxDA
van a predominar y desarrollar los enterramientos en «cuevas artificiales». De cronología antigua pudo ser la que estudió Góngora entre
Torres y Albanchez (52), así como la de «Cabra del Santo Cristo» (53).
Más modernas serian las de los «Marroquíes Altos», las cuales cronológicamente creemos que coincidirían con los comienzos del «Argar A»
en el Sudeste (al filo del II milenio a. C.) y perdurarían posiblemente
hasta un Bronce Tardío (54). Igual puede decirse de la «Cueva de Caño Quebrado», considerada durante largo tiempo como eneolitica
(55), principalmente por el tipo de enterramiento, ya que sus materiales cerámicos estudiados últimamente (56) pueden encuadrase per. ··· ····· · · ................ · ......... fectamente-en un·momento·evolueionado·del Argal' B y . aún durante el
Bronce Tardío. Enterramientos en cueva natural, posiblemente
eneoliticos, podrían ser los de Torre del Campo, de la cual procede el
célebre ídolo del mismo nombre (57).
La Cultura del Argar en esta región se conoce de forma aculturizada. Tipológicamente sus comienzos o «Fase A» es desconocida. Creemos que este lapsus de tiempo transcurrido, que a «groso modo» podemos situar entre los comienzos del II milenio a. C. y 1.650 a. c. aproximadamente, estarfa cubierto por formas eneoliticas retardatarias representadas bien por las cuevas artificiales o bien por poblaciones
campaniformes tardías (58). A una fase «lb, pueden pertenecer las se-
(5 1) M. CHICOTE UTIEL y J . LOPEZ MURII.LO: tNuevas pinturas rupestres en Jaém.
Boletin del Instituto de Estudios Giennenaas, núm. LXXVUI. Jaén, 1974, pég. 13.
(52) GONGORA, op. ci.t. not. 49, pégs. 77 y 78.
(53) B. BERDIGHEWSKY SCHER: «Los enterramientos en cuevas artificiales del Bronce
I Hispénico». Bibliotheca Praehistórica Hispana, vol. VI. Madrid, 1964, pég. 136.
(54) R. ESPANTALEON JUBES: cLa necrópolis en cuevas artificiales de Marroqufes Altos: Cueva Ilh. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses. XXV. Jaén, 1960, pégs. 35-47.
IDEM: «La necrópolis eneolftica de Marroquies Altos•. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses. XIII. Jaén, 1957, pégs. 165-171. M. R. LUCASPELLICER: «Otra CUI!Va artificial en la
necrópolis Marroqufes Altos de Jaém. Exc. Arq. en Espal1a, n6m. 62. Madrid, 1968. La revisión de algunos de los materiales de esta necrópolis puede verse en: CARRASCO RUS et alli :
«Influencias argérlcas en la provincia de Jaém. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses
(en prensa).
(55) R. GARCIA SERRANO: «Hallazgos eneoliticos en la provincia de Jaém. Boletin del
Instituto de Estudios Giennenses. X, núm. 40. Jaén, 1964, pégs. 9-16.
(56) CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
(57) A. BLANCO FREIJEIRO: «Die Altesten plast.iscben Menschen-Darstellungen der Iberischen Halbinsel.t. Madrider Mittellungen, 3, Heidelberg, 1962, pégs. 11-20. En esta cueva
de Torre del Campo, tenemos noticias de la existencia de pinturas esquemáticas asf como de
restos cerémicos.
(581 CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
- 336-
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ABRIGO DE LA HIGUERA
19
pulturas individuales en cuevas o recovecos de Castillo de Locubin
(59) ·y la cista de «Villalobos» en Alcalá la Real (60).
En la región granadina, este período está documentado tipológicamente con la espada y alabarda·de Montejicar (perfectamente estudiadas) (61) y cronológicamente con los estratos altos de-«Los Castillejos» (Montefrío) (62). ·
. Resumiendo lo anterior, podemos inferir que en el Subbético Central hubo un asentamiento de poblaciones desde tiempos paleoliticos
y un poblamiento denso a partir de un «Neolitico de Cuevas» hasta un
Argar aculturizado.
...GQ;Q. ~~~s.. primitiv.o.s.. nú.cle.o.s. de. población, .. hemos.. de .. relacionar
los abrigos con pinturas que conocemos.
En la provincia de Córdoba están documentadas las cuevas de
«Cholones» y «Murcielaguina» en el término de Priego, «Murciélagos»
en Zuheros y «Colorada» en Cabra (63). Fortea se:ii~ó cerca de estas
cuevas, yacimientos ricos con cerámicas a la almagra y otras que fecha tipológicamente en el «Bronce l». Para la «Cueva de los Murciélagos, ya hemos visto su. estratigrafia, de fácies neolitica.
El núcleo de pinturas de Moclin y Tozar-Limones está compuesto por los siguientes abrigos: «Cueva de Limones», «Cuevas Bermejas», «Pedriza del Pe:iiascal», «Cueva del Cortijo de Hiedra Alta»,
«Cueva del Hornillo de la Solana», «Cueva de la Ara:iia», y «Cueva de
las Vereas» (64). De estas cuevas que no son tales sino abrigos efectuados por una fuerte ·erosión eólica, no hemos podido localizar la pintura aislada de la «Pedriza del Peiiascal». Cercanos a estos abrigos están los poblados anteriormente aludidos de 1~ «Torre de Mingo
Andrés», «Las Peñas de Los Gitanos», las cuevas de la «Chatarra» y el
«Plato», el poblado de «San José», etc. De importancia es la cabra
montés grabada, que aparece en un ortostato de un megalito destruido de hi Peña de los Gitanos (65).
(59) La noticia de este yacimiento fue recogida por Corrall Maurel en el diario ddeab de
Granada con fecha del22 de enero de 1967. El estudio de Jos materiales puede verse en: CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
(601 La cista descubierta en 1972, en un lugar próximo a la aldea de Villalobos (Alcalá la
Real) por don Antonio Muftoz Molina, ha sido dada a con.ocer por: CARRASCO et alli, op. cit.
not. 54. '
(61) H. SCHUBART: «Las alabardas tipo Montejican. Estudios dedicados al profesor Pericot. InstitutO de Arqueología y Prehistoria de la Universid.ad de Barcelona. Publicaciones
eventuales núm. 23. Barcelona, 1973, pégs. 247-269.
(62) ARRIBAS y MOUNA, op. cit. not. 42.
(63) FORTEA y BERNIER, op. cit. not. 6.
(641 GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5.
(65) G. y V. LEISNER: «Die MegalithgrAber der Iberischen Halbinsel. Der Sildem. Berlin,
1943. Grupo 25: Montefrlo. Tafel, 152, núm. 6.
- 337 43
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20
CARRASCO Y CASTAR'XDA
El núcleo de pinturas de Jaén, está en relación con la «Cueva del
Canjorro», «Cerro Velet~ , «Cueva del Guadalijan, etc. Las pinturas
detectadas hasta la fecha son: «Cueva del Estorib, «Cueva de los Herreros», «Poyo de la· Min~ , «Cueva de los Soles», «Cueva de los Bastianes.», «Cueva de los Molinos», «Cueva del Canjorro», «Cueva de Castro»,
«Fuente de la Peña», «Cerro de la Mella», «Cueva del Plato» (4 paneles),
«Abrigo de la Higuera» {objeto de este trabajo), «Cueva de las Grajas.»,
etc. Las pinturas aparecen en abrigos, aunque se han aprovechado algunas rajas para el mismo fin.
En conjunto, comprobamos como los abrigos con pinturas y yacimientos. formaiLUil.bloque, .en..el cu(ll nQ. $~ ve ~a ~vQ.l.u,9iQn..e~~rn~
manifiesta, pero que su dinámica interna si se hace eco de los avances
que se están produciendo en las zonas limítrofes y concretamente costeras.
Las pinturas son bastante similares, apareciendo grupos humanos
aislados, grupos animales, escenas de caza, etc. Armas no suelen aparecer ni escenas de domesticación aunque se han querido ver algunas
de ellas en la «Cueva de las Grajas». Los animales que se representan
podemos considerarlos como salvajes, por ej.: ciervos y cabras monteses. Motivos frecuentes {sobre todo en Jaén) son los soles. Las figuras.
humanas más comunes, son las de «brazos en asas» y de tipo «cruciforme». Como atavíos personales sólo se documentan algunos personajes· con una especie de sombrero o «cubre-soles» (66).
Una vez vistos de pasada los diferentes asentamientos y pinturas
en estas sierras, habrfa que considerar uno de los problemas más acuciantes del fenómeno esquemático: el de su cronología.
En principio tendríamos que considerar las fechaciones que hari
ofrecido los investigadores que han trabajado sobre esta región. Por
orden cronológico, hemos de comenzar por los estudios de Garcia
Sánchez y Pellicer en el núcleo de Moclin (67). Fechan algunas de las
pinturas en el «Neolitico 1». Otras que consideran de transición las
sitúan en el Eneolitico Inicial, y por último, las más tardías, por sus
semejanzas con algunos ídolos almerienses, en un Eneolitico Final posiblemente. Respecto a los orfgeiles, indican que son pinturas con contactos claros con las de Jaén y Ciudad Real y con relaciones, quizás de
origen en el Sudeste y Levante. Intrínsecamente deducen tres etapas
para las pinturas: 1.0 Neolítico l. 2.0 Eneolitico Inicial y 3.0 Eneolitico
Final.
(66) CARRASCO et alii, op. cit. not. 8.
(6 7) GARCIA y PBLLICER, op. d t. not. 5.
- 338 -
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21
Bernier y Fortea estudiaron las pinturas del SE de Córdoba (68).
Para los cuadrúpedos representados en ellas, dan una fecha no anterior al Bronce I . Para los ídolos aculados, en tomo a los comienzos del
Bronce I y para las figuras humanas de «brazos en asas» (similares a
los antropomorfos impresos en las cerámicas de la Cueva del Agua de
Prado Negro) una cronología que oscila sobre el Bronce I . Por último
dicen que el conjunto de pinturas rupestres de la franja Subbética en
la provincia de Córdoba se sitúan cronológicamente a lo largo del
Bronce I Hispánico.
Después de estas opiniones, tendríamos que ver otras que aunque
............................ son.aplicables..a un ..espectro...z:egional más ..amplio, creemos.que son . fun~.
damentales para lo que estamos tratando. Algunas de las cronologías
que se han dado están relacionadas a veces con la pintura levantina,
porque se quiera o no, la pintura esquemática tradicionalmente siempre ha estado en función de ella, tanto por cronología como por estilo.
En algunos de los investigadores siguientes se pone de manifiesto este
problema.
Breuil que recogió en sus síntesis algunas de las pinturas de esta
región (por ej. la «Cueva de las Grajas») consideraba el esquematismo
como un arte pictórico preneolltico, enriquecido posteriormente con
motivos mucho más esquemáticos que llegarían a la Península durante el Neolltico y Eneolltico (69).
Pilar Acosta, ve el nacimiento del esquematismo como un fenómeno bastante tardío, quizás de finales del Neolltico como fecha más
temprana y considera que en las zonas de Levante y Sudeste, resulta
claramente posterior a las pinturas típicas de esta área, dadas las superposiciones (70).
Pericot, refiriéndose a las pinturas levantinas, considera que al
evolucionar en las montatias del Sudeste, se transforman en formas
esquemáticas y simbólicas imponiéndose en toda Sierra Morena y comarca gaditana y acaban por ocupar toda la Península (71 ).
Beltrán afrrma en sus múltiples trabajos que el fmal del arte levantino se puede establecer con bastante fJjeza, por la aparición de
las pinturas esquemáticas y representación de objetos datables desde
(68) FORTEA y BERNIER, op. cit. not. 6 .
(69) BREUIL, op. cit. not. 3.
(70) ACOSTA, op. cit. not. 7, pág. 184.
(71 1 L. PERICOT GARCIA: «Reflexiones sobre la Prehistoria Hispánica». Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia. Madrid, 1972, pág. 51.
-
339 -
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22
CARRASCO Y CASTASliDA
el2.345 ±80 de Los Millares hasta ell500 o algo después a. C. Es decir, que explica los epígonos del arte levantino por el nacimiento del
arte esquemático (72).
Por último, Jordá en algunos de sus estudios, propugna una contemporaneidad y un origen más o menos común para la pintura esquémática andaluza y la estilizada levantina (73), naciendo ambas
tendencias en una región del Sudeste español, comprendida entre el
Norte de Alicante y la parte occidental de Almerfa (74).
En un trabajo paralelo (75), que hemos realizado sobre el panel
«A» de la «Cueva del Plato» (unos 30 m. por encima del Abrigo de la Hi.-guera)..damos..una s. .rie_ ..similitudes..con _sus pintur.as,_.b as.adas prine de
cipalmente en algunas decoraciones de objetos muebles como pueden
~er las cerámicas. Resumiendo, las conclusiones a las que llegamos
nos indican que las pinturas rupestres esquemáticas en la Península
tienen sus orígenes en zonas restringidas del Sudeste. Para sus inicios,
propugnamos una cronología relacionada con un cardial. Un primer
gran desarrollo de la pintura corresponderla a un Neolitico Medio de
Cuevas, momento de la tipificación de las cerámicas impresas e inicios de las incisas. Un segundo «flourib de la pintura correspondería
con la «Fase Millares b , momento en el que se fechan las «Cerámicas
simbólicas» y los ídolos planos (mediados del m milenio a. C.) (76).
Los epígonos de esta pintura los hemos situado en función de la región
arqueológica a estudiar.. Para la zona geográfica que estudiamos, no
creemos que perdurara hasta un momento tardío de la Edad del Bronce (77) apoyándonos para esto en los yacimientos de la zona.
En fechas absolutas y en base a las aportadas por el e14 en la
«Cueva de los Murciélagos» (78), nos atreveríamos a situar unos orígenes en los albores del V milenio a. C., y sus perduraciones no las llevaríamos más allá de mediados del n milenio a. C.
(72) A. BBLTRAN MARTINEZ: cA.rte rupestre levantino». Zaragoza, 1968. IDEM: cElarte rupestre levantino». Historia 16, febrero, 1977, pAga. 91-98.
·
(73) F. JORDA CERDA: «Notas para una revisión de la cronologfa del arte rupestre levantino». Zephyrus, xvn. Salamanca, 1966, pégs. 47-76.
(74) JORDA, op. cit. not. 73.
(76) CARRASCO y CASTAlmDA, op. cit. not. 8.
(76) B. BLANCH: «Die Anfánge d.e r Metallurgie auf der Iberiachen Halblnseb. S. A. M ., 4.
Berlin, 1971, péga. 51 y as.
(77) Los yacimientos cercanos a loa abrigos con pinturas n.o se pueden remontar cronológicamante més allé de un Bronce aculturizado, que corresponderla a los epfgonos del Argar o
aJ Bronce Tardfo.
(78) J. GUILAINE: eLes Recentes Orientations du NeoUthique anclen en Mediterranée
OccidentaJe». Rev. Atlántica, nlÍDl. 1, 1976, péga. 1-15.
- 340-
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ABRIGO DB LA HIGUERA
23
Esta cronología chocaría con la propugnada para la pintura levantina (79) en cierto modo paralela. Por eso nos hemos referido anteriormente a los estudios de Beltrán y otros principalm- nte.
e
No vamos a entrar en la problemática de la pintura levantina,
fundamentalmente por no tener un conocimiento arqueológico «in sitw profundo de la región geográfica en donde se ubica, ni de sus posibles conexiones con la esquemá~ca (quizás las comprobemos o no,
cuando hayamos terminado de éstudiar y revisar los abrigos de Sierra Morena). Sin embargo, y en apoyo de la fechas que hemos ofrecido, se nos ocurre una pregunta lógica, y es la siguiente: si las pinturas
levantinas cubren las manifestacionQs artísticas. .con. el. ..transfondo
se le· -q'uiei·a dar, dtrrante.un Íargo.lapsus de tiempo (VI-II milenio
s
a. C.) (80). ¿Qué manifestaciones artfsticas hubo durante ese tiempo
en Andalucía Oriental? ¿Es que hasta finales del III milenio (fecha célebre del 2345 a. C.) las poblaciones prehistóricas asentadas en estas
regiones del Sudeste no tuvieron un tipo de manifestaciones artísticas? ¿Es que hubo vacio cultural? o ¿poblacional?
Tras las fechas absolutas obtenidas en lugares hinterland, como
puede ser «Los Murciélagos» de Zuheros, en las últimas estribaciones
Subbéticas, podemos considerar a la vista de yacimientos como La
Carigüela y otros no conocidos bibliográficamente (81), que el poblamiento prehistórico hacedor de las pinturas levantinas, está ampliamente documentado en Andalucía Oriental. Las motivaciones artfsticas como hemos visto también están presentes (82). Tradiciones pictóricas existen desde el Paleolítico como está demostrado en algunas
cuevas malagueñas (83) y últimamente por algunas cuernas de bóvi-
que
1791 Especialmente ver BELTRAN op. cit. not. 72.
(801 BELTRAN, op. cit. not. 72.
(81 1 Son abundantfsim.a s las cuevas con material neolítico en la provincia de Granada
que no son conocidas bibliográficamente. En Jaén, arqueológicamente poco conocida, también son frecuentes estas cuevas, sirviendo de nexo de unión entre el Sudeste y las estribaciones cordobesas.
(821 CARRASCO y CASTA:fmDA, op. cit. not. 8.
(S31 Por ej. en Ardalea: S. GIMENEZ REYNA: d.a Cueva de Doña Trinidad de Ardalea».
Mélaga, 1963. IDEM: «La Cueva de Doña Trinidad de Ardalea». Misc!llánea en Homen¡:ije al
Abate Breull, tomo l . Barcelona, 1974.
Nelja: S. GIMENEZ REYNA: d.a Cueva de Nelja, Málaga». Excma. Diputación de Málaga, 1962. J . PEREZ DB BAlU\ADAS: d.a Cueva de Nelja, Málaga. Avance a su estudiO». Delag. de Bxcav. Arqueológicas en Málaga. Madrid, 1961.
Pileta: E. BREUIL, H. OBBRMAIER y W. VERNER: «La Pileta é Benaojan (Málaga, Espagnelt. Institut de Paleont. HumaJne. Monaco, 1915. J . A. BULLON y M. LORETO: «Dos
nuevas pinturas en la Cueva de la Pileta». Monograftas espeleológlcas, 2. Málaga, 1973. L. R.
DAMS: «L'art de la caverna de la Pileta. Essai sur l'ecole d'art paleollthique Medlterraneém.
Travaux de' l'Instltut d'art Prehi.storique, XIX. Toulouse, 1977, págs. 39-92. S. GIMENEZ
REYNA: «La Cueva de la Pileta». Málaga, 1963. J . PEREZ DE BARRADAS y M. MAURA Y SALAS: «Nuevos descubrimientos de la Cueva de la Pileta. Benaojan. Málaga». Madrid, 1936,
etc.
-
341 -
[page-n-350]
24
CARRASCO Y CASTA:RBDA
dos ·grabados de la región de Alfacar (84). Entonces y considerando hi
tesis de Jordá, creemos por el momento, en un desarrollo si no anterior, por lo menos paralelo a las· otras pinturas rupestres post-paleoliticas de tipo levantino. En el caso de las esquemáticas, arrancarían
sus orfgenes desde un cardial o cerámicas antiguas impresas, continuándose con momentos más o menos álgidos y cuyos epfgonos dificiles ·de precisar, estarfan en consonancia con el tipo de poblamiento
antiguo de la región en donde se hallen, en función principalmente de
Este a Oeste y de Sur a Norte .
.. . . •.. ·········- --···-·
......
..... _, ..............
........ '"'" .............. .. .
(84) J . CARRASCO RUS, l . TORO MOYANO, M. ALMOHÁL.LA GALLEGO y J . GAMIZ JI:
MBNBZ: cNuevos hallaz.goa Paleolíticos en la Provincia de Granado (en prensa).
- 342 -
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia. 1981)
JOSE GONZALEZ ORTIZ
(Puertollano)
LAS
. .. ··· ........ -· ......................... ·
PINTURAS RUPESTRES ESOUEMATICAS
o eL. "
c"HóRR.eFio
(Puertollano, Ciudad R e al)
I
Desde que en la segunda mitad del siglo XVIII (1783) Francisco
José López de Cárdenas, cura de Montoro (Córdoba) (1), descubriera
las pinturas rupestres de Peña Escrita y la Batanera en Fu.encaliente
(Ciudad Real), se han ido paulatinamente descubriendo hasta nuestros días numerosos abrigos y covachas con pinturas rupestres esquemáticas en el ámbito de la geografía manchega y resto de la Península
Ibérica, que ponen de manifiesto este nuevo ciclo de arte parietal
postpaleolftico.
Numerosas estaciones localizadas en el Levante, Sureste, Cádiz,
Sierra Morena y cuencas de] Guadiana y Duero, así como los descubrimientos de estos últimos años, localizados fundamentalmente en
Albacete, Granada, Jaén y Soria (2), que vienen a aportar un valioso
documento para el estudio de esta modalidad representativa en los albores de la Edad de los Metales.
La provincia de Ciudad Real cuenta hoy dfa con un amplio abanico de estaciones (3) que documentan perfectamente este nuevo ciclo
de arte rupestre esquemático, al cual hay que añadir esta nueva estación descubierta recientemente en Puertollano, estación con repre:
(1) R. GARCIA SERRANO : «Pintura rupestre en Ciudad Reab. Patronato Nacional de
Museos. Madrid, 1977, pág. 6.
(2) GARCIA SERRANO, op. cit., nota 1 , pág. 7.
(3) Pefta Escrita (Fuencaliente). Solana del Navlijo (Fuencaliente). Chorrera de los Batanes (Fuencaliente). Puerto Calero (Solana del Pino). Pedón Covatillas (Solana del Pino). Collado del Aguila (Solana del Pino). Garganta del Muerto (Solana del Pino). PeAón Amarillo (Solana del Pino). Sierra del Castlllo (Chinchón). El Torcón (Herencia), etc. Citados por GARCIA
SERBANO, op. cit., nota 1, pág. 13.
- 343 -
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2
J. GONZALEZ ORTIZ
sentaciones esquemáticas de bastante interés, integrada cronológica
y estilisticamente en el contexto provincial en cuanto al arte parietal
esquemático.
n
DESCUBRIMIENTO
En el día 12 de abril de 1979, en una prospección arqueológica de
. c~po re~li~A~--~~-}~..~j~rrª_q~ C.ala~ªva (Ciud.~ii4 R~al),__sjep:¡¡ ,gu_
e
arranca sus estribaciones cuarciticas en la localidad de Puertollano y
se extiende en dirección Este-Oeste hacia el Sacro-Convento de Calatrava (4), se descubrió en un pequeño abrigo rOCQSO varios signos esquemáticos pintados en la pared-techo que conforma al abrigo (bisel),
lo cual supuso un descubrimiento interesante (5), ya que hasta la fecha en la comarca de Puertollano no se había conocido nada parecido, a excepción de unos grafismos grabados en una pequeña covacha
próxima a la barriada de Asdrubal (6) (Puertollano), quedando las representaciones pictóricas más próximas a uno~ 40 kilómetros aproximadamente (Solana del Pino, Fuencaliente, etc.).
· Momentos antes de descubrir este abrigo, y en la vertiente opuesta de la serranía (7), se halló una cueva de unos 15 metros de longitud, a simple vista estéñl en cuanto a material arqueológico, aunque a
la entrada de la misma se recogió algunas lascas de sílex de tonalidades oscuras, restos evidentes de talla; asimismo próxima a esta cueva
se localizó otra covacha con restos de un pequeño muro exterior derruido que cerrarla en un pasádo el pequefto recinto de la oquedad,
conservándose parte de los cimientos de dicho muro, en su interior se
·recogió la mitad de un hacha de piedra pulimentada, de aspecto
eneolitico.
(4) Castilló de Calatrava la Nueva, construcclón'reUgioia y militar de la antigua Orden
de Calatrava, fundada en el siglo XII (1168) por Raimundo de Fitero para defender parte del
territorio sur de la provincia de Ciudad Real de los árabes. La construcción a la que se hace
mención corresponde a Calatrava la Nueva, situada en el cCerro del AlacranejoJ (Sierra de
Calatrava), realizadas sus obras en 1217.
(5) J . GONZALEZ ORTIZ: «Hallazgo de pinturas rupestres en Puertollano». Diario Lanza.
Puertollano, 20 abril de 1979.
161 J . GONZALEZ ORTIZ: «Presencia de arte rupestre esquemático en el valle del rio Ojailem. Boletin Municipal. Puertollano, diciembre de 1978.
(71 Ladera del Cerro de la Cruz del Madera!, que mira hacia el valle del rfo Ojallen, aproximadamente sobre la cota 850.
- 344-
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PINTURAS DEL CHORRBRO
3
m
SITUACION
Como ya se ha apuntado, el abrigo queda situado en la Sierra de
Calatrava a unos 9 kilómetros de Puertollano, pudiéndose acceder por
medio de la carretera que desde Puertollano conduce a Calzada de
Calatrava, desviándose a la izquierda, a la altura del kilómetro 8,5
por la quintería de la Higuera y ascendiendo por el camino que conduce a la ~~eva del Ma.<:I.!3r~IJªl~.gu~~anq9 e__
l abr_!gg pr~~o .a. ell~ y~
tes de llegar a la misma (fig. 1).
El pariije en donde se encuentra el abrigo es de gran belleza, rodeado de monte biijo, coincidiendo con las estaciones lluviosas discurre un arroyo cristalino conocido con el nombre de «Arroyo de la Cruz
del Madera!», el cual produce un pequeño salto de agua a modo de
una pequeña catarata que oculta parcialmente parte del friso del
abrigo en donde se hallan las pinturas (Lám. I).
IV
DISPOSICION Y DESCRIPCION DE LAS PINTURAS
Las pinturas representadas en el abrigo suman un total de veintidós signos esquemáticos, próximos unos de otros por escasos centímetros (fig. 2).
Por su situación denotan que hubieron de ser pintados estando el
hombre en posición tumbada (signos núms. 16, 17, 18 y 19, 20, 21,
22), y en las restantes representaciones en posición encorvada o de
rodillas.
En general, el estado de conservación es regular, algunos signos
están perdidos parcialmente debido al desprendimiento, en algunos
casos, de pequeñ.as esquirlas foliáceas de la roca de cuarcita, en donde se encuentran realizadas las pinturas.
La meteorización, por su parte, también ha debido influir en la
pérdida del pigmento de algunos signos, pues pensemos en la extre(81 Covacha de escasas dimensiones próxima al abrigo, en la inspección de esta cueva no
se halló nada de interés arqueológico, estando en la actualidad ennegrecida por el humo de
fogatas que periódicamente encienden cazadores y piconeros; en un principio es posible que
hubiera tenido alguna representación pictórica, pero en la actualidad la capa de hoilln que
recubre las paredes interiores ha borrado todo vestigio
- 345 -
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4
J . GONZALEZ ORTIZ.
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PINTURAS DEL CHORRERO
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J . GONZALBZ ORTIZ
6
mada climatología manchega y también en la proximidad del salto de
agua (Chorrero) que crea en épocas lluviosas una «tenue atmósfera»
húmeda ~n torno al friso pintado, aunque lógicamente a través del
tiempo el aglutinante polimerizado y el pigmento oxidado han llegado
a establecer un equilibrio químico con las condiciones climáticas de la
zona.
El abrigo, por seguir la tónica generaliZada de otros lugares, está
orientado al Sur, mirando hacia el valle aluvial del rlo Ojailen, bien
iluminado, percibiendo la luz del dfa en todo el ámbito del horario solar y al mismo tiempo protegido por la sombra que le confiere la disposición en bisel de la pared en donde se hallan situadas las pinturas.
···- La tt~cnica d'e ejecución es, eri gÉmeral, hastanie simple y. uiriforme; los trazos son seguidos, seguros y vigorosos y no denotan titubeos,
es decir, son trazos preconcebidos y ensayados antes de la ejecución
en el abrigo.
Se han utilizado las tintas planas y los colores ocres y rojo burdeos, procedentes de minerales traidos posiblemente de otras ~onas ,
ya que en la comarca son escasos y apenas conocidos.
V
ESTUDIO DE LOS SIGNOS ESQUEMATICOS 'Fig. 3.)
.Número 1
Signo cuyo aspecto es en forma de c'I'll.
Longitud del trazo central, 55 millmetros.
Anchura tomada en el centro, 14 millmetros.
Longitud del tramo superior. 50 millmetros.
Anchura tomada en el centro .del tramo superior, 10 millmetros.
Dibujo claro y en buen estado de conservación.
Número 2
Signo formado por tres drculos unidos entre af. En la parte superior. y a la izquierda, parten varios trazos más pequeftos y apenas perceptibles.
Longitud máxima, 95 millmetros.
Anchura máxima, 30 millmetros (f6).
Se encuentra poco perceptible y en mal estado de conservación por pérdida del pigmento.
Número 3
Signo «Polilobulado bilateral dividido por una linea centrab.
Varios semicfrculos parten a ambos lados de una linea central generatriz.
En la parte inferior se pierden los clóbulou, forméndose dos drculos, uno de ellos muy
poco perceptible, que unen con el resto del signo.
- 348 -
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7
PINTURAS DEL CHORRERO
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Fig. 3. - Disposición seriada, sin escala, de loa signos
21
22
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8
J. GONZALEZ ORTIZ
En la parte superior, y a la derecha, parten dos tra.zos ascendentes, también poco perceptibles.
Longitud méxima, 100 milímetros.
Estado de conservación en general bueno; no se distinguen bien los trazo_ superiores a la
s
derecha, ni el circulo final por pérdida de pigmento.
Número 4
Signo formado por dos círculos unidos entre si.
Longitud máxima, 55 milfmetros.
Anchura máxima tomada en el ce.n tro, 37 milfmetros.
Estado de conservación, regular; el circulo superior esté menos preciso que el inferior,
debido a la pérdida del pigmento.
Número 5
........ · · ··· .. .. .. .. ... .. .. ......... Signo formado por .un .circulo.superior, del cual parte un trazo inferior perpendicular..
A la izquierda, y en la unión del circulo superior con el trazo perpendicular, lleva adosado un semicirculo que originariamente debía ser un circulo.
Diámetro del circulo superior, 30 milfmetros.
Dibl.\io impreciso, su estado de conservación es regular.
Número 6
Signo rPolilobulado bilateral dividido por una linea centrah, estando los rlóbulos» de la
zona derecha en su parte inferior poco claros y apenas perceptibles, mientras a la derecha los
dóbulos» o semicfrculos sJ son perceptibles.
A la izquierda, y en la parte inferior, aparecen dos trazos cserpentiformes» no muy claros,
estando formado el trazo de la izquierda por tres pequeñas curvas y el trazo de la derecha
por dos.
Longitud total, 115 milimetros.
Anchura tomada en el centro, 30 millmetros.
Su estado de conservación es regular. Existe pérdida de pigmento en el signo «Polilobulado». y en los trazos aislados de la izquierda.
Número 7
Signo complicado de describir, cuyo aspecto recuerda una vista en
poblado».
Formado por un circulo mayor de 190 milimetros de diámetro aproximadamente, quedando en su interior pequeños círculos y semicírculos no muy visibles e imprecisos.
A su derecha, y en la parte inferior, hay varios trazos de tendencia circular. El estado de
conservación es bastante deficiente por pérdida del pigmento que forma los trazos del signo.
Número 8
Signo «Polilobulado bilateral dividido por una linea centrah.
De una línea generatriz central parten a ambos lados de la misma cuatro «lóbuloS» o semicírculos, estando en la parte superior incompletos los rlóbuloS», bien por no haberse concluido en un principio o por la pérdid::1 posterior de los pigmentos que formaban parte del trazo.
Longitud máxima, 80 milfmetros.
Anchura tomada an el centro, 30 milfmetros.
Estallo de conservación no muy bueno, tendente al empeoramiento por pérdida del pigmento.
Este signo, junto con el núm. 9, dada su pro.ximidad uno del otro, han estado recientemente recubiertos por un nido de barro de cavioD8Sll, lo cual ha motivado debido al roce de los
polluelos y aves adultas que haya habido una pérdida de consistencia en los trazos y por consiguiente una pérdida notable del pigmento (fig. 4).
- 350 -
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PINTURAS DEL CHORRERO
9
Número 9
Signo cPQ!ilobulado bilateral dividido por una Unea central..
Como en el signo anterior, una linea central generatriz divide al signo por su mitad, quedando en la parte superior dos dóbulost a ambos lados de la linea y en·la parte más inferior
dos clrculos rellenos de tinta que en su origen posiblemente fueran dos semicírculos bilaterales o «lóbulos•.
Longitud máxima. 80 millmetros.
Anchura tomada en el centro, 30 milimetros.
Estado de conservación, similar al signo anterior núm. 8 (fig. 4).
Fig. 4
Número JO
Signo cPolilobulado bilateral dividido por una Unea central».
De una linea central generatriz parten cinco semicírculos o dóbuloSll a la izquierda y seis
semicírculos o dóbuloSll a la derecha, quedando el final de la linea generatriz re.matado por
un circulo.
En la parte inferior del signo se aprecian restos de otros trazos formados por pequeñas
CUI"'as de tendencia cóncava. igualmente a la derecha del signo, parte de su centro otro trazo
en forma de semicirculo que se cierra hacia el signo.
Longitud máxima, 145 mllimetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 34 milímetros.
Signo en buen estado de conservación; los trazos inferiores y el de la derecha apenas son
visibles por existir pérdida del pigmento (fig. 5 y Um. II y mJ.
- 361 -
[page-n-360]
10
J. GONZALBZ ORTIZ
Número 11
Signo cuyo aspecto recuerda un cpeinet, formado por una banda horizontal de la que parten 12 trazos perpendiculares.
Longitud de la banda horizontal, 55 millmetros.
Anchura méxima tomada en el centro de la banda hqrizontal, 11 millmetros.
Jig. 5
Longitud minima de cpúo, 8 milimetros.
Longitud méxima de cpúo, 35 milimetros.
Signo en buen estado de conservación; a la derecha y entre «púaS» se observa la ausencia
de algunos trazos perpendiculares (fig. 6 y Lám. n y IV).
- 362 -
[page-n-361]
PINTURAS DEL CBORRBRO
Fl¡. 6
11
[page-n-362]
J . GONZALEZ ORTIZ
12
Número 12
Signo cuyo aspecto recuerda a un ccorazóm dividido en dos partes.
Formado por una linea central que divide al ccorazÓm y la parte superior ·arranca un
trazo que dobla hacia la derecha.
·
Longitud máxima, 120 mllimetros.
Anchura máxima tomada en parte superior, 60 mllimetros.
Anchura máxima de la linea central, 1O millmetros.
Se encuentra en buen estado de conServación; en la parte inferior hay pérdida del pigmento lfig. 6 y Lám. n y IV).
en
Número 13
Signo en forma de cP.t.
Formado por una linea central que se engrosa en la parte inferior.
En la parte superior hay un trazo de tendencia curva que se cierra a la derecha del signo.
·Longitud de hdfnea central, 80 mllimetros. ·· Anchura tomada en el centro de dicha linea, 1O milímetros.
Longitud máxima del trazo superior, 70 mllimetros.
Anchura máxima del trazo superior, 12 mllimetros.
Su estado de conservación es bastante regular; en la parte inferior, asf como a la derecha
del trazo superior. se observa pérdida de pigmento (fig. 6 y Lám. IV).
Número 14
Signo cPoWobulado» que forma colijunto con el núm. 15.
Formado por cuatro dóbulos• a la derecha y a la izquierda, los dóbulos» están rellenos de
color y apenas perceptibles.
-·
A la izquierda de este signo, y en la parte superior, se observa un peque.ño trazo curvado
hacia el signo.
Longitu d máxima, 140 millmetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 45 mllimetros.
Estado de conservación muy deficiente y apenas apreciable a simple vista, tendente a la
desaparición por pérdida total de pigmentos (Lám. II y IV)
Número 16
Signo «PoWobuladoJ, forma colijunto con el núm. 14.
Formado, como en casos anteriores, por una lin.e a generatriz central, de la que parten a
ambos lados de la misma tres semicírculos o dóbulosJ; la linea generatriz se prolonga en su
parte inferior para ir a unirse con el centro del signo núm. 14.
Este signo, tanto como el anterior, apenas si está visible.
Longitud máxima, 205 milfmetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 65 mllimetros.
Estado de conservación bastante deficie.nte, ten.dente a la pérdida del dibujo (Lá.m. IV).
Número 16
Signo formado por un solo trazo perpendicular curvado hacia la izquierda.
Longitud máxima, 75 mllimetros.
Anchura máxima, 12 milfmetros.
Se encuentra en buen estado de conservación, aunque tendente a la pérdida de pigmento.
Número 17
Signo formado por un solo trazo perpendicular curvado hacia la izquierda.
Longitud máxima, 120 mllimetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 10 mllimetros.
Este signo se ancuentra separado del anterior núm. 16 por 460 millmetros.
Su estado de conservación es similar al signo anterior.
- 364 -
[page-n-363]
PINTURAS DBL CHORRBRO
13
Número 18
Signo cPolilobulado bilateral dividido por una linea centrab.
De una linea generatriz central,parten a ambos lados de la misma dos semicírculos o dóbulop; en la parte superior, los dóbuloSJ forman un circulo 11nico que une con el resto del signo.
Longitud máxima, 85 milimettos. .
Anchura máxima tomada en el centro, 46 milimettos.
Signo en puen estado de conservación.
Número 19
Signo formado por tres circulos unidos entre si y rellenos de color ocre.
Longitud máxima, 70 milimettos.
Anchura máxima, 32 .mllimetros.
.. Su esta.dQ de conservación es bastante deficiente. · ··-· · .. ·
Número 20
Signo «Polilobulado bilateral dividido por una linea centrab.
De una linea generatriz central parten dos semicirculas o dóbulou a ambos lad~s de la
misma; en la parte superior se forma un circulo y en la parte inferior los dóbulOSJ se pierden.
para formar un circulo.
Longitud máxima, 111 milúnetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 42 milímetros.
Su estado de conservación es bastante deficiente.
Número 21
Signo formado por tres circulos unidos entre sJ y rellenos de color ocre.
Longitud máxima, 80 millmetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 32 m.illmetros.
Estado de conservación bastante deficiente.
Número 22
Signo formado por tt:es círculos unidos entre st
Longitud máxima, 100 milímetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 48 milimetros.
Estado de conservación bastante deficiente, tendente a la pérdida del signo.
VI
COMPARACION CON EL CONTEXTO REGIONAL
Las pinturas del ChoiTero, por su temática Y. estilo, nos hacen pensar en el horizonte cultural del periodo Eneolftico final, Edad del
Bronce I, estando estas representaciones en consonancia, según la
cronologfa expuesta dentro del contexto provincial de Ciudad Real y
área norte de Jaén y Córdoba, ya que en estas tres provincias citadas
el esquematismo sigue unos moldes muy similares y de clara in.fluenciación mútua.
-
366 -
[page-n-364]
J . GONZALBZ ORTIZ
14
En el caso de Puertollano, es preciso destacar la aparición de signos esquemáticos nuevos, hallándose tan sólo un ligero paralelismo
en «La Solana del Nav~o» (Fuencaliente)., donde existe, dentro de sus
representaciones pictóricas, un signo con cierta similitud a los descubiertos en el abrigo de Puertollano.
La restante sim.bologia representada en el abrigo, aun estando
dentro del área cultural que ya hemos mencionado anteriormente, no
tiene por el momento una representación paralela o similar en otras
estaciones con representaciones rupestres esquemáticas.
• • •• . . . . . ......
••
o
••
• ••
••••
• ......
·-·
......... VII .... ..........
CONCLUSIONES
Con el estudio de las pinturas del Chorrera llegamos a las conclusiones siguientes:
- Que el hombre o los hombres que pintaron este abrigo hubieron
de hacerlo en posición encorvada y, en algunos casos, en posición
tumbada.
- Al igual que en otros puntos de la geografia manchega, se escogia para tal fin parajes de gran belleza en los que en ocasiones están
presentes caños y arroyos de agua cristalina.
-El abrigo, siguiendo la pauta de otras estaciones con arte rupestre esquemático, está orientado hacia el Sur.
- En la ejecución de los signos se ha utilizado colores ocres y rojos, ya empleados en otros ciolos artísticos (Pintura Paleolitica y Levantina).
- Los signos están realizados con soltura, dando la impresión de
haber sido ensayados antes de ser ejecutados en el abrigo.
- Con el descubrimiento de este abrigo se incorporan elemenws
nuevos dentro de la simbologia esquemática del principio de la Edad
de los Metales.
-Algunos de los signos reflejados nos hacen pensar, como ya
apuntaron Breuil, Burkitt y otros prehistoriadore~ para estaciones
con arte rupestre esquemático, en un preludio tal vez de escritura al
aparecer signos de claro aspecto alfabetiforme.
-Cronológicamente, situariamos estas pinturas en la Edad del
Bronce.
-
366-
[page-n-365]
GONZALEZ ORTIZ.- El Chorrero
LAM. I
A.-Panorámica del abrigo; la flecha señala su emplazamiento.
B.-Detalle del abrigo; a la izquierda, chorrero de agua, formando pequeña cascada.
[page-n-366]
GONZALEZ ORTIZ.-EJ Cborrero
LAM. ll
Situación de los signos esquemáticos 10, 11 , 12 y 14
- 358 -
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LAM. m
GONZALEZ ORTIZ.-El Chorrera
Signo esquemático ntim. 10 visto en detalle
-
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GONZALEZ ORTIZ.-El Chorrero
LAM. IV
lt'
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia, 1981)
MILAGRO GIL-MASCARELL
(Valencia)
ALGUNOS MATERIALES PREHISTORICOS DEL CERRO
DE SANT MIQUEL DE LLIRIA
Mientras se desarrollaban los trabajos y excavaciones que tuvieron lugar en el poblado ibérico de Sant Miquel de Lliria, componentes
del equipo excavador fueron paralelamente localizando y exhumando
algunos restos arqueológicos pre-ibéricos situados en las inmediaciones de aquel poblado. Posteriormente, continuarían realizándose
prospecciones ocasionales en sus alrededores, recogiéndose de esta
manera el material que la erosión, labores agrícolas o cualquier otro
accidente iba sacando a la luz. Asf, pudieron ser localizados y más
tarde estudiados unos yacimientos que se consideran como origen y
antecedente del importante poblado ibérico de Sant Miquel de Lliria (1 ).
Sin embargo, no todos los materiales pre-ibéricos procedentes de
tales yacimientos han sido ~onvenientemente publicados. Tal es el caso de los restos que motivan el presente trabajo: los hallazgos de la
vertiente Sur-Oeste del cerro de Sant Miquel y un fragmento cerámico
con decoración incisa. El interés de su estudio radica no sólo en la posibilidad de matizar nuestro conocimiento de este primer núcleo de
población pre-ibérica, sino también en poder establecer, con base documental más amplia, el proceso evolutivo que acabará cristalizando
en nuestra potente cultura ibérica.
Por otra parte, ese proceso y su cronología resulta particularmente interesante en el caso que nos ocupa, dadas las peculiaridades del
(11 Estos yacimientos son los siguientes: La Torreta, Vertiente SO. del Ceno, Cova del Cavall, El Puntalet y Collado de la Cova del Cavall.
Aó
361 -
[page-n-370]
2
M. GIL-MASCARE.LL
lugar, curioso ejemplo de pervivencia y continuidad de habitación en
un reducido espacio de terreno, continuidad que se inicia, como más
adelante veremos, en la Edad del Bronce y que llega hasta nuestros
d.fas sin aparente interrupción y sin significativas transformaciones
de su emplazamiento, que se reducen al traslado a la inmediata llanura, en época romana, de la primitiva población, que ocupaba un conjunto de c~rros (269m.), y al acceso a media ladera de la ya crecida
población medieval (2) (fig. 1).
I
VERTIENTE SO. DEL CERRO DE SANT MIQUEL
A consecuencia de las actividades desarrolladas para abordar la
repoblación forestal de la zona, apareció en la parte sudoccidental del
cerro de Sant Miquel un colijunto de materiales que fueron recogidos
por Montañana, capataz del S.I.P., y depositados en el citado organismo. Una suscinta descripción de los mismos ya fue realizada en su
momento por Plá Ballester (3), pero hasta la fecha no se les ha prestado mayor atención.
Este hallazgo, formado exclusivamente por material cer4mico,
compone un conjunto muy homogéneo. Se trata de 87 fragmentos de
los que solamente siete, caidos posiblemente del poblado de Sant Mique!, están realizados a tomo. Las restantes cerámicas, todas ellas a
mano, podemos dividirlas en dos grupos:
a) Cerámicas de superficies toscas. Por regla general, las caracterizan sus paredes gruesas, realizadas con pasta poco depurada, de
textura porosa y mucho desgrasante; las superficies se presentan sin
tratar o sólo muy ligeramente alisadas; su coloración, marrón o gris
oscuro.
Sus formas se reducen a vasos abiertos de borde curvo con ungulaciones en el labio (fig. 3,4); a cuencos de perfil de casquete esférico
(fig. 3,6); a cuencos de borde ligeramente reentrante (fig. 3,7); y a
cuencos de paredes rectas con asa de pezón que presenta incisiones
(2) Una de las razones de tan persistente mantenimiento se debe a las inmejorables condiciones geográficas del lugar (llanura de suave pendiente abierta al mar,jalonada de peque·
lias elevaciones y atravesada por el rfo Turia) y a su consiguientemente alta fertilidad agrfcola.
(3) E. PLA BALLESTER: «El problema del tránaito de la Edad del Bronce a la del Hierro
en la Región Valencian&J. V. C. N. Arq. Zaragoza, 1959, pág. 131.
- 362 -
[page-n-371]
MATBRIALES DB SANT MIQOBL
PI¡. 1
1. lloout.rlo de Sao IIJguel
2. Paotalet
3. Torreta
4. Cova del CavaD
&. Vertiente so.
3
[page-n-372]
M. GIL-MASCARELL
en el labio (fig. 3,2); también aparecen ollas de borde saliente (fig. 3,1)
y de borde recto (fig. 3,9).
b) Cerámicas cuidadas. Agrupamos aquí las cerámicas queposeen superficies tratadas mediante la técnica del espatulado, aunque
en ningful caso alcancen el brillo metélico que proporciona el bruñido; sus paredes suelen ser delgadas; la arcilla de sus pastas está depurada y bien levijada; y su coloración vana·entre el gris oscuro, marrón y marrón-rojizo.
Predominan los vasitos anchos, de mediano tamafto y perfil carenado. Sus bordes suelen ser bastante curvados y salientes, la carena
se sitúa en g. neral.a _
e
media &lwr.a y su b.ase es ligeramente.aplanada
{flg. 2). De ellos dos poseen asa en forma de lengüeta (fig. 2,1) o amanera de mango (fig. 2,2), situadas en ambos casos en la linea de caranación. También pertenecen a esta misma categoría dos fragmentos
de bordes curvados y salientes.{fig. 3,5) y otro más, del que sólo se
conserva parte del cuerpo.
Existe asimismo una cazuela de superficies espatuladas y paredes
rectas e inclinadas hacia el exterior (fig. 3,3) y un fragmento con asa
de cinta cuya forma resulta de dificil identificación.
Como puede observarse, este colijunto de materiales son los usuales en los complejos de la cultura del Bronce Valenciano. Así, los cuencos, tanto los de casquete esférico, como los de borde reentrante,
constituyen formas abundantes en los yacimientos de este periodo. De
igual manera, las cazuelas de paredes rectas las encontraremos en algunos de nuestros poblados {Ereta del Castellar) (4), Torrelló de Onda
(5) y Mas d'Abad (6), perdurando incluso en época posterior como así
lo testimonian los ejemplares de la Cova del Cavall {7).
· Son pues los vasos carenados los que revisten para nosotros un
mayor interés. El estudio y anélisis de algunos ejemplares nos ha permitido distinguir diversas variantes y relacionarlas con otros yacimientos de mayor riqueza. En primer lugar, los vasos de mediano tamaño con borde curvado y saliente son frecuentes en los yacimientos
(4) J . AllNAL, H. PRADES y D. FLBTCHER: «La Breta del Castellar (Villafranca del Cid,
Caatell6n)». Trablijos Varios del S.I.P. núm. 35. Valencia, 1968, Um. XV, 4 y 5.
(5) F. GUSI: «Excavaciones del recl.nto fortiftcado ·del Torrell6 de Onda (Caatellón)».
Cuad. de Preh. y Arq. Cut., l. Caatellón, 1974, p6g. 32.
(6) F. GUSI y c. OLARIA: «La certmica de la Edad del Bronce de la cueva de M~ d' Abad
(Coves de Vinromé, Castellón). Campalla arqueológica de 1975•. Cuad. de Preh. y Arq. Cast.,
3'. Caatellón, 1976, Bg. 5,6.
(7) c. MATA: «La Cova del Cavall y unos enterramientos en urnas de IJrla (Valencia)».
APL XV. Valencia, 1978, fig. 2,1.
-
364 -
[page-n-373]
MATXRIALBS DB SANT MIOUBL
1
2
3
fis.
2 (Í/2)
- 386 -
5
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6
M. GIL-MASCARELL
del Bronce Pleno del Sureste y en los de la Meseta, como recientemente han se:dalado Najera, Molina y otros (8). Estos autores se:dalan
igualmente su existencia en los poblados valencianos de la Ereta del
Cástellar (9), Torrelló de Onda (10), Mas d' Abad (11) y Puntal de Cambra (12), a los que se podría a:dadir algún otro ejemplo más. En segundo término, junto a esta forma especifica, aparece en los yacimientos
de El Castillarejo de los Moros (13), Muntanyeta de Cabrera (14) y Serra Grossa (15) una variante caracterizada por poseer el cuello menos
curvo y saliente, siendo su carena media-alta, y apareciendo generalmente sus superficies sin tratar. A este propósito, Fletcher y Plá Ballester escribían en 1956 «podemos concluir que los vasos de la Muntanyeta de Cabrera se sepáran de los tipos del'Argai,.tanto por su pasta cerámica, menos depurada y sin bru:dir, como por sus perfiles, menos quebrados y con cuello corto en relación con el casquete esferoidal inferior, en tanto que los vasos característicos de la cultura argárica son bruñidos, de cuello alto y casquete inferior peque:do apuntado
y de perfil duro (16)», concluyendo en situar este yacimiento en un
momento antiguo que califican de «pre-argárico».
Si, por otra parte, analizamos las escasas fechas de C14 queposeemos para el País Valenciano y completamos estos datos con paralelismos extra-regionales, único recurso de que disponemos ante la
ausencia de estudios tipológicos y de cronología relativa, observamos
que todos aquellos yacimientos con vasitos tipo Lliria pertenecen a un
momento tardío del Bronce Pleno. El C14 del Torrelló de Onda proporciona para el Nivel m una ·fecha del 1~50 ± 190 a. C.; y para el n ,
1315 ±90 a . C. ; y el Nivel I donde los vasos carenados son comparativamente más frecuentes es situado por sus excavadores en torno al
1200 a. C. (17). Otro caso, en Mas d'Abad, el estrato inferior sin vasos
(8) T. N AJERA, F. MOLINA y otros: cLa Motllla del Azauer (DaimieL Ciudad Real). Campaila
1976t. NAB, 6. Madrid, 1979, pég. 32.
(9) Op. cit. not. 4 , Lém. xm, 3.
(10) Op. cit. not. 5, pég. 34 y 51.
(11 ) Op. cit. not. 6, ftg. 3,3 .
(12) J . ALCACER GRAU: cEl Puntal de Cambra (Villar del Arzobispo, Valencia)t. APL V.
Valencia, 1954, ftg. 12j.
(13) D. FLBTCHBR y J . ALCACER: cEl Castillarejo de los Moros (Andilla-Valencia)l. APL
Vll. Valencia, 1958, Lém. vm, 1; Lém. IX, 3.
·
(14) D. FLBTCHBR y B. PLA BALLBSTBR: cEl poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera (Vedat de Torrent-Valencia)l. TrabeJos Varios del S.l .P ., n\Un. 18. Valencia, 1956, ftg. 7,5 a 8 ; Lém. VI.
(15) B. LLOBRBGAT: cEl poblado de la Cultura del Bronce Valenciano de la Serra Grossa,
Alicantet. PLAV, nWn. 6. Valencia, 1969, ftg. 7,17 y 18.
(16) Op. cit. not. 14, pég. 53.
(17) Op. cit. not. 5, pég. 44.
- 366 -
[page-n-375]
MATERIALES DE SANT MIQUEL
7
carenados pero con fuentes de paredes rectas ha indicado mediante el
C14 una cronologia 1460 ±90 a. C., y con la presencia de aquellos
(18), 1010 ±85 a. C., para el estrato I/Sup. Sin embargo, esta óltima
datación ha sido juzgada excesivamente b~a por lo que se ha considerado al conjunto del nivel como perduraciones del Bronce Valenciano (19).
Fuera del área valenciana, es en la cultura de las Motillas donde
encontraremos los paralelismos más exactos con los vasos que aquf
nos ocupan (20). Sus excavadores sitóan este horizonte en un momento avanzado dentro del Bronce Pleno y a .falta de fechas absolutas
atribuyQn a los yacimiento~ gel Azuer y Palacios un de~~ollo que
iría desde el 1500 al 1300/1200 (21).
De todo lo anteriormente expuesto se desprende que los vasos carenados del tipo aparecido en Lliria se encuentran en yacimientos con
cronología tardía dentro del Bronce Valenciano. Esta afirmación, obviamente, no puede considerarse como definitiva, pues habrá que esperar a que se cuente con nuevos elementos. Sirvan en todo caso las
presentes reflexiones como punto de partida.
II
FRAGMENTO CERAMICO CON DECORACION INCISA
INTERIOR Y EXTERIOR
De las prospecciones que el señor Uriel realizara en el cerro de
Sant Miquel y en sus inmediaciones se conserva en los almacenes del
SJ.P. un fragmento cerámico que, por sus singulares características,
merece ser comentado, pese a no conocerse su lugar exacto de proce·.
dencia.
(181 Op. cit. not. 6, pég. 114.
(191 M. ALMAGRO GORBEA: cLas dataciones para el Bronce Final y la Edad del Hierro y
su problemtticu. Cl4 y Prehistoria de la PenJnsula Ibérica. Madrid, 1978, pég. 102.
(201 Op. cit. not. 8, Lém. 5,c y e.
T. N.AJERA y F. MOLINA: cLa edad del Bronce en la Mancha. Excavaciones en las Moti·
llas del Azuer y los Palacios. (Campa1ia 1974)1. Cuad. Pnlh. Gr. n-m. Granada, 1978, ftg. 7
a ; flg. 12 c.
·
•
(211 Op. cit. not. 8, pég. 35.
F. MOIJNA und T. NAJERA: d>ie Motillas von Azuer und los Palacios (Prov. Ciudad
Real)». M. M. 19. Heidelberg, 1978, pégs. 65 y 69.
- 367 -
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8
M. GD.-MASCARELL
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8
10
Fig. 3 (1/21
[page-n-377]
MATERIALES DB SANT MIGUEL
9
Este fragmento corresponde al cuerpo de un vaso de forma indeterminada dadas las dimensiones del mismo (fig. 3,10). Tanto la superficie interior como la exterior se encuentran decoradas mediante
profundas incisiones realizadas con un instrumento de punta fina, resultando de la operación un surco de perfil en V. Los motivos decorativos de la cara interior lo forman triángulos contiguos y cubiertos por
un reticulado; y los de la cara exterior, diferentes ángulos opuestos
por el vértice, de los cuales dos se recubren también mediante enrejado total o parcial y el otro mediante series de ángulos. Su pasta es de
buena calidad, compacta, de color gris oscuro, la superficie exterior
~a,- sid9 ~~tad~ ~edi~t~ la t~cnica ~~! l?~do.;. ~~ .~te~~~ .simplemente alisada.
Como es sabido, la decoración a base de incisiones es un procedimiento extendido a lo largo de la prehistoria, por lo que en muchas
ocasiones hay que recurrir a la forma de la vasija o a su contexto para
poder catalogar convenientemente los materiales que exhfuen esa
modalidad decorativa. En efecto, ya en la cultura del Vaso Campaniforme nos encontramos con cuencos decorados por ambas caras y con
técnica y motivos muy semejantes a los que nos ocupan -véase a título
de ejemplo el cerro de la Virgen de Orce (22) y la Motilla de Sta. Maria
del Guadiana (23}-. Sin embargo, durante el periodo definido por la
cultur~;~. del Bronce Valenciano, la técnica de la incisión, aunque no
desaparece por completo, decae sensiblemente, a tenor de lo esporádico de los hallazgos y la pobreza de sus motivos decorativos. Yno será hasta la llegada del Bronce Final-Hierro Antiguo cuando se generalice de nuevo tal procedimiento, adquiriendo entonces esta técnica, en
algunos casos, gran variedad y perfección.
Por tanto el fragmento hallado en Lliria pertenece a este último
periodo; y no sólo por el contexto en el que aparece, sino también por
sus características formales arriba descritas. Además, los ejemplos
con los que este fragmento puede parangonarse son abundantes. Consuelo Mata, en un trabajo reciente a propósito de los materiales de la
Cova del Cavall (24) - cerámicas decoradas por ambas superficies
aunque aquí el instrumento sea de punta roma-, enumera exhaustivamente los 'yacimientos, tanto valencianos como de otras áreas peninsulares, en los que aparece este tipo de decoración. Su minucioso
censo nos evita insistir ahora sobre el particular.
(22) W. SCHULE y M. PELLICER: cEl cerro de la Virgen de Orce (Granada) 1». E. Arq.
Esp. n6m. 46. Madrid, 1966, fig. 33,4; fig. 29.10. ·
(23) Op. cit. not. 20, tlg. 13 c.
(24) Op. cit. not. 7, pág. 113.
- 369 -
[page-n-378]
10
M . GIL-MASCARRLL
Sin embargo, si nos interesa destacar, que, por lo que se refiere al
Pais Valenciano, es en los yacimientos de Vinarragell (25) y Crevillente (26) en donde encontramos los ejemplos más próximos al nuestro,
pudiendo considerársele igualmente cercano el vaso de la Torre de
Foios de Llucena (27) y, en menor medida, el de Los Villares (28). Todos ellos tienen en común la complejidad y elaboración de sus motivos, la utilización del reticulado y la perfección técnica de su ejecución. Estas similitudes se nos muestran aún más evidentes si establecemos la compración con las cerámicas halladas en la Mola d' Agres,
en donde las incisiones están realizadas de modo más descuidado y
los motivos suelen ser más simples -(29).
En··consecuencia;··el" fragmento· cerámico de Lliria podríamos fecharlo en el siglo VII a. C., tal y como los ejemplares de Vinarragell y
Crevillente indican.
III
CONCLUSIONES
Lo hasta aqui dicho nos permite establecer la secuencia evolutiva
del poblamiento pre-ibérico en Sant Miquel de Lliria. Las evidencias
más antiguas de tal poblamiento las encontramos en la vertiente SO
del cerro y en el yacimiento de La Torreta (30), cuya excavación en
1947, proporcionó, entre otros materiales de menor interés para
nuestro propósito, una punta de flecha de sflex, punzones de hueso,
(251 N. MESADO: cVinlliT8gell (Burriana, Cutell6nl». Trabejos Varios del S.I.P. n úm. 46.
Valencia, 1974, ftg. 77,1; Lám. LXXIX 1 y 2.
(261 A. GONZALBZ PRATS: «Excavaciones en el yacimiento protohistórico de la Peña Negra, Crevillente (AllcanteiJ. Exc. Arq. en Esp., núm. 99. Madrid, 1979, ftg . 29,16; fig. 80, 17b
y 16a; Lém. IIIb.
(271 M. GIL-MASCARELL: cLa Torre de Foioa (IJucena, Cutell61. Elementos para su cronologf&J. Saguntum, PLAV núm. 13. Valencia, 1978, ftg. 2.
(281 E. PLA BALLBSTER y M. GU.-MASCARBLL: «Un interesante vaso de Loa Villares
(Caudete de las Fuentes, Valencialt. APL XV. Valencia, 1978, tlg. l.
(291 CENTRE D'ESTUDlS CONTESTANS: «La Mola d 'AgreSJ. APL XV. Valencia , 1978,
ftg. 7 ; Lém. m ,5 ; Lám. IV 2, 6, 6 y 8.
(30) l . BALLESTER: «La labor del S.l .P. y au Museo en loa allos 1940-1948». Valencia,
1949, págs . 129-130 ; Lám. XXXIV.
E. PLA BALLESTER: «Actividades del S.l .P. (1946-19551». APL VI. Valencia, 1967, pág.
202.
l . BALLBSTER, D. FLETCHBR, E. PLA, F. JORDA y J . ALCACER: «Corpus Vasorum hispanorum. Cerámica del Cerro de San Miguel de IJ.ri&J. Madrid, 1954, pág. 6 ; Lám. l .
- 370 -
[page-n-379]
MATRIUALRS DE SANT MIGUEL
11
un vaso geminado, vasitos carenados bruñidos y un fragmento con
decoración incisa, hallazgos que fueron clasificados en su dfa como
pertenecientes a momentos avanzados del Bronce. Es decir, el cerro
comienza a ser inequívocamente habitado durante la cultura del
Bronce y , dentro de ella, en un momento tardfo, sin que de momento
se puedan establecer mayores precisiones tales como su cronologia
absoluta, la relación existente pese a su grán proximidad entre ambos
yacimientos, si exisUa prioridad cronológica en cualquiera de ellos, si
sus momentos finales fueron paralelos o simultáneos, etc.
Sin embargo, lo que sí parece evidente es que estos yacimientos se
r~l~ciQn~ cronológicamente con los hallazgos de la cercana Cova del
Cavall (31) cuyos inicios hmi sido 'fijados en UÍl momento no determinado del Bronce Valenciano pero cuya vida perdura hasta el siglo VII
o inicios del VI a. de C. siendo en este horizonte en el que hay que incluir el fragmento de cerámica con decoración incisa que hemos descrito en líneas anteriores.
Por lo demás, las necrópolis de El Puntalet y del Collado de la Cova del Cavall (32), con sus urnas realizadas a torno, presentan ya claras influencias m~diterráneas, aunque en la primera de ellas persista
todavía la cerámica a mano. Estas necrópolis constituyen el precedente inmediato del posterior poblado ibérico. En efecto, su momento
inicial viene fechado en cierta manera por el Lekytos de figuras negras aparecido durante las excavaciones en el Departamento 118 y
que fue considerado del primer cuarto del siglo V (33). A partir, pues,
de este momento comienza a desarrollarse la ciudad ibérica (34).
(31) Op. cit. not. 7, pég. 127.
(32) Op. cJt. not. 30 y 1. I . BALLESTBR: «Las cerámicas ibéricas arcaizantes valencianaS». Trab~os Varios del S.I.P. ndm. 10. Valencia, 1947, pég. 63.
133) G. TRIAS: cCerémica griega de la P8JÚDsula Ibérica». T. I, pég. 319. T. n, Lém. CLVII; 1 a 5. Valencia, 1967.
(34) D. FLETCHER VALLS: cSobre los limites cronológicos del a cerémica pintada de San
Miguel de Liria.t Actas de la IV sesJón de los C.I .C. Prehistóricas y Protohistóricas (Madrid,
1954). Zaragoza, 1956, pégs. 743-746.
- 371 -
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ARCIDVO DB PRBHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI IValencia, 1981 1
MANUEL OSUNA RUIZ y JOSE REMESAL RODRIGUEZ
(Madrid)
. . ...
....
.. .
. ..
LA NECROPOLIS
DE.BOLiCHE............. -- .... .
(Villaricos- Aimerfa)
1
Entre los fondos de Prehistoria que se conservan en el Museo Arqueológico de Madrid destacan los donados por don Luis Siret. Fondos de gran interés dado que el arqueólogo belga excavó numerosos
yacimientos en el SE peninsular, claves para el conocimiento de la
prehistoria y protohistoria de esta zona (1).
Junto a los materiales se conservan los diarios de excavaciones
manuscritos del capataz Pedro Flores con algunas anotaciones del
propio Siret.
Hemos elegido la necrópolis de Boliche por tratarse ese yacimiento de una serie de conjuntos cerrados, como son las tumbas, y por
aportar unos materiales incluibles dentro del período llamado orientalizante.
Siret publicó someramente noticias sobre este yacimiento (2). Pretendemos darlo a conocer explícitamente presentando de forma textual las notas y dibujos de Flores y añadiendo la descripción y el dibu-
11'1 Agradecemos a D. Martfn Almagro Basch, director del M.A.N. y a·o . Martfn Almagro
Gorbea, conservador de la sección prehistórica del mismo, las facilidades que nos han dado
para estudiar la necrópolis.
(2) L. SIRET: cVillarlcos y Berrerl&aJ. Memorias de la Real Academia de la Historia, XIV.
Madrid, 1907, págs. 422 y 432-434.
- 373-
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2
M. OSUNA Y J . REMESAL
•
•
•
VIWRK'OS Y llJERREIRIAS
•
BOLICHE
i
llg. l.-El yaclmJento de BoUche corresponde al núm. 19 (Plano tomado de Siret)
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3
NECROPOUS DE BOUCHE
_______
/
o
b
Fig. 2.-Cortet ••tratigráfico• dib!Uado• por Siret
- 375 -
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M. OSUNA Y J , REMESAL
4
1
,40
1t
Fig.3.-Materiales cllbl.\)ados por Siret (cVUlaricos y Herreriau, ptga. 432-34); 1: Herreriu.1) Alba,ja de la 11p. 40. 2) Ahlda de Douim-. (T.n.); 2: Baraias.~ púDico coo au ~
Uo de la sep. 40 (1/4); 3: Herreriu.-1) Um'a ciDeraria de la sep. 4. 2) Urna ciDeraria de la
sep. 9.3) Tabadera de la sep. 9_.4) Copa dala sep. 1 (1/6).; 4.:Berreriaa.-Los n6meros corresponden a los de las sepulturas (2/3)
- 376 -
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NECROPOUS DE BOUCBE
5
jo de la totalidad del material (3), junto con un pequeño estudio sobre
la necrópolis y sus materiales (4).
El yacimiento de Boliche está situado en el extremo Noroeste de la
provincia de Almena, en ·el área arqueológica de Villaricos, Almizaraque y Herrerías. Flores comienza su diario fechando la excavación y
describiendo el terreno:
«Este cuaderno se empezó el dfa 13 de mayo del año 1907, en
la Loma de Boliche, en el Llano de las Herrerías, al Sur pertenecía de la mina del Petronila, está lo más hasta a 350 m. del
Cabecico núm. 2 del Pago de Almizaraque entre Norte y Poniente ~ · con el rumbo · 02 grados, y a .. 300·-m. del·Cabecico
2
núm. 3 de este mismo Pago a Poniente, o sea, con el rumbo a
260 grados» (fig. 1).
Entre los documentos conservados se encuentran dos cortes estratigráficos hechos por Siret (fig. 2) que nos permiten relacionar algunos
grupos de tumbas. Añadimos también los dibujos de las piezas publicadas por Siret en su obra Villaricos y Herrerías (fig. 3).
II
LAS SEPULTURAS
SEPULTURA núm. 1
«Loma del Boliche nú.IL. 1, sacado por otro; no sé sus dimensiones.
Ha contenido una copa de barro y una vasija de huevo de avestruz.»
Inventario
Copa c·on pie marcado de boca ligéramente reentrante, labio biselado hacia el interior,
pie acampanado. Pasta anaraqjada, con degrasante sillceo de grano fino, porosa; decorada
(3) El calco de los dib\ijos de Flores y el dib\ijo de los materiales han sido realizados por
R. Alcalde.
(41 Algunos autores han hecho referencia a la necrópolis de Boliche: L. PERICOT, en cLos
trablijos de Luis Siret y la cultura de Almeriu. Crónica del V Congreso Arqueológico del Sudeste Español y del 1 Congreso Nacional de Arqueología (Almeria, 1949). Cartagena, 1950,
págs. 331-341, nos habla de dos necrópolis de Boliche, una en que las urnas están blijo un
pequeño túmulo y rodeadas de piedra, fechando esta facies antes del 500 a. C. y otra, de ca-·
rácter púnico (págs. 340-341). Creemos que de los diarios de Flores no pueden sacarse las indicaciones del profesor Pericot.
M. ASTRUC: «La Necrópolis de VillaricoS». Informe y' Memorias, núm. 25. Madrid, 1951 ,
pág. 162, se refiere, de forma general, a las piezas más significativas de los lijuares y a los
huevos de avestruz, considerándolos como de los tipos la de Villaricos.
48
377 -
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6
M. OSUNA Y J . REMESAL
en el exterior con bandas paralelas en dos grupos; uno junto al borde, de dos lineas, una de
las cuales decora el borde interior y exterior, y otro en su diámetro máximo, formado por tres
bandas, siendo la del centro más ancha. El color ocre rojizo de las bandas es más intenso en
la más ancha. Diblijada por Siret (fig. 3 , 3 y flg. 4, 1 y Lé.m. l).
Huevo de avestruz con uno de los extremos cortados ala altura de los 2/3, aproximadamente. Conserva rastros de piptura roja cuyo tema resulta Imposible explicar, ó.nicamente
aparecen visibles dos lineas paralelas próximas a la base (5) (fig. 4 y Lám. l ).
.............. .. ··---·-- ~---~
Fig. 4.-AJuar de la sep. 1
(5) Prescindimos en ia descripción dé los materiales de las medidas, pues todas las figuras llevan la escala correspondiente.
- 378-
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NBCROPOIJS DE BOLICHE
7
SEPULTURA núm. 2
«Loma del Boliche sepultura núm. 2 sacada por otro; me dice que
ha tenido 1m. de largo y unos 60 cm. de ancho, y 50 cm. de hondo,
arreglada con pedriza, y ha contenido unos restos de cadáyer quemados.»
Sin material.
SEPULTURA núm.. 3
«Loma del Boliche pertenece a la mina Pretolina, núm. 3, a 5 m.
del núm. 2, entre Norte y Poniente, teniendo 60 cm. de largo y 50 cm.
de ancho, y 50 cm. de hondo.
Hallose unas frutas quemadas al parecer son higos y algún esparto quemado de su vasija, y carbón de olivo, y encima del carbón ceniza del cadáver, en una sepultura hecha de 5 losas empinadas de pedriza ; las losas son de pizarra, la pleita quemada y los higos estaban
todos juntos.»
Inventario
Solamente cita Flores la existencia de higos y esparto. Pero Siret publica una eVareta de
Hueso con agtúerop U'ig. 3, 4).
SEPULTURA núm. 4
«Loma del Boliche pertenencia de Pretolina núm. 4, a 80 cm. del
núm. 3 al Sur, teniendo 1 m . en redondo y 50 cm. de hondo.
Hallóse una poca ceniza de cadáver y carbón de olivo debajo de la
ceniza, dentro de la misma sepultura en la parte del Sur una olla que
tenia preparada para echar los restos, con dibujos de líneas negras la
sepultura está hecha en arena.»
Inventario
Uma globular, de base rehundida, cuello exvasado, labio vuelto y biselado hacia el exte·
rior con leve carena; un pequedo ffiete separa el cuerpo del cuello.
Pasta anarlliÚada, con desgrasante slliceo de grano grueso (cuarcita), porosa. En la base
ha sido buraamente espatulada.
Decorada a bandas paralelas de distintos grosores y de color rojo negruzco. Dib\\iada por
Slret (fig. 3, 3, tlg. 5 y Lém. 11).
- 379 -
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8
M. OSUNA Y J . JUao{ESAL
SEPULTURA núm. 5
«Loma del Boliche, núm. 5 deb~o del núm. 3, a Levante, y debajo
del núm. 4 al Norte, y a 25 cm. de profundo, teniendo 1m. de largo y
1 m. de ancho, y 70 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados y algún carbón de olivo
y de carrasca; los cadáveres que han quemado con madera se han
embutido encima en un hoyo hecho en la arena y ha estado tapado
con alguna piedra y adobes de barro de laguna.»
- 380 -
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NECROPOLIS DE BOIJCHE
9
Inventario
Fragmento de pulsera de mármol de sección rectangular con uno de los bordes biselado
(fig. 6, 1).
SEPULTURA núm. 6
.1
«Loma del Boliche núm. 6, a 25 cm. del núm. 3 a Levante y 20 cm.
debajo y al lado del núm. 5 entre Norte y Levante, y a 40 cm. debajo,
teniendo 1,25 m. de largo y 70 cm. de ancho y 1m. de hondo, con un
hoyo en las puntas de 20 cm. de hondo, y 40 cm. de ancho.
Rumbo de su Loma, 1O grados.
Hallóse unos ..pedazos de carbón de olivo y pino y encima ·cel'liza
de cadáver en una sepultura hecha en arena reformada con alguna
piedra de adobes de barro de la buena (tierra).»
Sin material.
En una hoja al final del cuaderno, dice Flores:
«Loma del Boliche a 31 m. del núm. 29 al Norte y a 21 m. del núm.
6, entre Norte y Levante, queda núm. 6 sepultura ahí, ni registrar, están todos a una misma linea, una al lado de las otras.»
SEPULTURA núm. 7
«Loma del Boliche núm. 7 a 9 m. del núm. 6 , entre Sur y Levante,
y a 8 m. del núm. 4 a Levante, teniendo 1,90 m. de hondo y 1m. de
largo y 90 cm. de ancho.
Rumbo de su forma 330 grados.
Hallóse unos restos de cadáver quemados y a 25 cm. aliado del
.
Poniente un puchero roto.
El rumbo está tomado a Levante.»
Inventario
Vasito bitroncocónico, de pie marcado y borde exvasado. Pasta porosa, anar~ada, degrasente slliceo (cuarcita y mica). Hecho a mano.
Fragmento de borde de tapadera de cerámica gris, de labio ligeramente vuelto y almendrado. Pasta gris, degrasante sillceo (mica) muy abundante, untuosa al tacto, hecha a torno
(fig. 7).
.
SEPULTURA núm. 8
«Loma del Boliche núm. 8 a 9 m. del núm. 6, entre Sur y Levante,
y a 1 m. del núm. 7 entre Norte y Levante, y a 80 cm. de altura, teniendo 80 cm. en redondo y 90 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados y unos tiestos de vasija
en un hoyo hecho en la arena.»
- 381 -
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M. OSUNA Y J, REMESAL
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Fig. 6.-1) sep. 5. - 2) sep. 12. - 3) aep. 25. - 4)sep. 17. - 5) sep. 26. - 6) sep. 28. - 7) sep.
35. - 8) sep. 39.- 9) sep. 43
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NECROPOUS DE BOUCHE
11
Inventario
Fragmentos de cerámica no entregados al M:A.N.
SEPULTURA núm. 9
«Loma del Boliche núm. 9, a 60 cm. del núm. 7 a Levante, y a 1,20
m . del núm. 8 entre Sur y Levante, teniendo 80 cm. de largo y 60 cm.
de ancho y 1 m. de hondo.
Hallóse una taza y huesos quemados, y más huesos quemados deb~o, y al lado del Poniente una vasija de forma de un cantarillo, en
una sepultura hecha en la arena, reformada. con piedras.»
..
Inventario
El ~uar de esta tumba, «taza y vasija en forma de cantarlllo» al decir de Flores, no fueron
entregados al M.A.N., pero Siret las dibujó (tig. 3, 31.
1~
.
Flg.
7.-~uar
.
de la sep. 7 (1/2}
SEPULTURA núm. 1O
«Loma del Boliche núm. 10, a 2m. del núm. 9 a Levante y a 3,60
m. del núm. 8, entre Sur y Levante, teniendo 60 cm. en redondo y 70
cm. de hondo.
Hallóse un pedazo de tiesto y al lado una chapineta y unos restos
de cadáver quemados; esta sepultura está hecha en la arena, y por la
parte del Sur arreglada con piedras y barro.»
- 383-
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M. OSUNA Y J . REMESAL
12
Inventario
Fragmento de plato de barniz rojo, de borde vuelto recto. Pasta en sandwich. de núcleo
gris oscuro y exteriores rojizos, con bastante degrasante silfceo. El barniz sólo existe en el interior (fig. 8).
FJg. 8.-.\juar de la aep. 10 11/2)
SEPULTURA núm. 11
«Loma del Boliche núm. 11, al lade del núm. 1O a Poniente y a
1,30 m. del núm. 9 a Levante, teniendo 1 m. de largo y 80 cm. de ancho y 1 m. de hondo.
(Hallóse) unos restos de cadáver quemado, y un pedazo de tiesto
con algunos hoyos, y a 25 cm. del piso un pedazo de taza de barrocolorado, en un hoyo hecho en la arena, y por la parte del Sur arreglada
con piedras y barro, y a 38 cm. por la parte del Sur, y a 10 cm. del piso de la sepultura unas pinzas de cobre.»
Inventario
Fragmento de borde de vaso hecho a mano con perfll en eS» de borde redonde r,do, con impresiones ovoidales en el cuello. Pasta rojiza al interior y negruzca al exterior. cou degrasante sillceo (cuarcita) de grano grueso, porosa.
Restos de carbón de encina.
Falta la ctaza de barro colorado» de la que habla Flores.
Pinzas de bronce de una sola pieza con el resorte redondeado, de sección rectangular. Dibujada por Siret (tlg. 3, 4, tlg. 9 y Lém. ll).
SEPULTURA núm. 12
«Loma del Boliche núm. 12, a 7 m, del núm. 9 a Poniente, y a 6 m .
del núm. 6 al Sur, teniendo 1,30 m . de largo y 80 cm. de ancho y 1,50
m. de hondo.
- 384 -
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NECROPOLIS DE BOLICHE
13
Hallóse un aderezo de cobre y unos restos de cadáver quemados,
y al lado unos tiestos de una cantarilla, en una sepultura hecha en el
terreno y tapada con piedras y barro.•
Inventario
Aderezo de bronce formado por dos círculos de distinto diámetro que se unen a los ángulos obtusos de un rombo central. La pieza se ha fundido sin solución de continuidad entre los
ele.m entos geométricos que la forman. Es de sección elipsoide. Dibl.\Jada por Siret (fig. 3, 4).
Piezas como esta aparecen én la necrópolis de Sollvella formando parte de collares (fig. 6,
Pig.
9.-~uar
de la sep. 11 ( 1/21
SEPULTURA núm. 13
«Loma del Boliche núm. 13 al lado del 12, a Poniente, y a 50 cm.
encima, y a 5 m. del núm. 4 al Sur, teniendo 50 cm. en redondo y 70
cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y rodeados con piedras y barro, y han sido los restos quemados en otro lado, y después colocados en este aposento.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 14
«Loma del Boliche núm. 14 al lado del núm. 13 entre Sur y Levante, a 40 cm. del núm. 12 entre Sur y Poniente y a 50 cm. encima teniendo 60 cm. de hondo y 50 cm. en redondo.
- 385 49
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M. OSUNA Y J. REMESAL
14
Hallóse un anillo de cobre y unos restos de cadáver quemados en
un hoyo hecho en el terreno.»
El anillo de cobre no se conserva en el M.A.N.
SEPULTURA núm. 15
«Loma del Boliche núm. 15 al lado del núm. 13 a Poniente, y a 10
cm. encima, a 1m. del núm. 14 entre Norte y Poniente, teniendo 50
cm. en redondo y 40 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
ten:.eno. y tapa.cl9 yO:Q, pjec!r. y baz:ro.»
a
Sin material.
SEPULTURA núm. 16
«Loma del Boliche núm. 16, al lado del núm. 15 entre Norte y Poniente, y a 60 cm. del núm. 13, en la misma dirección, teniendo 50
cm. en redondo y 40 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y tapado con piedra y barro; el núm. 13 y el núm. 15 y el
núm. 16, estos 3.están a una misma dirección.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 17
«Loma del Boliche núm. 17, a 2,80 m. del núm. 16, entre Sur y Poniente a 3m. del núm. 13 a Poniente, teniendo 80 cm. de largo y 60
cm. de ancho y 40 cm. de hondo.
Hallóse un pedazo de cobre de forma de media pulsera y unos restos quemados de cadáver en una sepultura hecha en el terreno.»
Inventario
Fragmento de cobre no conservado en el M.A.N. (fig. 6, 4).
SEPULTURA núm. 18
«Loma del Boliche, núm. 18 al lado del núm. 16 al Sur y al lado
del núm. 16 a Levante, teniendo 60 cm. en redondo y 25 cm. de hondo .
Hallóse unos pocos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho
en el terreno.»
Sin material.
-
386 -
[page-n-395]
NECROPOUS DB BOLICHE
15
SEPULTURA núm. 19
«Loma del Boliche núm. 19, a 70 cm. del núm. 16 a Poniente y a 2
m. del núm. 17 entre Norte y Levante, teniendo 70 cm. en redondo, y
25 cm. de hondo.
Hallóse unas cuentas de pasta parecida al hueso y unos pedazos
de cobre, entre las cuentas, y ha sido de lapa y pedacillos de cobre en
forma de un carbón, y una poca ceniza de ave, quemado el cadáver en
un hoyo hecho en el terreno.»
·
Inventario
y
.. C:ollar de cuentas de hueso de forma perforáción circulu:·Dib~~da por Slret (fig. 3, 4 y
fig. 10).
Vástago de bronce de sección rectangular.
Tres fragmentos de bronce, uno de ellos co~ taladro circular.
.
®
Flg. 10.-Collar de la sep. 19 (1/21
SEPULTURA núm. 20
«Loma del Boliche núm. 20, a 6 m. del núm. 12 entre Sur y Poniente, y a 3 m. del núm. 14, a Levante, teniendo 70 cm. en redondo y
1 m. de hondo, y unos restos de cadáver quemado en un hoyo hecho
en ·el terreno y tapado con piedras y barro.»
Sin material.
- 3 87 -
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M. OSUNA Y J . REMESAL
16
t
SEPULTURA núm. 21
«Loma del Boliche, núm. 21 , a 1 m. del núm. 14 a Levante y a 80
cm. del núm. 20 a Poniente, teniendo 80 cm. en redondo y 1 m. de
hondo.
(Hallóse) unos restos de cadáver y encima esparto quemado; el esparto ha estado trabajado en tejido, en un hoyo hecho en el terreno y
tapado con piedras y barro.»
Inventario
. . Fragmento .de ...esp~ .~~ado quemado.
SEPULTURA núm. 22
«Loma del Boliche núm. 22, al lado del núm. 21 a Poniente, y a 38
cm. encima, y a 1 m. del núm. 14 al Sur y teniendo 70 cm. en redondo
y 1,50 m. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y tapado con piedras y barro.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 23
«Loma del Boliche, a 80 cm. del núm. 21 al Sur y a 50 cm. del
núm. 22 a Levante, teniendo 80 cm. en redondo y 1 m. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno, cubierto con piedra y barro.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 24
«Loma del Boliche, al lado del núm. 23 entre Norte y Poniente, y a
50 cm. encima y a 70 cm. del núm. 21 a Poniente, teniendo 50 cm. en
redondo y 60 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y tapado con piedra y barro.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 25
«Loma del Boliche núm. 25, a 7 m. del núm. 24 a Levante y a 9 m.
del núm. 12 al Sur, teniendo 1, 1O m. de largo y 50 cm. de ancho y 80
cm. de hondo.
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NECROPOLIS DB BOUCHE
17
Hallóse unas cuentas al parecer de nácar, y unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el terreno, tapado con piedras y
barro.»
Inventario
Cuentas de hueso, similares a las de la sepultura nOm. 19. Dibtúadas por Siret (fig. 3, 4 y
fig. 6, 3).
SEPULTURA núm. 26
«Loma del Boliche núm. 26, a 6 m. del núm. 24 a Levante y a 2,50
m. del núm. 26 al Norte, teniendo 45·cm. en redondo y so-cm. de hondo.
Hallóse 2 verguillas de cobre y unos restos de cadáver quemados,
un hoyo hecho en el terreno y tapado con barro, esta sepultura ha sido
el cadáver quemado en otra parte y después colocados los restos en
este depósito.»
Inventario
Dos aros de bronce de sección circular (flg. 6, 5).
SEPULTURA núm: 27
«Loma del Boliche núm. 27 a 1,30 m. entre Norte y Levante y a
1,50 m. del núm. 26 a Levante, teniendo 80 cm. de largo y 50 cm. de
ancho y 80 cm. de hondo.
Rumbo de su forma, 305 grados.
Hallóse 45 cm. del piso una vasija con huesos quemados y unos
pedazos de cobre como de haber sido horquillas para adorno, que han
llevado en el pelo y unos restos quemados de unos 5 cadáveres; esta
sepultura ha estado hecha en el terreno y arreglada con losas y alguna pedriza; más alto un pedazo de hierro, el cobre ha estado encima
de la taza, más unos tiestos de la tapadera; el rumbo está tomado a
Levante.»
Inventario
Uma globular de orejetas hecha a torno, pasta anarlll\lada, con degrasante sillceo, j>orosa, mal conservada. La pasta está descascarillada, conserva restos de pintura en torno al botón de la tapadera y un.a banda próxima a la base.
Fragmento de hoja de cuchillo afalcatado de hierro.
Fragmento de bronce de sección circular.
Los restos humanos conservados no parecen corresponder a cinco individuos como anota
Flores. Los trozos de calota conservados pertenecen a un individuo de corta edad (flg. 11 y
Lám. ill).
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M. OSUNA Y J . REMESAL
18
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•
•
J'lg. 11. - ~uar de la MP· 27 (1/2)
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NECROPOUS DE BOUCBE
19
SEPULTURA núm. 28
doma del Boliche núm. 28, a 3 m. del núm. 27 a Levante, y a 7 m.
del núm. 9 al Sur, teniendo 50 cm. en redondo y 50 cm. de hondo.
Hallóse 6.sortijas de cobre, los restos se los ha comido la tierra en
un hoyo hecho en el terreno y tapado con losas alcuceras.»
Inventario
Cuatro aros de bronce, de diferente diámetro, todos de sección circular lfig. 6, 6).
. .. . . . ... ..
SEPULTURA núm. 29
«Loma del Boliche núm:· 29, ·a 2o-cm.~ del'núril. lo·a ·:Le'v'ante, y al
lado del núm. 11 al Sur, teniendo 60 cm. y 40 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver en un hoyo hecho en el terreno y
tapado con piedras y barro.»
Sin material.
L?
'
Plg. 12. -Parte del
~uar
de la tep. 30 (1/2)
SEPULTURA núm. 30
«Loma del Boliche núm. 30 al lado del núm. 10 a Poniente, y a
1,40 m. del núm. 9 entre Sur y Levante, teniendo 80 cm. en redondo.
Hallóse unos pedazos de tiestos y unos restos de cadáver, quemados en un hoyo en el terreno y tapado con piedras y barro.»
Nota escrita en francés, a lápiz, del señor Siret.: «Tessours poterie
interm. entre celle del' age du fer et de carthaginers.»
Inventario
Restos de una urna irreconatruible, a torno, de pasta negruzca y porosa, con degrasante
sillceo. De posible perfil ovoide.
Fragmento borde de urna, pasta grisácea, con degrasante slliceo, espatulada por sus dos
caru (fl¡. 12).
Trolot de carbón de encina.
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M. OSUNA Y J. RBMBSAL
20
SEPULTURA núm. 31
«Loma del Boliche núm. 31 , a 30 cm. del núm. 25 entre Sur y Levante, y 1 m. del núm. 27 a Ponj.ente, teniendo 30 cm. de largo y 20
cm. de ancho y 25 cm. de hondo.
Hallóse nada.
Un hoyo hecho en el terreno arreglado con 5 losas empinadas de
cal y alcuceras.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 32
«Loma del Bóliche núm. 32, a 3 m. del núm. 3 a Poniente y a 3 m.
del núm. 2 entre Sur y Poniente, teniendo 60 cm. en redondo.
Hallóse unos restos quemados de cadáver y unos pedazos de carbón de olivo en un hoyo hecho en el terreno y tapado con barro.»
Inventario
Trozos de carbón de olivo.
SEPULTURA núm. 33
«Loma del Boliche núm. 33 1 a 4 m. del núm. 25 a Poniente y a 4 m.
del núm. 24 al Sur, teniendo 1 m. de largo y 70 cm. de ancho y 50 cm.
de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en una sepultura hecha
en el terreno y tapada con barro.
Rumbo de su forma 245 grados a Levante.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 34
«Loma del Boliche núm. 34, a 3m. del núm. 33 entre Norte y Poniente y a 7 m. del núm. 25 a Poniente, teniendo 80 cm. de largo y 35
cm. de ancho y 35 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y tapados con barro.
Rumbo de su forma 240 grados, tomando el rumbo a Levante.»
Sin material.
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NECROPOUS DE BOUCHE
21
SEPULTURA núm. 3 5
«Loma del Boliche núm. 35, a 4 m . del núm. 30 al Norte, y a 1,90
m . del núm. 8 entre Norte y Levante, teniendo 50 cm. de largo y 45
cm. de ancho, y 60 cm . de hondo .
Hallóse una pluma de cobre, '' una verguilla, y unos pocos restos
quemados en un hoyo , hecho en el terreno y tapado con piedra y barro.»
Inventario
Brazalete de forma acorazonada, rematado en sus extremos, que muestran incisiones paralelas, protuberancias bltroncocónicas. Sección romboidal. Publicado por Siret (flg. 3, 4, fig.
6, 7 y Lém. IV).
Fragmento de bronce de forma en cU» y sección circular (fig. 6, 7 y Lém. IV).
SEPULTURA núm. 36
«Loma del Boliche núm. 36, a 30 cm . del núm. 16, entre Norte y
Levante, y al lado del núm. 14 entre Norte y Poniente, teniendo 1 m.
de largo, y 40 cm. de ancho, y 60 cm. de hondo.
Hallóse unos pedazos de chapineta quemados, y unos r estos de
cadáver quemados, en un hoyo en el terreno y tapado con piedra y barro.»
Materiales no conservados en el M.A.N.
Dentro de la zona de Boliche, considera Pedro Flórez una zona
que en los cuadernos de sus diarios está denominada «Loma del Boliche» - «Faja de Guadalupe». Pertenecen a la misma, las siguientes sepulturas.
SEPULTURA nú,m. 3 7
«Loma del Boliche núm. 37, a 21m. al Norte del núm. 6; hondo,
0,77 m.; ancho, 0,60 m. ; largo, 0,50 m .
(Hallóse) huesos quemados.»
(No presenta planta).
Sin materiales.
SEPULTURA núm. 38
«Núm. 38, al lado del 39, a 2,60 del 37 , hondo, 0 ,70 m.; 0 ,60
por 0 ,30.
(Hallóse) huesos quemados.>>
(No presenta planta).
Sin materiales.
- 393 -
so
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22
M . OSUNA)' J . RBMESAL
SEPULTURA núm. 39
«.Núm. 39, a 2,60 m. del 37 (7), 1,20 m. del 38, hondo, 0 ,80 m. ;
1,20 x0,60 m.
·
(Hallóse) huesos quemados; a los 0,60 m. de los huesos una verguilla de cobre.Jt
(.No presenta planta).
Inventario
Aro de bronce de sección circular (fig. 6, 81.
SEPÜÍ.TURA núm.· 4.0..
«.Núm. 40, a 0,80 m. del37,.debejo del41, a 0,20 m. del2, hondo
0,85 m.; 1,20 m. x0,40 m., entre el 40 y 41 hay unos 18 cm. de hierro, huesos quemados, candil y taza, alfiler de bronce, verguilla de
pl~ta, 2 adornos de plata.»
Inventario
Plato a tomo de ceráinica gris, pie marcado y borde ligeramente exvasado. Tiene dos
perforaciones próximas al borde. Pasta con degrasante sillceo, porosa.
Dos verguillas de extremos sobrepasados y sección rectangular.
Fragmentos de otra tercera verguilla Ulg. 13 y Ltm. IVI.
...
0-Jlg. 13. - Parte del ~uar de la sep. 40
-
394 -
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NECROPOUS DE BOUCBE
23
En el Museo Arqueológico Nacional sólo se conserva parte de este
ajuar. Siret publicó los materiales de esta tumba (fig. 3, 1,2 y 4) fechándolos entre los siglos VII y VI a. C., fecha que aceptamos.
SEPULTUrA núm. 41
· «Núm. 41 a 0,80 m. del37 , a 0,20 m. del39, hondo 0,56 m.; 0,85
m . por 0,50 m.
(Hallóse) huesos quemados, tiestos de vasijas antiguas (indigenas,
cartaginesas), un tiesto de puchero, alambre de cobre.»
(No presenta planta).
Inventario
No consta en la colección del M.A.N.
SEPULTURA núm. 42
«Núm. 42 a 0,55 m. del41 , a 0,40 m. del39, hondo 0,85 m.; 0,80
por 0,40 m.
(Hallóse) huesos quemados, carbón.•
(No presenta planta).
Sin materiales.
SEPULTUl\A núm. 43
«Núm. 43 a 2,20 m. del42, 2,40 m. del44, hondo 0,60 m.; 1,20
m . por 1m.
{Hallóse) cenizas y carbón en todo este local en medio del mismo
una sepultura de 1,30 m. x0,25 m. (a 0,60 m. de profundidad de la
superficie) ; la cabeza a Poniente; huesos quemados carbón, dos cuentas de oro, una cuenta de pasta (?).»
(No presenta planta).
Inventario
Dos cuentas.de oro, bitroncocónicas, de cuerpo agallonado. Dib4Jadas por Siret (fig. 3, 4).
Cuenta de pasta vítrea esférica, con taladro circular (flg. 6, 9 y Lém. IV C).
SEPULTURA núm. 44
«Núm. 44 a 2,50 m. del42, a 2,40 m. del43, hondo 0,80 m.; 0,60
por 0,40 m.
(Hallóse) huesos quemados (ceniza fundida).,
(No presenta planta).
Sin materiales.
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.M. OSUNA Y J. RE.MESAL
24
SEPULTURA núm. 45
«Núm. 45 a 2m. del44, 3m. del43, hondo 0,90 m.; 0,60 m. por
0,30 m.
(Hallóse) huesos quemados.»
(No presenta planta).
Sin materiales.
SEPULTURA núm. 46
«Núm. 46, a 1,20 m. del45, 2m. del44, hondo 0,40 m.; 0,60 por
0,25
"n.
i
.
(Hallóse) huesos quemados.»
(No presenta planta).
Sin materiales.
SEPULTURA núm. 47
«Núm. 47, a 1,90 m. del 46, 5 m. del45, hondo 0,60 m.; 0,80 m.
por 0,40 ·m.
(Hallóse) hue.sos qtiemados, carbón, fragmentos de huevos de
avestruz.»
Inventario
.
Fragmentos de cáscaras de huevos de avestruz, pintados con motivos reticulados de color
roj~ (fig. 14).
SEPULTURA núm. 48
«En la Loma de la Faja de Guadalupe, a 250m. del núm. 28, al
Norte, teniendo 90 cm. de largo y 25 de ancho, y 40 cm. de hondo.
Rumbo de su Loma, 350 grados al Norte.
Hallóse una puchera con huesos quemados, y dentro una cuenta
de hueso de la forma de un miembro de hombre, y 2 campanillas de
cobre, y unas cuentas de vidrio y de una pasta blanca, y una cadena
de anillos de cobre, y de hierro, y un alfiler de hueso, y un pedazo de
otro, y un alfiler de hierro, y un diente de jabali y unos huesos de animal como de juguete y una cuenta de hueso de forma de cabeza de
pescado y unos restos de un cadáver quemados en una puchera, que
tiene un asa, en una sepultura hecha en terreno de arena fuerte.»
Materiales no entregados al M.A.N.
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NECROPOUS DE BOUCHE
25
SEPULTURA núm. 49
«Núm. 49, Loma de la Faja de Guadalupe, a 4,80 m . del núm. 48
al Sur, teniendo 1,10 m . de largo, y 40 cm. de ancho, y 1,50 m . de la
superficie.
Rumbo, 350 grados.
Hallóse unos restos de un cadáver en una sepultura hecha en el
terreno, de tierra, y han estado los restos como si los hubieran hecho
un lfo para meterlos en la sepultura.»
Sin materiales.
0 \
·
o
s••
~----
Fig. 14. -fragmentos de cAteara de huevo de avettruz de la np. 47
Otra de las zonas a considerar dentro de Boliche, son las tumbas
excavadas al pie de la Loma. Tenemos las siguientes:
SEPULTURA núm. 1
«Al pie de la Loma del Boliche al lado Sur, 142m. del núm. 27 y
con el rumbo a 20 grados sepultura núm. 1, teniendo 1,60 m. de largo
y 45 cm. de ancho por el centro, y 35 cm. por la cabeza, y 30 cm. por
los pies, y 60 cm. de hondo.
Rumbo, 50 grados.
-
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M. OSUNA Y J . REMESAL
26
Hallóse unos pocos restos de cadáver en una sepultura hecha en el
terreno y tapada con algunas piedras al lado de la acequia.»
(En la.s notas de P. Flórez, pone en esta tumba: Herrenas, 1909.)
Sin materiales.
SEPULTURA núm. 2
«Llano del Boliche a 50 m. del núm. 1, entre Sur y Poniente, sepultura núm. 2, a 2m. de la superficie, teniendo 25 cm. en redondo, 1
hoyo hecho en el terreno.
Hallóse unos restos de un niño y al lado de la cabeza un pedazo de
cobre en la tierra de una casa romana (?l, al lado del camino y del
Azud.»
Sin materiales.
m
MATERIALES DIVERSOS
Estos materiales no corresponden a ninguna tumba descrita por
Flores; puede tratarse de materiales de superficie, procedentes, quizás, de tumbas destruidas.
1. Cuenco hemiesférico de borde vuelto, hecho a mano, pasta gris
rojiza con zonas tiznadas por el fuego. Tiene como degrasante
trocitos de pizarra, la pasta es porosa. El interior del borde está burdamente espatulado (fig. 15, Al.
2. Plato de pie marcado, borde ligeramente vuelto y carena en el
exterior, hecho a torno. Tiene una perforación circular en el
labio. Pasta en sandwich, de núcleo negruzco y exteriores rojizos, con degrasaD.te siliceo, porosa. En el interior tiene engobe
rojo cubierto por concreciones (fig. 15, Bl.
3. Fragmento de plato de borde vuelto ligeramente caido, hecho
a torno, con perforación circular en el labio. Pasta de color rojizo, porosa, con abundante degrasante sillceo. En ~1 interior
conserva un engobe rojo, cubierto de concreciones (fig. 15, C).
4. Fragmento de urna de cuello cillndrico y labio redondeado,
abultado hacia el exterior. Pasta negra, al interior, con abundante degrasante sillceo; el exterior de ésta, por las dos caras,
es castaño claro debido al espatulado. Esta última capa es exfoliable (fig. 15, D).
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NECROPOLIS DE BOUCHE
e
o
l'la. 15. -
llaterlalet probablemate de IUperftcle
-
399 -
27
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28
5. Fragmento de pulser a de forma acorazonada, con extremo
aguzado y sección romboidal (fig. 16, A).
6. Aro de extremo sobrepasado (fig. 16, B).
7. Cinco fragmentos de escoplos diferentes, en bronce, de sección
cuadrangular (fig. 16-C, 1 al 5).
8. Fragmento de cerámica hecha a mano, de borde redondeado y
asa junto a éste. Pasta negra, con abundante mica como degrasante. Espatulada en el interior y exterior (fig. 16, D).
· ··- 9. Fragmento de pulsera de pizarra, de sección trapezoidal (fig.
16, E).
IV
TIPOLOGIA DE LOS ENTERRAMIENTOS
Los 52 enterramientos descritos por Flores tienen una serie de características comunes que nos permiten considerarlos como una necrópolis de ciclo corto.
B
-- -
o
e
o
Fig. 16. - Materlalea de auperftcie
- 400-
5 ....
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NRCROPOLIS DB BOLICHE
29
Todas se presentan como «Hoyos hechos en la arena», según el decir de Flores, algunos de estos hoyos han sido arreglados y «reformados con piedras», debido, quizás, a la movilidad del terreno, pues algunos fueron cavados en la arena. Flores diferencia arena y terreno,
se da más frecuencia de sepulturas «arregladas con losas» entre las
«hechas en la arena». Las sepulturas números 3 y 31 parecen haber sido cistas perfectamente delimitadas.
De la gran mayoría nos consta que fueron tapadas con q>iedras y
barro».
Flores, al describir las sepulturas números 13 y 26, ha~ constar
que el cadáver se incine:ró en otro lugar. Esta exclusión·nos· obliga a
pensar que todos los demás cadáveres fueron incinerados en el emplazamiento de su tumba, algunas, como la núm. 7, de 1,90 metros de
hondo, 1 metro de largo y 90 centímetros de ancho podrían permitirlo, pero en otras, como la núm. 15, de 50 cms. de diámetro y 40 cms.
de hondo, no creemos que se puediese incinerar el cadáver, por tanto
pensamos que éstos debieron ser quemados en otro lugar y traídos los
restos junto con materiales de la pira y el ajuar, lo que explicaría también la presencia de carbón en ~gunas de la. sepulturas.
s
Dos quintas partes de los enterramientos son circulares, el resto
más o menos rectangulares, pero dada la coincidencia de ajuares, formas de «arreglo de tumbas» y manera de cerrar las sepulturas, creemos que son contemporáneas y que la diferencia estriba únicamente
en el modo de excavar el hueco. Si esta diferenciación es algo debido
al tipo de terreno o bien implicaba una distinción social, por sexos o
estatus, y, en este caso, nos está apuntando hacia distintos tipos de ritos funerarios, es algo que se nos escapa.
Al decir de Flores, las piras se encendieron con olivo, pino, carrasca o encina.
En algunas tumbas han aparecido frutos quemados y re~tos de
cestería (sep. 3 y 21), ofreciéndonos asi noticias que confirman la
existencia de un ritual en el que, junto al cadáver, se arrojaban a la
pira no sólo objetos de uso personal del difunto, sino también alimentos.
Unicamente las sepulturas núms. 4, 27, 30, 41 y 48 (esta última
no entregada al M.A.N.) contenian urnas. Se nos escapa totalmente el
significado de esta diferencia, apreciable también en la Joya (Huelva).
De los cortes estratigráficos conservados entre los manuscritos
(fig. 2, a) se puede deducir que la tumba núm. 5 alteró en parte la estructura de la 6, que sobre la núm. 5 se inst aló la núm. 3 y que, por el
dibtijo, se puede entender que la núm. 3 era una cista y que estaba a
la misma altura que la núm. 4, diferenciándose entre si por la planta.
51
40 1 -
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M . OSUNA Y J . REMESAL
30
Del otro corte conservado (.fig. 2, b) en el que,junto a éste, aparece
la planta, se desprende que la núm. 41 está sobre la núm. 40, y que
entre las núms. 38 y 39 existe una ligera superposición. Probablemente las núms. 38, 39 y 40 pertenecen al mismo horizonte.
Carecemos del ajuar de la núm. 41 , de la que Flores afirma que
contenía «tiestos de vasijas antiguas (indígenas, cartaginesas) ...», para
poder comparar con el sjar de la tumba 40, de la que conservamos un
plato de cerámica grls que apareció junto a una lucerna paleopúnica
.bicorne y un adorno de plata, publicado por Siret (6).
Hemos intentando reconstruir la planta de la necrópolis a partir
de los datos de-Flor,esl pero resulta imposible obtener un plano.. coherente al no conocer los puntos de referencia usados por él. De todos
modos podemos concluir que las tumbas se hallaban agrupadas, al
menos, en.tres grupos, como confirman-los dibujos de las catas hechos
por Siret (fig. 2).
A) De. la núm. 1 a la 36, llamadas por Flores «Loma de Boliche».
B) De la núm. 37 a la 49, señaladas como «Loma de. Boliche, faja
de._
Guadalupe», distantes· 21 metros del grupo A.
C) Las restantes núm. i y 2, del «pie de la Loma de Boliche>ra 142
metros de la núm.; ~?. · integrada en el grupo/\.
· En el primer conjuntO s'e aiternan las plantas - ectangulares (el39
r
por ciento del total) con las circUlares. En el segundo todas son rec.:
tangulares. Entre las dos tumbas del tercer grupo existe un,a clara diferencia ya. que la núm. 1, sólo a 60 cm. de profundidad, parece ser
por sus dimensiones una inhumación de fecha incierta, mientras que
la núm.. 2, a ·2 metro~ de profundidad, es, por sús características, similar a las Qe·los grupos A'y B (7).
V
DESCRIPCION DE LOS MATERIALES
A. CERAMICÁ
Centramos nuestro· estudio en las piezas que pueden aportarnos
datos arqueológicos: la copa de la sepultura núm. 1 (.fig. 4, Lám. I), la
(6) SIRET op. cit., pág. 434.
.
(7) Por la descripción que Flores hace de las tumbas núm. 49 y núm. 1 y 2 del «p~e de la
Loma de Boliche» y por haber dib¡ijado burdainente un cráneo humano, técnica utilizada por
él en sus manuscritos para indicar una inhumación, creemos que estas tumbas citadas pueden ser inhumaciones extraiias dentro del contexto general en el que aparecen.
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NECl\OPOLIS DE BOLICHE
31
urna de la tumba núm. 4 (fig. 5, Lám. II) y la de orejetas del enterramiento núm. 27 (fig. 11, Lám. ill).
En ellas la decóración es a bandas, monocromas, a excepción de
la copa en la que hay dos tonalidades de ocre.
Cintas, tomando como válido el dibujo de Siret (8) publica la urna de la tumba núm. 4 con menos bandas de las que tiene, fechándola
coi:no tipo de los siglos IV-III a. C. (9). La copa de la sepultura núm. 1
está publicada por Siret ( 1O), pero sin indicar la decoración. De la urna de orejetas no nos dice nada en su publicación el arqueólogo belga.
'E n relación con la copa de la sepultura núm. 1 no hemos encontrado. ..un paralelo claro. en la península (ll)...Por las-características ·de
forma, pasta y decoración, pensamos·que esta pieza puede relacionarde
se con tipos chipriotas, muy abundantes, aunqlie la nuestra carece asas y' ~1 pie es ligeramente diferente. En cuanto a su cro~o1ogfa, tomamos como punto de referencia el huevo de avestruz que completa
el ajuar de esta tumba Üig. 4, Lám. I), consider!ido por Asttuc {12) del
tipo la de Villaricos y fechado por ·ella en el s. VI a. ~ . (13).
La urna de la sepultura núm. 4, fechada por Cintas (14) en los si-·
. glos IV-m a. C., tiei;le paralelos en Carmona y Mogador (15). Este mismo tipo de urna está fechado por Fletcher (16) en la necrópolis de ·s olivella en el s. V. Optamos por la fecha de éste último dado que lamayorfa de los materiales de nuestra necrópolis se fech~ en los s. VI-V
a. C.
La urna de -orejetas de la núm. 2 7 tiene paralelos tanto en la
Penfnsula Ibérica como en.el.Sur de Fraricia, Norte de Africa y Cardeña. Piezas similares a la nuestra se encuentran en lá necrópolis de Le
(8) SIRET, ó'p. cit., pég. 432.
(9) P. CINTAS: cCerámique Punique». Papa, 1950, pég. 65, núm. 25 bis.
(10) SIRET, op. cit., pég. 432.
·
. (11) Bn este mismo contexto cultural, aunque de distinto tipo, pueden verse en:
G. B. BONSOR y R. ~OUVBNOT: ~ecropole Ib_rlque·de Setetlllu. Bíbliothéque de L'Eé
cole des Hautes Etudes Hispaniques, XIV, Paria, 1928, pég. 42, fig.. 31.
J . M. LUZON y D. RUIZ MAT!-: «Las rafees de Córdoba. Estratigrafia de la colina de los
Quemados». Córdoba, 1973, pég. 20, Lém. XIX b.
.
M. M. ALVES DIAZ y otros: «Duas Necrópoles de Idade do Fen:o no bafxo Alentejo: Ourique». O. ArqUeólogo Portugués, Serie m, vol. IV. Lisboa, 1970, pég. 200.
(12) ASTRUC, op. cit. pág. 162.
.
(13) ASTRUC, op. 'cit. pág. 185.
(14) CINTAS, op. cit. pág. 65, núm. 25 bis.
. .
(15) P. CINTAS: cContríbution a l'Etude de l'expansion Carthaginoise au Maroc». Paris,
195~. pág. 84 y 85.
(16) D. FLETCHBR VALLS: cLa Necrópolis de la Solivellu. Trall~os ' varios del S.I.P.
núm. 32. Valencia, 1965, pág. 57.
·
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M. OSUNA Y J . 1\EMESAL
32
Grand Bassin 11, en la sepultura núm. 14 (17 ), fechadas entre el550540 (18). En Españá están datadas por Pellicer en el s. V (19) y por
Fletcher (20) en el mismo siglo, fecha por la que nos inclinamos.
En la tumba núm. 10 (fig. 8) y entre los materiales diversos (tig.
15) aparecen fragmentos de platos de barniz rojo, similares a los de la
Joya (21).
En la sepultura núm. 40 aparece un plato de cerámica gris asociado a una lucerna bicorne, de la que solamente conservamos el dibujo
de Flores y Siret que no nos permiten sacar conclusiones tipológicas.
Las cerámicas a mano son similares a las que aparecen en este tipo de necrópolis .de la Península, pero carecemos de una .serie suficientemente numerosa que nos pudiese permitir su estudio.
B. HUEVOS DE AVESTRUZ
En cuanto a los huevos de avestruz conservamos uno casi completo en la sepultura núm. 1 (tig. 4, Lám. 1) y fragmentos de oir'o en la
núm. 47 (tig. 14), en los que la decoración se encuentra muy deteriorada. Astruc (22) fecha estos huevos en el periodo la, en el s. VI a. C.
Presentamos uh mapa de dispersión de estos restos arqueológicos
en la PenínsUla Ibérica (tig. 19) (23).
C.
B~SACORAZONADOS
Estas piezas han aparecido en la mayoría de los yacimientos que
se encuentran agrupados bajo la denominación de «orientalizantes».
En Boliche hay dos ejemplares: el de la sepultura núm. 35 (tig. 6, 7) y
un fragmento de otro, aparecido en superficie, de alguna tumba destruida (tig. 16, A).
(17) J . J . JULLY y S. NORDSTROM: «V ases á oreilletes perforées». Arch. Prebist. Levantina. XI, 1962, pág. 2, flg. l.
(18) JULLY y NORDSTROM, op. cit. pág. 5, n.o ta 11.
(19) M. PBUJCBR: «Las Primitivas Cerámicas a torno pintadas hispánicas». Archivo Espatiol de Arqueologia, ndm. 41. Madrid, 1968, pág. 60 y ss.
(20) FLBTCHER VALLS, op. cit.
.
(211 J . P. GARRIDO ROIZ: cBxcavaciones en la necrópoU, de la Joya. Huelva.. Exc. Arqu. en Espatia, nllln. 71 . Madrid, 1970, pág. 54.
(22) ASTRUC, op. cit. pág. 162 y 185.
(23) Af'ladimos a los citados por M. PONSICH en cl\echerches archeologiques á Tanger et
dans sa region», C.N.R.S.Parls, 1970, pág. 139, ftg. 46, los de Antas, cColeccl.ó n Siret» fondos
del M.A.N., Inédito, los d.e Adra, comunicación personal de D. M. Pernl1ndez Miranda, Cerro
de la Mezquitilla (Málaga), comunicación personal de los colaboradores de Gran Aymerlch y ,
por ñltlmo, La Joya (Huelva), sepultura ndm. 18, comunicación personal de J . P. Garrido
1\oiz.
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NECROPOUS DE BOUCHE
33
No pensamos que los prototipos sean indoeuropeos, como cree Siret, nos inclinamos a considerarlos productos del Mediterráneo oriental que se difunden tanto para Oriente como para Occidente. En
Oriente una de las piezas más antiguas que conocemos es uno de oro
rematado pór dos grifos que forma parte del tesoro de Oxus (en el que,
por cierto, existe un carro votivo con elementos similares al de la tumba núm. 17 de la Joya) fechado en el s. VI a. C. (fig. 17 A) (24). En Occidente, y como prueba de antigüedad de e.sta forma, creemos que
puede relacionarse este tipo de brazaletes con los aros de los
colgantes-sellos de la Aliseda (25).
De Chipre es el que reprod~cim:os e~ ~a fig. núm. 17, considerado
· por Gjerstad c·oino ·értípo 2 que caracteriza el periodo Chipriota clásico (475-325) (26), en el que los remates son cabezas de carneros.
Otros tipo aparecidos en Chipre tienen cabezas de vacas o leones, los
alambres suelen ser de sección circular u ovoide. Las figuraciones están a veces ornamentadas con trab~o de filigrana o granulado. Los tipos chipriotas son de oro macizo o bien de bronce plateado o dorado
(27). Esta misma pieza está considerada por Becatti como de arte
greco-escita del periodo clásico, siglos V-IV a. C. (28).
Por último nos referiremos a los brazaletes de este tipo en oro, rematados por cabezas de leones, que se conservan en el Louvre, considerados de época aqueménida y fechados en el s. IV por Hwort (29).
Los bra.zaletes de este tipo aparecidos en la península que hemos
podido localizar son de bronce, a excepción de dos de oro procedentes
de Setefilla (30) y con ligeras variantes con respecto a los de Boliche.
Los remates suelen ser motivos geométricos que quizás representan
cabezas estilizadas de serpiente.
Aparte de los de Setefilla (donde además de los mencionados de
oro hay otro de bronce) (31), Cruz del Negro (32), el Carambolo (33),
(241 K. JETTMAR: «El arte de las estepas euroasiéticau. Barcelon~ . 1966, pég. 232.
(251 J . M. BLAZOUEZ MARTINEZ: «Tartesos y los orígenes de la colonización fenicia en
Occidente•. Salamanca, 1968.
(26) B. GJERSTAD: «The Swedish Cyprus Expeditiom, vol. IV, parte 2 .•. Estocolmo,
1948, pég. 222, 427 y 479.
(271 GJERSTAD, op. cit., fig. 36, pég. 427.
(281 G. BBCATTI: «Orificerie antichet. Roma, 1955, pég. 193, Lém. XCV, nllm. 369.
(29) J . RWORT: clran b. Génova, 1965, Lém. 149. Pueden verse así mismo en L. VANDEN BERGRE: «Archeologie de l'Iran Ancient. Leiden, 1966, tém. 106, b.
(30) BONSOR y TROUVENOT, op. cit., pég. 26, Lém. VII, 2, estas dos piezas son de oro.
(31) BONSOR y TROUVENOT, op. cit, pég. 45, Lém. vm, fig. 33, núm. 5.
(3'21 G. BONSOR: eLes colonias agricoles prérromaines de la vallée du Betist. Rev. Archeologjche. París, 1899, pégs. 81-82, flgs. 96 y 98.
(331 J . M. CARRIAZO : «Tartesos y el Carambolot. Madrid, 1973, pégs. 310-311.
- 405 -
[page-n-414]
M. OSUNA Y J . REMESAL
34
B
Plg. 17. - A: Brualete de Oxua; B: Brazalete de Chipre
(1/21
Castro de tara (34), Sanchorreja (35), Cerro del Berrueco (36), la Joya
(37) y Boliche, damos a conocer alg\lnos que se conservan en el M. A.
N. Los núms. 8145, 8148 y 8150 proceden de «una zona de 40 leguas
entre las provincias de Palencia y Valladolid» (38), de los demás no te(341 J. L. MONTEVERDE: d.os castros de Lara.t. Zephyrus, IX. Salamanca, 1958, pág.
197 ; citados también por W. SCHULE; «Die Meseta-Kulturen der Iberischen Halbinseb.
Berlin, 1969, tomo ll, Lám. 156, núms. 13 y 14.
.
(35) J. MALUOUBR DE MOTES Y NICOLAU: cEl castro de los Castillejos en Sanchorreja.t.
Avila, 1958, pág. 69, fig. 19.
(36) J . MALUOUER DE MOTES Y NICOLAU: «Excavaciones en el Cerro del Berrueco».
Salamanca,· 1958, pág. 92, Lám. XIll.
(371 GARRIDO ROIZ, op. cit. pág. 19, fig. 10,2.
(381 M.A.N., expediente 1878/ 9.
- 406 -
[page-n-415]
NECROPOUS DE BOLICHE
35
•
8145
- -- -
o
5 cm
Flg. 18.- B r . - - del MUMO Arqueológico Nacional
---•-·-
[page-n-416]
36
M. OSUNA Y J . REMESAL
Jig. 19.-DilpenióD peninl'llar de Jol h118VOI de aveltrwl: 1) AJcécer ~ Sal; 21 Buelva; 31
Carmona; 4) ctclls; 8) ~~Alaga; 8) Me.qultiDa; 7) Almuhcar; 8) Adra; 9) Antu; 10) Boliche;
111 La Alhufereta
- 408 -
[page-n-417]
NECROPOUS DE BOUCHE
37
Fig. 20. - Di1peni6n peninsular de loa bJ¡az;aleteaacorazonadoa: 11 Alcácer do Sal ; 2) Ado
Mealha Nova; 3) La Joya; 4) Bl Carambolo; 5) Cru del Negro; 6) Seterula; 7) Boliche; 8 ) Castro de Lara; 9) Provbu:ia de Palencia (plaaa 11. A. N.); 10) Sanchorrtüa; 11) B1 Berrueco
- 409 52
[page-n-418]
M. OSUNA Y J .. .REMESAL
38
nemos noti.cias de 'su procedencia (fig. 18). Dé Portugal conocemos los
de Aloácer do Sal (39) y A-do .Mealha Nova (40).
· E;n <:uanto a su cronología pensamos que estos brazaletes acorazonados de la peninsula pueden considerarse enclavados entre los s.
VII-V a. C:, nunca con anterioridad a nu~stra primera fecha (fig. 20).
D. CUENTAS DE ORO
. En Salamina (41) están fechadas en el siglo VIll cuentas shnilares
a las nuestras. Gjerstard (42) las considera del tipo 2 con una vigencia
desde el 1050 al 475 a. C. (43), fecha esta última acorde con nuestra
necrópolis. · ·
·
E. ·ADEREZO
La pieza de };)ronce. de imestr~ sepultura 12 está clasificada por
Fletcher como pieza de collar (44), mientras que para Catling (45), que
encuentra otras similares en Chipre, son ligazones de arnés .
. VI
CONCLUSIONES
Consideramos; como Siret,. que ·en esta necrópolis hay una ililbricación de elementos culturales diferentes:
A.-B~ementos indfgenas:
Rito de incineración( técnica de construcéión de los enterramien-
tos, cerámicas a mano.
(39) V. CORREIA: cUna conRréncia sObre a Necropole de Alcácer do Sab. Biblos, n(un. 7.
Coimbra, 1925, pég. 20.
.
·
·
(4{)) ALVES DIAS, op. cit., pág. 201. .
.
(41) V. KARAGEORGHIS: cSalami.s in Cyprus Homeric, Hellenisüque and Romam. Londres, 1969, pág. 34, tlg. 4 . .
(42) GJERSTAD, op. cit., pág. 164, tlg. 35, 9.
(43) GJERSTAD, op. cit., pág. 427.
.
(44) FLETCHER VAÍ.LS, op. éit.
(45) H. CATUNG: «Cypriot Bronzeworlt in the Mycenaeán Worldll. Oxford, .l964, pág.
262, fig. 23, 5 y 6, ·Lám: XLVill.
- 410 -
[page-n-419]
NECROPOUS DE BOUCHE
39
B.-Elementos importados:
Huevos de avestruz, cuenta de pasta vitre a, cuentas de oro, lucerna bicorne, brazaletes acorazonados.
Esta imbricación cultural aparece como caracterfstica de los yacimientos consideradQs «orientalizantes».
Los elementos materiales importados nos inclinan a ·enclavar cronológicamente la utilización de Boliche como necrópolis entre los siglos VII y VI a. C. Aunque aparecen también algunos materiales fe·chables en el s. V a. C.
- 411 -
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OSUNA y REMESAL.-Boliche
LAM. l
Ajuar !le la sepultura 1
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OSUNA y REMESAL.- Boliche
LAM. 11
e
al Tumba 4. bl Cerámica de la sepultura 11. e) J\juar de la sepultura 12 (2/ 11
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OSUN.A y REMESAL.-Boliche
LAM. lll
Urna de la sepultura 27
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OSUNA y REMESAL.-Boliche
LAM. IV
a
e
llllllllllll
mm
al Brazalete acorazonado de la tumba 35. bl Plato gris de la sepultura 40. el Cuentas de oro
de la sepultura 43
[page-n-425]
ARCHIVO DB PRBliiSTOJUA LEVANTINA
VOL. XVI (Valencla, 1981)
G. MOROTE BARBERA
(Valencia)
UNA ESTELA DE GUERRERO CON ESPADA
DE ANTENAS EN LA NECROPOLIS IBERICA
DE ALTEA LA VELLA
(Altea, Alicante)
1
DESCUBRIMIENTO
En 1972, al realizar unas obras de canalización de aguas en los
campos en que se enclava la necrópolis ibérica de Altea la Vella, se
descubrieron una serie de enterramientos en urnas de orejetas perforadas, hoy depositadas en el Museo de Prehistoria de la Excelentísima
Diputación Provincial de Valencia (1) y en colecciones particulares
(2). Avisados por el dueño del terreno se personaron en el lugar del
hallazgo Don Carlos Sánchez Cutillas y Don Juan Rodrfguez Castañares, quienes procedieron al salvamento de los restos encontrados (fig.
1; Lám.. 1).
Junto a estas urnas apareció la estela de guerrero, motivo del presente trabajo, y que los descubridores de la misma depositaron en el
Ayuntamiento de Altea, donde se encuentra debidamente protegida
gracias al interés especial que el alcalde de esta localidad, Don Juan
Alvado Pérez, ha puesto al conocer la importancia de la misma.
(1) Agradecemos al S.I.P. de Valencia las facilidades concedidas para el estudio de los
materiales depositados en el Museo de Prehistoria de la Excma. Dip. Provincial de .Valencia.
(21 Desde estas lineas agradecemos pó.blicamente la amable colaboración prestada por
D. José M.• Plenelles (Altea), D. Juan Rodrfguez Castaiiares (Altea) y D. Julio Agosti (Altea).
- 417 .53
[page-n-426]
2
G. :MOROTE BARBERA
.Fig. l . - Empluamlento de Altea la Vella
[page-n-427]
ESTELA DE GUERRERO
3
n
LA ESTELA Y EL CONTEXTO ARQUEOLOGICO
A) La
estela
Se trata de una gran pieza de piedra arenisca de grano flno, muy
frecuente en la zona.
Las dimensiones en cm. de la estela son las siguientes:
. - .. . ...
Al~ura .tota}l ! o~ ~m!
Anchura media, 29 cm.
Grosor medio, 20 cm.
Se encontró fracturada en dos trozos que encajan perfectamente,
observándose además algunos desconchados que no afectan de modo
irreparable las representaciones esquemáticas de la misma; tan sólo
en la parte inferior se ha producido la pérdida de un trozo que afecta ·
a los pies del guerrero, pero se conserva lo suficiente como para poder
apreciar perfectamente los rasgos de éstos.
La configuración antropomórfica de la pieza es evidente; los marcados hombros, la elevación clára del cuello y la perforación existente
en la parte superior de éste, alli donde d~bió estar situada la cabeza
del guerrero, no dejan lugar a dudas.
La representación esquemática del guerrero en las diferentes caras de la estela es como sigue:
Parte frontal. - Los hombros marcados del guerrero delimitan el
cuello y el eS'cote en V de la vestimenta que le cubrfa. De la punta del
escote surge un cuchillo afalcatado cuya longitud, 17 cm., debe corresponder a la real. A la altura de este cuchillo afalcatado surge la
mano izquierda del guerrero y por deb~o del mismo la mano derecha,
ambas apoyándose sobre la caja torácica, delimitada ésta por el cinturón de 7 cm. de anchura existente a 58,5 cm. del cuello. En la parte
inferior de la estela se representan los pies del guerrero, cuya longitud
conservada en el derecho es de 16 cm. y de 8 en el izquierdo (flg. 2;
Lám. IIa).
Lado derecho. - La imagen gráflca que ofrece este lado es, quizá,
la más importante, pues en ella existe uno de los elementos principales para la datación cronológica de esta estela.
Se observa aqui cómo el brazo, cuya longitud total, incluida la
mano, es de 71 cm., arranca del hombro flexionándose en el codo pa- 419 -
[page-n-428]
1
1
1
_1_ _
Fig. 2.- DeHrrollo de la ntela de Altea la vena. (Alt. 108 cm.)
[page-n-429]
ESTELA DE GUBRRBRO
6
ra posarse en el tercio inferior del tórax. A la altura del codo y del antebrazo surgP una espada de antenas (en sentido trasversal a esta cara de la pieza) cuya punta descansa en la parte inferior del cinturón,
que viene prolongándose de la parte frontal (fig. 2 ; Lám. illa).
Lado izquierdo. - Igualmente en este lado se aprecia cómo el brazo surge del hombro para flexionarse a la altura del codo y apoya la
mano en el tercio superior del tórax; el cinturón se prolonga por este
lado con las mismas dimensiones que en la parte central (fig. 2 ; Lám.
IIIb).
Parte posterior. ...:.. En ·e ste lado sólo "M . Visible la· córitiiiüadón del
escote que ya observamos en la parte frontal, siendo sus dimensiones
prácticamente iguales en ambos casos; a esto sólo hay que añadir la
representación del cinturón, dando asf la vuelta completa a la pieza
(Lám. llb).
Análisis de las armas y otros objetos representados:
l. I.a espada de antenas. -Este tipo de espadas pertenecen al
mundo céltico como se ha podido comprobar tras los hallazgos realizados en las diversas necrópolis del periodo hallstático y de La Tene,
tanto en su zona de difusión europea como en la Península.
Las investigaciones realizadas hasta el presente (3) parecen indicar que este tipo de espada no se puede relacionar con el mundo ibérico (4), ya que se considera que el tipo de espada utilizado por éstos es
la falcata (5).
La aparicióD, pues, de espadas de antenas en poblados y necrópo ·
lis ibéricas (6) debe ser considerado como parte integrante de las rela ciones culturales entre los pueblos celtas e iberos, o bien, según otras
teorías (7), a inflltraciones celtas dentro de las zonas ibéricas.
La aparición de los dos tipos de espada (de antenas y falcatas) en
una misma necrópolis pone de relieve la coexistencia de ambos ele·
(3) D. PLETCHER VALLS: «Los problemas de la cultura ibéricu. Trabl\los varios del
S.I.P. ndm. 22, Valencia, 1960, pág. 159.
(4) P. LATORRE NUEVALOS: «Aproximación al estudio del armamento ibérico levanti·
not. Departamento de Historia Antigua, Universidad de Valencia, serie arqueológica núm. 6.
Valencia, 1979, pág. 159.
(5) PLETCHBR VALLS, op. cit., nota 3.
(6) E. CUADRADO: cUn pueblo prehistórico hispano: Los IberoSit. Las RaJces de Espada.
Madrid, 1960.
(7) P. BOSCH GIMPB. A: cL'estat actual del coneixement de la civilitzacio ibérica del
R
regne de Valénciu. Anuarl de l'Institut d'Estudis Catalans, any V, MCMXV-XX, pá,gs. 624629. Barcelona, 1915-20.
- 421 -
[page-n-430]
6
G. MOROTB BARBBl\A
mentos, por lo que su cronología debe ser matizada debidamente. Por
una parte se ha intentado precisar que la falcata es introducida en las
costumbres ibéricas como consecuencia de las guerras del 369-368,
en la que los iberos intervienen como mercenarios al servicio de Dionisia de Siracusa (8), aunque, como bien matiza Fletcher (9), hay que
situarlas en los momentos fmales del siglo V, dado que se encuentran
en poblados cuya destrucción se fecha a mediados del siglo IV.
Por su parte, las espadas de antenas tienen una clasificación más
compleja; desde las de grandes antenas fechadas a partir del siglo VI,
hasta las de antenas atrofiadas convertidas en simples botones que se
. sitúan en tornQ al sigl.o IV (1 O).~
.
.
La espada que incorpora esta estela tiene las siguientes características:
Longitud total, 40,1 cm.
Ancho medio de la hoja, 3,4 cm.
Dimensiones que son comunes a este tipo de espada. De 33,9 cm.
a 45'3 cm. oscilan las halladas en necrópolis hallstatticas de la región de Arcachon (Francia) (11 ), mientras que las encontradas en las
necrópolis ibéricas de la Peninsula suelen tener unos 45 cm., y rara
vez alcanzan los 65 cm., como bien indica Vilasec.a (12).
Las antenas o gavilanes adquieren la forma de U tanto en la parte
superior como en la inferior de los dos cuerpos que contiene la empuñadura. Los gavilanes se prolongan mediante unas protuberancias
hacia el centro de la empuñadura, pretendiendo proteger así la mano
(fig. 2 ; Lám. IV).
2. El cuchillo afalcatado. -Otra de las armas representadas en
esta estela es un cuchillo afalcatado situado a la altura del tercio medio del tórax; sus dimensiones son:
Longitud total, 1 7,O cm.
Anchura máxima de la hoja, 3,2 cm.
(8) H. SANDARS: «The Weapons of the Iberi8JW. Archaeologie, LXIV. Oxford, 1913.
(9) PLRTCHER VALLS, op. cit., note 3.
(10) W. SCHULE: cDie Mesete Kulturen. Der Iberischen Halbinseb. Madrider Forschungen, Band 3. Berlin, 1969; Chronologische Tabelle.
(11) J . P. MOREN y A. COFFYN : eLes Necropoles Hallstattiennes de la Region d'Arcachon.t. Bibliotheca Praehistórica Hispana, vol. XI. Madrid, 1970, pág. 117.
(12) S. VILASECA ANGUERA, J . M.• SOLE CASELLES y R. MMm GUELL: cLa Necrópolis
de Can Canys (Banyeres~ prov. de Tarragona)t. Trahl\)os de Prehistoria, nó.m. VID. Sell$ario de Historia Primitiva del Hombre de }a Universidad de Madrid y del Instituto Español de
Prehistoria del C.S.I.C., Madrid, 1963, pág. 41.
- 422 -
[page-n-431]
ESTELA DE GUERRERO
7
Por sus características debe corresponder a las medidas reales de
la pieza que sirvió de modelo (fig. 2; Lám. II)..
3. El cinturón. - Completando el indumento del guerrero representado en la estela existe un cinturón de 7 cm. de anchura que rodea
totalmente la cintura. En él no se observa representaciones de broche
u otro tipo de engarce (fig. 2; Lám. n a IV).
Otro útil representado podría ser una posible manopla que el guerrero parece estar llevando en su mano derecha.
La doble representación de la mano y las dos líneas que cruzándose en a.~pa .se ~ro~on~~ ~~~i.~ e.l ~r~ZC?. a~~_lo P~l':'ecen e.s~~r ind~c~go_.
En apoyo de esta idea está el marcado surco de la doble mano. Sin
embargo, no hay que descartar que el grabador pretendiera rectificar
la representación de la misma. Manoplas de este tipo las podemos observar en las pinturas de los vasos cerámicos ibéricos.
B} El contexto arqueológico
Tras diversas conversaciones mantenidas con los descubridores
de estos materiales, se ha podido establecer la consiguiente relación y
disposición de las distintas piezas encontradas (fig. 3 y 4). Esta era como sigue:
Todas las urnas fueron encontradas en una sola fila a unos 45 cm.
de profundidad, protegida por unas losetas de piedra arenisca de reducidas dimensiones (13).
La estela se encontraba en medio de este conjunto, puesta totalmente de pie, encontrándose la parte superior a unos 25 cm. de la superficie (fig. 3).
En total se sacaron nueve urnas completas, conociéndose la destrucción de algunas más en los trabajos previos a la canalización.
Se conoce la aparición de material de bronce (posible ajuar) junto
a la estela, así como de cerámica ática de barniz negro, todo ello hoy
desaparecido.
Las urnas representadas son las siguientes:
113) Algunas de ellas las conserva D. Carlos Sánchez Cutillas, a quien agradecemos la información.
-
423 -
[page-n-432]
[page-n-433]
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G. MOROTE BAlUIERA
10
1. Urna tipo Solivella, 2, 3, 6, de perfil púiforme, de onjeta.s y tapadera de cogedor en botón y una
pequefta peñoración cerca de éfle. Va decorada con ftletes y &aiUu l.tlg. 6 ; Um. V). Sus dim.ensiones
son:
Altura máxima, 24, 6 cm.
Anchura máxima, 22,2 cm.
Bata urna es propiedad de Juan Rodriguez CUtaAares (Alt.ea) (14).
2. Urna tipo Sollvalla, 2, 3, 6, de perftl púiforme, de onjetu y tapadera de cogedor en botón. Tiene
una pequeAa peñoración hacia la mitad de la tapadera. No se le ha Umpiado la tierra que tiene adherida,
por lo que no sabemos qué tipo de decoración condene (tlg. 6; Um. V}. Sus dimensiones son:
Altura múima, 27,6 cm.
Anchura máxima, 22,0 cm.
Propiedad de José M.• Planelles (Alt.ea).
... 3. Gran urna deoreje~. sh;l paral!!l~ _c:c¡p. _lu de SoJ,lv!'ll!l. Le falta la tapadera y su decoración es
prácticament.e nula por no haber sido Umplada de la tierra que tiene adherida lflg. 6 ; Láin. VI). Sus dlmene.iones son:
Altura máxima, 28,1 cm.
Anchura máxima, 24,9 cm.
Propiedad de Julio Agosti (Alt.ea).
4. Urna tipo Sollvella, 7, 12, 13, 15, de perftl ovoide, de onjetas y tapadera de cogedor en botón. Ve
decorada con filetes y ~u (flg. 5; Lám. VI). Sus dimensiones son:
Altura máxima, 31,8 cm.
Anchura máxima, 28,2 cm.
El botón t.ermlnal de la tapadera lleva unu incisiones en forma de aspa, segurament.e como marca de
distinción.
Propiedad del Museo de Prehbtoria de Valencia, donada por D. Carlos Sánchez Cutillas.
6. Urna tipo Solivella, 7, 12, 13, 15, de perftl ovolde, de orejeC41 y tapadera de cogedor en botón. Va
decorada con ftletes, ~as y lineas trenzadas paralelas (tlg. 6 ; Um. vn1. Sus dimensiones son:
Altura máxima, 31,3 cm.
Anchura máxima, 24,9 cm.
Propiedad del Museo de Prehlstoria de Valencia, donada por D. Carlos Sánchez Cutlllas.
6. Urna sem~~Jant.e alas ant.erlores, de perfil ovoide, de orejetu y tapadera de cogedor en botón. Va
decorada con ftletes y fraJUas (flg. 6; Um. vn¡. Sus dimensiones son:
Altura máxima, 28,1 cm.
Anchura máxima, 22,6 cm.
Propiedad del Museo de Prehistoria de Valencia, donada por D. Carlos Sé.nchez Cutlllas.
7. Urna alargada semejant.e a las ant.erlores, de perftl ovoide, de or~~Jetaa y tapadera de cogedor en
disco. Va decorada con fr~as y ffiet.es, aunque su excesivo lavado ha ocasionado la pérdida de la mayor
part.e de la decoración lftg. 6; Lám. vnl). Sus dimensiones son:
Altura máxima, 33,6 cm.
Anchura múima, 22,8 cm.
Propiedad del Museo de Prehbtorla de Valencia, donada por D. Carlos Sé.nchez Cutillu.
8 . Urna tipo Sollvell~. 14, 17, de perfil ovoide con asu rematadas en orejeta. Le falta la tapadera.
Va decoradá con fr~as y tlfetes (ftg. 6; Lám. vnl). Sus dimensiones son:
·
Altura máxima, 26,7 cm.
Anchura máxima, 27,3 cm.
(14) D. FLETCHER VALLS: «La necrópolis de la Solivella (Alcalá de Chivert)t. Serie de
trablijos varios del S.I.P., núm. 32. Valencia, 1965, pág. 26 y ss.
-
426 -
[page-n-435]
11
ESTELA DE GUERRERO
•
Flg. 5. - Urou de Altea la VIII! a (1/4)
-
427 -
[page-n-436]
12
G. MOROTB BARBERA
~-·-""\
1
•
Flg. 8. - Ul'DU de Altea la Vieja (1/4)
,... 428 -
[page-n-437]
BSTELA DB GUERRERO
13
Propiedad del MU180 de Prehlstoria de Valen~. donada por D. Carloe S'-nchez Cutillas.
9 . Urna tipo Sollvella, 2 , 3, 6 , de perfil piriforme; de"Orejew. Le falta la tapadera. Su decoración es
prácticamente nula por no haber sido limpiada de la tierra que tiene adherldaltlg. 7; Lém. IXI. Sus dimensiones son:
Altura méxima, 24,7 cm.
Anchura méxima, 26,0 cm.
Propiedad de Juan Rodrigues Cutatiares.
Todas las urnas están hechas a tomo, siendo su pasta porosa y relativamente compacta; decoradas con franjas y filetes, a excepción de
la núm. 5, que se complementa con líneas paralelas representando
una especie de cordoncillo trenzado.
..
.
.
.
Fig. 7. - (1/2)
III
CRONOLOGIA
Las representaciones antropomórficas de grabados sobre piedra
tienen una larga y duradera tradición en la Península Ibérica. Es en
la Edad del Bronce cuando se desarrolla esta costumbre con la peculiar característica de plasmar en estelas al guerrero muerto junto a
sus armas.
- 429 -
[page-n-438]
14
G. MOROTE BARBERA
Este tipo de estelas tiene amplia difusión en toda la Península en
esta época, destacando por su peculiar interés el conjunto de las encontradas en Extremadura, estudiadas detenidamente por M. Almagro Basch en 1966 (15).
Esta tradición continúa en la Edad del Hierro en las diferentes zonas de la Península; asi hay que mencionar las estelas de influencia
céltica en la zona del Duero o las celtibéricas del Bajo Aragón o las
propiamente ibéricas en la zona mediterránea, entre las que se encuentra la ahora estudiada.
Múltiples son los paralelos existentes en Europa y Mediterráneo
OcG.idental, aunque en_
nuestro caso sólo hay que destacar el grupo de
las estelas Daunicas, estudiadas por M. 8 Luísa. Nava en 1973-5 (16),
dada la gran afinidad estructural que con ellas tiene la estela de Altea
la Vella.
Un problema importante se plantea a la hora de establecer la cronología aproximada de la pieza estudiada.
Tres son los elementos que pueden ayudar a resolver este problema:
a) Las urnas de orejetas perforadas.
b) El cuchillo afalcatado.
e) La espada de antenas.
Las urnas de orejetas perforadas
Es conocida desde antiguo la existencia de este tipo de urna en la
zona aquf tratada.
Bosch Gimpera las menciona en su estudio dedicado al tema ibérico en 1923, situando cronológicamente el yacimiento en los siglos VIV a. J.C. (17).
«En Altea, además de las urnas esféricas con tapadera cónica, salen flbulas anulares y broches de cinturón de tres y cuatro púas,
con las escotaduras cerradas y piezas serpentiformes para clavar
las púas del cinturón» (18).
a)
(15) .M. ALMAGRO BASCH: cLas estelas decoradas del suroeste peninsulan. Bibliotheca
Praehistórica Hispana, vol. vm. .Madrid, 1966.
(161 .M.• LUISA NAVA: «Aspetti e problemi deUe Stele Daunie.t. Sibrium XD. Varese,
1973-5, pág. 249 y SS.
(17) BOSCH GI.MPERA, op. cit., nota 7.
(18) BOSCH GIMPERA, op. cit., nota 7.
- 430 -
[page-n-439]
ESTELA DE GUERRERO
16
Sin embargo, hay que indicar que no podemos tener la completa
seguridad de que se trate del mismo lugar en el que han aparecido.las
urnas y estela aquf estudiadas, ya que Bosch Gimpera no indica el lugar exacto de los hallazgos.
Por otro lado, estas urnas por si solas no ofrecen un valor cronológico serio.
Consideradas de origen «céltico» según Bosch Gimpera (19), se ha
venido a demostrar, y así lo creemos, que su origen debe buscarse en
el Mediterráneo oriental o central, desde donde se düundiria a las
costas de Francia y España (20) .
. Fletcher Valls est~l,ece Wla c:r;onologfa. q.lle en su momento de auge sitúa hacia mediados del siglo V (21 ).
Por su parte, Schüle (22) las sitúa en un horizonte algo más antiguo para la zona Languedoc-Cataluña-Andaluda, hacia el siglo VI,
mientras que para la Meseta las sitúa en pleno siglo V a. J .C.
La amplia oscilación cronológica (23) obliga a tener que considerar a este tipo de material cerámico como elemento auxiliar, sólo valorable si va acompañado de otros elementos de ajuar mejor conocidos.
El cuchillo afalcatado
Arma de amplia düusión en la Peninsula Ibérica. Se encuentra en
la mayoría de las necrópolis celtas e ibéricas estudiadas hasta la fecha (24), con una cronología tan amplia -del siglo VI al II a. J .C.-.
que su valor es nulo a la hora de servir de base para apoyar el estudio
cronológico de otros materiales.
b)
La espada de antenas
Es quizá el dato más significativo desde el punto de vista cronológico, aunque también ofrece ciertos problemas de correlación con los
otros elementos materiales.
e)
(19) D. FLET;CHE)\VALLS: «Las urnas de orejetas perforadaS».
de Arqueologla, Sévilla·Malaga. 1963. Zaragoza, 1964, pég. 306.
(201 FLETCHER VALLS, op. cit., nota 19, pég. 316.
(21 ) FLETCHER VALLS, op. cit., nota 19, pég. 3 17.
(2 2) SCHULE, op. cit., nota 10.
.(231 FLETCHER VALLS. op. cit., nota 19.
(24) SCHULB, op. cit., nota 10, cuadro.
- 431 -
vm Congreso Nacional
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16
G. MOROTE BARBERA
Espadas de este tipo se-encuentran en las necr.ópolis de la primera
Edad del Hierro del Mediodía francés, así como en la mayoría de las
existentes en la Península Ibérica, ya sean de influencia celta o ibérica.
Su cronología varía del siglo VII al VI para las espadas con grandes gavilanes, y del V al 11 para las que han transformado las antenas
en simples botones (25).
Este último tipo de espada se encuentra en las pinturas de los vasos cerámicos de San Miguel de Liria, conviviendo ya con la falcata
por lo que debe concordar con ella en cronología.
en
un momento
Los tres elementos aquÍ mencionados conviven
determinado de la cultura ibérica, que oscila entre el siglo VI y principios del V, en opinión de Schüle (26), basándose en la cronología establecida por O. y J. Taffanell (27) para la tumba de Corno-Lauzo, situada en el 540 a. J .C., por una copa jónica de la forma B2, según la clasificación Villard-Vallet (28).
Sin embargo, habría que decir que desde la fecha de fabricación
de este tipo de copas jónicas, o cualquier otro tipo de material cerámico, transcurre un tiempo de utilización, agravado aún más por tratarse de cerámica importada, por cuyo motivo su cronología debe ser
ampliada notablemente, estableciéndose de esta forma un período lógico de vivencia que puede variar entre 15 y 25 años.
Por otro lado, la falta de otros materiales que puedan dar una cronología concreta impide valorar positivamente este hallazgo importante; en algún caso consideramos que la estela aquí estudiada, por
su característica y el tipo de espada de grandes antenas en ella representada, debe corresponder a los momentos finales del siglo VI o, con
más seguridad, al primer cuarto del siglo V.
(251 SCHULE, op. cit., nota 10, cuadro.
(261 SCHULE, op. cit., nota 10, cuadro.
(27) O. y J . TAFFANBLL: «Deux tombes de chefs a Mailhac (Aude)». Gallia, xvm. Parls,
1960, fas. 1, pág. 7.
1281 F. VILLARD·G. VALLET: «Lampes du VJie s. et chronologie des coupes ionienest.
Melanges d'Archeologie et d'Historie, publiés par l'Ecole Fran~;aise de Rome, 1955 (Megara
Hiblaea V.).
- 432 -
[page-n-441]
ESTELA DE GUERRERO
17
IV
LOS BROCHES DE CINTURON
Finalizado este estudio, conocimos la existencia de dos broches de
cinturón, únicos elementos metálicos que se conservan de esta necrópolis, y que hoy conserva Carmen Sánchez Cutillas en su colección
particular (29).
Por haber sido encontrados hacia principios de siglo, y desconociéndose actualmente el lugar exacto de su hallazgo, los publicamos
··
· · ..
como anexo al ·contexto anteriór.
Se trata de dos broches de cinturón de tres púas y escotadura, cerrada, reseñados por Almarche en 1918 (30) (Lám. X).
«...y dos broches perfectamente conservados que guarda en su colección D. Francisco Martínez, semejantes en su forma a los de
Ampurias y a los encontrados por el Excmo. Sr. Marqués de Cerralbo en sus excavaciones de Híges en Guadahyara».
Este tipo de broches de cinturón tienen una gran difusión por la
_
Península, localizándose en las necrópolis de Solivella, Oriola, El Molar, Peraleda, Can Canyis, etc. En la Solivella aparecieron seis de estos broches junto con otros de dos y una púa; de la Oriola se conocen
cinco de estas piezas (3 1).
La aparición de este tipo de broche de cinturón debe situarse alrededor del 500 a. J .C., conviviendo con los tipos de una y dos púas.
da
Cuadrado (32)_ para los broches de Solivella una cronologfa que oscila entre el 525 y el 450 para los de uno y dos garfios, y del 500 al
400 para los de tres g'arfios. Fletcher matiza (33), para este tipo de
adorno metálico, que el paso de los broches de uno a varios ganchos
debió de ser lo suficientemente rápido para que los diversos tipos convivan en este tipo de yacimiento.
(291 Agradecemos la amable colaboración prestada por D.• Carmen Sénchez Cutillas, al
facilitarnos las piezas para su estudio y publicación.
(301 F. ALMARCHE : «La antigua civilización ibérica en el Reino de Valenciu. Valencia,
1918, pég. 66.
(31) F. ESTEVE GALVEZ: cLa necrópolis ibérica de la Oriol a, cerca de Amposta (Tarragona)ll. Estudios Ibéricos, 5. Valencia, 1974.
(32) FLETCHER VALLS, op. cit., nota 14, pág. s¿.
(33) FLETCHER VALLS, op. cit., nota 14, pág. 53.
- 433 55
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18
G. MOROTE BARBERA
-
-·· . - .. . ..
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t
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ESTELA DE GUERRERO
19
Bosch Gimpera (34) les da una cronología más baja, entre los siglos V-IV a . J.C., dentro del conjunto de elementos encontra4os en la
necrópolis de Peralada:
- 2 espadas de antenas rematadas con botones
- 1 broche de cinturón de un gancho
- 2 broches de cinturón de dos ganchos
- 2 broches de cinturón de tres ganchos
existiendo entre los elementos cerámicos una tapa de urna de orejeta.
La tesis mantenida por algunos investigadores, por la cual los broches de cinturón de un garfio se relacionan con las urnas de orejeta
hechas a mano y sin decoración, y las ~~ ~os ~ t~es g_arfios co~ l_ s.ura
nás a torno y decoradas, es rebatid- por Maluquer (35), quien pone en
a
duda que «... el desarrollo de los garfios constituya un indicio cronológico como más de una vez se ha pretendido», dado que estos broches
aparecen por igual en ambos tipos de enterramientos.
V
YACIMIENTOS EN LOS QUE SE HAN ENCONTRADO VASIJAS
DE OREJETAS PERFORADAS (36) (fig. 8)
l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
La Guardia (Jaén).
Tugia (Peal de Becerro, Jaén).
Villarlcos (Al.merfa).
Llano de la Consolación (Montealegre del Castillo, Albacete).
Hoya de Santa Ana (Chinchilla, Albacete).
Casa del Monte {Valdeganga, Albacete).
El Molar (San Fulgencio, Alicante).
El Puntal (Salinas, Alicante).
9. ALTEA LA VELLA (ALTEA, AUCANTE).
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
La Serreta (Alcoy, Alicante).
El Puig (Alcoy, Alicante).
El Castellar (Oliva, Valencia).
La Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia).
Castellar de Meca (Ayora, Valencia).
Els Ebols (Alcudia de Carlet, Valencia).
Alteret de la Vintluitena (Albalat de la Ribera, Valencia).
La Carencia (Turfs. Valencia).
(34) P. BOSCH GIMPERA: cLa necrópolis de Peraleda». Anuarl de l'Institut d' Estudis Catalana, VI. Barcelona, 1923, pág. 59, fig. 353.
(35) J . MALUOUBR: cLa cultura hallstática en Cataluña». Ampurias, vn-vm. Barcelona. 1946, pág. 169.
(36) Tomado del mapa publicado por FLETCHBR VALLS en «Las urnas de orejetas perforadaS», op. cit.• nota 19, pág. 318.
- 436 -
[page-n-444]
20
A. MARTINEZ PRREZ
18. San Miguel de Liria (Valencia).
19. El Molino (Sinarcas, Valencia).
20. Ma.sia del Pla (Aranyuel, Castellón).
21. Mas Nou de Bemabé (Tirig, Castellónl.
22. Solivella (Alcalá de Chivert, Castellónl.
23. Oriola (Aplposta, Tarragona).
24. Can Canyis (Banyeres, Tarragona).
25. Tossal de les Tenalles (Sidamunt, Léridal.
26. Anseresa (Olius, Lérida).
27. San Miguel de Sorba (Solsona, Léridal.
28. Muralla NE. (Ampurias, Gerona).
29. Peralada (Gerona).
30. Piur6 del Barranc Fondo (Mazaleón, Teruel).
31. San Antonio (Calaceite, Teruell.
32. Azaila (Teruel) ..
33. Castelillo (Alloza, Teruel).
34. Aguilar de Anguita {Guadal~ara).
35. Osma-Gormaz (Soria).
36. Lara {Burgos).
37. La Atalaya (Cortes, Navarra).
38. La Torraza {Valtierra, Navarra).
39. Ibiza.
40. Grand Bassin II (Mailhac, Francia).
41. Cayla II (Mailhac, Francia).
42. La Monedlére (Bessan, Francia).
43. El Puig (Benicarl6, Castellón).
44. Pasico de San Pascual {Jumilla, Murcia).
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MOROT~.-Eatela
LAM. 1
de guerrero
A. - Vista de la necrópolis desde el norte
B. -Vista de la necrópolis desde Altea la Vella
-
4 37 -
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MOROTE.-Estela de guerrero
LAM.ll
A. - Parte frontal de la estela
B. -Parte posterior de la estela
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LAM. m
MOROTE.- Estela de guerrero
B
A. - Lado derecho de la estela
B.- Lado izquierdo de la estela
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LAM. IV
MOROTE.-Estela de guerrero
Detalle de la estela
- 440 -
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MOROTE.-Bstela de guerrero
LAM. V
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e
p
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MOROTE.-Estela de guerrero
LAM. VI
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!VlUMUTJ!..-t.steJa ae guerrero
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MOROTE.-Estela de guerrero
LAM. VID
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MOROTE.-Estela de guerrero
LAM. IX
1
9
Urna clneraria de la necrópolis de Altea la Vella
-
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MOROTE.-Estela de guerrero
Broches de cinturón procedentes de la necrópolis de Altea la Vella
LAM. X
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 198 11
D. SERRANO VAREZ
(Alcantarilla)
MATERIALES DE LA NECROPOLIS
DEL CABEZO DEL TIO PIO
I
INTRODUCCION
Con el presente trablijo pretendemos dar a conocer unos materiales de la necrópolis del Cabezo del Tío Pío en Archen.a (Murcia) .
. Los materiales se encuentran expuestos en el Museo de Prehisto·ria de la Excma. Diputación de Valencia, agradeciendo a su Director
las facilidades que para su estudio y publicación nos ha dado.
Fueron donados al Museo por don Antonio Valiente Atué, aficionado de Archena y más tarde delegado local d~ Excavaciones. El único dato que acompañó a su entrega fue que .la moneda iba dentro de
una de las vasijas y que todo e~ material procedía de la necrópolis, con
lo cual, una vez más, nos encontramos con materiales procedentes de
hallazgos casuales o excavaciones clandestinas, desconociendo zona
en que aparecieron, relación entre ellos (exceptuango la xnoneda) y
con otros materiales, mal que afecta a todo el material del yacimiento, excepto el procedente de la excavación realizada por don Julián
San Valero y don Domingo Fletcher.
II
DESCRIPCION DEL YACIMIENTO E HISTORIA DE SUS HALLAZGOS
El cabezo del Tío Pío se halla a 2 Kms. de Archena, en la ladera izquierda del río Segura. Es un cerro de una altura ligeramente superior a los 200 metros y una longitud de 700 m ., siendo poca su anchura, lo cual da lugar a una estrecha meseta en su cima. Sus laderas son
abruptas, sobre todo la Oeste, que cae casi perpendicular sobre el río,
siendo accesible con bastante dificultad por la vertiente Norte y con
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D. SERRANO VAlU!.Z
2
más facilidad por l!i Este..su·estado de conservación es lamentable ya
que la ladera Norte se encuentra a.bancalada para el cultivo, observándose en los es'calones zonas cenicientas y la meseta de la cima y
parte de las laderas van desapareciendo por una cantera en explotación, por lo cual, no detenerse la extracción de piedra o realizarse
una pronta excavación, desaparecerá la mayor parte del yacimiento,
privándonos así de cuantos datos y materiales podría proporcionar.
El ambiente ecológico que rodea el Cabezo, es la ferací.sima huerta regada por el Segura, rlo que ha sido determinante para la Arqueologia de esta zona, al ser el camino por donde penetraron los productos colonizadnres, dando lugar a una serie de ricos poblados ibéricos,
como El Molar en su desembocadura, Cabezo Lucero, la zona orcelitana y, ya en la provincia de Murcia, Monteagudo, El Verdolay, Alcantarilla con su necrópolis y poblado descubierto recientemente por el
autor de estas lineas.
de·
La zona de Archena, en su aspecto económico, debió tener los suficientes recursos como para permitirle la adquisición de productos
exóticos (abundantes en el poblado), siendo claro exponente de ello la
persistencia en su ocupación de las culturas del Bronce, Ibérica y Romana y la abundancia de yacimientos en sus cercanfas: romanos como las termas subyacentes al Balneario actual, el Llano de las Moreras, restos de acueducto en el río Muerto, el Cabezo del Ciervo con poblados del Bronce e Ibérico, los poblados del Bronce de la Cañaverosa
y Cerro Redondó, etc.; siendo durante esta última época de gran importancia al ser una de las vías de penetración, partiendo desde el Algar a Lorca y por Archena hacia la Meseta.
El yacimiento, desgraciadamente, fue conocido desde muy antiguo por numerosos aficionados que realizaron en él excavaciones incontroladas, sobre todo en su necrópolis, de las cuales proceden las
vasijas diseminadas por los museos españoles y extranjeros así como
en colecciones particulares; entre ellos destaca un magistrado cacereño que, durante varios veranos, contratando pbreros abria zanjas en
la zona de la necrópolis y cogía las piezas enteras que encontraba
«cientos según uno de los obreros», rechazando el resto que quedaba
diseminado por el campo. También formó una gran colección donAntonio Valiente Atué, que a su muerte pasó a poder de su hija doñaNoli,
·con domicilio en Archena.
Corresponde a don Augusto Fernández de Avilés, el mérito de ser
el primer arqueólogo que, tras t.11a detenida visita al lugar y sus conversaciones recabando datos de los lugareños, determinó y publicó
- 448 -
[page-n-457]
CABEZO DEL TIO PIO
3
que el cabezo del T1o Pio era el lugar de donde procedían todos los materiales, que hasta entonces sólo habían figurado como procedentes
de Archena, delimitando también la zona de la necrópolis en la ladera
Sur.
Entre el material que ha proporcionado el Cabezo, destacan sus
cerámicas, famosas dentro del alfar ibbrico, que junto a las de Elche
forman uno de sus clásicos estilos cuya cronología ha sido discutida
basándose principalmente en datos estilísticos, dada la carencia de
informes sobre su extracción, por todos los tratadistas de la Cultura
Ibérica, oscilando las opiniones desde los que las sitúan cronológicamente en los siglos V/IV hasta los que las llevan a una·época ·plenamente romana, siendo don Julián San Valero y don Domingo Fletcher
los que en una excavación del yacimiento, acrópolis y necrópolis, determinaron que la típica cerámica archenera es contemporánea de la
cultura romana; si bien sería precisa una excavación más extensa para tratar de determinar su posible evolución.
m
DESCRIPCION DEL MATERIAL
1. Moneda que no reproducimos debido a su mal estado de conservación.
Se trata de un AS de bronce, con un módulo de 2'8 cms. y posic:lón del cw'kl en 8 horas; en
el anverso, cabeza varonil desnuda, detrás delfln y delante el signo ibérico BO; en el revarso,
jinete con lanza y escudo marchando a la izquierda; deb~o la leyenda IXALICUSKEN.
Se trata de una de las cecas ibéricas más controvertida, tanto por la transcripción de la
lectura, como por su ubicación en muy diversos lugares, aunque prevalece la opinión de su
localización en una zona que comprende las actuales provincias de Murcia y Alicante, no
obstante siendo su área de dispersión muy grande, pues se señalan hallazgos en diversos lugares de Portugal, Lérida, Madrid, Cuenca, Granada, Jaén, Córdoba, Cartagena, Archena,
Crevillente, etc., etc.
2. Fragmento subitélico de figuras rojas. Corresponde a un medallón que ocuparía la base de una copa, representando el rostro de una ml\Jer de perfil a la derecha; la cabeza se cubre con un manto adornado con fraDja de otro color, en cuyo borde cuelgan flecos. Delante de
la cara se observan otros motivos incompletos, por rotura, por lo que no pueden identificarse.
Su cronología podria situarse en la segunda parte del s. IV a.C. (Um. I , 1).
3. Parte del asa de un ánfora, con cartela impresa, perdida en parte por rotura, leyéndose, an lo que queda DASIO. Corresponde, posiblemente a un alfarero del sur de Italia. En.la
provincia de Murcia se conoce este alfarero por un ejemplar del Cabezo Agudo de La Unión
(Lám. 1, 2).
4. Urna ovoide, de boca ancha, con borde poco pronunciado y muy ligeramente exvasado. Color rosa claro que se convierte an más fuerte en algunas zonas por defecto de cocción.
Es la dnica vuija que tiene decoración siendo los motivos de color rojo vinoso. perdidos en
- 449 57
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4
D. SERRANO VAREZ
gran parte, estando situados en la parte central del cuerpo. Se compone de tres bandas horizontales; entre la de enmedlo y la inferior, un friso compuesto alternativamente por flecos de
lineas onduladas paralelas y dos series, una debejo de otra, de sectores de círculos concéntricos. Entre la banda superior y la mediana, otro friso, muy perdido, idéntico al inferior pero
con los motivos contrapuestos (Lém. n, 1).
·
Alt. 38,5 cm.
Diam. boca, 19,5 cm.
Diam. base, 9 cm.
Diam. máximo, 34,5 cm.
5. Urna bitroncocónica, de color rosáceo fuerte, que en algunas zonas se intensifica. Cuello exvaaaáo, de perfll de ánade (Lám. n, 2).
. Alt., 31 cm.
Diam. boca, 16,9 cm.
Diam. base: 9,2 cm.
Diam. máximo, 29,2 cm.
6. Urna bitroncocónica con cuello exvasado. Se aprecian las estrias del 'modelado a torno. Lleva engobe gris claro, desaparecido an parte (Lém. n, :J).
Alt., 31 ,4 cm.
Diam. boca, 16,3 cm.
Diam. base, 9,5 cm.
Dia. máximo, 30,6 cm.
7. Urna esférica. Hombro marcado y cuello corto ligeramente abierto. Color rosáceo intensificado desde la base hasta una altura de 3,5 cm. (Lám. n, 4).
Alt., 26 cm.
Diam. boca, 16 cm.
Diam. base, 6 cm.
Diam. máximo, 29,6 cm.
8. Gran cazuela profunda, de boca casi tan ancha como el diam. máximo. Cuello en forma de pico de ánade poco pronunciado. Color rojizo (Lém. I, 3).
Alt., 19,6 cm.
Diam. boca, 30,3 cm.
Diam. base, 10 cm.
Diam. máximo, 32 cm.
IV
CONCLUSIONES
Pocas consecuencias verdaderamente válidas podemos obtener
con este material sin estratigrafia.
Dos piezas son exponente de las relaciones comerciales del yacimiento: el fragmento de figuras rojas (abundante en la necrópolis) que
nos lleva a una primera época del poblado ibérico y del cual, hay diversos paralelos en la provincia y el asa de ánfora romana, de la última época en que fue habitado.
Las cinco vasijas dan la impresión de pertenecer a la misma época, sin que podamos precisar más, ya que este tipo aparece con abun- 450-
[page-n-459]
CABEZA DEL TIO PIO
5
dancia en toda la franja mediterránea, tanto en yacimientos ibéricos
de la primera época, como en los romanizados; sin que la relación entre los dos tipos, en las vasijas, nos sirva, hoy por hoy, de dato cronológico defmitivo, pese a algunos estudios que hay en este sentido.
Finalmente, tenemos la moneda de la ceca IKALKUSKEN, cuya situación ha sido tan discutida. Observemos que el centro geográfico
aproximado de los distintos sitios donde se sitúa la ceca no está lejos
de Archena, lo que también ocurre con los sitios donde se han encontrado las monedas.
Teniendo en cuenta estas dos coincidencias, sumadas a la importancia, en sus diversos aspectos, del poblado que estudiamos, nos
atrevemos a proponer, como hipótesis de estudio, la posible ubicación
en el Cabezo del Tfo Pío de esta Ceca.
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- 461 -
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SERRANO VAREZ.-Cabezo del Tio Pio
LAM. t
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LAM. II
SERRANO VAREZ.-Cabezo del Ti o Pio
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valenc!a, 19811
l. SARRION MONTA:&ANA
(Valencia)
GRAFITOS IBERICOS DEL CERRO
DE SAN MIGUEL (LIIrla, Valencia)
En una visita que realizamos las Navidades del 76 al famoso poblado ibérico de Sant Miquel de Llfria, en el lugar correspondiente a la
habitación núm. 18 (1), hallamos superficialmente un fragmento de
cerámica de barniz negro y pasta rosada, probablemente puesto al
descubierto por las pertinaces lluvias habidas durante aquellas fechas, con una serie de grafitos ibéricos inscritos en ambas caras (fig.
1; Lám. I). Se trata de un fragmento correspondiente al borde de pátera, semejante al ~úm. 835 del Agora de Atenas, fechado alrededor del
325 a. de C. (2).
En su parte externa (Cara A) contiene 10 signos grabados finamente y en los que en algunos no ha llegado a saltar el barniz. Su lectura es:
BA-1-S-A-GA-R-GA-S-A-R
1
2 3 4
5
6
7
8
9 10
Los signos 1 y 2 aparecen incompletos por la rotura. El2.0 es fácilmente identificable con la I, no así el 1.0 , aunque la verticalidad del
trazo y la inexistencia de todo signo, en el espacio comprendido entre
111 l . BALLESTER et alli: cCorpus Vasorum Hispanorum. Cerámica del cerro de San Miguel de Lirio. Madrid, 1954.
(2) B. SPARXES y L. TALCOTI: «The Athenian Agora XII. Black and plain pottery on the
6th, 5th and 4th centurias B.C.». Princeton, 1970, págs. 131-132, Lém. 33, fig. 8.
- 456 -
[page-n-464]
2
L SARRION MONTA.RANA
él y la rotura, nos hace pensar que debe corresponder al signo BA, al
igual que probablemente sea éste el inicio de la inscripción. En cuanto
al3.0 , en principio lo identificamos con la N, pero, examinado detenidamente, observamos dos tracitos convergentes, sin la menor duda
intencionados, que lo hacía convertirse en S.
En su .c ara interna (Cara B) hay cuatro signos legibles y, sobre
ellos, restos de otros, fuertemente grabados, leyéndose:
L-E-1-R
1 2 3 4
B
A
F.ig. l. - Anveno y reveno del fragmeuto cerámico con gratltos JWrlcos
(T. n .)
Intentando encontrar algún paralelismo, lo hallamos al menos en
cuanto a intencionalidad, en las inscripciones sobre vasos, ánforas,
cerámicas pre y campanienses, indígenas, etc., de Ensérune (3).
En la obra de Jannoray encontramos la terminación SAR repetida, al menos, en 11 inscripciones situadas preferentemente al fmal de
la frase, seguida, en algunos casos, de la conocida partícula y~
Jannoray considerada SAR como sufijo étnico {4).
En otros observamos que lleva suf~ada la no menos conocida -EN,
SAREN, y de la cual se han ocupado reiteradamente diversos autores.
También encontramos el final -SAR en Pineda, BALCEBAISAR;
Alloza, ...BARSAR; Pico de los Ajos III, B-22 ...TICUSAR. En Sagunto
(3) J . JANNORAY: «Ensérune. Contrlbution a l'etude des civillsations preromaines de la
Gaule Meridionale•. Paris, 1955.
(4) Op . cit. nota 3, pág. 434.
- 4 56 -
[page-n-465]
GRAFITOS DB LLIRIA
3
tenemos otro ejemplo de esta terminación. La ins~pción saguntina
está rota y deterior'a da por los l~dos; consta de tres líneas, presentando diversos puntos de separación, que no todos los autores apreciaron. Aquí nos interesa la linea central en la que aparece ~ARYI (5).
Untermann (6), tratando los grafitos de Ensérune, separa la partícula ARde la precedente S, la cual anexiona a la frase anterior, basándose al identificar antropónimos galos en estas inscripciones:
A-U-E-Jrl-R-I -S-A-R-\r-1
Con AD\rETIRIX-VECTERIX- con la atribüción a~. el valor de X, hecho este último por el que nos inclinamos (7).
De igual parecer es Michelena (8), de añadir la sibilante a la palabra anterior.
Por nuestra parte notamos, en los escritos de Ensérune, que la
partícula AR va siempre unida bien a la$ o a laG o K (9), como BALKESKAR ; BAIKAR; SENIKAR... (del cual Untermann cree posible una
identificación con el antropónimo galo SENICIO, evidentemente de
una similitud fonética) (10), pero vemos que todos estos nombres terminan con la partícula KAR o GAR. En la pátera de Tivissa tenemos
BAIGAR y la terminación BANGAR, así como en la cara interior del
(5) A. VALCARCEL PIO DE SABOYA, Conde de Lumiares: clnscripciones y antigüedades
del Reino de Valenciu. Memorias de la R. Academia de la Historia, Vill. Madrid, 1852, pég.
58, Lém. 13, núm. 117.
.
A. CHABRET: cSagunto, su historia y sus monumentos». Barcelona, 1888, vol. n. pég.
183, nWn.. 6.
E. HÜBNER: d4onumenta IJnguae Ibericae». Be.r lin, 1893, pág. 158, núm. XXIV.
B. RIBELLES: «Resella de las antigüedades valenc~anas anteriores a la dominación cartaginesa. Lo Rat-Penat, 5, núm. l. Valencia, 1911, tabla octava, núm. 2.
(6) J. UNTERMANN: «Lengua gala y lengua ibérica en la Galia Narbonensls». Archivo de
Prehistoria Levantina, xn. Valencia, 1969, págs. 99-162.
(7) L. MICHBLENA: «Cuestiones relacionadas con la escritura ibéricu . Emerita, xxm.
Madrid, 1955, péga. 99 y as.
J . SILES: «Sobre un posible pristamo griego en ih6rico•. Serie de Trab~os Varios del
·
S.I.P.• nWn.. 49. Valencia, 1976, págs. 21-32.
(81 L. MICHELENA: clbérico -EN». Actas del I Coloquio sobre lenguas y culruras prerromanas de la Peninsula Ibérica (Salamanca, 27-31 mayo 1974). Salamanca, 1976, págs. 358359.
(9) Op. cit., nota 3.
(101 Op. clL, nota 6, pág. 109.
- 457 -
[page-n-466]
l.
4
SARRION MONTAAANA
plomo del templo de Asklepios de Ampurias (11), la cual separamos de
la siguiente manera:
NABAR-SOSIN
LAGUN-URALAS-KAR
OKAS-TIKER ... etc.
Las posibles terminaciones del plomo de La Bastida, así como en
la inscripción de Monreal de Ariza. Otros tantos ejemplos podrfamos
presentar de la no.menos conocida partícula TAR, aceptada generalmente como sufijo étnico, aunque algunos autores han visto en la consonante inicial un carácter posesivo (12). . ..
En todos estos casos vemos que tenemos una raíz común AR, con
una consonante prefijada S-G-T.
En Azaila se halla una inscripción ibérica en la que encontramos
parcialmente una similitud con la que nos ocupa: BILOSBALKARKAIS, compuesto por BILOS-BALKAR-KAIS. El BALKAR es frecuente
en ibérico. BAL lo hallamos formando parte de diversos vocablos, los
BALKELAGU y BALKELAKOSGA de Solaig; BALCIADIN, BALCIBIL
de la Turma Salluitana; BALKEBiuRAIES del plomo de Castellón;
BALKESKAR de Ensérune, etc.
Asf, pues, por lo aducido, tenemos el:
y el
.... BAL-KARKAIS de Azaila
GARGA.S.AR de Llíria
Nuestra inscripción se inicia con BAlSA. En Ensérune tenemos la
mencionada LXVIII-1 con el BAILA.
En la estela de Sinarcas, hasta el primer YI separativo, tenémos
BAISETASILDUTASEBANENYI. Tovar, en su Léxico (13), atribuye a
BAISETAS el carácter de nombre propio.
En una estela sepulcral de la necrópolis de Las Corts, de Ampurias
(14), aparece BAISEBILOS. A BAIS lo encontramos en una moneda de
(11) M. ALMAGRO : «Nuevas inscripciones de Ampuri&S». Zephyrus ll. Salamanca, 1951 ,
págs. 103-106.
J . MALUQUER DE MOTES: cEpigratia prelatina ibérico. Batcelona, 1968, págs. 128129.
(12) A. TOVAR: «Las monedas saguntinas y otras notas sobre inscripciones ibéricas». Boletfn del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, XV. Valladolid, 1949, págs. 25-30.
J . CARO BAROJA: «La escritura en la España Prerromana». Historia de España dirigida
por R. Menéndez Pidal. Madrid, 1954; tomo I, 3; cap. XI, pág. 790.
(13) A. TOVAR: «Léxico de las inscripciones ibérlc&S». Estudios dedicados a R. Menéndez
Pidal, tomo n. Madrid, 1951 , pág. 293.
(14) MALUQUER, op. cit., nota 11 , núm. 223.
-
458 -
[page-n-467]
GRAFITOS DE LLIRIA
5
Káisesa (15), atribuyéndole Tovar (16) el nombre abreviado de un magistrado.
Todo, pues, nos hace pensar que estamos ante un nombre propio
compuesto, con un determinado sufijo. Si bien en principio nos pareció
algo sospechoso que bastantes inscripciones se iniciaran con BAISE,
BAlSA, BAILA, BAIS, BAS, etc., y correspondieran a vocablos de carácter onomástico, los hechos así lo evidencian.
En definitiva, pensamos que nuestra inscripción contiene un nombre propio compuesto quizás por el sustantivo BAlSA y algún atributo,
GARGA, con un sufijo que expresaría una relación de genitivo, a modo
· .. .. ·· · ..
de «Soy.. de BAISAGARGA».
* • •
Teniendo en cuenta que es la primera inscripción sobre cerámica
precampana hallada en el poblado de S. Miquel de Llíriá (17), creemos que por sus características tienen gran similitud ideológica y cronológica con las del poblado de Ensérune, S. IV-III a·. de C.
Llama especialmente la atención el grafismo de su. cara externa.
Por una parte con las curvaturas de la A y la R en una misma dirección. La primera tendente hacia la triangulación y a ocupar la mitad
superior del trazo vertical, y la segunda hacia la forma segmental. Inclinación unidireccional que vemos reflejada en los alfabetos meridionales, así como por otra parte los trazos ornamentales del signo
GA, que nos recuerdan la «gra.fia barroca y adornada de las leyendas
de Obulco» (18).
Estas similitudes meridionales ya las hizo notar Jannoray para
con los grafitos de Ensérune (19), lo que nos muestra el sincronismo
de estas inscripciones, a la par que nos sirve de dato cronológico, en
torno al325 a. de C. (fechado por su cerámica) como correspondiente
(l5) A. VIVES: «La moneda hispánica•. Madrid, 1926, pág. 144.
(16) Op. cit., nota 13, núm. 18.
(17) D. FLETCHER: «
(18) J . DE HOZ: «La epigrafia prelatina meridional en Españu Actas del 1 Coloquio sobre lenguas y culturas prerromanas de la Peninsula Ibérica (Salamanca. 27-31 mayo 1974).
Salamanca, 1976, pág. 265.
(19) Op. cit., nota 3, pág. 426.
- 459 -
[page-n-468]
6
l. SARRION MONTdANA
al paso del 'semialfabeto meridional al levantino. Cronología que encaja perfectamente con lo expresado por Llobregat en su «Contestania
Ibérica» (20).
La inscripción de su cara interna, B, opinamos que debe ser posterior, efectuada por amanuense distinto y en la grafia normal levantina, posiblemente sincrónica de los conocidos vasos narrativos de .s.
Miquel.
De momento sirvan estas líneas para dar a conocer dos nuevas
inscripciones, a añadir a las ya existentes (21 ), y puedan servir, todas
ellas, para encontrar unas constantes a 1as que puedan otorgátseles
un va:lor más o menos exacto,: pero sí en cuanto a. intencionalidad:
1201 E. LLOBREGAT: cContestania Ibéricu. Instituto de Estudios Alicantinos. Alicante,
1972, págs. 130· 13 1. fig. 80.
(21) Op. cit.• nota 17.
- 460 -
[page-n-469]
SARRION MONTAJilANA.-Grafitos ibéricos de Lllria
LAM. I
A. -Exterior de la vasija. B.- Interior de la misma
(T. n .)
- 46 1 -
[page-n-470]
[page-n-471]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
D. FLETCHER VALLS
(Valencia)
VILLARES VIl
(Plomo escrito de Caudete de las Fuentes)
(Valencia)
Con posterioridad a la publicación de los seis textos del poblado
ibérico de Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia) (1), que
habían sido donados al Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia por don Francisco Gabaldón y don Rafael Gabaldón, éste último hizo donación de otro fragmento de plomo escrito (2), del que damos cuenta ahora.
Se trata de un trozo de laminilla que en su estado actual mide 23
mm. de altura por 21 mm. de ancho, muy deteriorada pero en la que
pueden identificarse con toda claridad quince signos por una cara y
trece por la otra. En nuestra lectura, según veremos, reconstruimos
algunas palabras de estos textos.
Siguiendo la norma que hemos establecido en nuestras publicaciones, a este fragmento le hemos asignado el núm. vn de la serie de Los
Villares.
No obstante tratarse de un minúsculo fragmento, resulta su texto
del mayor interés, tanto por las claras relaciones que muestra con
(11 D. FLETCHER VALLS : «Cinco inscripciones ibéricas de Los Villares (Caudete de las
Fuentes, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, XV. Valencia, 1978, págs. 191/208.
D. FLETCHER VALLS: cVillares VI. Nuevo plomo ibérico escrito». Varia I del Departamento de Historia Antigua. Valencia, 1979, págs. 191/204.
Sobre el poblado, E. PLA BALLESTER: «Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia)».
Serie de Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, núm. 68. Valencia, 1980.
(2) Muy gustosamente hacemos patente nuestro agradecimiento a don Rafael Gabaldón,
como ya lo hiciéramos con anterioridad a ambos donantes, por su entrega de este nuevo plomo.
- 463 -
[page-n-472]
D. FLBTCHER V ALLS
2
otros plomos del mismo yaéimiento y de otros lugares, como por la
aparición cinco veces del signo que en· Villares IV y VI (3) leímos KE,
confirmándose ahora con toda certeza que, efectivamente, X ha de
leerse KE. Precedente o variante de este signo pudiera ser el/'X"\de Orleyi m , 4, donde leímos BELESiq:RETO (4).
. Como hemos expuesto, ·el fragmento del que estamos dando noticia está escrito por ambas caras. Nuestra lectura de lo poco que queda, reconstruyendo al~os vocablos, es la siguiente:
Cara A (fig. 1.•, Lám. 1)
Lmea l. · [BA]-R-BI~N-KE : U-[S-KE-1-KE]
Linea 2.
[BA-R-BI]N-KE : U-S-KE-I[KE]
Línea ·3.
....E-BI-DU-R....
La distribución de signos es:
A
E
1
o
u
-
o
BA = 2
1 BE = o
- 2 BI - 3
o BO = o
= 2 BU = o
5
5
.cA = o
KE = 6
Gl - o
co = o
cu = o
6
DA= .O
DE = o
DI - o
DO = o
DU = 1
l.
L
M
N
R
o
- o
-
= 2
-
S
~
y
- 2
= o
= o
1
R = 2
5
2 = 24 signos
Hacemos los acostumbrados comentarios al texto.
Vll-A., 1 ;-[BA]RBINKE
Este vocablo lo encontramos en Villares VI-A-3, BAÍUHNKE, así
como en Orleyl Vll-A-3, BAiUHNKEAiy Orleyl VII-B-12,BARBIN(5).
El comienzo BAR- es abundante, por lo que consideramos que
nuestra lectura es correcta, reforzándose esta opinión ante las se-
(3) FLBTCHER. op. cit. nota 1 (1978), pág. 199.
FLETCHER, op. cit. nota 1 (1979), pég. 192.
(41 D. FLETCHBR VALLS y N. MESADO OLIVER: «Nuevas inscripciones ibéricas de la
provincia. de Castellón de la Plana». Castellón, 1968, págs. 15-21.
(51 El est\l(ÜO de los plomos Orleyl V, VlyVll, lo hacemos en la publicación en prens a; N.
MESADO OLIVER et alli: «Mate{iales de la·necrópolis ibérica de Orleyl (Vall d'Ux6, Castellón)J, capitulo m .
- 464 -
[page-n-473]
VILLARES Vll
3
Fig. l. - Cara A
(4/ll
cuencias BARBINK.EAI USKEIK.E, de Orleyl VII-A-3 y 4 y BARBIN
USKEIKEAI, de Orleyl VII-B-12 y 13, coincidentes.con nuestra lecttt
ra de esta palabra y la que le sigue, [BA)RBINKE U[SKEIKE).
Podemos, pues, hablar de paralelismos entre los textos de Vi llares
VI-A-3 y VII-A-l y 3 (BARBINK.E) y Orleyl VU-A-3 (BARBINKEAll y
VII-B- 12 (BARBINI, paralelismos a los que hemos hecho referencia en
anteriores ocasiones (6) y que volveremos a destacar a continuación.
Hemos de suponer que el elemento base es BARBIN y que el -KE
final debe considerar~e como un sufijo de frecuente uso en ibérico,
que pudiera tener el mismo valor que en vasco.
(6) Op. cit. nota anterior.
-
465 -
[page-n-474]
4
D. FLETCBER VALLS
VII-A-2.-U[SKEIKE]
Nuestra reconstrucción se justifica por la correlación ya mencionada en el apartado anterior (Orleyl VII-A-3 y 4) y porque el comienzo
de la palabra lo volveremos a encontrar en este mismo plomito.
USKEIKE lo tenemos en Orleyl V-35 ; VI-6 y 12 ; VII-A-4, 11 y 38 y
VII-B-13 y 18, es decir, ocho veces, que unidas a las c1,1atro que en esta ocasión reconstruimos, nos ofrecen un total de 12 USKEIKE localizados en dos yacimientos, uno en la zona litoral (Orleyll y otro en el
tierra adentro valenciano (Caudete de las Fuentes). En Binéfar encontramos ORKEIKE que podríamos considerar como una variante de
nuestro USKEIKE, asf como el URKETIKES, de TiVis-sa.
USKE es el comienzo de otros vocablos, como por ejemplo el USKEANERLATI de Orleyl V-42 y el discutido USKE- de la estela de Sinarcas (aunque con esta lectura volvemos a plantear el problema del
valor YN ibérico, tan debatido y no resuelto).
VII-A-3.-[BAiuJI]NKE
Por lo expuesto en los dos apartados anteriores, creemos que esta
es la correcta reconstrucción de la incompleta palabra de la segunda
línea.
VII-A-4.-USKEI[KE]
Aquí no hay duda sobre el comienzo del vocablo, por lo que lo
completamos con el -KE final, con lo que se nos vuelve a ofrecer la ya
mencionada secuencia [BA]RBINKE U[SKEIKE] de la primera línea y
de las de Orleyl VII-A-3 y 4 y VII-B-12 y 13, ya mencionadas.
VII-A-5.- -EBIDUR -
Consideramos incompleto el vocablo tanto en su comienzo como
en su final, pero no sabríamos reconstruirlo si ello fuera así.
BIDUR lo hallamos en Ensérune. BIDUDEDIN está en Serreta l.
DUR, como final lo tenemos en el GUDUR de Orleyl V-18; BODUR, de
Ensérune, etc.
El segmento BIDUR nos hace pensar en una posible alternancia
con BiuR, tal como vemos en el vasco BIDUR/BruR.
- 466 -
[page-n-475]
VILLARES
vn
5
Fig. 2. - Cara B
(4/11
Cara B (fig. 2. 8 , Lám. II)
Su lectura, de acuerdo con nuestra interpretación es:
Línea 1.-I-U-S-TI-R
Línea 2.-[U-S-KE]I-KE : U-S-KE-[I-KE)
Línea 3.-TO ( o TI) -A :r
La primera línea es de fácil lectura. En la segunda, según nuestra
1
reconstrucción, aparece por dos veces la palabra USKEIKE, faltándote a la primera el comienzo y a la segunda el final; como veremos a
continuación, la primera pudiera ofrecer otra solución. La línea tercera comienza por un signo que aunque a primera vista parece un BA
examinado con detenimiento nos muestra un trazo inferior horizontal
-
467 -
[page-n-476]
D . FLBTCHER VALLS
6
en la misma linea de rotura del plomo, que hace pensar en unTO o
también en un TI, puesto que el (o los) trazo vertical paralelo al que se
conserva, ha desaparecido por rotura del plomo, motivo este por el
que tampoco podemos saber si hubo un trjlzo vertical en la parte inferior para formar el TI o sólo existió el.llÓrizontal para el TO. El tercero y último signo, separado de los anteriores por linea vertical de puntos, lo identificamos con suma dificultad, por coincidir con otra rotura del plomo, con el signo r ya conocido como numeral en los textos
del Pico de los Ajos.
.. .. . - .
.. ..
El total de signos existentes y suplidos asciende a 18, repartidos
de la forma siguiente:
-
A
E
I
o
u
= 1 BA =
= o BE =
= 3 BI =
- o BO =
- 3 BU=
7
o CA
o K.E
o GI
o co
o cu
o
= o
= 4
= o
= o
= o
4
DA
DE
DI
DO
DU
...
...
= o L
= o M
= 1 N
= l(?)R
= o F.
2
= o S
= o
= o y
= 1 r
= o
1
= 2
= 1
= o
= 1
s
4
= 18 signos
Hacemos un breve comentario sobre los vocablos de esta Cara B.
vn-B-1.-IUSTI.R
Esta misma palabra, sin M/N, la hemos visto en Villares VI-A-2 y
VI-B-2; en Orleyl VI- l, 7, 9, 10 y 13 y en Alloza.
En Orleyl V-25 dábamos una lista de 26 IUNSTIR con sus variantes (ocho IUSTIR ya citados más arriba). Ahora añadimos el que estamos reseñando, con lo que obtenemos un total de 27 IUNSTIR (nueve
variantes IUSTIR), repartidos geográficamente de la siguiente manera:
Provincia de Alicante
La Serreta I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1
Provincia de Valencia
San Miguel de Lliria .......... .
Los Villares ......... . . . . . . . . . . .
3
3
6
Provincia de Castellón
Solaig . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Orleyl . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3
14
. . . . . 17
- 468 -
. . . 24
[page-n-477]
VILLARltS
vn
7
Provincia de Teruel
Alloza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1
Provincia de Gerona
tJllastret . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1
Francia
Ruscino
1
TOTAL ... .... ... . . .. .. . . ... . ....
..
.
.
27
La anterior relación nos muestra, como ya decíamos en Orleyl V2 5, que IUNSTIR y sus variantes se centran en territorio valenciano
preferentemente.
.
Ya al hablar del BARBINKE hemos hecho referencia al fuerte paralelismo que se observa con Orleyl. Volvemos a insistir sobre el particular ahora, relacionando este ruSTIR y los citados de Villares VI-A-2
y VI-B-2, con los otros cinco de Orleyl VI; haciéndose m~s patente·este paralelismo al ofrecernos este fragmento de plomo que estamos estudiando la secuencia IUSTIR USKEIKE (si es correcta nuestra lectura) frente a los USKEIXE IUSTIR de Orleyl VI-6-7 y 12-13; ·orleyl VIIA-4-5 y Orleyl Vll-B-13-14 y 18-19 (7).
Otros ejemplos, tales como el ADUNE de Orleyl VI-2 y el ADUN de
Villares VI-A-5 refuerzan estas semejanzas, que se ofrecen también
con los textos de Pico de los Ajos.
VU-B-2.-lUSKE)IKE
Como hemos comentado al iniciar la descripción de la Cara B, el
fmal -IKE admite otro comienzo que no USKE, como por ejemplo
USTAR-IKE de Pico de los Ajos II-B-20, pero nos decidimos por la solución USKEIKE por las razones antes expuestas.
VU-B-3.-USKE[IKE)
Aquí no hay duda de que el comienzo es USKE por lo que es admisible que la palabra completa sea tal como la hemos· reseftado.
(7) Op. cit. nota 6. Respecto al significado de la palabra IUNSTIR, véase op. cit. nota 1
(1979), págs. 196/197.
-
469 -
[page-n-478]
D. FLETCHRR VALLS
8
VIT-B-4.- -
Tom
(?) A
Hemos hecho referencia a las posibles lecturas TOtri, más factibles que BA. Finales en TOA sólo recordamos el CAUKEATITOA del
plomo de Liria; finales en -TIA, tenemos Liria XVI, DUSEATIA.
Podríamos imaginar que el final fuera -TOR, que es más frecuente,
pero no creemos que, como sucede en otras ocasiones, haya sufrido
un error el escriba, grabando A en lugar de R.
vn-B r
-s.Lo interpretamos como un numeral conocido, según hemos dicho,
por los textos del Pico de los Ajos (8), pero siempre con dudas ante la
dificultad de identificación dada la rotura del plomo.
* •• *
En el estudio que acabamos de hacer de los pocos e incompletos
vocablos de este fragmento de plomo escrito, hemos expuesto algunos
comentarios y establecido relaciones con otros yacimientos, por lo
que poco nos queda por decir. Sólo insistir en la importancia de este
mutilado texto que nos ha permitido confirmar el valor de~ , y destacar los paralelismos con otros plomos de Villares, Orleyl, Pico de los
Ajos, etc., que vienen a probarnos, una vez más, la unidad de la lengua a lo largo de todo el territorio ibérico, aunque con las naturales
variantes comarcales, según hemos expuesto en anteriores publicaciones.
Como apéndice a estas notas, acompañamos el léxico de los siete
textos de Villares, en el que hemos introducido pequeñas variaciones
con respecto a las lecturas ofrecidas cuando fueron estudiados los seis
primeros (9).
(8) D. FLETCHER VALLS: cLos plomos ibéricos de Yátova (Valencia)». Serie de Trabajos
Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, nútn. 66. Valencia, 1980, pág. 15.
(9) FLETCHER, op. ci.t. no.ta l.
- 470 -
[page-n-479]
VILLARES Vll
9
LEXICO DE LOS TEXTOS DE LOS VI LLARES
1 11
ADUN
ADuRTE
o
•
•
~
•••••
•
•• •
o
•
•
o
AE ...
•
o •• •• •• o o
•••••
•• •
o •
•
o
•••
o •• •
••
•••
o
o
•• o
o
•
•
•••
•
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•
•
o
•
o
•
•
•• o
•••
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o
o.
o
••
•• o
•
o
••••
••
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•
••
•••• •• o
••
•
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•
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•••
o
•
o
•
•••
•
••• o
o
o
•
•
••••• o
••
•••
•••
•
o
•
1
•••
o
••
o
o •• •
•
4
••
3
o
1
3
2
10
••
••
o
•
o
•
•
•••
••
•
••
1
•••• •• •
••
•••
•••
o
o
•••
o
•
••••• o •• •
•
•
1/18
26
1
)
15
•
21
1
1
5
13
•• •
o
o ••
o
o
•
••••
•
•
o
o
•••
o
6
•••
•••
•••
•• •
•
1
5
17
••
o ••••• •••• •• •••
9
4
22
•
... ............... .....
1
1
1
1
••••
•
1
3
7/ H
1
9
•••
o
l
3
1 +~
••
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
l
1
1
1
)
1
•• o
••
•
•• o
11
1
••••• o •••••••••
••
o
•
o ••• o .
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••
6
•••••••
••
o
•
2
o •••• o. o •••••
•••••••••
o
•••••• ••• o
o
20
•• •• •
•
2
3
•
••••• •
•
B A B
1
••• •••• •
o o
o
A
3
••
o
B
5/ 14
•• o .
o.
A
VII ~IITAL
VI
••
•••••••••
•••••••••• o
A ~
V
•• o
ANA
ARABAGI
ARAGARER
ATEN ...
BACARAWI
BAINWBAR • o • • • • • • o • • o • • • • •
BAN
BANTACON
BARBINKE
(BA}RBINKE ... . ... . ........
BARBI]NKE .....•.•... . ....
BARER ...... ..... ...... ....
BASUICAN
BEDUGINETE
BILOS
BILOSE
BILOSTEKER
BITIREBOSIN
BOBAITINBA .. ... .... .. ....
[BOBAI)TI}'iBA ..............
DUNTIBARTE ..•.....• .... . .
... EBIDuR ...
EGANETE
EGIAR
2
ELERTE
[E)LERTE . .. .•. .. ........... 1
ETERAI . . .... . . .... .. .. . ...
ETIBABIRBETE
GAN
[GAN}EGA ..... ..... ... .....
GANEGA • * • • • • •• ••• • • • • • • • •
lA ...
••
e
A B
LEXICO
•
IV
111
1
- 471 -
1
1
1
1
1
1
[page-n-480]
10
D. FLBTCHER VALLS
III
Í II
IV
ABCAB
LEXICO
mo ....................... .
ABA
VII
TOTAL
BAB
12
ILDUN ....•..•.•••.....•...
INBIDWB~
VI
V
1
2
1
.............. .
11
16
INEWUGI .•................
IS~ALETAR .. ......... ... .. .
!UNTE .................... .
IUNTI .......... .. .... . .... .
IU~TIR .................... .
SACARAniNTE .. _, ..... .. .. ..
~ALmos .. .. .........-..... .
2
25
2
1
2
4
sALmosETEN ............. .
1
-
-
17
8
SALIBOS(ETE)N ............ .
8
[SAL]IR . . . . .... .. .... ... .. .
~ALIRliOSITA .......... .... .
SALIR{BOS]ITA ............. .
SEKEBITEROSAN .......... .
SETALIKEAN .............. .
STENTISTE ................ .
7
3
12
8
19
susu .......... .. .......... .
13
6
TARATI .......... . ..... ... .
TEKE:it .................... .
2
9
TESmiTERUCAN ........... .
TIBANTEBA .. . ... . ...... .. .
TOBANTE ................. .
TOA(?) ... . ............. . .. .
ULTITAR ........ .. .... .... .
USKE(IKE) ... ............. . .
U(SKEIKE) .. ..... . ......... .
r
1
1
4
1
1
1
1
~Vll 11
SAUR .. ................... .
1
1
1
1
1
3
1
16
10
4
7
4 3
2
2
[USKE)IKE •...•... . ..... ....
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
1
1
NUMERALES
GA nnnm 191 ............•.
GA nnrnnn 111 1 .. . .... .. .. .
GA IIlliiilllllllilliii (20) .... .
24
1
2
5/15
12
r
1
5
TOTALES ........ ... .... 2 2
2
1 1 4
- 472 -
1
26
12
17
3
1
5 5
81
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FLETCHER VALLS.-Villares Vll
LAM. I
Cara A
(4/1)
60
473 -
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FLETCBER VALLS.-Villares Vll
tAM. l l
CaraB
(4/ 1)
-
474 -
[page-n-483]
ARCIDVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia. 19811
JAVIER DE HOZ
· .. · · .. ·(Salamanca)
ALGUNAS PRECISIONES SOBRE TEXTOS
METROLOGICOS IBERICOS
l . Los documentos metrológicos ibéricos constituyen hoy día un
grupo ya bien definido si no numeroso. Su interpretación acumula a
las dificultades de la lengua ibérica, la peor comprendida del Mediterráneo antiguo, las normales en toda metrología conocida sólo fragmentariamente. Sin embargo la homogeneidad, la identidad desistema que se puede postular en muchos de estos documentos, el que la
propia metrología permita un análisis interno más simple, con menos
variantes posibles que las innumerables y arbitrarias de la lengua,
por último el que la presencia misma de signos metrológicos reduzca
considerablemente el número de funciones atribuibles a su contexto
lingillstico inmediato, hacen que una investigación en este campo sea
menos desesperada, y sobre todo más falsable, que en otros campos
del iberismo.
De hecho existen investigaciones de interés ya en este terreno, al
que Domingo Fletcher ha contribuido con observaciones importantes
y con la publicación de documentos fundamentales; recientemente
también Francisco Oroz ha dedicado al tema una monografia que tiene que ser el punto de partida obligado para cualquier investigación
posterior (1).
Tras los trabajos de Fletcher y Oroz está clara la existencia en ibérico de un sistema metrológico en el que figuran tres valores repre(1) D. FLETCHER: «Nuevas inscripciones ibéricas de la región valenciana», APL 13, Valencia, 1972, pégs. 103-26.
F. ·J . OROZ: «El sistema metrológico de la inscripción ibérica del cuenco de La Grlllijuela»,
Actas n Coloquio Lenguas y Culturas !'
-r;¡¡nas (Tübingen, 17-19 junio 1976). Salamanca, 1979, pégs. 283-370.
- 475 -
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2
J. DE HOZ
sentados, de mayor a menor, por los signos ibéricos a, o y ki; dentro
de cada uno de esos valores las c~fras se expresan por el procedimiento más elemental, simples trazos verticales repetidos tantas veces como unidades sea preciso indicar. Sabemos también, gracias al trabajo
de Oroz y prescindiendo de sus aspectos más problemáticos o indemostrables todavfa, que casi con seguridad entre esos valores existía
una relación de 1:6, es decir a = 6 o = 36 ki, y que como unidad de
peso a equivalla aproximadamente a una libra ligera de unos 320 grs.
Los documentos que han permitido llegar a estas conclusiones son
esencialmente dos, el plomo 6 de La Serreta y el cuenco de Alcornocal. Ambos pertenecen aJa epigrafia ibéricalevantina, a pesar de haberse hallado el cuenco en la provincia de Córdoba, en el área epigráfica meridional, ya que la escritura del cuenco es en su tota.lidad levantina y la presencia de un objeto valioso y transportable lejos de su
lugar de origen no plantea ningún problema (2).
Actualmente hay algún nuevo documento que es preciso tomar en
consideración en el área levantina, pero cabe además extender los resultados firmes a los documentos meridionales para intentar avanzar
algo en su comprensión. Conviene sin embargo hacer antes algunas
consideraciones sobre el estado de la cuestión en lo que a estos documentos se refiere.
2. La escritura meridional, aparentemente idéntica a la ibérica
en su estructura fundamental, muy similar en la forma de una mayoría de los signos y sin duda históricamente relacionada con ella, está todavía sin descifrar por completo a pesar de que el valor de buena
parte de sus signos parece ya definitivamente determinado. Las causas de este retraso frente a la ibérica son varias, falta de suficientes
documentos digrafos como son en cierto sentido las monedas ibéricas,
escasez de textos que se hace más sensible cuando se la considera en
relación a períodos o zonas concretas, variedad excesiva de esti1os
epigráficos locales, a veces con notables diferencias, y desconocimiento del número de lenguas que podemos esperar hayan encontrado expresión en esta escritura (3).
Hay sin embargo una amplia zona en el S.E. de la Península donde
la escritura meridional recubre una lengua más o menos idéntica a la
que conocemos por la escritura ibérica. En un trabajo enviado a la imprenta en 1976 y que todavía no ha visto la luz, he intentado, siguien(2) J. DE HOZ: cLa epigrafia prelatina meridional en RispaniSJ, Actas I Coloquio Lenguas
y Culturas Prerromanas (Salamanca, 27-31 mayo 1974). Salamanca, 1976, pág. 289.
(~l Sobre la escritura meridional, ver el trabajo citado en la nota anterior y J . UNTER·
MANN, cMonumenta Linguarwn HispanicllJ'UD).). I. ! 7.3 y A.95-A.l03 Wiesbaden, 1975.
- 476 -
[page-n-485]
TEXTOS MBTROLOGICOS IBERICOS
3
do las huellas de Antonio Tovar y U. Schmoll, reunir los datos que demuestran ese hecho y sacar de él el mayor número de indicios para la
interpretación de la escritura meridional, identificando en ella secuencias que reaparecen en ibérico y que por lo tanto son legibles gracias a esta escritura. En lo que sigue me apoyaré en ese trabajo y en
algunas observaciones sobre el plomo de Mogente ya publicadas por
mí (4).
3. La cara B del plomo de Mogente, en escritura meridonal y, como creo es demostrable, lengua ibérica, contiene una lista de secuencias de signos separados por puntos y que terminan en un corto número de combinaciones varias veces repetidas. Si prescindimos de esas
combinaciones las secuencias que forman el texto, leidas de abajo a
arriba y derecha a izquierda como aconseja la disposición de los signos en el plomo, son las siguientes (5):
kani(S12)ron biuriltir stikel biurtaker aituarki ko(S12)roi (Sl2)dibe
sakarbiS (S12)rsibe aituarki biurtaker bur ltir saltulako saltulako
(S12)rsibe artaker (?)lti.Stautin (S12)rside saltulako.
En total, 19 secuencias, pero de ellas varias son repeticiones:
(S12)rsibe aparece cuatro veces, biurtaker dos, aituarki· dos, saltulako tres, y probablemente biuriltir y el erróneamente escrito burltir,
en el que el escriba se saltó una i, deben identificarse. Es decir, que
nos quedan once secuencias diferentes. En las lecturas dadas me he
basado en mis trabajos anteriores mencionados; en ellos pueden verse
las razones que me llevan a transcribir por ki dos signos diferentes,
que en el Sur debían representar dos realidades fonéticas distintas, no
distinguidas en Levante (6). Sobre la base de estas lecturas se observa
que predominan los compuestos de cuatro silabas descomponibles en
dos mitades, de acuerdo con el esquema ibérico de nombres de persona recientemente estudiado por Untermann: biur-taker, aitu-arki;
más aún, en la mayoría de los casos se trata de elementos de composi- .
ción atestiguados en la epigrafla ibérica: BIUR, ILTIR, TAKER, AITU,
(4) «Lengqa ibérica en escritura meridionah, en prensa en Symposium de Prehistoria Peninsular. Córdoba 1976, y «On some problems of Iberian script and phoneties», Actas n Colo·
quio Lenguas y Culturas Prerromanas (Tübingen 17-19junio 1976). Salamanca, 1979, págs.
257-71.
(5) Lista de fotograllas y dibujos del texto en cEpigratla prelatina meridionah, citada (en
lo sucesivo EM), pág. 304, n6m. 67. S12 se refiere a la lista de signos de la pág. 305, concretamente al signo • .
(61 «Some problemSt citado, pág. 263-4.
-
477 -
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J . DR HOZ
4
ARKI, SAKAR, SALTO, LA.KO y TAUTIN (7). La conclusión que se impone a mi modo de ver es que se trata de una lista de nombres propios
ibéricos, repetidos algunos.
Si nos fijamos ahora en los signos que siguen a los nombres propios, observamos las siguientes secuencias, en las que transcribo con
cifra el número de puntos que las cierran o se intercalan entre los signos:
.. . . . . ... .
ka
ka
ka ·
ka
kia
1
ka
ka
ka
ka
1
kia
ka
ka
kia
kia
ka
ka
ka
ka a
kia
ki
ki
6
ki·
6·
5
6
ki
ki
ki
2
2
o 3
ki
ki
ki
ki
ki
ki
3 y signo en forma de flecha (bi)
10
1
2
3
1
o 2
o 3
ki
ki
ki
ki
' ki
8
6
7
1
6
De estos hechos hay que tener en cuenta los siguientes, que pueden ser significativos; todas las secuencias antes mencionadas se inician en ka o ki; a ki sigue siempre ~' a ka sólo en un caso; por último
figura o o ki, pero en un caso aparecen ambos signos, en ese orden y
seguido o de tres puntos; fmalmente el número de puntos que a prime(7) J . UNTBRMANN : cEigenn.llllien aufiberl.schen Inschriftem, Actas n citadas, 41-67;
sobre los NNP compuestos, 45-7; la mayor parte de los elementos nominales están citados en
la tabla 7 de págs. 54-5. Para arld- op. cit. tabla 8.1; aitu-: D. FLETCHE.R: dnscrl.pciones ibérl.cas del Museo de Prehistorl.a de Valenciu. Valencia, 1953, Liria núm. 52 (no consta que sea
NP); salto-: FLETCBE.R, op. cit., Liria núm. 118; J . MALUOUER: «Epigrafta prelatina de la
Peninsula Ibérl.ca•. Barcelona, 1968 (en adelante EPL). pág. 13 1, núm. 226; taker-: D. FLET·
CHER y V. GINBR: cTres lápidas ibéricas de Canet lo Roig.. Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura 50, Castellón, 1974, pág. 20 de la tirada aparte. La interpretación aqui
avanzada permite añadir a la: lista de NNP ibérl.cos kani(SI2)ron, stikel. ko(Sl2)roi y (Sl2)rsibe, y a la de elementos nominales onomásticos -bis y (7Jltis-.
- 478 -
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TEXTOS METROLOGICOS IBERICOS
5
ra vista tomarlamos por interpunciones es muy variable, en ningún
caso pasa de 10, puede llegar a ser uno solo, pero tras ki está en varios casos en torno a la media docena, mientras que tras o no pasa de
tres.
La variabilidad en el número de puntos y el hecho de que sigan a
nombres de persona, unido a que todo el texto ha sido tachado, me
hacen creer que estamos ante una lista de deudores o acreedores, es
decir, de acuerdo con un tipo de documento bien conocido en el mundo antiguo, una lista de personas que deben entregar o recibir cierto
número de unidades de determinada mercal'lcfa o producto (8). Naturalmente la identificación de esas unidades vendrá dada por los sig~
nos que se intercalan entre el nombre propio y los puntos numerales,
pero antes de seguir por este camino conviene volver al plomo de La
Serreta, ya mencionado.
4. La transcripción de La Serreta 6, que presenta dificultades en
la primera linea de la segunda cara, no en las restantes - aparte los
trazos verticales a veces muy tenues-, es la siguiente:
cara A: sakalakuka a 1 o 1 ki 1
sirboneska o 11111111
cara B: sakalakukaekia 1 r o 111111 ki 11
o 11111111
ki1ki11
a 111111
Oroz ha mostrado que el último indicador a seguido del numeral
6, debe corresponder casi con absoluta seguridad a la suma de lo anterior; también ha indicado que sakalakuka y sirbone~ka deben ser
nombres de persona y ha pensado en la ficha de un cliente, o varios
relacionados entre sf, en que se van asentando nuevas operaciones; la
indicación ekia en la cara B serviría precisamente para señalar que se
trata de añadir algo a una operación previa ya realizada por sakalakuka (9): Por mi parte sólo haré tres objeciones; no creo necesario
que las personas mencionadas en el plomo hayan de estar relacionadas ; a mi modo de ver se trata de un documento idéntico al de Mogente, sólo que más breve y dispuesto con menos economía de espacio, y
por lo tanto más cuidadosamente; el escriba ha ido dando entrada a
nombres seguidos de indicaciones metrológicas y numerales, y se ha
encontrado con que un mismo personaje reaparecía en sus cuentas, al
(81 Ejemplos pompeyanos: CIL IV 8861, 1507, 6877, 4528, 8 310.
(9) OROZ, op. cit., 356.
- 479 -
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6
J. DE HOZ
igual que ocurría en Mogente; el hecho de que tras la segunda mención de sakalakuka no haya debido intercalar un nuevo nombre le ha
permitido añadir debajo simplemente signos metrológicos y numerales relativos a nuevas operaciones con sakalaku(ka).
La segunda objección se refiere a los limites del nombre propio.
laku es un elemento ibérico bien definido, al que responde en Mogente
lako como acabamos de ver; más común aún es sakal o sakar; creo
que hay que pensar en un nombre sakal-laku, excluyendo ka, lo que
paralelamente nos haría pensar en sirbones separado de la ka ( 1O).
Por último, Oroz lee en la cara B 1 eki a 1 r , y Fletcher, contra su
propio. dibujo, ekiar....Personalmente creo que se debe leer ekia 1 a ;.la
última a tiene forma de r, es cierto, pero eso sólo significa que tiene
forma de a en dirección invertida, es decir, mirando hacia el trazo numeral que la precede; probablemente el escriba omitió la a, y al ir a
trazar o advirtió su olvido y procedió a ·subsanarlo indicando con el
simple expediente descrito que a no debía leerse con la siguiente, sino
con el trazo precedente ; esta interpretación permite solucionar la incomprensible presencia de r, y a la vez unir a al eki que la precede, sin
necesidad de considerarla signo metrológico, lo que· como enseguida
veremos podría tener su importancia.
5. Tras estas consideraciones nos encontramos ante dos textos en
los que se repiten secuencias formadas por nombre propio seguido de
ka y por signos e indicaciones numerales. En La Serreta los signos son
a, o y ki en ese orden, pero pueden faltar uno o dos de ellos, hasta quedar sólo uno, como ocurre en la entrada correspondiente a sirbones.
Si aplicamos estos datos en Mogente es fácil deducir que los signos finales son aquí también indicaciones metrológicas que, por ser cantidades pequeñas en comparación a las utilizadas en La Serreta, normalmente no alcanzan el valor o, sino que permanecen dentro de los
limites de ki (11); en dos casos tenemos o, en ambos en pequeñas denominaciones, 2 y 3, y sólo en uno, al fmal de la segunda linea de abajo a arriba, tenemos una cantidad importante; en efecto, tras ka aparece la secuencia a o 3 puntos ki un punto que refleja el modelo metrológico completo tal como lo conocemos en Alcornocal y La Serreta,
aunque queda la dificultad de que a no sea seguid~ por ninguna indicación numeral; esto puede deberse o a que en el caso de la unidad no
(lQI ,salcal: tJNTERMANN. op. cit., tabla 5 (en lo sucesivo citado sólo Untermann y el número de tabla); nes: UNTERMANN 3.5 y 5.
(111 En la 8.• entrada queda la duda, hoy por hoy sin solución posible, del significado del
signo en forma de flech.a .
- 480 -
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TEXTOS METROLOGICOS mERICOS
7
es necesario o a que no hay tal indicación metrológica, sino una simple indicación redundante del vocalismo del signo ka precedente, tal
como a veces encontramos en el Sur (12).
La interpretación aquí avanzada, según la cual en el plomo de
Mogente figurarían con valor metrológico igual al de los signos ibéricos a, o y ki sus homófonos meridionales, se comprueba en otro plomo
meridional de procedencia desconocida que desdichadamente está en
estado muy fragmentario, conservándose sólo la parte central de lo
que debió ser documento mucho mayor escrito por ambas caras; está
claro sin embargo que se trataba de un texto de tipo similar a los de
Mogente y La Serreta en que se alternaban palabras, es de suponer
que nombres propios, e indicaciones metrológicas y numerales (13).
Las líneas A2, A5, B2 y B3 contienen restos de palabras; las Al , A3,
A4, B1 y B4, restos de cifras, en algún caso acompañadas del comienzo de una palabra. De estas últimas A4 y B1, que sólo contienen trazos
numerales, no nos interesan; no así las restantes en que leemos: (cifra) o (cifra) (Al), (cifra) ci (cifra) (A3), a (cifra) o (cifra) (B4). En
ningún caso tenemos una secuencia completa, pero al menos observamos la sucesión a o, y la utilización de ki ante cifra y precedido de
otra cifra, con lo cual se refuerza lo visto en·el plomo de Mogente (14).
6. Queda en éste, sin embargo, un problema aún no abordado, la
substitución de ka por kia en algunos casos. Inevitablemente uno
piensa en la substitución de ka por kaekia en La Serreta, o mejor dicho en la adición a ka de ekia. Si provisionalmente, antes de abordar
el problema del valor de ka, aceptamos como posible que ekia de La
Serreta y kia de Mogente sean equiparables-¿ variación dialectal?- y
que a la escritura más plena de La Serreta en Mogente se haya preferido una fórmula más económica en la que la presencia de kia elimina
a ka, quizá implícito en el otro elemento, debemos preguntarnos si la
hipótesis ya aludida, según la cual eki -nuestro ekia- implicaría en
La Serreta que la mención de sakalaku no era la primera, se adapta o
no a los datos de Mogente. kia aparece tras aituarki y saltulako en todas las menciones de estos nombres; no aparece sin embargo tras
otros nombres repetidos como (Sl2)rsibe o biurtaker. Por el momento
(12) UNTERMANN, op. cit., nota 3, págs. 336 y 341 con referencias. Y añadir en el propio plomo de Mogente tarakaa (Aal y urketiikebeka (Ab4).
(13) EM 10. La única publicación hasta la fecha en M. GOMEZ MORENO, «La escritura
bastulo-turdetana». Madrid, 1962 (y en RBAM 69), núm. 48.
(14) Conviene insistir en la comprobación que los plomos meridionales con cifras aportan a algunas lecturas, del semialfabeto del Sur, demostrando la equivalencia de ibérico P' H
y ..1' con meridional
- 481 61
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8
J . DE HOZ
habrá que dejar en suspenso esta cuestión, pero no sin señalar que posiblemente la relación de ekia y kia sea un espejismo, y que esta última debe ser más bien un alomorfo o equivalente morfológico de ka,
que caracterice a ciertas palabras, con lo cual volvemos al posible valor de ka.
7. El signo ka está bien atestiguado con valor metrológico tanto
en la escritura meridional como en la ibérica, pero creo que su interpretación en estos textos debe ser otra; es significativo que aparezca
unido a los nombres propios que le preceden, y ello incluso en el plomo de La Serreta que separa cuidadosamente, con espacio o con intei'pun"ción, los signos metról6gicos de la sectiencüf forriiad'a·· por "
el
nombre propio más ka. La hipótesis más razonable es que tengamos
en ka un elemento morfológico cuya función equivalga más o menos a
la de un complemento indirecto o un ablativo de origen; en efecto como he dicho antes estos textos deben indicar personas que entregan o
deben entregar, reciben o deben recibir, ciertas cantidades de determinados bienes; por lo tanto, no sería extraño que se indicase en ellos
«para X» o «(recibido) de X», «(debido) por X», y ésta puede ser la función de ka. ka aparece eil final de palabra varias veces en los textos
ibéricos, sin que la mayor parte de ellos pueda aportarnos la más mínima luz; hay sin embargo un caso que nos interesa: en el plomo de
El Solaig figura, aislada en la cara B, la palabra balkelaku, que tiene
el aspecto característico de los nombres propios ibéricos; en la cara A
aparece. la forma balkelakoska que podría ser una variante morfológica, provista de un sufijo -¿o dos: -s-ka ? (15).
* • •
Esto es lo que por el momento se puede decir, sin entrar en hipótesis excesivamente atrevidas, sobre algunos de los documentos ibéricos metrológicos, o mejor aún contables, que han llegado hasta nosotros ; no hay que olvidar que existen otros textos, como el plomo de
Los Villares recientemente descubierto que, aunque contienen también indicaciones numerales, responden a un esquema muy distinto, y
que ese plomo así como algunos vasos meridionales de plata demuestran que los iberos conocían otros sistemas metrológicos distintos del
que aquí hemos examinado (16). En todo caso hemos identificado y
caracterizado un tipo de documento contable al parec.e r familiar para
los iberos, hemos aislado un cierto número de nombres propios, he(15) Puesto que los plomos greco-ibéricos demuestran la existencia de palabras terminadas en oclusiva velar, cabe la posibilidad de que -ka oculte -g o -k, pero por ahora faltan da" para una investigación en ese sentido.
tos
(16) Sobre los vasos en general ver EM 288-97; respecto al plomo de los Villares se trata
concretamente del núm. 5, publicado por FLETCHER en APL 15, 1978, págs. 201-8.
- 482 -
[page-n-491]
TEXTOS MBTROLOGICOS IBERICOS
9
mos comprobado que el sistema metrológico conocido en el Levante se
utilizaba también en el S.E., indicándose los mismos valores con signos diferentes en forma, pero idénticos en lectura, lo que demuestra
que se trata de abreviaturas o en todo caso denominaciones fonéticas
y no de simples simbolos, por último hemos identificado un nuevo elemento morfológico de la gramática ibérica y hemos planteado una hipótesis sobre su función; casi todo ello, naturalmente, tiene por ahora
un considerable margen de duda, pero en el estado actual de nuestros
conocimientos sólo podemos avanzar a través de hipótesis, razonadas
y extremadamente criticas en lo posible por supuesto, ya que en medio de su inseguridad y sus riesgos constituyen .todavi~ la única aportación válida al margen de la labor fundamental de editar textos y fichar sus materiales.
NOTA ADICIONAL
Terminado este trabajo, la amabilidad de D. Fletcher me hace llegar los nuevos plomos de Yátova (17). No es este el lugar para comentar en detalle estos nuevos documentos que pueden considerarse entre los más importantes testimonios de la lengua ibérica) pero se itnpone señalar algunas coincidencias notables que presenta el plomo
tercero con los aquí estudiados.
Los plomos de Yátova son documentos de contabilidad que utilizan un sistema numeral distinto del que aquí hemos visto, y atestiguado antes sólo en la estela de Sinarcas y en algún otro documento. Por
ahora no estamos en condiciones de interpretar este sistema. Los tres
plomos parecen no sólo formar parte de un único archivo - aparecieron enrollados juntos-, sino referirse a las mismas personas y quizá
operaciones; en todos ellos figura laurberton, posible NP, y bale, indudablemente término técnico del lenguaje contable; en el segundo y
tercero el conocido salir (18), y en el primero y tercero keltíbeles, que
por su estructura y su segundo término debe ser casi seguramente un
NP.
La cara A del plomo tercero está dividida, como ocurre en otros
casos, por una raya horizontal entre las lineas 6 y 7. Lo interesante es
el paralelismo que se observa entre los comienzos de ambas partes:
3A
3A
1
7
beftekef arí ku[títuku
laufberton arí kutítu[ku
(171 D. FLBTCHER: «Los plomos ibéricos de Yátova (Valencia)». Valencia, 1980.
118) Bn el plomo 3, Unea 8, se lee saltir- (salir en la 11 y 12), lo que unido a ilur- (Unea 11
e Uun- (linea 31 le hace a uno preguntarse si no nos hallaremos ante un extranjero, o un hablante dialectal, que tiene dificultades para distinguir los dos tipos ibéricos de J.
- 483 -
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10
J . DE HOZ
La separación de elementos la he introducido yo y no tiene que corresponder necesariamente a la conciencia que de la palabra tuviesen
los iberos - posiblemente ari formaría una sola unidad tónica con la
palabra precedente-; en cuanto a kutituku lo restituyo, con todas las
salvedades, del kutituku[ de la linea 4; indudablemente puede tratarse de una palabra más larga o más breve.
Provisionalmente me inclinaría a ver en berteker y laurberton
NNP , en ari un morfema que los determinaría (19) y en kutituku( ?) la
mercancía o concepto a que se refiere la operación recogida en el plomo. Lo importante desde nuestro punto de vista es que en ambas partes del plomo, ep las.lineas 4 y 9, nos encontramos con el mencionado
keltíbeles en un contexto a mi modo de ver significativo:
3A
3A
4
9
keltibeleskakutituku[
berter.keltibeldka[
De kutituku (ya se h a hablado; basta añadir que el final de la linea
9 hay restos de un nuevo signo que no sería imposible correspondan a
ku (Fletcher p. 74 piensa en be os, es decir, hay un ángulo claro). En
cuanto a keltibeleska creo que hay que descomponer keltibeles - bien
atestiguado en el plomo 1- y el sufijo ka al que nos hemos referido
r eiteradamente en este trabajo, es decir keltibeles sería acreedor o
deudor en relación con las dos operaciones a que se refieren ambas
partes del plomo 3A.
También nos interesa la cara B, cuyas coincidencias con los plomos de Mogente y La Serreta son mucho más llamativas. También esta cara está dividida en dos partes por una linea horizontal; transcribo la primera:
5
ilurka·ki·2·e·6
ka· V·3 'Y -·bekonteke
[ba]le· iluntorka·
]ka· "! -·bale·eteitor·
J
.nka·e 5·arkisosinka
}osin ka· balkeniuska·
lkakutiritetu· V - e 4
(1 9) En los plomos de Yátova no aparece el signo "'( , lo cual es raro dada su extensión.
Sólo én 3A 8 hay un posible ej emplo que Fletcher lpág. 73) considera sin embargo numeral.
¿Serfa posible otra peculiaridad fonética del escriba o escribas que les llevase a transcribir ar"(i como -ari?
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TEXTOS METROLOGICOS IBERICOS
11
Creo que el espacio perdido a la derecha es mayor de lo que supone Fletcher en sus restituciones, y que se puede atribuir al texto, designando convencionalmente a los numerales por CC, la estructura siguiente:
NP-ka CC 1 [NPl-ka CC bekonteke 1 [?)bale NP-ka 1 [CC NP]ka CC
bale eteitor 16 (NP]-ka CC NP-ka 1 (CC NPl-ka NP-ka 1 LCC?] katutiriteto CC. A favor de la interpretación como NNP de las palabras seguidas
por - ka se puede aducir arldsosin, balkenius e iluntor. El primero está formado por dos elementos antroponimicos conocidos (Untermann
3.1 y 8. 1); el segundo contiene balke (cf. balka Untermann 5, balki
Untermann 3.1 y 3.2, balke Untermann 8) y puede tener relación, en
su segundo término, con biunius de (EM núm. 45) iluntor podria, de
comprobarse la sugerencia ya insinuada (núm. 18) explicarse por el
conocido VMARILLVM del Bronce de Ascoli (20). En cuanto a ]ilurka
cf. ILLVRTmAS (Ascoli), y ]osinka puede corresponder a otro NP formado con Sosin.
El esquema obtenido es, pues, el mismo que ya conocíamos, es decir, lista de NNP a los que se añade un morfema ka y que son seguidos
por cantidades. Existen dos problemas, la sucesión de ]osinka y balkeniuska sin numerales intercalados, y la presencia de palabras como
eteitor que por ahora no podemos explicar.
En cuanto a los numerales son en general del mismo tipo que en
los restantes textos de Yátova, pero en dos casos, líneas 1 y 5, nos encontramos con otra posibilidad. En la línea 1 tenemos ki seguido de
dos trazos verticales y e seguido de seis; puesto que ki era el último divisor del sistema hasta ahora encontrado, cabe la posibilidad de que e
sea un divisor menor de la misma serie (21 ), no atestiguado en textos
anteriores, excepto un plomo de Ullastret (EPL 225) (22), en el que
aparece solo, igual que aquf en la línea 5, y en el texto D del plomo Yátova 1 (23). En ese caso la línea 7 y la 10 no transcrita aquí parecen
indicar que era posible combinar el sistema a o ki e y el representado
por signos con aspecto de letras griegas, es decir, el dominante en Yátova.
(201 tor- podrla estar oculto, por error de grafia en el TCRSINNO del mismo Bronce (UNTERMANN 3.2.1.
(21) Las monedas de Ampurlas marcan con e los semises (MLH I pág. 166 y cf.
Zephryrys, 30-3 1, 1980, 308), pero dado que el peso probable de lci es 9 gi. (OROZ,' op. cit.,
35 1-4), no es posible que el semis sea una fracción de lci.
(221 El cuenco de Santisteban que menciona FLETCHER (pág. 78) es de lectura tan dudosa que no me atrevo a tomarlo en consideración.
123) cLa existencia de un.a fracción de.r parece exigirla el sistema mis.m o• IOROZ, op.
cit., 362).
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12
J. DE HOZ
Para concluir me referiré a las tres últi.Ipas líneas de Yátova 3B
que siguen a tres líneas con aspecto de texto seguido, no de lista, y que
rezan asf:
]7;1koka·akari.Salir· VLI
kelltibeleska·akariSal. r· V n
i
·
balketas
Como Fletcher ha indicado (p. 85), balketas parece un nombre
propio que figurase como «firma}) del documento. En cuanto a las dos
líneas anteriores parecen presentar una estructura paralela: NP -ka
(en la segunda el ya conocido keltibeles) akárisalir ce. No es este el lugar para entrar en una discusión a fondo del segundo término de akarisalir, salir (24), pero lo lógico en la posición que aquí ocupa, entre
NP caracterizado con ka y numerales, es que designe un tipo de mercancfa. Pero ¿qué nombre de mercancfa puede figurar como marca oficial sobre una moneda de plata? O se trata del nombre mismo de la
moneda o, como quiere Tovar siguiendo a Gómez Moreno, de la palabra «plata». Es decir, que el anónimo ibero cuyo nombre terminaba en
-nko y keltibeles eran acreedores o deudores de una cantidad de plata
o de monedas de plata. Si los numerales implican indicación de peso
se trataría indudablemente de plata sin más; pero es una cuestión que
por ahora se nos escapa.
En todo caso lo dicho sobre salir como mercancía es aplicable en
primer lugar al compuesto; lo que no sabemos es si este designa a su
vez un compuesto material, akari + salir, o salir de tipo akari, o akari
hecho de salir, o cualquier otra de las numerosas posibilidades. Personalmente me inclino a pensar en un compuesto que designe una variedad específica de salir, aunque, dada nuestra total ignorancia de las
reglas semánticas de composición en ibérico, esta idea no pasa de ser
una simple presunción (25).
(241 Ver en último término TOVAR en Actas II 475-6, a cuyos datos habrfa que ai\adir
los ejemplos publicados con posterioridad.
(251 Es curioso, dadas las influencias griegas en la cultura ibérica que tal vez se manifes·
taron también en préstamos lingüísticos, un cierto eco en akari dP &.K'Jf {.:::; e ~'<:!ff \'Te~·
Simple coincidencia sin duda, pero que produce una posibilidad atractiva: •plata pura».
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ARCH1VO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
W. PATTISON
(EE. UU.)
IBERIAN ANO BASOUE
'(A Morpho- Syntactic Comparison)
I
When confrontad with the question of Basque and Iberian rela tions, many scholars have not been content to restrain their researches to the purely linguistic field, but have gone boldly into pre-history with theories about the relationship oftbe Iberian (or the Basquel
language to those of Asia, Africa, and Europe. Consequently their
ideas frequently clash.
Schuchardt (1) thought that Basque and Iberian were closely re la·
ted ; Tovar beUves the two languages were related in proto-historical
times and that Iberian is fundamentally a Hamitic tongue (2). Bot.h
Schulten (3) and Bosch Gimpera (4) believe that tbe Iberians carne to
Spain from Africa, presumably bringing their language with them.
But J . Hubschmid (5) says emphatically that Basque and Iberian haw
nothing to do with Hamitic. Menéndez Pidal (6) manages to find íl
compromise position: the Iberians carne from Africa and their Jangua
( l 1 H. SCHUCHARDT: «Die Iberische DeklinationJt. Sitzungsberichte der Kals. Akedemie
der Wissenschaften in Wien, CLVTI, 2, Viena, 1907, pp. 44-5 and 64.
(2) A. TOVAR: «Lenguas prerromanas de la Península Ibérica.. Enciclopedia Linr,tHstica
Hispana (hereafter cited as ELHI. I , Madrid, 1960, pp. 21-2.
131 A. SCHULTEN : cGeografla y Etnografia de la Península Ibérica. (hereafter cited as
Schulten: Geogr.), Madrid, 1959, vol. II, p. 61.
(4 ) P. BOSCH GIMPERA: dberen, Reallexikon der Vorgeschlchte, vol. VI, Berlín, 1926,
p. 4 .
(5) J . HUBSCHMID: cMediterrane Substrate mit besonderer Berücksichtigunl! des Bas
kischen und der west-ostillchen SprachbeziebungeDJ. Romanica Helvetica, 70, Berna. 1960.
(6) R. MENENDEZ PIDAL: «Sobre el substrato mediterráneo». ZRPb, 59, l 939, p. 189.
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2
W. PATTISON
ge was adopted by the Basques. This conflicts with Uhlenbeck's belief, namely that the Basques were not Iberianized, although their
language has sorne Hamitic elements coming from the Iberian (7). Finally, Lafon declares that Iberian is not an Indoeuropean Language
(8) although Almagro thinks that the Iberians spoke an ancient form
of Celtic (9).
In our opinion, it is too early to make sweeping categorisations
such as those just quoted. Until lberian is better known through further archaeological discoveries and more patient work in limited areas
of comparison with other languages it is futile to advance conclusions
of such a broad scope. Wé belie.ve we can show possible morphological concordances between Iberian and Basque, but we also feel it
ill advised to conclude that Iberian was the source of Basque or that
Basque gave sorne of its structure to Iberian. We hope that our observations will be a step towards more certain knowledge. We agree
wholeheartedly with Domingo Fletcher Valls who says we can hardly
cast aside the possibility of Basque-Iberian relationships and that we
must accept itas a working hypothesis (10).
We shall attempt to see what structural elements in the two languages favor this hypothesis.
II
SYNTAX AND MORPHOLOGY
1 For the purpose of analyzing the structure of Iberian we must
firts collect all the inscriptions of undisputed authenticity, then segment them into recognizable elements of frequent occurrence throughout the preservad corpus of the language. We can then hope to clas-
171 C. C. UHLENBECK: «La langue basque et la llngulstique générale». Lingua, 1, 1947,
pp. 60-1.
(8) R. LAFON : «La langue basque•. ELH, 1, p. 93, where the negativa was omitted erroneously.
(9) M. ALMAGRO: tBistoria de Espa:ñat, dirigida por R. MENENDEZ PIDAL IHereafter
cited as Hist. Esp.), 1, 2, Madrid, 1963, p. 234: «Todo nos inclina a pensar que los pueblos ibéricos del Levante y valle del Ebro hablaban dialectos célticos, es decir, indoeuropeos, aunque
de estructura muy antigua.•
(10) D. FLETCHER: cNeue iberiscbe Inscbriften aus der Provlnz Castellón de la Planat.
Die Sprache, 16, Wien, 1970, p . 168.
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IB&IUAN AND BASQUE
3
sify these segmenta! elements into roots and suffixes, the latter
roughly divided into two categories- those which add a new semantic element and those which serve an inflectional or derivational purpose. To illustrate with examples from Basque: ilargi 'moon light'
compounds two roots; ikasbide 'lesson, example' comes from ikasi
'learn' plus bide (which can stand as an independent word) 'way,
path'; ongi 'well' comes from on 'good' plus the particle- gi, ki which
has no independent use. These types of suffuces are not always clearly
differentiated, nor are suffixes always absolutely differeni from
roots. As in the case of bide, a suffix can also be a root.
2 We now look at sorne series of Iberian_words incorporating frequently occurring elements.
biur lalonel 1111
biufbi (12)
biurtiteegiar (Mise. 55)
sosinbiui'u (Mise. 43)
Biurno (Ascoli) ( 13)
biuitetel (Mise. 34al
biuitigi ( 14)
biuitibas 1151
balcebiuraies (Mise. 431
balcebiutaies (Mise. 43)
balcelagu (16)
bilosbalcarcais (Mise. 331
balceatin (MLI, xxvilll
balear (17)
baisetas (Mise. 761
belasbaiser (ibid. 231
Baesadin (Livy XXXIII, 44, 41
...espaiser (Ascoli)
bais (alone, MLI, 911
baisebilos (181
baisegolos (Mise. 1181
aunibaiseceteban (ibid. 441
Baesisceris (19)
Tannepaeseri (Cn, II, 58401
( 111 M. GOMEZ MORENO: «Misceláneas, historia-arte-arqueología , Primera serie». Madrid, 1949, p. 296. (Hereafter this work is clted as Mise. and when followed by a number r efers to an insC!.iption recordad in the section rSuplemento de epigrafia ibérica», pp. 284-330.1
(12) E. HUBNER : cMonumenta Linguae Ibericae» (hereafter clted as MLI). Berlin, 1893,
p . 15, 2 and J . UNTERMANN: «Lengua gala y lengua ibérica...». APL, 12, 1969, pp. 111-2.
Biurbi appears on coin thought to be ofPerpignan. See U. SCHMOLL: «Die Sprachen der vorkeltischen indogermanen Hispanienu. Wiesbaden, 1959, p. 62. Cf. the modern place names
Biurrun (Navarra), El Piul (Madrid), and El Piuró del Barranc Fondo (Teruel).
(13) The bronze plaque honoring lberian soldiers, publisbed in several placas, v.g. Mise.,
pp. 233-256.
(141 D. FLETCHER: cOrleyl m , plomo ibérico escrito procedente de Vall d'Uxó». A. E.
Arq .• 40, 1967, pp. 51 -9.
(15) J. MALUOUBR DE MOTES y M . OUVA: «El nuevo plomo de UllastretJ. Pyrenae, 1,
1965, pp. 124 tr.
(161 From Solaig: See FLETCHER: Die Spracbe (clted in note 101. pp. 150-6 ; also in Arse
9, Sagunto, 1965, pp. 4 -7.
(171 Mise. 9 and J . CABRE AGUILO: cCerámica de Azailu, (bereafter cited as Azailal
Corpus Vasorum Hispanorum, Madrid, 1944, fig. 21. no. 271.
(18) M. ALMAGRO: «Las inscripciones ampuritÍUlas griegas. ibéricas y latinaS». Barcelona, 1952, pp. 68-9.
(19) Corpus Inscriptionum Latinarum. Berlfn, 1885, II, 3221.
- 489 62
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4
W. PATI'ISON
baites (alone) (201
baldesbi 1211
baitesgi (Mise. 43, twicel
saldutibalte (Mise. 541
bastalbaitieba (Solaigl
baitiban (221
baidesii 1231
baitesbaniecarse (Mise. 43)
baserokeiunbaita (241
baiti (AzaUa, p. 28, no. 1581
baitolo (MI.I, 271
bUos (alonel (251
bUostibas (261
bilosbalcarcais (Mise. 331
talscubUos (271
bilose (Villares V)
Bilustibas (Ascoli)
bilosgre (Serreta ll)
baisebilos (Almagro, Ins. Amp.,
pp. 68-691
bostebilos (Ens., Mise. p. 324)
icorbeles (Mis<:. 1071
icortibas (Ens .• Untermann, 19701 (28)
icortas (Mise. 1091
lldutas (Mise. 76)
ildubeleseban (ibid. 40)
nef:eildun (!bid. 45)
ilducoite (MI.I, p. 421
biosildun (Serreta lll
ilduniraenai (Serreta 1)
ilduratin (Mise. 311
aloiildui (!bid. 231
abarildur (Ml.I, p. 33)
ilduro (ibid., p . 49)
ildunbar... (301
Illurtibas (Ascoli, of. Illuro,
mod. Mataró)
Durbeda (a god , B .A.E., 'f:j 362,
from Portugal)
Ddum (31 )
Umarillun (Ascoli)
Durberrixo (29)
(20) E. CUADRADO DIAZ: «El plomo con inscripción ibérica de Cigarralejo (Mula, Murcia)». Cuadernos de Historia Primitiva, 5, 1950, pp. 5-42.
(21 ) M. OUVA PRAT: «El nuevo plomo con inscripción ibérica, hallado en Ullastreb. Pyrenae, 3, 1967, pp. 107-123.
(22) M. GOMEZ MORENO: cDisgresiones ibéricas, escritur a, lengua». BRAE, 24. 1945,
p. 276.
(23) C. VISEDO: cUn nuevo plomo escrito de la Serretu. A. E. Arq.• 23, 1950, pp. 211-2
~bereafter cited as Serreta ll); a1so Ullastret, plomo m (citad in note 21) and Orleyl lll (note
14).
(241 M. GOMEZ MORENO : cDe epigrafla ibérica: el plomo de Alcop. Mise., pp. 219-31
(bereafter cited as Serreta 1).
(25) D. FLETCHER: «Cinco inscripciones ibéricas de Los Villares•. APL, 15, 1978, pp.
191-207. See pp. 200 and 202.
(26) J . JANNORAY: «Ensérune: contribution A l'etude des civilizations preromaines de la
Gaule méridionale». Paris, 1955 (bereilfter cited as Ens.l. See plate 67, no. 29.
(27) For tals-, dals-, compare antalsker, FLETCHER: «Nuevas inscripciones ibéricas de la
región valenciano. APL, 13, 1972, p. 110; arwidalsco, Mise., p. 245, catedalsco, ibid. and
tantindals, CIL, 12, 709.
(28) An unpublisbed reading in tbe Museo de Prehistoria, Valencia.
(29) Tbe name of a god in tbe Valle de Arán. See A. BELTRAN : Hispania Antiqua Epigrapbica, Zaragoza, 1950 ff., no. 402.
(30) C. VISBDO : cDos nuevos plomos escritos de la Serreta». A. E. Arq., 25, 1952, pp.
123-4.
(31) J . VIVES: dnscripciones latinas de la España romano. Barcelona, 2 vols., 1971-2,
no. 1779.
- 490 -
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mERIAN AND BASOUE
iltir (32)
iltiitúalirban (33)
iltirteor (MLI, 13)
iltiradin (MLI, 120, 121
auauniltiiten (Mise. 22)
5
iltirta (MLI, p. 361
iltircescen (Hill, loe. cit.!
iltirtar (341
.. .ltirtige (351
ilmbidu, etc. (Fleteher, I. I.,
p. 44; Mise. 74b iltitbitel
nwceiltira ? wi (MIJ, iv)
iltirbigisen (Mise. 42)
bastesiltirte (Mise. 651
escer (Mise. 37c)
iscerbeles (ibid. 1001
urcescer (Serreta IV)
iscer (alonel 136)
Baesisceris (CIL, II, 3221-63391
Escerior (J. Vives, no. 5665)
aiunescer (Mise. 32al
isceradin (Mise. p. 2671
sacariscer (Serreta 11
M. iscer (37)
Tannegiscerris (CIL, 37941
sacariscer (Serreta 11
sacarbetan (Mise. 411
sacarbiscar 1381
sacariscer (Mise. 74gl
sacarilo... (MLI, vil)
sacal iscer (coin of Castulo,
Guadan, no. 2981
sacalacuca (Serreta VIl (391
sacarbik (Cigarralejo)
tigirsacar (Mise. 21
salduie (MLI, 351
saldulacogiar (Mogente, A, 13)
and 20; P. Beltrán reads
saldulacogiabe)
salducobaculebobercur...(Ull.,
plomo m )
saldulacogiato (Mogente, A, 14)
saldugilercu (ffilastret, plomo Inl
saliÍ' (Serreta I ; Fletcher,
Cinco insc.l
salirban (MLI, 30b)
betasesalir (Mise. p. 2781
iltiitasalirban IMLI. 30bl
sallig (Serreta 11
saldutibaite (Mise. 54)
... n5alirbiter (40)
gulscesalir IMBL, I, pp. 80 and 1531
taraconsalir IMLI. 51
(321 Serreta IV (cited in note 30); D. FLETCHER: «
Prehistoria de Valencia... Valencia, 1953, p. 37.
(33) MLI, p. 37; G. F. IDLL: «Notes on the ancient coinage of Hispania Citerior». New
York, 1931, p. 67.
(341 J . C. SERRA RÁFOLS: «El poblado ibérico del Castellet de Banyoles». Ampurias III.
Barcelona, 1941, p. 22.
1351 E. LLOBREGAT: «Los grafitos en escritura jónica e ibérica del este, del Museo de
Alicante». Saltabl, 15, 1967, p. 3.
(361 J. BERGUA CAMON: «Significado y sistema de la primitiva lengua ibérico. Zaragoza, 1974.
(371 On a coin. See A. M. DE GUADAN: «Numismática ibérica e ibero-romana». Madrid,
1969, no. 169, p. 62.
138) P. BELTRAN: «El plomo escrito de la Bastida de Les Alcuses (Mogentel». Valencia,
1953, second edition with changes, 1962; FLETCHER: I. I. (see note 32). Beltrán reads sacarblsgabe.
(39) D. FLETCHBR: N. I. (see note 27), pp. 119-122.
1401 D. FLETCHBR: N. 1., pp. 108-112.
-
491
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6
sosintacer (41)
nabarsosin (Almagro, Ins. Amp.,
pp. 72 and 260)
Sosinasae (Ascoli)
are tace (MLI, vi, xxiii, xxvi)
are tegi (MU, vii)
W. PATTISON
sosinbiuru (Mise. 43)
Sosinaden (Ascoli)
Sosintigi (Pliny, N.H., m , 15)
...ltirtige (Llobregat, loe. cit.)
soanblbu tagi (Alcudia) (42)
3 Our first conclusion from the segmentation of our tabulated
words is that Iberian did not use preflxes in word composition, which
is also true of Basque, with the important exception of the verb, in
which preflxes are frequent. If we were to assume that a certain initial word element is a prefrx -for example, biuf in biuftigi- another
compound - sosinbiuru- shows us that the segment can occupy medial or final positions. Similarly, baise in baisetas and belasbaiser;
and sosin in sosinbiufu and nabarsosin. These elements which appear
in either position in the compound must be radicals, the principal conveyors of meaning.
Basque distinguishes between substantives and adjectives in forming compounds. Two substantives form a compound in which the
déterminant precedes the déterminé : etche/jaun 'house master'; il/argi 'moon light'. If the same rule obtains in Iberian, a root which appears both in initial position and elsewhere in second place must be a
substantive. Furthermore, when such a radical (which acts as a substantive in other combinations) is preceded by another root, this latter
must also be a substantive. For example, bilos is initial in bilosbalcarcais and in second position in baisebüos where baise modifies or limits bilos; hence in bostebilos we take boste to be a substantive.
When Basque forms a compound of noun and adjective the order
is the opposite of what we have just seen. The substantive precedes
the adjective: etche/berri 'new House', egu/erdi 'mid day'. These adjectives are roots. They can stand alone and they can take suffixes.
An element which we take asan adjective is bels, beles, very common in names (Beles, Umarbeles, Sanibelser, Bennabels, all from Ascolil and in Iberian script icorbeles (Mise. 107), ildubeles (ibid. 40) iscerbeles (ibid. 100). Beles can take a suffur: belestar (Solaigl and belesair (ibid.). Only in one case, belesceretorosair (Orleyl III), is there the
(41) D. FLETCHER: c:Tres láJ?idas funerarias ibéricas deis Viñets ICanet lo Roig. Castel16n)». xm Congreso Nacional de ~eolopa. PP· 659·664. See P· 660.
(42) R. RAMOS FERNANDEZ: «
168-176. See p. 173.
- 492 -
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IBERIAN AND BASQUB
7
possibllity of its standing before another radical. Hence it is almost a
certainty that bels, beles is an adjective which confirms what has
been supposed by all those who have seen itas an adjective and specifically a cognate of Basque beltz 'black'.
Iberian biur has been compared to Basque bigur, bi(h)ur 'torcido'
(43) but our hypothesis shows it is a noun and cannothave an adjectival meaning. Bi(h)ur and its derivativas (in Azkue's dictionary) show a
common basic element 'twist, turn, return; turn against, rebel'. The
form bihurritasun 'carácter violento, indócil' seems to be the most appropriate to relate to the Iberian biur in men's names, since what little we know of lberian personal names indicates that they were often
chosen to inspire awe and fear: consider the name elements Beles
'black', lldun 'darkness' (Umarillun, Abarildur), and possibly lltir
'wolf (lltirdes).
In the name Nabatsosin (Almagro, Ins. Amp. 72 and'260) the flrst
component nabar has been equated ~o Basque 'vario, abigarrado, pardo', but as in the case of biuf its place in the compound assures us that
it ís a noun. (See below, p. 31).
The difficulty of establishing an absolutely certain classification
into nouns and adjectives is shown by the uses of salir, which stands
alone or in second position. Hence salir seems to be and adjective; nevertheless its appearance in the recently published Villares V (Fletcher, Cinco Inscripciones, pp. 201-208) in the combination salirbosita
throws our original notion (that salir is an adjective) into doubt. If bosita is a noun, according to our hypothesis, salir must also be a noun.
Standing alone salir precedes numerals in this document; this, taken
with íts use with city names on coins, suggests that it is a unit ofvalue
or coinage. Gómez Moreno (Mise. p. 278) suggested a possible relationship with Basque zilar 'silver', and Tovar showed that this word
seems to have been carried to the Germanic and Balto-Slavic peoples
by the Bell Beaker migrants from Spain. Elsewhere the word for 'silver' is based on the root arg-, (44).
There remains the puzzling phrase iunstir salirg (La Serreta I), the
first words of one side of the famous Alcoy lead tablet. If, as we belie-
(43) Among other, by L. MICHELBNA: «Comentarios en tomo a la lengua ibéricu.
Zephyrus, 12, 1961. pp. 5-23 (see p. 21); J . RUBSCBMID: cTesaurus PraeromanicUSt. Paszikel 2, Bem, 1965, pp. 56-69, also «Mediterrane Substrate» (see note 5), p. 73, n. 9.
(441 A. TOVAR: cBasque Language and Indo-European Spread». Third Indo-Buropean
Conference, University of Pennsylvanla, 1966, Pbiladelphia, 1970, pp. 271-273.
-
493 -
[page-n-502]
8
W. PATTISON
ve, iunstir is an honorific title (see p. 29), then salirg might be something like 'worthy' or 'esteemed', with reference to the 'worth' and
'value' of silver.
4 We can pick out from among the many suffi.xes that appear in
our compilations (Par. 2) certain ones which occupy a nebulous position, neither full-fledged suffix nor radical. For example, the three apparently relatad suffixes -ba, - ban, - bas are constantly appearing
and one of them, -ban, sometimes serves as a radical: banite (Mise.
53a), baniteor (ibid. 57) or banitewbar (Fletcher, I. I ., Lxxv). It must
have had a meaning greater than a mere inflectional or derivational
significance. We shall return to this group 9f sufflXes later.
A parallel in Basque is bide 'road, way' ~hich as a radical can
stand alone or combine with sufflxes: bidealdi 'hike', bideburu 'crossroads'; but very frequently it is a suff'lX: eskubide '(legal) right, authority', ikasbide 'lesson, example'. In these last compounds (esku 'hand;
right, faculty' plus bide 'way, means'; ikasi 'learn' plus bide) the rule
of déterminant before déterminé is abandonad. Bide is no longer chief
element of the compound; psychologically its importance is diminished and it is reduced to a suffix although it retains its semantic value
(45). We believe that ban undergoes a corresponding change in function.
Another example of a word segment which vacillates between radical and suffix is take, tegi. We find take alone in three epitaphs: are
take (MLI, vi; xxiii - Mise. 45; and xxvi - Mise. 44). The compound
sosintaker (Canet) is also on a tombstone. A much discussed epitaph
begins with Latín.
HEIC.
are.
EST.
tegi.
SIT/ .. .
ar/ ... (MLI, vü)
in which the te of tegi is indistinct (as is the following a of ar). Two
other possibly related inscriptions are soanbidu taki (Alcudia, iv, on a
pottery shard) and the fragmentary sbogitace (46). It seems self-evident that take, tegi means 'place'. Sosin, often attested as a man's na.me, subordinated to or modüying take, would give 'Sosin's place' or
(46) In old Basque compounds, independent words can become suffixes and suffixes can
become independent words. See L. MlCBELENA: BSL, 63, 1968, p. 230 and c. C. UHLEN·
BBCK: Lingua, I, 1948, p. 69.
(46) D. FLBTCHEl\: N. l ., p. 108. The inscrlption may be on a tombstone.
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IBERIAN AND BASQUE
9
'Sosin's grave'. Here take is a radical and perfoms as such in the compound (47).
What seems to be the same element is found in biurtigi (Orleyl III)
and in the many place names preservad by classical authors: Artigi,
Astigi, Cantigi, Lastigi, Olontigi, Sosintigi and Saltigi (MLI, Prolegomena, par. 37). Here the status ofradical begins to give way to that of
suffix. We are of course reminded of such Basque formations as ardandegi 'wine shop', lorategi 'flower garden', apeztegi 'priest's house', and the abbreviations of this element (-gi, -ti, -di, -dui, and doi) which are clearly suffixes and which, we believe, relate to Iberian -ti, -gi in combinations with -bas: boutintibas (Mise. 2_), tasba6
rigibas (ibid. 32c), and rarely with -ban: ascertiban (ibid. 75).
We shall return to these suffixes later, when seeking their meaning.
5 A large number of sufflxes must have had derivational or inf1eetional values. Some appear as a single sign: sosinbiuf/u (Mise. 43),
alorildu/i (ibid. 23), abarildu/r (MLI, 22); others eontain two signs:
biuf/bi (MLI, 2) baides/bi (Ull. plomo 3), ustalai/bi (Mise. 74e) and eban
en (MLI, 47, 48); elsewhere we are in dou.bt asto whether the sufftx
is -r or -er: taker (see above), esc/er (Mise. 37c), benebetan/er (ibid.
67), baldus/er (ibid. 119 =Liria Lxxvi). Other combinations are -iu :
ecariu (Mise. 43), aduniu (ibid.), cosoiu (ibid.) and borberoniu (ibid.).
which all eoming from the same doeument suggest some sort of gram matical agreement; - te in baser/te (Mise. 53a), caresir/te (ibid.), and
bante (ibid. 68) which reealls the suffix - ite: ban/ite (Mise. 53 a), caresbanite (ibid. 54). For a final example of a brief sufl1x we take - ik,
so written in Ionian script: sabarik (Cigarralejol. legusegik (Serreta Il
w hieh had to be written -ice in Iberian, since this writing had no sign
for e (or k) standing alone: Abartarice (Mise. 74d).
6 Some longer suff!Xes whieh will demand our attention are
-sken whieh always appears on coins in conjunction with city names;
- egiar, also found as an independent word but always, we think, in
close relation to a preceding name; and lastly the pair -tar, - ar,
usually thought to be identical in· value.
(47) The sa.me root gives Latin tego, tegulum. and toga, as well as Celtic tegia 'house' (A.
HOLDER: cAltceltischer Sprachschatz». Leipzig, 1891-191 3, cols. 1788-9). Most scholars re·
luctantly accept Celtic as the source ofBasque tegí (J. HUBSCHMID: op cit. in note 14, p.
111 ). The root originally had the idea of 'covering' but in Basque it lost this notion as an essential part of its meaning and kept the idea of an enclosed or limitad space. Basque also has
the word toki 'place'.
L. MICHELENA: «Comentarios...», p. 15, accepts the interpretation oflberian are take as
'this is the place' .
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10
W. PATTISON
This survey of the Iberian roots, their compounds, and the types
of suffixes shows a defmite similarity to the structure of Basque. Both
languages are to a large extent agglutinative, compounding elements
which also e:xist independently, but they are at the same time inflectional, using sufflxes which have no independent existence. We now
turn to more specific comparisons, principally of morphemic function, but also of the semantic value of certain suffixes.
7 We begin with -en, the subject of an important study by
Menéndez Pidal (48). He fmds this pre-Latin element is peculiarly
characteristic of the Iberian region of Spain. «La mayor abundancia
de -en corresponde a las actuale~ provincias de Valencia, Zaragoza.
Huese a y Lérida, es decli, al territorio más ·puramente ibérico·... » (p.
6). It can form part of personal names, such as Suisetarten, Sosinaden, and Nalbeaden (ibid., all Ascoli names). In toponyms it is also
abundant in the East and South, while scarcely recorded in the North
and West. Typically, such a toponym in based on a personal name,
hence place is described as «de fulano», exactly as Basque forms Michelena «Michel's place», literally «the .of Micbel» (pp. 32-34).
In Iberian inscriptions we fmd a noun iltirten (Mise. 22), iltirbigisen (ibid. 42), antorbanen (ibid. 69), lacugiecen (49); urtisen (50), aboten (ibid.) and several examples of ebanen (Mise. 15, 47, 48, and 76).
Ensérune offers us ibesoaen (Pl. 64, 23), but the residents ofthis site
preferred the other signs of possession which we now examine.
Menéndez Pidal points out tbat -en often alternates with -an(p.
7) so that tbe same place name may appear with either ending. Iberian inscriptions reveal sesgersduran (Serreta I), bitan (Solaigl, uwisanwi (Ens., Pl. 64, 27) (51), and auetinsanwi (ibid., Pl. 64. 1 1 ).
8 Anotber grafitto from Ensérune (Pl. 64, 12) is almost identical
with the last one cited from tbat town. It reads auetifisarwi and compels the conclusion that -ar has the same function as -an. Now -ar
has long been lumped with -tar and taken asan ethnika, because in
(481 R. MENENDEZ PIDAL: cEl sufijo -en; su difusión en la onomástica hispana». Emérita, 8, 1940, pp. 1-36; for examples from Valencian toponyms see M. SANCHIS GUARNER:
«Introducción a la historia lingüfstica de Valencia», p. 61; and R. MENENDEZ PlDAL: «Toponimia mediterránea y toponimia valenciana primitiva». Bol. de Dialectología Esp.. 33, 1954.
(491 D. FLETCHER: cUn bronce escrito del poblado ibérico de San Antonio (Bechí, Castellónl•. Zephyrus, 18, 1967, pp. 79-83. See p. 80.
(50) R. LAFON: «Inscriptions en caracteres ibéres de PerpignaiiJI. Rev. Internat. d'Ono·
mastique, 17, 1965, pp. 1·6.
(51 1 The ending -wi is a frequent final suffix and seems to mean 'I (ami'. These Ensérune graffiti on pots would indicate ownership: I am of uwis. etc. TOVAR: ELH; FLETCHER:
Die Sprache, 16, p. 158, n. 19; and L. MICHELENA: «Comentarios ...», p. 19.
·
-
496-
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IBERIAN AND BASOUX
11
Basque these two suffixes are so used: Bilbaotar, Irunar. There is no
reason to jump to this conclusion, as we shall see later. The -ar sumx
has recently been seen as a possessive (52), which would of course
still permit it to indicate origin 'of or from Madrid' as well as 'belonging to Madrid' .
Ensérune offers other graffltti in -ar: unticorosarwi (Pl. 69, 20),
selgiterar (PI. 64, 19) and abargitiba.Sar (J;>l. 64, 6); the Ascoli bronze
gives the names Luspanar an4 Arbiscar; Gómez Moreno records dursaurar (Mise. 7), egosonar (ibid. 32b), minar (ibid. 19), enatilar (ibid.
118), besides the abundant egiar which we shall take as a different
morpheme. Elsewhere -ar appears in dusgitar (Orleyl III) and carcoscar (Solaig). While not denying the possibility of another identical
sufflx -ar with a different meaning, we take it to be a possessive in
many cases. We shall return to this suffix when we study the combination -aren.
The -en, -an morpheme recalls the Basque particle -en, - n
which ma.kes the word or phrase to which it is affixed modify that
which follows (53). Examples: Michel/en/a 'the (or that) of Michel';
aur/du/n/a 'the (woman) with (or possessing a) child' (literally 'child she has it- particle to indicate modifying of the following -that one'
equals 'the one that has a child'). Traditional Basque grammars call
this particle a genitiva which makes it dimcult for them to explain its
use with verbs and clauses (54). Traditionally, a second genitive, - ko,
is recognized, and we see it also as a particle indicating modification
of the following word.
9 Iberian has an infix -cu-, -co- suspiciously like the Basque
-ko-. The words besumin/cu/egiar (Mise. 55), duseratine/cu/egiar
(ibid, 56), and ars/agis/cu/egiar (55) all end in egiar which we hope to
show has a meaning something like 'lord' or 'master' or 'magistrate'.
This would allow us to interpret the words given above as 'the lord of
besumin', the lord of duseratine' and 'the magistrate ófthe Arse agis'.
(52) A. TOVAR: cLaa monedas saguntinas y otras notas sobre inscripciones ibéricaS».
BSEAA, 15, 1949, pp. 25-34. G. BABR: cBasldsch und Iberiscb». Eusko-Jakintza, 2, 1948, pp.
1-119. See p. 106.
(53) In our view it is exactly like the Chinese de in function.
(54) A. TOVAR: cUna explicación del sufijo vasco -en». Primitivas lenguas hispánicas,
pp. 90-95 ; R. L\FON: eLes deux génitifs du Basque». BSL, 61, 1965, pp. 131 -159.
(55) MLI, 40b ; A. VIVES: I , 35; J . UNTERMANN: cMonumenta Linguarum HispanicaI'Uillll. Wiesbaden, 1975, I , 232; and M . C. PEREZ ALCORTA: cMonedas antiguas de Sagunto». Numario Hispánico, 4, 1955, p. 278.
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12
W. PA'rl'ISON
In this last example, found on -a coin of Arse (Sagunto), which coins
often bore magistrates' names, it could be that agis (56) signifies
'mint'.
Tovar (57) segments this same coin legend arsa - gis - cu- egiar
saying that gis m ay be related to the gita of other coins, and, most importantly, «En cu podría estar algo asf como el ko del genitivo vasco ...»
The particle -cu- is not confmed to use with -egiar. Tals/cu/bilos
(Ens., Pl. 68, 25) and Ildu/co/ite (on a coin, MLI, p. 42; A. Vives, 1, 16)
contain very common roots bilos and ildu. (The latter appears in severa! toponyms, such as Ildum, a stage on the Roman road north ofSagunto.) Elsewhere we find sagustico or saguntico (58), castilco (59),
abilico (MLI, xiv), balcelacu (Solaig), and the names Austinco (Ascoli)
and Urcico (CIL, 11, nr. 2818). Michelena (60) gives examples of anthroponyms in medieval Basque ending in ....:.co: Larraineco 'de la era',
Bazterreco 'del linde, margen', etc. They show that the person in
question was from a certain place, generally nota town. The - co implies modification of an understood, vaguety conceived, noun or: pronoun, such as 'person', 'that (one)', or 'he', justas in the Iberian forms
listed above. With these Basque names we can also compare the Aquitainian Estenconis (CIL, xiii, 271) which Lafon (61) calls mom d'homme a sufflXe -co, fléchi comme un nom latin en - o, -oniS». The leader
of the Editani called Edeco or Edesco (Livy, XXVIII, 17, 1) has a name
formed by use of ~e same suffix:
The existence of such pairs as eUeko andere and etsekandere
'ama de casa' implies that the Basque -ko can be reduced to the consonant k, especially before a following vowel. Another example: su-
(56) Latin ago, Greek..t)'w had once the sense of 'to weigh'. The derivativo agína 'aba111\lC& beam' (ERNOUT et M'EILLET, Dict. Etym., pp. 16-71 recallsltbra 'the beam of a scales'
hence the 'scales' and 'pound'. Obviously weighing out the metals was a prime function of
the mint. We must remember that Iberian coinage began under the Greek and (principallyl
Roman lntluence, hence the comparison of agis to ago is justified. However, GOMEZ MORENO ~ this coin legend should be corrected to arsbígisteegíar (Mise., p. 2781 on the analogy to ütlrbigisen (Mise., 42). Note that this is the only Arse coin with the cstronp r.
(57) A. TOVAR: op. cit. in note 52, p. 29.
(58) FLETCHER: I. l ., p. 29; TOVAR: Primitivas lenguas hispánicas, p. 212, note on p.
43.
(59) M. ALMAGRO: Zephyrus, 2. Salamanca, 1951, p. 104 and Ins. amp., p. 260.
(60) L. MICHELENA: «Notas lingüfsticas a la colección diplomática de IracbeJ. Fontes
Linguae Vasconum. I, 1961, p. 40.
(61) R. LAFON: cSur la langue des aquitains et celle des vasconSJ. Bul. Philologique et
Historique, 1958, p. 3.
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IBERIAN AND BASQUE
13
kalde 'fire-side' . But is the t in sutondo 'fll'e-side' simply a variant of k
and ultimately a derivativa of -ko-7 Basque scholars do not speak of
this possibility, although they give examples of the use of the inf'IX
- t-: atsotiz 'proverb' from atso 'old woman' and itz 'word', üartiz
'epitaph' from ilar(ri) 'tombstone' and itz (62).
Looking now at Iberian, city names like lli/t/urgi and Arce/d/urgi
show the same construction. Untermann (63) believes that üi - , ilu-,
in toponyms comes from Iberian ilti-, ütu-, and in his map number 2
he shows the distribution of cities with this name element. They fall
in the narrowly defined Iberian area, along the Mediterranean coast
and in the Tartessian area of Andalucía. Not all ofthem have the - tinf'lX.
A form like biur/t/egiar shows the same infiX.
1O The sufflX - ite reminds us of the names of Iberian tribes as recorded by the Greeks and Romans: Ceretes, Indigetes, llergetes, and
so on. This ending, to which the Romans added their sign ofthe plural
(-s), justas the Greeks added -oi, was then extended with the adjectival -anus to form etanus, -itanus, to our mind a compound suffix
(64), but considered by some great authorities as part ofthe W~stern
Mediterranean substratum (65). Unfortunately, examples ofthe tribal
names recordad by ancient authors are not found in Iberian script.
We find -ite and - te frequently in our documents and while there
is no assurance that they are the same morpheme, or even that they
always have the same function, there are reasons to assume that at
least on occasion they serve as a plural sign. They precede the abovementioned -egiar in several cases: caresirte egiar (Mise. 53 a), caresbanite egiar (ibid. 54), ebifteegiar (ibid. 53b) and biuttitee[giar] (ibid.
55) (66). If egiar can be taken as 'lord', 'magistrate', these phrases
would stand for 'the lord of the cafesir people' , and so forth, the - te,
-ite indicating the plural.
We have already spoken of -ar as a possessive and its confusion
with etar, -tar on the basis ofBasque analogies. We incline to believe
(62) R. LAFON: cSur un suffixe nominal commun a u basque et quelques langues caucasl-
queu. BSL, 44, 1948, p. 144.
(63) J . UNTERMA.NN: «Estudio sobre las áreas llngüfsticas prerrom.anas de la Península
Ibéricu. APL, 10, 1963, p. 173.
(64) A. GRAUR: cDouble sutl'uxation des noms des habitanw. Acta Antiqua, Budapest,
10, 1962, pp. 119-121 , maltes a convinclng argument for the compound suffix.
(65) J . HUBSCHMID : «Meditenane Substrate», pp. 71 -72; POKOR.NY: ELH, I, p. 6.
(66) Slnce this word is preceded and followed by words endlng in - egiar the reconstruction by GOMEZ MORENO iB almost certalnly correct.
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14
W. PATTISON
that Iberian tar, -etar includes the plurP l. Coins with legends like Arseetar (MLI, 40) and Saitabietar (A. Vives, Lám. vi, 18} parallel
exactly the Greek letter insciiptions on Spanish coins which use the
genitiva plural, as in E MnO PJnN(A. Vives, II, 19). Arseetar means 'of
the people of Arse' justas the Greek signifes 'of the people of Emporion' (67).
It would be convincing if we could prove that -tar is nevera singular and -ar never a plural. The present state of our knowledge does
not permit such a proof, but it does not present us with a categorical
refutation. A pot with balacertar {Mise. 38c) could mean that it belonged to a family named.Balacer; Urgidar (an Ascoli name) can be a
'man of the Urgi people'. The graffiti on Ensérune pots ending in -ar
{see above) seem to indicate possession by one individual, as does dursaurar (Mise. 7) on an Ampurias vase {68).
Now Basque has a plural in -eta (arrieta 'stones') which many
have thought derived from Latin -eta, the plural of the collective ending -etum (69). But the antiquity ofthis plural in Basqu..e seems evident when we find traces ofit in the inflectional system ofverbs (70).
The verb incorporates the object; du 'he has it' contrasts with ditu
'he has them', and zuen 'he used to have it' with zuten 'he used to have them' . The third person plural ends in - te: dituzte, dute, etc. R. Lafon (71), points out that «le suffixe -tzu figure dans des toponymes ou
il exprime la pluralité, 1' abondance. C' est sans doute le méme suffixe
que sert, sous les formes -zu et -tzu suivant les parlers, a former des
adjectifs et des substan~s exprimant 1' abondance ... La semi-occlusive -tz sert aussi en basque ... a indiquer dans les verbes le plural du
sujet ou du patient.» It seems that B~sque and Iberian share - ite/ - te
as a plural sign.
11 Quite a few Iberian documents have numbers written with
vertical strokes, just as the Romans wrote one, two and three (72).
(67) U. SCHMOLL: «Die Sprachen der vorkeltischen Indogermanen Rispaniens ...ll, p. 70,
suggests that the sutnx -etar has something to do with the tribal names in - etes recorded by
ancient authors.
(68) A. TOVAR: BSEAA, 16, 1949, p. 26, maintains correctly thatBasque -etaris indefinite in respect to number, and implies without proof that this ls also true of Iberian.
(69) SCHUCRARDT: «Die iberische DeklinatioDll, p. 24 and ZRPh, 30, p. 6 ff.; R. LAFON:
BSL, 55, 1960, p. 196; MICRELENA: Archivum, 8, 1958, p. 46, n . 27 is unsure about the LatiD origin of - eta.
(70) L. MICRELENA: loe. cit (n. 69) c... no parece que no pueda señalar en las formas
personales del verbo vasco ningful aqjo que sea de origen latino».
(7 11 R. LAFON: eLe verbe basque a u XVI8 sléclet, I, p. 530.
(72) A few examples: Azaila, fig. 16, nr. 4a; flg. 17, nr. 30b; and fig. 18. nr. 4; Serreta
VI; Orleyl m ; Bns. Pl. 65, 21; Liria.• plomo I (FLETCHBR: I. I., p. 42).
- 600 -
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15
IBBR!AN AND BASQUE
This same vertical stroke is also a sign of the Iberian syllabary -ba,
and although almost all Iberian signs are clearly related to Phoenecian and Greek symbolsl th.is one has no certain early prototype (73).
We feel that the Iberiansl accustomed to associate the vertical stroke
with 0De called it ba because ba (or a word emphasizing this syllable) meant 'one' in their language. The analogy to Basque bat 'one' is
evident1 and we note that bat always follows the word it modifiesl
contrary to the usual preceding position of other numerals.
Now if bacan be equated to 'one' it does not follow that it always
has a numerical significance. It could become a morpheme or functor
word, similar to the English one in combinations like the smdll one,
the silver one, the Florida one.
A number of place names in -ba, - ubal - oba cometo mind: Salduba, Uduba, Corduba, Onuba, Maenuba and lponuba (74). With
them we place Ilipa (Strabo, m, 2, 2) Astopa (Livy, xxvili, 22) and
Onoba and Ossonoba (Strabo, m, 2, 5). Ifthe roots ofthese words have meaning as common nouns or adjectives, which we think probable, then the suffix changes the rootinto a place name. lfSalduba (75)
can be relatad to Basque saldu 'sell', the root plus the suffix must be
'(the) selling one' or 'the market place'. It can be comparad to Saltigi
(MLI, Prolegomenal 17) which we also interpret as ' (the) place of Salt
(or Sald)' and, if related to Basque saldu, 'the market place'. Saldu/ti/ba/ite (Mise. 54) may hsve something in common with Saldubal as
we see when we segment in remembering ban/ite (Mise. 53, 54, 57
and 61) and such personal names as Boutin/ti/bas (Mise. 26) and Bilus/ti/bas (Ascoli), nlur/ti/bas (ibid.).
The use of -ba as a formativa of place names is not necessarily
the only way the sufftx was employed, but since we do not know the
meaning of the radicals to which it is affixed in the following examples, we cannot be more specific in our analysis. We fmd culesba (76)
1
1
1
,
1
1
(731 J . UNTERMANN: Emérita, 30, 1962, p. 288. But J .. M. SOLA-SOLE: d.fiscelé.nea
pónico-hispan&J. Sefarad, XVI, 1956, p. 339, believes the lberian 1 (ba) comes from Phoenecian ~ (bet). In bis tabla 1, opposite p. 334, he traces the evolution of the Iberian sign. However, he does not find betas 1before c. 180 B. C., which could mean that the Iberian script influenced the Hispano-Punic and not the reverse. M. ALMAGRO GORBEA: Rev. de la U. Complutense de Madrid, 25, 1976, p. 52 finds 1 (ba) as early as 600 B. C.
(741 A. SCHULTEN: Geogr., ll, p . 37.
(751 Salduba, also Salduie, the name of Zaragoza.
(761 Compare culeiuria (Mise. 201.
- 601 -
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16
W. PATl'ISON
(Ens. Pl. 65, no. 25), balacoiaba (MLI, xix), bobaitinba (Villares V),
balmaceba (HAE, no. 535), bastaibaitieba (77) (Solaig ~and [s]osintiba
(Fletcher, Bronce). Tbis last one will receive our attention later.
Finally a pottery fragment from La Alcudia (Elche) is inscribed
balcatica eba, which brings to mind the many coins beraing eba (as
well as etaban and ban) (78) which some have taken as marks of
value (79).
The suffixes -ban and -ba.S are a.b undant as the final syllable of
Iberian words. We have noticed ntirdasalirban on a coin of Lérida.
On tombstones we frequently find -ban, -eban, and -ebanen, for
example igoiwceiwi ildubeleseban (Mise. 40, see p. 322) and ·baisetasilutaseba[ne]nwi (Mise. 76). Now although Tovar stoutly maintains
that eban means 'stone' (80). Caro Baroja and J. Vallejo both take ban
to be the equivalent of Spanish de (81 ), Gómez Moreno hypothesizes a
relationship between ban and the Semitic ben and .G. Babr equates
ban with filius (82). Following thes~ last opinions and remembering
that wi is widely accepted as 'I (am)', the first inscription r~ads '1
(am) Igoiwcei, son oflldubeles' and the second is 'I (am) Baisetas, son
of Ilutas'.
In other cases -ban, -eban cannot be translated by 'son' although the possessive is appropriate. Just as we postulated a meaning
'one' anda morphological function for -ba, so we regard - ban andbas as the same kind of morpheme. Iltifda5alirban on a coin means
' (the) IltifdaSalir one' as opposed to the ones of other cities. A stone
weight to'pped by an iron ring is inscribed ustai(n)abararban (Almagro, Insc. amp., pp. 78-80, Mise. 14). Since Basque ustai means 'ring,
hoop' and abar often forms part of men's names, it is tempting to interpret the phrase by 'ring (the) Abarar one' , that is, 'Abarar' s ring' ,
(77) Compare baiii (Azaila, CVH, fig. 19, no. 158), and ... tibaite (FLETCHER, l . l., no.
XXVII).
(78) MLI, pp. 30, 33, 43, and 48; G. H. HILL: «Ancient Coinage•, pp. 67-8, 102, and 131.
(79) A. VIVES: ll, part 2, p. 10; GUADAN: «Numismática ibérico, p . 161. But since ban
is not confinad to one coin value it can hardly indicate value. Por example we find it on the
reversé of semis, quadrans, and sextans of the mint identlfled by the magistrate Abarildur
(HILL, pp. 102 and 131 ; MLI, p. 33).
(80) Lex., pp. 305-6; «El euskera y sus parientesll, Madrid, 1959, p. 45; Prim. Leng.
Hisp., pp. 61-66. But is eban always written on stone? R. RAMOS FERNANDEZ: APL; XII,
1969, p. 172, says it is not; an example is Ens., ,l. 70, nra. 9 and 11, where reading fr right to left we have ebanbonar stamped on clay.
(81 ) J . CARO BAROJA: cSobre el vocabulario de las inscripciones ibéricaSll. BP.AE, 25,
1946, p. 183· J . VALLEJO: «En tomo a una vieja moneda ibérico . Emérita, 14, 1946, p. 250.
(82) M. GOMEZ MORENO: Mise., p. 280; G. BAHR: p. 420.
- 502 -
[page-n-511]
mERIAN AND BASQUE
17
where -ban has the same possessive role that we have seen elsewhere (83). 'Baiseta8 (the) Ilutas one' (Mise. 76) indicates a Baisetas düferentiated from others of the same name as the one relatad to Ilutas. In
the same way Lydian nannas bikivalis is literally 'N anna the one of
Bikiva' (84).
Most epitaphs of the type «XZ ban» seem to refer to X - a man son of Z. But there is no reason why X cannot be a woman, the wife or
daughter of Z. From Liria we have a fragment inscribe d ... ban unsceltegiar ban (Fletcher, I. I., no. 1; see ibid., no. LXXV and Mise. 57) over
the picture of a lady with a mirror. If our interpretation of egiar as
:lord, magistrate' (see below, p. 29) is correct, unsceltegiar must be a
man and the phrase - if it refers to the lady - must mean 'the one (i.
e. wüe or daughter) of unsceltegiar'.
Some other examples of -ban are balcebereiwbarte balduser ban
(Mise. 119), balceatin isbetarticer ebanen (ibid. 47), and alordui bela$baisereban (ibid. 23). These names parallel those of the Ascoli
bronze in structure, where each ofthe honored Iberian. warriors' names is followed by this father' s: Sanibelser - Adingiba~flJlius) , Dlurtibas- Bilustibas f., and so forth. The father's name has ho genitiva inflection, so f[llius] serves the same purpose as the Ib.e !ian - ban or
-eban. Functionally the Latin and the Iberian are the same, but - ban
cannot mean 'son' as this meaning could not translate ntii·dasalirban
and similar inscriptions.
The suffix -bas shows up in the Ascoli list not only in the threé
names just mentioned but also in Umargibas and Luspangib(aSJ (85).
In Iberian script we have DasbarigibaS (Mise. 32c), BoutintibaS {ibid.
26), AlostibaS or Bilostibas (Ens., Pl. 67, 29), Baceocebus {Alcudia) on
a potter's stamp, and Urcebas (Mise. 53a; CB, p. 757) next to the head
of a mounted warrior on a vase painting from Liria (86).
(83) Abar is also Celtic (HOLDER, 1, col. 6). It seems to be a cognate ofth. Latin avarus,
e
fundamentally 'e •, desirous' (ERNOUT et MEILLET: cDictionnaire etymologique», p. 55).
In Aquitania we fi.nd three place names derivad from this anthroponym: Avaray, Averan,
and Averon (A. DAUZAT et CH. ROSTAING: cDict. etym. des noms de lieu de Franca.» Paris,
1963, p. 41).
While Basque abar 'branch (of tree)' could bardly be cognate with the Iberian, still Basque abe 'tree' also means 'column, support.' Abe comhined with the suffix -ar (see p. 27)
could give a name meaning 'support'.
(84 ) J. FRIEDRICH: Extinct Languages (translated by F. Gaynorl, London, 1962, p. 1 11;
A. HBNBECK: Lydiaka, pp. 68-70.
(85) This name was too long to fit in the space allowed for it. GOMEZ MORENO: Mise.,
p. 250, completes it.
(861 Tbese last two names are the only ones with the rweab sin -bas.
- 503 -
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18
W. PATTISON
Urci, Urgí is abundant in Iberian place names. A town of Urci in
southeastem Spain issued coins with southem Iberian (sometimes called «Tartessi811») inscriptions (MLI, 116 and CB p. 708). It is mentioned by Mela (ll, 94) and Pliny (N.H., Ill, 10). Pliny also records Iliturgi and Isturgi (CB, p. 795); andan Iberian coin bears Arcedurgi (MLI
23). Among personal names we note Urgidar (Ascoli), Urcescer (Serreta IV) and the Latinized UI'Cestar Tascaseceris f. (en,, ll, 2067). We
suspect that Urcebais is a proper name based on a toponym and that
-bas is comparable to -ban. Hence Urcebas is '(the) Urci one' or 'the
man from Urci' or perhaps 'the ruler of Urci'. Caro Baroja calls bas
ru.n sufijo étnico» (CB, 714) and says that it ~dice procedencia y origem (ibid. 792). His thought supports our hypothesis which differs
only in relating -basto -ban and finding their basic meaning in 'one'
used as a functional morpheme.
In Basque bat 'one' (with obvious similarity to the Iberian) is an
unusual word in severa! ways. As mentioned above, it always follows
the word it modifies, whereas other numbers regularly precede. Its final t is strange as this letter is very rare in final position (87).
In compounds bat shows we are dealing with numbers, for example zeinbat, zenbat 'how much, how many', onenbat 'as much as this',
bana 'one apiece'. and bakar 'one alone, unique '.
'Oneness' involves the notion of 'completeness' , of bringing together all the parts to m*e one, as in 'unite'. In Basque this idea parvades batzar 'congress', batze 'harvest' and the sufftx - bete as in eskubete 'handful', and betekada 'satiety, bellyful'.
None of these or the many other derivativas of bat is an exact parallel to the Iberian -ban, -bas. Howerer, we do fmd Qther precise
counterparts. The family name Larrebat is literally '(the) pastura
one(s)' (88). Even more interesting are the relational terms ending in
-ba, - pa, such as aizpa 'sister' of a woman, arreba 'sister' of aman,
ugazaba 'employer, master', giharreba 'father-in-law or mother-inlaw', and osaba 'uncle', to name a few. The suffix on these words has
defied the efforts of the etymologists (89).
Nonetheless Joan Corominas comes very close to the solution we
shall propose when he shows that aizpa is relatad to aiza 'compañia'
187) Bat may come from an earlier •bade, L. MICHELENA: «Fonética histórico, p. 134.
(88) MICHBLENA: op. cit., p. 30.
(891 The distlnguished Basque scholar LUIS MICHELENA says «Mi intencJós n o podrla
ser la de penetrar el sentido nunca revelado y acaso Jrrevelable del sufijo - ba• («Sobre algunos nombres vascos ~&.fs'8ntesco» in Fontes Linguae Vasconum, I, 1969, p. 1201. But BAHR,
p. 422, finds - ba re
cent of Iberian - eban.
- 504 -
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IBKRIAN AND BASOUB
19
and must mean 'compañera' (90). Carrying bis investigation farther
we note that other compounds.of aiza imply work in common or common interests: aizaberro 'rotura hecha en común por los vecinos', aizalan 'trabajo vecinal', and aizetSe 'casa de la villa'. It is clear that
the idea of sharing, especially of work, is fundamental in aiza, hence
aizpa is 'the work sharing one', and the suffi.x is, as in Iberian, 'one'
used as a morpheme.
The term ugazaba goes back tQ ugatz 'breast', which by extension comes to mean 'mother's milk', and according to some 'food ' in
general (91). Words which designated stepfather and stepmotherugazaita, ugazama - are undoubtedly based on the notion of feeding
an orphaned child. In like fashion the young apprentice or. farm laborar lived with and was fed by his ugazaba 'the feeding one', where
the sufflx -ba is the same morpheme as in aizpa.
Finally, gíharreba, based on giarre 'rencor, amargo recuerdo;
parte magra de la carne' seems to mean 'the disagreeable one', and
osaba may have something to do with osabide, osagarri 'cure, remedy' for ill health, and osagüle, osalari ' doctor'. An uncle may have
been 'the curing one' in times past, perhaps not so much from ill
health as from other difficulties. The special relationship between an
uncle - especially a maternal uncle - and his nephew has been observad by many anthropoligists. For example, Claude Levi-Strauss finds
that a severe father' s son tends to gravitate towards his mother' s
brother (92).
12 Can the finalletters of -ban and -bas be explained? There can
be no masculine/feminine distinction as both endings can refer to
men. But a close examination of the epigraphical evidence shows that
-bas never accompanies wi 'I (am)'. On the other hand the potter's
stamp Beceocebas names a living, active man (93).
Basque contrasts the agiens, the «subject» of a transitiva verb with
the patiens, the «objetcb of such a verb or the «subject» of an instran-
(90) J . COROMINAS: cTópica hespérlcu. Madrid, 1972, p. 322.
(91) R. M. DE AZXUE gives these meanins, but MICHELENA: op. cit., note 89, p. 123, in·
siats that ugau means only 'breast'. He accepts, however, the translations of ugatzaita 'padre nutricio', ugatzama 'madre nutricio', where the Idea of food is essential.
AZXUE takes ugazaba from ugau plus aba 'padre'; MICHELENA derives it from ugaz
and asaba 'ancestor'. It ia difficult to see how an 'antepasado nutricio' (MICHELENA's own
words, p. 124) could be a living master or employer.
(92) C. LEVI-STRAUSS: cL'analyse structurale an linguistique et en anthropologie».
Word, 1, 1945, p. 44.
.
193) G. BAHR, pp. 440-441, surmises that the n and the s of ban and basare intlectional,
s being a nominativa endlng.
- 505 -
[page-n-514]
20
W. PATI'ISON
sitive ora copulativa verb (94). While there is no phonological similarity between the Iberian and Basque inflections, we do suggest with
hesitation that the grammatical categories are the same: -i.e., that
-bas is the agiens and -ban the patiens.
In support of our suggestion concerning the ending -s, we turn to
A. Martinet (95) who says the ending -s ofthe nominativa in Indo-European languages was once «proper to all nouns designating entities
capable ofbeing conceived as agents», but not applicable to
RCHIVO
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R€HISTO~IA lEVANTINA
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
XVI
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SECCION DE PREHISTORIA EN VALENCIA
CONSL'O SUPERIOR DE INVESTIGACIONES
CIENTIFICAS
INSTITUCION «ALFONSO EL MAGNANIMO »
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ARCHIVO
DE
PREHISTORIA LEVANTINA
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
DE LA EXCELENTISIMA DIPUTACION
PROVINCIAL DE VALENCIA
VOL. XVI
VALENCIA MCMLXXXI
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I .S.B.N.-84-00-04861-X
lS.S.N.-0210·3230
DEPOSITO LEGAL.-V. 1287-1981
EDITORIAL F. DOMENECH, S. A.-Pueo Alameda, 9 . Valencia-lO
IMPRESO RN ESPAAA
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EN EL CINCUENTA ANIVERSARIO
DE LA
DECLARACION DE MONUMENTO IDSTORICO
ARTISTICO DEL POBLADO mERICO
DE LA BASTIDA DE LES ALCUSES
(MOIXENT)
JUNIO 1931 -JUNIO 1981
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia, 1981)
J . APARICIO PEREZ
(Valencia)
PRIMERAS DATACIONES DE C-14
PARA EL MUSTERIENSE VALENCIANO
Las primeras dataciones de C-14 obtenidas para el Musteriense
valenciano lo han sido en el yacimiento de Las Fuentes (Navarrés),
todavía en curso de excavaciones y de estudio no concluido, aunque
la dirección del S.I.P. ha considerado oportuno adelantar esta noticia
por lo importante que es hoy dfa disponer de fechas absolutas para la
prehistoria valenciana y peninsular, cuando tan escasos estamos de
ellas, máxime cuando en este yacimiento van íntimamente unidas a
restos vegetales con huellas evidentes de manipulación.
EL YACIMIENTO: SITUACION Y ESTADO ACTUAL
DE SU INVESTIGACION
El yacimiento de Las Fuentes se encuentra situado en término
municipal de Navarrés (Valencia), en las proximidades de la población, concretamente a 39° 04' 44" de latitud N. y 2° 59' 15" de longitud E. (meridiano de Madrid) (fig. 1, 2 y 3). Turisticamente se le conoce como Playa-monte, aunque nosotros preferimos utiliz·a r el topónimo original (Lám. I).
En anteriores ocasiones hemos dado noticias sobre el mismo, asi
como de los trabajos preliminares realizados (1).
En 1970 el ayuntamiento de la población efectuó trabajos en el lugar con el fin de construir un embalse artificial para solaz y recreo de
los vecinos de Navarrés, y también de los ocupantes de los vecinos
(1)
cLa labor del S.I.P. y su Museo en el pasado allo 1970., págs. 106-107. Valencia,
1971.
-92
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Fig. l . - Mapa de la Región con la situación de los yacimientos musterienses: 1, El Arenal
(Losa del ObiQo); 2, Laa Fuantea; 3, Cova Negra; 4, Petldna; 5, Abric de la Umbria de Carlas
(Corbera d' Aisiral; 8, Cova Bolomor ('l'avernea de Valldlgna); Peqja Roja (Róte~a)~ 8, Cova
Forada (Oliva); 9, Salt, Teular, Pastor, etc. (Alcoy); 10, Cueva del Cochino (Villana); 11, Cova
de le• Calaverea (Banidoleig)
[page-n-11]
PRIMERAS DATACIONES DE C-14
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Flg. 2. - Mapa de la provincia de Valencia con la situación de NaviUTés
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4
J . APARICIO PBREZ
1: 25.000
P'ig. 3. - Plano de la MaJjal con la uhi~acl6n de Lu Fuentes
-
12 -
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PRIMERAS DATACIONES DB C· l4
5
chalets que comenzaban a instalarse, y como centro de atracción para otras futuras construcciones. Al extraer las capas superficiales de
tierras arcillosas y turbas de la zona húmeda y semipantanosa que se
conocía con el nombre de «prado», se tropezó con un grueso y potente
nivel de arenas, que fueron inmediatamente aprovechadas para construir una playa alrededor del estanque o embalse actual.
Los trabsjos en cuestión .fueron vigilados, a iniciativa personal,
por Francisco Martinez Sanchis, quien observó que a notable profundidad, entre las arenas, las máquinas extraian maderos enteros y trozos de ellos, mientras que entre las mismas arena. esparcidas por la
s
artificial playa recogía sílex tallados.
Todo esto lo puso en conocimiento del S.I.P., lo que motivó nuestra inspección del lugar, aunque, desgraciadamente, no se pudo hacer
ya nada, puesto que el embalse, concluidos los trabsjos, había sido
llenado con agua de las vecinas fuentes de acuerdo con el fm perseguido. De ahi que nos limitáramos a recoger y guardar los restos vegetales que pudimos encontrar y sílex esparcidos por la superficie ;
numerosas visitas posteriores han permitido recoger otros muchos,
que, junto a los encontrados por F. Martinez, se hallan ahora en estudio.
El examen preliminar de los mismos reveló que se trataba de útiles líticos típicamente musterienses (figs. 4 y 5, Láms. II, m , IV),
mientras que dos piezas (fig. 5 y Lám. II), un trapecio y un gran borde
rebsjado con la misma pátina, significaban una anomalía, siendo indicios de la existencia de una amplia estratigrafia. La posibilidad de
relacionar los restos vegetales con los útiles musterienses, de lo que se
recogieron algunos testimonios, abrían sugestivas perspectivas que de
momento quedaban sin confirmación.
PROSPECCION EN 1979
Las necesidades econÓmicas, derivadas del turismo estiv~, impidieron que durante los años sucesivos al de su descubrimiento se pudieran realizar excavaciones arqueológicas en el lugar, al coincidir
las épocas factibles, siendo el estío el mejor momento para ellas.
Sin embargo, el dia 30 de mayo de 1979, trabsjos de limpieza del
interior, a donde se había vuelto a deslizar la arena esparcida por la
orilla, y de profundización aprovechando el vaciado, afectaron de
nuevo al yacimiento, y aunque se iniciaron sin nuestro conocimiento,
la oportuna intervención, otra vez, de F. Martinez Sanchis impidió el
- 13-
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J. APARICIO PEREZ
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PRIMERAS DATACIONBS DB C-14
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Fig. 5. - Raederu, dorso reh&Jado y trapecio de Las Puentes
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15 -
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8
J . APARICIO PBRBZ
destrozo de parte de los restos exhumados, que pudieron ser rescatados gracias a la rapidez con que actuó este Servicio.
Paralizadas las obras momentáneamente, se nos obligó a la rápida prospección del lugar donde se encontraban los restos, debido a la
necesidad que sentía la población de ver lleno el embalse, necesidad
compartida por las autoridades locales que nos aconsejaron la máxima rapidez, posponiendo trab~os más amplios y extensos para época
más factible.
Los restos arqueológicos localizados y rescatados estaban situados casi en el fondo del actual embalse, algo desviados hacia el N-W
del mismo (fig. 6). Debido al p~so de los tractores, a las remociones
manuales efectuadas con herramienta inapropiada y al descuido e
imprudencia, el aspecto era caótico al llegar nosotros, lo conservado
había sido maltratado y había sufrido duros golpes de azadón, mientras que otros restos habían sido desplazados de su lugar de origen,
siendo imposible, en la mayor parte de ellos, restituirlos al mismo, habiendo desaparecido algunos arrastrados por los aperos de la maquinaria en servicio. Todo lo expuesto son serios inconvenientes que indudablemente han de pesar sobre las conclusiones finales, especialmente en lo referente a la reconstrucción de las posibles estructuras.
El examen ocular de la zona en cuestión al comenzar los trabajos
nos permitió observar la existencia de un gran tronco en posición horizontal, y a su *ededor diversos manchones negruzcos en los que se
veían trozos de madera pertenecientes a otros troncos, todo ello entre
sedimentos arenosos calizos o arcillosos evidentemente removidos,
que contenían tro~os de sfiex blancuzcos deshidratados.
De acuerdo con lo observado, y actuando siempre bl\io el agobio
de las prisas, planteamos la prospección siguiente:
Establecimos un eje central paralelo y contiguo al gran tronco horizontal con el fin de que nos sirviese de eje de referencia para situar
otros restos que pudieran aparecer; a continuación trazamos dos ejes
perpendiculares al anterior y al tronco en cuestión, separados 1 m.
entre sí, con el fin de realizar un corte estratigráfico que nos orientase
acerca de la posición de las estructuras y su relación con el probable
nivel o niveles musterienses. Mientras tanto, procedimos a la limpieza
superficial d~ todos los sedimentos removidos con la fmalidad de localizar otros troncos o maderos, al mismo tiempo que limpiamos los
manchones negruzcos donde era casi segura su existencia (fig. 7 y
Lám. V).
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Fig. 6 . - Plano de l.as Fuentes, obra del ingeniero-topógrafo de la Diputación Provincial, Sr.
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J . APARICIO P.BRBZ
10
LA ESTRUCTURA
La primera impresión, provisional lógicamente como consecuencia del caos inicial, era que se trataba de los restos de un armazón horizontal de grandes troncos en zona pantanosa o semipantanosa, deducción sobre la que pesaba mucho la idea de la inmediata M&Ijal y el
que esto es extremadamente húmedo aún en la actualidad. A medida
que progresaba la excavación se fue viendo que junto al gran tronco
no aparecían otros en idéntica posición que justificasen la idea de una
plataforma o armazón de madera, a pesar de las remociones sufridas
y, en cambio, la aparición de varios pies derechos de base cónica hallados «in sitU» junto a aquél (fig. 7) permitieron concebir la idea de
que nos encontrábamos ante los restos de una cabafta, en la que los
postes verticales encontrarían justificación, aunque no el gran tronco
dada su actual forma.
La prosecución de los trab~os permitió exhumar los siguientes
restos vegetales:
- Un gran tronco en posición horizontal, de 3' 75 m. de longitud
máxima, 0'35 m . de anchura, y aproximadamente el mismo grosor
por ser sensiblemente cuadrangular la forma del perímetro en la
mitad no vaciada, vaciado que se debió realizar con fuego si nos
atenemos a las supuestas huellas del mismo que se observan en la
superficie regularmente cóncava; en una de las caras laterales
existe una profunda ranura a todo lo largo que parece ser también
artificial (Lám. VI).
- Junto al gran tronco, e «in sitw, se localizaron las bases de cinco
postes o pies derechos, evidentemente aguzadas para su fijación al
terreno (fig. 7 y Lám. Vll, A). Tres de ellas miden 0' 50 m . de longitud por 0'20, 0' 15 y 0'10 m. de anchura, respectivamente; la cuarta 0'75 por 0' 10 y la última 1'35 por 0'15; todas se encontraron en
posición horizontal u oblicua y cubiertas por arenas puras carbonatadas, no removidas y sin restos arqueológicos.
- Una pieza cuadrangular de madera y otra pieza plana, asf como un
potente amasijo de troncos y ram~es en la parte opuesta (Lám.
Vlll).
Una ve~ puesto al descubierto lo anteriormente escrito, se evidenció la imposibilidad de reconstruir·o de averiguar el tipo de estructura
ante el que nos encontrábamos, de tal manera que diversas probabilidades son factibles, y en tal sentido es posible hablar de trampa para
caza, empalizada, plataforma o cabafta, quedando la solución para
cuando se disponga de datos más amplios y seguros. En todo caso, lo
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LAS FUENTES .DISPOSICION DE LOS RESTOS DE PINUS NIGRA ARNOLD(Pino tarlcto)
1979
Fig. 7. - Disposición de los restos vegetales
o
1
2m.
[page-n-20]
12
J . APARICIO PEREZ
que qúeda fli'IIlemente establecido es que el gran tronco y las bases de
postes o pies derechos habían sido intensamente manipulados para su
utilización en alguna estructura por el momento desconocida.
ESTRATIGRAFIA
El establecimiento de los dos ejes perpendiculares nos permitió la
cuadriculación del lugar y la delimitación de dos zonas, la A y la B; la
zona A englobaba al gran tronco por su parte media, correspondiéndose con un cuadrado de 1 m. de lado, mientras que la zona B se trazó
como un rectángulo de 1 m. por 1' 50 m. (fig. 7).
El sondeo lo realizamos en la zona B (Z-B), obteniendo un corte estratigráfico por C' -C hasta O' 80 m. de profundidad, lo que de acuerdo
con la posición del punto O sitúa el punto más bajo alcanzado por el
sondeo a 1 '45 m. A través de lo representado gráficamente (fig. 8) podemos observar lo siguiente:
1. Existencia de tres niveles, que hemos numerado de arriba abajo,
siendo el I y el III estériles, englobando ambos capas de coloración
y textura distintas.
2. El Nivel n, que es el que nos interesa, está constituido por arenas
blancas con abundantes elementos gruesos, siendo el que proporcionó los útiles liticos musterienses. Este nivel, de disposición sensiblemente horizontal, comienza a 39 cms. de profundidad con
respecto a la superficie enmarcada por los puntos C' -C, y a 1' 045
m. del punto O; calculando que el gran tronco, en su parte media,
se encontraba a 0 '637 m. aproximadamente, deduciremos que la
base sobre la que se apoyaba el tronco se encontraba a 0' 98 m. de
_
profundidad, por lo que únicamente una capa estéril de 0 '06 m. lo
separaba del nivel fértil musteriense, lo que concuerda con lo observado precipitadamente al extraer el gran tronco ante la urgencia que impuso la autoridad municipal y la nutrida concurrencia
que obligó a la inundación del embalse, pero, también con lo que
serenamente observamos en la Z-A, donde el primer día de trabajos encontramos ya el nivel musteriense debajo de una débil capa
estéril a ras de la base del gran tronco (Lám. VII, B).
3. Las capas arenosas estériles del Nivel I cubrían y envolvían los
restos vegetales, cuya estructura, por lo tanto, no sería de habitación, lo que habrá que tener en cuenta en futuras investigaciones,
ya que requiere precisa confirmación. Sin embargo, la extracción
de abundantes restos liticos musterienses durante los primeros
trabajos de construcción del embalse, que' afectaron a capas muy
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l:l
PRIMERAS DATACIONES DE C-14
LAS FUENT ES-1979
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1
11
111
ESCALA :
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O'Sm.
Fig. 8. - Estratigratla de la zona B por
e·-e
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14
J . APARICIO PBl\EZ
por encima de los restos vegetales, nos sugiere la creencia en la
existencia de niveles de habitación por encima de aquéllos, lo cual
también precisa confirmación.
4. De acuerdo con todo lo observado, expuesto anteriormente, para
nosotros era absolutamente seguro que el gran tronco, las bases de
los pies derechos, los otros troncos y los diversos restos vegetales
se encontraban «in situ», no pudiendo, por lo tanto, proceder de supuestos niveles eneolfticos de ocupación superpuestos a la capa de
turba superficial, como se nos argumentaba apoyados en la antigua recogida de útiles eneolfticos antes del vaciado del embalse.
INDUSTRIA LITIGA Y FAUNA
La industria lítica recogida lo ha sido sobre sílex y sobre cuarcita,
aunque dada la ex:igüedad del área excavada han sido pocas las piezas halladas, sobresaliendo varias raederas.
La fauna también ha sido escasa y , en general, sumamente desmenuzada, habiéndose distinguido ciervo, caballo y quizá rinoceronte, aunque lo último es más problemático.
SEDIMENTOLOGIA Y PALINOLOGIA
Se han recogido diversas muestras para análisis sedimentológicos
y palinológicos, por las especialistas Pilar Fumanal, sedimentóloga, y
Michéle Dupré, palinóloga, actualmente en proceso de elaboración.
Sobre la vegetación, a través del análisis polfnico, todavía no tenemos
ningún dato ; los análisis sedimentológicos, por el contrario, están sumamente adelantados, y a través de los informes preliminares que ha
tenido la amabilidad de facilitarnos la Sra. Fumanal conocemos que
las arenas de los niveles 1 y m se han sedimentado en un fondo de
aguas tranquilas, tipo laguna, mientras que las del nivel n lo han sido
en la orilla o ribera de una laguna, habiendo sido batidas y rodadas
por la acción de las aguas.
ANALISIS DE C-14
La naturaleza de los hallazgos del gran tronco, los pies derechos
contiguos y los restantes restos vegetales, ex:igfan un pronto y rápido
análisis de C-14, dada la trascendencia que podrfa tener el hallazgo,
de confirmarse a su través las dedu~ciones de orden estratigráfico y
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PRIMRRAS DATACIONES DE C-14
15
arqueológico realizadas por nosotros, que nos permitieron suponer,
provisionalmente, una datación alrededor del 50.000 a. de C. para
ellos.
Merced a las gestiones de Alberto Sols García, director del Instituto de Enzimologfa y Patología Molecular del C.S.I.C., la dirección del
Instituto de Química Física «Rocasolano», así mismo del C.S.I.C., comprendió también el interés del asunto y el director del Laboratorio de
Geocronologfa, Dr. Fernán Alonso, aceptaba gustoso las muestras,
que fueron enviadas el 6 de julio de 1979.
Se remitieron las siguienteg:
La núm. 1 era un trozo de madera junto .al gran tronco.
La núm. 2 comprendía éarbones diseminados entre una capa de
arenas grises sobre el nivel con útiles musterienses
enlaZ-A.
La núm. 3 era de un tronco.
La núm. 4 ídem.
La núm. 5 de carbones recogidos debajo del gran tronco e inmediatamente encima del nivel musteriense.
Posteriormente, en distintas comunicaciones el Dr. Fernán Alonso
nos indicaría que todas las muestras estaban bastante carbonatadas,
de tal manera que la núm. 2 y la núm. 5 de carbón solamente dieron
ligeros indicios, por ser el resto carbón soluble; la núm. 1 se redlijo de
13 g. enviados a 5'05 g. al estar la madera muy descompuesta; mientras que la 3 y la 4 eran mejores y en ellas se confiaba.
El13 de febrero de 1980, el mismo Dr. Fernán Alonso nos enviaba
por fin el esperado resultado sobre los análisis efectuados a las muestras números 3 y 4. La núm. 3 procedía de la gran pieza plana de madera localizada junto al gran tronco (fig. 7) y la núm. 4 se obtuvo de
un grueso tronco situado, entre otros restos vegetales, en uno de los
extremos del denominado «gran tronco» (fig. 7 y Lám. VIII).
Los resultados de los análisis fueron los siguientes:
Análisis núm. 1
Nombre de la muestra: Las Fuentes. Navarrés. Valencia.
Muestra núm. 3
Material: 'Madera.
Presentada por: Dr. D. Fletcher. Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación Provincial. Valencia.
Edad Carbono-14: Más de 40.000 años.
Referencia del laboratorio de Geocronologfa: C.S.I.C. - 467.
-23-
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16
J . APARICIO PEREZ
Análisis núm. 2
Nombre de la muestra: Las Fuentes. Navarrés. Valencia.
Muestra núm. 4
Material: Madera.
Presentada por: Dr. D. Fletcher. Servicio de Investigación. Diputación Provincial. Valencia.
Edad Carbono-14: Más de 40.000 años.
Referencia del Laboratorio de Geocronologia: C.S.I.C. - 468.
Con respecto a ambas se nos aclaraba que la expresión mayor de
40.000 años significaba que la antigüedad de las muestras era superior al limite de las instalaciones de medida y que se aplicaba cuando
la actividad del Carbono-14 era inferior al doble de la desviación
standard del fondo del detector, siendo un término adoptado internacionalmente para fijar el máximo de edad que cada laboratorio puede
alcanzar. Siendo de interés añadir que las .muestras contenían una
muy pequeña cantidad residual de C-14, cuyo valor permitía intuir
más que deducir que sus edades oscilaban entre 40 y 50.000· años.
La analitica descrita confirmó tajantemente la edad aplicada por
nosotros a los restos estructurales descubiertos de acuerdo con su naturaleza y disposición estratigráfica, lo que los convierte en una de las
novedades más sobresalientes e importantes acaecidas a la prehistoria valenciana en la última década, y, por qué no decirlo, también a la
prehistoria europea, ya que las estructuras conocidas en yacimientos
del Paleolítico Medio son sumamente escasas.
ANALISIS BOTANICO
La probable trascendencia del hallazgo exigia ~gotar todas las posibilidades referentes al conocimiento de su naturaleza, y en este sentido consideramos sumamente importante conocer la éspecie o especies botánicas que integraban la gran masa de restos vegetales exhumados.
La dificultad se presentaba al no contar en Valencia con ningún
especialista; sin embargo, a través de los informes recibidos de Rafael
Ruano, ingeniero de !CONA en Valencia, nos pusimos en contacto con
el Departamento de .la Madera y Corcho del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias, cuyo ingeniero-jefe, César Peraza, aceptó
amablemente el análisis de las muestras, que nos fueron remitidos
con fecha 6 de junio de 1980, firmados por el mencionado Jefe del De- 24 -
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PRIMERAS DATACIONBS DE C- 14
17
partamento y por V. López Fraile, encargado del Laboratorio de Anatomfa de Maderas, siendo el resultado el siguiente:
«Las muestras recibidas son 20, de aspecto leftoso y numeradas
del 1 al18, y con números romanos 1 y n. El estado de conservación
de su estructura anatómica, en general, es muy malo, por haber perdido o modificado las células ~us componentes químicos, como consecuencia del tiempo transcurrido.
El contenido· de la muestra núm. 2 es arena, con algunas partículas de origen vegetal en forma de escamas sin aspecto aparente leñoso.
Una vez analizado el material origen de este informe, parte quedará depositado en este Departamento, devolviéndose el resto al Servicio solicitante.
Estudio macro y microscópico
Por considerarlo indispensable para su análisis anatómico, previo
al estudio de identificación, se han hecho en el Laboratorio de Anatomfa de Maderas preparaciones macro y microscópicas de tres secciones de cada una de las muestras, según los planos transversal,
longitudinal, tangencial y longitudinal radial.
Analizadas macro y microscópicamente cada una de las muestras
de leño citadas, empleando para ello claves analfticas por una parte,
y, por otra, muestras patrones de nuestra xiloteca, comparando cada
uno de los elementos anatómicos que componen su estructura, según
los criterios citados, se ha llegado a las siguientes conclusiones:
Conclusiones
Las muestras núm. 1 y del 3 al 18 inclusive, junto a la 1 y 11, corresponden todas a la misma especie botánica, quedando identificada
las diecinueve como Pinus Nigra, Arnold.
El nombre comercial español, conforme a la Norma UNE núm.
56501, es el de Pino Laricio.
También se la identifica con otros nombres comerciales según su
origen, que son los siguientes:
Corsican pine (Inglaterra).
Pi bort (Catalufta).
Pi sarrut (Tarragona).
Pin laricio (Francia).
Pino albar (Huasca).
Pino ampudio (Jaén).
Pino blanco (La Sagra, Huasca).
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18
J . APARICIO PBREZ
Pino cascalbo (Avila).
Pino gargalla (Lérida).
Pino laricio (Italia).
Pino masano (Pirineo aragonés).
Pino mazarro (Pirineo aragonés).
Pino melis (Tarragona).
Pino nasarre (Pirineo aragonés).
Pino negral (Cuenca, Guadalajara, Teruel, Castellón).
Pino pudio (Jaén).
Las escamas de origen vegetal de la muestra núm. 2 se ha comprobado que pertenecen al floema (corteza) del género Pinus, y en
cuanto a la especie de Pinus se refiere, es de suponer que, al ser hallada en el mismo yacimiento que las anteriores, corresponde a corteza
de Pinus Nigra, Arnold».
EXCAVACION DE URGENCIA EN 1980
Teniendo en cuenta, sin einbargo, que la masa de sedimentos extraídos por la maquinaria excavadora sobrepasaba los cinco metros
en algunos puntos, y casi cuatro encima de las estructuras, era obligado pensar en la posibilidad de la existencia de otros niveles musterienses superpuestos al descrito y a los restos vegetales, así como,
también, niveles cie otros momentos culturales a juzgar por el·hallazgo del trapecio y del borde rebajado. De ahí que el S.I.P. decidiera la
realización de excavaciones en el momento oportuno.
Dicho momento se presentó en septiembre de 1980, debido a la
posibilida~ de efectuar el vaciado del embalse al final de la temporada turística y antes del comienzo de las lluvias otoñales, eligiéndose
para ello una zona de cuatro metros de longitud por un metro de anchura situada a unos 10m. al S.W. del lugar donde aparecieron los
restos vegetales, cuadriculándose con arreglo al sistema de las coordenadas cartesianas (fig. 6).
La fmalidad primordial era la obtención de una completa secuencia estratigráfica desde la superficie actual hasta la roca o piso estéril
basal, con el fin de conocer y estudiar la sedimentación que se encontraba encima de los restos vegetales exhumados anteriormente, sedimentación no conocida hasta el momento, debido al empleo de maquinaria en las anteriores ocasiones en que se vació el embalse·para su
limpieza.
Desgraciadamente, únicamente se pudo llegar hasta una profundidad total de tinos 3 metros, en cuyo momento comenzó !! inundar-se
el lugar debido a la invasión del agua desde el embalse, por lo que se
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FUENTES
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( NAVARRES- VALENC lA)
EXCAVACION 1980
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PRIMERAS DATACIONBS DB <:-14
19
instaló un grupo de achique que comenzó a funcionar ; sin embargo, la
rotura de la maquinaria instalada, junto a las lluvias torrenciales cafdas que motivaron la paralización de los motores de riego, fueron
causa del ascenso del nivel de las aguas subálveas, por lo que éstas
comenzaron a inundar la excavación desde todos los puntos; de ahf
que nos viéramos obligados a suspender la excavación hasta ocasión
más favorable.
A través de lo excavado, sin embargo, se pudo colegir la extraordinaria importancia de la. secuencia estratigráfica del yacimiento.
Hasta los tres metros se pudieron distinguir ocho niveles diferentes
(fig. 9 y Láms. IX y X); el primero de ellos correspondiente a las arenas extrafdas desde el interior del embalse, afectando ya a los niveles
musterienses, por lo que proporcionaron numerosos restos liticos
musterienses, así como algo de fauna.
El segundo nivel, correspondiente a una capa de tierras oscuras
arcillosas con algo de arena fina en su composición, la cual iría aumentando en proporción a medida que se profundizaba, resultó estéril
por completo y procedía también del interior del embalse, siendo la
capa superficial del «prado» en la zona vaciada.
El nivel tercero era similar al anterior y correspondía a la primitiva superficie del «prado» en esta zona, antes de cubrirlo con los dos niveles anteriores. También resultó estéril.
El cuarto estaba formado por arenas oscuras, en las que se encontraron abundantes restos de materia orgánica, causa de su coloración , guardándose muestras de madera para análisis paleobotánicos
y radiocarbónicos. Se recogieron numerosos sílex diminutos y atípicos.
Los niveles quinto y sexto ofrecían claras anomalias, ya que el VI,
formado por arenas similares a las del IV, y en directo contacto con el
mismo, del cual era la continuación, buzaba violentamente de N-E a
S-W, de tal manera que en el talud a-b no aparecía, mientras que a las
tierras negras, con abundantísima materia orgánica, del nivel V, le
ocurría otro tanto, no encontrándose salvo en una reducida superficie
del talud b'-a'. La tierra negra del nivel V resultó también estéril industrialmente, recogiéndose únicamente restos vegetales, mientras que
las arenas del VI proporcionaron una industria similar a la del nivel
IV.
El nivel VII era auténtica turba, en disposición sensiblemente horizontal, resultando también estéril.
Debajo aparecieron arenas en capa de gran potencia, cuyo espesor no se pudo determinar, debido a que el agua comenzó a inundar la
zona excavada. Las arenas eran de tonalidad clara, de grano fmo, y
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20
J . APARICIO PBRBZ
exentas de materiales gruesos; contenía industria lítica (sílex) de
idénticas características que la de los niveles IV y VI.
La estratigra.fia descrita, que únicamente cubre tres metros de los
cinco calculados hasta alcanzar el nivel de los restos vegetales conocidos, aporta nuevos datos para confirmar los obtenidos por medios estratigráficos y analíticos anteriormente acere~ de la autenticidad de
los restos vegetales, cuya importancia se acrecienta (2).
BIBLIOGRAFIA
APARICIO PEREZ, J .: «Un nuevo yacimiento musterlense en la provincia de Valencia: "Las
Fuentes" (Navarrés)t. Zephyrus, XXV, págs. 43-51. Salamanca, 1974.
APARICIO PEREZ, J.: «El yacimiento de "Las Fuentes" IN avarrés, Valencia) y el Musterlense
en la Región Valenciana (España)». Quart4r, 25 Band. págs. 25-51. Bonn, 1974.
APARICIO PEREZ, J .: «Las Fuentes». Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, t. IV, pág.
308. Valencia, 1974.
«La labor del S.I.P. y su Museo en el pasado atio 1979», págs. 73-75. Valencia, 1980.
(2) Bl S.I.P . se complace en testimoniar su agradecimianto, por la colaboración recibida,
a loa Centros y especialistas citados en las anteriores páginas.
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APARICIO PEREZ.-Primeras dataciones
¡_ __ .
LAM. I
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APARICIO PEREZ.-Primeras dataciones
LAM. 11
Raederas, puntas, buril, trapecio y dorso rebajado de Las Fuentes
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APARICIO PEREZ.-Primeras dataciones
Raederas, núcleos y lasca de Las Fuentes
LAM. Ill
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APARICIO PEREZ.-Primeras datacíones
Raederas de Las Fuentes
LAM. IV
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APARICIO PBREZ.-Primeras dataciones
A.-Posición del gran tronco. B- Panorámica general
5
LAM. V
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APARICIO PEREZ.-Primeras dataciones
LAM. VI
Extremo vaciado del gran tronco
-
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APARICIO PERBZ.-Primeras dataciones
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LAM. Vil
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APARICIO PBREZ.-Primeras dataciones
LAM.
Amasüo de restos vegetales de donde ae tomó la muestra de Cl4 niun. 4
- 36 -
vm
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APARICIO PEREZ.-Primeras datacion.es
LAM. IX
.Diversas perspectivas de las excavaciones de 1980
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APARICIO PEREZ.- Primeras dataciones
Detalle de la excavación de 1980
LAM. X
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ARCHIVO DB PREHISTORIA LEVANTINA
VOL. XVI (Valencia, 1981)
JOSE APARICIO PEREZ
(Valencia)
NUEVA PIEZA DE ARTE MOBILIAR
PARPALLENSE
El Arte del Parpalló o ARTE PARPALLENSE es lo suficientemente
conocido a escala mundial, así como el papel fundamental que ha representado en el mejor conocimiento y estructuración del arte paleolítico europeo, para que una nueva obra venga a tener especial signíficación o pueda introducir modificaciones esenciales o siquiera de matiz en los esquemas artísticos y evolutivos establecidos. Sin embargo,
la descubierta adquiere singular significación por la naturaleza del
soporte sobre el que se encuentra, de ahí que juzguemos oportuno dedicarle primordial atención, lo que motiva el presente trabajo.
CARACTERISTICAS Y HALLAZGO
El soporte de la nueva obra conocida de arte mueble procedente
del Parpalló (fig. 1), es una gran caña de hueso largo, posiblemente de
caballo, de 19 cm. de longitud, 3.5 cm. de anchura máxima y 1.8 cm.
de espesor en la parte proximal de la apófisis; presentando buena
conservación y gran solidez por intensa mineralización; con pátina
marrón oscura.
Se halló a una profundidad entre 4 y 4.50 m. (fig. 2), siendo recogido, pues, entre los días 4 y 6 de junio de 1930, cuando 1~ dirección
de los trabl:tios de excavación que realizaba el S.I.P. de la Diputación
de Valencia en la cueva ·gandiense era compartida yor Luis Pericot,
Mariano Jornet y Gonzalo Viñes.
A causa de que se trata de un gran fragmento de hueso largo, sin
preparación aparente a pesar de que se observa cierto pulido de algunas aristas, pasó desapercibido a los excavadores confundido con los
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J . APARICIO PBREZ
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Maravellet (4); Porca (5); Buraoc Blanc (8); Ratea Peoau y Peoya Roja (71
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(o)
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4
J . APARICIO PRREZ
otros restos de fauna, entre otras razones por la capa de .Qarro y tierra
que lo debía cubrir, enmascarando, por lo tanto, las incisiones.
Precisamente la capa donde apareció; especialmente «la parte occidental, estaba lleria de los restos óseos de los animales consumidos,
formando un inmenso osario»,· según nos relata Pericot (1), y como un
hueso más fue recogido y guardado en los almacenes del S.I.P:, donde
permanecía junto a otros muchos huelfos dentro de un gran cajón de
madera.
En 1972, el Dr. I. Davidson, arqueólogo-paleontólogo inglés, estudiaba la fauna del Parpalló y al examinar la del cajóri en cuestión
acertó a distinguir las incisiones figuradas, entregando la pieza a la
dirección del S.I.P., que de inmediato valoró su extraordinaria importancia, quedando expuesta en las vitrinas de su Museo, dándose noticia gráfica en el libro «Museo de Prehistoria... » (Valencia, 1974, ·
pág. 53.)
LAS FIGURACIONQS
La parte externa del hueso, sensiblemente incurvada, contiene
dos figuras enfr~ntadas (fig. 3 y láminas I a IV), la de la izquierda corresponde a un caballo y la de la derecha a un cérvido.
Ambas se han ejecutado mediante la técnica de la incisión, aplicada de dos maneras diferentes, parte de la crinera, oreja, cara, boca,
barba y belfos del caballo, así como de la cabeza y cuello del cérvido
se han ejecutado con incisión simple profunda de sección en uve; el
resto, en ambas figuras, por el contrario, se ha ejecutado mediante incisión muy somera, aunque ancha en relación con su poca profundidad, observándose wi doble surco paralelo que podría confundirse
con el «trazo repe'tido» descrito por Barandiarán (2), pero, al parecer,
se trata más bien de la doble huella de los extremos de la arista del
buril empleado, según nuestro criterio.
EL CABAL.l.O
El caballo, que mira a la derecha, se grabó con trazo firme y suave, figurándose únicamente la cabeza,' cuello, crinera, cruz, parte del
dorso, pecho y parte del vientre, no representándose, por lo tanto, ni
PEIUCOT GAl\CIA, L.: cLa Cova del Parpallót, pág. 65. Madrid, 1942.
(2) BARANDIARAN MABSTU, ~.: cArt8 Mueble del Paleolitico Cantábrico.» Monogratlas
Arqueológicas, XIV, pág. 256. Zaragoza, 1972.
(1)
- 42 - ·
[page-n-45]
NUEVA PIEZA DE ARTE
-43
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6
J. APARICIO PBREZ
la mitad trasera del mismo ni las extremidades (fig. 3 y láminas I a
ill). La crinera destaca perfectamente, cayendo abruptamente sobre
la frente (lám. ill), estando formada por dos lineas paralelas rellenas
de trazos oblicuos que sobrepasan su límite superior, lo que generalmente es interpretado como signo de hirsutismo (3). Solamente se representa una de las ·orejas mediante linea oblicua simple, pudiendo
confundirse la otra con la linea terminal de la crinera paralela a la
anterior.
La frente y la cara del mismo caball~ son sensiblemente convexas; el ojo se ha representado mediante una incisión corta oblicua,
cortada por otr~ transversal, quedando en el cruce una pequeña
oquedad; el hocico sufrió rectificación, acortándolo, lo que·parece ser
debido a que se alargó y levantó excesivamente el extremo del mismo,
lo que obligó a borrar, raspándolo, el ollar o narices iniciales, nítidamente representadas en el nuevo trazado. Por el contrario, la boca,
los belfos, la barba y el barboquejo no aparecen entre la confusión de
líneas, algunas de las cuales, por su oblicuidad, parecen querer representar, más bien, los pelos de la barba, y otra horizontal no guarda
posición en relación con las otras.
Sin emb~go, las fauces si quedan bien representadas, continuándose la figura a partir de aqui por el cuello, pecho y, quizá, parte del
vientre, donde ya acaba, siendo, en este último tramo descrito donde
una serie de numerosas incisiones cortas oblicuas rellenan toda la mitad inferior del cuello, pudiendo representar el abundante pelo que
poseen en esta parte determinadas especies (faballares, o bien ser un
recurso artístico en relación con el llamado claroscuro, utilizado para
dar relieve y volumen a la figura, inclinándonos nosotros por la primera opción. De las extremidades y de la parte trasera no hay ningún
detalle.
En general el caballo se representa de forma alargada en el sentido del soporte, y las partes señaladas son exactamente las que el autor debió querer plasmar, según la tendencia indicada por Pericot en
Parpalló: «Rarísima vez el animal aparece entero, a no ser en dibujos
de pequeño tamalio. En la mayoría de los casos vemos sólo la parte de
cabeza y cuello del caballo» (4). En la postura representada se podrla
intentar ver al caballo en actitud de salto, o bien en la posición tensa
que adoptan post-mortero, lo cual, sin dejar de ser viable, es excesiva·
mente subjetivo.
(3) MADARIAGA DE LA CAMPA, B.: «Las pinturas rupestres de animales en la Región
Franco-Cantábrica. Notas para su estudio e identificación., Instituto de Prehistoria y Arqueologia cSautuolaJ. Institüción cultural de Cantabria. Santander, 1969.
(4) Vid. PERICOT, opus cit. nota 1, pág. 125.
-44-
[page-n-47]
NUEVA PIEZA DE· ARTE
7
Se encuentra atravesado por numerosas lineas incisas oblicuas,
de incisión ancha y poco profunda, que nada tienen que ver con el tema de los trazos pareados (5) (tampoco las numerosas incisiones señaladas en el vientre), sin que hayamos encontrado claros elementos
comparativos en otras representaciones lineales (6); en todo caso no
están dispuestas al azar, una de ellas cruza la cara por la parte más
convexa de la misma y modela las fauces, la siguiente arranca del
niismo ojo"' otra, a continuación, parece iniciarse en la base d& la oreja
separada de la crinera; otras lineas incisas interiores parecen querer
representar detalles del caballo o ser intentos fallidos del dibujo.
Es imposible calcular la superficie o realizar el diagrama zoométrico de esta figura caballar, tal y como propone Madariaga (7), ya
que lo único que podemos calcular es la longitud de la cabeza, 20
mm.; anchura corporal, una cabeza y dos partes y media; longitud del
cuello, 1 cabeza y dos partes y media; anchura del cuello, 7 partes y
media, y ello con reservas dada la deformación de la figura. Aparte
del cuello corto, lo más destacable es la convexidad de la cara y el hirsutismo de la crinera, que resalta notablemente.
Si atendemos a la convexidad del perfil de la cara, detalle significativo, estudiado especialmente por Ruy d' Andrade desde otro .ángulo
(8), y tenemos en cuenta el Trígamo Signaléptico de Baron, reproducido por Madariaga (9), nos encontraríamos ante un caballo longilineo e
hipermétrico; convexidad que, también según Madariaga (10), secorresponde con caras alargadas, nuca estrecha, ojos oblicuos y pequeños, ort-jas juntas, cuello convexo, cruz elevada, dorso y región del ri-
15) CORCHON, M.• SOLEDAD. : «El tema de los trazos pareados en el Arte Mueble del Solutrense Cantábrico.» Zephyrus, XXV, págs. 197-207. Salamanca, 1974.
l6f CASADO LOPEZ, P. : «Los signos en el arte paleolftico de la Peninsula Ibérica.» Monografias Arqueológicas, XX. Zaragoza, 1977.
BARANDIARAN MABSTU, l .: «Algunas convenciones de representación en las figuras
animales del Arte Paleolftico.» Santander Symposium. Actas del Symposium Internacional de
Arte Prehistórico. Santander, 1972, págs. 345-381. Santander-Madrid, 1972.
·
17J Vid. opus cit. nota 3.
(8) ANDRADB, RUY D'. : cO cavalo andaluz de perfil convexo.» Boletim Pecuário, n.o 1,
ano vm, págs. 5-32. IJsboa, 1941.
.
Otros estudios de este investigador dedicados al tema del caballo son:
rO cavalo andaluz de perfil recto e tipo oriental.» Boletim Pecuário, n.o 4 , ano vn, págs.
5-16. Lisboa, 1939.
«Apontamentos para um estudo sobre a origem e domestica't4o do cavalo na Peninsula ·
Hiberica. Apro~a'tOes.• IJsboa, 1926.
«Equideos do fim do paleolitico e inicio do neolitlco.» O instituto, vol. 94, págs. 5-31.
Coimbra, 1939.
(9) Vid. opus cit. nota 3, pág. 18.
(10) Ibídem, pág. 20.
- 46-
[page-n-48]
. 8
J . APARICIO PBREZ
ñón convexos, grupa inclinada y cola de inserción beja metida entre
los isquiones. En cuyo caso se trataría de su Morfotipo IV de la clasificación de los caballos de la Re~ón Cantábrica, con hábita~ en valles y
regiones costeras, ricas en pastos.
No es nuestro propósito, ni mucho menos, determinar la raza del
caballo aqui representado, lo que consideramos ciertamente imposible, aunque se han realizado intentos (11) ampliamente criticQdos
(12), afirmándose, incluso, runa no muy compleja diferenciación dentro de la especie caballar» (13); pero, siend·o la clasificación binaria,
Tarpán o Przewalsky, la más aceptada actualmente, seria interesante
poder definir la pertenencia de nuestro caballo a cualquiera de ambas.
La crinera enhiesta es rasgo propio del Morfotipo ir de Madariaga, lo cual abogaría por el Przewalsky, aunque entonces se trataría de
un caballo mediollneo que no encejarfa con su perfil convexo según lo
expuesto. Lión Valderrábano señala, no obstante, una población de
caballos brevillneos en el Solutrense, y en el Magdaleniense Inicial
Longillneos (14), es decir runa población caballar de tipo tarpánico en
Gravetiense-Solutrense Inicial, sobre la cual parece extenderse una
muy numerosá capa de caballos de tipo oriental, dolicocéfalos y de
formas más alargadas, eñ algún momento del interestadio de Lasca\ID (15), este último necesariamente tendría que ser el Frzewalsky, que
es por el que nos inclinamos nosotros.
CBRVIDO
Enfrentada al caballo y por lo tanto en la parte derecha, junto a la
apófisis, se encuentra una diminuta figura, tanto que pasó desapercibida en los primeros momentos, no ya sólo por su peque:Jiez y lo ténue
de su grabado, sino también por el estilo esquemático e incluso torpe
de algunos de sus trazos (fig. 3 y lám. IV), de tal manera que llegamos
a dudar sobre si se trataba de un clprido o un cérvido, inclinándonos
por lo últim!J al examinar con detalle el morro y la cornamenta, ya
que figuras similares del Parpalló (16) se han considerado así.
(11)' BLANCHARD, J.: clnformations recherchées d'aprés les équides européens figures.»
Prebistorlc Art of the. Western Mediterranean and the Sabara. Viking Pund Publlcations lD
ADthropology. Number Thrlrty-Nlne. Barcelona, 1964.
(12) Vid. opus cit. nota 6.
(13) LION VALDERRABANO,. R. : cBl caballo en el Arte cántabro-aquitano.ll Publicaciones del Patronato de las Cuevas Prehistóricas de la Provincia de Santander, vm. Santander,
1971.
(14) Ibidem, pág. 75.
(15) Ibfdem, pág. 46.
(16) Vid opus cil nota l,..ligs. 195, 289 y 471.
-46-
[page-n-49]
NUEVA PIEZA DB ARTB
9
Pai'a su representación se hizo uso de dos microfiSuras naturales
situadas pró¡dmas y convergentes, aprovechándose para figurar la
nuca, cara, p.a rte del.morro y ·la mandíbula, completándose el resto
mediante incisión .simple de sección en uve, o ancha y somera, delimitándose asi el fino morro y el cuello que dobla violentamente y se
al~ga con exageración; sobre la nuca dos lineas rectas incisas divergentes representan las orejas, por lo que hay que considerarla como
una cierva. Ningún otro detalle anatómico hemos podido distinguir,
puesto que lo descritq es todo lo representado.
También, como el caballo, se encuentra atravesado por lineas incisas -en aparente desorden, una de ellas arranca desde la oreja izquierda, corta el morro de .la misma y se pierde debfijo del hocico del
caballo; otras dos incisiones convergentes oblicuas descienden paralelas al cuerno ~erecho para juntarse en el inicio de la parte inferior
· del cuello, alli se cruzan y siguen dirección divergente, uniéndose la
izquierda con la linea oblicua que cruzaba el morro, siguiendo, esta
última, el recorrido de una vieja fisura.
Por último, queremos señalar que entre el morro de la cabra y la
cabeza del caballo hay una serie de numerosas y cortas incisiones en
anárquica disposición al parecer, de imposible interpretación.
POSICION ESTRATIGRAFICA Y CRONOLOGICA
Ya hemos indicado como el hueso grabado se encontró entre 4 y
4.50 m. de profundidad, bien en la capa 16 (4-4.25 m.), bien en la 17
(4.25-4.50 m.), en el nivel que Pericot denominó primeramente
Solútreo-Auriñaciense final, cuando el «apogeo de la técnica solutrense decaía después de los 4.75 m., empezando entonces el apogeo de la
punta de muesca de tradición auriñaciense. El predominio de ésta se
hace más evidente a partir de los 4.5 metros», según explica el mismo
Pericot (17); sin embargo, añade en la misma página: «Pero estamos en
un mmnento de transición entre dos culttn'as de caracteres radicalmente
opuestos, y por ello, faltando capas estériles, forzosamente ha de producirse alguna confusión y entrecruce. Especialmente en ·la capa de 4
a 4.25· metros aparecen piezas que corresponden al nivel superior,
· que hacemos empezar alrededor de los cuatro metros, de la misma
manera que de los 3.75 a los 4 metros nos encontraremos c.o n piezas,
puntas de muesca, por ejemplo, que deben colocarse aqub (18).
(17) Ibidem, pág. 65.
(18) Ibidem.
- 47-
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10
J . APARICIO PEBBZ
Sin embargo, Fullola rechaza esta suposición de Pericot, ya que
considera que nos encontramos ante una fase transitoria, prueba de
una evolución «in sitU», de ahí que el primer tramo (4-4.25) no deba
ser incluido en el Magdaleniense como querfa Pericot al considerar
mezclados los niveles (19).
Fue Siret, por otra parte, quien primeramente empleó el término
Parp.allense con el fm de definir el conjunto industrial caracterfstico
de este nivel (20); más tarde seria Jiménez Navarro quien lo utilizarla
con ánimo de que se difundiera y utilizara entre el mundo cientifico
(21), aunque con escaso éxito, ya que hasta el mismo Periqot se mostró sumamente reticente en su empleo y difusión.
Mientras tanto otros nombres le fueron aplicados, asf Breuillo denominó Solutrense levantino final (22); Obermaier, Capsiense Medio
(23), aunque fue la denominación de Jordá, Solútreo-Gravetiense
(24), la que tuvo más adeptos, difundiéndose rápidamente y siendo
aceptada hasta por el mismo Pericot.
Pero, con motivo del I Congreso de Historia del País Valenciano,
celebrado en Valencia en 1971, Domingo Fletcher Valls y nosotros
presentamos una moción pidiendo la aceptación del término Parpallense para el mismo, término que ambos utilizarfamos regularmente
a partir de dicho momento (25).
En 1976, Jordá y Fortea hablan ya de Solutrense evolucionado,
insinuando la posibilidad de que se le llame Parpallense (26), término
(19) .FULLOLA PEJUCOT, J. M.•.: «Las industriaslftlcas del PaleoliUco Superior Ibérico.•
Serie de Trablijos Varios del S. I. P., n.o 60, pág. 84. Valencia,. 1979.
(20) Vid. opus cii. nota 1, pág. 41, nota a pie de página.
(21) JJloriBNBZ NAVAJU\0, E.: «Nueva estación Parpallense.t Anales del Centro de Cultura Valenciana. Ado vm, n.0 22, enero-marzo 1935. Nó.m. 23, págs. 144-153. Valencia,
1935.
(22) Vid. opus cit. nQta 19, pág. 84..
(23) OBERMAIBR, H.: cBl hombre prehJstórico y los origenes de la Humanidad», pág. 78.
Madrid, 1932.
(24) JORDA CERDA, F.: «Secuencia estratigráfica del Paleolitico levantino.• Crónica del
IV Congreso Arqueológico dal Sudeste EspaAol. Elche, 1948, pág. 108. Cartagena, 1949.
(25) PLETCHER VALLS, D.: «La Cova del Parpalló (Gandfa. Valencia).• Nota informativa
con motivo"del Cincuenta Aniversario dl!l inicio de sus excavaciones (1929-197.9), pág. 10.
Diputación Provincial. Valencia, 1979.
APARICIO PERBZ. J.: tBl Paleolitico.t Nuestra mstoria, págs. 21 y 42. Valencia, 1980.
(261 PORTEA PBRÉZ, J. y JORDA CERDA. F. : «La cueva de Les Mallaetes y 1os problemas del Paleolitico Superior del Mediterréneo espaAob Zephyrus, XXVI-xxvn, pág. 156. Salamanca, 1976.
- 48-
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NUEVA PIEZA DB ARTE
11
que taxativamente utiliza Fullola en 1977 y en 1979 (27), ·y encontrando ·paralelismos claros .Yevidentes entre las industrias contemp·oráneas más representativas del Midi (Salpétriére), Italia (PagUcci) y
Valencia (Parpalló), no duda en definirlo como industria propia y característica del arco mediterráneo que va desde Almena hasta la Puglia, caracterizándolo por el retorno a la idea del dorso reblijado, diversificación de tipos, «lo que desembocará en la variedad microlitica
magdaleniense», ascenso de los buriles y de un· 5/ 1O % se pasa a un
17/ 25% (28); paralelismo generalizado que le lleva a la reivindicación
del término (29) de esta manera: «el Solútreogravetiense puede transformarse incluso en Parpallen.Se. Util definidor es la punta y la hoja de
escotadura. Uso renovado del retoque abrupto en dorsos reblijados,
sustituyendo la moda del retoque plano solutrense» (30). Definitiva toma de posturas de los investigadores foráneos que llena de satisfacción a los valencianos que hemos sido pioneros en la reivindicación
del término.
Fullola data el nivel desde el15.900 hasta el13.000 a. de C., apoyado en las fechas radiocarbónicas obtenidas para el Parpalló (31) ; en
lo qu~ discrepamos dado el estado, prodedencia y vicisitudes sufridas
por las muestras, todo lo cual hemos comentado recientemente (32),
pareciéndonos especialmente anómala la del Magdaleniense Ill. Por
nuestra parte hemos propuesto su datación desde el16.000 al15.000
a. de C. como la más oportuna de acuerdo con las dataciones generales obtenidas tanto para las industrias.similares como para las anteriores y posteriores {33), en cuyo momento, por lo tanto, se debió grabar el hueso en cuestión.
(27) FULLOLA PERICOT, J . M.•.: cEl Solótreo-Gravetiense o Parpallense, industria mediterránea.• Zephyrus, XXVIII-XXIX, págs. 113-123. Salamanca, 1978.
·
Vid. opus cit. nota 19 págs. 84 f 101.
(28) Ibídem, 1979, pág. 98.
(29) Ibídem, pág. 101.
(30) Ibídem, Óá$1. 131.
(31) Ibídem, págs. 132-133.
(32) APARICIO PEREZ, J.: cEl MesoUtico en Valencia y an el Medfterrineo Occidental.»
·
Serie Trab~os Varios del S.I.P., n.o 59, pAga. 150-Uil . Valencia, 1979.
(33) Vid. APARICIO, op.us cit. nota 25, pág. .42.
SHOTTON, F. W., WILUAMS, R.E.G. and JHONSON, A.S.: cRadiocarbón 1975.t Birmingham University Radiocarbón Dates IX, págs. 272-273.
APARICIO PEREZ, J .: «La Gruta dal Hortus y el Musteriense en la Región Valencian.a.t
Archivo de Prehistoria Levantina, XIV, pág. 11. Valencia, 1975.
ALMAGRO GORBEA, M. : cC-14, 1976. Nuevas fechas para la Prehistoria y la Arqueologia de la PeniDBula.t Trab~os de Prehistoria, vol. 33, pág. 307. Madrid, 1976.
-497
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12
J . APARICIO PRRBZ
VALORACION ESTILISTICA Y ARTISTICA
La obra descubierta es, paradójicamente, única por el soporte, ya
que no existe ninguna otra pieza de hueso con grabados figurativos
tan nftidos e identificables, ya que de las 434 piezas de hueso o asta
con algún grabado, «la inmensa mayoría de tales piezas presentan
únicamente lineas grabadas que no parecen formar motivo alguno y
carecen por tanto de valor documental o simbólico, teniendo sólo carácter utilitario o fin indeterminado» (34).
El arte sobre losetas calizas «sigue produciendo algunas de sus
mejores obras, pero en contraste con las losetas de gran tamafto de niveles anteriores, ahora (Parpallense) abundan1as pequeñas con dibujo de estilo movido» (35)..
·
Bajo nuestro punto de vista el caballo destaca por su realismo
frente al manifiesto esquematismo de las figuraciones caballares parpallenses, de tal manera que, si exceptuamos dos representaciones
del Magdaleniense IV, números 443 y 446 respectivamente, es para
nosotros la de.mejor estilo y mayor calidad artfstica, y en la que en~
contramos un mayor cuidado en la representación de ciertos detalles
anatómicos.
La cierva, por el contrario, ofrece características comunes a numerosas representaciones sobre piedra, destacando su manifiesto esquematismo, soslayándose cualquier detalle anatómico interior y representándqse precariamente los exteriores, de ahí la duda sobre su
interpretación, tal y como le ocurrió a Pericot (36) ; especialmente por
el modo de representar las orejas mediante dos lineas rectas oblicuas
divergentes o en V, la asemejan a la 130, 289 y 471 ; el tratamiento
general de la cabeza a la 195 y otras; a resaltar el tratamiento descuidado, incluso torpe y burdo diríamos, del cuello, que se interrumpe en
la arista de rotura.
A pesar de que las cifras estadísticas indican que fue durante el
«Magdaleniense la época en que se acostumbró a grabar el hueso,
mientras que en los periodos anteriores tal práctica fue muy poco frecuente» (37), la calidad de la obra supera con creces a todas las representaciones posteriores, ya que únicamente se han seftalado cinco posibles representaciones animales, y ello con fundadas dudas, creyén-
(34) Vid. opus cit. nota 1, pág. 105.
Ibfdem, pág. 72.
(361 lbfdem, pág. 118.
(371 lbfdem, pág. 105.
(35)
-50-
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NUEVA PIEZA DE ARTE
13
dose distinguir un posible cáprido en el Magdaleniense I, asi como algo parecido a una cabeza d.e serpiente en el mismo nivel; sobre un
punzón del Magdaleniense II una cierva poco clara y un cuadrúpedo
sumamente esquemático; otra cabeza de cabra pertenece al Magdaleniense IV, sin que se pueda tomar en consideración un ciervo casual
del Magdaleniense I.
Hasta el momento de su descubrimiento el predominio absoluto
era de los motivos geométricos, con 38 ejemplares grabados a base de
líneas en zig-zag o cruzadas sobre útiles magdalenienses, lo que hizo
af'Irmar a Pericot que «ú.nicamente se decoran las piezas de hueso y
asta cuando éstas adquieren importancia y su labor merece más atención que la del sílex, o sea en los periodos magdalenienses (38); el hueso en estudio obliga, pues, a cambiar esta af'll'lllación, o por lo menos
a matizarla.
Estilisticamente su pertenencia al Parpallense es evidente y apropiada, y aunque estad.fsticamente haya un descenso de caras de losetas calizas grabadas y pintadas durante el Parpallense, hay, por el
contrario, un aumento considerable de las representaciones zoomorfas tanto grabadas como pintadas en el momento que se utiliza el hueso como soporte, lo que resulta, en este periodo, una novedad importante (39).
Los cérvidos son los animales más representados en el Parpalló,
especialmente las hembras, pudiendo «decirse que tenemos representaciones C!e ciervas en todos los estilos o maneras que en el arte del
Parpalló aparecen y en todos los niveles de esta cueva» (40), encontrándose sus mejores imágenes en el Solutrense» (41).
El caballo no se encuentra representado con tanta frecuencia como los cérvidos, sin que se adviertan diferencias numéricas o estillsticas entre el Magdaleniense o el Premagdaleniense, habiendo en ambas etapas excelentes dibujos al lado de esbozos de un primitivismo
ingénuo o inhábil y torpe. A pesar de todo Pericot también señala como en las «capas superiores se hallan las siluetas más f'Inas y hábiles,
con una fuerza expresiva que el artista clásico no superó, aún contando con medios más perfectos» (42).
(38) Ibídem, pAg. 106.
(39) LLONGUBRAS CAMP.d'A, 14. : tGréficos estadísticos sobre las placas de la Cueva
del Parpalló (Gand.la, Valencia).J Santander Symposium. Actas del Symposium IntemacJonal
de Arte PrehJstórlco, p6gs. 393-403 . .Santander-Madrid, 1972.
(40) Vid. opus cit. nota 1, pégs. 117 y 118.
(41) Ibídem, pég. 136.
(42) Ibídem, pég. 125.
- 61 . -
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14
J . APARICIO PBBBZ
En el Artb Paleolitico Cantábrico la cierva se representa 17 veces,
siendo tema especialmente tratado en el ciclo Solútreo-magdaleniense
según Barandiarán (43), co~inando con el caballo (44)! Los caballos
aparecen en 22 objetos diferentes, representándose en 28 ocasiones;
aunque el mayor número de representaciones corresponde al Magdaleniense superior y. final (45). ·
La idea de que las obras del arte mueble, sobre plaquetas, losetas,
hueso, etc., eran los modelos transportables· en los que se inspirabJl o
guiaba er artista paleolitico para la realización de las obras parietales,
ha sido de'rmitivamente relegada y abandonada; sin embargo, por sus
mayores y mejores posibilida~es de. datación absoluta, han sido guia
para la ordenación estilis~co-cronológica del Arte parietal Hispanoaquitano (el mal llamado Franco-Cantábrico), a pes.ar de las objecione·s puestas al método por los evidentes «desfases temporales y faltas
de correspondencia en las .cartas de distribución geográfica de las
manifestaciones parietales y ·muebles» (46), puesto que «los casos de
obras realmenté iguales .en~ el arte mueble y el parietal son contadisimos, acaso no sea la misma 1~ finalidad de uno y otro arte, ni los
mismos los autores de ambas obras», señ.alándose da mayor homogeneidad y simplicismo del arte mueble (obra de un solo individuo, ejecutada en un solo momento) sobre el parietal» (47).
~i atendemos a la estructuración del Arte Hispano-Aquitano de
Leroi-Gourhan nuestrá obra artistica encajaría perfectamente dentro
del Estilo m de su l?erfodo Arcaico, cuando todavia subsiste la curva
cérvico-dorsal, aunqúe muy atenu~da, con crineras más perfectas,
desarrollándose durante el Solu~rise y Magdaleniense I y II (48). Sin
embargo, se advierten ciertas diferencias que marcan -el camino a seguir para la separación técnica, estilistica y temática del Arte Atlántico y del Mediterráneo durante el Paleolítico, así vemos como das pequeñ.as placas de hueso sólo son frecuentes a partir del Magdaleniense medio» (49); mientras que los cérvidos son los menos representados, no así el caballo, ·que junto al bisonte es el segundo más representado entre todos los temas .zoomorfos JSO).
(431
(44)
(45)
'(461
(471
(48)
(49)
(500
Vid. opus cit. nota 2, pég. 274.
Ibfdem, pég. 299.
Ibldem, pég. 269.
Ihfdem, pégs. 302-303.
Ibídem, pég. 303.
LBROI-GOURBAN, A. : cPrehiatorla del Arte Occidental» Barcelona, 1968.
Ibídem, pég. 45.
Ibfde~, pég. 59.
- 62-
[page-n-55]
NUEVA PIEZA DE ARTE
15
EL ARTE PARPALLENSE
El título que hemos dado a este trabajo es lo suficientemente
explicito para manifestar nuestra ~oma de postura acerca de la cuestión siempre esbozada y nunca planteada y discutida acerca de las diferencias y separación entre las dos tendencias artísticas, o mejor entre los dos artes peninsulares y extrapeninsulares que se desarrollan
durante el Paleolftico Superior, el Hispano-Aquitano y el Mediterráneo Oc.cidental o Arte Parpallense.
· Breuil, en 1962, no consideraba viable ;ni prudente la asociación
coJl).parativa entre el ~e del Parpalló y el Hispano-aquitano (51).
Fue, sin embargo, Graziosi quien llegó mucho más lejos, y ya desde 1933 acertó a ver las similitudes y paralelos de lo mediterráneo
(52), creando más tarde su Provincia Mediterránea (53), sobre lo que
hemos hablado exten~amente en fecha reciente (54), tratando ya del
Arte Parpallonés como arte djferenciado (55), idea que, en parte, también aceptó Pericot (56).
La justificación del término es obvia. La prelación del Parpalló sobre la totalidad, o por lo menos la mayor parte, de los yacimientos conocidos con muestras de este arte, y sobre todo, la abrumadora cantidad de piezas halladas en Parpalló, sin posibilidad comparativa, obligan a la utilización y aceptación del término derivado del nombre de
la cueva valenciana, de ahí lo de Arte Parpallense.
Aunque no hay posibilidad material para desarrollar y ampliar el
tema, nos limitarep¡os a indicar, a la espera de ocasión más propicia,
que cada vez y con mayor intensidad y frecuencia se señalan las dife-
(51) BREun., H.: cThéories et faits cantabriques relatifs su Paléolithique Supérieur et a
son art des cavemes.) Munibe, año XIV, cuaderno 1/2, pág. 356. San Sebastián, 1962.
152) GRAZIOSI, P.: «Nuovi Elementi perlo studio dei grafitti.di Grotta Romanelli. Le incisione della Cova del Parpalló (Valenza)». Archivio per 1'Antropologia e la Etnologia, LXII, pág.
142. Firenze, 1933.
(53) GRAZIOSI, P.: «L'Arte dell'AÍltica Etá della Pietra.» Firenze, 1956.
Ibfdem.: «L' Art paleolithique de la province méditeiTaneenne e.t ses influenpes .dans 1!'8
temps post·paléolithiqueu Preblstoric Art ofthe Westem Mediterranean and the Sabara. Vildng Fund Publication in Anthropology, number Thirty-Nine, págs. 35·44. Barcelona, 1964.
lbldem.: d.' Arte Preistorica in Italiu, Sánsoni editare. Firenze, 1973.
Ibfdem.: d.' Art paléo-épipaléolithique de la Province MéditeiTanéenne et ses nouveaux
documen~ d' Afri.que du Nord et du Procbe-Orlant.J Simposio de Arte Rupestre, Barcelma,
1966, págs. 265· 271. Barcelona, 1968.
(54) Vid. opus cit. nota 32, págs. 198·206.
(55) Vid. APARICIO, nota 25, págs. 69 a 74.
(56) PERICOT GARCIA, L.: cUn cuadrilátero artístico en al Paleolitico Superior: AfticaRomanelli-Perigord·Parpall6.» Ampurias, 5, pág. 295. Barcelona, 1943.
- 63 -
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16
J . APARICIO PEREZ
rencias entre ambos, y así Beltrán no considera marginal o provincial
lo descubierto recientemente en Colungo (57), mientras que los nuevos grabados descubiertos en el Riparo Tagliente, de tema lineal,
geométrico y figurativo, co~binan rasgos Hispano-aquit~os y mediterráneos al decir del autor (58).
Las ideas más tajantes sobre el particular, sin embargo, han sido
formuladas por J. Fortea Pérez, para quien «A partir del Solutrense
Medio hay una evidente personalización del Mediterráneo español
con elementos progresivos en el Pleno, y diferenciadores y progresivos en el evolucionado que configuran un ciclo artístico coherente,
con sentido· estilístico propio y lejano al atlántico; sólo queda lo conceptual» (59); habiendo señalado ya en páginas anteriores como «los
ideomorfos rectangulares de Parpalló nos sirven para repetir otra vez
que el Arte Mediterráneo ·español es atlántico en lo conceptual y mediterráneo en lo estilístico)) (60).
Acerca de estos temas también P. Casado habla de fondo común,
aunque apuntando la existencia de diferencias sensibles entre ambos,
señalando en el Parpallense una mayor tendencia hacia lo esquemático, que es antiguo por otra parte (61).
En el futuro inmediato creemos que habrá que seguir esta línea y
estudiar el Arte Parpallense con plena autonomía y no en sentido sucursalista del Hispano-aquitano como se ha venido realizando hasta
el momento, siendo este breve apunte una primera llamada de atención sobre el problema.
(571 BELTRAN MARTINEZ, A. : «Sobre los nuevos descubrimientos de arte ruprestre en
Colungo (Huesca. España).» Travaux de l'Institut d'Art Prehistorique, xxn. págs. 149-156.
Toulouse, 1980.
(58) LEONARDI, P.: «A propos de quelques nouvelles gravures paleolithiques du Riparo
Tagliente dans les Monts Lessini pres de Verone (Itali.e). «Travaux d l'Institut d' Art Prehistorique, XXII, págs. 321-322. Toulouse, 1980.
(591 FORTEA PEREZ, J .: «Arte paleolítico del Mediterráneo español.• Trablijos de Prehistoria, vol. 35, págs. 148-149. Madrid, 1978.
(601 Ibídem, pág. 114.
(611 CASADO LOPEZ. P.: «Consideraciones sobre la distribución geográfica de algunos
elementos del arte paleolítico.» Caesaraugusta, 49-50, pág. 89. Zaragoza, 1979.
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APARICIO PEREZ.-Nueva pieza de arte
LAM. 1
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APARICIO PEREZ.-Nueva pieza de arte
LAM.
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APARICIO PEREZ.-Nueva pieza de arte
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ARClnVO DB P REHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia , 1981 )
JOAN BERNABEU
(Valencia)
LA COVA DEL OARROFER
(Ontlnyent, Valencia)
1
INTRODUCCION
La cava del Garrofer se encuentra situada en la Serra d'Ontinyent, limite meridional de los valles de Albaida y Bocairent, en un estrecho barranco conocido localmente con el nombre de Barranc deis
Tarongers, uno de los múltiples barrancos que abiertos hacia el S.O.,
comunican el valle de Bocairent con el barranco recorrido por el rfo
Clariano, principal vfa de acceso al primero desde esta parte del valle
de Albaida (fig. 1).
Hace algún tiempo, A. Ribera y J . Guerola, descubridores del yacimiento, encontraron superficialmente algunos materiales, entre
ellos un pequeño vasito muy bien conservado, cuya existencia fue comunicada al Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia. Posteriormente, a lo largo de algunas visitas efectuadas por nosotros al
yacimiento, pudimos observar la presencia de prospecciones clandestinas que, dada su continuidad, amenazaban seriamente al yacimiento. Notificado el Servicio sobre la existencia de estas violaciones sistemáticas, y ante el peligro de la destrucción total del yacimiento, nos
encargó la realización de una excavación de urgencia, excavación
que efectuamos entre los días 1 al 5 de mayo de 1980, y para la que
contamos con la colaboración de C. Mata y J . V. terma, asiduos colaboradores de este Servicio.
La cueva, separada de la vertiente montañosa, mide aproximadamente unos 14 m. de longitud; sus 2 m. de anchura en la entrada se
reducen casi inmediatamente a un estrecho pasillo de unos O' 50 m. de
ancho, en algunos tramos hasta 1m., que se continúa hasta el fmal de
la cavidad. Las remociones clandestinas afectaban irregularmente a
- 69 -
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J . BERNA.BEU
2
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l'lg. l.-Situación del yacimiento
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COVA DEL GARROFBR
3
la zona comprendida entre los 1Oy los 12 m. de longitud (sectores I y
J ), con una profundidad variable nunca superior a los 0'80 m. Aprovechando la configuración natural de la cueva, y a partir del punto O,
situado en la jamba izquierda de la boca de entrada, dividimos a ésta
en seis sectores de excavación de longitud y anchura variables (fig. 2).
El resultado de los trabf\ios nos permitió agrupar a los distintos
sectores señalados en un principio en tres grandes zonas aisladas
unas de otras, lo que facilita el tratamiento separado del col\iunto de
los hallazgos en cada una de ellas. Las profundidades indicadas están
tomadas a partir d~ un mismo punto de referencia situado en el sector
J , a unos 30 cm. del nivel del suelo. Los números con que se señalan
los materiales en el inventario, se corresponden con los de las figuras.
II
EL SECTOR K
LA EXCAVACION
Este sector, situado en la parte más profunda de la cueva, se encuentra aislado del resto por una pared de roca natural que se eleva
unos 15 cm. por encima del nivel del suelo, situado en éste a 31 cm.
desde el punto de referencia.
Excepción hecha de la primera capa (hasta 40 cm.), en la que la
tierra, de color grisáceo, presentaba una textura muy polvorienta, el
resto de las capas estaban formadas por una tierra fma y muy suelta,
de un color marrón claro bastante unifonÍle. Las piedras, de tamaño
medio o pequeño, fueron muy escasas a lo largo de toda la estratigrafia, no presentando nunca una ~stribución ordenada.
Los 85 cm. de profundidad máxima se excavaron en ocho capas
de espesor variable. Las dos primeras (hasta 47 cm.), presentaron escasos restos humanos, mientras que el material arqueológico se redujo a algunas puntas de flecha y fragmentos cerámicos. Hacia el fmal
de esta capa (45 cm.), apareció la parte inferior de un cráneo que, como pudimos comprobar posteriormente, reposaba con la calota hacia
abajo. Su excavación marcó la potencia de la siguiente capa (C.3 , hasta 52 cm.).
En la base de la C.3 aparecieron, junto al cráneo, un fragmento de
ídolo oculado, una punta de flecha y una gran lámina de sflex retocada, lo que indica claramente un nivel de enterramiento ; junto a ellos,
- 61 -
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cova del garroter
Fig. 2. - PlaDt.a y secciones de la cueva
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COVA DEL GAIU\OFBR
5
y esparcidos exclusivamente por la mitad E. del sector, aparecieron
algunos restos humanos, entre ellos varias falanges (fig. 3).
La capa cuatro (hasta 58 cm.), presentó una notable disminución
de los materiales, tanto arqueológicos como humanos, si bien se encontró en ella un pequeño fragmento de mandfbula humana con dos
dientes (fig. 3, X).
En las capas 5 y 6 (hasta 63 y.68 cm., respectivamente), los restos
humanos vuelven a ser más abundantes, siempre dispersos dentro de
la zona E. del sector, siendo de destacar la aparición de dos grandes
fragmentos de bóveda craneana en la base de la C.6, lo que podría tomarse como indicio de un segundo nivel de enterramiento (fig.. 4).
De la capa 7 (hasta 74 cm.), proceden solamente dos cuentas de
collar; mientras que la c.a (hasta 85 cm.) se presentó estéril.
En conclusión, puede afli'Illarse con cierta seguridad que fueron
dos los individuos cuyos restos más o menos fragmentados hemos encontrado en el sector. Al primero de ellos, representado por el cráneo
casi completo de la C.3, pertenecen, sin duda, el fragmento del ídolo
oculado, la punta de flecha y la lá,mina de sílex encontrados en el mismo nivel; al segundo, posiblemente materializado en los restos de las
capas 5 y 6, no se le puede asociar con seguridad más que la punta de
flecha encontrada en la C.6; ahora bien, entre los huesos encontrados
en la C.5, un fragmento, perteneciente a un hueso largo de la pierna o
el brazo, encaja con otro fragmento similar encontrado en la C.6, lo
que permite establecer una cierta relación entre las dos capas, interpretando sus restos como pertenecientes a un mismo enterramiento.
La C.4 quedaría como una capa de transición entre ambos; mientras
que las capas 1 y 2 deberían relacionarse con el enterramiento de la
C.3 ; la ausencta total de remociones posteriores comprobada en la excavación permite mantener, algo más sólidamente, las anteriores
conclusiones.
Cronológicamente, ambos enterramientos se presentan bastante
homogéneos. Así, aun admitiendo diferentes momentos para cada uno
de ellos, la evidente unidad de sus materiales hace prácticamente imposible una distinción significativa entre ambos.
INVENTARIO DE LOS MATERIALES
SUPBRPICIAL
X· ll Vaso de fondo ovoide, panza cflfndrica y labio recto con borde redondeado; posee
un mamelón perforado a unos 3/4 de su altura desde la base. Pasta no visible; desgruante pequeAo y no muy abundante; superficies alisadas y claras. (fig. 6).
- 83 -
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J . BERNABEU
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3.
Jlg. 3. - Sector K. Dispersión de los materiales en la C.3. Los números de los materiales se corresponden con los del inventario. La X metica el frag. de mandfbala humana aparecida en la
C.4 ; el signo -~ indica la dispenión de loa restos humanoa; el t:::. ae refiere a las puntas de flecha
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Jig. 4. - Sector K. Dispersión de materiales en las c. !5 y 6. Los números se corresponden con
los del inventario
= , fraga. de huesoa humanos.
e 1 fraga. de b6veda craneana.
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1 cuentas de coDar.
A puntas de flecha.
O , fraga. certmlcoa.
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Y¡g. 5. - Sectores 1 y J . Diapeni6n de materiales en lu c . 12 y 13. Los números se corresponden coa los del inventario
- , frap de hunos humanos.
• .. cuentas de coUar.
+ , 1"81toa metAiicoa.
e • cobunhelu pedoradas.
A , puntu de Oecha.
o , frap. cerimicoa.
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8
J. BERNABEU
k-1
41!11/11111lll! j[}]J
1/111
J-1
Fig. 6. - Material hallado en superficie
(T. n .)
- 66 -
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COVA DEL GARROFBR
9
CAPA 1
K-21 Punta de flecha de aletas y pedánculo en sflex gris. Retoque plano, bifacial y cubriente. 5'2 mm. de sección biconvexa (fig. 71.
K-31 Blpunta follácea de bordes dentados en sflex melado. Retoque plano, bifacial y cubriente; 3'4 mm. de sección aplanada (fig. 71.
K-41 Punta de flecha losánglca en sflex gris. Retoque plano, bifacial y cubriente. 3'7
mm. de sección biconvexa (fig. 71.
K-5) Un pequedo fragmento de borde ·de cerámica lisa a mano, muy erosionada.
k-4
k -3
Fig. 7.-Sector K. Industria lltlca
(T. n .)
CAPA2
K-61 Bipunta follácea en sflex melado. Retoque plano, bifaclal y cubriente; 6'5 inm. de
sección biconvexa (fig. 71.
K-71 4 fragmentos de cerámica a mano, lisa, pertenecientes al mismo vaso.
X-8) Punta de flecha de aletas y pedánculo e.n silex gris. Retoque plano, bifacial y cubrlente; 3'8 mm. de sección aplanada (fig. 71.
- 67 -
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J. BBRNABEU
10
CAPA3
K-9) Gran Lámina apuntada en sílex melado ; retoques simples, directos, invasores, bilaterales y distales, que se prolongan sin solución de continuidad a lo largo del
borde izquierdo; talón liso; sección trapezoidal en la base y triangular en el extremo distal (ftg. 81.
Fig. S.-Sector K. Industria Utica
(1/2)
K- 10) Frag. de !dolo Oculado conservando sólo su parte inferior en la que se observa una
ancha frlll\la pintada compuesta por dos segmentos de circulo contrapuestos formando un vértice en el centro. La falta de otros motivos nos hace encuadrarlo
dentro de la variante A de los !dolos Simples: !dolos Oculados coJl' un sólo pa.r de
ojos representados y con ausencia de motivos secundarios (ftg. 9).
K- 111 Punta de flecha de aletas y pedñnculo; sílex gris; retoque plano, bifacial y cubrlente; 3'7 mm. de sección biconvexa (fig. 9).
- 68 -
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11
COVA DEL GARROFER
k -12
k-15
k - 17
k -16
k-23
Fig. 9.-Sector K. Industria litica, cerámica e ldolo oculado.
(T.n.)
- 69 -
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J.BBRNABEU
12
CAPA4
K- 12) Punta de flecha de aletas y pedt\nculo con los bordes dentados; sfiex gris; retoque
plano, bifacial y cubriente; 3' 4 mm. de sección biconvexa (flg. 91.
K - 131 Dos frags. de cerámica a mano pertenecientes al cuerpo del mismo vaso; pasta oscura; desgrasante pequeño y escaso; superficies groseras y oscuras.
K -141 Un pequeño frag. d. cerámica a mano de superficie alisada.
e
CAPA 8
K -151 Punta de flecha de aletas y pedúnculo con los bordes dentados; sJlex melado; retoque plano, bifacial y cubriente; 4 mm. de sección biconvexa (fig. 91.
K- 161 Punta de flecha de aletas y pedt\nculo en sfiex gris; retoque plano. bifacial y cubrlente; 4~4 mm. de sección aplanada lfig. 91.
K- 171 Punta de flecha losángica en sJlex gris; retoque plano, cubrlente, unifacial; 3'7
mm. de sección plano-convexa (tig. 91.
K- 181 Una cuenta discoidal sobre concha; perforación bicónica. 7 mm. diém. máx., por 5
mm. de grosor.
CAPA 6
K- 191 Punta foliácea en sfiex melado; retoque plano, bifacial y cubriente. 5'4 mm. de
sección biconvexa (fig. 91.
K- 201 Dos cuentas discoidales en caliza; perforación bicónica; 7'5 mm. de diém., por 10
mm. de grosor.
mm. de dié.m., por 7
mm. de grosor.
K -221 Dos pequeños frags. de cerámica lisa de superficies groseras.
K -231 Un frag. borde de cerámica lisa, a mano, con mamelón; superficies muy erosionadas (fig. 9 1.
K-2 11 Dos cuentas discoidales en concha; perforación bicónica; 8
CAPA7
K- 241 Dos cuentas discoidales en concha; perforación bicónica; 6'5
4 ' 5 mm. de grosor.
mm. de diém., por
CAPAS
Estéril.
III
LOS SECTORES I Y J
LA EXCAVACION
Los sectores 1 y J ocupan aproximadamente la parte media de la
cueva (fig. 2); en ellos se practicaron 21 capas de excavación, alcanzando la profundidad total de 203 cm. Constituyen, con mucho, lazona de mayor potencia de la cueva. A partir de la C.3 (58 cm.) apareció, a 1 m. desde el eje 1-1', un escalón rocoso que aislaba ambos sectores del H, confiriéndoles así una entidad propia. La excavación se
efectuó alternativamente en ambos sectores a la vez.
-
70-
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COVA DEL GARROJIER
13
Si bien, como en el sector K, no es posible ninguna distinción estratigráfica, ya que la tierra presenta unas características uniformes
de principio a fin de la secuencia, no nos parece arriesgado el intentar
distinguir varios niveles teóricos a partir de los restos encontrados.
El primer nivel, que comprende las capas 1 a 5, alcanzaría los 71
cm. de profundidad; en él, el material, aunque abundante, aparece
mezclado con restos de cerámicas a torno medievales y modernas. Es
de destacar que a este nivel pertenecen los dos únicos fragmentos de
cerámica incisa encontrados en estos sectores.
Un segundo nivel, que alcanzaría hasta los llO cm., se caracteriza por la sucesión de una serie de capas (C. 6, 7, 8, 9, 1O y ll) con
muy escaso material, prácticamente reducido a algunos fragmentos
cerámicos, tres puntas de flecha, algunas cuentas, una Columbella
perforada y un fragmento de botón cónico en V, todo ello junto con escasos restos humanos.
El tercer nivel, que alcanzaría hasta los 120 cm. (C. 12 y 13), correspondería al único nivel de enterramiento posible a juzgar por el
estado y dispersión de los materiales encontrados, ya que los restos
humanos siguen siendo tan fragmentarios y escasos como en los niveles superiores. Según se desprende de la planimetría de estas capas en realidad una sola, ya que entre ambas cubren la profundidad del
cuenco J -3 2 que apareció en posición vertical, ocupando desde los
109 hasta los 120 cm.-, existen dos zonas claramente diferenciadas
en las que se concentran los materiales, distantes aproximadamente
unos 170 cm. y situadas una al extremo O. del sector I, y la otra hacia
la mitad del sector J; entre ambas, un espacio libre en el que sólo aparecen muy escasos restos humanos. Es posible considerar que se trate
de los restos de dos (\juares distintos, extremo este que podría apoyarse en la nula relación existente entre los restos arqueológicos y humanos de ambas zonas. Si bien es verdad que estos conjuntos pudieron
pertenecer a grupos de enterramientos distintos, la escasa diferenciación entre sus respectivos (\juares impide el considerar una distinción
cronológica significativa entre ellos (fig. 5).
A partir de los 120 cm. y hasta los 203 cm. en que aflora la roca,
se excavaron una serie de capas (C. 14 a C. 21) todas ellas estériles, a
excepción de las C. 16 y 17, en las que aparecieron una Columbella
perforada y una laminita de sflex sin retocar.
SUPERFICIAL
INVENTARIO DE MATERIALES
J -11 Azuela de piedra pulida marmórea; forma trapezoidal y fllo con un solo bisel. El talón presenta restos de martilleado. 67 mm. de largo, por 45 mm. ancho y 14'5 mm.
de grosor (flg. 6).
- 71 -
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J.BRRNABEU
14
CAPA 1
J -2 1 Cuenco de perfil exvasado en cerámica lisa, a mano; pasta negra; desgrasante calizo, pequeño y abundante; superficies erosionadas. Medidas: dié.m. boca 12 cm.;
Altura 7-8 cm. (fig. 11).
J-3) Un frag. de cuenta discoidal en piedra caliza; peñoración bicónica (Lé.m. ll).
J -41 Dos fraga. pertenecientes al cuerpo y al borde del vaso I-2 1.
J-51 Punta de flecha losángica en silex n. gruzco. Retoque plano, cubriente y bifacial.
e
3'3 mm. de sección plano-convexa (fig. 11).
I-11 Un frag. de cerámica a tomo con decoración en bandas concéntricas pintadas en
negro.
I-2) Dos fraga. de cerámica lisa, a mano; pasta negra; desgrasante pequeño y micáceo
y superficies alisadas.
Figura 10.- Sector J. Cerámica
(2/3}
1-3} Una lasca de sllax melado con restos ele córtex en su cara superior. Medidas: 22
mm. de largo, por 23 mm. de ancho y 9 mm. de grosor.
I -41 Una cuenta süscoidal en piedra caliza; peñoración bicónica. Medidas: 9' 5 cm. de
diámetro, por 3'6 mm. de grosor (Um. ll}.
CAPA 2
J-6) Ocho frags. pertenecientes al cuerpo y al borde de un vaso de cerámica a mano, lisa. Cuenco de paredes hemiesfé.ricas y borde ligeramente reentrante. Pasta oscura; desgrasante pequeño, calizo y escaso; superficies espatuladas. Medidas: Dié.m.
de boca, 14 cm. (fig. 10).
J-7} Un frag. cerámica lisa, a mano, perteneciente al vaso 1-21.
J -8} Cuenta discoidal en concha de peñoración bicónica . Medidas: 9'5 mm. de dié.m.,
por 5'3 mm. de grosor (Lám. ll}.
- 72 -
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COVA DEL GARROFER
15
CAPA 3
J -9) Ocho frags. pertenecientes al cuerpo y al borde de un vaso de cerámica lisa, amano. Cuenco globular de fondo redondeado, con tetón horizontal junto al borde aplanado. Pasta negra; desgrasante calizo, tino y abundante; superficies erosi. nadas.
o
Medidas: Diém. boca, 16 cm.; altura, 11-12 cm. (ftg. 10).
J -10) Cue.n ta discoidal en piedra caliza con perforación bicónica. Medidas: 9'7 mm. de
diém., por 4' 4 mm. de grosor (Lém. ll).
J -11) Punta de flecha pedunculada an silex gris. Retoque plano, bifacial y cubriente; 4'5
mm. de sección biconvexa (fig. 111.
CAPA 4
J - 121 Frag. distal de lámina de sfle:x transparente con fuerte pátina blanca; no presenta
seftales de retoque; su naturaleza contrasta fuertemente con el resto de los sfiex
aparecidos en la cueva. Medidas: 18 mm. de largo, por 17 mm. ancho y 6 mm. de
grosor.
J-131 Colgante de concha fragmentado, de sección aplanada y perforación bicónica (fig.
11) (Lém. lll.
I -51 Un .frag. de borde de cerámica a tomo,llsa y de superficies muy bruAidas y negras
(flg. 121.
I -61 Frag. distal de hoja de sfie:x melado aln retocar. Medidas: 20 mm. de largo, por 13
mm. ancho y 4'2 mm. de grosor.
CAPA !S
J -141 Punta de flecha de aletas y ped6nculo en sfle:x melado. Retociue plano, bifacial y
cubriente; 3'8 mm. de sección biconvexa (fig. 11).
J -151 Un .frag. de pie de copa ibérica.
J -161 Un .frag. de cerámica a mano, decorado con incisiones poco profundas y paralelas
verticalmente sobre otra horizontal. Pasta n.e gra; desgrasente micáceo, fino y
abundante; superficies alisadas (fig. 111.
J-171 Una cuenta discoidal de concha con perforación bicónica. Medidas: 9 mm. de
diém., por 3' 5 mm. de grosor (Lém. lll.
I-71 Un frag. de borde de cerémica a tomo aln decorar.
I-81 Un frag. de cerámica a man.o decorado con incisiones finas y poco profundas formando dos series distintas de motivos: el superior, constituido por una linea horizontal atravesada por series de trazos cortos dispuestos formando ángulos cuya bisectriz viene a coincidir con la linea horizontal; el inferior, fragmentado, parece
constituir una superficie de forma indeterminada rellena por series de lineas oblicuas paralelas que se cortan entre sl. Pasta media; desgrasante micáceo y escaso;
superficies espatuladas (flg. 121.
I-9) Frag. distal de una gran lámina de sfle:x grisáceo sin retocar. 5'1 mm. de sección
trapezoidal irregular (fig. 121.
I -10) Punta de flecha de aletas y ped6nculo en sfie:x negruzco. Retoque plano, bifacial y
cubrlente; 3'1 mm. de sección aplanada (fig. 12).
I -111 Frag. distal de hojita de sfle:x melado sin retocar (fig. 12).
CAPA6
J -181 Frag. de borde de cerámica lisa, a mano, de superficies erosionadas (fig. 131.
J -19) Dos pequeftos .fraga. de cerémica lisa, a mano, muy erosionados.
J -201 Una cuenta irregular en concha, con perforación bicónica. Medidas: 12'5 mm. de
largo, por 10 mm. de ancho y 7'3 mm. de grosor (Lém. lll.
- 7310
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16
J. BERNABBU
J-6
Fig. H .-Sector J . lndusbia litica; cerámica y adornos
(T.n.)
-
74 -
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COVA DEL GARROFER
17
CAPA 7
J -21) Cinco fraga. de cerámica lisa, a mano, con superficies muy erosionadas.
I-12) Un frag. perteneciente al vaso 1-21.
1- 5
1- 9
1- 8
1- 11
Fig. 12.-Sector l . Industria lítica y cerámica
CAPA 8
(T.n .)
J -22) Punta de flecha pedunculada en sílex grisáceo. Retoque plano, invasor total en
cara superior, y lateral diestro en la inferior. 3'7 mm. de sección plano-convexu
(flg. 13).
J -23) Cinco frags. de cerámica lisa, a mano, muy erosionados.
I-13) Dos frags. de cerá.m lca lisa, a mano de superficies alisadas.
I-14) Punta de flecha losángica en silex melado. Retoque plano, cubrlente y bifacial; 2'5
mm. de sección aplanada (tig. 13).
-
75
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J. BERNABEU
lA
J-18
~
J-42
J-41
J-28
J- 16
L-s
Flg. 13.-Sectores J, 1 y L. Induatrla Utica; cerámica y adornos
(T.n.)
- 76 -
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COVA DEL GARROPER
19
CAPA 9
J -241 Dos pequedos frags . de cerámica lisa, a mano, de superficie grosera.
J -25) Una cuenta discoidal en piedra caliza de perforación bicónica. Medidas: 12
de ditm., por 5 mm. de grosor (Lám. U ).
mm.
CAPA 10
J -26) Un frag. de hueso de form. semicireular con dos incisiones cruzadas en su centro.
a
Posible frag. de botón en V (fig. 13).
J -27) Una cuenta discoidal en concha con perforación bicónica. Medidas: 11 ' 8 mm. de
ditm., por 7' 6 mm. de grosor (Ltm. II).
J -28) Una Columbella perforada (fig. 13).
I- 15) Punta de flecha de aletas y pedúnculo en sUex gris. Retoque plano, bifacial y cubriente; borde dentado; 2' 6 mm. de sección aplanada (fig. 13).
CAPA 11
J -29) Dos pequedos frags. de cerámica lisa, a mano, con le superficie exterior brufUda.
J-32
Pig. 14. - Sector J . CerAmlca
(1 /2)
CAPA 12
J-30) Una cuenta discoidal en concha con perforación bicónica. Medidas: 10' 5 mm.
ditm., por 5' 7 mm. de grosor (Ltm. U).
J -3 1) Una cuenta rectangular en piedra blanca (fig. 15).
I- 161 Un pequel'lo frag. de cerámica lisa, a mano, de superficies alisadas.
I - 17) Una Columbella perforada (fig. 15) (Ltm. U).
I- 18) Colgante de concha realizado a imitación de un diente perforado (fig. 15) (Lám. U).
CAPA 13
J -32) Cuenco cillndrico con labio recto de borde redondeado y base convexa; posee un
mamelón horizontal, estrecho y saliente, situado debiÚO del borde; cerAmica ama-
no y Hsa. Pasta negra; desgrasante calizo y abundante; superficies de coloración
media alisadas. Apareció en posición vertical, reposando sobre su base y ocupándo
la totalidad de las capas 12 y 13, así como el final de la 11. Medidas: Diám. boca,
16 cm.; altura, 11 cm. (fig. 14).
- 77 -
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J. BBRNABBU
20
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J- 31
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78 -
(T .n .)
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COVA DEL GARROFER
21
J -331 Cuatro frags. de cerámica Usa, a mano y superficie alisada.
J -34) Punta de flecha losángica en sílex grisáceo. Retoque plano, bifacial, invasor en ca-
ra superior y cubriente en la inferior. 4 mm. de sección plano-convexa (flg. 15).
J -35) Un pequeño colgante de concha ovalado; perforación bicónica situada en uno de
sus extre.mos; 7 mm. de sección aplanada (fig. 15).
J -361 Una cuenta discoidal en concha con perforación bicónica. Medidas: 9 mm. diám.,
por 7'6 mm. de grosor ILám. lll.
Fig. 16. - Sector J. Cerámica
(T. n .)
J -371 Una cuenta discoidal en piedra caliza con perforación bicónica. Medidas: 9 mm.
diám., por 7'6 mm. de grosor (Lám. ll).
J -381 Una cuenta rectangular en piedra blanca con perforación bicónica. Similar a la J -
31. Medidas: 12'5 mm. largo. por 10'4 mm. de ancho y 7'7 mm. de grosor (Lám.
ll).
- 79-
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J. BBRNABEU
22
J-391 Colgante sobre canto rodado en piedra blanca; forina ovalada, ligeramente estrmgulado en uno de sus extremos sobre el que se sitúa la perforación bicónica perpen·
dicular al eje (fig. 15) (Lám. ll).
J-401 Idolo oculado sobre hueso largo cuya extremo superior ha sido aplanado. Decoración pintada. Composición:
- OJOS: Dos zonas rectangulares separadas y dentadas en sus partes superior e
inferior, dentro de cada una de las cuales se superponen dos circulos
concéntricos: el exterior en blanco y el interior pintado. Su mejor paralelo, en lo que a la representación de ojos se refiere, lo constituye el (dolo
simple de la Pastora publicado por Ballester (1946, Lám. 1, 3).
- Lineas de tatulije facial y motivos secundarios, ansentes.
- Clasificación: ldolo simple, variante A (flg. 15).
1-19) Pequedo frag. de lámina de cobre (ftg. 15).
1-201 Una Columbella perforada (Lám. n).
1-21) Gran trag. del cuerpo y borde de un vaso de cerámica a mano; panza globular, cuello reentrante y labio ligeramente exvasado; posee un asa horizontal situada aproximadamente al inicio del cuello; pasta negra; desgrasante micáceo, fino y no muy
abundante; superficies peinadas de coloración media. Medidas: Diám. de boca, 11
cm.; altura, 13-14 cm. (fig. 16).
I-221 Pequedo frag. parteneciente al vaso 1-21.
CAPAS 14 Y 15
Estériles.
CAPA 16
J -411 Una Columbella perforada (flg . 13) (Lém. n ).
CAPA 17
. J -42) Hojita de sflex melado sin retocar; talón liso: 1'7 mm. de sección triangular
(flg. 13).
CAPAS 18, 19, 20 Y 21
Estériles.
IV
SECTORES H, G-H Y G
LA EXCAVACION
Estos sectores ocupan desde la entrada de la cueva hasta el escalón rocoso que los separa del sector I. En esta zona, la roca que aflora
a la superficie a los escasos centímetros en el sector G, buza gradualmente hacia el inte~or alcanzando la máxima profundidad en el sector H (60 cm. desde el plano de referencia). Los restos encontrados
provienen todos del sector H, y aparecieron mezclados con restos de
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23
cerámicas a torno en todas las capas. Si bien se realizaron tres capas
de excavación, el material será presentado como perteneciente a un
mismo nivel, revuelto.
INVENTARIO DE MATERIAI.ES
H· l) Dos frags. de cerámica a tomo lisa. de pastas claras y superficies muy erosionadas.
H-2) Seis frags. de cerámica lisa, a mano, de superficies groseras.
H-3) Una cuenta discoidal en concha con perforación bicónica. Medidas: 9'9 mm. diám.,
por 4'2 mm. de grosor.
H-4) Una valva de Pectúnculus sin perforar.
H-5) Seis fraga. de cerámica lisa, a mano, de superficies alisadas.
H·6l Un frag. de cerámica a tomo con restos de pintura en rojo.
H· 7l Un frag. de cerámica a tomo con restos de pintura en rojo.
H· 8l Dos frags. de cerámica a tomo, lisa, muy concrecionadas.
V
EL SECTOR L
LA BXCAVACION
Situado en la parte superior derecha a la entrada de la cueva (fig.
2), el sector L está formado por un pequeño covacha de escasa profundidad (8 cm. de potencia total), en el que se encontraron algunos restos humanos (dos dientes de leche) junto a materiales de cronología
moderna y otros de posible ascendencia prehistórica.
INVENTARIO DE MATERIALES
L-11
L-2)
L·3l
L-4)
L-5)
Nueve fraga. de cerámica a tomo, lisa, de ionos rojizos.
Dos frags. de cerámica a mano y superficies groseras.
Un frag. de posible fondo aplanado. Cerámica a mano.
Dos frags. de cerámica a mano peinada.
Un frag. de cerámica a mano decorado con una banda de incisiones paralelas y verticales, muy finas y poco profundas, con muy escasa separación unas de otras; pasta oscura; desgrasante fino y abundante; superficie exterior bruiiida (fig. 13).
L-6) Una Columbella perforada.
11
81 -
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J. BBRNABBU
24
VI
ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL ESTUDIO
DE LOS MATERIALES
LA INDUSTRIA UTICA
Abstracción hecha de la laminita J-42 y de los fragmentos I-6 y
11, la industria lítica del yacimiento se reduce a las puntas de flecha y
los grandes cuchillos retocados o no. El sector K ha sido especialmen-
prolijo en este tipo de hallazgos; de él proceden las grandes puntas
de aletas y pedúnculo, las bellas bipuntas foliáceas y otras hasta un
total de once ejemplares. Este tipo de puntas, extraordinariúmente
realizadas, son perfectamente comparables a las encontradas en los
yacimientos de la Pastora (Alcoi, Alicante) (1 ), y la Barsella (Torre de
les Maqanes, Alicante) (2), situables ambos dentro del pleno Eneolítico. También el gran cuchillo apuntado (K- 10) relaciona esta necrópolis con las dos citadas, únicas en las que hasta el presente se han encontrado cuchillos similares al nuestro. Sin embargo, faltan enGarrofer los típicos elementos geométricos (trapecios y medias lunas), las
truncaduras y las láminas ampliamente retocadas presentes en aquellos.
Por lo que se refiere a la azuela pulida J -1, tan sólo cabe constatar
su presencia en la mayoría de las necrópolis valencianas del período.
te
LA CERAMICA
1) Cerámica lisa
Cuatro son las formas de cerámica lisa reconstruidas: un pequeño
vaso ovoide (K-1); dos cuencos, uno cilíndrico (J-32) y otro esférico (J9); y un pequeño cuenco hemiesférico (J-2). La escasez de restos cerámicos relacionados con los enterramientos impide una valoración
adecuada de éstos; sin embargo, puede decirse que las formas de los
cuencos son comunes a todo el Eneolítico, y sólo el pequeño vaso ovoide parece salirse de las formas hasta ahora conocidas.
(1 ) I . BALLESTER: «La labor del S.I.P. y su museo. Afias 1940 a 1948». Diputación Provincial de Valencia. Separata de la Secretaría. Valencia, 1949. Págs. 41 y ss.
(2) J . BELDA: «Excavaciones en el monte de la Barsella, término de Torremanzanas (Alicante)•. Mem. de la J .S.B.A., nt1ms. 100 y 112. Madrid, 1929 y 1931.
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COVA DEL GARROFBR
25
2) Cerámica Peinada
La cerámica peinada, representada en nuestro yacimiento por el
vaso de perfil en S con asa de sección circular horizontal (1-21 ), y los
fragmentos inventariados en L-4, se suele relacionar, al menos en sus
inicios, con la fase de transición al Eneolftico; asf, su presencia en yacimientos como Barranc Fondo (Xátiva, Valencia) (3), Sarsa (Bocairent, ·valencia) (4), Emparetá (Bocairent, Valencia) (5) y En Pardo
(Planes, AÍ\cante) (6), donde aparece junto a cerámica grafitada, apoyarfa su inclusión dentro de un Neolftico fmal, si bien su presencia en
yacimientos como la Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia), y la cova de la Bernarda (Gandfa, Valencia), indicarfan, por otra parte, su
pervivencia durante el pleno Eneolítico (7), etapa esta con la que
habrfa que relacionar los hallazgos aquf mencionados.
3) Cerámica Incisa
Tres son los fragmentos cerámicos decorados con incisiones presentes en el yacimiento; de ellos, el J-16 y el L-5 parecen repetir formalmente el mismo motivo.
La presencia de la decoración incisa no es un hecho totalmente
extraño a las cuevas de enterramiento eneolfticas. Dejando a parte la
cerámica campaniforme, existen en algunas necrópolis cerámicas que
poseen con las nuestras, y pese a las diferencias formales, dos caracterlsticas comunes:
- el hecho de utilizar la incisión como técnica decorativa.
- su escasa o nula relación c~n el fenómeno campaniforme.
Tal es el caso, por ejemplo, de la cueva del Mal Paso (Castelnovo,
Castellón) {8), de la Solana de Almuixich (Oliva, Valencia) (9), o de la
(31 B. MARTI: «El Neolftico Valenciano». Tesis de Doctorado. Valencia, 1978. Inédita,
pág. 205.
(41 M. D. ASQUERINO: «Cova de la Saisa (Bocairente, Valencia). Análisis tipológico y estadistico de los materiales sin estratigrafla». Saguntum, Papeles del Lab. de Arqueología de ·
Valencia. 13. Valencia, 1978. Págs. 99 y ss.
(61 M. D. ASQUERINO : «Coveta Emparetá». Noticiario Arqueológico Hispánico, Prehistoria 3. Madrid, 1975. Págs. 111 y ss.
(6) Material depositado en el Museo Arqueológico Municipal de Alcoi.
(7) B. MARTI: «El Neolftico de la Penlnsula Ibérica». Saguntum, Papeles del Lab. de Arqueología de Valencia, 13. Valencia, 1978. Págs. 90 y 92.
B. MARTI et alii: cCova de l'Or (Beniarrés, Alicante)». Vol. n. Trab~os Varios del S.I.P.,
65. Valencia, 1980. Págs. 148-159.
(8) F. JORDA: «Enterramientos en la cueva de la Torre del Mal Paso». Archivo de Prehistoria Levantina, vn. Valencia, 1958. Lápls. ll y m .
(91 J . APARICIO y J . SAN VALERO: «Nuevas excavaciones y prospecciones en la provincia de Valencia». Dto. de Historia Antigua. Universidad de Valencia. Serie Arqueológica, 5.
Valencia, 1977, Págs. 35-39.
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26
J. BERNABBU
cova del Barranc del Castellet (Carrfcola, Valencia) (10), en la que,
además, está presente un motivo decorativo similar al aparecido en la
parte superior del fragmento I-8.
La posible valoración cronológica de estas cerámicas es, cuando
menos, dudosa. Sin embargo, conviene aclarar que la utilización de
las cuevas naturales como lugares de en.terramiento es un hecho documentado en el Pais Valenciano al menos desde el Neolítico Cardial
(11) y que, por tanto, es posible pensar en la utilización prolongada de
algunas cuevas durante el Neolítico y Eneolítico, bien sea como luga. res de habitat primero, y enterramiento posteriormente (como parece
ser el caso de En Pardo), bien como necrópolis exclusivamente, lo que
explicaría el hallazgo de cerámicas cardiales junto a materiales claramente posteriores, como el campaniforme - caso del Barranc del
Castellet-. Esta hipótesis proporcionaría una posibilidad de explicar
la presencia de cierta parte al menos de estas cerámicas incisas en las
necrópolis eneolíticas; así, por ejemplo, las ya citadas en la cueva del
Mal Paso, claramente relacionables con los típicos motivos de la Cova
Fosca (Ares del Mestre, Castellón) (12), podrían explicarse por la utilización de la cueva durante un momento encuadrable dentro del
Neolítico tipo Fosca (13).
Sin embargo, la anterior relación entre cerámicas incisas y Neolítico tipo Fosca no puede generalizarse a todos los casos; por otra parte, la decoración incisa no campaniforme está presente, aunque en
proporciones escasas, dentro de las culturas eneolíticas del SE. y Portugal, si bien dicha presencia no ha podido ser aislada convenientemente en el Pais Valenciano.
Por lo que a nuestro caso se refiere, sólo podemos decir que ni la
relación con el mundo campaniforme, ni con las cerámicas incisas
neolíticas parecen viables. Además, dada su aparición en niveles estratigráficos revueltos, resulta asf mismo problemática su relación
con la etapa del pleno Eneolítico, representada por los niveles inferiores de los que no procede ningún fragmento decorado.
(10) E. PLA: «La coveta del Barranc del Castellet (Carrfcola, Valencia)t. Archivo de Prehistoria Levantina V. Valencia, 1954. Lém. V, C y D.
(11) MARTI, op. cit. nota 7, pág. 91.
V. CASANOVA: cEl enterramiento doble de la cova de la Sarsa (Bocairente, Valenda)lt.
Archivo de Prehistoria Levantina XV. Valencia, 1978. Págs. 27 y ss.
(12) J . APARICIO y J . SAN VALERO: «La Cova Posca (Ares del Maestre, Castellón) y el
Neolftico Valenciano». Dto. Historia Antigua, Universidad de Valencia. Serie Arqueológica, 4.
Valencia, 1977. Léms. n , m . IX, X y XI.
(13) MARTI, op. cit. nota 3, pág. 150.
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27
LOS ADORNOS
Tanto las cuentas discoidales de piedra y concha, como las Columbellas perforadas, elementos que se remontan ampliamente al
Neolitico, aparecen en la gran mayoría de las necrópolis eneoliticas
valencianas, por lo que no pueden utilizarse como elementos cronológicos significativos.
Distintos se presentan los colgantes ovalados de concha J -35 e I18 ; ambos se pueden agrupar dentro del genérico «colgantes ovalados
de concha» correspondiente a los tipos A.3.1. y E.3 .1. de Taborín, encuadrados por esta autora dentro del pleno Eneolitico (14). Por otra
parte, es de destacar que las áreas que mejores paralelos ofrecen para
este tipo 4e colgantes son las del SE. de Francia, Catalunya y la Cultura de los Millares, mientras que en la zona portuguesa no parecen estar tan desarrollados.
Para el colgante de piedra J-39, no hemos podido encontrar
ningún paralelo; esta clase de objetos «Úllicos,., de origen estrictamente local, podrían utilizarse para definir el estilo propio de determinadas zonas, pero resultan inutilizables a la hora de establecer posibles
cronologías.
El fragmento de botón cónico en V, J-26, plantea una interesante
problemática en torno a la datación del nivel de enterramiento presente en los sectores I y J . Procedente de la C. 10, se encuentra bastante por debajo de la profundidad máxima alcanzada por los niveles
revueltos y, por tanto, puede considerarse como perteneciente al enterramiento .
• Siguiendo la cronología del Cerro los Castillejos de Montefrío
(Granada), la primera aparición de estos botones podría situarse perfectamente en una fase anterior a la aparición del campaniforme inciso, es decir, durante el horizonte cronológico Millares II-VNSP n (15),
cronología perfectamente aceptable para nuestro yacimiento.
LOS IDOLOS OCULADOS
Los dos ídolos oculados procedentes de los sectores K y J pertenecen, como ya se vio en el inventario, a los idolos simples (ídolos con un
1141 Y. TABORIN: cLa parure en coquillage de l'Epipaleolithique au Bronze en Francet.
Gallia Prehistoire, T. xvm, fase. 1 y 2. Parls, 1974, pé.gs. 358-361.
(15) A. ARRIBAS y F. MOLINA: «Nuevas aportaciones al inicio de la metalurgia en la
Peninsula Ibérica. Bl poblado de los Castillejos de Montefrfo (Granadal't. en The Origina of
Metallurgy in Atlantic Europe. Proceedings of the fifth atlantic colloquium. Dubl1n, 1978,
pégs. 22 y 27.
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28
J . BERNABBU
solo par de ojos representado), en su variante A, caracterizada por la
inexistencia en su composición temática de los llamados «Motivos Secundarios». La clasificación y estudio pormenorizado de estos ídolos
ya fue realizado por nosotros (16). Si bien no es este el lugar para reproducir las argumentaciones allí expuestas, sí creemos necesario,
dado que todavia pemánece inédito nuestro estudio el presentar algunas consideraciones generales en orden a esclarecer tanto la terminología empleada, como las distintas observaciones respecto de sus características cronológicas y culturales.
Ballester, en su ya clásico estudio, agrupó a todas las representaciones oculadas sobre cerámica, cilindros de piedra, falanges y huesos largos de animal dentro de un mismo tipo, el de los fdolos oculados
(17). Para ello tuvo en cuenta dos hechos fundamentales:
l. La evidente unidad de concepto de estos ídolos, generalmente
relacionados con las prácticas de carácter religioso-funerario.
2. La repetición en todos ellos de los llamados <
<
Motivos Primarios» (ojos y líneas de tatuaje facial)..
Es por ello que, aun mariteniendo una distinción tipológica entre
las diferentes representaciones oculadas, no podemos olvidar que todas ellas deben responder a un principio común, sólo presente en determinadas áreas culturales; a este respecto, cabe destacar la ausencia de representaciones oculadas dentro de la Cultura Megalítica Catalana, ausencia que puede llevarse, a juzgar por lo publicado, alazona del País Valenciano situada al norte del rio Xúquer; por otra parte,
resulta dificil encontrar este tipo de representaciones fuera de los dos
grandes círculos culturales de la Península en este período (portugués
y almeriense), y del País Valenciano hasta los límites fijados. En base
a ellos, nos ocuparemos exclusivamente de los !dolos Oculados sobre
huesos largos, tipo Vil de Almagro (18), único tipo aparecido hasta el
momento en esta zona, y cuyos paralelos se reducen al poblado almeriense de Almizaraque (fig. 17).
Tras el estudio de sus distintos caracteres, agrupamos a las 31
piezas analizadas en cuatro tipos (fig. 18):
l . Tipo IA. - !dolos Oculados Simples cuya composición se reduce a la presencia exclusiva de los motivos primarios.
1161 J . BERNABEU: «Los elementos de adorno en el Eneolítico ValencianoJt. Tesina de licenciatura. Valencia, inédita.
(17) l . BALLESTER: ddolos Oculados ValencianoSJt. Archivo de Prehistoria Levantina ll.
Valencia, 1946. págs. 115-124.
( 18) M. J . ALMAGRO: «Los !dolos del Bronce 1 HispánicoJt. Bibliotheca Praehistórica Hispana, XD. Madrid, 1973, pág. 169.
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COVA DEL GARROFER
29
2. Tipo lB. - !dolos Oculados Simples en cuya composición, además de los motivos primarios, aparecen ya los motivos secundarios, aunque muy escasos. (Entendemos por motivos secundarios todos aquellos que no pueden incluirse dentro de los primarios.)
/
Fig. J 7. - Dispersión de loa yacimientos con idolos oculadoa. J 1Ereta del Pedregal (Navarrés,
Valencia); 21 Cova de la Malla Venia (Corbera de Alsira, Valencia); 3) Cova del Garrofer (Ontinyent, Valencia); 4) Cova del Bolumlnl (Alfafara, Alicante); 51 Cova de la Paatora (Alcoi, Alicante); 8) Almizaraque (Almeria)
Ambos tipos se agrupan dentro de un conjunto mayor, el
de los !dolos Simples, caracterizados por poseer un solo par de
ojos en cada ejemplar.
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30
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COVA DBL GARROPER
31
3. Tipo IIA.- Son !dolos Oculados Compuestos en los que la presencia de motivos secundarios no es abundante.
4. Tipo liB. - Son !dolos Oculados ·compuestos en los que la presencia de motivos secundarios es abundante.
Ambos tipos se agrupan dentro de un conjunto mayor, el de los
!dolos Compuestos, caracterizados por poseer más de un par de ojos
representados en cada ejemplar.
La dificultad en la atribución cronológica de estos idolos reside,
fundamentalmente, en la imposibilidad de relacionarlos con contextos estratigráficos atribuibles a horizontes cronológicos y culturales
concretos. Así, los ejemplares de la Ereta del Pedregal, procedentes
todos de las campañas antiguas (19), aparte su dudosa posición estratigráfica dificilmente relacionable con las secuencias logradas en
campañas posteriores (20), se encuentran con el problema de la dudosa atribución de los distintos estratos del yacimiento con horizontes
culturales bien definidos.
Los otros ejemplares procedentes de un poblado, Almizaraque, no
son tampoco más explícitos en su atribución cronológica (21); por tanto, nos vemos obligados a basar nuestras conclusiones a partir de los
datos procedentes de las necrópolis, con los problemas que ello lleva
implícitos.
A través de los paralelos más frecuentes, tanto para éstas, como
para el resto de las representaciones o·c uladas, sobre todo las vasijas y
las falanges, podría plantearse la aparición y mayor difusión de estos
tipos durante los períodos pre-campaniforme y campaniforme del pleno Eneolitico, es decir, durante los horizontes Millares 1-VNSP 1 y Millares 11-VNSP II, fases estas que en el País Valenciano no aparecen
tan diferenciadas,,y que preferimos denominar, junto con otros autores (22), el Pleno Eneolítico.
Así, por ejemplo, las vasijas oculadas aparecidas en las tumbas
III, VII y XXI de Millares (23), y en la primera fase de la tumba de
Monte do Outeiro (24), indicarían claramente una relación con las fa( 19) D. FLETCHBR: «La Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia)•. Archivo de Prelústoria
Levantina, IX. Valencia, 1961. Lám. IV.
(201 D. FLETCHER, E. PLA y E. LL<;:IBREGAT: «La Ereta del Pedregál (Navarrés, Valencia)». Excavaciones Arqueológicas en España, 42. Madrid, 1964.
(21) ALMAGRO, op. cit. nota 18, pág. 179.
(22) E. LLOBRBGAT: «Estudio de los megalitos portugueses por los Leisner, y las cuevas
de enterramiento móltiple del país valenciano•. Archivo de Prehistoria Levantina, XI. Valencia, 1966. Págs. 88-90.
(23 ) M. ALMAGRO y A. ARRiliAS: cE1 Poblado y la Necrópolis Megalfúcos de los Millares (Santa Fe de Monddjar, Almerlalt. Bibliotheca Praehistórica Hispana, m. Madrid, 1963.
(24) H. SCHUBART: cAs duas fases de ocupa~ao do Tómulo do Monte do Outeiro, nos
arrededores de Aljustreb. Rev. de Guimaraes, vol. LXXV. Guimaraes, 1965, pág. 203.
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32
J. BBRNABBU
ses cronológica. antes citadas. Por otra parte, ya dentro del área vas
lenciana, los ídolos oculados aparecidos en la Pastora (25), enlaMalla Verda (26) y en este yacimiento., abundarían en esta atribución
cronológica.
La etapa siguiente, que denominamos para el País Valenciano
«Horizonte Campaniforme de Transición» (27), etapa paralela a la segunda fase campaniforme (28) - horizonte del reflujo según Sangmeister (29)-, verla la desaparición de estos ídolos, ya que no aparecen en ninguno de los ajuares claramente relacionables con ella.
EL METAL
Si bien el fragmento de lámina de cobre (sin analizar) 1-19, permite pocas consideraciones en cuanto al establecimiento de su tipología
y las comparaciones derivadas de ésta, aporta, sin embargo, un dato
interesante por cuanto posibilita su relación con un nivel -el formado
por las C. 12 y 13- cuyos materiales pueden situarse con bastante
precisión dentro del Pleno Eneolítico, en un horizonte paralelo al Millares ll-VNSP ll, apoyando así la hipótesis anteriormente establecida
(30) de que la presencia de instrumentos metálicos en el Eneolítico
Va:lenciano es anterior a la fase de transición a la Edad del Bronce (El
H. C. T.), tal como podía observarse a través de los inst:Pumentos metálicos presentes en las cuevas de Ribera (Cullera, Valencia) (31 ), la
ladera del Castillo (Chiva, Valencia) (32), la gruta de les Llometes (Alcoi, Alicante) (33), y en la Reliquia (Banyeres, Alicante) (34), todas
ellas sin ningún elemento del horizonte campaniforme en sus ajuares.
(25) BAU.ESTER, op. cit. nota 17.
(26) R. BNGUIX: «La cova de la MallJl Verda (Corbera de Alcira, Valencia)». Xlll. Congreso Nacional de Arqueologia, Huelva, 1973. Zaragoza, 1975. Págs. 333 y ss.
(27) J . BBRNABBU: «Los elementos de adorno en el Eneolftico Valenciano». Saguntum,
Papeles del Lab. de Arqueológia de Valencia, 14. Valencia, 1980. Págs. 122-124.
(28) R : J . HARRISON : cThe Bell Beaker Cultures of Spain and Portugal». American
School of Prehistoric Research, 35. Peabody Mseum, Harvard University, 1977.
(29) B. SANGMEISTER: «La Civillsation du Vas Campaniforme. Bxposé sur la Civilisation
du Vas Campaniforme». Les Civilisations Atlantique du Neolithique a l'Age du Fer. Actea du
Premier Colloque Atlantique. Rennes, 1963.
(30) J. V. LBRMA: «Los origenes de la metalurgia en el País Valenciano». Tesina de Licen.ciatura. Valencia, inédita.
(31) B. PLA: cLa covacha de Ribera (Cullera, Valencia)». Arclrl.vo de Prehistoria Levantina, Vll. Valencia, 1958. Lám. ll, 1, 2, 3 y 4.
(32) D. FLBTCHER: cLa Covaéba Sepulcral de la ladera del Castillo de Chiva•. Archivo de
Prehistoria Levantina, VI. Valencia, 1957. Lám. m , 6.
(33) V. PASCUAL: «Hallazgos Prehistóricos en les Llometes (Alcoi)». Archivo de Prehistoria Levantina, X. Valencia, 1963.
(34) Material depositado en el Museo de Banyeres.
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33
Esta hipótesis entra en contradicción con la vigente interpretación de la estratigrafla de la Ereta del Pedregal (~avarrés, Valencia),
en la que d~ los cuatro niveles caracterizados como eneolíticos, sólo el
superior (estrato ll), clasificado como un Eneolítico final, poseerla algunos punzones metálicos (35). No cabe duda de que una revisión,
realizada sobre nuevas bases, de la estratigrafia de este importante
yacimiento resulta del todo necesaria si queremos eliminar las imprecisiones y contradicciones que, como la anterior, dificultan cualquier
intento dirigido a la comprensión de los problemas de nuestro Eneolítico.
vn
LOS RESTOS ANTROPOLOGICOS
El examen preliminar de las piezas dentarias realizado por el Dr.
don José Bonet, puso de relieve, a reservas de lo que en su dia pueda
concluir un exhaustivo estudio de la totalidad .los restos humanos encontrados, la existencia de cinco o seis individuos en la cueva, cuya
distribución por sectores seria la siguiente :
-SECTOR K.
Restos correspondientes a un individuo de edad adulta y un niño.
- SECTORES I-J.
Restos pertenecientes a un niño y un individuo de edad adulta.
Probable existencia de un segundo individuo adulto.
- SECTOR L.
Restos correspondientes a un niño de menos de cinco años.
Vil!
CONCLUSIONES
A través de las páginas anteriores hemos tenido ocasión de observar cómo el yacimiento de la cova del Garrofer se nos presentaba como un enterramiento de carácter múltiple y secundario, hecho común
(35) FLBTCHBR, PLAy LLOBRBGAT, op. cit. nota 20. Pégs. 19-21.
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34
J . BXRNABEU
a la mayoría de las necrópolis del periodo, y que ya fue puesto de manifiesto con la excavación de la cova del Canú Real (Albaida, Valencia) (36).
Dejando a parte los restos del sector L, demasiado fragmentarios,
a
el total de los inhumados podría reunirse en dos gr· ndes grupos: el
del sector K, y el de los sectores 1 y J; de tal modo que, si bien dentro
de cada uno de ellos era posible diferenciar momentos diferentes en
las inhumaciones, la homogeneidad de sus ajuares aconsejaba su unificación en los dos grupos citados. Ahora bien, las comparaciones entre los ajuares de los sectores K e 1-J, muestran ciertas diferencias
que podrían tomarse como datos significativos a la hora de valorar
sus respectivas posiciones cronológicas.
Así, ciertos materiales, como el botón cónico en «V», y el metal,
aparecen solamente en los sectores 1-J, en los que, además, hay que
hacer notar la ausencia de las grandes puntas de flecha finamente labradas y de los grandes cuchillos, que sin embargo aparecen en el sector K. Si aceptamos como válida la cronología de Millares II-VNSP Il,
propuesta en Montefrfo (37), para el botón cónico en «V» y consideramos, además, la ausencia de entre los materiales que nos ocupan de
aquellos que serán típicos en las fases posteriores (Campaniforme Inciso, Brazaletes de Arquero, etc.), no resultaría inverosimil el paralelizar este segundo grupo de enterramientos con la fase Millares IIVNSP II del Calcolitico peninsular; ello obligaría a replantearnos el
problema de la aparición de los primeros objetos metálicos en esta zona, tradicionalmente ligada al fmal de Eneolitico, ya en transición a
la Edad del Bronce (38), y que, a tenor de lo antes expuesto, deberla
situarse dentro del Pleno Eneolitico, si bien en un momento avanzado
de éste. Por el contrario, el grupo de enterramientos del sector K, en
cuyo ajuar no se encuentra ningún elemento de cronología avanzada,
se incluirla en una fase anterior, es decir, durante el horizonte Millares 1-VNSP l.
No obstante, las anteriores observaciones no pueden tomarse todavía mas que como indicios que apoyarían la división del Pleno
Eneolitico de esta zona, etapa a la que en conjunto pertenece el yacimiento, en dos fases, de modo similar a como ocurre en las culturas
eneoliticas del del SE. y Portugal. Futuros trabajos, apoyados sobre
bases más firmes, se encargarán de afirmar o rechazar tal posibilidad.
(36) l . BALLBSTER: d.a Covacha Sepulcral del Camf Reah. Archivo de Prehistoria Lev.antina, l . Valencia, 1929. Pág. 45.
(37) ARRIBAS y MOUNA, op. cit. nota 15.
(38) FLETCHER, PLA y LLOBREGAT, op. cit. nota 20.
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BERNABEU AUBAN.-Cova del Garrofer
LAM. 1
Situación del yacimiento y entrada al mismo
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BERNABEU AUBAN.-Cova del Garrofer
Adornos de los Sectores I y J.
LAM. ll
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTI NA
Vol. XVI (Valencia , 1981)
JOSE VTE. MARTINEZ PERONA
(Valencia)
LA COVACHA BOTIA
(Siete Aguas)
I
SITUACION, DESCRIPCION Y DESCUBRIMIENTO
La covacha Botia se encuentra situada dentro del término municipal de Siete Aguas (provincia de Valencia) (fig. 1), en la partida denominada El Atirador, al pie de la Peña Rubia, sobre un acantilado rocoso de la orilla derecha de la Rambla de La Vallesa, caserío éste que se
encuentra a pocos kilómetros de la covacha en cuestión, en dirección
Oeste (fig. 2).
Sus dimensiones son sumamente reducidas, tratándose de un pequeño corredor que no llega a los cuatro metros de longitud, de un
metro de anchura y escasamente alcanza esta medida de altura. La
sección transversal presenta forma ovalada, apuntada hacia el techo
y la longitudinal una ligera inclinación hacia la entrada, con estre~ha
fisura en la parte posterior. En la planta se observa la suave curvatura del fondo y la existencia en el tramo interior de un gourg que ya estaba inactivo cuando se efectuó el enterramiento, pero que, seguramente, en épocas húmedas posteriores a dicho momento, la covacha
debió tener alguna actividad hidrica, por las razones que luego apuntaremos (fig. 3) (Lám. I A y B).
El.descubrimiento se llevó a cabo en 1976 por Juan Botía Puerta,
que ha efectuado exploraciones sistemáticas del término municipal de
Siete Aguas para confeccionar la carta arqueológica de esta población, exploraciones que continúa en la actualidad. Púsose inmediatamente en contacto con el Servicio de Investigación Prehistórica de la
Diputación Provincial de Valencia, cuyo director comisionó al técnico
del servicio, José Aparicio Pérez, y el entonces colaborador del mismo, Bernardo Martí Oliver, para que, junto con el mencionado descubridor, procedieran al reconocimiento de la covacha en cuestión, ade- 96 -
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Fig. l. -Algunos yacimientos seml\iantes a la Covacha Botia: 1, Cueva Roca; 2, Necrópolis de
Algorfa; 3, Cueva de las Lechuzas; 4, Cova del Monte de la BarseUa; 5, Grieta de Les Llometes; 6, Cova de la Pastora; 7, Cuevas de los alrededores de Bañeras: Sol, Pedrera, Reliquia,
AneUs, Llarch, Serp, Bagases y Partidor; 8, Camf Real d'Alacant; 9, Barranc del CasteUet; 10,
Carassol del Vernisa; 11 , Solana del Almuixich; 12, Recambra; 13, Bernarda; 14, Covacha
de la Ladera del Castillo; 15, COVACHA BOTIA; 16, Cueva de la Torre del Mal Paso; 17, Can
Ballester; 18, Barranc de la Rabosa
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3
COVACHA BOTIA
más de otros yacimientos sitos en el término municipal de Siete
Aguas. Como la cavidad no tenía un nombre conocido se le puso el de
covacha Botfa en honor de su descubridor. La prospección les permitió recoger un cráneo que afloraba en la parte más profunda de la covacha y, dado el ·hallazgo antropológico y 'lo reducido del lugar, supusieron que se tratarla de un enterramiento perteneciente a la Edad del
Bronce Valenciano, tal y como se desprende del informe que emitieron (1).
Posteriormente, el se:dor Juan Botfa Puerta comunicó al S.I.P. el
inminente peligro que conia el contenido de dicho enterramiento ante
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fig. 2. - Mapa de los alrededores de Siete-Aguas
11) cLa labor del Servicio de Investigaci6.n Prehistórica y su Museo en el pasado aiio
1976». Tirada aparte de la Memoria presentada por la Secretaria General. Imprenta Provincial, 1977, págs. 71-72.
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J . V. MARTINEZ PERONA
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COVACHA BOTIA
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la constante visita y merodeo de perilonas aficionadas a la arqueologia por el lugar en donde se halla ubicada la covacha, lo cual motivó
que el director del Servicio decidiera su excavación inmediata en
calidad de urgencia, encargándonos la dirección de los trabajos de
campo (2).
II
LA EXCAVACION Y LA ESTRATIGRAFIA
Reálizamos la excavación los dias 6 de octubre y 3 de noviembre
de 1979, contando con la colaboración del mencionado descubridor,
señor Botia, de Norberto Hernández, estudiante de Biologfa y aficionado de Siete Aguas, y con los estudiantes de la Facultad de Geografla
e Historia de la Universidad de Valencia, Consuelo Debón Tarfn, Ernestina Badal Garcia, Adela Martfnez Medina y Francisco Blay
Garcia, a todos los cuales reiteramos nuestro agradecimiento por tan
valiosa colaboración, y muy especialmente a !CONA, al guarda forestal de este organismo destacado en Siete Aguas, que pacientemente
nos transportó al yacimiento, y no menos especialmente al ilustre alcalde de Siete Aguas, don Agapito Mas Tarin, que se interesó vivamente desde el primer momento por nuestro trabE\io, y corrió con todos los gastos referentes a la manutención del equipo excavador.
Dadas las reducidas dimensiones de la covacha, los momentos
iniciales de la excavación fueron muy dificultosos, empezando a extraer tierras superficiales de la parte interna, cuyo acceso se vio dificultado por un bloque pétreo que se encontraba a mitad de la cavidad, quizá resto de alguna pared de piedra en seco, protectora del enterramiento.
Empezamos por ir sacando 1a l .• capa, que estaba ·formada por
cantos angulosos de tamaño mediano y pequeño, entre los que salieron varias puntas de flecha y geométricas. Bajo estas piedras apareció el contorno ovalado del gourg mencionado y tierras que, al igual
(2) «La labor del Servicio de Investigación Prehiatórica y su Museo en el pasado año
1979.t. Tirada aparte de la Memoria presentada por la Secretaria General. Imprenta Provincial, 1980, págs. 80-81.
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J . V. MARTINEZ PBl\ONA
que los cantos de la capa t.•, poseían mucho carbonato cálcico, a juzgar por el color blanquecino que presentaban y por la capa calcárea
con que iban recubiertas las piezas arqueológicas, todo lo cual nos indicaba que, después de haberse realizado el enterramiento, la cueva
había tenido cierta actividad hldrica. Estas tierras ricas en carbonato
cálcico, constituyen la capa 2.•, que aportó muchos materiales arqueológicos, tales como puntas de flecha, la mayor parte de los
geométricos, la lezna entera y un fragmento de otra, de cobre ambas,
varias cuentas de collar en piedra verde, alguna de las bitroncocónicas y discoidales, el objeto óseo y muchos restos humanos, sobre todo
molares. Después empezaron a salir tierras rojizas que descansaban
directamente sobre el piso del gourg, mostrándose completamente
estériles (fig. 3 y Lám. 1, A).
El gourg dejaba entre sus paredes y las de la cueva espacios más
bien reducidos, pero que contenían bastantes sedimentos que procedimos a su extracción, estando formados por tierras negruzcas, ricas en
materia orgánica y que envolvían muchos restos recientes, tales como
bellotas, conchas de caracoles, huesos de animales, pajas, etc. En estos intersticios recogimos también materiales arqueológicos (cuentas
de collar, algún geométrico, muchos molares), destacando la aparición de una mandíbula humana de un nifto y el hacha (fig. 4) (Lám. II,
A), lugar este en donde, según nos indicó Botfa, descansaba el cráneo
recogido en la prospección que antecedió a la excavación. Como claramente puede verse, estos sedimentos marginales estaban completamente removidos, quizás por las alimañas y roedores.
Continuamos la excavación hacia la salida, en las tierras inmediatamente contiguas al gourg, retirando primeramente la piedra que estaba colocada junto al mismo, apareciendo una sendimentación formada por tierras negruzcas con cantos calizos que contenían materiales arqueológicos, como alguna punta de flecha, cuentas de collar, casi toda la cerámica hallada, molares humanos y restos de huesos largos muy deteriorados.
Conforme avanzábamos hacia la salida, las tierras se tomaron rojizas y completamente estériles que, no obstante, fueron agotadas
hasta el fmal.
Posteriormente, y con motivo de una exposición de materiales arqueológicos de Siete Aguas que se montó en agosto de 1980, en la que
también iban a figurar los materiales del enterramiento objeto de estudio, el señor Botfa procedió a la limpieza y extracción de algunos
restos terrosos que contenía en su interior el cráneo, entre los que halló un triángulo (núm. 21 bis del inventario) y un fragmento de lezna
en cobre (núm. 23 bis del inventario y Lám. IV, F).
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COVACHA BOTIA
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J. V. MARTINEZ PBRONA
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LOS MATERIALES
Las medidas van expresadas en centímetros y el número de orden
del inventario se corresponde con el número que lleva la misma pieza
dibujada.
l . Hacha o azada en roca desconocida de color verde oliva; ejes convergentes, lados convexos, ceras convexas, bordes facetados en el extremo distal o del filo y en el resto redondeados, talón biselado algo deteriorado, ligeramente convexo; biseles convexos simétricos; filo
convexo algo deteriorado, recto; sección ovoide; pulimento en toda la pieza, excepto en los
bordes y cera ventral. 14 x 7,8 x 4,8 (fig. 4 y Lám. II, A).
2. Punta de flecha, en sflex gris claro con retoques blfaciales, totales, planos; lados rectos con aletas poco desarrolladas y pedúnculo lnclplente apuntado. Le falta el extremo distal
y la aleta derecha. 3,6 x 1,6 x 0,4 (fig. 5 y Lám. III, F).
3. Punta de flecha, en s1lex transparente, con retoques blfaciales, totales planos; 1!idos
rectos con aletas bien desarrolladas y pedúnculo Incipiente apuntado. 2,7 x 1,9 x 0,3 (fig. 5
yLám. m, Bl.
4. Punta de flecha romboidal muy irregular, en sllex gris veteado, con retoques planos
blfaciales totales; lados rectos con incipiente mu116n izquierdo y ped(lnculo de lados rectos
apuntado. 3,8 x 1,6 x 0,7 (fig. 5).
5. "Punta de flecha con aletas muy Incipientes, en sflex gris-rojizo veteado, con retoques
blfaciales totales planos; lados ligeramente convexos y pedllnculo de lados rectos redondeados. 3,4 x 1,6 x 0,6 (fig. 5).
6. Punta de flecha folié.cea, en sfiex gris, obtenida sobre hoja de sección triangular mediante retoques bifaciales, planos, totales en los extremos distal y proximal, quedando el lado
derecho, medial, dorsal y una zona ventral central, mesial-proximal sln retoques. Lados ligeramente convexos, tendiendo la pieza a la forma romboidal. 3,3 x 1,3 x 0,4 (fig. 5 y Lé.m.
m. Al.
7. Punta de flecha muy irregular, en sflex gris oscuro veteado, con retoques planos bifaciales totales; lados convexos dentados, el derecho con Incipiente muñón; y pedúnculo de lados rectos fracturado. 3 x 1,3 x 0,6 (fig. 6).
8. Punta de flecha asimétrica con aletas Incipientes, en sllex melado, con retoques bifaciales, planos. totales, ventrales y cubrientes, dorsales; lados ligeramente convexos con fino
dentado; y pedúnculo de lados ligeramente cóncavos de extremo romo. 2,6 x 1,6 x 0,3 (fig.
6 y .Lám. m , C).
9. Punta de flecha con aletas Incipientes, en sflex con pé.tlna blanca y retoques blfaciales, totales, planos; lados rectos y pedúnculo romo de lados rectos. 2,3 x 1,6 x 0,4 (fig. 5 y
Lám. III, DI.
10. Punta de flecha follácea en sflex gris claro, con retoques blfaciales, planos, cubrientes; lados ligeramente cóncavos e insinuación de pedúnculo de lados algo convexos, quedando en el centro de la pieza, en ambos costados, una zona de lados rectos paralelos. 2 x 1, 5 x
0,3 (flg. 6 y Lé.m. m, G).
11. Trapecio, en sflex gris claro algo patinado, sobre hoja de sección trapezoidal-triangular, con truncadura oblicua izquierda a base de retoques abruptos directos. 3,3 x 1,3 x 0,5
(flg . 6, Lé.m. II, C, y Lám. IV, H).
12. Trapecio, en sflex rosé.ceo, sobre boja de sección trapezoidal, con dos truncaduras,
una oblicua, izquierda, cóncava y la otra normal cóncava, ambas a base de retoques abrup·
tos directos. 2,1 x 1,5 x 0,4 (fig. 5 y Lé.m. n, e, y Lám. m , El.
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13. Trapecio, en sílex melado con ligera pátina dorsal, sobre hoja de sección trapezoidaltriangular con dos truncaduras, una oblicua, izquierda, cóncava y la otra normal cóncava,
ambas obtenidas mediante retoques abruptos directos. Le falta el extremo distal. 1,7 x 1,4 x
o,3 lfig. 5, Lám. n , e , y Lám. IV, 11.
14. Trapecio, en sflex con pátina blanca, sobre hoja de sección triangular, con truncadura oblicua, izquierda, cóncava, obtenida mediante retoques abruptos directos. 2, 1 x 1,3 x
o,4 lfig. 5 y Lám. n , eJ.
15. Trapecio, en silex gris oscuro, sobre hoja de sección trapezoidal con truncadura oblicua, izquierda algo cóncava, y truncadura normal ligeramente cóncava, ambas con retoques
abruptos directos. Retoques simples, continuos, marginales indirectos de uso. 1,9 x 1,4 x
0,2 (fig. 5, Lám. ll, C, y Lám. IV, K).
16. Trapecio, en silex con pátina blanca, sobre hoja de sección trapezoidal, con dos truncaduras, una oblicua, izquierda, recta y la otra, proximal, oblicua, cóncava, obtenidas ambas
mediante retoques abruptos directos. 2,1 x 1,2 x 0,4 (flg. 5, Lém. II, C, y Lém. IV, I).
17. Triángulo, en sflex con pátina blancuzca-amarlllenta, posiblemente sobre hoja-cresta, con dos truncaduras unidas, la una oblicua, izquierda, convexa, obtenida mediante retoques abruptos directos, y la otra normal, cóncava, obtenida mediante retoques abruptos, directos y simples, planos, indirectos. 2,3 x 1,2 x 0,6 (flg. 5, Lám. II, c. y Lám. m. H).
18. Trléngulo, en sllex con pátina blanca, sobre hoja de sección triangular con truncadura oblicua izquierda convexa a base de retoques abruptos directos. 1,9 x 1,3 x 0 ,4 (fig. 5 y
Lám. n, Cl.
19. Triángulo, en silex melado patinado en parte, sobre extremo distal de hoja de sección
trapezoidal, con truncadura oblicua izquierda convexa a base d~ retoques abruptos, directos,
faltándole el extremo distaL 1,4 x 1,5 x 0,3 Ulg. 5 y Lám. n, C).
20. Triángulo, en silex melado con pátina blancuzca-amarillenta en la parte dorsal, sobre extremo distal de hoja de sección triangular, con dos trunc aduras, la una izquierda, oblicua, convexa con retoques abruptos, directos, y la otra proximal, oblicua, izquierda, recta
con retoques abruptos, ind1rectos. 1,9 x 1 x 0 ,3 (fig. 5 y Lám. II, C).
21 . Tranchet, en sllex melado con manchas de pátina, sobre hoj a de sección trapezoidal
que presenta retoques planos dorsales y truncadura izquierda, oblicua, cóncava, con retoques abruptos directos. 1,7 X 1,2 X 0 ,4 (fig. 5 y Lám. n, C).
21 bis. Triángulo, en sflex melado, sobre hoja de sección posiblemente trapezoidal con
dos truncaduras, la una izquierda, oblicua, algo alnuosa, y la otra normal, cóncava, obtenidas ambas con retoques abruptos directos. 2 x 1,4 x 0,2 (fig. 5 y Um. n, C).
22. Lezna de cobre biapuntada de sección cuadrada. 6,8 x 0 ,3 x 0,3 (fig. 6 y
Lám. IV, E).
23. Extremo apuntado de lezn.a de cobre de sección cuadrada. 1,6 x 0 ,2 x 0,2 (fig. 6 y
Lám. IV, G).
23 bis. Idem. anterior. 3,6 x 0,3 x 0,3 (tlg. 6 y Lám. IV, Fl.
24. Uúl plano de hueso fragmentado, de lados convergentes, faltando el extremo que
dende a estrecharse; posible agt.úa o punzón. 7,8 x 1,3 x 0,4 (flg. 6 y Lám. IV, D).
25. Cuenta de collar, en piedra verde, tipo oliva, presentando en toda su superficie varias facetas de abrasión y perforación longitudinal. 1,3 X 0,9 X 0,8 (flg. 6 y Lám. ll, D).
26. Idem. 1,3 X 0 ,9 x 0 ,8 (fig. 6 y Lám. ll, D).
27. Idem. 1,3 X 0 ,9 x 0 ,8 (fig. 6 y Lám. II, D).
28. Idem. 1,3 x 0,8 x 0,8 (fig. 6 y Lám. II, D).
29. Idem. 1,1 x 0 ,9 x 0,7 (fig. 6 y Lám. II, D).
30. ldem. 1,2 X 0 ,9 x 0 ,7 (fig. 6 y Lám. ll, D).
31. ldem. 1,1 X 0 ,8 X 0,7 (fig. 6 y Lám. ll, D).
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32. Idem. 1 x 0,8 x 0,8 (fig. 6 y LAm. ll, D).
33. Idem. 1,2 X 0,8 X 0,7 (fig. 6 y LAm. n , D).
34. Idem. 1,2 x 0,8 x 0,8 (fig. 6 y Lám. n. Dl.
35. Idem., pero con una tercera perforación lateral, seguramente accidental. 1,2 x 0,8
x 0,6 (fig. 6 y LAm. ll, D).
36. Idem., pero ain·perforación lateral. 1, 1 X 0,8 X 0,7 (fig. 6 y Um. ll, D).
37. Idem. 1,1 X 0,8 X 0,6 (fig. 6 y LAm. ll, D).
38. ldem. 1 X 0,8 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, D).
39. Idem. 1 x O,7 x 0,6 (fig. 6 y LAm. ll, D).
40. Idem. 1, 1 X 0,8 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, D).
4 1. Idem. 1 x 0,8 x 0,6 (fig. 6 y Um. ll, DI.
42. Idem. 1 X 0,7 X 0,7 (tig. 6 V LAm. n. D).
43. Idam. 1 X 0,8 X 0,6 (fig. 6 y Um. ll, D).
44. Idem. 0,9 x 0,7 x 0,6 (fig. 6 .Y LAm. ll, D).
45. Idem., pero fragmen\ada. 1,2 x 0,9 x 0,8 (fig. 6).
46. Idem., pero fragmentada. 1,3 x 0,8 x 0,7 (fig. 6).
47. Idem., pero fragmentada. 1,2 x 0,8 x ? (fig. 6).
48. Idem., sin fragmentar. 1 x 0,8 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, D).
49. Idem., fragmentada. 1,2 x 0,8 x 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, D).
50. . Cuenta de collar bitroncocónica, en caliza bl anca, con ancho orificio, més estrecho
en el cantro de la pieza. 0,5 X 0,7 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, B).
51 . ldem. 0,15 X 0,7 X 0, 7 (ftg. 8 y Um. ll, B).
52. ldem. 0,5·0,4 X 0,7 X 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, B).
53. Idem. 0,5-0,4 X 0,7 x 0,7 (fig. 6 y LAm. ll, B).
54. ldem. 0,4-0,3 X O,7 x O, 7 (fig. 6 y LAm. ll, B).
55. ldem. 0,3 x 0,7 x 0,7 (flg. 6 y Um. n, B).
56. Idem., de la que sólo se conservan treS fragmentos. 0,4 x ? x 7.
5 7. Cuenta de collar discoidal, en mérmol blanco, con fino orificio més estrecho en una
de las caras que en la otra. 0,2 x 0,6 x 0,6 (fig. 6 y Um. n , B).
58. Idam., pero con el orificio més estrecho en al cantro de la pi~tJB. 0,2 x 0,6 x 0,6 (fig.
s y LAm. n , Bl.
59. Idem., pero con el orificio més estrecho en una delaa caraa. 0,2 x 0,6 x 0,6 (flg. 6 y
LáJil. n , B).
60. Fragmento cerAmico a mano, del borde de un cuenquecito de puta negra con desgraaante grueso de calcita. Superficie interior marrón-rojiza alisada y exterior marrón alisada, atloren._do en embaa el grano del desgruante. 8,4 x 6,9 x 0,8. DiAmetro y altura supuestas del cuenco reconstruido. 14,5 x 11 (fig. 7 y,LAm. IV, A).
61. Fragmento cerAmico a mano del borde de un vaso de paredes rectas, de puta~.~-.
cea con grueso desgrasante calizo y calcitico; superficies marrones alisadila en laa que 8t1ora
el grano del deagruante. 4,2 x 3,5 x 0,8 (fig. 8 y LAm. IV, C). ·
62. Fragmento cerAmico a mano del borde de un vaso de paredes rectas, de puta marrón negrusca con grueso desgruante de calcita; superficies marrones alisadas en las que
aflora el desgruante 4,4 x 3,5 x 0,7 (fig. 8 y LAm. IV, B).
63. Fragmento cerAmico a mano del borde de un cuenco de labio reentrante de pasta
marrón oscura con desgruante grueso de calcita. Superficies marrones oscuras alisadas en
las que aflora el grano. 3,3 x 3 x 0,9 (ftg. 81.
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64. Fragmento cerámico a mano del cuerpo de pasta negra con desgrasante grueso de
calcita. Superficies marrones alisadas. 6,1 ·X 5,4 x l.
65. Fragmento cerámico a mano del cuerpo de pasta gris oscura con desgraaante grueso
de calcita. Superficies marrones allaadu en las que aflora el grano. 3 x 2,6 x 0,6.
66. Fragmento cerámico a mano del cuerpo de pasta negra con d.eagraaante medlanQde
calcita. Superficie interior negruzca_ alisada y exterior marrón alisada aflorando el gran.o. 4
X 3,8 X 0,8.
67. Fragmento cerámico a mano dal cuerpo de puta marrón oscura con j:leagrasante de
calcita muy grueso. Superficies butaa marrones como la pasta. 6 x 4,6 x l.
68-73. Pequedoa fragmentos cerémicoa a mano del cuerpo, de las miamas caracterlaticaa que loa descritos con anterioridad.
IV
PARALELOS Y PROBLEMATICA
Asf pues, nos encontramos ante un conjunto de materiales sumamente homogéneos, propio de los enterramientos colectivos eneolfticos valencianos, siendo de destacar la contemporaneidad cronológica
de cada uno de los objetos de los ajuares de este enterramiento, sobre
todo ante la ausencia de vaso campaniforme, determinados elementos de adomo, tales como cuentas de· collar tubulares (3), brazaletes
de arquero y botones con perforación en V, y piezas metálicas tan características como las puntas de flechas Palmela y los puñales de lengüeta.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que es sumamente dificil
encontrar absolutamente todos los materiales usuales en estos enterramientos, en cada uno de ellos, faltando siempre alguno o varios,
bien porque no se colocaran en principio, ya que no podemos suponer
que hubiera absoluta necesidad de ello en el posible ritual, o·en últinio
extremo también se puede suponer su pérdida debido a lo esquilmados que se suelen encontrar los depósitos funerarios como consecuencia de las diversas vicisitudes sufridas, lo cual nos permite afirmar
que los modelos «standard» de ajuar colectivo, correspondiente a los
enterramientos colectivos de la primera época del Eneolitico, son más
teóricos que reales, aunque aceptables a efectos descriptivos y metodológicos.
(3) J. V. LBRM.A y J . BBRNABEU: cLa coveta del Monte Picayo (Sagunto, Valencia)». Archivo de Prehlatoria Levantina, XV. Val~cla, 1978, pAga. 37-46.
J. BERNABBU AUBAN: cLoe elementos de adorno en el Bneolftico Valenciano». Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueologia de Valencia, 14. Valencia, 1979, péga. 109-126.
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15
64. Fragmento ceré.mico a mano del cuerpo de pasta negra con desgrasante grueso de
calcita. Superficies marrones alisadas. 6,1 ·X 5,4 x l.
65. Fragmento ceré.mico a mano del cuerpo de pasta gris oscura con desgrasante grueso
de calcita. Superficies marrones alisadas en las que aflora el grano. 3 x 2,6 x 0,6.
66. Fragmento ceré.mico a mano del cuerpo de pasta negra con desgrasante medianQ de
calcita. SuperfiCie interior negruzca. alisada y exterior marrón alisada aflorando el grano. 4
X 3,8 X 0,8.
67. Fragmento ceré.mico a mano del cuerpo de pasta marrón oscura con desgrasante de
calcita muy grueso. Superficies bastas marrones como la pasta. 6 x 4,6 x l.
68-73. Pequef'los fragmentos ceré.micos a mano del cuerpo, de las mismas caracteristicas que los descritos con anterioridad.
IV
PARALELOS Y PROBLEMATICA
Asi pues, nos encontramos ante un conjunto de materiales sumamente homogéneos, propio de los enterramientos colectivos eneolfticos valencianos, siendo de destacar la contemporaneidad cronológica
de cada uno de los objetos de los ¡ijuares de este enterramiento, sobre
todo ante la ausencia de vaso campanüorme, determinados elementos de adorno, tales como cuentas de· collar tubulares (3), brazaletes
de arquero y botones con perforación en V, y piezas metálicas tan caJ
racterlsticas como las puntas.de flechas Palmela y los puñales de lengüeta.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que es sumamente dificil
encontrar absolutamente todos los materiales usuales en estos enterramientos, en cada uno de ellos, faltando siempre alguno o varios,
bien porque no se colocaran en principio, ya que no podemos suponer
que hubiera absoluta necesidad de ello en el posible ritual, o·en últinio
extremo también se puede suponer su pérdida debido a lo esquilmados que se suelen encontrar los depósitos funerarios como consecuencia de las diversas vicisitudes sufridas, lo cual nos permite afirmar
que los modelos «standard» de ¡ijuar colectivo, correspondiente a los
enterramientos colectivos de la primera época del Eneolftico, son más
teóricos que reales, aunque aceptables a efectos descriptivos y metodológicos.
(3) J. V. LERMA y J. BERNABEU: «La coveta del Monte Picayo (Sagunto, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, XV. Val~ncia, 1978, pAga. 37-46.
J . BERNABEU AUBAN: «Los elementos de adomo en el Eneolltico Valenciano». Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueologia de Valencia, 14. Valencia, 1979, pégs. 109-126.
- 109 -
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COVACHA BOTIA
17
Mola de Torre Am. dor (13), Casa de Lara y Arenal de la Virgen (14);
a
igualmente, es interesante la presencia de un «tranchea, conociéndose otro procedente del enterramiento del Carassol del Vernissa, en Xltiva (15).
La presencia de una lezna completa de cobre y dos fragmentos de
otras dos en el mismo metal, nos plantea ci.et:tos problemas si tenemos
en cuenta la valoración que se dan a los niveles profundos de la Ereta
del Pedregal (16), que por el momento no han proporcionado ningún
útil en cobre, valorando, por otro lado, el hecho de que las leznas aparezcan en conjuntos de materiales eneolíticos de enterramiento que
podemos considerar como del Eneolítico I o Antiguo, tales como La
Pastora, Ladera del Castillo de Chiva, Les Llometes de Alcoi (17) y Cova del Sol de Banyeres. Sin descartar totalmente la posibilidad de que
la presencia de estos objetos metálicos, las leznas de sección cuadrada, se deba a intrusiones posteriores, creemos que son sincrónicos con
el resto del ~uar, a juzgar por la antigüedad de la metalurgia en el
Mediterráneo Occidental (18), pudiéndose expliéar el caso de la Ereta
del Pedregal como un caso local anómalo, que por otra parte no· es el
único que presenta dicho yacimiento, ya que tampoco aparecen las
cuentas de collar tipo oliva, en piedra verde, ni en el estrato correspondiente, el vaso campaniforme, aunque sf botones con perforación
en V.
En cuanto a los elementos de adorno se refiere, llama la atención
la abundancia de cuentas de collar, tipo oliva, en piedra verde, las
cuales aparecen siempre en contextos pertenecientes al Eneolítico
precampaniforme. En tierras valencianas, y en cuevas de enterramiento colectivo las encontramos en La Pastora, Coveta del Barranc
del Castellet, Bernarda de Palma de Gandia y Cova de la Serp de Banyeres. Son múy frecuentes en los «Sepulcros de Fosa» catalanes (19) y
(13) A. GONZALBZ PRATS: cCarta Arqueológica del Alto Maestrazgo». Serie TraheJos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, nám. 63. Valencia, 1979, pág. 33.
(14} J : M.• SOLER GARCIA: cVUlena. Prehistoria-Bistoria-Monumentoo. Alicante, 1976.
(15) Rallado en las excavaciones que realizó J . Aparicio Pérez.
(16) B. MARTI OLIVBR y J . GIL SANCHO: «Perlas de aletas y glóbulos del Cau Raboser
(Carcalxent, Valencia) (Algunas consideraciones sobre el RneolJtlco Valenciano)». Archivo de
Prehistoria Levantina, XV. Valencia.• 1978, págs. 62-63.
B. MARTI OLIVBR: cBl RneolJtlco». Nuestra Historia. Valencia, 1980, pág. 133.
(17) V. PASCUAL PBRBZ: «Rallazgos prehistóricos de Les Llometes (Alcoy)». Archivo de
Prehistoria Levantina, X. Valencia, 1961, págs. 39·58.
(18) J . GUILAINB: eLes debuts du Chalcollthique en Méditerranee Occidentale». Serie
Arqueológica nám. 8, Varia U. Departamento de Rlstoria Antigua. Universidad de Valencia.
En prensa.
(19) A. M.• ~OZ AMIBILIA: cCultura NeolJtlca Catalana de los Sepulcroa de Fosu.
Instituto de Arqueologla y Prehistoria. Universidad de Barcelona, 1965.
-
111 -
[page-n-114]
18
J . V. MÁRTINB2 PERONA
en los sepulcros .megalíticos andaluces y portugueses (20). Sin embargo, no aparecen en la Ereta del Pedregal y nunca en contextos campaniformes, por lo que no los hemos encontrado en el Puntal sobre la
Rambla Castellarda (21 ).
Los objetos fabricados en hueso son curiosamente raros en esta
covacha, limitándose solamente a un punzón o aglija fragmentad~.
Faltan los punzones sobre ca.fta de metapodio de ovicápridos o en huesos de conejo, tan frecuentes en la mayoría de las cuevas de enterramiento citadas.
Igualmen:te caen en falta, por aparecer en casi todos los enterramientos similares, las hojas-cuchillo y los no tan generalizados ídolos,
tanto los pintados sobre huesos de animales como los llamados de placa o violín.
La cerámica es escasa y fragmentada, en mal estado de conservación y sin decoración. Los pocos fragmentos recogidos pertenecen a
cuatro vasos de forma distinta: un cuenco, dos vasos de paredes rectas y un cuenco de labio reentrante, bastante plano. Cerámica que no
se sale de la propia de las cuevas de enterramientos colectivos.
V
VALORACION Y CRONOLOGIA
El estado en que hemos encontrado las inhumaciones de la Covacha Botf.a en. relación al que debieron tener en la época en que se llevaron a cabo es muy distinto. La actividad hf.drica de la cavidad, por
un lado, que debió ser intensa en épocas lluviosas, y la actuación de
animales depredadores, carro:deros o roedores, han motivado que el
tijuar y los restos óseos hayan sido desplazado~ de sus lugares de origen e incluso sacados al exterior, con lo que se han perdido para · iems
(20) G. y V. LEISNBR: IDie Megalithgriiber der Iberischen Balbinsel. Erster Tell: Der Südem, Romiach-Germanische Forschungen, 17, Berlin. 1943.
(211 J . V. MARTINBZ PBR'ONA: «Carta ArqueolósJca de Pedralba y Bugarra (Valencia)».
Archivo de Prehistoria Levantina, XIV. Valencia, 1975, pé¡. 173.
J . APAIUCIO PERBZ, J . V. MARTINBZ PBRONA y J . SAN VALBRO APAIUSI: «El Puntal
sobre la Rambla CuteDarda y el Poblamiento Eneolitico en la ResJón Valencianat. Saltahi
XXVU (1977). Valencia, 1978, pé¡s. 37-62.
-
112 -
[page-n-115]
COVACHA BOTIA
19
pre, dada la situación de la covacha que abre su entrada en un aca.iltilado del barranco de la Vallesa. No podemos descartar tampoco que
se trate de segundos enterramientos y, por lo tanto, que en el momento de trasladar los restos humanos y el ~uar ya no fueran depositados
en su totalidad, cosa bastante frecuente en segundos enterramientos.
De todas maneras, y por las razones indicadas, nos encontramos en la
imposibilidad de poder aclarar si se trata de primeros enterramientos
o de depósitos de huesos y ~uares después de la descarnación en otro
lugar.
Lo que sí es seguro. es que los enterramientos se realizaron dentro
de una estructura natural, en este caso un gourg de forma ovalada
y de reducidas dimensiones, y que luego, seguramente se protegió el depósito con bloques pétreos colocados en el borde del
gourg, hacia la salida, abogando en favor de esta interpretación la
piedra de medianas dimensiones que encontramos aún en el lugar indicado, al comenzar la excavación.
La primera prospección que realizara el S.I.P. proporcionó un cráneo, q)le unido a lo reducido del lugar hizo pensar en un enterramiento de la Edad del Bronce, posiblemente con un solo individuo. Luego,
cuando excavamos, encontramos más restos humanos y del examen a
simple vista sacamos la conclusión provisional de que había dos personas y que, pese a que el ~uar nos indicaba claramente que estábamos ante un enterramiento contemporáneo de los eneolfticos colectivos en cuevas naturales, el número de cadáveres no era ni mucho menos elevado. Finalmente, el estudio de los restos humanos por parte
de la especialista, María José Broseta, cuyo trab~o sigue al pre~ente,
nos ha permitido saber que, por lo menos, son cuatro los enterrados,
una chica de unos 16 años a la que pertenece el cráneo, un niño de alrededor de 6 años al que pertenece la mandíbula y otros huesos, y dos
adultos de los que solamente se conservan algunos molares, sin descartar la posibilidad de que algunos dientes pueden pertenecer a otro
individuo infantil, teniendo, por lo tanto, restos de cinco enterrados,
número que, aunque parezca b~o en relación con los normales para
las cuevas de enterramiento colectivas, está en consonancia con lo reducido de la covacha, máxime si pensamos que el lugar escogido para
depositar el enterramiento fue un diminuto gourg.
En cuanto al encuadre cronológico de este enterramiento, nos encontramos con la falta de fechas absolutas proporcionadas por el método del C14; pero disponemos de un interesante ~uar cuyas particularidades y problemática cFonológica ya han sido planteadas. Apoyándonos en tales planteamientos, creemos que el enterramiento de
la covacha Botía hay que situarlo entre el3000 y el2600-2500 a. de
15
113 -
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20
J . V. MARTINEZ PERONA
C., fechas que se corresponden con el Eneolitico I de la estructuración
de Aparicio (22).
.
No entramos en más consideraciones que podíamos·hacer en relación con los materiales arqueológicos de la covacha Botfa y los más
recientes trab(\jos de síntesis sobre el Eneol1tico, en tierras valencianas (23), ya que esta tarea la dejamos para un futuro muy próximo,
cuando publiquemos exhaustivamente los materiales de la Cova de la
Pastora de Alcoi, una de las cuevas de enterramientos colectivos más
significativas e importantes de las tierras baftadas por el Mediterráneo Occidental.
·
(221 J . APARICIO PEREZ: cSima de ...», op. cit. en la nota 7.
(23) Fundamentalmente los trabrijos de Harrlson, Guilaine, Mart.t y Aparicio.
-
114 -
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A.-Interior de la covacha mostrando el gourg después de excavado.
B.- Entrada de la covacha.
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A.- Hacha o azada en piedra verde oscuro.
B.- Cuentas de collar bitroncocónicas y discoidales.
C.- Coqjunto de geométricos.
D.-Cuentas de collar en piedra verde, tipo oüva.
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MARTJNEZ PERONA.-Covacha Botia
LAM.m
H
A, B, C, D, F y G.-Puntas de flech a.
E y H.-Geométricos.
[page-n-120]
MARTINEZ PERONA.-Covacha Botia
LAM. IV
D
G
F
J
K
A, B y C.- Fragmentos de bordes cerámicos, a mano.
D.-Objeto de hueso.
E, F y G.- Lezna y fragmentos de otras, en cobre.
H, I, J y R.-Geométricos.
E
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ARCHIVO DB PRBBISTORIA LEVANTINA
VOL. XVI (Valencia, 19811
M. a JOSE BROSETA PRADES (*)
ANDRES MARTINEZ-ALMAGRO (**)
(Valencia)
ESTUDIO DE LOS RESTOS HUMANOS
PROCEDENTES DE LA COVACHA
BOTIA
INTRODUCCION
Hemos estudiado (***), desde un punto de vista exclusivamente
morfológico, diversas piezas de esque~etos humanos pertenecientes al
periodo Eneolitico y que corresponden al hallazgo de la covacha
Botfa, en la zona de Siete Aguas, llevado a cabo por el equipo del pro-
fesor Fletcher, blijo la dirección del profesor Martinez Perona.
Se describe, a continuación, la relación detallada de dichas piezas
óseas y se estudia, de modo especial, un cráneo, una mandíbula y un
conjunto de unidades dentarias.
INVENTARIO DE PIEZAS OSEAS HUMANAS
1 Vértebra cervical de adulto.
1 Vértebra cervical de adulto joven.
1 Vértebra dorsal de adulto joven.
1 Vértebra cervical de nifto.
1 Fragmento de arco anterior de atlas, con tubérculo anterior, de
adulto.
1 Cuerpo vertebral cervical de nifto.
1 Clavícula de nifto de unos 2 años.
1 Clavícula de nifto de menor edad que el anterior.
(•) Profesor Ayudante de Anatomía de la Facultad de Medicina.
(•) Profesor Aqjunto de Anatomía de la-Facultad de Medicina.
.
(-) Trabl\Jo realizado en el Departamento Anatómico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia. Director: profesor doctor V. Smith-Agreda.
-
119 -
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2
M. J . BROSETA Y A MARTINEZ
1 Primera costilla de niño.
1 Fragmento de coxal de niño.
1 Astrágalo de adulto.
1 Cuboides de adulto.
1 Escafoides de adulto.
1 Rótula de adulto.
2 Metatarsianos de adulto.
1 Falange proximal de adulto.
1 Falange distal de adulto.
2 Cúbitos de niño entre 6-7 años.
- Diversos fragmentos de huesos largos.
1 Tibia (fragmento proximal) de niño 6-7 aftos.
1 Tibia (fragmento distal) de niño 6-7 aftos.
1 Trapecio de adulto.
1 Piramidal de adulto.
2 Metacarpianos de adulto.
2 Metacarpianos de niño.
5 Falanges proximales de adulto.
7 Falanges proximales de niño.
1 Cráneo de adulto joven sin mandíbula.
1 Mandíbula de niño 1-2 años.
120 Piezas dentarias.
14 Incisivos.
12 Caninos.
18 Premolares.
1G Molares.
61 Fragmentos distintos.
GRANEO
MORFOLOGIA EXTERNA DEL NEUROCRANEO : CALOTA Y CONTORNO
Es un cráneo de reducidas dimensiones, alargado, de forma~ suaves y al que le falta gran parte del macizo facial, así como el maxilar
inferior.
El hueso frontal muestra los abultamientos correspondientes a las
eminencias frontales laterales, de considerable relieve, una suave. tuberosidad frontal, así como un reborde superciliar muy poco pronunciado y dirigido hacia abejo y atrás, observándose en el mismo la escotadura supraorbitaria. Están bien conservadas las apófisis orbitarias externas, así como la escotadura y espina nasal correspondiente.
Las láminas orbitarias están completas en ambas fosas, surcadas por
improntas vasculares y presentan una huella de considerable tamaño
-
120 -
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RESTOS HUMANOS DE COVACHA BOTIA
3
a nivel de la fosa lacrimal. Se aprecia, asimismo, los agujeros orbitarios internos anterior y posterior y, de manera ténue, la fosita troclear.
En la zona superior, correspondiente a la calota, se observa nítidamente la sutura coronal sin solución de continuidad desde una a
otra ala mayor ae esfenoides. La mitad izquierda de esta sutura es
mucho más evidente que la derecha.
La sutura sagital o interparietal se presenta bien constituida y con
ciertos espacios entre los correspondientes dientes óseos, lo que
pondría de manifiesto la juventud del cráneo al no darse sinóstosis a
este nivel.
Los parietales, que presentan un considerable abombamiento lateral, aplanan su morfología a nivellambdoideo, observándose en esta zona los agujeros parietales, bastante más desarrollado el derecho.
En el lado izquierdo, se insinúan las rugosidades correspondientes a
las lineas temporales superior e inferior, detalle que no apreciamos en
el lado derecho.
La sutura parieto-occipital es muy manifiesta en el lado izquierdo,
presentando, además, pequeños espacios en el espesor de la misma.
En el lado derecho, la sutura se desdibuja hasta que llega, prácticamente, a perderse en las proximidades de la apófisis mastoides. Se observa un pequeño hueso wormiano.
La visión lateral del cráneo permite apreciar la escama del temporal, en cuya zona posterior se introduce la incisura parietal. La porción mastoidea presenta unós profundos surcos vasculares que son
más evidentes en el temporal izquierdo que en el derecho, y en cuyas
proximidades se sitúa el agujero mastoideo. Se observa la raíz de la
apófisis cigomática del temporal, con los tubérculos cigomáticos anterior y posterior, así como una bien conformada y amplia cavidad glenoidea en ambos lados. La espina suprameática de Henle se aprecia
en el lado izquierdo, mientras que en el derecho, al igual que ocurre
con otros accidentes óseos, no se manifiesta.
Desde una perspectiva posterior se aprecia. una concha occipital
que es considerablemente prominente, aunque de formas suaves y redondeadas. Las lineas curvas occipitales superiores no suponen un
verdadero accidente óseo a pesar de definirse netamente, lo que puede aplicarse también al inion. La protuberancia occipital externa es
muy prominente y abombada, aunque no brusca, mientras que la
cresta occipital externa, la linea curva inferior y las rugosidades debidas a inserciones musculares se perciben con nitidez. A este respecto,
16
121 -
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4
M . J . BROSETA Y A MARTINEZ
nos ha llamado la atención la importancia de la huella ósea que han
dejado los músculos trapecios al insertarse entre ambas líneas curvas
occipitales.
MORFOLOGIA EXTERNA: BASE DEL NBUROCRANEO
Sistematizaremos su estudio trazando las clásicas lfneas.bimastoidea y bicigomática, que dividen la base del cráneo en una zona posterior u occipital, media o yugular y anterior o facial.
Zona occipital. Llama la atención la apófisis mastoides del lado
derecho, que aparece parcialmente destruida, y que presenta profundos agujeros y hendiduras. Están muy marcados los surcos correspondientes a las ranw:as digástricas, más pronunciada en el lado izquierdo. La configuración de los rebordes posteriores del agujero occipital -ovoideo en la parte posterior y más o menos triangular en la
ánterior-, asf como la morfología de los cóndilos y los agujeros condfleos posteriores, no ofrecen, a nuestro juicio, datos dignos de mención
especial.
Zona yugular. Aparece nítidamente la articulación temporo -occi~
pital y la espina yugular del occipital. No hay apófosis estiloides, observándose bien el agujero estilomastoideo. El agujero rasgado posterior presenta, en ambos lados, un tabique óseo de separación entre el
agujero yugular y la fosita petrosa. La lámina basilar del occipital posee una serie de rugosidades, distinguiéndose en la zona media el
tubérculo. faríngeo, la fosa navicular por delante de aquél y una articulación muy evidente entre el cuerpo del esfenoides y la lámina basilar del occipital. Esta articulación es la basi-esfenoidal y evidencia la
corta edad de desarrollo de este cráneo.
. El conducto auditivo externo derecho es más amplio que el izquierdo, así como el hueso timpanal y la cavidad glenoidea del temporal. En este séntido, señalaremos que el cóndilo cigomático derecho
está parcialmente destruido y que la cavidad glenoidea del lado izquierdo es sensiblemente mayor que en el derecho.
La morfología del agujero inferior del conducto carotfdeo, así como de los agujeros redondo menor y oval, es clásica. Sin embargo, el
agujero condfieo anterior derecho presenta.una variación anatómica
al ser tm orificio doble.
Zona facial . Se aprecian las masas de las apófisis pterigoides,
prácticamente destruidas, los conductos pterigo-palatinos con unos
surcos perfectamente labrados en el hueso, la cresta media del esfe-
122 -
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RESTOS HUMANOS DE COVACHA BOTIA
5
noides y las estructuras que configuran al resto de hueso esfenoida!.
Está bien marcada la espina del esfenoides -más en el lado derecho-,
y se delimita muy bien la articulación esfeno-temporal en ambos lados.
Las masas laterales del etmoides están parcialmente destruidas,
aunque se observan las celdillas anteriores, medias y posteriores, asi
como parte de la lámina vertical de dicho hueso.
ESPLACNOCRANEO O VISCEROCRANEO
Su estudio queda considerablemente reducido debido al hecho de
faltar ambos huesos malares, los huesos propios de la nariz, la mayor
parte de los maxilares superiores, los cometes, gran parte de los palatinos, el vómer y el maxilar inferior.
A nivel del paladar, de morfología parabólica, las apóflSís palatinas del maxilar superior están prácticamene completas, distinguiéndose perfectamente tanto la sutura intermaxilar como el torus palatinus, más marcado en el lado derecho. El agujero incisivo o bucal del
conducto palatino anterior es muy evidente, y tiene un tamaño considerable en relación con el total del paladar.
El palatino se distingue a nivel de su unión con las apófisis pterigoides, cuya articulación se destaca con nitidez. En su porción palatina se conservan las partes finales de los conductores palatinos posteriores.
La arcada dentaria del maxilar superior ofrece algunos detalles
que merecen nuestra consideración. En primer lugar, se conserva
parte del canino izquierdo, partido transversalmente y que presenta
en su ápex un gancho muy pronunciado. Es un diente de grandes dimensiones.
En la hemiarcada derecha se conservan en magnífico estado ~os
tres molares. No presentan caries y tienen un buen tamaño. Por otra
parte, es interesante señalar la presencia del tercer molar incluido en
su correspondiente apófisis alveolar, algo por deb~o de lo que seria la
superficie de la encia. Presenta cinco cúspides y el eje de la pieza en
sentido longitudinal está inclinado hacia atrás.
El molar 2.0 tiene seis cúspides redondeadas y sin muestras de
uso, al igual que el molar 1.0 , que aunque sólo tiene cuatro cúspides,
presentan también una morfología redondeada y sin huellas de uso.
E~tos datos h~lan a favor de la juventud del individuo cuyo cráneo estamos sometiendo a estudio.
-
123-
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14. J . BROSBTA Y A M.ARTINBZ
6
RESULTADO DE LAS MEDICIONES EFECTUADAS EN NEUROCRANBO
Longitud máxima del cráneo .... . . .. ......... .
165 mm.
Longitud-de la base ............ . . .. ......... .
89 mm.
Anchura máxima del cráneo ...... . . ......... .
128 mm.
Anchura frontal mfnima . . ...... ... . . ........ .
95 mm.
Anchura frontal máxima ........... . ........ .
110 mm.
Anchura biastérica . . ..... . ............... . . .
100 mm.
Altura basiobregmática . .- .. ............. .. .. .
118 mm.
Altura auricular ... . . . .. ... .. . .. ..... ... . . .. .
98 mm.
1,6 a 8 mm.
Grosor de los huesos del cráneo . ...... .... . .. . .
Grosor máximo de la calota . ... . ..... . ...... . .
5 mm.
Circunferencia horizontal máxima . . .. .. ..... . .
480 mm.
Hemicircunferencia horizontal derecha . .. . . . . . .
235 mm.
Hemicircunferencia horizontal izquierda ....... .
245 mm.
Arco transversal .... . . ..... . . ... . . .. . ...... .
295 mm.
Hemiarco transversal derecho . . .. . . . ......... .
145 mm.
Hemiarco transversal izquierdo ..... .... ..... .
150 mm.
Arco sagital ............................. : ..
350 mm.
Arco sagital frontal ..... . ........ . .. .. . . .... .
115 mm.
Arco sagital parietal . .................. ..... .
125 mm.
Arco sagital occipital ... , . . . . . ........ .. ..... .
110 mm.
Arco sagital de la escama . . . .. . . . . . ... . ...... .
83 mm.
Angulo frontal auriculo-craneal . .. . .......... .
59°
Angulo occipital de Broca .. . . .. . .. . .......... .
18°
Angulo basal . ..... .. ... . .................. .
20°
Capacidad craneal calculada .. .. . ............ . 1.405 ce.
RESULTADO DE LAS MEDICIONES EFECTUADAS EN BSPLACNOCRANBO
Altura de la cara superior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anchura de la cara superior . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anchura del paladar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Altura del paladar . . ........... .. .......... . 1
Angulo alveolo-subsana! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
59 mm.
90 mm.
29 mm.
11 mm.
80°
INDICES
Cefálico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vértico-longitudinal (Broca) . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vértico-transversal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Medio de altura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Medio de altura de la bóveda . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Fronto-parietal . .. ....... . . .. . , . . . . . . . . . . . . .
- 124 -
77.5
71 .5
92.1
81.8
59.4
74.3
[page-n-127]
RESTOS HUMANOS DE COVACHA BOTJA
7
ESTUDIO DE UNA MANDIBULA INFANTIL
Presenta la morfología clásica, de formas suaves y redondeadas y
a la que falta el cóndilo izquierdo y la rama ascendente completa del
lado derecho. La rama izquierda ofrece una apófisis coronoides bastante puntiaguda, así como una bien constituida escotadura sigmoidea. El borde posterior, inclinado hacia atrás unos 45°, conforma un
ángulo mandibular o gonion muy evidente. El cuerpo mandibular es
robusto y presenta los orificios correspondientes a ambos agujeros
mentonianos. La linea oblicua externa de la mandíbula se insinúa,
mientras que el mentón está bien constituido.
Por su superficie interna se observa nítidamente las apófisis geni,
el canal milohioideo, la espina de Spix y el orificio superior del conducto dentario inferior. La linea oblicua interna está algo más marcada que su correspondiente externa.
Por lo que respecta a las piezas dentarias, los alveolos de incisivos
y caninos están 'bien constituidos y conservados, aunque vacíos. Los
primeros molares están bien enclavados en su apófisis alveolar, mientras que los seguri.dos son perfectamente visibles aunque no llegan a
rebasar el reborde óseo mandibular. Por detrás de ellos se observa, en
el lado izquierdo, un rudimento dentario que podría corresponder
a la primera pieza molar de la dentición permanente.
El estudio dentario que hemos realizado supone qúe, en la dentición temporal o de leche, el primer molar hace su erupción hacia los
12 meses, mientras que el segundo molar efectúa su erupción hacia
los 20 meses. Lo que nos lleva a deducir que la edad del individuo a
quien perteneció esta mandíbula no era superior a los 18 meses.
RESULTADO DE LAS MEDICIONES EFECTUADAS EN LA MANDIBULA INFANTIL
Grosor de la mandíbula ...... . . . ............. .
Altura del cuerpo ... .. . . . .. . . . .. . ............ .
Altura bigoniaca ....... .. .. . . . ... . . . . ... . ... .
Altura de la sinfisis ................. . . . .... . ·. .
Anchura de la rama mandibular .. . .. . ... . ... . . .
Longitud total de la mandíbula .... ......... . .. .
Angulo mandibular .......................... .
Angulo del mentón ......... . . ............... .
Indice de robustez de la mandíbula . . . .. .. . .. ... .
-
125 -
mm.
mm.
mm.
mm.
22 mm.
118 mm.
127°
10
16
58
19
o
80°
62 ,5
[page-n-128]
8
M. J . BROSETA Y A MARTINEZ
CONCLUSIONES
Tras el estudio detenido de las características de cada una de las
piezas óseas, hemos llegado a las siguientes conclusiones:
Número de individuos. Hay un mínimo de cuatro a cinco individuos, como queda demostrado por el número de piezas dentarias y
huesos de diversa localización.
Edades. Un individuo entre 1 y 2 años. Afirmación que se desprende del estudio de una clavícula, una mandíbula con sus piezas
dentarias, vértebra cervical, etc. Téngase presente que la clavicul~ de
un individuo de 18 meses mide 68 mm. por término medio, y la nuestra mide 79 mm.
Un individuo menor de un año, por el dato exclusivo de una clavícula, que, segúl). el esquema de Rambaud y Renault, tendría de 6 a 10
meses de edad. Sin embargo, no poseemos más huesos que puedan
aseverar esta hipótesis.
Un individuo entre 6 y 7 años, dadas las características de los cúbitos, fragmentos tibiales, primera costilla y piezas dentarias fundamentalmente. Las características de estas piezas dentarias son las siguientes: 3 molares de pequeño tamaño, con tres raíces muy cortas y
cuatro cúspides en dos de ellos y que corresponden a los segundos molares superiores. La tercera pieza es un molar biradicular en el que no
se diferencian bien las cúspides y que corresponde a la arcada dentaria inferior.
Un individuo adulto, del que sólo poseemos algunos huesos de carpo y tarso, up.a vértebra cervical y, fundamentalmente, dientes. Estos
aparecen muy grandes y gastados, con caries y mucha suciedad.
Un individuo adulto joven, cuya edad estarfa comprendida entre
los 14 y 18 años, y que corresponde al cráneo que, con mayor detalle,
hemos estudiado.
Las características craneanas son las siguientes:
Cráneo corto, estrecho, platicéfalo (clasificación de Broca) o bien
ortocéfalo (clasificación de Martín). El índice vértico-transversal señala un cráneo metriocéfalo (Broca), aunque raya en el límite de los
tapeinocéfalos. La cara superior tiene poca altura; es, en consecuencia, una cara corta. Por los restos de huesos faciales presentes en el
viscerocráneo, podemos adivinar una cara ancha y perteneciente a
un individuo platirrino, mientras que, por la forma de las cuencas orbitarias, sería un hipsiconco. El ángulo alveolo-subnasal nos orienta
hacia un individuo ortognato.
-
126 -
[page-n-129]
RESTOS HUMANOS DE COVACHA BOTIA
9
Pertenece al sexo femenino, por la gracilidad de sus formas, arcos
ciliares delgados, frente recta y elevada y prominencias frontales
acentuadas, así como por el escaso desarrollo de las apófisis mastoides que hacen que, sobre un plano horizontal, sea el occipital el que
apoye directamente. Además, las líneas curvas del occipital están
muy poco acentuadas así como el inion.
Aunque se trate de un valor relativo, el índice condfleo de Baudin
da una cifra de 55 o más para cráneos del sexo femenino y menor de
50 para el sexo masculino. Obtenido el índice del cráneo que nos ocupa, nos arroja un valor de 66, lo que, unido al resto de apreciaciones,
nos permite asegurar que se trata, efectivamente, de un cráneo de
mlijer.
La edad del mismo se sitúa entre los 14 y los 18 años, aunque debemos señalar que la muela del juicio aún no ha hecho erupción en su
arcada correspondiente, siendo normal que esto ocurra alrededor de
los 18-19 años de edad. Pero, por otra parte, las piezas molares 1.• y
2.• están magníficamente bien conservadas y no ofrecen tallamiento
de cúspides debido a uso excesivo o prolongado. Por último, y quizá
sea el dato más significativo, la articulación basi-esfenoidal está presente y no ha sido invadida por la sinóstosis, proceso que suele ocurrir
entre los 16 y 17 años. Estos datos nos orientan a fijar la edad de este
cráneo de mujer entre los 15- 16 años.
- 127 -
[page-n-130]
[page-n-131]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 1981)
J. V. LERMA ALEGRIA
(Valencia)
LOS ORIGENES DE LA METALURGIA
EN EL PAIS VALENCIANO
I
En el Pafs Valenciano el Eneolitico se ha caracterizado tradicionalmente por la aparición de los primeros poblados y la abundancia
de cuevas de enterramiento múltiple. La bibliografia ha reseñado convenientemente la particularidad de los materiales procedentes de estos poblados, así como los ri~os ajuares funerarios, aunque es necesario destacar el hecho de que esta caracterización de nuestro Eneolitico ha encontrado una enorme dificultad cuando se ha intentado establecer sus límites, en especial en lo que se refiere a su etapa inicial, la
transición Neolitico-Eneolitico. Por el contrario, los puntos fundamentales en la discusión del Eneolitico a nivel peninsular han sido el fenómeno megalítico, el desarrollo de la metalurgia y la cerámica campaniforme, por lo cual resulta lógico el partic~lar desarrollo de los estudios sobre el período que nos ocupa en l~s tierras valencianas donde
estos tres puntos tenían muy escasa incidencia hasta hace muy pocos
años. En efecto, por una parte, no existen aqui construcciones megaliticas y el rito funerario del enterramiento colectivo se realiza en cuevas naturales; por otra, los restos de útiles metálicos eran muy escasos y en lo que se refiere al vaso campaniforme, sólo en los últimos
años se han multiplicado los hallazgos, haciendo necesaria la revisión
de la idea tradicional de que .t al especie cerámica era muy rara en
nuestras tierras, pese a que, paradójicamente, éste fuera uno de los
posibles lugares de origen de acuerdo con el postulado de una relación
genética entre la cerámica cardial y el campaniforme.
Por todo ello, los estudios sobre los orígenes de la metalurgia en el
Pais Valenciano inciden, hasta el momento, en los planteamientos ·
más generales de la investigación a nivel nacional, y sólo a partir de
17
129 -
[page-n-132]
2
J . V. LBRMA
los años cincuenta formarán un cuerpo de conocimientos propios,
aunque referido no tanto a los orígenes de la metalurgia como a la sistematización de las abundantes cuevas-enterramiento eneolfticas, y a
la personalidad del Bronce Valenciano, en oposición a la cultura argárica.
Contrariamente, en este trabajo hemos incidido fundamentalmente en dicha problemática, que ha pasado por la escasez de objetos metálicos, la no existencia de una secuencia estratigráfica clara, en la
que situar los hallazgos metálicos y en la falta de conjuntos cerrados.
Lo que nos ha llevado a la elaboración de. una metodología consistente
en el examen del mayor número de piezas posible y en la valoración
de los contextos arqueológicos de los que proceden, con el fm de establecer en la medida de lo posible su posición cronológica. Todo lo cual
nos ha permitido establecer las siguientes apreciaciones:
II
A) El estudio de los conjuntos más significativos, documentados en
los yacimientos de Sima de la Pedrera (Polinya del Xúquer, Valencia)
(1), la Atalayuela (Losa del Obispo, Valencia) (2), Els Germanells (Rafelbunyol, Valencia) (3) y Mas de Menente (Alcoi, Alicante) (4), nos
permite ver cómo se asocian entre silos tipos metálicos, formando dos
grupos característicos, compuestos por puñal de lengüeta, punta de
::E_>almela y punzón; y por alabarda, puñal de remaches, hacha, punta
de flecha, cincel, punzón y sierra, respectivamente.
B) Una vez aislados éstos, procederemos a fijar su posición cronológica. El primero de ellos aparece asociado con cerámica campaniforme,
lo que permite situarlo en el Período de Transición al Bronce Valenciano. Mientras que el segundo ha de ser forzosamente posterior,
puesto que se documenta en contextos de la Edad del Bronce, Así podemos hablar de una metalurgia campaniforme y de otra de la Edad
del Bronce.
(1) J. APARICIO: cSima de la Pedrera (Benlcull, Poli:dé del Júcar) (Valencia)». Arébivo de
Prehistoria Levantina, XV. Valencia, 1978; pégs. 69-91.
(2) I . BALLESTBR TORMO: cB.xcavaciones en la Atalayuelu. La labor del SIP y su museo
en los aAos 1940-48. Valencia, 1949; pég. 101.
(3) J . APARICIO: cBstudio económico y social de la Edad del Bronce Valenciano•. Publicaciones del Archivo Municipal de Valencia. Serie tercera. Estudios monogréficos, núm. 8.
Valencia, 1976.
(4) L. PERICOT y F. PONSB.LL: cB1 poblado de Mas de Menente (Alcoylt. Archivo de Prehistoria Levantina, I . Valencia, 1929; pégs. 101-112.
- 130-
[page-n-133]
3
ORIGBNES DE LA METALURGIA
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Fig. 1.-Utiles y armas caracterútlcat del Pleno Eneolftico, Periodo de transición y
Bdad del Bronce Antipo y Medio
[page-n-134]
4
J. V. LBRMA
....
\
\ .........
Mapa l. - Distribución de yacimientos
[page-n-135]
ORIGENES DE LA METALURGIA
5
USTA DE YACIMIENTOS REPRESENTADOS EN EL MAPA NUM.
l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31 .
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
Cova de Les Bruixes.
Ereta del Castellar.
Forat de Cantallops.
Cingle de la Ermita.
Cova del Barranquet Fondo.
El Mortorum.
Covacha de les Forques.
El MoliDas.
Tossal del Castellet.
Coveta dels Castellets.
Cova de l'Oret.
Pedrizas del Cerro.
Cova del Tossal de la Botifarra.
Castillarejo de· los Moros.
La Atalayuela.
Les Rabosas.
Coveta del Picaio.
Els Germanells.
Coveta de Rocafort.
Castillarejo de Ches'te.
Covacha de la Ladera del Castillo.
Muntanyeta de Cabrera.
Contrafuerte Norte del Montrotón.
Cueva de la Cocina.
Barranc dels Calderera.
Cova de Ribera.
Cova de l'Arena.
Grieta del Asilo de Bou.
Sima de la Pedrera.
Coveta del Barranc de Xarta.
Ereta del Pedregal. ·
Altico de la Hoya.
Cova de Bolomor.
Cueva de Enguera.
Cova Bernarda.
Cova de la Recambra.
Castellet del Porquet.
Molió de les Mentidas.
Cova del Frontó.
Coveta del Barranc del Castellet.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
4 7.
48.
49.
50.
51.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
·58.
59.
60.
61.
62.
63.
64.
65.
66.
67.
68.
69.
70.
71.
72.
73.
74.
75.
76.
77.
78.
79.
- 133 -
Cabet;o Navarro.
Cova Santa.
El Cercat.
Enterrament de RMol d' Almunia.
Cova del Montgó.
Cova del Pou.
Cova del Conill.
Cova de les Aranyes.
Enterrament de Benissit.
Cova de la Penya Banyé.
Coveta del Frare.
Cova del Partidor.
Cabe~o de Mariola.
Cova del Sol.
Mola Alta de Serelles.
Cova de la Pastora.
Cova de la Reliquia.
Mas de Menente.
Gruta de les Llometes.
Cova del Pié Roig.
Cova deis Anells.
Mas Felip.
Partida del Rebolcat.
Necrópolis de U1l del Moro.
Casa de Lara.
Mas deis Dubots.
Cueva del Lagrimal.
Cabezo Redondo.
Terlinques.
Cova de la Barsella.
Peñón de la Zorra.
Puntal de los Carniceros.
Cabezo de la Escoba.
Cueva de la Casa Colorá.
llieta del Campello.
Serra Grossa.
Fonteta del Sarso.
Necrópolis de las Laderas del Castillo.
Necrópolis de San Antón.
[page-n-136]
6
J. V. LBRMA
Por otra parte, la existencia de punzones de sección cuadrada en
contextos pre-campanifornies nos proporciona una cronología del Pleno Eneolitico para estos primeros objetos ·metálicos documentados en
el País Valenciano.
Como se ha comprobado, se distinguen tres estadios en el desarrollo de nuestra metalurgia inicial (fig. 1), cuyas diferentes características serán analizadas seguidamente.
1.0 Pleno Eneol!tico (2500-2000 a.n .e.)
El hallazgo de punzones de cobre en la covacha de la Ladera del
Castillo (Chiva, Valencia) (5), gruta de Les Llometes (Alcoi, Alicante)
(6), covacha Ribera (Cullera, Valencia) (7) y cova de la Reliquia (Banyeres, Alicante) (inédita), en las que no aparecen materiales propios
del «9juan campaniforme, permite una datación en el Pleno Eneolitico. También algunos objetos de adorno metálico podrían tener una
datación s~ar, sobre todo la pieza procedente de la cova de laPastora (Alcoi, Alicante) (8).
Por todo ello creemos que los primeros objetos de metal se documentan ya en el Pleno Eneolftico, si bien su presencia no indica por si
misma la práctica de una actividad metalúrgica, de la que no tenemos
pruebas, interpretándose como resultado de los contactos con algún
foco metalúrgico próximo (Los Millares), desde el que llegarían los objetos ya elaborados. Así, no podemos definir el Eneolftico Valenciano
por una metalurgia del cobre, sino por unas características ergológicas y culturales de gran personalidad, ya establecidas por Plá en
1958 (9).
2.0 Periodo de transición (2000-1800 a.n.e.)
Este es uno de 'los momentos más interesantes de la Prehistoria
valenciana, ya que en él se dan una serie de complejas transformaciones. Ahora se inicia el rito de inhumación individual, que parece responder a una cierta jerarquización de la sociedad, aunque se mantienen los enterramientos múltiples.
(5) D. FLETCHER: «La covacha sepulcral de la Ladera del Castillo (Chiva)». Archivo de
Prehistoria Levantina. VI. Valencia, 1957; págs. 13-25.
(6) V. PASCUAL: «Hallazgos prehistóricos en Les IJometes (Alcoy)t. Archivo de Prehistoria Levantina, X. Valencia, 1963 ; págs. 39·58.
(7) E. PLA: «La Covacha Riberat. Archivo de Prehistoria Levantina, vn. Valencia, 1958;
págs. 23-54.
(81 I. BALLESTER TORMO: «El:cavaciones en la Cova de la Pastora (Alcoyl». La labor del
SIP y su museo en los años 1940-48. Valencia, 1949; págs. 4 1-65.
(91 PLA. op. cit. nota 7.
·
-
134 -
[page-n-137]
ORIGENES DE LA METALURGIA
Ma. a 2. - Dlltribuci6n de haUugos mettlico1 del Pleno EneoUtico
p
e
PUD.I6n
* Adomo
7
[page-n-138]
8
J. V. LBRMA
El ntímero de objetos metálicos es mayor y algo más diversificado. Se conocen punzones, puntas tipo Palmela, puiiales de lengüeta,
ai:úllos, aretes, cuentas bitroncocónicas y arracadas, cuya tipología
está ligada al fenómeno campaniforme en otras áreas geográficas.
Por otra parte, las escorias de fundición procedentes de un posible
fondo de cabaña hallado en el Castillarejo de los Moros (Andilla, Valencia) (10), deben situarse en el período citado. Fechación apoyada
por la presencia ·de un cuenco cerámico con dientes horizontales alrededor del borde (11 ), motivo que aparece asociado al botón de perforación -en V y al puiial de lengüeta en otros yacimientos peninsulares
(12), como ha reseñado Llobregat (13). Con lo que nos encontraríamos
con las primeras experiencias de una incipiente metalurgia local, que
provocarán el declive de la talla del sílex. Durante este período nuestras primitivas comunidades debieron sustituir de forma gradual su
tradicional utillaje litico por el nuevo instrumental metálico, ya que
en el siguiente (Bronce Antiguo) la industria del sílex se reduce casi
exclusivamente a los ·«dientes de hoZ».
3.0 Edad del Bronce (Antiguo y Medio) (1800-1000 a.n .e.)
La actividad metalúrgica ya está plenamente confirmada por el
hallazgo de escorias, crisoles y moldes de fundición, cuya concentración en las comarcas de Alcoi y Villena apunta la existencia de unos
focos metalúrgicos locales, que implican la aparición de un artesanado.
Ahora, los utensilios de metal son más corrientes y obedecen a
una nueva tipología: puiial de remaches, alabarda, hacha, cincel y
sierra.
Por otra parte, el estudio de las hachas metálicas permite atribuir
algunas de ellas al Bronce Medio, lo que constituye un nuevo dato pa:.
ra la seriación interna de la Edad del Bronce en tierras valencianas,
tarea que ha preocupado frecuentemente a nuestra investigación. Así,
(l O) D. FLETCHER y J . ALCACER: cBl Castillarejo de los Moros (Andilla)». Archivo de
Prehistoria Levantina, Vll. Valencia, 1958; ptg. 99.
(ll) FLETCHER y ALCACER. op. cit. nota 10. Ltm. VII, ntún. 6.
(12) S. VILASBCA: cUn sepulcro prehistórico en Rocallaura y otros hallazgoS». Zephyrus.
IV. 1953; págs. 467-472. Ltm. I .
(1 3) E . LLOBREGAT: «Nuevos enfoques para el estudio del periodo del NeoUtico al Hierro
en la región vale.n cianu. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, XI. Valencia,
1975; pág. 130.
-
136 -
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ORIGRNBS DE LA METALURGIA
9
Blance (14) señalaba la pieza de Mas de Menente (Alcoi, Alicante) (15)
como característica de los enterramientos en «pithos», lo· que en principio apunta. una posición cronológica similar alArgar B. Otras piezas semejantes proceden de los yacimientos de Cova Santa (Font de la
Figuera, Valencia) (16) y Els Germanells (Rafelbunyol, Valencia) (17).
Igualmente, Monteagudo sitúa las hachas metálicas del Castellet del
Parquet (L'Ollerfa, Valencia) (18), en el Argar B2 y en la transición
Bronce Antiguo/Bronce Medio, respectivamente.
En esta época conviven las culturas del Bronce Valenciano y El
Argar, como ya señalaron Fletcher (19), Plá (20) y Tarradell (21). Esta
última se extiende por las comarcas más meridionales del Pafs Valenciano (B~o Segura), localizándose en las necrópolis de San Antón
.(Orihuelá, Alicante) y Laderas del Castillo (Callosa de Segura, Alicante), mientras que el poblado del Cabezo Redondo (Villena, Alicante) es
atribuido a una u otra cultura según los autores.
Para nosotros el hallazgo de un colgante de plata en forma de media caña circular (22), auténtica obra de orfebrería argárica (23), refuerza la consideración de este yacimiento como argárico o bien como
muy influenciado por dicha cultura.
·
Este núcleo argárico en tierras valencianas se caracteriza, entre
otras cosas, por una actividad metalúrgica más intensa y desarrollada que en el Bronce Valenciano (24), lo que se refleja en un mayor nú mero de hallazgos metálicos.
(14) B. BLANCB: «Estudio espectrográfico de algunos objetos metálicos del Museo de
Prehistoria de la Diputación de Valencia». Archivo de Prehistoria Levantina, VIU. Valencia,
1959; págs. 1.63-173.
(1!)) PERICOT y PONSELL., -op. cit., nota 4, Lám. n , 2.
(16) J. APARICIO y J. SAN VALERO: «Nuevas excavaciones y prospecciones arqueológicas en la provincia de Valencia». Serie Arqueológica nóm. 5. Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Filosofta y Letras de la Universidad de Valencia. Valencia, 1977.
(17) APARICIO, op. cit., nota 3.
(18) L. MONTEAGUDO: cDie Beile auf der Iberischen Halbinseb. Praehistorlche Bronze.
funde Abteilung, IX. Band 6. Milnchen. 1977, núms. 522 y 788.
(19) D. FLETCHER: «Avances y problemas de la prehistoria valenciana en los últimos
veinticinco añoS». An.ales del Centro de Cultura Valenciana. Tomo XXI, año 1953. Valencia,
1954; págs. 8-36.
(20) PLA, op. cit., nota 7.
(21) M. TARRADELL: «El Pais Valenciano del Neolitico a la iberlzación. Ensayo de sintesiS». Anales de la Universidad de Valencia, núm. XXXVI. Curso 1962-1963, cuaderno n. Filosofta y Letras. Valencia, 1962.
(22) J. M.• SOLER: «El Tesoro de Villena». Excavaciones Arqueológicas en España, núm.
36. Madrid, 1965. Llun. LV, 2.
(23) H. .y L. SIRET: «Las primeras Edades del Metal en el Sudeste de España». Barcelona,
1890. Pág. 187. Lám. 44.
(24) TARRADELL op. cit., nota 21.
18
137 -
[page-n-140]
10
J. V. tERMA
Mapa 3. - Distribudón de ballugo• metAUco• del Período de Transición
Y Pu.dal de lengüeta
• Punta de Palmeta
[page-n-141]
ORIGENES DE LA METALURGIA
Mapa 4 . - Distribución de hallazgos metilicoa de la Edad del Bronce
• Hacha
Pudal de remaches
e PllDta de flecha
*
* Alabarda
11
[page-n-142]
12
J. V. LERMA
· C) En este punto trataremos el problema de los posibles orígenes
de la metalurgia en el Pais Valenciano, para lo cual, desechada una
evolución autónoma, entre otras causas pór nuestra escasa riqueza
minera, hemos seguido una metodología consistente en determinar el
número de hallazgos de objetos de cobre por cada mil kilómetros cuadrados, en cada una de las provincias valencianas. Lo que nos ha permitido ver cómo éstos disminuyen de Sur a Norte. Así, Alicante presenta una densidad de 21,03, Valencia de 7,11 y Castellón de 3,9. Datos que hemos interpretado de acuerdo con la teoría del gradiente cultural, como el debilitamiento de los influjos del foco metalúrgico del
Sudeste de la Península Ibérica, representado sucesivamente por las
culturas de Los Millares y El Argar, del cual proceden los primeros
objetos metálicos elaborados y los estímulos necesarios que debieron
dar origen a la metalurgia local del País Valenciano durante el Período de Transición al Bronce Valenciano, como ya señalamos en las páginas anteriores. ·
La distribución espacial de los hallazgos metálicos (mapas 2, 3 y
4) muestra cómo, durante el Pleno Eneolítico y la Transición al Bronce Valenciano, éstos se concentran alrededor del límite provincial entre Valencia y Alicante, sobre todo en las comarcas de l'Alcoia y Alto
Vinalopó, mientras que por el contrario son poco frecuentes .a l Norte
del río Xúquer. Lo que incide nuevamente en el origen meridional de
nuestra primera metalurgia.
Por otra parte, los hallazgos metálicos de la Edad del Bronce presentan una distribución más regular por todo el País Valenciano, que
hay que poner en relación con la generalización de la actividad metalúrgica.
.
Todo lo cual ha de ser valorado como una hipótesis de trabajo, en
función de los datos que actualmente ofrece la investigación sobre este tema .
. D) Nuestra primitiva metalurgia se caracteriza por su funcionali~
dad (punzones y armas), frente a lo escaso del adorno metálico, y la
fálta de un instrumental agrícola que sólo encontraremos en la cultura ibérica, ya en hierro.
Nos encontramos ante un material metálico muy homogéneo y
monótono, pero no debemos olvidar que la decadencia de la talla del
silex, durante la Edad del Bronce, encuentra su explicación en la generalización del uso del metal.
No queremos terminar estas líneas sin indicar que el principal objetivo propuesto no ha sido otro sino establecer una mínima sistematización, que sirva de punto de partida a la discusión del fenómeno metalúrgico en las tierras valencianas.
- 140-
[page-n-143]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
A. GONZALEZ PRATS
(Alicante)
EL POBLADO CALCOLITICO DE LA FONT
DE LA CARRASCA
(Cuila, Caatellón)
INTRODUCCION
En el mes de julio de 1973, el subidrector del G.I.A.A.M., Alberto
Viciano, y el autor de estas lineas, examinábamos un pequeño e interesante lote de materiales Uticos procedente de los alrededores de La
Font de La Garrasca, en el término municipal de Cuila, que en sucesivas prospecciones oculares había ido recogiendo a lo largo del invierno de ese año.
La importancia de los mismos y el hecho de su semejanza con los
materiales anteriormente hallados en el altiplano de la Cova Roja, se
tradujo en una inmediata visita al yacimiento. Alli ambos pudimos
comprobar la extensión del área de hallazgos tomando las oportunas
fotografias a la par que recogíamos nuevos útiles de silex.
En un principio ligamos a este lote -que iba aumentando por las
repetidas visitas al sitio- los hallazgos de cerámica realizados en
gran parte en los cortados orientales del espolón superior en donde se
asienta ~ recinto fortificado. Hasta que no realizamos un pequeño
sondeo en·1974 en dicha ladera oriental y pudimos contar con alguna
tipología cerámica, no se llegó al establecimiento de las dos fases culturales que se desarrollaron en este sector oriental de la gran Mola de
la Torre Amador, como ya hemos indicado anteriormente (1).
(1 1 A. GONZ~Z PRATS: «Memoria de los trabajos realizados por el G.I.A.A.M. en la lo·
calidad de CullaJ. Boletin de la Sociedad Castellonense de Cultura, U , 2. Castellón, 1975,
págs. 165/ 167.
A. GONZALEZ PRATS: cCarta arqueológica del Alto Maestrazgo». Serie de Trabajos Va·
rios del S.I.P. núm. 63. Valencia, 1979, pág. 33.
-
141 -
[page-n-144]
2
A. GONZALEZ PRATS
Plg. 1
[page-n-145]
3
FONT DE LA CARRASCA
"
ll\ yacimiento
1
Fig. 2
h UtoO
[page-n-146]
4
A. GONZALEZ PRATS
n
SITUACION
La Font de la Carrasca se halla en la carretera de C'Ulla a Sant Pau
por Torre En Besora, recibiendo tal denominación por un centenario
ejemplar de encina que por su tamaño y proporciones es conocido en
todo el ámbito comarcal (figs. 1 y 2).
El yacimiento está situado por los bancales y predios superiores,
con una altitud de 840 m. sobre el nivel del mar.
Su orientación septentrional debe de haber estado en función de
la existencia de la fuente y otros pequeños manantiales que nacen en
esta vertiente de la Mola. El handicap que supone tal orientación para
el asentamiento humano es subsanado en gran parte por una serie .de
«corrales» naturales que, a modo de corredor NO-SE, existen en dicha
ladera. El interior de semejantes recintos ofrece abrigo frente a los
vientos y allf se refugian mayor número de especies vegetales que
conviven con las encinas.
Pequeños fragmentos cerámicos y abundantes lascas de sílex parecen indicar esta ocupación antigua que podria aprovechar, po·r otra
parte, los recintos para estabular el ganado doméstico.
Las coordenadas del centro aproximado del área del poblado son:
40° 20' 15" Latitud Norte
3° 34' 25" Longitud Oeste, según meridiano de Madrid (2) .
III
LOS MATERIALES
Damos a conocer aquí el lote completo de útiles de sílex recogidos
hasta el presente. Aparte de numerosos pequeftos fragmentos de cerámica que no dan forma alguna, los hallazgos líticos se presentan siempre en sílex de color blanco, al igual que ocurre con el poblado de la
Cova Roja de Benassal. Su descripción es la siguiente (figs. 3 a 9 y
Láms. 1 a IV):
1. Punta de flecha foliécea de sección oval, de 27 x 13 mm.
2. Punta de flecha foliácea de sección planoconvexa, con una de las caras sin trabajar en
su totalidad. 28 x 14 mm.
(2) Hoja núm. 593 (Coves de VinromAI del Instituto Geográfico y Catastral.
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144 -
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FONT DB LA CARRASCA
5
3. Punta de flecha follácea de se
5. Punta de flecha pedunculada, con aletas incipientes, de sección planoconvexa. 19 x 13
mm.
6. Fragmento de punta de flecha, con una aleta. 12 x8 mm.
7. Punta de flecha follácea con pedúnculo y aleta incipiente, de sección oval. 23 x 9 mm.
8. Punta de flecha foliácea de sección oval, con 22 x9 mm.
9. Gran parte de una punta de .flecha foliácea de sección oval. Conserva 15 x 10 mm.
10. Punta de flecha de tipo romboidal-cruciforme, de sección plano-convexa. La cara plana presenta retoque no cubriente, encontrándose lisa en gran parte. 19 x 11 mm.
11. Punta de flecha foliácea, de sección oval-romboidal, con 46 x 18 mm.
12. Punta de flecha folié.cea de sección oval. La mitad inferior conforma un pedúnculo.
29x13 mm.
13. Punta de flecha foliá.cea de sección triangular, con una de las caras sin retocar en su
totalidad. 25 x10 mm.
14. Frag. de grueso foliáceo de sección oval gruesa, con 37 x23 mm.
15. Punta de flecha foliácea de sección oval plan. . rota por su base. Mide 17 x 11 mm.
a
16. Geométrico de sección trapezoidal. Con retoque de tendencia al abrupto. Tal vez se
trate de un trapecio incompleto. Mide 20 x 1O mm.
17. Geométrico de sección triangular, con 20 x 11 mm.
18. Geométrico de sección trapezoidal, con· 21 x 16 mm.
19. Trapecio de sección triangular. Uno de los frentes trabajados lo ha sido con finos retoques simples. Mide 19 x 15 mm.
20. Pieza apuntada de sección trapezoidal, con retoque directo, plano y profundo. 19 x 10
mm.
21. Pequefta punta de sección triangular, con retoque en parte bifacial. Mide 18 x7 mm.
22. Pequeiia punta de sección triangular, con pequeiios retoques. Mide 15 x7 mm.
23. Frag. de pequeño raspador lateral en extremo de hoja, de sección trapezoidal. 11 x9
mm.
24. Laminilla de secciones triangular y trapezoidal, sin retoque. Con 16 x7 mm.
25. Frag. de hoja de sección trapezoidal, con retoques aislados. Mide 24 x 13 mm.
26. Cuchillito de sección triangular. Retoque inverso en la cara ventral y pequeños directos en la dorsal. Mide 23 x 9 mm.
27. Frag. de hoja de sección trapezoidal, con retoque inverso, simple y marginal (algunos
directos en el mismo filo). 26 x13 mm.
28. Frag. de hojita de sección triangular. 17 x10 mm.
29. Frag. de hoja de sección trapezoidal. 15 x21 mm.
30. Frag. de hojita de sección trapezoidal, sin retoque. 15 x8 mm.
31. Frag. de hoja de sección trapezoidal, sin retoque. 19 x22.
32. Frag. de hojita de sección subtriangular, con retoques directos en ambos filos. 10 x8
mm.
33. Frag. de laminita con retoque alterno, profundo. Sección ovalada. Mide 15 x7 mm.
34. Frag. de hoja de sección trapezoidal, con algunos retoques directos. Mide 16 x 13 mm.
35. Frag. de hoja de sección trapezoidal con rotura en el frente, que parece ser raspador.
Conserva 8 x14 mm.
36. Punta de sección planoconvexa. Cara ventral lisa, plana y sin retoques, siendo !amelares en la dorsal. 20 x 13 mm.
37. Frag. de hoja de sección trapezoidal, con algunos retoques directos. Mide 21 x 12 mm.
38. Hojita de sección trapezoidal, con retoques directos y simples tendentes a invadir.
22x8 mm.
39. Frag. de hoja de sección trapezoidal; con retoques directos y marginales. 13 x 11 mm.
40. Frag. de hoja de sección trapezoidal. Retoque directo profundo en ambos lados de la
cara d.orsal, e inverso a la vez en el IDo derecho resultando aqui bifaz. 11 x 13 mm.
41. Lasqwta de sección triangular, con pequeños-retoques de uso. Mide 16 x 10 mm.
42. Lasca de sección trapezoidal. En la parte izquierda de la cara dorsal, retoque directo,
simple y marginal. En el filo opuesto, alternante. Mide 15 x 12 mm.
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[page-n-148]
6
A. GONZA.LEZ PRA.TS
43. Hojita de sección tri.angular, con algunos retoques directos. Mide 18 x10 mm.
44. Frag. de hojita de sección trapezoidal con retoque directos. Mide 15 x 11 mm.
45. Hojita de sección trapezoidal, con la totalidad del filo cubierto de retoques directos
continuos y profundos. Mide 19 xlO mm.
46. Frag. de hojita de sección triangular, sin retoque. 20 x8 mm.
-.. . .
47. Frag. de laminita de sección triangular, denticulada. 14 x7 mm.
48. Raspador en extremo de lámina de sección trapezoidal. 10 x 11 mm.
49. Lasquita de sección subtriangular, truncada y con retoques d~ctos. Mide 13 x 10
mm.
50. Freg. de hojita de sección trapezoidal, con retoque directo. Mide 13 x8 mm.
51. Frag. de hojita de sección trapezoidal, sin re~que. 13 x9 mm.
52. Frag. de hojita de sección trapezoidal, con retoque directo. 16 x8 mm.
53. Frag. de .hojita de sección triangular, con ligeros retoques. Mide 13 x9 mm.
54. Lasca espesa con retoque directo y profundo, con una de las caras tandente a abrupto.
De sección triangul~, mide 25 x21 mm.
55. Frag. de lámina sc.>brepasada, sin retoques. 27 x13 min.
56. Frag. ·de hojita de sección subtriangular, coa retoque marginal directo e inverso.
11 x9 mm.
57. Raspador en extremo de hoja de sección triangular. 23 x 12 mm.
58. Espesa lasca circular con un filo retocado (directo y cubrientel para servir de parte
activa (raedera). 37 x36 mm.
59. Buril en extremo de lasca de sección trapezoidal, de un solo paño. Mide 19 x 13 mm.
60. Raedera con retoque directo y continuo en la parte activa, con tendencia al abrupto .
.Mide 46 x27 mm.
61. Pequeña lasca con retoques directos e invenos, con tendencia a inw.d ir la pieza (profundos). Mide 19 x 15 mm.
62. Geométrico de sección trapezoidal. 18 x 10 mm.
~3. Trapecio sobre hojita de sección oval. 23 x 14 mm.
64. Geométrico de sección trapezoidal. 12 x 11 mm.
65. Geométrico. incompleto, de sección oval. 8 x 11 mm.
66. Pequefto trapecio de sección triangular. 10 x 11 mm.
67. Cuchillito de sección triangular, sin retoque. 48 x 11 mm.
68. Raspador en extremo de lasca. 30 x24 mm.
69. Lasca aptintada con superficie dorsal trabajada y escasos retoques, de sección triangular. 36 x20 mm.
70. Foliáceo de sección ovaL 46 x23 mm.
71. Foliáceo de sección oval. 32 x 20 mm.
72. Frag. de punta de flecha foliácea. 12 x6'5 mm.
73. Punta de flecha foliácea de sección oval. 2:7 x 13'6 mm.
74. Frag. de punta de flecha cruciforme con aletas incipientes. Mide 14x1S.mm.
75. Punta de flecha triangular con pedó.nculo. Uno de los fllos es de dorso reb~ado.
18xll mm.
76. Punta follácea alargada de sección romboidal. 3'1: xlO mm.
77. Frag: de punta de flecha foliácea. 18 x9 mm.
.
78. Punta de flecha foliácea de sección oval y desviada, con pequetia aleta. 16 xlO mm.
79. Frag. de laminita de sección trapezoidli.l. 16 x7 mm.
80. Frag. de laminita de sección subtrapezoidal. 12 x 10 mm.
81. Pequefta hacha de piedra pulida, de sección rectangular, con el filo parcialmente roto . .
Mide 62 x43 mm.
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FONT DE LA CARRASCA
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A. GONZALBZ PRATS
IV
ALGUNAS CONSIDERACIONES
El inventario de las ·principales piezas de La Font de la CaiTasca
nos sitúa ante varios fenómenos tecnológicos. En primer lugar, la
existencia de gruesos foliáceos junto a las tipicas puntas de ·flecha de
cuidada factura (hecho que viene. a coincidir con el utillaje de Cova
. Roja), lo que parece indicar.claramente un predominio de la actividad
cazadora.
En segundo lugar, y en el mismo sentido, es notoria la presencia
de II).icrolitos geométricos, de honda tradición epipaleolítica, que confiere al conjunto un sabor arcaizante pero que no es nuevo en yacimientos calcolíticos, como en la Ereta del Pedregal, en NavaiTés.
A su lad~:?, siguen perviviendo los raspadores de pequeño porte en
extremo de hoja, un pequeño buril y dos piezas asimilables a las raederas (núm. 58 y 60).
Hay ausencia total de láminas de borde abatido (dorso rebajado),
al igual que acontece en el pobla$lo .vecino de Co\'a Roja, pero que no
ocurre en otros yacimientos incluso más tardios, como es el caso del
Maset Nou, en Ares del Maestre. Pero si hay un recuerdo del retoque
abrupto, que se muestra en algunos ejemplares.
El conjunto puede fecharse, proVisionalmente, entre finales del m
y comienzos del II milenio a. C., en consonancia con· la fecha absoluta
obtenida para el nivel VI de La Ereta ·del Pedregal.
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GONZALBZ PRATS.- Pont de la Carrasca
LAM. I
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GONZALEZ PRATS.-Font de la Carrasca
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GONZALEZ PRATS.-Font de la Carrasca
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GONZALBZ PRATS.-Font de la Carrasca
LAM. IV
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ARCHIVO DE PRBBlSTOlUA LEVANTINA
Vol. XVI !Valencia, 198 11
B. MARTI OLIVER
(Valencia)
LA COVA SANTA
(Vallada, Valencia)
A lo largo de los últimos años, el GRUP PARE PRESENTAT de Vallada ha desarrollado una intensa labor de prospección en las tierras
de su término municipal descubriendo numerosos e importantes yacimientos arqueológicos que comprenden desde el Paleolitico Superior
a la época medieval. Esta labor ha sido apoyada por el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación Provincial de Valencia, cuya colaboración y asesoramiento han estado presentes eri cuantas
ocasiones han sido solicitadas.
Ejemplo de ello es el yacimiento que ahora nos ocupa, la Cova
Santa de Vallada, a la que desde 1978 realizamos numerosas visitas
acompañando a los miembros del citado Grup Pare Presentat que por
entonces iniciaban su exploración. Poco después, ante los peligros de
destrucción que acechaban al yacimiento, procedimos a su excavación de urgencia durante 1979 y 1980 (1 ).
En estos trabajos hemos de destacar la colaboración y ayuda
prestada por los miembros del Grup Pare Presentat, muy especialmente por don Fernando Giner Giner, don Héctor Garrido Penadés y
don Francisco Campoamor Vila, así como por don Jpsé Pelejero Ferrer; la del doctor Francisco Ruiz Perales, que completó nuestros dibl\ios de las plantas, identificando los restos humanos en el transcurso de la excavación y procediendo después a su minucioso estudio, y a
quien se deben las observaciones que aquí se recogen sobre el número
y disposición de las inhumaciones; y, también,· a don Agustín Ferrer
(1) D. FLBTCHBR: cLa Labor del S.I.P. y su Museo en el pasado año de 1979 y 1980..
Diputación Provincial, Valencia, 1980 y 1981.
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2
B. MARTI OLlVER
Clari, que realizó la planimetría del yacimiento, y a don Manuel Pérez
Ripoll, y a don Inocencio Sarrión Montaftana, quienes .estudiaron la
fauna del mismo. A todos ellos expresamos nuestro agradecimiento
pC\I' su valiosa y desinteresada colaboración.
I
CARACTERISTICAS GENERALES Y TRABAJOS
REALIZADOS
La Cova Santa se encuentra en las inmediaciones de Vallada, al
SO. de la población, abriéndose en las estribaciones septentrionales
de la Serra G~ossa y, más concretamente, en la umbría de la Muntanya del Castell, j\mto a los últimos abancalamientos para el cultivo
(fig. 1).
La entrada de la cueva, de forma aproximadamente circular, es
una pequefta sima de fácil descenso, con una caida de 2'5 metros en
.la aqtualidad, si bien.antes de iniciar los trabajos de excavación no sobrepa.saba los 1'5 metros. La cavidad es una diaclasa de dirección
aproximada NE.-SO., con ligero descenso hacia el SO., en la que puede distinguirse una gran sala, que comprendería desde la vertical de
la entrada hasta su final en dirección SO., y otra más pequeña en la
parte nororiental cuyo acceso estaba obstruido por la tierra acumulada bajo la sima de entrada (fig. 2 y Lám. I).
Figura l. Yacimientos valencianos citados en el texto. l. CMig; 2. Cova del Barranquet
Pondo, La SeiTatella; 3. Sepulcres de La Joquera, Castelló; 4. Vil.la Filomena, Vila-real ; 5.
Peña de la Duefta, Teresa; 6. Cueva de la Torre del Mal Paso, Castelnovo; 7. Muntanya de les
Rabosas, Albalat deis Tarongers; 8. L' Aixebe, Sagunt; 9. La Atalayuela, Losa del Obispo; 10.
Rambla Castellarda, Llirla; 11. Cueva de la Ladera del Castillo, Chiva; 12. Muntanyeta de
Cabrera, Torrent; 13. Cova de Ribera, Cullera; 14. Cova de Giner, Cullera; 15. Sima de la Pedrera, Benicull; 16. Cueva del Palanqués, Navarrés; 17. Ereta del Pedregal, Navarrés; 18.
Alt:ico de la Hoya, Nav&ITés; 19. El Rincón, Anna; 20. Cova de la Recambra, Gandia; 21. Cova Bolta, Real de Gandia; 22. COVA SANTA, Vallada; 23. Cova del Cavall, Vallada; 24. Les
Covatxes, Vallada; 25. La Bastida de les Alcuses, Moixent; 26. Cabeqo del Nav&ITO, Ontlnyent; 27. Cova del Camf Real d'Alacant, Albaida; 28. Lloma de !'Atareó, Bélgida; 29. Cova de
l'Or, Beni&ITés; 30. Cova d'Bn Pardo, Planes; 31. Cova de la Sarsa, Bocairent; 32. Cova de
Bolumini, Alfafara; 33. Cova dal Sol, Banyeres; 34. Cova del Partidor, Banyeres; 35. Cova de
Les Llometes, Alcoi; 36. Barranc del Cinc, Alcoi; 37. Cova de la Pastora, Alcoi; 38, Ull del Moro, Alcoi; 39. Terlinques, Vlllena; 40. Cova de la Barcella, Torre de les Maqanes; 41. Benissit,
Vall d'Bbo; 42. SeiTa Grossa, Alacant; 43. Algorfa.
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COVA SANTA
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La sala más occidental presenta numerosas piedras y bloques desprendidos del techo; tiene unos 18 metros de longitud por una anchura variable que no sobrepasa los 8 metros. Dividiéndola según el eje
longitudinal NE.-SO., su par.te septentrional es la más transitable y, a.
la vez, más seca, siguiendo el techo la inclinación·de la ladera de la
montaña. Por el contrario, en la parte meridional, las coladas. y columnas indican una mayor humedad y se generalizan al final de la
riúsma. A ambos lados de esta sala se abren pequeñas galenas de corto ·recorrido y escasa altura.
Bajo la entrada de la cavidad y en dirección NE. se abre otra sala,
de planta irregular y pequeñas dimensiones, 2 por 2 metros aproxi.madamente, arrancando de ella diversas galenas impracticables en
el momento presente. Coincidiendo con la vertical de la entrad~, y tal
como puede verse en el croquis de la figura 3, existía un cono de acumulación formado por el arrastre de los materiales de erosión de la
ladera de la montaña, es decir, por tierra roja y abundantes bloques y
cantos calizos de gran y pequeño tamaño, de gran desarrollo en dirección SO. y que, como hemos dicho, ocultaba el acceso a esta pequeña
sala.
·
Entre los bloques que cubren el suelo de la cavidad era conocida
desde hace años la existéncia de materiales de época ibérica, especialmente fragmentos cerámicos con decoración pintada de motivos
geométricos, algunas fusayolas y una fibula, etc.; asi como también
monedas y fragmentos de cerániicas medievales. Estos hallazgos y la
proximidad de la cueva a la población ocasionaron frecuentes visitas,
con las inevitables remociones; si a ello añadimos el desplazamiento
natural de materiales, de cuya importancia es testigo elocuente el cono de acumulación antes mencionado, comprenderemos el porqué de
la destrucción parcial del yacimiento, tal como pusieron de manifiesto
·
los trabajos de excavación llevados a cabo.
En efecto, en la exploración minuciosa de la cavidad re~ada
por el Grup Pare Presentat desde 1978, además de recuperarse un
conjunto notable de materiales ibéricos y medievales, ·destacaba la
existencia de restos humanos en las inmediaciones de la entrada, a
los que acompañaban fragmentos de cerámicas hechas a mano, algunas puntas de flecha de sílex, y diversos colgantes de hueso y concha.
Ello hizo suponer que esta parte de ~a entrada, cubierta por la tierra
desprendida de la ladera de la montaña, pudiera haber sido destinada
en época·prehistórica a lugar de e~terramiento, y que estos deberian
extenderse hacia el NE., donde al quitar la parte superior del cono de
·
acumulación se comprobó la ·continuación de la cavidád. ·
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6
B: MARTI OLIVER
Ello motivó la realización de los trabajos de excavación, llevados
a cabo con urgencia por el Servicio de Investigación Prehistórica, con
el fin de recuperar las mayores evidencias posibles. Tras el estudio
del yacimiento y teniendo en cuenta que los posibles enterramientos
prehistóricos parecian ubicarse exclusivamente en la parte de la entrada, la cueva fue dividida en tres sectores que denominamos A, B y
e, estSbleciendo un nivel cero con carácter general (fig. 3).
El Sector A comprende la pequeña sala nororiental. En .ella se encontraron la mayor parte de los restos humanos, restos de fauna y
ajuares. El Sector B corresponde al vestibulo de la entrada, entre el
Sector A y un gran bloque desprendido de la bóveda, lugar donde
también parece que se realizaron inhumaciones. Por último, el SectQr
e se refiere a la zona interior de la cavidad en la que predominaban
los hallazgos de época ibérica y medievales, junto a escasos materiales prehistóricos y restos humanos. Los trabajos de excavación se limitaron a los sectores A y B.
En el Sector A distinguimos tres niveles: el superior, revuelto,
comprendería la parte superior del cono de acumulación, hasta una
profundidad de 200 centúnetros respecto al plano de referencia, siendo destruido en gran parte por los visitantes. El segundo nivel comprende de los 200 a los 220 centúnetros de profundidad; su excava.:
ción puso de manifiesto la existencia de diversas inhumaciones, junto
a las que aparecieron numerosos restos de ovicápridos. Finalmente, el
tercer nivel de este Sector A, de los 220 a 230 centimetros, continuaba las características del nivel anterior, desapareciendo poco a poco
los restos humanos y siendo todavfa notables los de ovicápridos, hasta
finalizar ~odo vestigio en torno a los 230 centúnetros.
En el Sector B, que por corresponder al vestibulo de la entrada fue
la zona más afectada por los visitantes, se distinguieron dos niveles:
en el primero, hasta los 220 centimetros, el cribado de las tierras proporcionó restos humanos y materiales arqueológicos; y el segundo, de
220 a 250 ó 275 centímetros, según la inclinación del suelo, en el que
se pudo observar alguna articulación de huesos humanos junto a escasos materiales.
En ambos sectores no se apreciaron diferencias estratigráficas
por lo que hemos de suponer un estrato único para el conjunto de los
enterramientos.
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COVA SANTA
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B. MARTI OLIVBR
8
II
LA EXCAVACION: RESTOS HUMANOS, RESTOS DE FAUNA
Y MATERIALES ARQUEOLOGICOS
EL SECTOR A
Restos humanos
Como hemos dicho fue en el Sector A donde aparecieron la mayor
parte de los restos humanos, tratándose con seguridad de un enterramiento múltiple que contendría un mínimo de cuatro individuos adultos y tres jóvenes o niños.
La diposición de los restos era aproximadamente la que señalamos en el croquis de la figura 4. En ella se numeran los cráneos, cuya
situación corr.esponde a lo~ círculos, y se indican las principales asociaciones de los huesos, que sólo en tres de los casos permiten .aventurar la disposición del inhumado.
Los individuos 1 y 2 aparecieron muy fragmentados y en pequeño
espacio, entre los bloques de la parte suroriental, como si se tratara
de un osario. Los números 3 y 4 eran los mejor·conservados, pudiendo
aventurarse con cierta precisión la disposición de los .inhumados. De
los individuos 5, 6 y 7 tenemos menos datos, porque en gran parte sus
restos fueron levantados antes de los trab~os de excavación; sólo para el caso del número 6, en razón de los restos aparecidos en el transcurso de la excavación, cabe plantear alguna hipótesis.
Números 1 y 2.
Estos individuos se encontt:aron amontonados en el hueco formado por los bloques de la parte suroriental. Entre los huesos se identifica un grupo que pertenece a un adulto y otro a un niño, con múltiples
fragmentos de vértebras, delgados restos de cráneo, dentadura de leche, fmos fragmentos de costillas, un húmero (longitud, 13 cms.), un
fémur (1. , 17 eros.), y una diáfisis posiblemente de peroné.
Algunos huesos encontrados fuera de este hueco, pero en sus inmediaciones, podrían corresponder al individuo adulto: dos fragine~
tos de mandíbula inferior, un fémur, un cúbito y una tibia, fragmentos
de clavícula, etc., que podrían haberse desprendido del depósito.
Número 3.
Es el individuo que mejor pudo ser estudiado por haber aparecido
íntegramente en los trabajos de excavación al igual que parte del individuo número 4. En la figura 5 puede observarse la situación de algu-
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-
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nos de sus restos, e.n concreto los córrespondientes al segundo nivel
de la excavación del Sector A (Lám. II).
Los restos del esqueleto ~e encuentran siguiendo una dirección
aproximada N .~ S . , a lo largo de unos 130 ó 135 centimetros. El cráneo
se hallaba en posición lateral derecha, fragmentado en su base pero
reconstruible. Las vértebras siguen en parte esta dirección, al igual
que las dos clavículas, gráciles como el resto del esqueleto y acordes
con el menor tamaño del cráneo en comparación con los otros adultos
inhumados. También se identificaron múltiples fragmentos de costillas y;_huesos de las manos en la región correspondiente a la cabeza y
el tór·ax, así como los omóplatos, el húmero derecho (1, 27 cms.) y un
fragmento de cúbito.
·
En la zona correspondiente, suponiendo una posición decúbito supino, aparecieron la pelvis y ambos fémures (1, 38 ·cms.), la tibia y el
peroné izquierdos (1, 31 cms.); la tibia estaba en sentido contrario al
fémur, lo que indicarla una·posible flexión, mientras el peroné presentaba una dirección normal. Se encontraron tres falanges junto al peroné, pero no aparecieron huesos del tarso.
La· vértebra quinta' lumbar pr~senta una osteófisis marginal mínima que denota una edad media entre 40 y 50 años. Estas alteraciones
de tipo artrósico se presentan también en. el fragmento de cuerpo de
otra· vértebra lumbar, pero no aparecen en las vértebras c.e rvicales ni
en las apófisis articulares.
Así, pues, el esqueleto se encontraba extendido en una longitud de
130 a 135 centimetros y, dado el tamaño de los huesos, su gracilidad
y los discretos signos de artrosis, se trataría de un individuo adulto de
edad media, en tomo .e: ios·40 años, probablemente una m~er de baja
estatura.
Número 4.
Parcialmente afectado por la remoción del nivel superior, el estudio de este individuo se ve dificultado, además, por la confluencia de
.. sus restos con los del número 3 ytambién por hallarse entremezclado
con numerosos restos de fauna, como puede observarse en la figura 5,
correspondiente al segundo nivel de la excavación, en donde los res-·
tos de fauna se señalan con un cuadrado.
El cráneo, con la base hacia arriba, coqesponde a una persona
adulta, robusta, probablemente varón. En el interior se encuentran
fragmentos de su base y del maxilar superior. En sus proximidades se
hallan un cúbito, un radio (1, 24 cms.) y un húmero (1, 28 cms.) ; también un axis, dos illacos, un fragmento de fémur y otro de tibia. Todos
ellos parecen orientados hacia el fondo de la cueva en dirección E. -0 .,
-
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situándose el fémur en .la parte más profunda, lp que guarda ·relación
con los fragmentos de pelvis, aunque no con el de la tibia que se le
asigna.
.
Con todas las ·r eservas cabe s~poner, pues, una orientación 0 .-E.
para este individuo de acuerdo con la disposición de los huesos del
brazo_ axis, pelvis y fémur, aunque la distancia total cubierta por lo·
,
s
huesos, de 11 O a 120 centimetros, puesta en relación con su tamaño y
robustez, hacen suponer que se encontraría encogido, en posición fetal o, al menos, ligeramente flexionado.
Números 5 y 7.
El material correspondiente a estos dos individuos se encontró
muy fragmentado y en gran parte desplazado, por hállarse a mayor
altura que los situados más hacia el interior de la pequeña sala que
forma el Sector A. Dé ello no debemos inferir su correspondencia a un
nivel superior en sentido estratigráfico, sino más bien que en la época
en que se efectuaron estos enterramientos el suelo debía ofrecer ya
una cierta pendiente debida al cono de acumulación del .vestíbulo de
entrada a la cueva.
La existencia de dos individuos se desprende con claridad de los
dos tipos de fragmentos de cráneo y del estudio efe los dientes, siendo
ambos niños.
Número 6.
Al igual que en el caso de los dos individuos anteriores, tambi~n
aquí son pocos los indicios aunque permiten aventurar una disposición del inhumado paralela a la del númerQ 4.
El cráneo corresponde a un individuo adulto y aparece muy fragmentado. Por el escaso desgaste de los molares podría tratarse de un
adulto joven. Los restantes huesos están también muy fragmentados,
pudiéndose reéomponer un cúbito, un radio, un húmero (1, 27 cm.s.),
un fémur (1, 38 cm.s.), algunas vértebras y una clavícula.
Atendiendo a la dispersión de los huesos supone~os una disposi-.
ción 0 .-E., desde la posición del cráneo hacia el interior de la sala, en
donde aparecen dos tibias desiguales y un fragmento distal de fémur,
que no parece ser pareja del reconstruido, al igual que una de las dos
tibias. Huesos que habría que poner en relación, quizás, con el osario
de los individuos 1 y 2.
Restos de fauna
La abundancia de los restos de fauna resultó sorprendente en el
transcurso de la excavación, especialmente en los niveles segundo y
tercero. Como puede verse· en la figura 5•.en el segundo nivel se obser-
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vaba una especial concentración de restos de fauna en la parte más
profunda de la sala, juntos y entremezclados con los restos humanos,
reposando una cabeza de oveja junto al cráneo número 3.
El hecho de que no se tratara de hallazgos esporádicos; sino que
correspondieran a las diversas partes del esqueleto, y la imposibilidad
de atribuirles un origen casual, producto de la utilización de la cavidad como vertedero ocasional, daban un gra.ri interés asu presencia.
Los restos de fauna recuperados en el nivel segundo fueron clasificados de inmediato por Manuel Pérez Ripoll, correspondiendo en su
mayor parte a un individuo de Ovis aries y a partes de otros dos, encontrándose también una tibia de Oryctolagus cuniculus. Ello hizo
que se prestara gran atención a la situación y abundancia de los restos de fauna en la excavación del tercer nivel, comprobándose de nuevo su asociación con los restos humanos hasta la desaparición de estos.
Una vez finalizados los trabajos, el conjunto de los restos de fauna
fue clasificado por Inocencia Sarrión Montañana, pudiendo afirmarse
que en el Sector A se depositaron junto a los cadáveres humanos un
total de cinco individuos de Ovis aries y otros dos de Ovis aries o Capra hircus, teniendo en cuenta que sólo dos fragmentos distales de la
primera falange y dos restos de articulaciones distales de metapodios
nos hablan con seguridad de la existencia de Capra hircus. Por último
también se encontró una hemimandibula derechf\ de Bos taurus, así
como varios fragmentos de vértebras.
Materiales arqueológicos: los ajuares
SD.BX
l. Fragmento distal de hojita. Sin retocar.
2. Fragmento medial y distal de hojita. Sin retocar (flg. 6, nÚJJ1.. 4).
3. Lasca con retoque bifacial, invasor. Semejante a una punta de flecha en proceso de fabrloaci6n.
4-8. Cinco puntas de flecha con pedúnculo y aletaslnolpientes. Retoque plano, cubrlente,
bifacial (flg. 6, núms. 1, 2, 3, 5 y 6).
PIEDRA
l. Hacha pulida de color gris oscuro. Semejante al basalto Ulg. 7, núm. 11).
CONCHA
1-7. Siete Dentalium s.p. Cuantas de collar.
8. «PurpuND, Thals haemastoma, muy pulida. Presenta una perforación en su parte central y otra en el ápice. Colgante.
9-23. Quince colgantes hechos sobre fragmentos de Acanthocardia tuberculaú.l y de
Glycymeris gaditanus, oon una perforación en uno de sus extremos. Presentan formas variadas: ovalados, triangulares, segmentos de ~o. etc. (fig. 7, núms. 4, 5, 6 y 9).
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lig. 8 (T.
D.)
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Fig. 7 (T. o .)
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HUESO
l-2. Dos colgantes de forma rectangular con perforación an uno de sus e.xtremos (fig. 7,
náms. 7 y 10).
.
3. Gran colgante fabricado sobre un colmillo de Sus scrofa. Perforado en uno de sus extremos, ofrece una pequeda muesca en el opuesto lftg. 7, nám. 1).
4. Incisivo. Indeterminado. Roto en la parte superior donde se observa parte de una perforación. Colgante (ftg. 7, ntDn. 8).
5. Botón de forma piramidal con perforación an V. Por uso o rotura, las dos perforaciones afloran en la parte superior (ftg. 7., nám. 2).
6. Botón de forma cuadrada con dos perforaciones oblicuas. P-arece tratarse de un botón
semejante al anterior pero muy desgastado (tlg. 7, nám. 3).
OERAMICA
l. Peque1lo cuenco hemiesférico. Hecho a mano y sin decoración (ftg. 8, n{un. 1)•
.~ · Vaso globular con cuello corto y ligeramente exvasado. Hecho a mano y sin decoración (tlg. 8, nám. 2).
3. Cuenco de tendencia hemiesférica. Hecho a mano y sin decoración (ftg. 8, nám. 3).
4. Escasos fragmentos de cerámica, atípicos. Hechos a mano y sin decoración.
EL SECTOR B
Restos humanos
Fue esta parte de la cueva, correspondiente al vestíbulo de la entrada, la que sufrió mayor destr'\lCCión, aunque todo parece indicar
que los enterramientos del Sector A continuaban en esta zona.
Se recuperaron dos cráneos y multitud de fragmentos óseos. El
cráneo número 8 se hallaba empotrado en la pared sur, a unos 220
centímetros de profundidad respecto al plano de referencia, muy
fragmentado y rodeado de algunos huesos. El cráneo número 9 apareció en la parte norte, junto a otros restos entre los que se identificaron
varias costillas, una articulación del brazo, un húmero y otros.
Restos de fauna
Al igual que en el caso de los restos hull.lanos, fueron escasos y
muy fragmentados, correspondiendo a ovicápridos en los casos identificados y pudiendo relacionarse con los encontrados en el Sector A.
Materiales arqueológicos: los ajuares
SILEX
l . Fragmento medial y distal de hoja. Retoque directo, oblicuo, continuo, en el bor de izquierdo (tlg. 6, nám. 11).
2. Fragmento medial y distal de hoja. Retoque directo, oblicuo, invasor en el borde izquierdo y parte distal; bifacial, invasor en el borde derecho (ftg. 6, nám. 10).
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Flg. 8 (T. n.l
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3. Perforador sobre hoja con . retoque directo, abrupto y oblicuo, bilateral (fig. 6,
nó.m. 12).
4-6. Tres puntas de flecha de forma foliécea. Retoque plano, cubri.e nte, bifacial (fig. 6,
nó.ms. 7 a 9).
PIEDRA
l. Hacha pulida de color verde y gris, moteada de negro. Semejante al granito (fig. 9,
nó.m. 2).
·
·
2. Hacha pulida, parcialmente descompuesta, de col_ r negruzco. semejante al pórfido.
o
CONCHA
1-6. Seis Dentalium s.p. Cuentas de collar.
HUESO
l.
P~n. roto en la párte distal. Fabricado sobre metapoc:tlo de ovicéprido (fig. 9,
n~.4).
CBRAMICA
l. Vaso con asa anular vertical. Hecho a mano y sin decoración (flg. 10, núm. 1).
2. Pequeño cuenco hemiesférico. Hecho a m.ano y sin decoración (fig. 10, núm. 2).
3. Pequetio vaso carenado. Hecho a mano y sin decoración (fl.g. 10, nó.m. 3).
4. Cuenco en forma de casquete esférico. Hecho a mano y sin decoración (fig. 10,
nó.m. 4).
5. Diversos fragmentos atipicos, hechos a mano y sin decoración.
METAL
l. Punta de jabalina o punta del tipo Palmela, de hoja ovalada y largo pedó.nculo de sección rectangular. Posiblemente de cobl'!l (fig. 9, núm. 1).
EL SECTOR C
Restos humanos
En el interior de la cueva, donde no se efectuaron trabajos de excavación, se recogieron en superficie algunos restos ll;umanos, entre
los que se identifican un axis, una vértebra dorsal, dos pequeños fragmentos de cráneo, semilunar y metacarpiano, y algunas piezas dentarias.
Restos de fauna
Al.igual que en el caso anterior también se recogieron algunos
huesos de ovicápridos.
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Pg. 9 (T. n .)
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Fig. 11 (T. n .)
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Materiales arqueológicos
A diferencia de lo que sucede en los Sectores A y B, en el Sector e
los materiales recuperados cubren un amplio espectro cronológico,
desde una placa de sfiex tabular con retoques bifaciales continuos
(fig. 9, núm. 3), propia del Eneolitico, hasta cerámicas y monedas medievales.
Entre las cerámicas hechas a mano existe algún fragmento de
borde con incisiones transversales en el labio, un fragmento de cuerpo
decorado con ungulaciones, fragmentos de cuencos y vasos con cuello
exvasado, sin decoración, aunque en algún caso presentan mamelones como elementos de prehension. Destaca un fragmento de cuerpo y
base con ligero pie en el que se observan improntas de ceste:ría y, sobre todo, un fragmento de cuenco, del estilo del vaso campaniforme,
con decoración incisa y pseudoexcisa (fig. 11 ).
Especialmente abundantes fueron los fragmentos hechos a torno
con decoración de motivos geométricos, de época ibérica. Entre ellos
se observan fragmentos de vasos globulares, euellos y bordes de perfil en cabeza de ánade, platos hondos con pie anillado decorados con
bandas y filetes de color marrón y rojizo en ambas superficies (fig. 12,
núm. 3), platitos de ala y pie anillado decorados con bandas marrones
(fig. 12, núm. 1), partes del cuerpo decoradas con bandas y circunferencias, etc. En relación con ellas se encontraron también cuatro fusayolas, una con decoración puntillada en la mitad superior (fig. 12,
núm. 2), y una tlbula anular hispánica.
Lw
2
liCM
L.J
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Aunque en me~or número también se recogieron cerámicas de
época medieval y moderna, así como algunas monedas y otros objetos
de atribución cultural y cron<~lógica imprecisa pero siempre posteriores a la Cultur.a Ibérica.
m
LAS INHUMACIONES Y LOS AJUARES DE LA COVA SANTA
La u~ación de las cuevas nat\U'ales como lugar de enterramiento es una práctica de amplio espe~tro cultural y cronológico en el País
Valenciano. Y asi, la Cava Santa fue el lugar elegido como necrópolis
por los habitantes <:fe un próximo poblado, tqdavfa no localizado debido a su probable situación en tierras blijas, al igual que sucede en la
mayor parte de estos casos.
·
La abundancia de cuevas sepulcrales no significa q~e conozcamos
con gran riqueza de detalles el ri~al de inhumación. Por el contrario,
en muchas de ellas apenas resulta posible aventurar la disposición de
los inhumados, que aparecieron removidos y muy incompletos. Las
causas de ello son en parte naturales, comprendiendo aquí desde la
acción del agua a la de los animales; correspondiendo otra parte importante a la profanación de estos lugares con motivo de su descubrimiento. A lo que hay que añadir la J>ropia utiliZación de la cavidad como lugar de enterramiento múltiple durante un cierto periodo de
tiempo, lo que implicaría con frecuencia una redistribución de los restos humanos ya depositados, motivada por la necesidad de ganar espacio para las sucesivas inhumaciones.
En el caso de la Cava Santa que ahora nos ocupa hemos de atribuir las mayores dificultades a causas naturales, a la situación de las
inhumaciones en los llamados Sectores A y B, donde la inclinación del
suelo a dos vertientes, en función de los arrastres provenientes de la
ladera de la montaña, provoca un desplazamiento de los restos óseos
·y de los ajuares. Con todo, las evidencias proporcionadas por la excavación permiten afirmar que se trata de una cueva sepulcral múltiple,
con un mínimo de cuatro individuos adultos y tres niños en el Sector
A, y dos individuos adultos en el Sector B, y también reconocer algunas particularidades del ritual de inhumación.
De la disposición de los restos humanos antes expuesta se deduce
la existencia de un osario o enterramiento secundario, mientras otros
esqueletos se encontraban extendidos o ligeramente flexionados. Los
enterramientos secundarios, agrupaciones de huesos desplazados de
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su lugar original para proceder a nuevos enterramientos, corresponden a los individuos señalados con los números 1 y 2, que verosfmilmente deben ser considerados como los depositados en primer lugar,
de acuerdo con esta circunstancia. En posición decúbito supino se encontrarfa·el individuo número 3, totalmente extendido; mientras al
número 4 puede suponérsele una ligera flexión de s~s piernas. Aunque muy hipotéticamente podemos imaginar una gradación cronológica de las inhumaciones de acuerdo con la posición que ocupan respecto a la entrada de la cavidad y que corresponderla aproximadamente a la numeración que les hemos atribuido en la breve descripción de sus restos. Sin embat:go, el hecho de que se trate de un estrato
único y de que los ajuares no ofrezcan asociaciones seguras y significativas conduce a postular un pe.quefto margen de tiempo eritre el primero y el último, pequeño margen al menos en relación con la gradación cronológica que los materiales permiten establecer según nuestro
conocimiento de su evolución tipológica.
Los materiales arqueológicos que componen el ajuar de los inhumados poseen amplios paralelos en el conjunto de las cuevas sepulcrales v~encianas, hecha excepción del gran colgante sobre un colmillo de jabalí cuya tipologfa, como sucede con muchos de estos adornos, responde a una idea general pero se manifiesta de muy diversas
maneras (Zl.
La industria de sílex entronca plenamente con el Eneolitico.
Las puntas de flecha de retoque bifacial son frecuentes en los enterramientos, incluyendo aquellos que se consideran como ligeramente posteriores al Eneolitico o de transición al Bronce Valenciano, tal
como fuera señalado por Pla en su estudio sobre la Cava de Ribera
(Cullera) (3), cuyas lineas generales continúan vigentes. Pero no sucede lo mismo con el resto de la industria lftica recuperada en la Cava
Santa: la presencia de hojas de sfiex, en especial aquella que presenta
un retoque continuo invasor y la que hemos clasificado como perforador, se identifican plenamente con los materiales eneolfticos, tal como
los vemos en la Ereta del Pedregal (Navarrés) y en las cuevas de enterramiento múltiple eneoliticas, pero no las encontramos en los poblados del Bronce Valenciano ni tampoco en lo que ha venido denomi(2) Para la valoración y paralelos de los elementos de adorno eneol!ticos puede consultarse el trabiÚO general de J . BERNABBU: «Los elementos de adorno en el BneoUtico Valencianot. Memoria de Licenciatura. Facultad de Geografla e Historia, Valencia, 1979. Manusciito en la Biblloteca del S.I.P.
Un resumen publicado con el mismo titulo en Papeles del Laboratorio de Arqueologfa-Saguntum, nóm. 14, Valencia, 1979, págs. 109-126.
(3) B. PLA: «La Covacha de Ribera (Cullera, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, VII, Valencia, 1958, págs._23-54.
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COVASANTA
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nándose necrópolis de transición. Ylo mismo cabe decir de la placa de
süex tabular procedente del Sector C.
Las hachas pulidas poseen una dilatada cronología, al igual que
los colgantes, incluyendo las conchas perforadas y los Dentalium. Todo ello puede encontrarse desde niveles plenamente neolfticos, como
sucede en la Cova de l'Or (Beniarrés), a poblados tfpicos del Bronce
Valenciano. En particular cabe destacar la similitud de los colgantes
arqueados de concha encontrados en la Cova Santa con los de la Cova
de l'Or y con el encontrado en .la covacha sepulcral de El Vedat, relacionada con el poblado del Bronce Valenciano de la Muntanyeta de
Cabrera (Torrent) (4), asi como con ejemplares de la Cova de la Barcella (Torre de les Maqanes), Cova de la l\ecambra (Gandia) y otros.
Los pequeños cuencos de tendencia hemiesférica y el vaso de
cuerpo globular con 9uello corto corresponden a formas comunes en
el Eneolftico y la Edad del Bronce, mientras el pequeño vaso carenado
se acerca más a las formas de este último. El ca.so de mayor interés es
el fragmento de cuenco del estilo del vaso campaniforme con decoración incisa y pseudoexcisa que forma bandas horizontales en la parte
superior y una cruz en la·inferior. Aunque proveniente del Sector e y,
por lo tanto, fuera de la zona donde se realizaron las inhumaciones,
los Sectores A y B, puede relacionarse estrechamente con ellas. En favor de esto anotaremos la existencia de algunos restos humanos también en el Sector e, que podrfan interpretarse como producto de la
destrucción de la parte superior del vestíbulo de entrada; y, sobre todo, su no extrañeza en un contexto de finales de la Edad del Cobre o
principios de la· Edad del Bronce, junto a los botones piramidales con
perforación en V y a la punta de cobre del tipo Palmela. Aunque desde
una perspectiva peninsular la cronología que podemos asignar a este
fragmento cerámico, encuadrable en el amplio conjunto del tipo
Ciempozuelos, permanece stúeta a discusión, al igual que sucede con
la mayor parte de los tipos del vaso campaniforme, creemos que en
este caso y en virtud de sus asociaciones, no hay objec~ones para cons.iderarlo propio de los primeros siglos del segundo milenio a. de C.
La punta de jabalina o punta del tipo Palmela ha sido considerada
tradicionalmente como una pieza tfpica del llamado ajuar campaniforme en la Península Ibérica, dada su constante asociación con este
tipo cerámico. Asi sucede en algunas cuevas sepulcrales valencianas
como, por ejemplo, la Sima de la Pedrera (Benicull). Aunque también
(4) M. FUSTE y D. FLBTCHER: cLa Covacha sepulcral del Vedat de Torrente.t. Archivo de
Prehistoria Levantina, IV, Valencia, 1953, págs. 169-166.
D. FLBTCHER y E. PLA: cEl poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera
(Vedat de TottP'lte, Valencia)t. Trab~os Varios del S.LP., nrun. 18, Valencia, 1956.
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la encontramos en la Cova de la Pastora (Alcoi), donde se desconoce el
campaniforme, en la Cova del Barranquet Fondo (Serratella) y en el
poblado del Cabeqo del Navarro (Ontinyent), perteneciente al Bronce
Valenciano (5).
Por último, los dos botones de hueso que hemos asimilado al tipo
de los botones piramidales con perforación en V, a pesar de su fuerte
desgaste, están bien representados también en el Pafs Valenciano. Los
encontramos en la Cova de Giner (Cullera), Cova de la Recambra
(Gandia), Cova Bolta (Gandia), Cova del Bolumini (Alfafara), Cova del
Sol (Banyeres), Cova del Partidor (Banyeres), Sepulcres de la Joquera
(Castelló), etc., y en algunos poblados eneoliticos como.la.Ereta del Pedregal (Navarrés) y posiblemente El Rincón (Anna).
Sin agotar los paralelos, resulta claro que este breve examen de
los principales elemento~ que componen el ajuar de la Cova Santa permite situarla entre los momentos fmales del Eneolitico y los principios
de la Edad del Bronce, cuestión sobre la que volveremos con posterioridad intentando precisar más esta atribución.
Terminaremos refiriéndonos al caso de los restos de fauna, cuya
abundancia, como antes se ha dicho, mereció una especial atención
en el transcurso de los trab~os y también la requiere ahora. La existencia de un mfnimo de cinco ovejas, dos ovejas o cabras, y algunos
restos de buey, todos ellos en intima unión con los restos humanos, ha
de interpretarse como parte del ritual funerario, muy probablemente
como ofrendas alimenticias, siendo esta quizá la particularidad más
notable que nos ha deparado la Cova Santa.
Ciertamente esta práctica debió ser más corriente de lo que podemos afrrmar a través de la bibliografia, ya que si bien con cierta frecuencia se mencionan restos de fauna en las necrópolis megaliticas y
·en las cuevas sepulcrales u otros tipos de enterramientos, muy raramente estos han sido estudiados con cierto detalle.
Entre los casos mejor conocidos podemos incluir algunos sepulcros de fosa en los que la presencia de restos de animales se une a
fragmentos de carbón y a la tierra endurecida por cocción, lo que
plantea la posibilidad, a juicio de Muñoz, de algún rito especial con
cremación, quizás un banquete funerario (6). También en el Pafs Vasco se señalan restos de fauna en las cuevas sepulcrales, habiendo sido
(51 J . V. LERMA: «Los orfgenes de la metalurgia en el Pafs Valenciano». Memoria de Licenciatura. Facultad de Geografla e Historia, Valencia, 1979. Manuscrito en la Biblioteca del
S.I.P.
(6) A. M. ~OZ: «La cultura neolitica catalana de los Sepulcros de Fosa». Instituto de
Arqueología y Prehistoria, Publicaciones eventuales, nllm. 9, Barcelona, 1965.
-
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COVA SANTA
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estudiados por Altuna (7). Y lo mismo sucede en algunas necrópolis
megal1ticas, como en el Sepulcro Domingo 1 de Fonelas (Granada), en
su nivel inferior de enterramiento, estudiado por Ferrer (8); o en el
Tajillo del Moro (Casabermeja, Málaga), excavado recientemente por
Ferrer y Marqués {9).
_
Para el Pais Valenciano los ejemplos cubren desde cuevas sepulcrales eneolíticas como la de la Torre del Mal Paso (Castelnovo), al enterramiento en pozo de Benissit (Vall d'Ebo), y a los enterramientos en
el interior de·poblados del Bronce Valenciano como sucede en el Altico de la Hoya (Navarrés) (10).
IV
LA COVA SANTA: ATRIBUCION CULTURAL Y CRONOLOGICA
Al examinar los principales paralelos de los materiales encontrados en la Cava Santa, hemos indicado que pueden situarse en los momentos finales del Eneolítico y principios de la Edad del Bro_Jlce. Sin
embargo, aproximarse a lo que acontece en el Pais Valenciano durante tales momentos es tarea compleja que requiere estudiar no sólo las
necrópolis sino también los lugares de habitación.
Con regpecto a las necrópolis, en nuestro caso las cuevas sepulcrales múltiples, hay que recordar que no siempre pueden considetarse
como hallazgos cerrados. En realidad ello es poco frecuente ya que la
mayor parte estaban revueltas en el momento de su excavación y no
fue posible identificar ajuares; por lo que pueden aparecer como sincrónicos elementos separados por un periodo de tiempo considerable,
desde el inicio al fmal de los enterramientos, sin olvidar las intrusiones de cronología muy posterior. A pesar de ello, teniendo en cuenta
(71 J . ALTUNA: «Historia de la domesticación animal en el Pafs Vasco desde su orígenes
hasta la romanfzacióm. Munibe, año 32, fase. 1-2, San Sebastián, 1980.
.
(81 J . FERRER: «La necrópolis megalftica de F'onelas (Granada). El Sepulcro Domingo 1 y
sus niveles de enterramiento». Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, n,
1977, págs. 173·211.
(9) Agradecemos a J. FERRER e l. MARQUES su amable comunicación sobre estos trab~os, en proceso de publicación.
( 101 E. PLA: «Actividades d.el Servicio de Investigación Prehistórica (1946-1955)». Archivo de Prehistoria Levantina, VI, Valencia, 1957, pág. 199.
F'. JORDA: «Los enterramientos de la Cueva de la Torre del Mal Paso (Castelnovo, Castell6n)J. Archivo de Prehistoria Levantina, Vil, Valencia, 1958, págs. 55-92.
J . ALCACER: cEl Altico de la Hoya (Navarrés, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, IX, Valencia, 1961, p~gs. 101-113.
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B. MABTI OUVER
la notable evolución de las costumbres funerarias desde el Neolitico a
la Edad del Bronce, examinar las lineas generales de este proceso nos
ayudará a situar mejor en su contexto el ritual funerario de la Cova
Santa, refiriéndonos posteriormente a la problemática de los lugares
de habitación.
.Desde el Neolitico antiguo caracterizado por las cerámicas con
decoración impresa cardial encontramos enterramientos múltiples en
e
las cuevas del País Valenciano, siendo el ejemplo más r. presentativo
el de la Cova de la Sarsa (Bocairent). Pero no parece tratarse de cue~
vas exclusivamente sepulcrales, sino de una doble utilización como
habitat y lugar de enterramiento.
· Es en el Eneolitico cuando la utilización de las cuevas como lugar
de enterramiento deviene caracterfstica y a él corresponden un .g ran
número de las conocidas hasta ahora, continuando su vigencia hasta
los inicios del Bronce Valenciano.
Las cuevas sepulcrales eneoliticas y de transición al Bronce Va~
lenciano varfan desde aquellas de medianas dimensjones, c¡l:c en
algún caso pudieron se! ocupadas en épocas anteriores como lugar de
habitación y ahora, coincidiendo con la generalización de los pobla~
dos, pasan a ser necrópolis, como sucede en la Cova de En Pardo (Pla~
nes); hasta muy reducidas covachas o grietas, como la de Les Llametes (Alcoi). Por lo general contienen un número elevado de individuos
y de ahf su denominación de colectivas o múltiples: desde más de cincuenta, quizás del orden de setenta y cinco, en la Cova de la Pastora
(Alcoi), a los casos más frecuentes en los que sólo podemos indicar que
este número debía ser superior a seis u ocho, como en la Cova de Ribera (Cullera) o en la 'Cueva de la Ladera del Castillo (Chiva).
Son pocos los yacimientos en que se pudo estudiar la disposición·
de los esqueletos y ejuares, pero se puede hablar de tres tipos, atendiendo a la disposición en que se encontr'alian los restos humanos y
sin que, por el momento, ello permita establecer úna gradación cronológica dentro del Eneolitico.
En primer lugar tenemos los casos en que puede afirmarse que
los inhumados lo fueron en posición decúbito supina o bien en posición lateral y flexionados, como en la Cova de Les Llometes (Alcoi),
en la necrópolis de la Algorfa y en la propia Cova Santa; son los
llamados enterramientos primarios. En o~os casos comprobamos
que la disposición de los restos humanos no corresponde a la posición
normal del difunto en el momento de su enterramiento, sino que todos
ellos debieron sufrir un acomodo po.sterior a su descarnamiento; son
los enterramientos secundarios cuyo mejor ejemplo es el de la Cava de
la Pastora (Alcoi), donde se distinguieron cuarenta y nueve bolsadas o
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COVA SANTA
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paquetes de huesos, algunos de los cuales comprendfan restos de diversos individuos. Lo que también se comprueba en la Cova del Cami
Real d' Alacant (Albaida) o en la Cueva de la Torre del Mal Paso (Castelnovo). Finalmente, el tercer tipo serian los yacimientos en los que o
bien nada puede afirmarse, o bien comprobamos que el depósito funerario no responde a ningún cuidado, habiéndose vertido desde la boca
de la cavidad, como sucede en el osario de la Cueva del Palanqués
(Navarrés) o en la Sima de la Pedrera ·(Benicull).
A estas cuevas sepulcrales, que con las variedades expuestas
constituyen el tipo general de enterramiento durante el Eneolitico,
liay que añadir ·algunos casos particulares, como el enterram1ento de
C~lig. Aunque de manera no muy precisa se conserva la noticia del
hallazgo en Calig de un pozo de tres metros de profundidad, con una
boca circular de un metro aproximadamente de diámetro, qlie se
agrandaba considerablemente en su fondo. Fueron encontrados en su
interior unos veinte esqueletos humanos con algunos objetos que apoyarían su adscripción eneolitica, como puntas de flecha de sílex y una
azuela de piedra pulida. Ello se apartaría de los casos antes expuestos, al no ser una cueva natural, y su único paralelo en nuestras tierras seria el enterramiento de Benissit (Vall d'Ebo), pozo casi cilíndrico con ensanchamiento lateral en su fondo en el que se distinguieron
un mínimo de veintitrés individuos. Pero en este último los materiales
arqueológicos incluían diversos adornos de cobre o bronce que por su
tipología inclinan a situarlo ya en plena Edad del Bronce.
La singularidad del caso representado por Calig plantea tanto la
posibilidad de que fuera un tipo más frecuente que no haya sido advertido en razón de su muy: dificil localización; o que, por el contrario,
y ante la imprecisión de los datos conservados, fuera en realidad una
cavidad natural recubierta por la sedimentación. Sin embargo, otros
yacimientos prueban que al menos desde los momentos fmales d~l
Eneolitico, aparecen en nuestras tierras nuevas formas de enterramiento que preludian los importantes cambios del ritual funerario en
la cultura del Bronce Valenciano.
Estos enterramientos son los que corresponden a los poblados situados en tierras b~ as que tienen la particularidad de poseer silos excavados en el suelo y que, ocasionalmente, fueron utilizados como sepulturas. Ello sucede en el poblado de Vil.la Filomena (Vila-real) donde se encontraron diversas fosas que pueden· ser consideradas como
silos, en número aproximado de treinta y cinco, con abundantes materiales arqueológicos y algunos restos humanos que incluían seis cráneos. También en la Lloma de 1'Atareó (Bélgida), con idénticos silos en
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B. MARTI OUVJm
números de doce, en uno de ellos de tamaño distinto a los demás se
encontraron restos humanos.
Estos poblados con silos recuerdan los casos de El Gárcel (Antas,
Almena) y los yacimientos del Bajo Guadalquivir representados por el
de Campo Real, cuyos silos también fueron utilizados ocasionalmente
como sepultarás. A ellos se han referido recientemente Arribas y Molina, situándolos entre el Neolitico final y el Cobre Antiguo, con una
cronología que estaría centrada en tomo al2500 antes de Cristo (11).
Sin embargo, en nuestro caso, el único elemento que tenemos para
abordar su posible cronología es la presencia de· cerámicas campaniformes en Atareó y Vil.la Filo:q1ena, especialmente en este último yacimiento donde aparecen los tipos con decoración de cuerdas y decoración mixta de cuerdas y puntillado, de modo que por el momento debemos centrarlos en los finales del tercero o principios del segundo
milenio a. de C.
Con la aparición de los poblados tipicos de la Cultura del Bronce
Valenciano, el ritual funerario sufre importantes modificacione. , tens
diéndose a una sustitución del enterramiento colectivo por: la sepultura individual. En algunos casos se siguen utilizando pequeñás cuevas
o grietas, como en el enterramiento de El Vedat de Torrent, pero se
trata de uno o pocos individuos y sus ajuares sufren una notable simplificación con respecto a los eneoliticos. Sin embargo, lo más destacable es la aparición de nuevos tipos de enterramiento, como manifiesta la fosa del Barranc del Cinc (Alcoi), los enterramientos en cistas
de U1l del Moro (Alcoi), de l'Aixebe (Sagunt), de la Muntanya de les
Raboses (Albalat deis Tarongers), y los enterramientos en el interior
de poblados como en la Peña de la Dueña (Teresa), en la Atalayuela
.(Losa del Obispo), en el Altico de la Hoya (Navarrés) y otros.
Estas huevas formas de enterramiento del Bronce Valenciano
coinciden con los cambios que ella representa respecto a los momentos anteriores en lo que se refiere al conjunto de la cultura material y
a sus ti,pos de habitats, y se corresponde con la tendencia general de las
culturas de la Edad del Bronce peninsular hacia la sepultura individual, como sucede con las cistas y los sepulcros de fosa del Argar A y
del Bronce del Suroeste, los enterramientos en el interior del habitat
de algunas motillas y aquellos sepulcros de fosa catalanes atribuibles
al Bronce Antiguo y Medio.
Asi pues, la Cova Santa, por las características que ofrece, se
acerca al conjunto de las necrópolis eneolfticas, no debiendo ir más
(11) A. AIUUBAS y F. MOLINA: «El poblado de los' Castillejos en las Peñas de los Gitanos
(Montefrlo, Granada)». Cuadernos de Pre.h istorla de la Universidad de Granada, Serie monográfica, núm. 3 , 1979.
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COVA SANTA
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allá de la transición de este periodo a la Edad del Bronce, como antes
señalábamos. A ello conducen el ritual de enterramiento y los paralelos de sus ~uares·, ya que la presencia de cerámica campanüorme y
de elementos asociados a ella, como los botones piramidales con perforación en V y la punta del tipo Palmela se consideran característicos del «horizonte de transición» u «horizonte campaniforme de transición».
Pero esta atribución y la cronología que debe corresponderle no
está exenta de problemas si volvemos nuestra mirada a los poblados,
en los que se encuentra el lógico complemento de las necrópolis y donde hemos de buscar la secuencia evolutiva de los materiales que componen'los ~uares funerarios. Y ello porque este horizonte de transición, nacido del estudio de las cuevas sepulcrales, no encuentra su
adecuado reflejo en los poblados, que ofrecen grandes diferencias
según sea su attibución eneolitica o del Bronce Valenciano, resultando dificil precisar los horizontes intermedios. Además, en la mayor
parte de las necrópolis que se han considerado como propias de este
horizonte, el conjunto de sus materiales se acercarla más al Eneolitico
que 8.1 Bronce Valenciano típico, como puede ser el caso de la Sima de
la Pedrera (Benicull), por poner un ejemplo.
En cuanto a su cronología, hasta la aparición de las dataciones
absolutas los inicios del Bronce Valenciano se situaban entre los años
1700 a 1500 a. de C., considerándose ligeramente anterior en sus comienzos a la cultura argárica. Sin embargo, las dataciones de C.14
obtenidas en los poblados de Serra Grossa (Alacant) y de Terlinques
(Villena), 1865 ± 100 y 1850 ± 115 a. de C., respectivamente, al elevar esta cronología inicial dificultaban ·el encuadre de este horizonte
de transición cuya dataCión tradicional caería ahora dentro del Bronce Valenciano, de aceptarse estas fechas.
Lo cierto es que, aunque estas dataciones no están exentas de problemas dada su antigüedad, especialmente en el caso de Serra Grossa, la elevación de la cronología inicial del Bronce Valenciano ha sido
aceptada por la mayor parte de los investigadores y por nosotros mismos (12), al coincidir con las tendencias mostradas por lás fechas de
C.14 para el Bronce Antiguo peninsular, muy especialmente para los
inicios de la Cultura del Argar, con la que siempre se relacionó el
Bronce Valenciano, y que permitirían suponer en opinión de Arribas
(12) B. MARTI y J . Gn.: «Perlas de aletas y glóbulos del Cau Raboser (Carca.ixent, Valencia)J. 4rchivo de Prehistoria Levantin~, XV, Valencia, 1978, págs. 4 7-68.
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un margen de desarrollo para el Argar A entre el 1900/1800 y el 1650
a. de C. (13).
Ahora bien, sin querer cuestionar en profundidad esta elevación
de la cronología del Argar A, el hecho es que estas dataciones conducirían a situar dentro de la Edad del Bronce lo que con anterioridad se
consideraba horizonte de transición, y que este cambio descansaría
mucho más sobre las dataciones absolutas que sobre una clara estructur'ación de yacimientos y materiales. El problema radica, pues, en la
necesidad de referir esta transición a niveles de habitación y en que
ello no resulta posible en el caso de los poblados del Bronce Valenciano, como antes hemos indicado.
Es en estas cuestiones donde inciden los resultados de las recientes campañas de excavación en la Ereta del Pedregal (Navarrés), en
las que hemos colaborado bajo la dirección de Pla. En estos trabajos
se ha puesto de manifiesto la existencia de un nivel que ofrece la industria lítica característica del yacimiento, entre la que predominan
ampliamente las puntas de flecha, así como los restantes materiales,
y que incluye algunos fragmentos de cuencos campaniformes incisos,
un botón piramidal con perforación en V, y una hoja rota, posiblemente de un pequeño puñal, de cobre (?) .
De modo que tendríamos aquí convenientemente reflejados los
elementos que en los primeros siglos del segundo milenio a. de C. caracterizan los complejos de finales de la Edad del Cobre y del Bronce
Antiguo de la Península Ibérica. A los que se superpondría un último
nivel en la secuencia de la Ereta del Pedregal que incorpora elementos característicos del Bronce Valenciano, como los dientes de hoz y
los brazaletes de arquero.
La importancia que ello tiene para el problema del tránsito a la
Edad del Bronce, aunque se trata de resultados en estudio, no se nos
escapa; a lo que tal vez pueden añadirse otros indicios como el poblado del Puntal sobre la Rambla Castellarda (Lliria) que por su situación
elevada nos acerca al típico habitat del Bronce Valenciano, a la vez
que su industria lítica muestra un horizonte más próximo al Eneolítico con sus muy abundantes puntas de flecha de silex y la ausencia de
los dientes de hoz, además de algunos fragmentos de vaso campaniforme.
Ahora bien, aunque la Ereta del Pedregal probaría el contacto entre estos elementos de finales del Eneolítico y los típicos del Bronce
Valenciano, y aunque Castellarda anuncia el cambio hacia poblados
(13) A. ARRIBAS: cLas bases actuales para el estudio del Eneolitico y la Edad del Bronce
en el Sudeste de la Península Ibérica.t. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, I, 1976, págs. 139-155.
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altos y fortificados, dejando las tierras bf:\jas características de los
eneolfticos, la diferencia entre el horizonte ejemplificado por estos yacimientos y los poblados típicos del Bronce Valenciano subsiste y por
ello hemos de pensar que una elevación de la cronolo~a hasta el
1900/1800 para el Bronce Valenciano típico resulta quizás excesiva,
ya que las fechas que podemos dar al nivel mencionado de la Ereta
del Pedregal han de ser próximas ·a estas, de acuerdo con los paralelos
de sus materiales. Y en este punto es preciso hacer un inciso para señalar que nada se opone a hacer retroceder en el tiempo el pleno y el
fmal del Eneolitico, dado que la fecha C.14 de la Ereta del Pedregal,
1980 ± 250 a. de C., carece de contexto arqueológico defmido y en
modo alguno puede considerarse referida a los momentos iniciales del
yacimiento.
Por todo ello, y con independencia del resultado fmal de los trabajos en curso, creemos que la fuerte y muy di~tinta personalidad del
Bronce· Valenciano respecto del Eneolftico implica ciertamente ese horizonte intermedio o de transición que ahora empieza a dibujarse en
los poblados y cuya cronología seria la de los primeros siglos del segundo milenio a. de C., mientras la cronología inicial del Bronce Valenciano centrada en torno al 1700 a. de C. explicarla mejor las diferencias y el hecho de que en estos poblados no tengamos evidencias
de momentos anteriores. No hemos de olvidar que, por poner un ejemplo significativo, en los poblados del Bronce Valenciano vemos.la sustitución casi total del utillaje lftico por el metálico, como se desprende
a
de la variad· tipología metálica que presentan (14) y del hecho de que
en estos poblados apenas encontremos restos de talla junto a los dientes de hoz de sflex, prácticamente el único útil de sflex que aparece.
En este complejo panorama, apenas esbozado, es donde adquiere
su significación la atribución de los enterramientos de la Cova Santa
al horizonte de transición del Eneolítico al Bronce Valenciano. Horizonte de dificil definición por el momento en lo que se refiere a los niveles de habitación pero asimilable o cercano a los niveles superiores
de la Ereta del Pedregal. En consecuencia, no debemos pensar tanto
en una inmediatez a los poblados típicos del Bronce Valenciano, como
en un horizonte que corresponderla a los primeros siglos del segundo
milenio, a caballo entre el final del Eneolftico y los inicios de la Edad
del Bronce, pero firmemente entroncado en la tradición eneolftica.
(1 4 ) LBRMA,
op. cit. nota
5.
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B. MARTI OUVER
V
LA COVA SANTA COMO CUEVA REFUGIO
O CUEVA SANTUARIO IBERICA
Hemos descrito en las páginas anteriores el hallazgo en la superficie del Sector C de numerosos fragmentos de cerámicas hechas a mano y a torno, así como fusayolas, una fibula anular hispánica, algunas
monedas y otros materiales que requieren un pequeño comentario.
Estos materiales atestiguan la continua frecuentación de la cavidad desde el momento en .que se realizaron las ~umaciones prehistóricas y recuerdan el conjunto de materiales recuperados en otras
dos cuevas muy próximas a la Cova Santa, en la misma Muntanya del
Castell, la Cova del Cavall y la de les Covatxes. De la Cova del Cav~ll
se conocen restos humanos, puntas de flecha de sílex, colgantes de
concha, pequeñas conchas perforadas, fragmentos de cerámicas hechas a mano y de época ibérica, lucernas tardo-romanas, puntas de
flecha y otros objetos metálicos medievales, asf como algunos fragmentos cerámicos de esta misma atribución. Es decir, un conjunto
que guarda gran similitud con el de la Cova Santa aquí estudiado. En
les Covatxes también se recogieron fragmentos cerámicos hechos a
mano correspondientes a vasos de perfil ovoide, posiblemente de la
Edad del Bronce, asf como fragmentos de época ibérica y romana.
Para parte de estos materiales, . aquellos que podrían corresponder al Bronce Valenciano y también los de época medieval, hay que
tenei: en cuenta la inmediatez de estas cuevas al asentamiento de El
Castell, donde a juzgar ppr 1~ prospecciones realizadas debió existir
un yacimiento del Bronce Valenciano bajo la fortificación medieval.
Para los hallazgos de época ibérica, los más importantes dentro de este conjunto, hemos de recordar la importancia del poblamiento ibérico en sus alrededores, entre el que destaca ei poblado de la Bastida de ·
les Alcuses (Moixent), así como los frecuentes hallazgos de época romana en una zona que constituye el camino naturalliacia el interior
de la Península Ibérica.
La presencia de materiales de época ibérica en las cuevas es un
fenómeno que se repite en numerosos casos del País Valenciano; sus
principales características, así como la división en cuevas refugio y en
cuevas santuario fueron analizadas por Gil-Mascarell, ofreciendo un
amplio repertorio de las mismas (15).
(15) M. GIL-MASCARELL: «Sobre las cuevas ibéricas del Pals Valenciano. Materiales y
problemas». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, mlm. 11. 1975, pégs. 281332.
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COVA SANTA
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En la Cova Santa, la situación de los vasos ibéricos con preferencia e& la parte más interior de la cavidad y la presencia de las fusayolas, que no pueden considerarse aquf relacionadas con una habitación
de la cueva, parecen acercarnos a las llamadas cuevas santuario. Sin
embargo, el que entre los ma~eriales conocidos parezcan abundar
más los vasos de gran tamaño, desconociéndose hasta ahora los pequeños vasos caliciformes que siempre forman parte de los hallazgos
en este tipo de cuevas, nos impide decantarnos en uno u otro sentido.
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MABTI OLIVBR.-Cova Santa
Cova Santa (Vallada). Sima de entrada y vestlbuJo de la cavidad
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MARTI OUVER.-Cova Santa
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ARCHIVO DE PREHISTORIA .LEVANTINA
Vol XVI (Valencia, 19811
RAFAEL RAMOS FERNANDEZ
(Elche) .
EL PROMONTORIO DEL AIGUA DOLQA 1 SALA
DE ELCHE. AVANCE DE SU ESTUDIO
El lugar llamado «Promontorio», arenero del que se abastecían
buen número de constructores de viviendas, está situado en Elche, en
el cauce del Vinalopó, en el paraje denominado Aigua Dolcta i Salé, a
1 Km. al norte del puente del ferrocarril, y forma una pequeña meseta, recortada entre el propio río y una baiTanca, que se levanta unos
diez metros sobre el actual lecho de las aguas y que ofrece una superficie aproximada de 300 metros de Norte a Sur por 120 metros de Este a Oeste, en cuanto a ejes máximos (fig. 1).
.
Su construcción natural responde a una forma fluvial ocasionada
por el meandro que en este punto describe el Vinalopó, que da lugar a
que el agua del rio, lanzada de un lado a otro por la corriente , y llevando los derrubios delante de ella, tienda a excavar el borde contra
el que choca e inversamente aluviona en el borde del cual se aleja.
Además, las aguas cuando por esta causa pierden fuerza dejan depositarse los materiales que acarrean y las piedras quedan en forma de
acumulación. Las piedras más grandes son las primeras que abandonan su desplazamiento por las aguas, depositándose en la parte alta
de la acumulación, y los depósitos son cada vez más finos a medida
que el agua desciende. Cuando sobreviene una crecida, el agua adquiere bruscamente más fuerza y repite las sedimentaciones, configurando asi islotes de este tipo (fig. 2).
La localización arqueológica del yacimiento fue posible gracias a
los jóvenes estudiantes de bachillerato, José Antonio Sáez, Juan Jesús
Vallejo, Pascual Bolaños y José Manuel Boix, que acudieron a este
Museo a depositar· los materiales cerámicos que habían encontrado
en aquel lugar, procedentes del. corte dejado en el arenero por los ex-
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tractores de gravas y de las remociones producidas al cimentar una
torre de tendido eléctrico. Nuestra prospección, tras un reconocimiento de la superficie del terreno, ratificó la autenticidad de la noticia y el gran interés que el posible yacimiento podfa ofrecer, por lo
que consideramos oportuno realizar una excavación alli.
Abordamos los trabajos materializando un sondeo de prospección
de 2 x 2 metros en el extremo N.E. del yacimiento, junto al lugar en el
que en el corte del terreno causado por las extracciones de arena se
apreciaba la presencia de vestigios materiale&. El resultado de este
sondeo fue muy positivo y de él pudimos extraer documentación suficiente para implantar la ouadrfcula que consideramos más conveniente, puesto que nos informó de la existencia de una capa de tierra
agrícola de 30 cms. de espesor, debajo de la cual apareCió una tierra
marrón arenosa que contenía material arqueológico; ante ello, comprobamos la realidad de un estrato arqueológico que alcanzaba una
potencia de 30 cms. y que contenía un nivel de pavimento de arcilla
marrón pisada y endurecida de 3 cms. de grosor. Este estrato, que supusimos último, lo designamos como A, y en él aparecieron: 56 fragmentas cerámicos de vasijas de paredes gruesas, de pasta amarillenta
y abundante desengrasante micáceo (1); 1 fragmento de cerámica d~
pasta gris, de superficie cuidada y lavada, y de buena calidad en su
pasta y modelado; 6 astillas de sílex; 1 fragmento cerámico de barro
poroso, amarillo claro, con decoración incisa (fig. 9-1); 2 fragmentos
de boca de vasija de pasta marrón rojizo oscuro, con mica, engobe negro y superficie exterior espatulada (fig. 9-2); una astilla de hueso (fig.
9-3); 1 hoj a de sílex y tres fragmentos similares (fig. 9-4).
Tras levantar el citado pavimento A de arcilla marrón pisada y
endurecida de 3 cms. de espesor, se penetra en un nuevo estrato, al
que designamos estrato B, de 37 cms. de potencia, sobre un pavimento de arcilla y arenisca amarillenta de 18 cms. de espesor. En este estrato B, y sobre el mencionado pavimento, aparecieron: 2 fragmentos
cerámicos de pasta amarillenta y superficie exterior espatulada (fig.
10-2 y 4); 6 fragmentos cerámicos de buenas pastas, de superficies
bruftidas, con decoración de tipo campaniforme (fig. 10-1, 3, 5 y 6).
Desmontado el pavimento B continuamos en profundidad practicando una trinchera E-0 de 0'50 metros de anchura, trinchera en pro-
( 1) La enumeración y descripción de las piezas halladas figura en la Memoria correspondiente a esta excavación remitida a la Subdirección General de Arqueologia para su publicación.
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fundidad de este sondeo de prospección, con la cual se penetró en otro
estrato, de tierra gris, que alcanza una potencia de 20 cms., y al que
denominamos C. En él aparecieron: 56 fragmentos de vasijas de pasta
amarillenta con esfumaturas negruzcas, superficies lavadas y provistas de mamelones; 31 fragmentos cerámicos de pastas negras, cuidadas, de ~uperficies interiores lavadas y exteriores bruñidas o espatuladas; 1 fragmento cerámico de pasta gris, dura, con engobe gris claro y excelente bruñido.
.... •
.
--····
Flg. 4
A 1'38 metros de profundidad con respecto a la supérficie del terreno, y bajo los 20 cms. de potencia fijados para el estr~to e, aparece
una bolsada de cenizas que ennegrecen todavía más la tierra gris y
que afecta a la parte central de la trinchera, de 21 O cms. de longitud
por 30 cms. de potencia, apreciándose en sus extremos un pavimento
de gravas que pertenece a dicho estrato C. En esta bolsada de tierra
negruzca, que posiblemente responda a un fondo de cabaña, aparecieron: 9 fragmentos cerámicos de vasijas grandes, de pasta marrón
clara, buena cocción y superficie exterior espatulada; 4 fragmentos
cerámicos de pasta gris y superficie lavada; y restos óseos de cérvido.
Continuamos la excavación de esta trinchera en profundidad, perforando un duro pavimento de arcilla quemada en la base de la bolsada.
Tal posible pavimento es de 3 cms. de espesor y bajo él sólo aparecen
arenas sin vestigio material alguno. Se profundiza hasta los 2 metros
y se comprueba que realmente, en ese punto, se ha llegado a la tierra
virgen.
La estratigratla y los materiales ofrecidos por el sondeo de prospección (fig. 6) inducen a suponer en primer lugar que nos encontramos ante un yacimiento Eneolitico que pervive durante la Edad del
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AIGUA I>OLC;:A 1 SALA
7
Bronce y responde a dos períodos en sus generalidades; y segundo,
que el Eneolitico se encuentra dividido en dos fases· que vienen caracterizadas por la ausencia y por la presencia de cerámicas de tipo c"ampaniforme, por lo qUe respectivamente opinamos que debemos tratar
de Eneolitico I y Eneolitico ll.
Atendiendo a ello podemos identificar el estrato que hemos denominado C con un Eneolitico I, caracterizado por cerámicas de buenas
pastas y buena cocción, marrones claras y negras, y exclusivamente
lisas; el estrato B se ha de relacionar con un Eneolitico n, con muy
abundante cerámica de excelente calidad y decoración de tipo campaniforme acompañada de .cerámicasJisas, de buena pasta y cocción
por lo general, tanto amarillentas como negras; el último período de
vida de este yacimiento, el perteneciente al estrato A, responde al
Bronce Valenciano y ofrece fundamentalmente cerámicas lisas de
pastas amarillentas, con abundante desengrasante micáceo y calidades deficientes, asociadas a alguna pervivencia de decoraciones incisas.
....
1
\
Fig. 5
En función de toda la documentación obtenida del sondeo de prospección, procedimos a implantar para la excavación de un sector de
este yacimiento, inmediato al punto donde practicamos el sondeo de
prospección, una cuadrícula de panal de orientación simple N-S,
puesto que no habíamos descubierto ninguna estructura o construcción que aconsejase su variación, con sondeos de cuatro metros de patrón divisibles en cuatro casillas en función de la estratigrafia del yacimiento, con muros testigo entre sondeos de 0'50 metros y de 0'25
entre casillas, lo que era factible atendiendo a la buena calidad del terreno (fig. 3).
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R. RAMOS
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~RNA.NDEZ
c.agr!cola
tierra. marr6n arenosa
Estrato A
alteraci
arcilla gris-verdosa
Estrato B
Estrato C
bolsada negruzca
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Sondeo
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pared Oeste
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[page-n-208]
10
R. RAMOS PERNANDBZ
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206 -
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[page-n-209]
AIGUA DOL<;A I SALA
11
3
Plg. 10
(T.n.)
[page-n-210]
12
R. RAMOS JIBl\NANDBZ
12
liga. 11 y 12
(1/2)
- 208 -
[page-n-211]
AIGUA
DO~A
13
I SALA
Con estos criterios se excavaron tres sonaeos (Lám. I), en los que
se repitió la estratigrafia marcada por el sondeo de prospección (figs.
4, 5, 7 y 8), que aportaron los materiales siguientes:
1) Del estrato A proceden:
- 1.089 fragmentos de cerámica común de pasta amarillenta, calidad deficiente, de superficies lavadas y, por lo general, con desengrasante micáceo.
- 201 fragmentos cerámicos de pasta y superficies negruzcas, caras lavadas y desangrasanta micáceo.
.
- 218 fragmentos pertenecientes a grandes vasijas, de paredes gruesas y pastas marrones, con desengrasante micáceo grueso.
- 6 fragmentos cerámicos, de pastas marrones y amarillentas, con apéndice o mamelón.
- 5 fragmentos de un cuenco con decoración incisa, modelado con pasta de mala calidad, negruzca y rojiZa al exterior y riegra llitéiioimente', de cocclón"d"
et'ectüosa, con
abundante mica como desengrasante, y de superficie exterior lavada y porosa. Algo
muy distinto a las calidades de las piezas de tipo campaniforme que aparecen en el estrato B (fig. 12).
- Pequefla hoja l!tica.
- Recipiente cerámico Incompleto de pasta negra con orejeta aplanada horizontal. De 14 ·
cms. de diámetro de boca (fig. 11 ).
-Punzón metálico fusiforme de sección cuadrangular, de 40 mm. de longitud.
----- - - - - - --r--z::----=:---~
o
Fig. 13
(1/2)
20927"
[page-n-212]
14
R. RAMOS P'BRNANDBZ
2) Del estrato B proceden:
- .857 fragmentos de cerámica comlln, de pasta amarillenta, calidad deficiente, superficies lavadas y, por lo general, con desengrasante micáceo.
- 112 fragmentos cerámicos de pasta y superficies negruzcás, caras lavadas y desangrasanta micáceo.
- 110 fragmentos perteneci.e ntes a grandes vasijas de paredes gruesas y pastas marrones.
- 73 fragmentos cerámicos de pastas maiTOnes de buena calidad y superficie espatulada.
- 36 fragmentos cerámicos de pasta negra, buena calidad y superficie espatulada.
- 268 fragmentos cerámicos con. decoración de tipo campaniforme predominantemente
incisa, con· pastas de muy ·buena calidad, buena cocción y superficies ·bruflidas.
- 16 ·fragmentos cerámicos con apéndices o mamelones.
- 8 fragmentos cerámicos de la parte superior de una vasija de mamelones (fig. 13-1).
- 2 fragmentos de hojas de sflex (tig. 13-2).
- Fragmento de vasija de pasta negra, con abundante desengrasante micáceo, superficie
exterior espatulada y mamelón aplanado horizontal (flg. 13-3).
- Fragmento de vasija de pasta negra, con abundante desengrasante micáceo, superficie
.exterior espatulada y dos mamelones aplanados horizontales superpuestos (fig. 14-1).
-Fragmento cerámico de pasta marrón con mamelón troncocónico (fig. 14-2).
- Cuenco incompleto de pasta amarillenta y decoración incisa con una !)anda de puntos
impresos (fig. 14-3).
- Fragmento de un V&SO de tipo campaniforme con decoración a bandas y suave perfil en
S (tig. 15-1).
- Tres conchas con perforación.
- Fragmento cerámico de tipo campaniforme con decoración incisa y suave perfil en S
(fig. 15-2.).
- Fragmento cerámico de tipo campaniforme perteneciente al fondo de una cazuela decorada por incisión exterior e interiormente (fig. 15-3).
- Cuenco de pasta marrón oscura de muy buenas calidades en modelado, cocción y acabado, de superficies bruñidas, de 14 cms. de altura y 27 cms. de diámetro de boca, con
decoración incisa en tres bandas de lineas paral.e las sobre zonas triangulares reticuladas apuntadas hacia ablijo y cuatro bandas de punteados impresos sobre las de lineas
incisas lflg. 16 y Lám. ll-11.
- Vaso de suave perfil en S de 22 cms. de altura y 15 cms. de diámetro de boca de pasta
marrón oscura, de buen modelado y cocción, de superficie brudida y con una decoración de dos bandas de puntos impresos que separan tres reticulados incisos continuados en su parte inferior por zonas trl.a ngulares apuntadas hacia ab~o (fig. 17 y
Lám. ll-2).
- Cuenco de pasta marrón claro con desengrasante micáceo, de cocción irregular, con la
superficie exterior bruñida y' la interior espatulada. Su altura es de 14 cms. y el diámetro de su boca de 21' 5 cms. Está decorado por tres bandas de puntos impresos que separan cuatro zonas de reticulados incisos, la tercera de las cuales deja espacios verticales vacios que configuran la decoración (fig. 18 y Lém. Ill-1).
- Parte de un cuenco de pasta marrón amarillenta al exterior y grisécea interiormente,
de buena pasta y !)occión con esfumaturas. De 23'5 cms. de diámetro de boca y con decoración incisa formada por dos bandas compuestas por tres grupos de lineas paralelas
de las que las laterales son verticales y las centrales inclinadas, y continuada su decoración por otra banda del tipo citado a la que se ha sustituido el grupo de lineas inferior
por grupos de tres triéngulos adosados a ella con el vértice apuntado hacia abajo y separadas por zonas verticales de la misma composición que las bandas (tig. 19 y
Lám. IV).
-
210 -
[page-n-213]
AIGUA DOLCfA 1 S.ALA
15
2
Fig. 14
[page-n-214]
R. RAMOS FERNANDEZ
16
1
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P'ig. 15
(T. n.)
-
212 -
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17
AIGUA DOL<;A 1 SALA
Figt. 16 y 17
11/21
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18
R. RAMOS FERNANDBZ
------ -- ----
11
- - - -- - - - -
_____________
- ,.........
Flgs. 18 y 19
(1/ 2)
-
214 -
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AlGUA DO~ 1 SALA
3) Del estrato
19
e proceden:
-
46 fragmentos cerámicos de pasta gris, buena cocción y superficie exterior espatulada.
7 fragmentos cerámicos de pasta marrón y superficie exterior rojiza.
32 fragmentos de vasijas de paredes gruesas, pastas marrones y superficies lavadas.
18 fragmentos cerámicos de pastas negras y superficie exterior espatulada.
Abundantes restos óseos de cérvido.
6 fragmentos de una vasija de pasta marrón claro y superficie lavada, de paredes verticales y 36 cms. de diémetro de boca.
- Fragmento cerámico de base de vasija de pasta marrón y superflcle exterior negra y
espatulada.
- 4 fragmentos cerámicos de pasta marrón y paredes verticales.
- Ft~gmento de cerámica ca la almagrm, de pasta marrón y.superficie interior negra con
el mismo engobe exterior, fruto de la cocción.
Con la excavación del estrato C en el sondeo 1-D y con el desmonte, mediante secuencia estratigráfica, de los muros testigo o ejes de
tierra existentes entre los sondeos 0.1-D y C.D-1, se observó la aparición de un suelo de pequeños cantOs rodados y arena que afecta a la
parte Norte de la trinchera en profundidad del sondeo de prospección.
Con su correspondiente limpieza aparece un arco o semicírculo bordeado de gravas y relleno de tierra gris negruzca que parece responder al posible fondo de cabaña que ya ·habíamos intuido. Se amplia la
zona a excavar hacia el Sur de la trinchera en profundidad practicada por el sondeo de prospección y queda confirmada la realidad de la
existencia del fondo de cabaña que responde a unas dimensiones de
2'30 metros de diámetro y 0'35 metros de potencia máxima en su
centro, con un pavimento de arcilla quemada de 3 cms. de espesor
que se asienta sobre arena de río totalmente limpia y sumamente fma.
En sus laterales aparecen pellas de barro alisado por una parte y con
huellas de haber estado adosadas a ramajes por la otra, lo que tal vez
indique su pertenencia a un enlucido de parte de las paredes de .la cabaiia.
La excavación de este fondo de cabaña proporcionó los siguientes
materiales:
- 29 fragmentos pertenecientes a una vasija de mamelones, de pasta gris porosa y superficie exterior espatulada (fig. 20).
- Una concha perforada.
- Una pieza de sílex adaptada a raedera.
- Fragmento de cuello de un posible recipiente tipo botella, de pasta gris y superficie exterior espatulada.
- Fragmento de cerámica «a la almagr8ll.
- Varios restos óseos y fragmento de arranque de asta de ciervo.
-
215 -
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20
R. RAMOS FERNANDEZ
-------------r------------
20
Flg. 20
(1/2)
CONCLUSIONES
Las opiniones que obtuvimos del sondeo de prospección han quedado plenamente ratificadas. Existe una superposición estratigráfica
que evoluciona de un Eneolitico 1 a un Bronce Valenciano.
Este Eneolitico 1 es la fase de enlace con el Neolitico evidenciada
por el fragmento de cuello de un recipiente tipo botella y por la presencia de dos fragmentos de cerámica «a la aln}agra)), con cerámicas
en general de buenas pastas y buena cocción, marrones y negras, con
formas de cuencos y de vasos de paredes verticales, y exclusivamente
lisas. Este estrato, que hemos denominado C, sin embargo, no cubre la
totálidad de la zona excavada, y además, hacia el Este, ha sido arrasado por los trabajos de extracción de arenas, y sólo se ha conservado
en los sondeos 0-D y 1-D , por lo que debemos suponer que el yaci- 216 -
[page-n-219]
AIGUA DOL(fA I SALA
21
miento perteneciente a esta fase se extendía desde este punto indicado por los citados sondeos hacia el Este y que lamentablemente ha desaparecido.
El Eneolitico II, que responde al estrato B, se encuentra asociado
a abundancia de cerámica de tipo campaniforme, de excelente calidad, cuya decoración es predominantemente incisa con motivos de lf~eas, triángulos y reticulados, y con alternancias de impresiones, generalmente de puntos a punzón, y algunas bandas pseudoexcisas obtenidas con punzones triangulares, y con formas frecuentes de cuencos y, en menor proporción, de vasos acampanados o de perfil en S. A
estas cerámicas de tipo campaniforme las acompaftan cetá:rni<::as us·a s
de pastas negras y buena calidad, de superficies cuidadas, cerámicas
de pastas marrones y amarillentas con formas de cuencos, de vasijas
de mamelones y de recipientes grandes, y son relativamente frecuentes las conchas perforadas.
El Bronce Valenciano, perteneciente al estrato A, viene representado por la presencia de cerámicas lisas de pastas amarillentas y calidades deficientes asociadas a muy escasas decoraciones incisas en recipientes cerámicos de tipos no campaniformes, aunque conservando
reminiscencia de aquellos en motivos decorativos, pero con calidad·e s
diferentes.
La secuencia estratigráfica que nos ha proporcionado la excavación practicada supone una evidente aportación fundamentalmente
al conocimiento del desarrollo del Eneolftico en nuestra zona, puesto
que la ausencia de los tipos campanifor¡nes en el estrato C y su abundantfsima presencia.en el B evidencian la parcelación de este período
en dos fases que cronológicament~ podríamos relacionar con Los Millares y con Vilanova de San Pedro, por lo que la presentación en Elche de un Eneolftico I y II no vendría más que a confirmar algo todavía no evidenciado hasta ahora en el área valenciana, pero posible,
ya que es un hecho ratificado en otros puntos fundamentales de la mitad sur peninsular.
Desde el punto de vista cronológico opinamos, aunque sin base suficiente, que podemos abarcar para el Eneolftico un m milenio a.J.C.
partido por mitad, esto es: un Eneolftico I comprendido entre los años
3000-2500 a.J.C. y un Eneolftico II que se desarrollaría entre el 2500
y el 2000 a.J.C., año a partir del cual empieza a gestarse una fase
transicional, con pervivencia de tipos cerámicos incisos, que desemboca en el pleno Bronce Valenciano.
- 217 -
[page-n-220]
22
R. RAMOS PXRNANDBZ
Este avartce que ahora ofrecemos pretende únicamente informar
de las tareas de excavación realizadas en este yacimiento, asf como
de los materiales que han proporcionado. Realmente, los descubrimientos efectuados abren un campo interesante para el Eneolftico de
esta comarca ilicitana, y a partir de ellos será necesario realizar, como primer paso, un detallado estudio de los materiales cerámicos que
aquí sólo mencionamos, cuyo análisis y paralelismos tipológicos son
evidentemente necesarios.
- 218 -
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RAMOS FERNANDEZ.-Aigua Doll;a i Sala
Aspectos de la excavación
LAM. 1
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LAM. ll
RAMOS FERNANDEZ.-Aigua Dol~ta i Sala
2
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RAMOS FERNANDEZ.-Aigua
Dol~a
i Sal'
-
LAM. m
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RAMOS FERNANDEZ.-Aigua Doh;a i Sala
- 222 -
LAM. IV
[page-n-225]
ARCHIVO DE PREIDSTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia. 19811
ANTONIO MARTINEZ PEREZ
(Alzira)
LA COVA DE ALFONSO ·
(Aizlra, Valencia)
I
SITUACION Y DESCRIPCION DEL YACIMIENTO
En la hoja catastral 770 queda situado en las coordenadas Lambert X=885,80 e Y= 511,30, entre los términos de Alzira y Corbera,
partida del Plá de Corbera, siendo el dueño del terreno don Bernardo
Perepérez (fig. 1).
Aunque desde antiguo se denomina cueva, es en realidad una dolina o torca, semejante a la que contiene el próximo yacimiento del
Volcán de Cullera. El gran socavón, de unos 800 m.2 de superficie,
forma una especie de embudo, con poca pendiente, en cuyo centro
existe un sumidero, relleno de piedras y matorral, casi inaccesible. En
la parte SO. hay un escarpe de unos 30m. de altura, de paredes verticales, reentrante en su base y formando una serie de abrigos; está formado el escarpe por estratos de caliza compacta del Cretáceo Medio
comentes en esta zona, fragmentada en grandes bloques, que se han
ido desprendiendo a través de los años, empezando, como es lógico,
por las capas inferiores, de tal forma que, en la época de ocupación
por el hombr~. debió existir una gran visera, que posiblemente se cayó en fechas no muy lejanas y que ha dejado el yacimiento lleno de
grandes moles de piedra. Aún en las épocas actuales, según el dueño,
se suelen desprender. Parte del socavón - dolina o torca- se abancaló
para el cultivo de algarrobos y algunas higueras, que actualmente
perviven.
Agradecemos la desinteresada ayuda prestada en el estudio de este yacimiento a las personas siguientes: a don Bernardo Perepérez
(dueño de la finca) y su sobrino Agustín Perepérez por las atenciones
que han tenido al facilitarnos el rescate de los materiales; a los muchachos que nos ayudaron en las tareas de campo; a Eustaquio En- 223 -
[page-n-226]
2
A. MARTINEZ PEREZ
' <:)
~~ ~UER4 A.
Af
()
Flg. 1. - Plano con la aituació.n de la C. de Alfonso y otros yácimientos de la zona: 1, Muntanyeta de Caries; 2, Abric de la Umbria de Caries; 3, Coveta del Gat; 4, Puntal del'Agüela; 5,
CasteU de Corbera; 6, Cova deles Ratetes; 7, Cova de la Mallá Varda; 8, Muntanya Assolá; 9,
Cova de Alfonso; 10, Cova deis Gata; 11, Cova deles Aranyes; 12, Cova del Barranc de Xarta;
13, Cova del Barranc del Xavegó
- 224 -
[page-n-227]
COVA DE ALFONSO
3
guix e hijo, por la toma de fotografias, y por último, a mi entrañable
amigo Daniel Serrano por las tareas de recogida, clasificación de restos y asesoría técnica.
II
ANTECEDENTES
· Como yacimiento fue descubierto por el Grupo de Rescate 339, el
cual me honro· en dirigir, del C. N. Francisco ~ranco de Alzira, en el
curso ·escolar 1978-79. Anteriormente no se conocía tiihgún escrito
que diera referencia sobre él, por lo que, al presentarse al S.I.P., se
dio como inédito.
Entre los· restos superficiales que recogió el Grupo de Rescate,
destacaban, por su abundancia, lascas de silex y algunos nódulos,
unos con retoque apreciable, otros sin él; también aparecieron algunos fragmentos cerámicos hechos a mano , de paredes gruesas y toscamente labrados similares a los aparecidos en los niveles superficiales del hoyo, un fragmento de «terra sigillata» y otros medievales (fig.
2). En su día se clasificó el yacimiento como Eneolítico -atendiendo a
los restos líticos- y sin determinar los toscos fragmentos .cerámicos.
En visita realizada en abril de 1980, se apreció que, tras la publicación del hallazgo en la Memoria del Grupo de Rescate y en el periódico «Levante» del 1 y 27-7-1979, excavadores clandestinos habían
efectuado un gran hoyo, en cuyas tierras se distinguían restos óseos y
cerámicos. Puesto en conocimiento del Director del S.I.P. de Valencia,
éste nos comisionó para inspeccionar los desperfectos r·ealizados en el
yacimiento, así como para la limpieza y recogida de los materiales
abandonados por los aficionados. Dicha tarea se realizó durante los
días 2 al 8 de julio de 1980. Terminadas las tareas de campo se estu~
diaron los materiales y posteriormente se depositaron en el Museo del
S.I.P. de la Excma. Diputación Provincial de Valencia, siendo esta
memoria el reflejo de los trabajos realizados.
III
ESTRATIGRAFIA Y MATERIALES
La excavación realizada por los rebuscadores estaba en la zona
Oeste, junto al escarpe y bajo el mayor abrigo que se conserva -restos
de la antigua visera que debió desplomarse en épocas no muy
- 226 29
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A. MARTINBZ PBREZ
4
4
8
if
18
Fig. 2. - Materiales recogidos por el Grupo de Rescate 339 en la Cova de Alfonso: 1-17, sUex
retocado; 18, fragmento de cerámica hecho a mano; 19, fragmento de boca de vaso decterra
ligillatu
(T.
n.l
[page-n-229]
COVA DE ALFONSO
15
lejanas-. Todo el suelo, junto a la escarpadura, presenta un relleno de
piedras de mediano tamaño, otras de tamaño apreciable.
La primera tarea consistió en extraer y cribar la tierra del hoyo,
así como las tierras amontonadas en el exterior. Limpio ya, se apreció
que se había excavado una z~a de unos dos metros de larga por 60
cm. de Q.Ilcha, y cuya profundidad oscilaba alrededor de los dos metros y medio en lo más hondo (Lám. I); se había re~zado perpendicularmente a la pared del escarpe.
Con el fin de estudiar el perfil estratigráfico, se limpió la pared derecha de la cata (mirando del escarpe hacia el exterior) y se dividió en
cuatro·cuadrículas, denominad·as A·¡ B; G yD· empezando desde el es;
carpe; ello nos sirvió también para clasificar el material dejado por
los excavadoz:es clandestinos.
Presenta el suelo un buzamiento en dirección NE., que alcanzaba
los 40 cm. de desnivel desde la cuadrícula A a la D. La limpieza de la
pared se hizo con sumo cuidado, intentando separar los distintos niveles, tanto en cuanto a tonalidades de la tierra como a los restos que
aparecían, dividiéndose el perfil en diez capas (fig. 3).
La secuencia e. tratigráfica es como s.igue:
s
CAPA 1.•, de O a 14 cm.- Tierra grisácea con un porcentaje muy
alto de cenizas, muy suelta, polvo, rellenando un lecho de piedras de
mediano tamaño. Aparecieron los siguientes materiales:
Cerimlco. - Treinta y cuatro fragmentos toscamente labrados, pasta poco depurada,
arena SUl cn.bar como desgrasante; cocción reductiva en el alma y con un leve recocido en
superficie, blen cocida ; el grosor de las paredes soclla entre los 1Omm. para unos fragmentos
y los 20 mm. para los més gruesos, por lo que corresponderlan a vasijas de gran tamado tipo
tln!Úas; algúnos fragmentos presentan incisiones debidas al frotado: 10 fragmentos pulidos,
pasta algo més depurada, sin tanto desgrasante, enmascarada, en algunos fragmentos, por el
e.ngobe y posterior bruiUdo, dando la sensación de pastas más depuradas, en otras el pulido
es directo sobre la misma arcilla que se utilizó en su confección; la cocción es netamente reductiva con algún levisimo recocido accidental, todas estén muy bien cocidas; algunos fragmentos·dan la sensación de estar hechos a molde.
Describimos aquellos fragmentos més interesantes a nuestro juicio:
.
l. Fragmento de boca con el borde plano, algo Inclinado hacia el Interior, correspondían·
te a una vasija de cuello recto y ancho; pasta con poco desgrasante ; cocción oxidante; bien
cocida; superficie frotada sln pulir con tonalidad siena.
2. Fragmento de boca con el borde ribeteado en su parte externa; caracterlstlcas similares al anterior.
3. Fragmento de base plana con ligera carena; pasta con desgrasante sillceo (arenal;
cocción reductlva con posterior recocido que afectó a la superficie externa, quedando negruzca la Interna, por 19 que se deduce que se coció boca abeJo; bien cocida; tonalidad siena
en la parte externa y negrti?:ca la intarna, frotada por ambas caras.
4. Fragmento de boca con el borde plano, con suave inclinación hacia el Interior, debe
corresponder a una vasija de ancha boca o escudilla; pasta con poco desgrasante sillceo, algo
de carbón triturado; cocción reductiva con ligero recocido en pequeAos puntos de la superfi-
-
- 227 -
[page-n-230]
A. MARTINRZ PEUZ
6
ele; bruñida por ambas caras con tonalidad negra brillante gracias al engobe que enmascara
la pasta con que se confeccionó.
5. Fragmento carenado; pasta con poco desgrasante; cocción reducliva; superficie inte·
rior frotada y exterior muy pulida; engobada por ambas caras; tonalidad negro brillante.
6. Fragmento carenado; pasta con algo de desgrasan te calizo; cocción reductiva con pequeftos manchones oxidantes en la superficie externa; superficie externa pulida sin engobe,
la interna sin frotar ni pulir, con concreciones.
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Fig. 3. - Cova de Alfonso: estratigrafia
-
228 -
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COVA DE ALFONSO
7
7. Fragmento carenado; pasta con bastante desgrasante calizo; cocción reductiva; su·
perficie pulida externa e internamente, sin engobe (fig. 4-1J.
8. Fragmento de cuello con carena interna muy m!ttcada; pasta con desgrasante silfceo
(arena); cocción netamente reductiva; superficie bruñida externa e internamente, con finlsimo engobe; tonalidad negro brillante.
Concha y hueso. - Cinco fragmentos óseos, restos de comida, y un caracol común.
CAPA 2.•, de 14 a 33 cm.- Tierra siena tostada, con algunos carbones, un poco más compacta que en la capa anterior y sin tanta piedra. Los restos aparecidos fueron los siguientes:
.Cer~~~o. - Quinc~ fragm!!,n~s tQs.c.~.ept~.labradQ.s. c.on...las mismas.S:QI:a~
son:
l. Fragmento de base plana con reborde saliente; pasta con desgrasante silfceo poco depurado y carbón; cocción reductiva en el alma con recocido final que ha oxidado ambas superficies; tonalidad anararijada en el exterior, tendiendo a marrón en la superficie interna;
presenta abultamientos y frotado por ambas caras (fig. 4, 2).
2. Fragmento de boca con inicio de la panza saliente; pasta igual que la anterior, asf comola cocción y la tonalidad; frotada por ambas caras; incisiones en el borde muy separados.
3. Fragmento de borde exvasado perteneciente a una olla; pasta con poco desgrasante,
depurado (carbón finamente triturado); cocción reductiva total; tonalidad negro brillante y
bien bruñido.
4. Fragmento carenado con !guaJes caracteristicas que el anterior; se aprecia el engobe
dado para el bruñido.
5. Fragmento carenado con iguales características que los anteriores, aunque con leve
recocido en la superficie interna que le da una tonalidad siena verdosa (fig. 4, 3).
Oseo. - Gran cantidad de fragmentos óseos, restos de comida, algunós animales grandes, tal vez de ovejas o cabras; los más abundantes de caza menor: conejos, péjaros, etc.
CAP A 3. a, de 33 a 80 cm. - Tierra gris amarronada, formando terrones entre los 33 y 50 cm., posteriormente se hace algo más suelta.
Se intentó nivelar toda la cata de la pared con el hogar que se apreciaba entre las cuadriculas C y D, alrededor de los 90 cm. Los materiales
encontrados son:
Cerámico. - Cincuenta y tres fragmentos de cerámica toscamente labrada, igual que en
las capas anteriores, algunos fragmentos son de grosor menor a los 10 mm. Cinco fragmentos
pulidos, algunos con el alma y la superficie oxidada. 26 fragmentos bruñidos con tonalidad
negro brillante; casi todos con cocción reductiva; engobados interna y externamente. Los
más interesantes son:
l . Fragmento de boca con el borde moderadamente exvasado, perteneciente, posiblemente, a una olla globular; pasta con poco desgrasante sllfceo y carbón bien triturado; coc·
ción reductiva con recocido final poco pronunciado, dando una tonalidad marrón negruzca
en superficie; decorada en el borde con digitaciones transversales ; frotada interna y externamente lfig. 4, 4).
2. Fragmento de boca con las mismas caracterfsticas que la anterior; en la parte interna
del borde lleva una decoración a base de incisiones transversales profundas en parte, para
continuar con reticulado de incisiones transversales opuestas lfig. 4, 5).
- 229 -
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8
A. MARTINEZ PERBZ
Flg. 4. -Estrato 1: 1, capa 1.•; 2 y 3, capa 2.•; 4, 5 y 6, capa 3.•; 7 y 8, capa 4.•.
(T. n .)
[page-n-233]
COVA DE ALPONSO
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3. Fragmento de boca de borde exvasado, perteneciente, probablemente, a una olla globular de-mediano tama1io; cocción semireductiva, reducción final que ha ennegrecido la superficie; pasta con (leagrasante calizo-siliceo; decorado en el cuello con digitaciones por presión con los dedos, m~ visible en la parte interna; frotación interna y externa (ftg. 4, 6).
ta
4. Fragmento de boca de paredes rectas; pas" con arena como desgrasante; cocción reductiva, el recocido ha afectado un poco a la superficie, dándole una tonalidad más clara; decorado en el borde con incisiones tmchas de punzón, aplicadas por presión y transversalmente; frotada toda ella.
5. Fragmento de boca de borde exvasado, correspondiente a una olla globular; pasta con
arena poco cribada; cocción reductiva, con recocido poco pronunciado que le ha afectado en
su parte. interna; frotada por ambas caras.
6. Fragmento de boca de borde exvasado; caracterlaticas similares a la anterior, pero
con cocción totalmente reductiva.
· 7: Fragmento carenado con arranque ..del-cuello exvasado; utiliza..arena·fina·como desgrasante; cocción reductiva; presenta engobe interna y externamente, pulida la superficie
externa y frotada la interna; tonalidad negro brillante acerado.
8. Fragmento carenado; pasta con desgrasante siliceo bien cribado; cocción reductiva;
bruftido en la superficie externa, frotado en la interna; tonalidad negro acerado brillante.
9. Fragmento carenado con arranqlle del cuello exvasado; pasta con desgrasante siliceo
bien cribado; cocción reductiv.a, engobada interiormente, !!1 cual presenta la superficie negra, y la delgada capa interna, tonalidad anaraqjada que contrasta con la negruzca de toda
la pieza; bruftido externamente, més ligero en el interior.
10. Fragmento carenado; cocción reductiva; pasta con desgrasante igual que la anterior; bruñido por ambas superficies; engobado como el anterior; tonalidad negro brillante.
11. Fragmento carenado; pasta igual que el9; cocción reductiva en el alDia, oxidante externamente; bruftido y engobado por ambas caras; tonalidad siena.
· 12. Fragmento carenado; pasta igual que el 9; cocción reductiva; finamente bruñido por
ambas caras, con engobe; tonalidad negro brillante.
13. Fragmento de boca de borde grueso y exvasado; pasta con arena regularmente crl·
bada; cocción reductiva; engobado y bruitido por ambas caras; tonalidad negro brlllante.
14. Fragmento de boca de borde ligeramente exvasado; igual caracterlaticas que la anterior.
15. Fragmento de boca de borde més delgado que el cuerpo y ligeramente exvasado;
Igual caracterlsticas que el anterior.
16. Pequeño fragmento de boca ancha; pasta con poco desgrasante siliceo; cocción oxidante; frotado sin bruñir; tonalidad anaraqjada.
17. Fragmento de boca de paredes rectas; pasta con desgrasante siliceo bien cribado;
cocción reductiva en el alma; el engobe, de gruesa capa, con tonalidad anaraqjado oxidante;
las superficies negro brillante en el interior, algo tostado y sin bruñir eri la parte externa.
18: Fragmento de boca de vaso de paredes rectas; pasta con desgrasante siliceo bien cribado; cocción reductiva en el alma, recocido final afectando a la capa de engobe; bruñido por
ambas caras; tonalidad siena claro con zonas negruzcas.
19. Fragmento de boca de borde ligeramtnte exvasado; pasta con desgrasante siliceo
bien cribado; cocción reductiva en el alma, recocido oxidante que ha afectado al engobe,
principalmente en la superficie interna, de color siena, mú negruzca la externa (el mismo caso que el 17); bl'll1iido por ambas caras.
Oseo. - Gran cantidad de huesos de pequeflo tama.J1o. Deben pertenecer a conejos•.p~a
ros y otros animales de pequeño tama.J1o. También han aparecido dientes de oveja y cabra.
Todo ello como restos de comida.
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CAPA 4 .•, de aó a 100 cm. - Sigue la tierra gris amarronada excepto en el hogar, el cual estaba formado por una capa de ceniza blanquecina apelmazada, suave al tacto, de unos 1O cm. de espesor, a
continuación otra capa de carbones sueltos con poca tierra, de unos
1O cm., que descansaba en un lecho de piedras. El hogar ocupaba todo el ancho de la zanja de prospección y continúa en ambas paredes.
El material recogido es el siguiente:
Certmlco.- Cuatro fragmentos de cerámica frotada o alisada; dieciséis fragmentos pulidos cuyas características empiezan a parecerse a las del Bronce Valenciano tardio; cuatro
fragmentos bruñidos. Podemos destacar:
l . Fragmento de boca de borde exvasado, perteneciente a una olla, posiblemente carenada·como la 3; pasta con desgrasante silfceo ·crlbado; cotclóll reductiVa eh ill'alma'cón recocido oxidante por toda la superficie; tonalidad siena tostada, algo más oscura en la superficie
interna; bien bruñida en ambas superficies.
2. Fragmento de borde de plato o tapadera, con el borde, en su parte interna, terminado
en arista; pasta con desgrasante sillceo poco cribada; cocción oxidante; tonalidad amarillo
p¡ija blanquecino; frotada por ambas caras.
3. Tres fragmentos de la misma vasija, dos enclijan, carenada con el borde exvasado,
entre los tres equivalen a un quinto de la pieza; pasta con poco desgrasante sillceo, mayor
cantidad de carbón triturado; cocción reductiva con leve recocido en su parte externa; tonalidad negruzca con aJgón manchón marrón en la superficie externa, desconchados en algunas zonas; bien pulida en su parte externa y ligeramente en la interna (se aprecia su confec··
ción en dos piezas, unidas por la carena) (fig. 4, 8).
4. Fragmento de boca de pared recta, presenta asa de cinta colocada verticalmente; pasta con poco desgrasante y sin depurar; cocción oxidante; tonalidad anar~ada ·con aJgón
manchón ceniciento; frotada por ambas superficies (flg. 4, 7).
Oseo.- Gran cantidad de huesos: vértebras, costilla, dientes... Predominan los pequeños,
de aves; algunos están quemados. Todos restos de comida.
Lfdco. - Un percutor de cuarcita y fragmento de otro.
CAPA 5.•, de 100 a 120 cm.- Se quitó alguna piedra del hogar, algunas de buenas dimensiones por el inminente peligro de desprendimiento. La tierra sigue igual que en la capa anterior. Los materiales
son:
Cerámico. -Siete fragmentos frotados, desgrasante más depurado, alma, en general, reductiva con recocido final; treinta fragmentos pulidos, alterna la netamente oxidante con la
semi-reductiva, en superficie; siete fragmentos bruiUdos, uno de ellos decorado. Los más sobresalientes son:
1. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco o cazuela del tipo campaniforme; pasta
con desgrasante sillceo, cribado y en poca cantidad; cocción reductiva, con suave recocido
que le ha afectado a la parte externa ; tonalidad negra en la superficie interna y parte del borde, el resto gris verdoso; bruñido por ambas caras, aunque no excesivamente; externamente
está decorado de la forma siguiente: una banda lisa; le slaue otra pseudo-excisa, por presión
con punzón de punta roma, formada por tres hiladas de puntos; a continuación serie
de triángulos, unidos pÓr la base a la linea circunvaJ.a r, rellenos con incisiones oblicuas, de
derecha a Izquierda, y paralelas a uno de los lados del trián,gulo; más ab¡ijo, por lo que se aprecia, sigue otra serie de triéngulos, cuyos vértices apuntan a las concavidades de la serie anterior, están rellenos con incisiones paralelas a la base (fig. 5, 1 y Lám. n, 4).
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3
8
Fig. 5. - Estrato n : 1 y 2, capa 5.•; 3, 4 , 5 y 61 capa 6.•; 7 y 8, capa 7.•; 9, capa a .•
(T. n .)
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2. Fragmento de boca perteneciente a una olla globular de borde ligeramente saliente;
pasta con desgrasante silíceo; qobado para conseguir una superficie brwüda y una tonalidad rojiza decorativa (el engobe debe ser arcilla amarilla con gran porcenúije de 6xido férrico hidratado); la cocción es semi-reductiva; el borde está decorado con pequeiias incisiones
lfig. 5, 2 y Um. n, SI.
3. Pequeiio fragmento de boca perteneciente a un vaso de pequeiias dimensiones con el
borde exvasado; pasta depurada con fino brwüdo; cocción reductiva con recocido final; tonalidad interna negro brillante, la externa anar~ada, alg~ sie!la en el borde.
4. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de borde reentrante; pasta con desgrasante calizo finamente triturado; cocción oxidante con fuerte reducción final, posible solamente en hornos de doble cám.ara; superficie negro brillante, muy bien bruñida.
5. Fragmento de boca de un cuenco de paredes rectas y de buenas dimensiones; pasta
con desgrasante sillceo bien cribado; cocción reductiva con ligero recocido en la superficie
externa; ligeramente espatulado en la superficie interna, y frotado la externa.
Oseo. - Sigue la abundancia de huesos, restos de comida: vértebras, mandibulas, dientes, costillas, etc.
CAPA 6.•, de 120 a 155 cm.- Sigue la tierra igual que en las capas anteriores. A 130 cm. aparece la roca madre por la cuadricula A,
con pronunciado buzamiento hacia el exterior, que poco a poco reduce la zona prospectada a la mitad de la cuadricula B y a la C y D. Los
materiales aparecidos son:
Cer!mico. - Treinta y tres fragmentos de cerámica frotada o alisada, principalmente con
alma reductiva; treinta pulida, también predomina la de alma reductiva; tres fragmentos de
ceré.mica brutúda, que, como se aprecia, va en franco descenso. Describimos los siguientes: ·
l . Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de paredes rectas, borde ligeramente
entrante; pasta con desgrasante sillceo cribado; cocción oxidante en el alma, ligeramente reductiva en superficie (se hizo con horno de doble c.émara); tona.lidad marrón negruzca en toda su superficie; decorado por dos lineas hechas a puntos con punzón muy aguzado, debajo
aparecen dos incisiones convergentes, posible vértice de triángulo (fig. 5, 3 y Lám. II, 10).
2. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de paredes rectas y de grandes dimensiones; pasta con desgrasante a base de calcita finamente triturada; cocción oxidante en el
alma, reductiva externamente¡ tonalidad marrón negruzca con manchones negros; bruñido
interna y externamente; decorado junto al borde con incisiones verticales y paralelas, producidas. posiblemente, por una espátula de punta roma de caiia de hueso (fig. 6 y 4 ; Lám. Il, 9).
3. Fragmento de boca con el borde exvasado, perteneciente a una olla globular'; pasta
con desgrasante calizo poco profuso; la cocción es reduétiva con fuerte recocido final, al estar la pieza boca abajo durante la cocción, ha producido dos coloraciones, gris la parte interna y anar~ada la externa (tonalidad que recuerda las cocciones ibéricas); la tonalidad de la
superficie externa es marrón claro, internamente se sucede el color siena con manchones negruzcos; bien espatulada en ambas superficies.
4. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco globular de borde entrante; pasta con
arena cribada como desgrasante y carbón; coc~ón reductiva con ligero recocido final que le
ha afectado a la superficie externa; tonalidad negruzca toda ella, excepto algunos reflejos
marrones en la superficie externa; espatulada ligeramente por ambas caras.
5. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de borde reentrante; pasta con mucho
desgrasante calizo, poco triturado, y carbón; cocción reductiva con ligero recocido; tonalidad gris cenicienta en toda la superficie; espatulada ligeramente, algo mejor en la superficie
interna.
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6. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de borde entrante; pasta con desgrasillceo depurado; cocción oxidante con reducción final produciendo el clásico emparedado de la cerémica ibérica, pero a la inversa, es decir, marrón en el centro y gris ceniciento
en ambos lados; tonalidad gris ceniciento por ambas superficies con ligera oxidación en la
externa; espatulado poco profuso. por ambas caras.
7. Fragmento muy pequeño de boca, con la sección en forma de cuña; pasta muy depurada; cocción reductiva; tonalidad negro brillante debido al profundo bruñido.
8. Las mismas caracterfsticas que el anterior.
9. Pequeilo fragmento de boca de cuenco globular con borde entrante; pasta depurada
con poco desgrasante; cocción reductiva con suave recocido en la superficie externa; bien espatulada.
10. Las mismas caracterfsticas que el anterior.
11.,. Fl'ag:mento de·ouenco que·ebarca·desde el borde-ala base,-equivale a un·cuarto de la
pieza, destaca la concavidad de la base que, posiblemente, se formó accidentalmente cuando
la vasija estaba tierna; la pasta es poco depurada con desgrasante siliceo;.la cocción es reductiva con ligero recocido en la parte externa; se espatuló muy poco en el interior, la exterior frotada solamente lftg. 5, 5).
12. Fragmento de vaso de perfil en es• poco pronunciado, se conserva un quinto del mismo ; pasta depurada con desgrasante calizo bien triturado; cocción reductiva, recocido final
que le ha afectado a la superficie externa; tonalidad negruzca en el interior, manchones rojizos y siena en el exterior; pulido P<»r ambas caras, mejor en la externa (ftg. 5, 6).
~ante
Malacológico y óseo. - Siete fragmentos de un caparazón que bien pudiera ser d.e tortuga; caracolillos comunes; una vértebra de pescado; gran cantidad de huesos de animales pequeilos.
Lftico. - Un nócleo d.e sfiex melado, sección pentagonal irregular. s;on grandes retoques
por toda la pieza excepto en la cara básica; dos lascas de sil ex melado sin retoque apreciable.
CAPA 7.•, de 155 a 163 cm. - Al empezar a prospectar esta capa
aparecía, por las cuadriculas B y C, otra tonalidad de tierra más deslavazada, continuando en la D la gris amarronada, separadas ambas
por una hilada de piedras, por lo que se niveló el suelo con poca extracción de tierras. Los materiales aparecidos fueron:
Cerúúco. - Dos fragmentos de cerámica frotada. uno con alma reductiva y otro oxidada; nueve fragmentos pulida, predominando la de alma reductiva; cuatro bruAlda, todos con
alma reductiva. Los més interesantes son:
l. Sirve la descripción dada en ell de la capa 5.•, pues con toda seguridad son fragmentos del mismo cuenco (fig. 5 y 7 y Ltm. II, 3).
2. Fragmento de base, po!liblemente pertenece a la misma vasija que el anterior, las caracterfsticas son las mismas ; está decorado con dos bandas: incisiones transversales, formando un reticulado, la más externa, y lisa la inte.r na lfig. 5 y 8 y Ltm. II, 5).
3. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de paredes rectas y de buen tamailo, la
parte interna del borde está reblijado suavemente, quedando el borde más atllado; pasta con
desgrasante sillceo cribado; cocción oxidante en el alma (de color blanquecino), reducción intencionada al final de la cocción; superfiCie semi-negruzca; bruAlda interna y externamente
(Ltm. U, 1).
Oseo. - Gran cantidad de huesos pequeilos, exceptuando dos de mayor tamailo.
Lftico. - N6cleo pequeño de sflex melado sin retoques apreciables.
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CAPA s.•, de 163 a 207 cm. - La hilada de piedras resultó otro ho-
gar, pues al limpiar un poco apareció la tierra negruzca con carbones.
Fuera del hogar la tonalidad de la tierra es siena tostada. La roca madre avanza ocupando la cuadrícula B y un tercio de la e, quedando la
Zona a prospectar muy reducida. Los restos encontrados son:
Cerimlco. - Cuatro fragmentos ~e cerámica frotada; tres de cerámica pulida, y cuatro
de brudida, uno de ellos decorado. Describimos los siguientes:
l. Fragmento de boca perteneciente. posiblemente, a un vaso campaniforme; pasta depurada con desgrasante sillceo en poca cantidad; cocción reductlva en el alma y parte interna, recocido oxidante en la superficie externa; tonalidad ocre en la cara externa y la interna
cercana·al borde-, el resto·gris·negruzco: decoración a bandas, Usue incisas alternantes, las
incisiones son transversales a las lineas circunvalares, en ángulo agudo la primera y obtuso
la siguiente; la superficie exterior está muy brufrlda, la interna carcomida por el uso (fig. 5, 9
y Lám. n, 61.
2. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de tamaAo mediano, de paredes salientes; pasta depurada con desgrasante sillceo y engobado para el brufrldo; cocción reductiva
con leve recocido final; tonalidad achocolatada, más oscura en la cara interna; bruñido por
ambas caras, mejor en la externa.
3. Fragmento de boca perteneciente a un cuenco de pequedo tamaAo, borde suavemente
reentrante; pasta con arena como desgrasante y engobe el brufrldo; cocción reductiva con ligero recocido que le ha afectado a la superficie externa; tonalidad negro brillante en la parte
interna, gris negruzco en la externa; brudido por ambas caras.
Malacológico y óseo. - Un fragmento, posiblemente de tortuga pequeña; un caracolillo
com\1n alargado; algunos incisivos humanos; fragmentos de hueso de animales medianos.
Lltico. - Lasca de sflex lechoso sin retoques apreciables.
CAPA 9.•, de 207 a 227 cm. - Cambia de nuevo la tonalidad de la
tierra, siendo ahora gris amarronada. Aparecen piedras de gran tamaño adosadas a la roca madre, reduciendo todavía más el área de
excavación. Lo recogido es:
' Cerémlco.- Cuatro fragmentos frotados o alisados; un cuenco semientero; porción de. un
vaso; y cuatro fragmentos pulidos.
l. Seis fragmentos de cuenco que enci\Jan, equivalen a dos tercios de la pieza, paredes
gruesas, abultamientos pronunciados; pasta poco depurad~, con piedrecitas y calcitá mal triturada como desgrasante; espatulada ligeramente para alisar la superficie; cocción semi-reductiva con manchas oxidantes de tonalidad rojiza en algunos puntos del borde, el resto negro ceniciento (fig. 6, 1 y Lám. n, 21.
. 2. Tres fragmentos de vaso de paredes rectas que enci\Jan, se aprecia desde el borde hasta la iniciación de la base, representa un cuarto del vaso, se ha reconstruido en el dib\ijo, presenta abultamientos de la presión de los dedos; pasta poco depurada con gránulos de calcita;
cocción semi-reductiva con el alma negruzca; tonalidad ·siena verdoso externamente, negruzca la cara interna; frotada por fuera y sin alisar por dentro (.llg. 6, 2).
Oteo. - Un cuerno de cabra joven; media mandlbula inferior de carnivoro; algunos hue-
sos de
p~aros .
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CAPA 10.•, de 227 a 250 cm.- Se profundizó en el pequeño reducto que quedó, siendo la tierra gris amarronada. Por imposibilidad
de profundizar más se suspendió la limpieza de la pared. Los materiales fueron:
CerAmlco. - Dos fragmentos de cerémica frotada o alisada, uno con alma reductiva y el
otro oxidante, ambos con la superficie oxidada; dos pulidos con alma reductiva, uno con la
superficie oxidante y otro negruzca.
. . f . ...
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Fig. 6. - Estrato m : 1 y 2, capa 9.•
-
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• ••
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Oseo. - Un fragmento de espátula pulida; fragmento de hueso aplanado y pulido, tal vez
cabeza de un pequedo punzón; algunos dientes de buen tamado; gran cantidad de huesecillos
de p~aros Ulg. 7, 3 y 4 , y Lém. n, e y D).
-7¡
.......
' ""-
C'::·J 1
l(
Fig. 7. -Estrato m: 1, 2, 3 y 4 , capa 10.•
(T. n.)
Litlco . - 1. Punta de flecha triangular con aletas y peddncWo, de silex melado, tallada
bifacialmente, retoques precisos, aristas dentadas. Le falta, por rotura, un poco de la punta y
del extremo del pedúnculo (fig. 7, 1 y Lám. B).
2. Hoja de silex matado negruzco, con el dorso reb~ado, tallado en ambas aristas, uno
de los extremos también está retocado y, probablemente, tuviera un pedúnculo para enmangar, desaparecido por rotura lflg. 7, 2 y Lám. ll, A).
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IV
CONCLUSIONES
A) Técnica cerámica
El estudio del yacimiento se ha basado, fundamentalmente, en los
restos cerámicos, los materiales más abundantes aparecidos. Si bien
hay algunos estudios sobre tipología cerámica (véase bibliografta), las
caracteristicas de los materiales rescatados nos hizo pensar en estudiarlos bajo el ·amplio-punto·de-vista·técnico: arcillas.empleadas, desgrasantes, cocción, acabado de la superficie, engobe, decoración y
formas. Sobre todo se ha hecho hincapié en la forma de cocción y el
desgrasante utilizado, puesto que las otras características son parecidas durante toda la larga etapa del Eneolitico fmal al Bronce Valenciano final, y no nos servian para establecer unas conclusiones aceptables. Cerámicas pulidas, carenadas, ~ecoración incisa, etc., está
más o menos representada en toda esa larga época de más de mil
años y, por lo tanto, salvo raras excepciones, más que caracterfsticas
diferenciantes son de confusión.
Tras cuatro años largos de experiencias en el estudio de la confección de las cerámicas prehistóricas, probando diferentes tipos de arci- _..
llas (todas las que han llegado a mis manos), desgrasantes y hornos ·
(siempre utilizando leña como combustible), podemos adelantar algunas de las conclusiones a qúe hemos llegado esperando que, junto a
los trabajos de G. Antón y M. D. Gallart, pueda servir para un mejor
conocimiento de las cerámicas prehistóricas.
1. Hornos : El hombre ha utilizado, principalmente, dos tipos de
hornos, aunque con muchas variantes: una primera época con hornos
de cocción que denominamos «incontrolados» o «imprevisibles», época
que abarca desde los inicios de la industria cerámica hasta fmales del
Bronce Valenciano; y, hornos que denominamos «intencionales» o «de
doble cámara», desde finales del Bronce o transición al Hierro 1, hasta
nuestros dias.
En el primer tipo de horno el combustible se quema en contacto
con las vasijas; las cenizas y carbones producidos pueden tapar total
o parcialmente a éstas, lo que da lugar a una serie de tonalidades, en
superficie, que van desde el negro al gris-verdoso en las zonas en que
se ha producido una reducción, y tonalidades anarmijadas, marrones y
sienas en las zonas oxidadas. La buena o mala cocción depende, en
este tipo de hornos, de la cantidad de combustible empleado y del
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tiempo que se pueda mantener con el calor necesario para que éste
penetre en el alma de las paredes de la vasija. Con todo la cocción no
sobrepasa los 700 u 800 grados centígrados. Las tonalidades que pueda tener la pieza en la superficie son fortuitas, pudiendo hacer muy
poco el alfarero para que ello no ocurra.
En los hornos «de doble cámara» las piezas cerámicas se colocan
en la cámara de cocción y se quema el combustible en el hogar, por lo
tanto, no le afectan las cenizas y carbones que son las que en el tipo
anterior producfan tonalidades distintas en una misma vasija; aqui
puede haber una reducción total, semi-reducción u oxidación, a vo.luntad..del.ceramista que .cueza, produciendo tonalidades,.en la·superficie de las vasijas, negro, gris, anaranjado (marrón, siena, etc., dependiendo del tipo de arcilla empleada), respectivamente.
Resumimos las características observadas en ambos hornos:
Incontrolados o imprevisibles
- Una sola cámara de cocción.
- El combustible está e.n contacto con las vasijas.
- Las cenizas y carbones producen coloraciones dispares en la superficie de la vasija.
- La ceniza no reduce la zona de la vasija que cubre, l1>s carbones sí (zonas negruzcas).
- Si la vasija está boca arriba, el fondo interno de la misma est~. generalmente, reducida
por acumulaci~n de carbones; la zona de la boca oxidante.
- Si la vasija está boca ablijo, el borde de la misma presentará, casi siempre, reducción;
la superficie externa manchones reductivos donde se haya depositado alg6n carbón; el
interior puede presentar reducción pero sin manchones.
- En estos hornos no se puede aplicar una reducción total (toda la vasija negra), exceptuando si está totalmente cubierta de cenizas y carbones, en cuyo caso no estará bien
cocida (la vasija se fragmentará fácilmente).
Intencionales o de doble cémara
- Dos cámaras: hogar y cémara de cocción.
- El combustible no está en contacto con las vasijas.
- La llama puede producir distinta~ tonalidades en la superficie de la pieza (todas o.xidadas).
- Si la cocción es oxidante el color será de tonos claros (depende de la arcilla empleada),
más blanquecinos donde le dé directameqte la llama.
- Si la cocción es reductiva, ésta se realiza después de una cocción oxidante, que es la
que madura la arcilla, nunca antes, pues entonces no llega a cocerse.
- Toda reducción produce un descenso de la temperatura del horno.
- En una cocción reductiva, la tonalidad en superficie será negra, o gris si la pieza estaba
cerca del hogar (contra más lejos del hogar, más negruzca); en la fractura se apreciará
una pelicula negra en supe.rficie, dos capas grisáceas, y, en el centro, la tonalidad propia de la ar-::illa (rojo, blanco, ocre, etc.).
- La reducción nunca penetra hasta el alma, si el alma está negruzca es porque se le h!l
añadido carbón triturado a la arcilla.
2. Desgrasantes: Tres son los tipos de materiales que se han utilizado como desgrasantes en las cerámicas prehistóricas: carbón, calcita y mica trituradas y silice (arena). Los hemos colocado por ese
orden porque, parece ser, que el primero utilizado por el hombre fue
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el carbón (Neolitico pleno), luego se utilizó la calcita y mica más o
menos triturada (Neolitico final, Eneolitico y, apreciable también, en
los niveles más profundos de los poblados del Bronce Valenciano inicial), y, por último, la sillce (arena), más o menos cribada (poblados
del Bronce Valenciano pleno). También se observa que, una vez que se
iniciaba la utilización de cualquier tipo de desgrasante, lo alternaba
en la fabricación de sus cerámicas, así como los combinaba entre sf.
-Los efectos producidos, al agregarle desgrasante a la arcilla pura,
los resumimos así:
Carbón o hierba triturada
.. - Rl-carbón-ritUI'ado, aparte de evitar roturas por el choque:térmico (cambios bruscos de
t
temperatura), posiblemente, madura antes la cocclón de la arcllla.
- El carbón produce una reducción en el alma de las paredes de la vasija. Si la cocción es
semi-oxidante se apreciará el clásico «emparedado• (gris-negruzco en el centro y tonalidad clara a ambos lados). Contra más reductiva sea la cocclón más gruesa sérá la capa negruzca en el alma. Si la cocclón es muy oxidiU}te, el tono reductivo del alma llega
a desaparecer.
- El carbón retarda el secado de la vasija, produciendo menos contracción y evitando
que ésta se resquebrlije.
- Hace que la arcilla sea menos peglijosa (grasa) mejorando su mañipulación.
Calcita, mica y arena
- El fin principal, al agregar calcita y mica trituradas o sllice a la pasta, es evitar roturas
en el choque térmico de la cocclón y posterior utilización en la cocina.
-Es muy probable que la calcita ma~ure antes la cocclón de la arcilla ((alta comprobarlo), pues no se nos ocurre otra cosa para explicar su utilización en el Neolitico y etapas
sucesivas, ya que es más práctico utilizar arena; además, a altas temperaturas, produce desconchados en la supertlcie de la vasija.
- La silice y la calcita producen en las vasijas el efecto de peor cocldas, pues se fracturan
·
fácilmente.
3. Tratamiento de 'la superficie; Omito la explicación de la confección de los diferentes tipos de vasijas por tenerlo en fase experimental.
Confeccionada la vasija se tiende siempre a perleccionar la superficie y ello con dos fines bien distintos: bien para impermeabilizarla o
bien para embellecerla. Distinguimos tres formas de acabado: frotado
·.
o alisado, pulido o bruñido.
- El frotado o alisado se realiza con un trapo o estopa mojado, con una espátula, o simplemente con los dedos; siempre cuando la arcilla está ~mi-dura. La vasija asi tratada
tendrá, una vez coclcla, tonos mate y alg6n araftazo.producldo por el arrastre del desgrasante.
- El pulido se realiza, generalmente, con un canto rodado o espátula, siempre cuando la
arcllla está dura; si la arcllla está seca también se puede pulir mojando previamente la
pieza, ligeramente y a pequedas zonas.
- El brulúdo consiste en dar a la pieza un engobe (el cual se prepara con arcilla bien tamizada y sin desgrasantes) y luego proceder como el pulido, de esa forma se consigue
un brillo más uniforme de toda la pieza y sin araftazos por el desgrasante.
- 241 31
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A. MARTINEZ PIREZ
Hay que seiialar que el pulido y el bruiiido aumentan el riesgo de
desconcharse la vasija en el choque térmico, pues reducen la porosidad de ésta; de ahi se apreciará, en las cerámicas prehistóricas, que
las vasijas destinadas al fuego (cocer alimentos) solamente están frotadas o alisadas, y, las que van a contener liquidas, pulidas o bruiiid~ .
.
4. Arcillas: Las arcillas má.s empleadas, en las cerámicas prehistóricas, debían ser las residuales·(localizadas en el mismo lugar de la
descomposición de las rocas que las originan), con un~ cualidades
plástic~ muy buenas para poderles aiiad.ir luego desgrasantes sin
que·se·volvieran-magras {poco plásticas); aunque. en-el yacimiento que
nos ocupa han aparecido fragmentos en los que se utilizó arcilla aluvial (color gris-amarronado que una vez cocidas se vuelven amarilla
blanquecinas, muy utilizada por los ceramistas griegos). Todas las arcillas utilizadas contenían un alto porcentaje de óxido férrico (arcillas
rojas), óxido férrico hidratado (arcillas amarill~), o este últi,mo con
algo de calcita descompuesta (arcillas amarillo-verdosas); todas ellas,
una vez cocidas, dan tonalidades anaranjadas o amarronadas, según
la atmósfera del fuego.
5. Tipologta y decoración: En este apartado es en e~ que más se
extienden los estudiosos del tema, siempre atendiendo a la fórma, tamaiio, tipo de decoración, etc., pero nunca a la técnica utilizada en su
confección. Como ya he indicado antes, estoy experimentando y estudiando este punto, por lo que no voy a aventurar teorías que luego
tenga que desdecir, punto que creo muy importante para poder seguir
la evolución de los tipos cerámicos. Por todo ello, les remito a la bibliografia consignada al final.
B) Fundamentos para la división del perfil
Tres criterios hemos seguido para asignar, a 1~ diez capas de la
secuencia estratigráfica, un momento cultural distinto de ocupación:
a) el perfil estra~co, b) la frecuencia de los hallazgos, y e) las caracteristic~ de la cerámica.
a) El perfil estratigráfico: Si nos fijamos en el perfil estratigráfico
(fig. 3), vemos como la capa 2.• y a.• se corresponden en cuanto a la
tonalidad de la tierra; se trata de tierra deslavazada como consecuencia de una etapa sin habitar el yacimiento. La capa 2.• nos indica el
último momento de ocupación del abrigo; la a .•la separación de dos
momentos temporales distintos, por lo que tendríamos desde la capa
t.• a a.• un estrato, y de la 9.• a la 10.• otro. Pero en el estrato supe- 242 -
[page-n-245]
21
COVA DB ALFONSO
rior aparecen dos hogares que nos inducen a subdividirlo en otros
dQs, a pesar de que toda la tierra ofrece la misma tonalidad sin discontinuidad.
·
b) La frecuencia de los hallazgos:
E.n el cuadro adjunto (fig. 8), hemos computado el número de fragmentos cerámicos totales de cáda capa. Apreciamos que la máxima
frecuencia se da en las capas 1.•, 3.•, 5.• y 6.•. La primera se explica
por haber agrupado los fragmentos superficiales en ella. La 3. • nos
marca ~--C~ni,t 4e ~C\).pac~g~, ª§t CQ.mO. la.. 5. a Y a, lo. CUfU nos induce
a subdividirlo en dos estratos distintos.
e.
e) Las características de la cerámica: En el cuadro de la fig. 8 hemos resumido las características superficiales y en la fractur~ de todos los restos cerámicos. Vamos a intentQ.r explicar el mismo con un
ejemplo:
Fragmento de cerámica bruñida con engobe, alma reductiva, superficie reductiva: esta cerámica se confeccionó con arcilla mezclada
con carbón triturado (puede contener arena o no), cuando estaba a
la «dureza del cuero» (semi-seca) se le dio una capa de engobe, forma~
do con arcilla pura sin desgrasantes, posteriormente se pulió (con un
canto rodado o espfltula de madera o hueso) dándole el brillo característico; introducida en el horno, se coció en una atmósfera oxidante
durante 8 o 10 horas, y, finalmente, se cargó el horno con leña verde
o húmeda para que produzca mucho humo y se taparon todos los escapes posibles, produciéndose una reducción. En la linea de fractura
de la pieza observaremos: el alma gris-negruzco; emparedando el alma dos delgadas capas anaranjadas, y, en ambas superficies, una
pellcula negro brillante. Hay que aclarar que ésto sólo se puede realizar en hornos de doble cámara.
Hemos confeccionado tres gráficas de frecuencias de la.s cerámicas «frotadas», «pulidas.» y «bruñidas» (fig. 9). La primera (A) sólo ·nos
indica lo que ya hemos visto en el apartado «b», pero las·otras dos (By
C) nos confmnan la separación entre los estratos I (capas 1.• a 4 .•) y n
(Capas 5.• a a.•), ya que el estrato m venia bien diferenciado en el
perfil estratigráfico.
C) Caracterlsticas estratigréficas
Para terminar haremos un resumen de las características más sobresalientes de estos tres estratos:
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[page-n-248]
24
A. MARTINBZ PBREZ
Estrato I :
- Abundancia de cerámicas bruiiidas frente a otras toscamente
labradas.
-Reducción total en superficie, y, por lo tanto, utilización de hornos de «doble cámara».
-La cerámica bruñida utiliza carbón como desgrasante, arena
silícea en poca cantidad.
- La cerámica tosca utiliza· carbón y arena mal cribada.
- La cocción es muy buena.
Estrato II: ......
- Abundancia de cerámica pulida.
- Escasa la bruiiida.
·
- La mayor parte . e la cerámica pulida tiene arena cribada y
d
carbón como desgrasante.
- Algunos fragmentos, escasos, utilizan calcita triturada como
desgrasante.
- Buena cocción.
- !\parición de algunas esquirlas de sílex.
Estrato III:
- Cerámica más tosca que en el estrato II, pero no tanto como la
del I.
- Utiliza calcita y carbón triturados como desgrasante.
- Utiles }?ien tallados de sílex: punta de flecha y cuchillo.
- Escasa cantidad de restos por no haber llegado al nivel, que se
supone, más abundante.
- Cerámica peor cocida que en los estratos anteriores.
Dadas las características técnicas de las cerámicas del estrato I,
cuya utilización del horno de «doble cámara» queda comprobado, podemos asignarle una cronología relativa del Bronce Valenciano final
con influjos del Hierro I. Para el estrato II le asignamos una época del
Bronce Valenciano fmal, dados los paralelismos de sus cerámicas con
las de la «Lloma del Barranc de Camallos» (Catadau, Valencia) y algunas del de «La Terrerosa» (Barcheta, Valencia), ambos del Bronce Valenciano muy avanzado. La capa a.• nos indica una etapa en que el
abrigo no fue habitado, que suponemos que refiere al pleno Bronce
Valenciano, tal como aparece en el poblado de la «Muntanya Assolé»
(Alzira, Valencia) a «tiro de piedra» de este yacimiento. El estrato m
debe corresponder al Eneolítico final o de transición al Bronce, atestiguado, por una parte, con los restos líticos, y, por otra, por la utilización de calcita como desgrasante de la pasta, tfpiciJ en la base de cier- 246 -
[page-n-249]
COVA DB ALFONSO
25
tós yacimientos dados como del Bronce Valenciano - Les Oliverete::.
(Cullera, Valencia), Puntal de 1'Agiiela (Corbera, Valencia), B1 Castell
(Corbera, Valencia), La Muntanyeta de Carlos (Corbera, Valencia)-,
todos ellos no lejos de la Cova de Alfonso.
D) Cronología. - Hasta ahora sólo he nombrado la cerámica decorada en la descripción de los materiales, no incluyéndola en el estudjo de distinción de estratos.
Hemos visto que, atendiendo a la técnica cerámica, estratigrafla y
frecuencia de restos, quedaba, relativamente claro, la separación de
estratos y la cronología relativa. La cerámica incisa y pseudo-excisa,
aparecidá en el estrato rr,···no· eñ" 8ja ció"n ló"qüe hemo·s dichc); puesio
c
que la mayor parte de los arqueólogos no la sitúan más allá del 16001500 a. d. c., y dentro de la fase cultural denominada del «Vaso campaniforme». Yo no voy a entrar en conjeturas. El estudio dé los materiales se ha basado en la técnica cerámica -hasta ahora poco
aplicada-, y casi todos los estudios que se han realizado, de esa época, siempre ha sido teniendo en cuenta la tipología y la decoración,
por lo tanto, los caminos de investigación son distintos.
Sí que podría comparar estos fragmentos de cerámica decor~da
con los materiales de la «Cova deis Gats» (Alzira, Valencia). Los motivos decorativos aparecen en uno y otro yacimiento con las mismas caracterfsticas, y, viendo los dibujos, podríamos incluirlos en el mismo
momento cultural. Pero, si comparamos las cualidádes técnicas, nos
veremos en la necesidad de distanciar la cronología para ambos yacimientos.
Con todo, lo que aquí se ha dicho se ·h a basado en una simple prospección; una excavación más amplia, en su dia, nos sacará de dudas.
V
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1972.
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MARTINEZ PEREZ.-Cueva de Alfonso
Lugar excavado
- 24932
LAM. I
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MARTINBZ PEREZ.-Cueva de Alfonao
LAM. ll
10
Materiales cerámicos, Uticoa y óseoa.-Nú.m. 1, 3 y 8, capa 7.-2, capa 9.-4 y 8, capa 5.-6,
capa 8.-7, 9 y 10, capa 6.-A, B, e , D, capa 10
[page-n-253]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia, 1981)
ROSA ENGUIX ALEMANY
(Valencia)
QUESERAS ·H~&;LADAS EN LOS'YACIMIENTOS
DEL BRONCE VALENCIANO
1
En los yacimientos de la Cultura del Bronce Valenciano suelen
aparecer unos vasos cerámicos que por sus características han merecido, indistintamente, la denominación de vaso colador y de quesera.
Con el presente trabajo intentaremos tipificar las particularidades de
estos vasos, trataremos de averiguar el uso para el que creemos que
debieron de ser utilizados, hacer un esbozo de tipologia y precisar su
inserción cronológ}ca dentro de los amplios límites del Bronce Valenciano.
Estos vasos presentan una forma tronco-cónica, de lados ligeramente abombados, con las dos bases abiertas. Los bordes de las bases
son de dos tipos: reentrantes y exvasados. En los vasos de bordes exvasados suele aparecer, en la base menor, un estrangulamiento, a
modo de cuello, que luego vuelve a ensancharse y que en cierto modo
puede recordarnos la forma de una copa. Hechos a mano, su pasta
suele presentar una mejor calidad que la habitual en la cerámica de
los yacimientos del Bronce Valenciano, resultando menos quebradiza.
Toda la superficie está ocupada por pequeños orificios sin orden alguno, que parecen habitualmente hechos-mediante un punzón de sección circular, aunque también los hallamos realizados con un objeto
de sección cuadrangular; dichos orificios siguen direcciones distintas
sin que esto parezca obedecer a fmalidad alguna. La técnica utilizada
para obtener esta superficie agujereada es la siguiente: los agujeros,
distribuidos arbitrariamente, eran realizados antes de la cocción, por
lo que puede apreciarse en la superficie interna, en todos los casos, y
a veces en la externa, cuando no ha sido alisada, un aspecto rugoso
por la presencia de las rebabas de los orificios. Habría que señalar a
-
251 -
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2
R. BNGUIX ALBMANY
este respecto que si bien conocían la técnica dellaftado, la realización
de las perforaciones de estos vasos no presenta similitud con ella, ni
los orificios resultantes se asemejan a la limpieza y regularidad de los
obtenidos con el lañado, que es posterior a la cocción.
El tamaño de las queseras, al menos de las que hemos podido manejar, no excede de los 15 cm. de altura, ni son menores de los 8 cm.;
el resto de las ~edidas, grosor y diámetro de las bases, son más irregulares.
Respecto a la función para la que creemos debieron de ser utilizados, varias son las alternativas que la bibliografía nos presenta. Las
hemoa.enc.ontrado clasificadas como coladores y como.encellas o queseras.
Creemos poder desestimar la clasificación de vaso colador por
cuanto que sus características hacen dificil su uso como tal: el hecho
de tener las dos bases abiertas y el de carecer de un asa o apéndice
que hiciera más factible su uso, nos parecen argumentos suficientes
para ello. Nos inclinamos por considerarlos como encellas-queseras;
pudiendo haber servido como forma utilizada dentro del proceso de
fabricación del queso y requesón, en la operación de séparación del
suero de la leche, o en la última fase de la elaboración 'del queso, como
recipiente utilizado para dar forma a la masa resultante de todo el
proceso. Lo que sí hemos podido constatar es que actualmente en la
zona de Liria (Valencia), en la fabricación de queso, dentro de un marco estrictamente familiar, se utiliza un vaso para la operación del
prensado de similares características al hallado en la Ereta del Castellar de Villafranca del Cid (Castellón) (1) y que más tarde describiremos, puesto que es un tipo diferente del descrito con anterioridad. Vamos a aceptar, pues, que estos vasos tenían su fúnción dentro del proceso de elaboración del queso, por lo que les daremos la denominación de encellas-queseras, o simplemente QUESERAS.
El número de queseras procedentes de yacimientos de la cultura
del Bronce Valenciano que hemos podido inventariar es bastante considerable, sin olvidar que para la fabricación de queso, dentro de unos
límites de uso y consumo familiar, el uso de esparto o tela es suficiente, sin necesidad de recurrir a nada más.
Esto nos permite plantear una serie de consideraciones de tipo
económico relativas a esta cultura. Manteníamos en otra ocasión el
carácter agrícola de la Cultura del Bronce Valenciano, basándonos en
(1) J . ARNAL, B . PRADES y D. FLETCBER: cLa Ereta del Castellar, Villafi:anca del Cid
(Castellón}J. Serie de Trablijos Varios del SIP, nó.m. 35. Valencia, 1968.
- 262 -
[page-n-255]
OUBSBRAS DBL BRONCE VALENCIANO
3
la abundancia de hallazgos de dientes-hoz de sílex y molinos de mano
(2). Aún cuando pocas novedades puedan aportarse, en relación a excavaciones exhaustivas y publicaciones de materiales de yacimientos
de esta etapa cul~al de nuestro país, parece que una serie de trabajos publicados con posterioridad permiten acepiar la existencia de un
sector ganadero, muy importante, para esta época, generalizado además para toda la Península Ibérica, que configura mejor la economía
de estas entidades de población del Bronce. A tal respecto. debemos
reseñar un trab(\jo de conjunto (3) que recoge el estado de la cuestión,
hasta el momento, de la cultura del Bronce Valenciano, con referen. 9~.~-~?.C.PrE!.$~.s.. ~Jº~ .r.~.sto~. d.e...fa\Ula y su.clasificación .enJos.:y.acimien.tos de esta etapa cultural en que .ha sido posible su análisis. T8IJ1}>ién
disponemos de un trabajo. monográfico sobre los análisis de la fauna
del Cabezo Redondo de Villena (Alicante) (4). En ambas publicaciones
se mantiene, como resultado de los análisis efectuados, el predominio
de especies domésticas sobre las de caza, y' entre estas un mayor número de cabra-oveja sobre las restantes. Otros estudios realizados sobre la fauna, en yacimientos del resto de la península de la misma etapa cultural y cronológica, dan resultados similares. Podemos mencionar, entre otros, los análisis de fauna realizados sobre los restos del
Cerro de la Virgen de Orce y Cerro del Real de Galera (5), así como los
resultados obtenidos del Cerro de la Encina de Monachil (6), todos
ellos en.la provinc~a de Granada; dan como resultado que más del
50% de los restos óseos pertenecen a ovi-cápridos. En Hornos de Segura (Jaén) también se constata un predominio de estas especies (7), como ocurre en ·los yacimientos del Grupo de los Husos en el País Vasco
(8), entre otros.
(2) R. ENGUIX: «Notas sobre economfa del Bronce Valenciano». Papeles del Laboratorio
de Arqueología, 11. Valencia, 1975, pags. 141-157.
{3) J . APARICIO PERBZ: «Estudio económico y social de la edad del Bronce Valenciano».
Publicaciones del Archivo Municipal. Valencia, 1976.
{4) A. VON DEN DRIESCH y J. BOESSNECK: «Die Fauna des " Cabezo Redondo" bai Vi_lena (prov. Alicante)». Studien über friihe Tierknochenfunde von der Íberischen Halbinsel,
l
l. München, 1969, págs. 43-89.
(51 J. BOESSNECK: «Restos óseos de animales del Cerro de la Virgen en Orce y del Cerro
del Real en Galera (Granada)». Noticiario Arqueológico Hispánico, X-XII (1966-68). Madrid,
1969, págs. 172-189.
(6) A. ARRIBAS: «Excavaciones en el poblado de la edad del Bronce del Cerro de la Encina, Monachil {Granada)». Excavaciones Arqueológicas en España, 81. Madrid, 1974.
A. ARRIBAS: «Las bases actuales para el estudio del Eneolitico y la Edad del Bronce en el
Sudeste de la Península Ibérica». Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, l.
Granada, 1976, págs. 139-155.
.
(7) J . MALUQUER DE MOTES: «La estratigratla prehistórica de Horno de Segura (Jaén)».
Pyrenae, 10. Barcelona, 1974, págs. 43-65.
. (8) J . M. APBLLANIZ: «El grupo de los Husos durante la prehistoria con cerámica en el
País Vasco». Estudios de Arqueología Alavesa, Vll. Vitoria, 1974.
-
253 -
[page-n-256]
4
R. ENGUIX ALEMANY
Todo ello nos permite plantear que existe una actividad ganadera
de considerable importancia, pareja y complementaria de la agrícola,
y es dentro de ella donde cal:!e incluir el uso de las queseras. Ahora
bien, el hecho de que dispongamos de pocas queseras que inventariar
en el País Valei!.ciano, si se compara con el número de yacimientos del
Bronce que conocemos, nos puede hacer pensar en una actividad llevada a cabo esporádicamente. Creemos que esto no es cierto. Debemos insistir en que son muy pocos los yacimientos excavados exhaustivamente, con lo cual el material de que disponemos puede ser una
muestra ~an sólo del material real. Por otra parte ya hemos mencio·nado.. antes· que ..para·la· fabricación.. del queso;..·para· un·..uso-estrictamente familiar, no es necesario recurrir a ningún tipo de utensilio. Es
posible imaginar que el uso de las queseras supuso una técnica más
especializada para una mayor y más rápida producción.
II
INVENTARIO DE LAS QUESERAS
Los vasos que hemos inventariado proceden de yac;:imientos de la
cultura del Bronce Valenciano y de otros, de más amplia secuencia
cultural, con un nivel perteneciente a esta cultura. Algunos de estos
yacimientos están publicados, aunque no se mencione, en algunos
casos, el hallá.zgo de estos vasos objeto del' presente trabajo, bien porque la publicación es sólo un avance, bien porque se hallaran en prospecciones posteriores. Otros yacimientos son inéditos. Desde aquí
queremos agradecer a los directores de los museos donde están depositados los materiales utilizados, el habernos permitido su uso y habernos dado todas las facilidades para ello. Véase mapa.
Respecto a la bibliografia, solamente mencionaremos la fundamental de cada yacimiento, aquella que permita dar la idea más
exacta de su importancia.
Los vasos que hemos inventariado tienen la .siguiente procedencia: un fragmento de La Moleta deis Frares en Forcall (Castellón)' (inédito); un fragmento de la Ereta del Castellar en Villafranca del Cid
(Castellón) (9); un fragmento de Cova de Mas d'Abad en Coves de Vinromá (Castellón) (lO); un fragmento de Orpesa la Valla en Oí-pesa del
(9) Op. cit., n.ota l.
(10) F. MARTI et alii: «La Cueva
- 264 -
[page-n-257]
QUESERAS DEL BRONCE VALENCIANO
5
Yacimleotoa cltadoa eD el texto eD loa que hao aparecido vaaoa-qu11eraa: 1: Moleta dels Frarea (Forcall); 2 : Breta del CuteUar (VWafraoca del Cid); 3: Cova del Maa d'Abad (Coves de
ViDromA); 4 : Oropeaa la Vella (Oropeaa); 5 : Cova del Sou (VUavella); 6: Torre06 d'Onda (Onda); 7: Cutm~o de loa Moro• (ADdWa); 8: Pe6a Cortada (Chelval; 9 : La Atalayuela (Losa
del Oblapo); 10: Rambla CuteDarda (Lliria); ~ 1: Plcalo (RequeDa); 12: Cueva Soterraña del
ReboDar (Requeoa); 13: MoDtaoyeta de Cabrera (Vedat, Torreot); 14: Cueva de la CociDa
(Doa Aguaa); 15: Cueva de la Ara6a (Blc:orp); 16: Cova Moro (Agres); 17: Cova del Mootg6
(Jbea); 18: Sima Slmarro (lbl); 19: Puntal de loa Carnic:eroa (Villana)
[page-n-258]
6
R. ENGUIX ALBMANY
Mar (Castellón) (11); uno· de la Cova del Sou en Vilavella (Castellón)
(12); tres procedentes del Torrelló d' Onda (Castellón) (13); dos vasos
de Castillarejo de los Moros en Andilla (Valencia) (14); un fragmento
de la Peña Cortada en Ghelva (Valencia) (inédito); dos de la Atalayuela en Losa del Obispo (Valencia} (15}; un fragmento de la Rambla Gastellarda en Liria (Valencia) (inédito); uno del Picaio de Requena (Valencia) (16); uno de la Cueva Soterraña del Rebollar de Requena (Valencia) (inédito); tres vasos de la Muntanyeta de Cabrera del Vedat de
Torrent .(Valencia) (17); una noticia refer~nte a un hallazgo en la
Cueva de la Cocina de Dos Aguas (Valencia) (18); y otra, verbal, en relación a la Cueva· de·la··Araña de··Bicorp·(Valencia). De la provincia de
Alicante conocemos un fragmento inédito procedente de Cova del Moro
en Agres; dos fragmentos de la Gova del Montgó en Javea (19) ; tres
fragmentos inéditos de Sima Simarro (Ibi) y un vaso completo del
Puntal de los Carniceros en Villena (20). Añadiremos a esta relación la
descripción de la taza hemisférica procedente de la. Ereta del Castellar y los procedentes de Frias de Albarracfn (Teruel) (21), por tratarse
de un yacimiento, publicado, que presenta una similitud completa con
los del Bronce Valenciano, aspecto en el que insistiremos más tarde.
1111 F. GUSI y C. OLARIA: lEl poblado de la Edad del Bronce de Orpesa la Vella (Orpesa
del Mar, Castellónl». Cuai:temos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 4. Castellón,
1977, págs. 79-1OO.
(12) J . A. VICENT y M . BARCELO: «La Vilavella. Estudio Arqueológico-Histórico». Valencia, 1977 .
( 131 F. GUSI: «Excavaciones del recinto fortificado del Torrelló d'Onda, Castellóm. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, l. Castellón, 1974, págs. 19-61 :
(14) D. FLETCHER y J. ALCACER: «El Castillarejo de los Moros (Andilla, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, VII. Valencia, 1958, págs. 93-11 O.
(15) J. ALCACER: cDos estaciones argáricas en la región valenci~a : Pei\a de la Dueña
(Teresa); la Atalayuela (Losa del Obispo)». Archivo de Prehistoria Levantina, 11. Valencia,
1946, págs. 151-163.
(16) J. APARICIO y F. LATORRE: «Catálogo Gula del Museo Arqueológico de Requena
(Valencia, Espaiia)». Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Filosofla y Letras
de Valencia. Serie Arqueológica, l. Valencia, 1977.
(17) D. FLETCHER y E. PLA: lEl poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera (Vedat de Torrente, Valencia)». Trabajos Varios del SIP, 18. Valencia, 1956.
(18) D. FLETCHER: cLa labor del SIP y su Museo en 1976». Valencia, 1977, pág. 74.
(19) F. FIGUERAS: «Panorama Arqueológico de Jávea». Archivo Espado! de Arqueología,
xvm. Madrid, 1945, págs. 1-33.
(201 M. J. WALKER: cNeolithic and Calcolithic pottery ofSE Spain». Australian Studies
in Archaeology, 2. Sidney, 1979, págs. 104-147.
(21) P. ATRIAN: cUn yacimiento de la Edad del Bronce en Frias de Albarraclll.l. Teruel,
52. Teruel, 1974, págs. 7-32.
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QUESERAS DBL BRONCB VALENCIANO
7
Descripción de los tipos:
1. Peque.fto fragmento de quesera procedente de la excavación de la Moleta deis Frares
de Forcall. Presenta toda la superficie ocupada por orificios sin disposición determi·
nada. La noticia procede de la Memoria de la l .• campaña de excavaciones, en agosto de 1960, de D. Enrique Plá (22).
'2. Fragmento muy pequel'lo, procedente de la Ereta del Castellar, que presenta toda la
superficie cubierta de orificios sin disposición especial; la superficie externa aparece
alisada y la interna rugosa, por la presencia de las rebabas de los orificios. Apareció
en el Depósito TS. Hecha a mano y con pasta de buena calidad. Depositada en el Museo del S.I.P. de Valencia.
3. Procedente de la Cova de Mas d' Abad, y con el n(Jme~ 38 del inventarlo de m.a teriales, loi autores escriben: «Fragmento de cerámica parda, espatulada por ambas caras, con varias· perforaciones ·realizadas. entes de. su 1:occión, J;'ertenece, ~~~ .~a
probabilidad, a un vaso colador o escurridera» (23).
4. Pequel'lo fragmento de borde procedente de Orpesa la Vella apa.recido en el Estrato
n de la excavación de este yacimiento, seg\\nla publicación del mismo, y que nos
presenta su diblijo en la flg. 4 co.n el n(Jmero 15.
5. Pequedo fragmento procedente de la Cova del Sou. Sólo se le describe como «fragmento de coladon. En la publicación, donde hemos recogido la noticia, presentan
una fotograffa, en la Lámina m, n6m. 4 (24).
6, 7 y 8. En el Torrelló d'Onda han aparecido dos fragmentos de vaso y uno casi completo, de las caracterlsúcas antes mencionadas. Bl autor de la publicación, de donde
hemos recogido la noticia, no los .describe; al vaso más completo lo llama, en pie de
lámina, colador. Los dos fragmentos pequedos proceden del Q-2 Nivel I y Q-2 Nivel
m y el mayor del Q-3 Nivel m, de la excavación. Fig. 4, n6m. 11.
9. Vaso procedente de Casúllarejo de los Moros. De forma tronco-cónica y paredes rectas, presenta el borde de la base menor ligeramente reentrante. La superficie exterior es negruzca y rugosa debido a la presencia de las rebabas de los orificios que la
cubren; la interior es similar. Hecho a mano y parcialmente reconstruido. Tiane una
altura de 10'5 cm., diámetro mayor 10'5 cm., dltmetro menor 5'5 cm., y.con un grosor que va de 1 a 0'7 ém. de la base menor a la mayor. Bn el Museo del S.I.P., n(Jm.
de inventarlo Ca.Mo 161. Fig. 2, n(Jm. 4.
10. Fragmento de borde de la misma procedencia que el anterior. La superficie e~rior
presenta una coloración entre marrón y grisácea, rugosa; la interior es similar. Pasta cuidada, co~ presencia de desengrasante de tamal'lo pequedo. Hecha a mano. Bn
el Museo del S.I.P. Fig. 2, 6; Lám. n.
11. Fragatento de borde procedente de la Pefla Cortada. Noticia facilitada por D. Inocencio Sarrlón. Segtm esta misma fuente, el fragmento apareció con m.ateriales propios
de los yacimientos de la cultura del Bronce Valenciano.
12. Vaso tronco-cónico procedente del poblado de La Atalayuela, con las paredes abombadas. La superficie exterior es de color marrón-rojizo y .e stá allsada; la interior presenta la .misma coloración, pero presenta un aspectp rugoso por co~rvar las rebabas de los o~cios. Hecho a mano y parcialmente reconstruido ; los orificios cubren
toda la superficie presentando la misma técnica y características anteriormente des-
(22) B. PLA: «Moleta dels Frareu, apud Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, VII.
Valencia, 1974, pág. 168.
(23) Op. cit., nota 10, pág. 202.
(24) Op. cit., nota 12.
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QtJESERAS DB.L BRONCE VALENCIANO
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critas. Altura, 9'5 cm.; diámetro mayor, 10 cm.; menor, 3'5 cm.; y con un grosor de
paredes que va de 0'5 a 0'7 cm. desde la base menor a la mayor. En el Museo del
S.I.P. 'Fig. 3, nl1m. 6; Lám. m.
13. Vaso .tronco-cónico, de la misma proc8dencia que el anterior, con las paredes ligera·
mente abombadas y el borde de la base menor exvasado. Superficie exterior de color
rojizo con manchas grises, alisada; la interior es similar de color, pero presenta un
aspecto rugoso. Hecho a man.o y parcielmente reconstruido. Altura, 9 cm.; diámetro
mayor, 1O cm.; menor, 4 cm. ; y un grosor que va en aumento, de O' 4 a 0'7 cm.• de la
base menor a la mayor. En el Museo del S.I.P.·Fig. 3, nl1m. 7; Lám. m.
14. Fragmento de vaso-quesera procedente del yacimiento de la Rambla Castellarda,
segl1n noticia verbal facilitada por D. José Aparicio. Se encontró junto a otro mate·
rial superficial.
. 15. «Un fragmento de vasa.colador.o esqiu:ridt~r~,IJ.egl1n)os a~tores, hallado en el poblado del Bronce Valenciano de El Picaio de Requena y deP,Osltado en 'el múseo áe dicha
ciudad.
16. Fragmento de vaso-quesara hallado en superficie, en una de las galeriaa interiores
de la Cueva Sotettaiia del Rebollar en Requena. La noticia nos ha aldo facilitada por
D. Inocencio Sarrión, que, junto a este fragmento de vaso, halló otros materiales, tipicos de un yacimiento del Bronce.
17. Vaso tronco-cónico, procedente de la Muntanyeta de Cabrera, con las paredes abombadas. La superficie exterior es de color rojizo y está alisada; la interior es del mismo
color. pero presenta una textura rugosa, debida a las rebabas de los aglijeroll. Hecho
a mano y parcialmente reconstruido. Su altura es de 8 cm., diámetro mayor 8 cm. y
menor, 3 cm.; presenta un grosor irregular, que va de los 0 '5 a 0 '7 cm. En el Museo
del S.I.P. con el nl1m. de Inventario V.T. 235. Pig. 1, nl1m. 1; Lám. I.
18. Fragmento de borde de un vaso similar al anterior y de la misma procedencia. Superficie exterior gris, alisada; la Interior es del mismo color, pero muy rugosa. La
pasta presenta la misma coloración gris que la de la superficie, siendo apreciables
los restos de desengrasante de pequeiio tamaiio. Hallado en el Sector 4.• de la excavación; lleva el nl1m. de Inventario V.T. 236. En el Museo del S.I.P. Fig. 1, nl1m. 2;
Lám. l .
19. Vaso tronco-cónico, hallado en el mismo yacimiento que los dos anteriores, con las
paredes combadas y el borde de la base menor exvasado. La superficie exterior es de
coloración desigual, oscilando entre el gris y el rojizo; la Interior presenta la misma
característica, pero mantiene las rebabas de los agl.\}eros, que en el exterior están
alisadas. Hecho a mano y. reconstruido parcialmente. Tiene una altura de 8 cm., diá·
metro mayor de 8 '7 cm., diámetro menor de 4 cm. y un grosor aproximado de 0'5
cm. N11mero del inventario del Museo del S.I.P., V.T. 234. Plg. 1, nl1m. 3; Lám. I.
20. Con respecto al hallazgo en la Cueva de la Cocina, transcribimos la noticia: c...dentro
de una tónica de pobreza, las cerámicas lisas, peinadas, las formas de cuencos he·
mi esféricos y loa fragmentos con perforaciones ml1ltiples parecen con.ftnnar la pertenencia del 11ltlmo periodo de ocupación de la cueva al Bronce...» (25).
21. En la Cueva de la Are.Aa de Blcorp, en un nivel superficial, se han hallado tres pequedos fragmentos de un vaso con las caracteristicas de los que aquí nos ocupan. Segl1n
noticia facilltada por D. José Aparicio.
22. Fragmento de borde exvasado de Cova del Moro, inédito. La noticia y el dibl.\Jo nos
han sldo facilltados por D. José .M.• Segura. El fragmento está depositado en el Museo de Alcoy (Alicante). Pig. 4, nl1m. 10.
(25) Op. cit., nota 18, pág. 74.
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lO
R. ENGUIX AI.l!.MANY
rtg. 2.-Vuo-queeera de CUdJlanúo de loa llorol, AndWa (Valeoc:la), y frqmento de
otro
(T. n .)
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QUESERAS DEL BRONCE VALENCIANO
11
23. Pequeflo fragmento de borde procedente de la Cova del Montgó; la parte externa es. tá alisada y la interior rugosa por la presencia de las rebabas de los orificios. Hecho
a mano. Depositado en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante. Núm. de inventario CM 501. Fig. 4, núm. 8; Lám. IV.
24. Fragmento de vaso de la misma procedencia que el anterior y con las mismas caracteristicas. Núm. de inventario. CM 493. Fig. 4. n(un. 9.
25 a · 27. Tres pequedos fragmentos procedentes de Sima Simarro. Informes, pero con
la caracteristica común de presentar su superficie llena de orificios hechos antes de
su cocción.
28. Probable vaso completo procedente del Puntal de los Carniceros en Villana. pero que
no hemos podido ver personalmente.
29. Procedente de la Ereta del Castellar tenemos tin vaso con forma de taza hemiesférica
con asa de cinta que se inicia en el mismo borde y discurre transversal a él. Su altura
.. ...... es de 10. cm..y presenta.~W..r;!J~~er.:r9. ~~ 1.!? cm. El fopdo de,la.tjlza •.v.Jlarte_de.las P!i· ..
redes, están cubiertas de orificios realizados con técnica similar a la descnta en los
vasos-queseras anteriores. La superficie exterior, de color marrón-rojizo. está alisada, lo mismo que la interior. De forma distinta, a las hasta ahora descritas, la incluimos en esta relación por creer que su función pudiera ser aimilar a la de las restantes. Lám. IV.
30 a 39. Procedentes del Castillo de Frias de Albarrac1n. Es el yacimiento; de los conocidos. donde más queseras han aparecido y en bastante buen estado. Al parecer, y
según la publicación de Atrián, de donde hemos tomado la noticia, son un poco más
grandes que las descritas antes. En la descripción de estos vasos se seftala la buena
calidad de la pasta, asi como la cuidada superficie exterior al contrario de la interior. Aparecieron fragmentos de este tipo de vasos en todos los niveles de la excavación practicada en este poblado. Fig. 5.
m
TIPO LOGIA
Con los datos que nos han proporcionado los vasos inventariados,
hemos intentado realizar una tipologia de los mismos. Para ello, y
partiendo de su forma tronco-cónica, hemos atendido a tres criterios
en su realización: el perfil adoptado en los bordes de las dos bases, el
aspecto de la superficie exterior y las variantes de galbo.
No creemos que las diferencias observadas, y que ahora intentaremos sistematizar, obedezcan a alguna cuestión funcional, a excepción de las queseras con estrangulamiento, a modo de cuello, en el
borde de la base menor, ya que esto facilita su aprehensión. Más bien
estas diferencias parecen obedecer a una mejor o peor terminación
del vaso o, en general, a gustos ajenos a su uso.
Tenemos los siguientes tipos:
- Según los bordes:
A. Ambas bases reentrantes.
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1
Fig. 3. - Queseras halladas· en el poblado de La Atalayuela, Losa del Obispo (Valencia)
(T. D.)
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QUESERAS DEL BRONCE VAIJ!NCIANO
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1
Fig. 4. - Fragmentos de queaeru procedentes de la Cova del Montg6, Jbea (Alicante), o.• 8 y
9; de Cova Moro, A¡ret (Alicante), n.• 10; y de Tomdl6 d'Onda (Caall6n) (Mg{lD Gual), o.• 11
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B. La base mayor reentrante y la menor exvasada con estrangulamiento.
C. Base mayor exvasada y la menor reentrante.
- Según la superficie exterior:
l. Alisada.
2. Rugosa al tacto por la presencia de las rebabas de los orificios practicados en su superficie.
-Según el galbo:
a. De paredes rectas .
.. · b :··~ · paredes cóncavas ·a···ac'ámpaiiadas:
Hemos prescindido del aspecto de la superficie interna porque en
todos los vasos, o fragmentos, que hemos podido manejar existen las
rebabas dejadas en la elaboración de los orificios. Tampoco hemos tenido en cuenta la sección del objeto utilizado para realizar los orificios, ya que, incluso en un mismo vaso, encontramos agujeros efectuados con punzones de secciones diferentes, de una forma arbitraria.
En todo caso es un intento tipológico, dado el escaso número de
vasos de que disponemos, que puede variar en función de nuevos hallazgos. Fig. 8.
IV
PARALELOS Y CRONOLOG,IA
Es casi imposible el pretender agotar las posibilidades de paralelos cuando de materiales arqueológicos se trata: continuamente se
realizan excavaciones que nos presentan una ampliación de los marcos culturales, pero no siempre aparecen publicados los resultados de
este proceso investigador por la falta de ese tiempo tan necesario y
tan dificil de obtener. Asi, los muséos presentan materiales muchas
veces sin publicar, que una ética profesional nos obliga a ignorar.
Afortunadamente en mi caso, debo precisar que he encontrado todas
las facilidades para utilizar materiales inéditos, y desde aqui quiero
agradecer la colaboración recibida por parte de los Directores de los
düerentes Museos a cuyos fondos he hecho referencia en el presente
trabajo.
- 264 -
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OUBSBBAS DEL BBONCI V.AL!NCIANO
15
.La relación de los paralelos que vamos a presentar no pretende
ser exhaustiva, pero si creemos que puede dar una visión bastante
completa de la difusión de estos vasos-queseras, que se repiten con las
mismas características que las descritas con anterioridad, a lo largo y
a lo ancho de toda la geografla peninsular y europea. Por otra parte,
la cronología de los paralelos, en la mayor parte de los casos, coincide
con la que nosotros consideramos válida para los hallados en los yacimientos de la cultura del Bronce Valenciano.
Entre los hallazgos de vasos-queseras en la Península Ibérica, flg. 6,
fuera del área de la CUltura del Bronce Valenciano, cabe destacar los
~:dos ~!1~ ... ~~~.....~ la. Gova .del .Janet (Ti~
... . ·-· ................. (26), los que se les·denomina escurrideras, haciéndose mención, en
la citada publicación, de la discordancia entre los investigadores respecto a la función de estos tipos cerámicos. A su vez paraleliza este tipo cerámico con unos fragmentos hallados en la cueva de Arboli, yacimiento que en una publicación posterior (27) se fecha hacia el Bronce Final. Procedente de Riner (28) se men'ciona el hallazgo de un «colador de terrisa polida» con dibujo del mismo y una cronología, para
el yacimiento, de «COJilen~tos de la Edat del Bronze». De la Cova de
Joan d'Os, en Tartareu (29), conocemos la existencia de un fragmento
de quesera, siendo clasificada esta cueva como propia de la cultura
Eneolitica por el citado autor. Procedente de la cueva sepulcral de Aigües Vives de Brics (30) se reproduce una taza hemiesférica con el
fondo cubierto de orificios, similar a la de Ereta del Castellar, descrita
en el inventario con el número 29.
De Solacueva, en Jócano (31 ), hemos podido comprobar la presencia de un fragmento de vaso y del Grupo de los Husos cinco fragmentos, de los cuales el autor describe tres: «uno con cuello recto, borde
a
(26) S. VILASECA: «Dos cuevas prehistóricas de Tivissa ITarragona)». Ampurfas, I . Barcelona, 1939, pégs. 160-185.
(27) S. VILASBCA: «Dos nuevas cuevas del bronce medio y final del macizo de Pradea».
Ampurfas, XXV. Barcelona, 1963, pégs. 105-136.
·
(28) J . SERRA VU.ARO: «Mina i fundició d'aram del primer perfode de l'edat del bronze
del Rinen. Anuarf del Instltut d'Bstudis Catalana, 6, 1915-1920. Barcelona, 1923, pégs. 536538.
(29) P. BOSCH GIMPBRA: cBtnologfa de la Peninsula Ibérico. Barcelona. 1932.
j30I A. del CASTÍLLO: ~ Neó-eneolftleot, apud Historia. de.BspaAa, d.lr$áa por R.
Menéndez Pidal. Madrid, 1947, tomo I, 1, pég. 543.
(31) J . M. APBLLANIZ: «Corpus de materiales de las culturas prehistóricas con cerámica
de la población de cavernas del País vasco .Meridionah. Munibe, suplemento l. vitorfa,
1973.
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lig. 5. - OueMI'u encontraclas en El Castillo de Frias de Albarracin (Teruel) (según Atrian)
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QUBSERAS DEL BRONCB VALENCIANO
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afinado y gran densidad de orificios, de perfil tal vez ovoideo; otro
con cuello recto, grueso y escasa densidad de orificio~ ; y otro con cuello casi recto o poco vuelto». (32). Los fragmentos del Grupo de los Husos aparecieron en el nivel que el autor llama Eneolitico ¡¡ y al que da
una cronología, refrendada por el C14, I-3895, de 1970 + 100 a. de C.
Hemos encontrado, descritos y dibujados, dos fragmentos queparecen pertenecer a distintos vasos, procedentes de la Cueva de la Vaquera de Torreiglesias (33), que el autor data como yacimiento de
Bronce Pleno. También un vaso procedente de la necrópolis de Sabinar (34) y un fragmento del Cerro de Berrueco (35).
··· ·· · ····· ··· ··· ·· ·· ·· ·· De·· la-provincia· de Ciudad ·Real; en el-yacimiento··de la Motilla
del Azuer (36), aparece una encella con base mayor exvasada y menor reentrante, estableciendo los autores paralelos de esta pieza con
algunos de los encontrados en los yacimientos de la cultura del Bronce Valenciano. También en el Museo de Cuenca (37), en las vitrinas 5
y 6, con materiales de los yacimientos Parra de las Vegas y Carbone-.
ras, aparecen vasos de este tipo, datándose estos materiales entre el
Bronce Medio y Bronce Final, con una cronologia de 1800-1200 a. de
C. y 1200-800 a. de C., respectivaniente.
En la provincia de Teruel, además de los hallados en el Castillo de
Frias de Albarracfn (números 30 a 39 del inventario), conocemos la
existencia de un vaso-quesera completo y fragmentos de otro en Cabezo del Cuervo, en Alcañiz (38), yacimiento que, según los citados
autores, presenta restos arqueológicos desde una cultura neolitica a
un hierro pleno. También hemos podido recoger la noticia de un frag-
(32) Op cit., nota 8, pé.g. 84.
(33) A. ZAMORA: «Excavaciones en la Cueva de la Vaquera, Torreiglesias, Segovi&J. Publicaciones Históricas de.la Excma. Diputació~ Provincial de Segovia. Segovla. 1976.
1341 E. AGUILERA Y GAMBOA: cEl Alto Jalón. Descubrimientos arqueológico». Madrid,
1909, pé.gs. 89 a 94.
(36) C. MORAN: «Excavaciones arqueológicas en el cerro del Berrueco (Medinllla, Avila,
El Tejado y Puente de Congosto, Salamanca). Memoria de los trablijos realizados en 1923».
Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 66. Madrid, 1923-24.
(36) F. MOLINA y T. NAJERA: «Die Motillas von Azuer und Los Palacios (prov. Ciudad
• Real)J. Madrtder Mitteilungen. -19. Relldelberg, 1978, págs. 82-74. T. NAJERA, et alll: .cLa
Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real)». Noticiario Arqueológico Hispé.nJco, 6. Madrid,
1979, pé.gs. 21-50.
13'11 .M. OSUNA RUIZ: «Museo de Cuenca. Secciones de Arqueologfa y Bellas Artes». Museos de Espada, serie Guias, 15. Madrid, 1976.
(38) P. PARIS y V. BARDAVIU: «Excavaciones en el Cabezo del Cuervo, término de Alcaillz (Teruell». Junte Superior de Excavaciones y Antigüedades, memoria 66. Madrid, 1926.
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Flg. 8. - Fragmentos de queseras procedentes de la Peninaula Ibérica: 1 y 2, San Pedro
IBuelva) laeg6n Rul& Mata); 3 :y 4, del Cerro de la VIrgen de OrceiGranada) laeg6n Scbule-Pellicer); 5, del grupo de loa Husos laeg6n Apellanis); 8 y 7, de la Cova de Janet de Tivisaa
laeg6n VUaaeca)
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QUBSJUWI DEL Bl\OlfCB VALElfCIAlfO
19
mento de borde procedente de Cueva Negra en Albalate del Arzobispo (39).
En la zona geográfiéa que coiTesponde hoy a Portugal hemos recogido dos noticias: un vaso completo procedente de Pedra do Ouro
(40) y un fragmento deSerradas Baútas, en Carenque (41). Este último yacimiento ~resenta una cronología entre 3500..Y 2000 a. de C.
De Andalucía Occidental, según las noticias facilitadas por Ruiz
Mata, a qui"n agradecemos cordialmente la información, conocemos la existencia de cinco fragmentos hallados en San Pedro, Huelva,
en niveles coil$iderados como pertenecientes al Bronce Final .
podido .recoger bastantes notiGias,
. ......... P~l.. resto.. de. Andalucía hemos._
de las que cabe destacar los dos fragmentos inventariados por los hermanos Siret (42), en el poblado de La Gerundia, que son los más antiguos publicados de los que hemos encontrado; dichos autores no hacen mención de las características de esta cerémica; es más, hablan
de la técnica del lañado a continuación de nombrar estos fragmentos.
En la Pefta de Hierro, Málaga, hay un fragmento que en palabras del
autor (43) lo describe como perteneciente al tipo de «queseras o vasijas con perforaciones ampliamente conocidas durante la Edad del
Bronce peninsular, aunque también en estratos de la Edad del Cobre».
En la provincia de Granada hay fragmentos de vasos de este tipo en el
CeiTo de la Virgen de Orce (44) y en el poblado de m Malagón (45). En
otra publicación, uno de los autores citados mantiene que los coladores· aparecen en los niveles del Bronce Final 1 de la cultura del Sudeste
(46). En Jaén, en Hornos del Segura, también se han encontrado unos
fragmentos de vasos-queseras en el nivel A2/Bl (47).
(39) A. DOMINGUEZ ARRANZ: cUn nuevo hallazgo arqueológico en el BI\Jo Aragóm. Teruel, 6. Teruel, 1978, pégs. 29-32.
(40) V. LEISNER y H. SCHUBART: cDie Kupferzeitliche Befestigung von Pedra do Ouro,
Portugal». Madrider Mitteilungen, 7. Heildelberg, 1966, págs. 9-60.
(411 J . MORAIS y T. JUDICE: cO povoadofortiflcado neo-eneolitico da Serra dasBautas
(Carenque, Belas)t. O Arqueologo Portugues, serie m , vol. 6. IJsboa, 1972, págs. 119-161.
(42) E. y L . SIRET: cLas primeras edades del metal en el sureste de Espa1lu. Barcelona,
1890, Um. l .
(43) O. ARTEAGA: cUn yacimiento eneolitico en la Pafia de Hierro, Málagu. Pyrenae,
10. Barcelona, 1974, págs. 29-42.
(44) W . SCHULE y M. PELUCER: cEl Cerro de la Virgen, Orce (Granada)t ..Excavadones
Arqueológicas en Espada, 46. Madrid, 1966.
(45) A. ARRIBAS et alli: cEl poblado eneolítico de El Malagón de Cullar-Baza (Granada)».
XIV Congreso Arqueológico Nacional (Vitoria, 1975). Zaragoza, 1977, pégs. 319-324.
(46) F. MOLINA: cLa cultura del Bronce Final en el SE de la Peninsul.a Ibérico. Tesis
·Doctoral, Universiaad de Granada. Granada, 1977.
(47! Op. dt., nota 7.
- 269 -
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R. BNGUIX ALBMANY
20
Procedentes de Mallorca, habría que señalar los doce fragmentos
procedentes de Puig d'en Canals reproducidos en la Lámina XLVII de
la publicación de este yacimiento (48), aunque en el texto no se hace
referencia a los mismos; según el autor, existe un poblado de la Edad
del Bronce en la vertiente sur del Puig d'en Canals.
Pero no sólo encontramos vasos de este tipo en nuestro ámbito
geográfico; también en el resto de Europa hallamos tipos cerámicos
similares, según puede apreciarse por los· dibujos y descripciones, v.
fig. 7. Como muestra de la difusión, podemos mencionar los siguientes: lós aparecidos en Fontbouisse (49), donde se menciona que, si
t
bien no son. muy abun.dan. es los hallazgOSJie ence~l~S por el momento, su número debía ser mayor por su importante papel económico; el
ejemplar hallado en Languedoc, con el borde de la base mayor ligeramente exvasado (50), entre los mater~ales de un Neolítico Final; los
2
1
Fig. 7.- Queseras procedentes de Europa: 1, de davelbert (aegún Ebertl; 2, de Nieder-Bielan
(según Ebert); 3, de Bradlachte In des Sarka (aeg(m Ebert)
(481 B.
ENS~AT:
cSoller (Mallorca)•. Noticiario Arqueológico Hispénico, m -IV. Ma-
drid, 1954-55, pégs. 37-50.
(49) J. GASCO : «La communauté paysanne de Fontboufsse•. Archives d'Ecologie prehis.
torique, l. Toulouse, 1976.
(50) J. VAOUER: «La céramique chasseénn.e du LanguedoCJ. Laboratoire de Préhistoire
et de Palethnologie. Carcassonne, 1975.
- 270 -
[page-n-273]
QUESERAS DEL BRONCE VALENCIANO
~1
fragmentos de Arene-Candide (51) y de Lipari, con una cronología entre 1150 y 850 a. de C. (52); en Torrianaccio (53); en el articulo
«Sieb», del Reallexikon der Vorgeschichte (54), se reproducen una serie de vasos, de procedencia diferente, semejantes a los descritos, entre ellos uno similar a la taza hemiesférica de la Ereta del Castellar,
también similar al hallado en Vucedol (55); el hallado en MainzHechtsheim (56); y los de Spiss Ky Sturtok (57), entre otros.
Con respecto a la inserción cronológica de las queseras inventariadas en el pr. sente estudio es evidente que todas proceden de yacie
mientos perfectamente clasificables, los de la cultura del Bronce Va.. lenciano; e incluso .aquellos que. aparecen en yacimientos ·que ·corresponden a momentos culturales anteriores, caso de la Rambla Castellarda o Cocina, han sido hallados en niveles superficiales que perfectamente pueden pertenecer a un momento de transición o Bronce Antiguo.
Las características de esta cultura han sido perfectamente individualizadas (58), por lo que vamos a centrarnos en su aspecto cronológico.
Solamente en un aspecto quisiéramos insistir: la gran cantidad de
noticias que tenemos, de diferentes yacimientos del Bronce Valenciano, no creemos que responda a un gran aumento de densidad de población, sino más bien a una nueva forma de poblamiento que podríamos explicar por los cambios socio-económicos que la nueva cultura
comporta. Queremos insistir en que la proliferación de yacimientos a
la que asistimos, cuando del Bronce Valenciano se trata, más que obe-
(51 ) L. BERNABO BREA: cGU scavi nella caverna delle Arene Candide. I. GU stratti con
ceramich8ll. Collezlone di Monografie Preistorlche ed Archéologiche edita dall'Istituto di Studi Ligurl, l . Genova-Bordighera, 1946.
(52) L. BERNABO BREA y M. CAVALIER: cCiviltA preistoriche delle Isole Eolie e del territorio di Milazzo». BulletUno di Paletnologia Italiana, X. Roma, 1956, págs. 7-98.
(53) S. M. CASSANO et alli: «Torrianaccio (Viterbo). Scavo di un abitato protostorico».
Atti della Academia Nazionale dei Lince!. V. XXXII. Roma, 1979, págs. 159-382.
(54) M. EBBRT: cReallexikon der Vorgeschichte», s.u . Sieb, XII. Berlin, 1928, pág. 80.
(55) V. HOFFILLER: «Corpus Vasorum Antiquorum. Jougoslavia-. Zagreb, Musée Nationalt. Yugoslavia, l. Parla, 1933, Lám. 4.4.
netsheinu. Bonner
{56) K. DECKER: cvor und Frühgescliichtliche Funde aus Mainz-Hec
Jahrbücher, 178. Bonn, 1978, págs. 31-42.
(57) J . VLADAR: cUmene Davnovekého Spisu. Slovenskej ,Atademie, I. Bratislava.
1978.
(58) M. TARRADBLL: cBl Pais Valanciano, del Neolitico a la Iberización. Ensayo de sin·
tesis». Valencia, 1963.
B. PLA: cLa Covacha de Ribera». Archivo de Prehistoria Levantina, vtn. Valencia, 1958,
págs. 32-54.
- 271 -
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R. BNGUIX ALBMANY
A
8
e
lfl¡. 8. - Tipolosfa de lu queseras
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OURSERAS DEL BRONCB VALENCIANO
23
decer a un aumento especta~ar de población, se podría atribuir a
una diferente concepción de forma de vida. Una de las características
de esta cultura es ese poblamiento disperso (59), de caseríos y masías,
con poblados mayores situados en lugares estratégicos y que serian
punto de convergencia de los núcleos menores. Es la manera, por el
momento y con los datos de que disponemos, de explicar la existencia
de esos cientos de yacimientos conocidos que cubren el área geográfica de· esta cultura. Yacimientos, por otra parte, de gran pobreza, en
cantidad y calidad, respecto a sus materiales.
Las queseras aparecen indistintamente en los yacimientos que
consideramos más antiguos y también en los más recientes, sin que
.ieng'amo's"'evidendas;· po' " momento, ae-\18riaciones 'tipológicas' enr el
tre los hallados en unos y otros. En todo caso esto representaría otro
elemento más para inclinarnos a considerar que el conservadurismo
es una de las características de esta época. Debemos considerar que
este útil cerámico comenzó a utilizarse en un momento de transición
del Eneolitico al Bronce, pero lo que es más evidente, por ahora, es su
pervivencia durante toda la duración de la segunda y su desaparición
al flnalizar la misma. Quizá debamos considerar, pues, este tipo unido
a un aspecto socio-económico privativo de la cultura del Bronce, no
solamente en la del Bronce Valenciano, sino también en otras culturas
del Bronce de la Península Ibérica y fuera de ella.
Expuesta la hipótesis, basada en los hallazgos arqueológicos, de
que las queseras persisten durante todo el Bronce Valenciano, veamos
cuál es la cronología y la evolución de esta cultura. Sistemáticamente
se han aducido las dificultades de establecer una periodización de esta larga fase cultural en el País Valenciano; esto, por la monotonía de
sus materiales, por la falta de publicaciones exhaustivas, la de excavaciones sistemáticas y por la propia ubicación de los yacimientos
que los expone a la erosión fácilmente. Hoy creemos que estos inconvenientes están en vías de desaparecer, y no es poca la bibliografia
existente a este respecto; véase la bibliogra.fla recogida por Aparicio
(60). Ya existen sistematizaciones generales (61), siguiendo criterios
(59) E. PLA: cEdad del Broncell, apud Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, n. Valencia, 1973, págs. 236-237.
(60) Op. cit., nota 3.
(61) E. LLOBREGAT: «Nuevos enfoques para el estudio del periodo del Neolftico al Hierro
en la Región valencian8ll. Papeles del Laboratorl.o de Arqueologla de Valencia, 11 . Valencia,
1975, págs. 119-140.
E. LLOBREGAT: dniciación a la Arqueología Alicantin8ll. Publicaciones de la C~a de
Ahorros Provincial. Alicante, 1979 (2.• ed.).
- 273 3S
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24
R. ENGUIX ALBMANY
tipológicos, que son los que nosotros vamos a seguir, y aún estos no
son los únicos (62), lo que prueba la inquietud que esta facies cultural
despierta.
Tres son las fases que hemos podido individualizar en el Bronce
Valenciano: Bronce Antiguo, Bronce Pleno y Bronce Final.
En el Bronce Antiguo vemos que coexisten caracteres propios del
estadio cultural anterior, junto a aspectos típicos del Bronce Valenciano. Así, en esta primera etapa, los yácimientos ya aparecen situados
e~ promontorios abruptos de fácil defensa y con restos de murallas en
el lugar más accesible. Es el caso de la Ereta del Castellar (63) y Casti.................... ·····-·· .. ___llarejo de los Moxos_..(64l. ...si~ndo_la excep~ióP.._l~ ~ta d~l fedregl;ll
·
(65), poblado en llano y en el que el registro arqueológico de los niveles superiores da un material característico de esta fase. Los materiales obtenidos muestran la presencia de elementos de sílex típicamente
eneoliticos junto a los habituales dientes de hoz del Bronce; el hallazgo de puntas de flecha, cuchillos y el aprovechamiento de estos últimos para la elaboración de las sierrecillas de hoz, son característicos
de este Bronce Antiguo. Las hachas planas metálicas de peñli rectan'gular, los puñales de lengüeta y las puntas tipo Palmela· serian otros
,
elementos que personalizarían esta primera fase de nuestro Bronce
Valenciano. Prescindiremos de las características tipológicas de la cerámica de este periodo, puesto que estamos trabajando dentro de esta
linea de investigación y no tenemos concluidos los resultados.
El Bronce Pleno lo tenemos ampliamente representado en toda
nuestra geografla. Como muestra representativa de este periodo podemos tomar dos yacimientos cuyas publicaciones nos parecen óptimas. Las de la Muntanyeta de Cabrera (66) y la de Serra Grossa (67).
En esta fase el sílex queda limitado a la presencia de dientes de h.oz y
lascas informes, sustituyéndose las elaboradas sobre hojas por las que
denominBip.os con perfil en D. De metal son novedosos los punzones
(621 F. GUSI: «Las dataciones de Cl4 en la Cueva de Mas d'Abad (Coves de Vinromá).
Campaña 1975. Ensayo cronológico para la periodización del Bronce Valenciano». Cuadernos
de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 2. Castellón, 1975, págs. 75-99.
·
(63) Op. cit., nota l.
(64) Op. cit., nota 14.
(65) D. FLETCHER et alii: cLa Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia)». Excavaciones
Arqueológicas en España; 42. Madrid, 1964.
(66) Op. cit., 'nota 17.
(67) E. LLOBREGAT: «El poblado de la cultura del Bronce Valenciano de la Serra Grossa,
Alicante». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 6. Valencia, 1969, págs. 3170.
- 274 -
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QUESERAS DEL BRONCE VALENCIANO
25
de sección cuadrada, puñales con remaches y puntas de flecha. Las
otras características, como emplazamiento de poblados y técnicas
constructivas, persisten.
El Bronce Final nos presenta la perduración de elementos culturales del periodo anterior, pero al que deben añadirse unas influencias
nuevas: la primera, proveniente del Norte, de rafz indoeuropea, y la segunda, del Sur, de· tipo orientalizante. Los yacimientos que podemos
incluir en este periodo están, casi todos, en vias de excavación, por lo
que la tipificación del mismo queda a la espera de los resultados de
los trabajos iniciados. Es de destacar la aparición de cerámicas de
mejor calidad,· bruñidas;-· al· tiempo que ·comienzan·a ·mostrarse··cerámicas pintadas de tradición orientalizante y con dibujos excisos. En
metal se repiten los cuchillos y puñales de la fase anterior, apareciendo las puntas de lanza de cubo y las hachas de apéndice. Pero lo más
espectacular de este período es la aparición de objetos de orfebreria.
Quedan muchos aspectos por aclarar de nuestra cultura del Bronce Valenciano, pero creemos que los trabajos iniciados podrán permitirnos matizar los elementos que la constituyen. Y creemos poder
aportar nuestra pequeña contribución con la hipótesis de que los
vasos-queseras son un elemento típico de esta cultura.
-
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ENGUIX ALEMANY.- Oueseraa de la E. del Bronce
LAM. I
EnceUaa procedentes de la Muntanyeta de Cabrera (Vedat de Torre. t, Valencia)
n
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ENGUIX ALEMANY.-Oueseras de la E. del Bronce
LAM.ll
Materiales del Castlllarejo de los Moros (Andilla). La figura inferior es una quesera completa
-
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ENGUIX ALEMANY.-Queseras de la E. del Bronce
LAM.m
Encellas halladas en la Atalayuela (Losa del Obispo, Valencial, vistas de frente y desde arriba
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ENGUIX ALEMANY.-Oueseras de la E. del Bronce
LAM. IV
Taza bemiesférica, procedente de la Ereta del Castellar (Villafranca del Cid, Castellónl con el
fondo cubierto de orificios, y dos fragmentos procedentes de la Cova del Montgó (Jávez, Alicante)
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ARCHIVO DB PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia. 19811
NORBERTO MESADO OLIVER
(Burriana)
LA COVA DEL MAS D 'EN LLORENC
V EL ARTE PREHISTORICO DEL
BARRANCO DE LA GASULLA
I
A mediados del mes de enero del año 1978, recibíamos en el Museo Municipal de Burriana, la publicación de «Cova Fosca», gentileza
debida al Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Valencia, y en especial a don José
Aparicio, coautor de la obra (1).
En ella, y refiriéndose a la importante cavidad, se dice mo conocer su ubicación exacta», ya que sólo se interesan por el material que
llegara en 1971 a Valencia, el cual, en parte, sirve para reafirmar la
«existencia de una segunda fase neolftica, entre el antiguo neolftico
con cerámica cardial, y el eneolftico», fase que ya fue, en un primer
momento, J963, señalada por Fletcher, y que se apoyaba en las estratigrafias de los yacimientos valencianos -Or y En Pardo-, fase esta
que se desarrollaba «durante el IV milenio y primeros siglos del V como simple continuidad étnica y ergológica del Neolftico I «cardial» (2).
La Cova del Mas d'en Llorenq (3) serfa, por el momento, junto con
la cueva del Mal Paso (Castelnovo), la Seda (Castellón), Les Santes
(Cabanes), Tirao (Burriana), Can Ballester (Vall d'Uxó), y el diminuto
abrigo de l'Espinella (Villafranca), las escasas denuncias de habitats
neolfticos en la zona septentrional del Pafs Valencia.
(11 J . APARICIO PEREZ y J. SAN VALERO APA1USI: «La Cova Fosca lAres del Maestre,
Castellónl y el Neolftíco Valenciano». Departamento de Historia Antigua. Facultad de Filosofia y Letras. Universidad de Valencia, Serie Arqueológica 4. Valencia, 197,7.
121 Op. cit. nota anterior, págs. 36 y 52.
131 Seria muy conveniente, cuando un yacimiento tuviese más de un topó~o. adoptar
aquel que sea conocido en la bihliografla cientffica. Por este motivo, preferimos la denominación tradicional de COVA DEL MAS D'EN LLOREN<; sobre la COVA FOSCA. La denominación
de COVA GRAN, debida aPorcar lv. fig. 1."1 no es conocida por los masoveros delBarranc de
la Gasulla. El topónimo de Cova Fosca fue dado por don José Salvador apenas hace 20 años,
según nos ha confirmado su actual dueño, don Isidro Salvador. Por los motivos expuestos
preferimos, pues, la denominación de COVA DEL MAS D'EN LLORENC.
36
281 -
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N. MESADO OLIVER
2
.. . ................. ...
Visitamos la cavidad el dia 3 de agosto de 1975 acompañados del
espeleólogo castellonense don José Viciano, quedando sorprendidos
de las fuertes remociones que habían afectado a la casi totalidad del
manto superficial del yacimiento. En esta visita -que apenas rebasó
los 40 minutos- recogimos el material que va inventariado del núm. 1
al 15, incluyendo la fauna que remitimos al Instituto Arqueológico
Alemán para que sea analizada por el Prof. Boessneck y la seftora
Prof. von den Driesch. Este materi~, hoy en el Museo Municipal de
Burriana, fue recogido de la escombrera de una excavación anterior
que no rebasó los 60 cm. de profundidad, grosor efe la capa arcillosa
fértil.
. .. . .. ...
....
. ...............
Algún tiempo después volvíamos a la cueva acompañados por don
Alfredo González Prats (Director del Gabinete de Investigación Arqueológica del Alto Maestrazgo, en cuya demarcación se halla la Cova
del Mas d'en Lloren~t, al cual se debe su redescubrimiento arqueológico), don José Viciano, doña Amelia Cervera y don Federico Barreda
Tena, guarda de los yacimientos arqueológicos del barranco. En esta
nueva visita (primavera de 1975) habíanse yá realizado los sondeos
estratigráficos llevados a término por el Departamento de ArqlÍeología de la Excma. Diputación Provincial de Castellón, en compañía
de un centro universitario francés, según nos dijo don Federico Barreda.
En esta ocasión ya no pudimos recoger material arqueológico en
los detritus de las primeras excavaciones, ya que habían sido retirados o cubiertos por un gran amontonamiento de rocas que habianse
extraído de las recientes prospecciones, y cuyo vertido se realizó contra el potente muro que cierra la boca de la cavidad, lugar idóneo para futuros trabajos.
La tercera vi.sita a esta importantísima estación neolltica tuvo lugar el dia 27 de marzo de 1978, en compañia de la señorita Marta Huguet, don José Viciano y el propietario del yacimiento, don Isidro Salvador, quien nos confirmó, in situ, que nunca en sus trabajos había
rebasado el manto de tierra.s negras que cubría el lecho de rocas desprendidas de la bóveda. Don l. Salvador, al regalarle la publicación
de «Cova Fosca», nos hizo entrega de un pequeño lote de material recogido por él en unos bancales del «Planelb, sobre la cavidad, los cuales proceden del humus extraído del yacimiento y utilizado como fertilizante por sus mayores, material inventariado con los núms. 16 al
25. De un amontonamiento de piedras que había retirado don Isidro
Salvador del manto neolltico, recogimos el resto del material que aquí
presentamos (inventario núm. 26 al 32).
"
-
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MAS D'B.N LLOREN!;
3
n
SITUACION DEL YACIMIENTO
Para llegar a la cavidad desde la Montalbana (masías ·del kilómetro 28 de la carretera de Villafranca, ubicadas a escasa distancia de
los inicios del puerto de montaña de Ares del Maestre, de 1.122
m.s.n.m.), hay que tomar la cómoda pista que nace a espaldas del caserlo (fig. 1). El tramo primero del camino forestal es dominio de garriga, entrando hacia su final en un degradado bosque autóctono de
carrascas y robles, hasta cerca de la confluencia de los barrancos de
Ckerai's y de Molero~ eii'"cüyo··punto.ñaceri Gasulla, Silu ente d· ·· la
e
Rambla Carbonera (fig. 2). Aquí la pista que primero corría paralela
al fondo del valle, hace un seftalado codo, para, en sentido inverso al
tramo transcurrido, ascender hasta el mas de Gasulla. De este ángulo
del camino, un sendero, tras vadear el barranco de Cirerals, gana altura zigzagueando hasta la copiosa fuente de La Castella, de la que se
domina Cueva Remigia y el Cingle. Siguiendo la ascensión alcanzaremos la Roqueta de la Trona, diminuto poblado del Bronce Valenciano
sobre el extremo de poniente de la gran plataforma caliza («planelli),
recortada po~ los barrancos de Cirerals y Molero. Su parte vulnerable
se halla defendida por una torre, probablemente de planta cuadrada,
de la que se conserva un paramento recto de buena técnica.
Por los pies de poniente de este pobladillo sigue el sendero - ahora
llamado de la «Font de la Castella»-, contiguo a la base del cingle,
donde una de sus principales balmas recibe el nombre de «La Cova
dels Carros» (con abundancia de sílex de desbaste en sus alrededores),
hasta el ya cercano Mas Nou, cuyo masovero, don Isidro Salvador,
propietario de la Cova del Mas d' en Lloren~;, venia utilizándola como
aprisco. La cueva, contigua ya a la masía, posee en su misma boca un
almez que la identifica. Su abertura llega a los 15 m. y su profundidad
(una gran sala semicircular) a los 17 ~ · (Lám. I).
liT
MATERIAL INVENTARIADO
Primera visita:
SILRX
1/4. Abundan los restos de desbastado, con un predominio del material negro-azabache. En menor proporción es~ presentes los silex melados, blancos y grises. Entre los recogidos destacan cuatro fragmentos de hojitas. sin retoque marginal (fig. 3, 1/4).
-
283 -
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N. MESADO OLIVER
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de la COVA DEL MAS D'EN LLORENc;: y principales yacimientos prem.tóricos. (Según Eduardo Ripoll Perelló)
•
~m-
01
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N. MESADO OUVER
6
CALIZA
5. Loseta blancuzca con la cara superior llana y la opuesta con ligeras irregularidades.
Conserva su anverso totalmente recubierto de pintura rojo-oscuro. Sus roturas marginales
son viejas, pues llegó a chorrear por ellas el pigmento. Grosor máximo, 3,2 cm.; longitud central, 8,5 cm. (fig. 3, 61.
6. Fragmento de otra loseta de coloración grisácea, con la cara superior alisada y rebajada convenientemente para labrar en ella una ligera concavidad longitudinal, la cual aparece con restos de pintura rojiza. Creemos se trata de una simple cpaletaJ o, también, de un díminuto molino en el cual poder moler y amalgamar el color. La rotura de la pieza es reciente.
Longitud central, 17 cm.; grosor 2 ,1 cm., hondo de la cavidad, 5 mm. (fig. 3.51.
CERAMICA
7. Fragmento de borde liso, romo, perteneciente a un recipiente ovoide. Rotura negro...................... &ti.sác.ea. e.n su mitad lntema..:y,.beige.ell.la.exterior; con.desgrasante.calizo, fino. Superficies
alisadas, beige.
Diam. bucal, 28 cm. lfig. 4, 1).
8. Robusta asa de puente acintado y ojo circular. Pasta muy compacta de rotura grisácea con desgrasante de carbonato cálcico bien molido y coligado con la arcilla. La cara interior del vaso conserva un ligero bruDido, siendo mate la exterior. Diam. del recipiente. 45
cm. (fig. 4, 21.
9. Borde bucal liso, exvasado, con ligero resalte en el arranque interno. Rotura grisaceonegruzca. Pasta compacta. Superficies alisadas de coloración cuero.
·
Diam. aprox. 23 cm. (fig. 4, 3).
10. Fragmento de vaso hemiesférico con asa acintada, perdida. de perforación circular. Pasta muy negra con desgrasante calizo. Superficie exterior: gris en la zona seudoacanalada, beige en la basal. y negra en el nacimiento del asa y borde. La superfic~e interna, con fisuras, negra. Presenta una decoración formada por cinco soguillas paralelas horizontales,
dos verticales sobre su asa, y un semicirculo tangente a la soguilla inferior.
Diam. 23 cm. (fig. 5, 1 y Lám. n, 1).
11 . Fragmento de cuello vertical con el labio liso y tetón sustentante, plano en la cara
superior. Rotura uniforme amarillenta, con escaso desgrasante calizo. Superficies poco alisadas, presentando la exterior restos de una decoración plástica sobrepuesta.
Diam. aprox. 16 cm. (fig. 5, 21.
12. Asilla seudobffida con taladro circular. Pasta negruzca con desgrasante calizo. Superficie beige, ligeramente ennegrecida la interior, de alisado medio. Es interesante como la
moldura seudobffida del asa se pegó sobre una asilla acintada.
Altura del fragmento, 6,8 cm. (fig. 5, 3).
· 13. Fragmento decorado con suaves incisiones verticales(?) y puntos incisos. Rotura negruzca con desgrasante blanco muy visible en la cara extenia de coloración sienonegruzca.
Bje máx. 6'5 cm. (fig. 5, 4).
HUESO
14. Punzón labrado sobre cada de hueso con restos del conducto medular.
Longitud, 12' 8 c.:m. (fig. 5, 5 y Lám. ll, 3).
15. Espátula sobre cada de hueso.
Longitud, 10 cm. (fig. 5, 6 y Lám. n, 21.
Tercera visita:
SILEX
16. Media luna. RetoqUe alternante abrupto. Filo con dos muescas, la inferior de retoque
directo; la superior, inverso. Blanco-grisácea.
24'7 x13'9 x3' 8 mm. (ftg. 6, 1).
- 286 -
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7
MAS D'EN LLOREN<;
J
llllllllll'llfiiiiiJIIIIIIIIIJ 1111111111
-·-.
color rojo
5
l'lg. 3
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N. MESADO OUVER
8
2
3
J''''l''''l''''l 1 " 1f 111 1'' 1 11111jllllllllljlllllllll jlll~l
Fig. 4
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MAS D'EN LLORENG
\
J''''t'''!l' 1111'' ''J''' '1''' ~ 111 1l''''l '1''1''''1''''1'''1 t 1111''' J1111(111 'J
37
Fig. 5
9
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N. MBSADO OUVBR
10
17. Fragmento proximal de hoja. Filos brutos. Blanco.
30 x 18'1 x3'9 mm. (fig. 6, 21.
18. Fragmento medial de hoja con microrretoque büacial en el borde izquierdo. Bla.nco.
Requemado y con truncaduras recientes.
30 x 16 x-4'8 mm. (ftg. 6, 3}.
19. Fragmento distal de ccuchillo» grueso. Retoque irregular directo, escalonado, muy
abrupto (800). La pieza remata con un frente de raspador, de extracción laminar. Melado.
32 x16 x7'3 mm. (fig. 6, 4}.
20. Fragmento medial de hojita con truncaduras marginales recientes. Blanco.
· 22'5 x 11 x4 mm. (fig. 6, 5}.
21 . Fragmento proximal de hoja con retoque en ambos IDos. Blanco.
25 x 13'5 x5 mm. (fig. 6, 6).
22. Hojita con retoque directo, fino, en sus IDos. Extremo distal en raspador de retoque .
casi vertical. Negro-melado.
·· ....... · ............. · ·39' 8·x1·S xS'9 mm... (fig~ 6;·-7·): ....... - ...- ....- ................................. · ....... ·
CONCHA
23. Colgante con perforación central, circular.
32'5 x21'8 x9' 1 mm. (fig. 6, 8).
CERAMICA
24. Fragmento hemiesférico de borde seudobiselado. Presente una menuda asa vertical
perforada. Randa horizontal de doble hilada de puntos en la parte superior del vaso. Rotura
negra con diminuto desgrasante (¿espejuelo?). Superficie exterior negro-marrón.
Diém. bucal aprox. 9 cm. (fig. 6, 9).
25. Borde de cuenco hemi.e.sférico. Randa de hoyuelos impresos. Pasta gris claro con diminutos desgrasante calizo. Superficie exterior anara.tijada; interior, ocre claro.
Diém. aprox. 18 cm. (fig. 6, 10).
26. Borde de cuenco hemiesférico. Impresiones de hoyuelos ovales sobre el labio, y doble
linea de impresiones petaliformes cerca del plano bucal. Pasta ocre claro con desgrasante
calizo muy fino; superficie, ocre.
Diém. aprox. 44 cm. (fig. 6, 11).
27. Tiesto perteneciente a la panza de un gran vaso. Decoración hecha con un punzón de
punta roma (lineas paralelas curvas y motivo en.ccabeza de cayado•), y puntuaciones festoneando el tema segundo. Pasta grisaceonegruzca con desgrasante calizo, fino. Superficies
afinadas, negra la interior y beige la exterior.
Diém. del fragmento, 50 cm. (fig. 6, 12).
28. Fragmento de cuerpo de un gran recipiente. Un cordón horizontal con ungulaciones
d!vide la parte superior con incisiones acanaladas verticales, escoltadas por puntuaciones, de
la inferior, con lineas horizontales de puntos. Pasta siena clara con fino desgrasante calizo;
superficie exterior, sieno-grisácea.
lije máx. 10 cm. (fig. 6, 13).
29. Borde bucal perteneciente a un cuenco con labio biselado. Pasta negra con desgrasante de piedrecillas calizas y arenas. Superficie exterior ocre con zona 'bucal requemada.
Diém. aprox. 44 cm. (fig. 7, 1).
30. Fragmento de posible vaso colador o quesera, con algunas perforaciones que no llegan a atravesar totalmente la pared de la vasija. Pasta ocre con fino desgrasante.
Bje máx. 5'5 cm. (fig. 7, 2).
31 . Arranque de asa acintada y restos del tabique del recipiente. Pasta rojiza con des~
grasante calizo y rodeno.
Bje máx. 7'8 cm. (fig. 7, 3).
32. Solero perteneciente a un vaso apuntado (ovoide). Pasta anara.tijada con zonas requemadas; superficie exterior sienonara.tija, de alisado medio. ·
Bje máx. 9 cm. (fig. 7, 4).
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MÁS D'EN LLOREN<;
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N. MESADO OLIVER
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Fig. 7
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MAS D'EN LLORRN<;
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PmDRA
33. Esquina de losa caliza con la superficie primigenia, meteorizada, blanca. Sobre su
cara superior, Usa, restos de pintura rojo oscuro fosillzada,la cual ha desaparecido en el centro de la loseta.
Longitud, 20 cm. (ftg. 7, 5 y Lám. n , 4).
LA FAUNA
En la osteología de la cueva, que tan amablemente nos ha realizado la doctora Angela von den Driesch, proveniente -al igual que todo
el material inventariado-, del horizonte Neolftico expoliado, habrfa
de advertirse la ligera preponderancia de las especies domésticas
frente a las salvajes, aunque por contra tenemos que de las 23 piezas
ós.e..as. e.scr.utadas, l.S.pertenecen..a..fauna-salvaje·, y -de-ellas-9 a cabra
montés, a cuyo biotopo responden bien los escarpes de esta elevada
orografia de Ares.
Es curiosa la inexistencia de ciervo, pese a estar bien representado en el arte parietal del barranco de Gasulla, anomalfa que se debe sin duda- al escaso número de piezas que recogimos de la superficie
del detritus de criba, procedente de la eX]>oliación. Los restos óseos,
según don Isidro Salvador, fueron abundantes, pero al parecer solamente se escogieron las dos testuces de cáprido, con restos de sus cornamentas.
Referente a la paleocobertura vegetal, de los animales conocidos
será el corzo quien denuncie mejor un medio ambiente forestal, hoy
extinguido.
Tabla de animales:
Corzo (Capreolus capreolus)
Cabra montés (Capra pyrenaica)
1 mandíbula, animal viejo
1 mandíbula, animal joven
adulto, 1 Costa (d' ), 1 Vertebra
cervicalis (~joven), 2 Scapulae,
1 Pelvis (d' ), 1 Pelvis(~), 1 Pelvis
de un animal joven, 1 Phalanx 1
(~)
Oveja (Ovis aries)
Ovis/Capra
Vaca (Bos taurus)
J~alf (Sus seroJa)
Cerdo (Sus domesticus)
Caballo (Equus spec.)
Tejón (Meles meles)
1 Pelvis (Q)
1 Mandíbula de un animal joven, 2 Molares del maxilar superior
1 Molar del maxilar inferior
2 Tali, 1 Costa
1 Vertebra thoracica
1 tercer molar del maxilar inferior, 1 Phalanx 2
2 Mandibulae
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14
. N. MESADO OLIVBR
Su autora comenta al respecto: «La mayoria de los hallazgos procede de mamíferos salvajes. La determinación de los huesos pertenecientes a los équidos se presenta problemática. El molar del maxilar
inferior podria pertenecer por su forma y tamaño a un burro doméstico, Equus asinus. En tal caso procedería de una época mucho más
avanzada que es el neolitico. . falange es demasiado grande como paLa
ra pertenecer a un burro. Posiblemente procede de un pequeño y esbelto caballo doméstico - Equus caballus. No se debe excluir la posibilidad de que ambos hallazgos hayan pertenecido a un determinaoo tipo de burro salvaje -Equus (asinus) hydruntinus-, cuya existencia en
·· · ·· · ·-·· ·.... · ··· · - spaña está comprobada hasta .el neolitico, .siempr.~ qu.~.l~s_ ll.~~zg.os
E
se puedan fechar en el neolfti.co. Aparte de estos dos huesos, pertenecientes a équidos y de datación problemática, los demás huesos de la
peqÚeña colección tienen su origen con toda probabilidad en el neolftico.»
IV
EL BARRANC DE LA GASULLA Y SU POSIBLE RELACION
CON LA COVA DEL MAS D'EN LLORENC
Al gigantesco tajo que en el paisaje del N.O. de Castellón abre la
Rambla Carbonera desde su cabecera en las altas tierras de Ares, cuya Muela llega a los 1.321 m.s.n.m., confluyen, por su margen izquierda, en su tramo más elevado, los barrancos de Molins, Pinello,
Vilarrojes, Gasulla, Dogues, Pou d'en Traver y Horts. El de Gasulla se
adentra algo más de un km. para bifurcarse y formar los barrancos
deis Cirerals y Molero, cada uno de los cuales profundiza un km. más.
Queda, pues, una vaguada en forma de Y horizontal, de dirección
N.E.-S.O., de unos dos kms. de longitud. El valle de Gasulla comportó
un marco ecológico de gr~ importancia; la solana, favorecida por
abundantes cárcavas y fuentes, albergó uno de los más fecundos habitats prehistóricos del Pais Valenciano.
Fue Porcar quien mayor atención prestó al Barranc de la Gasulla
(4). A partir de 1934 dio noticia de buen número de ya<;imientos, tanto
con pinturas (Remigia, Cingle, Mas de Molero, Cirerals) como de habitación (Cova Gran, La Trona, Mas Nou, Mas de Modesto, Cova Fosca);
(4) J . B: PORCAR RIPOLLES: «Pinturas rupestres al Barranc de GÚUlla.. Boletín de la
Sociedad Castellonense de Cultura, XV. Castellón, 1934, págs. 343-347.
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MAS D'EN LLOREN<;
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8.1 referirse a ésta, escribía: «Un llit inmens de jaciments del neolitic
i eneolitic» (5), ubicando estos puntos en un esquemático plano
(fig. 1) (6).
En las pinturas del Barranc de la Gasulla, destacan Cova Remigia
y el abrigo del Cingle de la Mola Remigia, que, con ·Racó de Molero,
·son, a nuestro entender, manifestación directa del habitat de la Cova
del Mas d'en Lloren<;. Cova Remigia dista de la cueva algo menos de
un km. Por ello, tras el descubrimiento de ésta, su estudio tendrá que
ir ligado al de los abrigos. En nue~tra opinión, el horizonte neolítico de
cerámicas impresas y «p8.letas» con pintura roja, es el testimonio más
....fi.!w.~. de..c~~~os haf}t~..P.oy hª-.da~q eJ áJ::ea val~ncjan.~. para ~1 e~c_l~
recimiento de la cronología del arte rupestre del este peninsular.
Ya que en la monografía de esta cueva no se ha hecho relación a
esta problemática, volvemos sobre las fases estilísticas de Cova Remigia, pues los diversos estilos son alli bien claros.
Fase I . - Estática (se corresponde con la C de Ripoll y la II de Beltrán) (7), con grandes figuras inmóviles o a lo sumo de lento desplazamiento. Los animales se caracterizan por su gran tamaño (8) y la figura humana por su estilización (9).
Fase II. - Dinámica (se corresponde con la fase D de Ripoll y m
de Beltrán). Su característica viene dada por la gran reducción de las
figuras, así como por su abundancia, pues es el estilo más generalizado.
15) Op. cit. nota anterior, pág. 347.
16) Op. cit. nota 4, fig. l.
l7l E. RIPOLL PERELLO : «Pinturas rupestres de la Gasulla ICastellón)». Barcelona, 1963,
pág. 58.
A. BELTRAN MARTINEZ: «Arte rupestre levantin.o». Zaragoza, 1968, págs. 71·72.
18) Las grandes figuras de toros aislados dominando los coxijuntos (caso por ejemplo del
existente en el Abrigo IV del Cingle de la Mola Remigia, con 0'60 m. de longitud) parecen ser,
como se viene indicando en las cronologias de Rlpoll y Beltrán, la fase artistica más prlmiti·
va, lo cual habrla sido ya apuntado por PORCAR: «El trazo por impresión directa y el trazo
caligráfico en el arte rupestre de Ares del Maestre». Boletin de la Sociedad Castellonense de
Cultura, xvm. Castellón, 1943, págs. 262 y ss., donde escribe: «Entre las numerosas pinturas del gran ndcleo de Ares del Maestre~ existe un tipo de estas que, por su pátina y aspecto,
acusan una mayor antigiledad respecto a las restantes; las caracterlsticas de este tipo es como sigue: pertenecen a este grupo la mayor parte de las pinturas que tienen el tamailo más
grande y que represe.n tan solamente fauno.
1 En esta primera fase artistica de Cova Remigia irrumpe ya la figura humana, y lo ha9)
ce sin titubeos, llegando al máximo de su creatividad. Son formas bellas, con perflles puros estilizados al máximo, llegando incluso, para no interferir la silueta de unos cuerpos desnudos
idealizados, a despojarles de la superfluidad de los adornos y sac:rificar o minimizar, sus
miembros viriles.
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16
N. MESADO OLIVER
Fase III. - Microfiguras (fase IV de Beltrán). Se generaliza una
nueva iconografía: «trepadores», «arboriformes», «brujos», «panoplias», tocados bicornes, etc. Con ello se cierra el ciclo artístico de Cova Remigia (10).
Con estas fases puede intentarse dar una cronología horizontal al
yacimiento. Si tenemos en cuenta que el primero en utilizar la cavidad elige, para la mejor conservación de su obra, la zona ocupada por
la Fase I; que para la Fase II los paneles son menos óptimos y los espacios que quedan son para los artífices de la Fase III, consideramos
lógica esta cronología horizontal relativa.
V
LOS «ENVASES» EN EL ARTE RUPESTRE LEVANTINO
Consideramos interesante referirnos a los «envases» representados en las pinturas, pues creemos que están en relación con las fases
estillsticas de aquéllas.
De Cova Remigia son «... un cesto redondo con asas» (fig. 8, 1) ( 11).
Corresponde a la Fase m , a la que también pertenece «... una cesta»
(fig. 8,2) (12).
Del Cingle, «...un recipiente de forma semiglobular con una raya
en su parte media» (fig. 8,4) (13). Es de la Fase III, así como «... grupo
pictórico con cinco flechas horizontales y encima de ellas una linea
transve~al, de la que pende un objeto globular sujeto por dos trazos
que interpretamos como un recipiente colgado de un palo» (14).
Porcar (15) señaló otra «panoplia» como procedente de Gasulla,
que no figura en la publicación que hizo con Obermaier y Breuil; tam(10) Coloca Beltrán en esta fase al polémico jinete con casco, del Cingle de la Mola Remigia, evidentemente fuera del contexto de todo el arte figurativo de la Gasulla. Culturalmente
podrfa relacionarse con el horizonte cultural de la Roqueta de La Tr cque el empleo del caballo como montura es un fenómeno cultural relativamente reciente y
que aparece solo al final de Jos Campos de Urnas, pues su generalización es una de las caracterlsticas del Hallstatt Cll, colocando su cronología ca partir del siglo vnr a. d. C. avanzado»
(M. ALMAGRO GORBEA: «El Pie deis Corbs, de Sagunto, y los campos de urnas del NE. de la
Peninsula Ibéric&ll. Saguntum, Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 12. Valencia, 1976, págs. 121).
(11) J . B. PORCAR, H. OBERMAIER y H. BREUll.: «Excavaciones en la Cueva Remigia (Castellón)». J .S.T.A. núm. gl. 136. Madrid, 1935, Láms. XXXIII y XXXIV.
(12) Op cit. nota 11. Láms. V y VI.
(13) RIPOLL, op. cit. nota 7, fig. 16.
(14) RIPOLL, op. cit. nota 7, Lám. XIII, 2 y 3.
(16) J . B. PORCAR: cSobre las pinturas rupestres de Ares del Maestre». Boletin de la
Sociedad Castellonense de Cultura, XVIII, Castellón, 1943, fig. 1O.
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MAS D'EN LLORBN(f
17
poco la reproduce Esteva Gálvez ( 16), aunque sí Almagro Basch, tomándola de Porcar (1 7).
Tampoco hemos dado con otra «panoplia» publicada por Porcar en
el mismo año (18), la que en otro de sus trabajos la vemos unida a un
. cazador muy esquemático. La novedad que aporta es su envase reticulado (19). Porcar y sus otros dos colaboradores señalan en la 5 .a cavidad de Cova Remigia, inmersos en conjuntos de la Fase m , «un
cuerpo redondo, con líneas entrecruzadas en el centro (¿tejido?), terniinando en un apéndice ondulado» (20) y run cesto tejido» (21). Ambos objetos, aunque fueron publicados como recipientes, son de problemática interpretación.
.. .. PorC"ar señala·«que el pm:tor'r üpesfre concede
fiiiportancia a
esta «cesta» o «bolsa» y en su composición trata de no separarla nunca
de las flechas indicando como que existe una estrecha relación entre
la efectividad de las flechas y el contenido de este cesto» (22). Incide
Esteve sobre el tema opinando que «son sencillamente las vasijas que
contenfan el veneno que debía emponzoñar las puntas de las saetas»
(23), coincidiendo con lo que, en 1919, escribieran Obermaier y Wernert (24). Beltrán describe asf el recipiente: «La bolsa o cesto, de piel o
trenzada con fibras vegetales, cañas o mimbres, los hallamos muchas
veces de diversos tamaños y formas, aunque casi siempre troncocónico o glubular, dotada de una amplia asa y ligadura; se lleva colgando
del hombro, a la espalda, y uno de los trepadores de la Araña, colgando de la mano, mientras otro le cae sobre la espalda, como una mochila» (25). Esteva nos dice que pudiera ser de cuero (fig. 8, 1) o de madera (fig. 8,2) (26).
·
De gran interés es el recipiente con asa representado junto a una
aljaba, en La Saltadora (fig. 8, 5), publicado por Obermaier como «cesta» (27) y reproducido por Esteva, quien dice seria de «fuerte cuero» o,
suma
(16) F. ESTEVE CALVEZ: «Probable significado de unas pinturas rupestres del Maestrazgo». Cuadernos de Prehistoria y Arqueologia Castellonense, l. Castellón, 1974, págs. 9-18.
( 17) M. ALMAGRO BASCH: «El covacho con pinturas rupestres de Cogul (Lérida)J. Instituto de Estudios nerdenses. Lérida, 1952, fig. 56 v.
(18) Op. cit. nota 15, fig. 2.
(19) Op. cit. nota 8, fig. 8.
(20) Op.'cit. nota 11 , pág: 33 y Lám. LIV, 56.
(21) Op. cit. nota 11 , pág. 34 y Lám. LIV, 64.
(22) Op. cit. nota 15, pág. 15 y 16.
(23) Op. cit. nota 16, pág. 16.
(24) H. OBERMAIER y P. WERNER'r: cLas pinturas rupestres del barranco de la Valltorta (Castellón)». Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Memoria núm.
23. Madrid, 1919, pág. 112.
(25) BELTRAN MARTINEZ, op. cit. nota 7, pág. 53.
(26) Op. cit. nota 16, pág. 11 .
(27) ,Op. cit. nota 24, fig. 63.
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mejor, «de tejido fino, a juzgar por el asa» (28), para seguir comentando que los recipientes «que raras veces figuran en el arte levantino,
fueran verdaderas piezas de cerámica como alguna vez se ha supuesto, pues nunca coinciden con los perfiles de los vasos que se han exhumado en las estaciones neolíticas de la misma regióiD (29). Sin embargo, creemos que podemos hallar paralelos cerámicos.
Advirtamos previamente que el objeto núm. 1 de la fig. 8 es de
galbo globular y cuello estrangulado, perfil impropio de una «cesta», y
que su boca no queda bien delimitada, sino que es dentada, como queriendo representar algo flexible -tejido vegetal o animal-, con borde
deshilvanado o roto por el uso, por lo que pudo ser una especie de fun·da parafesgüardar y ttartspoftar tiii recipiente. Stf asidero·pare·ce flexible, a modo de correas o cordeles, ya que de tratarse de asas de cesto no podrían colgar libremente del hombro de los cazadores de la fig.
8, 6 y 7, pues es muy verosímil que se trate de los mismos objetos. Si
acudimos al envase de la figura de Bicorp, apreciamos que el recipiente para contener la miel se coge por la boca para mayor seguridad
y no del asa, con lo que cabría interpretar que ésta era flexible. Con
ello queremos hacer notar que la mayoría de los objetos en, cuestión
pudieron reproducir solamente la silueta de sus cubiertas y no la de
su contenido.
Pese a tódo ello aún podríamos hallar paralelos cerámicos, y justamente en dos de ellos (fig. 8, 4 y 5) que I;tO parecen estar recubiertos,
pues no penden de cintas. En el primer caso su silueta dibuja un asa
bien propia de un recipiente cerámico, galbo que gráficamente hemos
cotejado con el recipiente de Cova de l'Or (fig. 8, 8) publicado por Bernardo Marti (30), al cual podríamos hallar otros paralelos en cualquier recipiente de asa vertical acintada. El otro recipiente del Cingle
de la Mola podríamos compararlo con el cuenco ·ovoide, ligeramente
apuntado, de la Cova del Mas d' en Llorenff, inventariado por Aparicio
con el núm. 5 (31), o con el de la Cova de l'Or (fig. 8, 9) de galbo similar (32). El que ostenta el cazador de la 5.1 Cavidad de la Cova Remigia (fig. 8, 7), pudiera tratarse de un tonelete, similar, también al del
famoso yacimiento de Beniarrés (33). En cuanto a las representacio-
(28) Op. cit. nota 16, pág. 11.
(29) Op. cit. nota 16, págs. 11-12.
(30) B. MARTI OUVBR: rCova de l'Or (Beniarrés, Alicante)J. Serie de Trabajos Varios
del S.I.P., núm. 51. Valencia, 1977, Lám. xx:m, l.
(31) Op. cit. nota 1, pág. 14, fig. 5.
(32) Op. cit. nota 30, Lám. XV, 2.
(33) Op. cit. nota 30, Lám. xxxm, 2.
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N. MESADO OUVRR
nes núms. 2 y 3 de la fig. 8, pudiéramos suponer que se quiso plasmar
los vasillos cerámicos geminados del neol1tico. En estos paralelos tenemos que tener presente que estamos cotejando algo bien concreto caso de.las cerámicas aludidas- y unos objetos «no del todo identificados», que nunca constituyeron para el artista prehistórico el tema
·principal de su obra, siendo, tan solo, un objeto bien secundario perteneciente al pertrecho del cazador, por lo que su presencia en estos panelés del Maestrazgo tienen por fin remarcar unas escenas cuyos temas básicos gravitan en torno a la silueta animal y humana. Pretendemos indicar, pues, que estos objeto~ aludidos pueden ser: a) «cestos»
-como tradicionalmente se les llamó- confeccionados con materia
·vegetal; b) ·recipientes·..d·e · cuero (odres), como·· nos dice··ObermaierWernert y Esteve Galvez; e) vasos cerámicos, como hemos propugnado; y d) que todos ellos, salvo el de la Cova Saltadora y el del abrigo V
del Cingle de la Mola (fig. 8, 4 y 5), que parecen estar desnudos, pudieran ir envueltos en alguna especie de bolsa de piel, esparto o lana.
Veamos ahora cómo estos recipientes hacen acto de presencia,
también, en la Fase I , estando ausentes en la n , tal vez por su propia
dinámica interna que obliga a sacrificar en sus composiciones los elementos estáticos, aunque no se nos escapa que la figura núm. 7 de la
5.• Cavidad de R~migia transporta un carcaj «con asa y cuatro flechas» (34). La Fase I denunciaba este envase en la escena de la caza
del ciervo, de la 5.• Cavidad, dada a conocer por Porcar recién descubierta la balma (35). En ella la figura que precede al gran cazador cestosomático sostiene, con su mano derecha, un objeto ovoide; sin embargo la misma figura se interpreta en la gran monografía publicada
por Porcar, Obermaier y Breuil, como portadora, tan solo, de arco. Es
de suponer, pues, que esta segunda interpretación -por la calidad de
los autores que en ella concurrieron-, sea la idónea. En el arte de los
canchales del Barranc de la Gasulla, tan sólo la Fase m denunciará la
«panoplia» de cazador: envase, bastón, flechas o arco.
Si observamos que, tanto Porcar como Esteve, relacionan los envases del círculo artístico de Gasulla, con los que aparecen en los
abrigos del Barranc de Valltorta, y más concretamente con la naturaleza muerta de la Cueva Saltadora (36), veremos que en este otro gran
círculo artístico castellonense, algo más cercano a la costa, y cuyo
abrigo principal, tanto geológicamente como por el arte que compor-
(34) Op. cit. nota 11, pág. 28.
(35) Op. cit. nota 4, tig. 4.
(36) Op. cit. nota 24, tig. 65.
- 300-
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MAS D'l!.N LLORBNC
21
ta, es el Abrigo 3.0 de las llamadas Cuevas del ~ivil, los envases que
perseguimos aparecen formando parte de las escenas con figuras cestosomáticas, o sea, las paralelizables con la única composición de tal
estilo del Barranc de la Gasulla, la de la caza del ciervo de la 5. 8 cavidad de la Cueva Remigia. Con este paralelo, pues, sabremos que el
«envase» de la Saltadora, o los del abrigo principal de las Cuevas del
Civil (37), debió estar presente, también, en el horizonte cultural
del Barranc de la Gasulla que plasmara la gran escena cinegética,
dada la cercania de ambos círculos artísticos del Maestrazgo Castellonense (38) .
.~l.p;r;.obl~ma estriba ~n. ~~-~:r...1'j Ja etnia Cfll~ . OCl:IP.~~J~.~. est~atos
con cerámica de la Cova del Mas d' en Llorenq fue la autora de las pinturas de Gasulla, o si no lo fue. A favor de la primera hipótesis
tendríamos las «paletas» recogidas en el yacimiento de habitación,
evidentemente sacadas de los estratos neolíticos, ya que las excavaciones de D. Isidro Salvador nunca rebasaron el potente canchal termoclástico, en el cual se han realizado las excavaciones actuales; a
favor del segundo supuesto -que la comunidad neolítica no fue la autora de las escenas cinegéticas-, estaría el que los estratos desmantelados comportan una verdadera cultura de economia neolítica, pue·s ta
en evidencia por una cerámica muy abundante. Las escenas reflejan
una comunidad eminentemente depredadora. Pero cabría preguntarse si esas escenas no son trasunto, tan sólo, de una parte de un
complejo de actividades de este singular horizonte n~olítico. Según esta idea la economía del habitat de Gasulla pudo tener dos raíces: una,
la tradicional, depredadora (y por lo tanto de raíz paleolítica); la otra,
p\Üante y prqgresiva («modern.a»), de módulos neolíticos, ya que las
aculturaciones siempre han sido lentas, debido al fuerte peso, en todo
tiempo, de la tradición.
Si no aceptamos la lógica convivencia de lo viejo con lo nuevo,
habría que ubicar en un horizonte cultural mesolítico la totalidad del
(37) Op. cit. nota 24, pég. 112.
(38) Pese a que no se ha publicado Dinguna monogratla de las pinturas de La Saltadora
(A.lbocésser), destruidas tras su descubrimiento; en marzo de 1'917, Obermaier y Wemert reproduclrfan dos altos después, la naturaleza muerta integrada por un ccarclij», un cbastóm y
una ccesta» (fig. 8, 5). Por lo dicho, es evidente que no conocemos el contexto artistico del
abrigo, pero podemos apreciar que los paralelos con el carcej de la fig. 26 y 46 de la Cova del
Civil (Tirlg), en el mismo barranco de la Valltorta, son firmes, como ya establecieron Obermaier y Wemert. Mientras no se publiquen los calcos que realizó Cabré de las pinturas de La
Saltadora, incluimos este recipiente en la Fase I, tan propia de las esbeltas figuras cestosométicas, dos de las cuales ccontiguas» a los portadores de carcej (fig. 25 y 48 de la publicación
de Obermaier y Wemert) (v. óp. cit. nota 16, pég. 9), son poseedoras de los conocidos envases.
-
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N. MESADO OLIVER
Arte Rupestre Levantino, etapa, al parecer, también denunciada en la
Cova del Mas d'en Llorenc;: (39), la cual tuvo y sigue teniendo sus defens!Jres (40). Con igual lógica cabria suponer que el arte rupestre
contiguo a la Cova del Mas d'en Llorenc;:, pertenece a un contexto
eneolítico, el cual hace acto de presencia en estaciones del entorno
(poblado de La Berola, descubierto por González Prats, en la margen
derecha de la Rambla Carbonera; Cova Roja, contiguo al yacimiento
anterior, o los enterramientos del Mas de Modesto), y cuyo fósil guia
-la punta de flecha- evidencia una economía depredadora q~e hermana con el mundo reflejado en los canchales del barranco.
VI
FINAL
El Arte Rupestre del este español, que como un péndulo viene oscilando del Paleolítico a la Edad del Hierro, pudo gestarse a fmes del
Mesolítico y tener su auge en el Neolítico, como ya en 1951 apuntaron
los valencianos Jordá y Alcácer (41) al estudiar las pinturas rupestres
de Dos Aguas; aunque·-como observamos en el contexto del presente
estudio- nos inclinamos por colocar la fase de las figuras cestosomáticas, en el horizonte neolítico de las cerámicas incisas de la Cova del
Mas d'en Llorenc;:.
Fortea, al estudiar la cronologfa relativa de la capa 6 de Cocina,
cuyo arte mueble tributara las tan conocidas p~aquetas grabadas (Cocina II), y cuyo arte lineal-geométrico paraleliza con el del mismo estilo existente en la Sarga, Araña y Cantos de la Visera (que a través
del análisis de estratigrafla cromática se da como la más antigua manifestación del arte de estos abrigos), llega a la conclusión de que la
«cronologfa de las plaquetas es inmediatamente precardial» y que «las
figuras naturalistas superpuestas en aquellos yacimientos (Sarga,
Araña y Cantos de la Visera), adscribibles a las fases más viejas del
arte levantino, no podrían ser anteriores a la recepción del Neolítico
en el litoral mediterráneo español», dando el5.000 «como gozne entre
(39) Op. cit. DOta l.
(40) J . APARICIO PEREZ: «Pinturas rupestres esquemáticas en los alrededores de Santo
Espíritu (Gilet, Albalat de Segart, Valencia) y la cronologfa del arte rupestre». Saguntum. Papeles del Laboratorio de Arqueologfa de Valencia, 12. Valencia, 1976, págs. 31-67.
(41) F. JORDA CERDA y J . ALCACER GRAU: «Las pinturas rupestres de Dos Aguas (Valencia)». Serie de Trabajos Varios del S.LP. núm. 15. Valencia, 1951, pág. 38.
- 302 -
[page-n-305]
MAS D'EN LLOREN<;
23
los dos conceptos artísticos», el lineal-geométrico y la fase figurativa
más arcaica, ya que, en el nivel cardial de la Coveta de l'Or, una de
las fechas de C-14 alcanza el 4.670 ± 160 B.C. (42).
La cronología que damos al arte rupestre de la Gasulla vendría
respaldada por:
a) Las «paletas» calizas con restos de pintura roja.
b) El espléndido horizonte neolítico de cerámicas incisas de la
Cova del Mas d'en Llorenff.
e) Por denuncias de recipientes, muy posiblemente cerámicos, en
las escenas de Remigiá y el Cincle de la Mola.
Es evidente, y somos bien conscientes de ello, que unas conclusiones sólcf'¡)ueden tener Visos de veracidad tras unos trab~os· de prospección serios y continuados. Por ello, las ideas aqui expuestas, con
las cuales hemos concluido, son provisionales, a la espera de los resultados a los que llegará el Departamento de Arqueología de la Excma.
Diputación Provincial de Castellón, tras varias campañas de exploración en esta estación neolítica de Ares del Maestre. Pese a ello pensamos haber contribuido con alguna de las ideas expuestas, a la dificil
problemática que sigue comportando el espléndido arte de nuestras
serranías.
(42) J . FORTEA: cEn torno a la cronología relativa del inicio del Arte Levantino». Papeles
del Laboratorio de Arqueologia de Valencia, 11. Valencia, 1975, págs. 185-197.
- 303 -
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MESADO OLIVER.-Cova del Mas d'En Llorenct
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Entrada de la Cova del Mas d'En Llorenct
- 306 39
LAM. 1
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MESADO OLIVER.-Cova del Mas d'en
LAM.n
Lloren~
Materiales diversos de la Cova del Maa d'En
Lloren~
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ARCIUVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
VoL XVI (Valencia, 19811
VALENTIN VILLAVERDE BONILLA, JOSE L. PE&A SANCHEZ
y JOAN BERNABEU
(Valencia)
-· ........... ........................DOS NU'EVA8"E8T'AC'i 0.Ñ ES.. DE .ARTE R(n:li'i:STRE
LEVANTINO EN MILLARES
(Valencia)
El propósito del presente trabajo es, tan sólo, dar a conocer dos
estaciones de arte rupestre situadas en el término de Millares (fig. 1).
La primera de ellas, la Cueva del Cerro, fue descubierta en 1980
por don José Martfnez, quien nos comunicó la noticia y amablemente
colaboró en las tareas de campo que tuvieron por objeto la obtención
de los calcos y .fotograflas pertinentes para su estudio.
La segund'a , el Abrigo de las Cañas, fue descubierta en 1961 (1) y
posteriormente visitada por don Vicente Pascual, quien realizó los
calcos y planta del abrigo. Al permanecer, sin embargo, inédita, don
Domingo Fletcher, aprovechando nuestro desplazamiento, comisionados por el S.I.P., al término de Millares para realizar el estudio de la
primera, nos encomendó también la revisión de los trab~os realizados en la de las Cañas para incluirla en la presente publicación.
(1) J . SOLER CARNICER: «Espeleólogos de la Diputación localizan un abrigo con pinturas rupestreS». «Las ProvinciaS», Valencia, 15 de octubre de 1961.
D. FLETCHER VAI.LS: «Servicio de Investigación Prehistóric&J. Generalitat, l . Valencia,
1962, pág. 89.
J . DONAT ZOPO : cMill.ares, una localidad con pinturas rupestre8J. Almanaque de «Las
ProvinciaSJ. Valencia, 1963, pág. 77 y ss.
D. FLETCHER VAI.LS: «Actividades de la Delegación Provincial de Excavaciones Arqueológicas de Valencia en el primer semestre del ado 1962». Noticiario Arqueológico Nacional,
VI (1962). Madrid, 1964, págs. 379-381.
E. PLA BALLESTER: «Actividades del S.I.P. 1961-65». Archivo de Prehistoria Levantina,
XI. Vlll;encia, 1966, pág. 284.
- 307 -
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2
VILLAVRBDE, PÜA Y BERNABEU
Dos Aguas
~
Abrigo de las
canas
Fig. 1.-Locall&acl6n de loa yaclmlentoa
- 308 -
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ARTB RUPESTRE EN MILLARES
3
A pesar de que ambos conjuntos son pobres, en el caso concreto
del Cerro se encuentran muy deterioradas, su localización entre los
términos de Dos Aguas y Bicorp, donde existen otros importantes yacimientos, permite una mejor valoración de los mismos, a la vez que
llena el vacío existente entre ambas zonas.
CUEVA DEL CERRO
A unos 2 Km. de Millares, la cueva situada a 370m. sobre el nivel
del mar, se encuentra en el alto del mismo nombre, que forma parte
de una serie de elevaciones situadas en la vertiente meridional del no
Júc'a r a stl'paso por estalocalidad, en terrenos calizos del cretaceo dominados por las formaciones tabulares.
La cavidad, de unos 11m. de longitud por 2' 5 de ancho en la entrada, se abre a SW dando al barranco· de la Paridera. Las pinturas se
localizan en las dos paredes laterales, pudiendo agruparse según su
distribución en tres zonas, dos de las cuales se sitúan en su interior a
unos 5 metros de la boca; zonas que denominaremos interior izquierda (ll) e interior derecha (ill), mientras que el grupo de entrada recibirá la denominación de entrada izquierda (I) (fig . .2).
El grupo de la entrada (I), situado prácticamente en el techo de la
cueva, está formado por una serie de seis lineas de espesor variable
entre' 5 y 14 mm., de color rojo oscuro; aprovechando una pequeña
concavidad natural de superficie lisa, las lineas, que parecen configurar un semicirculo, se separan a medida que se alejan del supuesto
centro (fig. 3). Su conservación es muy deficiente, ya que esta parte de
la cueva se encuentra afectada por el humo.
El segundo conjunto (ll) está formado por un grupo de cuatro figuras humanas y, al menos, dos animales, hallándose muy alterado por
la formación de líquenes y coladas de carbonato cálcico, lo que afecta
de manera diferente al color rojizo de las figuras, dándoles diferentes
tonalidades.
El grup9 de las figuras humanas (fig. 4), situado a unos 70'cm. del
suelo, desarrolla una escena de dificil interpretación, ya que se encuentra bastante deteriorado. El tamaño de las figuras es de unos 5
cm. en tres de ellas y de 2,5 en la restante. La primera de la izquierda,
en la que se distinguen con claridad las diferentes partes del cuerpo,
parece llevar una falda corta de perfJ.l acampanado, estrecha en la
cintura y abierta hacia las piernas, por lo que bien pudiera tratarse de
una mujer, mientras que las tres restantes parecen ser hombres. La
cabeza de la figura femenina, de forma discoidal, difiere del tocado
triangular de las figuras segunda y cuarta; en la tercera no puede ob- 309-
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VJLLAVB.RDB, PÜA Y BBRNABBU
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IV
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2.-Planta y MCC:lon• de le cueva del Cerro
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ARTB RUPESTRE EN MII.LARES
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lltg. 3.-Caeva del Cerro. Grupo de la entrada (II
(T. D.)
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6
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VILLAVERDB, PB8A Y BBRNABEU
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Ji¡. 4.-Cueva del Cerro. Grupo D. Fl¡uru bumanu
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Fig. 5.-Cueva del Cerro. Grupo ll. Animales y restos pictóricos
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Fig. S.-Cueva del Cerro. Grupo
m. Restos pictóricos indeterminados
5CM
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ARTE RUPESTRE RN MILLARES
7
servarse ningún detalle debido al mal estado de conservación de la
parte superior de su cuerpo. En todas ellas, pero sobre todo en la tercera y cuarta, se observa una intención de movimiento a través del
arqu~amiento de su pierna izquierda. Ningún adorno corporal resalta
la silueta de estas figuras cuya disposición en diagonal ascendente, de
izquierda a derecha, da a la composición un carácter de «marcha», de
movimiento pausado, antes que de danza u otro tipo de acción más
violenta; la falta de detalle en los brazos de todas las figuras constituye, sin embargo, un obstáculo importante a la hora de interpretar el
sentido general de la escena.
A la derecha de estas figuras, y a un nivel algo más elevado, se
destacan.. con claridad las siluetas de·dos"animales,. de·los que· sólo·se
conserva la parte trasera del cuerpo y el inicio de las patas, por lo que
resultan de dificil identificación. La primera de ellas, más pequefia,
de unos 4,5 cm. de longitud, ofrece la particularidad de aprovechar
un accidente natural de la roca (lineas marcadas en trazo continuo de
la figura núm. 5) para desarrollar y enmarcar su parte posterior y
una pata, hecho poco corriente en el arte levantino (2). De la segunda
sólo se conservan unos 12 cm. de longitud.
Alrededor de ambos grupos se localizan una serie de trazos dispersos, posiblemente correspondientes a otras figuras destruidas en la
actualidad por las coladas.
En el grupo m, directamente enfrentado al anterior y en la pared
opuesta, s()lo pueden observarse una serie dispersa de trazos similares a los anteriormente descritos, por lo que poco o nada puede decirse de la configuración primitiva del grupo (fig. 6).
En conjunto, podemos sefialar la presencia en un mismo yacimiento de pinturas naturalistas (ll), y otras posiblemente esquemáticas (1), si bien no podrfa asegurarse la relación de unas con otras.
Lo fragmentario de los datos desaconseja cualquier precisión sobre la cronología relativa de ambos estilos.
ABRIGO DE LAS CANAS
El abrigo se h~a en la pared de un acantilado que da a la Rambla
de las Caftas, en la vertiente norte del lugar denominado La Hoya de
las Caftas (3). Se trata de una pequeña cavidad (fig. 7) en la que se lo121 A. BELTRAN MARTINBZ: cBl arte Rupestre Levantino. Cronología, significación.•
Calaarangrista, 31 -32. Zaragoza, 1968, pég. 9 .
(3) J . DONAT ZOPO: op. cit., nota l.
- 313 -
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VILLAVERDE, PERA Y 1tERNABBU
8
Planta
A
B
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1
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Pie. 7.-Plaota y aecc:I6D del abrigo de lu Ca6u
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f
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~·
Flg. 8.-Abrlgo de las Cañas. Grupo l . Cérvidos y posible équido
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10
VILLAVERDE, PdA Y BBRNABBU
calizan dos grupos de figuras en mal estado de conservación. Aqui, a
las coladas estalagmiticas y a los hongos y liquenes se unen algunos
desconchados que afectan visiblemente a alguna de ellas.
El primer grupo, de izquierda a derecha, está formado por tres
animales (fig. 8). El único completo es un cérvido de unos 22 cm. de
longitud, de color rojo pálido, consecuencia de la capa calcárea que lo
cubre. Sus patas, con el par posterior extendido hacia atrás y el anterior en sentido opuesto, disposición típica en el arte levantino, denotan claramente una actitud de carrera.
En la parte superior derecha, y enfrentado casi cabeza con cabeza, s~ loc~~za_.~~ s.eg®q~: ñgwa !;~~ l.P qu~ .s.ólo s.e conserva con de.talle la parte delantera (cabeza y cuello), aprovechando un saliente natural para prefigurar las lineas del cuello. El fuerte ángulo formado
por la quijada y la linea inferior del cuello parece indicar que se trata
. de un équido, cuyo paralelismo formal podría encontrarse en la escena de caza a lazo de un équido del Abrigo de Selva Pascuala, en Villar
del Humo (Cuenca) (4). No obstante, la mala conservación de este
ejemplar nos hace dudar de su concreta atribución. Finalmente, la
tercera figura de la que faltan las partes anterior y posterior reproduce un ciervo, tal y como se puede deducir de la representación de parte de la cornamenta. Se trata de una figura de grandes dimensiones a
juzgar por la parte conservada, de color rojizo.
El segundo grupo, situado a 1,5 m. del anterior y, como él, a 1,7 5
m. del suelo, se compone a su vez de tres figuras (fig. 9). La primera
de ellas, situada por encima de las demás, es un c&prido de unos 1O
cm. de longitud. Su color es rojo ocre. Parece en reposo, conservándose malla parte correspondiente a la cabeza. Debajo de ésta se observan restos de una figura humana de la que sólo se conservan la parte
correspondiente a las piernas, una de las cuales se adorna con una jarretera. La apertura de las piernas indica el vivo movimiento que presumiblemente ejecuta la figura. Desgraciadamente el resto del cuerpo
ha desaparecido, por lo que no podemos saber si se trata de un arquero ni si forma escena con el resto de las figuras. La tercera figura del
grupo se puede interpretar con dudas como perteneciente a un bóvido. Su color es rojo descolorido y sólo conserva su parte anterior,
siendo su tamaño de unos 14 cm. Conviene señalar que el arquero se
superpone ligeramente a la cornamenta de dicho animal.
(41 A. BBLTRAN MARTINBZ: «Arte rupestre levantinot. Monografiaa arqueológicas, IV.
Zaragoza, 1968, pég. 155, flg. 104.
-
316 -
[page-n-321]
•
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ARTE RUPBSTRB EN MILLARES
11
Debemos señalar, para finalizar, el gran tamaño de las figuras de
este abrigo, donde, además, y pese al reducido número de figuras representadas, aparecen cuatro especies de animales diferentes.
Por otra parte, en las tierras superficiales del relleno del abrigo
encontramos algunos fragmentos de sílex, de los que merecen ser destacados una punta de flecha (fig. 10), de retoque bifacial, rota, y una
lasca retocada. Materiales a tener en cuenta a la hora de plantear la
cronologia del abrigo.
A pesar de que son conocidas las discusiones y objecciones planteadas en torno al valor de los conjuntos industriales recogidos en las
~s.t~9i~ne~. con pinturas .(?)~ . cons~deramos la aparición d~. e~ta punt~
..···.
)'lg. 10.-Punta de ftecha del abrigo de lu Cañas
(T. D.)
(5) M. ALMAGRO BASCH: «Los problemas del Epipaleolftico y Mesolftico en Espaflu.
Ampurias, VI. Barcelona, 1944, pág. l.
M. ALMAGRO BASCH: «Arte rupestre naturalista del Levante españob, en Historia de España, de Menéndez Pidal, I, LIV. Madrid, 1947, pág. 443.
E. RIPOLL PERELLO: «Para una cronolog(a relativa del arte levantino españob. Prehistoric Art of the Westem Mediterranean and Sabara. Barcelona, 1965, págs. 167-174.
E. RIPOLL PERELLO : «Cuestiones en tomo a la cronolog(a del arte rupestre postpaleoUtico en la Penfnsula Ibéricu. Simposio de Arte Rupestre. Barcelona, 1966, págs. 165-192.
F. JORDA CERDA: cNotas para la revisión de la Cronolog(a del Arte Rupestre levantino•.
Zephyrus, xvn. Salamanca, 1966, págs. 47-76.
A. BELTRAN MARTINEZ: op. cit., nota 4.
J . PORTEA PEREZ: cEn tomo a la cronolog(a relativa del inicio del Arte levantino (Avance sobre las pinturas rupestres de La Cocina)». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 11. Valencia, 1975, págs. 185-197.
J . PORTEA PEREZ: «Algunas aportaciones a los problemas del Arte Levantino». Zephyrus, XXV. Salamanc.a , 1974, págs. 225-257.
J . APARICIO PEREZ: «Pinturas rupestres esquemática~ en los alrededores del Santo Espíritu (Gllet y Albalat de Segart, Valencia) y la cronolog(a del arte rupestrel. Saguntum, Papeles
del Laboratorio de Arqueolog(a de Valancia, 12. Valencia, 1977, pág. 31-73.
J . APARICIO PRRBZ: cE} MesoUtico en Valencia y en el Mediterráneo Occidentab. Serie
de Trab~os Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 59. Valencia, 1979, págs. 1992li2.
- 31 7 -
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12
VILLAVERDE, Pd'A Y BBRNABBU
de flecha como significativa, ya que no son numerosos los hallazgos
de piezas de carácter tan tardío (6) en relación con éstas, y ello va, de
alguna manera, en favor de las cronologías bajas atribuidas por algunos autores a las fases naturalistas. .
Indicamos con anterioridad la superposición de la pierna posterior del arquero a uno de los cuernos del bóvido. Este aspecto es sumamente interesante, ya que la figura del arquero y la de la cabra, asi
como la serie de trazos irregulares y mal conservados que se sitúan
junto a las piernas del arquero son de un color rojo más intenso que el
de la figura del bóvido. De igual manera, e interrumpida también por
la .colada que s~ sob~ep.one . a ht parte tt:a!i~~~. cl.!!J p()~do, se obseJ;Va
otro trazo, de igual color que el de la cabra y el arquero, de dificil interpretación, pero indudablemente superpuesto al bóvido. Nos encontramos por ello con al menos dos fases dentro del con.junto, diflciles,
sin embargo, de relacionar con' las restantes figuras del abrigo, dado
su mal estado de conservación.
Así mismo es obligado recoger en estas lineas lo problemático de
la interpretación del bóvido. De hecho una serie de desconchados impiden interpretar con rigor si los trazos interrumpidos que se encuentran cercanos pero separados de las dos lineas interpretadas como los
cuernos del animal guardan relación con ellas. Caso de que así fuera,
lo cual en la actualidad es imposible de precissr, se podría pensar en
una cornamenta de ciervo. En su contra está, sin embargo, la extrema
longitud del trazo inferior y el fmal claro apuntado del superior. A su
vez podría considerarse que los trazos situados entre las piernas del
arquero pudieran guardar relación con los que se sitúan en la parte
superior de la cornamenta. Todo ello nos lleva a considerar con reparos a la figura como de bóvido, aún a sabiendas de la extraña disposición de los cuernos, y a no polemizar sobre su valor cronológico habida cuenta de las dificultades de interpretación que encierra.
(6) Conocemos la existencia de otras dos puntas de flecha en relación con uno de los abrigos del importante colijunto de pinturas rupestres, recientemente descubierto por el Centre
d'Bstudia ContestaDa en Castell de Castells (Alicante), actualmente en estudio por dicho Centre en colaboración con el Museo Arqueológico de Alicante. A través de la noticia facilltada
por los miembros del mismo, parece tratarse de un enterramiento Neo-Bneolitico localizado
en una pequeda grieta j unto al abrigo de uno de los colijuntos pintados.
- 318 -
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
J. CARRASCO RUS
P. CASTAimDA NAVARRO
(Granada)
LAS PINTURAS RUPESTRES ESOUEMATICAS
DEL ABRIGO DE « LA HIGUERA»
(Otilf\ar, Jaén)
1
INTRODUCCION
Damos noticias en este pequeño estudio de uno de los abrigos con
pinturas rupestres esquemáticas descubierto.en nuestras prospecciones arqueológicas por la provincia de Jaén (1).
En la investigación sistemática que se ha planteado sobre la Prehistoria del Alto Guadalquivir, la pintura rupestre esquemática ocupa
un lugar especial, derivado de su tradición y estudios peninsulares
dedicados a ella (2). Uno de nuestros fmes primordiales es la revisión
de estos estudios, comprobándolos sobre el terreno. En especial los
que se han dedicado a Sierra Morena y su entorno geográfico. Como
avance podemos indicar que se han obtenido cerca de un centenar de
nuevos calcos bien documentados, los cuales han puesto de manifiesto la poca veracidad de muchos de los conocidos por la bibliografía
clásica. Otro punto importante en esta investigación de conjunto era
la prospección de buena parte del Subbético jiennense, del cual sólo se
conocía desde antiguo la «Cueva de las Grajas» (Jimena) (3) y el «Collado del Guijarral» (Segura de la Sierra) (4), siendo lógica la existencia
lll En la actualidad se han revisado bastantes abrigos con pinturas conocido$ desde antiguo en Sierra Morena, habiéndose descubierto otros inéditos. En las Sierras Subbéticas, se
han localizado nuevas pinturas y abundantes yacimientos arqueológicos.
121 Es evidente que la provincia de Jaén en la bibliografla arqueológica antigua era cono~
cida principalmente por sus pinturas de Sierra Morena.
(3) F. VALLADAR: «La Cueva de la Grlij&J. Alhambra, Xlll, núm. 301, págs. 426-427. M.
GOMEZ MORENO : cPictograflas andaluzaS». An. Inst. Est. Cat. Barcelona, 1908, págs. 89102. H. BREUIL: eLes peintures rupestres schématiques de la PeninsuJe IbérlqueJ. Vol. IV,
pág. s , Lám. n. Lagny, 1933-35.
(4) J . SANCHEZ JIMENEZ: «Pinturas rupestres de "Collado de Guijarral", Segura de la
Sierra (Jaén)J. Not. Arq. Hisp., m y IV. Madrid, 1954-55, págs. 5-8.
- 319 -
[page-n-326]
2
CARRASCO Y CASTA.&BDA
de más abrigos con pinturas. Así nos lo hacia pensar la abundancia de
pinturas del Subbético en Granada (5) y Córdoba (6) y ser estas sierras
uno de los ejes de progresión de la pintura esquemática (7).
Las prospecciones en el Subbético, se han centrado en la transversal Frailes-Jaén, poniéndose al descubierto por lo menos cinco cuevas
con cerámicas impresas e incisas, varios yacimientos eneoliticos de
superficie, un megalito y más de una docena de abrigos con pinturas,
entre otros.
El abrigo del que a continuación damos cuenta, fue localizado estando realizando los calcos de la Cueva del Plato (8) e intentar descendex...al cal,lG!3. del. Q~e.J:lrru~q (fig . .1l y ;retp.on.~B!l~ rlo arrib~, para
comprobar algunos abrigos que se divisaban desde la carretera situada frente por frente.
II
DESCRIPCION
Se sitúa en el Cerro de la Pandera (fig. 2) a media altura y muy·
cerca de los tajos que se cortan a pico sobre el Quiebrajano (Lám. 1,
fig. 1), en up recodo de los afloramientos calizos y realizado posiblemente por una fuerte erosión eólica.
Sus dimensiones son las siguientes: altura máxima desde las cornisa hasta el escalón en donde se efectuaron las pinturas 6 metros;
longitud máxima 15'5 metros. Las pinturas se hallan a lo largo del estrecho banco que transcurre cerca de la base del abrigo, ocupando
una extensión de 1'5 x O' 80 metros.
(5) - Especialmente ver: M. GARCIA SANCHEZ, y J . CARRASCO RUS: «Las pinturas esquemáticas de la " Cal"'ada de Corcuela", en Moclúu. Cuadernos de Arte. Universidad de Granada, XII-24- 1975. Granada, 1975, págs. 183-208. M. GARCIA SANCHEZ y M. PELLICER CATALAN: «Nuevas pinturas esquemáticas en la provincia de Gran.ada». Ampurias, XXI. Barce·
lona, 1959, págs. 165- 182.
(6) J . BERNIER y J . FORTEA: «Nuevas pinturas rupestres esquemáticas en la provincia
de Córdoba. Avance a su estudio». Zephyrus, XIX-XX. Salamanca, 1968-69, págs. 143- 164. J .
FORTEA y J . BERNIER: «Las pinturas esquemáticas de la Cueva de Cholones, en Z8Rrilla
(Priego, Córdoba)t. XI Congreso Nacional de Arqueologfa (Mérida, 1969). Zaragoza, 1970,
págs. 298-301.
(7) P. ACOSTA: cLa pintura rupestre esquemática en Espal"'u. Mem. del Sem. Preh. y
Arq., Salamanca, 1968. Mapa 2.
(81 J . CARRASCO RUS y P. CASTAíffiDA NAVARRO: «Avance al estudio de las pinturas
esquemáticas de la Cueva del Plato. Panel cAt (Ot.iñar, Jaén}». Zephyrus (en prensa).
J. CARRASCO RUS et alll: «Las pinturas rupestres esquemáticas del Cerro del Panderón
(Ot.iñar, Jaén)». Boletin del Instituto de Estudios Jiennenses (en prensa).
- 320 -
[page-n-327]
ABIUGO DE LA m GUERA
3
Garganta del Ouiebrajano
......................................... 8 ...852 W
o
1
·N 852· E
*""·
J •Dogger
1
L _ •Lias Medio Superior
3 4
L _ •L{as Inferior
1 2
:::Km .11, 5 de Jaén al Quiebrajano
Fig. 1. - Corte geol6gico del sector ele la CUeva del Plato y del Abrigo de la Higuera
41
321 -
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4
CARRASCO Y CASTA:&lmA
Fig. 2. - 1: Cueva del Plato; 2: Panel cnterion; 3: Abrigo de la Higuera; 4: Cueva de los Solea; 5 : Abrigo del Poyo de la Mina; 8: Abrigo de loa Berreroa; 7 : Megalito; 8: Poblado Neo-
eneolitico
- 322 -
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ABRIGO DB LA mGUltRA
5
No presenta ningún tipo de relleno, ni condiciones para haber sido
habitado temporalmente, estando todo él recubierto por una pátina
escurridiza (fig. 3).
III
LOCALIZACION GEOGRAFICA Y ACCESOS
El abrigo de «La Higuera» se ubica en el sur de Jaén, por la carrete~f:i..~~ trª~~qw.::r~ ~~ ~§tª..9.~P.Ual ~ ~~.~!)~ 4~. 9J~~~l>r.~j-ªp.Q_{Q J~é.P.l.
en la ladera este de los materiales que forman la garganta que da acceso al valle de Otiñar. Sus coordenadas U.T.M. son 30 SVG 332722,
del mapa 19-38-(947) (Jaén) a escala 1:50.000 del Servicio Geográfico
del Ejército (9).
Para llegar al mismo, el camino más sencillo es tomar desde la carretera del embalse y antes de llegar a la garganta, la pista que existe
a la casa de la <
sur, evitando los cortados del borde del río para luego pasar por la
Cueva del Plato y descender ligeramente hacia él.
IV
SITUACION GEOLOGICA
Los materiales en los que está formado el abrigo de «La Higuera»,
pertenecen al Subbético Externo, en concreto a la unidad GrajalesPandera, así llamada por ser el nombre de los montes más altos que
existen en la misma. Esta unidad llega desde el Valle de Valdepeñas
de Jaén a las proximidades de la capital y está formada casi por completo por materiales del Secundario, fundamentalmente del Jurásico.
El espesor del conjunto de los materiales· jurásicos oscila entre
unos 1.000 m. y 1.400 m., según los distintos sectores que se consideren. Este espesor corresponde a distintos materiales. Así dentro del
(9) El informe geológico ha sido realizado por don Carlos Sanz. de Galdeano Equiza, profesor acljunto del Departamento de Geotectó.nica de. la Facultad de Ciencias de la Universidad
de Granada.
- 323-
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6
CARRASCO Y CAST~A
Cueva de la Hls!.!.!!!!
N
•
1
•
Fig. 3. - Planta y alzado del Abrigo de la Higuera
-
324 -
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ABRIGO DE LA MGUBBA
7
Jurásico siempre el Lías inferior está formado por dolomías y calizas
con un espesor variable de 600 a 1.000 m. El Lías medio y superior
está formado por margas y margocalizas (casi 200 m.).
El Dogger presenta i:nargocalizas y calizas beige y rojas en la base
y encima aparecen calizas ooliticas y pisoliticas blancas, localmente
con nódulos de sílex. Los estratos son de espesor variable, de más de 1
m. a casi tableados, o sea de pocos centímetros de espesor. Se puede
estimar una media de unos 40-50 cm. de espesor por banco. En el sector del abrigo estudiado, el conjunto de las del Dogger tiene un espesor de 200-240 m.
?
Encima del Dogger aparecen unas calizas rojas de .~~os . .O _m~---~~
·espesor·tcitíil, · üyá" a d"e· ·Marm, · uf rféas ·aii f'6si1es (ammonites).
c
ed'
s
m
Tanto en los materiales del Lías inferior, sobre todo las calizas del
techo, como en los del Dogger (calizas) se forman con facilidad cuevas, así como distintos rasgos propios del modelado kárstico. Por esta
razón son muy numerosas igual que las grietas y simas en los relieves
de la unidad de la Pandera, sobre todo si se tiene en cuenta, como ya
se ha indicado, que la mayor parte de los materiales corresponden a
calizas y dolomías. Estas son por otra parte, las que dan los más fuertes relieves en razón de su resistencia a la erosión fisica.
El «abrigo de la Higuer8lt se encuentra situado en las calizas ooliticas y pisoliticas del Dogger y su posición en la estructura 'de este sector puede verse en la fig. l . Es decir, en este sector la unidad forma un
sinclinal de dirección aproximada N20° W cuyo núcleo está ocupado
por las calizas del Dogger. Este núcleo es muy amplio y forma una flexura en rodilla.en su parte oriental próxima a la garganta del Ouiebrajano. El abrigo se encuentra a pocos metros de la charnela de esta
flexura, pero ya en su parte occidental como se indica en la fig. l.
En este mismo sector existen otras muchas cuevas, algunas de las
cuales se encuentran en el mismo paredón de la garganta del Ouiebrajano y son de muy dificil acceso, pues el rfo que circulaba por esta
artesa sinclinal cortó a pico esta ladera. En el caso del abrigo de la
«Higuera», se sitúa entre la repisa en donde está la «Cueva del Plato>>
(10) y el paredón propiamente dicho.
El abrigo se halla a unos 675 metros sobre el nivel del mar (fig. 2).
(10) Bn los abrigos y yacimientos que verem.os a continuación existen dos yacimientos
con el mismo nombre: Cueva del Plato. Uno se ubica en Castillo de Locubin y corresponde a
una cueva con materiales n.aol1ticos y el2.0 , que es al que estamos haciendo alusión, es una
reja con pinturas, situada por encima del rabrigo de la Biguer&J.
- 326 -
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8
CARRASCO Y CASTABlmA
V
CONSERVACION DE LAS PINTURAS
Las pinturas en su mayoría se conservan perfectamente, habiéndose comprobado la existencia de dos tipos de coloraciones: negro y
rojo.
El negro solamente fue utilizado para algunos motivos de puntos
(parte inferior izquierda del panel fig. 4), no existiendo superposición
comprobada con los motivos en rojq que son la mayoría.
.. .. . Las_pin~w.~s-~P...~.ª~· c.~~~ !laz.i ~.~.4.~ .,eoco atacadas por los materiales ferruginosos que llevan en suspensión
a" iúís" c"omo"süele.. oeug ;·
rrir con la mayoría de las que están realizadas en los relieves calcáreos (11 ).
Para la obtención del calco, humedecimos las figuras ligeramente
con un atomizador fino. de agua, cuidando de no frotarlas, para luego
calcarlas directamente con papel transparente. Además el abrigo fue
documentado con fotografias de rayos infrarrojos y diapositivas.
Todas las figuras están efectuadas con la técnica del trazo uniforme y pintura regularmente absorbida. La tinta es plana y las pinceladas muy seguras, sólo alteradas por las rugosidades de. la roca.
las
VI
DESCRIPCION DE LAS PINTURAS
Por su situación en el abrigo se pueden distinguir tres conjuntos
en las pinturas reflejadas: «a», «b» y «C» (fig. 4).
En el grupo «a» compuesto por cuatro figuras y un conjunto de 20
trazos o puntos irregularmente dispuestos, alternando los de color negro y rojo oscuro. El tamaño de los motivos oscila entre los 18 cm. del
antropomorfo central y los apenas 8 cm. de algunos de los puntos.
El grupo m», está compuesto por tres grupos de puntos o trazos y
tres figuras claramente delimitadas. Todas en color rojo oscuro. Las
dimensiones oscilan entre los 15 cm. de uno de los antropomorfos y
los 7 cm. de uno de los puntos.
El grupo «C» lo componen cuatro antropomorfos, un pequeño círculo y dos grupos de puntos. Las dimensiones oscilan entre los 16 cm. de
uno de los antropomorfos y los 6 cm. de uno de los puntos (fig. 4).
(11) GAl\CIA y CARRASCO, op. cit. not. 5 , pág. 184 y es.
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C UEVA Dt: LA HIG U ERA
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Fig. 4 . - Calco d e 1as pintur as
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ABRIGO DB LA mGUB.RA
a)
9
Figuraciones esquemáticas
En el repertorio iconográfico de las motivaciones circulares y junto a las que tienen un carácter eminentemente solar, son de destacar
estructuras con unos proyectos figurativos de otra índole.
En el caso de las pinturas esquemáticas del abrigo de «La Higuera», hay un patente predominio del esquema simbólico-antropomorfo,
en una particular forma de concepción redondeada donde el elemento
esencial es el tronco, rodeado circularmente por los brazos, pero, en
este caso destacando también otro esquema circular en relación a la
pelvis y a las piernas, ofreciéndose así una figura parecida a un ocho
·y ·a'travesa'd· pot un ·ejEr venic·aJ;-donde' se · ncluirfa la cabeza· ·et trona
t
;
co y a veces un pequeño apéndice, que algunos autores consideran un
símbolo fálico.
Esta forma de destacar determinadas partes como sfmbolos de la
estructura general va asociada a una concepción del pensamiento
«pars-pro-toto», por el que para un individuo en la fase abstracta o prelógica, una parte puede representar al todo. El culto al círculo y su
concepción como centro se inserta en la idea de lo sagrado como base
. de la religión comunitaria en la fase arcaica, siendo uno de los puntos
más interesantes del análisis del espíritu primitivo.
Uno de los signos.más corrientes en la evolución de los diversos
motivos esquemáticos, es sin lugar a dudas la figuración humana,
planteada en distintos niveles de abstracción y con un sentido progresivo de síntesis expresiva, proveniente de una mayor capacidad, en el
tiempo, de selección.
En las representaciones prehistóricas y primitivas, piensa Wernert,
que las figuras humanas son símbolos «convencionales», apareciendo
las figuras individualmente como es frecuente, y a veces por parejas,
como podemos observar en el conjunto «C» del abrigo que estamos
considerando y en otros abrigos del Subbético (12).
P. Acosta, respecto al posible significado del sfmbolo humano, dice que se trataba de elevar al hombre a su categorfa de protagonista y
en este sentido quizás tenga razón la teorfa que dice, que en las
interpretaciones primitivas, hay una clara identificación de la figura
masculina con el sol y de la femenina con la luna. La homologación
del «hombre con el astro, culmen de su adoración, puede efectivamente indicar un deseo de considerar al hombre como centro» (13).
!121 GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5. Ver cCuevas de las Vareas», fig. 8.
(13) P. CAST~EDA NAVARRO: cSemiosis y función simbólica en la pintura esquemática rupestre». (Memoria de Licenciatura. Facultad de Letras. Inédita). Granada, 1978.
- 327 -
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10
CARRASCO Y CASTAiniDA
El esquema más usado de tipo antropomorfo en el abrigo de «La
Higuera» es ~1 de «Phb griega y «Brazos en Asas», con paralelos muy
claros. B. Brea ve en ellos una gran influencia micénica e incluso le
encuentra semejanzas con las grafías minóicas y micénicas del Palacio de Cnosos, Hagia Triada y Pylos (14). Esta posible asimilación de
las figuras en asa con determinadas grafías es una idea que se hace
cada vez más extensiva, indicando un posible origen de los signos de
la escritura, en la estilización de algunos iconos esquemáticos, que
fueron derivando a signos totalmente convencionalizados. Este es un
tema aún por estudiar y, a pesar de su invalidez cientffica actual, de
gran inter" _ ...............--··· ...... ............. ·-· ... .
és.
.................... .
En este sentido de las posibles analogías entre grafismos y analogismos hubo, entre los historiógrafos de fmales del siglo XIX y principios del XX, intuiciones de relación de los signos prehistóricos y los albores de la escritura primitiva.
Así mismo es interesante apuntar la posible y curiosa relación, al
mismo tiempo, de algunas figuraciones esquemáticas con caracteres
gráficos ibéricos (15).
Los tipos antropomórficos en general han sido interpretados de
una manera esencialmente especulativa, ofreciendo a veces teorías
hermenéuticas tan atractivas como acientificas. En el campo de las
interpretaciones psicoanalíticas -<> supuestamente psicoanalític~ se
han llegado a.explicar algunos dibujos como elementos míticos y relacionados con la fecundidad, a partir de concepciones sagradas de las
cavernas. Concretamente Gómez Tabanera, refiriéndose a un dibujo
esquemático, prácticamente igual a la figura inmediatamente inferior del conjunto «a» del abrigo de «La Higuera» (fig. 4), dice que «tiene
la ventaja de que quizás nos explica, de una vez para siempre, la existencia (... ) de esos extraños dibujos y grabados, conocidos bajo el
nombre de «Vulvas» (16). En realidad, esta suposición no deja de ser
una bella afirmación esotérica.
En lo que se refiere a la existencia de zonas de punteados, con frecuencia asociadas a figuras más claras, hemos de insistir que en el
presente, y en esto coincidimos con Hernández Pacheco y Cabré, no se
puede dar una explicación suficientemente documentada de lo que
(141 L. BERNABO BREA: cLa Sicilia prehistórica y sus relaciones con Oriente y con la
Penlnsula Ibérica~. Ampurias, XV-XVI. Barcelona, 1953-4, págs. 137-237.
(151 M. BELTRAN LLORlS: «Problemas en tomo al signo Ibérico Y». Mise. Arqueolog. 1.
Barcelona, 1974, págs. 141-151.
(161 J . M. GOMEZ TABANERA: cLa caverna como espacio sagrado en la Pehistoria humana~. Public. 1nst. Est. y Folk. «Hoyos Sainzt, V, Santander. 1973, págs. 111- 127.
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ABRIGO DE LA HIGUERA
11
representan tales signos. Lo que sí es evidente es que tales·manifestaciones pictóricas aparecen con enorme frecuencia, desde el auriñaciense hasta el comienzo de la Edad de los Metales.
Al respecto, analizando Hernández Pachecho las pinturas de la
Cueva de la Araña óbservó la existencia de un conjunto de puntos o
pequeñas manchas irregulares, de color rojo oscuro y con irregular
disposición: «... respecto a su significación, no tengo deducción alguna; no pueden considerarse como representaciones de constelaciones,
ni creo que signifiquen contabilidad alguna, pues no guardan unüormidad ni en la situación, forma, ni en el tamaño» (17).
E;~ t9~0. ~t~-qpp~~~Q. ~P.ªr~q~ ~ IJ\~qudo 1,1,1,1 tipQ _ ºg~ra~~on~s
c;le
icónicas, que generalmente no se han considerado o se han englobado
en los esquemas tipológicos de «peines» o similares. Reflriéndonos, en
concreto, al objeto iconográfico inmediatamente superior, del conjunto «h» de nuestro abrigo creemos que responde a un esquema animalfstico.
Esto reviste una cierta veracidad si pensamos en el sentido tetémico del culto a los animales, que en las fases primitivas, según apuntan algunos investigadores, suponen el culto a los antepasados en la
creencia de que el animal es el sim.il de la reencarnación de los antepasados.
K. Seeberger recoge esta misma idea del parentesco mítico del
animal y el hombre, y es competente la relación que podemos hacer
del concepto de participación mística de Levy-Bruhl, que se basa en la
existencia de una doble realidad anímica en el hombre: por un lado, el
alma salvaje de la naturaleza, identificada en un animal; por otro la
realidad antropomórfica. De ahí que en los esquemas rupestres estas
posibles figuraciones zoomórficas van siempre concatenadas con esquemas humanoides.
Esta proyección anímica-humana en los elementos animalísticos
vienen en cierto modo a demostrar el que los abrigos rupestres hayan
sido desde antaño ubicaciones de índole religiosa, con un evidente origen en las relaciones mítico-mágicas de los ámbitos del Paleolítico.
Las figuraciones zoomórficas del Neolftico y Edad de los Metales están completamente trasladadas a un plano de gran abstracción, con
unas referencias formales bastante diluidas. Las figuraciones más comunes al contexto del culto de lo animal son normalmente, ciervos,
cabras, etc., que suelen ir vinculados a símbolos solares, a símbolos
de la agricultura, o de la virilidad.
117) B. HBRNANDBZ PACHBCO: «Las pinturas prehistóricas de la Cueva de la Araña
IValencia}t. Com. Inv. Paleont. y Preh.• 'Mem. ntím. 34. Madrid, 1924, pág. 27.
- 329 42
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12
CARl\ASCO Y CASTASEDA
Leach refiriéndose al ámbito de los signos y símbolos y recogiendo
la tradicional idea dial~ctica entre cultura humana y naturaleza,
abunda en la doble sel~cción, en el primitivo, de lo~ mitos de los «ciclos» y las enearnaciones periódicas de la vida, asociadas al triple emblema humano-solar-animal.
VI
CONCLUSIONES
.. ..
...
. ............... ····-···.... ..
Vamos a analizar las pinturas del abrigo de «La Higuera» globalmente, junto con todas las conocidas hasta la fecha, en el Subbético
andaluz. Estudiarlas aisladamente, relacionándolas con otras similares peninsualres nos llevarían a conclusiones erróneas.
Ya decíamos en otro.lugar (18), que las manifestaciones esquemáticas una vez que son plasmadas consiguen tener una vida propia tan
significativa que serian retomadas por hombres y culturas más
tardías, cuando ya los comienzos de la realidad que les dio origen y
sus referencias originarias habrlan sido olvidadas y renovadas por
otras problemáticas. Además hay que tener en cuenta que hablar de
esquematismo es hablar de variaciones que pueden corresponder a
variantes cul~uraies y también a desfases cronológicos, a arcaísmos y
perduraciones (19).
Creemos que gran parte de la problemática cultural que envuelve
a la pintura esquemática se deriva en primer lugar de una falta de conexión con yacimientos arqueológicos propiamente dichos y a su vez
de un desconocimiento manifiesto de la región geográfica en donde
están enclavados los abrigos. A este primer problema habrla que añadir el hecho frecuente de realizarse estudios y síntesis en base a copias y fotograflas de segunda mano, es decir, obtenidas por terceros (20).
En nuestra opinión, consideramos que para estudiar o intentar
aproximarse al fenómeno esquemático, en principio hay que efectuar
una revisión de la gran mayoría de los abrigos conocidos desde anti-
(18) CARRASCO Y CASTAfnmA. op. cit. not. 8.
(19) J. PORTEA: «Grabados rupestres esquemáticos en la provincia de Jaém. Zepbyrus,
XXI-xxn. Salamanca, 1970-71, pág. 151.
(20) Al respecto ver: cDebat sur l'art rupestre de la Peninsule Iberiqu.e et de Francet.
cValcamonlca Symposiwm. Capo di Ponte (Edizione del Centro) 1970, pág. 106 (en especial
algunas observaciones del Dr. Ripoll).
- 330 -
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ABRIGO DB LA HIGUERA
13
guo y prospectar las regiones en donde se hallen de una forma sistemática. Por otra parte hay que desterrar la vieja idea de considerar el
arte esquemático como un producto residual y degenerado, sin conexión alguna con la realidad en el momento de tratar las figuras, y propio de gentes inhábiles. Múltiples textos, que abordan este tema, apelan a las decadencias artisticas y muchos investigadores caen en el
problema de las interpretaciones, es decir, en el de etiquetar los iconos pictóricos, para así poderlos relacionar incidiendo casi siempre en
lo que vulgarmente llamamos como de «ad usum privatum», para justificar diferencias estillsticas o geográficas. Es decir, en el momento
.de .encuadrar estilistiqan.umte_la~. p~tur~s , se.recurre a .~~r@nq~ personales y poco convincentes como por ej.: «semiesquemáticas», «seminaturalistas», «relativamente ... », «simbólicas~ , «abstractas», etc. calificativos que en la práctica no tienen una aplicación real.
Ultimamente algunos investigadores, considerando este problema
terminológico, han llegado a esta misma conclusión. Al respecto
habría que preguntarse con Jordá: ¿dónde empieza el semiesquematismo y dónde el seminaturalismo1 ¿Cuál es el punto de coincidencia o
modelo para que a lo que a ~osotros nos resulte seminaturalista a otro
investigador le resulte igualmente tal? (21). Es obvia la conclusión de
que estamos bar~ando apreciaciones muy subjetivas y ya va siendo
hora de ir desterrando definitivamente los conceptos vacíos, que vienen a complicar aún más el mundo de la pintura esquemática. Seria
conveniente, hasta que no se aislen sus procesos internos y etapas
evolutivas, seguir denominando a estas pinturas con la. clásica denominación de «esquemáticas» sin más detalles.
Aún hoy día, después de casi un centenar de años de conocerse
las pinturas, es totalmente arriesgado realizar síntesis sobre ellas. Es
necesario documentar perfectamente zonas geográficas bien delimitadas, analizando pinturas y yacimientos para poder relacionarlos en
su dinámica interna para así concatenar fenómenos y llegar al fondo
de la cuestión.
Siguiendo este proceso lógico, hace tiempo que estamos estudiando las pinturas esquemáticas en regiones restringidas de Andalucía
Oriental. Por el momento en Sierra Morena y en las Sierras Subbéticas.
Dentro del Subbético, al cual pertenecen las pinturas que estamos
viendo, hemos delimitado dos zonas geográficas claramente diferenciadas. Por un lado el Subbético Oriental, que comprendería desde sus
(211 F. JORDA CBRDA: «Problemas cronológicos en el arte rupestre del Levante espaAob. Congreso Internacional de Historia del Arte. Tomo I. Granada, 1976, págs. 155-163.
- 331 -
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14
CARRASCO Y CASTdBDA
comienzos en las Sierras de Cazorla y Segura hasta el Guadiana Menor, y por otro, el Subbético Central que iría desde este rfo hasta el
Genil. Por el nvrte esta región estarla delimitada por las campiñas
jiennenses y por el sur con los montes granadinos.
Es curioso el que se haya venido considerando al Subbético como
un «eje natural en la progresión de las pinturas rupestres esquemáticas» (22), cuando esta zona en la bibliografla antigua sólo· estaba documentada por la «Cueva de las Grajas» y «Collado del Guijarral», estando toda ella en blanco arqueológicamente. Tras los últimos hallazgos, si podemos considerarlo como tal (23).
.. . _ e .1~~.-~Q~ Pl!ñ~~..~~
considerar el Central, menos conocido bibliográficamente y «a priori»
con una problemática cultural sensiblemente diferente. Analizaremos
algunas de las investigaciones relacionadas con él, planteando el posible poblamiento prehistórico con el fm de poderlo relacionar con las
manifestaciones artísticas.
Dejando a un lado las poblaciones paleoliticas, las cuales creemos
se salen del ámbito de las pinturas y las epipaleoliticas, prácticamente
desconocidas por estas l~titudes, habrfa que comenzar por los vestigios neoliticos.
La denominada «Cultura de Cuevas» (24) con cerámicas decoradas impresas o incisas, está ampliamente documentada. De Oeste a
Este tendríamos que comenzar con la «Cueva de los Murciélagos» de
Zuheros (Córdoba), cuya secuencia estratigráfica abarcarla desde un
Neolitico Medio antiguo hasta un Neolitico Fina1/Eneolitico (25). En la
provincia de Jaén, procedentes de la «Cueva de la Chatarra» y «Cueva
del Plato» (Castillo de Locubin), se hallan depositadas en el Museo Arqueológico de Jaén una serie de vasijas con decoraciones incisas principalmente, relacionadas muy posiblemente con algunas cerámicas
del Estrato IV y V de la «Cueva de los Murciélagos» (26), geográfica-
(22) Pilar Acosta asilo recoge como tal. ACOSTA, op. cit. not. 7. FORTEA también lo considera as(, ver: FORTEA Y BRRNIER, op. cit. not. 6.
(23) Hoy día, si hay pinturas documentadas en todo el Suhbético, asi como gran cantidad
de yacimientos arqueológicos de diverso tipo.
(24) Segó.n la terminología propuesta por P. BOSCH GIMPRRA: «Problemas de las civilizaciones del Neo-RneoUtico Occidental y de su cronolog(u. IV Congre. Inter. Cienc. Preh. y
Protoh. Madrid, 1954. Zaragoza, 1956, pAga. 643-655.
(25) A. M. VICRNT ZARAGOZA y A. M. ~OZ AMn..IBIA: cSegunda Campaña de Excavaciones: La CUeva de los Murciélagos, Zuheros (Córdol)a), 1969». :Exc. Arq. en España, 77.
Madrid, 1973.
(26) VICRNT Y ~OZ, op. cit. not. 25. Ver fig. 19. Estrato IV, ftg. 25. Vaso de la forma
dob. fig. 27. Vaso de la forma c<ñ.
- 332 -
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ABRIGO DI LA HIGUBRA
16
mente cercana. Más hacia el Este está la «Cueva del Cazljorro» que se
sitúa en las estribaciones de la Sierra de Jabalcuz, prolongación de las
Peñas de Castro (término municipal de Jaén). ne· este yacimiento proceden algunas cerámicas con decoración impresa a peine o punzón,
representando principalmente «dientes de lobo» debajo de lineas paralelas también impresas (27). Cercano a esta cueva se ubica el «Cerro
Veleta», situado en la Sierra de los Propios, delimitado por el arroyo
de la Parrilla al Oeste y Norte, el río Ouiebrajano al Este y al Sur por
el Cerro Calar, del cual proceden gran cantidad de sílex y algunas cerámicas impresas e incisas con la técnica del «punto en raya» (28).
Más hacia el Este, en el Macizo de Sierra Mágina se h~l!ª- la «.Cu~:v.~
derGuadalijan (Hiielriial{2.9): d·e la ciúii pro.céde un vaso con decoración impresa (30).
En la provincia de Granada, en el limite meridional del Subbético,
habría que mencionar la «Cueva de la Carigüela» (Piñar) (31) conocida
sobradamente y la «Cueva del Agua» de Prado Negro (Iznalloz) (32) de
la cual proceden las cerámicas impresas con motivos antropomórficos.
Estas cuevas se hallan en los afloramientos calcáreos Secundarios
y Terciarios en altitudes medias que oscilan sobre los 1.000 m. sobre
el nivel del mar. El hecho de estar la mayoría de estos yacimientos sin
excavar nos restringen en gran parte la visión que pudiéramos tener
de estas primitivas poblaciones. Sin embargo, por sus habitats ciertamente similares, en lugares escarpados de dificil acceso se nos aparecen estos asentamientos humanos como formando parte de un mundo
bastante homogéneo.
Los únicos datos socioeconómicos que podemos obtener de estas
poblaciones ~ogloditas, además de los puramente geográficos y en
1
(27) Las cerémicas se hallan en poder de don José López Murillo, vecino de Jaén.
(28) GRUPO DE BSPELEOLOGIA MONT.AimROS DE JAEN: «
(29) En abril de 1977 realizamos una prospección a dicha cueva en compaiUa de nuestra
compaiiera M.• S. Navarrete Enciso, pudiéndose comprobar que toda ella está cubierta por
un venero de agua.
(30) Los fragm. ntos cerámicos se hallan depositados en el Museo Arqueológico de Jaén,
e
a cuyo director don Juan González Navarrete le debemos la noticia del hallazgo.
(31) M. PBLLICER CATALAN: «El Neolítico y el Bronce de la Cueva de la Carigüela de Pifiar (Granada)». Trablijos de Prehistoria. XV. Madrid, 1964.
(32) M. S. NAVARRETB ENCISO: «Avance al estudio del material de la Cueva del Agua
de Prado Negro (Iznalloz-Granada). Algunas cerémicas impresaS». XIV. C.N.A. (Vitorla,
1975). Zaragoza, 1977, págs. 367-376. Un estudio más completo sobre el mismo yacimiento
puede encontrarse an CUadernos de Prahistoria, nóm. 2 de la Universidad de Granada (en
prensa).
- 333 -
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16
CARRASCO Y CASTAREDA
cierto modo ecológicos, derivados de las prospecciones efectuadas y
de lo que se puede dilucidar de las propias pinturas, son los que nos
ofrecen las excavaciones realizadas en «La Carigüela» y «Cueva de los
Murciélagos», muy escasos ciertamente. El estudio de la fauna de la
primera de las citadas, no ha sido efectuado, siendo fundamental para una mejor comprensión del cardial en Andalucía Oriental. La fauna de la segunda cueva, estudiada muy escuetamente (33), nos indica
la existencia de especies domesticadas con un porcentaje relativo de
animales salvajes. Esta misma cueva ha proporcionado trigo (Tr. Dicoecum y Tr. aestivum) y cebada.
· · · · ........ - · · · · · · ... De-lo..anterior, p.odemos deP. 9ir:
economía basada en una agricultura rudimentaria " .e.species docon
mesticadas, completada é:on la carne que proporcionaba la caza, que
por estos lugares hubo~de ser muy abundante.
Hasta la fecha en esta región, los únicos niveles antiguos con cardial conocidos son los basales de la Carigüela, no conociéndose su posible entronque con un momento anterior epipaleolítico que muy fácilmente exista en ella. Pese a todo nos inclinamos a pensar que estas
poblaciones tuvieron una evolución «in sitw a partir de un Paleolítico
(ampliamente documentado) y Epipaleolitico (sin documentar) tomando del exterior ciertas adquisiciones neolíticas que acabarían por modificar más o menos profundamente su identidad cultural (34).
Gran parte de las cuevas que hemos visitado, son difíciles de estudiar, por haber sido afectadas por grandes cataclismos. Fruto de los
cuales, ha sido la desaparición de gran parte de ellas.
Muchas de estas cuevas pervivieron durante el Eneolitico, como
sucedió con la «Carigüela» (35), .«El Canjorro», «Cueva del Plato», «Cueva de la Chatarra», etc. A partir de estos momentos nuevas cuevas
son habitadas por primera vez, como pudo suceder con la «Cueva de
la Pintá» (Piñar) (36), «Cueva del Castellón» (Campotéjar) (37). Los habitats al aire libre empiezan a ser más frecuentes, como por ej.: el «Cerro de San José» (Alcalá la Real) (38), «Torre de Mingo Andrés»
(331 ytCBNT y MURoz. op. cit. not. 25, pág. 99 y ss.
(341 J . GUILAINB: ILa neolitizaci6n de las costas mediterráneas de Francia y Españu.
Cuadernos de Prehistoria y Arqueologfa Castellonenses, núm. 3. Castellón, 1976, pág. 40.
(35) PELLICBR, op. cit. not. 31.
(361 M. D. ASQUERINO: cCUeva de la Pintá (P.I.t1ar-Granada)J. Not. Arq. Hiap., núm. XVI.
Madrid, 1971, págs. 77-157.
·
(371 J. C. SPABNI: «La cueva sepulcral Neo-Eneolftica del Cerro del Castell6n, en Campotéjar (Granada)•. Speleon, año IX. núm. 34. Oviedo, 1958, págs 3-21.
(38) El yacimiento se halla en el cerro del mismo nombre, muy cercano al casco urbano
de Alcalá la Real. En superficie hay una abundante industria residual de sflexjunto con cerámicas de clara tlpologia eneol1tica.
- 334 -
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ABRIGO DE LA HIGUERA
17
(Moclín) (39), «Los Arenales» (Loja) (40) y «Sierra Martilla» (Loja) (41 ).
Problemas diferentes son los que ofrecen los yacimientos de las «Peftas de los Gitanos» (Montefrío) (42), en donde sobre un sustrato poblacional del Neolítico Final se va a desarrollar una población aculturizada hasta bien entrada la Edad del Bronce.
Algunas de estas cuevas a su vez fueron utilizadas para enterrar,
como sucedió en el «Cerro del Castellón» (Campotéjar) (43), «La Zorrera» (Moclín) (44). Otras sólo fueron utilizadas como sepulcros, por ej.
la «Cueva del Frage» (45) (Iznalloz).
Los monumentos funerarios megalíticos son frecuentes, especialmente.. en.J.a. región. g¡:anadina ...Recordemos..las ..necr.ópolis .de Mon= .
tefrfo (46) ampliamente conocidas y las aún inéditas de «Los Arenales»
y «Sierra Martilla» en Loja (47), además de los megalitos de Tozar
(48). En la provincia de Jaén, este tipo de enterramientos aparecen
aisladamente, no formando grandes conjuntos, estando en su mayoría ligados al círculo granadino como por ej. los de Alcalá la Real
(49), «La Guardia>) (50) y Cerro Veleta (51). En la vertiente jiennense
(39) El yacimiento se ubica en la parte alta de la denominada cTorre de Mingo Andrés».
En superficie aparece gran cantidad de.cerámica y silex. En él efectuaron algunas catas de
prospección Garcfa Sánchez y Pellicer, hallando gran cantidad de cerámicas principalmente
fragmentos de bordes de platos eneolíticos y hachas de piedra.
(40) En una prospección que efectuamos uno de nosotros (J. Carrasco) en el téimino de
Loja, se descubrió una necrópolis de cistas megaliticas en el lugar denominado «Los Arenales». Las tumbas en gran parte aparecen violadas desde antiguo. En superficie hay una gran
cantidad de sílex y algunos fragmentos cerámicos lisos.
(41) El yacimiento de Sierra Martilla, inédito totalmente, está compuesto por poblado y
ocho megalitos en gran parte violados.
(42) A. ARRIBAS PALAU y F. MOLINA GONZALEZ: «El poblado de Los Castillejos en las
Peñas de los Gitanos (Montefrio, Granada). Resultados de las campañas de 1971 y 1974•.
XVI C.N.A. (Vitoria, 1975). Zaragoza, 1977, pégs. 389-407.
(43) Según comunicación verbal de su óltimo excavador Federico MoliDa.
(44) GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5, pég. 168.
(45) M. GARCIA SANCHEZ y J. CARRASCO RUS: «Enterramiento de la E.dad del Bronce
de la Cueva de Frage, en el Cerro Oscuro (lznalloz, Granada)». Cuadernos de Prehistoria,
nóm. l. Granada, 1976, págs. 119- 124.
(46) C. MERGELINA: «La estación arqueológica de Montefrio (Granada): l. Los dólmenes». Boletin del Seminario de Arte y Arqueología, VIII. Valladolid, 1942, págs. 33- 106.
(47) Son especialmente interesantes los megalitos de «Sierra Martilla~t, entre los cuales
posiblemente haya alguno intacto. La tipología de estos sepulcros es bastante extraña, no conociéndose paralelos en la región.
(48) GARCIA y PE.LLICER, op. cit. not. 5, págg. 167.
(491 M. GONGORA MARTINEZ: «Antigüedades Prehistóricas de Andalucfa~t. Madrid,
1868. En el término de Alcalé la Real, Góngora señaló la existencia de varios dólmenes: «Dolmen del Hoyóm, del cHerradero• y de la cCorcojalt.
(50) GONGORA, op. cit. not. 49.
-
336 -
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18
CARRASCO Y CASTA:AxDA
van a predominar y desarrollar los enterramientos en «cuevas artificiales». De cronología antigua pudo ser la que estudió Góngora entre
Torres y Albanchez (52), así como la de «Cabra del Santo Cristo» (53).
Más modernas serian las de los «Marroquíes Altos», las cuales cronológicamente creemos que coincidirían con los comienzos del «Argar A»
en el Sudeste (al filo del II milenio a. C.) y perdurarían posiblemente
hasta un Bronce Tardío (54). Igual puede decirse de la «Cueva de Caño Quebrado», considerada durante largo tiempo como eneolitica
(55), principalmente por el tipo de enterramiento, ya que sus materiales cerámicos estudiados últimamente (56) pueden encuadrase per. ··· ····· · · ................ · ......... fectamente-en un·momento·evolueionado·del Argal' B y . aún durante el
Bronce Tardío. Enterramientos en cueva natural, posiblemente
eneoliticos, podrían ser los de Torre del Campo, de la cual procede el
célebre ídolo del mismo nombre (57).
La Cultura del Argar en esta región se conoce de forma aculturizada. Tipológicamente sus comienzos o «Fase A» es desconocida. Creemos que este lapsus de tiempo transcurrido, que a «groso modo» podemos situar entre los comienzos del II milenio a. C. y 1.650 a. c. aproximadamente, estarfa cubierto por formas eneoliticas retardatarias representadas bien por las cuevas artificiales o bien por poblaciones
campaniformes tardías (58). A una fase «lb, pueden pertenecer las se-
(5 1) M. CHICOTE UTIEL y J . LOPEZ MURII.LO: tNuevas pinturas rupestres en Jaém.
Boletin del Instituto de Estudios Giennenaas, núm. LXXVUI. Jaén, 1974, pég. 13.
(52) GONGORA, op. ci.t. not. 49, pégs. 77 y 78.
(53) B. BERDIGHEWSKY SCHER: «Los enterramientos en cuevas artificiales del Bronce
I Hispénico». Bibliotheca Praehistórica Hispana, vol. VI. Madrid, 1964, pég. 136.
(54) R. ESPANTALEON JUBES: cLa necrópolis en cuevas artificiales de Marroqufes Altos: Cueva Ilh. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses. XXV. Jaén, 1960, pégs. 35-47.
IDEM: «La necrópolis eneolftica de Marroquies Altos•. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses. XIII. Jaén, 1957, pégs. 165-171. M. R. LUCASPELLICER: «Otra CUI!Va artificial en la
necrópolis Marroqufes Altos de Jaém. Exc. Arq. en Espal1a, n6m. 62. Madrid, 1968. La revisión de algunos de los materiales de esta necrópolis puede verse en: CARRASCO RUS et alli :
«Influencias argérlcas en la provincia de Jaém. Boletfn del Instituto de Estudios Giennenses
(en prensa).
(55) R. GARCIA SERRANO: «Hallazgos eneoliticos en la provincia de Jaém. Boletin del
Instituto de Estudios Giennenses. X, núm. 40. Jaén, 1964, pégs. 9-16.
(56) CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
(57) A. BLANCO FREIJEIRO: «Die Altesten plast.iscben Menschen-Darstellungen der Iberischen Halbinsel.t. Madrider Mittellungen, 3, Heidelberg, 1962, pégs. 11-20. En esta cueva
de Torre del Campo, tenemos noticias de la existencia de pinturas esquemáticas asf como de
restos cerémicos.
(581 CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
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ABRIGO DE LA HIGUERA
19
pulturas individuales en cuevas o recovecos de Castillo de Locubin
(59) ·y la cista de «Villalobos» en Alcalá la Real (60).
En la región granadina, este período está documentado tipológicamente con la espada y alabarda·de Montejicar (perfectamente estudiadas) (61) y cronológicamente con los estratos altos de-«Los Castillejos» (Montefrío) (62). ·
. Resumiendo lo anterior, podemos inferir que en el Subbético Central hubo un asentamiento de poblaciones desde tiempos paleoliticos
y un poblamiento denso a partir de un «Neolitico de Cuevas» hasta un
Argar aculturizado.
...GQ;Q. ~~~s.. primitiv.o.s.. nú.cle.o.s. de. población, .. hemos.. de .. relacionar
los abrigos con pinturas que conocemos.
En la provincia de Córdoba están documentadas las cuevas de
«Cholones» y «Murcielaguina» en el término de Priego, «Murciélagos»
en Zuheros y «Colorada» en Cabra (63). Fortea se:ii~ó cerca de estas
cuevas, yacimientos ricos con cerámicas a la almagra y otras que fecha tipológicamente en el «Bronce l». Para la «Cueva de los Murciélagos, ya hemos visto su. estratigrafia, de fácies neolitica.
El núcleo de pinturas de Moclin y Tozar-Limones está compuesto por los siguientes abrigos: «Cueva de Limones», «Cuevas Bermejas», «Pedriza del Pe:iiascal», «Cueva del Cortijo de Hiedra Alta»,
«Cueva del Hornillo de la Solana», «Cueva de la Ara:iia», y «Cueva de
las Vereas» (64). De estas cuevas que no son tales sino abrigos efectuados por una fuerte ·erosión eólica, no hemos podido localizar la pintura aislada de la «Pedriza del Peiiascal». Cercanos a estos abrigos están los poblados anteriormente aludidos de 1~ «Torre de Mingo
Andrés», «Las Peñas de Los Gitanos», las cuevas de la «Chatarra» y el
«Plato», el poblado de «San José», etc. De importancia es la cabra
montés grabada, que aparece en un ortostato de un megalito destruido de hi Peña de los Gitanos (65).
(59) La noticia de este yacimiento fue recogida por Corrall Maurel en el diario ddeab de
Granada con fecha del22 de enero de 1967. El estudio de Jos materiales puede verse en: CARRASCO et alli, op. cit. not. 54.
(601 La cista descubierta en 1972, en un lugar próximo a la aldea de Villalobos (Alcalá la
Real) por don Antonio Muftoz Molina, ha sido dada a con.ocer por: CARRASCO et alli, op. cit.
not. 54. '
(61) H. SCHUBART: «Las alabardas tipo Montejican. Estudios dedicados al profesor Pericot. InstitutO de Arqueología y Prehistoria de la Universid.ad de Barcelona. Publicaciones
eventuales núm. 23. Barcelona, 1973, pégs. 247-269.
(62) ARRIBAS y MOUNA, op. cit. not. 42.
(63) FORTEA y BERNIER, op. cit. not. 6.
(641 GARCIA y PELLICER, op. cit. not. 5.
(65) G. y V. LEISNER: «Die MegalithgrAber der Iberischen Halbinsel. Der Sildem. Berlin,
1943. Grupo 25: Montefrlo. Tafel, 152, núm. 6.
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20
CARRASCO Y CASTAR'XDA
El núcleo de pinturas de Jaén, está en relación con la «Cueva del
Canjorro», «Cerro Velet~ , «Cueva del Guadalijan, etc. Las pinturas
detectadas hasta la fecha son: «Cueva del Estorib, «Cueva de los Herreros», «Poyo de la· Min~ , «Cueva de los Soles», «Cueva de los Bastianes.», «Cueva de los Molinos», «Cueva del Canjorro», «Cueva de Castro»,
«Fuente de la Peña», «Cerro de la Mella», «Cueva del Plato» (4 paneles),
«Abrigo de la Higuera» {objeto de este trabajo), «Cueva de las Grajas.»,
etc. Las pinturas aparecen en abrigos, aunque se han aprovechado algunas rajas para el mismo fin.
En conjunto, comprobamos como los abrigos con pinturas y yacimientos. formaiLUil.bloque, .en..el cu(ll nQ. $~ ve ~a ~vQ.l.u,9iQn..e~~rn~
manifiesta, pero que su dinámica interna si se hace eco de los avances
que se están produciendo en las zonas limítrofes y concretamente costeras.
Las pinturas son bastante similares, apareciendo grupos humanos
aislados, grupos animales, escenas de caza, etc. Armas no suelen aparecer ni escenas de domesticación aunque se han querido ver algunas
de ellas en la «Cueva de las Grajas». Los animales que se representan
podemos considerarlos como salvajes, por ej.: ciervos y cabras monteses. Motivos frecuentes {sobre todo en Jaén) son los soles. Las figuras.
humanas más comunes, son las de «brazos en asas» y de tipo «cruciforme». Como atavíos personales sólo se documentan algunos personajes· con una especie de sombrero o «cubre-soles» (66).
Una vez vistos de pasada los diferentes asentamientos y pinturas
en estas sierras, habrfa que considerar uno de los problemas más acuciantes del fenómeno esquemático: el de su cronología.
En principio tendríamos que considerar las fechaciones que hari
ofrecido los investigadores que han trabajado sobre esta región. Por
orden cronológico, hemos de comenzar por los estudios de Garcia
Sánchez y Pellicer en el núcleo de Moclin (67). Fechan algunas de las
pinturas en el «Neolitico 1». Otras que consideran de transición las
sitúan en el Eneolitico Inicial, y por último, las más tardías, por sus
semejanzas con algunos ídolos almerienses, en un Eneolitico Final posiblemente. Respecto a los orfgeiles, indican que son pinturas con contactos claros con las de Jaén y Ciudad Real y con relaciones, quizás de
origen en el Sudeste y Levante. Intrínsecamente deducen tres etapas
para las pinturas: 1.0 Neolítico l. 2.0 Eneolitico Inicial y 3.0 Eneolitico
Final.
(66) CARRASCO et alii, op. cit. not. 8.
(6 7) GARCIA y PBLLICER, op. d t. not. 5.
- 338 -
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21
Bernier y Fortea estudiaron las pinturas del SE de Córdoba (68).
Para los cuadrúpedos representados en ellas, dan una fecha no anterior al Bronce I . Para los ídolos aculados, en tomo a los comienzos del
Bronce I y para las figuras humanas de «brazos en asas» (similares a
los antropomorfos impresos en las cerámicas de la Cueva del Agua de
Prado Negro) una cronología que oscila sobre el Bronce I . Por último
dicen que el conjunto de pinturas rupestres de la franja Subbética en
la provincia de Córdoba se sitúan cronológicamente a lo largo del
Bronce I Hispánico.
Después de estas opiniones, tendríamos que ver otras que aunque
............................ son.aplicables..a un ..espectro...z:egional más ..amplio, creemos.que son . fun~.
damentales para lo que estamos tratando. Algunas de las cronologías
que se han dado están relacionadas a veces con la pintura levantina,
porque se quiera o no, la pintura esquemática tradicionalmente siempre ha estado en función de ella, tanto por cronología como por estilo.
En algunos de los investigadores siguientes se pone de manifiesto este
problema.
Breuil que recogió en sus síntesis algunas de las pinturas de esta
región (por ej. la «Cueva de las Grajas») consideraba el esquematismo
como un arte pictórico preneolltico, enriquecido posteriormente con
motivos mucho más esquemáticos que llegarían a la Península durante el Neolltico y Eneolltico (69).
Pilar Acosta, ve el nacimiento del esquematismo como un fenómeno bastante tardío, quizás de finales del Neolltico como fecha más
temprana y considera que en las zonas de Levante y Sudeste, resulta
claramente posterior a las pinturas típicas de esta área, dadas las superposiciones (70).
Pericot, refiriéndose a las pinturas levantinas, considera que al
evolucionar en las montatias del Sudeste, se transforman en formas
esquemáticas y simbólicas imponiéndose en toda Sierra Morena y comarca gaditana y acaban por ocupar toda la Península (71 ).
Beltrán afrrma en sus múltiples trabajos que el fmal del arte levantino se puede establecer con bastante fJjeza, por la aparición de
las pinturas esquemáticas y representación de objetos datables desde
(68) FORTEA y BERNIER, op. cit. not. 6 .
(69) BREUIL, op. cit. not. 3.
(70) ACOSTA, op. cit. not. 7, pág. 184.
(71 1 L. PERICOT GARCIA: «Reflexiones sobre la Prehistoria Hispánica». Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia. Madrid, 1972, pág. 51.
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339 -
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22
CARRASCO Y CASTASliDA
el2.345 ±80 de Los Millares hasta ell500 o algo después a. C. Es decir, que explica los epígonos del arte levantino por el nacimiento del
arte esquemático (72).
Por último, Jordá en algunos de sus estudios, propugna una contemporaneidad y un origen más o menos común para la pintura esquémática andaluza y la estilizada levantina (73), naciendo ambas
tendencias en una región del Sudeste español, comprendida entre el
Norte de Alicante y la parte occidental de Almerfa (74).
En un trabajo paralelo (75), que hemos realizado sobre el panel
«A» de la «Cueva del Plato» (unos 30 m. por encima del Abrigo de la Hi.-guera)..damos..una s. .rie_ ..similitudes..con _sus pintur.as,_.b as.adas prine de
cipalmente en algunas decoraciones de objetos muebles como pueden
~er las cerámicas. Resumiendo, las conclusiones a las que llegamos
nos indican que las pinturas rupestres esquemáticas en la Península
tienen sus orígenes en zonas restringidas del Sudeste. Para sus inicios,
propugnamos una cronología relacionada con un cardial. Un primer
gran desarrollo de la pintura corresponderla a un Neolitico Medio de
Cuevas, momento de la tipificación de las cerámicas impresas e inicios de las incisas. Un segundo «flourib de la pintura correspondería
con la «Fase Millares b , momento en el que se fechan las «Cerámicas
simbólicas» y los ídolos planos (mediados del m milenio a. C.) (76).
Los epígonos de esta pintura los hemos situado en función de la región
arqueológica a estudiar.. Para la zona geográfica que estudiamos, no
creemos que perdurara hasta un momento tardío de la Edad del Bronce (77) apoyándonos para esto en los yacimientos de la zona.
En fechas absolutas y en base a las aportadas por el e14 en la
«Cueva de los Murciélagos» (78), nos atreveríamos a situar unos orígenes en los albores del V milenio a. C., y sus perduraciones no las llevaríamos más allá de mediados del n milenio a. C.
(72) A. BBLTRAN MARTINEZ: cA.rte rupestre levantino». Zaragoza, 1968. IDEM: cElarte rupestre levantino». Historia 16, febrero, 1977, pAga. 91-98.
·
(73) F. JORDA CERDA: «Notas para una revisión de la cronologfa del arte rupestre levantino». Zephyrus, xvn. Salamanca, 1966, pégs. 47-76.
(74) JORDA, op. cit. not. 73.
(76) CARRASCO y CASTAlmDA, op. cit. not. 8.
(76) B. BLANCH: «Die Anfánge d.e r Metallurgie auf der Iberiachen Halblnseb. S. A. M ., 4.
Berlin, 1971, péga. 51 y as.
(77) Los yacimientos cercanos a loa abrigos con pinturas n.o se pueden remontar cronológicamante més allé de un Bronce aculturizado, que corresponderla a los epfgonos del Argar o
aJ Bronce Tardfo.
(78) J. GUILAINE: eLes Recentes Orientations du NeoUthique anclen en Mediterranée
OccidentaJe». Rev. Atlántica, nlÍDl. 1, 1976, péga. 1-15.
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ABRIGO DB LA HIGUERA
23
Esta cronología chocaría con la propugnada para la pintura levantina (79) en cierto modo paralela. Por eso nos hemos referido anteriormente a los estudios de Beltrán y otros principalm- nte.
e
No vamos a entrar en la problemática de la pintura levantina,
fundamentalmente por no tener un conocimiento arqueológico «in sitw profundo de la región geográfica en donde se ubica, ni de sus posibles conexiones con la esquemá~ca (quizás las comprobemos o no,
cuando hayamos terminado de éstudiar y revisar los abrigos de Sierra Morena). Sin embargo, y en apoyo de la fechas que hemos ofrecido, se nos ocurre una pregunta lógica, y es la siguiente: si las pinturas
levantinas cubren las manifestacionQs artísticas. .con. el. ..transfondo
se le· -q'uiei·a dar, dtrrante.un Íargo.lapsus de tiempo (VI-II milenio
s
a. C.) (80). ¿Qué manifestaciones artfsticas hubo durante ese tiempo
en Andalucía Oriental? ¿Es que hasta finales del III milenio (fecha célebre del 2345 a. C.) las poblaciones prehistóricas asentadas en estas
regiones del Sudeste no tuvieron un tipo de manifestaciones artísticas? ¿Es que hubo vacio cultural? o ¿poblacional?
Tras las fechas absolutas obtenidas en lugares hinterland, como
puede ser «Los Murciélagos» de Zuheros, en las últimas estribaciones
Subbéticas, podemos considerar a la vista de yacimientos como La
Carigüela y otros no conocidos bibliográficamente (81), que el poblamiento prehistórico hacedor de las pinturas levantinas, está ampliamente documentado en Andalucía Oriental. Las motivaciones artfsticas como hemos visto también están presentes (82). Tradiciones pictóricas existen desde el Paleolítico como está demostrado en algunas
cuevas malagueñas (83) y últimamente por algunas cuernas de bóvi-
que
1791 Especialmente ver BELTRAN op. cit. not. 72.
(801 BELTRAN, op. cit. not. 72.
(81 1 Son abundantfsim.a s las cuevas con material neolítico en la provincia de Granada
que no son conocidas bibliográficamente. En Jaén, arqueológicamente poco conocida, también son frecuentes estas cuevas, sirviendo de nexo de unión entre el Sudeste y las estribaciones cordobesas.
(821 CARRASCO y CASTA:fmDA, op. cit. not. 8.
(S31 Por ej. en Ardalea: S. GIMENEZ REYNA: d.a Cueva de Doña Trinidad de Ardalea».
Mélaga, 1963. IDEM: «La Cueva de Doña Trinidad de Ardalea». Misc!llánea en Homen¡:ije al
Abate Breull, tomo l . Barcelona, 1974.
Nelja: S. GIMENEZ REYNA: d.a Cueva de Nelja, Málaga». Excma. Diputación de Málaga, 1962. J . PEREZ DB BAlU\ADAS: d.a Cueva de Nelja, Málaga. Avance a su estudiO». Delag. de Bxcav. Arqueológicas en Málaga. Madrid, 1961.
Pileta: E. BREUIL, H. OBBRMAIER y W. VERNER: «La Pileta é Benaojan (Málaga, Espagnelt. Institut de Paleont. HumaJne. Monaco, 1915. J . A. BULLON y M. LORETO: «Dos
nuevas pinturas en la Cueva de la Pileta». Monograftas espeleológlcas, 2. Málaga, 1973. L. R.
DAMS: «L'art de la caverna de la Pileta. Essai sur l'ecole d'art paleollthique Medlterraneém.
Travaux de' l'Instltut d'art Prehi.storique, XIX. Toulouse, 1977, págs. 39-92. S. GIMENEZ
REYNA: «La Cueva de la Pileta». Málaga, 1963. J . PEREZ DE BARRADAS y M. MAURA Y SALAS: «Nuevos descubrimientos de la Cueva de la Pileta. Benaojan. Málaga». Madrid, 1936,
etc.
-
341 -
[page-n-350]
24
CARRASCO Y CASTA:RBDA
dos ·grabados de la región de Alfacar (84). Entonces y considerando hi
tesis de Jordá, creemos por el momento, en un desarrollo si no anterior, por lo menos paralelo a las· otras pinturas rupestres post-paleoliticas de tipo levantino. En el caso de las esquemáticas, arrancarían
sus orfgenes desde un cardial o cerámicas antiguas impresas, continuándose con momentos más o menos álgidos y cuyos epfgonos dificiles ·de precisar, estarfan en consonancia con el tipo de poblamiento
antiguo de la región en donde se hallen, en función principalmente de
Este a Oeste y de Sur a Norte .
.. . . •.. ·········- --···-·
......
..... _, ..............
........ '"'" .............. .. .
(84) J . CARRASCO RUS, l . TORO MOYANO, M. ALMOHÁL.LA GALLEGO y J . GAMIZ JI:
MBNBZ: cNuevos hallaz.goa Paleolíticos en la Provincia de Granado (en prensa).
- 342 -
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia. 1981)
JOSE GONZALEZ ORTIZ
(Puertollano)
LAS
. .. ··· ........ -· ......................... ·
PINTURAS RUPESTRES ESOUEMATICAS
o eL. "
c"HóRR.eFio
(Puertollano, Ciudad R e al)
I
Desde que en la segunda mitad del siglo XVIII (1783) Francisco
José López de Cárdenas, cura de Montoro (Córdoba) (1), descubriera
las pinturas rupestres de Peña Escrita y la Batanera en Fu.encaliente
(Ciudad Real), se han ido paulatinamente descubriendo hasta nuestros días numerosos abrigos y covachas con pinturas rupestres esquemáticas en el ámbito de la geografía manchega y resto de la Península
Ibérica, que ponen de manifiesto este nuevo ciclo de arte parietal
postpaleolftico.
Numerosas estaciones localizadas en el Levante, Sureste, Cádiz,
Sierra Morena y cuencas de] Guadiana y Duero, así como los descubrimientos de estos últimos años, localizados fundamentalmente en
Albacete, Granada, Jaén y Soria (2), que vienen a aportar un valioso
documento para el estudio de esta modalidad representativa en los albores de la Edad de los Metales.
La provincia de Ciudad Real cuenta hoy dfa con un amplio abanico de estaciones (3) que documentan perfectamente este nuevo ciclo
de arte rupestre esquemático, al cual hay que añadir esta nueva estación descubierta recientemente en Puertollano, estación con repre:
(1) R. GARCIA SERRANO : «Pintura rupestre en Ciudad Reab. Patronato Nacional de
Museos. Madrid, 1977, pág. 6.
(2) GARCIA SERRANO, op. cit., nota 1 , pág. 7.
(3) Pefta Escrita (Fuencaliente). Solana del Navlijo (Fuencaliente). Chorrera de los Batanes (Fuencaliente). Puerto Calero (Solana del Pino). Pedón Covatillas (Solana del Pino). Collado del Aguila (Solana del Pino). Garganta del Muerto (Solana del Pino). PeAón Amarillo (Solana del Pino). Sierra del Castlllo (Chinchón). El Torcón (Herencia), etc. Citados por GARCIA
SERBANO, op. cit., nota 1, pág. 13.
- 343 -
[page-n-352]
2
J. GONZALEZ ORTIZ
sentaciones esquemáticas de bastante interés, integrada cronológica
y estilisticamente en el contexto provincial en cuanto al arte parietal
esquemático.
n
DESCUBRIMIENTO
En el día 12 de abril de 1979, en una prospección arqueológica de
. c~po re~li~A~--~~-}~..~j~rrª_q~ C.ala~ªva (Ciud.~ii4 R~al),__sjep:¡¡ ,gu_
e
arranca sus estribaciones cuarciticas en la localidad de Puertollano y
se extiende en dirección Este-Oeste hacia el Sacro-Convento de Calatrava (4), se descubrió en un pequeño abrigo rOCQSO varios signos esquemáticos pintados en la pared-techo que conforma al abrigo (bisel),
lo cual supuso un descubrimiento interesante (5), ya que hasta la fecha en la comarca de Puertollano no se había conocido nada parecido, a excepción de unos grafismos grabados en una pequeña covacha
próxima a la barriada de Asdrubal (6) (Puertollano), quedando las representaciones pictóricas más próximas a uno~ 40 kilómetros aproximadamente (Solana del Pino, Fuencaliente, etc.).
· Momentos antes de descubrir este abrigo, y en la vertiente opuesta de la serranía (7), se halló una cueva de unos 15 metros de longitud, a simple vista estéñl en cuanto a material arqueológico, aunque a
la entrada de la misma se recogió algunas lascas de sílex de tonalidades oscuras, restos evidentes de talla; asimismo próxima a esta cueva
se localizó otra covacha con restos de un pequeño muro exterior derruido que cerrarla en un pasádo el pequefto recinto de la oquedad,
conservándose parte de los cimientos de dicho muro, en su interior se
·recogió la mitad de un hacha de piedra pulimentada, de aspecto
eneolitico.
(4) Castilló de Calatrava la Nueva, construcclón'reUgioia y militar de la antigua Orden
de Calatrava, fundada en el siglo XII (1168) por Raimundo de Fitero para defender parte del
territorio sur de la provincia de Ciudad Real de los árabes. La construcción a la que se hace
mención corresponde a Calatrava la Nueva, situada en el cCerro del AlacranejoJ (Sierra de
Calatrava), realizadas sus obras en 1217.
(5) J . GONZALEZ ORTIZ: «Hallazgo de pinturas rupestres en Puertollano». Diario Lanza.
Puertollano, 20 abril de 1979.
161 J . GONZALEZ ORTIZ: «Presencia de arte rupestre esquemático en el valle del rio Ojailem. Boletin Municipal. Puertollano, diciembre de 1978.
(71 Ladera del Cerro de la Cruz del Madera!, que mira hacia el valle del rfo Ojallen, aproximadamente sobre la cota 850.
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PINTURAS DEL CHORRBRO
3
m
SITUACION
Como ya se ha apuntado, el abrigo queda situado en la Sierra de
Calatrava a unos 9 kilómetros de Puertollano, pudiéndose acceder por
medio de la carretera que desde Puertollano conduce a Calzada de
Calatrava, desviándose a la izquierda, a la altura del kilómetro 8,5
por la quintería de la Higuera y ascendiendo por el camino que conduce a la ~~eva del Ma.<:I.!3r~IJªl~.gu~~anq9 e__
l abr_!gg pr~~o .a. ell~ y~
tes de llegar a la misma (fig. 1).
El pariije en donde se encuentra el abrigo es de gran belleza, rodeado de monte biijo, coincidiendo con las estaciones lluviosas discurre un arroyo cristalino conocido con el nombre de «Arroyo de la Cruz
del Madera!», el cual produce un pequeño salto de agua a modo de
una pequeña catarata que oculta parcialmente parte del friso del
abrigo en donde se hallan las pinturas (Lám. I).
IV
DISPOSICION Y DESCRIPCION DE LAS PINTURAS
Las pinturas representadas en el abrigo suman un total de veintidós signos esquemáticos, próximos unos de otros por escasos centímetros (fig. 2).
Por su situación denotan que hubieron de ser pintados estando el
hombre en posición tumbada (signos núms. 16, 17, 18 y 19, 20, 21,
22), y en las restantes representaciones en posición encorvada o de
rodillas.
En general, el estado de conservación es regular, algunos signos
están perdidos parcialmente debido al desprendimiento, en algunos
casos, de pequeñ.as esquirlas foliáceas de la roca de cuarcita, en donde se encuentran realizadas las pinturas.
La meteorización, por su parte, también ha debido influir en la
pérdida del pigmento de algunos signos, pues pensemos en la extre(81 Covacha de escasas dimensiones próxima al abrigo, en la inspección de esta cueva no
se halló nada de interés arqueológico, estando en la actualidad ennegrecida por el humo de
fogatas que periódicamente encienden cazadores y piconeros; en un principio es posible que
hubiera tenido alguna representación pictórica, pero en la actualidad la capa de hoilln que
recubre las paredes interiores ha borrado todo vestigio
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4
J . GONZALEZ ORTIZ.
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5
PINTURAS DEL CHORRERO
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J . GONZALBZ ORTIZ
6
mada climatología manchega y también en la proximidad del salto de
agua (Chorrero) que crea en épocas lluviosas una «tenue atmósfera»
húmeda ~n torno al friso pintado, aunque lógicamente a través del
tiempo el aglutinante polimerizado y el pigmento oxidado han llegado
a establecer un equilibrio químico con las condiciones climáticas de la
zona.
El abrigo, por seguir la tónica generaliZada de otros lugares, está
orientado al Sur, mirando hacia el valle aluvial del rlo Ojailen, bien
iluminado, percibiendo la luz del dfa en todo el ámbito del horario solar y al mismo tiempo protegido por la sombra que le confiere la disposición en bisel de la pared en donde se hallan situadas las pinturas.
···- La tt~cnica d'e ejecución es, eri gÉmeral, hastanie simple y. uiriforme; los trazos son seguidos, seguros y vigorosos y no denotan titubeos,
es decir, son trazos preconcebidos y ensayados antes de la ejecución
en el abrigo.
Se han utilizado las tintas planas y los colores ocres y rojo burdeos, procedentes de minerales traidos posiblemente de otras ~onas ,
ya que en la comarca son escasos y apenas conocidos.
V
ESTUDIO DE LOS SIGNOS ESQUEMATICOS 'Fig. 3.)
.Número 1
Signo cuyo aspecto es en forma de c'I'll.
Longitud del trazo central, 55 millmetros.
Anchura tomada en el centro, 14 millmetros.
Longitud del tramo superior. 50 millmetros.
Anchura tomada en el centro .del tramo superior, 10 millmetros.
Dibujo claro y en buen estado de conservación.
Número 2
Signo formado por tres drculos unidos entre af. En la parte superior. y a la izquierda, parten varios trazos más pequeftos y apenas perceptibles.
Longitud máxima, 95 millmetros.
Anchura máxima, 30 millmetros (f6).
Se encuentra poco perceptible y en mal estado de conservación por pérdida del pigmento.
Número 3
Signo «Polilobulado bilateral dividido por una linea centrab.
Varios semicfrculos parten a ambos lados de una linea central generatriz.
En la parte inferior se pierden los clóbulou, forméndose dos drculos, uno de ellos muy
poco perceptible, que unen con el resto del signo.
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7
PINTURAS DEL CHORRERO
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Fig. 3. - Disposición seriada, sin escala, de loa signos
21
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J. GONZALEZ ORTIZ
En la parte superior, y a la derecha, parten dos tra.zos ascendentes, también poco perceptibles.
Longitud méxima, 100 milímetros.
Estado de conservación en general bueno; no se distinguen bien los trazo_ superiores a la
s
derecha, ni el circulo final por pérdida de pigmento.
Número 4
Signo formado por dos círculos unidos entre si.
Longitud máxima, 55 milfmetros.
Anchura máxima tomada en el ce.n tro, 37 milfmetros.
Estado de conservación, regular; el circulo superior esté menos preciso que el inferior,
debido a la pérdida del pigmento.
Número 5
........ · · ··· .. .. .. .. ... .. .. ......... Signo formado por .un .circulo.superior, del cual parte un trazo inferior perpendicular..
A la izquierda, y en la unión del circulo superior con el trazo perpendicular, lleva adosado un semicirculo que originariamente debía ser un circulo.
Diámetro del circulo superior, 30 milfmetros.
Dibl.\io impreciso, su estado de conservación es regular.
Número 6
Signo rPolilobulado bilateral dividido por una linea centrah, estando los rlóbulos» de la
zona derecha en su parte inferior poco claros y apenas perceptibles, mientras a la derecha los
dóbulos» o semicfrculos sJ son perceptibles.
A la izquierda, y en la parte inferior, aparecen dos trazos cserpentiformes» no muy claros,
estando formado el trazo de la izquierda por tres pequeñas curvas y el trazo de la derecha
por dos.
Longitud total, 115 milimetros.
Anchura tomada en el centro, 30 millmetros.
Su estado de conservación es regular. Existe pérdida de pigmento en el signo «Polilobulado». y en los trazos aislados de la izquierda.
Número 7
Signo complicado de describir, cuyo aspecto recuerda una vista en
Formado por un circulo mayor de 190 milimetros de diámetro aproximadamente, quedando en su interior pequeños círculos y semicírculos no muy visibles e imprecisos.
A su derecha, y en la parte inferior, hay varios trazos de tendencia circular. El estado de
conservación es bastante deficiente por pérdida del pigmento que forma los trazos del signo.
Número 8
Signo «Polilobulado bilateral dividido por una linea centrah.
De una línea generatriz central parten a ambos lados de la misma cuatro «lóbuloS» o semicírculos, estando en la parte superior incompletos los rlóbuloS», bien por no haberse concluido en un principio o por la pérdid::1 posterior de los pigmentos que formaban parte del trazo.
Longitud máxima, 80 milfmetros.
Anchura tomada an el centro, 30 milfmetros.
Estallo de conservación no muy bueno, tendente al empeoramiento por pérdida del pigmento.
Este signo, junto con el núm. 9, dada su pro.ximidad uno del otro, han estado recientemente recubiertos por un nido de barro de cavioD8Sll, lo cual ha motivado debido al roce de los
polluelos y aves adultas que haya habido una pérdida de consistencia en los trazos y por consiguiente una pérdida notable del pigmento (fig. 4).
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PINTURAS DEL CHORRERO
9
Número 9
Signo cPQ!ilobulado bilateral dividido por una Unea central..
Como en el signo anterior, una linea central generatriz divide al signo por su mitad, quedando en la parte superior dos dóbulost a ambos lados de la linea y en·la parte más inferior
dos clrculos rellenos de tinta que en su origen posiblemente fueran dos semicírculos bilaterales o «lóbulos•.
Longitud máxima. 80 millmetros.
Anchura tomada en el centro, 30 milimetros.
Estado de conservación, similar al signo anterior núm. 8 (fig. 4).
Fig. 4
Número JO
Signo cPolilobulado bilateral dividido por una Unea central».
De una linea central generatriz parten cinco semicírculos o dóbuloSll a la izquierda y seis
semicírculos o dóbuloSll a la derecha, quedando el final de la linea generatriz re.matado por
un circulo.
En la parte inferior del signo se aprecian restos de otros trazos formados por pequeñas
CUI"'as de tendencia cóncava. igualmente a la derecha del signo, parte de su centro otro trazo
en forma de semicirculo que se cierra hacia el signo.
Longitud máxima, 145 mllimetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 34 milímetros.
Signo en buen estado de conservación; los trazos inferiores y el de la derecha apenas son
visibles por existir pérdida del pigmento (fig. 5 y Um. II y mJ.
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10
J. GONZALBZ ORTIZ
Número 11
Signo cuyo aspecto recuerda un cpeinet, formado por una banda horizontal de la que parten 12 trazos perpendiculares.
Longitud de la banda horizontal, 55 millmetros.
Anchura méxima tomada en el centro de la banda hqrizontal, 11 millmetros.
Jig. 5
Longitud minima de cpúo, 8 milimetros.
Longitud méxima de cpúo, 35 milimetros.
Signo en buen estado de conservación; a la derecha y entre «púaS» se observa la ausencia
de algunos trazos perpendiculares (fig. 6 y Lám. n y IV).
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PINTURAS DEL CBORRBRO
Fl¡. 6
11
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J . GONZALEZ ORTIZ
12
Número 12
Signo cuyo aspecto recuerda a un ccorazóm dividido en dos partes.
Formado por una linea central que divide al ccorazÓm y la parte superior ·arranca un
trazo que dobla hacia la derecha.
·
Longitud máxima, 120 mllimetros.
Anchura máxima tomada en parte superior, 60 mllimetros.
Anchura máxima de la linea central, 1O millmetros.
Se encuentra en buen estado de conServación; en la parte inferior hay pérdida del pigmento lfig. 6 y Lám. n y IV).
en
Número 13
Signo en forma de cP.t.
Formado por una linea central que se engrosa en la parte inferior.
En la parte superior hay un trazo de tendencia curva que se cierra a la derecha del signo.
·Longitud de hdfnea central, 80 mllimetros. ·· Anchura tomada en el centro de dicha linea, 1O milímetros.
Longitud máxima del trazo superior, 70 mllimetros.
Anchura máxima del trazo superior, 12 mllimetros.
Su estado de conservación es bastante regular; en la parte inferior, asf como a la derecha
del trazo superior. se observa pérdida de pigmento (fig. 6 y Lám. IV).
Número 14
Signo cPoWobulado» que forma colijunto con el núm. 15.
Formado por cuatro dóbulos• a la derecha y a la izquierda, los dóbulos» están rellenos de
color y apenas perceptibles.
-·
A la izquierda de este signo, y en la parte superior, se observa un peque.ño trazo curvado
hacia el signo.
Longitu d máxima, 140 millmetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 45 mllimetros.
Estado de conservación muy deficiente y apenas apreciable a simple vista, tendente a la
desaparición por pérdida total de pigmentos (Lám. II y IV)
Número 16
Signo «PoWobuladoJ, forma colijunto con el núm. 14.
Formado, como en casos anteriores, por una lin.e a generatriz central, de la que parten a
ambos lados de la misma tres semicírculos o dóbulosJ; la linea generatriz se prolonga en su
parte inferior para ir a unirse con el centro del signo núm. 14.
Este signo, tanto como el anterior, apenas si está visible.
Longitud máxima, 205 milfmetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 65 mllimetros.
Estado de conservación bastante deficie.nte, ten.dente a la pérdida del dibujo (Lá.m. IV).
Número 16
Signo formado por un solo trazo perpendicular curvado hacia la izquierda.
Longitud máxima, 75 mllimetros.
Anchura máxima, 12 milfmetros.
Se encuentra en buen estado de conservación, aunque tendente a la pérdida de pigmento.
Número 17
Signo formado por un solo trazo perpendicular curvado hacia la izquierda.
Longitud máxima, 120 mllimetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 10 mllimetros.
Este signo se ancuentra separado del anterior núm. 16 por 460 millmetros.
Su estado de conservación es similar al signo anterior.
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PINTURAS DBL CHORRBRO
13
Número 18
Signo cPolilobulado bilateral dividido por una linea centrab.
De una linea generatriz central,parten a ambos lados de la misma dos semicírculos o dóbulop; en la parte superior, los dóbuloSJ forman un circulo 11nico que une con el resto del signo.
Longitud máxima, 85 milimettos. .
Anchura máxima tomada en el centro, 46 milimettos.
Signo en puen estado de conservación.
Número 19
Signo formado por tres circulos unidos entre si y rellenos de color ocre.
Longitud máxima, 70 milimettos.
Anchura máxima, 32 .mllimetros.
.. Su esta.dQ de conservación es bastante deficiente. · ··-· · .. ·
Número 20
Signo «Polilobulado bilateral dividido por una linea centrab.
De una linea generatriz central parten dos semicirculas o dóbulou a ambos lad~s de la
misma; en la parte superior se forma un circulo y en la parte inferior los dóbulOSJ se pierden.
para formar un circulo.
Longitud máxima, 111 milúnetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 42 milímetros.
Su estado de conservación es bastante deficiente.
Número 21
Signo formado por tres circulos unidos entre sJ y rellenos de color ocre.
Longitud máxima, 80 millmetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 32 m.illmetros.
Estado de conservación bastante deficiente.
Número 22
Signo formado por tt:es círculos unidos entre st
Longitud máxima, 100 milímetros.
Anchura máxima tomada en el centro, 48 milimetros.
Estado de conservación bastante deficiente, tendente a la pérdida del signo.
VI
COMPARACION CON EL CONTEXTO REGIONAL
Las pinturas del ChoiTero, por su temática Y. estilo, nos hacen pensar en el horizonte cultural del periodo Eneolftico final, Edad del
Bronce I, estando estas representaciones en consonancia, según la
cronologfa expuesta dentro del contexto provincial de Ciudad Real y
área norte de Jaén y Córdoba, ya que en estas tres provincias citadas
el esquematismo sigue unos moldes muy similares y de clara in.fluenciación mútua.
-
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J . GONZALBZ ORTIZ
14
En el caso de Puertollano, es preciso destacar la aparición de signos esquemáticos nuevos, hallándose tan sólo un ligero paralelismo
en «La Solana del Nav~o» (Fuencaliente)., donde existe, dentro de sus
representaciones pictóricas, un signo con cierta similitud a los descubiertos en el abrigo de Puertollano.
La restante sim.bologia representada en el abrigo, aun estando
dentro del área cultural que ya hemos mencionado anteriormente, no
tiene por el momento una representación paralela o similar en otras
estaciones con representaciones rupestres esquemáticas.
• • •• . . . . . ......
••
o
••
• ••
••••
• ......
·-·
......... VII .... ..........
CONCLUSIONES
Con el estudio de las pinturas del Chorrera llegamos a las conclusiones siguientes:
- Que el hombre o los hombres que pintaron este abrigo hubieron
de hacerlo en posición encorvada y, en algunos casos, en posición
tumbada.
- Al igual que en otros puntos de la geografia manchega, se escogia para tal fin parajes de gran belleza en los que en ocasiones están
presentes caños y arroyos de agua cristalina.
-El abrigo, siguiendo la pauta de otras estaciones con arte rupestre esquemático, está orientado hacia el Sur.
- En la ejecución de los signos se ha utilizado colores ocres y rojos, ya empleados en otros ciolos artísticos (Pintura Paleolitica y Levantina).
- Los signos están realizados con soltura, dando la impresión de
haber sido ensayados antes de ser ejecutados en el abrigo.
- Con el descubrimiento de este abrigo se incorporan elemenws
nuevos dentro de la simbologia esquemática del principio de la Edad
de los Metales.
-Algunos de los signos reflejados nos hacen pensar, como ya
apuntaron Breuil, Burkitt y otros prehistoriadore~ para estaciones
con arte rupestre esquemático, en un preludio tal vez de escritura al
aparecer signos de claro aspecto alfabetiforme.
-Cronológicamente, situariamos estas pinturas en la Edad del
Bronce.
-
366-
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GONZALEZ ORTIZ.- El Chorrero
LAM. I
A.-Panorámica del abrigo; la flecha señala su emplazamiento.
B.-Detalle del abrigo; a la izquierda, chorrero de agua, formando pequeña cascada.
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GONZALEZ ORTIZ.-EJ Cborrero
LAM. ll
Situación de los signos esquemáticos 10, 11 , 12 y 14
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LAM. m
GONZALEZ ORTIZ.-El Chorrera
Signo esquemático ntim. 10 visto en detalle
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GONZALEZ ORTIZ.-El Chorrero
LAM. IV
lt'
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia, 1981)
MILAGRO GIL-MASCARELL
(Valencia)
ALGUNOS MATERIALES PREHISTORICOS DEL CERRO
DE SANT MIQUEL DE LLIRIA
Mientras se desarrollaban los trabajos y excavaciones que tuvieron lugar en el poblado ibérico de Sant Miquel de Lliria, componentes
del equipo excavador fueron paralelamente localizando y exhumando
algunos restos arqueológicos pre-ibéricos situados en las inmediaciones de aquel poblado. Posteriormente, continuarían realizándose
prospecciones ocasionales en sus alrededores, recogiéndose de esta
manera el material que la erosión, labores agrícolas o cualquier otro
accidente iba sacando a la luz. Asf, pudieron ser localizados y más
tarde estudiados unos yacimientos que se consideran como origen y
antecedente del importante poblado ibérico de Sant Miquel de Lliria (1 ).
Sin embargo, no todos los materiales pre-ibéricos procedentes de
tales yacimientos han sido ~onvenientemente publicados. Tal es el caso de los restos que motivan el presente trabajo: los hallazgos de la
vertiente Sur-Oeste del cerro de Sant Miquel y un fragmento cerámico
con decoración incisa. El interés de su estudio radica no sólo en la posibilidad de matizar nuestro conocimiento de este primer núcleo de
población pre-ibérica, sino también en poder establecer, con base documental más amplia, el proceso evolutivo que acabará cristalizando
en nuestra potente cultura ibérica.
Por otra parte, ese proceso y su cronología resulta particularmente interesante en el caso que nos ocupa, dadas las peculiaridades del
(11 Estos yacimientos son los siguientes: La Torreta, Vertiente SO. del Ceno, Cova del Cavall, El Puntalet y Collado de la Cova del Cavall.
Aó
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2
M. GIL-MASCARE.LL
lugar, curioso ejemplo de pervivencia y continuidad de habitación en
un reducido espacio de terreno, continuidad que se inicia, como más
adelante veremos, en la Edad del Bronce y que llega hasta nuestros
d.fas sin aparente interrupción y sin significativas transformaciones
de su emplazamiento, que se reducen al traslado a la inmediata llanura, en época romana, de la primitiva población, que ocupaba un conjunto de c~rros (269m.), y al acceso a media ladera de la ya crecida
población medieval (2) (fig. 1).
I
VERTIENTE SO. DEL CERRO DE SANT MIQUEL
A consecuencia de las actividades desarrolladas para abordar la
repoblación forestal de la zona, apareció en la parte sudoccidental del
cerro de Sant Miquel un colijunto de materiales que fueron recogidos
por Montañana, capataz del S.I.P., y depositados en el citado organismo. Una suscinta descripción de los mismos ya fue realizada en su
momento por Plá Ballester (3), pero hasta la fecha no se les ha prestado mayor atención.
Este hallazgo, formado exclusivamente por material cer4mico,
compone un conjunto muy homogéneo. Se trata de 87 fragmentos de
los que solamente siete, caidos posiblemente del poblado de Sant Mique!, están realizados a tomo. Las restantes cerámicas, todas ellas a
mano, podemos dividirlas en dos grupos:
a) Cerámicas de superficies toscas. Por regla general, las caracterizan sus paredes gruesas, realizadas con pasta poco depurada, de
textura porosa y mucho desgrasante; las superficies se presentan sin
tratar o sólo muy ligeramente alisadas; su coloración, marrón o gris
oscuro.
Sus formas se reducen a vasos abiertos de borde curvo con ungulaciones en el labio (fig. 3,4); a cuencos de perfil de casquete esférico
(fig. 3,6); a cuencos de borde ligeramente reentrante (fig. 3,7); y a
cuencos de paredes rectas con asa de pezón que presenta incisiones
(2) Una de las razones de tan persistente mantenimiento se debe a las inmejorables condiciones geográficas del lugar (llanura de suave pendiente abierta al mar,jalonada de peque·
lias elevaciones y atravesada por el rfo Turia) y a su consiguientemente alta fertilidad agrfcola.
(3) E. PLA BALLESTER: «El problema del tránaito de la Edad del Bronce a la del Hierro
en la Región Valencian&J. V. C. N. Arq. Zaragoza, 1959, pág. 131.
- 362 -
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MATBRIALES DB SANT MIQOBL
PI¡. 1
1. lloout.rlo de Sao IIJguel
2. Paotalet
3. Torreta
4. Cova del CavaD
&. Vertiente so.
3
[page-n-372]
M. GIL-MASCARELL
en el labio (fig. 3,2); también aparecen ollas de borde saliente (fig. 3,1)
y de borde recto (fig. 3,9).
b) Cerámicas cuidadas. Agrupamos aquí las cerámicas queposeen superficies tratadas mediante la técnica del espatulado, aunque
en ningful caso alcancen el brillo metélico que proporciona el bruñido; sus paredes suelen ser delgadas; la arcilla de sus pastas está depurada y bien levijada; y su coloración vana·entre el gris oscuro, marrón y marrón-rojizo.
Predominan los vasitos anchos, de mediano tamafto y perfil carenado. Sus bordes suelen ser bastante curvados y salientes, la carena
se sitúa en g. neral.a _
e
media &lwr.a y su b.ase es ligeramente.aplanada
{flg. 2). De ellos dos poseen asa en forma de lengüeta (fig. 2,1) o amanera de mango (fig. 2,2), situadas en ambos casos en la linea de caranación. También pertenecen a esta misma categoría dos fragmentos
de bordes curvados y salientes.{fig. 3,5) y otro más, del que sólo se
conserva parte del cuerpo.
Existe asimismo una cazuela de superficies espatuladas y paredes
rectas e inclinadas hacia el exterior (fig. 3,3) y un fragmento con asa
de cinta cuya forma resulta de dificil identificación.
Como puede observarse, este colijunto de materiales son los usuales en los complejos de la cultura del Bronce Valenciano. Así, los cuencos, tanto los de casquete esférico, como los de borde reentrante,
constituyen formas abundantes en los yacimientos de este periodo. De
igual manera, las cazuelas de paredes rectas las encontraremos en algunos de nuestros poblados {Ereta del Castellar) (4), Torrelló de Onda
(5) y Mas d'Abad (6), perdurando incluso en época posterior como así
lo testimonian los ejemplares de la Cova del Cavall {7).
· Son pues los vasos carenados los que revisten para nosotros un
mayor interés. El estudio y anélisis de algunos ejemplares nos ha permitido distinguir diversas variantes y relacionarlas con otros yacimientos de mayor riqueza. En primer lugar, los vasos de mediano tamaño con borde curvado y saliente son frecuentes en los yacimientos
(4) J . AllNAL, H. PRADES y D. FLBTCHER: «La Breta del Castellar (Villafranca del Cid,
Caatell6n)». Trablijos Varios del S.I.P. núm. 35. Valencia, 1968, Um. XV, 4 y 5.
(5) F. GUSI: «Excavaciones del recl.nto fortiftcado ·del Torrell6 de Onda (Caatellón)».
Cuad. de Preh. y Arq. Cut., l. Caatellón, 1974, p6g. 32.
(6) F. GUSI y c. OLARIA: «La certmica de la Edad del Bronce de la cueva de M~ d' Abad
(Coves de Vinromé, Castellón). Campalla arqueológica de 1975•. Cuad. de Preh. y Arq. Cast.,
3'. Caatellón, 1976, Bg. 5,6.
(7) c. MATA: «La Cova del Cavall y unos enterramientos en urnas de IJrla (Valencia)».
APL XV. Valencia, 1978, fig. 2,1.
-
364 -
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MATXRIALBS DB SANT MIOUBL
1
2
3
fis.
2 (Í/2)
- 386 -
5
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6
M. GIL-MASCARELL
del Bronce Pleno del Sureste y en los de la Meseta, como recientemente han se:dalado Najera, Molina y otros (8). Estos autores se:dalan
igualmente su existencia en los poblados valencianos de la Ereta del
Cástellar (9), Torrelló de Onda (10), Mas d' Abad (11) y Puntal de Cambra (12), a los que se podría a:dadir algún otro ejemplo más. En segundo término, junto a esta forma especifica, aparece en los yacimientos
de El Castillarejo de los Moros (13), Muntanyeta de Cabrera (14) y Serra Grossa (15) una variante caracterizada por poseer el cuello menos
curvo y saliente, siendo su carena media-alta, y apareciendo generalmente sus superficies sin tratar. A este propósito, Fletcher y Plá Ballester escribían en 1956 «podemos concluir que los vasos de la Muntanyeta de Cabrera se sepáran de los tipos del'Argai,.tanto por su pasta cerámica, menos depurada y sin bru:dir, como por sus perfiles, menos quebrados y con cuello corto en relación con el casquete esferoidal inferior, en tanto que los vasos característicos de la cultura argárica son bruñidos, de cuello alto y casquete inferior peque:do apuntado
y de perfil duro (16)», concluyendo en situar este yacimiento en un
momento antiguo que califican de «pre-argárico».
Si, por otra parte, analizamos las escasas fechas de C14 queposeemos para el País Valenciano y completamos estos datos con paralelismos extra-regionales, único recurso de que disponemos ante la
ausencia de estudios tipológicos y de cronología relativa, observamos
que todos aquellos yacimientos con vasitos tipo Lliria pertenecen a un
momento tardío del Bronce Pleno. El C14 del Torrelló de Onda proporciona para el Nivel m una ·fecha del 1~50 ± 190 a. C.; y para el n ,
1315 ±90 a . C. ; y el Nivel I donde los vasos carenados son comparativamente más frecuentes es situado por sus excavadores en torno al
1200 a. C. (17). Otro caso, en Mas d'Abad, el estrato inferior sin vasos
(8) T. N AJERA, F. MOLINA y otros: cLa Motllla del Azauer (DaimieL Ciudad Real). Campaila
1976t. NAB, 6. Madrid, 1979, pég. 32.
(9) Op. cit. not. 4 , Lém. xm, 3.
(10) Op. cit. not. 5, pég. 34 y 51.
(11 ) Op. cit. not. 6, ftg. 3,3 .
(12) J . ALCACER GRAU: cEl Puntal de Cambra (Villar del Arzobispo, Valencia)t. APL V.
Valencia, 1954, ftg. 12j.
(13) D. FLBTCHBR y J . ALCACER: cEl Castillarejo de los Moros (Andilla-Valencia)l. APL
Vll. Valencia, 1958, Lém. vm, 1; Lém. IX, 3.
·
(14) D. FLBTCHBR y B. PLA BALLBSTBR: cEl poblado de la Edad del Bronce de la Montanyeta de Cabrera (Vedat de Torrent-Valencia)l. TrabeJos Varios del S.l .P ., n\Un. 18. Valencia, 1956, ftg. 7,5 a 8 ; Lém. VI.
(15) B. LLOBRBGAT: cEl poblado de la Cultura del Bronce Valenciano de la Serra Grossa,
Alicantet. PLAV, nWn. 6. Valencia, 1969, ftg. 7,17 y 18.
(16) Op. cit. not. 14, pég. 53.
(17) Op. cit. not. 5, pég. 44.
- 366 -
[page-n-375]
MATERIALES DE SANT MIQUEL
7
carenados pero con fuentes de paredes rectas ha indicado mediante el
C14 una cronologia 1460 ±90 a. C., y con la presencia de aquellos
(18), 1010 ±85 a. C., para el estrato I/Sup. Sin embargo, esta óltima
datación ha sido juzgada excesivamente b~a por lo que se ha considerado al conjunto del nivel como perduraciones del Bronce Valenciano (19).
Fuera del área valenciana, es en la cultura de las Motillas donde
encontraremos los paralelismos más exactos con los vasos que aquf
nos ocupan (20). Sus excavadores sitóan este horizonte en un momento avanzado dentro del Bronce Pleno y a .falta de fechas absolutas
atribuyQn a los yacimiento~ gel Azuer y Palacios un de~~ollo que
iría desde el 1500 al 1300/1200 (21).
De todo lo anteriormente expuesto se desprende que los vasos carenados del tipo aparecido en Lliria se encuentran en yacimientos con
cronología tardía dentro del Bronce Valenciano. Esta afirmación, obviamente, no puede considerarse como definitiva, pues habrá que esperar a que se cuente con nuevos elementos. Sirvan en todo caso las
presentes reflexiones como punto de partida.
II
FRAGMENTO CERAMICO CON DECORACION INCISA
INTERIOR Y EXTERIOR
De las prospecciones que el señor Uriel realizara en el cerro de
Sant Miquel y en sus inmediaciones se conserva en los almacenes del
SJ.P. un fragmento cerámico que, por sus singulares características,
merece ser comentado, pese a no conocerse su lugar exacto de proce·.
dencia.
(181 Op. cit. not. 6, pég. 114.
(191 M. ALMAGRO GORBEA: cLas dataciones para el Bronce Final y la Edad del Hierro y
su problemtticu. Cl4 y Prehistoria de la PenJnsula Ibérica. Madrid, 1978, pég. 102.
(201 Op. cit. not. 8, Lém. 5,c y e.
T. N.AJERA y F. MOLINA: cLa edad del Bronce en la Mancha. Excavaciones en las Moti·
llas del Azuer y los Palacios. (Campa1ia 1974)1. Cuad. Pnlh. Gr. n-m. Granada, 1978, ftg. 7
a ; flg. 12 c.
·
•
(211 Op. cit. not. 8, pég. 35.
F. MOIJNA und T. NAJERA: d>ie Motillas von Azuer und los Palacios (Prov. Ciudad
Real)». M. M. 19. Heidelberg, 1978, pégs. 65 y 69.
- 367 -
[page-n-376]
8
M. GD.-MASCARELL
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10
Fig. 3 (1/21
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MATERIALES DB SANT MIGUEL
9
Este fragmento corresponde al cuerpo de un vaso de forma indeterminada dadas las dimensiones del mismo (fig. 3,10). Tanto la superficie interior como la exterior se encuentran decoradas mediante
profundas incisiones realizadas con un instrumento de punta fina, resultando de la operación un surco de perfil en V. Los motivos decorativos de la cara interior lo forman triángulos contiguos y cubiertos por
un reticulado; y los de la cara exterior, diferentes ángulos opuestos
por el vértice, de los cuales dos se recubren también mediante enrejado total o parcial y el otro mediante series de ángulos. Su pasta es de
buena calidad, compacta, de color gris oscuro, la superficie exterior
~a,- sid9 ~~tad~ ~edi~t~ la t~cnica ~~! l?~do.;. ~~ .~te~~~ .simplemente alisada.
Como es sabido, la decoración a base de incisiones es un procedimiento extendido a lo largo de la prehistoria, por lo que en muchas
ocasiones hay que recurrir a la forma de la vasija o a su contexto para
poder catalogar convenientemente los materiales que exhfuen esa
modalidad decorativa. En efecto, ya en la cultura del Vaso Campaniforme nos encontramos con cuencos decorados por ambas caras y con
técnica y motivos muy semejantes a los que nos ocupan -véase a título
de ejemplo el cerro de la Virgen de Orce (22) y la Motilla de Sta. Maria
del Guadiana (23}-. Sin embargo, durante el periodo definido por la
cultur~;~. del Bronce Valenciano, la técnica de la incisión, aunque no
desaparece por completo, decae sensiblemente, a tenor de lo esporádico de los hallazgos y la pobreza de sus motivos decorativos. Yno será hasta la llegada del Bronce Final-Hierro Antiguo cuando se generalice de nuevo tal procedimiento, adquiriendo entonces esta técnica, en
algunos casos, gran variedad y perfección.
Por tanto el fragmento hallado en Lliria pertenece a este último
periodo; y no sólo por el contexto en el que aparece, sino también por
sus características formales arriba descritas. Además, los ejemplos
con los que este fragmento puede parangonarse son abundantes. Consuelo Mata, en un trabajo reciente a propósito de los materiales de la
Cova del Cavall (24) - cerámicas decoradas por ambas superficies
aunque aquí el instrumento sea de punta roma-, enumera exhaustivamente los 'yacimientos, tanto valencianos como de otras áreas peninsulares, en los que aparece este tipo de decoración. Su minucioso
censo nos evita insistir ahora sobre el particular.
(22) W. SCHULE y M. PELLICER: cEl cerro de la Virgen de Orce (Granada) 1». E. Arq.
Esp. n6m. 46. Madrid, 1966, fig. 33,4; fig. 29.10. ·
(23) Op. cit. not. 20, tlg. 13 c.
(24) Op. cit. not. 7, pág. 113.
- 369 -
[page-n-378]
10
M . GIL-MASCARRLL
Sin embargo, si nos interesa destacar, que, por lo que se refiere al
Pais Valenciano, es en los yacimientos de Vinarragell (25) y Crevillente (26) en donde encontramos los ejemplos más próximos al nuestro,
pudiendo considerársele igualmente cercano el vaso de la Torre de
Foios de Llucena (27) y, en menor medida, el de Los Villares (28). Todos ellos tienen en común la complejidad y elaboración de sus motivos, la utilización del reticulado y la perfección técnica de su ejecución. Estas similitudes se nos muestran aún más evidentes si establecemos la compración con las cerámicas halladas en la Mola d' Agres,
en donde las incisiones están realizadas de modo más descuidado y
los motivos suelen ser más simples -(29).
En··consecuencia;··el" fragmento· cerámico de Lliria podríamos fecharlo en el siglo VII a. C., tal y como los ejemplares de Vinarragell y
Crevillente indican.
III
CONCLUSIONES
Lo hasta aqui dicho nos permite establecer la secuencia evolutiva
del poblamiento pre-ibérico en Sant Miquel de Lliria. Las evidencias
más antiguas de tal poblamiento las encontramos en la vertiente SO
del cerro y en el yacimiento de La Torreta (30), cuya excavación en
1947, proporcionó, entre otros materiales de menor interés para
nuestro propósito, una punta de flecha de sflex, punzones de hueso,
(251 N. MESADO: cVinlliT8gell (Burriana, Cutell6nl». Trabejos Varios del S.I.P. n úm. 46.
Valencia, 1974, ftg. 77,1; Lám. LXXIX 1 y 2.
(261 A. GONZALBZ PRATS: «Excavaciones en el yacimiento protohistórico de la Peña Negra, Crevillente (AllcanteiJ. Exc. Arq. en Esp., núm. 99. Madrid, 1979, ftg . 29,16; fig. 80, 17b
y 16a; Lém. IIIb.
(271 M. GIL-MASCARELL: cLa Torre de Foioa (IJucena, Cutell61. Elementos para su cronologf&J. Saguntum, PLAV núm. 13. Valencia, 1978, ftg. 2.
(281 E. PLA BALLBSTER y M. GU.-MASCARBLL: «Un interesante vaso de Loa Villares
(Caudete de las Fuentes, Valencialt. APL XV. Valencia, 1978, tlg. l.
(291 CENTRE D'ESTUDlS CONTESTANS: «La Mola d 'AgreSJ. APL XV. Valencia , 1978,
ftg. 7 ; Lém. m ,5 ; Lám. IV 2, 6, 6 y 8.
(30) l . BALLESTER: «La labor del S.l .P. y au Museo en loa allos 1940-1948». Valencia,
1949, págs . 129-130 ; Lám. XXXIV.
E. PLA BALLESTER: «Actividades del S.l .P. (1946-19551». APL VI. Valencia, 1967, pág.
202.
l . BALLBSTER, D. FLETCHBR, E. PLA, F. JORDA y J . ALCACER: «Corpus Vasorum hispanorum. Cerámica del Cerro de San Miguel de IJ.ri&J. Madrid, 1954, pág. 6 ; Lám. l .
- 370 -
[page-n-379]
MATRIUALRS DE SANT MIGUEL
11
un vaso geminado, vasitos carenados bruñidos y un fragmento con
decoración incisa, hallazgos que fueron clasificados en su dfa como
pertenecientes a momentos avanzados del Bronce. Es decir, el cerro
comienza a ser inequívocamente habitado durante la cultura del
Bronce y , dentro de ella, en un momento tardfo, sin que de momento
se puedan establecer mayores precisiones tales como su cronologia
absoluta, la relación existente pese a su grán proximidad entre ambos
yacimientos, si exisUa prioridad cronológica en cualquiera de ellos, si
sus momentos finales fueron paralelos o simultáneos, etc.
Sin embargo, lo que sí parece evidente es que estos yacimientos se
r~l~ciQn~ cronológicamente con los hallazgos de la cercana Cova del
Cavall (31) cuyos inicios hmi sido 'fijados en UÍl momento no determinado del Bronce Valenciano pero cuya vida perdura hasta el siglo VII
o inicios del VI a. de C. siendo en este horizonte en el que hay que incluir el fragmento de cerámica con decoración incisa que hemos descrito en líneas anteriores.
Por lo demás, las necrópolis de El Puntalet y del Collado de la Cova del Cavall (32), con sus urnas realizadas a torno, presentan ya claras influencias m~diterráneas, aunque en la primera de ellas persista
todavía la cerámica a mano. Estas necrópolis constituyen el precedente inmediato del posterior poblado ibérico. En efecto, su momento
inicial viene fechado en cierta manera por el Lekytos de figuras negras aparecido durante las excavaciones en el Departamento 118 y
que fue considerado del primer cuarto del siglo V (33). A partir, pues,
de este momento comienza a desarrollarse la ciudad ibérica (34).
(31) Op. cit. not. 7, pég. 127.
(32) Op. cJt. not. 30 y 1. I . BALLESTBR: «Las cerámicas ibéricas arcaizantes valencianaS». Trab~os Varios del S.I.P. ndm. 10. Valencia, 1947, pég. 63.
133) G. TRIAS: cCerémica griega de la P8JÚDsula Ibérica». T. I, pég. 319. T. n, Lém. CLVII; 1 a 5. Valencia, 1967.
(34) D. FLETCHER VALLS: cSobre los limites cronológicos del a cerémica pintada de San
Miguel de Liria.t Actas de la IV sesJón de los C.I .C. Prehistóricas y Protohistóricas (Madrid,
1954). Zaragoza, 1956, pégs. 743-746.
- 371 -
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ARCIDVO DB PRBHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI IValencia, 1981 1
MANUEL OSUNA RUIZ y JOSE REMESAL RODRIGUEZ
(Madrid)
. . ...
....
.. .
. ..
LA NECROPOLIS
DE.BOLiCHE............. -- .... .
(Villaricos- Aimerfa)
1
Entre los fondos de Prehistoria que se conservan en el Museo Arqueológico de Madrid destacan los donados por don Luis Siret. Fondos de gran interés dado que el arqueólogo belga excavó numerosos
yacimientos en el SE peninsular, claves para el conocimiento de la
prehistoria y protohistoria de esta zona (1).
Junto a los materiales se conservan los diarios de excavaciones
manuscritos del capataz Pedro Flores con algunas anotaciones del
propio Siret.
Hemos elegido la necrópolis de Boliche por tratarse ese yacimiento de una serie de conjuntos cerrados, como son las tumbas, y por
aportar unos materiales incluibles dentro del período llamado orientalizante.
Siret publicó someramente noticias sobre este yacimiento (2). Pretendemos darlo a conocer explícitamente presentando de forma textual las notas y dibujos de Flores y añadiendo la descripción y el dibu-
11'1 Agradecemos a D. Martfn Almagro Basch, director del M.A.N. y a·o . Martfn Almagro
Gorbea, conservador de la sección prehistórica del mismo, las facilidades que nos han dado
para estudiar la necrópolis.
(2) L. SIRET: cVillarlcos y Berrerl&aJ. Memorias de la Real Academia de la Historia, XIV.
Madrid, 1907, págs. 422 y 432-434.
- 373-
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2
M. OSUNA Y J . REMESAL
•
•
•
VIWRK'OS Y llJERREIRIAS
•
BOLICHE
i
llg. l.-El yaclmJento de BoUche corresponde al núm. 19 (Plano tomado de Siret)
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3
NECROPOUS DE BOUCHE
_______
/
o
b
Fig. 2.-Cortet ••tratigráfico• dib!Uado• por Siret
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M. OSUNA Y J , REMESAL
4
1
,40
1t
Fig.3.-Materiales cllbl.\)ados por Siret (cVUlaricos y Herreriau, ptga. 432-34); 1: Herreriu.1) Alba,ja de la 11p. 40. 2) Ahlda de Douim-. (T.n.); 2: Baraias.~ púDico coo au ~
Uo de la sep. 40 (1/4); 3: Herreriu.-1) Um'a ciDeraria de la sep. 4. 2) Urna ciDeraria de la
sep. 9.3) Tabadera de la sep. 9_.4) Copa dala sep. 1 (1/6).; 4.:Berreriaa.-Los n6meros corresponden a los de las sepulturas (2/3)
- 376 -
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NECROPOUS DE BOUCBE
5
jo de la totalidad del material (3), junto con un pequeño estudio sobre
la necrópolis y sus materiales (4).
El yacimiento de Boliche está situado en el extremo Noroeste de la
provincia de Almena, en ·el área arqueológica de Villaricos, Almizaraque y Herrerías. Flores comienza su diario fechando la excavación y
describiendo el terreno:
«Este cuaderno se empezó el dfa 13 de mayo del año 1907, en
la Loma de Boliche, en el Llano de las Herrerías, al Sur pertenecía de la mina del Petronila, está lo más hasta a 350 m. del
Cabecico núm. 2 del Pago de Almizaraque entre Norte y Poniente ~ · con el rumbo · 02 grados, y a .. 300·-m. del·Cabecico
2
núm. 3 de este mismo Pago a Poniente, o sea, con el rumbo a
260 grados» (fig. 1).
Entre los documentos conservados se encuentran dos cortes estratigráficos hechos por Siret (fig. 2) que nos permiten relacionar algunos
grupos de tumbas. Añadimos también los dibujos de las piezas publicadas por Siret en su obra Villaricos y Herrerías (fig. 3).
II
LAS SEPULTURAS
SEPULTURA núm. 1
«Loma del Boliche nú.IL. 1, sacado por otro; no sé sus dimensiones.
Ha contenido una copa de barro y una vasija de huevo de avestruz.»
Inventario
Copa c·on pie marcado de boca ligéramente reentrante, labio biselado hacia el interior,
pie acampanado. Pasta anaraqjada, con degrasante sillceo de grano fino, porosa; decorada
(3) El calco de los dib\ijos de Flores y el dib\ijo de los materiales han sido realizados por
R. Alcalde.
(41 Algunos autores han hecho referencia a la necrópolis de Boliche: L. PERICOT, en cLos
trablijos de Luis Siret y la cultura de Almeriu. Crónica del V Congreso Arqueológico del Sudeste Español y del 1 Congreso Nacional de Arqueología (Almeria, 1949). Cartagena, 1950,
págs. 331-341, nos habla de dos necrópolis de Boliche, una en que las urnas están blijo un
pequeño túmulo y rodeadas de piedra, fechando esta facies antes del 500 a. C. y otra, de ca-·
rácter púnico (págs. 340-341). Creemos que de los diarios de Flores no pueden sacarse las indicaciones del profesor Pericot.
M. ASTRUC: «La Necrópolis de VillaricoS». Informe y' Memorias, núm. 25. Madrid, 1951 ,
pág. 162, se refiere, de forma general, a las piezas más significativas de los lijuares y a los
huevos de avestruz, considerándolos como de los tipos la de Villaricos.
48
377 -
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6
M. OSUNA Y J . REMESAL
en el exterior con bandas paralelas en dos grupos; uno junto al borde, de dos lineas, una de
las cuales decora el borde interior y exterior, y otro en su diámetro máximo, formado por tres
bandas, siendo la del centro más ancha. El color ocre rojizo de las bandas es más intenso en
la más ancha. Diblijada por Siret (fig. 3 , 3 y flg. 4, 1 y Lé.m. l).
Huevo de avestruz con uno de los extremos cortados ala altura de los 2/3, aproximadamente. Conserva rastros de piptura roja cuyo tema resulta Imposible explicar, ó.nicamente
aparecen visibles dos lineas paralelas próximas a la base (5) (fig. 4 y Lám. l ).
.............. .. ··---·-- ~---~
Fig. 4.-AJuar de la sep. 1
(5) Prescindimos en ia descripción dé los materiales de las medidas, pues todas las figuras llevan la escala correspondiente.
- 378-
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NBCROPOIJS DE BOLICHE
7
SEPULTURA núm. 2
«Loma del Boliche sepultura núm. 2 sacada por otro; me dice que
ha tenido 1m. de largo y unos 60 cm. de ancho, y 50 cm. de hondo,
arreglada con pedriza, y ha contenido unos restos de cadáyer quemados.»
Sin material.
SEPULTURA núm.. 3
«Loma del Boliche pertenece a la mina Pretolina, núm. 3, a 5 m.
del núm. 2, entre Norte y Poniente, teniendo 60 cm. de largo y 50 cm.
de ancho, y 50 cm. de hondo.
Hallose unas frutas quemadas al parecer son higos y algún esparto quemado de su vasija, y carbón de olivo, y encima del carbón ceniza del cadáver, en una sepultura hecha de 5 losas empinadas de pedriza ; las losas son de pizarra, la pleita quemada y los higos estaban
todos juntos.»
Inventario
Solamente cita Flores la existencia de higos y esparto. Pero Siret publica una eVareta de
Hueso con agtúerop U'ig. 3, 4).
SEPULTURA núm. 4
«Loma del Boliche pertenencia de Pretolina núm. 4, a 80 cm. del
núm. 3 al Sur, teniendo 1 m . en redondo y 50 cm. de hondo.
Hallóse una poca ceniza de cadáver y carbón de olivo debajo de la
ceniza, dentro de la misma sepultura en la parte del Sur una olla que
tenia preparada para echar los restos, con dibujos de líneas negras la
sepultura está hecha en arena.»
Inventario
Uma globular, de base rehundida, cuello exvasado, labio vuelto y biselado hacia el exte·
rior con leve carena; un pequedo ffiete separa el cuerpo del cuello.
Pasta anarlliÚada, con desgrasante slliceo de grano grueso (cuarcita), porosa. En la base
ha sido buraamente espatulada.
Decorada a bandas paralelas de distintos grosores y de color rojo negruzco. Dib\\iada por
Slret (fig. 3, 3, tlg. 5 y Lém. 11).
- 379 -
[page-n-388]
8
M. OSUNA Y J . JUao{ESAL
SEPULTURA núm. 5
«Loma del Boliche, núm. 5 deb~o del núm. 3, a Levante, y debajo
del núm. 4 al Norte, y a 25 cm. de profundo, teniendo 1m. de largo y
1 m. de ancho, y 70 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados y algún carbón de olivo
y de carrasca; los cadáveres que han quemado con madera se han
embutido encima en un hoyo hecho en la arena y ha estado tapado
con alguna piedra y adobes de barro de laguna.»
- 380 -
[page-n-389]
NECROPOLIS DE BOIJCHE
9
Inventario
Fragmento de pulsera de mármol de sección rectangular con uno de los bordes biselado
(fig. 6, 1).
SEPULTURA núm. 6
.1
«Loma del Boliche núm. 6, a 25 cm. del núm. 3 a Levante y 20 cm.
debajo y al lado del núm. 5 entre Norte y Levante, y a 40 cm. debajo,
teniendo 1,25 m. de largo y 70 cm. de ancho y 1m. de hondo, con un
hoyo en las puntas de 20 cm. de hondo, y 40 cm. de ancho.
Rumbo de su Loma, 1O grados.
Hallóse unos ..pedazos de carbón de olivo y pino y encima ·cel'liza
de cadáver en una sepultura hecha en arena reformada con alguna
piedra de adobes de barro de la buena (tierra).»
Sin material.
En una hoja al final del cuaderno, dice Flores:
«Loma del Boliche a 31 m. del núm. 29 al Norte y a 21 m. del núm.
6, entre Norte y Levante, queda núm. 6 sepultura ahí, ni registrar, están todos a una misma linea, una al lado de las otras.»
SEPULTURA núm. 7
«Loma del Boliche núm. 7 a 9 m. del núm. 6 , entre Sur y Levante,
y a 8 m. del núm. 4 a Levante, teniendo 1,90 m. de hondo y 1m. de
largo y 90 cm. de ancho.
Rumbo de su forma 330 grados.
Hallóse unos restos de cadáver quemados y a 25 cm. aliado del
.
Poniente un puchero roto.
El rumbo está tomado a Levante.»
Inventario
Vasito bitroncocónico, de pie marcado y borde exvasado. Pasta porosa, anar~ada, degrasente slliceo (cuarcita y mica). Hecho a mano.
Fragmento de borde de tapadera de cerámica gris, de labio ligeramente vuelto y almendrado. Pasta gris, degrasante sillceo (mica) muy abundante, untuosa al tacto, hecha a torno
(fig. 7).
.
SEPULTURA núm. 8
«Loma del Boliche núm. 8 a 9 m. del núm. 6, entre Sur y Levante,
y a 1 m. del núm. 7 entre Norte y Levante, y a 80 cm. de altura, teniendo 80 cm. en redondo y 90 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados y unos tiestos de vasija
en un hoyo hecho en la arena.»
- 381 -
[page-n-390]
M. OSUNA Y J, REMESAL
10
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Fig. 6.-1) sep. 5. - 2) sep. 12. - 3) aep. 25. - 4)sep. 17. - 5) sep. 26. - 6) sep. 28. - 7) sep.
35. - 8) sep. 39.- 9) sep. 43
[page-n-391]
NECROPOUS DE BOUCHE
11
Inventario
Fragmentos de cerámica no entregados al M:A.N.
SEPULTURA núm. 9
«Loma del Boliche núm. 9, a 60 cm. del núm. 7 a Levante, y a 1,20
m . del núm. 8 entre Sur y Levante, teniendo 80 cm. de largo y 60 cm.
de ancho y 1 m. de hondo.
Hallóse una taza y huesos quemados, y más huesos quemados deb~o, y al lado del Poniente una vasija de forma de un cantarillo, en
una sepultura hecha en la arena, reformada. con piedras.»
..
Inventario
El ~uar de esta tumba, «taza y vasija en forma de cantarlllo» al decir de Flores, no fueron
entregados al M.A.N., pero Siret las dibujó (tig. 3, 31.
1~
.
Flg.
7.-~uar
.
de la sep. 7 (1/2}
SEPULTURA núm. 1O
«Loma del Boliche núm. 10, a 2m. del núm. 9 a Levante y a 3,60
m. del núm. 8, entre Sur y Levante, teniendo 60 cm. en redondo y 70
cm. de hondo.
Hallóse un pedazo de tiesto y al lado una chapineta y unos restos
de cadáver quemados; esta sepultura está hecha en la arena, y por la
parte del Sur arreglada con piedras y barro.»
- 383-
[page-n-392]
M. OSUNA Y J . REMESAL
12
Inventario
Fragmento de plato de barniz rojo, de borde vuelto recto. Pasta en sandwich. de núcleo
gris oscuro y exteriores rojizos, con bastante degrasante silfceo. El barniz sólo existe en el interior (fig. 8).
FJg. 8.-.\juar de la aep. 10 11/2)
SEPULTURA núm. 11
«Loma del Boliche núm. 11, al lade del núm. 1O a Poniente y a
1,30 m. del núm. 9 a Levante, teniendo 1 m. de largo y 80 cm. de ancho y 1 m. de hondo.
(Hallóse) unos restos de cadáver quemado, y un pedazo de tiesto
con algunos hoyos, y a 25 cm. del piso un pedazo de taza de barrocolorado, en un hoyo hecho en la arena, y por la parte del Sur arreglada
con piedras y barro, y a 38 cm. por la parte del Sur, y a 10 cm. del piso de la sepultura unas pinzas de cobre.»
Inventario
Fragmento de borde de vaso hecho a mano con perfll en eS» de borde redonde r,do, con impresiones ovoidales en el cuello. Pasta rojiza al interior y negruzca al exterior. cou degrasante sillceo (cuarcita) de grano grueso, porosa.
Restos de carbón de encina.
Falta la ctaza de barro colorado» de la que habla Flores.
Pinzas de bronce de una sola pieza con el resorte redondeado, de sección rectangular. Dibujada por Siret (tlg. 3, 4, tlg. 9 y Lém. ll).
SEPULTURA núm. 12
«Loma del Boliche núm. 12, a 7 m, del núm. 9 a Poniente, y a 6 m .
del núm. 6 al Sur, teniendo 1,30 m . de largo y 80 cm. de ancho y 1,50
m. de hondo.
- 384 -
[page-n-393]
NECROPOLIS DE BOLICHE
13
Hallóse un aderezo de cobre y unos restos de cadáver quemados,
y al lado unos tiestos de una cantarilla, en una sepultura hecha en el
terreno y tapada con piedras y barro.•
Inventario
Aderezo de bronce formado por dos círculos de distinto diámetro que se unen a los ángulos obtusos de un rombo central. La pieza se ha fundido sin solución de continuidad entre los
ele.m entos geométricos que la forman. Es de sección elipsoide. Dibl.\Jada por Siret (fig. 3, 4).
Piezas como esta aparecen én la necrópolis de Sollvella formando parte de collares (fig. 6,
Pig.
9.-~uar
de la sep. 11 ( 1/21
SEPULTURA núm. 13
«Loma del Boliche núm. 13 al lado del 12, a Poniente, y a 50 cm.
encima, y a 5 m. del núm. 4 al Sur, teniendo 50 cm. en redondo y 70
cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y rodeados con piedras y barro, y han sido los restos quemados en otro lado, y después colocados en este aposento.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 14
«Loma del Boliche núm. 14 al lado del núm. 13 entre Sur y Levante, a 40 cm. del núm. 12 entre Sur y Poniente y a 50 cm. encima teniendo 60 cm. de hondo y 50 cm. en redondo.
- 385 49
[page-n-394]
M. OSUNA Y J. REMESAL
14
Hallóse un anillo de cobre y unos restos de cadáver quemados en
un hoyo hecho en el terreno.»
El anillo de cobre no se conserva en el M.A.N.
SEPULTURA núm. 15
«Loma del Boliche núm. 15 al lado del núm. 13 a Poniente, y a 10
cm. encima, a 1m. del núm. 14 entre Norte y Poniente, teniendo 50
cm. en redondo y 40 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
ten:.eno. y tapa.cl9 yO:Q, pjec!r. y baz:ro.»
a
Sin material.
SEPULTURA núm. 16
«Loma del Boliche núm. 16, al lado del núm. 15 entre Norte y Poniente, y a 60 cm. del núm. 13, en la misma dirección, teniendo 50
cm. en redondo y 40 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y tapado con piedra y barro; el núm. 13 y el núm. 15 y el
núm. 16, estos 3.están a una misma dirección.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 17
«Loma del Boliche núm. 17, a 2,80 m. del núm. 16, entre Sur y Poniente a 3m. del núm. 13 a Poniente, teniendo 80 cm. de largo y 60
cm. de ancho y 40 cm. de hondo.
Hallóse un pedazo de cobre de forma de media pulsera y unos restos quemados de cadáver en una sepultura hecha en el terreno.»
Inventario
Fragmento de cobre no conservado en el M.A.N. (fig. 6, 4).
SEPULTURA núm. 18
«Loma del Boliche, núm. 18 al lado del núm. 16 al Sur y al lado
del núm. 16 a Levante, teniendo 60 cm. en redondo y 25 cm. de hondo .
Hallóse unos pocos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho
en el terreno.»
Sin material.
-
386 -
[page-n-395]
NECROPOUS DB BOLICHE
15
SEPULTURA núm. 19
«Loma del Boliche núm. 19, a 70 cm. del núm. 16 a Poniente y a 2
m. del núm. 17 entre Norte y Levante, teniendo 70 cm. en redondo, y
25 cm. de hondo.
Hallóse unas cuentas de pasta parecida al hueso y unos pedazos
de cobre, entre las cuentas, y ha sido de lapa y pedacillos de cobre en
forma de un carbón, y una poca ceniza de ave, quemado el cadáver en
un hoyo hecho en el terreno.»
·
Inventario
y
.. C:ollar de cuentas de hueso de forma perforáción circulu:·Dib~~da por Slret (fig. 3, 4 y
fig. 10).
Vástago de bronce de sección rectangular.
Tres fragmentos de bronce, uno de ellos co~ taladro circular.
.
®
Flg. 10.-Collar de la sep. 19 (1/21
SEPULTURA núm. 20
«Loma del Boliche núm. 20, a 6 m. del núm. 12 entre Sur y Poniente, y a 3 m. del núm. 14, a Levante, teniendo 70 cm. en redondo y
1 m. de hondo, y unos restos de cadáver quemado en un hoyo hecho
en ·el terreno y tapado con piedras y barro.»
Sin material.
- 3 87 -
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M. OSUNA Y J . REMESAL
16
t
SEPULTURA núm. 21
«Loma del Boliche, núm. 21 , a 1 m. del núm. 14 a Levante y a 80
cm. del núm. 20 a Poniente, teniendo 80 cm. en redondo y 1 m. de
hondo.
(Hallóse) unos restos de cadáver y encima esparto quemado; el esparto ha estado trabajado en tejido, en un hoyo hecho en el terreno y
tapado con piedras y barro.»
Inventario
. . Fragmento .de ...esp~ .~~ado quemado.
SEPULTURA núm. 22
«Loma del Boliche núm. 22, al lado del núm. 21 a Poniente, y a 38
cm. encima, y a 1 m. del núm. 14 al Sur y teniendo 70 cm. en redondo
y 1,50 m. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y tapado con piedras y barro.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 23
«Loma del Boliche, a 80 cm. del núm. 21 al Sur y a 50 cm. del
núm. 22 a Levante, teniendo 80 cm. en redondo y 1 m. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno, cubierto con piedra y barro.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 24
«Loma del Boliche, al lado del núm. 23 entre Norte y Poniente, y a
50 cm. encima y a 70 cm. del núm. 21 a Poniente, teniendo 50 cm. en
redondo y 60 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y tapado con piedra y barro.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 25
«Loma del Boliche núm. 25, a 7 m. del núm. 24 a Levante y a 9 m.
del núm. 12 al Sur, teniendo 1, 1O m. de largo y 50 cm. de ancho y 80
cm. de hondo.
- 388 -
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NECROPOLIS DB BOUCHE
17
Hallóse unas cuentas al parecer de nácar, y unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el terreno, tapado con piedras y
barro.»
Inventario
Cuentas de hueso, similares a las de la sepultura nOm. 19. Dibtúadas por Siret (fig. 3, 4 y
fig. 6, 3).
SEPULTURA núm. 26
«Loma del Boliche núm. 26, a 6 m. del núm. 24 a Levante y a 2,50
m. del núm. 26 al Norte, teniendo 45·cm. en redondo y so-cm. de hondo.
Hallóse 2 verguillas de cobre y unos restos de cadáver quemados,
un hoyo hecho en el terreno y tapado con barro, esta sepultura ha sido
el cadáver quemado en otra parte y después colocados los restos en
este depósito.»
Inventario
Dos aros de bronce de sección circular (flg. 6, 5).
SEPULTURA núm: 27
«Loma del Boliche núm. 27 a 1,30 m. entre Norte y Levante y a
1,50 m. del núm. 26 a Levante, teniendo 80 cm. de largo y 50 cm. de
ancho y 80 cm. de hondo.
Rumbo de su forma, 305 grados.
Hallóse 45 cm. del piso una vasija con huesos quemados y unos
pedazos de cobre como de haber sido horquillas para adorno, que han
llevado en el pelo y unos restos quemados de unos 5 cadáveres; esta
sepultura ha estado hecha en el terreno y arreglada con losas y alguna pedriza; más alto un pedazo de hierro, el cobre ha estado encima
de la taza, más unos tiestos de la tapadera; el rumbo está tomado a
Levante.»
Inventario
Uma globular de orejetas hecha a torno, pasta anarlll\lada, con degrasante sillceo, j>orosa, mal conservada. La pasta está descascarillada, conserva restos de pintura en torno al botón de la tapadera y un.a banda próxima a la base.
Fragmento de hoja de cuchillo afalcatado de hierro.
Fragmento de bronce de sección circular.
Los restos humanos conservados no parecen corresponder a cinco individuos como anota
Flores. Los trozos de calota conservados pertenecen a un individuo de corta edad (flg. 11 y
Lám. ill).
- 389 -
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M. OSUNA Y J . REMESAL
18
\
, '
11
11 11
. 1
...... ,
1
)
• í.
•
•
•
J'lg. 11. - ~uar de la MP· 27 (1/2)
- 390 -
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NECROPOUS DE BOUCBE
19
SEPULTURA núm. 28
doma del Boliche núm. 28, a 3 m. del núm. 27 a Levante, y a 7 m.
del núm. 9 al Sur, teniendo 50 cm. en redondo y 50 cm. de hondo.
Hallóse 6.sortijas de cobre, los restos se los ha comido la tierra en
un hoyo hecho en el terreno y tapado con losas alcuceras.»
Inventario
Cuatro aros de bronce, de diferente diámetro, todos de sección circular lfig. 6, 6).
. .. . . . ... ..
SEPULTURA núm. 29
«Loma del Boliche núm:· 29, ·a 2o-cm.~ del'núril. lo·a ·:Le'v'ante, y al
lado del núm. 11 al Sur, teniendo 60 cm. y 40 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver en un hoyo hecho en el terreno y
tapado con piedras y barro.»
Sin material.
L?
'
Plg. 12. -Parte del
~uar
de la tep. 30 (1/2)
SEPULTURA núm. 30
«Loma del Boliche núm. 30 al lado del núm. 10 a Poniente, y a
1,40 m. del núm. 9 entre Sur y Levante, teniendo 80 cm. en redondo.
Hallóse unos pedazos de tiestos y unos restos de cadáver, quemados en un hoyo en el terreno y tapado con piedras y barro.»
Nota escrita en francés, a lápiz, del señor Siret.: «Tessours poterie
interm. entre celle del' age du fer et de carthaginers.»
Inventario
Restos de una urna irreconatruible, a torno, de pasta negruzca y porosa, con degrasante
sillceo. De posible perfil ovoide.
Fragmento borde de urna, pasta grisácea, con degrasante slliceo, espatulada por sus dos
caru (fl¡. 12).
Trolot de carbón de encina.
- 391 -
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M. OSUNA Y J. RBMBSAL
20
SEPULTURA núm. 31
«Loma del Boliche núm. 31 , a 30 cm. del núm. 25 entre Sur y Levante, y 1 m. del núm. 27 a Ponj.ente, teniendo 30 cm. de largo y 20
cm. de ancho y 25 cm. de hondo.
Hallóse nada.
Un hoyo hecho en el terreno arreglado con 5 losas empinadas de
cal y alcuceras.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 32
«Loma del Bóliche núm. 32, a 3 m. del núm. 3 a Poniente y a 3 m.
del núm. 2 entre Sur y Poniente, teniendo 60 cm. en redondo.
Hallóse unos restos quemados de cadáver y unos pedazos de carbón de olivo en un hoyo hecho en el terreno y tapado con barro.»
Inventario
Trozos de carbón de olivo.
SEPULTURA núm. 33
«Loma del Boliche núm. 33 1 a 4 m. del núm. 25 a Poniente y a 4 m.
del núm. 24 al Sur, teniendo 1 m. de largo y 70 cm. de ancho y 50 cm.
de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en una sepultura hecha
en el terreno y tapada con barro.
Rumbo de su forma 245 grados a Levante.»
Sin material.
SEPULTURA núm. 34
«Loma del Boliche núm. 34, a 3m. del núm. 33 entre Norte y Poniente y a 7 m. del núm. 25 a Poniente, teniendo 80 cm. de largo y 35
cm. de ancho y 35 cm. de hondo.
Hallóse unos restos de cadáver quemados en un hoyo hecho en el
terreno y tapados con barro.
Rumbo de su forma 240 grados, tomando el rumbo a Levante.»
Sin material.
- 392 -
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NECROPOUS DE BOUCHE
21
SEPULTURA núm. 3 5
«Loma del Boliche núm. 35, a 4 m . del núm. 30 al Norte, y a 1,90
m . del núm. 8 entre Norte y Levante, teniendo 50 cm. de largo y 45
cm. de ancho, y 60 cm . de hondo .
Hallóse una pluma de cobre, '' una verguilla, y unos pocos restos
quemados en un hoyo , hecho en el terreno y tapado con piedra y barro.»
Inventario
Brazalete de forma acorazonada, rematado en sus extremos, que muestran incisiones paralelas, protuberancias bltroncocónicas. Sección romboidal. Publicado por Siret (flg. 3, 4, fig.
6, 7 y Lém. IV).
Fragmento de bronce de forma en cU» y sección circular (fig. 6, 7 y Lém. IV).
SEPULTURA núm. 36
«Loma del Boliche núm. 36, a 30 cm . del núm. 16, entre Norte y
Levante, y al lado del núm. 14 entre Norte y Poniente, teniendo 1 m.
de largo, y 40 cm. de ancho, y 60 cm. de hondo.
Hallóse unos pedazos de chapineta quemados, y unos r estos de
cadáver quemados, en un hoyo en el terreno y tapado con piedra y barro.»
Materiales no conservados en el M.A.N.
Dentro de la zona de Boliche, considera Pedro Flórez una zona
que en los cuadernos de sus diarios está denominada «Loma del Boliche» - «Faja de Guadalupe». Pertenecen a la misma, las siguientes sepulturas.
SEPULTURA nú,m. 3 7
«Loma del Boliche núm. 37, a 21m. al Norte del núm. 6; hondo,
0,77 m.; ancho, 0,60 m. ; largo, 0,50 m .
(Hallóse) huesos quemados.»
(No presenta planta).
Sin materiales.
SEPULTURA núm. 38
«Núm. 38, al lado del 39, a 2,60 del 37 , hondo, 0 ,70 m.; 0 ,60
por 0 ,30.
(Hallóse) huesos quemados.>>
(No presenta planta).
Sin materiales.
- 393 -
so
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22
M . OSUNA)' J . RBMESAL
SEPULTURA núm. 39
«.Núm. 39, a 2,60 m. del 37 (7), 1,20 m. del 38, hondo, 0 ,80 m. ;
1,20 x0,60 m.
·
(Hallóse) huesos quemados; a los 0,60 m. de los huesos una verguilla de cobre.Jt
(.No presenta planta).
Inventario
Aro de bronce de sección circular (fig. 6, 81.
SEPÜÍ.TURA núm.· 4.0..
«.Núm. 40, a 0,80 m. del37,.debejo del41, a 0,20 m. del2, hondo
0,85 m.; 1,20 m. x0,40 m., entre el 40 y 41 hay unos 18 cm. de hierro, huesos quemados, candil y taza, alfiler de bronce, verguilla de
pl~ta, 2 adornos de plata.»
Inventario
Plato a tomo de ceráinica gris, pie marcado y borde ligeramente exvasado. Tiene dos
perforaciones próximas al borde. Pasta con degrasante sillceo, porosa.
Dos verguillas de extremos sobrepasados y sección rectangular.
Fragmentos de otra tercera verguilla Ulg. 13 y Ltm. IVI.
...
0-Jlg. 13. - Parte del ~uar de la sep. 40
-
394 -
[page-n-403]
NECROPOUS DE BOUCBE
23
En el Museo Arqueológico Nacional sólo se conserva parte de este
ajuar. Siret publicó los materiales de esta tumba (fig. 3, 1,2 y 4) fechándolos entre los siglos VII y VI a. C., fecha que aceptamos.
SEPULTUrA núm. 41
· «Núm. 41 a 0,80 m. del37 , a 0,20 m. del39, hondo 0,56 m.; 0,85
m . por 0,50 m.
(Hallóse) huesos quemados, tiestos de vasijas antiguas (indigenas,
cartaginesas), un tiesto de puchero, alambre de cobre.»
(No presenta planta).
Inventario
No consta en la colección del M.A.N.
SEPULTURA núm. 42
«Núm. 42 a 0,55 m. del41 , a 0,40 m. del39, hondo 0,85 m.; 0,80
por 0,40 m.
(Hallóse) huesos quemados, carbón.•
(No presenta planta).
Sin materiales.
SEPULTUl\A núm. 43
«Núm. 43 a 2,20 m. del42, 2,40 m. del44, hondo 0,60 m.; 1,20
m . por 1m.
{Hallóse) cenizas y carbón en todo este local en medio del mismo
una sepultura de 1,30 m. x0,25 m. (a 0,60 m. de profundidad de la
superficie) ; la cabeza a Poniente; huesos quemados carbón, dos cuentas de oro, una cuenta de pasta (?).»
(No presenta planta).
Inventario
Dos cuentas.de oro, bitroncocónicas, de cuerpo agallonado. Dib4Jadas por Siret (fig. 3, 4).
Cuenta de pasta vítrea esférica, con taladro circular (flg. 6, 9 y Lém. IV C).
SEPULTURA núm. 44
«Núm. 44 a 2,50 m. del42, a 2,40 m. del43, hondo 0,80 m.; 0,60
por 0,40 m.
(Hallóse) huesos quemados (ceniza fundida).,
(No presenta planta).
Sin materiales.
- 306 -
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.M. OSUNA Y J. RE.MESAL
24
SEPULTURA núm. 45
«Núm. 45 a 2m. del44, 3m. del43, hondo 0,90 m.; 0,60 m. por
0,30 m.
(Hallóse) huesos quemados.»
(No presenta planta).
Sin materiales.
SEPULTURA núm. 46
«Núm. 46, a 1,20 m. del45, 2m. del44, hondo 0,40 m.; 0,60 por
0,25
"n.
i
.
(Hallóse) huesos quemados.»
(No presenta planta).
Sin materiales.
SEPULTURA núm. 47
«Núm. 47, a 1,90 m. del 46, 5 m. del45, hondo 0,60 m.; 0,80 m.
por 0,40 ·m.
(Hallóse) hue.sos qtiemados, carbón, fragmentos de huevos de
avestruz.»
Inventario
.
Fragmentos de cáscaras de huevos de avestruz, pintados con motivos reticulados de color
roj~ (fig. 14).
SEPULTURA núm. 48
«En la Loma de la Faja de Guadalupe, a 250m. del núm. 28, al
Norte, teniendo 90 cm. de largo y 25 de ancho, y 40 cm. de hondo.
Rumbo de su Loma, 350 grados al Norte.
Hallóse una puchera con huesos quemados, y dentro una cuenta
de hueso de la forma de un miembro de hombre, y 2 campanillas de
cobre, y unas cuentas de vidrio y de una pasta blanca, y una cadena
de anillos de cobre, y de hierro, y un alfiler de hueso, y un pedazo de
otro, y un alfiler de hierro, y un diente de jabali y unos huesos de animal como de juguete y una cuenta de hueso de forma de cabeza de
pescado y unos restos de un cadáver quemados en una puchera, que
tiene un asa, en una sepultura hecha en terreno de arena fuerte.»
Materiales no entregados al M.A.N.
- 396-
[page-n-405]
NECROPOUS DE BOUCHE
25
SEPULTURA núm. 49
«Núm. 49, Loma de la Faja de Guadalupe, a 4,80 m . del núm. 48
al Sur, teniendo 1,10 m . de largo, y 40 cm. de ancho, y 1,50 m . de la
superficie.
Rumbo, 350 grados.
Hallóse unos restos de un cadáver en una sepultura hecha en el
terreno, de tierra, y han estado los restos como si los hubieran hecho
un lfo para meterlos en la sepultura.»
Sin materiales.
0 \
·
o
s••
~----
Fig. 14. -fragmentos de cAteara de huevo de avettruz de la np. 47
Otra de las zonas a considerar dentro de Boliche, son las tumbas
excavadas al pie de la Loma. Tenemos las siguientes:
SEPULTURA núm. 1
«Al pie de la Loma del Boliche al lado Sur, 142m. del núm. 27 y
con el rumbo a 20 grados sepultura núm. 1, teniendo 1,60 m. de largo
y 45 cm. de ancho por el centro, y 35 cm. por la cabeza, y 30 cm. por
los pies, y 60 cm. de hondo.
Rumbo, 50 grados.
-
397 -
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M. OSUNA Y J . REMESAL
26
Hallóse unos pocos restos de cadáver en una sepultura hecha en el
terreno y tapada con algunas piedras al lado de la acequia.»
(En la.s notas de P. Flórez, pone en esta tumba: Herrenas, 1909.)
Sin materiales.
SEPULTURA núm. 2
«Llano del Boliche a 50 m. del núm. 1, entre Sur y Poniente, sepultura núm. 2, a 2m. de la superficie, teniendo 25 cm. en redondo, 1
hoyo hecho en el terreno.
Hallóse unos restos de un niño y al lado de la cabeza un pedazo de
cobre en la tierra de una casa romana (?l, al lado del camino y del
Azud.»
Sin materiales.
m
MATERIALES DIVERSOS
Estos materiales no corresponden a ninguna tumba descrita por
Flores; puede tratarse de materiales de superficie, procedentes, quizás, de tumbas destruidas.
1. Cuenco hemiesférico de borde vuelto, hecho a mano, pasta gris
rojiza con zonas tiznadas por el fuego. Tiene como degrasante
trocitos de pizarra, la pasta es porosa. El interior del borde está burdamente espatulado (fig. 15, Al.
2. Plato de pie marcado, borde ligeramente vuelto y carena en el
exterior, hecho a torno. Tiene una perforación circular en el
labio. Pasta en sandwich, de núcleo negruzco y exteriores rojizos, con degrasaD.te siliceo, porosa. En el interior tiene engobe
rojo cubierto por concreciones (fig. 15, Bl.
3. Fragmento de plato de borde vuelto ligeramente caido, hecho
a torno, con perforación circular en el labio. Pasta de color rojizo, porosa, con abundante degrasante sillceo. En ~1 interior
conserva un engobe rojo, cubierto de concreciones (fig. 15, C).
4. Fragmento de urna de cuello cillndrico y labio redondeado,
abultado hacia el exterior. Pasta negra, al interior, con abundante degrasante sillceo; el exterior de ésta, por las dos caras,
es castaño claro debido al espatulado. Esta última capa es exfoliable (fig. 15, D).
- 398 -
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NECROPOLIS DE BOUCHE
e
o
l'la. 15. -
llaterlalet probablemate de IUperftcle
-
399 -
27
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M. OSUNA Y J . REMESAL
28
5. Fragmento de pulser a de forma acorazonada, con extremo
aguzado y sección romboidal (fig. 16, A).
6. Aro de extremo sobrepasado (fig. 16, B).
7. Cinco fragmentos de escoplos diferentes, en bronce, de sección
cuadrangular (fig. 16-C, 1 al 5).
8. Fragmento de cerámica hecha a mano, de borde redondeado y
asa junto a éste. Pasta negra, con abundante mica como degrasante. Espatulada en el interior y exterior (fig. 16, D).
· ··- 9. Fragmento de pulsera de pizarra, de sección trapezoidal (fig.
16, E).
IV
TIPOLOGIA DE LOS ENTERRAMIENTOS
Los 52 enterramientos descritos por Flores tienen una serie de características comunes que nos permiten considerarlos como una necrópolis de ciclo corto.
B
-- -
o
e
o
Fig. 16. - Materlalea de auperftcie
- 400-
5 ....
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NRCROPOLIS DB BOLICHE
29
Todas se presentan como «Hoyos hechos en la arena», según el decir de Flores, algunos de estos hoyos han sido arreglados y «reformados con piedras», debido, quizás, a la movilidad del terreno, pues algunos fueron cavados en la arena. Flores diferencia arena y terreno,
se da más frecuencia de sepulturas «arregladas con losas» entre las
«hechas en la arena». Las sepulturas números 3 y 31 parecen haber sido cistas perfectamente delimitadas.
De la gran mayoría nos consta que fueron tapadas con q>iedras y
barro».
Flores, al describir las sepulturas números 13 y 26, ha~ constar
que el cadáver se incine:ró en otro lugar. Esta exclusión·nos· obliga a
pensar que todos los demás cadáveres fueron incinerados en el emplazamiento de su tumba, algunas, como la núm. 7, de 1,90 metros de
hondo, 1 metro de largo y 90 centímetros de ancho podrían permitirlo, pero en otras, como la núm. 15, de 50 cms. de diámetro y 40 cms.
de hondo, no creemos que se puediese incinerar el cadáver, por tanto
pensamos que éstos debieron ser quemados en otro lugar y traídos los
restos junto con materiales de la pira y el ajuar, lo que explicaría también la presencia de carbón en ~gunas de la. sepulturas.
s
Dos quintas partes de los enterramientos son circulares, el resto
más o menos rectangulares, pero dada la coincidencia de ajuares, formas de «arreglo de tumbas» y manera de cerrar las sepulturas, creemos que son contemporáneas y que la diferencia estriba únicamente
en el modo de excavar el hueco. Si esta diferenciación es algo debido
al tipo de terreno o bien implicaba una distinción social, por sexos o
estatus, y, en este caso, nos está apuntando hacia distintos tipos de ritos funerarios, es algo que se nos escapa.
Al decir de Flores, las piras se encendieron con olivo, pino, carrasca o encina.
En algunas tumbas han aparecido frutos quemados y re~tos de
cestería (sep. 3 y 21), ofreciéndonos asi noticias que confirman la
existencia de un ritual en el que, junto al cadáver, se arrojaban a la
pira no sólo objetos de uso personal del difunto, sino también alimentos.
Unicamente las sepulturas núms. 4, 27, 30, 41 y 48 (esta última
no entregada al M.A.N.) contenian urnas. Se nos escapa totalmente el
significado de esta diferencia, apreciable también en la Joya (Huelva).
De los cortes estratigráficos conservados entre los manuscritos
(fig. 2, a) se puede deducir que la tumba núm. 5 alteró en parte la estructura de la 6, que sobre la núm. 5 se inst aló la núm. 3 y que, por el
dibtijo, se puede entender que la núm. 3 era una cista y que estaba a
la misma altura que la núm. 4, diferenciándose entre si por la planta.
51
40 1 -
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M . OSUNA Y J . REMESAL
30
Del otro corte conservado (.fig. 2, b) en el que,junto a éste, aparece
la planta, se desprende que la núm. 41 está sobre la núm. 40, y que
entre las núms. 38 y 39 existe una ligera superposición. Probablemente las núms. 38, 39 y 40 pertenecen al mismo horizonte.
Carecemos del ajuar de la núm. 41 , de la que Flores afirma que
contenía «tiestos de vasijas antiguas (indígenas, cartaginesas) ...», para
poder comparar con el sjar de la tumba 40, de la que conservamos un
plato de cerámica grls que apareció junto a una lucerna paleopúnica
.bicorne y un adorno de plata, publicado por Siret (6).
Hemos intentando reconstruir la planta de la necrópolis a partir
de los datos de-Flor,esl pero resulta imposible obtener un plano.. coherente al no conocer los puntos de referencia usados por él. De todos
modos podemos concluir que las tumbas se hallaban agrupadas, al
menos, en.tres grupos, como confirman-los dibujos de las catas hechos
por Siret (fig. 2).
A) De. la núm. 1 a la 36, llamadas por Flores «Loma de Boliche».
B) De la núm. 37 a la 49, señaladas como «Loma de. Boliche, faja
de._
Guadalupe», distantes· 21 metros del grupo A.
C) Las restantes núm. i y 2, del «pie de la Loma de Boliche>ra 142
metros de la núm.; ~?. · integrada en el grupo/\.
· En el primer conjuntO s'e aiternan las plantas - ectangulares (el39
r
por ciento del total) con las circUlares. En el segundo todas son rec.:
tangulares. Entre las dos tumbas del tercer grupo existe un,a clara diferencia ya. que la núm. 1, sólo a 60 cm. de profundidad, parece ser
por sus dimensiones una inhumación de fecha incierta, mientras que
la núm.. 2, a ·2 metro~ de profundidad, es, por sús características, similar a las Qe·los grupos A'y B (7).
V
DESCRIPCION DE LOS MATERIALES
A. CERAMICÁ
Centramos nuestro· estudio en las piezas que pueden aportarnos
datos arqueológicos: la copa de la sepultura núm. 1 (.fig. 4, Lám. I), la
(6) SIRET op. cit., pág. 434.
.
(7) Por la descripción que Flores hace de las tumbas núm. 49 y núm. 1 y 2 del «p~e de la
Loma de Boliche» y por haber dib¡ijado burdainente un cráneo humano, técnica utilizada por
él en sus manuscritos para indicar una inhumación, creemos que estas tumbas citadas pueden ser inhumaciones extraiias dentro del contexto general en el que aparecen.
- 402 -
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NECl\OPOLIS DE BOLICHE
31
urna de la tumba núm. 4 (fig. 5, Lám. II) y la de orejetas del enterramiento núm. 27 (fig. 11, Lám. ill).
En ellas la decóración es a bandas, monocromas, a excepción de
la copa en la que hay dos tonalidades de ocre.
Cintas, tomando como válido el dibujo de Siret (8) publica la urna de la tumba núm. 4 con menos bandas de las que tiene, fechándola
coi:no tipo de los siglos IV-III a. C. (9). La copa de la sepultura núm. 1
está publicada por Siret ( 1O), pero sin indicar la decoración. De la urna de orejetas no nos dice nada en su publicación el arqueólogo belga.
'E n relación con la copa de la sepultura núm. 1 no hemos encontrado. ..un paralelo claro. en la península (ll)...Por las-características ·de
forma, pasta y decoración, pensamos·que esta pieza puede relacionarde
se con tipos chipriotas, muy abundantes, aunqlie la nuestra carece asas y' ~1 pie es ligeramente diferente. En cuanto a su cro~o1ogfa, tomamos como punto de referencia el huevo de avestruz que completa
el ajuar de esta tumba Üig. 4, Lám. I), consider!ido por Asttuc {12) del
tipo la de Villaricos y fechado por ·ella en el s. VI a. ~ . (13).
La urna de la sepultura núm. 4, fechada por Cintas (14) en los si-·
. glos IV-m a. C., tiei;le paralelos en Carmona y Mogador (15). Este mismo tipo de urna está fechado por Fletcher (16) en la necrópolis de ·s olivella en el s. V. Optamos por la fecha de éste último dado que lamayorfa de los materiales de nuestra necrópolis se fech~ en los s. VI-V
a. C.
La urna de -orejetas de la núm. 2 7 tiene paralelos tanto en la
Penfnsula Ibérica como en.el.Sur de Fraricia, Norte de Africa y Cardeña. Piezas similares a la nuestra se encuentran en lá necrópolis de Le
(8) SIRET, ó'p. cit., pég. 432.
(9) P. CINTAS: cCerámique Punique». Papa, 1950, pég. 65, núm. 25 bis.
(10) SIRET, op. cit., pég. 432.
·
. (11) Bn este mismo contexto cultural, aunque de distinto tipo, pueden verse en:
G. B. BONSOR y R. ~OUVBNOT: ~ecropole Ib_rlque·de Setetlllu. Bíbliothéque de L'Eé
cole des Hautes Etudes Hispaniques, XIV, Paria, 1928, pég. 42, fig.. 31.
J . M. LUZON y D. RUIZ MAT!-: «Las rafees de Córdoba. Estratigrafia de la colina de los
Quemados». Córdoba, 1973, pég. 20, Lém. XIX b.
.
M. M. ALVES DIAZ y otros: «Duas Necrópoles de Idade do Fen:o no bafxo Alentejo: Ourique». O. ArqUeólogo Portugués, Serie m, vol. IV. Lisboa, 1970, pég. 200.
(12) ASTRUC, op. cit. pág. 162.
.
(13) ASTRUC, op. 'cit. pág. 185.
(14) CINTAS, op. cit. pág. 65, núm. 25 bis.
. .
(15) P. CINTAS: cContríbution a l'Etude de l'expansion Carthaginoise au Maroc». Paris,
195~. pág. 84 y 85.
(16) D. FLETCHBR VALLS: cLa Necrópolis de la Solivellu. Trall~os ' varios del S.I.P.
núm. 32. Valencia, 1965, pág. 57.
·
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M. OSUNA Y J . 1\EMESAL
32
Grand Bassin 11, en la sepultura núm. 14 (17 ), fechadas entre el550540 (18). En Españá están datadas por Pellicer en el s. V (19) y por
Fletcher (20) en el mismo siglo, fecha por la que nos inclinamos.
En la tumba núm. 10 (fig. 8) y entre los materiales diversos (tig.
15) aparecen fragmentos de platos de barniz rojo, similares a los de la
Joya (21).
En la sepultura núm. 40 aparece un plato de cerámica gris asociado a una lucerna bicorne, de la que solamente conservamos el dibujo
de Flores y Siret que no nos permiten sacar conclusiones tipológicas.
Las cerámicas a mano son similares a las que aparecen en este tipo de necrópolis .de la Península, pero carecemos de una .serie suficientemente numerosa que nos pudiese permitir su estudio.
B. HUEVOS DE AVESTRUZ
En cuanto a los huevos de avestruz conservamos uno casi completo en la sepultura núm. 1 (tig. 4, Lám. 1) y fragmentos de oir'o en la
núm. 47 (tig. 14), en los que la decoración se encuentra muy deteriorada. Astruc (22) fecha estos huevos en el periodo la, en el s. VI a. C.
Presentamos uh mapa de dispersión de estos restos arqueológicos
en la PenínsUla Ibérica (tig. 19) (23).
C.
B~SACORAZONADOS
Estas piezas han aparecido en la mayoría de los yacimientos que
se encuentran agrupados bajo la denominación de «orientalizantes».
En Boliche hay dos ejemplares: el de la sepultura núm. 35 (tig. 6, 7) y
un fragmento de otro, aparecido en superficie, de alguna tumba destruida (tig. 16, A).
(17) J . J . JULLY y S. NORDSTROM: «V ases á oreilletes perforées». Arch. Prebist. Levantina. XI, 1962, pág. 2, flg. l.
(18) JULLY y NORDSTROM, op. cit. pág. 5, n.o ta 11.
(19) M. PBUJCBR: «Las Primitivas Cerámicas a torno pintadas hispánicas». Archivo Espatiol de Arqueologia, ndm. 41. Madrid, 1968, pág. 60 y ss.
(20) FLBTCHER VALLS, op. cit.
.
(211 J . P. GARRIDO ROIZ: cBxcavaciones en la necrópoU, de la Joya. Huelva.. Exc. Arqu. en Espatia, nllln. 71 . Madrid, 1970, pág. 54.
(22) ASTRUC, op. cit. pág. 162 y 185.
(23) Af'ladimos a los citados por M. PONSICH en cl\echerches archeologiques á Tanger et
dans sa region», C.N.R.S.Parls, 1970, pág. 139, ftg. 46, los de Antas, cColeccl.ó n Siret» fondos
del M.A.N., Inédito, los d.e Adra, comunicación personal de D. M. Pernl1ndez Miranda, Cerro
de la Mezquitilla (Málaga), comunicación personal de los colaboradores de Gran Aymerlch y ,
por ñltlmo, La Joya (Huelva), sepultura ndm. 18, comunicación personal de J . P. Garrido
1\oiz.
- 404 -
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NECROPOUS DE BOUCHE
33
No pensamos que los prototipos sean indoeuropeos, como cree Siret, nos inclinamos a considerarlos productos del Mediterráneo oriental que se difunden tanto para Oriente como para Occidente. En
Oriente una de las piezas más antiguas que conocemos es uno de oro
rematado pór dos grifos que forma parte del tesoro de Oxus (en el que,
por cierto, existe un carro votivo con elementos similares al de la tumba núm. 17 de la Joya) fechado en el s. VI a. C. (fig. 17 A) (24). En Occidente, y como prueba de antigüedad de e.sta forma, creemos que
puede relacionarse este tipo de brazaletes con los aros de los
colgantes-sellos de la Aliseda (25).
De Chipre es el que reprod~cim:os e~ ~a fig. núm. 17, considerado
· por Gjerstad c·oino ·értípo 2 que caracteriza el periodo Chipriota clásico (475-325) (26), en el que los remates son cabezas de carneros.
Otros tipo aparecidos en Chipre tienen cabezas de vacas o leones, los
alambres suelen ser de sección circular u ovoide. Las figuraciones están a veces ornamentadas con trab~o de filigrana o granulado. Los tipos chipriotas son de oro macizo o bien de bronce plateado o dorado
(27). Esta misma pieza está considerada por Becatti como de arte
greco-escita del periodo clásico, siglos V-IV a. C. (28).
Por último nos referiremos a los brazaletes de este tipo en oro, rematados por cabezas de leones, que se conservan en el Louvre, considerados de época aqueménida y fechados en el s. IV por Hwort (29).
Los bra.zaletes de este tipo aparecidos en la península que hemos
podido localizar son de bronce, a excepción de dos de oro procedentes
de Setefilla (30) y con ligeras variantes con respecto a los de Boliche.
Los remates suelen ser motivos geométricos que quizás representan
cabezas estilizadas de serpiente.
Aparte de los de Setefilla (donde además de los mencionados de
oro hay otro de bronce) (31), Cruz del Negro (32), el Carambolo (33),
(241 K. JETTMAR: «El arte de las estepas euroasiéticau. Barcelon~ . 1966, pég. 232.
(251 J . M. BLAZOUEZ MARTINEZ: «Tartesos y los orígenes de la colonización fenicia en
Occidente•. Salamanca, 1968.
(26) B. GJERSTAD: «The Swedish Cyprus Expeditiom, vol. IV, parte 2 .•. Estocolmo,
1948, pég. 222, 427 y 479.
(271 GJERSTAD, op. cit., fig. 36, pég. 427.
(281 G. BBCATTI: «Orificerie antichet. Roma, 1955, pég. 193, Lém. XCV, nllm. 369.
(29) J . RWORT: clran b. Génova, 1965, Lém. 149. Pueden verse así mismo en L. VANDEN BERGRE: «Archeologie de l'Iran Ancient. Leiden, 1966, tém. 106, b.
(30) BONSOR y TROUVENOT, op. cit., pég. 26, Lém. VII, 2, estas dos piezas son de oro.
(31) BONSOR y TROUVENOT, op. cit, pég. 45, Lém. vm, fig. 33, núm. 5.
(3'21 G. BONSOR: eLes colonias agricoles prérromaines de la vallée du Betist. Rev. Archeologjche. París, 1899, pégs. 81-82, flgs. 96 y 98.
(331 J . M. CARRIAZO : «Tartesos y el Carambolot. Madrid, 1973, pégs. 310-311.
- 405 -
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M. OSUNA Y J . REMESAL
34
B
Plg. 17. - A: Brualete de Oxua; B: Brazalete de Chipre
(1/21
Castro de tara (34), Sanchorreja (35), Cerro del Berrueco (36), la Joya
(37) y Boliche, damos a conocer alg\lnos que se conservan en el M. A.
N. Los núms. 8145, 8148 y 8150 proceden de «una zona de 40 leguas
entre las provincias de Palencia y Valladolid» (38), de los demás no te(341 J. L. MONTEVERDE: d.os castros de Lara.t. Zephyrus, IX. Salamanca, 1958, pág.
197 ; citados también por W. SCHULE; «Die Meseta-Kulturen der Iberischen Halbinseb.
Berlin, 1969, tomo ll, Lám. 156, núms. 13 y 14.
.
(35) J. MALUOUBR DE MOTES Y NICOLAU: cEl castro de los Castillejos en Sanchorreja.t.
Avila, 1958, pág. 69, fig. 19.
(36) J . MALUOUER DE MOTES Y NICOLAU: «Excavaciones en el Cerro del Berrueco».
Salamanca,· 1958, pág. 92, Lám. XIll.
(371 GARRIDO ROIZ, op. cit. pág. 19, fig. 10,2.
(381 M.A.N., expediente 1878/ 9.
- 406 -
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NECROPOUS DE BOLICHE
35
•
8145
- -- -
o
5 cm
Flg. 18.- B r . - - del MUMO Arqueológico Nacional
---•-·-
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36
M. OSUNA Y J . REMESAL
Jig. 19.-DilpenióD peninl'llar de Jol h118VOI de aveltrwl: 1) AJcécer ~ Sal; 21 Buelva; 31
Carmona; 4) ctclls; 8) ~~Alaga; 8) Me.qultiDa; 7) Almuhcar; 8) Adra; 9) Antu; 10) Boliche;
111 La Alhufereta
- 408 -
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NECROPOUS DE BOUCHE
37
Fig. 20. - Di1peni6n peninsular de loa bJ¡az;aleteaacorazonadoa: 11 Alcácer do Sal ; 2) Ado
Mealha Nova; 3) La Joya; 4) Bl Carambolo; 5) Cru del Negro; 6) Seterula; 7) Boliche; 8 ) Castro de Lara; 9) Provbu:ia de Palencia (plaaa 11. A. N.); 10) Sanchorrtüa; 11) B1 Berrueco
- 409 52
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M. OSUNA Y J .. .REMESAL
38
nemos noti.cias de 'su procedencia (fig. 18). Dé Portugal conocemos los
de Aloácer do Sal (39) y A-do .Mealha Nova (40).
· E;n <:uanto a su cronología pensamos que estos brazaletes acorazonados de la peninsula pueden considerarse enclavados entre los s.
VII-V a. C:, nunca con anterioridad a nu~stra primera fecha (fig. 20).
D. CUENTAS DE ORO
. En Salamina (41) están fechadas en el siglo VIll cuentas shnilares
a las nuestras. Gjerstard (42) las considera del tipo 2 con una vigencia
desde el 1050 al 475 a. C. (43), fecha esta última acorde con nuestra
necrópolis. · ·
·
E. ·ADEREZO
La pieza de };)ronce. de imestr~ sepultura 12 está clasificada por
Fletcher como pieza de collar (44), mientras que para Catling (45), que
encuentra otras similares en Chipre, son ligazones de arnés .
. VI
CONCLUSIONES
Consideramos; como Siret,. que ·en esta necrópolis hay una ililbricación de elementos culturales diferentes:
A.-B~ementos indfgenas:
Rito de incineración( técnica de construcéión de los enterramien-
tos, cerámicas a mano.
(39) V. CORREIA: cUna conRréncia sObre a Necropole de Alcácer do Sab. Biblos, n(un. 7.
Coimbra, 1925, pég. 20.
.
·
·
(4{)) ALVES DIAS, op. cit., pág. 201. .
.
(41) V. KARAGEORGHIS: cSalami.s in Cyprus Homeric, Hellenisüque and Romam. Londres, 1969, pág. 34, tlg. 4 . .
(42) GJERSTAD, op. cit., pág. 164, tlg. 35, 9.
(43) GJERSTAD, op. cit., pág. 427.
.
(44) FLETCHER VAÍ.LS, op. éit.
(45) H. CATUNG: «Cypriot Bronzeworlt in the Mycenaeán Worldll. Oxford, .l964, pág.
262, fig. 23, 5 y 6, ·Lám: XLVill.
- 410 -
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NECROPOUS DE BOUCHE
39
B.-Elementos importados:
Huevos de avestruz, cuenta de pasta vitre a, cuentas de oro, lucerna bicorne, brazaletes acorazonados.
Esta imbricación cultural aparece como caracterfstica de los yacimientos consideradQs «orientalizantes».
Los elementos materiales importados nos inclinan a ·enclavar cronológicamente la utilización de Boliche como necrópolis entre los siglos VII y VI a. C. Aunque aparecen también algunos materiales fe·chables en el s. V a. C.
- 411 -
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OSUNA y REMESAL.-Boliche
LAM. l
Ajuar !le la sepultura 1
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OSUNA y REMESAL.- Boliche
LAM. 11
e
al Tumba 4. bl Cerámica de la sepultura 11. e) J\juar de la sepultura 12 (2/ 11
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OSUN.A y REMESAL.-Boliche
LAM. lll
Urna de la sepultura 27
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OSUNA y REMESAL.-Boliche
LAM. IV
a
e
llllllllllll
mm
al Brazalete acorazonado de la tumba 35. bl Plato gris de la sepultura 40. el Cuentas de oro
de la sepultura 43
[page-n-425]
ARCHIVO DB PRBliiSTOJUA LEVANTINA
VOL. XVI (Valencla, 1981)
G. MOROTE BARBERA
(Valencia)
UNA ESTELA DE GUERRERO CON ESPADA
DE ANTENAS EN LA NECROPOLIS IBERICA
DE ALTEA LA VELLA
(Altea, Alicante)
1
DESCUBRIMIENTO
En 1972, al realizar unas obras de canalización de aguas en los
campos en que se enclava la necrópolis ibérica de Altea la Vella, se
descubrieron una serie de enterramientos en urnas de orejetas perforadas, hoy depositadas en el Museo de Prehistoria de la Excelentísima
Diputación Provincial de Valencia (1) y en colecciones particulares
(2). Avisados por el dueño del terreno se personaron en el lugar del
hallazgo Don Carlos Sánchez Cutillas y Don Juan Rodrfguez Castañares, quienes procedieron al salvamento de los restos encontrados (fig.
1; Lám.. 1).
Junto a estas urnas apareció la estela de guerrero, motivo del presente trabajo, y que los descubridores de la misma depositaron en el
Ayuntamiento de Altea, donde se encuentra debidamente protegida
gracias al interés especial que el alcalde de esta localidad, Don Juan
Alvado Pérez, ha puesto al conocer la importancia de la misma.
(1) Agradecemos al S.I.P. de Valencia las facilidades concedidas para el estudio de los
materiales depositados en el Museo de Prehistoria de la Excma. Dip. Provincial de .Valencia.
(21 Desde estas lineas agradecemos pó.blicamente la amable colaboración prestada por
D. José M.• Plenelles (Altea), D. Juan Rodrfguez Castaiiares (Altea) y D. Julio Agosti (Altea).
- 417 .53
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2
G. :MOROTE BARBERA
.Fig. l . - Empluamlento de Altea la Vella
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ESTELA DE GUERRERO
3
n
LA ESTELA Y EL CONTEXTO ARQUEOLOGICO
A) La
estela
Se trata de una gran pieza de piedra arenisca de grano flno, muy
frecuente en la zona.
Las dimensiones en cm. de la estela son las siguientes:
. - .. . ...
Al~ura .tota}l ! o~ ~m!
Anchura media, 29 cm.
Grosor medio, 20 cm.
Se encontró fracturada en dos trozos que encajan perfectamente,
observándose además algunos desconchados que no afectan de modo
irreparable las representaciones esquemáticas de la misma; tan sólo
en la parte inferior se ha producido la pérdida de un trozo que afecta ·
a los pies del guerrero, pero se conserva lo suficiente como para poder
apreciar perfectamente los rasgos de éstos.
La configuración antropomórfica de la pieza es evidente; los marcados hombros, la elevación clára del cuello y la perforación existente
en la parte superior de éste, alli donde d~bió estar situada la cabeza
del guerrero, no dejan lugar a dudas.
La representación esquemática del guerrero en las diferentes caras de la estela es como sigue:
Parte frontal. - Los hombros marcados del guerrero delimitan el
cuello y el eS'cote en V de la vestimenta que le cubrfa. De la punta del
escote surge un cuchillo afalcatado cuya longitud, 17 cm., debe corresponder a la real. A la altura de este cuchillo afalcatado surge la
mano izquierda del guerrero y por deb~o del mismo la mano derecha,
ambas apoyándose sobre la caja torácica, delimitada ésta por el cinturón de 7 cm. de anchura existente a 58,5 cm. del cuello. En la parte
inferior de la estela se representan los pies del guerrero, cuya longitud
conservada en el derecho es de 16 cm. y de 8 en el izquierdo (flg. 2;
Lám. IIa).
Lado derecho. - La imagen gráflca que ofrece este lado es, quizá,
la más importante, pues en ella existe uno de los elementos principales para la datación cronológica de esta estela.
Se observa aqui cómo el brazo, cuya longitud total, incluida la
mano, es de 71 cm., arranca del hombro flexionándose en el codo pa- 419 -
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1
1
1
_1_ _
Fig. 2.- DeHrrollo de la ntela de Altea la vena. (Alt. 108 cm.)
[page-n-429]
ESTELA DE GUBRRBRO
6
ra posarse en el tercio inferior del tórax. A la altura del codo y del antebrazo surgP una espada de antenas (en sentido trasversal a esta cara de la pieza) cuya punta descansa en la parte inferior del cinturón,
que viene prolongándose de la parte frontal (fig. 2 ; Lám. illa).
Lado izquierdo. - Igualmente en este lado se aprecia cómo el brazo surge del hombro para flexionarse a la altura del codo y apoya la
mano en el tercio superior del tórax; el cinturón se prolonga por este
lado con las mismas dimensiones que en la parte central (fig. 2 ; Lám.
IIIb).
Parte posterior. ...:.. En ·e ste lado sólo "M . Visible la· córitiiiüadón del
escote que ya observamos en la parte frontal, siendo sus dimensiones
prácticamente iguales en ambos casos; a esto sólo hay que añadir la
representación del cinturón, dando asf la vuelta completa a la pieza
(Lám. llb).
Análisis de las armas y otros objetos representados:
l. I.a espada de antenas. -Este tipo de espadas pertenecen al
mundo céltico como se ha podido comprobar tras los hallazgos realizados en las diversas necrópolis del periodo hallstático y de La Tene,
tanto en su zona de difusión europea como en la Península.
Las investigaciones realizadas hasta el presente (3) parecen indicar que este tipo de espada no se puede relacionar con el mundo ibérico (4), ya que se considera que el tipo de espada utilizado por éstos es
la falcata (5).
La aparicióD, pues, de espadas de antenas en poblados y necrópo ·
lis ibéricas (6) debe ser considerado como parte integrante de las rela ciones culturales entre los pueblos celtas e iberos, o bien, según otras
teorías (7), a inflltraciones celtas dentro de las zonas ibéricas.
La aparición de los dos tipos de espada (de antenas y falcatas) en
una misma necrópolis pone de relieve la coexistencia de ambos ele·
(3) D. PLETCHER VALLS: «Los problemas de la cultura ibéricu. Trabl\los varios del
S.I.P. ndm. 22, Valencia, 1960, pág. 159.
(4) P. LATORRE NUEVALOS: «Aproximación al estudio del armamento ibérico levanti·
not. Departamento de Historia Antigua, Universidad de Valencia, serie arqueológica núm. 6.
Valencia, 1979, pág. 159.
(5) PLETCHBR VALLS, op. cit., nota 3.
(6) E. CUADRADO: cUn pueblo prehistórico hispano: Los IberoSit. Las RaJces de Espada.
Madrid, 1960.
(7) P. BOSCH GIMPB. A: cL'estat actual del coneixement de la civilitzacio ibérica del
R
regne de Valénciu. Anuarl de l'Institut d'Estudis Catalans, any V, MCMXV-XX, pá,gs. 624629. Barcelona, 1915-20.
- 421 -
[page-n-430]
6
G. MOROTB BARBBl\A
mentos, por lo que su cronología debe ser matizada debidamente. Por
una parte se ha intentado precisar que la falcata es introducida en las
costumbres ibéricas como consecuencia de las guerras del 369-368,
en la que los iberos intervienen como mercenarios al servicio de Dionisia de Siracusa (8), aunque, como bien matiza Fletcher (9), hay que
situarlas en los momentos fmales del siglo V, dado que se encuentran
en poblados cuya destrucción se fecha a mediados del siglo IV.
Por su parte, las espadas de antenas tienen una clasificación más
compleja; desde las de grandes antenas fechadas a partir del siglo VI,
hasta las de antenas atrofiadas convertidas en simples botones que se
. sitúan en tornQ al sigl.o IV (1 O).~
.
.
La espada que incorpora esta estela tiene las siguientes características:
Longitud total, 40,1 cm.
Ancho medio de la hoja, 3,4 cm.
Dimensiones que son comunes a este tipo de espada. De 33,9 cm.
a 45'3 cm. oscilan las halladas en necrópolis hallstatticas de la región de Arcachon (Francia) (11 ), mientras que las encontradas en las
necrópolis ibéricas de la Peninsula suelen tener unos 45 cm., y rara
vez alcanzan los 65 cm., como bien indica Vilasec.a (12).
Las antenas o gavilanes adquieren la forma de U tanto en la parte
superior como en la inferior de los dos cuerpos que contiene la empuñadura. Los gavilanes se prolongan mediante unas protuberancias
hacia el centro de la empuñadura, pretendiendo proteger así la mano
(fig. 2 ; Lám. IV).
2. El cuchillo afalcatado. -Otra de las armas representadas en
esta estela es un cuchillo afalcatado situado a la altura del tercio medio del tórax; sus dimensiones son:
Longitud total, 1 7,O cm.
Anchura máxima de la hoja, 3,2 cm.
(8) H. SANDARS: «The Weapons of the Iberi8JW. Archaeologie, LXIV. Oxford, 1913.
(9) PLRTCHER VALLS, op. cit., note 3.
(10) W. SCHULE: cDie Mesete Kulturen. Der Iberischen Halbinseb. Madrider Forschungen, Band 3. Berlin, 1969; Chronologische Tabelle.
(11) J . P. MOREN y A. COFFYN : eLes Necropoles Hallstattiennes de la Region d'Arcachon.t. Bibliotheca Praehistórica Hispana, vol. XI. Madrid, 1970, pág. 117.
(12) S. VILASECA ANGUERA, J . M.• SOLE CASELLES y R. MMm GUELL: cLa Necrópolis
de Can Canys (Banyeres~ prov. de Tarragona)t. Trahl\)os de Prehistoria, nó.m. VID. Sell$ario de Historia Primitiva del Hombre de }a Universidad de Madrid y del Instituto Español de
Prehistoria del C.S.I.C., Madrid, 1963, pág. 41.
- 422 -
[page-n-431]
ESTELA DE GUERRERO
7
Por sus características debe corresponder a las medidas reales de
la pieza que sirvió de modelo (fig. 2; Lám. II)..
3. El cinturón. - Completando el indumento del guerrero representado en la estela existe un cinturón de 7 cm. de anchura que rodea
totalmente la cintura. En él no se observa representaciones de broche
u otro tipo de engarce (fig. 2; Lám. n a IV).
Otro útil representado podría ser una posible manopla que el guerrero parece estar llevando en su mano derecha.
La doble representación de la mano y las dos líneas que cruzándose en a.~pa .se ~ro~on~~ ~~~i.~ e.l ~r~ZC?. a~~_lo P~l':'ecen e.s~~r ind~c~go_.
En apoyo de esta idea está el marcado surco de la doble mano. Sin
embargo, no hay que descartar que el grabador pretendiera rectificar
la representación de la misma. Manoplas de este tipo las podemos observar en las pinturas de los vasos cerámicos ibéricos.
B} El contexto arqueológico
Tras diversas conversaciones mantenidas con los descubridores
de estos materiales, se ha podido establecer la consiguiente relación y
disposición de las distintas piezas encontradas (fig. 3 y 4). Esta era como sigue:
Todas las urnas fueron encontradas en una sola fila a unos 45 cm.
de profundidad, protegida por unas losetas de piedra arenisca de reducidas dimensiones (13).
La estela se encontraba en medio de este conjunto, puesta totalmente de pie, encontrándose la parte superior a unos 25 cm. de la superficie (fig. 3).
En total se sacaron nueve urnas completas, conociéndose la destrucción de algunas más en los trabajos previos a la canalización.
Se conoce la aparición de material de bronce (posible ajuar) junto
a la estela, así como de cerámica ática de barniz negro, todo ello hoy
desaparecido.
Las urnas representadas son las siguientes:
113) Algunas de ellas las conserva D. Carlos Sánchez Cutillas, a quien agradecemos la información.
-
423 -
[page-n-432]
[page-n-433]
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G. MOROTE BAlUIERA
10
1. Urna tipo Solivella, 2, 3, 6, de perfil púiforme, de onjeta.s y tapadera de cogedor en botón y una
pequefta peñoración cerca de éfle. Va decorada con ftletes y &aiUu l.tlg. 6 ; Um. V). Sus dim.ensiones
son:
Altura máxima, 24, 6 cm.
Anchura máxima, 22,2 cm.
Bata urna es propiedad de Juan Rodriguez CUtaAares (Alt.ea) (14).
2. Urna tipo Sollvalla, 2, 3, 6, de perftl púiforme, de onjetu y tapadera de cogedor en botón. Tiene
una pequeAa peñoración hacia la mitad de la tapadera. No se le ha Umpiado la tierra que tiene adherida,
por lo que no sabemos qué tipo de decoración condene (tlg. 6; Um. V}. Sus dimensiones son:
Altura múima, 27,6 cm.
Anchura máxima, 22,0 cm.
Propiedad de José M.• Planelles (Alt.ea).
... 3. Gran urna deoreje~. sh;l paral!!l~ _c:c¡p. _lu de SoJ,lv!'ll!l. Le falta la tapadera y su decoración es
prácticament.e nula por no haber sido Umplada de la tierra que tiene adherida lflg. 6 ; Láin. VI). Sus dlmene.iones son:
Altura máxima, 28,1 cm.
Anchura máxima, 24,9 cm.
Propiedad de Julio Agosti (Alt.ea).
4. Urna tipo Sollvella, 7, 12, 13, 15, de perftl ovoide, de onjetas y tapadera de cogedor en botón. Ve
decorada con filetes y ~u (flg. 5; Lám. VI). Sus dimensiones son:
Altura máxima, 31,8 cm.
Anchura máxima, 28,2 cm.
El botón t.ermlnal de la tapadera lleva unu incisiones en forma de aspa, segurament.e como marca de
distinción.
Propiedad del Museo de Prehbtoria de Valencia, donada por D. Carlos Sánchez Cutillas.
6. Urna tipo Solivella, 7, 12, 13, 15, de perftl ovolde, de orejeC41 y tapadera de cogedor en botón. Va
decorada con ftletes, ~as y lineas trenzadas paralelas (tlg. 6 ; Um. vn1. Sus dimensiones son:
Altura máxima, 31,3 cm.
Anchura máxima, 24,9 cm.
Propiedad del Museo de Prehlstoria de Valencia, donada por D. Carlos Sánchez Cutlllas.
6. Urna sem~~Jant.e alas ant.erlores, de perfil ovoide, de orejetu y tapadera de cogedor en botón. Va
decorada con ftletes y fraJUas (flg. 6; Um. vn¡. Sus dimensiones son:
Altura máxima, 28,1 cm.
Anchura máxima, 22,6 cm.
Propiedad del Museo de Prehistoria de Valencia, donada por D. Carlos Sé.nchez Cutlllas.
7. Urna alargada semejant.e a las ant.erlores, de perftl ovoide, de or~~Jetaa y tapadera de cogedor en
disco. Va decorada con fr~as y ffiet.es, aunque su excesivo lavado ha ocasionado la pérdida de la mayor
part.e de la decoración lftg. 6; Lám. vnl). Sus dimensiones son:
Altura máxima, 33,6 cm.
Anchura múima, 22,8 cm.
Propiedad del Museo de Prehbtorla de Valencia, donada por D. Carlos Sé.nchez Cutillu.
8 . Urna tipo Sollvell~. 14, 17, de perfil ovoide con asu rematadas en orejeta. Le falta la tapadera.
Va decoradá con fr~as y tlfetes (ftg. 6; Lám. vnl). Sus dimensiones son:
·
Altura máxima, 26,7 cm.
Anchura máxima, 27,3 cm.
(14) D. FLETCHER VALLS: «La necrópolis de la Solivella (Alcalá de Chivert)t. Serie de
trablijos varios del S.I.P., núm. 32. Valencia, 1965, pág. 26 y ss.
-
426 -
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11
ESTELA DE GUERRERO
•
Flg. 5. - Urou de Altea la VIII! a (1/4)
-
427 -
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12
G. MOROTB BARBERA
~-·-""\
1
•
Flg. 8. - Ul'DU de Altea la Vieja (1/4)
,... 428 -
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BSTELA DB GUERRERO
13
Propiedad del MU180 de Prehlstoria de Valen~. donada por D. Carloe S'-nchez Cutillas.
9 . Urna tipo Sollvella, 2 , 3, 6 , de perfil piriforme; de"Orejew. Le falta la tapadera. Su decoración es
prácticamente nula por no haber sido limpiada de la tierra que tiene adherldaltlg. 7; Lém. IXI. Sus dimensiones son:
Altura méxima, 24,7 cm.
Anchura méxima, 26,0 cm.
Propiedad de Juan Rodrigues Cutatiares.
Todas las urnas están hechas a tomo, siendo su pasta porosa y relativamente compacta; decoradas con franjas y filetes, a excepción de
la núm. 5, que se complementa con líneas paralelas representando
una especie de cordoncillo trenzado.
..
.
.
.
Fig. 7. - (1/2)
III
CRONOLOGIA
Las representaciones antropomórficas de grabados sobre piedra
tienen una larga y duradera tradición en la Península Ibérica. Es en
la Edad del Bronce cuando se desarrolla esta costumbre con la peculiar característica de plasmar en estelas al guerrero muerto junto a
sus armas.
- 429 -
[page-n-438]
14
G. MOROTE BARBERA
Este tipo de estelas tiene amplia difusión en toda la Península en
esta época, destacando por su peculiar interés el conjunto de las encontradas en Extremadura, estudiadas detenidamente por M. Almagro Basch en 1966 (15).
Esta tradición continúa en la Edad del Hierro en las diferentes zonas de la Península; asi hay que mencionar las estelas de influencia
céltica en la zona del Duero o las celtibéricas del Bajo Aragón o las
propiamente ibéricas en la zona mediterránea, entre las que se encuentra la ahora estudiada.
Múltiples son los paralelos existentes en Europa y Mediterráneo
OcG.idental, aunque en_
nuestro caso sólo hay que destacar el grupo de
las estelas Daunicas, estudiadas por M. 8 Luísa. Nava en 1973-5 (16),
dada la gran afinidad estructural que con ellas tiene la estela de Altea
la Vella.
Un problema importante se plantea a la hora de establecer la cronología aproximada de la pieza estudiada.
Tres son los elementos que pueden ayudar a resolver este problema:
a) Las urnas de orejetas perforadas.
b) El cuchillo afalcatado.
e) La espada de antenas.
Las urnas de orejetas perforadas
Es conocida desde antiguo la existencia de este tipo de urna en la
zona aquf tratada.
Bosch Gimpera las menciona en su estudio dedicado al tema ibérico en 1923, situando cronológicamente el yacimiento en los siglos VIV a. J.C. (17).
«En Altea, además de las urnas esféricas con tapadera cónica, salen flbulas anulares y broches de cinturón de tres y cuatro púas,
con las escotaduras cerradas y piezas serpentiformes para clavar
las púas del cinturón» (18).
a)
(15) .M. ALMAGRO BASCH: cLas estelas decoradas del suroeste peninsulan. Bibliotheca
Praehistórica Hispana, vol. vm. .Madrid, 1966.
(161 .M.• LUISA NAVA: «Aspetti e problemi deUe Stele Daunie.t. Sibrium XD. Varese,
1973-5, pág. 249 y SS.
(17) BOSCH GI.MPERA, op. cit., nota 7.
(18) BOSCH GIMPERA, op. cit., nota 7.
- 430 -
[page-n-439]
ESTELA DE GUERRERO
16
Sin embargo, hay que indicar que no podemos tener la completa
seguridad de que se trate del mismo lugar en el que han aparecido.las
urnas y estela aquf estudiadas, ya que Bosch Gimpera no indica el lugar exacto de los hallazgos.
Por otro lado, estas urnas por si solas no ofrecen un valor cronológico serio.
Consideradas de origen «céltico» según Bosch Gimpera (19), se ha
venido a demostrar, y así lo creemos, que su origen debe buscarse en
el Mediterráneo oriental o central, desde donde se düundiria a las
costas de Francia y España (20) .
. Fletcher Valls est~l,ece Wla c:r;onologfa. q.lle en su momento de auge sitúa hacia mediados del siglo V (21 ).
Por su parte, Schüle (22) las sitúa en un horizonte algo más antiguo para la zona Languedoc-Cataluña-Andaluda, hacia el siglo VI,
mientras que para la Meseta las sitúa en pleno siglo V a. J .C.
La amplia oscilación cronológica (23) obliga a tener que considerar a este tipo de material cerámico como elemento auxiliar, sólo valorable si va acompañado de otros elementos de ajuar mejor conocidos.
El cuchillo afalcatado
Arma de amplia düusión en la Peninsula Ibérica. Se encuentra en
la mayoría de las necrópolis celtas e ibéricas estudiadas hasta la fecha (24), con una cronología tan amplia -del siglo VI al II a. J .C.-.
que su valor es nulo a la hora de servir de base para apoyar el estudio
cronológico de otros materiales.
b)
La espada de antenas
Es quizá el dato más significativo desde el punto de vista cronológico, aunque también ofrece ciertos problemas de correlación con los
otros elementos materiales.
e)
(19) D. FLET;CHE)\VALLS: «Las urnas de orejetas perforadaS».
de Arqueologla, Sévilla·Malaga. 1963. Zaragoza, 1964, pég. 306.
(201 FLETCHER VALLS, op. cit., nota 19, pég. 316.
(21 ) FLETCHER VALLS, op. cit., nota 19, pég. 3 17.
(2 2) SCHULE, op. cit., nota 10.
.(231 FLETCHER VALLS. op. cit., nota 19.
(24) SCHULB, op. cit., nota 10, cuadro.
- 431 -
vm Congreso Nacional
[page-n-440]
16
G. MOROTE BARBERA
Espadas de este tipo se-encuentran en las necr.ópolis de la primera
Edad del Hierro del Mediodía francés, así como en la mayoría de las
existentes en la Península Ibérica, ya sean de influencia celta o ibérica.
Su cronología varía del siglo VII al VI para las espadas con grandes gavilanes, y del V al 11 para las que han transformado las antenas
en simples botones (25).
Este último tipo de espada se encuentra en las pinturas de los vasos cerámicos de San Miguel de Liria, conviviendo ya con la falcata
por lo que debe concordar con ella en cronología.
en
un momento
Los tres elementos aquÍ mencionados conviven
determinado de la cultura ibérica, que oscila entre el siglo VI y principios del V, en opinión de Schüle (26), basándose en la cronología establecida por O. y J. Taffanell (27) para la tumba de Corno-Lauzo, situada en el 540 a. J .C., por una copa jónica de la forma B2, según la clasificación Villard-Vallet (28).
Sin embargo, habría que decir que desde la fecha de fabricación
de este tipo de copas jónicas, o cualquier otro tipo de material cerámico, transcurre un tiempo de utilización, agravado aún más por tratarse de cerámica importada, por cuyo motivo su cronología debe ser
ampliada notablemente, estableciéndose de esta forma un período lógico de vivencia que puede variar entre 15 y 25 años.
Por otro lado, la falta de otros materiales que puedan dar una cronología concreta impide valorar positivamente este hallazgo importante; en algún caso consideramos que la estela aquí estudiada, por
su característica y el tipo de espada de grandes antenas en ella representada, debe corresponder a los momentos finales del siglo VI o, con
más seguridad, al primer cuarto del siglo V.
(251 SCHULE, op. cit., nota 10, cuadro.
(261 SCHULE, op. cit., nota 10, cuadro.
(27) O. y J . TAFFANBLL: «Deux tombes de chefs a Mailhac (Aude)». Gallia, xvm. Parls,
1960, fas. 1, pág. 7.
1281 F. VILLARD·G. VALLET: «Lampes du VJie s. et chronologie des coupes ionienest.
Melanges d'Archeologie et d'Historie, publiés par l'Ecole Fran~;aise de Rome, 1955 (Megara
Hiblaea V.).
- 432 -
[page-n-441]
ESTELA DE GUERRERO
17
IV
LOS BROCHES DE CINTURON
Finalizado este estudio, conocimos la existencia de dos broches de
cinturón, únicos elementos metálicos que se conservan de esta necrópolis, y que hoy conserva Carmen Sánchez Cutillas en su colección
particular (29).
Por haber sido encontrados hacia principios de siglo, y desconociéndose actualmente el lugar exacto de su hallazgo, los publicamos
··
· · ..
como anexo al ·contexto anteriór.
Se trata de dos broches de cinturón de tres púas y escotadura, cerrada, reseñados por Almarche en 1918 (30) (Lám. X).
«...y dos broches perfectamente conservados que guarda en su colección D. Francisco Martínez, semejantes en su forma a los de
Ampurias y a los encontrados por el Excmo. Sr. Marqués de Cerralbo en sus excavaciones de Híges en Guadahyara».
Este tipo de broches de cinturón tienen una gran difusión por la
_
Península, localizándose en las necrópolis de Solivella, Oriola, El Molar, Peraleda, Can Canyis, etc. En la Solivella aparecieron seis de estos broches junto con otros de dos y una púa; de la Oriola se conocen
cinco de estas piezas (3 1).
La aparición de este tipo de broche de cinturón debe situarse alrededor del 500 a. J .C., conviviendo con los tipos de una y dos púas.
da
Cuadrado (32)_ para los broches de Solivella una cronologfa que oscila entre el 525 y el 450 para los de uno y dos garfios, y del 500 al
400 para los de tres g'arfios. Fletcher matiza (33), para este tipo de
adorno metálico, que el paso de los broches de uno a varios ganchos
debió de ser lo suficientemente rápido para que los diversos tipos convivan en este tipo de yacimiento.
(291 Agradecemos la amable colaboración prestada por D.• Carmen Sénchez Cutillas, al
facilitarnos las piezas para su estudio y publicación.
(301 F. ALMARCHE : «La antigua civilización ibérica en el Reino de Valenciu. Valencia,
1918, pég. 66.
(31) F. ESTEVE GALVEZ: cLa necrópolis ibérica de la Oriol a, cerca de Amposta (Tarragona)ll. Estudios Ibéricos, 5. Valencia, 1974.
(32) FLETCHER VALLS, op. cit., nota 14, pág. s¿.
(33) FLETCHER VALLS, op. cit., nota 14, pág. 53.
- 433 55
[page-n-442]
18
G. MOROTE BARBERA
-
-·· . - .. . ..
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t
[page-n-443]
ESTELA DE GUERRERO
19
Bosch Gimpera (34) les da una cronología más baja, entre los siglos V-IV a . J.C., dentro del conjunto de elementos encontra4os en la
necrópolis de Peralada:
- 2 espadas de antenas rematadas con botones
- 1 broche de cinturón de un gancho
- 2 broches de cinturón de dos ganchos
- 2 broches de cinturón de tres ganchos
existiendo entre los elementos cerámicos una tapa de urna de orejeta.
La tesis mantenida por algunos investigadores, por la cual los broches de cinturón de un garfio se relacionan con las urnas de orejeta
hechas a mano y sin decoración, y las ~~ ~os ~ t~es g_arfios co~ l_ s.ura
nás a torno y decoradas, es rebatid- por Maluquer (35), quien pone en
a
duda que «... el desarrollo de los garfios constituya un indicio cronológico como más de una vez se ha pretendido», dado que estos broches
aparecen por igual en ambos tipos de enterramientos.
V
YACIMIENTOS EN LOS QUE SE HAN ENCONTRADO VASIJAS
DE OREJETAS PERFORADAS (36) (fig. 8)
l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
La Guardia (Jaén).
Tugia (Peal de Becerro, Jaén).
Villarlcos (Al.merfa).
Llano de la Consolación (Montealegre del Castillo, Albacete).
Hoya de Santa Ana (Chinchilla, Albacete).
Casa del Monte {Valdeganga, Albacete).
El Molar (San Fulgencio, Alicante).
El Puntal (Salinas, Alicante).
9. ALTEA LA VELLA (ALTEA, AUCANTE).
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
La Serreta (Alcoy, Alicante).
El Puig (Alcoy, Alicante).
El Castellar (Oliva, Valencia).
La Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia).
Castellar de Meca (Ayora, Valencia).
Els Ebols (Alcudia de Carlet, Valencia).
Alteret de la Vintluitena (Albalat de la Ribera, Valencia).
La Carencia (Turfs. Valencia).
(34) P. BOSCH GIMPERA: cLa necrópolis de Peraleda». Anuarl de l'Institut d' Estudis Catalana, VI. Barcelona, 1923, pág. 59, fig. 353.
(35) J . MALUOUBR: cLa cultura hallstática en Cataluña». Ampurias, vn-vm. Barcelona. 1946, pág. 169.
(36) Tomado del mapa publicado por FLETCHBR VALLS en «Las urnas de orejetas perforadaS», op. cit.• nota 19, pág. 318.
- 436 -
[page-n-444]
20
A. MARTINEZ PRREZ
18. San Miguel de Liria (Valencia).
19. El Molino (Sinarcas, Valencia).
20. Ma.sia del Pla (Aranyuel, Castellón).
21. Mas Nou de Bemabé (Tirig, Castellónl.
22. Solivella (Alcalá de Chivert, Castellónl.
23. Oriola (Aplposta, Tarragona).
24. Can Canyis (Banyeres, Tarragona).
25. Tossal de les Tenalles (Sidamunt, Léridal.
26. Anseresa (Olius, Lérida).
27. San Miguel de Sorba (Solsona, Léridal.
28. Muralla NE. (Ampurias, Gerona).
29. Peralada (Gerona).
30. Piur6 del Barranc Fondo (Mazaleón, Teruel).
31. San Antonio (Calaceite, Teruell.
32. Azaila (Teruel) ..
33. Castelillo (Alloza, Teruel).
34. Aguilar de Anguita {Guadal~ara).
35. Osma-Gormaz (Soria).
36. Lara {Burgos).
37. La Atalaya (Cortes, Navarra).
38. La Torraza {Valtierra, Navarra).
39. Ibiza.
40. Grand Bassin II (Mailhac, Francia).
41. Cayla II (Mailhac, Francia).
42. La Monedlére (Bessan, Francia).
43. El Puig (Benicarl6, Castellón).
44. Pasico de San Pascual {Jumilla, Murcia).
- 436 -
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MOROT~.-Eatela
LAM. 1
de guerrero
A. - Vista de la necrópolis desde el norte
B. -Vista de la necrópolis desde Altea la Vella
-
4 37 -
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MOROTE.-Estela de guerrero
LAM.ll
A. - Parte frontal de la estela
B. -Parte posterior de la estela
- 438 -
[page-n-447]
LAM. m
MOROTE.- Estela de guerrero
B
A. - Lado derecho de la estela
B.- Lado izquierdo de la estela
- 439 -
[page-n-448]
LAM. IV
MOROTE.-Estela de guerrero
Detalle de la estela
- 440 -
[page-n-449]
MOROTE.-Bstela de guerrero
LAM. V
"'
"'
e
p
[page-n-450]
MOROTE.-Estela de guerrero
LAM. VI
[page-n-451]
!VlUMUTJ!..-t.steJa ae guerrero
J..lUY1. VU
[page-n-452]
MOROTE.-Estela de guerrero
LAM. VID
[page-n-453]
MOROTE.-Estela de guerrero
LAM. IX
1
9
Urna clneraria de la necrópolis de Altea la Vella
-
445 -
[page-n-454]
MOROTE.-Estela de guerrero
Broches de cinturón procedentes de la necrópolis de Altea la Vella
LAM. X
[page-n-455]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 198 11
D. SERRANO VAREZ
(Alcantarilla)
MATERIALES DE LA NECROPOLIS
DEL CABEZO DEL TIO PIO
I
INTRODUCCION
Con el presente trablijo pretendemos dar a conocer unos materiales de la necrópolis del Cabezo del Tío Pío en Archen.a (Murcia) .
. Los materiales se encuentran expuestos en el Museo de Prehisto·ria de la Excma. Diputación de Valencia, agradeciendo a su Director
las facilidades que para su estudio y publicación nos ha dado.
Fueron donados al Museo por don Antonio Valiente Atué, aficionado de Archena y más tarde delegado local d~ Excavaciones. El único dato que acompañó a su entrega fue que .la moneda iba dentro de
una de las vasijas y que todo e~ material procedía de la necrópolis, con
lo cual, una vez más, nos encontramos con materiales procedentes de
hallazgos casuales o excavaciones clandestinas, desconociendo zona
en que aparecieron, relación entre ellos (exceptuango la xnoneda) y
con otros materiales, mal que afecta a todo el material del yacimiento, excepto el procedente de la excavación realizada por don Julián
San Valero y don Domingo Fletcher.
II
DESCRIPCION DEL YACIMIENTO E HISTORIA DE SUS HALLAZGOS
El cabezo del Tío Pío se halla a 2 Kms. de Archena, en la ladera izquierda del río Segura. Es un cerro de una altura ligeramente superior a los 200 metros y una longitud de 700 m ., siendo poca su anchura, lo cual da lugar a una estrecha meseta en su cima. Sus laderas son
abruptas, sobre todo la Oeste, que cae casi perpendicular sobre el río,
siendo accesible con bastante dificultad por la vertiente Norte y con
- 447 -
[page-n-456]
D. SERRANO VAlU!.Z
2
más facilidad por l!i Este..su·estado de conservación es lamentable ya
que la ladera Norte se encuentra a.bancalada para el cultivo, observándose en los es'calones zonas cenicientas y la meseta de la cima y
parte de las laderas van desapareciendo por una cantera en explotación, por lo cual, no detenerse la extracción de piedra o realizarse
una pronta excavación, desaparecerá la mayor parte del yacimiento,
privándonos así de cuantos datos y materiales podría proporcionar.
El ambiente ecológico que rodea el Cabezo, es la ferací.sima huerta regada por el Segura, rlo que ha sido determinante para la Arqueologia de esta zona, al ser el camino por donde penetraron los productos colonizadnres, dando lugar a una serie de ricos poblados ibéricos,
como El Molar en su desembocadura, Cabezo Lucero, la zona orcelitana y, ya en la provincia de Murcia, Monteagudo, El Verdolay, Alcantarilla con su necrópolis y poblado descubierto recientemente por el
autor de estas lineas.
de·
La zona de Archena, en su aspecto económico, debió tener los suficientes recursos como para permitirle la adquisición de productos
exóticos (abundantes en el poblado), siendo claro exponente de ello la
persistencia en su ocupación de las culturas del Bronce, Ibérica y Romana y la abundancia de yacimientos en sus cercanfas: romanos como las termas subyacentes al Balneario actual, el Llano de las Moreras, restos de acueducto en el río Muerto, el Cabezo del Ciervo con poblados del Bronce e Ibérico, los poblados del Bronce de la Cañaverosa
y Cerro Redondó, etc.; siendo durante esta última época de gran importancia al ser una de las vías de penetración, partiendo desde el Algar a Lorca y por Archena hacia la Meseta.
El yacimiento, desgraciadamente, fue conocido desde muy antiguo por numerosos aficionados que realizaron en él excavaciones incontroladas, sobre todo en su necrópolis, de las cuales proceden las
vasijas diseminadas por los museos españoles y extranjeros así como
en colecciones particulares; entre ellos destaca un magistrado cacereño que, durante varios veranos, contratando pbreros abria zanjas en
la zona de la necrópolis y cogía las piezas enteras que encontraba
«cientos según uno de los obreros», rechazando el resto que quedaba
diseminado por el campo. También formó una gran colección donAntonio Valiente Atué, que a su muerte pasó a poder de su hija doñaNoli,
·con domicilio en Archena.
Corresponde a don Augusto Fernández de Avilés, el mérito de ser
el primer arqueólogo que, tras t.11a detenida visita al lugar y sus conversaciones recabando datos de los lugareños, determinó y publicó
- 448 -
[page-n-457]
CABEZO DEL TIO PIO
3
que el cabezo del T1o Pio era el lugar de donde procedían todos los materiales, que hasta entonces sólo habían figurado como procedentes
de Archena, delimitando también la zona de la necrópolis en la ladera
Sur.
Entre el material que ha proporcionado el Cabezo, destacan sus
cerámicas, famosas dentro del alfar ibbrico, que junto a las de Elche
forman uno de sus clásicos estilos cuya cronología ha sido discutida
basándose principalmente en datos estilísticos, dada la carencia de
informes sobre su extracción, por todos los tratadistas de la Cultura
Ibérica, oscilando las opiniones desde los que las sitúan cronológicamente en los siglos V/IV hasta los que las llevan a una·época ·plenamente romana, siendo don Julián San Valero y don Domingo Fletcher
los que en una excavación del yacimiento, acrópolis y necrópolis, determinaron que la típica cerámica archenera es contemporánea de la
cultura romana; si bien sería precisa una excavación más extensa para tratar de determinar su posible evolución.
m
DESCRIPCION DEL MATERIAL
1. Moneda que no reproducimos debido a su mal estado de conservación.
Se trata de un AS de bronce, con un módulo de 2'8 cms. y posic:lón del cw'kl en 8 horas; en
el anverso, cabeza varonil desnuda, detrás delfln y delante el signo ibérico BO; en el revarso,
jinete con lanza y escudo marchando a la izquierda; deb~o la leyenda IXALICUSKEN.
Se trata de una de las cecas ibéricas más controvertida, tanto por la transcripción de la
lectura, como por su ubicación en muy diversos lugares, aunque prevalece la opinión de su
localización en una zona que comprende las actuales provincias de Murcia y Alicante, no
obstante siendo su área de dispersión muy grande, pues se señalan hallazgos en diversos lugares de Portugal, Lérida, Madrid, Cuenca, Granada, Jaén, Córdoba, Cartagena, Archena,
Crevillente, etc., etc.
2. Fragmento subitélico de figuras rojas. Corresponde a un medallón que ocuparía la base de una copa, representando el rostro de una ml\Jer de perfil a la derecha; la cabeza se cubre con un manto adornado con fraDja de otro color, en cuyo borde cuelgan flecos. Delante de
la cara se observan otros motivos incompletos, por rotura, por lo que no pueden identificarse.
Su cronología podria situarse en la segunda parte del s. IV a.C. (Um. I , 1).
3. Parte del asa de un ánfora, con cartela impresa, perdida en parte por rotura, leyéndose, an lo que queda DASIO. Corresponde, posiblemente a un alfarero del sur de Italia. En.la
provincia de Murcia se conoce este alfarero por un ejemplar del Cabezo Agudo de La Unión
(Lám. 1, 2).
4. Urna ovoide, de boca ancha, con borde poco pronunciado y muy ligeramente exvasado. Color rosa claro que se convierte an más fuerte en algunas zonas por defecto de cocción.
Es la dnica vuija que tiene decoración siendo los motivos de color rojo vinoso. perdidos en
- 449 57
[page-n-458]
4
D. SERRANO VAREZ
gran parte, estando situados en la parte central del cuerpo. Se compone de tres bandas horizontales; entre la de enmedlo y la inferior, un friso compuesto alternativamente por flecos de
lineas onduladas paralelas y dos series, una debejo de otra, de sectores de círculos concéntricos. Entre la banda superior y la mediana, otro friso, muy perdido, idéntico al inferior pero
con los motivos contrapuestos (Lém. n, 1).
·
Alt. 38,5 cm.
Diam. boca, 19,5 cm.
Diam. base, 9 cm.
Diam. máximo, 34,5 cm.
5. Urna bitroncocónica, de color rosáceo fuerte, que en algunas zonas se intensifica. Cuello exvaaaáo, de perfll de ánade (Lám. n, 2).
. Alt., 31 cm.
Diam. boca, 16,9 cm.
Diam. base: 9,2 cm.
Diam. máximo, 29,2 cm.
6. Urna bitroncocónica con cuello exvasado. Se aprecian las estrias del 'modelado a torno. Lleva engobe gris claro, desaparecido an parte (Lém. n, :J).
Alt., 31 ,4 cm.
Diam. boca, 16,3 cm.
Diam. base, 9,5 cm.
Dia. máximo, 30,6 cm.
7. Urna esférica. Hombro marcado y cuello corto ligeramente abierto. Color rosáceo intensificado desde la base hasta una altura de 3,5 cm. (Lám. n, 4).
Alt., 26 cm.
Diam. boca, 16 cm.
Diam. base, 6 cm.
Diam. máximo, 29,6 cm.
8. Gran cazuela profunda, de boca casi tan ancha como el diam. máximo. Cuello en forma de pico de ánade poco pronunciado. Color rojizo (Lém. I, 3).
Alt., 19,6 cm.
Diam. boca, 30,3 cm.
Diam. base, 10 cm.
Diam. máximo, 32 cm.
IV
CONCLUSIONES
Pocas consecuencias verdaderamente válidas podemos obtener
con este material sin estratigrafia.
Dos piezas son exponente de las relaciones comerciales del yacimiento: el fragmento de figuras rojas (abundante en la necrópolis) que
nos lleva a una primera época del poblado ibérico y del cual, hay diversos paralelos en la provincia y el asa de ánfora romana, de la última época en que fue habitado.
Las cinco vasijas dan la impresión de pertenecer a la misma época, sin que podamos precisar más, ya que este tipo aparece con abun- 450-
[page-n-459]
CABEZA DEL TIO PIO
5
dancia en toda la franja mediterránea, tanto en yacimientos ibéricos
de la primera época, como en los romanizados; sin que la relación entre los dos tipos, en las vasijas, nos sirva, hoy por hoy, de dato cronológico defmitivo, pese a algunos estudios que hay en este sentido.
Finalmente, tenemos la moneda de la ceca IKALKUSKEN, cuya situación ha sido tan discutida. Observemos que el centro geográfico
aproximado de los distintos sitios donde se sitúa la ceca no está lejos
de Archena, lo que también ocurre con los sitios donde se han encontrado las monedas.
Teniendo en cuenta estas dos coincidencias, sumadas a la importancia, en sus diversos aspectos, del poblado que estudiamos, nos
atrevemos a proponer, como hipótesis de estudio, la posible ubicación
en el Cabezo del Tfo Pío de esta Ceca.
BIBLIOGRAFIA
J . D. BEAZLBY: «La cerámica ética del Cabezo del Tfo Pfo en Archena (Murcia)•. Cuadernos
de Historia Primitiva m , l. Madrid, 1948, pág. 43/60.
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Arte y Arqueologfa de Valladolid, XXXll. Valladolid, 1967, pág. 207/366.
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del Sudeste Espa1iol (Elche, 1948). Cartagena, 1949, pág. 228/238.
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L. VILLARONGA: «Aportaciones a la localiz~ción de la ceca de Ikalskunkeru. Nummus n,
vol. I. Porto, 1978, pág. 31/35.
- 461 -
[page-n-460]
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SERRANO VAREZ.-Cabezo del Tio Pio
LAM. t
1
2
3
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LAM. II
SERRANO VAREZ.-Cabezo del Ti o Pio
-
454 -
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valenc!a, 19811
l. SARRION MONTA:&ANA
(Valencia)
GRAFITOS IBERICOS DEL CERRO
DE SAN MIGUEL (LIIrla, Valencia)
En una visita que realizamos las Navidades del 76 al famoso poblado ibérico de Sant Miquel de Llfria, en el lugar correspondiente a la
habitación núm. 18 (1), hallamos superficialmente un fragmento de
cerámica de barniz negro y pasta rosada, probablemente puesto al
descubierto por las pertinaces lluvias habidas durante aquellas fechas, con una serie de grafitos ibéricos inscritos en ambas caras (fig.
1; Lám. I). Se trata de un fragmento correspondiente al borde de pátera, semejante al ~úm. 835 del Agora de Atenas, fechado alrededor del
325 a. de C. (2).
En su parte externa (Cara A) contiene 10 signos grabados finamente y en los que en algunos no ha llegado a saltar el barniz. Su lectura es:
BA-1-S-A-GA-R-GA-S-A-R
1
2 3 4
5
6
7
8
9 10
Los signos 1 y 2 aparecen incompletos por la rotura. El2.0 es fácilmente identificable con la I, no así el 1.0 , aunque la verticalidad del
trazo y la inexistencia de todo signo, en el espacio comprendido entre
111 l . BALLESTER et alli: cCorpus Vasorum Hispanorum. Cerámica del cerro de San Miguel de Lirio. Madrid, 1954.
(2) B. SPARXES y L. TALCOTI: «The Athenian Agora XII. Black and plain pottery on the
6th, 5th and 4th centurias B.C.». Princeton, 1970, págs. 131-132, Lém. 33, fig. 8.
- 456 -
[page-n-464]
2
L SARRION MONTA.RANA
él y la rotura, nos hace pensar que debe corresponder al signo BA, al
igual que probablemente sea éste el inicio de la inscripción. En cuanto
al3.0 , en principio lo identificamos con la N, pero, examinado detenidamente, observamos dos tracitos convergentes, sin la menor duda
intencionados, que lo hacía convertirse en S.
En su .c ara interna (Cara B) hay cuatro signos legibles y, sobre
ellos, restos de otros, fuertemente grabados, leyéndose:
L-E-1-R
1 2 3 4
B
A
F.ig. l. - Anveno y reveno del fragmeuto cerámico con gratltos JWrlcos
(T. n .)
Intentando encontrar algún paralelismo, lo hallamos al menos en
cuanto a intencionalidad, en las inscripciones sobre vasos, ánforas,
cerámicas pre y campanienses, indígenas, etc., de Ensérune (3).
En la obra de Jannoray encontramos la terminación SAR repetida, al menos, en 11 inscripciones situadas preferentemente al fmal de
la frase, seguida, en algunos casos, de la conocida partícula y~
Jannoray considerada SAR como sufijo étnico {4).
En otros observamos que lleva suf~ada la no menos conocida -EN,
SAREN, y de la cual se han ocupado reiteradamente diversos autores.
También encontramos el final -SAR en Pineda, BALCEBAISAR;
Alloza, ...BARSAR; Pico de los Ajos III, B-22 ...TICUSAR. En Sagunto
(3) J . JANNORAY: «Ensérune. Contrlbution a l'etude des civillsations preromaines de la
Gaule Meridionale•. Paris, 1955.
(4) Op . cit. nota 3, pág. 434.
- 4 56 -
[page-n-465]
GRAFITOS DB LLIRIA
3
tenemos otro ejemplo de esta terminación. La ins~pción saguntina
está rota y deterior'a da por los l~dos; consta de tres líneas, presentando diversos puntos de separación, que no todos los autores apreciaron. Aquí nos interesa la linea central en la que aparece ~ARYI (5).
Untermann (6), tratando los grafitos de Ensérune, separa la partícula ARde la precedente S, la cual anexiona a la frase anterior, basándose al identificar antropónimos galos en estas inscripciones:
A-U-E-Jrl-R-I -S-A-R-\r-1
Con AD\rETIRIX-VECTERIX- con la atribüción a~. el valor de X, hecho este último por el que nos inclinamos (7).
De igual parecer es Michelena (8), de añadir la sibilante a la palabra anterior.
Por nuestra parte notamos, en los escritos de Ensérune, que la
partícula AR va siempre unida bien a la$ o a laG o K (9), como BALKESKAR ; BAIKAR; SENIKAR... (del cual Untermann cree posible una
identificación con el antropónimo galo SENICIO, evidentemente de
una similitud fonética) (10), pero vemos que todos estos nombres terminan con la partícula KAR o GAR. En la pátera de Tivissa tenemos
BAIGAR y la terminación BANGAR, así como en la cara interior del
(5) A. VALCARCEL PIO DE SABOYA, Conde de Lumiares: clnscripciones y antigüedades
del Reino de Valenciu. Memorias de la R. Academia de la Historia, Vill. Madrid, 1852, pég.
58, Lém. 13, núm. 117.
.
A. CHABRET: cSagunto, su historia y sus monumentos». Barcelona, 1888, vol. n. pég.
183, nWn.. 6.
E. HÜBNER: d4onumenta IJnguae Ibericae». Be.r lin, 1893, pág. 158, núm. XXIV.
B. RIBELLES: «Resella de las antigüedades valenc~anas anteriores a la dominación cartaginesa. Lo Rat-Penat, 5, núm. l. Valencia, 1911, tabla octava, núm. 2.
(6) J. UNTERMANN: «Lengua gala y lengua ibérica en la Galia Narbonensls». Archivo de
Prehistoria Levantina, xn. Valencia, 1969, págs. 99-162.
(7) L. MICHBLENA: «Cuestiones relacionadas con la escritura ibéricu . Emerita, xxm.
Madrid, 1955, péga. 99 y as.
J . SILES: «Sobre un posible pristamo griego en ih6rico•. Serie de Trab~os Varios del
·
S.I.P.• nWn.. 49. Valencia, 1976, págs. 21-32.
(81 L. MICHELENA: clbérico -EN». Actas del I Coloquio sobre lenguas y culruras prerromanas de la Peninsula Ibérica (Salamanca, 27-31 mayo 1974). Salamanca, 1976, págs. 358359.
(9) Op. cit., nota 3.
(101 Op. clL, nota 6, pág. 109.
- 457 -
[page-n-466]
l.
4
SARRION MONTAAANA
plomo del templo de Asklepios de Ampurias (11), la cual separamos de
la siguiente manera:
NABAR-SOSIN
LAGUN-URALAS-KAR
OKAS-TIKER ... etc.
Las posibles terminaciones del plomo de La Bastida, así como en
la inscripción de Monreal de Ariza. Otros tantos ejemplos podrfamos
presentar de la no.menos conocida partícula TAR, aceptada generalmente como sufijo étnico, aunque algunos autores han visto en la consonante inicial un carácter posesivo (12). . ..
En todos estos casos vemos que tenemos una raíz común AR, con
una consonante prefijada S-G-T.
En Azaila se halla una inscripción ibérica en la que encontramos
parcialmente una similitud con la que nos ocupa: BILOSBALKARKAIS, compuesto por BILOS-BALKAR-KAIS. El BALKAR es frecuente
en ibérico. BAL lo hallamos formando parte de diversos vocablos, los
BALKELAGU y BALKELAKOSGA de Solaig; BALCIADIN, BALCIBIL
de la Turma Salluitana; BALKEBiuRAIES del plomo de Castellón;
BALKESKAR de Ensérune, etc.
Asf, pues, por lo aducido, tenemos el:
y el
.... BAL-KARKAIS de Azaila
GARGA.S.AR de Llíria
Nuestra inscripción se inicia con BAlSA. En Ensérune tenemos la
mencionada LXVIII-1 con el BAILA.
En la estela de Sinarcas, hasta el primer YI separativo, tenémos
BAISETASILDUTASEBANENYI. Tovar, en su Léxico (13), atribuye a
BAISETAS el carácter de nombre propio.
En una estela sepulcral de la necrópolis de Las Corts, de Ampurias
(14), aparece BAISEBILOS. A BAIS lo encontramos en una moneda de
(11) M. ALMAGRO : «Nuevas inscripciones de Ampuri&S». Zephyrus ll. Salamanca, 1951 ,
págs. 103-106.
J . MALUQUER DE MOTES: cEpigratia prelatina ibérico. Batcelona, 1968, págs. 128129.
(12) A. TOVAR: «Las monedas saguntinas y otras notas sobre inscripciones ibéricas». Boletfn del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, XV. Valladolid, 1949, págs. 25-30.
J . CARO BAROJA: «La escritura en la España Prerromana». Historia de España dirigida
por R. Menéndez Pidal. Madrid, 1954; tomo I, 3; cap. XI, pág. 790.
(13) A. TOVAR: «Léxico de las inscripciones ibérlc&S». Estudios dedicados a R. Menéndez
Pidal, tomo n. Madrid, 1951 , pág. 293.
(14) MALUQUER, op. cit., nota 11 , núm. 223.
-
458 -
[page-n-467]
GRAFITOS DE LLIRIA
5
Káisesa (15), atribuyéndole Tovar (16) el nombre abreviado de un magistrado.
Todo, pues, nos hace pensar que estamos ante un nombre propio
compuesto, con un determinado sufijo. Si bien en principio nos pareció
algo sospechoso que bastantes inscripciones se iniciaran con BAISE,
BAlSA, BAILA, BAIS, BAS, etc., y correspondieran a vocablos de carácter onomástico, los hechos así lo evidencian.
En definitiva, pensamos que nuestra inscripción contiene un nombre propio compuesto quizás por el sustantivo BAlSA y algún atributo,
GARGA, con un sufijo que expresaría una relación de genitivo, a modo
· .. .. ·· · ..
de «Soy.. de BAISAGARGA».
* • •
Teniendo en cuenta que es la primera inscripción sobre cerámica
precampana hallada en el poblado de S. Miquel de Llíriá (17), creemos que por sus características tienen gran similitud ideológica y cronológica con las del poblado de Ensérune, S. IV-III a·. de C.
Llama especialmente la atención el grafismo de su. cara externa.
Por una parte con las curvaturas de la A y la R en una misma dirección. La primera tendente hacia la triangulación y a ocupar la mitad
superior del trazo vertical, y la segunda hacia la forma segmental. Inclinación unidireccional que vemos reflejada en los alfabetos meridionales, así como por otra parte los trazos ornamentales del signo
GA, que nos recuerdan la «gra.fia barroca y adornada de las leyendas
de Obulco» (18).
Estas similitudes meridionales ya las hizo notar Jannoray para
con los grafitos de Ensérune (19), lo que nos muestra el sincronismo
de estas inscripciones, a la par que nos sirve de dato cronológico, en
torno al325 a. de C. (fechado por su cerámica) como correspondiente
(l5) A. VIVES: «La moneda hispánica•. Madrid, 1926, pág. 144.
(16) Op. cit., nota 13, núm. 18.
(17) D. FLETCHER: «
Salamanca, 1976, pág. 265.
(19) Op. cit., nota 3, pág. 426.
- 459 -
[page-n-468]
6
l. SARRION MONTdANA
al paso del 'semialfabeto meridional al levantino. Cronología que encaja perfectamente con lo expresado por Llobregat en su «Contestania
Ibérica» (20).
La inscripción de su cara interna, B, opinamos que debe ser posterior, efectuada por amanuense distinto y en la grafia normal levantina, posiblemente sincrónica de los conocidos vasos narrativos de .s.
Miquel.
De momento sirvan estas líneas para dar a conocer dos nuevas
inscripciones, a añadir a las ya existentes (21 ), y puedan servir, todas
ellas, para encontrar unas constantes a 1as que puedan otorgátseles
un va:lor más o menos exacto,: pero sí en cuanto a. intencionalidad:
1201 E. LLOBREGAT: cContestania Ibéricu. Instituto de Estudios Alicantinos. Alicante,
1972, págs. 130· 13 1. fig. 80.
(21) Op. cit.• nota 17.
- 460 -
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SARRION MONTAJilANA.-Grafitos ibéricos de Lllria
LAM. I
A. -Exterior de la vasija. B.- Interior de la misma
(T. n .)
- 46 1 -
[page-n-470]
[page-n-471]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
D. FLETCHER VALLS
(Valencia)
VILLARES VIl
(Plomo escrito de Caudete de las Fuentes)
(Valencia)
Con posterioridad a la publicación de los seis textos del poblado
ibérico de Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia) (1), que
habían sido donados al Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia por don Francisco Gabaldón y don Rafael Gabaldón, éste último hizo donación de otro fragmento de plomo escrito (2), del que damos cuenta ahora.
Se trata de un trozo de laminilla que en su estado actual mide 23
mm. de altura por 21 mm. de ancho, muy deteriorada pero en la que
pueden identificarse con toda claridad quince signos por una cara y
trece por la otra. En nuestra lectura, según veremos, reconstruimos
algunas palabras de estos textos.
Siguiendo la norma que hemos establecido en nuestras publicaciones, a este fragmento le hemos asignado el núm. vn de la serie de Los
Villares.
No obstante tratarse de un minúsculo fragmento, resulta su texto
del mayor interés, tanto por las claras relaciones que muestra con
(11 D. FLETCHER VALLS : «Cinco inscripciones ibéricas de Los Villares (Caudete de las
Fuentes, Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, XV. Valencia, 1978, págs. 191/208.
D. FLETCHER VALLS: cVillares VI. Nuevo plomo ibérico escrito». Varia I del Departamento de Historia Antigua. Valencia, 1979, págs. 191/204.
Sobre el poblado, E. PLA BALLESTER: «Los Villares (Caudete de las Fuentes, Valencia)».
Serie de Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, núm. 68. Valencia, 1980.
(2) Muy gustosamente hacemos patente nuestro agradecimiento a don Rafael Gabaldón,
como ya lo hiciéramos con anterioridad a ambos donantes, por su entrega de este nuevo plomo.
- 463 -
[page-n-472]
D. FLBTCHER V ALLS
2
otros plomos del mismo yaéimiento y de otros lugares, como por la
aparición cinco veces del signo que en· Villares IV y VI (3) leímos KE,
confirmándose ahora con toda certeza que, efectivamente, X ha de
leerse KE. Precedente o variante de este signo pudiera ser el/'X"\de Orleyi m , 4, donde leímos BELESiq:RETO (4).
. Como hemos expuesto, ·el fragmento del que estamos dando noticia está escrito por ambas caras. Nuestra lectura de lo poco que queda, reconstruyendo al~os vocablos, es la siguiente:
Cara A (fig. 1.•, Lám. 1)
Lmea l. · [BA]-R-BI~N-KE : U-[S-KE-1-KE]
Linea 2.
[BA-R-BI]N-KE : U-S-KE-I[KE]
Línea ·3.
....E-BI-DU-R....
La distribución de signos es:
A
E
1
o
u
-
o
BA = 2
1 BE = o
- 2 BI - 3
o BO = o
= 2 BU = o
5
5
.cA = o
KE = 6
Gl - o
co = o
cu = o
6
DA= .O
DE = o
DI - o
DO = o
DU = 1
l.
L
M
N
R
o
- o
-
= 2
-
S
~
y
- 2
= o
= o
1
R = 2
5
2 = 24 signos
Hacemos los acostumbrados comentarios al texto.
Vll-A., 1 ;-[BA]RBINKE
Este vocablo lo encontramos en Villares VI-A-3, BAÍUHNKE, así
como en Orleyl Vll-A-3, BAiUHNKEAiy Orleyl VII-B-12,BARBIN(5).
El comienzo BAR- es abundante, por lo que consideramos que
nuestra lectura es correcta, reforzándose esta opinión ante las se-
(3) FLBTCHER. op. cit. nota 1 (1978), pág. 199.
FLETCHER, op. cit. nota 1 (1979), pég. 192.
(41 D. FLETCHBR VALLS y N. MESADO OLIVER: «Nuevas inscripciones ibéricas de la
provincia. de Castellón de la Plana». Castellón, 1968, págs. 15-21.
(51 El est\l(ÜO de los plomos Orleyl V, VlyVll, lo hacemos en la publicación en prens a; N.
MESADO OLIVER et alli: «Mate{iales de la·necrópolis ibérica de Orleyl (Vall d'Ux6, Castellón)J, capitulo m .
- 464 -
[page-n-473]
VILLARES Vll
3
Fig. l. - Cara A
(4/ll
cuencias BARBINK.EAI USKEIK.E, de Orleyl VII-A-3 y 4 y BARBIN
USKEIKEAI, de Orleyl VII-B-12 y 13, coincidentes.con nuestra lecttt
ra de esta palabra y la que le sigue, [BA)RBINKE U[SKEIKE).
Podemos, pues, hablar de paralelismos entre los textos de Vi llares
VI-A-3 y VII-A-l y 3 (BARBINK.E) y Orleyl VU-A-3 (BARBINKEAll y
VII-B- 12 (BARBINI, paralelismos a los que hemos hecho referencia en
anteriores ocasiones (6) y que volveremos a destacar a continuación.
Hemos de suponer que el elemento base es BARBIN y que el -KE
final debe considerar~e como un sufijo de frecuente uso en ibérico,
que pudiera tener el mismo valor que en vasco.
(6) Op. cit. nota anterior.
-
465 -
[page-n-474]
4
D. FLETCBER VALLS
VII-A-2.-U[SKEIKE]
Nuestra reconstrucción se justifica por la correlación ya mencionada en el apartado anterior (Orleyl VII-A-3 y 4) y porque el comienzo
de la palabra lo volveremos a encontrar en este mismo plomito.
USKEIKE lo tenemos en Orleyl V-35 ; VI-6 y 12 ; VII-A-4, 11 y 38 y
VII-B-13 y 18, es decir, ocho veces, que unidas a las c1,1atro que en esta ocasión reconstruimos, nos ofrecen un total de 12 USKEIKE localizados en dos yacimientos, uno en la zona litoral (Orleyll y otro en el
tierra adentro valenciano (Caudete de las Fuentes). En Binéfar encontramos ORKEIKE que podríamos considerar como una variante de
nuestro USKEIKE, asf como el URKETIKES, de TiVis-sa.
USKE es el comienzo de otros vocablos, como por ejemplo el USKEANERLATI de Orleyl V-42 y el discutido USKE- de la estela de Sinarcas (aunque con esta lectura volvemos a plantear el problema del
valor YN ibérico, tan debatido y no resuelto).
VII-A-3.-[BAiuJI]NKE
Por lo expuesto en los dos apartados anteriores, creemos que esta
es la correcta reconstrucción de la incompleta palabra de la segunda
línea.
VII-A-4.-USKEI[KE]
Aquí no hay duda sobre el comienzo del vocablo, por lo que lo
completamos con el -KE final, con lo que se nos vuelve a ofrecer la ya
mencionada secuencia [BA]RBINKE U[SKEIKE] de la primera línea y
de las de Orleyl VII-A-3 y 4 y VII-B-12 y 13, ya mencionadas.
VII-A-5.- -EBIDUR -
Consideramos incompleto el vocablo tanto en su comienzo como
en su final, pero no sabríamos reconstruirlo si ello fuera así.
BIDUR lo hallamos en Ensérune. BIDUDEDIN está en Serreta l.
DUR, como final lo tenemos en el GUDUR de Orleyl V-18; BODUR, de
Ensérune, etc.
El segmento BIDUR nos hace pensar en una posible alternancia
con BiuR, tal como vemos en el vasco BIDUR/BruR.
- 466 -
[page-n-475]
VILLARES
vn
5
Fig. 2. - Cara B
(4/11
Cara B (fig. 2. 8 , Lám. II)
Su lectura, de acuerdo con nuestra interpretación es:
Línea 1.-I-U-S-TI-R
Línea 2.-[U-S-KE]I-KE : U-S-KE-[I-KE)
Línea 3.-TO ( o TI) -A :r
La primera línea es de fácil lectura. En la segunda, según nuestra
1
reconstrucción, aparece por dos veces la palabra USKEIKE, faltándote a la primera el comienzo y a la segunda el final; como veremos a
continuación, la primera pudiera ofrecer otra solución. La línea tercera comienza por un signo que aunque a primera vista parece un BA
examinado con detenimiento nos muestra un trazo inferior horizontal
-
467 -
[page-n-476]
D . FLBTCHER VALLS
6
en la misma linea de rotura del plomo, que hace pensar en unTO o
también en un TI, puesto que el (o los) trazo vertical paralelo al que se
conserva, ha desaparecido por rotura del plomo, motivo este por el
que tampoco podemos saber si hubo un trjlzo vertical en la parte inferior para formar el TI o sólo existió el.llÓrizontal para el TO. El tercero y último signo, separado de los anteriores por linea vertical de puntos, lo identificamos con suma dificultad, por coincidir con otra rotura del plomo, con el signo r ya conocido como numeral en los textos
del Pico de los Ajos.
.. .. . - .
.. ..
El total de signos existentes y suplidos asciende a 18, repartidos
de la forma siguiente:
-
A
E
I
o
u
= 1 BA =
= o BE =
= 3 BI =
- o BO =
- 3 BU=
7
o CA
o K.E
o GI
o co
o cu
o
= o
= 4
= o
= o
= o
4
DA
DE
DI
DO
DU
...
...
= o L
= o M
= 1 N
= l(?)R
= o F.
2
= o S
= o
= o y
= 1 r
= o
1
= 2
= 1
= o
= 1
s
4
= 18 signos
Hacemos un breve comentario sobre los vocablos de esta Cara B.
vn-B-1.-IUSTI.R
Esta misma palabra, sin M/N, la hemos visto en Villares VI-A-2 y
VI-B-2; en Orleyl VI- l, 7, 9, 10 y 13 y en Alloza.
En Orleyl V-25 dábamos una lista de 26 IUNSTIR con sus variantes (ocho IUSTIR ya citados más arriba). Ahora añadimos el que estamos reseñando, con lo que obtenemos un total de 27 IUNSTIR (nueve
variantes IUSTIR), repartidos geográficamente de la siguiente manera:
Provincia de Alicante
La Serreta I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1
Provincia de Valencia
San Miguel de Lliria .......... .
Los Villares ......... . . . . . . . . . . .
3
3
6
Provincia de Castellón
Solaig . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Orleyl . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3
14
. . . . . 17
- 468 -
. . . 24
[page-n-477]
VILLARltS
vn
7
Provincia de Teruel
Alloza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1
Provincia de Gerona
tJllastret . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1
Francia
Ruscino
1
TOTAL ... .... ... . . .. .. . . ... . ....
..
.
.
27
La anterior relación nos muestra, como ya decíamos en Orleyl V2 5, que IUNSTIR y sus variantes se centran en territorio valenciano
preferentemente.
.
Ya al hablar del BARBINKE hemos hecho referencia al fuerte paralelismo que se observa con Orleyl. Volvemos a insistir sobre el particular ahora, relacionando este ruSTIR y los citados de Villares VI-A-2
y VI-B-2, con los otros cinco de Orleyl VI; haciéndose m~s patente·este paralelismo al ofrecernos este fragmento de plomo que estamos estudiando la secuencia IUSTIR USKEIKE (si es correcta nuestra lectura) frente a los USKEIXE IUSTIR de Orleyl VI-6-7 y 12-13; ·orleyl VIIA-4-5 y Orleyl Vll-B-13-14 y 18-19 (7).
Otros ejemplos, tales como el ADUNE de Orleyl VI-2 y el ADUN de
Villares VI-A-5 refuerzan estas semejanzas, que se ofrecen también
con los textos de Pico de los Ajos.
VU-B-2.-lUSKE)IKE
Como hemos comentado al iniciar la descripción de la Cara B, el
fmal -IKE admite otro comienzo que no USKE, como por ejemplo
USTAR-IKE de Pico de los Ajos II-B-20, pero nos decidimos por la solución USKEIKE por las razones antes expuestas.
VU-B-3.-USKE[IKE)
Aquí no hay duda de que el comienzo es USKE por lo que es admisible que la palabra completa sea tal como la hemos· reseftado.
(7) Op. cit. nota 6. Respecto al significado de la palabra IUNSTIR, véase op. cit. nota 1
(1979), págs. 196/197.
-
469 -
[page-n-478]
D. FLETCHRR VALLS
8
VIT-B-4.- -
Tom
(?) A
Hemos hecho referencia a las posibles lecturas TOtri, más factibles que BA. Finales en TOA sólo recordamos el CAUKEATITOA del
plomo de Liria; finales en -TIA, tenemos Liria XVI, DUSEATIA.
Podríamos imaginar que el final fuera -TOR, que es más frecuente,
pero no creemos que, como sucede en otras ocasiones, haya sufrido
un error el escriba, grabando A en lugar de R.
vn-B r
-s.Lo interpretamos como un numeral conocido, según hemos dicho,
por los textos del Pico de los Ajos (8), pero siempre con dudas ante la
dificultad de identificación dada la rotura del plomo.
* •• *
En el estudio que acabamos de hacer de los pocos e incompletos
vocablos de este fragmento de plomo escrito, hemos expuesto algunos
comentarios y establecido relaciones con otros yacimientos, por lo
que poco nos queda por decir. Sólo insistir en la importancia de este
mutilado texto que nos ha permitido confirmar el valor de~ , y destacar los paralelismos con otros plomos de Villares, Orleyl, Pico de los
Ajos, etc., que vienen a probarnos, una vez más, la unidad de la lengua a lo largo de todo el territorio ibérico, aunque con las naturales
variantes comarcales, según hemos expuesto en anteriores publicaciones.
Como apéndice a estas notas, acompañamos el léxico de los siete
textos de Villares, en el que hemos introducido pequeñas variaciones
con respecto a las lecturas ofrecidas cuando fueron estudiados los seis
primeros (9).
(8) D. FLETCHER VALLS: cLos plomos ibéricos de Yátova (Valencia)». Serie de Trabajos
Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, nútn. 66. Valencia, 1980, pág. 15.
(9) FLETCHER, op. ci.t. no.ta l.
- 470 -
[page-n-479]
VILLARES Vll
9
LEXICO DE LOS TEXTOS DE LOS VI LLARES
1 11
ADUN
ADuRTE
o
•
•
~
•••••
•
•• •
o
•
•
o
AE ...
•
o •• •• •• o o
•••••
•• •
o •
•
o
•••
o •• •
••
•••
o
o
•• o
o
•
•
•••
•
o
•
•
o
•
o
•
•
•• o
•••
o
o.
o
o.
o
••
•• o
•
o
••••
••
o
•
••
•••• •• o
••
•
o
••
o
•
o
o
o
•••
o
•
o
•
•••
•
••• o
o
o
•
•
••••• o
••
•••
•••
•
o
•
1
•••
o
••
o
o •• •
•
4
••
3
o
1
3
2
10
••
••
o
•
o
•
•
•••
••
•
••
1
•••• •• •
••
•••
•••
o
o
•••
o
•
••••• o •• •
•
•
1/18
26
1
)
15
•
21
1
1
5
13
•• •
o
o ••
o
o
•
••••
•
•
o
o
•••
o
6
•••
•••
•••
•• •
•
1
5
17
••
o ••••• •••• •• •••
9
4
22
•
... ............... .....
1
1
1
1
••••
•
1
3
7/ H
1
9
•••
o
l
3
1 +~
••
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
l
1
1
1
)
1
•• o
••
•
•• o
11
1
••••• o •••••••••
••
o
•
o ••• o .
o
••
6
•••••••
••
o
•
2
o •••• o. o •••••
•••••••••
o
•••••• ••• o
o
20
•• •• •
•
2
3
•
••••• •
•
B A B
1
••• •••• •
o o
o
A
3
••
o
B
5/ 14
•• o .
o.
A
VII ~IITAL
VI
••
•••••••••
•••••••••• o
A ~
V
•• o
ANA
ARABAGI
ARAGARER
ATEN ...
BACARAWI
BAINWBAR • o • • • • • • o • • o • • • • •
BAN
BANTACON
BARBINKE
(BA}RBINKE ... . ... . ........
BARBI]NKE .....•.•... . ....
BARER ...... ..... ...... ....
BASUICAN
BEDUGINETE
BILOS
BILOSE
BILOSTEKER
BITIREBOSIN
BOBAITINBA .. ... .... .. ....
[BOBAI)TI}'iBA ..............
DUNTIBARTE ..•.....• .... . .
... EBIDuR ...
EGANETE
EGIAR
2
ELERTE
[E)LERTE . .. .•. .. ........... 1
ETERAI . . .... . . .... .. .. . ...
ETIBABIRBETE
GAN
[GAN}EGA ..... ..... ... .....
GANEGA • * • • • • •• ••• • • • • • • • •
lA ...
••
e
A B
LEXICO
•
IV
111
1
- 471 -
1
1
1
1
1
1
[page-n-480]
10
D. FLBTCHER VALLS
III
Í II
IV
ABCAB
LEXICO
mo ....................... .
ABA
VII
TOTAL
BAB
12
ILDUN ....•..•.•••.....•...
INBIDWB~
VI
V
1
2
1
.............. .
11
16
INEWUGI .•................
IS~ALETAR .. ......... ... .. .
!UNTE .................... .
IUNTI .......... .. .... . .... .
IU~TIR .................... .
SACARAniNTE .. _, ..... .. .. ..
~ALmos .. .. .........-..... .
2
25
2
1
2
4
sALmosETEN ............. .
1
-
-
17
8
SALIBOS(ETE)N ............ .
8
[SAL]IR . . . . .... .. .... ... .. .
~ALIRliOSITA .......... .... .
SALIR{BOS]ITA ............. .
SEKEBITEROSAN .......... .
SETALIKEAN .............. .
STENTISTE ................ .
7
3
12
8
19
susu .......... .. .......... .
13
6
TARATI .......... . ..... ... .
TEKE:it .................... .
2
9
TESmiTERUCAN ........... .
TIBANTEBA .. . ... . ...... .. .
TOBANTE ................. .
TOA(?) ... . ............. . .. .
ULTITAR ........ .. .... .... .
USKE(IKE) ... ............. . .
U(SKEIKE) .. ..... . ......... .
r
1
1
4
1
1
1
1
~Vll 11
SAUR .. ................... .
1
1
1
1
1
3
1
16
10
4
7
4 3
2
2
[USKE)IKE •...•... . ..... ....
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
1
1
NUMERALES
GA nnnm 191 ............•.
GA nnrnnn 111 1 .. . .... .. .. .
GA IIlliiilllllllilliii (20) .... .
24
1
2
5/15
12
r
1
5
TOTALES ........ ... .... 2 2
2
1 1 4
- 472 -
1
26
12
17
3
1
5 5
81
[page-n-481]
FLETCHER VALLS.-Villares Vll
LAM. I
Cara A
(4/1)
60
473 -
[page-n-482]
FLETCBER VALLS.-Villares Vll
tAM. l l
CaraB
(4/ 1)
-
474 -
[page-n-483]
ARCIDVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol XVI (Valencia. 19811
JAVIER DE HOZ
· .. · · .. ·(Salamanca)
ALGUNAS PRECISIONES SOBRE TEXTOS
METROLOGICOS IBERICOS
l . Los documentos metrológicos ibéricos constituyen hoy día un
grupo ya bien definido si no numeroso. Su interpretación acumula a
las dificultades de la lengua ibérica, la peor comprendida del Mediterráneo antiguo, las normales en toda metrología conocida sólo fragmentariamente. Sin embargo la homogeneidad, la identidad desistema que se puede postular en muchos de estos documentos, el que la
propia metrología permita un análisis interno más simple, con menos
variantes posibles que las innumerables y arbitrarias de la lengua,
por último el que la presencia misma de signos metrológicos reduzca
considerablemente el número de funciones atribuibles a su contexto
lingillstico inmediato, hacen que una investigación en este campo sea
menos desesperada, y sobre todo más falsable, que en otros campos
del iberismo.
De hecho existen investigaciones de interés ya en este terreno, al
que Domingo Fletcher ha contribuido con observaciones importantes
y con la publicación de documentos fundamentales; recientemente
también Francisco Oroz ha dedicado al tema una monografia que tiene que ser el punto de partida obligado para cualquier investigación
posterior (1).
Tras los trabajos de Fletcher y Oroz está clara la existencia en ibérico de un sistema metrológico en el que figuran tres valores repre(1) D. FLETCHER: «Nuevas inscripciones ibéricas de la región valenciana», APL 13, Valencia, 1972, pégs. 103-26.
F. ·J . OROZ: «El sistema metrológico de la inscripción ibérica del cuenco de La Grlllijuela»,
Actas n Coloquio Lenguas y Culturas !'
-r;¡¡nas (Tübingen, 17-19 junio 1976). Salamanca, 1979, pégs. 283-370.
- 475 -
[page-n-484]
2
J. DE HOZ
sentados, de mayor a menor, por los signos ibéricos a, o y ki; dentro
de cada uno de esos valores las c~fras se expresan por el procedimiento más elemental, simples trazos verticales repetidos tantas veces como unidades sea preciso indicar. Sabemos también, gracias al trabajo
de Oroz y prescindiendo de sus aspectos más problemáticos o indemostrables todavfa, que casi con seguridad entre esos valores existía
una relación de 1:6, es decir a = 6 o = 36 ki, y que como unidad de
peso a equivalla aproximadamente a una libra ligera de unos 320 grs.
Los documentos que han permitido llegar a estas conclusiones son
esencialmente dos, el plomo 6 de La Serreta y el cuenco de Alcornocal. Ambos pertenecen aJa epigrafia ibéricalevantina, a pesar de haberse hallado el cuenco en la provincia de Córdoba, en el área epigráfica meridional, ya que la escritura del cuenco es en su tota.lidad levantina y la presencia de un objeto valioso y transportable lejos de su
lugar de origen no plantea ningún problema (2).
Actualmente hay algún nuevo documento que es preciso tomar en
consideración en el área levantina, pero cabe además extender los resultados firmes a los documentos meridionales para intentar avanzar
algo en su comprensión. Conviene sin embargo hacer antes algunas
consideraciones sobre el estado de la cuestión en lo que a estos documentos se refiere.
2. La escritura meridional, aparentemente idéntica a la ibérica
en su estructura fundamental, muy similar en la forma de una mayoría de los signos y sin duda históricamente relacionada con ella, está todavía sin descifrar por completo a pesar de que el valor de buena
parte de sus signos parece ya definitivamente determinado. Las causas de este retraso frente a la ibérica son varias, falta de suficientes
documentos digrafos como son en cierto sentido las monedas ibéricas,
escasez de textos que se hace más sensible cuando se la considera en
relación a períodos o zonas concretas, variedad excesiva de esti1os
epigráficos locales, a veces con notables diferencias, y desconocimiento del número de lenguas que podemos esperar hayan encontrado expresión en esta escritura (3).
Hay sin embargo una amplia zona en el S.E. de la Península donde
la escritura meridional recubre una lengua más o menos idéntica a la
que conocemos por la escritura ibérica. En un trabajo enviado a la imprenta en 1976 y que todavía no ha visto la luz, he intentado, siguien(2) J. DE HOZ: cLa epigrafia prelatina meridional en RispaniSJ, Actas I Coloquio Lenguas
y Culturas Prerromanas (Salamanca, 27-31 mayo 1974). Salamanca, 1976, pág. 289.
(~l Sobre la escritura meridional, ver el trabajo citado en la nota anterior y J . UNTER·
MANN, cMonumenta Linguarwn HispanicllJ'UD).). I. ! 7.3 y A.95-A.l03 Wiesbaden, 1975.
- 476 -
[page-n-485]
TEXTOS MBTROLOGICOS IBERICOS
3
do las huellas de Antonio Tovar y U. Schmoll, reunir los datos que demuestran ese hecho y sacar de él el mayor número de indicios para la
interpretación de la escritura meridional, identificando en ella secuencias que reaparecen en ibérico y que por lo tanto son legibles gracias a esta escritura. En lo que sigue me apoyaré en ese trabajo y en
algunas observaciones sobre el plomo de Mogente ya publicadas por
mí (4).
3. La cara B del plomo de Mogente, en escritura meridonal y, como creo es demostrable, lengua ibérica, contiene una lista de secuencias de signos separados por puntos y que terminan en un corto número de combinaciones varias veces repetidas. Si prescindimos de esas
combinaciones las secuencias que forman el texto, leidas de abajo a
arriba y derecha a izquierda como aconseja la disposición de los signos en el plomo, son las siguientes (5):
kani(S12)ron biuriltir stikel biurtaker aituarki ko(S12)roi (Sl2)dibe
sakarbiS (S12)rsibe aituarki biurtaker bur ltir saltulako saltulako
(S12)rsibe artaker (?)lti.Stautin (S12)rside saltulako.
En total, 19 secuencias, pero de ellas varias son repeticiones:
(S12)rsibe aparece cuatro veces, biurtaker dos, aituarki· dos, saltulako tres, y probablemente biuriltir y el erróneamente escrito burltir,
en el que el escriba se saltó una i, deben identificarse. Es decir, que
nos quedan once secuencias diferentes. En las lecturas dadas me he
basado en mis trabajos anteriores mencionados; en ellos pueden verse
las razones que me llevan a transcribir por ki dos signos diferentes,
que en el Sur debían representar dos realidades fonéticas distintas, no
distinguidas en Levante (6). Sobre la base de estas lecturas se observa
que predominan los compuestos de cuatro silabas descomponibles en
dos mitades, de acuerdo con el esquema ibérico de nombres de persona recientemente estudiado por Untermann: biur-taker, aitu-arki;
más aún, en la mayoría de los casos se trata de elementos de composi- .
ción atestiguados en la epigrafla ibérica: BIUR, ILTIR, TAKER, AITU,
(4) «Lengqa ibérica en escritura meridionah, en prensa en Symposium de Prehistoria Peninsular. Córdoba 1976, y «On some problems of Iberian script and phoneties», Actas n Colo·
quio Lenguas y Culturas Prerromanas (Tübingen 17-19junio 1976). Salamanca, 1979, págs.
257-71.
(5) Lista de fotograllas y dibujos del texto en cEpigratla prelatina meridionah, citada (en
lo sucesivo EM), pág. 304, n6m. 67. S12 se refiere a la lista de signos de la pág. 305, concretamente al signo • .
(61 «Some problemSt citado, pág. 263-4.
-
477 -
[page-n-486]
J . DR HOZ
4
ARKI, SAKAR, SALTO, LA.KO y TAUTIN (7). La conclusión que se impone a mi modo de ver es que se trata de una lista de nombres propios
ibéricos, repetidos algunos.
Si nos fijamos ahora en los signos que siguen a los nombres propios, observamos las siguientes secuencias, en las que transcribo con
cifra el número de puntos que las cierran o se intercalan entre los signos:
.. . . . . ... .
ka
ka
ka ·
ka
kia
1
ka
ka
ka
ka
1
kia
ka
ka
kia
kia
ka
ka
ka
ka a
kia
ki
ki
6
ki·
6·
5
6
ki
ki
ki
2
2
o 3
ki
ki
ki
ki
ki
ki
3 y signo en forma de flecha (bi)
10
1
2
3
1
o 2
o 3
ki
ki
ki
ki
' ki
8
6
7
1
6
De estos hechos hay que tener en cuenta los siguientes, que pueden ser significativos; todas las secuencias antes mencionadas se inician en ka o ki; a ki sigue siempre ~' a ka sólo en un caso; por último
figura o o ki, pero en un caso aparecen ambos signos, en ese orden y
seguido o de tres puntos; fmalmente el número de puntos que a prime(7) J . UNTBRMANN : cEigenn.llllien aufiberl.schen Inschriftem, Actas n citadas, 41-67;
sobre los NNP compuestos, 45-7; la mayor parte de los elementos nominales están citados en
la tabla 7 de págs. 54-5. Para arld- op. cit. tabla 8.1; aitu-: D. FLETCHE.R: dnscrl.pciones ibérl.cas del Museo de Prehistorl.a de Valenciu. Valencia, 1953, Liria núm. 52 (no consta que sea
NP); salto-: FLETCBE.R, op. cit., Liria núm. 118; J . MALUOUER: «Epigrafta prelatina de la
Peninsula Ibérl.ca•. Barcelona, 1968 (en adelante EPL). pág. 13 1, núm. 226; taker-: D. FLET·
CHER y V. GINBR: cTres lápidas ibéricas de Canet lo Roig.. Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura 50, Castellón, 1974, pág. 20 de la tirada aparte. La interpretación aqui
avanzada permite añadir a la: lista de NNP ibérl.cos kani(SI2)ron, stikel. ko(Sl2)roi y (Sl2)rsibe, y a la de elementos nominales onomásticos -bis y (7Jltis-.
- 478 -
[page-n-487]
TEXTOS METROLOGICOS IBERICOS
5
ra vista tomarlamos por interpunciones es muy variable, en ningún
caso pasa de 10, puede llegar a ser uno solo, pero tras ki está en varios casos en torno a la media docena, mientras que tras o no pasa de
tres.
La variabilidad en el número de puntos y el hecho de que sigan a
nombres de persona, unido a que todo el texto ha sido tachado, me
hacen creer que estamos ante una lista de deudores o acreedores, es
decir, de acuerdo con un tipo de documento bien conocido en el mundo antiguo, una lista de personas que deben entregar o recibir cierto
número de unidades de determinada mercal'lcfa o producto (8). Naturalmente la identificación de esas unidades vendrá dada por los sig~
nos que se intercalan entre el nombre propio y los puntos numerales,
pero antes de seguir por este camino conviene volver al plomo de La
Serreta, ya mencionado.
4. La transcripción de La Serreta 6, que presenta dificultades en
la primera linea de la segunda cara, no en las restantes - aparte los
trazos verticales a veces muy tenues-, es la siguiente:
cara A: sakalakuka a 1 o 1 ki 1
sirboneska o 11111111
cara B: sakalakukaekia 1 r o 111111 ki 11
o 11111111
ki1ki11
a 111111
Oroz ha mostrado que el último indicador a seguido del numeral
6, debe corresponder casi con absoluta seguridad a la suma de lo anterior; también ha indicado que sakalakuka y sirbone~ka deben ser
nombres de persona y ha pensado en la ficha de un cliente, o varios
relacionados entre sf, en que se van asentando nuevas operaciones; la
indicación ekia en la cara B serviría precisamente para señalar que se
trata de añadir algo a una operación previa ya realizada por sakalakuka (9): Por mi parte sólo haré tres objeciones; no creo necesario
que las personas mencionadas en el plomo hayan de estar relacionadas ; a mi modo de ver se trata de un documento idéntico al de Mogente, sólo que más breve y dispuesto con menos economía de espacio, y
por lo tanto más cuidadosamente; el escriba ha ido dando entrada a
nombres seguidos de indicaciones metrológicas y numerales, y se ha
encontrado con que un mismo personaje reaparecía en sus cuentas, al
(81 Ejemplos pompeyanos: CIL IV 8861, 1507, 6877, 4528, 8 310.
(9) OROZ, op. cit., 356.
- 479 -
[page-n-488]
6
J. DE HOZ
igual que ocurría en Mogente; el hecho de que tras la segunda mención de sakalakuka no haya debido intercalar un nuevo nombre le ha
permitido añadir debajo simplemente signos metrológicos y numerales relativos a nuevas operaciones con sakalaku(ka).
La segunda objección se refiere a los limites del nombre propio.
laku es un elemento ibérico bien definido, al que responde en Mogente
lako como acabamos de ver; más común aún es sakal o sakar; creo
que hay que pensar en un nombre sakal-laku, excluyendo ka, lo que
paralelamente nos haría pensar en sirbones separado de la ka ( 1O).
Por último, Oroz lee en la cara B 1 eki a 1 r , y Fletcher, contra su
propio. dibujo, ekiar....Personalmente creo que se debe leer ekia 1 a ;.la
última a tiene forma de r, es cierto, pero eso sólo significa que tiene
forma de a en dirección invertida, es decir, mirando hacia el trazo numeral que la precede; probablemente el escriba omitió la a, y al ir a
trazar o advirtió su olvido y procedió a ·subsanarlo indicando con el
simple expediente descrito que a no debía leerse con la siguiente, sino
con el trazo precedente ; esta interpretación permite solucionar la incomprensible presencia de r, y a la vez unir a al eki que la precede, sin
necesidad de considerarla signo metrológico, lo que· como enseguida
veremos podría tener su importancia.
5. Tras estas consideraciones nos encontramos ante dos textos en
los que se repiten secuencias formadas por nombre propio seguido de
ka y por signos e indicaciones numerales. En La Serreta los signos son
a, o y ki en ese orden, pero pueden faltar uno o dos de ellos, hasta quedar sólo uno, como ocurre en la entrada correspondiente a sirbones.
Si aplicamos estos datos en Mogente es fácil deducir que los signos finales son aquí también indicaciones metrológicas que, por ser cantidades pequeñas en comparación a las utilizadas en La Serreta, normalmente no alcanzan el valor o, sino que permanecen dentro de los
limites de ki (11); en dos casos tenemos o, en ambos en pequeñas denominaciones, 2 y 3, y sólo en uno, al fmal de la segunda linea de abajo a arriba, tenemos una cantidad importante; en efecto, tras ka aparece la secuencia a o 3 puntos ki un punto que refleja el modelo metrológico completo tal como lo conocemos en Alcornocal y La Serreta,
aunque queda la dificultad de que a no sea seguid~ por ninguna indicación numeral; esto puede deberse o a que en el caso de la unidad no
(lQI ,salcal: tJNTERMANN. op. cit., tabla 5 (en lo sucesivo citado sólo Untermann y el número de tabla); nes: UNTERMANN 3.5 y 5.
(111 En la 8.• entrada queda la duda, hoy por hoy sin solución posible, del significado del
signo en forma de flech.a .
- 480 -
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TEXTOS METROLOGICOS mERICOS
7
es necesario o a que no hay tal indicación metrológica, sino una simple indicación redundante del vocalismo del signo ka precedente, tal
como a veces encontramos en el Sur (12).
La interpretación aquí avanzada, según la cual en el plomo de
Mogente figurarían con valor metrológico igual al de los signos ibéricos a, o y ki sus homófonos meridionales, se comprueba en otro plomo
meridional de procedencia desconocida que desdichadamente está en
estado muy fragmentario, conservándose sólo la parte central de lo
que debió ser documento mucho mayor escrito por ambas caras; está
claro sin embargo que se trataba de un texto de tipo similar a los de
Mogente y La Serreta en que se alternaban palabras, es de suponer
que nombres propios, e indicaciones metrológicas y numerales (13).
Las líneas A2, A5, B2 y B3 contienen restos de palabras; las Al , A3,
A4, B1 y B4, restos de cifras, en algún caso acompañadas del comienzo de una palabra. De estas últimas A4 y B1, que sólo contienen trazos
numerales, no nos interesan; no así las restantes en que leemos: (cifra) o (cifra) (Al), (cifra) ci (cifra) (A3), a (cifra) o (cifra) (B4). En
ningún caso tenemos una secuencia completa, pero al menos observamos la sucesión a o, y la utilización de ki ante cifra y precedido de
otra cifra, con lo cual se refuerza lo visto en·el plomo de Mogente (14).
6. Queda en éste, sin embargo, un problema aún no abordado, la
substitución de ka por kia en algunos casos. Inevitablemente uno
piensa en la substitución de ka por kaekia en La Serreta, o mejor dicho en la adición a ka de ekia. Si provisionalmente, antes de abordar
el problema del valor de ka, aceptamos como posible que ekia de La
Serreta y kia de Mogente sean equiparables-¿ variación dialectal?- y
que a la escritura más plena de La Serreta en Mogente se haya preferido una fórmula más económica en la que la presencia de kia elimina
a ka, quizá implícito en el otro elemento, debemos preguntarnos si la
hipótesis ya aludida, según la cual eki -nuestro ekia- implicaría en
La Serreta que la mención de sakalaku no era la primera, se adapta o
no a los datos de Mogente. kia aparece tras aituarki y saltulako en todas las menciones de estos nombres; no aparece sin embargo tras
otros nombres repetidos como (Sl2)rsibe o biurtaker. Por el momento
(12) UNTERMANN, op. cit., nota 3, págs. 336 y 341 con referencias. Y añadir en el propio plomo de Mogente tarakaa (Aal y urketiikebeka (Ab4).
(13) EM 10. La única publicación hasta la fecha en M. GOMEZ MORENO, «La escritura
bastulo-turdetana». Madrid, 1962 (y en RBAM 69), núm. 48.
(14) Conviene insistir en la comprobación que los plomos meridionales con cifras aportan a algunas lecturas, del semialfabeto del Sur, demostrando la equivalencia de ibérico P' H
y ..1' con meridional
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8
J . DE HOZ
habrá que dejar en suspenso esta cuestión, pero no sin señalar que posiblemente la relación de ekia y kia sea un espejismo, y que esta última debe ser más bien un alomorfo o equivalente morfológico de ka,
que caracterice a ciertas palabras, con lo cual volvemos al posible valor de ka.
7. El signo ka está bien atestiguado con valor metrológico tanto
en la escritura meridional como en la ibérica, pero creo que su interpretación en estos textos debe ser otra; es significativo que aparezca
unido a los nombres propios que le preceden, y ello incluso en el plomo de La Serreta que separa cuidadosamente, con espacio o con intei'pun"ción, los signos metról6gicos de la sectiencüf forriiad'a·· por "
el
nombre propio más ka. La hipótesis más razonable es que tengamos
en ka un elemento morfológico cuya función equivalga más o menos a
la de un complemento indirecto o un ablativo de origen; en efecto como he dicho antes estos textos deben indicar personas que entregan o
deben entregar, reciben o deben recibir, ciertas cantidades de determinados bienes; por lo tanto, no sería extraño que se indicase en ellos
«para X» o «(recibido) de X», «(debido) por X», y ésta puede ser la función de ka. ka aparece eil final de palabra varias veces en los textos
ibéricos, sin que la mayor parte de ellos pueda aportarnos la más mínima luz; hay sin embargo un caso que nos interesa: en el plomo de
El Solaig figura, aislada en la cara B, la palabra balkelaku, que tiene
el aspecto característico de los nombres propios ibéricos; en la cara A
aparece. la forma balkelakoska que podría ser una variante morfológica, provista de un sufijo -¿o dos: -s-ka ? (15).
* • •
Esto es lo que por el momento se puede decir, sin entrar en hipótesis excesivamente atrevidas, sobre algunos de los documentos ibéricos metrológicos, o mejor aún contables, que han llegado hasta nosotros ; no hay que olvidar que existen otros textos, como el plomo de
Los Villares recientemente descubierto que, aunque contienen también indicaciones numerales, responden a un esquema muy distinto, y
que ese plomo así como algunos vasos meridionales de plata demuestran que los iberos conocían otros sistemas metrológicos distintos del
que aquí hemos examinado (16). En todo caso hemos identificado y
caracterizado un tipo de documento contable al parec.e r familiar para
los iberos, hemos aislado un cierto número de nombres propios, he(15) Puesto que los plomos greco-ibéricos demuestran la existencia de palabras terminadas en oclusiva velar, cabe la posibilidad de que -ka oculte -g o -k, pero por ahora faltan da" para una investigación en ese sentido.
tos
(16) Sobre los vasos en general ver EM 288-97; respecto al plomo de los Villares se trata
concretamente del núm. 5, publicado por FLETCHER en APL 15, 1978, págs. 201-8.
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TEXTOS MBTROLOGICOS IBERICOS
9
mos comprobado que el sistema metrológico conocido en el Levante se
utilizaba también en el S.E., indicándose los mismos valores con signos diferentes en forma, pero idénticos en lectura, lo que demuestra
que se trata de abreviaturas o en todo caso denominaciones fonéticas
y no de simples simbolos, por último hemos identificado un nuevo elemento morfológico de la gramática ibérica y hemos planteado una hipótesis sobre su función; casi todo ello, naturalmente, tiene por ahora
un considerable margen de duda, pero en el estado actual de nuestros
conocimientos sólo podemos avanzar a través de hipótesis, razonadas
y extremadamente criticas en lo posible por supuesto, ya que en medio de su inseguridad y sus riesgos constituyen .todavi~ la única aportación válida al margen de la labor fundamental de editar textos y fichar sus materiales.
NOTA ADICIONAL
Terminado este trabajo, la amabilidad de D. Fletcher me hace llegar los nuevos plomos de Yátova (17). No es este el lugar para comentar en detalle estos nuevos documentos que pueden considerarse entre los más importantes testimonios de la lengua ibérica) pero se itnpone señalar algunas coincidencias notables que presenta el plomo
tercero con los aquí estudiados.
Los plomos de Yátova son documentos de contabilidad que utilizan un sistema numeral distinto del que aquí hemos visto, y atestiguado antes sólo en la estela de Sinarcas y en algún otro documento. Por
ahora no estamos en condiciones de interpretar este sistema. Los tres
plomos parecen no sólo formar parte de un único archivo - aparecieron enrollados juntos-, sino referirse a las mismas personas y quizá
operaciones; en todos ellos figura laurberton, posible NP, y bale, indudablemente término técnico del lenguaje contable; en el segundo y
tercero el conocido salir (18), y en el primero y tercero keltíbeles, que
por su estructura y su segundo término debe ser casi seguramente un
NP.
La cara A del plomo tercero está dividida, como ocurre en otros
casos, por una raya horizontal entre las lineas 6 y 7. Lo interesante es
el paralelismo que se observa entre los comienzos de ambas partes:
3A
3A
1
7
beftekef arí ku[títuku
laufberton arí kutítu[ku
(171 D. FLBTCHER: «Los plomos ibéricos de Yátova (Valencia)». Valencia, 1980.
118) Bn el plomo 3, Unea 8, se lee saltir- (salir en la 11 y 12), lo que unido a ilur- (Unea 11
e Uun- (linea 31 le hace a uno preguntarse si no nos hallaremos ante un extranjero, o un hablante dialectal, que tiene dificultades para distinguir los dos tipos ibéricos de J.
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10
J . DE HOZ
La separación de elementos la he introducido yo y no tiene que corresponder necesariamente a la conciencia que de la palabra tuviesen
los iberos - posiblemente ari formaría una sola unidad tónica con la
palabra precedente-; en cuanto a kutituku lo restituyo, con todas las
salvedades, del kutituku[ de la linea 4; indudablemente puede tratarse de una palabra más larga o más breve.
Provisionalmente me inclinaría a ver en berteker y laurberton
NNP , en ari un morfema que los determinaría (19) y en kutituku( ?) la
mercancía o concepto a que se refiere la operación recogida en el plomo. Lo importante desde nuestro punto de vista es que en ambas partes del plomo, ep las.lineas 4 y 9, nos encontramos con el mencionado
keltíbeles en un contexto a mi modo de ver significativo:
3A
3A
4
9
keltibeleskakutituku[
berter.keltibeldka[
De kutituku (ya se h a hablado; basta añadir que el final de la linea
9 hay restos de un nuevo signo que no sería imposible correspondan a
ku (Fletcher p. 74 piensa en be os, es decir, hay un ángulo claro). En
cuanto a keltibeleska creo que hay que descomponer keltibeles - bien
atestiguado en el plomo 1- y el sufijo ka al que nos hemos referido
r eiteradamente en este trabajo, es decir keltibeles sería acreedor o
deudor en relación con las dos operaciones a que se refieren ambas
partes del plomo 3A.
También nos interesa la cara B, cuyas coincidencias con los plomos de Mogente y La Serreta son mucho más llamativas. También esta cara está dividida en dos partes por una linea horizontal; transcribo la primera:
5
ilurka·ki·2·e·6
ka· V·3 'Y -·bekonteke
[ba]le· iluntorka·
]ka· "! -·bale·eteitor·
J
.nka·e 5·arkisosinka
}osin ka· balkeniuska·
lkakutiritetu· V - e 4
(1 9) En los plomos de Yátova no aparece el signo "'( , lo cual es raro dada su extensión.
Sólo én 3A 8 hay un posible ej emplo que Fletcher lpág. 73) considera sin embargo numeral.
¿Serfa posible otra peculiaridad fonética del escriba o escribas que les llevase a transcribir ar"(i como -ari?
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TEXTOS METROLOGICOS IBERICOS
11
Creo que el espacio perdido a la derecha es mayor de lo que supone Fletcher en sus restituciones, y que se puede atribuir al texto, designando convencionalmente a los numerales por CC, la estructura siguiente:
NP-ka CC 1 [NPl-ka CC bekonteke 1 [?)bale NP-ka 1 [CC NP]ka CC
bale eteitor 16 (NP]-ka CC NP-ka 1 (CC NPl-ka NP-ka 1 LCC?] katutiriteto CC. A favor de la interpretación como NNP de las palabras seguidas
por - ka se puede aducir arldsosin, balkenius e iluntor. El primero está formado por dos elementos antroponimicos conocidos (Untermann
3.1 y 8. 1); el segundo contiene balke (cf. balka Untermann 5, balki
Untermann 3.1 y 3.2, balke Untermann 8) y puede tener relación, en
su segundo término, con biunius de (EM núm. 45) iluntor podria, de
comprobarse la sugerencia ya insinuada (núm. 18) explicarse por el
conocido VMARILLVM del Bronce de Ascoli (20). En cuanto a ]ilurka
cf. ILLVRTmAS (Ascoli), y ]osinka puede corresponder a otro NP formado con Sosin.
El esquema obtenido es, pues, el mismo que ya conocíamos, es decir, lista de NNP a los que se añade un morfema ka y que son seguidos
por cantidades. Existen dos problemas, la sucesión de ]osinka y balkeniuska sin numerales intercalados, y la presencia de palabras como
eteitor que por ahora no podemos explicar.
En cuanto a los numerales son en general del mismo tipo que en
los restantes textos de Yátova, pero en dos casos, líneas 1 y 5, nos encontramos con otra posibilidad. En la línea 1 tenemos ki seguido de
dos trazos verticales y e seguido de seis; puesto que ki era el último divisor del sistema hasta ahora encontrado, cabe la posibilidad de que e
sea un divisor menor de la misma serie (21 ), no atestiguado en textos
anteriores, excepto un plomo de Ullastret (EPL 225) (22), en el que
aparece solo, igual que aquf en la línea 5, y en el texto D del plomo Yátova 1 (23). En ese caso la línea 7 y la 10 no transcrita aquí parecen
indicar que era posible combinar el sistema a o ki e y el representado
por signos con aspecto de letras griegas, es decir, el dominante en Yátova.
(201 tor- podrla estar oculto, por error de grafia en el TCRSINNO del mismo Bronce (UNTERMANN 3.2.1.
(21) Las monedas de Ampurlas marcan con e los semises (MLH I pág. 166 y cf.
Zephryrys, 30-3 1, 1980, 308), pero dado que el peso probable de lci es 9 gi. (OROZ,' op. cit.,
35 1-4), no es posible que el semis sea una fracción de lci.
(221 El cuenco de Santisteban que menciona FLETCHER (pág. 78) es de lectura tan dudosa que no me atrevo a tomarlo en consideración.
123) cLa existencia de un.a fracción de.r parece exigirla el sistema mis.m o• IOROZ, op.
cit., 362).
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12
J. DE HOZ
Para concluir me referiré a las tres últi.Ipas líneas de Yátova 3B
que siguen a tres líneas con aspecto de texto seguido, no de lista, y que
rezan asf:
]7;1koka·akari.Salir· VLI
kelltibeleska·akariSal. r· V n
i
·
balketas
Como Fletcher ha indicado (p. 85), balketas parece un nombre
propio que figurase como «firma}) del documento. En cuanto a las dos
líneas anteriores parecen presentar una estructura paralela: NP -ka
(en la segunda el ya conocido keltibeles) akárisalir ce. No es este el lugar para entrar en una discusión a fondo del segundo término de akarisalir, salir (24), pero lo lógico en la posición que aquí ocupa, entre
NP caracterizado con ka y numerales, es que designe un tipo de mercancfa. Pero ¿qué nombre de mercancfa puede figurar como marca oficial sobre una moneda de plata? O se trata del nombre mismo de la
moneda o, como quiere Tovar siguiendo a Gómez Moreno, de la palabra «plata». Es decir, que el anónimo ibero cuyo nombre terminaba en
-nko y keltibeles eran acreedores o deudores de una cantidad de plata
o de monedas de plata. Si los numerales implican indicación de peso
se trataría indudablemente de plata sin más; pero es una cuestión que
por ahora se nos escapa.
En todo caso lo dicho sobre salir como mercancía es aplicable en
primer lugar al compuesto; lo que no sabemos es si este designa a su
vez un compuesto material, akari + salir, o salir de tipo akari, o akari
hecho de salir, o cualquier otra de las numerosas posibilidades. Personalmente me inclino a pensar en un compuesto que designe una variedad específica de salir, aunque, dada nuestra total ignorancia de las
reglas semánticas de composición en ibérico, esta idea no pasa de ser
una simple presunción (25).
(241 Ver en último término TOVAR en Actas II 475-6, a cuyos datos habrfa que ai\adir
los ejemplos publicados con posterioridad.
(251 Es curioso, dadas las influencias griegas en la cultura ibérica que tal vez se manifes·
taron también en préstamos lingüísticos, un cierto eco en akari dP &.K'Jf {.:::; e ~'<:!ff \'Te~·
Simple coincidencia sin duda, pero que produce una posibilidad atractiva: •plata pura».
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ARCH1VO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
W. PATTISON
(EE. UU.)
IBERIAN ANO BASOUE
'(A Morpho- Syntactic Comparison)
I
When confrontad with the question of Basque and Iberian rela tions, many scholars have not been content to restrain their researches to the purely linguistic field, but have gone boldly into pre-history with theories about the relationship oftbe Iberian (or the Basquel
language to those of Asia, Africa, and Europe. Consequently their
ideas frequently clash.
Schuchardt (1) thought that Basque and Iberian were closely re la·
ted ; Tovar beUves the two languages were related in proto-historical
times and that Iberian is fundamentally a Hamitic tongue (2). Bot.h
Schulten (3) and Bosch Gimpera (4) believe that tbe Iberians carne to
Spain from Africa, presumably bringing their language with them.
But J . Hubschmid (5) says emphatically that Basque and Iberian haw
nothing to do with Hamitic. Menéndez Pidal (6) manages to find íl
compromise position: the Iberians carne from Africa and their Jangua
( l 1 H. SCHUCHARDT: «Die Iberische DeklinationJt. Sitzungsberichte der Kals. Akedemie
der Wissenschaften in Wien, CLVTI, 2, Viena, 1907, pp. 44-5 and 64.
(2) A. TOVAR: «Lenguas prerromanas de la Península Ibérica.. Enciclopedia Linr,tHstica
Hispana (hereafter cited as ELHI. I , Madrid, 1960, pp. 21-2.
131 A. SCHULTEN : cGeografla y Etnografia de la Península Ibérica. (hereafter cited as
Schulten: Geogr.), Madrid, 1959, vol. II, p. 61.
(4 ) P. BOSCH GIMPERA: dberen, Reallexikon der Vorgeschlchte, vol. VI, Berlín, 1926,
p. 4 .
(5) J . HUBSCHMID: cMediterrane Substrate mit besonderer Berücksichtigunl! des Bas
kischen und der west-ostillchen SprachbeziebungeDJ. Romanica Helvetica, 70, Berna. 1960.
(6) R. MENENDEZ PIDAL: «Sobre el substrato mediterráneo». ZRPb, 59, l 939, p. 189.
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2
W. PATTISON
ge was adopted by the Basques. This conflicts with Uhlenbeck's belief, namely that the Basques were not Iberianized, although their
language has sorne Hamitic elements coming from the Iberian (7). Finally, Lafon declares that Iberian is not an Indoeuropean Language
(8) although Almagro thinks that the Iberians spoke an ancient form
of Celtic (9).
In our opinion, it is too early to make sweeping categorisations
such as those just quoted. Until lberian is better known through further archaeological discoveries and more patient work in limited areas
of comparison with other languages it is futile to advance conclusions
of such a broad scope. Wé belie.ve we can show possible morphological concordances between Iberian and Basque, but we also feel it
ill advised to conclude that Iberian was the source of Basque or that
Basque gave sorne of its structure to Iberian. We hope that our observations will be a step towards more certain knowledge. We agree
wholeheartedly with Domingo Fletcher Valls who says we can hardly
cast aside the possibility of Basque-Iberian relationships and that we
must accept itas a working hypothesis (10).
We shall attempt to see what structural elements in the two languages favor this hypothesis.
II
SYNTAX AND MORPHOLOGY
1 For the purpose of analyzing the structure of Iberian we must
firts collect all the inscriptions of undisputed authenticity, then segment them into recognizable elements of frequent occurrence throughout the preservad corpus of the language. We can then hope to clas-
171 C. C. UHLENBECK: «La langue basque et la llngulstique générale». Lingua, 1, 1947,
pp. 60-1.
(8) R. LAFON : «La langue basque•. ELH, 1, p. 93, where the negativa was omitted erroneously.
(9) M. ALMAGRO: tBistoria de Espa:ñat, dirigida por R. MENENDEZ PIDAL IHereafter
cited as Hist. Esp.), 1, 2, Madrid, 1963, p. 234: «Todo nos inclina a pensar que los pueblos ibéricos del Levante y valle del Ebro hablaban dialectos célticos, es decir, indoeuropeos, aunque
de estructura muy antigua.•
(10) D. FLETCHER: cNeue iberiscbe Inscbriften aus der Provlnz Castellón de la Planat.
Die Sprache, 16, Wien, 1970, p . 168.
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IB&IUAN AND BASQUE
3
sify these segmenta! elements into roots and suffixes, the latter
roughly divided into two categories- those which add a new semantic element and those which serve an inflectional or derivational purpose. To illustrate with examples from Basque: ilargi 'moon light'
compounds two roots; ikasbide 'lesson, example' comes from ikasi
'learn' plus bide (which can stand as an independent word) 'way,
path'; ongi 'well' comes from on 'good' plus the particle- gi, ki which
has no independent use. These types of suffuces are not always clearly
differentiated, nor are suffixes always absolutely differeni from
roots. As in the case of bide, a suffix can also be a root.
2 We now look at sorne series of Iberian_words incorporating frequently occurring elements.
biur lalonel 1111
biufbi (12)
biurtiteegiar (Mise. 55)
sosinbiui'u (Mise. 43)
Biurno (Ascoli) ( 13)
biuitetel (Mise. 34al
biuitigi ( 14)
biuitibas 1151
balcebiuraies (Mise. 431
balcebiutaies (Mise. 43)
balcelagu (16)
bilosbalcarcais (Mise. 331
balceatin (MLI, xxvilll
balear (17)
baisetas (Mise. 761
belasbaiser (ibid. 231
Baesadin (Livy XXXIII, 44, 41
...espaiser (Ascoli)
bais (alone, MLI, 911
baisebilos (181
baisegolos (Mise. 1181
aunibaiseceteban (ibid. 441
Baesisceris (19)
Tannepaeseri (Cn, II, 58401
( 111 M. GOMEZ MORENO: «Misceláneas, historia-arte-arqueología , Primera serie». Madrid, 1949, p. 296. (Hereafter this work is clted as Mise. and when followed by a number r efers to an insC!.iption recordad in the section rSuplemento de epigrafia ibérica», pp. 284-330.1
(12) E. HUBNER : cMonumenta Linguae Ibericae» (hereafter clted as MLI). Berlin, 1893,
p . 15, 2 and J . UNTERMANN: «Lengua gala y lengua ibérica...». APL, 12, 1969, pp. 111-2.
Biurbi appears on coin thought to be ofPerpignan. See U. SCHMOLL: «Die Sprachen der vorkeltischen indogermanen Hispanienu. Wiesbaden, 1959, p. 62. Cf. the modern place names
Biurrun (Navarra), El Piul (Madrid), and El Piuró del Barranc Fondo (Teruel).
(13) The bronze plaque honoring lberian soldiers, publisbed in several placas, v.g. Mise.,
pp. 233-256.
(141 D. FLETCHER: cOrleyl m , plomo ibérico escrito procedente de Vall d'Uxó». A. E.
Arq .• 40, 1967, pp. 51 -9.
(15) J. MALUOUBR DE MOTES y M . OUVA: «El nuevo plomo de UllastretJ. Pyrenae, 1,
1965, pp. 124 tr.
(161 From Solaig: See FLETCHER: Die Spracbe (clted in note 101. pp. 150-6 ; also in Arse
9, Sagunto, 1965, pp. 4 -7.
(171 Mise. 9 and J . CABRE AGUILO: cCerámica de Azailu, (bereafter cited as Azailal
Corpus Vasorum Hispanorum, Madrid, 1944, fig. 21. no. 271.
(18) M. ALMAGRO: «Las inscripciones ampuritÍUlas griegas. ibéricas y latinaS». Barcelona, 1952, pp. 68-9.
(19) Corpus Inscriptionum Latinarum. Berlfn, 1885, II, 3221.
- 489 62
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4
W. PATI'ISON
baites (alone) (201
baldesbi 1211
baitesgi (Mise. 43, twicel
saldutibalte (Mise. 541
bastalbaitieba (Solaigl
baitiban (221
baidesii 1231
baitesbaniecarse (Mise. 43)
baserokeiunbaita (241
baiti (AzaUa, p. 28, no. 1581
baitolo (MI.I, 271
bUos (alonel (251
bUostibas (261
bilosbalcarcais (Mise. 331
talscubUos (271
bilose (Villares V)
Bilustibas (Ascoli)
bilosgre (Serreta ll)
baisebilos (Almagro, Ins. Amp.,
pp. 68-691
bostebilos (Ens., Mise. p. 324)
icorbeles (Mis<:. 1071
icortibas (Ens .• Untermann, 19701 (28)
icortas (Mise. 1091
lldutas (Mise. 76)
ildubeleseban (ibid. 40)
nef:eildun (!bid. 45)
ilducoite (MI.I, p. 421
biosildun (Serreta lll
ilduniraenai (Serreta 1)
ilduratin (Mise. 311
aloiildui (!bid. 231
abarildur (Ml.I, p. 33)
ilduro (ibid., p . 49)
ildunbar... (301
Illurtibas (Ascoli, of. Illuro,
mod. Mataró)
Durbeda (a god , B .A.E., 'f:j 362,
from Portugal)
Ddum (31 )
Umarillun (Ascoli)
Durberrixo (29)
(20) E. CUADRADO DIAZ: «El plomo con inscripción ibérica de Cigarralejo (Mula, Murcia)». Cuadernos de Historia Primitiva, 5, 1950, pp. 5-42.
(21 ) M. OUVA PRAT: «El nuevo plomo con inscripción ibérica, hallado en Ullastreb. Pyrenae, 3, 1967, pp. 107-123.
(22) M. GOMEZ MORENO: cDisgresiones ibéricas, escritur a, lengua». BRAE, 24. 1945,
p. 276.
(23) C. VISEDO: cUn nuevo plomo escrito de la Serretu. A. E. Arq.• 23, 1950, pp. 211-2
~bereafter cited as Serreta ll); a1so Ullastret, plomo m (citad in note 21) and Orleyl lll (note
14).
(241 M. GOMEZ MORENO : cDe epigrafla ibérica: el plomo de Alcop. Mise., pp. 219-31
(bereafter cited as Serreta 1).
(25) D. FLETCHER: «Cinco inscripciones ibéricas de Los Villares•. APL, 15, 1978, pp.
191-207. See pp. 200 and 202.
(26) J . JANNORAY: «Ensérune: contribution A l'etude des civilizations preromaines de la
Gaule méridionale». Paris, 1955 (bereilfter cited as Ens.l. See plate 67, no. 29.
(27) For tals-, dals-, compare antalsker, FLETCHER: «Nuevas inscripciones ibéricas de la
región valenciano. APL, 13, 1972, p. 110; arwidalsco, Mise., p. 245, catedalsco, ibid. and
tantindals, CIL, 12, 709.
(28) An unpublisbed reading in tbe Museo de Prehistoria, Valencia.
(29) Tbe name of a god in tbe Valle de Arán. See A. BELTRAN : Hispania Antiqua Epigrapbica, Zaragoza, 1950 ff., no. 402.
(30) C. VISBDO : cDos nuevos plomos escritos de la Serreta». A. E. Arq., 25, 1952, pp.
123-4.
(31) J . VIVES: dnscripciones latinas de la España romano. Barcelona, 2 vols., 1971-2,
no. 1779.
- 490 -
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mERIAN AND BASOUE
iltir (32)
iltiitúalirban (33)
iltirteor (MLI, 13)
iltiradin (MLI, 120, 121
auauniltiiten (Mise. 22)
5
iltirta (MLI, p. 361
iltircescen (Hill, loe. cit.!
iltirtar (341
.. .ltirtige (351
ilmbidu, etc. (Fleteher, I. I.,
p. 44; Mise. 74b iltitbitel
nwceiltira ? wi (MIJ, iv)
iltirbigisen (Mise. 42)
bastesiltirte (Mise. 651
escer (Mise. 37c)
iscerbeles (ibid. 1001
urcescer (Serreta IV)
iscer (alonel 136)
Baesisceris (CIL, II, 3221-63391
Escerior (J. Vives, no. 5665)
aiunescer (Mise. 32al
isceradin (Mise. p. 2671
sacariscer (Serreta 11
M. iscer (37)
Tannegiscerris (CIL, 37941
sacariscer (Serreta 11
sacarbetan (Mise. 411
sacarbiscar 1381
sacariscer (Mise. 74gl
sacarilo... (MLI, vil)
sacal iscer (coin of Castulo,
Guadan, no. 2981
sacalacuca (Serreta VIl (391
sacarbik (Cigarralejo)
tigirsacar (Mise. 21
salduie (MLI, 351
saldulacogiar (Mogente, A, 13)
and 20; P. Beltrán reads
saldulacogiabe)
salducobaculebobercur...(Ull.,
plomo m )
saldulacogiato (Mogente, A, 14)
saldugilercu (ffilastret, plomo Inl
saliÍ' (Serreta I ; Fletcher,
Cinco insc.l
salirban (MLI, 30b)
betasesalir (Mise. p. 2781
iltiitasalirban IMLI. 30bl
sallig (Serreta 11
saldutibaite (Mise. 54)
... n5alirbiter (40)
gulscesalir IMBL, I, pp. 80 and 1531
taraconsalir IMLI. 51
(321 Serreta IV (cited in note 30); D. FLETCHER: «
(33) MLI, p. 37; G. F. IDLL: «Notes on the ancient coinage of Hispania Citerior». New
York, 1931, p. 67.
(341 J . C. SERRA RÁFOLS: «El poblado ibérico del Castellet de Banyoles». Ampurias III.
Barcelona, 1941, p. 22.
1351 E. LLOBREGAT: «Los grafitos en escritura jónica e ibérica del este, del Museo de
Alicante». Saltabl, 15, 1967, p. 3.
(361 J. BERGUA CAMON: «Significado y sistema de la primitiva lengua ibérico. Zaragoza, 1974.
(371 On a coin. See A. M. DE GUADAN: «Numismática ibérica e ibero-romana». Madrid,
1969, no. 169, p. 62.
138) P. BELTRAN: «El plomo escrito de la Bastida de Les Alcuses (Mogentel». Valencia,
1953, second edition with changes, 1962; FLETCHER: I. I. (see note 32). Beltrán reads sacarblsgabe.
(39) D. FLETCHBR: N. I. (see note 27), pp. 119-122.
1401 D. FLETCHBR: N. 1., pp. 108-112.
-
491
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6
sosintacer (41)
nabarsosin (Almagro, Ins. Amp.,
pp. 72 and 260)
Sosinasae (Ascoli)
are tace (MLI, vi, xxiii, xxvi)
are tegi (MU, vii)
W. PATTISON
sosinbiuru (Mise. 43)
Sosinaden (Ascoli)
Sosintigi (Pliny, N.H., m , 15)
...ltirtige (Llobregat, loe. cit.)
soanblbu tagi (Alcudia) (42)
3 Our first conclusion from the segmentation of our tabulated
words is that Iberian did not use preflxes in word composition, which
is also true of Basque, with the important exception of the verb, in
which preflxes are frequent. If we were to assume that a certain initial word element is a prefrx -for example, biuf in biuftigi- another
compound - sosinbiuru- shows us that the segment can occupy medial or final positions. Similarly, baise in baisetas and belasbaiser;
and sosin in sosinbiufu and nabarsosin. These elements which appear
in either position in the compound must be radicals, the principal conveyors of meaning.
Basque distinguishes between substantives and adjectives in forming compounds. Two substantives form a compound in which the
déterminant precedes the déterminé : etche/jaun 'house master'; il/argi 'moon light'. If the same rule obtains in Iberian, a root which appears both in initial position and elsewhere in second place must be a
substantive. Furthermore, when such a radical (which acts as a substantive in other combinations) is preceded by another root, this latter
must also be a substantive. For example, bilos is initial in bilosbalcarcais and in second position in baisebüos where baise modifies or limits bilos; hence in bostebilos we take boste to be a substantive.
When Basque forms a compound of noun and adjective the order
is the opposite of what we have just seen. The substantive precedes
the adjective: etche/berri 'new House', egu/erdi 'mid day'. These adjectives are roots. They can stand alone and they can take suffixes.
An element which we take asan adjective is bels, beles, very common in names (Beles, Umarbeles, Sanibelser, Bennabels, all from Ascolil and in Iberian script icorbeles (Mise. 107), ildubeles (ibid. 40) iscerbeles (ibid. 100). Beles can take a suffur: belestar (Solaigl and belesair (ibid.). Only in one case, belesceretorosair (Orleyl III), is there the
(41) D. FLETCHER: c:Tres láJ?idas funerarias ibéricas deis Viñets ICanet lo Roig. Castel16n)». xm Congreso Nacional de ~eolopa. PP· 659·664. See P· 660.
(42) R. RAMOS FERNANDEZ: «
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IBERIAN AND BASQUB
7
possibllity of its standing before another radical. Hence it is almost a
certainty that bels, beles is an adjective which confirms what has
been supposed by all those who have seen itas an adjective and specifically a cognate of Basque beltz 'black'.
Iberian biur has been compared to Basque bigur, bi(h)ur 'torcido'
(43) but our hypothesis shows it is a noun and cannothave an adjectival meaning. Bi(h)ur and its derivativas (in Azkue's dictionary) show a
common basic element 'twist, turn, return; turn against, rebel'. The
form bihurritasun 'carácter violento, indócil' seems to be the most appropriate to relate to the Iberian biur in men's names, since what little we know of lberian personal names indicates that they were often
chosen to inspire awe and fear: consider the name elements Beles
'black', lldun 'darkness' (Umarillun, Abarildur), and possibly lltir
'wolf (lltirdes).
In the name Nabatsosin (Almagro, Ins. Amp. 72 and'260) the flrst
component nabar has been equated ~o Basque 'vario, abigarrado, pardo', but as in the case of biuf its place in the compound assures us that
it ís a noun. (See below, p. 31).
The difficulty of establishing an absolutely certain classification
into nouns and adjectives is shown by the uses of salir, which stands
alone or in second position. Hence salir seems to be and adjective; nevertheless its appearance in the recently published Villares V (Fletcher, Cinco Inscripciones, pp. 201-208) in the combination salirbosita
throws our original notion (that salir is an adjective) into doubt. If bosita is a noun, according to our hypothesis, salir must also be a noun.
Standing alone salir precedes numerals in this document; this, taken
with íts use with city names on coins, suggests that it is a unit ofvalue
or coinage. Gómez Moreno (Mise. p. 278) suggested a possible relationship with Basque zilar 'silver', and Tovar showed that this word
seems to have been carried to the Germanic and Balto-Slavic peoples
by the Bell Beaker migrants from Spain. Elsewhere the word for 'silver' is based on the root arg-, (44).
There remains the puzzling phrase iunstir salirg (La Serreta I), the
first words of one side of the famous Alcoy lead tablet. If, as we belie-
(43) Among other, by L. MICHELBNA: «Comentarios en tomo a la lengua ibéricu.
Zephyrus, 12, 1961. pp. 5-23 (see p. 21); J . RUBSCBMID: cTesaurus PraeromanicUSt. Paszikel 2, Bem, 1965, pp. 56-69, also «Mediterrane Substrate» (see note 5), p. 73, n. 9.
(441 A. TOVAR: cBasque Language and Indo-European Spread». Third Indo-Buropean
Conference, University of Pennsylvanla, 1966, Pbiladelphia, 1970, pp. 271-273.
-
493 -
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8
W. PATTISON
ve, iunstir is an honorific title (see p. 29), then salirg might be something like 'worthy' or 'esteemed', with reference to the 'worth' and
'value' of silver.
4 We can pick out from among the many suffi.xes that appear in
our compilations (Par. 2) certain ones which occupy a nebulous position, neither full-fledged suffix nor radical. For example, the three apparently relatad suffixes -ba, - ban, - bas are constantly appearing
and one of them, -ban, sometimes serves as a radical: banite (Mise.
53a), baniteor (ibid. 57) or banitewbar (Fletcher, I. I ., Lxxv). It must
have had a meaning greater than a mere inflectional or derivational
significance. We shall return to this group 9f sufflXes later.
A parallel in Basque is bide 'road, way' ~hich as a radical can
stand alone or combine with sufflxes: bidealdi 'hike', bideburu 'crossroads'; but very frequently it is a suff'lX: eskubide '(legal) right, authority', ikasbide 'lesson, example'. In these last compounds (esku 'hand;
right, faculty' plus bide 'way, means'; ikasi 'learn' plus bide) the rule
of déterminant before déterminé is abandonad. Bide is no longer chief
element of the compound; psychologically its importance is diminished and it is reduced to a suffix although it retains its semantic value
(45). We believe that ban undergoes a corresponding change in function.
Another example of a word segment which vacillates between radical and suffix is take, tegi. We find take alone in three epitaphs: are
take (MLI, vi; xxiii - Mise. 45; and xxvi - Mise. 44). The compound
sosintaker (Canet) is also on a tombstone. A much discussed epitaph
begins with Latín.
HEIC.
are.
EST.
tegi.
SIT/ .. .
ar/ ... (MLI, vü)
in which the te of tegi is indistinct (as is the following a of ar). Two
other possibly related inscriptions are soanbidu taki (Alcudia, iv, on a
pottery shard) and the fragmentary sbogitace (46). It seems self-evident that take, tegi means 'place'. Sosin, often attested as a man's na.me, subordinated to or modüying take, would give 'Sosin's place' or
(46) In old Basque compounds, independent words can become suffixes and suffixes can
become independent words. See L. MlCBELENA: BSL, 63, 1968, p. 230 and c. C. UHLEN·
BBCK: Lingua, I, 1948, p. 69.
(46) D. FLBTCHEl\: N. l ., p. 108. The inscrlption may be on a tombstone.
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IBERIAN AND BASQUE
9
'Sosin's grave'. Here take is a radical and perfoms as such in the compound (47).
What seems to be the same element is found in biurtigi (Orleyl III)
and in the many place names preservad by classical authors: Artigi,
Astigi, Cantigi, Lastigi, Olontigi, Sosintigi and Saltigi (MLI, Prolegomena, par. 37). Here the status ofradical begins to give way to that of
suffix. We are of course reminded of such Basque formations as ardandegi 'wine shop', lorategi 'flower garden', apeztegi 'priest's house', and the abbreviations of this element (-gi, -ti, -di, -dui, and doi) which are clearly suffixes and which, we believe, relate to Iberian -ti, -gi in combinations with -bas: boutintibas (Mise. 2_), tasba6
rigibas (ibid. 32c), and rarely with -ban: ascertiban (ibid. 75).
We shall return to these suffixes later, when seeking their meaning.
5 A large number of sufflxes must have had derivational or inf1eetional values. Some appear as a single sign: sosinbiuf/u (Mise. 43),
alorildu/i (ibid. 23), abarildu/r (MLI, 22); others eontain two signs:
biuf/bi (MLI, 2) baides/bi (Ull. plomo 3), ustalai/bi (Mise. 74e) and eban
en (MLI, 47, 48); elsewhere we are in dou.bt asto whether the sufftx
is -r or -er: taker (see above), esc/er (Mise. 37c), benebetan/er (ibid.
67), baldus/er (ibid. 119 =Liria Lxxvi). Other combinations are -iu :
ecariu (Mise. 43), aduniu (ibid.), cosoiu (ibid.) and borberoniu (ibid.).
which all eoming from the same doeument suggest some sort of gram matical agreement; - te in baser/te (Mise. 53a), caresir/te (ibid.), and
bante (ibid. 68) which reealls the suffix - ite: ban/ite (Mise. 53 a), caresbanite (ibid. 54). For a final example of a brief sufl1x we take - ik,
so written in Ionian script: sabarik (Cigarralejol. legusegik (Serreta Il
w hieh had to be written -ice in Iberian, since this writing had no sign
for e (or k) standing alone: Abartarice (Mise. 74d).
6 Some longer suff!Xes whieh will demand our attention are
-sken whieh always appears on coins in conjunction with city names;
- egiar, also found as an independent word but always, we think, in
close relation to a preceding name; and lastly the pair -tar, - ar,
usually thought to be identical in· value.
(47) The sa.me root gives Latin tego, tegulum. and toga, as well as Celtic tegia 'house' (A.
HOLDER: cAltceltischer Sprachschatz». Leipzig, 1891-191 3, cols. 1788-9). Most scholars re·
luctantly accept Celtic as the source ofBasque tegí (J. HUBSCHMID: op cit. in note 14, p.
111 ). The root originally had the idea of 'covering' but in Basque it lost this notion as an essential part of its meaning and kept the idea of an enclosed or limitad space. Basque also has
the word toki 'place'.
L. MICHELENA: «Comentarios...», p. 15, accepts the interpretation oflberian are take as
'this is the place' .
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10
W. PATTISON
This survey of the Iberian roots, their compounds, and the types
of suffixes shows a defmite similarity to the structure of Basque. Both
languages are to a large extent agglutinative, compounding elements
which also e:xist independently, but they are at the same time inflectional, using sufflxes which have no independent existence. We now
turn to more specific comparisons, principally of morphemic function, but also of the semantic value of certain suffixes.
7 We begin with -en, the subject of an important study by
Menéndez Pidal (48). He fmds this pre-Latin element is peculiarly
characteristic of the Iberian region of Spain. «La mayor abundancia
de -en corresponde a las actuale~ provincias de Valencia, Zaragoza.
Huese a y Lérida, es decli, al territorio más ·puramente ibérico·... » (p.
6). It can form part of personal names, such as Suisetarten, Sosinaden, and Nalbeaden (ibid., all Ascoli names). In toponyms it is also
abundant in the East and South, while scarcely recorded in the North
and West. Typically, such a toponym in based on a personal name,
hence place is described as «de fulano», exactly as Basque forms Michelena «Michel's place», literally «the .of Micbel» (pp. 32-34).
In Iberian inscriptions we fmd a noun iltirten (Mise. 22), iltirbigisen (ibid. 42), antorbanen (ibid. 69), lacugiecen (49); urtisen (50), aboten (ibid.) and several examples of ebanen (Mise. 15, 47, 48, and 76).
Ensérune offers us ibesoaen (Pl. 64, 23), but the residents ofthis site
preferred the other signs of possession which we now examine.
Menéndez Pidal points out tbat -en often alternates with -an(p.
7) so that tbe same place name may appear with either ending. Iberian inscriptions reveal sesgersduran (Serreta I), bitan (Solaigl, uwisanwi (Ens., Pl. 64, 27) (51), and auetinsanwi (ibid., Pl. 64. 1 1 ).
8 Anotber grafitto from Ensérune (Pl. 64, 12) is almost identical
with the last one cited from tbat town. It reads auetifisarwi and compels the conclusion that -ar has the same function as -an. Now -ar
has long been lumped with -tar and taken asan ethnika, because in
(481 R. MENENDEZ PIDAL: cEl sufijo -en; su difusión en la onomástica hispana». Emérita, 8, 1940, pp. 1-36; for examples from Valencian toponyms see M. SANCHIS GUARNER:
«Introducción a la historia lingüfstica de Valencia», p. 61; and R. MENENDEZ PlDAL: «Toponimia mediterránea y toponimia valenciana primitiva». Bol. de Dialectología Esp.. 33, 1954.
(491 D. FLETCHER: cUn bronce escrito del poblado ibérico de San Antonio (Bechí, Castellónl•. Zephyrus, 18, 1967, pp. 79-83. See p. 80.
(50) R. LAFON: «Inscriptions en caracteres ibéres de PerpignaiiJI. Rev. Internat. d'Ono·
mastique, 17, 1965, pp. 1·6.
(51 1 The ending -wi is a frequent final suffix and seems to mean 'I (ami'. These Ensérune graffiti on pots would indicate ownership: I am of uwis. etc. TOVAR: ELH; FLETCHER:
Die Sprache, 16, p. 158, n. 19; and L. MICHELENA: «Comentarios ...», p. 19.
·
-
496-
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IBERIAN AND BASOUX
11
Basque these two suffixes are so used: Bilbaotar, Irunar. There is no
reason to jump to this conclusion, as we shall see later. The -ar sumx
has recently been seen as a possessive (52), which would of course
still permit it to indicate origin 'of or from Madrid' as well as 'belonging to Madrid' .
Ensérune offers other graffltti in -ar: unticorosarwi (Pl. 69, 20),
selgiterar (PI. 64, 19) and abargitiba.Sar (J;>l. 64, 6); the Ascoli bronze
gives the names Luspanar an4 Arbiscar; Gómez Moreno records dursaurar (Mise. 7), egosonar (ibid. 32b), minar (ibid. 19), enatilar (ibid.
118), besides the abundant egiar which we shall take as a different
morpheme. Elsewhere -ar appears in dusgitar (Orleyl III) and carcoscar (Solaig). While not denying the possibility of another identical
sufflx -ar with a different meaning, we take it to be a possessive in
many cases. We shall return to this suffix when we study the combination -aren.
The -en, -an morpheme recalls the Basque particle -en, - n
which ma.kes the word or phrase to which it is affixed modify that
which follows (53). Examples: Michel/en/a 'the (or that) of Michel';
aur/du/n/a 'the (woman) with (or possessing a) child' (literally 'child she has it- particle to indicate modifying of the following -that one'
equals 'the one that has a child'). Traditional Basque grammars call
this particle a genitiva which makes it dimcult for them to explain its
use with verbs and clauses (54). Traditionally, a second genitive, - ko,
is recognized, and we see it also as a particle indicating modification
of the following word.
9 Iberian has an infix -cu-, -co- suspiciously like the Basque
-ko-. The words besumin/cu/egiar (Mise. 55), duseratine/cu/egiar
(ibid, 56), and ars/agis/cu/egiar (55) all end in egiar which we hope to
show has a meaning something like 'lord' or 'master' or 'magistrate'.
This would allow us to interpret the words given above as 'the lord of
besumin', the lord of duseratine' and 'the magistrate ófthe Arse agis'.
(52) A. TOVAR: cLaa monedas saguntinas y otras notas sobre inscripciones ibéricaS».
BSEAA, 15, 1949, pp. 25-34. G. BABR: cBasldsch und Iberiscb». Eusko-Jakintza, 2, 1948, pp.
1-119. See p. 106.
(53) In our view it is exactly like the Chinese de in function.
(54) A. TOVAR: cUna explicación del sufijo vasco -en». Primitivas lenguas hispánicas,
pp. 90-95 ; R. L\FON: eLes deux génitifs du Basque». BSL, 61, 1965, pp. 131 -159.
(55) MLI, 40b ; A. VIVES: I , 35; J . UNTERMANN: cMonumenta Linguarum HispanicaI'Uillll. Wiesbaden, 1975, I , 232; and M . C. PEREZ ALCORTA: cMonedas antiguas de Sagunto». Numario Hispánico, 4, 1955, p. 278.
- 497 63
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12
W. PA'rl'ISON
In this last example, found on -a coin of Arse (Sagunto), which coins
often bore magistrates' names, it could be that agis (56) signifies
'mint'.
Tovar (57) segments this same coin legend arsa - gis - cu- egiar
saying that gis m ay be related to the gita of other coins, and, most importantly, «En cu podría estar algo asf como el ko del genitivo vasco ...»
The particle -cu- is not confmed to use with -egiar. Tals/cu/bilos
(Ens., Pl. 68, 25) and Ildu/co/ite (on a coin, MLI, p. 42; A. Vives, 1, 16)
contain very common roots bilos and ildu. (The latter appears in severa! toponyms, such as Ildum, a stage on the Roman road north ofSagunto.) Elsewhere we find sagustico or saguntico (58), castilco (59),
abilico (MLI, xiv), balcelacu (Solaig), and the names Austinco (Ascoli)
and Urcico (CIL, 11, nr. 2818). Michelena (60) gives examples of anthroponyms in medieval Basque ending in ....:.co: Larraineco 'de la era',
Bazterreco 'del linde, margen', etc. They show that the person in
question was from a certain place, generally nota town. The - co implies modification of an understood, vaguety conceived, noun or: pronoun, such as 'person', 'that (one)', or 'he', justas in the Iberian forms
listed above. With these Basque names we can also compare the Aquitainian Estenconis (CIL, xiii, 271) which Lafon (61) calls mom d'homme a sufflXe -co, fléchi comme un nom latin en - o, -oniS». The leader
of the Editani called Edeco or Edesco (Livy, XXVIII, 17, 1) has a name
formed by use of ~e same suffix:
The existence of such pairs as eUeko andere and etsekandere
'ama de casa' implies that the Basque -ko can be reduced to the consonant k, especially before a following vowel. Another example: su-
(56) Latin ago, Greek..t)'w had once the sense of 'to weigh'. The derivativo agína 'aba111\lC& beam' (ERNOUT et M'EILLET, Dict. Etym., pp. 16-71 recallsltbra 'the beam of a scales'
hence the 'scales' and 'pound'. Obviously weighing out the metals was a prime function of
the mint. We must remember that Iberian coinage began under the Greek and (principallyl
Roman lntluence, hence the comparison of agis to ago is justified. However, GOMEZ MORENO ~ this coin legend should be corrected to arsbígisteegíar (Mise., p. 2781 on the analogy to ütlrbigisen (Mise., 42). Note that this is the only Arse coin with the cstronp r.
(57) A. TOVAR: op. cit. in note 52, p. 29.
(58) FLETCHER: I. l ., p. 29; TOVAR: Primitivas lenguas hispánicas, p. 212, note on p.
43.
(59) M. ALMAGRO: Zephyrus, 2. Salamanca, 1951, p. 104 and Ins. amp., p. 260.
(60) L. MICHELENA: «Notas lingüfsticas a la colección diplomática de IracbeJ. Fontes
Linguae Vasconum. I, 1961, p. 40.
(61) R. LAFON: cSur la langue des aquitains et celle des vasconSJ. Bul. Philologique et
Historique, 1958, p. 3.
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IBERIAN AND BASQUE
13
kalde 'fire-side' . But is the t in sutondo 'fll'e-side' simply a variant of k
and ultimately a derivativa of -ko-7 Basque scholars do not speak of
this possibility, although they give examples of the use of the inf'IX
- t-: atsotiz 'proverb' from atso 'old woman' and itz 'word', üartiz
'epitaph' from ilar(ri) 'tombstone' and itz (62).
Looking now at Iberian, city names like lli/t/urgi and Arce/d/urgi
show the same construction. Untermann (63) believes that üi - , ilu-,
in toponyms comes from Iberian ilti-, ütu-, and in his map number 2
he shows the distribution of cities with this name element. They fall
in the narrowly defined Iberian area, along the Mediterranean coast
and in the Tartessian area of Andalucía. Not all ofthem have the - tinf'lX.
A form like biur/t/egiar shows the same infiX.
1O The sufflX - ite reminds us of the names of Iberian tribes as recorded by the Greeks and Romans: Ceretes, Indigetes, llergetes, and
so on. This ending, to which the Romans added their sign ofthe plural
(-s), justas the Greeks added -oi, was then extended with the adjectival -anus to form etanus, -itanus, to our mind a compound suffix
(64), but considered by some great authorities as part ofthe W~stern
Mediterranean substratum (65). Unfortunately, examples ofthe tribal
names recordad by ancient authors are not found in Iberian script.
We find -ite and - te frequently in our documents and while there
is no assurance that they are the same morpheme, or even that they
always have the same function, there are reasons to assume that at
least on occasion they serve as a plural sign. They precede the abovementioned -egiar in several cases: caresirte egiar (Mise. 53 a), caresbanite egiar (ibid. 54), ebifteegiar (ibid. 53b) and biuttitee[giar] (ibid.
55) (66). If egiar can be taken as 'lord', 'magistrate', these phrases
would stand for 'the lord of the cafesir people' , and so forth, the - te,
-ite indicating the plural.
We have already spoken of -ar as a possessive and its confusion
with etar, -tar on the basis ofBasque analogies. We incline to believe
(62) R. LAFON: cSur un suffixe nominal commun a u basque et quelques langues caucasl-
queu. BSL, 44, 1948, p. 144.
(63) J . UNTERMA.NN: «Estudio sobre las áreas llngüfsticas prerrom.anas de la Península
Ibéricu. APL, 10, 1963, p. 173.
(64) A. GRAUR: cDouble sutl'uxation des noms des habitanw. Acta Antiqua, Budapest,
10, 1962, pp. 119-121 , maltes a convinclng argument for the compound suffix.
(65) J . HUBSCHMID : «Meditenane Substrate», pp. 71 -72; POKOR.NY: ELH, I, p. 6.
(66) Slnce this word is preceded and followed by words endlng in - egiar the reconstruction by GOMEZ MORENO iB almost certalnly correct.
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W. PATTISON
that Iberian tar, -etar includes the plurP l. Coins with legends like Arseetar (MLI, 40) and Saitabietar (A. Vives, Lám. vi, 18} parallel
exactly the Greek letter insciiptions on Spanish coins which use the
genitiva plural, as in E MnO PJnN(A. Vives, II, 19). Arseetar means 'of
the people of Arse' justas the Greek signifes 'of the people of Emporion' (67).
It would be convincing if we could prove that -tar is nevera singular and -ar never a plural. The present state of our knowledge does
not permit such a proof, but it does not present us with a categorical
refutation. A pot with balacertar {Mise. 38c) could mean that it belonged to a family named.Balacer; Urgidar (an Ascoli name) can be a
'man of the Urgi people'. The graffiti on Ensérune pots ending in -ar
{see above) seem to indicate possession by one individual, as does dursaurar (Mise. 7) on an Ampurias vase {68).
Now Basque has a plural in -eta (arrieta 'stones') which many
have thought derived from Latin -eta, the plural of the collective ending -etum (69). But the antiquity ofthis plural in Basqu..e seems evident when we find traces ofit in the inflectional system ofverbs (70).
The verb incorporates the object; du 'he has it' contrasts with ditu
'he has them', and zuen 'he used to have it' with zuten 'he used to have them' . The third person plural ends in - te: dituzte, dute, etc. R. Lafon (71), points out that «le suffixe -tzu figure dans des toponymes ou
il exprime la pluralité, 1' abondance. C' est sans doute le méme suffixe
que sert, sous les formes -zu et -tzu suivant les parlers, a former des
adjectifs et des substan~s exprimant 1' abondance ... La semi-occlusive -tz sert aussi en basque ... a indiquer dans les verbes le plural du
sujet ou du patient.» It seems that B~sque and Iberian share - ite/ - te
as a plural sign.
11 Quite a few Iberian documents have numbers written with
vertical strokes, just as the Romans wrote one, two and three (72).
(67) U. SCHMOLL: «Die Sprachen der vorkeltischen Indogermanen Rispaniens ...ll, p. 70,
suggests that the sutnx -etar has something to do with the tribal names in - etes recorded by
ancient authors.
(68) A. TOVAR: BSEAA, 16, 1949, p. 26, maintains correctly thatBasque -etaris indefinite in respect to number, and implies without proof that this ls also true of Iberian.
(69) SCHUCRARDT: «Die iberische DeklinatioDll, p. 24 and ZRPh, 30, p. 6 ff.; R. LAFON:
BSL, 55, 1960, p. 196; MICRELENA: Archivum, 8, 1958, p. 46, n . 27 is unsure about the LatiD origin of - eta.
(70) L. MICRELENA: loe. cit (n. 69) c... no parece que no pueda señalar en las formas
personales del verbo vasco ningful aqjo que sea de origen latino».
(7 11 R. LAFON: eLe verbe basque a u XVI8 sléclet, I, p. 530.
(72) A few examples: Azaila, fig. 16, nr. 4a; flg. 17, nr. 30b; and fig. 18. nr. 4; Serreta
VI; Orleyl m ; Bns. Pl. 65, 21; Liria.• plomo I (FLETCHBR: I. I., p. 42).
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IBBR!AN AND BASQUE
This same vertical stroke is also a sign of the Iberian syllabary -ba,
and although almost all Iberian signs are clearly related to Phoenecian and Greek symbolsl th.is one has no certain early prototype (73).
We feel that the Iberiansl accustomed to associate the vertical stroke
with 0De called it ba because ba (or a word emphasizing this syllable) meant 'one' in their language. The analogy to Basque bat 'one' is
evident1 and we note that bat always follows the word it modifiesl
contrary to the usual preceding position of other numerals.
Now if bacan be equated to 'one' it does not follow that it always
has a numerical significance. It could become a morpheme or functor
word, similar to the English one in combinations like the smdll one,
the silver one, the Florida one.
A number of place names in -ba, - ubal - oba cometo mind: Salduba, Uduba, Corduba, Onuba, Maenuba and lponuba (74). With
them we place Ilipa (Strabo, m, 2, 2) Astopa (Livy, xxvili, 22) and
Onoba and Ossonoba (Strabo, m, 2, 5). Ifthe roots ofthese words have meaning as common nouns or adjectives, which we think probable, then the suffix changes the rootinto a place name. lfSalduba (75)
can be relatad to Basque saldu 'sell', the root plus the suffix must be
'(the) selling one' or 'the market place'. It can be comparad to Saltigi
(MLI, Prolegomenal 17) which we also interpret as ' (the) place of Salt
(or Sald)' and, if related to Basque saldu, 'the market place'. Saldu/ti/ba/ite (Mise. 54) may hsve something in common with Saldubal as
we see when we segment in remembering ban/ite (Mise. 53, 54, 57
and 61) and such personal names as Boutin/ti/bas (Mise. 26) and Bilus/ti/bas (Ascoli), nlur/ti/bas (ibid.).
The use of -ba as a formativa of place names is not necessarily
the only way the sufftx was employed, but since we do not know the
meaning of the radicals to which it is affixed in the following examples, we cannot be more specific in our analysis. We fmd culesba (76)
1
1
1
,
1
1
(731 J . UNTERMANN: Emérita, 30, 1962, p. 288. But J .. M. SOLA-SOLE: d.fiscelé.nea
pónico-hispan&J. Sefarad, XVI, 1956, p. 339, believes the lberian 1 (ba) comes from Phoenecian ~ (bet). In bis tabla 1, opposite p. 334, he traces the evolution of the Iberian sign. However, he does not find betas 1before c. 180 B. C., which could mean that the Iberian script influenced the Hispano-Punic and not the reverse. M. ALMAGRO GORBEA: Rev. de la U. Complutense de Madrid, 25, 1976, p. 52 finds 1 (ba) as early as 600 B. C.
(741 A. SCHULTEN: Geogr., ll, p . 37.
(751 Salduba, also Salduie, the name of Zaragoza.
(761 Compare culeiuria (Mise. 201.
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W. PATl'ISON
(Ens. Pl. 65, no. 25), balacoiaba (MLI, xix), bobaitinba (Villares V),
balmaceba (HAE, no. 535), bastaibaitieba (77) (Solaig ~and [s]osintiba
(Fletcher, Bronce). Tbis last one will receive our attention later.
Finally a pottery fragment from La Alcudia (Elche) is inscribed
balcatica eba, which brings to mind the many coins beraing eba (as
well as etaban and ban) (78) which some have taken as marks of
value (79).
The suffixes -ban and -ba.S are a.b undant as the final syllable of
Iberian words. We have noticed ntirdasalirban on a coin of Lérida.
On tombstones we frequently find -ban, -eban, and -ebanen, for
example igoiwceiwi ildubeleseban (Mise. 40, see p. 322) and ·baisetasilutaseba[ne]nwi (Mise. 76). Now although Tovar stoutly maintains
that eban means 'stone' (80). Caro Baroja and J. Vallejo both take ban
to be the equivalent of Spanish de (81 ), Gómez Moreno hypothesizes a
relationship between ban and the Semitic ben and .G. Babr equates
ban with filius (82). Following thes~ last opinions and remembering
that wi is widely accepted as 'I (am)', the first inscription r~ads '1
(am) Igoiwcei, son oflldubeles' and the second is 'I (am) Baisetas, son
of Ilutas'.
In other cases -ban, -eban cannot be translated by 'son' although the possessive is appropriate. Just as we postulated a meaning
'one' anda morphological function for -ba, so we regard - ban andbas as the same kind of morpheme. Iltifda5alirban on a coin means
' (the) IltifdaSalir one' as opposed to the ones of other cities. A stone
weight to'pped by an iron ring is inscribed ustai(n)abararban (Almagro, Insc. amp., pp. 78-80, Mise. 14). Since Basque ustai means 'ring,
hoop' and abar often forms part of men's names, it is tempting to interpret the phrase by 'ring (the) Abarar one' , that is, 'Abarar' s ring' ,
(77) Compare baiii (Azaila, CVH, fig. 19, no. 158), and ... tibaite (FLETCHER, l . l., no.
XXVII).
(78) MLI, pp. 30, 33, 43, and 48; G. H. HILL: «Ancient Coinage•, pp. 67-8, 102, and 131.
(79) A. VIVES: ll, part 2, p. 10; GUADAN: «Numismática ibérico, p . 161. But since ban
is not confinad to one coin value it can hardly indicate value. Por example we find it on the
reversé of semis, quadrans, and sextans of the mint identlfled by the magistrate Abarildur
(HILL, pp. 102 and 131 ; MLI, p. 33).
(80) Lex., pp. 305-6; «El euskera y sus parientesll, Madrid, 1959, p. 45; Prim. Leng.
Hisp., pp. 61-66. But is eban always written on stone? R. RAMOS FERNANDEZ: APL; XII,
1969, p. 172, says it is not; an example is Ens., ,l. 70, nra. 9 and 11, where reading fr right to left we have ebanbonar stamped on clay.
(81 ) J . CARO BAROJA: cSobre el vocabulario de las inscripciones ibéricaSll. BP.AE, 25,
1946, p. 183· J . VALLEJO: «En tomo a una vieja moneda ibérico . Emérita, 14, 1946, p. 250.
(82) M. GOMEZ MORENO: Mise., p. 280; G. BAHR: p. 420.
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mERIAN AND BASQUE
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where -ban has the same possessive role that we have seen elsewhere (83). 'Baiseta8 (the) Ilutas one' (Mise. 76) indicates a Baisetas düferentiated from others of the same name as the one relatad to Ilutas. In
the same way Lydian nannas bikivalis is literally 'N anna the one of
Bikiva' (84).
Most epitaphs of the type «XZ ban» seem to refer to X - a man son of Z. But there is no reason why X cannot be a woman, the wife or
daughter of Z. From Liria we have a fragment inscribe d ... ban unsceltegiar ban (Fletcher, I. I., no. 1; see ibid., no. LXXV and Mise. 57) over
the picture of a lady with a mirror. If our interpretation of egiar as
:lord, magistrate' (see below, p. 29) is correct, unsceltegiar must be a
man and the phrase - if it refers to the lady - must mean 'the one (i.
e. wüe or daughter) of unsceltegiar'.
Some other examples of -ban are balcebereiwbarte balduser ban
(Mise. 119), balceatin isbetarticer ebanen (ibid. 47), and alordui bela$baisereban (ibid. 23). These names parallel those of the Ascoli
bronze in structure, where each ofthe honored Iberian. warriors' names is followed by this father' s: Sanibelser - Adingiba~flJlius) , Dlurtibas- Bilustibas f., and so forth. The father's name has ho genitiva inflection, so f[llius] serves the same purpose as the Ib.e !ian - ban or
-eban. Functionally the Latin and the Iberian are the same, but - ban
cannot mean 'son' as this meaning could not translate ntii·dasalirban
and similar inscriptions.
The suffix -bas shows up in the Ascoli list not only in the threé
names just mentioned but also in Umargibas and Luspangib(aSJ (85).
In Iberian script we have DasbarigibaS (Mise. 32c), BoutintibaS {ibid.
26), AlostibaS or Bilostibas (Ens., Pl. 67, 29), Baceocebus {Alcudia) on
a potter's stamp, and Urcebas (Mise. 53a; CB, p. 757) next to the head
of a mounted warrior on a vase painting from Liria (86).
(83) Abar is also Celtic (HOLDER, 1, col. 6). It seems to be a cognate ofth. Latin avarus,
e
fundamentally 'e •, desirous' (ERNOUT et MEILLET: cDictionnaire etymologique», p. 55).
In Aquitania we fi.nd three place names derivad from this anthroponym: Avaray, Averan,
and Averon (A. DAUZAT et CH. ROSTAING: cDict. etym. des noms de lieu de Franca.» Paris,
1963, p. 41).
While Basque abar 'branch (of tree)' could bardly be cognate with the Iberian, still Basque abe 'tree' also means 'column, support.' Abe comhined with the suffix -ar (see p. 27)
could give a name meaning 'support'.
(84 ) J. FRIEDRICH: Extinct Languages (translated by F. Gaynorl, London, 1962, p. 1 11;
A. HBNBECK: Lydiaka, pp. 68-70.
(85) This name was too long to fit in the space allowed for it. GOMEZ MORENO: Mise.,
p. 250, completes it.
(861 Tbese last two names are the only ones with the rweab sin -bas.
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18
W. PATTISON
Urci, Urgí is abundant in Iberian place names. A town of Urci in
southeastem Spain issued coins with southem Iberian (sometimes called «Tartessi811») inscriptions (MLI, 116 and CB p. 708). It is mentioned by Mela (ll, 94) and Pliny (N.H., Ill, 10). Pliny also records Iliturgi and Isturgi (CB, p. 795); andan Iberian coin bears Arcedurgi (MLI
23). Among personal names we note Urgidar (Ascoli), Urcescer (Serreta IV) and the Latinized UI'Cestar Tascaseceris f. (en,, ll, 2067). We
suspect that Urcebais is a proper name based on a toponym and that
-bas is comparable to -ban. Hence Urcebas is '(the) Urci one' or 'the
man from Urci' or perhaps 'the ruler of Urci'. Caro Baroja calls bas
ru.n sufijo étnico» (CB, 714) and says that it ~dice procedencia y origem (ibid. 792). His thought supports our hypothesis which differs
only in relating -basto -ban and finding their basic meaning in 'one'
used as a functional morpheme.
In Basque bat 'one' (with obvious similarity to the Iberian) is an
unusual word in severa! ways. As mentioned above, it always follows
the word it modifies, whereas other numbers regularly precede. Its final t is strange as this letter is very rare in final position (87).
In compounds bat shows we are dealing with numbers, for example zeinbat, zenbat 'how much, how many', onenbat 'as much as this',
bana 'one apiece'. and bakar 'one alone, unique '.
'Oneness' involves the notion of 'completeness' , of bringing together all the parts to m*e one, as in 'unite'. In Basque this idea parvades batzar 'congress', batze 'harvest' and the sufftx - bete as in eskubete 'handful', and betekada 'satiety, bellyful'.
None of these or the many other derivativas of bat is an exact parallel to the Iberian -ban, -bas. Howerer, we do fmd Qther precise
counterparts. The family name Larrebat is literally '(the) pastura
one(s)' (88). Even more interesting are the relational terms ending in
-ba, - pa, such as aizpa 'sister' of a woman, arreba 'sister' of aman,
ugazaba 'employer, master', giharreba 'father-in-law or mother-inlaw', and osaba 'uncle', to name a few. The suffix on these words has
defied the efforts of the etymologists (89).
Nonetheless Joan Corominas comes very close to the solution we
shall propose when he shows that aizpa is relatad to aiza 'compañia'
187) Bat may come from an earlier •bade, L. MICHELENA: «Fonética histórico, p. 134.
(88) MICHBLENA: op. cit., p. 30.
(891 The distlnguished Basque scholar LUIS MICHELENA says «Mi intencJós n o podrla
ser la de penetrar el sentido nunca revelado y acaso Jrrevelable del sufijo - ba• («Sobre algunos nombres vascos ~&.fs'8ntesco» in Fontes Linguae Vasconum, I, 1969, p. 1201. But BAHR,
p. 422, finds - ba re
cent of Iberian - eban.
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IBKRIAN AND BASOUB
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and must mean 'compañera' (90). Carrying bis investigation farther
we note that other compounds.of aiza imply work in common or common interests: aizaberro 'rotura hecha en común por los vecinos', aizalan 'trabajo vecinal', and aizetSe 'casa de la villa'. It is clear that
the idea of sharing, especially of work, is fundamental in aiza, hence
aizpa is 'the work sharing one', and the suffi.x is, as in Iberian, 'one'
used as a morpheme.
The term ugazaba goes back tQ ugatz 'breast', which by extension comes to mean 'mother's milk', and according to some 'food ' in
general (91). Words which designated stepfather and stepmotherugazaita, ugazama - are undoubtedly based on the notion of feeding
an orphaned child. In like fashion the young apprentice or. farm laborar lived with and was fed by his ugazaba 'the feeding one', where
the sufflx -ba is the same morpheme as in aizpa.
Finally, gíharreba, based on giarre 'rencor, amargo recuerdo;
parte magra de la carne' seems to mean 'the disagreeable one', and
osaba may have something to do with osabide, osagarri 'cure, remedy' for ill health, and osagüle, osalari ' doctor'. An uncle may have
been 'the curing one' in times past, perhaps not so much from ill
health as from other difficulties. The special relationship between an
uncle - especially a maternal uncle - and his nephew has been observad by many anthropoligists. For example, Claude Levi-Strauss finds
that a severe father' s son tends to gravitate towards his mother' s
brother (92).
12 Can the finalletters of -ban and -bas be explained? There can
be no masculine/feminine distinction as both endings can refer to
men. But a close examination of the epigraphical evidence shows that
-bas never accompanies wi 'I (am)'. On the other hand the potter's
stamp Beceocebas names a living, active man (93).
Basque contrasts the agiens, the «subject» of a transitiva verb with
the patiens, the «objetcb of such a verb or the «subject» of an instran-
(90) J . COROMINAS: cTópica hespérlcu. Madrid, 1972, p. 322.
(91) R. M. DE AZXUE gives these meanins, but MICHELENA: op. cit., note 89, p. 123, in·
siats that ugau means only 'breast'. He accepts, however, the translations of ugatzaita 'padre nutricio', ugatzama 'madre nutricio', where the Idea of food is essential.
AZXUE takes ugazaba from ugau plus aba 'padre'; MICHELENA derives it from ugaz
and asaba 'ancestor'. It ia difficult to see how an 'antepasado nutricio' (MICHELENA's own
words, p. 124) could be a living master or employer.
(92) C. LEVI-STRAUSS: cL'analyse structurale an linguistique et en anthropologie».
Word, 1, 1945, p. 44.
.
193) G. BAHR, pp. 440-441, surmises that the n and the s of ban and basare intlectional,
s being a nominativa endlng.
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W. PATI'ISON
sitive ora copulativa verb (94). While there is no phonological similarity between the Iberian and Basque inflections, we do suggest with
hesitation that the grammatical categories are the same: -i.e., that
-bas is the agiens and -ban the patiens.
In support of our suggestion concerning the ending -s, we turn to
A. Martinet (95) who says the ending -s ofthe nominativa in Indo-European languages was once «proper to all nouns designating entities
capable ofbeing conceived as agents», but not applicable to
atients».
It «was necessarily the morpheme of an ergative case, designating the
agent ofthe action. This was not the nominativa ... An ergative case is
an.indicator of function ... An evolution in the structure ofl. E. had the
result of making the former ergative widertake the function of a nominativa.»
13 We have seen (p. 12) that Biurtigi (Orleyl III) and possibly atirtigi .. . (Liria, XXII) correspond to Iberian place names preservad in
classical authors: Artigi, Astigi, Cantigi, Lastigi, Olontigi, Sosintigi,
and Saltigi (MLI, Prolegomena, par. 37).
Among personal names we find Biuitibas (Ullastret) (96), Bilpstibas (Mise. 26) and Tasbarigibas (ibid. 32c) as well as a number of Ascoli names: Adingibas, Illurtibas, Bilustibas, Umargibas, and Luspangib[as]. Have these names anything io do with -tigi, -tegi?.
Basque has this suffix with the basic notion 'place where' something exists or takes_ place. It gives rise to a number of abbreviated
forms: -gi, -ti, -di, -dui, and -doi: ardandegi, ardandui 'wine
shop', arregi 'stony place; quarry', jangi 'dining room', sagasti, sagardoi 'apple orchard', masti 'vineyard', goiti 'on high; attic', and lerdoi
'pine grove'. Lexicographers difl'erentiate between sorne of these endings but they are all variants of tegi, tigi (97).
Returning to Iberian personal names we examine Biurtibas in
conjunction with biurtigí. If the latter means 'the biur place' (where
bíur is found, harvested, mined or fabricated), then Biuitibas is the
one from that place, or the owner, ruler, or simply inhabitant of that
place.
(94) R. LAFON: «Expression de l'auteur de l'action en Basque». BSL, 55, 1960, fase. 1.
pp. 186-221.
(95) A. MARTINET: Elements of general linguistica, London, 1964, p. 179.
(96) J . MALUOUER DE MOTES y M. OUVA: «El nuevo plomo ibérico de Ullastret». Pyrenae, I, 1965, pp. 124 ff.
(97) AZKUE says -di indicates 'abundance', -ti ·~quence', and -gi 'place where'. L.
MICHELENA: cVoces vasc&Sll, Emérita, 17, 1949, p. 201, lists all the varlents of -tegi. R."
MENENDEZ PIDAL: cSobre las vocales ibéricas e y o en los nombres toponimicoS», RFE, 5,
1918, p. 235 ff., deals with -toi, -doi as a varlant of toki.
-
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IBEIUAN AND BASQUE
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The Ascoli list gives us Luspanar and Luspangibas, two names
varying only slightly, possibly the 'man ofLuspan' and the 'man from
the place where Luspan is found'. The same contrast exists in Urcebas
(Mise. 53a} and Urgidar (Ascoli}. Finally a clear example of a man
from a known place is IDurtibas (Ascoli) who must be from muro (older form, Ilduro), a settlement close to modern Mataró (98).
We do not regard the places where something is found as being
necessarily names of towns. Furthermore, even well-known town names were in all probability based on common nouns or adjectives.
The root ildu(r), which we have just seen, occurs in so many combinations (See p. 4) that it must have a wider significance than a limited
geographical reference. Il(d)urtibas is then 'the one from the ildur place'. The root of Iltirda forms part of bastesiltirte (Mise. 65), iltirbigisen (ibid. 42), and auauniltihen (ibid. 22), and it is hard to believe
that all these combinations refer to the city (99).
In fact Ulrich Schmoll, on the basis of wolves pictured on coins of
Iltirda and Ililiaca, decides that iltir means 'wolf as a common noun
(100). It is conceivable that the 'place where' can allude toan event,
as possibly Boutintiba$ means 'the one from the place of victory'
(where a victory was won) if the name is based on Celtic boudi 'victory' (Holder, cols. 497-499).
Basque toponyms ending in -tegi and -gí are abundant and the
derivativas of the same formation ha ve be en revealed in the Pyrénées
Orientales and Catalonia (101) as well as in the old Kingdom oí Valencia (102). This evidence confirms our interpretation ofthe Iberian suffix -gi, - ti as 'the place where' and provides another reason for
seeing a relationship between Iberian and Basque.
(98) M. lUBAS BERTRAN: cEl poblado ibérico de llduro». Excavaciones Arqueológicas
en Espada, 30. Madrid, 1964.
· (99) PIO BELTRAN: «Los textos ibéricos de Liri&J, RVF, 3, 1953, p. 166, concludes that iltir is not a geographical term but cuna palabra comlin muy abundante».
(1001 U. SCHMOLL: «Die Wortstimme Utir und ildu in der hispanischen Namenbildung»,
Die Sprache, 6, 1960, p. 49. On Iberian ceramics the wolfis frequently depicted. lt must have hada meaning as a totem ora symbol offerocity in combat. J . M. BLAZQUEZ MARTINEZ:
«Religiones primitivas de Hispani&J, I , p. 11, shows that the wolf was associated with a god
of the underworld. As early as 1948 GOMEZ MORENO saw the possibllity that iltir and
cwolf» were relatad (Mise., p. 278).
(101) H. GUITER: «Toponimia vasca en los Pirineos Orientales». APL, XIV, pp. 254-5;
«Les parlen préromans des Pyrénées OrientaleS». Service des Archives (des Pyr. Or.), Perpignan, 1964; and J . COROMINAS: «La topo.nymie hispani.que preromane at la servivance du
buque jusqu'au bas moyen Age». Onomástica, I , 1960,-pp. 105-146.
(102) M. SANCHIS GUARNER: dntroducción a la historialing{lfstica de Valenci&J, p . 43
(Cálig, Tirig), p. 44 (Caroig).
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W. PATI'ISON
22
14 As we go through lists of men's names we discover that quite a
few termínate in - es and -er, imd that this last dissidence seems occasionally to become --ar. For example, the Ascoli bronze yields Agirnes, Arranes, Albennes, Belennes, and Enneges; another classical
source (103) gives nerdes; and documents in Iberian script record (citing only those cases where we can be reasonably sure that we are
dealing with a name) üdubeles (Mise. 40), ulticeles (ibid. 8), and ...stanes ...intanes ..,.banen (ibid. 15) (104).
The -er ending is clear in Nespaiser, Atanscer, and Sanibelser (all
from Ascoli), as well as Iberian inscriptions belasbaiser (Mise. 23) and
balduser (ibid. 68 and 119). These are surely men's names, and the
same may be true of sergiter (ibid. 105) and benebetaner (ibid. 67 and
70), as well as ütirarcer (MLI, 25).
The dissidence -r is not confinad to personal names, witness Sosintaker (Canet). In Basque we fmd the dissidence -r giving a substantive element needed to forma pronoun in cases li.ke nor 'quien' as
contrastad with noiz 'cuando' and non 'donde' or zer 'quien, cosa'
contrastad with zein 'cual'. The use of final - r to substantivize roots
is paralleled in Iberian and Basque.
That --ar is sometimes a variant of -er is not improbable, although we have difficulty in separating it from the possessive - ar. A
form like anaiosarenwi (Ens. PI. 65, nos. 11 and 13) can hardly end in
the two genitivas --ar and -en. It seems more plausible to take the ·
- ar as the masculina dissidence of the name 1105 ). Possibly dusgitar
(Orleyl ID), balear (Mise. 9) and carcoscar (Solaig) are men's names
with this ending. Michelena (Pirineos X (1954) p. 443) finds that the
Aquitanian - tar is confined to masculine names. Egiar, a fairly frequent morpheme which we shall study later, is an obvious member of
this group.
Turning to Basque we find names of animals in which the ending
- ar differentiates the male from the female. Thus while asto means
burro in general, astar is the burro macho and astama, astana is the
burra. Similarly, contrasting pairs are oillar 'gallo' and oillo 'gallina';
mando 'mula', mandar 'mulo' ; zozar 'mirlo macho' and zozama 'mirlo hembra'.
(103) SIUO ITALICO, XVI, 566, 57 1.
(104) GOMEZ MORENO completes and correcta the first of these names to bascones
which has led to much speculation, especially asto its allusion to the tribal name Vascones.
In our opinion we have a typical situation: a deceased man's name followed by his fath. r's.
e
(105) TOVAR: ELH, p. 19, sees -aren as the article plus the genitiva, as in Basque Miquelarena.
-
508-
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IBERIAN AND BASQUE
23
Finally, two endings indicate a woman: Bileseton (CIL, II, 3537)
and Sergeton (ibid. 2114) are both women's names (106). Likewise
- unin is a feminine ending: Galduriaunin (CIL, II, 5922), aredaunin
(Mise. 73), cabeunin (ibid. 75), nisunin (ibid. 57), and sicounin (Almagro, Ins. Amp. p. 72).
15 This is all we can say of lberian morphology at present. The
om.issions, sueh as our failure to identify signs of the negativa and interrogativa and even the conjunction 'and' are striking. We turn now
to questions of vocabulary, especially possible Iberian and Basque
cognates.
·
III
OUESTIONS OF IBERIAN VOCABULARY
If we know what a given document is about we have a much
greater chance of reaching·valid conclusions about the meaning of some (not all) of its words. The tombstone epitaphs would not contain
the same vocabulary as the tabeUae de.fixionum. Contracts or financial accounts will usu~y reveal themselves by the presence of numbers. Religious topics are not easily identified, but pictures on vases
can give a hint of the meaning of the accompanying inscriptions. Pictures of dances, winged anthropomorphic figures, and animals, either
monsters or totems, imply religious significance, but unfortunately
most of these do not have accompanying inscriptions (107 ). Simple
grafiti on pots and similar objects often are the names of the owners.
If keep these facts in mind, and at the same time take into consideration the morphological elements of our working hypothesis, we
may cometo results which will elucidate some meanings.
' 16
(106) MICHBLENA: Pirineos, 10, 1954, p. 443. Cf. ELH, 1, p. 383 and J . CARO BAROJA:
cComparaciones vasco-ibér:lcap. Hist. Esp., dirigida por R. MENENDEZ PIDAL, 1, 3, p. 806.
(107) The Liria vase paintings show dances, Corpus Vasorum Hispanorum, Liria, U.minas XXIn (see Mise. 58), Lm, LXlll and LXVll (see Mise. 55). The flnt and last have accompanying inscrlptlons. A winged figure, íbid., Lám. LXXII, and monstrous animals also appear, Lám. LIV, LXVIII, LXXI, and LXXIV. J . MALUOUER: Hiat. Bsp. dirigida por MENENDEZ
PIDAL, 1, 3, p. 322, belleves that many ofthese dance scenes are cromarías o procesionés religiosaS» to some of the Iberian shrines. J . M. BLAZOUEZ MARTINEZ: «Aportaciones al estudio de las religiones primitivas de Espa.da.t. A. E. Arq., 30, 1957, p. 84, conflrms this belief.
- 509 -
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24
W. PATI'ISON
17 Many scholars have. suggested that certain Basque words may
have Iberian origins (108). A few ill-advised attempts have been made to interpret whole Iberian dotuments by Basque {109) but the accepted opinion is that the etymological method, starting with Basque,
will give meager results in Iberian. The combinatory method has been
restrictc:i up to recent times because of the paucity of documentary
evidence. 1t is this second method we hope to employ to the limited
extend of !•s possibilities, with occasional glances at possible Basque
countt....c:trts.
18 The frrst tablet found at La Serreta (Alcoy) has the words amai
sakarisker written transversely across one end of the principal text,
something like a final thought ora signature added toa letter which
has already fllled the page. In a11 probability sakarisker is a proper
name or title; it reappears in the 'lead' of Liria (Mise. 74g) and seemingly in the Tartessian inscriptions sacal iscer (Castulo, modern
Cazlona) (11 O) and sacarbiScar (Mogente) (111).
The first part of the name recalls the root sacr- found in Latin sacer, sacerdos and in Celtic names (112) such as Sacerus, Sacra, and
Socer.
After the Roman occupation of Cartago Nova one qf the magistrates of the city gives his name as Sacerdos (113) which looks suspiciously like a lati.nization or sakarisker. In any case, the root sacrmay be related to 'sacred' and 'sacrifice', or as Gómez Moreno (Mise.
p. 281) says, «todo inclina a sospechar que el sacariscer sea nombre
de entidad sagrada.»
(1081 A partial llst: A. TOVAR: «El euskera y sus parienteS», pp. 38-56; ELH, I , pp. 18-21 ;
P. BELTRAN: «Textos ibéricos de Liria». RVF, m , 1953, p. 41 ff.; D. FLETCHER: Die Spracbe, 16, 1970, pp. 167-8 ; L. MICHELENA: Emérita, 23, 1955, pp. 277-280; Archivum, VIn,
p. 43 and Pirineos, X, 1954, pp. 410-443; GOMEZ MORENO: Mise., pp. 278-281; R. MENENDEZ PIDAL: «Toponimia mediterránea y toponimia valenciana primitiva». Bol. de Dialectologia Espaiiola, 33, 1954/5, pp. 61 -75, and J. CARO BAROJA: op. cit., note 106, pp. 789 ff.
(109) For example. L. GALERA: «Ensayo de lectura del plomo de El Solalg• in APL, 13,
1972, pp. 127-137.
(110) A. VIVES: n, pp. 168 and 172.
(111) G. BAHR: op. cit., note 52, pp. 425 and 427; PIO BELTRAN : op. cit., note 38, who
transcribes (p. 36) this word as sakarbisgabe. See below p. 41.
( 112) A. HOLDER: n, cols. 1275 and 1279; J . WHATMOUGH: cDlalects of Ancient Gaub.
Cambridge, Mass., 1970, pp. 338, 343, 352, and 653.
(1131 A. VIVES: op. cit., IV, pp. 33 and 36 and cxvlli ofthe prologue; A. BELTRAN: «Sobre la moneda de Carthago Nova con 'Sacerdos'». A. E. Arq., 20, 1947, pp. 137-14i, inclines
to the opinion that Sacerdosls nota name, as Vives belleves. For another example of Sacer dos as a name, see J. VIVES, no. 1357.
- 510 -
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IBERIAN AND BASQUE
25
Strabo (114) calls the Lusitanian priest a 'Hieroskopos' , who divines the future by examining the viscera of animals and sacrificad prisoners. Similar rites occurred among the tribes of northern Spain
(115). Ancient cults continuad their practice in the west and north,
but those of the east disappeared under the influence of Greek and
Roman religion at the beginning of the historie al period. 1t is not surprissing, since almost no name of a primitiva god is found in eastern
Spain, that records of pre-Greek and Roman religious practicas
arilong the Iberians are rare. But in the earliest Christian times, lingering pagan superstitions were condemned, including the divining of
the haruspices who sought their omens in the entrails of their victims (116).
The root sacar leads us to the Basque sakarramin 'entrails'; sakar
'rubble; pus', sakaila 'big wound'. lt seems that a root (sacr-) having
to do with divining the will of the gods through entrails has been
adopted by both Iberian and Basque (or passed on to Basque through
Iberian?).
19 The second part of sakarisker sometimes takes the form esker
(standing alone, Mise. 37c and 119), in Aiunesker (Mise. 32a) and
...urcescer (La Serreta IV). It seems to form part of the Latinizad names Tanneg/iscerr/is (CIL, n , 3794) and Baes/isceris (ibid. 3221); also
in shortened form, in the name Atan/sker in the Ascoli document.
Where we also find Arb/iscar. Iscer can also appear as the first element of a proper nanie: Iscerbeles (Mise. 100) and the Tartessian Isceraden (Mise. p. 267).
Apparently isker, esker has not usually been related to - esken,
found only on coins. Traditionally taken as a genitive plural with relations to Basque, this latter sufllx has more recently been called an
ethnika (11 7) simply indicating that the coin in question is from sueh
and such a city. Among the many examples Tovar cites: arsescen, ausescen, iltircescen laiescen, otobescen, and undicescen, as well as the
Tartessian icaloscen and urcescen (118). It seems clear that if - esken
(114) A. GARCIA Y BELLIDO : «Espafta y los espaftoleshace dos mil añoS». Madrid, 1968,
cuarta ed., p. 118; J . M . BLAZQUEZ MARTINEZ: «Religiones primitivas de España», C.S.I.C.,
1962, p. 23.
(115) BLAZQUEZ MARTINEZ: op. cit., p. 32.
(116) M. TORRES in Hist. Esp., ll, pp. 452 and 479, n. 49.
( 117) A. TOVAR: Lex., p. 317 and ELH, I , pp. 24 and 18, n. 34, where he speculates that
- escer may be an ethnica relatad to -escen; he analizas - escen as a compound suffix, like
the Basque instrumental -z plus the Indoeuropean - ko.
(118) 0n - sken, see SCHUCHARDT: Iber Decl., p. 31 ; J. V~JO : «Sobre ibérico -sken
y -en». Emérita, 18, 1950, pp. 215-220 ; MICHELENA: «Sobre el es tado actual de la cuestión del genitivo vasco en - en». Emérita, 18, 1950, pp. 221-224; SCHMOLL, op. cit., note 67,
p. 62; A. TOVAR: Léxico, p. 291 , unde.r arsescen, and p. 317 under -scen.
- 511 -
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W. PATTISON
26
is an ethnic tbis suffix cannot be related to isker, esker, for Iscerbeles
defies interpretation as a localization.
Taking isker, esker and -esken as related to the Basque esku we
come tD a plausible solution not entirely at odds with Tovar's idea. Esku
is fundamentally 'hand' , but among its meanings we fmd 'derecho,
facultad' which idea dominates in eskuantza and eskubide (both meaning 'facultad, derecho, autorización' ), as well as in eskudun 1ministro, persona dotada de autoridad' and eskuera 'jurisQ!pción'. (119).
A coin, then, inscribed Undikesken is issued 'by the authority of
Undike' (or Indike) and Sakarisker is aman 'empowered' to 'sacrifice'
(or with authority in religious matters), in short, a priest. Escer seems
to be the equivalent 'magistrate' o'r 'official'. The combination urcescer (La Serreta IV) is '(the) magistrate of Urci'; aiunescer (Mise.
32a) '(the) aiun official', where aiun (120) is not necessarily a place
name, any more than sakar was in sakarisker. These combinations
with esker could with time become simply personal names, as Priest,
Bishop, Pope, and Mayor have done in English, as well as Alcalde,
Conde, Reyes, and others in Spanish. Thus the magistrate of Cartago
Nova named Sacerdos m ay have been the son or grandson of a priest,
rather than a priest himself.
An inscription from Liria around the rim of a pot cover reads
...giscer egiar bancebereiwbar balduser ban (Fletcher, I. l . LXXVI)
which has something todo with a noble (egiar) official (iscer), son of
Balduser. Egiar, 1 hope to show, is something like the Spanish 'señor',
and is appended to many names in Liria inscriptions.
The last example we shall examine is lskerbeles on a coin also
bearing the inscription Undikesken (Mise. 100). Hence Iskerbeles is
indisputably a magistrate' s name. Beles, bels, has constantly been relatad to Basque beltz 'black', but in Iberian, where it occurs frequently
in men's names (121), it may have hada more aftlrmative, positive
value: perhaps something todo with the moon goddess whom the Romans called Hekate to whom they sacrificad 9lack puppies and black
lambs and who presided over magicians and enchanters. The Iberians worshipped the moon goddess on the island off Mainake as well
of
(119) Latin manus a1so has 'power' as one meaning.
Two coins bear legends ending in -cen instead of -escen, which may be an abbreviation,
a variant, or a scrlbal eiTOr.
(120) 'Aiuni' appears on a tombstone (Mise. 44).
(121) See TOVAR: Léx., p. 296 (under beles).
- 612 -
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mERIAN AND BASOUE
27
as other points along the M_editerranean coast (122). She is perhaps
the nameless Basque divinity, fearful yet beneficent, for whom the
Basques danced on nights of full moon (Strabo, Ill, 4, 16). Iskerbeles
would be '(the) man empowered with magic' or simply 'the magician'
(123). His name recalls the Basque belhagile, belhaile 'brujo, hechicero' which seems to combine bel 'negro', ageri 'declarar, manifestar',
and -gile, -üe the ending denoting the actor or agent; hence belhagile
would be 'the one who reveals the black or occult'.
We must record, however, the fact that Michelena (124) derives
belhagüe from belhar 'hierba', giving its meaning as 'bl1\ia' , lit. 'hacedor de hierbas'.
As for the fmal letters of -sken and l.sker, esker, the dissidence
-en appears to be the same which Basque uses as a possessive, and
which was widely diffused in place names throughout the Iberian region. See above, p. 10-11. The ending -er shows up often, in addition
to isker, esker. For the -er ending, see p. 22.
20 We are fortunate to have a learned work on the geographical
distribution of personal names in ancient Hispania (12 5 ). As might have been supposed, the elements isker and beles are confined to the
Iberian region. When, after the Roman conquest, Iberians adopted
Roman names, it was only natural that sorne of them translated their
Iberian names into Latin. We find Pollio 'Powerful' and Niger 'Black'
appear frequently in the Mediterranean coastal area and in Andalucia
and Portugal. Only á few occurrences of these two names are recordad for central and northwest Spain. Does Pollio translate isker as Niger does beles? Furthermore, can we relate Porcius, common in the
Iberian district, to the tribal name ot the Cerritani, famous for their
hams (126), whose name is thought to relate to the Basque zerri 'hog',
cherri 'pig'? We also wonder if other Latin names peculiar to the Eas-
(122) A. SCHULTEN: Geogr., I, 323, and n. 43. In Celtic territory a god represented by a
crow and whose name contained the syllable lug (Indo-European 'black'l is catalogued by J .
M. BLAZOUEZ MARTINEZ: «Religiones primitivas de Rispani&J, I, p. 89.
(123) Another posslbillty is that beles is related to Celtic Belenos (the equivalent of Apollo), derived from the Indoeuro}M!an ghel 'blanco, brillante'. In Iberian territory we find Belenos in Azalla (Mise. 32d) and Belennes in the Ascoli list.
·
(124) MICHELENA: cHispánico antiguo y vasco,. Archivum, 8, 1968, p. 40, n. 16.
(126) J . UNTERMANN: «Elementos de un atlas antroponimico de la Hispania antigu&J.
Madrid, 1965.
·
(126) See SCHULTEN: Estrabón (in Fontes Rispaniae Antiquae, VI, p. 246), and Geogr.,
n. p. 513.
- 613 65
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28
W. PATTISON
tem zone hide nativa Iberian names of which they may be translations, for example Granius, Grattius, and Postumius (127).
21 We have mentioned Urcebas (Mise. 53a), Urcescer, and Urgídar (Ascoli), three men whose names derive from Urci, Urgí, recorded
as a place name by Mela (II, 94) and Pliny (N. H., m, 10) (128). The
latter also speaks of Iliturgí and Isturgi. Furthermore, Latin inscriptions bring us Urcestar (CIL, II, nr. 2067) and Urcico (ibid. nr. 2818).
Urke appears without suffix (Alcoy, La Serreta 1) and in the compounds urcetices (Mise. 26), urcecerere (ibid. 43) and Arcedurgi (MLI,
23). Apparently more than a couple ofplaces called Urci existed'in ancient Iberia.
Caro Baraja surmised that Urci means lfortress' basing his
thought on Plinyls words «Urgia cognominata Castrum Julium» (CBI
808). Consequently Urcebas could be lthe one from the fortressl. But
we must not overlook the'Basque urcia IGodl according to Aymeric Picaud (129) 1 and the modem Basque ortze Sky1 Heaven·~ ortzadar
lrainbow' (literally 'sky arch') 1 and ortzegun 'Thursday', the day of
the sky god1just as Jueves is also '(the day) of the sky god' (130). A
usual modem Basque word for God is Jaungoikoa lthe lord ofthe high
(place)' or 0f heaven'.
We think that Urcebas must mean the one from the height' and
Urcescer can be the lmagístrate of the high (town)'. lt is very possible
that a number of settlements - as we know generally built on high,
easily defended places - should have 'high' or 'height' as their names.
Hencel we suggest that the fundamental meaning lheight' be ascribed1 at least tentativelyl to urci (131). A secondary meaning 'fort' or
acropolis' is not precluded. There seems to be a correspondence between urci and Latin arx, arcis lfortress, castle; a height; a mountain
peak; (anything) high The two seem to be combined in the unidentified city' s name Arcedurgi.
1
1
1
1
1
1
1
•
(127) Granius and Porcius gave rise to the place names Granena and Purchena, MENENDEZ PIDAL: ap. cit., note 48, pp. 20 and 27.
(128) See above, p. 18; J. UNTERMANN:cEstudio sobre las áreaslingüfsticas prerromanas ...t. APL, 10, 1963, pp. 187-188 and map 9.
(129) Tbe 12th century author of a guidebook for pilgrims to Compostela.
(130) Several mountains called Mons Jovis (modem Mongó) bear witness to the worship .
of the sky god in the high placee. SCHULTEN : Geogr., I, pp. 325, 328 and 330.
(131) SCHULTEN : ibid., I, pp. 219-221 ; and Hist. Esp., I, 3, p. 324, describe Iberlan
towns and shrlnes as built on high placea.
-
614 -
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mERIAN AND BASQUE
29
22 Besides escer, iscer two other recurring words seem to refer to
the position of esteem enjoyad by the recipient. Egiar, which may
stand alone orbe affi.xed to the preceding word, is particularly common on the painted Liria vases, where human figures, often warriors,
are depicted. In some cases there can be little question that the words
refer to the man, as for example caresbobigir egiar inscribed between
the horse's legs under a mounted warrior (Mise. 53b, with reproduction of the vase; Liria, plate LII). On the same vase fragments we find
carestirte egiar and ebirteegiar which have, however, no clear reference to specific men in their placement. Another fragmentary pot
with pictures of horsemen, women, and musicians (a ritual ora triumphal pararle?) bears the words ... rbancusegiar biurtitee[giar] besumincuegiar (Mise. 55, Liria, plate LXVII, nr. 7). Still another fragmentary vessel, painted with war and hunting scenes, has next to two
combatants cemiegiar and ecuegiar (Mise. 56 ; Liria, platas 48 and
49; reproduced in M. Pidal, Historia de España, I , 3, p. 624). Finally,
a coin of Arse (Sagunto) is inscribed Arsagiscuegiar (See above p. 11)
which must be the title of the official who issued the coin.
Several scholars have seen a relationship between egiar and the
Basque verb egin 'to make, to do' (132). This verb is regularly used
with nouns to express physical actions (as opposed to emotional states). For example, 'to sleep' is lo egin, 'to cough', eztul egin. It enters a
compound indica~g one who deals with or works with something:
legegin, 'legislator', harrigin, 'stone worker'.
We take egiar as a 'doer' of deeds ofimportance, whether it be in
the military or governmental sphere. This interpretation is supported
by the appearance of the word with warriors and on the coin of Arse.
Hence we equate it with 'chief, leader, lord' and 'official'. It may have about the same semantic content as the Latin eques.
For the ending -ar on the end of egiar, see above p. ·22.
A second word which may be a title of some sort is iunstir. It is recordad fairly often, sometimes as iumstir and also as iustir. Significantly, in the 'lead' of Solaig, it stands as the frrst word of the two lines of the inscription: iunstir belesair and iunstir egiartóne. In the
'lead' (Serreta I) of Alcoy iunstir (written iumstir) is the first word of
the second text, comparable to irike (which may be the Celtic riks, riki
'king') that begins the first text. Although we advance our suggestion
(132) TOVAR: Léx., p. 306, mentions BELTRAN, CARO BAROJ A, GOMEZ MORENO,
w bo support tbis belief, &Dd adds bis own approval.
-
516 -:
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W. PAm80N
30
with reserve, it seems probable that iunstir is a title, especially as it
begins what may be proclamations issued by noblemen. The fact that
it is accompanied by egiar in some of the texts strengthens our notion
that it is a title (133).
Cuadrado saw a relationship between iunstir and the Basque iaun
'lord' (134) this root appears in the name «L. Iunius Iaurbelen from
Guisona (Lérida) (J. Vives, no. 2492; HAE, no. 496), whieh can be
comparad to Basque derivativas ofjaun such asjaurgo 'señQrfo' and
jaunri 'gobernar, defender, amparar'. Iaurbeles shows us that the
root iaun was known in Iberian territory, thus adding to the credibility of a relationship between iunstir and the Basque root. Since the
latter root means 'señor' our belief that iunstir is an honorific title is
supported.
23 We now turn to other vocabulary item which may be related to
Basque cognates. lt goes without saying that much of what follows is
only tentativa.
A) An inscription around the rim of a Liria vessel (Mise. '54; Fletcher I. I., Insc. IX) reads: bancurs caresbanite egíar saldutíbaite
iumstir tolir/bitane basrumiwtinire. The painted figures on the vase
represent two horsemen, galloping in the same direction (See Liria,
CVH, p. 37 and Lám. xxxiv). Aside from the two riders with their horses no other man or animal is depicted, whieh causes us to conclude
that' the inscription must refer to these two persons.
Now both egiar and iumstir can be taken as titles ofrank or nobility, something like 'lord' and 'prince'. Caresbanite, which we divide
cares-ban-ite must be '(the) cares ones' and with egiar 'the lord of the
cares people' (135). Similarly, saldutibaite iumstir becomes 'the prince of the ones from saldu'.
B) The Iberian -aur has been equated to Basque aur 'child' (see
Lex. p. 288), expressing filiation in the compounds atin/bel/aur (MLI,
vi), lacef/bel/aur (Mise. 16) (136), ofceieelaur (Binéfar) and belagasi-
(133) FLBTCHBR: Die Sprache, 16, 1970, p. 153, comment.s on the combination ofiuns·
tir with egiar and also bitan.
( 1 ~41 See FLBTQIER: cVillares VI, nuevo plomo ibérico escrito». APL, pp. 196-7, for bibliography and interpretations of iunstir. In medieval Basque jaun is a frequent proper name •.
MICBELENA. op. cit., note 89, p. 49.
(1351 Compare caresirte egi.ar (Mise. 53al on another Liria pot.
(136) Compare lacereiarduru (ldisc. 118) and Lacerilis (Pen., en.. n, 4625).
- 516 -
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mERIAN AND BASQUE
31
kaur (Serreta I) (137). Ifthese words can mean 'son of Atinbel', etc.,
how are we to interpret aurbiu.(r) and aur/so ... (both in Ullastret, plomo 2)? According to our hypothesis aur- is the déterminant, hence it
has an adjectival function and would be 'youthful' or 'childlike', if derivad from Basque aur. Further doubt is cast on this interpretation of
- aur by the study ofthe inscriptions ofPico de los Ajos by D. Fletcher.
He finds the division bel-aur is unlikely, as laur, without be-, is more
frequent.
C) Among the radicals we isolated earlier was baite(s), baiti (see p.
6). Except in the form baitesbaniecarse (138), where it occupies the
initial position, baite, baiti acts like an adjective, follo~ing another
radical or standing alone and taking derivational sufftxes. Basque
baita (Azkue, 3rd meaning) is described as a particle added toa name
to designate the house of the owner, but most commonly as an inftx
between a personal name anda suffix such as -n, -rik, or - ra. Basque baiten 'in, among' shows this root combinad with the inessive ending. The occurrence of the same word in northern Italy leads to its
classification as a remnat from a substrat language (139).
If we take baite{s) to be ans adjective, and assuming that its meaning is relatad to Basque 'house', we would haveto interpret it by ' domestic; home-like' or perhaps 'familiar'.
D) Sosin is often a component ofmen's names; Sosinasae (Ascoli).
Sosimilus (ibid. < Sosinbilis), Sosinaden (ibid.) and Sosintaker (Canet).
But other uses of sosin lead to the conclusion that it had a meaning as
a common noun or adjective. Sosintigi (Pliny, N. H., m, 15) a place
name, and (s] osintiba (Fletcher, Bronce) seem to refer to a place
where something called sosin was found (although perhaps it is the
place of residence of a man named Sosin). Sosinbiuru (Mise. 43)
shows sosin applied as an epithet, although it could still be the proper
name as a modifier, justas in Sosintaker, 'Sosin's place or grave'. In
(137) Less certain exa.mples are argiboti-becaur (LAFON : op. cit., note 50), durs/au.r/ar
(Mise. 7); ALMAGRO : Ins. Amp., p. 76, suggests dW's/biur/atu and balcebaur (so given by GOMEZ MORENO; Mise., p. 324, which we read as balcesur from JANNORAY: Ens., Plate
LXVI, 28). Also see D. FLETCHER: «Los plomos ibéricos de Yátova (Valencia)». T.V.S.I.P., 66,
Valencia, 1980, pp. 17-8.
(138) See below p. 38, for speculation on the possibllity that bailes- baniecarse is a verb.
(139) TOVAR: cThe Basque LanguageJ (translated by H. P. HOUGHTON), p. 72, points
out that baita, baitha means 'house' in Guipllzcoa, in dialects ofNorth Italy, Langue d'Oc and
Gascon.
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3-2
W. PATTISON
nabarsosín (Almagro, Ins. Amp., pp. 72 and 260) we are tempted to
see a relationship with Basque nabarben, nabargarri, nabarmen 'extraordinary, outstanding'. Since according to our hypothesis (p. 10) nabar in the initial position of the compound must be a noun, we have
to postulate a meaning something like 'prince, nobleman'.
Michelena has suggested a relationship between sosin and Basque
(h)osín, 'pozo, lugar de mayor profundidad del rlo' (140). Ifwe accept
this meaning we can assume that the man's name was chosen to inspire awe and fear (see above p. 6). Names of an awe-inspiring nature are recordad in many other cultures, and are natural in a society
given to warfare, like the Iberian.
E) The x:oot tigir, ticer, tigis, tices may represent the Celtic tígernius, tigernus, tígirnos 'Herr, Konig' (Holder, cols. 1841-2). Thus a
name like isbetarticer (Mise. 4 7) would be 'Lord Isbetar' ; alortígis
(Mise. 39) 'Sir Alor', and urcetices (Mise. 26)' sovereign, supreme
lord'. Argitícer (Mise. 43) 'lord oflight'? (141) could stand for a god,
for instance a sun god like Apollo.
Another possibility is that this root is present in Ticer, Ticis, The
name ofthe river near Ampurias (modern Ter) recordad by Pliny, N.
H., 3, 22 and Mela 2, 6, 89 (142). The well-know worship of rivers
could lead to the name 'sovereign' given to this one.
24. We have said nothing about possible verh forms and what we
have to say reveals little that reminds us of Basque. It is true that
-dedin in bidudedin (Serreta I) and sesdirgadedin (ibid.) and dadula
(ibid.) do have the appearance of Basque forms. But the other words
which we tentatively classify as verbs show no resemblance toBasque, except that they seem to be able to compound a noun and a verb
just as Basque does in combinations like aurduna 'the (woman) that
has a child' and arrigina 'the (man) who works with stone'. It looks as
iftwo words in the 'lead' of Castellón (Mise. 43) are such compounds:
aste/beiceaie 1and aufuni/beiceai. They can be compared to arnai
(Serreta I) turlbai (ibid.), i.Sbinai (ibid.) and ilduniraenai (ibid.) which
may be verbs. Castellón gives us another compound with a possible
verbal ending: balcebiuraies (Mise. 43). The same kind of compounding may occur in goloitecari (Mise. 76) and berbeinari (ibid.) both of
(140) MICHELENA: «Cuestiones relacionadas con la escritura ihéricu. Emérita, 23.
1955, p. 279.
(141) BAHR: op. cit., note 52, p. 419.
(142) See HOLDER, col. 1840.
- 618 -
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IBERIAN AND BASQUE
33
which are followed by eugiar, possibly related to Basque euki 'tener;
poder (substantivo)' justas the more common egiar has been related
to Basque egin.
Other possible verbs end in -se: ultiteceraicase (Mise. 43), beH.carsense (ibid.) and baitesbaniecarse (ibid.). It is noteworthy that all
these supposed verbs appear in the long inscriptions, whereas in the
brief epitaphs there is no need for anything but nouns. The long inscription of Cigarralejo (Mula) lacks word dividers and it is difficult if
not impossible to isolate possible verb forms in it.
25 Numerals and measures. We have callad attention to the notation of numbers (up to nine in th~. lead o.f Gádorl by means of vertical
strokes (p: 15). In another case (Liria, lead $1) we find 22 such strokes·, but this we take to be a running accoint where one stroke was
added each time another unit ofwhatever was being counted was added. The writer did not know in advance how many units were going
to be delivered.
It is different in cases where the total number of units was at
hand from the beginning. Now the scribe could sum part ofthe digits
into larger numbers, as we might combine them into tens and hundreds.
This is the case in severa! inscriptions where the total is divided
into A, O, and Ki, each followed by a certain number of vertical strokes. Examples: Sagalaguga Al 01 Ki 1 (Serreta VI, cara A), and unwsa
aren A 1 O 4 Ki 4 (La Granjuela) (143); in addition there are other inscriptions using only part of these symbols, such as A 1 O 11111 (Santisteban del Puerto) and O 111111 Ki 11 (Serreta VI, cara B) (144).
Asida from Tovar's identification of A with sextadus, H with hemina, and Ki with kyathi, to which there are two objections (145), no
(143) Published by TOVAR: «by O to be H, wlúch is oorrected by FLETCHER: «Orleyl llli, A. E. Arq., 40, 1967. p. 56. This
spoUs TOVAR's interpretation of H as hemina.
(144) Serreta VI continuas below the cited numerals with O 11111111 k:i 1ki 11 A 111111, another
case, we think, of a running account where new figures were added at later times. FLETCHER : op. cit., note 143, p. 55; Die Sprache, 16, 1970, p. 159; andAPL, 13, 1972, pp. 120-1,
deals comprehensively with numerical inscriptions of the type we are considering. FLETCHER's recently published «Los plomos ibéricos de Yátova» (see note 1371 contains another
type of numerals of great interest.
(1451 First, the confusion ofH andO; second, the fact that ifthe second element is four
heminas it would be more than one sextarius, as observed by FLETCHER: A. E. Arq., 40,
1967, p. 55.
- 519 -
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34
W. PA'ITISON
one to my knowledge has tried to give values to these symbols. We
suggest that we ha ve here the Roman system in which A is as, originally a pound, O equals oncia, uncia, 1/ 12 of the as, and./' is the sign
of the sextula, 1/ 6 of the uncia, or 1/ 12 of the as. The last symbol
brings in doubt, as the dimidia sextula, 1/ 12 of the uncia had a sign '1.
w hich resembles even more closely the simbo! Ss we trascribe ki (146).
According to this system the total contents ofthe vase ofLa Granjuela equals one as plus .333 as (4 unciae) plus .0556 as (4 sextulae),
giving 1.3886 as. Since Tovar tells us that the vase holds l. 715 liters
when fi.lled to the ring on the neck, the unit A (oras) would then be
equivalent to 1.235 liters. When the vase is filled to the top the contents are 1.960 liters and on this básis the as would be 1.41 liters.
There is not, however, any ancient unit of measure which corresponds to either of these figures. Perhaps the annotation on the vase
has nothing to do with its contents.
In other lberian cities different systems of measurement were
employed. A document ofEnsérune (Plate 65, no. 21) bears: e 111. At
Azaila we find ~rr11 A 111 (CVH, fig. 17, 30) as well as severa! apparent numbers involving the S sign: oS S (ibid., fig. 18, 30), S S (fig.
19, lll), SSS (fig. 19, 117), and t'\S (fig. 19, 125). These recordings
bring to mind H~ X<. (Serreta 1), which Schulten interprets as 3 staters and 1-1/ 2 chalkoi ( 147). Possibly the MM ( SS , Liria XIII) and
the SS (ibid., LXIII) belong with the numbersjust cited. The recently
published Villares V (Fletcher, «Cinco Inscripciones», p. 201) is a document of great interest for numerals as is his even more recent «Plomos ibéricos de Yátova» (See n. 137). They are apparently of commercial nature.
Far more engrossing is the question of numbers on the 'lead' of
Mogente (148). This tablet, which was found under a hand mili, whe-
(146) See FLETCHER: APL, 13, 1972, p. 120 and P. HULTSCH: Grlechische und romische Metrologie, Berlln, 1882, p. 148.
The system of the as, uncia, etc., was used for the measure of weight, coinage and liquida, although the signiftcance of the units variad in each case. Also with the passage of time the value of the units ch.a nged greatly. See M. LAZZARINI: cMetrologia roman&J, Conimbrlga, 4, 1965, pp. 81 -95. I have not been able to consult the work ofF. J . DE OROZ ARIZCUREN: «El sistema metrol6gico de la inscripción de La Gruijuel&J, ll Coloquio sobre lenguas y
cultura prerromanas de la Peninsula Ibérica (Tiibingen, 17-19 junio, 1976), Salamanca,
1979, to which D. FLETCHER calls my attention in a letter of May 2, 1980.
(147) A. SCHULTEN : cPorschungen in Spaniem: Arch. Anzelger, 1933, col. 521.
(148) PublishedbyPIO BELTRAN: op. cit., note 38 ; andD. PLETCHBR: op. cit., note 32,
pp. 46-48.
- 620 -
[page-n-529]
mBRIAN AND BASQUE
35
re it was apparently hidden not long before the settlement was destroyed, contains on one side a series ofwords separated by dots, ranging in number from one to six and crossed out by a vertical line
drawn through the dots, except in the added text, written upside
down at the bottom. (This description refers to Cara A in Fletcher,
which Beltrán calls Cara B.) The text ofthe other side (Fletcher B, Beltrán Al has all the words crossed out by a line drawn through them
with the exception of two, but the dots, which number from one to
ten, have not been touched.
The conclusion that we are dealing with an account of some kind,
perhaps a commercial record, is hard to avoid (149). The crossed out
dots and, on the other side, the crossed out words, seem to indicate
closed accounts.
The problem is complicated by the fact the script of the documents is the southern Iberian, or Tartessian script, and the value of
various signs is in dispute. Particularly important is the symbol ,
which in eastern Iberian equals r, but which Pio Beltrán takes as be
at Mogente. This means that a word transcribed by Gómez Moreno's system as saldulacogiar (150) and which looks very much like a name
with the honori.fic -(e)giar added becomes saldulagogiabe (Beltrán,
op. cit., p. 36, words 13 and 20), and nine other word_s which Fletcher
transcribes with the ending -gar become -gabe for Beltrán. This
leads to an equation with Basque gabe 'without' and the belief that
the whole text is a tabella defixionis, especially since one word aiduar/begi/abe is related to Basque aidur 'maligno', begi 'ojo' andgabe
(Beltrán, op. cit., p. 35 ff.) (151).
· Against Beltran' s opinion we can adduce some objections. In the
first place not even the eminent Gómez Moreno could make a definitiva transcription. In bis article published in 1961 (152) he revises bis
opinions and gives the values o and e to the symbol ? . Saldulacogiar
(1491 A. SCHULTEN: op. cit., col. 522; J . DB C. SERRA RÁFOLS: eN oves ins cripcions ibériqueS». Insti.tut d'Bstudis Catalans, Anuari, 8, 1934, p. 3 39, .both support this idea.
(1501 FLETCHER's cara B, line 1 and line 3 ; compare this word to sacalacucaegiar followed by a number (Serreta VIl and words formed on the radical saldu-: salduie (MU, 3 5), saldugilerku (Ullastret, plomo 3), and saldukobalkuleboberkur... (!bid.).
(1511 AZKUE gives other meanings for aidur. If the acljective 'maligno' is chosen, it
should not stand in the initial position. See our hypothesis, p. 6.
(1,.52) M. GOMBZ MORBNO: «La escritura bé.stulo-turdetanat. RABM, 69, 2, Í96l. pp.
879-949. This article postdated BELTRAN's work by seven years.
- 521 66
[page-n-530]
36
W. PA'mSON
becomes saldulacokiae (p. 932) and rdarbauba becomes otarbeobe (p.
930). In the second place Beltrán gives no attention to the numbers indicated by the dots or to the words stricken out.
Contrary to Beltrán we placA g-.a.eat importance on the numerical
notations of this document and feel that at least some of the words in
-ar must be personal names. Hence the document is for us simply a
record of a commercial transaction.
IV
CONCLUSIONS
As a result of the comparisons we have made between Basque
and Iberian we think there is a clear structural relationship between
the two languages. We feel that they compound radicals with the same distinction between nouns and adjectives, and that this distinction
permits us to narrow the possibilities of ascribing meaning to sorne
radicals.
Among Iberian inflectional sufllxes we believe there is sufficient
evidence to accept the meaning 'one' for - ba, - ban, - bas and see a
correspondence in Basque. The significance of - ti, -gi as 'place where' and its identity -with take, tegi is plausible, as is also - ite as a plural sign, including the interpretation of - tar as an Iberian plural possessive. The particles -en, - ar and - cu, - co seem to correspond to
Basque counterparts.
Among vocaJJulary items we maintain that the rendering of iunstir and egiar as honorific titles is a strong probability. The relationship of -escen and escer with each other and with Basque esku seems
justífied. The meanings ascribed to urci 'height' and Sacariscer
'priest' we think are warranted.
Far be it from us to claim any special type of relationship between
Basque and Iberian. We are content to say simply that they appear to
share certain morphological and syntatic structural elements. Whether these similarities depend on a common origin, on a borrowing of
one language from the other, or on the influence of a substratu.m is impossible to decide. Until much more investigation on a purely linguistic basis is possible the reasons for the correspondences between the
two languages remain a closed book.
- 622 -
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ARCHIVO DE PRXHISTORJA LBVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
MAGDALENA MONRAVAL SAPffiA
(Valencia)
UN HALLAZGO MONETARIO PROCEDENTE
DE EMPURIES
(Girona)
El motivo de esta nota es dar a conocer el hallazgo de una·pieza
monetaria encontrada casualmente en E.mpúries, con ocasión de una
visita girada a esta localidad en el año 1979 (1 ).
Esta moneda ha sid9 ingresada recientemente en el Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia y sus peculiares características
justifican el que sea objeto de esta presentación que permitirá a los investigadores tenerla en consideración e incluirla en una panorámica
general que, en el estado actual de nuestros conocimientos, está en
r.nn;o de elaboración (2). En efecto se trata de un tipo monetal cuyas
.-t:rerencias bibliográficas son escasas (3) y cuya clasificación definitiva está pendiente de la conclusión de estudios especializados aún inéditos.
Sus características son las siguientes:
Al Indeterminado en el que se ven tres signos que pueden ser interpretados bien como simples dibujos geométricos o como letras correspondientes a alguna de las escrituras prelatinas. El primero
( l l En este afto el Instituto Nacional de Bachillerato de Alacul\s organizó un viaje de estudios a esta zona para los alumnos de C.O.U., acompafténdoles los profesores don E. Juan,
agregado de Historia, y doda M.• J. Caballar, agregada de Ciencias Naturales. El hallazgo ¡le
esta moneda se. dio en superficie frente a la Necrópolis romana Marú.
(2) J . C. RICHARD y G. CLAUSTRES: «Catálogo de las monedas encontradas en Castell
Rosselló». Pendiente de publicación.
(31 cSylloge Numorum Graecorwm. American Numismatic Society, l . n6m. 774 - moneda con un peso de 3'79 gn. descrita entre las inciertas de Italia del Sur.
J . MASSOT: «Note sur des monnaies trouvées A Castell Rosselló», pégs. 25-26, Lém. n ,
núms. 53 a 66.
- 623 -
[page-n-532]
2
M. MONRAVAL SAP!&A
aparece con una forma redondeada y con un posible trazo central.
El de en medio parece tener una forma romboidal aunque su estado de conservación hace que esta apreciación sea dudosa, y el tercero, que es el que mejor se destaca, presenta la parte superior circular, estando la inferior formada por un trazo vertical.
R/ Delfin acufiado panza arriba, a la izquierda, y con la aleta del dorso en la parte inferior como consecuencia de su peculiar representación. Debajo las letras latinas BA y en la parte superior tres puntos en relieve. En este reverso la visualización de la correcta postura del delfin exige una orientación de la pieza inversa a la que
requiere la lectura del epígrafe.
Peso: 4'06 grs., con pequefio recorte aparentemente intencionado.
Módulo: 160 mm.
Flan: 35 mm.
Orientación de la pieza: indeterminable.
Conservación: deficiente.
Los elementos que permiten incluir esta moneda dentro d_e un
contexto, que colabore a su clasificación definitiva, son aquellos que
se derivan de los lugares de hallazgo, que nos pueden indicar su área
de circulación, y los que se desprenden de sus caracterlsticas intrínsecas. Agradecemos a L. Villaronga el habernos comunicado que los hallazgos de monedas similares a la que presentamos se sitúan, por el
momento, en Empúries (Girona) y en Castell Rosselló (Perpinya) (4), lo
que aconseja situar la ceca de emisión en el área geográfica comprendida entre la zona emporitana y el Rosselló. Las caracterlsticas intrlnsecas de la pieza le confieren una independencia con respecto a las
monedas emporitanas.
(4) Reseñamos la relación de monedas sJ.milares, que ha tenido la amabilidad de proporcionamos don Leandro Villaronga, a quien agradecemos su desinteresada y valiosa colaboración:
Una encontrada en L'Escala (Girona), con un peso de 4'28 gm.
Tres encontradas en las excavaciones de Emporion, actualmente en el Museo Arqueológico de Barcelona, con unos pesos de: 3'77, 3'29 y 3'66 grs.
Una en el Cablnet de Paris 598, con un peso de 3' 45 grs.
Seis en colecciones particulares con pesos más bajos:
Col. Romagosa . . .. . .. . . .. . .. .. .. . . . 2' 13 grs.
Col. Villaronga 3614 . . . . . . . . . . . . . . . . 3' 12 grs.
Col. Guadan ..... ..... . ....... . , . . . . 3'1 O grs.
Col. Dnménech . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3'00 grs.
Col. Tizaon . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3'60 grs.
Col. Villoldo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3'27 grs.
- 624 -
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Jt6.LLAZGO MONETARIO DE EMPURIES
3
El peso y la marca de valor nos indica que se trata de un quadrans
y la asociación de reversos de quadrans y delfln, en lo que respecta a
la numismática preaugustea de la PeiÚllsula Ibérica, llevarla a pensar
en una posible inspiración del reverso de la moneda que se estudia en
las de las cecas de Arse, Carteia, Eustibaikula, Asido y Gades. Pero en
ningún caso creemos que se trate de una inspiración directa. La circunstancia de que el delfln esté acuñado panza arriba y de que los
símbolos del anverso sean remotas réplicas de signos ibéricos nos lleva a la conclusión de que esta moneda fue acuñada por algú.n pueblo
situado al norte de Empúries que carecía de experiencia. en materia
de acuñaciones. En estos términos y en atención a la interpretación
que damos a los tipos del anverso y reverso, el periodo de vigencia de
este ejemplar pensamos que debe ajustarse al de las monedas con letreros bilingües para las que L. Villaronga establece la etapa fmal en
época de César, dependiendo su datación concreta de su respectiva
metrología.
Estas apreciaciones quedan expuestas a las revisiones que las personas especializadas en el tema puedan argumentar, ya que el objetivo de estas lineas se limita a poner a disposición de la investigación
una moneda que, por su rareza, no debe pasar inadvertida.
- 525-
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LAM. I
MONRAVAL.- Moneda d'Empurles
Moneda haUada en Ampu.ries (aumentada 4 x 1)
- 527 -
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 1981)
CARMEN ARANEGUI GASCÓ
(Valencia)
LA PRODUCCION ~~ ANF()RAS ROMANAS
EN EL PAIS VALENCIANO:
ESTADO DE LA CUESTION
La excavación del vertedero de un alfar dedicado a la producción
de ánforas de tipos romanos en Oliya y su consiguiente publicación (1)
pusieron de manifiesto un hecho que ya era evidente-en un área considerable del territorio dominado por. Roma, y es el de que, a partir de
la época de Augusto, la proliferación provincial de centros de fabricación de ánforas se multiplica. Sobr e todo las ánforas Dr. 2-4 para el
transporte de vinos son objeto de una gran diversidad de talleres (2),
lo que permite establecer con precisión zonas de dispersión y circuitos
de distribución.
Hispania participa de manera muy importante en este fenómeno.
Qui.z á con la imitación local de ánforas Dr. 1 C y Dr. 21-22 (3) ; con toda seguridad con la elaboración del ánfora Pascual! (4) que tenemos
hoy datada en fechas preaugusteas y cuya fabricación se ha constatado también en el sur de Francia (5); también con distintas variantes
(1) R. ENGUIX y C. ARANEGUI: cEl taller de ánforas romanas de Oliva, Valenciu Serie
de T. V. del S. I. P., nW:n. 54. Valencia, 1977.
(2) A. HESNARD : Tesis doctoral de tercer ciclo, mecanografi.a da, Aix-en-Provence.
(3) CL. DOMERGUE: «La campagne de fouilles de 1966 a Bolonia (Cádiz)». X C.N .A. Zara·
goza, 1969, pág. 449, nota 17, y cBélo l . La Stratigraphie», págs. 111-114. Paris, 1973.
(4) R. PASCUAL GUASCH: cCentros de producción y difusión de un tipo de ánforu VII
C.N.A., págs. 334-345. Zaragoza, 1962.
(5) Para la datación, ver P. ARCELIN: cRecherches archéologiques au col de La Vayéde,
Les Baux de Provence (B. du R.)t. D.A.M., 4, 1981 (en prensa). A favor de una datación alta
está también la coincidencia de ánforas Pascuall y Dr. l. Para la producción de ánforas Pascual 1 en el sur de Francia, ver F. LAUBBNHBIMER y F. WIDEMANN: «L'atelier d'amphores
de Corneilhan (Hérault). Typologie et analyset, Colloque Fran~tais d' Archéometrie (Rennes, 23 juin, 1977). Rev. d'Archéometrie, 1, 1977, pág. 63.
67
529-
[page-n-538]
2
C. ARANBGUI GASCO
de los tipos Dr. 2-4 (6); con las formas Dr. 7-13 (7), Dr. 20 (8), Dr. 280beraden 74 (9), Dr. 30, que es el tipo de las ánforas Gauloises 4 (10)
y con otras ánforas (11 ), de las que las Haltern 70, que son las ánforas
vinarias de la Bética en época julio-claudia, constituyen la aportación
más reciente (12).
El estudio de los talleres de ánforas es, sin embargo, muy incompleto en detrimento de la posibilidad de atribuir con certeza los ejemplares a un lugar de procedencia, lo que es imprescindible para plantear la problemática de la producción y el comercio en la antigüedad.
El Pais Valenciano ha entrado, a partir del hallazgo de Oliva, a
formar parte activa de las producciones tarraconenses, bien tratadas
por Tchernia y Zevi (13ry repertoriádas por Pascual en lo que respec-
(6) A. TCHE.RNIA: eLes amphores romaines de Tarraconaise et leur exportation au début
A.E.A., 44, págs. 38-86. Madrid, 1971.
(7) M.• J . JlMENEZ CISNEROS: cBeobachtungen in einen romischen Toperbezirk bei
Puerto Real (Cádiz)J. Germania, XXXVI, 1958, págs. 469-4 75.
M. SOTOMAYOR: «Hornos romanos de ánforas en Algeciras». X.C.N.A.. págs. 389-399.
Zaragoza, 1969.
J . M.• NOLLA: cLas ánforas roman.a s de Ampuria&J. Ampurias, 36, págs. 191 -192. Barcelona, 1975.
J . M.• NOLLA, J . PADRO, E. SANMARTI: cExploració preliminar del foro d ' l\mphores de
Tivissa (Ribera d'Ebre)». Cypsela m, págs. 193-298. Girona, 1980.
(8) M. PONSICH: dmplantation rurale antique sur le Bas Guadalquivir», págs. 291. Paris, 1974.
A. TCHERNIA: eLes amphores romaines et l'Histoire économique•, J ournal des Savants,
pág. 224, 1967.
A. GUENOCHE y A. TCHERNIA: cEssai de construction d' un modéle descriptif des amphores Dr. 20». Méthodes classiques et méthodes formelles daos l'étude des amphores, págs.
241 ·259. Roma, 1977.
(9) NOLLA, PADRO y SANMARTI, op. cit. nota 7 , figs. 8, 9, 10 y 11 ; ENGUIX y ARANEGUI, op. cit. nota 1, figs. 3, 2 y 3 .
(10) Para las ánforas cgauloises 4» ver F. WIDEMANN, F. LAUBENHEIMER y otros:
«Analytical and typologicalstudy of gallo-roman workshops producing amphorae in the area
of Narbonne». Archeophysiko, 10, 18th. Int. Symp. on Archaeometry and Archaeological
Prospection, Bonn, 14-17 march, 1978, 317-341. Para su producción en Cataluña, ver R.
PASCUAL GUASCH: cLas ánforas de la Layetaniat. Méthodes classiques et méthodes formeUes daos l'étude des amphoras. Roma, 1977, fig. 23.
( 11 J Hay ánforas hispanorromanas de panza ovalada y tipologia aún no bien precisada.
A ellas nos referiremos más adelante.
(12) D. COLLS, R. ETIENNE, R. LEOUEMENT, B. LIOU, F. MAYET: cL'épave Port-Vendres ll et le commerce de la Bétique a l'époque de Claude». Archaeonautica, I , pégs. 86-91.
1977.
R. LEOUEMENT y B. LIOU: cUn nouveau document sur le vio de Bétique». Archaeonautica, n. pégs. 183-184, 1978.
(13) TCHERNIA, op. cit. nota 6 ; A. TCHERNIA y F. ZEVI: cAmphores romaines vinaires
de Campanie et de Tarraconaise a Ostie». Recherches sur les Amphores romaines, E.F.R., 35,
págs. 35-67, 1972.
de
l'~mpire»,
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PRODUCCION DE ANFORAS ROMANAS
3
ta a la Layetania (14). Y, como cabia esperar, el caso de Oliva no es
único, por lo que vamos a exponer, a continuación, otras muestras
que dan testimonio de producciones locales de ánforas romanas.
En la provincia de Castellón, en Orleyl (Vall d'Uxó), se tenfa noticia de la aparición casual de un horno cerámico que fue destruido en
el curso de labores agrícolas (15) y del que quedan algunos restos cerámicos en el Museo Arqueológico de Borriana ( 16) ; estos fragmentos
comportan algún tiesto pasado de cocción y la parte superior de un
ánfora nueva Dr. 2-4 (Lám. I, 1) de arcilla de color ocre claro, rosácea, fma y homogénea, cuyo perfil se adecúa a los de las modalidades
tarraconenses, con el borde redondeado bien destacado, el cuello relativamente corto con una linea en su base, la arista del hombro bien
marcada y las asas dobles en ángulo recto. Se trata, pues, de uncentro de producción del que quedan escasos pero elocuentes vestigios.
La reconsideración del conjunto de trozos de ánfora encontrado
en el nivel de relleno del Grau Vell de Sagunt (17) nos ha llevado a la
conclusión de que los seis ejemplares con la marca M.P.M. sobre el labio (Lám. 1, 2) equivalen a los pivotes con grafitos entre los que destaca la letra N. Unos y otros carecen de huellas de uso, por lo que consideramos que son indicativos de una producción saguntina cuyo taller
pudo estar cerca de la zona excavada, ya que se conservan noticias,
ciertamente vagas, de la destrucción de un horno de cerámica al edificar una era para una de las casas de labor próximas al desaparecido
cuartel de carabineros. Además, en los fondos del Museo Monográfico
y procedentes de las excavaciones del castillo hemos localizado una
pieza con la misma estampilla y forma Dr. 2-4. También es sugestivo
atribuir a Sagunt la marca B.C. (Lám. I, 3) que apareció fragmentada
sobre el cuello de un ánfora Dr. 2-4 y que, con reservas, podría relacionarse con la que fue hallada en la vecina localidad de El Puig que
ostentaba un sello en el que se leia B.C. MATERNI SACYNTO (C.I.L.
n , suppl. 6254), presente también en Roma (18).
(1 4) PASCUAL GUASCH, op. cit. nota 10.
(16) A. LAZARO, N. MESADO, C. ARANEGUI y D. FLETCHER: «Materiales de la necrópolis ibérica de Orleyl (Val! d'Uxó, Castellón)J (en prensa).
(16) Agradezco a N. Mesado las facilidades prestadas para examinar estos restos.
(17) C. ARANEGUI: «Anotaciones sobre las é.nforas del nivel de relleno del Grau Vell (Sagunto, Valencia)». P.L.A.V., 13, págs. 307-326. Valencia, 1978.
(18) M. H. CALLENDBR: «RomanAmphoraet. Oxford UnlversityPress, Oxford; 1965, recoge la m.a rca B.C. (núm. 183) en Mt. Beuvray y la marca B.C. MATERNI SACYNTO (núm.
184) en Roma.
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C. ARANEGUI GASCO
4
Al mencionado taller de Oliva hay que añadir una marca nueva
que ha sido encontrada después de la excavación. Está en la parte superior del cuello de una pieza Dr. 2-4 (Lám. II, 1) en una estampilla
pequeña, rectangular, en la que se ven las letras M.F. (19); por lo tanto a la marca F (Lám. n, 2) sobre el pivote que en su día dimos a conocer hay que añadir la de M.F. hasta ahora inédita.
1
5
Fig. 1.- 1 y 2: Marcas del Taller de Oliva.- 3 y !5: Marcas de Sagunto.- 4: Marca de Daimós
(T.n .)
Al mismo tiempo hay que señalar que la conclusión de la restauración de las 213 ánforas que constituyen el grupo Oliva-3 ha permitido valorar mejor su perfil (Lám. II, 3, 4 y 5) y matizar su relación con
el de las ánforas de «cuerpo ovalado» que tienen su mejor exponente
en el ánfora de Palamós con marca L.VOLTEIL (20) que es una Dr. 10
de utilización vinaria que puede provenir del taller de Sant Vicent de
Montalt. Anforas como ésta se han clasificado a veces como Dr. 24 ó
25, e, incluso, como tipos que tienen que ver con el Haltern 70 (21). Es
(19) Agradezco a F. Laubenheimer la noticia de la existencia de esta misma marca en La
Lagaste (Aude), situada debejo del asa de un ánfora Dr. l.
(20) PASCUAL GUASCH, op. cit. nota 10, fig .. 19.
(211 COLLS y otros. op. cit. nota 12, pégs. 89-90.
-
632 -
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PRODUCCION DE ANFORAS ROMANAS
5
una cuestión que no se puede simplificar de modo que, a nuestro juicio, la identificación de las ánforas Haltern 70 no anula la existencia
de varios grupos de ánforas Dr. 10 ni resuelve la correcta adscripción
de todas las ánforas de «cuerpo ovalado».
Consideramos que las de Oliva, con las asas de sección cilíndrica
y los pies muy cortos en forma de botón, escapan a los tipos antes citados y se ajustan más bien a la forma Dr. 26 que, según Zevi (22),
servía para transportar aceite. Para esta forma carecemos de marcas
propiamente dichas, quedando, sin embargo, un grafito al comienzo
de una de las panzas y múltiples signos en los pivotes.
En el Hort del Conde, en la partida de Rafalcaid, término de
Daimús (Valencia), ha sido recuperado (23) el pie de un ánfora atribuible a la forma Dr. 2-4 con una estampilla rectangular en la que
aparece un signo extraño al alfabeto latino (Lám. III, 1). Tiene la forma de un anzuelo o, tal vez, de un ancla y, de ser interpretado como
letra, la única posibilidad que se nos ocurre es la de considerarlo una
P invertida. El fragmento es de arcilla muy rojiza, poco cocida, dando
la impresión de no haber sido usado.
En la colección Navarro Rubio de Xabia (Alicante) hay pruebas fehacientes de la producción de ánforas Dr. 7. Ejemplares deformados
por la cocción (Lám. m, 2 y IV) fueron hallados al efectuar obras de
ampliación en esta residencia construida sobre una instalación pesquera romana (24). Estas ánforas son de color amarillento verdoso y
pasta anaranjada con impurezas.
Prospecciones y excavaciones recientes aportan cantidades considerables de ánforas que nos demuestran que entre la época de Augusto y el siglo II las ánforas que circulan en el País Valenciano son mayorita.riamente de producción hispana; es previsible que la serie de
sus centros de fabricación vaya en aumento. Sin embargo, al margen
de los casos tratados, no contamos con elementos de juicio suficientes
para establecer nuevos talleres en el territorio que nos ocupa.
Por lo tanto, el balance actual de las producciones de ánforas romanas en el País Valenciano indica que el tipo Dr. 2-4 fue objeto de
los alfares de Oi'leyl ('i(all d'Uxó, Castellón), Sagunt (Valencia), Oliva
(22) F. ZEVI: cAppunti sulle anfore romane». Arcbeologia Classica. 18, 1, págs. 224-225.
Roma, 1966.
·
(23) Agradezco a J . A. Gisbert la comunicación de este hallazgo que se conserva en la colección de Francesc Almiñana Borrull, de Gandfa.
(24) G. MARTIN y M.• D. SERRES: «La factorla pesquera de la Punta de l'Arenal y otros
restos romanos de Jávea (Alicante)». T.V. del S. I. P., nó.m. 38. Valencia, 1970.
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6
C. ARANBGUI GASCO
(Valenciá) y, probablemente, Daimús (Valencia). El Dr. 7, del de la
Punta de !'Arenal (Xabia, Alicante), siendo preciso señalar que, por
las evidencias que tenemos, ningún alfar hizo una sola forma, sino varias, como se aprecia en el estudio del taller de Oliva, en donde pudo
fabricarse algún ánfora Dr. 28 y una elevada proporción de ánforas
relacionadas con las Dr. 26, como se ha indicado, además de las Dr.
2-4 .
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ARANEGU1 GASCO.-Produccl6o de ánforas romanas
1
l . - Anfora del taller de Orleyl; 2 y 3. - Marcas de Sagunto
LAM. I
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ARANEGUI GASCO.-Producción de ánforas romanas
LAM.U
1 y 2. - Marcas del taller de Oliva; 3, 4 y 5. - Anforas dP.l t ipo Oiiva 3
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ARANEGOI GASCO.-Producclón de ánforas romanas
1. - Marca de Dalmús; 2. - Anfora de la Punta del Arenal de Xabia
68
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LAM. III
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ARANEGm GASCO.- Producción de ánforas romanas
LAM. IV
Anfora de la Punta del Arenal de XAbia, deformada por la cocción. Vista de colijunto y detalle
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
VOL. XVI (Valencia, 1981)
AGUSTIN VENTURA CONEJERO
(Xátiva)
QUI SUB VIRIATHO MILITAVERANT
Es conocido el texto de Tito Livio, Periochae, LV, 35, en que se basa la fundación de la ciudad romana de Valencia en el año 138 a. C.,
dice así:
dunius Brutus Cos. in Hispania. is qui sub Viriatho mUitaverant. agros et oppidum dedit.
quos vocatum est Valentiu.
Que traducimos así:
Junio Bruto cónsul en España, a aquellos que hablan hecho el servicio militar en tiempos
de Virlato. les dio campos y una ciudad, a los cuales se llamó Valencia.
Normalmente las discusiones que este texto ha originado se han
dirigido a discutir si esta Valencia era la del Turia o alguna otra del
Occidente peninsular, más cercana al teatro de las guerras lusitanas.
Actualmente parece que nadie pone ya en duda que sea Valencia del
Turia (1). Otro punto discutible, que e~ el que vamos a tratar aquí, es
si «sub Viriatho militaverant» ha de interpretarse «los que lucharon a
las órdenes de Viriato» o «los que lucharon en tiempos de Viriato».
El problema, tratado ya por Fletcher, Tarradell y algunos otros
(2), ha sido planteado de nuevo por M. Dol<; (3), quien aboga por la te-
(1) D. FLETCRER VALLS: «La Tyris ibérica y la Valentia roman~U. Boletín de la S. C. C.•
XXIX; Castellón de la Plana, 1953, págs. 291-300.
(21 FLETCRER VALLS. op. cit., nota anterior.
D. FLETCHER VALLS: «Consideraciones sobre la fundación de Valenciu. Archivo de Prehistoria Levantina. X. Valencia, 1963, págs. 193-206.
M. TARRADELL: cValencia ciudad romano. Papeles del Laboratorio de Arqueologla de
la Universidad. Valencia. 1962. págs. 15 y ss.
(3) M. DOLc;:: cFonts clássiques de la ciutat de Valénciu. Actas del I Congreso de Historia
del Pals Valenciano; abril, 1971 ; en prensa.
-
539-
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A. VENTURA CONEJERO
2
sis lusitana, apoyándose en el uso clásico de la preposición SUB. Entre
los cronistas del Reyno hubo división de opiniones en este punto. Así
se inclinaron a pensar que Valencia fue ocupada primeramente por
rebeldes que estaban a las órdenes de Viriato, Escolano, Boix y Llorente , mientras que opinan lo contrario Beuter y Diago (4).
Para desentrañar el misterio de este tipo, analizaremos filológicamente cada una de estas tres palabras, y especialmente el significado
y usos de SUB, que es aquí la clave del problema.
VALOR DE LA PREPOSICION SUB
Valor local primitivo
Según Martín (5) la oposición entre SUB (debajo de) y SUP-ER (encima de) no es más que aparente. SUB y SUPER son solamente }os dos
puntos opuestos de un mismo movimiento de abajo a arriba: SUB
sería el punto de comienzo de ese movimiento y SUPER el punto de
llegada. El sufijo mismo de SUP-ER indica la oposición entre la segunda y la primera fase de ese movimiento, claramente expresada en SURSUM por SU(B-VO)RSUM, hacia lo alto, lit. vuelto hacia lo alto, hacia lo alto subiendo desde un punto. Con esta palabra se demuestra
cómo en un principio SUB no tenía el sentido de punto inferior de ese
movimiento ascendente, sino cualquiera de los dos puntos.
Asimismo también en SUM-MUS, que viene de SUB-MUS, «el más
elevado», correspondiendo exactamente al inglés «up-most», se encuentra conservado aún el sentido que debía reservarse después SUPER, o sea, el punto más alto. Cuando el latín creó SUBTER (=debajo
de), copiando el sufijo de SUPER, para oponerse a ella, sólo entonces
SUB abandonó definitivamente el sentido de «encima», quedándose el
de «debajo», como se le conoce en época histórica. Desde entonces las
dos formas SUB y SUP- se han repartido los dos sentidos de «bajo» y
«sobre».
(4) E. PLA BALLESTER: cLos cronistas de Valencia y la fundación de la ciudad». Papeles
del Laboratorio de Arqueologfa de la Universidad. Valencia, 1962, pégs. 61-88. La opinión en
este punto de Beuter, en pég. 68; Escolano, pág. 75 ; Diego, pég. 79; Boix, pág. 83 ; y Llorente,
pág. 87.
(51 L. MARTIN: eLes mots latins.t. Parls, 1960, pég. 257; sub verbo.
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OUI SUB VIlUATBO MILITAVERANT
3
Resumiendo, podríamos decir que para señalar el movimiento en
un plano no horizontal en época clásica, la preposición DE indica el
trayecto de subida o bajada, y SUB y SUPER el «punto» de principio y
fin del trayecto: SUB se especializó en el punto bajo y SUPER en el
punto alto:
SUPER
'
DE
\
SUB
En cuanto al hecho de que ambas lleven acusativo o ablativo es
indiferente. Se podria resumir diciendo que se usa el acusativo con
idea de movimiento y el ablativo con idea de estado, pero ambas ideas
van expresadas por el caso, no por la preposición. Así lo ha demostrado suficientemente Rubio (6), al decir que el reposo o el movimiento
no lo expresa nunca la preposición: «sub terra esse» = estar bajo tierra; «sub terram ire» = ir bajo tierra.
Valor locál y valores derivados
A partir de este valor local en Acusativo y Ablativo surgieron el
valor temporal y el figurado , que resumiremos en el siguiente cuadro :
Acusativo
Ablativo
Local: Sub terra habitare
Temporal: Sub exitu vitae
Figurado: (Subordinación, sujeción,
Sub terram ire
Sub noctem
(usos postclásicos)
Sub imperium cadere
condición)
Sub lege esse
El sentido local originario y más frecuente lo encontramos a menudo. Con ablativo y verbos de estado: ((Sub terra habitare» (Cic. Nat.
2, 95) ; ((Gallia sub septentrionibus posita» (Caes. Bel. Gal. I, 16, 2).
Con acusativo y verbos de movimiento: ((SUb iugum mittere» (Caes.
Bel. Gal. I, 7), ((Sub terras ire» (Verg. En. IV, 654). De la idea de ((bajo
(6) L. RUBIO: cllltroducción a la Sintaxis estructural dellatlnt, Vol. 1, Casos y preposiciones. Barcelona, 1966, págs. 182 y ss.
- 641 -
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4
A. VENTURA CONEJERO
de» surgió la proximidad inmediata al pie de algo que se yergue (sub
monte) y luego incluso «sub urbe» = cerca de la ciudad, sentido que
quedó en el adjetivo «suburbanus».
Valor temporal
Con acusativo, sub indica una proximidad que se va acercando
con un cierto movimiento: «sub noctem» = a la llegada de la .noche
(que se acerca) (Caes. Bel. Gal. I , 28).
En Horacio, Sátiras, I, 1, 11 , leemos:
cAgrlcolam laudat iuris legumque PJ!ritus,,
SUB galli CANTUM consultor ubi ostia pulsat.»
«El perito en derecho y leyes alaba al agricultor, cuando el cliente que va a consultarle
llama a su puerta a la hora del canto del gallo».
Se trata del tiempo inmediatamente antes de que el gallo cante, el
gallo va a cantar de un momento a otro. Se construye en acusativo,
porque el tiempo está pasando (acción durativa).
Con ablativo, indica «en el momento de», o sea, acción puntual y
sentido complexivo. También puede ser la época aproximada («hacia,
cer ca») o la sucesión inmediata ( = inmediatamente después) (7). El
uso temporal es muy clásico y de él tenemos abundantes ejemplos.
César, Guerra de las Galias, V, 13, 3:
«De quibus insulis non nulli scripserunt dies continuos XXX, SUB BRUMA, esse noctem.t.
cY de estas islas algunos han escrito que la noche, en el solsticio de invierno, dura treinta
dfas seguidoSJ.
Cés·ar, Guerra civil, I, 27, 3 :
cPompeius, sive operibus Caesaris permotus, sive etiam quod ab initio Italia excedere
constituerat, adventu navium profectionem parare incipit, et quo facilius impetum Caesaris
tardaret, ne SUB IPSA PROFECTIONE milites oppidum inrumperent, portas obstruit, vicos
plateasque inaediflcat ac fossas transversas viis praeducit atque ibi sudes stipitesque praeacutos defigit».
cPompeyo, sea impresionado por las construcciones de César, sea también porque ya desde un principio hubiese decidido salir de Italia, a la llegada de las naves empezó a preparar
su partida y , para mejor demorar el ataque de César, no fuese que los soldados de éste asaltaran la plaza EN EL MISMO MOMENTO DE SU PARTIDA, obstruye las puertas, levanta barricadas en bocacalles y plazas, cava zBDjas transversales en las calles y clava en ellas varas y
estacas puntiagudas, las nivela con endeble~ cañizos y tierra encimu.
Aryuf parece que se quiere indicar que la partida es inminente, lo
mismo que hemos visto e"l el ejemplo de Horacio, en que el gallo está a
(7) M. BASSOLS: «Sintaxis latinu. CSIC; Madrid, 1963; vol. I, pág. 26C.
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QUI SUB VIRIATHO MILITAVERANT
5
punto de cantar; por eso tal vez la traducción correcta sería que los
enemigos pueden atacar «en el mismo momento en que vaya a comenzar la partida»: César piensa que ésta va a ser larga, pues se trata de
muchos hombres e impedimenta, y por tanto acción durativa, donde
SUB indicaría el comienzo de esa acción.
En cambio, en este otro texto del continuador de César, Hircio, el
tiempo parece que se haya extendido, del comienzo de la acción durativa a toda ella, pero con un sentido de imprecisión cronológica: «por
este tiempo más o menos». Veamos: Aulo Hircio, Guerra de Alejandría, 42:
«SUB IDEM TEMPUS in IDyrico est incommodum acceptum: quae provintla superioribus
mensibus retenta non tantum sine ignominia, sed etiam cum laude erat».
«Por este mismo tiempo (poco más o menos, imprecisión cronológica) acaeció una desgracia en el Il1rico, provincia que se habla mantenido los meses anteriores, no sólo sin deshonor,
sino aún con mucha gloria».
Como vemos, pues, el sentido temporal puro es muy clásico, usado
por un autor nada sospechoso como César y sus continuadores, defensor como fue de un latín sencillo y claro, en sus teorías gramaticales.
En cambio, en la edad de plata encontramos textos, donde aparte
de un sentido fundamentalmente temporal, parece aparecer también
la idea de sujeción, que como luego veremos, es más tardía. Veamos
dos textos de la «Vida de Agrícola», de Tácito. El primero (Tac. Agr., 6)
dice:
cMox inter quaesturam ac tribunatum plebis, atque etiam ipsum tribunatus annum quiete et otio transiit, gnarus SUB NERONE temporum, quibus inertia pro sapientia fuit».
«Después, entre su cuestura y el tribunado de la plebe, e incluso el mismo año de su tribunado lo pasó en el retiro y el ocio, conociendo las circunstancias bajo el reino de Nerón, en las
cuales la pasividad era la única sabidurla posible•.
Y en Tac. Agr., 45, más adelante dice:
eNero tamen·subtraxit oculos iussitque scelera, non spectavit; praecipua SUB DOMITIANO miseriarum pars erat, videre et aspici».
cNerón arrancó ojos y ordenó crlmenes, no los contempló; la principal parte (el colmo del
horror) de las miserias EN TmMPOS DE DOMICIANO, era verlo y ser visto.»
Si en ambos ejemplos podría ver un lector sutil, además del sentido temporal, la idea de que «entonces en el Imperio todo estaba sometido bajo la tiranfa absoluta de un Nerón o un Domiciano», esto no
puede sostenerse en el siguiente ejemplo de su contemporáneo Plinio
(Cartas, ill, 5, hablando de las obras de su tío Plinio el Viejo):
cDubii sermonis octo: scripsit SUB NERONE, novissimis a. nis, quum omne studiorum gen
nus paulo liberius et erectius periculosum servitus fecisset».
cOcho libros de expresiones dudosas: los escribió en tiempo de Nerón, en los últimos años,
cuando la tiranla hacia peligroso cualquier clase de estudios un poco más libres y más elevados».
- 543-
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6
A. VENTURA CONEJERO
En este caso el sentido puramente temporal de este ejemplo viene
reforzado por el ablativo de tiempo que le sigue y completa (novissimis annis), que no admite ninguna duda. También en la Vulgata latina del Nuevo Testamento encontramos un SUB temporal, que va
acompañado (a falta de dudas) por cinco complementos temporales
en ablativo, cuatro de ellos en construcción de participio absoluto. Se
trata de Lucas, 3, 1 y 2:
«Anno autem quintodecimo imperli Tiberli Caesaris. procurante PonUo Pilato Iudaeam,
tetrarcha autem Galileae Herode, Phillppo autem fratre eius tetrarcha Itutaeae et Trachonitidis regionis, et Lysania Abilinae tetrarcha, SUB PRINCIPIBUS sacerdotum Anna et Caipha,
facturo est verbum Domini super Iohannem Zachariae filium in deserto».
Construcción que no hay duda debemos traducir «en tiempos de
los príncipes de los sacerdotes Anás y Caifás», y que en el texto griego
viene expresada con «epi» y genitivo.
Y, en fm, ya en latín medieval nos encontramos frases como SUB
TEMPORE FESTO = en tiempo de fiesta, PRIMIS SUB ANNIS = en
los primeros años (8). Como ocurre en tantos casos de sintagmas latinos, el valor de SUB temporal tiene antecedentes en plena época clásica como hemos visto por los ejemplos de César y alcanza su desarrollo más tarde. Como uso menos frecuente que el de otras construcciones temporales, fue utilizado con cierto sentido estilistico por algunos
autores como Tácito y Plinio.
Valor figurativo
En este sentido expresa ideas de subordinación, sujeción o condición, pero es un uso poco clásico, como indica Bassols (9). También
con verbos de movimiento lleva acusativo:
Cic. Font. 12 : csub alicuius imperium dicionemque cadere».
cCaer bt\io la autoridad y la dominación de alguien».
Nep. Milc. 1: cincolas eius insulae sub potestatem redigere AtheniensiuDlll.
«Devolver a los habitantes de la isla (hacer volverl bajo el poder de los atenienses».
Asimismo con verbos de estado lleva ablativo: «sub regno esse»
(Cic. Rep. I, 60) = «vivir bajo una monarquía»; «militare sub signis
tuis» (Tito Livio, XXIII, 42) =«hacer el servicio militar bajo tus banderas».
(81 K. STRBCKER: dntroduction a l'etude du latin médiévab. F. Giard, Lille, E. Droz, Genéve, 1948, pág. 38.
(91 BASSOLS, op. cit., nota 7.
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QUI SUB VIRIATHO MlUTAVERANT
7
En conclusión, el uso local de SUB es el único prácticamente conocido en época arcaica. A partir de época clásica apmecen los usos
temporal y figurado por este orden. Perfectamente legitimo es el uso
temporal como hemos visto en abundantes ejemplos «clásicos» del siglo 1 a. C., y en autores nada sospechosos de excesivas libertades como César. El sentido figurado como más ab~tracto es posterior, pero
también muy frecuente. No obstante, esperamos despejar la incógnita
de este problema suficientemente analizando las otras palabras del
texto, en las que hasta ahora se ha reparado muy poco (lO).
VIRIATO
Vamos a pasar revista a todos los textos latinos en que se nos habla de este personaje, para observar qué apelativos recibe por parte
de los escritores latinos.
Tito Livio, Periochae, libro LII:
«Viriathus in Hispania, primum ex pastore venator, ex venatore latro, mox iusti quoque
exercitus dux factus, totam Lusitaniam occupavit, M. Vetilium praetorem fuso eius exercitu
cepit, post quem C. Plautius praetor nibilo felicius rem gessib.
«Viriato en España, primeramente habiénd.ose hecho de pastor cazador, de cazador bandolero, y luego incluso jefe de lo que justamente se puede llamar un ejército, ocupó toda Lusitania, derrotó al pretor Mar.::o Vetilio después de haber desbaratado su ejército, y después le
·
hizo la guerra el pretor Gayo Plautio no más felizmente».
Observemos cómo el autor le llama «latro», o sea, bandolero, y
después añade que llegó a ser «jefe de lo que justamente se puede llamar ejército» (iusti exercitus dux), pero si bien por el número, no por
su jefe, ni por sus componentes. Es decir, en ningún momento pi~nsa
Tito Livio en llamar a los lusitanos «milites», sino «latrones», ni a su jefe «imperator», sino «dux», y ni siquiera «exercitus», aunque si se le
podría llamar así a la banda de Viriato por el número de sus componentes. Como vamos a ver seguidamente, estos mismos apelativos
más o menos utilizan los autores posteriores, con pequeñas variantes
debidas a simpatías o afán retórico.
(10) Sobre otros aspectos particulares del uso de SUB. pero que aclaran poco nuestro tema, existen estos trabajos:
A. D'ORS: «Sub condicione». Emérita, VIll; Madrid, 1940, págs. 73-78.
S. MARINER: «Sub potestate constitutus». Helmántica, VU; Salamanca, 1956, págs. 391400.
Los adjetivos derivados:
A. D'ORS: :«SÜbliciust. Emérita, XX; Madrid, 1952, págs. 491-492.
M. DIAZ Y DIAZ: «Los adjetivos compuestos con SUB». Eméri'ta, xxxn. Madrid, 1964,
págs. 57-101.
69
646-
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A. VENTURA CONEJERO
8
Veleyo Paterculo, TI, 1, 3:
«Triste deinde et contumeliosum bellum in Hispania duce latronum Virlato secutum est».
«Luego una triste y afrentosa guerra se prod\ijo en España con Viriato, un jefe de bandoleroS».
Floro, I, 33, 15:
cCeterum, Lusitanos Viriatus erexit, vir calliditatis acerrimae, qui ex venatore latro, ex
latrone subito dux atque imperator et, si fortuna cessisset, Hispaniae RomuluS».
«Pero Viriato sublevó a los lusitanos, hombre de agudizada astucia, el cual de cazador se
convirtió en bandolero, de bandolero de repente en jefe e incluso general y, si la fortuna le
hubiera ayudado, Rómulo ( = salvador o fundador) de España».
Floro se atreve incluso a llamarlo «imperaton, pero pervive aún el
calificativo de «dux latronum» = ~efe dé ladrones».
Eutropio, VI, 16:
c(Viriatus) pastor primo fuit, mox latronum dux; postremo tantos ad bellum populos concitavit ut adsertor contra Romanos Hispaniae putaretur. Et cum interfectores eius praemium
a Caepione consule peterent, responsum est nunquam Romanis placuisse imperatores a suis
militibus interflcb.
cViriato fue primero pastor, después j efe de bandoleros; finalmente sublevó a tanto pueblos para la guerra que era considerado el libertador de España contra los Romanos: Y cuando sus asesinos pidieron al cónsul Cepión su recompensa, se les contestó que nunca a los romanos les habla agradado que los generales fueran muertos por sus propios soldados».
Aquf nos da la impresión que Eutropio indirectamente llama «imperator» a Viriato y «milites» a sus hombres para agrandar más la feloma de la traición, y especialmente después de muerto en que ya no
hay peligro. ¿O es que acaso los romanos no se alegrarían de la muerte de tan furioso enemigo? Quien en vida sólo seria un datro», pasarla
tras la muerte a Héroe, aun siendo enemigo. Es sabido cómo ciertos
textos latinos hablan de ·los vicios de los enemigos (pienso en el «Anfbal» de Tito Livio) en unas ocasiones, mientras en otras (vísperas de la
batalla de Zama) al ensalzar las virtudes humanas y la estrategia de
ese mismo enemigo, hace aparecer a nuestros ojos más grande el mérito de su vencedor.
Paulo Orosio, V, 4, 1:
«vías, deinde vastando provincias, postremo exercitus praetorum et consulum Romanorum
vincendo, fugando, subigendo, maximo terrori Romanis omnibus fuitJ.
cEn el mismo consulado (año 147-46 a. C.), Viriato en España, pastor y bandolero, prime·
ro interceptando los caminos, después devastando las provincias, finalmente venciendo, poniendo en fuga, sometiendo los ejércitos de los pretores y cónsules romanos, aterrorizó grandemente a todos los romanou.
Hemos visto cómo todos los autores unánimemente llaman a Viriato «dux latronum», jefe de bandoleros, debido a que no cuenta con
un ejército regular, y solamente alguno le añade el titulo de general
«imperator» con más énfasis retórico que exactitud léxica. Y especial- 646 -
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QUI SUB VIRIATHO MILITAVRRANT
9
mente esto es evidente en el texto de Tito Livio, que es también el autor de la cita sobre Valencia (o al menos su abreviador posterior, autor de las «Periochae»). ¿Es comprensible que después de esto se pueda admitir que «qui sub Viriato militaverant» sean los rebeldes, a
quienes siempre llaman «latrones» y no «milites»? Esto es lo que nos
hace pensar en interpretar el texto como referido a «soldados romanos», como hemos insinuado al principio.
MILITARE/LATROCINAR!
Y para corroborar esta hipótesis vamos a seguir analizando la
fuerte oposición existente, desde el punto de vista lexicográfico entre
Miles y Latro, Militare y Latrocinan. Y la clave de ello nos la da el siguiente texto de Tito Livio, libro XXIII, cap. 42, 10 y 11:
«Magni dictatores cwn magistris equitwn, bini consules cwn binis consularibus exercitibus i.ngrediebantur fines nostros; ante explorato et subsidiis positis et sub signis ad populan·
dum ducebant (10): nunc propraetoris unius et parvi ad tuendam Nolam praesidii praeda sumus; iam NE MANIPULATIM OUIDEM, SED LATRONUM MODO percursant totis finibus
nostris neglegentius, quam si in Romano vagarentur agro. ( 11 l Causa autem baec est, quod
neque tu defendis, et nostra iuventus, quae, si domi esset, tutaretur, omnis SUB SIGNIS MI·
LITAT TUIS•.
«Grandes dictadores con sus maestres de caballet1a, dos cónsules a la vez con dos ejércitos consulares penetraban en nuestros territorios; después de haber efectuado un reconocí·
miento previo y de haber colocado tropas de reserva, marchaban blijo sus banderas ( = en
buen orden) a devastar: ahora somos presa de un solO' propretor y de una pequeña guarnición
encargada de la defensa cte Nola; además recorren todos nuestros territorios no ya por manipulas, sino a manera de salteadores con menos precauciones que si pasearen por el propio te·
rritorio romano. El motivo de esto radica en que tú no nos defiendes y en que nuestra juventud que nos protegerla., si estuviera en la patria, milita (-=hace el servicio militar) bajo tus
banderaS».
E.n este pasaje, los aliados itálicos recriminan a Aníbal, que los ha
dejado solos frente a las rapiñas de los romanos. Dicen los aliados que
antes los romanos venían como soldados regulares, con sus jefes, en
ejército, «sub signis», cada uno bajo la enseña de su centuria o manipulo, es decir, «manipulati.m». Ahora, en cambio, como contraste vienen en pequeños grupos ( = parvi praesidii), pero sobre todo «latronum modo», a modo de guerrilleros o de bandoleros, <es decir, sin tomar las precauciones de un ejército en marcha, como
es por ejemplo enviar delante exploradores de caballeria, y cuidar del
abastecimiento de viveres. Existe, pues, muy marcada en el texto esa
oposición entre un «exercitus consularis», que es llevado «sub signis» y
«manipulati.m», y un ejército irregular, «parvum praesidiwm que
actúa meglegentius» y «latronum modo». Estilísticamente esta oposición viene marcada por dos adverbios temporales, «ante», antes
hacían esto, munc», ahora en cambio lo contrario. Y por fm en el últi- 547 -
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10
A. VENTURA CONEJERO
mo párrafo sigue esa oposición: mientras los romanos actúan como
salteadores, nuestra juventud «militat sub signis tuis», hace el servicio
militar, son soldados regulares (no bandoleros) bajo tus banderas en
el ejército cartaginés. Este es el sentido que tiene «militare» reforzado
por el «sub signis», que indica el hecho de que los soldados avanzan
formados, cada uno dentro de su unidad y bajo la enseña de ésta. ¿Podrá todavía pensarse que a un hombre, Viriato, a quien todos los textos califican de «dux latronum», un autor latino aplique a sus hombres
el término «militare»?
Pero vamos a insistir un poco más sobre este punto, considerando
otros textos. Seglín el diccionario latino de Gaffiot ( 11 ), MILITARE es
«Ser soldado, hacer el servicio militan> (derivado deque LATRO significa en su primera acepción «soldado mercenario», y
en segunda «ladrón» o «bandolero». Analizaremos ahora algunos textos sobre «militare».
Plauto, :Persa, acto 11, v. 235:
cAt confltlentla, illa militia militatur multo magis. quam pondere».
«Pero con descaro se cumple mejor ese servicio militar, que con el peso».
Aqui tenemos ya en un texto arcaico el sentido que tendrá siempre
este verbo reforzado por millitia», formando una figura etimológica:
«hacer el servicio militar».
Suetonio, César, 68 :
«Plerique captl concessam sibi sub condicione vitam, si militare adversus eum vellent, recusarunb.
eLe mayor parte de los soldados de César capturados rehusaron que se les fuese perdonada la vida bajo la condición de luchar contra éh.
· Horacio, Epodos, 1, 23:
c(a me) Omne militabitur bellumt.
eVo tomarla parte en cualquier guerra».
Apuleyo, Met. 9, 20:
«Prima stipendia militare•.
«Hacer sus primeras armas».
El simple hecho de «luchan> o «hacer la guerra» se podía poner en
latín con «facere bellum», «pugnare», pero «militare» indica específicamente en todos estos textos «hacer un servicio militar obligatorio» por
oposición al mercenario que veremos ahora.
(11 1 F. GAFFIOT: cDictionnaire illustré latin·franc;aisll. Parfs, 1934, sub verbis.
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QUI SUB VIJUATHO MILITAVBRANT
11
LATRO tiene como acepción primera y más antigua la de «soldado
mercenario» derivado del griego «látron» significando sueldo (12), y
así aparece en los autores arcaicos como Enio y Plauto (Eh. An. 60 ;
528; Pla. Aul. 949; Poen. 535). Tiene el sufijo peyorativo -0, -ONIS.
En su segunda acepción significa «salteador de caminos». Asi lo
encontramos en Horacio, Sátiras, I, 3, 106:
«Oppida coeperunt munire et ponere leges, ne quis fur esset, neu latro, neu quis adulten.
«Comenzaron a amurallar las ciudades e instituir leyes, para que nadie fuese ladrón. nadie salteador, nadie adúlterot.
Y el mismo significado encontramos en este texto de Cicerón (De
Officiis lib. II, XI, 40), donde hay también una alusión a Viriato, que
tendríamos que unir a los textos ya estudiados sobre este personaje:
«Ouinetiam leges latronum esse dicuntur, quibus pareant, quas observent. Itaque, propter aequabilem praedae partitionem, et Bardylls, Dlyrius latro, de quo est apud Tbeopompum. magnas opes babuit; et multo maiores Viriatus Lusitanus: cui quidem etiam exercitus
nostri imperatoresque cesserunt; quem C. Laelius lis, qui Sapiens usurpatur) praetor fregit, et
comminuit; ferocitatemque eius ita repressit, ut facile bellum reliquis tradereb.
cEs más, hasta se dice que existen leyes entre los ladrones, que obedecen y cumplen. Asf
por el justo reparto del botín, el bandido ilirio Bardllio, de quien se habla en Teopompo, acumuló grandes riquezas; y mucho más grandes el lusitano Viriato, a quien se rindieron hasta
nuestros ejércitos y generales, y a quien el pretor Cayo Lelio, llamado el Sabio, destrozó y
abatió, reprimiendo a tal punto su fiereza, que la guerra contra él fue fácil a sus sucesoreSt.
Hemos visto cómo el calificativo de «latro» en el sentido de «bandolero» se aplica también a Viriato. Ante tal unanimidad de los autores, ¿cabe todavia en pensar que el «qui militaverant» debe aplicarse a
los soldados de éste?
Este sentido de latro pervive en su derivado «latrocinium» = «bandidaje» y datrocinari» = «ejercer el bandidaje». Asf lo vamos a ver en
estos otros textos de Cicerón, para completar nuestra visión sobre el
significado de esta raiz.
Cicerón, Catilinaria, I, 31 :
cHic si ex tanto LATROCINIO iste unus tolletur, vídebimur fortasse ad breve quoddam
tempus cura et metu esse relevad, periculum autem residebit et erit inclusum penitus in venis
atque in visceribus rei publicae».
cSi de tantos bandidos este sólo fuera suprimido, nos parecerá quizá que durante un breve tiempo se nos ha aliviado el susto y cuidado, pero el peligro permanecerá a.r raigado en las
venas y entrañas de la república..
Cicerón, Cat., II, 1:
cSine dubio perdidimus hominem magnificeque vicimus. cum illum ex occultis insidiis in
apartum LATROCINIUM coniecimUSt.
«Hemos perdido al hombre, sin duda, y lo hemos vencido magníficamente, cuando lo emptúamos de las asechanzas ocultas a un bandidaje abierto».
(121 MARTIN, op. cit.. nota 5, sub verbo.
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A. VENTURA CONEJERO
12
Cicerón, Cat. 1, 16:
cllle autem, si mehercule hoc, quod agit, nwnquam antea cogitasset, tamen LATROCINANTEM se interfici mallet quam exsulem vivere•.
cBn cambio él, a fe mia qu. aún si nunca hubiese pensado en hacer lo que ahora hace, sin
e
embargo preferirla ser muerto como bandido a vivir como desterrado•.
CONCLUSIONES
Después de este exhaustivo análisis de textos literarios latinos,
· creemos haber llegado a las siguientes conclusiones:
1. a Contrariamente a lo que afirman algunos, el uso de SUB con
significado temporal es perfecfamente clásico, y mucho más que su
uso figurado. Creemos que usar SUB temporal por IN es un rasgo estilfstico que en el caso de SUB VIRIATO indica indeterminación o imprecisión cronológica. Asi como en el texto de Hircio, 42, que hemos
visto, «sub ídem tempus», lo traducíamos por «por este tiempo poco
más o menos», aquf habría que pensar en «en tiempos de Viriato más o
menos,.. En todo caso hemos de tener en cuenta que Tito Livio escribe
ya en el siglo Id. C., y que el abreviador de las «¡>eriochae» es mucho
más posterior. De manera que se podría pensar que ese SUB tiene el
mismo sentido que el de los textos de sus quasi contemporáneos Tácito y Plinio. En todo caso seria posible la interpretación tiempo-sujeción; lo mismo que «sub Nerone» de Tácito, parece indicar «bajo el
tiempo en que Nerón dominaba tiránicamente», «sub Viriato» seria «en
tiempo en que Viriato dominaba casi toda España». En cualquier caso,
nos inclinamos por el sentido temporal.
2. Hemos visto cómo unánimemente todos los autores latinos califican a Viriato como «dux latronlllD.», dejando aparte nuestras simpatías personales como españoles. Hemos visto el significado de esta
palabra, que resulta ser léxicamente opuesta a «miles». «Latro» es el
soldado mercenario o el bandido, en cambio «miles» es el soldado que
hace su servicio militar obligatorio, según las leyes de su pais, y lucha
en un ejército disciplinado y en defensa de su patria. ¿Cabe más clara
antítesis? Si el mismo autor de las «Periochae» llama en un párrafo (libro UI) a Viriato «latro», ¿cómo es posible que en otro (libro LV) tan
cercano diga que sus soldados eran «milites»? ¿No es más lógico pensar que esos «milites» o «militare» se refiera a los romanos?
3. Y finalmente, saliéndonos ya del análisis de los textos literarios, objeto de nuestro articulo, hay otras razones histórico-culturales
que nos inclinan a pensar que los primeros pobladores de Valencia
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QUI SUB VIRIATHO MILITAVERANT
13
eran soldados romanos. Resultaría ilógico establecer a unos «rebeldes>t lusitanos o celtiberos, tan lejos de su país en un territorio con tan
grandes posibilidades de desarrollo agrícola. ¿Es lógico que a unos rebeldes se les recompense de esta manera? ¿No será más lógico que esto sea un premio para los veteranos romanos, que han derramado su
sangre contra Viriato en defensa de la República? Y si la ciudad era
poco después «colonia» ¿no es más lógico que estuviera habitada por
ciudadanos romanos, por veteranos licenciados?; este era el origen
normal de toda colonia romana. Y este era el destino que solian tener
los soldados licenciados: se les entregaba unas tierras para cultivar y
una «colonia» (de «colere» = cultivar la tierra); lo cual servía para ir
romanizando desde estos centros las comarcas indígenas que los rodeaban. Y así ocurrió también en los siglos siguientes con los veteranos de las guerras civiles.
En cuanto a la fórmula «Veterani et vetares», que se cita en algunas inscripciones (13) podría ser interpretada de dos maneras: o bien
«veteres» son los antiguos pobladores del país y «veterani» los soldados
licenciados, con lo cual al nombrar éstos primero se indicaría su categoría superior como ciudadanos, y que los indígenas penetrarían en la
ciudad más tarde para dedicarse a labores artesanas o comerciantes:
sería una relación semejante a la de los «patricios» y «plebeyos» en Roma. Unos serían los propietarios de la tierra y más antiguos en la colonia , otros los llegados con el comercio y auge de ella, que a su vez
serian pobladores antiguos de la región.
O bien puede explicarse pensando en varias afluencias de soldados licenciados, una tras las guerras de Viriato, otra a la terminación
de las guerras de Sertorio o Pompeyo, que es cuando ya la encontramos con el rango jurídico de colonia (14).
En fm, en cualquier caso siempre quedarán aspectos oscuros en el
origen de la ciudad de Valencia. Solamente hemos querido, con estas
consideraciones, contribuir al esclarecimiento de algunos interrogantes sobre este tema, desde el punto de vista filológico (15).
(13) E. HÜBNER: «Corpus Inscriptionum LatinarUlllll, vol. II. Berlln. 1863, núms. 3.733.
3.734, 3.735, 3.736, 3. 737, 3. 739 y 3. 741, y posteriormente otras dos publicadas por P. BEL·
TRAN, «Hallazgo de lápidas romanas», Anales del Centro de Cultura Valenciana, I, 1928.
pág. 90, y «Nueva inscripción romana», Anales del Centro de Cultura Valenciana, r. Valencia,
1928. pág. 169.
(14) Sobre el problema de cveterani et vetares• v. el resumen en FLETCHER. op. cit.. nota
2 («Consideraciones...»), págs. 199· 200, y J. ESTEVE FORRIOL: «Valencia, fundación romana». Valencia. 1978, págs. 87·88.
115) En la reciente obra de ESTEVE FORRIOL, op. cit.• nota anterior, pág. 106, se man-
·uenen puntos de vista düerentes a nuestra conclusión sobre el valor de SUB.
-
551 -
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ARCHIVO DB PRBBISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 1981)
GABRIELA MARTIN
(Valencia)
REPRESENTACION DEL CAMELLO
EN LA CERAMICA ROMANA
Entre los motivos decorativos de la terra sigillata, el camello es
una figura exótica que raramente aparece. Ausente en la sigillata aretina, gálica e hispánica, a pesar de ser un animal común en el paisaje.
africano, tampoco aparece en las sigillatas fabricadas en Argelia, Túnez o Marruecos, que continúan la tradición sud-gálica o hispánica, lo
que indica una dependencia de los modelos gálicos-hispánicos sin ninguna originalidad local. Sin embargo, tigres y leones son comunes en
la sigillata aretina y gálica, cuya representación se hizo común por las
luchas en el anfiteatro y las representaciones mitológicas. La sigillata
clara, considerad~ de origen africano, está decorada muy esporádicamente, pero la clara con relieves aplicados presenta motivos nuevos
respecto a la decoración aretina o gálica, motivos «locales» o «Provinciales» más de acuerdo con su localización africana, como tigres, leones, jabalfes, escenas de caza o representaciones de las provincias
africanas, pero un animal como el camello, que era común como bestia de carga durante el Imperio, raramente aparece representado en
las vajillas de uso diario, aunque no fuera un motivo que se ignorase
completamente, ya que lo encontramos representado en lucernas de
volutas de diferentes' tipos, fechables en el siglo 1, y en terracotas y
pequeños bronces imperiales. Su representación fue siempre esporádica en el arte romano, aunque se utilizara regularmente en los ejércitos asiáticos y africanos desde principios del siglo 11 d.C., después de
la anexión de la Arabia Petrea, llevada a cabo por Trajano en el año
106. Aparecen, entonces, monedas con figura de camello, animal representativo de Arabia (1), y es a partir de estas fechas que se genera(1) H. MATTINGLY: cCohlll of\he Roman BmpiTe in the Brltiah Muae\DD). Vol. m, NervaHadrian; London, 1976 (reedic.), Lám. LXXVII, nóm. 474.
- 663 -
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2
G. MARTIN
lizó su uso entre los romanos como animal de carga, inclusive en
Egipto, donde no se había utilizado antes de la era ptolemaica. En el
Egipto faraónico era desconocido y no aparece en ninguna de sus representaciones artísticas, tan ricas en temas zoomorfos.
El origen y utilización del camello como animal de carga no está
claro, siendo las opiniones muy distintas. R. Perret (2), basándose en
un grabado neolítico del Sabara (L'Oued Djerat), quiso demostrar la
existencia del camello en el Norte de Africa ya en época neolítica, pero para Lhote (3) se trataba de la figura de una jirafa mal dibujada,
porque el camello no es originario del Norte de Africa y sólo comenzó
a ser utilizado en las regiones occidentales muy avanzada la Era. Su
origen como animal doméstico no está claro. Procedente del golfo Pérsico, parece haber sido domesticado en Mesopotamia a principios del
primer milenio. En lengua acadia aparece con el nombre de IBILU y
como Asno de Mar entre los sumarios, que lo llamaron así en contraposición de «Asno de Montaña», que era el caballo (4). Las referencias
al camello en la Biblia no son anteriores a la segunda mitad del primer milenio (Génesis, 12, 16; 37, 25 ; Exodo, 8, 3; Isaias, 40, 7).
Los asirios lo utilizaron como animal de carga y aparece en los relieves con relativa frecuencia, como el obelisco negro de Salmanasar
m (854-824 a. C.), donde dos camellos son conducidos por camelleros
y la estela de Nimrud, en la que aparecen dromedarios en el cortejo
de un rey árabe, ambas estelas en el Museo Británico.
La utilización práctica del camello parece fue muy restringida a
las regiones de donde era originario. Es significativo que Herodoto,
cuando habla de Egipto, no se refiera para nada al camello como animal doméstico, mientras que lo cita al describir el orden de batalla
adoptado por Ciro al atacar Creso en la llanura de Sardes (Herodoto,
1, 80). Las caravanas que desde Extremo Oriente hasta el Mediterráneo Oriental seguían la ruta de la seda, utilizaban camellos para el
transporte, pero su uso en Occidente es muy posterior y en Oriente «es
un misterio antes de fines del segundo milenio», según J . Bottéro (5).
La falta de documentación nos impide conocer su posible empleo
por los cartagineses, que lo llamaron mavfo del desierto», pero su uso
parece obligado, una vez conocido, para el comercio de caravanas
que tanto formó parte de la civilización púnica.
(2) R. PERRET: cRecherches archéologiques et etnograpbiques a u Tassill des A.üers (Sabara Centrah. Journal Soc. des Africánistes, t. VI, fase. 1, 1936, págs. 41-64, pl. 20.
(3) H. LHOTE: d.e pseudo-chameau néolitbique de L'Oued DjératJ. Libyca XIV,
Anthropologie-Préhistoire-Etnographie, Alger, 1966, págs. 297-302.
(4) DICTIONAIRE ARCHEOLOGIQUE DES TECHNIQUES, s. v. Domestication, Ed. Accueil; Parls, 1963.
(5) Op. cit., nota 4, s. v. Caravane.
- 664 -
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REPRESENTACION DE CAMELLO
3
Para los griegos significó un símbolo del Oriente, y aunque lo representen en alguna ocasión en los vasos pintados, como en el que figura el triunfo de Baco, no lo utilizaron como montura o animal de tiro, aun cuando las conquistas de Alejandro les abrió el camino de
Oriente.
Los romanos encontraron camellos utilizados en el ejército, por
primera vez, en la armada de Antioco (Tito Livio, xxxvn, 40), pero
su uso regular en el servicio militar no es anterior al siglo II. No aparecen camellos en la columna trajana ni en la de Marco Aurelio, en las
que hay caballos, jumentos, mulos y bueyes, pero hay camellos cargados en la columna de Teodosio en Constantinopla. Durante el bejo Imperio se utilizaron regularmente en los ejércitos de Asia y Africa para
transportar equipejes, víveres y armas con el nombre de alae dromedarium, de las que había tres en Egipto. Iban aparejados con una silla
de armadura de madera cubierta con un tejido de pelo de camello
(sagma), adaptada al cuerpo del animal. En el edicto de Diocleciano
(11, 4, 6) las sagmae son tasadas en 250 denarios para los asnos y
350 para los camellos. En lucernas y pequeños bronces aparecen camellos con distintos tipos de sagma para soportar la carga. El mismo
edicto (7, 17) cita también los camelarii o conductores de camellos.
Pero en Roma aparecen solamente tirando de carros en el circo,
según nos informa Suetonio (Nerón, 11).
No fue el camello un animal muy representado en el arte romano,
y en la cerámica de masa está casi ausente; es, sin embargo, más
común en las lucernas de volutas del siglo Id.C. (fig. 2, núms.\3, 4, 5),
de ahíla importancia que damos a unos fragmentos procedentes de la
ciudad romana de Valentía y que ahora presentamos.
En 1945 se hicieron unos sondeos arqueológicos durante las obras
de restauración en el Palacio de la Generalidad de Valencia, que llevó
a cabo D. Nicolás Primitivo Góme~Serrano, publicando los resUltados
de la excavación (6) y parte del m~terial , especialmente las piezas mejor conservadas de cerámica ibérica. Posteriormente nos encargamos
de estudiar las cerámicas romanas del yacimiento (7), que nos proporcionaron cronologías desde el siglo II a.C., época de la fundación de la
ciudad, hasta los siglos IV-VI de la Era. Dejamos de publicar los fragmentos con la figura del camello, porque era intención del seiior Gó(6) N. P. GOMBZ SERRANO: cBxcavaciones para la ampliación del antiguo Palacio de la
Genaralidad.t. Archivo de Prehistoria Levantina, ll; Valencia, 194"5, págs. 269-297.
(7) G. MARTIN: «Estudio de los materiales arqueológicos hallados en el subsuelo del Pa·
lacio de la Generalidad de Valencia.. Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia,
n6m. 1; Valencia, 1962, págs. 89-109.
- 555 -
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G. MARTIN
mez Serrano realizar un estudio del mismo, y, tras su fallecimiento,
decidimos publicarlo como homenaje póstumo al erudito valenciano.
Los dos fragmentos pertenecen a un gran plato de terra sigillata
clara e, con decoración de relieve aplicado que representa un camello
elijaezado con silla de montar (fig. 1). Se conserva parte de la silla, en
la que se ve el pomo donde se apoya el jinete, el arranque del cuello
del animal y las dos patas traseras que están situadas junto al circulo
, ,..,.- -//
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REPRESENTACION DE CAMELLO
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6
G. MARTIN
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REPRESENTACiON DE CAMELLO
7
central del plato, lo que indica que debía ser un plato de grandes proporciones que llevaría, seguramente, otras figuras de camellos o diversos animales ocupando el fondo del plato, posiblemente formando
la escena de una caravana. Esta figura de camello es, que sepamos, la
única encontrada en España sobre sigillata clara con técnica ae relieve aplicado. Hemos reunido en otro trabajo (8) los motivos decorativos de esta variedad cerámica hallados hasta ahora en la Península,
que consisten en leones, panteras, osos, jabalíes, liebres, ciervos, cabras, perros y peces; figuras vegetales (palmeras, árboles, frutas); figuras humanas, temas mitológicos y temas bíblicos. Respecto a la forma, y a pesar de lo fragmentado del vaso, nos inclinamos a creer se
trata de una forma Lamboglia 40, que son platos de gran tama:ño con
el fondo completamente plano.
Como la antigua excavación fue realizada sin estratigrafia y los
materiales fueron mezclados, no podemos relacionar tan interesante
pieza con el resto de las cerámicas aparecidas. La cronología de los
vasos y platos, con.relieves aplicados, coincide con la sigillata clara C
y D, y los autores que la estudian la fechan, con pequeñas variaciones, durante los siglos ill-IV, durando, seguramente, menos que la
clara D estampada, cuya fabricación se acepta hoy hasta el siglo VI,
probablemente por una razón económica, pues la técnica del estampado inciso es más rápida y menos delicada que la aplicación de relieves.
Como hemos dicho, figuras de camellos y dromedarios aparecen
en los discos de algunas lucernas de volutas con cronología de la primera mitad del siglo Id. C., si bien que no sea un tema común. El dibujo núm. 3 corresponde a una lucerna de la cueva d'es Cuyram, en Ibiza (9). El diblijo núm. 4 pertenece a una lucerna de volutas del tipo I
de Vindonissa (10), con figura de camello. Loeschcke cita tres ejemplares más con el mismo motivo, procedentes del mismo yacimiento
de Vindonissa. El dib~o núm. 5 presenta también un dromedario ~ga
chado, decorando el disco de una lucerna de volutas procedente de
Cartago (11 ).
Aparecen, también, representaciones de camellos en pequeños
bronces. El dibl.\io núm. 6 representa una lámpara de bronce en forma
de camello agachado y con silla, en el Louvre; el núm. 7 es un pequeño bronce del Museo de Nápoles.
(8) G. MARTIN : cUn vaso de sigillata clara en el Museo de Alicante•. Estudios ÁlicaJÍtinos, nó.m. 15; Alicante, 1975, págs. 109-126.
(9) C. ROMAN: «Antigüedades Ebusitan&D. Barcelona, 1913 ; Um. LXXV.
(10) S. LOESCHCXE: «LillJlpen aus Vindonissu. Zurich, 1~19 ; Um. XII, 223.
(11) J . DBNEAUVE: cÍ.IllJlpes de Cartllage.. Ed. du Centre National de la Recherche
Scientiftque, nó.m. 505; Paria, 1969.
- 559-
[page-n-568]
8
G. MARTIN
El dibujo núm. 8 reproduce un dromerario aparejado con silla y
carga de un b9jo-relieve de la columna de Teodosio en Constantinopla
(12). Daremberg-Saglio citan también la figura de un genio alado
montado en un dromedario, procedente de un bajo-relieve del Louvre.
En la sigillata contemporánea de las lucernas citadas y de épocas
posteriores, la figura del camello no aparece. Podemos considerar el
fragmento de Valencia como una pieza singular, y de aquí su interés
para los temas decorativos representados en los vasos de relieves
aplicados. El único ejemplo que podemos citar es un vaso de forma
Hermet 74, de sigillata decorada con relieves aplicados representando dos camellos, uno sentado y otro en pie, guiados por un camellero,
hallado en las proximidades de Teherán y reproducido por Rostovtzeff (fig. 2, 1 y 2) (13).
(12) CH. DARBMBBRG y B. SAGLIO: «Dictionaire des antiquités grecques et romaines..
Paris-Corbeil, 1877. Vol. m , pág. 1.225.
(13) M. ROSTOVZBPP: «Historia social y económica del Imperio Romano». Vol. n, Lám.
XLvm-XLIX, Bspasa-Calpe, Madr:id. 1937.
- 660 -
[page-n-569]
ARCffiVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 1981)
A. BAZZANA*, S. CUMENr* et P. GUICHARD-
{France et Espagne)
LE SITE M~DI~VAL DE SANT ANTONI
DE OLIVA (Valencia)
Cette courte note d'information est destinée a rendre compte de
l'intérét particulier des vestiges médiévaux qui subsistent sur la colline de Sant Antoni, término municipal de Oliva, province de Valencia.
On trouvera done ici les résultats d'une enquéte effectuée au printemps de 1978 en étroite collaboration avec le Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación Provincial de Valencia. L'inventeur du site, D. Salvador Climent, participa largement a cette recherche; c'est a lui que l'on doit le nettoyage de surface des vestiges de la
fortification médiévale et le ramassage au sol d'une grande partie des
fragments cerámiqu~s (fig. 1).
I
LE SITE DE SANT ANTONI, PREMIERE APPROCHE
Repérage et références graphiques:
Término municipal
OUVA (Valencia)
Partida
Sant Antoni
de 1'Aguila)
•
..
Chargé de Recherche au C.N.R.S.
Colaborateur du S.I.P. de Valencia.
Maitre-assistant a l'Université Lyon ll.
-
71
(a
561 -
proximité de la Penya
[page-n-570]
2
BAZZANA, CIJMENT et GUICBARD
Coordonnées U.T.M.
{30 S YJ) 487.109
Altitude
170 m
Cartes
I.G.C., 1/ 50.000 : Gandía, n. 0 796
S.G.E., 1/50.000 : Gandía, n.o 30-31
Plan
levé topographique de mai 1978 (secteurs Ouest et Sud de l'enceinte)
Depuis plusieurs années, les témoins d'une implantation humaine
sur le cerro de Sant Antoni faisaient l'objet d'une notice dans les fichiers du S.I.P. (1l; des céramiques de 1' Age du Bronze avaient été
trouvées, en prospection, par D. Domingo Fletcher, Directeur du Service. En 1976, des travaux agrícolas mirent au jour des vestiges de
constructions qui furent examinés par Salvador Climent: ils parurent
assez importants pour que le maire d' Oliva, D. Salvador Cardona Miralles, décidAt d'informer le S.I.P. Des travaux de nettoyage et des dégagements superficiels furent commencés ensuite par Salvador Climent, avec l'accord de D. Domingo Fletcher, Directeur du S.I.P., puis
poursuivis et amplifiés, avec la venue a Sant Antoni de Doña Rosa Enguix Alemany; ces travaux permirent, au cours du mois de juin de la
méme année 1976, de faire apparattre un mur d'enceinte renforcé
par des tours ou des bastions servant de contreforts, et de recueillir
un petit lot de matériel céramique, constitué principalement de fragments d' époque médiévale et, pour une plus faible part, de quelques
tessons plus anciens, d'époque protohistorique. Une breve note, publiée dans «La labor del Servicio de Investigación Prehistórica» de
1976, aux pages 69 et 70, concluait a l'existence d'un «systéme défensifmédiéval superposé a un habitat de l'Age du Bl'onze, dont il ne reste pratiquement ríen».
L'examen du lot de céramique provenant des travaux de 1976, et
conservé dans les réserves du S.I.P. au Museo de Prehistoria de Valencia, ainsi qu'une reconnaissance du site, nous ont permis de constatar le caractére assez exceptionnel de cette petite fortification médiévale.
11) Sant Antoni figure a u fi...hler du S.I.P. sous le nom de Muntanyeta de Sant Antoni ou
Castellet de Sant Antoni.
- 562 -
[page-n-571]
OLIVA
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Figure l . - Site de Sant Antoni (Oliva-Valencia). Croquis des accés et carte de situation. Términos municipales: 1: MIRAMAR; 2: PII.ES; 3: ALQUERIA DE LA CONDESA; 4 : OLIVA
[page-n-572]
4
BAZZANA, CLIMENT et GUICHARD
Sans préjuger, bien sOr, des résultats de travaux ultérieurs, qui
permettraient de se faire une opinion plus assurée, a partir d'un matériel plus abondant et de données stratigraphiques que le simple nettoyage des vestiges apparents ne pouvait fournir, il semble que l'on se
trouve en présence d'un site du haut Moyen Age, dont la durée d'occupation aurait été assez limitée, et qui ne doit pas atteindre les der. niers siécles de la période musulmane. Le site de Sant Antoni serait
done susceptible de fournir des données précieuses pour l'histoire et
1' archéologie médiévale des pays valenciens. D serait souhaitable que
le S.I.P. prenne prochainement l'initiative d' organiser une fouille
archéologique réunissant, a Sant Antóni, pro.tohistoriens et médiévistes.
II
LES VESTIGES DE CONSTRUCTIONS
A travers la végétation basse et les éboulis, un ensemble de vestiges appara.tt sur le cerro de Sant Antoni et peut étre suivi sur une assaz grande longueur. D comporte, visibles au sol aprés les premiers
travaux de nettoyage, les éléments suivants (Voir le plan des vestiges,
en figure 2):
l. Une courtine polygonale, large de 1,52 m a 1,6 1 m, a angles aigus; la partie ouest [la] ainsi que le tracé sud [lb] et une faible partie
du tracé est [le] sont assez bien conservés. Au nord et au nord-ouest,
en revanche, dans l'état actual du site, on ne releve que quelques traces des murs anciens qui devaient refermer le gisement en suivant le
relief: des dégagements sont nécessaires pour confirmer la présence
des murailles.
2. Plusieurs bastions rectangulaires, de plan barlong [2] font saillie sur 1,60 m a 1,65 m; leur largeur est de 2,50 m. Ces bastions semblent étre des constructions pleines, faisant fonction tout aussi bien de
contrefort que d'avancées permettant le flanquement des murs; lis
sont disposés sur les parties rectilignes de la courtine, jamais aproximité immédiate des angles.
3. Une entrée défendue par deux bastions est située sur la face
ouest de la construction [3] ; la fonction de passage ou d' entrée demanderait a étre confi.rmée par la fouille mais il semble que la position de ce renfoncement bastionné convienne bien pour établir un
accés relativement facile a atteindre et néanmoins protégé.
- 564 -
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Figure 2. - Sant Antoni. Plan des veetigea de l'encelnte m6di6vale
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6
BAZZANA, CI.IMENT et GUICHARD
4. Deux tours de plan circulaire ou proche du cercle flanquent les
angles sud-ouest et sud-est. La tour sud-ouest [4a] est assez bien conservée, de sorte qu'il est possible d'examiner les appareils; a comparar le mur de la courtine et celui de la tour, il n'apparatt pas de grandes différences dans le travail de la pierre ni dans les modes d'élévation des parements. n s' agit pourtant de deux constructions différentes: la tour est plaquée contre la courtine a laquelle elle se raccorde
par un contacten «coup desabre». Elle ne peut done qu'étre postérieure a la muraille mais on est incertain sur la durée séparant ces deux
phases de construction: en effet, les ressemblances -sinon les
similitudes- des appareils laisseraient penser que quelques décennies
seulement séparent leurs mises en place respectivas, ce que conflrme
!'examen de la céramique (voir ci-dessous); mais le plan circulaire des
tours [4a et b) confronté au plan barlong des bastions [2] suggére une
grande dlstance entre 1'époque d' édillcation de 1' enceinte et celle des
tours circulaires qui semblent done avoir été rajoutées a la construction primitiva.
La tour sud-est [4b] est totalement ruinée et ses structures inférieures, sans doute conservées sous les éboulis puisque des traces de
parement apparaissent en surface, n'ont pas été dégagées des amas
de pierraille.
Au total done, les vestiges de Sant Antoru dessinent un grand polygone irrégulier, d'environ 30m x 45 m dont l'intérieur paratt totalement vide, e' est-a-dire sans traces apparentes de bAtiments, du moins
a la seule observation des aspects superflciels.
L' appareil est de pierre séche, avec colmatage des interstices a
1' aide de terre, de pierraille et de blocs irréguliers. L' examen du secteur de l'entrée [3] montre que le travail de pose est, dans !'ensemble,
de médiocre qualité; les angles sont élevés avec soin a l'aide de moellons sommairement équarris mais s' embottant assez bien les uns
dans les a u tres pour assurer la solidité de la construction; les parties
rectilignes de la courtine et des bastions sont en revanche baties assez
hativement avec de gros blocs irréguliers, a peine retaillés parfois, ne
s' organisant pas en lits continus et séparés les uns des a utres par des
pierres de blocage et une terre de colmatage assez abondante (Voir en
figure 3, b, le dessin pierre a pierre du secteur sud de l'entrée). n semble que ce soit le tout-venant de la roche locale qui ait été utilisé dans
une construction rapidement édiflée et sans souci, quant aux appareils, d' une régularité architecturale qui apparatt, cependant, a !'examen du plan général.
- 666 -
[page-n-575]
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Figure 3.- Sant Antoni. En a: Plan et dessin pierre apierre de la tour sud ouest [4a) accolt!C ,,
l'angle de la courtine. En b: détail d'appareil du m1,1r conservé en élévation au sud de l'entrie (3J.
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8
BAZZANA, CLIMBNT et GUICHARD
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Figure 4
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SANT ANTONI DE OLIVA
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10
BAZZANA, CLIMENT et GUICHARD
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INVENTAIRE DES CERAMIQUES RECUEILLIES SUR LE SITE
On a retenu pour cette présentation les tessons dont la dimension
ou les caractéres spécifiques permettaient une description ou un dessin utilisables (figs: 4, 5 y 6).
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Figure 6
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SANT ANTONI DB OUVA
l. CÉRAMIQUES
11
A COUVERTE VERNISSÉE
l. Inv. 891.01·2. Fragment de vase ouvert: plat ou cuenco; fond é pied annulaire; pAte
dure, sans dégraissant apparent, de couleur ocre-clair; vernis épais incolore; décor in~rieur
de peinture verte et jaune sur fond blanc.
2. Inv. 891.013. Fragment de vase ouvert: plat; fond ; vernis extérieur de couleur melado et traces de vernis incolore é l'in~rieur avec décor vert sous la couverte.
3. Inv. 891.001. Fragment de vase ouvert: plat ou cuenco; bordé lévre droite; pAte dure, semblable é la pAte du n.• 1; vernis épais, in~rieur et extérieur, de couleur vert-clair, dégradé par écaillage.
4. Inv. 891.016. Deux fragments de va se ouvert: grand plat; bord é lévre é léger épaississement terminal; pAte dure, fine mais peu homogéne, de couleur gris-jaune; vemis extérieur de couleur brun-jaune avec des taches verdAtres, écaillé; é l'intérieur, coulées vernissées emmAlées sans intention figurativa, de couleurs brun-foncé, vert et noir.
5. Inv. 891 .0 17. Deux fragments de vase ouvert: plat; bord é lévre é inflex:ion exteme;
pAte dure, fine et homogéne, de couleur ocre-rose; vemis épais de couleur melado é l'extérieur; é l'in~rieur, traces d'un décor festonné de taches altemativement vertes et brunes; la
couverte vernissée a totalement disparo.
6. Inv. 891.061. Fragment de vase ouvert: plat; bordé lévre droite; pAte tendre, fine et
homogéne; vernis in~rieur et extérieur de couleur brun-jaune dégradé par trésaillage.
7. Inv. 891.014. Fragment de vase fermé: jarrita ou pichet; colé bec pincé; pAte tendre, de couleur ocre-rose; vernis in~rieur et extérieur melado.
Mis a part l'exemplaire n.o 4 (Inv. 891.016) qui pose probléme par
son décor et ne peut atre actuellement rapproché d' autres productions musulmanes occidentales, les autres céramiques étudiées présentent des caractéres·semblables aux productions de qualité, d'époque califale; les exemplaires en sont nombreux dans les collections du
Musée Municipal de Valencia. En revancha, leur présence est peu fréquente sur les sites ruraux: on n 'en connait, par exemple, qu'un seul
exemplaire sur le site de Torre Bufilla a Bétera (Valencia). Leur nombre atteste ici de l'importance du gisement et de sa richesse relative;
d' autre part, la présence a Sant Antoni de coupes et de grands plats,
dans la tradition de la céramique cordouane de luxe, permet de condure a une occupation de site dans le haut Moyen Age musulman.
2. CÉRAMiOUES COMMUNES, NON VERNISSÉES
8 et 9. Inv. 891.019 et 020. Fragments de deux vases semblables ; borda é lévre é épais:
sissement interne; le tesson n.• 9 permet une reconstitution partielle du vase; vase ouvert, en
forme de coupe; pAte dure, homogéne, de couleur ocre; dégralssant abondant et divers; dégraissant sillceux et chamotte.
10. Inv. 891.040. Fragment de vase ouvert: peut appart.enir é une forme de cazuela ou
de plat creux; bord et attache supérieure d'anse en ruban.
11. Inv. 891.0 18. Fragment de vase ouvert: coupe; bord et partie supérieure du corps
permettant une reconstitution partielle; lévre é amincissement te.rminal; P.Ate tendre, homogéne. fine, de couleur ocre-rouge ; dégraissant sillceux et chamotte.
12. Inv. 891.023. Fragment de vase ouvert: petit lebrülo ou petit cuvette; bordé lévre
é large épaississement exteme en triangle; pAte tendre, fine, de couleur ocre-brun, é nuance
noire ou grise sur la paroi interne.
-
571 -
[page-n-580]
12
BAZZANA, CUMENT et GUICHAI\D
13. Inv. 891.060. Fragment de vase fermé: jarrita(?); bord droit et départ d'anse de
section ovale.
14 et 15. Inv. 891.009 et 059. Fragments d' anses verticales de section ovale ayant probablement appartenu a de petites jarres (jarritas) a col cyllndrique.
16. Inv. 891.026. Fragment de vase fermé : olla; bord avec lévre a intlexion externa et
attache supérieure d'anse; anse en ruban, a dépression longitudinale; pAte dure, de couleur
grise a l'intérieur et ocre-rose a J'extérieur.
17. lnv. 891.021. Fragment de vase fermé : olla; col et borda lévre a intlexion externa
se terminant en biseau; pAte dure, de couleur grise; décor d'ennelures peu marquées sur le
col.
18. Inv. 891.022. Fragment semblable au précédent; lévre amincíe par étirement et se
terminant en biseau; attache supérieure d'anse.
19, 20 et 21. Inv. 891.027, 028 et 029. Fragments sembla.bles aux précédents; lévres
sans variations d'épaisseur et se terminant en biseau.
22. Inv. 891.024. Fragment semblable aux précédents; attache supérieure d'anse; anse en ruban a amincissement longitudinal.
23. Inv. 891.062. Ensemble de fragm!lnts permettant la reconstitution partielle d'un
vase fermé: olla; haut de panse et col, avec anse de section platea double aminclssement longitudinal; lévre a intlexion externa se terminant en biseau; pAte dure, fine, de couleur ocrerose; dégraissant a grains irrégullers; décor d'ennelures sur le col.
24. Inv. 891.025. Fragment de vase fermé : olla; fond convexe ; pAte semblable a celle
des piéces décrites ci-dessus.
25. Inv. 891.002. Deux fragments du méme vase fermé ; fond plat.
26 et 27. Inv. 891.004 et 011. Fragments de panse de vases fermés ; parois convexes
convergentes; attache infé.rieure d'anse a section ovale.
28 et 29. Inv. 891.007 et 008. Fragments de panse de vases fermés; parois convexas
convergentes; décor tris dégradé.de flns traits de peinture rouge disposés en ép1. Tres vo1sm,
un fragment de panse de vase fermé (lnv. 891 .008 bis) présente des taches rouges de peinture (oxyde de fer) en virgule.
30. Inv. 891.030. Fragment de panse de vase fermé ; décor de raies larges de peinture
brun-sombre (oxyde de manganése).
31. Inv. 891.056. Fragment de lampe a bec; fragment du corps; pAte tendre, fine ethomogéne, de couleur grise; traces d'un décor a l'oxyde de manganése.
Parmi les céramiques médiévales découvertes en prospection ou
lors de nettoyages de surface sur le site de Sant Antoni, les plus intéressantes sont, hormis les céramiques vernissées décrites précédemment, les piéces appartenant au type de !'olla ou marmita commune,
de forme globulaire, allant au feu.
Les n.o 16 a 23 appartiennent au type de !'olla dont la forme d'ensemble nous est donnée par le n.o 23: marmita de forme globulaireon parle parfois d 'olla en calabacita- alévre infléchie vers 1' extérieur
et présentant la terminaison en biseau caractéristique des céramiques
de Sant Antoni; le fond convexa n. 0 24 est le seul conservé, sans doute
paree que les tessons a inflexion peu visible, qui se distinguent mal
des fragments de panse non caractéristiques, ont échappé a 1'attention des collecteurs.
Sur un certain nombre de fragments de panses appartenant a des
ollas du m~me type, on observe des stries ou des témoins de faQonnage, caractéristiques des ollas du haut Moyen Age, qui semblent dues a
- 572-
[page-n-581]
SANT ANTONI DE OlJVA
13
un raclage de la pate excédentaire avant cuisson. Le fragment n.o 23
qui se préte é. une observation plus détaillée de la technique de fabrication révéle l'usage d'un tour lent.
Pour tous ces fragments, a l'exception du n.o 16 qui est, quant a
lui, tres proche de tessons trouvés sur des sites du trés haut Moyen
Age (Ve-Ville siécles) comme le Monte Mollet (Villafamés, prov. de
Castellón), la pate est dure, homogéne bien que d'aspect granuleux; la
surface est rugueuse; la couleur varíe de 1' ocre a u gris, ces deux teintes se retrouvant parfois «en sandwich» sur la tranche, ce qui atteste
une post-cuisson plus ou moins fortement oxydante faisant suite a la
cuisson réductrice habituelle; le dégraissant, abondant et fm, est de
couleur brun-foncé; on note parfois la présence de chamotte.
Plusieurs fragments de haut de panse ou de jonction panse-col,
non dessinés paree que de type semblable, portaient des annelures
semblables a celles du n.o 17.
IV
CONCLUSIONS
Ce premier examen, rapide et limité a des observations de surface, révéle l'intérét assez exceptionnel du gisement médiéval de Sant
Antoni qui nécessiterait une fouille approfondie. Si 1' on y ajoute 1' existence de témoins d'une occupation de l'Age des Métaux, on en concluera aisément a la nécessité d'y entreprendre des recherches
archéologiques plus intensas.
Les vestiges de fortifications sont conservés sur une assez grande
longueur et on peut attendre de la fouille qu' elle dégage un plan complet de 1' édifice et des murs permettant une étude des appareils; les
premiares observations conduisent a placer a une date relativement
haute (fin IXe ou Xe siécle 7) la construction de 1' enceinte de Sant Antoni, mais le site apparait, a1' examen, plus complexa qu' on ne pouvait
initialement le penser. Si certains éléments -plan d'ensemble de l'enceinte, tours barlongues, appareil de pierre séche- font pencher vers
une datation haute, d' autres en revancha -reprises de construction,
tours de plan circulaire- incitent é. placer une derniére phase d' occupation quelques siécles plus tard, ce qui n'est guére conforme aux indications céramologiques; é. moins qu'il ne faille attribuer é. d'autres
populations, non musulmanes, des remaniements limités postérieurs
au Xe siécle.
-
573 -
[page-n-582]
14
BAZZANA, CLIMENT et GUICHARD
Les principaux éléments de datation dont on puisse disposer pour
l'instant nous sont fournis par les céramiques trouvées sur le cerro de
Sant Antoni qui se rattachent incontestablement a 1' époque musulmana (op les comparerait aisément a des céramiques trouvées a Valencia
et qui remontent a l'époque califale: Xe siécle et début du Xle siécle).
Seulle fragment n. 0 16 (Inv. 891.026) évoquerait une époque sensiblement plus ancienne, de deux ou de trois siécles, peut-étre; il s' agit,
certes, d' une trouvaille isolée mais qui a néanmois l'intérét de suggérer une occupation du site depuis le trés haut Moyen Age, voire 1' Antiquité tardive.
En revanche, ríen ne milite en faveur d'une date trop basse. Toutes les couvertes vernissées paraissent anciennes, de méme que les
décors rouges a 1'oxyde de fer. On ne peut done certaine~ent pas aller
au-dela du Xle siécle et peut-étre méme ne faut-il guére dépasser le
Xe siécle: c'est ce qu'indique la comparaison des ·c éramiques de Sant
Antoni a celles du chateau d' Alcalá (Castellet deis Alcalans) assez
différentes dans 1' ensemble et qui semblent appartenir aú Xle siécle.
Particuliérement intéressante, dans ce contexte, la forme presque
compléte d'olla n.o 23 (Inv. 891.062) fournirait un jalon entre les types du trés haut Moyen Age (comparables au n.o 16) et les formes a
cols plus droits et plus étroits de 1' époque musulmane classique (XleXTie siécles).
.
Les datations étant précisées et le site mieux connu par une fouille
archéologique précise, il serait peut-étre possible de retrouver la fonction de ces vestiges de Sarit Antoni: rOle militaire de contrOle ou fonction de refuge temporaire en période de difficultés?
- 574-
[page-n-583]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVI (Valencia, 19811
M.8 VICTORIA GOBERNA VALENCIA
(Valencia)
LA SOCIEDAD AROUEOLOGICA
VALENCIANA
La flnalidad de este trabajo, que forma parte de un estudio más
amplio, es tratar de ofrecer el estado de la investigación sobre la Arqueología y la Prehistoria en el Pafs Valenciano desde que estas ciencias empiezan a configurarse en el siglo pasado.
Hoy, en que han alcanzado un status científico claramente delimitado, ocupan una parte importante en el coJ:Úunto de las Ciencias Humánas. Esta importancia se manifiesta, para el Pafs Valenciano, en
diversas instituciones como son, en Valencia, el Laboratorio de Arqueología de la Universidad y el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación Provincial, así como los respectivos Servicios de
Arqueología de Castellón y Alicante.
Existen, sin embargo, antecedentes de tales instituciones cuyo estudio clarifica su nacimiento. Y es lo que nos proponemos con la presente nota, que se centra en el examen de la Sociedad Arqueológica
Valenciana, fundada en 1871, la primera institución que se crea en el
País Valenciano con el fln exclusivo de dedicarse a estos estudios.
Se ha destacado repe~damente la importancia de los anticuarios
y coleccionistas que en toda Europa Occidental, desde el siglo XVI,
constituyen una parte importante de los estudios eruditos, especialmente en relación con la antigüedad clásica, motivando la creación
de los primeros Gabinetes de Antigüedades y el naciniiento de la Arqueología, en el siglo XVIIT, como método cientiflco de recuperación
de la cultura material.
Ejemplos de ellos los tenemos en el Pafs Valenciano, donde, limitándonos a la Epigrafia latina, vemos esta tradición erudita en Beuter, Del Olmo, Mayán~ y Lumiares.
- 575-
[page-n-584]
2
M.. V. GOBE. NA VALENCIA
R
El desarrollo de la Prehistoria, sin embargo, aunque íntimamente
relacionado con el método arqueológico y el estudio de la antigüedad,
implicaba un mayor número de cuestiones, algunas de las cuales no
resultaron fáciles de armonizar con la imagen que el hombre tenia de
sí mismo y del lugar que ocupaba en la naturaleza.
Es a finales del siglo XVIII cuando diversos conocimientos científicos desembocan en una noción general de evolución que deja inservible el marco temporal, estableciéndose una ruptura al cuestionarse
la concepción religiosa sobre la naturaleza del hombre. Esta ruptura
no es obra, sin embargo, de historiadores ni de arqueólogos, sino de
los naturalistas, geólogos y paleontólogos, al establecer los fundamentos de la Paleontología estratigráfica.
En este aspecto la participación de los intelectuales españoles no
parece tener apenas incidencia, aunque no dejan de percibirse algunas influencias de estas nuevas teorías, como es el caso del naturalista valenciano Cavanilles, en quien se observa el paso de una concepción cosmológica de los sucesos modeladores de la superficie terrestre, a otra don~e hallamos el moderno concepto de morfología (1).
Así pues, en el momento de crearse la Sociedad Arqueológica Valenciana, se han producido ya importantes avances en el contexto de
la ciencia europea, desde las tentativas de Maillet y Buffon, en la segunda mitad del siglo XVIII, a la publicación por Darwin del Origen
de las Especies (1859), pasando por la teoría fluvialista de Lyell en el
campo de la Geología y la aportación de los arqueólogos daneses
Thomsen y Worsaae estableciendo el «Sistema de las Tres Edades» y las
bases de la Etnografia comparada. Todo ello, sin olvidar las excavaciones de Picard y Boucher de Perthes en Abbeville, conducirá a la
aceptación, por parte del mundo científico, de la existencia de un
hombre prehistórico.
ORIGENES DE LA SOCIEDAD ARQUEOLOGICA
La introducción en España de la Ciencia Prehistórica tiene lugar
alrededor de 1860, cuando acababa de ser aceptada por el mundo
científico «Oficial» europeo. Motivo de alerta habían sido ya las excavaciones que los ingleses Falconer y Busk venian realizando en Gibraltar, aunque para la divulgación de la nueva Ciencia tuvo especial
(1) J. F. MATBU BELLES: cTeorfas geomorfológicas europeas en las «Observaciones de
Cavenilles (1795-17971•. Comunicación presentada al I Congreso de la Sociedad de Historia
de la Ciencia (Madrid, 1978). Madrid, 1981 , págs. 267-287.
- 576-
[page-n-585]
SOCIEDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
3
repercusión la noticia del hallazgo de la mandíbula de Moulin-Quignon por Boucher de Perthes, al llegar a la Peninsula la polémica que
se desató entre ingleses y franceses.
Por estas fechas comienzan en España las primeras publicaciones
sobre estudios prehistóricos: Antigüedades prehistóricas de Andalucía, por Manuel de Góngora (1868), o las Memorias en que el geólogo Mac Pherson daba a conocer el resultado de sus exploraciones en
la Cueva de la Mujer (Granada), en 1870-71. En 1872, Juan Vilanova
y Piera publicaba la primera obra de conjunto sobre prehistoria europea y peninsular: Origen, Naturaleza y Antigüedad del Hombre (2).
Al igual que había ocurrido en Europa, también aquí fueron los
naturalistas, especialmente los geólogos, los primeros en interesarse
por la nueva Ciencia. Hay que tener en cuenta que en España la etapa
de 1854 a la crisis de 1898 es de expansión económica a causa de las
liberalizaciones que siguieron a las Revoluciones de 1854 y 1868, que
permitieron la inyección de capital extranjero en la construcción de la
red de ferrocarriles y en las minas. El desarrollo del transporte, las
prospecciones mineras y en general las grandes obras públicas, sirvieron a los geólogos de magníficas zanjas de observación.
Entre los geólogos destacan, como introductores de los estudios
prehistóricos en España, dos figuras importantes : Casiano de Prado y
Juan Vilanova y Piera. El primero fue director de las minas de Almadén y de las de Riotinto, y como vice-presidente de la Comisión de
Geología Industrial alertó a los ingenieros de minas, mediante circulares, sobre cualquier posible hallazgo. Pasó en París y Londres una
temporada de estudios, iniciando estrechas relaciones con importantes geólogos de su tiempo, especialmente los franceses Lartet y Verneuil. En 1850 descubrió sílex en las graveras del Manzanares (Madrid), donde poco antes había extraído restos fósiles de Elephas antiquus. Volvió a visitar el yacimiento en 1862, esta vez acompañado de
Lartet y Verneuil, donde tuvieron la suerte de encontrar una bifaz. La
relación de estos hechos publicados por Casiano de Prado en su Descripción ftsica y geológica de la provincia de Madrid (1864) causaron
gran impacto en Europa (3).
Es especialmente importante la figura de Juan Vilanova y Piera,
sobre todo en lo que respecta al País Valenciano, ya que si no directa,
(2) J. VILANOVA Y PIRRA: cOrigen, Naturaleza y Antigüedad del HombreJ. Madrid,
1872, págs. 346-350.
(3) J . PEREZ DE BARRADAS: cEl descubridor del hombre fósil en España, D. Casiano de
Prado y Vallo». Investigación y Progreso. Afto n , n6m. l. Madrid, 1928, págs. 1-4.
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M . V. GOBBRNA VALENCIA
al menos indirectamente, estimularla las actividades prehistóricas de
la Sociedad Arqueológica Valenciana.
Nacido en Valencia, donde cursa la carrera de Medicina, se siente
más atraído por las Ciencias Naturales en las que se doctora. Becado
por el Gobierno español, amplia sus conocimientos geológicos en el extranjero entre 1849 y 1854, recorriendo Francia, Italia, Suiza y Alemania, donde indudablemente estaria al tanto de los últimos progresos en la ciencia prehistórica. Vuelto a España, se encarga de la Cátedra de Geología y Paleontología de Madrid, creada ex profeso para él.
Sus aportaciones más conocidas en el campo de la Prehistoria española son el reconocimiento para la Penfnsula de que los objetos metálicos de mayor antigüedad son de cobre puro antes del empleo del
bronce, y su defensa de la autenticidad de las pinturas de Altamira.
Además de asistir a los Congresos Internacionales de Antropología y Arqueología Prehistóricas, recorre España, especialmente Aragón y el País Valenciano, en innumerables excursiones cientfficas en
cuanto tenia noticia del menor hallazgo. Fue su colaborador en estas
pesquisas su hermano José Vilanova, ingeniero de minas, mucho- más
joven que él y uno de los elementos más activos de la Sociedad Arqueológica Valenciana (4).
Alrededor de 1870 existen en España escasas entidades dedicadas a los estudios arqueológicos: la Asociación Artístico-Arqueológica
Barcelonesa, el Museo de Antigüedades de Tarragona y la Sociedad
Antropológica Española. Esta última se había fundado en 1865, en
Madrid, por el doctor González de Velasco y a instancias de Paul Broca, del que había sido compañero de estudios en París y que en 1859
había creado la Sociedad Antropológica de Paris. La Antropológica
Española, a pesar de que reunió a su alrededor a figuras como Casiano de Prado, Vilanova y Piera, el antropólogo Tubino y Machado, profesor de Ciencias Naturales en la Universidad de Sevilla, llevó una vida lánguida hasta que se reorganiza en 1874 con la publicación Revista de Antropologta y que por lo visto tampoco prestó excesiva atención a los estudios prehistóricos.
Es por todo ello que no pasa desapercibida la creación de la Sociedad Arqueológica Valenciana, a la que Cartailhac pone como ejemplo
(4) cVllanova y Piara, Ju&DJ. Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, tomo 12. Valencia, 1973.
N. P. GOMEZ SERRANO: En «Apuntes sobre las estaciones prehistóricas de la Sierra de
Orihuelat, por Santiago Moreno. Serie dt! Trablijoa Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, núm. 7. Valencia, 1942, pág. 53, nota l.
J. APARICIO PEREZ: cUn gran sabio valenciano: D. Juan Vllanova y Piara». Levante, 4 y
25 de junio. Valencia, 1972.
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SOCIEDAD ABOUEOLOGICA VALENCIANA
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a seguir en España, aunque lamente su escasa dedicación a lo estrictamente prehistórico (5).
Existfa en Valencia, por aquellos años, un grupo de coleccionistas
de numismática con la importancia suficiente como para aparecer en
la Guida Numismatica Universale de Milán (4.• ed., 1903). Esta guia,
en el apartado referente a Valencia, cita entre otros a Juan Andújar
(monedas de España), Nicolás Ferrer (monedas de España), José de
Llano (colección numismática), Pascual Marqués (monedas de España), Juan de la Cruz Martí (monedas romanas, consulares e imperiales, y monedas españolas), Francisco Merle (monedas españolas) y Vicente Pueyo (monedas varias) (6).
Todos ellos son socios fundadores de la· Arqueológica, excepto
dos, Merle y Marqués, que ingresarfan una vez creada ésta.
Parece que tenia especial importancia la colección de José de Llano (primer director de la Sociedad Arqueológica). Formaba parte de
ella una serie de vasos cerámicos y objetos de metal procedentes de
unas urnas cinerarias que salieron entre 1864 y 65 en término de Alcalá de Xivert, de los que regaló a la Sociedad cuatro brazaletes una
vez constituida ésta. Fue además propietario de parte del Tesoro de
Cheste, del que pudo salvar el torques de oro y varias monedas de plata, que consultó el nu.m.ismata Zóbel de Zangroniz, de quien era gran
amigo. También debió ser importante su colección de monedas
hispano-cristianas, que fueron asimismo consultadas por el nu.m.ismata francés Alois Heiss para su obra Descripción General de las monedas hispano-cristianas desde la invasión de los drabes (Madrid, 18651869) (7).
(5) B. CARTAILHAC: eLes Ages préhistorlques de l'Bspagne et du Portugab. Parla, 1886,
págs. 80 y 322.
VILANOVA Y PIBRA, op. cit., nota 2, pág. 351.
(6) F. MATBU Y LLOPIS: «La tradición numarla de Valencia y el Laboratorio de Arqueologfu. Papelea del Laboratorio de Arqueología de Valencia, ¡1. Valencia, 1975, págs. 51 -52.
(7) F. MATBU Y LLOPIS: «Necrológic881, Ampurias, Vll-VIn. Barcelona, 1945-46,
pág. 394.
Sobre el hallazgo de Alcalá de Xivert: Memoria de los trabi\Josllevados a cabo por la Sociedad Arqueológica Valenciana, 1872. Valencia, 1873, pág. 40. D. FLBTCBBR VALLS: «La
necrópolis de La Sollvellu. Serie de Trabi\Jos Varios del Servicio de Investigación Prehiatóri·
ca, nó.m. 32. Valencia, 1965, pág. 8. MATBU Y LLOPIS, op. cit., nota 6, págs. 47-48. .
Respecto al Tesoro de Cheste: P. ALMARCBB VAZOUBZ: «La antigua civilización ibérica
en el Reino de Valenclu. Valencia, 1918, págs. 96-99. C. SARTHOU CARRBRBS: «Geogratla
General del Reino de Valenciu, tomo ll de la Prov. de Valencia, págs. 324-325. P. MATBU Y
LLOPIS: «Cartas numismáticas de D. Jacobo Zóbel de Zangroniz a D. Alvaro Campaner y
Fuertes (1862-1881). Seleccionadas y anotad881. Madrid, 1949, págs. 70-71. B. PLA BALLBSTBR: cCbeate, Tesoro det. Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, tomo 3. Valencia,
1973, págs. 312-313.
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Hay además en la SAV otros numísmatas, poseedores también de
importantes colecciones. Uno de ellos es Alejandro Cerdá (socio fundador), cuya colección de monedas hispano-cristianas fue consultada
por Zóbel, con quien también mantuvo amistad. Cerdá colaboró en el
Memorial Numismático Español, que dirigía don Alvaro Campaner y
Fuertes. Publicó en Valencia un Boletín Numismático y fueron numerosas sus conferencias en la Sociedad sobre la moneda hispano-cristiana. Según Mateu y Llopis, sus conocimientos de numismática valenciana abarcaban todo lo que se podía saber entonces sobre el tema.
A él se debe el único catálogo que sobre numismática valenciana publicó la Sociedad en sus Memorias (8).
Hay que mencionar a Francisco Caballero Infante, de Sevilla, que
pertenecía en esta ciudad al Circulo Numismático. Esta entidad fue la
que publicó la obra, de Delgado, Nuevo Método de clasificación de las
medallas autónomas de España (Sevilla, 1871), obra en la que colaboró Caballero Infante. Su magnifico monetario arábigo sumaba más de
3.600 piezas. Al residir en Valencia (donde fue secretario de la Universidad), colabora como miembro de la SAV, donde imparte numerosas conferencias sobre numismática hispano-árabe. Su autoridad en
la materia se pone de relieve en algunas publicaciones: redactó el
capitulo de Monedas Arábigo-Valencianas en la Historia del Reino de
Valencia, de Escolano, continuada por Perales (tomo I , apéndice 1.0 ),
así como un trabajo sobre Monedas Arabes de Denia en la revista El
Archivo (9).
Es en este ambiente de coleccionistas y numismáticos donde hay
que situar el origen de la Sociedad Arqueológica, cuyo catálogo sobre
Numismática Valenciana lo califica Mateu y Llopis como «últimos
destellos» de la tradición de eruditos valencianos de los siglos XVI,
XVII y XVIII, desde Beuter a Mayáns (10). Y es en esta linea donde
enc~a la Sociedad: dentro de la tradición de anticuarios y coleccionistas, que fueron característicos de estas centurias.
(8) MSAV 1872 (1873), págs. 29-34.
MATEU Y LLOPIS, op. cit., nota 6, págs. 48-50, y op. cit., nota 7, «Cartas numismáti·
cas ...», págs. 53-68.
(9) El Archivo, 1, Denia, 1886, pégs. 63, y El Archivo, 4, Valencia, 1890, pág. 240.
F. CABALLERO INFANTE : «Monedas árabes de Deniu, El Archivo, 4. Valencia, 1890,
págs. 2-8 y 25-33.
Seglin MATBU Y LLOPIS, en «Cartas Numismáticas...», pág. 72, nota 2, también publicó
CABALLERO INFANTE: «Monedas árabes acd.a das en el Reino de Valenciu, Revista de Valencia, tomo I, pég. 217, y tomo n, pég. 400. Y en 1892, j unto con F. COLLANTBS DE TERAN : cCatálogo de la colección de monedas y medallas reunidas por D. Francisco Caballero
Infante y D. Francisco Meteos Gagos y Fernándeu.
(lO) F. MATEU Y LLOPIS: cHallazgos Monetarios, XX.. Numarlo Bispénico, XI. Madrid,
1967, pág. 47.
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SOCIEDAD AROUEOLOGICA VALENCIANA
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La Sociedad se funda en 1871 por un grupo de miembros de la Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia, que tratan de
crear, dentro de esta entidad, un Centro de Numisméticos para intercambiar monedas y completar series, algunos de ellos poseedores de
espléndidas colecciones y relacionados con importantes estudiosos de
la época: Zóbel, Heiss, Delgado ...
Se da sin embargo la feliz coincidencia de que es, al mismo tiempo, miembro de la Sociedad Económica José Vilanova y Piera, el hermano del prestigioso catedrético de Geología, el cual propone a este
grupo que hagan extensivas sus actividades al campo de la Arqueo- .
logia y de la nueva Ciencia prehistórica. Efectivamente su propuesta
fue aceptada, pues la Sociedad, ademés de tomar el nombre de Arqueológica, especifica en su reglamento el objeto de sus estudios:
«.. .las ciencias arqueológicas, consideréndose como tales las de Prehistoria, Arqueología, Numismética, Paleografia, Bellas Artes ...» (11 ).
La Sociedad, sin embargo, permanece al margen de las nuevas
preocupaciones que sobre la Ciencia prehistórica tenían lugar en
aquellos momentos en Europa, no obstante el intercambio de publicaciones que mantuvo con otras entidades europeas similares, como era
el caso, entre otras, de la Paleontológica y Arqueológica de Charleroi
o de la Sociedad de Anticuarios del Norte, de Dinamarca, país que
hacia ya cerca de medio siglo había alcanzado plena madurez en las
investigaciones prehistóricas.
Por otro lado, poco tiempo después de fundarse la SAV, publica
Juan Vilanova los hallazgos prehistóricos més relevantes ocurridos en
la Península hasta entonces, entre ellos los relativos al País Valenciano. Cita, ademés del supuesto dolmen del Castellet del Parquet y la
Cova de Sant Nicolau, en Ollerfa (primeros hallazgos prehistóricos en
( 111 El hasta ahora más importante cuerpo documental de la Sociedad Arqueológica Valenciana lo constituyen sus «Memorias», de los trablijos llevados a cabo por la Sociedad Arqueológica Valencia durante el año 1871 (1872), 1872 (1873), 1873 (1876), 187475-76 (1977), 1877 (1878), 1878 (1879), 1879 (18801 y 1880 (1881). Todas ellas publicadas
en Valencia en la imprenta de Ferrer y Orga. Nos referimos a ellas con la abreviatura MSAV.
E. PLA BALLESTER: «Sociedad Arqueológica Valenciano, Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, tomo 11 . Valencia, 1973.
Reglamento de la Sociedad Arqueológica Valenciana. Manuscrito. Archivo de la Sociedad
Económica de Amigos del Pais de Valencia, 1876. C-199, vn, Varios, núm. 3.
Libros de Actas de la Sociedad Económica de Amigos del Pais de Valencia, vol. XV, 18661876. Sesiones de 1 de febrero, 15 d.e febrero y 10 de mayo de 1871.
MSAV 1872 (1873), pág. 13.
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tierras valencianas, entre 1845-46, debidos a un tal José Pla de dicha
población), las Cuevas del Parpalló y Meravelles (Gandia), la Cava Negra (Xativa) y la de Avellanera (Catadau), as. como la Cueva de Roca
f
de Orihuela (12).
Pues bien, nunca la Sociedad tuvo la intención de excavar en estos yacimientos (de los que sin duda tendría noticias), debiéndose a la
iniciativa de una persona, ejena en principio a la Sociedad Arqueológica, la primera excavación prehistórica en el País Valenciano, como
veremos más adelante.
Dentro de esta situación marginal de la Sociedad respecto a las
nuevas corrientes del momento, cabe hacer alguna excepción entre
sus miembros. Por un lado, José Vilanova y el catedrático de Anatomía Quirúrgica de la Facultad de Medicina de Valencia, más tarde
rector de su Universidad, Nicolás Ferrer y Julve. Ambos fueron los
más interesados, y casi diríamos los únicos, en los temas prehistóricos, y a ellos se deben las noticias que sobre estos temas publicó la Sociedad. Por otro lado hay que mencionar a Peregrfn Casanova.
Dentro de la polémica evolucionista de la época, tanto José Vilanova como Ferrer y Julve se muestran en una postura claramente antidarwinista. Vilanova, a pesar de ser el elemento más activo de la
SAV en los estudios prehistóricos, no parece asimilar la idea de un
hombre fósil antediluviano, y sigue creyendo en la antigua leyenda de
que fueron Tubal y los descendientes de Noé los primeros pobladores
de la Península tras el Diluvio (13).
Realmente la teoría transformista no puede leerse en España en
castellano hasta 1876, en que por primera vez se publica traducido El
origen del hombre. La selección natural y la sexual, que pocos años
antes, en 1871 , había sido publicada por Darwin, mientras que El origen de las especies, que vio la luz en 1859, apareció traducida en Espa:ña en 1877: No obstante, desde 1868, fecha de la Revolución de
Septiembre, y durante los seis años que duraría la etapa liberal hasta
la caída de la Primera República, la libertad de expresión permitió
una amplia difusión del darwinismo al carecer de censura eclesiástica la prensa científica, siendo precisamente la década de 1870 la más
polémica.
La oposición al evolucionismo en España procedió en buena parte,
además de la Iglesia, de sectores tradicionales cuyo peso en las insti-
(12) VILANOVA Y PIRRA, op. cit., nota 2, págs. 349, 362-364, 389-390, 403 y 411.
(1 3) JOSE VILANOVA Y PIERA: cLos estudios Prehiatóricoat. MSAV 1878 (1879),
págs. 19-20.
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SOCIEDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
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tuciones y en la vida cultural era notorio. Las Universidades son un
ejemplo claro. En ellas y hasta fines de siglo, los discursos de apertura
de curso, con rarísimas excepciones, serán leídos por catedráticos antidarwinistas. En nuestro caso, Ferrer y Julve es un ejemplo más. Una
de las conferencias que pronunció ante la Sociedad Arqueológica, El
origen y antigüedad del hombre sobre la tierra, fue en realidad la misma que leyó como decano de la Facultad de Medicina en la apertura
del curso universitario 1877-78, y cuyo título, bien significativo, era:
Algunas consideraciones sobre el origen y antigüedad del hombre encaminadas a contrariar la doctrina materialista.
Conviene recordar que la polémica sobre la teoría darwinista durante la época de 1870 alcanza en España las más duras controversias en determinadas ciudades: Santiago, Granada, Barcelona y Valencia. En esta última ciudad el Ateneo Científico y Literario convocó
en 1878 un debate sobre darwinismo en el que intervinieron, con diversas posturas, el flsico Amalio Gimeno, los médicos Serrano Cañete
y José M.• Escuder y el naturalista Arévalo Baca, entre otros.
Por otro lado, la Facultad de Medicina de Valencia juega un importante papel en la introducción del darwinismo en España, debido
sobre todo a la labor del catedrático de Anatomía Quirúrgica, Peregrfn Casanova, discípulo del biólogo Ernst Haeckel, uno de los primeros científicos alemanes en aceptar el evolucionismo. Casanova,
desde su cátedra de Valencia, difundió la teoría darwinista dentro de
una linea de Filosofla Natural que expuso en su obra Estudios Biológicos. l . La Biología general (Valencia, 1877). Fueron sus alumnos los
que organizaron, ya en la primera década del siglo XX, el homenaje a
Darwin que con motivo de su nacimiento celebró la Academia
Médico-Escolar de Valencia (1909); homenaje que fue presidido por el
mismo Casanova, Unamuno y el naturalista valenciano Eduardo Boscá, y que tan duras polémicas desencadenó en la prensa nacional de
la época (14).
De los restantes miembros de la Sociedad Arqueológica mencionaremos los más significativos, ya que su número alcanza por lo menos
el centenar.
(14) N. FERRER Y JULVE: «Algunas consideraciones sobre el origen y antigQedad del
hombre encaminadas a contrariar la doctrina materialist&». Discurso pronunciado en la solemne apertura de los estudios de la Universidad Literaria de Valencia el dia 1.0 de octubre
de 1877 por... Valencia, Imp. de José Rius, 1877.
TH. GUCK: cThe valenclan homage to Darwin in the centenial of his birth (19091•. Actas
del lli Congreso de Historia de la Medicina, vol. II. Madrid, 1971. págs. 578-601.
Tribuna Médica, nlim. 13. Valencia, 1909.
D. NU&Ez: cEl Darwinismo en Bspañ&». Madrid, 1977, ptgs. 13-43 y pág. 45, nota 75.
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M. V. GOBRRNA VALENCIA
Entre algunos de los corresponsales hay nombres ya importantes
entonces: el antropólogo Tubino; el arabista Codera; el numismático
Campaner y Fuertes; los arqueólogos Rada y Delgado y Fidel Fita; el
especialista en geografla antigua, Fernández Guerra. Su colaboración
con la SAV fue prácticamente nula al residir en poblaciones alejadas
de Valencia, limitándose, en el mejor de los casos, al envio de sus propias publicaciones.
Del resto, el caso más frecuente es el del clásico coleccionista y
amante de las antigüedades, como José Antonio Morand, de Denia,
propietario de la fmca donde aparecieron la mayor parte de hallazgos
romanos de esa ciudad, en la partida de Els Ullals y donde existió una
necrópolis que perdura desde el siglo I al IV-V d. J.C. Morand reunió
todos los hallazgos en su casa formando un Museo particular (15). O
como Leandro Alloza, de Castellón, poseedor de una colección numismática de miles de ejemplares, así como una colección de objetos líticos prehistóricos de distintos puntos del Maestrazgo pertenecientes a
los periodos Eneolitico y del Bronce (16).
Hay ejemplos más serios: Roque Chabás, futuro fundador y director de la revista El Archivo; Santiago Moreno, de Orihuela, excavador
de los yacimientos de Cueva de Roca y Ladera de San Antón; Aureliano !barra y Manzoni, de Elche, fundador en Roma de la Academia Española de Bellas Artes. En su obra más conocida, Illici, su situación y
antigüedades (Alicante, 1879), recoge y dibl\ia toda la serie de hallazgos que proporcionaron sus excavaciones en La Alcudia.
Destaca en Valencia, además de figuras tan conocidas como Vicente Boix o Felicísimo Llorente, Miguel Velasco y Santos, director del
Archivo del Reino, quien recogió en un álbum un buen número de inscripciones ibéricas, la mayoría publicadas pero mal conocidas. Entre
ellas había seis de Sagunto y el autor se proponía estudiar la famosa de
Castellón. Su trab~o, aunque fue intención de la SAV darlo a la imprenta, quedó inédito. Poco después, en la recién fundada revista La
(15) G. MARTIN AVILA: «DianumJ. Instituto de Estudios Romanos de la Institución Alfonso el Magnénimo. Valencia, 1970, págs. 14-15 y 20-21.
Bl Archivo, 4 . Valencia, 1890, págs. 160 y 162.
( 161 R. HUGUBT SEGARRA: «Resella histórica del desenvolvimiento cultural y artístico•.
En cGeografla General del Reino de Val.a nciu, tomo de la prov. de Castell6n, págs. págs. 193194 y 206-207.
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SOCIIIDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
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Academia, Velasco publicó las inscripciones de Alcalá de Xivert ( 17).
Cabe mencionar también a Francisco de P. Jaldero, que muchos
años antes, en 1849, presentó a la Sociedad Económica de Amigos del
País, una Memoria (inédita) junto con un plano, de los restos de acueductos de la margen derecha del Turia (18).
ACTIVIDADES DE LA SOCIEDAD ARQUEOLOGICA .VALENCIANA
Desde el momento de su creación, la SAV organiza unas Secciones
dedicadas al estudio de temas concretos. Fueron tres principalmente:
la Comisión de Lápidas e Inscripciones, la de Numismática y la Comisión de Prehistoria. La creación de esta última se debió a la propuesta
de José Vilanova, el único que en los inicios de la Sociedad estaba al
corriente de los últimos hallazgos de esta ciencia por sus colaboraciones con su hermano Juan Vilanova y Piera.
Hay que decir que las actividades más frecuentes eran, además
de las conferencias en las que sus miembros hacían gala de erudición,
la presentación de objetos y la discusión de los mismos.
Poco más podemos añadir sobre las actividades numismáticas a
lo que ya dijimos antes. Paradójicamente, la Sociedad, que se crea en
un principio con el fin exclusivo de dedicarse a estas actividades, es
muy poco lo que hace en este sentido, aparte del repertorio publicado
por Cerdá sobre numismática valenciana. Reconoce el autor las muchas lagunas que aún existen y se propone ir publicando adiciones y
correcciones al repertorio hasta tener datos suficientes para publicar
una historia numismática de Valencia, pero nada de esto se llegó a
hacer.
(17) MSAV 1873 (1876), ptg. 18.
M. VELASCO Y SANTOS: dnacrlpciones Celt1berau. La Academia, tomo I. Madrid, 1877,
pégs. 119-120.
'F, MATEU Y LLOPIS: cD. Mi¡llel Veluoo Aguiln». Valencia Atracción, núm. 296. Valencia, 19S9, pép. 13·16,
.
MATBU Y LLOPIS, ;gp. clt., nota 6, ptgs. 47 y 48.
Lu inscripciones ib6rlcu publicadas por VELASCO son:
LUMIARES: dnscrlpciones y antigüedades del Reino de Valenciu. Madrid, Real Academia de la Historia, VUI, 1852, pégs. 10-11, muna. 12, 13 y 15.
B. HÜBNBR: cMonumenta Linguae Ibericae». Berlfn, 1893, nwns. XIX, XX y XXI.
(18) D. FLBTCHER VALLS: «Acueductos romanos en término de Ribarroja del Turia (Valencia)». I Congreso Nacional de Comunidades de Regantes. Valencia, 1964, pég. 95, flg. 6.
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M. V. GOBXRNA VALBN'CIA
El mencionado catálogo recoge las monedas emitidas en Valencia
y conocidas hasta entonces, desde época romana hasta el reinado de
Fernando VII.
De bronces romanos se citan las emisiones de Ases de los magistrados C. Lucien(o) C. Muirl(o) O(uinquennalibus), T. Ahf(o) T. f. L. Trini(o) L.f.O(uinquennalibus) y L. Corani(o) O(uinquennalibus), con la
cabeza galeada de Roma a la derecha y leyenda circular en el anverso, y en el reverso la cornucopia sobre un haz de rayos y la leyenda
VALENTIA en la parte inferior.
Semises, unos con el nombre del magistrado T. Ahf(o) T.f.L. Trini(o) L.f.O(uinquennalibus) y otros sin nombre, ambas variedades con
la leyenda VAL[ENTIA] del reverso abreviada.
De Cuadrantes las dos variedades anepfgrafas.
Se menciona también un Sextante, de dudosa atribución ya que
no se conocen en colecciones valencianas, si bien afirma el repertorio
que está publicado, pero sin especificar dónde. Se desconoce además
el peso de esta moneda y su conservación, pudiendo ser un quadrans
acuñado sobre un módulo menor.
De monedas visigodas se conocen los tercios de sólido de oro, emitidas por los reyes Suintila, Chintila y Egica, en las que no se especifica la ceca y que fueron las monedas acuñadas con mayor profusión.
De época musulmana, dirhems de vellón o cobre y divisores de dinar de los emires Al-Mansur y Al-Mutháffll'. Divisores de dinar de AlMamún y un solo dirhem de Al-Kádir, todas ellas del periodo de Taifas y acuñadas entre los años 438 y 47(1) de la Egira.
De la etapa almorávide monedas de oro de Yusuf ben Texu.fin y
Ali ben Yusuf entre los años 496 y 512 de la E.
Y por último, al periodo almohade se atribuye tan sólo un dirhem
sin nombre de emir y sin año, típicas moneditas cuadradas características de este periodo (19).
Más interesante es la labor realizada en la recopilación de lápidas
romanas. Esta Comisión envió circulares a sus socios corresponsales
pidiéndoles el envio de calcos de las lápidas que se hallasen en sus poblaciones respectivas. Esto fue la causa de que se recuperasen un
buen número de ellas, muchas publicadas pero perdidas o mal conocidas, y algunas inéditas (véase apéndice).
La importancia de las actividades en el campo de la Prehistoria
radica en el hecho de que esta ciencia es objeto de estudio por vez pri(191 MSAV 1872 (18731, págs. 12 y 29-34.
El comentarlo del repertorio de numismática ha sido realizado por Pere Pau Ripollés.
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SOCIEDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
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mera en el País Valenciano, dándose el caso de que algunos de los yacimientos descubiertos entonces han sido objeto, ya en el presente siglo, de excavaciones sistemáticas, y aún lo siguen siendo, como el de
la Ereta del Pedregal.
La primera noticia publicada respecto a hallazgos prehistóricos es
un resumen del informe redactado por el ingeniero del Ejército, Santiago Moreno, sobre las excavaciones que realizó en unos yacimientos
de la Sierra de Orihuela. L~ particularidad de este caso reside en que
es la primera vez que se excava en el País Valenciano en un yacimiento prehistórico y con las condiciones necesarias: se intenta dar una
estratigrafla, se hace un análisis geológico del terreno y se redacta un
informe con dibujos de los materiales característicos a través de los
cuales se interpreta la edad del yacimiento.
Se trata de la Cueva de Roca y Ladera de San Antón, ambos en la
sierra próxima a la ciudad de Orihuela.
Aftos antes la zona fue intensamente explorada por una compañia
minera, como el resto de las provincias de Murcia y Alicante, a raíz de
los descubrimientos metalíferos de Sierra Almagrera y Cartagena. La
Cueva de Roca fue totalmente vaciada, pasando desapercibidos gran
cantidad de sílex y huesos. Aftos más tarde, un vecino de la localidad,
un tal señor Correas, encontró en ella una serie de objetos prehistóricos que conservó y regaló, en su dia, a la Sociedad Arqueológica Valenciana.
.
Todo esto llegó a conocimiento de José Vilanova cuando en 1871
recorría la zona por motivos profesionales con una comisión minera.
El mismo año volvía a visitar la Cueva en compañía de su hermano
Juan Vilanova, y por las mismas fechas lo hacía Santiago Moreno, el
cual se decidió a excavar, quizá siguiendo instrucciones de Juan Vilanova.
La dificultad que presentaba la Cueva de Roca era el revoltijo en
que se encontraban los materiales después de las prospecciones, lo
que hacía imposible una estratigrafla que Santiago Moreno intentó reconstruir llamando incluso a testigos presenciales de anteriores exploraciones. Al igual que Juan Vilanova atribuye la Cueva de Roca a
los períodos Mesolftico y Neolítico.
También exploró otros yacimientos cercanos, el más importante
el de la Ladera de San Antón, que, desde hacía tiempo se consideraba
lugar de enterramiento romano.
Al practicar excavaciones descubrió dos sepulturas de grandes
piedras con el cadáver, y sin vestigio de industria humana, concluyendo, efectivamente, que se trataba de un lugar utilizado como cementerio romano. No obstante, Moreno fue el primero en descubrir en
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M. V. GOBERNA VALENCIA
14
la ladera de San Antón materiales prehistóricos, a los que no se atrevió a clasificar.
Estas exploraciones fueron objeto de un informe por su parte,
Apuntes sobre las estaciones prehistóricas de la Sierra de Orihuela,
que envió por medio de José Vilanova a la Sociedad Arqueológica Valenciana, así como 17 cajas conteniendo sfiex, huesos y cerámicas de
los yacimientos, hoy lamentablemente perdidos.
La Sociedad emitió un dictamen sobre el informe de Santiago Moreno, apreciando los mismos caracteres triásicos en el terreno, pero
discrepando en cuanto a los periodos prehistóricos. La Cueva de Roca
le parece un lugar de enterramiento Neolítico, y la Ladera de SanAntón no un enterramiento romano, sino un yacimiento Mesolítico por la
talla más tosca de los materiales líticos (20).
U ama la atención la noticia del hallazgo de restos humanos pertenecientes a 80 6 100 individuos en una cueva de Enguera. Lo espectacular del hallazgo hace que, por una sola vez, una comisión de la Sociedad se desplace al lugar acompañada de Juan Vilanova. Este deduce del examen de la Cueva de las Calaveras (o de los Muertos), que los
restos humanos pertenecían como mucho a 15 ó 20 individuos, entre
otras cosas por las reducidas dimensiones de la Cueva, y que los huesos, con muy poca fosilización, debían ser posteriores a los materiales
que se encontraron.
Por su parte, el informe que publica la Sociedad, siguiendo a Vilanova (Juan), dice entre otras cosas que había que atribuir estos restos
humanos a una época relativamente moderna al no ver en ellos seña-
(20) MSAV 1872 (1873), págs. 14-19.
S. MORENO TOVILLAS: «Apuntes sobre las estaciones prelllstóricas de la Sierra de Orihuelu. Serie de Tr~ejos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, núm. 7. Valencia,
1942.
VILANOVA Y PIERA, op. cit., nota 2, págs. 389-390.
Con posterioridad ó.nicamente el P. Furgus excavó la ladera de San Antón y otros yacimientos de la sierra de Orlhuela, formando con sus materiales el Museo del Colegio de Santo
Domingo de Orlhuela.
Véase a este respecto:
J . FURGUS: «Col.le~ó de treballs del P. J . Furgus sobre PrehistOria Valenciano. Treballs Solts, núm. 6, del Servei d'Investigació Prehistórica. Valencia, 1937.
RUBIO DE LA SERNA: «El Museo Arqueológico del Colegio de Santo Domingo de Orlhuela•. Revista Artistico-Arqueológica Barcelonesa, abril-septiembre, 1907, págs. 361-444.
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SOCIBDAD AROUEOLOGICA VALENCIANA
111
les de fosilización y al no ser, añade el informe, de tamaño extraordinario ni colosal (21 ).
En más de una ocasión se alude en la Sociedad al tamafto enorme
de los huesos del hombre primitivo como si continuara vigente la leyenda, que aún se aceptaba en el siglo XVITI, de que fueron los gigantes los que precedieron al hombre en la Creación. El mismo Juan Vilanova recomendó en alguna publicación que no se confundieran los
huesos de grandes mamíferos con los de hombres gigantescos.
Se debe a José Vilanova la publicación en las memorias de la Sociedad del hallazgo de una construcción palafitica en Bolbaite, donde
un vecino de aquella localidad, Francisco Palop, recogió «gran cantidad de punzones de hueso de un lustre especial, núcleos de diente humano de gran tamaño, e infinidad de huesos de los géneros bos, equus
y conchas lacustres, de cuyos ejemplares presentó dos buenos cuadros que han figurado también en la Exposición Universal de París».
Recogió además Palop puntas de flecha, percutores, hachas y fragmentos de martillo, todo de piedra, así como cerámica hecha a mano.
En realidad la localización en Bolbaite del yacimiento debió ser
una «preferencia localista» del seftor Palop, rico propietario de dicha
población, muy cerca de Navarrés, término donde realmente está ubicado el yacimiento conocido desde hace muchos años por el nombre
de Ereta del Pedregal (22).
Precisamente de este yacimiento proceden los únicos materiales
prehistóricos que se conservan de la colección que un día tuvo la Sociedad Arqueológica Valenciana y que guarda el Museo Paleontológico de Valencia (véase apéndice final).
(21) MSAV 1874·75-76 (1877), pég. 11.
JUAN VILANOVA Y PIERA: «Los Congresos Cientfftcos de Chalons, Bema, Parls, Lisboa y
Argel.t. Madrid, 1884, pégs. 93-96.
Sobre las mencionadas cuevas de Enguera:
J. APARICIO PBRBZ: «La Cueva de Enguera, de los Muertos, de las Maravillas o de las
Calaveras (Enguera, Valencia)». XIII Congreso Nacional de Arqueologia, 1973, pégs. 341346, y «La Cueva Santa de Enguera y el culto en cuevas en la Región Valencianat. Revista de
la Universidad Complutense, XXV, n1im. 101. Madrid, 1976, pégs. 9-30.
(22) JOSB VILANOVA Y PIERA, op. cit., nota 13, pég. 24.
J . CHOCOMBU: cLa primera exploración palafttica en Bspailat. Archivo de Prehistoria
Levantina, ll. Valencia, 1945, pégs. 100-101.
A partir de 1942 inició el Servicio de Investigación Prehistórica la excavación sistemática del yacimiento, habiéndose publicado diversos trab~os sobre el mismo. Se han realizado
20 campailu de excavaciones, en la actualidad b~o la dirección de B. Pla Ballester y B.
.Marti Oliver. La Brete aparece como un importante poblado que se habita durante el periodo
Bneolftico huta los momentos iniciales del Bronce Vale.nciano.
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16
M. V. GOBERNA VALENCIA
A Ferrer y Julve se debe el descubrimiento de un supuesto dolmen
en Mirambel (Teruel) (23), así como el importante yacimiento iberoromano de la Molet~ dels Frares, de Forcall (Castellón), al que identificó con la antigua Bisgargis, siguiendo la opinión de Cortés. El hallazgo de la Moleta, a la que describe como una fortaleza de dos cuerpos,
tuvo lugar en el verano de 1876, y durante los años posteriores continuó haciendo visitas a la misma, publicando alguna vez en la prensa
los hallazgos que el masovero, siguiendo su consejo, iba conservando.
Entre los objetos, las monedas alcanzaban una cronología que iba
desde la época ibérica hasta el Bajo Imperio; había teseras con caracteres ibéricos, aunque la mayoría eran latinas, así como cerámicas,
camafeos, lacrimatorios, etc. Ferrer y Julve fue consciente de la importancia del yacimiento e indicó la necesidad de realizar en él excavaciones, que se han llevado a cabo ya en este siglo (24).
De los primeros tiempos de la Edad del Hierro debió ser el hallazgo de una urna cineraria, que contenía algunos huesos humanos, en el
terreno llamado el Cuadro (Castellón). El lugar en que fue hallada formaba un montículo apenas perceptible de tierra distinta a la más bien
pantanosa del Cuadro. Su descubridor, un tal señor Cardona, pensó
que debía tratarse de un túmulo y realizó excavaciones en el lugar del
hallazgo, aunque sin resultados (25).
Sin duda, entre los hallazgos romanos más importantes destacan
la cabeza de marmol blanco hallada en Turís, y el Mosaico del Sepulcro de Severina, en Denia.
(23) MSAV 1872 (1873), pág. 20; 1873 (1876), pág. 6 ; y 1874 -75-76 (1877), págs. 22-23.
VILANOVA Y PIBRA, op. cit., nota 2, pág. 404.
(24) MSAV 1874-75-76 (1877), págs. 30-31; 1877 (1878), pág. 20; 1878 (1879), pág. 10
y Lám., y 1879 (1880), pág. 5.
J . EIXARCH PRASNO: «El centenario de La Moleta». Separata del Boletfn de Amigos de
Morella y su Comarca, afto IV, págs. 10-26. En este trabtijo, J . Eixarch recoge lo que ya publicó en Fiestas de Porcall, 1966; Bisgargis, ndm. 35, Barcelona, 1969; y Bisgarg!s, núm. 87 y
90, Barcelona, 1973.
Véase además: J . C. SBRRA RAPOLS: cUn famoso arqueólogo informa sobre La Moleta de
Porcall.t. Fiestas de Porcall, 1966. F. MATBU X IJ.OPIS: «El Porcall a la luz de los hallazgos
monetarioS». Fiestas de Porcall, 1966. B. PLA BAIJ.BSTBR: cLa Moletu. Fiestaa de Porcall,
1968. G. ALFOLDY: eRes Publica Leserenailll. Trabtijos Varios del Servicio de Investigación
Prehistórica, ndm. 55. Valencia, 1977.
(26) MSAV 1878 (.1879), págs. 8-9.
F. BSTBVB GALVBZ: cLa necrópolis ibérica de Bl Bovalar (Benlcarló, Castellón)». Archivo
de Prehistoria Levantina, XI. Valencia, i966, págs. 19-20. BSTBVB desecha la idea de que
los p~ols de la Plana tengan carácter funerario. Sin !!mhargo, aAade: dlay, con todo, noticia
de que en el CUadro apareció una urna cineraria en el interior de un ligero alterón del suelo,
pero extenso, que pudo ser un pequeAo tdmulo».
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SOCIEDAD AROUEOLOGICA VALENCIANA
17
En cuanto a la primera, que la Sociedad no conoció sino por fotografia, había salido en la partida de Fondos y la conservaba un tal
José Soler Navarro. La importancia que concedió la Sociedad a la escultura le mereció una litografia en una de sus memorias anuales y
una conferencia por parte de uno de los socios, quien concluyó que,
por las formas femeninas y la tensión de los músculos del cuello, debió ser una cariátide que formarla parte de un adorno arquitectónico.
La escultura, que medirfa unos 25 cms., está hoy en paradero desconocido (26).
El mosaico de Severina se halló en 1878, en un campo propiedad
de José Antonio Morand, en Denia, durante unos trabajos de roturación. El cadáver hallado debajo del mosaico corresp.ondfa a la inscripción funeraria del mismo, dedicado a una tal Severina. Fue avisado
inmediatamente Roque Chabás, quien dispuso el modo de extraerlo
para que no sufriera desperfectos. Tras su estudio envió un informe a
la Sociedad Arqueológica Valenciana, titulado El sepulcro de Severina, mosaico de los tiempos primitivos del cristianismo, descubierto en
la ciudad de Denia. Informe que fue publicado integro en la memoria
anual de la SAV.
La decoración del mosaico se repartía en tres compartimentos: en
un extremo la inscripción, transcrita por Chabás como «Severina
(quae) vixit annos quadraginta, decessit in pace tertiv idvs febrvarii»,
en medio un tablero cuyos escaques no alternan con uniformidad, y al
otro extremo dos cuadros sobrepuestos figurando en el interior del
más pequeño una estrella a compás de seis puntas.
Basándose en distintos autores (Martingy, Lupi, Cavedoni y Rossi,
así como en el «Anticuario español más autorizado», aunque nomenciona su nombre) Chabás atribuyó a la inscripción el carácter de cristiana y da como cronología el año 350.
(26) MSAV 1877 (1878), pág. 20 y Lám.; y 1878 (1879), págs. 6-7.
F. FITA: «Nuevas inscripciones romanas d.e Alcorrucén, Ecija, Denia, Turls y Abia de las
Torres». Bol. de la Real Academia de la Historia, XXXVII. Madrid, 1900, págs. 437-438; y
cApuntes Epigráficos•. Bol. de la Real Academia de la Historia, XXXVIII. Madrid, 190 1, pág.
98.
E. ALBERTINI: cSculptures anüques du Conventus Ta.rraconensis». Anuari de I'Institut
d'Estudis Catalana, IV. Barcelona, 1911-12, pág. 333.
- 591 -
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18
..
l\l. V. GOBERNA VALENCIA
El mosaico, restaurado, fue colocado en el interior de la casa del
señor Morand. Hoy se encuentra en el Museo Provincial de Bellas Artes de Valencia (27).
LA PRIMERA EXPOSICION ARQUEOLOGICA
DE VALENCIA. 1878
En 1878 se celebró en París, desde los meses de mayo a octubre,
una Exposición Histórica Universal de Arte Antiguo, y al mismo tiempo la Sociedad Antropológica de París (que había sido fundada en
1859 por Paul Broca) organizó una Exposición Antropológica y Etnográfica que fue dirigida por figuras tan importantes como Ouatrefages, Martín, Mortillet y el mismo Broca. Todas las entidades similares
del mundo fueron invitadas a este certamen, entre ellas la Sociedad
Antropológica Española, cuyos miembros, el doctor González de Velasco y Francisco Tubino, formaron parte del comité organizador en
lo que a la colaboración española se refería. La Exposición Antropoló·
gica comprendía las siguientes materias:
·-
Antropología propiamente dicha y cronología.
Etnografla general.
Arqueología prehistórica.
Lingüfstica.
La Sociedad Arqueológica Valenciana fue invitada a tomar parte·
en la Exposición Antropológica de París; sin embargo, rehusó participar, ya que, dice textualmente, «los objetos que forman hoy la base de
nuestro pequeño museo no merecen, ni por su rareza ni por su valor
intrínseco, figurar en aquel grandioso certamen».
Sin embargo algunos socios de la SAV, ante la insistencia de Tubino, presentaron objetos prehistóricos de sus colecciones particulares,
que figuraron al lado de la colección cranefstica de González de Velasco, en el Pabellón de Antropología. Entre otros se expusieron los objetos recogidos por el señor Palop, de Bolbaite, del yacimiento de la Ereta del Pedregal.
(271 MSAV 1879 (1880). Apéndice, págs. 27-32 y Lé.m.
R. CBABAS LLORBNS: cBl Sepulcro de Severinu. Bl Archivo, l. Denia, 1886, pá.gs. 2-4,
9-10 y 17-19.
J . BRUNBT Y BBLLBT: cBl tablero del Sepulcro de Severinu. Bl Archivo, 1. Denia, 1886,
págs. 243-244 y 249-251.
F. FITA: cUpidas romanas de Deniu. El Archivo, l. Denia, 1886, pág. 339.
G. MARTIN AVU.A, op. cit., nota 15, págs. 30-34.
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SOCIEDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
19
De todas formas, la Exposición de París hizo pensar a la SAV que
sería factible realizar algo parecido en Valencia, coincidiendo con la
apertura del nuevo curso de la Sociedad y de forma privada, concurriendo sus socios con sus colecciones particulares. Enterado el Ayuntamiento de la ciudad de este proyecto, pidió a la Sociedad su colaboración para que la Exposición se realizase, patrocinada por aquél, y
con motivo de las fiestas por el enlace del Rey Alfonso xn. La Sociedad accedió a ello, organizándose el certamen en los claustros delColegio del Corpus Christi.
Tomaron parte en ella·las más importantes instituciones valencianas (Comisión Provincial de Monumentos, la Universidad, la Academia de Bellas Artes, Biblioteca Universitaria Provincial, etc.), así como medio.centenar de expositores particulares, una gran mayoría de
ellos miembros de la Sociedad Arqueológica, que aportaron sus propias colecciones, siendo de observar que la SAV no figuró como institución.
Las aficiones coleccionfsticas y anticuarlas de los miembros de la
SAV, desde luego muy lejos de los problemas de la Antropología prehistórica, se ponen de manifiesto en esta Exposición Valenciana, donde en una mezcolanza de más de mil objetos, entre cuadros, muebles,
códices, y algunos de época romana, sólo se exponen, como prehistóricos, una madera del palafito de Bolbaite, una serie de objetos neoliticos (sin más datos de su procedencia) pertenecientes a José Vilanova, y nueve hachas de piedra pulimentada (28).
• • •
Podemos concluir considerando a la Sociedad Arqueológica Valenciana, por la fecha de su creación y en menor medida por la actividad que desarrolló, como el punto de inflexión en el que la. labor de
anticuarios y coleccionistas daría paso a un conocimiento científico
sobre el proceso de las sociedades humanas. Diríase que es una última manifestación de aquello y el inicio de lo segundo.
(28) MSAV 1877 (1878), págs. 23-24; y 1878 (1879), págs. 4-6 y 25.
JOSE VILANOVA Y PIERA, op. cit., nota 13, págs. 24-25.
JUAN VILANOVA Y PIERA: cCongreso Antropológico de París, 1878•. en op. cit., nota 21,
págs. 190-264.
cCatálogo y reseña de los objetos que se encuentran en la Exposición Arqueológica celebrada por el Excmo. Ayuntamiento Constitucional de Valencia, con motivo del enlace de S.
M. el Rey, situada en los Claustros del Real Colegio del Corpus Christil. Valencia, Imp. José
Domenech, 1878.
- 593 -
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20
M. V. GOBRRNA VALENCIA
Las actividades de la Sociedad Arqueológica Valenciana cesan
unos años después de la publicación de su última Memoria (1881), suponemos que entre 1883 y 1886, cuando está a punto de emprender
una publicación de más envergadura, unos Anales que no llegaron a
aparecer (29). Desde entonces y hasta la década de 1920 no existe en
el Pafs Valenciano otra entidad que se dedique a promover y encauzar
la investigación prehistórica, cuando precisamente fue durante el
período de 1880 a 1900 en el que surgieron las excavaciones sistemáticas en España, como las que los hermanos Siret llevaron a cabo en
Almeria, continuaron apareciendo obras de conjunto sobre Prehistoria peninsular (Cartailhac: Les ages préhistorique de l 'Espagne et du
Portugal. París, 1886), a. í como grupos locales de aficionados y erus
ditos, como el que en el Bajo Aragón, encabezados por Santiago Vidiella, publica el Bolettn de Historia y Geografta del Bajo Arag6n (30).
Durante estos años tan sólo se puede hablar en el País Valenciano
de una excavación prehistórica: la que lleva a cabo en 1884 en la Cova de les Llometes de Alcoi, el ingeniero alcoyano Enrique Vilaplana,
quien redactó el correspondiente informe en colaboración con Juan
Vilanova y Piera (31).
Hay que mencionar, no obstante, en el campo de la Arqueología,
la publicación de ia revista El Archivo que funda y dirige Roque Chabás, antiguo miembro de la extinguida Sociedad Arqueológica Valenciana. La revista se publica ininterrumpidamente desde 1886 a 1893,
primero en Denia y luego en Valencia, y en ella colaboraron los más
importantes investigadores de la época. Se trata de una revista de
Ciencias Históricas (aunque también da cabida a trabajos literarios o
filológicos), siendo uno de sus objetivos la publicación de hallazgos arqueológicos y numismáticos, especialmente en las provincias de Valencia y Alicante. Es notoria su aportación al conocimiento del reino
musulmán de Valencia, así como su labor en el campo de la epigrafia
latina, en lo que fue de gran ayuda a Hübner para la redacción del suplemento al CIL. La importancia de El Archivo se evidencia en el hecho de que durante la época en que se publica es la única revista que
(29) MSAV 1880 (1881), pág. 11.
(30) L. PERICOT GARCIA: «Los estudios referentes a la Prehistoria y a la Antigüedad españolas». Historia Universal, tomo 1, Prehistoria. Barcelona, Instituto Gallach, 1958, págs.
38-41.
M. ALMAGRO BASCB, A. BELTRAN MARTINBZ y B. RIPOLL PBRBLLO: «La investigación prehistórica del Bajo Aragóm. Prehistoria del Bajo Aragón. Zaragoza, Insúttlto de Bstu·
dios Turolenses, 1956, págs. 9-13.
(3 1) R. VICBDO SANFELIPB: «Historia d.e Alcoy y su Regióm. Alcoy, 1920·22, págs. 6599.
-
594 -
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SOCIEDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
21
sobrepasa el ámbito localista, junto con el Boletín de la Real Academia de la Historia (32).
·
A partir de 1900 las actividades prehistóricas continúan en el
Pafs Valenciano gracias a la labor aislada de algunos investigadores,
como Furgus, que excava en Orihuela entre 1902 y 1908, o Ballester
Tormo, que iniciaba sus excavaciones en el poblado ibérico de Covalta
(Albaida) hacia 191 O.
Desde la segunda década del siglo XX comienzan a crearse en Españ.a centros que unifican los trabajos científicos dispersos -la Junta
Superior de Excavaciones y Antigüedades (1912), la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (1913) y el Servei d'Investigacions Arqueológiques del Institut d'Estudis Catalans (1914)-,
al mismo tiempo que desde principios de siglo la enseñ.anza de la Arqueología, Epigrafia y Numismática se integra en la Universidad como materias obligatorias.
En la Universidad de Valencia esta cátedra fue ganada por oposición en 1905 por Gonzalvo Paris. En el curso 1920-2 1 un grupo de
alumnos de la cátedra, con deseos de aprendizaje práctico, estimularon a Gonzalvo a buscar un local donde hacer efectivas estas prácticas fuera del ámbito de las clases teóricas. Asi surge el Laboratorio de
Arqueología, que desarrolla, en los primeros años que siguen a su
creación, una labor preferentemente numismática, debiéndose a la
colaboración de personas de medios extrauniversitarios, como Senent
Ibáñ.ez o Gómez Serrano entre otros, lo que impulsó las actividades
prehistóricas del Laboratorio, a lo que coadyuvó en gran manera el
ingreso en el mismo de Luis Pericot a partir dé 1927, colaborador a su
vez del Servicio de Investigación Prehistórica que en 1927 acababa
de fundar la Diputación Provincial de Valencia (33).
(321 C. BARCELO TORRES: «El Archivo (1886-18931. Indicas para su manejo». En Estudios de Historia de Valencia, tomo I, Secretariado de Publicaciones de la Universidad. Valencia, 1978, págs. 481-530.
E. OLMOS Y CANALDA: «Bibliografla del M. I. Sr. D. Roque Chabás Lloréns. canónigo archivero de la Basllica Metropolitana de Valencia». Anales del Centro de Cultura Valenciapa,
núm. 26. Valencia, 1951, págs. 1-25.
«Nuestras revistas de cambio». El Archivo, 3. Denia, 1889, págs. 12-13.
(331 Respecto al Laboratorio de Arqueologfa de Valencia, véase:
Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia. tomo 11 , 1975,los siguientes arúculos:
L. PERICOT GARCIA: «Mis recuerdos del Laboratorio de Arqueología de la Universidad
de Valencia», págs. 15-19 ; D. FLETCHER VAU.S: «El Laboratorio de Arqueología y su proyección extrauniversitarla», págs. 21-25; M. BALLESTEROS GAIBROIS: «El Laboratorio de Arqueología de 1940 a 1950», ptgs. 27-39; y F. MATEU Y LLOPIS: «La tradición numaria de
Valencia y la creación del Laborato.rio de Arqueologia de su Universidad», págs. 41-73.
Respecto al Servido de Investigación Prehistórica, véase:
D. FLETCHER VALLS y E. PLA BALLESTER: eSO ados de actividades del Servicio de Investigación Pre.histórica (1927-1977)•. Trabajos Varios del S.I.P.• núm. 57. Valencia, 1977.
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M. V. GOBERNA VALENCIA
APENDICE 1
APORTACION EPIGRAFICA DE LA SOCIEDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
Entre las 41 inscripciones que publicó la Sociedad en sus Memo-
rias anuales, 37 son lápidas romanas del Pafs Valenciano y de ellas 24
inéditas, incluyendo un laude en mosaico. No es de extrañar que la
Sociedad considerase como inéditas algunas más si se tiene en cuenta
que, aunque publicado en 1869, fueron muy raros los ejemplares del
CIL en las bibliotecas españolas incluso hasta muchos años después,
como el propio Hü.bner reconoce (34).
Estimamos que el mérito de la SAV, en lo que a su aportación epigraflca se refiere, estriba no sólo en la publicación de las inscripciones, sino que por vez primera hay un intento de conservar las lápidas
en un museo, como hizo la Sociedad con un buen número de ellas al
depositarlas en el Museo Provincial de Bellas Artes de Valencia.
En este sentido es de destacar que el primer intento serio de crear
en Valencia un Museo Arque9lógico, después de las tentativas del
obispo Mayoral en el siglo xvm, se debió a la Sociedad Arqueológica
Valenciana. Esta entidad, a través de José Vilanova, gestionó con la
Comisión Provincial de Monumentos la posibilidad de depositar las lápidas y otros objetos arqueológicos de su colección, en el.Museo Provincial de Bellas Artes, naturalmente sin renunciar la Sociedad a la
posesión de los mismos.
Más adelante, la Sociedad propuso a la Diputación Provincial que
se destinase el palacio de los condes de Albalat, conocido por Mosen
Sorell, a Museo Arqueológico. Al parecer el estado ruinoso del edificio,
debido a un incendio, impidió que el proyecto se llevase a cabo (35).
En la siguiente relación de inscripciones inéditas aportadas por la
SAV, remitimos, en lo que a su comentario respecta, a los autores que
las han estudiado. Hemos de advertir que, para evitar confusiones,
hemos seguido el criterio, en todos los casos, de ofrecer la transcrip~
ción más moderna.
Almenara
1.-
••• ftiVS
• , .DnaOII
••• APEOVJnA.
PEOI'l'Br
DEDIOAYI!
MSAV 1872 (1873) pág. 23, núm. 3.
suppl. 6057.
134) E. HÜBNER: «El Archivo en Alemaniu. El Archivo, 3. Denia, 1889, pág. 121.
(35) MSAV 1973 (1876), pág. 17, y 1878 (1879), pág. 10.
en. n
- 596-
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SOCIEDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
23
D. Fletcher y J. Alcécer: «Avance a una arqueologia romana de la provincia de Castellón•.
Bol. de la Sociedad Castellonense de Cultura. XXXI, 1955, pág. 336, núm. XXVIll.
P. P. Ripollés: cSinopsls de epigrafia latina castellonense». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense. 3, 1976, pág. 240, núm. 34.
·
Fue hallada donde se supone estuvo el Templo de Venus en Almenara y trasladada a Burriana. Hoy se encuentra en el Museo Arqueológico de Barcelona.
Jérica
2 .- OftDIS
MERifi
M. CLODIV
F.ABUII
MSAV 1880 (1881), pág. 9.
Ferrer y Julve: «Recuerdos de Jéricu. Valencia, 1899, pág. 52.
CIL n Suppl. 6065.
D. Fletcher y J . Alcácer, op. cit., pág. 345, núm. LXIX.
Ripollés, op. cit. pág. 251 , núm. 71.
Se encuentra en el Museo de Xérica.
3.-
IIRBIOII
L.&IIA
dL
1
MSAV 1880 (1881), pág. 9.
Ferrer y Julve, op. cit., pág. 51.
CIL n Suppl. 6066.
D. Fletcher y J . Alcácer, op. cit., pág. 344, núm. LXV.
Ripollés, op. cit. pág. 249, núm. 62.
·
Sagunto
4.- OORIOILiü •••
SICYJID4. Q. .• • •
Alll.nni •••
MSAV 1872 (1873), pág. 26, nóm. 8.
CIL ll Suppl. 6035
J. Sanchls Sivera: «La Diócesis Valentina. Estudios históricos. cAnales del Instituto General y
Técnico, vol. V, núm. 23, Valencia, 1920. núm. 387.
F. Beltrán Llorls: cEpigrafia latina de Saguntum y su territorium». Trablijos Varios núm. 67
del Servicio de Investigación Prehistórica. Valencia, 1980, núm. 140.
Hoy desaparecida. Seg-ún Beltrán, fue situada por HObner en Saguntum porque la memoria de la SAV la publicó sin procedencia, pero entre otras saguntinas.
5.- AMOKU. YILLAIWI
SIJII ft
SY
MSAV 1872 (1873), pág. 27, núm. 12.
CIL n Suppl. 6029.
Sanchls Sivera, op. cit., núm. 244.
Beltrán Lloris, op. cit., núm. 96.
Se conserva en el Museo Arqueológico Saguntino.
- 597 -
[page-n-606]
M. V. GOBERNA VALENCIA
24
Canet d 'Bn Berenguer
6.-
DIS
IIAJIIBUS
SACIMI
MSAV 1874-75-76 (1877), págs. 5-6.
A. Chabret Fraga: cllistoria de Sagunto y sus monumentos». Valencia, 1888, tomo
n, pág.
174.
en. II suppl. 6063.
Sanchis Sivera, op. cit., núm. 29.
F. Beltrán Lloris, op. cit., págs. 230-231, núm. 283.
Apareció en el cauce del rlo Palancia frente a Canet. Hoy desaparecida.
Lllria
7.-
P.UIAB
PIBRIDI
J'.UIA
ClK>C.ALB
Plx.IAB llf SIBI
MSAV 1872 (1873), pág. 28, núm. 16.
CIL II Suppl. 6016.
Sanchis Sivera, op. cit., núm. 155.
G. Martín y M . Gil-Mascaren: «La romanización e.n el campo de Liriu. Papeles del Laboratorio de Arqueologia de Valencia, 7 , 1969, pégs. 27 y 29.
L. Martf Ferrando: «Lápidas romanas de Liriu, Archivo de Prehistoria Levantina, XIII, 1972,
pég. 175, núm. XXI.
Fue hallada en el huerto de Juan Francisco Porcar, en la partida de PI a de 1'Are, donde se
conserva.
Vülamarchante
8.-
SB PR>JIIB
IIELlfl IM
Alllt. LV
Q. CABO
Ll!l>liAS
J'I!CIT
MSAV 1872 (1873), pág. 25, núm. 7, Lám. 2, fig. 3.
CIL II Suppl. 6008.
Sanchis Sivera, op. cit., núm. 493.
Fue entregada por el marqués de Cáceres, miembro de la SAV, al Museo Provincial de Valencia.
Villar del Arzobispo
9 .-LICllO:VS
az:I.ofill:IR
A1l LX
MSAV 1872 (1873), pág. 27, núm. 13.
Suppl. 6067
en. n
-
598 -
[page-n-607]
SOCIEDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
25
Sanchis Sivera, op. cit., núm. 503.
V. Llatas Burgos: «Carta Arqueológica de Villar del Arzobispo y su comarciiJ. Archivo de Prehistoria Levantina, VI. Valencia, 1957, pág. 177, núm. 9.
·
Actualmente está en paradero desconocido.
Valencia
10.- D(b) M(aDI.bwJ)
AM'OIIIAB
O(ai)
l(U1ae)
II•DXTT·* )
A.lfl'a:)RW
LXXVI
MSAV 1873 ( 1876), pág. 13, fig. 9.
CIL II Suppl. 60 10.
Sanchis Sivera, op. cit., nú m. 190.
G. Pereira Menaut: clnscripciones romanas de VaientiiiJ. Trabejos Varios núm. 64 del Servicio de Investigación Prehistórica. Valencia, 1979, núm. 43.
Fue descubierta, junto con la lápida siguiente, en la casa que poseía en Patraix el marqués de Cruilles. Se conserva en el Museo Provincial de Bellas Artes, de Valencia.
11.- f!'Ml) E'U All( 110rua) XVII
[h(1o~ S(1ta) B(et)
(ApojLLOIIIYS ~ HB
~ene) COO~AB D(e) S(uo)
r
(ece1'11J1t)
MSAV 1873 (1876), pág. 14, fig. 10.
CIL II Suppl. 6011.
Sanchis Sivera, op. cit., núm. 191.
Pereira Menaut, op. cit., núm. 62.
Se conserva en el Museo Provincial de Bellas Artes, de Valencia.
Puzol
12.- RIVS, L.PIIAR
VS.AN.XXIX.H. s . B.
OR.BPI.OASYM • .PV
vs
SA.BDILIS.DIEBVS
XXX. DI!!
RS. RAPVI!'.ft,TV
VI AMOR
VALB
MSAV 1874-75-76 (1877), pág. 6.
CIL II Suppl. 6064.
Sanchis Sivera, op. cit., núm. 204.
Esta lápida fue hallada en Puzol en 1870. A la Sociedad Arqueológica llegó un calco tan
inexacto que optó por publicar sólo la traducción; por ello tampoco consta el texto en el CIL.
- 599 -
[page-n-608]
26
M. V. GOBRRNA VALENCIA
Sanchis Sivera encontró el calco de la inscripción, hoy desaparecida, y la publicó junto con la
transcripción que de ella hizo Fidel Fita.
Xdtiva
13 y 14.-
JI?
4?
PL!SX4S PA!f
BDIB IIBRift
J)• • •
MSAV 1873 (18761, pág. 8, figs. 1 y 2.
CIL II Suppl. 5981 .
Sanchis Sivera, op. cit., 106.
A. Ventura Conejero: «Játiva romanu. Serie de Trab~os Varios n6m. 42 del Servicio de Investigación Prehistórica. Valencia, 1972, pág. 65, n\lm. 38.
Se trata de dos fragm.entos. Tanto la SAV como Bübner no excluyen la posibilidad de que
se trate de la misma lápida. Sanchis Sivera y Ventura opinan que debían ser dos lápidas dis·
tintas. Estos dos fragmentos y las tres lápidas siguientes se hallaron al derribar la muralla de
la población. Debido a las gestiones de José Vilanova las cinco inscripciones se depositaron
en el Museo de Bellas Artes, de Valencia.
15.- •••GB4ftiYS
4
•• .L SOOI AJOI •••
B
s ...
MSAV 1873 (1876), pág. 9, fig. 3 .
CIL n Suppl. 5979.
Sanchis Sivera, op. cit., n\lm. 115.
Ventura Conejero, op. cit., pág. 63, nmn. 36.
16.-
D. M.
PlBI BIII.SU
All lliii • JI
MSAV 1873 (18761, pág. 9, fig. 4.
en. II Suppl. 5980.
Sanchis Sivera, op. cit., nmn. 84.
A. Ventura Conejero, op. cit., pág. 64, n\lm. 37.
17.-
I 90o:>
.aLliiiO nl!lftis
SDIO 8 S B
MSAV 1873 (18761, pág. 9, fig. 5.
CIL II Suppl. 5982.
Sanchis Sivera, op. cit., n\lm. 113.
A. Ventura Conejero, op. cit., págs. 65-66, n6m. 39.
- 600-
[page-n-609]
SOCIEDAD Al\QUEOLOGlCA VALENCIANA
27
VaUada
18.-
OAJIOIL14 • O •
r
r.&n4
M. TALl!K[YS , M,
r
o.u. • vmwrrs
Al! • J.JXrf. B.
s.
B,
MSAV 1880 (1881), pág. 10.
F. Fita: Boletín de la Real Academia de la Historia, IV, 1884, pág. 12.
CIL ll Suppl. 5983.
Sanchis Sivera, op. cit., nllm. 484.
A. Ventura Conejero: dnscripciones romanas de la provincia de Valencia». Archivo de Prehistoria Levantina, XIV, 1975, págs. 235-236, núm. 62.
Aunque la SAV la considera procedente de Xátiva, parece ser que se halló en Vallada en
la partida llamada Tarrassos. Hoy en paradero desconocido.
Rafelcofer
19.-
Tlm!BLB
u.s ••
YSTIOYS
S'I'O, .,, Q
MSAV 1880 (18811. pág. 10.
Chabás, El Archivo, 5, 1891, pág. 88.
CIL n Suppl. 5974 .
Sanchis Sivera, op. cit., nWn8. 182 y 207.
Esta lápida fue hallada junto con la siguiente. Hübner las sittía en Oliva al igual que Sanchis Sivera, aunque este (!)timo autor vuelve a repetirlas b9Jo el epigrafe 1\afelcofer. Ambas
se conservan e.n el Museo de Bellas Artes, de Valencia.
20.- oJ,
84'nBlYS
OJ, I. .BSTOR
Al!.
XVIII, H.S.B,
MSAV 1880 (1881), pág. 10
Chabás, El Archivo, 5, 1891, pág. 88.
CIL II Suppl. 5973.
Sanchis Sivera, op. cit., ntíms. 179 y 206.
Villalonga
21.- p, SVLPIOIVS
RVSUOYS
MSAV 1872 (1873), págs. 6-7 y 40.
Chabás, El Archivo, 6, 1892, pág. 298.
CIL II Suppl. 6009.
Sanchis Sivera, op. cit., núm. 492.
- 601 -
[page-n-610]
M. V. GOBBRNA VALENCIA
28
Fue donada a la Sociedad Arqueológica por José M.• Arias, de Gandia. Se conserva en el
Museo de Bellas Artes, de Valencia.
Denta
22.-
Q, OIWIIO , Q, P
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(j(,.alftl
c:tiJIIB •
JI)JI)JID
11 , 111P1'1Ll0A
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Jr • 311'B1Ífa
AnliO'flo
•:arra
MSAV 1872 (1873), pág. 24, núm. 5.
Chabás: «Historia de Denia», !, 1874, pág. 101.
Fita: BoletJn de la Academia de la Historia, IV, 1884, pág. 17.
Chabás, El Archivo, I, 1887, pág. 337.
CIL n Suppl. 5962.
Sanchis Sivera, op. cit., núm. 46.
G. MartJn Avila: «Dianium», Valencia, 1970, págs. 60-62, núm. 10.
Fue descubierta en el huerto de José Morand en 1872, donde se conservó hasta su traslado al Museo de Denia.
23.-
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,..,.,_.
IIUIII , J'ILI • D'fLOUII
MSAV 1874-75-76 (1877), pág. 34, nota 2, Lám. 3, fig. 3 .
Fita: Bol. de la Academia de la Historia, IV, 1884, pág. 20, 6.
Cbabás, El Archivo, 1, 1887, pág. 334.
en. II Suppl. 5969.
Sanchis Sivera, op. cit., núm. 47.
G. Martin Avila, op. cit ., págs. 64-66, núm. 12.
Se conserva en el Museo de Bellas Artss, de Valencia.
24.- SBVKRIII.l
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AJf
ftOS DXt
DllaJSSI! Ill
PACE TBII!I
V IDVS 7111!
MSAV 1878 (1879), págs. 27-32 y Lám.
Chabás, El Archivo, 1886, págs. 2-4, 9-11 y 17-19.
G. MartJn Avila, op. cit., págs. 30-34.
Se trata de un laude en mosaico, paleocristiano, que apareció en 1878 en un campo de
José Morand. Se conserva en el Musao Provincial de Bellas Artss, de Valencia.
- 602 -
[page-n-611]
SOCIEDAD AROUEOLOGICA VALENCIANA
29
APENDICE li
MATERIALES PREHISTORICOS QUE SE CONSERVAN DE LA SOCIEDAD
AROUEOLOGICA VALENCIANA
Ya Chocomeli da la noticia, en 1942, de la existencia en el Museo
Paleontológico de materiales procedentes del yacimiento palafitico de
la Ereta del Pedregal (Navarrés) (36).
Efectivamente, hemos comprobado la existencia en dicho museo
de cinco tablas con las palabras impresas de Sociedad Arqueológica.
Valencia, que debieron formar parte de una colección ordenada alfabéticamente, pues las que se conservan corresponden a las letras
A, B, G, H y J. Pegadas en el reverso de las tablas, unas etiquetas manusc~tas especifican su donación por don Francisco Palop, de Bolbaite, asi como la procedencia de los materiales que contienen. Estos van
sujetos a las tablas por medio de alambres y cuerdas finas, como se
hacia antiguamente. Cuatro de las tablas contienen materiales del yacimiento de la Ereta excepto una, la J , cuyos materiales proceden del
Castillo de los Morcones de Bicorp (Valencia) (37). Son los únicos materiales prehistóricos, conocidos, que se conservan de la Sociedad Arqueológica Valenciana (Lam. I y II).
Las tablas G y H contienen huesos de animales domésticos (38).
(361 CHOCOMELI, op. cit. nota 22, pág. 106, nota l.
(37) La atribución de materiales al Castillo de los Morcones debió ser una confusión, ya
que, según J . APARICIO PEREZ, no existe yacimiento alguno en dicha loma, sino en la ladera
opuesta del barranco de los Morcones, yacimiento denominado Castillico de Cueva Caida y
que pertenece a un poblado de la E. del Bronce.
(38) Los materiales óseos han sido clasificados por I. Sarrión Montaiiana y los Uticos y
cerámicos por B. Martf Ollver.
- 603 -
[page-n-612]
30
M. V. GOBERNA VALENCIA
TABLA G
- 3 lascas de sJlex, un fragmento de plomo y 3 punzones de hueso efectuados sobre meta·
podios de herbívoro.
Oryctolagus cuniculus (conejo)
- 2 hemimandlbulas.
- Tibia: fragmento proximal y distal.
- 2 metatarsos.
- 1 incisivo.
SUs scroph.a (jabaUI
- Fragmento de colmillo inferior.
-Incisivo.
TABLA H
Ovicdpridos
- 3 fragmentos mandibulares con varias piezas dentales.
Equus caballus (caballo)
- M2 der. (molar superior segundo derecho).
- p 3 6 4 (fragmento de premolar 3.0 o 4 .0 superior derecho).
Cervus elaph.us (ciervo)
- M 1 • M3 (fragmento mandibular con molar 1, 2 y 3).
- Fragmento de asta con muestras de aguzamiento.
Bos taurus (toro)
- M 3 iz (molar 3.0 inferior izquierdo).
Capra pyrenaica (cabra hispánica)
- Tibia derecha tercio distal.
SUs scroph.a (jabaU)
- M3 (molar tercero).
Ovis aries (oveja)
- M C dr. (metacarpo derecho).
Todos los fragmentos óseos presentan adheridas concreciones calcáreas.
TABLA A
- Gran hoja cuchillo con retoques bilaterales continuos.
- Dos fragmentos de hoja con retoques marginales de uso.
- Fragmento de hojita.
- 11 lascas.
-Un cardium con ápice perforado (cerastoderme edule).
- Cuatro melanopsis graellsi.
- Dos pectes (glycimeris gaditanus).
TABLA B
- Una gran hacha, posible reja de arado.
- Dos hachas cuadrangulares.
- Una hacha alargada.
-Dos pequeflas azuelas.
- Tres percutores, uno de pórfido y dos de rocas basálticas.
- 604 -
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SOCIEDAD ARQUEOLOGICA VALENCIANA
31
TABLA J (Castillo de los Morcones)
-
Una placa de barro cocido de forma circular con cuatro perforaciones.
Un fragmento de hacha o azada de piedra pulida.
Dos percutores.
Dos fragmentos de borde y cuerpo de cerámica a mano.
Un fragmento de borde y cuerpo con pequeño mamelón.
Un fragmento de base con ónfalo hecho a tomo.
Junto a esta última tabla hay un broche de cinturón de bronce damasquinado con plata del que Cabré dice que procede del Castillo de
los Morcones de Bicorp y que fue donado por Francisco Palop (39).
1
39) J . CABRE AGUILO : «Decoraciones hispánicas. ll. Broches de cinturón de bronce damasquinado con oro y plata». Archivo Espaftol de Arte y Arqueologfa, xm. Madrid, 1937,
págs. 94 y 100, fig. 11 , nota 4.
- 605 -
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GOBERNA VALENCIA.-Sociedad Arqueológica
LAM. I
Materiales de la Sociedad Arqueológica Valenciana que se conservan en el Mu.aeo Paleontol6gico de Valencia
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GOBERNA VALENCIA.- Sociedad Arqueológica
LAM. n
Materiales de la Sociedad Arqueológica Valenciana que ae conaervan eo el Museo Paleontológico de Valencia
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INDICE DE LUGARES
Abad. Cova del Mas d' (Coves de Vinromá, Castell6n): 254, 255, 257 y 366.
Abbeville (Somme, Francia): 576.
Abric del Barranc dels Cirerals (Ares del Maestre, Castellón): 285 y 294; - - - del ~ingle
de la Mola Remigia (Ares del Maestre, Castell6n): 285, 294, 295, 299, 300 y 303; - de l'Bspinella (Vilafranca, Castell6n): 281 ; - - - del Mas de Molero (Ares del
Maestre, Castellón): 285 y 294; - - - d e l'Umbria de Carles (Corbera d'Alzira, Valencia): 10 y 224.
Abrigo de la Batanera (Fuencallente, Ciudad Real): 343;
dalas CMas (Millares, Vadel Chorrera (Puertollano, Ciudad Real): 343
lencia): 307, 308 y 313 a 318;
l 360;
de los Herreros (Jaén): 322 y 338 ;
de la Higuera (Otiñar,
raén): 319 a 342 ;
del Poyo de la Mina (Jaén): 322 y 338;
de la
.>elva Pascuala (Villar del Humo, Cuenca): 316.
Acequia Honda (Navarrés, Valencia): 12.
Ademuz; municipio (Valencia): 363.
A-do-Mealha-Nova, monte (Ouri.que, B~o Alentejo, Portugal): 409 y 410.
Adra, municipio (Almeria): 404 y 408.
Africa: 403, 487, 554 y 555;
del Norte: 403 y 554.
Agora (Atenas. Grecia): 455.
Agres, municipio (Alicante): 255, 256, 258, 263 y 370; - - - , Mola d' (Agres, Alicante):
370.
.
Agua, Cueva del (Prado Negro, Iznalloz, Granada): 333 y 339.
Agudo, Cabezo (La Unión, ~urcia): 449.
Agüela, Puntal de l' (Corbera d'Alzira-Llaurf, Valencia): 224 y 247.
Aguila, Collado del (Solana del Pino, Ciudad Real): 343;
, Penya de 1' (Oliva, Valencia): 561.
AguUar de Anguita, municipio (Guadal~ara): 434 y 436.
Aielo de Malferit, municipio (Valencia): 132 y 133:
Aigua Dolt;a i Salé, par~e (Blx, Alicante): 197 a 222.
Aigües Vives, Cova d' (Brics, Lleida): 265;
- - - , Vall d' (Alzira-Carcaixent, Valencia): 224.
Aixebe, enterramiento de 1' (Sagunt, Valencia): 160, 161 y 188.
Ajos, Pico de los (Yátova, Valencia): 456, 468 a 470, 483 a 486, 517 y 520.
Alacant, ciudad y municipio: 10, 60, 96, 132, 133, 141, 142, 160, 161 , 189, 261 , 274, 318.
366, 408 y 575.
Alacranejo, Cerro (Calatrava la Nueva, Ciudad Real): 344.
- 609 77
[page-n-618]
Alaqué.s, municipio (Valencia): 523.
Alava, provincia: 253, 265, 267 y 268.
Albacete, ciudad y provincia: 11, 40, 343, 434, 435, 495, 601 y 506.
Albaida, municipio (Valencia): 92, 96, 160, 161, 187 y 595;
, Vall d' (Valencia):
10, 59 a 94, 96, 110, 111, 132, 133, 137, 160, 161, 184, 186 a 188, 581 y 599.
deis Tarongers, municipio
Albalat de la R.lhera, municipio (Valencia): 434 y 435;
(Valencia): 132, 133, 160, 161, 188, 434 y 435.
Albalate dal Arzobispo, municipio (Teruel): 269.
Albánchez, municipio (Jaén): 336.
Albania: 543.
Alberic, municipio (Valencia): 11.
Alberique, municipio (Valencia): Véase «Alberie».
Albocacer, municipio (Castellón): Véase «AAbocéssen.
Albocé.sser, municipio (Castellón): 96, 132, 133, 144, 284, 285, 300 y 301.
Albufereta, necrópolis de l' (Alacant, Alicante): 408.
Alcacer-do-Sal (Bajo Alentejo, Portugal): 408 a 410.
la Real, municipio
Alcalá, Castell d' (Llombai-Real de Montroi, Valencia): 574;
(Jaén): 334, 335 y 337;
del Rfo, municipio (Sevilla) : 501;
de Xi·
vert, municipio (Castellón): 403, 426, 429, 433, 434, 436, 579 y 584.
Alcalans, Castell deis (Llombai-Real de Montroi, Valencia): 574.
Alcantarilla, municipio (Murcia): 447 y 448.
AlcaMz, municipio (Teruell: 267.
Alcaudete, municipio (Jaén): 495 y 506.
Alcoi, municipio (Alicante): 10, 80, 82, 87, 90, 96, 110, 111, 114, 130, 132 a 134, 136, 137,
160, 161, 182, 186, 188,258,302,434,435,466,468, 476,479 a482, 484,490,491,
493, 495, 496, 500, 510 a 512, 514, 515, 517 a 520 y 594.
Alcoié., comarca de 1' (Alicante): 140.
Alcornocal (Córdoba): 476 y 480.
Alcoy, municipio (Alicante): Véase cAlcoi».
Alcudia, municipio deL' (Valencia): 434 y 435 ;
, cerro de L' (El.x, Alicante): 492,
494, 502, 503 y 584;
de Carlet, municipio (Valencia): Véase cAlcudia, L'1;
- - - - de Cresp!ns, municipio (Valencia): 11.
Alcuses, La Bastida de les (Moixant, Valencia): 160, 161, 192, 434, 435, 458, 477, 479 a 481 ,
484, 491, 510, 520 y 521.
Alemania: 271, 530, 532, 533 y 578;
Occidental: 271, 530, 532 y 533.
Alenquer (Estremadura, Portugal): 269.
AJfacar, municipio (Granada): 342.
AJfafara, municipio (Alicante): 87, 132, 133, 160, 161 y 184.
Alfonso, Cova d' (Alzira-Corbera d'Alzira, Valencia): 223 a 250.
Algar, El (Antes, Almena): 137, 140, 188 a 190, 336, 337, 366 y 448.
Algarbe (Portugal): 501.
Algarrobo (Cuevas de Almanzora, Almena): 374.
Algorfa, municipio (Alicante): 96, 160, 161 y 186.
Albama, municipio (Granada): 577.
Alicante, provincia: 10, 11 , 40, 60, SO, 82 a 84, 87, 90, 96, 97, 110, 111, 114, 130, 132 a
134, 136, 137, 140 a 142, 160, 161 , 182 a 184, 186, 188, 189, 197 a 222,249, 253,
265,256,258,261,263,274,280,281,294,299,302,303,318,340,366,370,417a
449, 466, 468, 476, 479 a 482, 484, 490 a 496, 500, 502, 503, 510 a 512, 514, 515,
517 a 520, 533, 534, 537, 538, 575, 582, 584, 587, 588, 590 a 592, 594, 595 y 602.
Aliseda, municipio (Cáceres): 405.
Aljustrel (Beja, Bajo Alentejo, Portugal): 89.
Alloza, municipio (Teruell: 434. 436, 456, 468 y 469.
Almadén.• municipio (Ciudad Real): 577.
Almagrera, sierra (Alicante-Almena-Murcia): 374 y 587.
Almanzora, no (Almena): 374.
Almagro, municipio (Ciudad Real): 367.
- 610-
[page-n-619]
Almenara, municipio (Castellón): 596 y 597.
Almerla, provincia: 49, 85 a 87, 89, 90, 134, 137, 140, 188 a 190, 217, 269, 336, 337, 340,
366, 373 a 416, 434, 435, 448, 504, 512, 514, 587 y 594.
Almizaraque (Cuevas de Almanzora, Almerta): 86, 87, 89, 374 y 377.
Almodóvar del Campo, municipio (Ciudad Real): 346.
Almuixlc, Cova de la Solana de 1' (Oliva, Valencia): 83 y 96.
Almui\éc.a r, municipio (Granada): 408.
Alquería de la Comtessa, municipio (Valencia): 563.
Alta de Serelles, monte de la Mola (Alcoi, Alicante): 132 y 133.
Altamira, cueva de (Santillana del Mar, Santander): 578.
la Vella, partida (Altea, Alicante): 41 7 a 446.
Altea, municipio (Alicante): 417 a 446; - Alteret de la Vintiuitena IAlb~at de la Ribera, Valencia): 434 y 435.
Altico de la Hoya (Navarrés, Valencia): 132, 133, 160, 161 , 185 y 188.
Alto Guadalquivir: 319; - - Vinalopó, comarca (Alicante): 10, 96, 111 , 132, 133, 136,
137, 140, 160, 161, 189, 253, 255, 256, 261, 434 y 435.
Alzira, municipio (Valencia): 223 a 250.
, cerro de las (PuertoAmarillas, arroyo de las (Puertollano, Ciudad Real): 346;
llano, Ciudad Real): 346.
Amarillo, PeMn (Solana del Pino, Ciudad Real): 343.
Amondo, mina de (Puertollano, Ciudad Real): 346.
Amposta, municipio (Tarragona): 433, 434 y 436.
Ampurlas (La Escala, Girona): 433, 434, 436, 458, 485, 490, 492, 493, 498, 500, 502, 509,
517, 518 y 523 a 527.
Andalucia : 25, 26, 49, 85 a 87, 89, 90, 92, 112, 134, 137, 140, 185, 188 a 190, 217, 253,
268, 269, 319 a 343, 355, 366, 369, 373 a 416, 431 , 434, 436, 448, 449, 459, 47.S,
480, 485, 491, 495, 499, 501 , 504, 506, 507, 510, 512 a 514, 519, 520, 625, 530, 577,
Occidental: 269;
Oriental:
578, 580, 583, 587 y 592;
331, 334 y 341.
Andilla, municipio (Valencia): 132, 133, 136, 255 a 257, 260, 274, 278 y 366.
Andójar, municipio (Jaén): 499, 504 y 514.
Anells, Cova dels (Banyeres, Alicante): 96, 110, 132 y 133.
Anna, municipio (Valencia): 160, 161 y 184.
Anseresa (Olius, Lleida): 434 y 436.
Antas, municipio (Almerta): 137, 140, 188 a 190, 269, 336, 337, 366, 404, 408 y 448.
Aquitania (Francia): 503.
Arabia: 553;
Pétrea: 553.
Aragón: 11 , 25, 26, 40, 54,256, 261, 266, 267, 269, 430, 434, 436, 456, 458, 468, 469, 489,
490, 496, 499 a 502, 513, 516, 520, 578, 590 y 694; - - - , BaJo: 430 y 594.
Arán, Vall d' (Lleida): 490.
Aranyes, Cova de les (Alzira, Valencia): 224;
, Cova de les (Cocentaina, Alicante):
132 y 133.
Aranyuel, municipio (Castellón): 434 y 436.
Arada, Cuevas de la (Bicorp, Valencia): 255,256, 258, 297, 299, 302 y 329; - - - . Cueva
de la (Moclin, Granada): 337.
Arbolf, municipio (Ta:rragonal : 265.
Are, Pla de 1 (Lliria, Valencia): 598.
'
Arcacbon (Gironde, Francia): 422.
Arcedurgi, ceca (Aragónl: 499.
,.Balneario de (Arcbena, Murcia): 448.
Arche.n a, municipio (Murcia): 447 a 454;
Ardales, municipio (Málaga): 342.
Arena, Cova de 1' (Cullera, Valencia): 132 y 133.
, Punta de l' (XAbia, Alicante): 534, 537 y
Arenal, El (Losa del Obispo, Valencia): 10;
538;
de la Virgen (Villana, Alicante): 111.
Arenales, Los (Loj a, Granada): 335.
Arene Candide, Cueva de (Finale, Liguria, Italia): 271.
-
611 -
[page-n-620]
Ares del Maestre, municipio (Castellón): 84, 132, 133, 154 y 281 a 306.
Argamasilla de Alba, municipio (Ciudad Real): 369.
Argar, El: Véase cAlgar, Eb.
Argelia: 553 y 554.
Arroyo de las Amarillas (Puertollano, Ciudad Real): 346;
de la Cruz del Madera!
(Puertollano, Ciudad Real): 345 y 346;
del Fraile (Ciudad Real) : 346; - - de la Fuenmayor (Puertollano, Ciudad Real): 346;
de la Higuera (Puertollano, Ciudad Real): 346;
de Melando (Puertollano, Ciudad Real): 346; - de la Parrilla (Jaén): 333.
Arse, hoy Sagunt (Valencia): 497, 498, 500, 515 y 525.
Artana, municipio (Castellón): 132 y 133.
Arteal (Cuevas de Almazara, Almerla): 374.
Artigi, ciudad antigua por Zalamea de la Serena (Badl\ioz): 495 y 506.
Ascoli (Italia): 485, 489, 490, 492, 496 a 498, 500, 501 , 603, 504, 506 a 508, 511, 513, 614
y 517.
Asdrlibal, barriada (Puertollano, Ciudad Real): 344.
Asia: 405, 406, 487, 554 y 555; --Menor: 554.
Asido, ceca libio-fénica: 625.
Asil de Bou, grieta de 1' (Cullera, Valencia): 132 y 133.
Asklepios, templo de (Ampurias, La Escala, Girona): 458.
Assola, Muntanya (Alzira, Valencia): 224 y 246.
Astigi, hoy Ecija (Sevilla): 495 y 506.
Astopa, hoy Estepa (Sevilla): 501.
Atalaya. La (Cortes, Navarra): 434 y 436.
Atalayuela, La (Losa del Obispo, Valencia): 130, 132, 133, 160, 161, 188, 265 a 257, 262 y
279.
Atareó, Lloma de l' (Bélgida, Valencia): 160, 161, 187 y 188.
Atenas (Grecia): 455.
Atirador, partida (Siete Aguas, Valencia): 95.
Aude, departamento (Francia): 404, 532, 534, 436 y 532.
Avellanera, Cova del' (Catadau, Valencia): 582.
Avila, provincia: 26, 267, 406 y 409.
Ayelo de Malferit, municipio (Valencia): Véase «Alelo de Malferibl.
Ayora, municipio (Valencia): 434 y 435.
Azagador, Camino del (Navarrés, Valencia): 12.
Azaila, municipio (Teruel): 434, 436, 458, 489, 490, 500, 502, 513 y 520.
Azambqja (Estremadura, Portugal): 217.
Azud, El (El Boliche, Cuevas de Almanzora, Almerlal: 398.
Azuer, motilla del (Daimiel, Ciudad Real): 267 y 367.
':ladl\ioz, provincia: 495 y 506.
Bagasses, Cova de les (Banyeres, Alicante): 96.
Bl\io Alentejo (Portugal): 89 y 408 a 410; - - Aragón: 430 y 594; - - Guadalquivir:
188; - - Segura, comarca (Alicante): 137.
Baleares, islas: 270, 434, 436, 557 y 559.
Balneario de Archena (Archena, Murcia): 448.
Ballester, Can (Vall d'Uxó, Castellón): 96 y 281.
Banyá, Cova de la Penya (Cocentaina, Alicante): 132 y 133.
Banyeres, municipio (Alicante): 90, 96, 110, 132 a 134, 160, 161 y 184;
municipio (Tarragona): 433, 434 y 436.
Barcelona, ciudad y provincia: 490, 507, 524, 532, 578, 583, 595 y 597.
Baria (Villaricos, Cuevas de Almanzora, Almerla): 374.
Barig, municipio (Valencia): Véase «Barx».
Barsella, Cova de la (Torre de les Mattanes. Alicante): 82, 96, 132, 133, 160, 161 y 183.
Barraca d'Aigües Vives, La (Alzira-Carcaixent, Valencia): 224.
Barranc Blanc, Cova del (Rótova, Valencia): 40;
deis Calderera (Catadau, Valende Camallos, Lloma del (Catadau, Valencia): 246; - - -cia): 132 y 133;
- 612 -
[page-n-621]
-del Castellet, Cova del (Carricola, Valencia): 83, 96, 110, 111, 132 y 133 ; - - - de Celma (Ares del Maestre, Castellón): 285;
del Cinc (Alcoi, Alicante):
160, 161 y 188;
dels Cirerals (Ares del Maestre, Castellónl: 283, 285 y 294;
- -- - de les Dogues (Ares del Maestre, Castellón): 285 y 294;
Fondo,
- - - , Piur6 del (Mazaleón, Teruell:
Cova del (Xéúva, Valencia): 83;
434, 436 y 489 ;
de la Gasulla (Ares del Maestre, Castellónl: 281 a 306;- -- dels Horts (Ares del Maestre, Castellón): 294;
de Molero (Ares del
de Molins (Ares del Maestre, CasteMaestre, Castellónl: 283, 285 y 294;
116n): 294;
del Nano (Real de Gandia, Valencia): 110;
de Pinello
(Ares del Maestre, Castellón): 294;
del Pou d'En Traver (Ares del Maestre,
de les Rabosea (Albocbser, Castell6n): 96;
dels
Castell6n): 294;
Tarongers (Ontinyent, Valencia): 59;
de la Valltorta (Albocésser, Tirlg, Coves de Vinromá, Castell6n): 300 y 301;
de Villaroges (Ares del Maestre.
de Xarta (Carcalxent, Valencia): 132, 133 y 224; - - Castell6n): 294;
- del Xaveg6, Cova del (Alzira, Valencia): 224.
Barranco de la Paridera (Millares, Valencia): 309.
Barranquet Fondo, Cova del (Serratella, Castellón): 132, 133, 160, 161 y 184.
Barx, municipio (Valencia): 40.
Barxeta, municipio (Valencia): 246.
Bastianes, Cueva de los (Jaén): 338.
Bastida de les Alcuses, La(Moi.xent, Valencia): 160, 161 , 192, 434, 435, 458, 477, 479 a 481,
484, 491 , 510, 520 y 521.
Batanera, Abrigo de la (Fuencaliente, Ciudad Real): 343.
Batanes, Chorrera de los (Fuencaliente, Ciudad Real): 343.
Baútas, Serra das (Carenque, Balas, Estremadura, Portugal): 269.
Bechí, municipio (Caste116nl: Véase cBetxb.
Begís, municipio (Castellónl: 132 y 133.
Beja (Bajo Alentejo, Portugal): 89.
Betas (Estremadura, Portugal): 269.
Bélgica: 581.
Bélgida, municipio (Valencia) : 160, 161 , 187 y 188.
Bellús, municipio (Valencia): 10.
Benaoján, municipio (Málaga): 342.
Benassal, municipio (Castellónl: 141 , 144 y 154.
Beniarrés; municipio (Alicante): 160, 161, 183, 281 , 299 y 303.
Benicarló, municipio (Castellónl: 434 y 436.
Benicull, barrio (Polinyé del Xtlquer, Valencia): 110, 130, 132, 133, 160, 161, 183, 187 y
189.
Benidoleig, municipio (Alicante): 10.
Benifallim, municipio (Alicante): 132 y 133.
Benissit (Vall d'Ebo, Alicante): 132, 133, 160, 161 , 185 y 187.
Bermejas, Cuevas (Tózar, Moclin, Granada): 337.
Bemabé, Mas Nou de (Tirlg, Castellón): 434 y 436.
Bernarda, Cova (Palma de Gandia, Valencia): 83, 96, 110, 111, 132 y 133.
Berola, La (Ares del Maestre, Castellónl: 302.
Berrueco, Cerro del (Medinilla, Avila y El Tejado-Puente de Congosto, Salamanca): 267, 406
y 409.
Bessan (Hérault, Francia): 434 y 436.
Bétera, municipio (Valencia): 571.
Bética: 530.
BetxL municipio (Castellón): 468, 482, 489, 490, 492, 496 a 498, 502, 508 y 515.
Bicorp, municipio (Valencia): 255, 256, 258, 297, 299, 302, 308, 309, 329, 603 y 605.
Binéfar, municipio (Huescal: 466 y 516.
Bisgargis, ciudad antigua por el Maestrat (Castellón): 590.
Biurrum (Navarra): 489.
- 613 -
[page-n-622]
Blanc, Cova del BaiTanc (Rótova, Valencia): 40.
Bocairent, municipio (Valencia): 83, 160, 161 y 186;
, Vall de (Valencia): 59.
Bolantin, Cerro del (Bolbaite-Chella, Valencia): 12.
Bolbaite, municipio (Valencia): 11, 12, 589, 692, 693 y 603.
Boliche, Loma del (Villaricos, Cuevas de Almanzora, Almeria): 373 a 416.
Bolomor, Cova del (Tavemes de Valldigna, Valencia): 10, 132 y 133.
Bolta, Cova de (Real de Gandia, Valencia): 110, 160, 161 y 184.
Bolumini, Cova del (Alfafara, Alicante): 87, 160, 161 y 184.
Borriana, municipio (Castellón): 281 , 282, 370, 531 y 597.
Borriol, municipio (Castellón): 132 y 133.
Botia, Cueva de (Siete Aguas, Valencia): 95 a 127.
BotifaiTa, Cova del Tossal de la (Vall d'Uxó, Castellón): 132 y 133.
Bou, Grieta de l'Asll de (Cullera, Valencia): 132 y 133.
Brics (Lleida) : 265.
Brugg (Suiza): 657 y 559.
Bruixes, Cova de les (Rossell, Castellón): 132 y 133.
Bufilla, Torre (Bétera, Valencia): 571.
Burjuló (Cuevas de Almanzora, Almeria): 374.
Burgos, provincia: 406, 409, 434 y 436.
Burriana, municipio (Castellón): Véase «Borrianu.
Cabanes, municipio (Castellón): 132, 133 y 281.
Cabecicos de Almizaraque (Cuevas de Almanzora, Almerial: 86, 87, 89, 374 y 377.
Cabec;ó de Mariola (Alfafara, Alicante): 132 y 133 ;
del Navarro (Ontinyent, Valencia): 132, 133, 160, 161 y 184.
Cabezo Agudo (La Unión, Murcia): 449 ; - -- del Ciervo (Archena, Murcia): 448; - - - del Cuervo (Alcañiz, Teruel): 267 ;
de la Escoba (Villana, Alicante): 132 y
133 ;
Lucero (Rojales, Alicante): 448; - - - - Redondo (Villena, Alicante):
132, 133, 137 y 253 ;
del Tfo Pfo (Archena, Murcia): 447 a 454.
Cabra, municipio (Córdoba): 337;
del Santo Cristo, municipio (Jaén): 336.
Cabrera, Muntanyeta de (Vedat, Torrent, Valencia): 132, 133, 160, 161 , 183, 255 a 258,
274, 277 y 366.
Cáceres, provincia: 405.
Cádiz, provincia: 339, 343, 40.8 y 525.
Calda, Castilllco de la Cueva (Bicorp, Valencia): 603.
Calaceite, municipio (Teruel): 434 y 436.
Calar, Cerro (Jaén): 322 y 333.
Calatrava: Véase cSacro Convento»;
, Sierra de (Ciudad Real): 344 y 345; - - - - la Nueva (Ciudad Real): 344.
Calaveras, Cueva de las (Enguera, Valencia): 588.
Calaveras, Cova de les (Benidoleig, Alicante): 10.
Calderers, BaiTanc deis (Catadau, Valencia): 132 y 133.
Calero, Puerto (Solana del Pino, Ciudad Real): 343.
Calig, municipio (Castellón): 160, 161, 187 y 507.
Calzada de Calatrava, municipio (Ciudad Real): 346 y 346.
Callosa del Segura, municipio (Alicante): 132, 133 y 137.
, Lloma del BaiTanc de (CataCamallos, BaiTanc de (Catadau, Valencia): 246;
dau, Valencia): 246.
Camas, municipio (Sevilla): 405 y 409.
Cambra, Punta de (Villar del Arzobispo, Valencia): 366.
Camf Real d'Alacant, Cova del (Albaida, Valencia): 92, 96, 160, 161 y 187.
Camino del Azagador (Navarrés, Valencia): 12.
Campania (Italia): 647, 558 y 559.
Campello, municipio (Alicante): 132 y 133 ;
, Illeta del (Campello, Alicante): 132
y 133.
Campo Real (Carmona, Sevilla): 188.
-
614 -
[page-n-623]
Campotéjar, municipio (Granada): 334 y 335.
Can Ballester (Vall d'Uxó, Castellón): 96 y 281 ; - - Canyia (Banyeres, Tarragona): 433, 434
y 436.
Canals, Puig d'Bn (Sóller, Mallorca): 270.
Canet de Berenguer, municipio (Valencia): 598; - - - lo Roig, municipio (Castellón): 494,
508 y 517.
Ca.qjorro, Cueva del (Jaén): 333, 334 y 338.
Cantabrla: 46.
Cantallops, Forat de (Ares del Maestre, Castellón): 132 y 133.
Cantigi, hoy Espeluy (Jaén): 495 y 506.
Cantos de la Visera (Yecla, Murcia): 302.
C!Was, Abrigo de las (Millares, Valencia): 307, 308 y 313 a 318; - - - , Hoya de las (Millares, Valencia): 313; - - -, Rambla de las (Millares, Valencia): 313.
Cañaverosa, La (Archena, Murcia): 448.
Ca1io Quebrado, Cueva del (Jaén): 336.
Carambolo (Ca1ias, Sevilla): 405 y 409.
Carassol del Vernissa, Cova del (XAtiva, Valencia): 96 y 111.
Carbonera, Rambla (Ares del Maestre, Castellón): 283 a 285, 294 y 302.
Carboneras de Guadazaón, municipio (Cuenca): 267.
Carcaixent, municipio (Valencia): 132, 133 y 224.
Caréncia, La (Toria, Valencia): 434 y 435.
Carenque (Balas, Estremadura, Portugal): 269.
Carigüela, Cueva de la (Pidar, Granada): 333, 334 y 341.
Carlas, Abrlc de l'Umbrla de (Corbera d'Alzira, Valencia): 10 y 224;
, Muntanyeta
de (Corbera d'Alzira, Valencia): 224 y 247.
Carmona, municipio (Sevilla): 188, 403, 405, 408 y 409.
Carniceros, Puntal de los (Villena, Alicante): 132, 133, 3 55, 356 y 261.
Caroig, Macizo del (Valencia): 507.
Carrasca, La (Culla, Castellón): 143; - - - - -, Font de la (Culla, Castellón): 141 a 158.
Carrfcola, municipio (Valencia): 84, 96, 11 O, 111, 132 y 133.
Carros. Cova deis (Ares del Maestre. Castellón): 283.
Cartagena, municipio (Murcia): 449, 510, 512 y 587.
Cartago (Tónez): 557 y 559 ;
Nova, hoy Cartagena (Murcia): 510 y 512.
Cartela, ciudad antigua (San Roqua, Cádiz): 525.
Casa Colorá, Cueva dala (Elda, Alicante): 132 y 133; - - de Lara (Villena, Alicante): 111 ,
132 y 133; - - del Monte (Valdeganga, Albacete): 434 y 4 35 ; - - de la Vereda
(Otidar, Jaén): 323.
Casabermej a, municipio (Málaga) : 185.
Casella, Vall de la (Alzira, Valencia): 224.
Castelillo, El (Alloza, Teruel) : 434 y 436.
Castell, Muntanya del (Vallada, Valencia): 160 y 192 ;
d'Alcalé (Llombai-Real de
Montroi, Valencia): 574;
deis Alcalans (Llombai-Real de Montroi, Valencia): 574 ;
de Castells, municipio (Alicante l: 318;
de Corbera
(Corbera d'Alzira, Valencia): 224 y 247 ; - -- - Rosselló (Perpignan, PyrénéesOrlentales, Francia): 524; - - - - d e Sagunt (Sagunt, Valencia) : 531.
Castella, Font de la (Ares del Maestre, Castellón): 283 y 284.
Castellar, El (Oliva, Valencia): 434 y 435;
, Ereta del (Vilafranca, Castellónl:
132, 133, 262, 254 a 257, 261, 265, 271 , 274, 280, 364 y 366;
de Meca
(Ayora, Valencia): 434 y 435.
Castellarda, Puntal sobre la Rambla (LUria, Valencia): 112, 160, 161 , 190, 255, 256, 258 y
271.
Castellet, Cova del Barranc del (Carrfcola, Valencia): 84, 96, 110, 111 , 132 y 133; - - - -, Tossal del (Castelló, Castellón): 132 y 133;
del Porquet (Ollerla, Valencia}:
132, 133, 137 y 581 ;
de Sant Antoni (Oliva, Valencia): 561 a 574.
Castellets, Cova deis (Artana, Castellón): 132 y 133.
Castellnovo, municipio (Castellónl: 83, 84, 96, 110, 160, 161 , 185, 187 y 281.
-
615 -
[page-n-624]
castelló, ciudad y municipio (Castellón): 10, 60, 96, 132, 133, 142. 160, 161 , 184, 281, 282,
303, 458, 518, 575, 584 y 590.
Castellón, Cueva del (Campotéjar, Granada): 334 y 336;
, provincia: 10, 11 , 26,
40, 60, 83, 84, 96, 110, 11 1, 132, 133, 140 a 158, 160, 161, 184, 186, 187, 188, 252,
264 a 257, 261 , 263, 265, 271, 274, 280 a 306, 364, 366, 3.70, 403, 426, 429, 433,
4-34, 436, 458, 464 a 466, 468 a 470, 482, 489, 490, 492, 494 a 498, 500, 502, 506 a
508, 515, 517, 518, 531 , 533, 535, 573, 576, 579, 584, 590 y 596 a 698.
Castillarejo, El (Cheste, Valencia): 132 y 133;
de los Moros (Andilla, Valencia): 132, 133, 136, 255 a 257, 260, 274, 278 y 366.
CastilliÚOS (Sanchol'l'9ja, Avilal: 406 y 409;
, Cerro de los (Monte.fi1o, Granada): 85, 92 y 337.
Castilllco de la Cueva Caida (Bicorp, Valencia): 603.
Castillo, Cueva de la Ladera del (Chiva, Valencia): 90, 96, 110, 111 , 132 a 134, 160, 161 y
186 ; ·- -,Laderas del (Callosa del Segura, Alicante): 132, 133 y 137 ; - - - -. Sierra del (Chinchón, Ciudad Real): 343;
, El (Frias de Albarracin,
de Calatrava la Nueva (Ciudad Real): 344;
Teruell: 256, 261, 266 y 267;
- - - - d e Locuhln, municipio (Jaén): 326, 332, 334, 337 y 338;
de
los Morcones (Bicorp, Valencia): 603 y 606.
Castro, Cueva de (Jaén): 338;
, Peftas de (Jaén): 333.
Castros, Los (Lara de los Infantes, Burgos): 406 y 409.
Castuera, munic.lplo (Badrijoz): 495 y 606.
Castulo, ciudad antigua (Linares, Jaén): 491, 607 y 610.
Catadau, municipio (Valencia): 132, 133 , 246 y 582.
Catalunya: 25, 26, 85, 86, 111, 188, 265, 268, 431, 433 a 436, 449, 457, 458, 466, 469, 485,
490 a 493, 495, 500, 502, 506, 507, 509, 614, 516 a 518, 521 , 623 a 527, 530 a 532,
578, 583, 595 y 597.
Caudete de las Fuentes, municipio (Valencia): 370, 463 a 474, 482, 490, 493, 502 y 520.
Cavall, Collado de la Cova del (Llíria, Valenc.la): 361 , 369 y 371;
, Cova del (Llíria,
Valencia): 361 , 363, 364, 369 y 371 ;
, Cova del (Vallada, Valencia): 160, 161
y 192.
Cayla (Mallhac, Aude, Francia): 434 y 436.
Cazlona (Segura de la Sierra, Jaén): 510.
Cazarla, Sierra de (Andaluda): 332.
Cercat, El (Galanes, Alicante): 132 y 133.
Cerdefta (Italia): 403.
Cerro, Cueva del(Millares, Valencia): 307 a 313; ---,Pedrizas del (Begis, Castellón): 132
y 133 ; - - - del Alacranejo (Calatrava la Nueva, Ciudad Real): 344; - - - de las
Amarillas (Puertollano, Ciudad Real): 346; - - - del Berrueco (Medlnilla, Alava y El
Tejado-Puente de Congosto, Salamanca): 267, 406 y 409; - - - Calar (Jaén): 322 y
333; - - - del Castellón (Campotéjar, Granada): 336; - - - de los Castillejos
(Montefrlo, Granada): 85 y 92; - --de la Cruz del Madera! (Puertollano, Ciudad
Real): 344 y 346; - - - d e la Encina (Monachll, Granada): 253; - - - de la Mella
(Jaén) : 338; - - d e la Mezquitilla (Málaga): 404 y 408; - - - de la Pandera
(Otlftar, Jaén): 320, 323 y 325; ---del Real (Galera, Granada): 253; ---Redondo (Archena, Murcia): 448; - - - d e San José (Alcalá la Real, Jaén): 334, - - de San Miguel (Llíria, Valencia): 361 a 371 , 432, 434, 436, 465 a 461, 468, 470,
495, 500, 503, 506, 509, 510, 512, 515, 516, 519 y 520; - - Veleta (Jaén): 322,
333, 335 y 338; - - - de la Virgen (Orce, Granada): 253, 268, 269 y 369.
Ciempozuelos, municipio (Madrid): 183.
Ciervo, Cabezo del (Archana, Murcia): 448.
Cigarralejo, El (Mula, Murcia): 490, 491 , 495 y ·519.
Clnc, Barrene del (Alcoi, Alicante): 160, 161 y 188.
Cingle de la Ermita (Alhocé.sser, Castellón): 132 y 133; - - - de la Mola Remigia (Ares del
Maestre, Castellón): 283, 285, 294 a 296, 299, 300 y 303.
- 616 -
[page-n-625]
Cireral, Mas del (Ares del Maestre, Castellón): 284.
Clrerals, Ahrlc del Barranc deis (Ares del Maestre, Castellónl: 285 y 294;
, Barranc deis (Ares del Maestre, Castellón): 283; 285 y 294.
Ciudad Real, ciudad y provincia: 267, 338, 343 a 360, 367 y 577.
Civil, Coves del (Thig, Castellón): 301.
Clarlano, rlo (Valencia ): 59.
Cnoasos: Véase «Xnoasoa».
Cocentaina, municipio (Allc.ante): 132, 133, 318 y 370.
Cocina, Cueva de la (Dos Aguas, Valencia): 132, 133, 255, 256, 258, 271 y 302.
Cochino, Cueva del (Villena, Alicante): 10.
Colorá, Cueva de la Cua (Elda, Alicante): 132 y 133.
Colorada, Cueva (Cabra, Córdoba): 337.
Colungo, municipio (Huasca): 54.
Collado del AguiJa (Solana del Pino, Ciudad Real): 343;
de la Cova del Cavall (Llirla, Valencia): 361 y 371 ;
del Guijarral (Segura de la Sierra, Jaén): 319 y
332.
Comares (Málaga): 269.
Conde, Hort del (Daimós, Valencia): 532 a 534 y 537.
Conill, Cova del (Cocentaina, Alicante): 132 y 133.
Consolación, llano de la (Montealegre del Castillo, Albacete): 434 y 435.
Conteros (Cuevas de Almanzora, Almerla): 374.
Contrafuerte Norte del Montrotón (Yátova, Valencia): 132 y 133.
Convent de Sant Miquel (Llirla, Valencia): 363.
Corbera, Cutell de (Corbera d'Alzlra, Valencia): 224 y 247;
, Partida del Pla de
(Alzlra, Valencia): 223;
d' Alzira, municipio (Valencia): 10, 87, 90 'y 223 a
260.
Córdoba, provincia: 320, g22, 337, 339 a 341 , 343, 365, 449, 476, 480, 501, 619 y 520.
Corduba, hoy Córdoba: 501.
Corno-Lauz;o (Mailhac, Aude, Francia): 432.
Cortada, PeAa (Cbelva, Valencia): 255 a 257.
Cortes, municipio (Navarra): 434 y 436.
Cortijo de Hiedra Alta, Cueva del (Moclin, Granada): 337.
Corts, Necrópolis de les (Ampurlas, La Escala, Girona): 458.
Coruña, provincia de La: 614 y 583.
Costantinopla (Turquia): 555 y 560.
Cova d' Aigües Vives (Brics, Ueida): 265; - - d'Alfonso (Alzira, Valencia): 223 a 250;- deis Anells (Banyeres, Alicante): 96, 110, 132 y 133; - - de les Aranyes (Alzira,
(Cocentaina, Alicante): 132 v 133 ; - Valencia): 224; - - - de l'Arena (Cullera, Valencia): 132 y 133; - - de L'Avellanera (Catadau, Valeocial:
582; - - d e les Bagasses (Banyeres, Alicante): 96; - - de laBarsella (Torre de les
MaQanes, Alicante): 83, 96, 132, 133, 160, 161 y 183; - - delBarrancBlanc(Rótova, Valencia): 40; - - - del Castellet (Carrlcola, Valencia) : 84, 96,
110, 111, 132 y 133; - - - de les Dogues (Ares del Maestre, CasteFondo lXAtiva, Valencia): 83 ; - - - llón): 286 y 294; - - - - - - del Nano (Real de Gandia, Valencia): 110; - - -- de les Rabode Xabegó (Alzira, Valencia):
ses (AlbocAsser, Castellón): 96; - - - 224; - - de Xarta (Carcaixent, Valencia): 132, 133 y 224; - del BarranquetFondo (Serratella, Castellón): 132, 133, 160, 161 y 184; --Bernarda (Palma de Gandla, Valencia): 83, 96, 110, 111 , 132 y 133; - - d e l Bolomor (Tavernes de Valldigna, Valencia): 10, 132 y 133; - - Bolta (Real de Gandia, Valencia):
110, 160, 161 y 184; - - d e l Bolumini (Alfafara, Alicante): 87, 160, 161 y 184; - de les Bruixes (Rossall, Castellón): 132 y 133 ; - - del Cami Real d'Alacant (Albalda, Valencia): 92, 96, 160, 161 y 187; - - d e les Calaverea (BenJdoleig, Alicante): 10; - - del Carassol del Verniasa (XAtiva, Valencia): 96 y 111 ; - - deis Ca-
78
617 -
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rroa (Ares del Maestre, Castellónl: 283; - - dela Caatelleta (Artana, Caatellónl: 132
y 133; - - del Cavall (Llfria, Valencia): 361 , 363, 364, 369 y 371 ; - - - - - - - . Collado de la (Ufria, Valencia): 361 y 371 ; - (Vallada, Valencia): 160, 161 y 192 ; - - d e l Conill (Cocentaina, Alicante): 132 y 133 ; - - Emparetá (Bocairent, Valencia): 83 ; - - d 'En Pardo (Planea, Alicante): 83, 84, 160, 161 ,
186 y 281 ; - - d 'Ea Cuyram (Bivissa): 557 y 559; - - de la Fonteta del Sarao
(Crevillent, Allc.a nte): 132 y 133 ; - - Foradé (Ares del Maestre, Caatellónl: 284; - - - (Oliva, Valencia): 10; - - de lea Forquea (Borriol, Castellónl: 132 y
133; - - Fosca (Ares del Mae~. Castellónl: 82, 281 y 294, véase cCova del Mas
d 'En Lloren<;•: - - d e l Frare (Xébia, Alicante): 132 y 133 ; - - del Frontó (Salem,
Valencia): 132 y 133; - - d e l G&JTOfar (Onú.nyent, Valencia): 59 a 94; - - del
Gat (Corbera d 'Alzlra. Valencia): 224; --deis Gata (Alzira, Valencia): 224 y 247 ; - - de Giner (CUllera, Valencia): 160, 161 y 184; - -Gran (Ares del Maestre, Castellón): 281, 284 y 294; - - de Janet (Tiviaaa, T&JTagonal: 265 y 268; - - de
Joan d'Os (Tartareu, Lleida): 265; - -. - del IJarg (Banyerea, Alicante): 96; - - d e
lea IJometea (Alcoi, Alicante): 111 , 160, 161, 186 y 594; - - del Llop (Gandía, Valencia): 40; - -de la Mallé Verda (Corbera d' Alzira, Valencia): 87, 90 y 224; - de les Mallaetes (Barx, Valencia): 40; - - del Mas d'Abad (Covea de Vinromé, Caatellón): 254, 255, 257, 364 v 366; - - - - - - d'En Llorenc (Ares del Maestre,
Caatellónl: 281 a 306; - - d e les Meravellea (Gendía, Valencia): 40 y 682; - - d e l.
Montgó (Xébia, Alicante): 132, 133, 255, 256, 261 , 263 y 280; - - d e l Moro (Agres,
Alicante): 255, 256, 258 y 263 ; - - Negra (Xitlva, Valencia): 10 y 682; - - de
l'Or (Beniarrés, Alicante): 160, 161 , 183, 281 , 299 y 303; - - d e l'Oret(Eallda, Castellón): 132 y 133; - - d e l Parpalló (Gandía, Valencia): 39 a 58 y 682 ; - - del
Partidor (Banyerea, Alicante): 96, 110, 132, 133, 160, 161 y 184; - - de Pastor(Alcoi, Alic ante): 10; - - d e la Pastora (Alcol, Alicante): 80, 82, 87, 90, 96, 110, 111 ,
114, 132 a 134, 160, 161, 184y 186; - - de la Pedrera (Banyerea, Alicante): 96;- - de la Penya Banyé (Cocentaina, Alicante): 132 y 133 ; - - de la Petxina (Bellús,
Valencia): 10; - - del Picaio (Sagunt, Valencia): 132 y 133; - - del Pla Roig
(Banyeres, Alicante): 132 y 133; - - dela Porcs (Real de Gandía, Valencia): 40; - - del Pou (Cocentaina, Alicante): 132 y 133 ; - - de les Ratea Penaea (Rótova, Valencia): 40; - - de les Ratetea (Corbera d 'Alzira, Valencia): 224; - - de la Recambra (Gandia, Valencia).: 96, 132, 133, 160, 161 , 183 y 184; - - de la Reliquia
(Banyerea, Alicante): 90, 96 y 132 a 134; - - Remigia (Ares del Maestre, Castellónl:
283, 294 a 297, 299 a 301 y 303 ; - - de Ribera (Cullera, Valencia): 90, 110, 132 a
134, 160, 161 , 182 y 186; - - d e Rocafort (Rocafort, Valencia): 132 y 133 ; - Roja (El Manyi, Banasaal, Castellónl: 141 , 144 y 154; - - - - (Ares del Maestre,
Castellón): 302; - - del Salt (Alcoi, Alicante): 10; - - Saltadora (Covea de Vinromé, Castellón): 297, 300 y 301; - - d e Sant Nicolau (Ollerla, Valencia): 681 ; - Santa (FontdelaFiguara, Valencia): 110, 132, 133 y 137 ; - - - - - (Vallada, Valencia): 159 a 196; - -de la Sarsa (Bocairent, Valencia): 83, 160, 181 y 186; - de la Seda (castel16, Csstellónl: 281; - - de la Serp (Banyeres, Alicante): 96 y
111; - - delSol(Banyeres,Alicante): 96,110,111, 132,133, 160,181 y 184; - - de la Solana del'Almuixic (Oliva, Valencia): 83 y 96; - - del Sou (VUavella, Castellón): 255 a 267; - -del Teular (Alcoi, Alicante): 10; - - del Toasal de la Botifarra (Vall d 'Uxó, Caatellón): 132 y 133 ; - - del Vedat(Torrent, Valencia): 183 y 188;
- - del Volcán del Faro (Cullera, Valencia): 223.
Covalta (Albaida, Valencia): 595.
Covatillas, Pelión de las (Solana del Pino, Ciudad Real): 343.
Covatxes, Lea (Vallada, Valencia): 160, 161 y 192.
Coves d 'Arboli (Arbolf, T&JTagona): 285; - - - del Civil (Tirig, Caatellón ): 301 ; - - - de
la Sarga (Alcoi, Alicante): 302; - - - d e Vinromé, municipio (Castelló.nJ: 144, 154,
155, 257, 300, 301, 364 y 366.
Creta, isla (Grecia): 328.
Crevillent, municipio (Alicante): 132, 133, 370 y 449.
- 618 -
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Cruz del Maderal, Arroyo de la (Puertoll~o. Ciudad Real): 345 y 346; - - - - - - - ceirO (Puertollano, Ciudad Real): 344 y 346; - - del Negro (Carmona, Sevilla): 405
y 409.
Cuadro, El (Castelló, Castellón): 590.
Cuenca, ciudad y provincia: 11, 26, 40, 267, 316 y 449.
Cuervo, Cabezo del (AlcaMz, Teruel): 267.
cueva del Agua (Prado Negro, Iznalloz, Granada): 333 y 339; - - - d e la ~aña (Moclin,
Granada): 337; - - - d e los Bastianes (Jaén): 338; - -- de Botia (Siete Aguasn
Valencia): 95 a 127 ; - - - Caida, Castillico de la (Bicorp, Valencia): 603 ; - - - d e
las Calaveras (Enguera, Valencia): 588; ---del Caqjorro (Jaén): 333, 334 y 338;
- - - d e l Caño Quebrado (Jaén): 336; - --de la Carlgüela (Pit1ar, Granada):
333, 334 y 341 ; - - - d e la Casa Colorá (Elda, Alicante): 132 y 133; - -- del
Castellón (Campotéjar, Granada): 334 y 336; - - - de Castro (Jaén): 338; - - del Cerro (Millares, Valencia): 307 a 313; - - - de la Cocina IDos Aguas, Valencial:
132, 133, 255, 256, 258, 271 y 302; - --del Cochino (Villana, Alicante): 10; - - Colorada (Cabra, Córdoba): 337; ---del Cortijo de Hiedra Alta (Moclin, Granada): 337; - --de la Chatarra (Castillo de Locubín, Jaén): 332, 334 y 337; - - de los Cholones (Priego, Córdoba): 337; - --de Dofta Trinidad (Ardalea, Málaga):
342; - - - de Enguera (Enguera, Valencia): 132, 133 y 588; - - de Estoril
(Jaén): 338; - --del Fragellznalloz, Granada): 335; - - - d e las Gr~as (Jimena, Jaén): 319, 332, 338 y 339; ---del Guadalijar (Huelma, Jaén.): 333 y 338;- d e los Herreros (Jaén): 338; ---del Hornillo de la Solana (Moclin, Granada):
337 ; - - - d e los Husos (Elvillar, Alava): 253, 265, 267 y 268; - - d e la Ladera
del Castillo (Chiva, Valencia): 90, 96, 110, 111, 132 a 134, 160, 161 y 186; ---del
Lagrimal (Villana, Alicante): 132 y 133 ; - --de las Lechuzas (Villena, Alic¡mte):
96 ; - -- de los Limones (Tózar, Moclin, Granada): 337 ; - - d e l Maderal (Puertollano, Ciudad Real): 345; - - - del Mal Paso (Castellnovo, Castellón): Véase «Cueva de la Torre del Mal Paso»;--- de los Molinos (Jaén): 338; - - - de los Muertos (Enguera, Valencia): 588; - - - de la Mujer (Alhama, Granada): 577; - - - de
los Murciélagos (Zuheros, Córdoba): 332, 334, 337, 340 y 341 ; - - - Murcielaguina
(Priego, Córdoba): 337; - - -Negra (Albalate del Arzobispo, Teruel): 269; - - de Nelja (Nelja, Málaga): 342; - - d e los Pagllccl (IUgnano, Puglle, Italia): 49;- - del Palanqués (Navarrés, Valencial: 160, 161 y 187; - - - d e la Pileta (Benaoján, Málaga): 342; - - - d e la Pintá (Pit1ar, Granada): 334; - - - del Plato (Castillo de Locubín. Jaén): 325, 332, 334, 337 y 338; - -- - - - - (Otlftar, Jaén):
320 a 323, 325, 328 y 340; - - - d e Roca (Orihuela, Alicante): 96, 582, 587 y 588;
- - - de la Salpétriére (Remoulins, Gard, Francia): 49; - - d e Solacueva (Jócano, Alava): 265; - - - d e los Soles (Jaén): 332 y 338; - - Soterrada (El Rebollar, Requena, Valencia): 255, 266 y 258 ; - - -de la Torre del Mal Paso (Castellnovo, Castellón): 83, 84, 96, 110, 160, 161, 186 y 187; - - - d e la Vaquera (Torreiglesias, Sel{ovia): 267 ; - -- de las Vareas IMoclín, Granada): 337.
Cuevas de Abrlanzora, municipio (Almaria): 86, 87, 89, 373 a 416, 434 y 435;
de la
Arada (Bicorp, Valencia): 255, 266, 288, 297, 299, 302 y 329;
Bermejas (Tózar, Moclin, Granada): 337.
Cuila, municipio (Castellón): 111 y 141 a 158.
Cóllar de Baza, municipio (Granada): 269.
Cullera, municipio (Valencia): 90, llO, 132 a 134, 160, 161, 182, 184, 186, 223 y 247.
Cuvram, Cova d'Es (Eivissa): 557 v 559.
Daimiel, municipio (Ciudad Real): 267 y 367, .
Daimús, municipio (Valencia): 532 a 534 y 537.'
Daunia (Italia): 430.
Denia, municipio (Alicante): 684, 590 a 592, 694 y 602.
Dinamarca: 581.
Dirá (Cuevas de Almanzora, Almeria): 374.
Djérat, L'Oued (Tassill-n-1\ijer, Argelia): 554.
- 619 -
[page-n-628]
Dogues, Cova del Barranc de les (Ares del Maestre, Castellón): 286 y 294.
Domingo I, sepulcro (Ponelas, Granada): 186.
Do1ia Trinidad, Cueva de (Ardalea, Málaga): 342.
Dos Aguas, municipio (Valencia): 132, 133, 256, 256, 258, 271 , 302, 308 y 309.
Dubots, partida (Penégulla-Benifallim, Alicante): 132 y 133.
Due!la, Pe!la de la (Teresa, Castellón): 160, 161 y 188.
Duero, cuenca del: 343 y 430.
Ebols, partida dels (L' Alcódia, Valencia): 434 y 435.
Ebro, valle del: 488.
Eclja, municipio (Sevilla): 495 y 506.
Egipto: 554 y 555.
Eivissa (Baleares): 434, 436, 557 y 559.
Elche, municipio (Alicante): Véase «ElD.
Elda, municipio (Alicante): 132 y 133.
El Puig, municipio (Valencia): 531.
Elvillar, municipio (Alava): 253, 265, 267 y 268.
Elx, municipio (Alicante): 197 a 222, 449, 492, 494, 502, 503 y 584.
Embalse de Quiebr~ano (Jaén): 323.
Empareté, Cova (Bocairent, Valencia): 83.
Empóries (La Escala, Girona): Véase «Ampurlau.
En Canals, Puig d' (Soller, Mallorca): 270.
Encina, Cerro de la (Monacbil, Granada): 253; - - - , Cort.Jjo de la (Oti:dar, Jaén): 323.
Enguera, municipio (Valencia): 11, 132, 133 y 588;
, Cueva de (Enguera, Valencia): 132, 133 y 588.
En Lloren~, Cova del Mas d'IAres del Maestre, Castellón): 281 a 306.
En Pardo, Cova d' (Planes, Alicante): 83, 84, 160, 161, 186 y 281.
Ensérune (Nissan,Hérault, Francia): 456 a 459, 466, 490, 496 a 498, 500, 502, 503, 508 y
520.
En Traver, Barranc del Pou d' (Ares del Maestre, Castellón): 294.
Ereta del Castellar (Vüaftanca, Castellón): 132, 133, 252, 254 a 257, 261, 265, 271, 274,
280, 364 y 366; ---del Pedregal (Navarrés, Valencia): 83, 87, 89, 91 , 110 a 112,
132, 133, 154, 160, 161 , 182, 184, 190, 191 , 274, 587, 589 y 603.
Ermita, Cingle del' (Albocésser, Castellón): 132 y 133.
Escala, municipio de La (Girona): 433, 434, 436, 458, 485, 490, 492, 493, 498, 500, 502,
509, 517, 518 y 523 a 527,
Escoba, Cabezo de la (Villena, Alicante): 132 y 133.
Escrita, Pella (Fuencaliente, Ciudad Real): 343.
Eslida, municipio (Castellón): 132 y 133.
Espelóy, municipio (Jaén): 495 y 506.
Esplnella, Abric !ie 1' (Vilafranca, Castellón): 281.
Estepa, municipio (Sevilla): 501.
Estorll, Cueva del (Jaén): 338.
Estoy (Algarbe, Portugal): 501.
Estz:emadura . (Portugal): 109, 130, 136, 176, 183, 189, 217, 269 y 274.
Eustlbalkula, ceca ibérica en Catalunya: 525.
Extremadura: 405, 430, 495 y 506.
P~a
de Gu~dalupe, Loma de la (El Boliche, Cuevas de Almanzora, Almerfa): 393, 396, 397 y
402.
Pellp, Mas de (Ibi, Alicante): 132 y 133.
Finale (Liguria, Italia): 271.
Poios, Torre de (Liucena, Castellón): 370.
Pondo, Cova del Barranc (XAtiva, Valencia): 83; - - - . Barranc del Piur6 (Mazaleón, Teruell: 434, 436 y 489 ; - - -, Cova del Barranquet (Serratella, Castellón): 132, 133,
160, 161 y 184.
Pondos, partida (Torfs, Valencia): 591.
- 620 -
[page-n-629]
Fonelas, municipio (Granada): 185.
Font de la Carrasca (Cuila, Ca.stellón): 141 a 158; - - d e la Ca.stella (Ares del Maestre, Castellón): 283 y 284; --dala Piguera, municipio (Valencia): 110, 132, 133 y 137.
Fontbouisse (Villevieille, Gard, Francia): 270.
Fonteta del Sano (Crevillent, Alicante): 132 y 133.
Foradt, Cova (Ares del Maestre, Ca.stellón): 284; - (Oliva, Valencia): 10.
Forat de Cantallops, Cova del (Ares del Ma.e stre, Cañellón): 132 y 133.
Forcall, municipio (Cutellón): 254, 255, 257 y 590.
Forques, Cova de les (Borriol, Castellón): 132 y 133.
Fosca, Cova (Ares del Maestre, Castellón): 84, 281 y 294. (Véase cMas d'En Llorenc¡, Cova
deh).
Fraga, Cueva del (Iznalloz, Granada): 335.
Fraile, Arroyo del (Ciudad Real): 346; ---,monte del (Ciudad Real) : 346.
Francia: 25, 49, 85, 270, 403 a 405, 422, 431, 432, 434, 436, 456 a 458, 466, 469, 490, 496
a 498, 500, 502, 503, 507, 508, 517, 520, 524, 525, 532, 568 a 561, 576 a 678, 689,
meridional: 49, 86, 403, 431, 432 y 529.
692 y 693;
Frare, Cova del (XI\bia, Alicante): 132 y 133.
Frares, Moleta dala (Forcall, Caatellónl: 132 y 133.
Frías de Albarracin, municipio (Teruel): 256, 261, 266 y 267.
Frontó, Cova del (Salem, Valencia): 132 y 133.
Fuencallente, municipio (Ciudad Real): 343.
Fuenmayor, Arroyo de la (Puertollano, Ciudad Real): 346.
Fuente la Higuera, municipio (Valencia): Véase cFont de la Figuerat;
de la PeA&
(Jaén): 338.
Fuentes, Las (Navarrés, Valencia): 9 a 38.
Gades, hoy Cádiz: 525.
Gaianes, municipio (Alicante): 132 y 133. .
Galera, municipio (Granada): 253.
Gandia, municipio (Valencia): 39 a 58, 83, 96, 110, 132, 133, 160, 161, 183, 184, 633, 562,
682 y 602.
Gtrcel, Bl (Antas, Almerla): 188.
Gerd, departamento (Francia): 49 y 270.
Garganta del Muerto (Solana del Pino, Ciudad Real): 343.
Gerrofer, Cova del (Ontinyent, Valencia): 59 a 94.
Gasulla, Barranc de la (Ares del Maestre, Caatellón): 281 a 306;
, Mas dala (Ares
• Vall de la (Ares del Maestre, Castedel Maestre, Castellón): 283 y 284;
llónl: 294.
Gat, Cova del (Corbera d'Alzira, Valencia): 224.
Gata, Cova deis (Alzira, Valencia): 224 y 247.
Gayanes, municipio (Alicante): Véase cGalaneu.
Generalitat, Palau de la (Valencia): 555.
Genil, río (Andaluc1a): 332.
Germanells, Els (Rafelbunyol, Valencia): 130, 132, 133 y 137.
Gerundia, La (Antas, Almería): 269.
Gibraleón, municipio (Huelva): 495 y 506;
, río (Huelva): 501.
Gibraltar: 576.
Giner, Cova de (Cullera, Valencia): 160, 161 y 184.
Girona, provincia: 433 a 436, 458, 469, 485, 490 a 493, 495, 498, 500, 502, 506, 509, 514,
617, 518, 521, 523 a 527 y 532.
Gironde, departamento (Francia): 422.
Gitanos, Pe6as de los (Montefrfo, Granada): 335 y 337.
Gormaz, municipio (Sorial: 434 y 436.
Gr~ales, monte (OtiAer, Jaén): 323.
Gr~as, cueva da las (Jimena, Jaén): 319, 332, 338 y 339.
Gran, Cova (Ares del Maestre, Castellón): 281 , 284 y 294.
- 621 -
[page-n-630]
Granada, provincia: 85, 92, 185, 253, 268, 269, 319, 320, 332 a 335, 337 a 339, 342, 343,
369, 408, 449, 577 y 583.
Grand Buain (Maflhac, Aude, Prancia): 404, 434 y 436.
Gr&JÜuela, municipio de La (Córdoba): 519 y 520.
Grau Vell (Sagunt, Valencia): 531.
Grecia: 328, -410 y -455.
Grieta de l'Asll de Bou (Cullara, Valencia): 132 y 133.
Grona, Serra (Alacant, Alicante): 132, 133, 160, 161, 189, 274 y 366;
- -(Valencia): 160.
Gruta de lea Llometea (Alcoi, Alicante): 90, 96, 132 a 134 y 186.
GuadaleJara, provkcia: 26, 433, 434 y 436.
Guadalijar, Cueva de (Buelma, Jaén): 333 y 338.
Guadalupe, Loma de la FeJa de (El Boliche, Cuevas de Almanzora, Almarla): 393, 396, 397 y
402.
Guadalquivir, rio: 188 y 319.
Guadiamar, rio (Sevilla): 501.
Guadiana, cuenca del: 343;
Menor, rio (Andalucia) : 332.
Guardia, municipio de La (Jaén): 323, 335, 434 y 435.
Guijarral, Collado del (Segura de la Sierra, Jaén): 319 y 332.
Guip6zcoa, provincia: 517.
Gul.aaona, municipio (Lleida): 516.
Bagia Triada (Creta): 328.
Balte.r n IWeatfaUa, Alemania Occidental): 530, 532 y 533.
Bérault, departamento (Francia): 434, 436, 456 a 458, 466, 490, 496 a 498, 500, 502, 503,
508 y 620.
Herencia, municipio (Ciudad Real): 343.
Barrerlas, Las (Cuevas de Almanzora, Almerla): 374, 376, 377 y 398;
, Llano de
las (Cuevas de Almanzora, Almerlal: 377.
Herreros, Cueva de los (Jaén): 322 y 338.
Hiedra Alta, Cortijo de la (Moclin, Granada): 337.
Hierro, PeJ\a de (Comarea, Málaga): 269.
Higas, necrópoUa (Guadali\Jara): 433.
Higuera, Abrigo de la (Otidar, Jaén): 319 a 342;
, Arroyo de la (Puertollano, Ciudad Real): 346;
, !'inca de la (Puertollano, Ciudad Real): 346.
Hiapania: 513, 529, 539, 545 y 546.
Honda, Acequia (Navarrés, Valencia): 12.
Hornillo de la Solana (Moclin, Granada): 337.
Hornos de Segura, municipio (Jaén): 253 y 269.
Bort del Conde (Rafalcaid, Daim6a, Valencia): 532 a 534 y 537.
Borta, Barrene dela (Ares del Maestre, Caatell6n): 294.
Boya, La (Navarréa, Valencia): 12; - - , Altico de la (Navarréa, Valencia): 132, 133, 160,
161, 185 y 188; - - d e las C~aa (Millares, Valencia) : 313; - - d e Santa Ana
(Chinchilla, Albacete): 434 y 435.
Huelma, municipio (Jaén): 333 y 338.
Buelva, ciudad y provin.cia: 268, 269, 401, 404 a 406, 408, 409, 495, 501, 506 y 577.
Bueaca, provincia: 25, 54, 466, 496 y 516.
Buaoa, Cueva de loa (Elvillar, Alava): 253, 265, 267 y 268.
Ihi, municipio (Alicante): 132, 133, 255, 256 y 261.
Ibiza (Baleares): Véase «Bivin&J.
Ikalkuaken, ceca ibérica: 449 y 451.
Ddum, ciudad antigua en Caatell6n: 490 y 498.
Dduro, hoy Matar6 (Barcelona): 409 y 507.
Ilipa, hoy Alcalá del Rio (Sevilla): 501.
Iliturgis, ceca por And(ijar (Jáenl: 499, 504 y 514.
- 622 -
[page-n-631]
Dlrla (Yu¡oealavia-Albania): 643.
meta del Campello (Campello, Alicante): 132 y 133.
muro, hoy Mataró (Barcelona): 490 y 507.
Dtiraca, ceca por la zona de Cutulo (Jaén): 507.
Dtfrda, hoy Lleida: 507.
Inglaterra: 26, 664 y 557.
Iralt: 654.
Irán: 1560.
Isturgia, hoy Los Villares (Andl\jar, Jaén): 504 y 514.
Italia: 26, 49, 54, 271, 403, 430, 449, 489, 490, 492, 496 a 498, 500, 1501 , 503, 1504, 1506 a
508, 511,1513, 1514, 1517, 623,629,531, 542, 547, 551 , 555, 558, 1559, 678,679,1584y
586;
meridional: 449 y 623.
Iznalloz. municipio (Granada): 333, 335 y 339.
Jabalcuz, Sierra de (Jaén): 333.
Jaén, ciudad y provincia: 25, 26, 253, 269, 319 a 343, 355, 434, 435, 449, 459, 485, 491 ,
495. 499, 504, 506, 507, 610, 514 y 615; - --. Embalse de: Véase «Ouiebr~ano,
Embalse».
Janet, Cova de (Tivissa, Tarragona): 265 y 268.
Jétiva, municipio (Valencia): Véase «Xttivu.
Jévea, municipio (Alicante): Véase «Xébiu.
Jérlca, municipio (Castellón): 597.
Jimena, municipio (Jaén): 319, 332, 338 y 339.
Joan d 'Os, Cova de (Tartareu, Lleida): 265.
Jócano, municipio (Alava): 265.
Joquera, sepulcros de La (Castelló, Castellón): 160, 161 y 184.
J oya, La (Huelva): 401 , 404 a 406 y 409.
JOcar, rlo: Véase «XOquen.
Jumilla, municipio (Murcia): 434 y 436.
Knossos (Creta): 328.
Lacio (Italia): 271.
Ladera del Castillo, CUeva de la (Chiva. Valencia): 90, 96, llQ, 111 , 132, 133, 160, 161 y
186.
Laderas del Castillo, necrópolis de Lu (Callosa del Segura, Alicante): 132, 133 y 137.
Lagaste. La lAude, Francia): 532.
Lagrimal, Cueva del (Villana, Valencia): 132 y 133.
Languedoc (Francia): 270, 431 y 517.
Lara, Casa de (Villena, Alicante): 111, 132 y 133; - - de loa Infantes, municipio (Burgos):
406, 409, 434 y 436.
Lastigi, hoy Caatuera (Bad~oz): 495 y 506.
Layetania: 531.
Lechuzas, Cueva de las (Villena, Alicante): 96.
Llgurla (Italia): 271.
• CUeva de loa (Tózar, Moclfn, Granada): 337.
Limones (Moclfn, Granada): 337;
Linares. municipio (Jaén): 491 , 507 y 510.
Liria, municipio (Valencia): Véase cLUriu.
Loja, municipio (Granada): 335.
Loma, La (Navarrés, Valencia): 1'2; - - d e l Boliche (Villaricoa, Cuevas de Almanzora. Almerla): 373 a 416.
Londres: 554 y 577.
Lora del Rfo, municipio (Sevilla): 405 y 409.
Lorca, municipio (Murcia): 448.
Losa del Obispo, municipio (Valencia): 10, 130, 132, 133, 160, 161 , 188, 255 a 257,262 y
279.
- 623 -
[page-n-632]
Lucero, Cabezo (Rojales, Alicante): 448.
Lusitania: 545.
Lyon (Rh8ne, Franela): 561.
Llano de la Consolación (Montealegre del Castillo, Albacete): 434 y 435; - --de las Herrenas (Cuevas de Almanzora, Almena): 377; - --deJas Moreras (Archena, Murcia): 448.
Llarg, Cova del (Banyeres, Alicante): 96.
Ll.aurf, municipio (Valencia): 224 y 247.
Ll.eida, ciudad y provincia: 26, 265, 434, 436, 449, 490, 496, 502, 507 y 516.
Llfrla, municipio (Valencia): 112, 160, 161 , 190, 252, 265, 256, 258, 271 , 381 a 371, 432,
434, 436, 455 a 461 , 468,470, 495, 500, 503, 506, 509, 510, 512, 515, 516, 519, 520
y 598.
Ll.oma del' Atareó (Bélgida, Valencia): 180, 181, 187 y 188; - - delBIU'I'Ulc de Camalloa
(Catadau, Valencia): 246.
Llombai, municipio (Valencia): 574.
Ll.ometes, Cova deles (Alcoi, Alicante): 111, 160, 161, 186 y 594;
, Gruta de les
(Alcoi, Alicante): 90, 96, 132 a 134 y 186.
Ll.op, Cova del (Gandfa. Valencia): 40.
Lloren(f, Cova del Mas d'En (Ares del Maestre, Castellón): 281 a 306.
Llucena, municipio (Castellón): 370.
Maderal, Arroyo de la Cruz del (Puertollano, Ciudad Real): 345 y 346;
, Cueva del
(Pl!ertollano, Ciudad Real): 345 y 346.
Madrid, ciudad y provincia: 9, 23, 24, 183, 200, 282, 373, 383, 386, 393, 396, 396, 401 ,
404, 405, 407, 409, 449, 489, 497, 562, 577, 578 y 595.
Maenuba, hoy no Guadiamar (Sevilla): 501.
Maestrat, comarca del (Caatellón): 84, 96, 111, 132, 133, 141 a 158, 160, 161 , 184, 262, 264
a 257, 261, 265, 271, 274, 280 a 306, 364 y 366.
Mágina, Sierra (Jaén): 333.
Mailhac (Aude, Francia): 404, 432, 434 y 436.
Mainake, hoy Málaga: 512.
Mainz-Hechtsbeim (Alemania Occidental): 271.
Málaga, provincia: 185, 269, 342, 404, 408 y 612.
Malagón, El (Cullar de Baza, Granada): 269.
Mal Paso, Cueva de la Torre del (Castellnovo, Caatellón): 83, 84, 96, 110, 160, 161 , 185, 187
y 28 1.
Mallá Verda, Cova de la (Corbera d'Alzira, Valencia): 87, 90 y 224.
Mallaetes, Cova de les (Barx, Valencia): 40.
Mallorca (Baleares): 270.
Manyé., El (Benaasal, Castellón): 141, 144 y 154.
Manzanares, .terrazas del no (Madrid): 577.
Mariola, Cabe~tó de (Alfafara, Alicante): 132 y 133.
Maxjal, La (Navarrés, Valencia): 12 y 18.
Marroquies Altos (Jaén): 336.
Marruecos: 403 y 553.
Marti, necrópolis (Ampurfas, La Escala, Girona): 523.
Martilla, Sierra (Loja, Granada): 335.
Mas d'Abad, Cova del (Coves de Vinromé, Castellón): 264, 255, 257, 364 y 366; - - de la
Castella (Ares del Maestre, Castellón): 284; - - del Cireral (Ares del Maestre, Caatellón): 284; dels Dubots (Penágulla, Alicante): 132 y 133; d'Bn I.Jorenq, Cova
del (Ares del Maestre, Cutellón): 281 a 306; de Fellp (Ibi, Alic.ante): 132 y 133 ; -de la Gasulla (Ares del Maestre, Cutellón): 284; --de Menente (Alcoi, Alicante):
130, 132, 133 y 137; de Modesto (Ares del Maestre, Cutellón): 284, 294 y 302; - de Molero (Ares del Maestre, Cutellón): 284; - - . Abric del (Ares del Maestre,
Caatellón): 294; - - Nou (Ares del Maestre, Cutellón): 164, 283, 284 y 294; - - - de Bemabé (Tirfg, Castellón): 434 y 436.
- 624 -
[page-n-633]
Masia del Pla (Aranyuel, Castellón): 434 y 436.
Masies de la Montalhana (Ares del Maestre, Castellón): 283 a 285.
Masset Nou (Ares del Maestre, Castellón): 154, 283, 284 y 294.
Mataró, municipio (Barcelona): 490 y 507.
Mazaleón, municipio (Teruel): 434, 436 y 489.
Mealha-Nova, Monte de A-do (Ourique, B!Úo Alentejo, Portugal): 409 y 410.
Meca, Castellar de (Ayora, Valencia): 434 y 435.
Medinilla, municipio (Avila): 267, 406 y 409.
Mediterré.neo: 111, 114,405,430,431,451, 475,499,513 y 554; - - - Occidental: 111, 114, 430, 451, 475, 499 y 513;
Oriental: 405, 431 ,
475 y 554.
Melando, Arroyo de (Puertollano, Ciudad Real): 346.
Mella, Cerro de la (Jaén): 338.
Menente, Mas de (Alcoi, Alicante): 130, 132, 133 y 137.
Mentidas, Molió de les (Alelo de Malferit, Valencia): 132 y 133.
Meravelles, Cova de les (Gandia, Valencia): 40 y 582.
Meseta castellana: 366, 431 y 448.
Mesopotamia: 554.
Mesquita, La (Cuila, Castellón): 143.
Mezquitilla, Cerro de la (Málaga): 404 y 408.
Mijares, rio (Castellónl: Véase cMillars».
Milé.n (Lombardia, Italia): 579.
Millares, municipio (Valencia): 307 a 318; ----,Los (Santa Fe de Mond(ljar, Almena):
85, 89, 90, 92, 134, 140, 217 y 340.
Millars, no (Castellón): 501.
Mina, Abrigo del Poyo de la (Jaén): 322 y 338; - - d e Am.ondo (Puertollano, Ciudad Real) :
346; - - d e Petronila (Las Herrenas, Cuevas de Almanzora, Almena): 377 y 378.
Minas de Rfo Tinto, municipio (Huelva): 577.
Mingo Andrés, Torre de (Moclin, Granada): 334, 335 y 337.
Miramar, municipio (Valencia): 563.
Mirambel, municipio (Teruel): 590.
Moclln, municipio (Granada): 334, 335, 337 y 338.
Modesto, Mas de (Ares del Maestre, Castellónl: 284, 294 y 302.
Mogador (Marruecos): 403.
Mogente, municipio (Valencia): Vé,ase cMoixent».
Moixent, municipio (Valencia): 160, 161, 192, 434, 435, 458,477 a 481,484, 491, 510, 520
y 521.
Mola d' Agres, La (Agres, Alicante): 370; --Alta de Serelles (Alcoi, Alicante): 132 y 133;- - Remigia (Ares del Maestre, Castellón): 283 a 285, 294 a 296, 299, 300 y 303;-de Torre Amador, La (Les Ombnes, Cuila, Castellónl: 111, 141 y 143.
Molar, necrópolis del (San Fulgencio, Alicante): 433 a 435 y 448.
Molero, Abric del Mas de (Ares del Maestre, Castellónl: 285 y 294; - - - - , Barranc de
, Mas de (Ares del Maestre,
(Ares del Maestre, Castellón): 283, 285 y 294;
Castellónl: 284 y 285;
, Racó de (Ares del Maestre, Castellónl: 285 y 295.
deis Frares (Forcall, Castellónl: 254,
Moleta, La (Ares del Maestre, Castellón): 296;
255, 257 y 590.
Molinés, El (Borriol, Castellón): 132 y 133.
Molino, El (Sinarcas, Valencia): 434 y 436.
Molinos, Cueva de los (Jaén): 338.
Molins, Barranc deis (Ares del Maestre, Castellón): 294.
Mollet, monte (Vilafamés, Castellón): 573.
Molió de les Mentidas (Alelo de Malferit, Valencia): 132 y 133.
Monacbil, municipio (Granada): 253.
Monediére, La (Bessan, Hérault, Francia): 434 y 436.
Mongó, monte (Girona): 514.
Monreal de Atiza, municipio (Zaragoza): 458.
79
626 -
[page-n-634]
Mona Jovia, hoy Mongó (Girona): 514.
Montalbana, Ma.sies de la (Ares del Maestre, Cutell6n): 283 a 285.
Monte de A-do-Mealha-Nova (Ourique, Elijo Alentejo, Portugal): 409; ---,Casa del (Valdeganga, Albacete): 434 y 435; - - - Mollet (Vilafamés, Castellón): 573 ; - - - d o
Outeiro (.\juatrel, Beja, Blijo Alentejo, Portugal): 89.
Monteagudo (Murcia): 448.
Montealegre del Castillo, municipio (Albacete): 434 y 435.
Montefrlo, municipio (Granada): 85, 92, 335 y 337;
, necrópolis de (Montefrlo,
Granada): 335.
Montejlcar (Granada): 337.
Montgó, Cova del (Xébia, Alicante): 132, 133, 155, 156, 261 , 263 y 280.
Montoro, municipio (Córdoba): 343.
Montrotón, Contrafuerte Norte del (Yétova, Valencia): 132 y 133.
Montroy (Cuevas de Almanzora, Almerla): 364.
Montuenga, municipio (Soda): 267.
Morcones, Castillo de los (Bicorp, ·valencia): 603 y 605.
Morena, Sierra (Andalucia): 319, 331, 339, 341 y 343.
Moreras, Llano de las (Archena, Murcia): 448.
Moro, Cova del (Agres, Alicante): 255, 256, 258 y 263; - - , Tlijillo del (Casabermeja, Málaga): 185; --,un del (Alcol, Alicante): 132, 133, 160, 161 y 188.
Moros, Castillarejo de los (Andilla, Valencia): 132, 133, 136, 255 a 257, 260, 274, 278 y 366.
·
Mortorum, El (Cabanes, Castellónl: 132 y 133.
Mossen Sorell, Palau de (Valencia): 596.
de loa Palacios (Almagro,
Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real): 267 y 367 ;
Ciudad Real): 367;
de Santa Maria del Guadiana (Argama.si1la de Alba,
Ciudad Real): 369.
Moulln-Quignon-lés-Abbeville (Somme, Francia): 577.
, Garganta del (Solana del Pino, Ciudad Real):
Muerto, rlo (Archena, Murcia): 448;
343.
Muertos, Cueva de los (Enguera, Valencia): 588.
M\ijer, Cueva de la (Alhama, Granada): 577.
Mula, municipio (Murcia): 490, 491 , 495 y 519.
Muntanya Assol! (Alzira, Valencia): 224 y 246; - - - - del Castllll (Vallada, Valencia):
160 y 192.
Muntanyeta de Cabrera (Vedat, Torrent, Valencia): 132, 133, 160, 161 , 183, 255,256, 258,
de Carles (Corbera d' Alzfra, Valencia): 224 y
259, 274, 277 y 366;
247;
de Sant" Antoni (Oliva, Valencia): 561 a 574.
Muralla Noreste de Ampurias (La Escala, Glrona): 434 y 436.
Murcia, provincia: 302, 434, 436, 447 a 454, 490, 491 , 496, 610, 612, 619 y 687.
Murciélagos, Cueva de los (Zuberos, Córdoba): 332, 334, 337, 340 y 341.
Murcielaguina, Cueva (Priego, Córdoba): 337.
Murta, Vall de la (Alzira-Carcaixent, Valencia): 224.
Nano, Cova del Barranc del (Real de Gandia, Valencia): 110.
Népoles (Campania, Italia): 658 y 569.
Naú (Cuevas de Almanzora, Almarla): 374.
Navlijo, Sola del(Fuencaliente, Ciudad Real) : 343 y 366.
Navarra, provincia: 434, 436 y 489.
Navarrés, municipio (Valencia): 9 a 38, 83, 87, 89, 91, 110 a 112, 132, 133, 154, 160, 161,
182, 184, 185, 187, 188, 190, 191, 274, 308, 587, 589, 592 y 603.
Navarro, Cabeqo del (Ontlnyet, Valencia): 132, 133, 160, 161 y 184.
Necrópolis de las Corts (Ampurias, La Escala, Girona): 458;
Martl (Ampurias,
La Escala, Glrona): 523.
Negra, Cueva (Albalate del Anobispo, Terue)}: 269; - - - , Cova (X!tiva, Valencia): 10 y
582.
Negro, Prado (Iznalloz, Granada): 333.
- 626 -
[page-n-635]
Nexja, municipio (Málaga): 342; - - -, Cueva de (Nerja, MálAga): 342.
Nimrud (lrak): 554.
.
Nissan (Hérault, Francia): 456 a 458, 466, 490, 496 a 498, 500, 502, 503, 508 y 520.
Nola (Campania, Italia): 547.
Nou, Mas (Ares del Maestre, Castell6n): 154, 283, 284 y 294; - - de Bernabé, Mas (Tirig,
Castell6n): 434 y 436.
Oberaden (Alemania Occidental): 530.
Obulco, hoy Porcuna (Jaén): 459.
Ojallén, rlo (Ciudad Real): 344, 346 y 348.
Olius, municipio (Lleida): 434 y 436.
Oliva, municipio (Valencia): 10, 83, 96, 434, 435, 529 a 534, 536, 561 a 574 y 601.
Ollveretes, Les (Cullera, Valencia): 247.
Olocau, municipio (Valencia): 363.
Olontlgi, hoy GJbrale6n (Huelva): 495 y 506.
Ollerla, municipio (Valencia): 132, 133, 137 y 581.
Ombrlés, Les (Cuila, Castell6n): 111 , 141 y 143.
Onda, municipio (Castellón): 255 a 257, 263, 364 y 366.
Onoba, hoy el rlo GJbraleón (Huelva): 501.
Onteniente, municipio (Valencia): Véase cOntlnyent».
, Serrad'
Ontinyent, municlpio.(Valencia): 59 a 94, 132, 133, 160, 161 y 184;
(Valencia): 59.
Onuba, hoy Huelva: 501.
Or, Cova de 1' (Beniarrés, Alicante): 160, 161, 183, 281 , 299 y 303.
Orce, municipio (Granada): 253, 268, 269 y 369.
Oret, Cova de 1' (Rsllda, Castellón}: 132 y 133.
Orihuela, municipio (Alicante): 96, 132, 133, 137, 448, 582, 584, 587, 588 y 595; - - - -, Sierra de (Alicante): 587 y 588.
Orlola, La (Amposta, TlllTagona): 433, 434 y 436.
Orley, Punta de 1' (Vall d'Uxó, Castellón): ~4 a 466, 468 a 470, 490, 492, 495, 497, 500,
506, 508, 531, 533 y 535.
Oropesa, municipio (Castellón): Véase cOrpesa del Man.
Orpesa del Mar, municipio (Castellón): 254, 255 y 257; - - - la Valla (Orpesa del Mar,
Castellón): 254, 255 y 257.
Osma, municipio (Sorla): 434 y 436.
Ossonoba, hoy Estoy (Algarbe, Portugal): 501.
Otitlar, municipio (J aén): 319 a 342.
Oued Djerat, L' (Tassill-n-.t\iJer, Argelia): 554.
Ourlque (Biijo Alenuuo, Portugal): 409 y 410.
Ouro, Pedra do (Alenquer, Bstremadura, Portugal): 269.
Outeiro, Monte do (Aijustre, Beja, Blijo Alentejo, Portugal): 89.
Oxua (Asia): 405 y 406.
Pagllcci, Cueva de los (Rlgnano, Puglie, Italia): 49.
Pais ValenciA: 9 a 128, 130, 132 a 134, 136, 137, 140 a 258, 260 a 263, 265, 271, 274, 277
a 318, 329, 340, 361 a 371 , 403, 417 a 449, 455 a 461, 463 a 474, 476 a 486, 489 a
498, 500, 502, 503, 506 a 512, 514 a 521, 523, 525, 529 a 551, 655 y 560 a 608 ; - - Vasco: 263, 265, 267, 268 y 517.
Palacio de Knossos (Creta): 328.
Palacios, Motllla de los (Almagro, Ciudad Real): 367.
Palencia, rlo (Castellón): 598.
Palamós, municipio (Glrona): 532.
Palanqués, Cueva del (Navarrés, Valencia): 160, 161 y 187.
Palau de la Generalltat (Valencia): 555; - - de Mossen Sorell (Valencia): 596.
Palencia, provincia: 406 y 409.
Palma de Gand.fa, municipio (Valencia): 83, 96, 110, 111 , 132 y 133.
-
627 -
'
[page-n-636]
Palmela (Estremadura, Portugal): 109, 130, 136, 176, 183, 189 y 274.
Palomares (Cuevas de Almanzora, Almerla): 374.
Pandera, Cerro de la (Otiñar, Jaén): 320, 323 y 325.
Pardo, Cova d'En (Planes, Alicante): 83, 84, 160, 161, 186 y 281.
Paridera, Barranco de la (Millares, Valencia): 309.
Parls: 405, 524, 558 a 560, 577, 578, 589, 592 y 593.
Parpalló, Cova del (GandJa, Valencia): 39 a 58 y 582.
Partidor, Cova del (Banyeres, Alicante): 96, 110, 132, 133, 160, 161. y 184.
Parra de las Vegas, municipio de La (Cuenca): 267.
Parrilla, Arroyo (Jaén): 333.
Pascuala, Abrigo de la Selva (Villar del Humo, Cuenca): 316.
Pasico de San Pascual (Jumilla, Murcia): 434 y 436.
Pastor, Cova de (Aleo!, Alicante): 10.
Pastora, Cova de la (Alcoi, Alicante): 80, 82, 87, 90, 96, 110, 111, 114, 132 a 134, 160, 161,
184 y 186.
Patraix, barrio (Valencia): 599.
Peal de Becerro, municipio (Jaén): 434 y 435.
Pedra do Ouro (Alenquer, Estremadura, Portugal): 269.
Pedregal, Ereta del (Navarrés, Valencia): 83, 87, 89, 91, 110 a 112, 154, 160, 161, 182, 184,
190, 191, 274, 587, 589 y 603.
Pedrera, Cova de la (Banyeres, Alicante): 96;
, Sima de la (Benfcull, PollnyA del
1 Xt1quer, Valencia): 110, 130, 132, 133, 160, 161, 183, 187 y 189.
Pedriza, Sierra de la (Ciudad Real): 346.
Pedrizas del Cerro (Begis, Castellón): 132 y 133;
del Peñascal (Tózar, Moclin,
Granada): 337.
Penáguila, municipio (Alicante): 132 y 133.
Penlnsula Ibérica: 140, 190, 192, 253, 265, 268, 273, 339, 343, 403, 404, 408 a 410, 421,
422, 429 a 434, 476, 487, 525, 539, 559, 576 a 579, 681, 582 y 595.
Penya de l'Aguila (Oliva, Valencia): 561; - - - Banyé, Cova de la (Cocentalna, Alicante):
132 y 133; --Roja (Rótova, Valencia): 10 y 40.
Peña Cortada (Chelva, Valencia): 255 a 257; - - d e la Dueña (Teresa, Castell6n): 160, 161
.y 188; --Escrita (Fuencaliente, Ciudad Real): 343; --,Fuente de la (Jaén):
338; - - d e Hierro (Comares, Málaga): 269; --Rubia (Siete Aguas, Valencia):
95 y 97.
Pellas de Castro (Jaén): 333; - - - d e los Gitanos (Montefrio, Granada): 335 y 337.
Petlascal, Pedrizas del (Tózar, Moc.Un, Granada): 337.
PeMn Amarillo (Solana ael Pino, Ciudad Real): 343; - - - Covatillas (Solana del PiÍlo, ciudad Real): 343; - - de la Zorra (Villana, Alicante): 132 a 133.
Peralada, municipio (Girona): 433 a 436.
Perpignan (Pyrénées-Orientales, Francia): 469 y 524.
Pérsico, golfo (Asia): 554.
Petronila, Mina del (CUevas de Almanzora, Almerla): 377 y 378.
Petxina, Cova d.e la (Bellús, Valencia): 10.
Picaio (Requena, Valencia): 255, 256 y 258;
, Cova del (Sagunt, Valencia): 132 y
133.
Pico de los A,jos (Yétova, Valencia): 456, 468 a 470, 483 a 486, 517 y 520.
Pilas, municipio (Valencia): 563.
Pileta, Cueva de la (Benaojén, Málaga): 342.
Plnello, Barranc de (Ares del Maestre, Castellón):. 294.
Pinté, Cueva de la (Piñar, Granada): 334.
Plñar, municipio (Granada): 333, 334 y 341.
Pirineos aragoneses: 26;
catalanes: 507.
Piul, El (Madrid): 489.
Piuró del Barranc Fondo (Mazaleón, Teruel.l: 434, 436 y ~89.
- 628 -
[page-n-637]
Pla, Mula dellAranyuel, Cutellón): 434y436;- de !'Are (Llúia, Valencia): 598; de
Corbera, partida (Alzlra, Valencia): 223; - - Roig, Cova del lBanyeres, Alicante): 132
y 133.
Planell sobre la Cova Fosca lAres del Maestre, Castellónl: 282.
Planes, municipio (Alicante): 83, 84, 160, 161, 186 y 281.
Plato, Cueva dellCastillo de Locubin, Jaén): 325, 332, 334, 337 y 338; - - - , - -- - (Otiftar, Jaén): 320 a 323, 325, 338 y 340.
Playamonte (Navarrés, Valencia): 9.
Pollnyi\ del Xllquer, municipio lValencia): 110, 130, 132, 133, 160, 161 , 183, 187 y 189.
Porcuna, municipio (Jaén): 459.
Porcs. Cova deis (Real de Gandia, Valencia): 40.
Porquet, Castellet del (Oilerfa, Valencia): 132, 133, 137 y 581.
Portugal: 84 a 86, 89, 92, 109, 112, 130, 136, 176, 183, 189,217, 269,274,408 a 410, 449,
490, 501 y 513.
Pou, Cova del (Cocentalna, Alicante): 132 y 133; - - d'En Traver, Barranc del (Ares del
Maestre, Castellón): 294.
Poyo de la Mina, Abrigo del lJaénl: 322 y 338.
Prado Negro llznalloz, Granada): 333 y 339.
Priego, municipio lC6rdoba): 337.
Promontorf de l'Aigua Doll;a y Salé. lElx, Alicante): 197 a 222.
Propios, Sierra de (Jaén): 333.
Pu«;ol, municipio (Valencia): 599
Puente de Congosto, municipio (Salamanca): 267, 406 y 409;
de la Sierra lJaén):
323.
Puerto Calero (Solana del Pino, Ciudad Real): 343.
Puertollano, municipio (Ciudad Real): 343 a 360.
Puglie (Italia): 49.
Puig. municipio de El (Valencia) : Véase «El Puig»; - - , EllAlcoy, Alicante): 434 y 435; -. El (Benicarl6, Castellónl: 434 y 435; - - d'En Canals (Sóller, Mallorca): 270.
Punta de I'ArenallXébia, Alicante): 534, 537 y 538 ; - - d e I'Orley (Vall d'Uxó, Caste- ·
llón): 464 a 466, 468 a 47Q, 49Q, 49~. 49~. 497, 500, 606, 508, 533 , y 535.
Puntal, El (Salinas, Alicante): 434 y 435;
de l'Ag(lela (Corbera d'Alzira-Llaurf, va:
leocia): 224 y 247;
de C8mln {VD)ar del Arzot:apo, Valeocla); 366; - - de los Carniceros (Villena, Alicante): 132, 133, 255, 256 y 261 ;
sobre la
Rambla Castellarda (Lliria, Valencia): 112, 160, 161, 190, 255, 256, 258 y 271.
Puntalet, El (Lliria, Valencia): 361 , 362 y 371.
Pylos lGrecia): 328.
Pyrénées-Orientales, departamento (Francia): 469, 507 y 524.
Quesa, municipio (Valencia): 308.
Qulebrlijano, Embalse de (Jaén): 323; - - - - - - . rlo (Jaén): 320 a 322, 325 y 333.
Rabosea, Cova del Barrene de les (Alboci\sser, Castellón): 96; - - -. Muntanya de les
(Albalat deis Tarongers, Valencia): 132, 133, 160, 161 y 188.
Racó de Molero (Ares del Maestre, Castellón): 285 y 295.
Rafalcald, partida de (Daimlls, Valencia): 532 a 534 y 537.
Rafelbunyol, municipio (Valencia): 130, 132, 133 y 137.
Rafelcofer, municipio (Valencia): 601.
Ráfol d'Almunia, municipio (Alicante): 132 y 133; - - - - , enterramiento
(Réfol d'Almunia, Alicante): 132 y 133. ·
Raidón, monte (Siete Aguas, Valencia): 97.
Rambla de las Callas (Millares, Valencia): 313 ;
Carbonera lAres del Maestre, CasteDónl: 283 a 285, 294 y 302;
Castellarda, Puntal sobre la lLliria, Valencia):
112, 160, 161, 190, 255, 256, 258 y 271 ;
de la Vallesa lSlete Aguas, Valencia): 95 y 113.
Ratea Penaes, Cova de les (Rótova, Valencia): 40.
- 629-
[page-n-638]
Ratetes, Cova de les (Corbera d'Al.zira, Valencia): 224.
Real, Campo (Carmona, Sevilla): 188; - -, Cerro del (Galera, Granada): 253; - - de
Gandfa, municipio (Valencia): 40, llO, 160, 161 y 184; - - de Montroi, municipio
(Valencia): 574.
Rebolcat, Bl (Alcoi, Alicante): 132 y 133.
Rebollar, aldea (Requena, Valencia): 255, 256 y 258.
Recambra, Cova de la (Gandfa, Valencia): 96, 132, 133, 160, 161 , 183 y 184.
, Cerro (Archena, MurRedondo, Cabezo (Villana, Alicante): 132, 133, 137 y 253;
cia): 448.
Reliquia, Cova de la (Banyeres, Alicante): 90, 96 y 132 a 134.
Remigia, Cingle de la Mola (Ares del Maestre, Castellónl: 283, 285, 294 a 296, 299, 300 y
303;
, Cova (Ares del Maestre, Castellón): 283, 284, 294 a 297, 299 a 301 y
303;
, Mola (Ares del Maestre, Castellón): 284.
Remoulins (Gard, Francia): 284.
Requena, municipio (Valencia): 255, 256 y 258.
RhOne, departamento (Francia): 561.
Ribera, Cova de (Cullera, Valencia): 90, llO, 132 a 134, 160, 161 , 182 y 186.
Rignano (Puglle, Italia): 49.
Rincón, Bl (Anna, Valencia): 160, 161 y 184.
Riner. municipio (lJeida): 265.
Rfo Tinto: Véase c:Minas de Rfo Tintoll.
Riparo Tagllente (Stallavena, Verona, Italia): 54.
Roca, Cueva de (Orlhuela, Alicante): 96, 582, 584, 587 y 588.
Rocafort, municipio (Valencia): 132 y 133;
, Cova de (Rocafort, Valencia): 132 y
133.
Roig, Cova del Pla (Banyeres, Alic.ante): 132 y 133.
Roja, Cova (Bl Manyt, Benassal, Castellón): 141, 144 y 154; - - , - - (Ares del Maestre,
Castellón): 302 ; - - , Penya (Rótova, Valencia): 10 y 40.
Rojales, municipio (Alicante): 448.
Roma: 529, 531, 551, 555, 584 y 586.
Roqueta de la Trona (Ares del M.a estre, Castellónl: 283, 285, 294 y 296.
Rossell, municipio (Castellón): 132 y 133.
Rosaelló (Francia): 524;
• Castell (Perpignan, Pyrénées-Orlentales, Francia): 524.
Rótova, municipio {Valencia): 10 y 40.
Rubia, Peda (Sie~ Aguas, Valencia): 95 y 97.
Ruscino (Perpignan, Pyrénées-Orlentales, Francia): 469.
Sabinar, necrópolis del (Montuenga, Sorla): 267.
Sacro Convento de Calatrava {Ciudad Real): 344.
Safor, comarca (Valencia): 10, 39 a 58, 83, 96, 110, 111, 132, 133, 160, 161, 183, 184, 434,
435, 529 a 534, 536, 537, 561 a 574, 582, 601 y 602.
.
Sagra, La {Huesca): 25.
Sagunt, municipio (Valencia): 132, 133, 160, 161, 188, 456, 457, 497, 498, 600, 515, 525,
531 a 533, 535, 587 y 597.
·
Sabara (Argelia): 554.
Salamanca, ciudad y provincia: 267, 406, 409 y 475.
Salamina (Grecia): 410.
Salduba, hoy Zaragoza: 601.
Salduie: Véase cSaldubu.
Salem, municipio (Valencia): 132 y 133.
Salinas, municipio (Alicante): 434 y 435.
Salp&triére, Cueva de la {Remoulins, Gard, Francia): 49.
Salt, Cova del (Alcoi, Alicante): 10.
Saltadora, Cova (Coves de Vinromé, Castellón): 297, 300 y 301.
- 630 -
[page-n-639]
Saltigi, hoy Chinchilla de Monte Aragón (Albacete): 495, 501 y 506.
San Antón, necrópolis de (Orlhuela, Allcantel: 132, 133, 137, 584, 587 y 588; - - Antonio
(Calaceite, Teruel): 434 y 436; Pulgencio, municipio (Alicante): 433 a 435 y 448 ;
---José, Cerro de (Alcalá la Real, Jaén): 334 y 337;- Miguel, Cerro de (IJfrla, Valencia): 361 a 371, 432, 434, 436, 455 a 461 , 468, 470, 495, 500, 503, 506, 509, 510,
512, 515, 516, 519 y 520;- PucuaL Puicode(Jumilla, Murcia): 434y 436; Pedro (Huelva): 268 y 269; Roque, municipio (Cédiz): 5~5.
Sanchorreja, municipio (Avila): 406 y 409.
__
.
Sant Antoni, Caatellet de (Oliva, Valencia): 561 a 574;
, Muntanyeta de (Olí- ·
va, Valencia): 561 a 574;
, partida de (Oliva, Valencia): 561 y 563; -Miquel, Tossal de (JJlria, Valencia): 361 a 371 , 432, 434, 436, 455 a 461.468, 470,
495, 500, 603, 506, 509, 510, 512, 515, 516, 519 y 520;
, Convento de
(LUria, Valencia): 363; - de Sorba (Solaona, Lleida): 434 y 436; - Nicolau, Cova de (Ollerfa, Valencia): 581; - - Pau, Caserfo (Albocésser, Castellón):
144; - - Vicent de Montalt, municipio (Barcelona): 632.
Santa, Cova (Font de la Figuera, Valencia): 110, 132, 133 y 137 ; ---,--(Vallada,
Valencia): 169 a 196; - - - Ana, Hoya de (Chinchilla, Albacete): 434 y 436; - - Fé de Mondt\jar, municipio (Almeria): 85, 89, 90, 92, 134, 140, 217 y 34.0; - Maria del Guadiana, motilla de (Argamasilla de Alba, Ciudad Real): 369.
Santander, provincia: 578.
Santes, Les (Cabanes, Caatellónl: 281.
Santiago de Compostela (La Corufla): 514 y 583.
Santillana del Mar, municipio (Santander): 578.
Santisteban del Puerto, municipio (Jaén): 485 y 519.
Sardes (Turquia): 554.
Sarga, Coves de la (Alcoi, Alicante): 302.
Sana, Cova de la (Bocairent, Valencia): 83, 160, 161 y 186.
Sano, Cova de la Fonteta de (Crevillent, Alicante): 132 y 133.
Seda, Cova de la (Caatelló, Castell6n): 281.
Segovia, provincia: 267.
Segura, rfo (Alicante-Murcia): 447 y 448;
, Sierra de (Ja6n): 332;
, Comarca del Blijo (Alicante): 96, .132, 133, 137, 160, 161 , 186, 433 a 435, 448, 582, 584,
587, 688 y 595;
de la Sierra, municipio (Ja6n): 319, 332 y 510.
Selva Pascuala, Abrigo de la (Villar del Humo, Cuenca): 316.
Serp, Cova de la (Banyeres, Alicante): 96 y 111.
Serradas Baótaa (Carenque, Belaa, Bstremadura, Portugal): 269 ; - - - Grossa (Alicante):
132, 133, 160, 161 , 189, 274 y 366; - (Valencia): 160; - - - d'Ontinyent (Valencia): 69.
Serratella, municipio (Caatellón): 132, 133, 160, 161 y 184.
Serreta, La (Alcoi, Allcente): 434, 435, 466, 468, 476, 479 a 482, 484, 490, 491. 493, 495,
496, 600, 504, 510 a 512, 614, 615 y 617 a 520.
Setetllla (Lora del Rio, Sevilla): 405 y 409.
Sevilla, provincia: 188, 403, 405, 408, 409, 495, 601. 606, 678 y 680.
Sidamunt, municipio (Lleidal: 434 y 436.
Sierra Almagrera (Allcante-Murcia-Almeria): 587;
de Calatrava (Ciudad Real): 344
y 346;
del Castillo (Chinchón, Ciudad Real): 343;
de Cazarla
(Jaén): 442;
de Jabalcuz (Jaén): 333;
Mágina (Jaén): 333; - - Martilla (Loja, Granada): 335;
Morena (Andaluda): 319, 331, 339, 341 y
343;
de Orlhuela (Alicante): 587 y 588;
de la Pedriza (Ciudad
Real): 346;
de los Propios (Jaén): 333; - - - de Segura (Jaén): 332.
Sierras Suhbéticaa (Andalucia): 319, 320, 323, 327 a 333, 337, 339 y 341.
Siete Aguas, municipio (Valencia): 95 a 127.
Sima de la Pedrera (Benicull, Polinyll delXúquer, Valencia): 110, 130, 132, 133, 160, 161 ,
183, 187 y 189; - - Simarro (Ibi, Alicante): 255, 256 y 261.
Simarro, Sima (lbi, Alicante): 255, 256 y 261.
Sinarcas, municipio (Valencia): 434, 436, 458, 466 y 483.
- 631 -
[page-n-640]
Soi, Cova del (Banyeres, Alicante): 96, 110, 111, 132, 133, 160, 161 y 184.
Solacueva, Cueva de (Jócano, Alaval: 265.
Solaig, Muntanya del (BetJd, Castellón): 468, 48.2 . 489, 490, 496 a 498, 502, 508 y 515.
Solana, Hornillo de la (Moclfn, Granad- ): 337; ----deL' AlmUOOc, Cova de la (Oliva, Vaa
lencia): 83 y 96;
del N&VIÚO (Fuencaliente, Ciudad Real): 343 y 356; - - -del Pino, municipio (Ciudad Real): 343· y 344.
Soles, Cueva de los (Jaén): 322 y 338.
Solivella, La (Alcalá de Xivert, Castellón): 403, 426, 429, 433, 434 y 436.
Sóller, municipio (Mallorca): 270.
Solsona, municipio (Lleida): 434 y 436.
Somme, departamento (Francia): 576 y 577.
Sorba, Sant Miquel de (Solsona, Lleida): 434 y 436.
Soria, provincia: 267, 343, 434 y 436.
Sosintfgi, ciudad antigua cerca de Alcaudete (Jaén): 495 y 506.
Soterraña, Cueva (El Rebollar, Requena, Valencia): 255, 256 y 258.
Sou, Cova del (Vilavella, Castellón): 255 y 257.
Stallavena (Verona, Italia): 54.
Subbéticas, Sierras (Andalucfa): 319, 320, 323, 327 a 333, 337, 339 y 341.
Suiza: 557, 559 y 578.
Sureste español: 84, 92, 140, 269, 336, 338 a 341, 343, 366, 373, 476, 483 y 504.
Tajillo del Moro (Casabermeja, Málaga): 185.
Tagliente, Riparo (Stallavena, Verona, Italia): 54.
Tarongers, Barranc deis (Ontinyent, Valencia): 59.
Tarragona, ciudad y provincia: 25, 26, 265, 268, 433, 434, 436, 457, 466 y 578.
Tarrassos (Vallada, Valencia): 601.
Tartareu (Lleida): 265.
Tartessos (Andalucfal: 499.
Tassili-n-Ajjer (Argelia): 554.
Tavernes de Valldigna, municipio (Valencia): 10, 132 y 133.
Teherán (Irán): 560.
Tejado, municipio de El (Salamanca): 267, 406 y 409.
Templo de Asldepios (Ampurias, La Escala, Gironal: 458;
de Venus (Almenara,
Castellón): 597.
Tenalles, Tossal de les (Sidamunt, Lleida): 434 y 436.
Ter, rfo (Girona): 518.
Teresa, muW.clpio (Castellón): 160, 161 y 188.
Terlinques (Villena, Alicante) : 132, 133, 160, 161 y 189.
Terrerosa, Í.a (Barxeta, Valencia): 246.
Teruel, provincia: 11, 26, 40, 256, 267, 269, 434, 436, 456, 458, 469, 489, 490, 500, 502,
513, 520 y 590.
Teular, Cova del (Alcoi, Alicante): 10.
Ticer, actual rfo Ter (Girona): 518.
Ticfs, actual rfo Ter (Girona): 518.
Tirao, El (Borriana, Castellón): 281.
Tirfg, municipio (Castellón): 300, 301, 434, 436 y 507.
Tfo Plo, Cabezo del (Archena, Murcia): 447 a 454.
Tlvissa. municipio (Tarragona): 265, 268, 457 y 466.
Torcón, El (Herencia, Ciudad Real): 343.
·
Toris, municipio (Valencia): 434, 435, 590 y 591.
Torraza, La (Valtierra, Navarra): 434 y 436.
Torre Amador, La Mola de (Les Ombrfes, Culla, Castellón): 111, 141 y 143; - - - Bufilla
(Bétera, Valencia) : 571,--- del Campo, municipio (Jaén): 336; - - - d'En Bessara, municipio Castellón): 144; - - - d e Foios (Llucena, Castellón): 370; - - - d e
les Maqanes, municipio (Alicante): 82, 96, 132, 133, 160, 161 y 183; ---del Mal
- 632
[page-n-641]
Paso (Cutellnovo, Caatellónl: 83, 84, 96, 110, 160, 161, 185, 187 y 281 ; - - d e
M.lngo Andris (Moclfn. Granada): 334, 335 v 337.
Torreiglesiaa, mumctpio (Segovia): 267.
Torrelló, Rl (Onda, Caatellón): 255 a 257, 263, 364 y 366.
Torremanzanaa, municipio (Alicante): Véase «Torre de les MaQaneu.
Torrent, municipio (Valencia): 132, 133, 160, 161, 183, 188, 255 a 258, 274, 277 y 366.
Torres, municipio (Jaén): 336.
Torreta, La (Llúia, Valencia): 361 , 362 y 370.
Torrianacio (Viterbo, Lacio, Italia): 271.
T088al de la BotifaJTa (Vall d'Uxó, Caatellón): 132 y 133 ; ---del Caatellet (Caatelló, Castellónl: 132 y 133 ; - - - d e SantMiquel(LUrla, Valencia): 361 a 371 , 432,434,436,
455 a 461, 468, 470, 495, 500, 503, 509, 510, 512, 515, 516, 519 y 520 ; - - d e
les Tenalles (Sidamunt. Lleida): 434 v 436.
Tous, municipio (Valencia): 308.
Tózar (Moclin, Granada): 335 y 337.
Turfs, municipio (Valencia). Véase «Torio.
Traver, BaJTanc del Pou d'En (Ares del Maestre, Castellón) : 294.
Trona, Roaueta de la (Ares del Maestre. Castellón): 283, 285, 294 y 296.
Tugia (Peal de Becerro, Jaén): 434 y 435.
'T'tínez: 646, 563, 567 y 559.
Turla, rfo: 11, 40, 362, 539 y 585.
Turquía: 554, 655 y 560.
Uduba, hoy rfo Millars (Cutellón): 601.
Ull del Moro (Alcoi, Alicante): 132, 133, 160, 161 y 188.
Ullals, Partida dels (Denia, Alicante): 584.
Ullastret, municipio (Girona): 469, 485, 490, 491, 495, 506, 517 y 521.
Umbrfa de Carlas, Abric de 1' (Corbera d'Alzira, Valencia): 10 y 224.
Unión, municipio de La (Murcia): 449.
Urci, ciudad antigua cerca de Almena: 504, 512 y 514.
Valdeganga, municipio (Albacetel: 434 y 435.
Valdepeflaa, Valle de (Jaén): 323.
Val,ucia, capital: 10, 11, 24, 25, 39, 60, 96, 129, 142, 159, 225, 251, 257, 258, 307, 361 a
363, 417, 426, 429,447,455, 463, 490,523, 529 a 551, 555, 560,564, 571 y 574 a
608; - - - , provincia: 9 a 128, 130, 132 a 134, 136, 137, 142, 154, 169 a 196, 223
a 252, 255 a 258, 260, 262, 271, 274, 277 a 279, 281, 297, 299, 302, 307 a 318, 329,
361 a 371, 417,426, 429,432, 434 a 436, 447, 455 a 461, 463 a 474, 477 a 486,490,
493,495 a 498, 600,502, 506, 607, 509, 510, 512, 515 a 517, 519 a 521 , 623, 525,
529 a 537, 539 a 561, 666 y 560 a 608.
Valentia, hoy Valencia: 539 a 551, 565 y 586.
Valtierra, municipio (NavaJTa): 434 y 436.
Vall d' Algües Vives (Alzira-Carcaixent, Valencia): 224; - - d' Albaida, comarca (Valencia):
10, 59 a 94, 96, 110, 111 , 132, 133, 137, 160, 161, 184, 186 a 188,581 y 699; - d' Arán (Lleida): 490; - - - d e Bocairent (Valencia): 5 9 ; - - de la Cassella (Alzira,
Valencia): 224; - - d'Ebo, municipio (Alicante): 132, 133, 160, 161 , 186 y 187;- de la Gasulla (Ares del Maestre, Castellón): 294; - - de la Murta (Alzira, Valencia): 224; - - d'Uxó, municipio (Castellón): 96, 132, 133, 281 , 464 a 466, 468 a
470, 490, 492, 495, 497, 500, 506, 508, 531, 533 y 536.
Vallada, municipio (Valencia): 159 a 196 y 601.
Valladolid, provincia: 406.
Valle de Valdepedaa (Jaén): 323.
Vallesa, Caserfo de La (Siete Aguas, Valencia): 95 y 97;
, Rambla de la (Siete
Aguas, Valencia): 95 y 113.
Valltorta, BaJTanc de la (AibocAsser-Tirig-Coves de Vinromé, Castellón): 300 y 301.
- 633 80
[page-n-642]
Vaquera, Cueva de la (Torreiglesias, Segovial: 267.
Vedat, Cova del (Torrent, Valencia): 183 y 188; - --. partida de El (Torrent, Valencia):
132, 133, 160, 161 , 183, 188, 255 a 259, 274, 277 y 366.
Veleta, Cerro (Jaén): 322, 333, 335 y 338.
Vell, Grau (Sagunt, Valencia): 531.
Venus. Templo de (Almenara, Castell6n): 597.
Verdolay, municipio (Murcia): 448.
Vareas, Cueva de las (Moclin, Granada): 337.
Vereda, Casa de la (Otillar, Jaén): 323.
Vernissa, Cova del Carassol de (Xé.tiva, Valencia): 96 y 111.
Varona (Italia): 54.
Vila Nova de San Pedro (Azambtija, Eatremadura, Portugal): 217.
Villa Filomena (Vila-real. Castell6n): 160, 161 , 187 y 188.
Vilafamés, municipio (Castell6nl: 573.
Vilafranca, municipio (Castell6n): 132, 133, 252, 254 a 257, 261, 265, 271, 274, 280, 281,
283, 364 y 366.
Vilallonga, municipio (Valencia): 601.
Vilamarxant, municipio (Valencia): 363 y 598.
Vila-real, municipio (Castell6n): 160, 161, 187 y 188.
Vilarrojes. Barranc de (Ares del Maestre, Castell6nl: 294.
Vilavella, municipio (Castell6n): 255 a 257.
Villalobos (Alcalá la Real, Jaén): 337.
Villar del Arzobispo, municipio (Valencia): 366 y 598;
del Humo, municipio (Cuenca): 316;
del Pozo, municipio (Ciudad Real): 346.
Villares, Los (Andt\jar, Jaén): 504 y 514;
,(Caudete de las Puentes, Valencia) : 370, 463 a 474, 482, 490, 493, 502 y 520.
Villarlcos, (Cuevas de Almanzora, Almerial: 373 a 416, 434 y 435.
Villena, municipio (Alicante): 10, 96, 111, 132, 133, 136, 137, 160, 161 , 189, 253, 255,
256 y 261.
Villevieille (Gard, Francia): 270.
Vinalopó, rfo (Alicante): 197; - - - -.• Comarca del Alto (Alicante): 10, 96, 111 , 132,
133, 136, 137, 140, 160, 161, 189, 253, 255, 256, 261 , 434 y 435.
Vinarragell (Borriana, Castell6n): 370.
Vindoniasa (Brugg, Suiza): 557 y 559.
Vintiuitena, Alteret de la (Albalat de la Ribera, Valencia): 434 y 435.
Virgen, Arenal de la (Villana, Alicante): 111 ;
, Cerro de la (Orce, Granada): 253,
268, 269 y 369.
V.lsera, Cantos de la (Yecla, Murcia}: 302.
Viterbo (Lacio, Italia): 271.
Volcán del Paro, Cova del (Cullera. Valencia): 223.
Vucedol (Yugoslavia): 271.
Westfalla (Alemania Occidental): 530. 532 y 533.
Xabeg6, Cova del Barranc del (Alzira, Valencia): 224.
Xé.hla, munlcl¡io (Alicante): 83, 132, 133, 255, 256, 261, 263, 280, 533, 534, 537 y 538.
Xarta, Cova del Barranc de (Carcaixent, Valencia): 132, 133 y 224.
XAtiva, municipio (Valencia): 10, 11, .96, 111, 539, 582, 600 y 601.
Xúquer, rfo: 11, 40, 86, 140, 224, 308 y 309.
Yátova, municipio (Valeocia): 132, 133, 466, 468 a 470, 483 a 486, 517 y 520.
Yecla, municipio (Murcia): 302.
Yugoeslavia: 271 y 543.
Zalamea de la Sierra, municipio
Zama (Túnez): 546.
(Bad~Uozl :
495 y 506.
634 -
[page-n-643]
Zaragoza, ciudad y provincia: 458, 496 y 501.
Zorra, PeAón de la (Villana, Alicante): 132 y 133.
Zom~ta, La (Moclin, Granada): 335.
Zuheros, municipio (Córdoba): 332, 334, 337, 340 y 341.
-
636-
[page-n-644]
[page-n-645]
INDICE DE PERSONAS Y ENTIDADES
Academia de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia: 593 ;
Española de Bellas Artes de Roma: 584;
Médico-Escolar de Valencia : 583.
Acosta Martfnez, Pilar: 320, 327, 332 y 339.
Agostf, Julio: 417 y 426.
Agrícola: 543.
Agullera y Gamboa, Marqués de Cerralbo, Enrique: 267 y 433.
Ahio, Terencio: 586.
Albalat, Condes de: 596.
Albertini, Eugéne: 591.
Alcácer Grau, José: 136, 185, 256, 302, 336, 370 y 597.
Alejandro Magno: 555.
Alíoldy, Géza: 590.
Alfonso XII, rey: 592.
Ali-ben-Yusuf: 586.
Al-Kádir: 586.
Alloza Agut, Leandro: 584.
Almagro Basch, Martín: 89, 297, 317, 373, 430, 458, 488 a 490, 492, 493, 498, 502, 509,
517, 518 y 594.
Almagro Gorbea, Maria José: 86 y 89.
Almagro Gorbea, Martín: 49, 296, 367, 373 y 50 1.
Al-Mamún: 586.
Al-Mansur: 586.
Almarche Vázquez, Francisco: 433 y 579.
Al.miñana Borrull, Francesc: 533.
Almohell.a Gallego, M.: 342.
Al-Mutháffir: 586.
Altuna Echave, Jesl1s: 185.
Alvado Pérez, Juan: 417.
Alves Dfaz, M. Manuela: 403 y 410.
Anás: 544.
Andrade, Ruy d': 45.
Andújar Senfs, Juan: 579.
Aníbal Barca: 546 y 547.
Antfoco: 555.
Antón Bemet, Gabrlela: 239 y 247.
- 637 -
[page-n-646]
Aparicio Pérez, José: 9 a 58, 83, 84, 95, 110 a 112, 114, 130, 137, 247, 253, 256, 258, 273,
281 , 299, 302, 317. 578, 589 y 603.
Apellá.niz Castroviejo, Juan Maria: 253, 265 y 268.
Apolo: 513 y 518.
Apuleyo: 548.
Aranegui Gaseó, Carmen: 529 a 538.
Arcelin, Patrice: 529.
Archivo General del Reino, Valencia: 584.
Arévalo Baca, José: 583.
Arias, José Maria: 602.
Arnal Jean: 252 y 364.
Arribas Palau, Antonio: 85. 89, 92, 188 a 190, 253, 269, 335 y 337.
Arrufat Mollna, Enrique: 17.
Arteaga Matute, Oswaldo: 269.
Asociación Artístico-Arqueológica Barcelonesa: 578.
Asquerino Femández. Maria Dolores: 83 y 334.
Astruc. Miriam: 377, 403 y 404.
Aten.eo Cientf.flco y Literario de Valencia: 583.
Atrián Jordán, Purlficación: 256, 261 y 266.
Augusto: 529 y 533.
Ayuntamiento de Altea: 417;
de Valencia: 593.
Azk~~e. Resurrección Maria de: 493, 505, 506, 517 y 521.
Baco: 555.
Badal Garcia, Ernestina: 99.
Bahr, G.: 497, 502, 504, 505, 510 y 518.
Ballester Tormo, Isidro: 80, 82, 86, 90, 92, 130, 134, 370, 371, 455 y 595.
Ballesteros Gaibrois, Manuel: 595.
BarandJarán Maestu, Ignacio: 42, 45 y 52.
Barceló Torres, Maria del Carmen: 256 y 595.
Bardaviu, Vicente: 267.
Bardillo: 549.
Barreda Tena, Federico: 282.
Bassols, M.: 542 y 544.
Buzana, Andri: 561 a 674.
Beazley, John Davidson: 451.
Becatti, Giovanni: 405.
Belda Dominguez, José: 82.
Belda Navarro, C.: 451.
Belenos, dios céltico: 513.
Beltrán Uorls, Francisco: 597 y 598.
Beltrán Uoris, Miguel: 328.
Beltrán Martinez, Antonio: 54, 295 a 297, 313, 316, 317, 339 a 341, 490, 491. 502, 510,
515, 516 y 594. .
Beltrán Villagrasa, Pío: 491, 507, 510, 515, 520 a 522 y 551.
BerdJchewsky Scher, Bernardo: 336.
Bergbe, Louis Venden: 405.
Bergua Camón, Jes\ls: 491.
Bemabeu Aubán, Joan: 59 a 94, 109, 182 y 307 a 318.
Bemabó Brea, Luigi: 271 y 328.
Bernier Luque, Juan: 320, 332, 337 y 339.
Beuter, Pera Antoni: 540, 575 y 580.
Biblioteca Universitaria de Valencia: 593.
Blanca, Beatriz: 137 y 340.
Blanco Preijeiro, Antonio: 336.
Blanchard, Jacques: 46.
- 638-
[page-n-647]
Blay Garcfa, Francisco: 99.
Blázquez Martfnez, José Maria: 405, 507, 508, 511 y 513.
Boessneck, Joachlm: 253 y 282.
Bol.x, José Manuel: 197.
Bol.x Ricarte, Vicente: 540 y 584.
Bolmos, Pascual: 197.
Bonet 581\iuén, José: 91.
Bonsor, George Edward: 403 y 405.
Boscé Casesnoves, Eduardo : 583.
Bosch Glmpera, Pere: 265, 332, 421, 430, 431, 435 y 487.
Botfa Puerta, Juan: 95, 97, 99 y 100.
Bottéro, J .: 554.
Boucher de Cn\vecoeur de Perthes, Jacques: 576 y 577.
Boucher de Perthes, Jacques: Véase cBoucher de Cn\vecoeur de Perthes, JacquesJt.
Breull, Henri: 48, 53, 296, 300, 319, 339, 342 y 356.
Britlsh Museum of London: Véase «Museo Briténlco».
Broca, Paul: 124, 126, 578 y 592.
Broseta Prades, Maria José: 113 y 119 a 127.
Brunet Ballet, José: 592.
Brutus, Iunlus: 539.
Buffon, Conde de: Véase «Leclerc, Conde de Buffon, Georges-Louis».
Bullón, José Antonlo: 342.
Burkltt, MUes C.: 356.
Busk, George: 576.
Caballar, Maria J .: 523.
Caballero Infante, Francisco: 580.
Cabré Agulló, Juan: 301, 328, 489, 490, 500, 502, 513, 520 y 605.
Céceres, Marqués de: 598.
Caifés: 544.
Calatrava, Orden de: 344.
Callender, M. H.: 531.
Campaner Fuertes, Alvaro: 580 y 584.
Campoamor Vila, Francisco: 159.
Cardona Miralles, Salvador: 526.
Caro Baroja, Julio: 458, 502 a 504, 509, 510, 514 y 515.
Carrasco Rus, Javier: 319 a 343.
Carriazo Arroquia, Juan de la Mata: 405.
Cartallhac, Emile: 578, 579 y 594.
Casado López, Maria Pilar: 45 y 54.
Casanova Ciurana, Peregrln: 582 y 583.
Casanova Vmó, Vicente: 84.
Cassano, Selene. M.: 271.
Castañeda Navarro, P.: 319 a 342.
Castillo Yurrita, Alberto del: 265.
Catling, Héctor V.: 410.
Cavalier, Madeleine: 271.
Cavanilles, Antonlo Joseph: 676.
Centre d'Estudis ContestaDa, Cocentaina: 318 y 370.
Centro de Numlsméticos, Valencia: 581.
Ceplon. Quinto Servilla: 546.
Cerdé, Alejandro: 580 y 585.
Cerralbo, Marqués de: Véase IAguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo, Enrique det.
Cervera, Amella: 282.
César, Julio: 625, 641 a 645 y 648.
Cicerón, Marco Tullio: 541, 544, 549 y 550.
- 639
[page-n-648]
Cintas, Pierre: 403.
Circulo Numismático de Sevilla: 580.
Ciro: 554.
Claustras, Georges: 523.
'Climent, Salvador: 561 a 574.
Codera y Zaldin, Francisco: 584.
Coffyn, André: 422.
Colección Navarro Rubio, Xllbia: 533.
Colegio de Corpus Christi, Valencia: 593 ; - - - - Nacional Francisco Franco, de Al:
zlra: 225.
Collantes de Terán, F. : 580.
Colls, Dall: 530 y 532.
Comisión de Geología Industrial, Madrid: 577; - - - - de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Madrid: 595;
Provincial de Monumentos, Valencia:
693 y 596.
Conde de LumJares: Véase cValcárcel Pio de Saboya, Conde de Lumiares, Antonio de».
Congreso de Historia del País Valenciano, Primer: 48.
Congresos Internacionales de Antropologia y Arqueología Prehistórica: 578.
Consejo Superior de Investigaciones Cientlficas, ,Madrid: 23 y 24.
Coranio, Lucio: 586.
Corchón Rodriguez, Maria Soledad: 45.
Corominas, Joan: 504, 505 y 507.
Corral Maurel: 337.
Correia, Vergilio: 410.
Cortés y López, Miguel: 590.
Costales, F. F.: 247.
Creso: 554.
Cruilles, Marqués d.e : 599.
Cuadrado Diaz, Emeterio: 421, 433, 490, 491, '.-9f' y 516.
Chabás U orens, Roque: 591, 592, 594, 601 y 602.
Chabret Fraga, Antonio: 457 y 598.
Chicote Utiel, Miguel: 336.
Chintlla: 586.
Chocomeli Galán, José: 589 y 603.
Dams, Lya R.: 342.
Daremberg, Ch.: 560.
Darwin, Charles Robert: 576, 582 y 583.
Dauzat, Albert: 503.
Davldson, Iafn: 42.
Debón Tarin, Consuelo: 99.
Decker, Karl Viktor: 271.
Delgado, Antonio: 580 y 581.
Deneuve, Jean: 559.
Departamento Anatómico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia: 119; - - - - - - de Arqueología de la Excma. Diputación Provincial de Castellón: 282
y 303 ;
de Geotectónica de la Facultad de Ciencias de la Universide Historia Antigua de la Facultad de Filodad de Granada: 323 ;
sotla y Letras de la Universidad de Valencia: 281 ;
de la Madera y
Corcho del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias de Valencia : 24 y 25.
Diago, Francisco: 540.
Dfaz Dfaz, Manuel: 545.
Diocleciano: 555.
Dionisio de Siracusa: 422.
Diputación Provincial de Castell6n: 282, 303 y 417;
Provincial de Valen.cia:
17, 23, 24, 39, 95, 159, 225, 447, 523, 561, 575. 595 y 596.
- 640 -
[page-n-649]
Dolq i Dolq, Miquel: 539.
Dimiciano: 543.
Domínguez Arranz, Almudena: 269.
Domergue, Claude: 529.
Donat Zopo, José: 307 y 313.
D'Ors Pérez-Peix, Alvaro: 545.
Dressel, H. : 529 a 534.
Driesch, Angela von den: 523, 582 y 593.
Dupré Ollivier, Michéle: 22.
Ebert, Max: 270 y 271.
Edecón: 498.
Egica: 586.
Eixarch Frasno, José: 590.
Enguix, Eustaquio: 223 y 225.
Enguix Alemany, Rosa: 90, 251 a 280, 529, 530 y 562.
Enio: 549.
Enseñat Estrany, Bartolomé: 270.
Escolano, Gaspar: 540 y 580.
Escudar, José Maria: 583.
Espantaleón Jubes, Ricardo: 336.
Esteve Forriol. José: 551.
Esteve Gálvez, Francisco: 297, 300, 433 y 590.
Estrabón: 501, 510 y 513.
Etienne, Robert: 530 y 532.
Eutropio: 546.
- - -- Exposición Arqueológica y Etnográfica de 1878, Paris: 591 y 593;
- - - d e 1878, Valencia: 593;
Histórica Universal de Arte Antiguo de
1878, Paris: 592;
Universidad de Paris: 589.
Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada: 523 ; - - - --de Filosofla y Letras de
la Universidad de Valencia: 99 y 281 ; - - - - de Geografla e Historia de la Unl·
versidad de Valencia: 99 y 281 ;
de Medicina de la Universidad de Valencia: 119, 582 y 583.
Falconer, Hugh: 576.
Ferrán Alonso, Dr.: 23.
Femández de Avilés, Augusto: 448 y 451.
Femández Guerra, Aureliano: 584.
Femández-Miranda Femández, Manuel: 404.
Fernando VII: 586.
Ferrer Clarf, AgusUn: 159.
Ferrer y Julve, Nicolás: 579, 582, 583, 590 y 597.
Ferrer Palma, José: 185.
Figueras Pacheco, Francisco: 526.
Fita Colomer, Fidel: 584, 591. 592 y 600 a 602.
Fltero, Raimundo de: 344.
Fletcher Valls, Domingo: 23, 24, 48, 89 a 92, 110. 119, 134, 136, 137. 159, 183, 248, 252,
256, 274, 281 ,307, 364, 366, 370, 371 , 403,404, 410, 421. 422,426, 431, 433, 435,
447, 449, 451 , 459, 463 a 475, 478,480, 482 a 486, 488 a 500, 502 a 504. 506, 508,
510 a 512, 515 a 517, 519 a 521, 531, 562, 579, 585, 595 y 597.
Flores, Pedro: 373, 377, 378, 381, 383, 384, 389, 398, ;()O a 402 y 404.
Floro, Lucio Anneo: 546.
Portea Pérez. Javier: 48, 54, 302, 303, 3 17, 320, 330, 332, 337 y 339.
Fried.r ich, Johannes: 503.
Fullola Pericot, Josep Maria: 48 y 49.
Fumanal Garcfa, Maria del Pilar: 22.
Furgús, Julio: 588 y 595.
Fusté Ara, Miguel: 183.
- 641 81
[page-n-650]
Gabaldón Sierra, Rafael: 463.
Gabaldón Valle, Francisco: 463.
Gabinete de Investigaciones Arqueológicas del Alto Maestrazgo, Benassal: 141 y 282.
Gafiiot, F.: 547 y 648.
Galera Isem, Luis: 510.
Gallart Martf, Maria Dolores: 223 y 248.
Gémiz Jiménez, J .: 342.
Garcla Séncbez, Manuel : 320, 326, 327, 336, 337 y 338.
Garrido Penadés, Héctor: 159.
Garrido Roiz, Juan Pedro: 404 y 406.
Gaseo, Jean: 270.
Gaynor, F.: 503.
G. l . A. A. M.: Véase «Gabinete de Investigaciones Arqueológicas del Alto Maestrazgo».
Gil-Mascarell Boscé, Milagro: 192, 361 a 371 y 598.
Gil Sancho, J uan: 111 y 189.
Giménez Reina, Simeón: 342.
Glmeno Cabañas, AD)alio: 583.
Giner Giner, Fernando: 159.
Giner Sospedra, Vicente: 4 78.
Gisbert Santorija, José Antonio: 533.
Gjerstadt, Einar: 405 y 410.
Glick, Th. : 583.
Gobema Valencia, Maria Victoria: 575 a 608.
Gómez Moreno, Manuel: 319, 481 , 486, 489 a 504 y 506 a 521.
Gómez Serrano, Nicolau Primitiu: 555, 556, 578 y 595.
Gómez Tabanera, Juan Manuel: 328.
Góngora y Martfnez, Manuel de: 335, 336 y 377.
Gonzélez Navarrete, Juan: 333.
González Ortiz, José: 343 a 360.
Gonzale.z Prats, Alfredo: 111 , 141 a 158, 282, 302 y 370.
Gonzé)ez de Velasco, Pedro: 578 y 592.
Gonzalvo Paris, Luis: 595.
Gran Aymerich, José Maria J .: 404.
Graur, A.: 499.
Graziosi, Paolo: 53.
Grup Pare Presentat de Vallada: 159 y 163.
Grupo de Espeleología Montaiieros de Jaén: 333; - - - de Rescate 339, de Alzira: 225 y
226.
Guadán y Láscaris, Antonio Manuel: 491, 502 y 624.
Guenoche, Alain: 530.
Guerola, José: 59.
Guichard, Pierre: 561 a 574.
Guilaine, Jean: 111, 114, 334 y 340.
Guiter, Henri: 507.
Gusi Jener, Francisco: 256, 263, 274 y 364.
Haeckel, Emst: 583.
Harrlson, Richard J .: 90 y 114.
Heiss, Alo·is: 579 y 581.
Henbeck, A.: 503.
Hermet, Frédéric: 560.
Hemández, Norberto: 99.
Hemández Pacheco, Francisco: 328 y 329.
Herodes de Galilea: 544~
Herodoto: 554.
Hesnard, Antoinette: 529.
-
642 -
[page-n-651]
Hill, George F.: 491 y 502.
Hircio, Aulo: 543 y 550.
His Catalé, Alfredo: 247.
Hoftlller, Víctor: 271.
Holder, A.: 495, 503, 507, 510 y 518.
Horacio Placeo, Quinto: 542, 548 y 549.
Houghton, H. P.: 517.
Hoz Bravo, Javier de: 459 y 475 a 486.
Hl1bner, Emil: 457, 479, 489 a 492, 494, 495, 497. 498, 500 a 502, 504, 506, 508, 509, 514,
516, 521, 551, 585, 594 y 596 a 602.
Hubschmid, Johannes: 487, 493, 495 y 499.
Huguet, Marta: 282.
Huguet Segarra, Ramón: 584.
Hultsch, F.: 520.
Hwort, J .: 405.
Ibarra Manzoni, Aureliano: 584.
ICONA: 24 y 99.
Institut d'Estudls Catalans, Barcelona: 595.
Instituto Arqueológico Alemán, Madrid: 282;
de Enzimología y Patología
Molecular, Madrid : 23;
Geográfico y Catastral, Madrid: 144 y 562; - - - - Nacional de Bachillerato de Alacués: 523;
Nacional de Inde Ouimica Física «Rocasolavestigaciones Agrarias, Valencia: 24 y 25;
no• de Madrid: 23.
Isaías: 654.
Jaldero, Francisco de Paula: 585.
Jannoray, Jean: 466, 459, 490, 496 a 498, 500, 502, 503, 508, 617 y 520.
Jettmar, K.: 405.
Jhonson, S. S.: 49.
Jiménez CiSneros, Maria J .: 530.
Jiménez Navarro, Ernesto: 48.
Jordé Cerdá, Francisco: 48, 83, llO, 185, 302, 317, 331 , 340, 342 y 370.
Jomet Perales, Mariano: 39.
Juan, E.: 523.
Juan Bautista: 544.
Júdice Gamito, Teresa: 269.
Jully, Jean-Jacques: 404.
Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, Madrid: 595.
Karageorghis, Vassos: 410.
Laboratorio de Anatomía de Maderas del Instituto Nacion.al de Investigaciones Agrarias, Vade Arqueología de la Universidad de Valencia: 575 y 595;
lencia: 25;
· - - - - - de Geocronolog(a, Madrid: 23 y 24.
Lafon, René: 488, 496 a 500, 606 y 517.
Lamboglia, Nino: 659.
Lartet, Edouard: 577.
Latorre Nuévalos, Fernando: 256 y 421.
Laubenheimer, Fanette: 529, 530 y 532.
Lázaro, Atili.o: 531.
Lazzarini, M.: 520.
Leach, Edmond: 330.
Leclerc, Conde de Buffon, Georges-Louis: 576.
Leisner, Georg: 112 y 337.
Leisner, Vera: 112, 269 y 337.
- 643 -
[page-n-652]
Lello, Cayo: 549.
Leonardi, Piero: 54.
Lequement, Robert: 530 y 532.
Lenna Ale8rfa, José Vicente: 59, 90, 109, 129 a 140, 184 y 191.
·
Leroi-Gourhan, André: 52.
Levi-Strauss, Claude: 505.
Levy-Bruhl, L.: 329.
Lhote, Henri: 554.
Lion Valderrábano, Ra61: 46.
Liou, Bernard: 530 y 532.
Livio, Tito: 489, 498, 501 , 539, 544 a 547, 550 y 555.
Loeschclte, Siegfried: 559.
López de Cárdenas, Francisco José: 343.
López Fraile, V. : 25.
López Murillo, José: 333 y 336.
Loreto, M.: 342.
Louvre, Musée du: Véase «Museo del Louvrn
Lucas, evangelista: 544.
Lucas Pellicer, Maria Rosario: 336.
Lucieno, Cayo: 586.
Lumiares, Conde de: Véase cValcárcel Pfo de Saboya, Conde de Lumiares, Antonio det.
Luzón Nogué, José Maria: 403.
Lyell, Charles: 576.
Llano White, José de: 579.
Llatas Burgos, Vicente: 599.
Llobregat Conesa, Enrique A.: 89, 91 , 92, llO, 136, 248, 273, 274, 364, 460, 491 y 492.
Llongueras Campanyá, Miquel: 51.
Llorente Olivares, Felicfsimo: 584.
Llorente Olivares, Teodoro: 540.
Mac-Pherson, José: 577.
Madariaga de la Campa, Benito: 44 a 46.
Maillet, N. de: 576.
Maluquer de Motes Nicolau, Juan: 253, 406, 435, 458, 478, 489, 506 y 508.
Mañé Güell, Ramón: 422.
Marco Aurelio: 555.
Marinar Bigorra, Sebastián: 545.
Marqués, Ignacio: 185.
Marqués de Cerralbo: Véase «Aguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo, Enrique de».
Marqués, Pascual: 579.
Martf, Francisco: 254.
Martf, Juan de la Cruz: 579.
~art( Ferrando, Luis: 598.
Martf Ollver, Bernardo: 83, 84, 95, lll, l14, 159 a 196, 248, 299 y 603.
Martin, Henri: 592.
Martin, L.: 540 y 548.
Martin Avila, Gabriela: 533, 553 a 560, 584, 592, 598 y 602.
Martin Valls, Ricardo: 451.
Martinet, A.: 506.
Martinez, José: 307.
Martinez Almagro, Andrés: 119 a 127.
Martinez y Martinez, Francisco: 433.
Martinez Medina, Adela: 99.
Martinez Pérez, Antonio: 223 a 250.
Martinez Perona, José Vicente: 95 a 119.
Martinez Sanchis, Francisco: 13.
-
644-
[page-n-653]
Mas Tarln, Agapito: 99.
Massara, F.: 248.
Massot, J .: 523.
Mata Parreño, Consuelo: 59, 364 y 369.
Mateu Bellas, J . F.: 576.
Mateu y Llopis, Felipe: 451 , 579, 580, 585, 590 y 595.
Mattingly, Harold: 553.
Maura y Salas, Manuel: 342.
Mayans y Sisear, Gregario: 575 y 580.
Mayet, Frangoise: 530 y 532.
Mayoral Alonso de MeUa, Andrés (Arzobispo de Valencia): 596.
Mela, Pomponio: 504, 514 y 518.
Menéndez Pidal, Ramón: 265, 458, 487, 488, 496, 506, 508, 510, 514 y 515.
Merle y Cañamás, Francisco: 579.
Mergelina y Luna, Cayetano de: 335.
Mesado Olivar, Norberto: 248, 281 a 306, 370, 464 y 531.
Mlchelena, Luis: 457, 493 a 498, 500, 604 a 506, 508 a 511, 613, 516 y 518.
Mohen, Jean-Pierre: 422.
Malina Flijardo, Federico: 85, 92, 188 y 335.
Malina González, Fernando: 267, 269, 335, 337, 366 y 367.
Montañana Gárcfa, José Maria: 362.
Monteagudo Garcia, Luis: 137.
Montenegro Duque, Angel: 248.
Monteverde, J . L.: 406.
Monraval Sapida, Magdalena: 523 a 527.
Morais Arnaud, José: 269.
Morán Bardón, P. César: 267.
Morand, José Antonio: 584, 591, 592 y 602.
Moreno Tovillas, Santiago: 578, 584, 587 y 588.
Morote Barberá, José Guillermo: 417 a 446.
Mortill.et, Gabriel de: 592.
Munio, Cayo: 586.
Muñoz Amilibia, Ana Maria: 111, 184, 332 y 334.
Muñoz Malina, Antonio : 337.
Museo de Antigi\edades de Tarragona: 578; - - -Arqueológico de Barcelona: 524; - - - -- Municipal de Alcoi: 83 y 258; - de
de Borriana: 281, 531 y
Banyeres: 90;
597; - - deDenia: 602 ; - - - -- -- - - -- --deBlx: 197; - - deJérlca: 597;
- - - -- - Nacional de Madrid: 373, 383, 386, 393, 395, 396, 401,
404 a 407 y 409; - - Provincial de Alicante: 261 y 318; - - -- - -------deCuenca: 267; - - - - - - - -- - - - de Jaén: 332 y 333; - de Sagunt: 531 y 597; - - Británico, Londres: 554; ---del Colegio de Santo Domingo de Orihuela: 588; - -del Louvre, Parfs: 558 y 559; - -- Municipal de Valencia: 571 ; - - d e Nápoles: 558 a 560; - -- Paleonteológico «Rodrigo Boteb de Valencia: 589 y 603; - - de Prehistoria del Servido de Investigación Prehistórica de la Excma. Diputación
Provincial de Valencia: 42, 225, 257, 258, 417, 426, 429, 447, 490, 523 y 562; - - Provincial de Bellas Artes de Valencia: 592, 596, 597 y 599 a 602.
Nájera, Trinidad: 267, 366 y 367.
Nava, Maria Luisa: 430.
Navarrete Enciso, Maria Soledad: 333.
Navarro Rubio, Mariano: 533.
Nepos, Cornelio: 644.
Nerón: 543, 550 y 555.
Noé, Patriarca: 582.
Nolla Brufau, Josep Maria: 530.
- 645 -
[page-n-654]
Nordstrom, Solveig: 494.
Núñez, D.: 583.
Obermaier, Hugo: 48, 296, 297, 300, 301 y 342.
Olaria Puyoles, Carmen: 256 y 364.
Oliva Prat, Miquel: 489 a 491 , 495, 506, 517 y 521.
Olmo, Joseph Vicente del: 575.
Olmos Canalda, Ellas: 595.
Olson, D. W.: 247.
Orden de Calatrava: 344.
Orosio, Paulo: 546.
Oroz Arizcuren, Francisco J. de: 475, 476, 479, 480, 485 y 520.
Ors Pérez-Peix, Alvaro d': 545.
Osuna Ruiz, Manuel: 267 y 373 a 416.
Padró Parcerisa, Josep: 530.
Palop, Francisco: 589, 592, 603 y 605.
París, Pierre: 267.
Pascual Guasch, Ricardo: 529 a 532.
Pascual Pérez, Vicente: 90, 111, 134 y 307.
Pattison, Walter T.: 487 a 522.
Pelejero Ferrer, José: 159.
Pellicer Catalén, Manuel: 268, 269, 320, 327, 333 a 335, 337, 338, 369 y 404.
Peña Sánchez, José Luis: 307 a 318.
Perales Boluda, Juan Bautista: 580.
Pedraza, César: 24.
Pereira Menaut, Gerardo: 599.
Perepérez, Agustín: 223.
Perepérez, Bernardo: 223.
Pérez Algorta, Maria Cruz: 497.
Pérez de Barradas, José: 342 y 577.
Pérez Ripoll, Manuel: 160 y 171.
Pericot Garcfa, Luis: 39, 42, 44, 47, 48, 50, 51, 53, 130, 137, 339, 377, 594 y 595.
Perret, R.: 554.
Picard, Casimire: 576.
Plcaud, Aymeric: 514.
Pilatos, Poncio: 544.
Pla, José: 582.
Pla Ballester, Enrique: 84, 89 a 92, 110, 134, 137, 182, 183, 185, 190, 248, 256, 257, 271 .
273, 274, 307, 362, 364, 370, 463, 540, 579, 581, 589, 590 y 595.
.
Planelles, José Maria: 417 y 426.
Plautio, Gayo: 345. .
Plauto: 548 y 549.
Plinio, L.f. Oufentino, Cacillo Secundo: Véase «Plinio el Jovem.
Plinio el Joven: 543, 544 y 550.
Plinlo Secundo, Cayo: Véase «Plinio el Viejo».
Plinio el Viejo: 492, 504, 514, 517. 518 y 543.
Pokomy, J .: 499.
Pompeyo Magno: 542 y 551.
Ponsell Cortés, Fernando: 130 y 137.
Ponsich, Michel: 404 y 530.
Porcar, Juan Francisco: 598.
Porcar Ripollés, Juan Bautista: 281, 284, 294 a 297 y 300.
Prades, Henri: 252 y 364.
Prado y Valle, Casiano del: 577 y 578.
Pueyo Ariño, Vicente: 579.
-
646 -
[page-n-655]
Quatrefages de Boréau,
~and :
592.
Rada y Delgado, Juan de Dios de la: 584.
Ramos Femández, Rafael: 197 1r 222, 492, 494, 502 y 503.
Remesa! Rodrlguez, José: 373 a 416.
Rihas Bertrand, Mariano: 507.
Ribelles, Bartolomé: 457.
Ribera Gómez, Agustfn: 59.
Richard, Jean-Claude Micbel: 523.
Ripoll Perelló, Eduard: 285, 295, 296, 317, 330 y 594.
Ripollés Alegre, Pere Pau: 586 y 597.
Rodrlguez Castallares, Juan: 417, 426 y 429.
Román Perrer, Carlos: 559.
Rómulo: 546.
Rossi, Juan Bautista: 591.
Rostaing, Ch.: 503.
Rostovtzeff, Micbael: 560.
Ruano Martfnez, Rafael: 24.
Rubio, L.: 541.
Rubio de la Serna, Juan: 588.
Ruiz Mata, Diego: 268, 269 y 403.
Ruiz Perales, Francisco: 159.
Sáez. José Antonio: 197.
Saglio, Edmond: 560.
Salmanasar In: 554.
Salvador, Isidro: 281 a 283, 293 y 301.
Salvador, José: 281.
Sánchez Cutillas, Carlos: 417, 423, 426 y 429.
Sánchez Cutillas, Carmen: 433.
Sánchez J iménez, Joaquin: 319.
Sanchis Guarner, Manuel: 496 y 507.
Sanchis Sivera, José: 597 a 602.
Sandars, Horace: 422.
Sangmelster, Edward: 90.
Sanmarti Grego, Enrie: 530.
San Valero Aparisi, Julián: 83, 84, 112, 137, 281, 447, 449 y 451.
Sanz de Galdeano Equiza, Carlos: 323.
Sarrión Montallana, Inocencia: 160, 171, 257, 258, 455 a 461 y 603.
Sarthou Carreras, Carlos: 579.
Schmoll, Ulrich: 477, 489, 500, 507 y 5ll .
Schubart, Hermanfrled: 89, 269 y 337.
Sbuchardt, Hugo: 487, 500 y 511.
Scbule, Wilhelm: 268, 269, 369, 406, 422, 431 y 432.
Schulten, Adolf: 487, 501, 513, 514, 520 y 521.
Seeberger, K.: 329.
Segura Marti, José Maria: 258.
Senent Ibáñez, Juan José: 595.
Serra Réfols, Josep de Calasanz: 491, 521 y 590.
Serra Vilaró, Joan: 265.
Serrano Cadete, Joaquin: 583.
Serrano Varez, Daniel: 225 y 447 a 454.
Serres de Navarro, Maria Dolores: 583.
Seriorlo: 551.
~ervei d'Investigacions Arqueológiques de l'lnstitut d'Estudis Catalana, Barcelon. : 595.
a
-
647 -
[page-n-656]
Servicio de Investigación Prehistórica de la Excma. Diputación Provincial de Valencia: 9. 13,
16, 23 a 26, 28, 39, 42, 59, 95, 97, 99, 113, 159, 164, 182, 225, 257, 258, 307, 362,
367, 417, 463, 561 , 562, 564, 575, 589 y 595.
Severina de Denia: 590 y 591.
Shottou, F. W.: 49.
SUea Ruiz, Jaime: 457.
SUio Itálico: 508.
·
Siret, Bnrl.:tUe: 137, 269, 410 y 594.
Siret, Luis: 48, 137, 269, 373 a 379, 385, 387, 389, 391, 393, 395, 402 a 404 y 594.
Smith Agreda, Víctor: 119.
Sociedad de Anticuarios del Norte, Dinamarca: 581;
Antropológica de Parla:
578 y 592;
Antropológica Espaflola, Madrid: 578 y 592;
Arqueológica Valenciana: 575 a 608;
Económica de los Amigos del Pais, de
Valencia: 581 y 585;
Paleontológica y Arqueológica de Charleroi: 581.
Solé Solé, Josep Maria: 501.
Solé Caselles, José Maria: 422.
Soler Carnicer, José: 307.
Soler Garcia, José Maria: 111 y 137.
Soler Navarro, José: 591.
Sols Garcia, Alberto: 23.
Sorell y Sagarria, Tomás: 596.
Sotomayor Muro, Manuel: 530.
Spanhi, Jean-Christian: 334.
Sparkes, Brl.an A.: 455.
Strecker, K.: 544.
Subdirección General de Arqueologia de la Dirección General del Patrimonio Artistico, Archivos y Museos, del Ministerio de CUltura. Madrid: 200.
Suetonio Ti-anquillus: 548 y 555.
Suinilla: 586.
Taborin, Yvette: 85.
Tacito, Comelio: 543, 544 y 550.
Taffanel, Jean: 432.
Taffanel, Odette: 432.
Talcott, Lucy: 455.
Tarradell Mateu, Miquel: 137, 271 y 539.
Tchernia, André: 530.
Teodosio: 555 y 560.
Teopompo: 549.
Texufln, Yusuf-ben: 586.
Thomsen, Chrl.stian Jurgensen: 576.
Thouvenot, Raymond: · 403 y 405.
Tiberio: 544.
Tito Livio: Véase «Livio, Tito».
Toro Moyano, I.: 342.
Torres, Manuel de: 511.
Tovar Lorente, Antonio: 458, 459,477, 486,487,493, 496 a 498, 500, 502, 508, 510 a 512,
515, 517, 519 y 520.
Tri\Jano: 553.
Trias de Arribas, Gloria: 371 y 451.
Trinio, Lucio: 586.
Tt'lbal: 582.
Tublno Machado, Francisco Maria: 578, 584 y 592.
Uhlenbeck, c. c.: 488 y 494.
Unamuno Y' Jugo, Miguel de: 683.
- 848 -
[page-n-657]
Universidad de ·Granada: 323 ;
de Sevilla: 578;
de Valencia: 99, 119, 281, 575, 580, 582, 583, 593 y 595.
Université de Lyon: 561.
Untermann, Jürgen: 457, 476 a 478, 480, 481, 485, 489, 490, 497, 499, 501. 513 y 514.
Uriel Pascual, Domingo: 367.
Valcárcel Pfo de Saboya, Conde de Lumiares, Antonio de: 457, 575 y 585.
Valiente. Noli: 448.
Valiente Atué, Antonio: 447 y 448.
Valladar, F.: 319.
Valle Montero, M.: 451.
Vallejo, Juén JeS1ls: 197, 502 y 511.
Vallet, Georges: 432.
Vanden Berghe, Louis: Véase «Bergbe, Louis Vandem.
Vaquer, Jean: 270.
Velasco Santos, Miguel: 584 y 585.
Veleyo Paterculo, Cayo: 546.
Ventura Conejero, Agustfn: 539 a 551, 600 y 601.
Venus: 597.
Verner, Willougbby: 342.
Verneuil, René: 577.
Vetilio, Marco: 545.
Vicedo Sanfelipe, Remlgio: 594.
Vicent Cavaller, Joan A.: 256.
Vicent Za.r&8ozá, Ana Maria: 332 y 334.
Viciano, Alberto: 141.
Viciano, José: 282.
Vidiella, Santiago: 594.
Vilanova y Piera, José: 578, 581, 582, 585, 587 a 589, 593, 596 y 600.
Vilanova y Piera, Juan: 577 a 579, 581 , 585, 587 a 590, 593 y 594.
Vilaplana Juliá, Enrique: 594.
Vilaseca Anguera, Salvador: 136, 265, 268 y 422.
Villard, FranQois: 432.
Villaronga Garriga, Leandro: 451 , 524 y 525.
Villaverde Bonilla, Valentfn: 307 a 318.
Viñes Massip, Gonzalo: 39.
Virgilio Marón, Publio: 541.
Viriato: 539 a 55 1.
Visedo Moltó, Camilo: 490 y 491.
Vives, José: 490, 491 , 510 y 516.
Vives Escudero, Antonio: 459, 497, 498, 500, 502 y 510.
Vladar, Josef: 271.
Walker, Michael J .: 256.
Wemert, Paul: 297, 300 y 301.
Whatmougb, J .: 510.
Wideman, Fran9ois: 529 y 530.
Worsaae, Jens Jacob Asmussen: 576.
Yusuf, Ali-ben: 586.
Yusuf-ben-Texufin: 586.
Zamora Canallada, Alonso: 267.
Zevi, Fausto: 530 y 533.
Zobel de Zangróniz, Jacobo: 579 a 581.
649 82
[page-n-658]
[page-n-659]
IN DICE GENERAL
APARICIO PBREZ, J .: Primeras dataciones de C-14 para el Musteriense valenciano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
APARICIO PBREZ, J .: Nueva pieza de arte mobillar parpallense . . . . . . . . . . . . . . .
BERNABEU, J .: La Cova del Garrofer (Ontlnyent, Valencia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
MARTINBZ PERONA, J . V. : La Covacha Botia (Siete Aguas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
BROSBTA PRADBS, M.• y MARTINBZ·ALMAGRO, A.: Estudio de los restos hu·
manos procedentes de la Covacha Boda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
LERMA ALEGRIA, J . V.: Los orfgenes de la metalurgia en el Pafs Valenciano . . . .
GONZALBZ PRATS, A.: El poblado calcolitico de la Pont de la Ca.r rasca
(Cuila, Castellón de la Plana) ........ .. ......... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
MARTI OLIVBR, B. : La Cova Santa (Vallada, Valencia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
RAMOS PERNANDEZ, R.: El promontorio de Aigua Dolcta i SaU de El·
che. Avance de su estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
MARTINEZ PEREZ, A.: La Cova de Alfonso (Alzira, Valencia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ENGUIX ALEMANY, R.: Queseras halladas en los yacimientos del Bronce Valen.ciano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
MESADO OLIVER, N.: La Cova del Mas d' en Llorenct y el arte prehistórico del Barranco de la Casulla .. .. .. .. . .. . .. . . .. .. .. . .. . .. . .. . .. . .. .. .. ..
VILLAVBRDE, V.; PE~A. J . L., y BERNABEU, J .: Dos nuevas estaciones de
arte rupestre levantino en Millares (Valencia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CARRASCO RUS, J . y CASTAimDA NAVARRO, P.: Las pinturas rupestres esque·
máticas del abrigo de La Higuera (Otidar, Jaén) . . . . . . .. .. .. .. .. .. .. . . . .. . . .
GONZALEZ ORTIZ, J .: Las pinturas rupestres esquemáticas del Chorrero
(Puertollano. Ciudad Real) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
GIL·MASCARELL, M.: Algunos materiales prehistóricos del Cerro de Sant
Miquel de Llíria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
OSUNA RUIZ, M. y REMESAL RODRIGUEZ, J.: La necrópolis de Boliche (Villaricos, Almerfal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . .
MOROTE BARBERA, G.: Una estela de guerrero con espada de antenas en
la necrópolis ibérica de Altea la Vella (Altea, Alicante) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
SERRANO VAREZ, D.: Materiales de la necrópolis del Cabezo del Tfo Pfo . . . . . . . .
SARl )N MON':"dANA, 1.: Grafitos ibéricos del cerro de San Miguel (Llí:ria,
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INDICE DE PERSONAS Y ENTIDADES . . . . . . . . . . . . . . . . • • • . • • . . • . . . . . . . . . . . . . .
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Prehistórica de la Excma. Diputación Provincial de Valencia, c.lle da Caballaroa, n~mero 2. VALENCIA.
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lAS OPINIONES VERTIDAS EN LOS ANTERIORES TRABAJOS DEBEN ENTENDERSE COMO JUICIOS PERSONALES DE LOS RESPECTIVOS AUTORES
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Estudio de los restos humanos procedentes de la Covacha Botia
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Domingo Fletcher VallsPag. 463-474téléchargerUn hallazgo monetario procedente de Empuries (Girona)
Magdalena Josefa Monraval SapiñaPag. 523-528téléchargerLa producción de ánforas romanas en el País Valenciano. Estado de la cuestión
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